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Bible Commentaries
1 Timoteo 1

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículo 18

Este cargo te encomiendo.

El cargo y la advertencia de Timothy

La "acusaci�n" a la que alude Pablo no se refiere a lo que dijo en los vers�culos tercero y quinto, sino que se�ala lo que sigue: esa buena guerra que Timoteo fue llamado a emprender contra el mal.

I. La oportunidad, de la que se le record� a Timoteo ...

1. Hab�a sido indicado por profetas inspirados en la Iglesia. De manera muy significativa, Pablo dice que estas profec�as "te precedieron"; es decir, no s�lo fueron pronunciadas sobre �l o sobre �l, sino que salieron "antes" de �l en su curso futuro, revel�ndolo e inspir�ndolo a seguirlo, tal como la conciencia de tener un mensajero al frente lo dirigir�a y animar al viajero. Por eso Pablo agrega que �por ellos�, o en ellos, Timoteo podr�a librar una �buena guerra�; deb�a sentirse vestido y armado con esas esperanzas prof�ticas, en esas oraciones de fe.

�Y no sabemos algo de esto? Ning�n hombre ha realizado una gran obra en el mundo a menos que tenga una profunda convicci�n moral de que est� predestinado a realizarla; y esto nunca se ejemplific� mejor que en el general Gordon, quien, en m�s de una campa�a, se sinti� invencible y sin resistencia hasta que su trabajo estuvo terminado. Y en nuestras esferas m�s humildes deber�amos ser m�s vigilantes, serios y esperanzados, porque otros han tenido grandes esperanzas acerca de nosotros y porque hemos sido apartados para ser siervos de Dios por muchos actos de dedicaci�n. Es una gran cosa tener profec�as delante de nosotros, y las oraciones de nuestros seres queridos rode�ndonos para que en ellas podamos librar una buena batalla.

2. Por este cargo implicado conflicto.

3. Y para tener �xito en esta guerra, �la fe y la buena conciencia� son esenciales. La �fe� sin una �buena conciencia� es como una guarnici�n convocada para defender una puerta de la fortaleza, mientras que un traidor abre la otra puerta a enemigos implacables. Esto lleva al ap�stol a darle a Timoteo:

II. La advertencia que est� contenida en los dos �ltimos vers�culos.

1. Habla de algunos que hab�an abandonado la buena conciencia, sofocando su voz y apart�ndola de ellos, con el resultado de que hab�an hecho naufragio de la fe. Y esta experiencia se ha repetido a menudo en la historia de la Iglesia. Balaam se apart� de una "buena conciencia" cuando se compadeci� de sus convicciones para la ruina de su alma. Sa�l, el rey, lo hizo cuando desobedeci� el mandato distintivo de Dios, hasta que ya no pudo escuchar la voz divina y recurri� a la bruja de Endor.

Judas Iscariote lo hizo cuando resisti� los impulsos del Esp�ritu Santo y traicion� a su Se�or y Maestro; y en cada caso el sacrificio de conciencia provoc� "el naufragio de la fe". �Que Dios nos guarde sin mancha, para que nunca hagamos naufragio de la fe!

2. Se le se�alan ejemplos de esto a Timoteo: "Himeneo y Alejandro". Este �ltimo era un nombre muy com�n, de modo que no podemos identificar con seguridad a este hombre con �Alejandro, el calderero�, quien, declara Pablo, en la Segunda Ep�stola, le hizo mucho mal; pero Himeneo era un nombre tan poco com�n que podemos estar seguros de que fue �l de quien el ap�stol dice, en la Segunda Ep�stola, que �l y Fileto estaban en grave error, negando la doctrina de la resurrecci�n y declarando que ya hab�a pasado. Evidentemente, una conciencia embotada acompa�aba a una mente oscurecida.

3. Pablo hizo lo que pudo para salvar y "advertirles, diciendo de ellos:" A quienes entregu� a Satan�s, para que aprendan a no blasfemar ". Un pasaje dif�cil, principalmente porque sabemos muy poco de los modos apost�licos de disciplina de la Iglesia. Ciertamente no significaba que fueran entregados a la perdici�n, porque el objeto del castigo era su salvaci�n, "para que aprendieran a no blasfemar", es decir, a no tergiversar y calumniar la verdad de Dios.

Aqu�, como en otros lugares, se habla de Satan�s no como un poder hostil independiente, sino como alguien a quien se le permite obrar el mal para un prop�sito dado, que a menudo est� m�s all� del alcance de los hombres para descubrirlo. As� Job qued� en poder del adversario por un tiempo; y de manera similar, el Se�or Jes�s le dijo a Pedro: �Sim�n, Sim�n, Satan�s os ha deseado para zarandearos como a trigo; pero he rogado por ti para que tu fe no falte.

