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Bible Commentaries
2 Reyes 13

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

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Versículo 17

2 Reyes 13:17

Tenemos aqu� una imagen de la vieja generaci�n en contacto con la nueva. Vemos lo viejo probando lo nuevo y ense�ando lo nuevo.

I. Si tuvi�ramos que medir las esperanzas de la vida de Jo�s a partir de la actitud que tiene hacia el anciano, debemos admitir que todo promete bien. Aqu� hay alguien en cuyo coraz�n y mente el instinto de adoraci�n al h�roe es muy fuerte. Pero el viejo profeta no est� satisfecho. De buena gana pondr�a a prueba el ardor de este joven y ver�a lo valiente que era. En la escena que tenemos ante nosotros tenemos la prueba. Despu�s de dejar volar la flecha de la liberaci�n del Se�or, iba a golpear el suelo.

Habiendo golpeado tres veces, se qued�, con vacilante timidez, esperando alg�n gesto o instrucciones del profeta, y el anciano se enoj�. Hab�a aplicado la prueba y el rey no la hab�a soportado, y vio la debilidad escrita all�. Jo�s carece de las dos cualidades que constituyen la grandeza: (1) el esp�ritu de minuciosidad y (2) el glorioso poder de la imaginaci�n. Un hombre no puede realizar un trabajo pr�ctico a menos que tenga el instinto prosaico que no rehuye la monoton�a.

Este Jo�s no lo ha hecho. Golpea d�bilmente tres veces y luego mira a su alrededor en busca de instrucciones. La timidez, una d�bil dependencia de los dem�s, la mirada de reojo para ver hasta d�nde puede llegar, una debilidad mental, son suyas, y no tiene poder para vivir mediante el hero�smo y la devoci�n individuales.

II. El profeta no es simplemente alguien a quien probar, sino tambi�n alguien a quien ense�ar. Ense�a al rey a realizarse a s� mismo y a realizar a Dios. �l pone ante �l estas dos cosas: la intuici�n para ver el poder de Dios y la acci�n para cumplir con los deberes de la vida. Como nos ha ense�ado uno de nuestros propios profetas, lo que se quiere para hacer un h�roe no es una gran alma, sino simplemente un alma engendrada por Dios que sea fiel a su propio origen. Los h�roes y los santos de la antig�edad eran grandes, pero debemos recordar que el poder que los hizo grandes fue el esp�ritu que hab�a dentro.

Obispo Boyd-Carpenter, Oxford Review, 6 de mayo de 1885.

Referencias: 2 Reyes 13:17 . Revista homil�tica, vol. viii., p�g. 65. 2 Reyes 13:18 ; 2 Reyes 13:19 . Revista del cl�rigo, vol. xiii.

, pag. 79. 2 Reyes 13:19 . J. Baines, Sermons, p�g. 255; Spurgeon, Sermons, vol. x., n�m. 569; RC Trench, Pensamientos breves y meditaciones, p. 109.

Versículos 18-19

2 Reyes 13:18

Aqu� tienes a un hombre en extrema debilidad, con su fuerza natural menguando. El hombre de guerra, el hombre de acci�n, en su arrebato de esperanza, viene a �l; y el profeta moribundo lo re�ne con su fe y su visi�n clara, y pone sus finos dedos sobre �l, a trav�s de los cuales el rey siente el poder el�ctrico que proviene del profeta, d�ndole nuevas fuerzas. El santo moribundo es el m�s fuerte de los dos.

I. Consideremos de d�nde viene esta fuerza. No a trav�s de la confianza en uno mismo. No a trav�s del esplendor de las acciones que ha realizado. No a trav�s de la voluntad fr�a, deliberada y f�rrea que le da al intelecto fr�o y calculador del hombre poder sobre las poderosas fuerzas de la naturaleza. La confianza en uno mismo es una cosa; la fe es otra.

II. No debemos abusar de la confianza en nosotros mismos. No es el valor descarado lo que desaf�a el homenaje del mundo. No se puede ver la carrera de los hombres p�blicos o leer una biograf�a sin enfrentarse a las fuerzas que ha levantado la confianza en uno mismo.

III. Pero dicho esto, debemos recordar que existe un l�mite para los recursos naturales de esta potencia. Debido a que su confianza en s� mismo se contrae dentro del estrecho perfil de s� mismo, no tiene seguridad para su propio bienestar personal o el triunfo de su causa en ese gran futuro que est� m�s all� de la vista. Por otro lado, por la fe te adhieres a un Poder fuera de ti, a un Poder que es infinito. Adquieres un dominio sobre los recursos que son inagotables. Echas tu fortuna con Aquel que es eterno.

IV. De esta l�nea de pensamiento podemos extraer estas direcciones pr�cticas. (1) En cuanto a la forma en que debemos probar las revelaciones de la verdad de Dios. Dios nos ha revelado ciertas verdades. Si luego rechazamos cualquier parte de una verdad que �l revela, hasta ahora no llegamos a nuestro conocimiento de �l. Como ni�os en la casa de nuestro Padre, tomamos las migajas mientras se nos invita a sentarnos con los santos en la cena de nuestro Se�or. (2) Si Dios nos da implementos, recursos e instrumentos materiales, nuestro derecho a Su gracia auxiliar puede estar asegurado, porque debemos hacer uso de ellos al m�ximo.

CW Furse, Contemporary Pulpit, vol. VIP. 42.

