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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario Bíblico de Sermón Comentario Bíblico de Sermón
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Usado con Permiso.
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Usado con Permiso.
Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 2 Kings 13". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/2-kings-13.html.
Nicoll, William R. "Comentario sobre 2 Kings 13". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/
Versículo 17
2 Reyes 13:17
Tenemos aqu� una imagen de la vieja generaci�n en contacto con la nueva. Vemos lo viejo probando lo nuevo y ense�ando lo nuevo.
I. Si tuvi�ramos que medir las esperanzas de la vida de Jo�s a partir de la actitud que tiene hacia el anciano, debemos admitir que todo promete bien. Aqu� hay alguien en cuyo coraz�n y mente el instinto de adoraci�n al h�roe es muy fuerte. Pero el viejo profeta no est� satisfecho. De buena gana pondr�a a prueba el ardor de este joven y ver�a lo valiente que era. En la escena que tenemos ante nosotros tenemos la prueba. Despu�s de dejar volar la flecha de la liberaci�n del Se�or, iba a golpear el suelo.
Habiendo golpeado tres veces, se qued�, con vacilante timidez, esperando alg�n gesto o instrucciones del profeta, y el anciano se enoj�. Hab�a aplicado la prueba y el rey no la hab�a soportado, y vio la debilidad escrita all�. Jo�s carece de las dos cualidades que constituyen la grandeza: (1) el esp�ritu de minuciosidad y (2) el glorioso poder de la imaginaci�n. Un hombre no puede realizar un trabajo pr�ctico a menos que tenga el instinto prosaico que no rehuye la monoton�a.
Este Jo�s no lo ha hecho. Golpea d�bilmente tres veces y luego mira a su alrededor en busca de instrucciones. La timidez, una d�bil dependencia de los dem�s, la mirada de reojo para ver hasta d�nde puede llegar, una debilidad mental, son suyas, y no tiene poder para vivir mediante el hero�smo y la devoci�n individuales.
II. El profeta no es simplemente alguien a quien probar, sino tambi�n alguien a quien ense�ar. Ense�a al rey a realizarse a s� mismo y a realizar a Dios. �l pone ante �l estas dos cosas: la intuici�n para ver el poder de Dios y la acci�n para cumplir con los deberes de la vida. Como nos ha ense�ado uno de nuestros propios profetas, lo que se quiere para hacer un h�roe no es una gran alma, sino simplemente un alma engendrada por Dios que sea fiel a su propio origen. Los h�roes y los santos de la antig�edad eran grandes, pero debemos recordar que el poder que los hizo grandes fue el esp�ritu que hab�a dentro.
Obispo Boyd-Carpenter, Oxford Review, 6 de mayo de 1885.
Referencias: 2 Reyes 13:17 . Revista homil�tica, vol. viii., p�g. 65. 2 Reyes 13:18 ; 2 Reyes 13:19 . Revista del cl�rigo, vol. xiii.
, pag. 79. 2 Reyes 13:19 . J. Baines, Sermons, p�g. 255; Spurgeon, Sermons, vol. x., n�m. 569; RC Trench, Pensamientos breves y meditaciones, p. 109.
Versículos 18-19
2 Reyes 13:18
Aqu� tienes a un hombre en extrema debilidad, con su fuerza natural menguando. El hombre de guerra, el hombre de acci�n, en su arrebato de esperanza, viene a �l; y el profeta moribundo lo re�ne con su fe y su visi�n clara, y pone sus finos dedos sobre �l, a trav�s de los cuales el rey siente el poder el�ctrico que proviene del profeta, d�ndole nuevas fuerzas. El santo moribundo es el m�s fuerte de los dos.
I. Consideremos de d�nde viene esta fuerza. No a trav�s de la confianza en uno mismo. No a trav�s del esplendor de las acciones que ha realizado. No a trav�s de la voluntad fr�a, deliberada y f�rrea que le da al intelecto fr�o y calculador del hombre poder sobre las poderosas fuerzas de la naturaleza. La confianza en uno mismo es una cosa; la fe es otra.
II. No debemos abusar de la confianza en nosotros mismos. No es el valor descarado lo que desaf�a el homenaje del mundo. No se puede ver la carrera de los hombres p�blicos o leer una biograf�a sin enfrentarse a las fuerzas que ha levantado la confianza en uno mismo.
III. Pero dicho esto, debemos recordar que existe un l�mite para los recursos naturales de esta potencia. Debido a que su confianza en s� mismo se contrae dentro del estrecho perfil de s� mismo, no tiene seguridad para su propio bienestar personal o el triunfo de su causa en ese gran futuro que est� m�s all� de la vista. Por otro lado, por la fe te adhieres a un Poder fuera de ti, a un Poder que es infinito. Adquieres un dominio sobre los recursos que son inagotables. Echas tu fortuna con Aquel que es eterno.
IV. De esta l�nea de pensamiento podemos extraer estas direcciones pr�cticas. (1) En cuanto a la forma en que debemos probar las revelaciones de la verdad de Dios. Dios nos ha revelado ciertas verdades. Si luego rechazamos cualquier parte de una verdad que �l revela, hasta ahora no llegamos a nuestro conocimiento de �l. Como ni�os en la casa de nuestro Padre, tomamos las migajas mientras se nos invita a sentarnos con los santos en la cena de nuestro Se�or. (2) Si Dios nos da implementos, recursos e instrumentos materiales, nuestro derecho a Su gracia auxiliar puede estar asegurado, porque debemos hacer uso de ellos al m�ximo.
