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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario del Pobre Hombre de Hawker Comentario del Pobre Hombre
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con Permiso.
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Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre John 21". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/john-21.html. 1828.
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre John 21". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
CONTENIDO
El Se�or Jes�s renueva su aparici�n a sus disc�pulos en el mar de Tiber�ades. Alimenta a sus disc�pulos: le da una carga particular a Pedro. Juan termina su Evangelio.
( Juan 21:1 ) Despu�s de estas cosas, Jes�s se mostr� de nuevo a los disc�pulos en el mar de Tiber�ades; y as� se mostr� �l mismo.
Al final del Cap�tulo anterior, parec�a como si el Evangelista hubiera terminado entonces su Evangelio, teniendo los �ltimos vers�culos toda la apariencia de una conclusi�n. Pero es nuestra misericordia que Dios el Esp�ritu Santo haya dirigido la mente del amado Ap�stol para que contin�e y agregue este dulce Cap�tulo, porque en verdad es dulce. No se dice qu� intervalo hubo entre las manifestaciones anteriores que hizo el Se�or Jes�s de s� mismo, y esto se registra aqu�; pero en un vers�culo posterior se nos dice que esta era la tercera vez que el Se�or hab�a sido tan misericordioso. Ver Juan 21:14 .
Versículo 2
Estaban juntos Sim�n Pedro y Tom�s, llamado D�dimo, y Natanael, de Can�, de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus disc�pulos.
Si el lector cuenta el n�mero aqu� que se dice que est� junto, encontrar� que es siete. Sin duda, todos a la espera de las renovadas visitas del Se�or Jes�s. Y como aquellos de los que se habla aqu�, estaban ahora en las fronteras del mar de Galilea, que es el mar de Tiber�ades, ver Juan 6:1 , es evidente que vinieron aqu� desde Jerusal�n en obediencia a los mandamientos de Cristo, y como el Se�or hab�a prometido verlo. Mateo 28:16 ; Mateo 28:16 .
Versículos 3-4
Sim�n Pedro les dijo: Voy a pescar. Le dijeron: Nosotros tambi�n vamos contigo. Salieron y entraron en un barco inmediatamente; y esa noche no pescaron nada. (4) Pero cuando lleg� la ma�ana, Jes�s
estaba en la orilla, pero los disc�pulos no sab�an que era Jes�s.
Hay algo muy interesante en este relato. Y la representaci�n sencilla y sin arte de la historia es mucho m�s hermosa que si el relato hubiera estado disfrazado con toda la pompa del lenguaje. La falta de �xito en esos pescadores, y el Se�or Jes�s de pie en la orilla temprano en la ma�ana, form� una ocasi�n bendita para la manifestaci�n de su persona y gracia, que iban a seguir. Cuando el Se�or est� a punto de revelarse a su pueblo, �con qu� gracia prepara a veces el camino para una mayor demostraci�n de su amor!
Versículos 5-8
Entonces Jes�s les dijo: Ni�os, �ten�is algo de comer? Ellos le respondieron: No. (6) Y �l les dijo: Echen la red a la derecha del barco, y hallar�n. Lanzaron, por tanto, y ahora no pod�an sacarlo para la multitud de peces. (7) Por tanto, aquel disc�pulo a quien amaba Jes�s, dijo a Pedro: Es el Se�or. Cuando Sim�n Pedro oy� que era el Se�or, le ci�� la t�nica de pescador (porque estaba desnudo) y se arroj� al mar. (8) Y los otros disc�pulos vinieron en una barca (porque no estaban lejos de tierra, sino como doscientos codos), arrastrando la red con los peces.
Es bastante sorprendente, que cuando Jes�s los llam� con un nombre tan tierno, y que eran las mismas palabras, hijitos, como hab�a usado antes, (ver Juan 13:33 ), no hubieran descubierto de inmediato qui�n era. . Pero esto estaba reservado para el milagro que a�adi� y que produjo el efecto. Ruego al lector que note, de todos estos tiernos incidentes del Se�or Jes�s, cu�n cerca de su coraz�n est� su pueblo.