Referencia: 2 Reyes 18:19 . HP Liddon, Penny Pulpit, n�m. 544, y Esquemas del Antiguo Testamento, p�g. 80.

Versículos 20-21

2 Reyes 13:20

Nosotros, los protestantes, no atribuimos mucha virtud a las reliquias en el sentido ordinario del t�rmino, pero hay un sentido en el que razonablemente podemos hacerlo. Las reliquias son restos; y aunque creemos que ninguna virtud reside en los restos materiales de un buen hombre, no eximimos de eficacia sus restos mentales o espirituales. Si ha dejado tras de s� al escribir las efusiones de una mente devota, creemos que estos escritos, por los cuales "estando muerto, a�n habla", a menudo ejercen una influencia positiva sobre los lectores mucho despu�s de que �l mismo ha fallecido, y que as� el milagro realizado por los huesos de Eliseo se repite continuamente en la experiencia de la Iglesia.

Considerar:

I. El poder de la lectura devocional. (1) El poder de la lectura devocional puede verse al considerar el efecto que la asociaci�n constante con los sabios y los buenos ejercer�a naturalmente sobre la mente. Es una verdad axiom�tica que ha pasado a ser un proverbio: "El que anda con sabios ser� sabio". (2) La lectura espiritual ha reemplazado hasta cierto punto a la predicaci�n. Esto ha sucedido en el orden de la providencia de Dios, que ha ordenado la difusi�n de la literatura en la prensa, as� como ha ordenado muchos movimientos menos importantes. La lectura de libros espirituales puede considerarse, y debe considerarse, m�s o menos a la luz de una ordenanza divina.

II. Se pueden dar algunas sugerencias sobre la realizaci�n de este ejercicio. (1) Se debe utilizar una discriminaci�n en la elecci�n de libros. (2) La oraci�n o las aspiraciones devotas deben mezclarse con la lectura. (3) Evite con cuidado toda disipaci�n en el m�todo de lectura.

EM Goulburn, Pensamientos sobre la religi�n personal, p. 88.

Referencias: 2 Reyes 13:20 ; 2 Reyes 13:21 . A. Edersheim, Eliseo el profeta, p�g. 318; HP Liddon, Penny Pulpit, n�m. 886, y Esquemas del Antiguo Testamento, p�g. 79.

Versículo 21

2 Reyes 13:21

I.Este relato nos ense�a que la influencia de los obreros fieles para el reino de Dios se extiende m�s all� de la tumba, y que con frecuencia una causa por la que los hombres han trabajado y se han gastado es promovida por la salida de entre nosotros de aquellos que la han tomado en mano. El contacto con la muerte de un trabajador as� imparte con frecuencia a la vida la vida de seriedad, la vida de devoci�n, la vida de abnegaci�n cristiana a aquellos que no la pose�an, o que la pose�an s�lo de manera imperfecta e ineficaz antes.

II. No es muy dif�cil descubrir por qu� deber�a ser as�. Independientemente del hecho de que cuando se abre una brecha por la ca�da de un l�der, muchos otros pueden sentir que se requiere m�s esfuerzo y devoci�n de s� mismos, hay un contagio sobre alguien que ha llegado al extremo m�s extremo de auto-sacrificio posible. en hombre. �Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

"Y as� como es la muerte del Salvador lo que atrae a sus seguidores a su alrededor y lo convierte en el centro de su adoraci�n y su amor, as� es la muerte de los hombres en la causa que han abrazado lo que enciende el entusiasmo de otros esp�ritus y hace ellos dispuestos a correr hacia adelante y tomar el estandarte de las manos fallidas de los guerreros ca�dos.

G. Calthrop, Penny Pulpit, No. 730.

Referencias: 2 Reyes 13:21 . Preacher's Monthly, vol. iv., p�g. 155; W. Walters, Christian World Pulpit, vol. xxi., p�g. 189. 2 Reyes 13 Parker, vol. viii., p�g. 228. 2 Reyes 14:25 .

Expositor, tercera serie, vol. v., p�g. 161. 2 Reyes 14 Parker, vol. viii., p�g. 239. 2 Reyes 15:5 . E. Monro, Practical Sermons, vol. iii., p�g. 117. 2 Reyes 15:10 .

Expositor, tercera serie, vol. v., p�g. 259. 2 Reyes 15:19 . EH Plumptre, Ib�d., Segunda serie, vol. ii., p�g. 230. 2 Reyes 15 Parker, vol. viii., p�g. 250. 2 Reyes 17:1 .

Revista del cl�rigo, vol. xiii., p�g. 83. 2 Reyes 17:1 . Ib�d., Vol. xix., p�g. 105. 2 Reyes 17:4 ; 2 Reyes 17:5 . EH Plumptre, Expositor, segunda serie, vol.

ii., p�gs. 316, 318. 2 Reyes 17:41 . Spurgeon, Sermons, vol. xxvii., n�m. 1622; Ib�d., Mis notas para sermones: G�nesis a Proverbios, p�g. 94. 2 Reyes 17 Parker, vol. viii., p�g. 263. 2 Reyes 18:1 .

Revista del cl�rigo, vol. v., p�g. 92. 2 Reyes 18:3 . E. Monro, Practical Sermons, vol. ii., p�g. 221. 2 Reyes 18:3 . Preacher's Monthly, vol. iv., p�g. 162.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 2 Kings 13". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/2-kings-13.html.
 
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