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Bible Commentaries
Zacarías 8

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

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Versículo 5

Zacar�as 8:5

I. Aprenda del texto que Dios piensa en los ni�os y las ni�as, y se da cuenta de lo que hacen.

II. Aprenda que Dios permite que los ni�os y las ni�as jueguen. (1) El juego se adapta a la edad de ni�os y ni�as. (2) El juego ayuda a los ni�os a crecer fuertes y saludables. (3) El juego ense�a a los ni�os a soportar y a resistir, ya soportar las desilusiones. (4) El juego hace que los ni�os y las ni�as aprendan mejor cuando se termina. (5) El juego de cualquier tipo es mejor que la inactividad.

III. Recuerde estos cuatro consejos: (1) En todo su juego recuerde el ojo y el o�do de Dios. (2) En todo tu juego, mant�n tu temperamento. (3) No descuide el trabajo por jugar. (4) Nunca olvides que toda la verdadera felicidad proviene de Cristo.

Obispo Ryle, Ni�os y ni�as jugando, p. 9.

Referencias: Zacar�as 8:5 . FW Farrar, En los d�as de tu juventud, p�g. 367; JN Norton, Todos los domingos, p�g. 335.

Versículo 6

Zacar�as 8:6

Nuestra �poca es maravillosa, no solo por la cantidad de cosas extra�as y sin precedentes que suceden en ella, y por el car�cter extra�o y sin precedentes que le pertenece en su conjunto, sino tambi�n por la prominencia del asombro como elemento de la visi�n que toma. de s� mismo. Es maravilloso porque es una �poca de maravillas. La comodidad del texto se comprende en dos palabras: la primera "seguridad" y la segunda "ampliaci�n".

"Estos describen las dos necesidades de la vida de todo hombre, y estas dos necesidades encuentran un suministro en la seguridad de que lo que para nosotros son maravillas y misterios, son perfectamente claros para Dios, en cuya vida est�n escondidas nuestras vidas.

I. Recuerde de d�nde proviene gran parte de la sensaci�n de peligro y la sensaci�n de inseguridad en la vida. No es de las cosas que vemos y que hemos sabido todo el tiempo; procede de las formas a medio ver que se ciernen sobre los l�mites de la realidad y la irrealidad de las cosas que evidentemente son algo, pero de las que no podemos distinguir perfectamente lo que son. En el mar no es el barco cuya forma puedes discernir perfectamente, todos cuyos movimientos puedes seguir; es el barco que flota como un fantasma tenue en la niebla, movi�ndose por una mano invisible, evidentemente all�, pero todo ba�ado en misterio es el barco que temes que pueda golpearte.

No son verdades claras, s�lidas, bien probadas, que atemorizan a los hombres por la estabilidad de su fe; son las especulaciones fantasmales, las d�biles sugestiones vagamente perfiladas que flotan en la nebulosa luz de las tenues hip�tesis; Son las formas de la verdad que se asoman a trav�s de c�maras reci�n abiertas pero no exploradas de las nuevas ciencias. �stas son las cosas que crean la oscura e inc�moda sensaci�n de peligro que acecha las mentes de tantos creyentes.

Si alg�n supuesto descubrimiento que los hombres me est�n ense�ando hoy es realmente cierto, Dios lo ha sabido todo el tiempo. "No tengas miedo", dice. "No me pueden tomar por sorpresa". "Si es maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo, �ser� tambi�n maravilloso a mis ojos?" El que cree en la verdad solo como el camino a Dios, el que considera que las opiniones no tienen valor, salvo que est�n de acuerdo con los infalibles juicios de Dios, es el hombre para quien toda vida es segura, y cuya fe enfrenta los pensamientos y destinos cambiantes del mundo, por asombrosos que parezcan, sin un pensamiento de miedo.

II. Un hombre as� tambi�n es libre. Si Aquel que se sienta en el centro de todo, y ve las visiones del universo con la perfecta claridad de su Creador, si Dios realmente puede hablar para que podamos escucharlo, y decir: "Es imposible para ti, pero no es imposible para M�; es maravilloso a tus ojos, pero no es a los M�os "si �l puede decir que de cualquier tarea que abruma a los hombres con su inmensidad, esa palabra suya debe romper nuestras cadenas, esa palabra suya debe liberar el la poca fuerza de todos nosotros para dar nuestros peque�os golpes, debe ensanchar nuestras vidas y enviarlas a empresas m�s audaces con seriedad y esperanza.

Phillips Brooks, Christian World Pulpit, vol. xxiii., p�g. 361.