Dice tanto ahora como entonces: Hijos, �ten�is carne? Lanza sobre el lado derecho, y encontrar�s. Si estamos atrasados ??para buscar nuestro sustento espiritual de �l, Jes�s ser� hallado entre los que no lo buscan. Y cu�ntas veces Jes�s se da a conocer por sus actos de gracia, como aqu� a Juan, cuando las revelaciones externas no siempre lo logran. �No es conocido el Se�or por su providencia y por su gracia, en los innumerables casos en los que menos lo esper�bamos?
Versículos 9-14
Tan pronto como llegaron a tierra, vieron all� un fuego de brasas, y pescado sobre �l y pan. (10) Jes�s les dijo: Traed del pescado que hab�is pescado. (11) Sim�n Pedro subi� y sac� la red a tierra llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y a pesar de que eran tantos, no se rompi� la red. (12) Jes�s les dijo: Venid, comed. Y ninguno de sus disc�pulos se atrevi� a preguntarle: �Qui�n eres t�? sabiendo que era el Se�or. (13) Entonces Jes�s viene, y toma pan y les da, y tambi�n los peces. (14) Esta es la tercera vez que Jes�s se mostr� a sus disc�pulos, despu�s de que resucit� de entre los muertos.
La primera manifestaci�n que hizo el Se�or de s� mismo, en prueba de qui�n era, la mostr� al llamarlos por el tierno nombre con el que les hab�a hablado recientemente, y despu�s de esto, hizo que encerraran una multitud de peces. Y ahora, tan pronto como pisan la orilla, se encuentran con la provisi�n inmediata hecha para ellos de la misma manera milagrosa. Ambos casos no pod�an dejar de recordarles c�mo Jes�s, cerca del mismo lugar, hab�a alimentado a la multitud en el desierto y les hab�a dado �xito tambi�n en el agua.
Juan 6:1 ; Lucas 5:1 . Algunos han pensado, y probablemente podr�a ser as�, que adem�s del suministro que esas misericordias dieron a sus necesidades presentes, estas cosas ten�an respeto al futuro ministerio de los Ap�stoles. Y como esos pescadores no hab�an pescado nada antes de encontrarse con Jes�s, todas las labores en la palabra y la doctrina son in�tiles sin �l.
Juan 15:5 . Y as� como por orden de Cristo su captura fue tan abundante, as� es con todos los ministros fieles de la salvaci�n, cuando, bajo la direcci�n de Jes�s y la presencia de Jes�s, arrojaron la red del Evangelio en el lado derecho.
Hay algo muy dulce y lleno de gracia en la invitaci�n del Se�or a venir a cenar. Aunque lo conoc�an, y aunque Jes�s les hab�a mostrado lo suficiente con tal atenci�n hacia ellos, que no hab�a alteraci�n en su amor hacia ellos, sin embargo, dado que el Se�or hab�a salido ahora del mundo invisible, hab�a, sin duda, un cierto algo en su aspecto, que indujo una santa solemnidad en los Ap�stoles.
Debe haber sido una entrevista solemne, aunque muy graciosa. La presencia del Se�or no puede dejar de llenar la mente de asombro. Un hijo de Dios tendr� el sentido m�s vivo de su propia criatura e indignidad, en esas temporadas en las que Jes�s est� dando la mayor parte de su amor.
�Y no hubo algo sacramental en esta comida? Jes�s tom� pan, se dice, y tambi�n les dio. �Precioso Se�or! �C�mo cada vista de tus tiernas palabras y acciones ministra el cari�o de tu Persona y Car�cter?
El evangelista dice que esta fue la tercera vez que Jes�s se manifest� a sus disc�pulos despu�s de su resurrecci�n. Pero se refer�a a la tercera vez de manera p�blica a los disc�pulos en cuerpo. Porque el Se�or se hab�a mostrado cinco veces antes de esto. Primero, a Mar�a Magdalena. Marco 16:9 . En segundo lugar, a las otras Mujeres que fueron temprano al Sepulcro, quienes a la orden del �ngel, mientras corr�an a anunciar a los disc�pulos la resurrecci�n de Cristo, fueron recibidas por Jes�s, diciendo: �Salve! Mateo 28:9 .
