Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
Tired of seeing ads while studying? Now you can enjoy an "Ads Free" version of the site for as little as 10¢ a day and support a great cause!
Click here to learn more!
Click here to learn more!
Bible Commentaries
Comentario Bíblico de Sermón Comentario Bíblico de Sermón
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Usado con Permiso.
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Usado con Permiso.
Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 2 Kings 19". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/2-kings-19.html.
Nicoll, William R. "Comentario sobre 2 Kings 19". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/
Versículo 14
2 Reyes 19:14
La carta de Ezequ�as ser�a muy diferente en forma de nuestras cartas. Los asirios no usaban papel ni siquiera pieles, pero escrib�an sobre arcilla. Es muy probable que la carta fuera una tablilla de terracota.
I. "Sub� a la casa del Se�or". �D�nde era tan probable que encontrara a Dios como en Su casa? Note la oraci�n del rey, c�mo habla de Dios como morando entre los querubines. Quiz�s hab�a o�do c�mo Senaquerib se sentaba en su trono entre toros alados y leones; pero hab�a o�do a Isa�as decir que vio al Se�or rodeado de inteligencias aladas. Dios solo tiene que hablar con Su mensajero alado, y el �ngel ha ido a aplastar a los enemigos de Jehov� y Su pueblo. Esta fue una oraci�n modelo, que no iba por todo el mundo, sino que se aferraba a la cosa deseada y la ped�a. Si nuestras oraciones fueran m�s como telegramas, deber�amos tener respuestas m�s r�pidas.
II. �Alguna vez fue contestada la carta? S�, porque Jehov� mismo la respondi�. Sabemos cu�l fue el resultado y cu�n repentinamente el rayo de la venganza derrib� al orgulloso blasfemo.
III. Hay una posdata a la respuesta de Dios. "Sucedi� esa noche ... todos eran cad�veres". Supongamos que leemos en el peri�dico ma�ana: "�Muerte repentina de 185.000 soldados!" �Qu� revuelo har�a! �Qu� espect�culo debe haber sido el campamento a la ma�ana siguiente! Ha habido una discusi�n considerable sobre la causa de la destrucci�n de un ej�rcito tan grande, y ahora se entiende generalmente que fue el sim�n.
Cambises, rey de los medos, perdi� cincuenta mil hombres por uno de estos espantosos vientos. Pero si el viento era el mensajero o un �ngel, no importa. Dios lo quiso y la naturaleza se apresur� a cumplir sus �rdenes.
T. Champness, Nuevas monedas de oro antiguo, p�g. 179.
Ezequ�as recibi� la carta �l mismo de mano de los mensajeros, lo cual fue cort�s; y lo ley�, que era tranquilo y preciso; y subi� a la casa de Dios, que era reverencial; y lo extendi� ante el Se�or, que era filial y confiado.
I. �ltimamente, la fe en la eficacia de la oraci�n se ha vuelto muy peque�a. Y en la ra�z de esta falta de fe est� este pensamiento, que dado que Dios gobierna el mundo por leyes generales fijas, y dado que las respuestas a oraciones particulares deben ser especialidades, por lo tanto, a menudo excepciones a estas leyes generales, no se puede esperar que Dios interrumpir� Su sistema universal para atender cualquier caso particular. A esto respondemos dos cosas: (1) En todas las dem�s leyes generales, como las leyes de las naciones o incluso las leyes naturales, se prev� expresamente para ocasiones excepcionales, y es un axioma que bajo ciertas condiciones la ley no tomar� ninguna medida. , o al menos el mismo efecto.
�Por qu� no deber�a aplicarse la misma regla a las leyes por las que Dios regula sus tratos providenciales? (2) �Por qu� la respuesta particular a la oraci�n particular no deber�a ser en s� misma parte de la gran ley universal? �Por qu� no habr�a ordenado Dios en Su soberan�a que toda oraci�n verdadera traer� ciertos resultados, como que cualquier otra causa en el mundo producir� su propio efecto natural y apropiado?
II. Asumiendo entonces, como bien podemos, el hecho de que Dios respeta la oraci�n, preguntamos: "�Qu� es difundir un asunto ante Dios?" (1) No puedes esparcir nada delante de Dios hasta que primero te hayas extendido todo tu coraz�n y tu vida ante �l. (2) Todo el problema debe extenderse ante �l; Dios ama la minuciosidad; no hay esparcimiento sin minuciosidad. Expresar en voz alta un dolor o una preocupaci�n, incluso por algo inanimado, es una ayuda para la definici�n, la claridad de pensamiento, la virilidad, el deber; cu�nto m�s cuando confiamos en Dios.
J. Vaughan, Cincuenta sermones, novena serie, p�g. 139.
Referencias: 2 Reyes 19:14 . Bosquejos del Antiguo Testamento, p�g. 81; S. Baring-Gould, Cien bocetos de sermones, p�g. 182; Homiletic Quarterly, vol. i., p�g. 389. 2 Reyes 19:14 . Preacher's Monthly, vol. iv., p�g. 183. 2 Reyes 19:15 . Revista del cl�rigo, vol. ix., p�g. 89.