El mismo Pablo habla del �aguij�n en la carne� como �el mensajero de Satan�s para abofetearlo�. Y cuando a la luz de estos pasajes leemos esta declaraci�n solemne y la 1 Corintios 5:5 con 1 Corintios 5:5 , donde Pablo dice del ofensor incestuoso: �Con el poder del Se�or Jesucristo para entregarlo a Satan�s para la destrucci�n de la carne, para que el Esp�ritu sea salvo en el d�a del Se�or Jes�s �, llegamos a la conclusi�n de que los ap�stoles fueron dotados y, a veces, usaron el poder solemne de infligir enfermedades en el cuerpo, para despertar en el ofensor, o en otros, convicciones de pecado y anhelos de salvaci�n.

En los terribles casos de Anan�as y Elimas, vemos evidencias de un poder para castigar dado a quienes pod�an curar enfermedades y expulsar demonios, un poder que sin duda fue demandado por las exigencias de la Iglesia, y ciertamente muri� con los ap�stoles. que no pudo transmitirlo. Pero subyacente a su ejercicio hab�a un principio de disciplina divina, que es aplicable en todas las �pocas; porque no hay p�rdida que suframos, no hay aflicci�n que sufrimos, pero puede trabajar por nuestro bienestar espiritual, advirti�ndonos contra el mal y estimul�ndonos a un esfuerzo m�s santo y una oraci�n m�s ferviente. ( A. Rowland, LL. B. )

Guerra una buena guerra. -

Una buena guerra

I. La guerra, por tanto, es inevitable. Debes luchar o volar; sea ??el vencedor o el vencido. Es m�s, si quiere asegurarse de su propia salvaci�n y agradar a Aquel que lo ha llamado a ser soldado, ni siquiera existe esa alternativa. Est�s rodeado de enemigos a los que no puedes evitar. El vuelo ser�a la ruina. El conflicto no se puede evitar. Cada paso ser� impugnado. Sin embargo, no se desanime. Cuanto m�s en�rgica sea la lucha, m�s glorioso ser� el logro.

Tu ayuda es omnipotente, tus recursos son infinitos y tu "guerra una buena guerra". De hecho, pocas de las guerras libradas por los poderes de este mundo son dignas de los medios empleados y de los hombres sacrificados para ganarlas. Pero el soldado cristiano "guerrea una buena batalla"; enf�ticamente, preeminentemente �y peculiarmente bueno; bueno en todas sus agencias, sus aspectos y sus temas.

II. �No tenemos una buena causa? �Se gloriaron los israelitas en una buena causa, luchando por la Tierra Prometida? los cruzados, marchando al rescate del Santo Sepulcro? sus antepasados, afirmando con la espada su independencia de Gran Breta�a? Pero la causa cristiana es la m�s pura y noble que jam�s encendi� el entusiasmo de un pueblo o gan� la admiraci�n del mundo. Se identifica con todo lo que es importante en la verdad, bello en la virtud, sublime en la caridad o glorioso en la esperanza.

Es la causa que re�ne a los querubines y suscita la profunda venganza del infierno; que trajo a Jehov� del trono del universo al pesebre. Luchamos, no para desolar provincias y degradar pr�ncipes, sino para convertir la tierra en un para�so y entronizar a la humanidad con su Redentor. No tenemos agravios que vengar, ni malicia que complacer, ni cruel sed de sangre.

III. �Y tenemos un capit�n indigno? �Qu� guerrero hebreo no se glori� en su Josu� o su David? �Qu� cruzado medieval no sigui� con orgullo a su Ricardo, su Felipe o su Bertrand? �Qu� franc�s no se regocij� en nombre de Napole�n, qu� ingl�s en nombre de Wellington, qu� estadounidense en nombre de Washington? �Qui�n, de todas las mir�adas que participaron en su �ltimo conflicto civil, no estaba dispuesto a animar a Grant o Lee, a Sherman o Jackson? Pero ��qui�n es este que viene de Edom, con vestiduras te�idas de Bosra? este que es glorioso en su vestido, que viaja con la grandeza de su fuerza? " �Yo que hablo en justicia, poderoso para salvar.

�Es el Capit�n de las huestes del Se�or, el campe�n de nuestra redenci�n. Viene para vengarnos de nuestros enemigos y llevar cautivo nuestro cautiverio. �Cu�les son las cualidades m�s deseables en un l�der militar? En la m�xima perfecci�n, todos se encuentran en Cristo. �Es sabidur�a? �l es la sabidur�a encarnada de Dios. �Experiencia? Desde la revuelta original en el cielo, ha estado luchando con las huestes del infierno.