En tercer lugar, por los dos disc�pulos, en su camino a Ema�s. Lucas 24:13 , etc. En cuarto lugar, a los Once, mientras estaban sentados a la mesa. Lucas 24:36 , etc. Y quinto, el mismo d�a de la semana siguiente, cuando el Se�or le habl� particularmente a Tom�s. Juan 20:26 .
Pero el evangelista, por tercera vez, signific� la tercera visita a los disc�pulos como un cuerpo. Pero Pablo parece intimar, como si Pedro hubiera sido bendecido con una visita y manifestaci�n de Jes�s solo, adem�s de las que el Se�or le hab�a concedido en com�n, con los otros Ap�stoles. Porque Pablo, al hablar de la resurrecci�n de Cristo, dice que fue visto de Cefas, luego de los doce. Y ruego al lector que observe, con qu� aire de triunfo agrega el Ap�stol, despu�s de que se le vio a m�s de quinientos hermanos a la vez; de los cuales (dice Pablo) la mayor parte permanece hasta el presente.
Por mucho que decir, si alguno de ustedes duda del hecho mismo de la resurrecci�n de Jes�s, pueden preguntar por ustedes mismos; porque est�n vivos y te informar�n. Porque esto (como dijo Pablo en otra ocasi�n), no se hizo en un rinc�n. Hechos 26:26; 1 Corintios 15:3 . V�ase tambi�n el comentario sobre ese cap�tulo. Y busque un testimonio de la resurrecci�n de Cristo, por la ense�anza del Esp�ritu Santo. Hechos 25:19 .
Versículos 15-25
Cuando terminaron de cenar, Jes�s dijo a Sim�n Pedro: Sim�n, hijo de Jon�s, �me amas m�s que �stos? le dijo: S�, Se�or; t� sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis corderos. (16) Le volvi� a decir la segunda vez: Sim�n, hijo de Jon�s, �me amas? le dijo: S�, Se�or; t� sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis ovejas. (17) Le dijo la tercera vez: Sim�n, hijo de Jon�s, �me amas? Pedro se entristeci� porque le dijo por tercera vez: �Me amas? Y �l le dijo: Se�or, t� sabes todas las cosas; sabes que te amo.
Jes�s le dijo: Apacienta mis ovejas. (18) De cierto, de cierto te digo: Cuando eras joven, te ce��as y caminabas adonde quer�as; pero cuando seas viejo, extender�s tus manos, y otro te ce�ir�, y te llevar� adonde no quieras. (19) Esto dijo, dando a entender con qu� muerte deb�a glorificar a Dios. Y habiendo dicho esto, le dijo: S�gueme.
(20) Entonces Pedro, volvi�ndose, vio que lo segu�a el disc�pulo a quien Jes�s amaba, el cual tambi�n se reclin� sobre su pecho durante la cena, y dijo: Se�or, �cu�l es el que te entrega? (21) Al verlo Pedro, dijo a Jes�s: Se�or, �y qu� har� este? (22) Jes�s le dijo: Si quiero que se quede hasta que yo venga, �qu� te importa? S�gueme t�. (23) Entonces se difundi� entre los hermanos esta palabra, que el disc�pulo no morir�a; pero Jes�s no le dijo: No morir�; pero si quiero que se quede hasta que yo venga, �qu� te importa? (24) Este es el disc�pulo que da testimonio de estas cosas, y escribi� estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
(25) Y hay tambi�n muchas otras cosas que hizo Jes�s, las cuales, si se escribieran todas, supongo que ni siquiera el mundo mismo podr�a contener los libros que deber�an escribirse. Am�n.