CW Furse, Contemporary Pulpit, vol. VIP. 42.
Referencia: 2 Reyes 18:19 . HP Liddon, Penny Pulpit, n�m. 544, y Esquemas del Antiguo Testamento, p�g. 80.
Versículos 20-21
2 Reyes 13:20
Nosotros, los protestantes, no atribuimos mucha virtud a las reliquias en el sentido ordinario del t�rmino, pero hay un sentido en el que razonablemente podemos hacerlo. Las reliquias son restos; y aunque creemos que ninguna virtud reside en los restos materiales de un buen hombre, no eximimos de eficacia sus restos mentales o espirituales. Si ha dejado tras de s� al escribir las efusiones de una mente devota, creemos que estos escritos, por los cuales "estando muerto, a�n habla", a menudo ejercen una influencia positiva sobre los lectores mucho despu�s de que �l mismo ha fallecido, y que as� el milagro realizado por los huesos de Eliseo se repite continuamente en la experiencia de la Iglesia.
Considerar:
I. El poder de la lectura devocional. (1) El poder de la lectura devocional puede verse al considerar el efecto que la asociaci�n constante con los sabios y los buenos ejercer�a naturalmente sobre la mente. Es una verdad axiom�tica que ha pasado a ser un proverbio: "El que anda con sabios ser� sabio". (2) La lectura espiritual ha reemplazado hasta cierto punto a la predicaci�n. Esto ha sucedido en el orden de la providencia de Dios, que ha ordenado la difusi�n de la literatura en la prensa, as� como ha ordenado muchos movimientos menos importantes. La lectura de libros espirituales puede considerarse, y debe considerarse, m�s o menos a la luz de una ordenanza divina.
II. Se pueden dar algunas sugerencias sobre la realizaci�n de este ejercicio. (1) Se debe utilizar una discriminaci�n en la elecci�n de libros. (2) La oraci�n o las aspiraciones devotas deben mezclarse con la lectura. (3) Evite con cuidado toda disipaci�n en el m�todo de lectura.
EM Goulburn, Pensamientos sobre la religi�n personal, p. 88.
Referencias: 2 Reyes 13:20 ; 2 Reyes 13:21 . A. Edersheim, Eliseo el profeta, p�g. 318; HP Liddon, Penny Pulpit, n�m. 886, y Esquemas del Antiguo Testamento, p�g. 79.
Versículo 21
2 Reyes 13:21
I.Este relato nos ense�a que la influencia de los obreros fieles para el reino de Dios se extiende m�s all� de la tumba, y que con frecuencia una causa por la que los hombres han trabajado y se han gastado es promovida por la salida de entre nosotros de aquellos que la han tomado en mano. El contacto con la muerte de un trabajador as� imparte con frecuencia a la vida la vida de seriedad, la vida de devoci�n, la vida de abnegaci�n cristiana a aquellos que no la pose�an, o que la pose�an s�lo de manera imperfecta e ineficaz antes.
II. No es muy dif�cil descubrir por qu� deber�a ser as�. Independientemente del hecho de que cuando se abre una brecha por la ca�da de un l�der, muchos otros pueden sentir que se requiere m�s esfuerzo y devoci�n de s� mismos, hay un contagio sobre alguien que ha llegado al extremo m�s extremo de auto-sacrificio posible. en hombre. �Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
"Y as� como es la muerte del Salvador lo que atrae a sus seguidores a su alrededor y lo convierte en el centro de su adoraci�n y su amor, as� es la muerte de los hombres en la causa que han abrazado lo que enciende el entusiasmo de otros esp�ritus y hace ellos dispuestos a correr hacia adelante y tomar el estandarte de las manos fallidas de los guerreros ca�dos.
G. Calthrop, Penny Pulpit, No. 730.
Referencias: 2 Reyes 13:21 . Preacher's Monthly, vol. iv., p�g. 155; W. Walters, Christian World Pulpit, vol. xxi., p�g. 189. 2 Reyes 13 Parker, vol. viii., p�g. 228. 2 Reyes 14:25 .
Expositor, tercera serie, vol. v., p�g. 161. 2 Reyes 14 Parker, vol. viii., p�g. 239. 2 Reyes 15:5 . E. Monro, Practical Sermons, vol. iii., p�g. 117. 2 Reyes 15:10 .
Expositor, tercera serie, vol. v., p�g. 259. 2 Reyes 15:19 . EH Plumptre, Ib�d., Segunda serie, vol. ii., p�g. 230. 2 Reyes 15 Parker, vol. viii., p�g. 250. 2 Reyes 17:1 .
Revista del cl�rigo, vol. xiii., p�g. 83. 2 Reyes 17:1 . Ib�d., Vol. xix., p�g. 105. 2 Reyes 17:4 ; 2 Reyes 17:5 . EH Plumptre, Expositor, segunda serie, vol.
ii., p�gs. 316, 318. 2 Reyes 17:41 . Spurgeon, Sermons, vol. xxvii., n�m. 1622; Ib�d., Mis notas para sermones: G�nesis a Proverbios, p�g. 94. 2 Reyes 17 Parker, vol. viii., p�g. 263. 2 Reyes 18:1 .
Revista del cl�rigo, vol. v., p�g. 92. 2 Reyes 18:3 . E. Monro, Practical Sermons, vol. ii., p�g. 221. 2 Reyes 18:3 . Preacher's Monthly, vol. iv., p�g. 162.