�Valor? Solo y con una sola mano, sali� al encuentro del Pr�ncipe de las tinieblas con toda su terrible disposici�n. ��xito? Frustr� al astuto enemigo en el desierto de Judea y triunf� sobre sus mir�adas en la cruz. �Amabilidad? Una vez muri� para salvar a sus enemigos, y ahora lleva el nombre de cada seguidor perforado con una lanza en su coraz�n. �Capacidad para recompensar? Los tronos del cielo son Suyos, y un reino como la tierra nunca conoci� �l promete de ahora en adelante a todo conquistador. Tal Capit�n, �qui�n no lo seguir�a alegremente?

IV. �Y qu� dices de nuestro armario? Nuestra panoplia es amplia e impenetrable, y nuestras armas son efectivas porque son Divinas.

V. �Y qu� opinas de nuestros suministros? "�Qui�n va a la guerra a sus propias manos?" �Mi Dios suplir� todas vuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jes�s�. �Qu� medida es esa, y qu� medio de comunicaci�n! "�l es capaz de hacer todas las cosas mucho m�s abundantemente de lo que podemos pedir o pensar". "Los que conf�an en el Se�or no necesitar�n ning�n bien". Nuestro Comisariado Divino est� provisto de todo lo que podamos necesitar en cualquier emergencia de la campa�a.

VI. �Y qu� te parecen nuestras defensas? �Dios es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda muy presente en los problemas. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida, y los montes sean llevados al medio del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, aunque tiemblen los montes por su hinchaz�n �.

VII. �Y no has visto la variedad de nuestros aliados? �El �ngel del Se�or acampa alrededor de los que le temen, y los libra�. �Los carros de Dios son veinte mil, incluso muchos miles de �ngeles; el Se�or est� en medio de ellos, como en el Sina�, en el lugar santo �. "�No son todos esp�ritus ministradores, enviados para ministrar por los que ser�n herederos de la salvaci�n?" M�ralos sacando al justo Lot y su familia de Sodoma, antes de que la tempestad de fuego descienda sobre la ciudad condenada.

M�ralos desplegarse desde el ej�rcito de Dios para encontrarse con Jacob, regresando de Padan Aram, a punto de encontrarse con las formidables bandas de su hermano ofendido. M�ralos, con su caballer�a resplandeciente y artiller�a en llamas, cubriendo todo el monte alrededor de Eliseo y entregando todo un ej�rcito en manos de un solo hombre. Si el cielo pudiera prescindir de una escolta tan espl�ndida para el patriarca, de un guardaespaldas tan glorioso para el profeta, �cu�ntos millones de millones incalculables deben dedicarse a favor de toda la Iglesia militante en el desierto! Y si un �ngel pudiera matar a todos los primog�nitos de Egipto en una noche, o destruir a setenta mil hombres de Israel de un golpe, o endurecer en la muerte a ciento ochenta y cinco mil soldados asirios con un soplo de su aliento, �qu� habr�n hecho? nosotros a temer, �Alrededor de qui�n acampan mir�adas de guerreros celestiales? �Qu� poder del infierno esparcir� las cohortes del cielo?

VII. �Y qui�n ha tenido mejores camaradas? Son llamados, escogidos y fieles. Como Sa�l y Jonat�n, son m�s fuertes que leones y m�s ligeros que las �guilas. Como el intr�pido hijo de Isa�, pueden atravesar una tropa y saltar un muro. Uno puede perseguir a mil y dos pueden hacer huir a diez mil. Los santos de todas las �pocas forman s�lo "un ej�rcito del Dios viviente", y la retaguardia militante mantiene comuni�n con la camioneta victoriosa.

IX. �Y qui�n luch� con mayor �xito? �Qu� poder ha prevalecido contra los redimidos del Se�or? Su inter�s es suyo; y derrotarlos era derrotar a la Omnipotencia.

X. � Y qui�n gan� una recompensa tan rica? �D�nde se centra la ambici�n del hero�smo terrenal? En la palma del vencedor, la corona del monarca, los vac�os aplausos de la multitud, "una vida imaginada en el aliento de otros", un nombre en el pergamino de la historia, un nicho en el templo de la fama, una columna monumental en el Capitolio, un memoria embalsamada en el coraz�n de la naci�n, una melodiosa inmortalidad en las canciones de los siglos. Pero su recompensa es "un peso de gloria mucho m�s excelente y eterno". ( J. Cross, DD )

Versículo 19

Manteniendo la fe y la buena conciencia.

Fe y buena conciencia

I. Qu� son: -

1. Fe. El t�rmino se aplica en las Escrituras tanto a la verdad revelada que cree un disc�pulo como a su acto al creerla. La fe es objetiva o subjetiva. En un momento es la verdad lo que captas y en otro momento tu captaci�n de la verdad. Tanto en las Escrituras como en su propia naturaleza, estos dos est�n estrechamente entrelazados. Es imposible en todas partes preservar y marcar la distinci�n entre la luz que miro y mi mirada a esa luz.