Qu� hermoso e interesante discurso tuvo lugar inmediatamente, tan pronto como el Se�or y sus disc�pulos terminaron su comida en esta santa mesa. �Oh! que el pueblo del Se�or lo recordaba con frecuencia. Cu�n verdaderamente bienaventurado ser�a si las mesas de los fieles del Se�or estuvieran cerradas as�: y cuando las imperiosas demandas del cuerpo hubieran sido satisfechas; no se permiti� que el alma se debilitara.
Deuteronomio 6:25 ; Malaqu�as 3:16
Ruego al lector que no pase por alto, en esta muy interesante conversaci�n del Se�or Jes�s con Pedro, la principal prueba que Jes�s le puso en prueba de su sinceridad fue el amor. El Se�or no lo dice; �Me has honrado u obedecido, o qu� pruebas puedes traer de tus deberes hacia m�? pero simplemente, �me amas? Y aunque el Se�or repiti� la pregunta tres veces, que el coraz�n consciente de Pedro, en su triple negaci�n, interpret� que hab�a sido la causa; sin embargo, no lo dice, ni tampoco lo insin�a en absoluto el Se�or Jes�s, como si esta fuera la causa por la cual el Se�or le pregunt� tres veces.
De hecho, m�s bien creo, por el amor y la gracia bien conocidos y demostrados de Jes�s hacia su pueblo, que el Se�or m�s bien pretend�a darle a Pedro la oportunidad de repetir tres veces las seguridades de su amor, de eliminar la impresi�n de su negaci�n tres veces. El Se�or sab�a por qu� hab�a ca�do Pedro. Y el Se�or sab�a que toda su Iglesia deb�a haber ca�do por la misma causa, �no se manten�a y preservaba su gracia todopoderosa?
Parece, por tanto, en mi opini�n, uno m�s de esos innumerables casos que tenemos registrados, de la ternura de Jes�s hacia su pueblo, que en aquellas circunstancias en las que han mostrado mayor debilidad, su gracia puede manifestarse m�s, al capacitar ellos para mostrar mayor amor!
Es algo muy bendecido tambi�n en el hecho de que el Se�or le haya dado al Ap�stol tal firmeza de fe; no s�lo para afirmar su amor, sino para apelar a �l, quien, como Dios, pod�a leer su coraz�n y sab�a que ese amor estaba all�. Aunque Pedro se entristeci�, como se dice, por la tercera demanda de Jes�s, �me amas? sin embargo, me atrevo a pensar que no fue m�s que el dolor del momento. S�, me inclino a creer que el Ap�stol luego se regocij� por ello; cuando de ser llevado a la mente de Jes�s, descubri� la gracia y la intenci�n del Se�or en ella.
�sta era la tercera, si no la cuarta vez, que Pedro hab�a visto a su Se�or, despu�s de que resucit� de entre los muertos; y ni una palabra (hasta donde sabemos del Evangelio), hab�a pasado entre el Se�or y su siervo, en el d�a siguiente. sujeto de la negaci�n de Pedro. Sin duda, el Ap�stol anhelaba una entrevista para contarle a Jes�s su verg�enza y recibir su perd�n de boca de Jes�s. Y qu�, pues, podr�a ser m�s satisfactorio para Pedro, que as� Jes�s le preguntara acerca de su amor; y en prueba de que el Se�or conoc�a el alcance de ese amor, le hab�a encomendado el cuidado de sus Corderos y sus Ovejas.
En este lugar no necesito extenderme sobre el tema del encargo de Jes�s a Pedro. Cristo mismo es el gran Pastor y Pastor de su reba�o. Y es su provincia alimentarlos. Porque �l es la vida y el sustento de todo su reba�o; siendo el pan de vida y el agua de vida; y su carne es verdadera comida, y su sangre es verdadera bebida. Pero el Se�or condesciende a nombrar pastores para alimentar a su pueblo con entendimiento y conocimiento.