Versículos 15-19
2 Reyes 19:15
I. Somos demasiado propensos a pensar que la paz y la prosperidad son las �nicas se�ales del favor de Dios; que si una naci�n es religiosa, es seguro que prosperar� y ser� feliz. Pero no es as�. Encontramos en la historia que los tiempos en que las naciones han mostrado m�s nobleza, m�s coraje, m�s rectitud, han sido tiempos de problemas, peligros y terror. Cuando las naciones han sido invadidas, perseguidas, pisoteadas por tiranos, entonces, para asombro del mundo, se han vuelto m�s grandes que ellas mismas, y han realizado hechos que les otorgan gloria para siempre.
II. Lo que es cierto para las naciones a menudo tambi�n lo es para cada persona. Para casi todos los hombres, al menos una vez en su vida, llega un momento de prueba o crisis, un momento en que Dios purga al hombre, lo prueba en el fuego y quema la escoria que hay en �l, que el oro puro, solo puede quedar. Para algunos, se presenta en forma de una terrible p�rdida o aflicci�n. Para otros, se presenta en forma de una gran tentaci�n.
No, si lo consideramos, nos llega a todos, quiz�s a menudo, en esa forma. Un hombre llega a un punto en el que debe elegir entre el bien y el mal. Dios lo pone donde se separan los dos caminos. Un camino se desv�a hacia el camino ancho que conduce a la destrucci�n; el otro camino se desv�a hacia el camino estrecho que conduce a la vida. Si cree en el Dios viviente y en el Cristo viviente, cuando venga la tentaci�n podr� resistir.
Si cree que Cristo mora en �l, que cualquier deseo de hacer el bien que tenga proviene de Cristo, cualquier sentido de honor y honestidad que tenga proviene de Cristo, entonces le parecer� una cosa terrible mentir, jugar al hip�crita. o el cobarde, pecar contra sus propios mejores sentimientos. Ser� pecar contra Cristo mismo.
C. Kingsley, Town and Country Sermons, p�g. 370.
Referencias: 2 Reyes 19:15 . Homiletic Quarterly, vol. i., p�g. 521. 2 Reyes 19:34 . C. Kingsley, Sermons for the Times, p�g. 183.
Versículo 35
2 Reyes 19:35
I. En los primeros treinta y siete cap�tulos de las profec�as de Isa�as tenemos un relato completo de los caminos de los jud�os en ese momento, y las razones por las que Dios permiti� que un peligro tan terrible se les sobreviniera. Los primeros treinta y cinco cap�tulos son una historia espiritual de los jud�os y los asirios y de todas las naciones que los rodean durante muchos a�os. Los reyes de Asiria se consideraban los seres m�s grandes y fuertes del mundo; pensaban que su poder era correcto y que pod�an conquistar, devastar, saquear y oprimir todos los pa�ses que los rodeaban sin ser castigados.
Pensaron que pod�an vencer al verdadero Dios de Judea, como hab�an conquistado los �dolos vac�os de Sefarvaim, Hena e Iva. Pero Isa�as vio que estaban equivocados; profetiz� que una gran erupci�n o el estallido de monta�as en llamas destruir�a el ej�rcito del rey de Asiria e incluso sacudir�a a la misma Jerusal�n.
II. No podemos decir exactamente c�mo fueron asesinados los asirios, muy probablemente por una corriente de vapor venenoso, como el que a menudo surge del suelo durante los terremotos y erupciones de monta�as en llamas y mata a todos los hombres y animales que lo respiran. Dios ten�a la intenci�n desde el principio de ense�ar a los jud�os que la tierra y el cielo le pertenec�an y le obedec�an. Les ense�� a ellos y al orgulloso rey de Asiria de una vez por todas que �l era en verdad el Se�or, Se�or de todas las naciones y Rey de reyes, y tambi�n Se�or de la tierra y todo lo que hay en ella.
Aquellos que realmente conf�an en �l nunca ser�n confundidos. Aquellos que conf�an en s� mismos est�n probando su insignificante fuerza contra el Dios que hizo el cielo y la tierra, y seguramente descubrir�n su propia debilidad, justo cuando se sientan m�s exitosos. Si el hombre no se atreve a pelear del lado del Se�or contra el pecado y el mal, la tierra del Se�or pelear� por �l. Terremotos y monta�as en llamas har�n Su obra.
C. Kingsley, Sermones sobre temas nacionales, p�g. 247.
Referencias: 2 Reyes 19:37 . EH Plumptre, Expositor, segunda serie, vol. iv., p�g. 450. 2 Reyes 20:1 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xxvii., p�g. 99; A. Raleigh, Pensamientos para los cansados, p�g. 90; G. Brooks, Outlines of Sermons, p�g.
126. 2 Reyes 20:2 . J. Van Oosterzee, A�o de salvaci�n, vol. ii., p�g. 482. 2 Reyes 20:9 . Hunter, Sunday Magazine, 1872, p�g. 644. 2 Reyes 20:11 .
JH Wilson, Christian World Pulpit, vol. v., p�g. 24. 2 Reyes 20 Parker, vol. viii., p�g. 285. 2 Reyes 21:17 ; 2 Reyes 21:18 . JR Macduff, Atardeceres en las monta�as hebreas, p�g.
184. 2 Reyes 21 Parker, vol. viii., p�g. 298. 2 Reyes 22:2 . E. Monro, Sermones pr�cticos sobre el Antiguo Testamento, vol. ii., p�g. 219. 2 Reyes 22:3 . DG Watt, Christian World Pulpit, vol. xxi., p�g. 180.