Referencias: Zacar�as 8:6 . Spurgeon, Sermons, vol. xxix., n� 1747; S. Macnaughten, Real Religion and Real Life, p�g. 147. Zacar�as 8:13 . Spurgeon, Sermons, vol. ix., No. 543. Zacar�as 8:16 ; Zacar�as 8:17 . AH Jones, Christian World Pulpit, vol. xi., p�g. 310.

Versículo 19

Zacar�as 8:19

Cuando reflexionamos sobre el estado actual de la Santa Iglesia en todo el mundo, tan diferente de lo que le fue prometido en la profec�a, nos puede sugerir la duda de si es justo regocijarnos cuando hay tanto que llorar. sobre y para temer. Cuando los hombres disciernen debidamente el estado de tristeza en que se encuentra actualmente la esposa de Cristo, �c�mo pueden tener el coraz�n para regocijarse? El alma abatida retrocede cuando hace el esfuerzo; no es igual al ceremonial que es natural para los corazones ligeros y, en el mejor de los casos, obedece con frialdad lo que anticipan sin que se les pida. "�C�mo cantaremos la canci�n del Se�or en tierra extra�a?" Sin embargo, dado que existe cierto peligro de hipersensibilidad en este asunto, puede ser �til hacer algunas observaciones al respecto.

I. Esto, entonces, debe tenerse en cuenta siempre que surjan tales pensamientos dentro de nosotros de que la alegr�a y la ligereza de coraz�n no son solo privilegios sino deberes. La alegr�a es un gran deber cristiano. Ese dolor, esa solicitud, ese miedo, ese arrepentimiento, no es cristiano el que no tiene su parte de gozo cristiano. Porque "Dios es m�s grande que nuestro coraz�n", y ning�n mal, pasado o futuro, interno o externo, es igual a este dicho de que Cristo muri� y reconcili� al mundo consigo mismo. Siempre estamos en Su presencia, seamos abatidos o seamos exaltados, y "en Su presencia est� la plenitud de gozo".

II. Incluso los jud�os intentaron regocijarse en el cautiverio, aunque estaba profetizado contra ellos: "Convertir� tus fiestas en duelo, y todos tus c�nticos en lamentaci�n"; mientras que en el texto a la Iglesia del Evangelio se asegura graciosamente lo contrario, que sus tiempos de humillaci�n deber�an ser tiempos de regocijo. Tenemos un ejemplo a�n m�s notable y solemne del deber de celebrar la fiesta y regocijarnos, incluso en el d�a m�s oscuro, en la propia historia de nuestro Se�or.

Si hubo una temporada en la que se permiti� la tristeza, fue en los d�as y horas antes de Su Pasi�n; pero Aquel que vino a traer alegr�a a la tierra y no tristeza, incluso en ese tiempo terrible guard� la fiesta, no, la anticip�, como si �l mismo fuera a ser el mismo Cordero Pascual, sin embargo, no fue excusado de participar en el t�pico rito. Y unos d�as antes particip� en un desfile p�blico y, por as� decirlo, triunfante, como si la amargura de la muerte ya hubiera pasado.

JH Newman, Sermones sobre los temas del d�a, p 381.

Referencias: Zacar�as 8:19 . A. Mursell, Christian World Pulpit, vol. xx., p�g. 93; Sermones sencillos de los colaboradores de " Tracts for the Times " , vol. x., p�g. 239. Zacar�as 8:21 . Spurgeon, Sermons, vol. xix.

, No. 1107; AF Barfield, Christian World Pulpit, vol. iv., p�g. 215. Zacar�as 8:23 . W. Jay, Jueves Penny Pulpit, vol. iii., p�g. 37. Zacar�as 8 W. Lindsay Alexander, Revista Homil�tica, vol. vii., p�g. 309. Zacar�as 9:1 .

Ib�d., Vol. viii., p�g. 42. Zacar�as 9:9 . Spurgeon, Sermons, vol. xxxi., n�m. 1861; JE Vaux, Sermon Notes, tercera serie, p�g. 78. Zacar�as 9:9 ; Zacar�as 9:10 .

W. Lindsay Alexander, Revista homil�tica, vol. viii., p�g. 109. Zacar�as 9:11 ; Zacar�as 9:12 . Spurgeon, Mis notas del serm�n: Eclesiast�s a Malaqu�as, p�g. 371. Zacar�as 9:11 . Ib�d., P�g. 216.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Zechariah 8". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/zechariah-8.html.
 
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