Y se supone que, como en este encargo a Pedro, respeten las diferentes edades de su reba�o; para conducir las ovejas del redil, y para observar el estado tierno de los corderos. Pero un gran car�cter que Jes�s se�ala, en sus demandas de Pedro, como la primera cualidad de un pastor, es el amor de Jes�s. Por cualquier habilidad de conocimiento mental que posean, el todo no es nada sin este amor del coraz�n.
En lo que sigue a la predicci�n del Se�or a Pedro con qu� muerte glorificar�a a Dios, y la curiosidad del Ap�stol por saber qu� iba a ser de Juan; era innecesario morar. Es m�s interesante considerar el testimonio de Juan sobre la verdad del Evangelio, que lleva su nombre. Y aunque �l sab�a que su testimonio era verdadero, y la Iglesia entonces en existencia, sab�a lo mismo; Ser� una bendici�n tanto para el escritor como para el lector del comentario de este pobre, si del testimonio de Dios el Esp�ritu Santo en cada uno de nuestros corazones, podemos dar un testimonio similar.
1 Juan 5:20 . Y mientras bendecimos a Dios por esta preciosa porci�n de su santa palabra, que puede hacernos sabios para la salvaci�n mediante la fe en Cristo Jes�s; Podemos decir verdaderamente con Juan, que el mundo, s�, toda la creaci�n de Dios, no es lo suficientemente grande en su seno para contener todo lo que podr�a decirse, si todo se dijera de Jes�s, ya que sus riquezas y sabidur�a son inescrutables, y de S� mismo, como lo ha expresado el Sagrado Escritor, su grandeza no tiene fin. Salmo 145:3 .
Versículo 25
REFLEXIONES
�Bendito Se�or Jes�s! �Qu� alabanza, qu� agradecimiento, qu� amor te debe tu Iglesia, querido Se�or, por las muchas manifestaciones repetidas que tan amablemente mostraste a tus pobres disc�pulos despreciados, despu�s de tu resurrecci�n de entre los muertos! Milagros sobre milagros: y gracia sobre gracia. �Oh! Dejad que ense�e a mi pobre alma, ya las almas de todos tus redimidos, de los testimonios sorprendentes que aqu� se registran, cu�n cercano est� Jes�s a su pueblo, cuando ellos no lo saben.
�S�, Se�or! cu�nto est�s cuidando de todas sus preocupaciones y proveyendo, tanto para su sustento corporal como espiritual, cuando ellos no pueden proveer para ninguno. �Oh! por la gracia mostrada a Pedro, para consolar a todos los miembros ejercitados del cuerpo m�stico de Cristo. �Oh! por la fe y el amor, para poder apelar, como Pedro a Jes�s, diciendo: Se�or, t� sabes todas las cosas; t� sabes que te amo.
Alabado sea el Padre, el Hijo y el Esp�ritu por todas las revelaciones que Jehov� ha hecho bondadosamente a la Iglesia del amado Hijo de Dios. �Se�or! conc�denos que todos tus redimidos bajo la ense�anza del Esp�ritu Santo, con el disc�pulo que testific� de estas cosas y escribi� estas cosas, puedan agregar, de su propia seguridad, y decir, como la Iglesia entonces lo hizo; sabemos que su testimonio es verdadero.
�Despedida! �Por el momento, amado ap�stol Juan! Esperamos encontrarnos con tus registros adicionales de tu querido Se�or, y nuestro querido Se�or, cuando lleguemos a esos preciosos escritos tuyos, bajo la inspiraci�n de Dios el Esp�ritu Santo, que est�n en el mismo volumen sagrado. Pero aqu� te damos gracias por tu labor en este Evangelio y por todas las preciosas relaciones que has dado de Cristo nuestro Se�or. Y bendito, bendito por siempre el que te llam� a este servicio, en su Iglesia.
En breve ser� llamada a verle toda la Iglesia de Dios, en cuyo seno yac�a el amado Ap�stol, que escribi� estas cosas de su divino Se�or. Y luego, todos los redimidos con Juan rodear�n el trono y har�n sonar sus alabanzas unidas, en un himno completo de acci�n de gracias, a Dios y al Cordero, para siempre. Am�n.