Es cierto que mi mirada no crea la luz, pero hace que la luz sea m�a. A menos que la mire, la luz no es nada para m�. Si soy ciego, me da lo mismo que si no hubiera habido luz. De alguna manera, la fe y la fe est�n conectadas y combinadas. Es muy cierto que el evangelio permanece, aunque deber�a rechazarlo: mi incredulidad no puede invalidar la promesa de Dios. Sin embargo, mi incredulidad hace que el evangelio no sea nada para m�, lo mismo para m� como si no hubiera sido.

La fe est� en el cielo, aunque falta la fe en la tierra; pero si falta fe, la fe no salva al perdido: como el sol sigue su curso por el cielo aunque yo estaba ciego; pero mi ceguera me tapa el sol.

2. Buena conciencia. No es necesario explicar qu� es la conciencia: mis lectores saben qu� es mejor de lo que yo puedo decir. Aqu� la pregunta principal es si el ep�teto "bueno" se refiere a la conciencia que da el testimonio o al testimonio que da la conciencia. El t�rmino "bueno" aqu� pertenece netamente al testigo, pero al testimonio. En un sentido, eso podr�a llamarse una buena conciencia, que dice la verdad aunque la verdad te atormente.

Cuando la conciencia, como un embajador de Dios en el pecho de un hombre, se niega a callar ante la presencia del pecado y perturba el placer del culpable con advertencias de condenaci�n, esa conciencia es buena, en el sentido de ser vigilante y �til. ; pero no es la buena conciencia de este texto y del lenguaje corriente. Tanto aqu� como en la conversaci�n com�n, una buena conciencia es una conciencia que no acusa ni molesta.

Es lo mismo que la paz de conciencia. Sin duda es cierto que en un mundo perverso, y debido al enga�o de un coraz�n perverso, la conciencia a veces puede estar tan drogada o cauterizada que puede dejar el alma tranquila, aunque el alma est� impregnada de pecado. A veces dice "Paz, paz", cuando no hay paz. �No hay paz, dice mi Dios, para los imp�os�; pero la conciencia a veces contradice a Dios y dice que hay paz para los imp�os.

Este es, sin embargo, un estado de cosas anormal; como cuando un embajador en una corte extranjera se vuelve traidor al rey que lo comision� y se niega a entregar las �rdenes de su se�or en la corte donde ha sido acreditado. La conciencia en el hombre debe ser testigo de Dios y decirle al hombre toda la verdad. Tomando la conciencia, no como torcida y cauterizada por el pecado, sino como constituida por Dios en la concepci�n y creaci�n de la humanidad, entonces una buena conciencia es paz de conciencia.

Tienes y tienes buena conciencia cuando ese representante actual de Dios en tu seno no te acusa de pecado. A la luz de las Escrituras, sabemos que, a medida que avanzan los asuntos entre los ca�dos, una buena conciencia, si es real y leg�tima, implica estas dos cosas:

(1) La aplicaci�n de la sangre rociada para el perd�n del pecado; y

(2) Abstinencia real del pecado conocido en la vida a trav�s del ministerio del Esp�ritu Santo. Una buena conciencia, si no es una trampa, implica justicia en ti y justicia en ti. El perd�n y la renovaci�n se combinan para constituir, bajo el evangelio, una buena conciencia. Lo que Dios uni�, no lo separe el hombre. La conciencia es buena cuando verdaderamente testifica que Dios est� en paz contigo y t� est�s en paz con Dios.

II. Sus relaciones: - El texto consta de dos partes. El primero es un comando, el segundo es un ejemplo. El ejemplo, como es habitual tanto en la ense�anza humana como en la Divina, se aduce con el prop�sito de hacer cumplir el precepto. Sin duda, Pablo podr�a haber extra�do de su propia experiencia muchos ejemplos para mostrar lo bueno que es tener fe y buena conciencia; pero le conven�a m�s a su prop�sito, en este caso, aducir un ejemplo que muestre la terrible consecuencia de intentar separarlos.

De hecho, un ejemplo de estos dos desgarrados es m�s eficaz para demostrar la necesidad de su uni�n que un centenar de ejemplos en los que la uni�n permanece intacta. Por lo tanto, si la prueba fuera necesaria, dividir a un ni�o vivo en dos con la espada de Salom�n constituir�a una evidencia m�s v�vida de que en un ser humano el lado izquierdo es necesario para la vida del derecho y el derecho para la vida del izquierdo, que la vista de un centenar de ni�os ilesos.

Cuando se arranca un lado, el otro tambi�n muere: esta es una prueba m�s corta y m�s segura de que los dos son mutuamente necesarios para la existencia del otro que cien ejemplos de vida positiva y perfecta. Adem�s, es m�s f�cil encontrar una base para un ejemplo negativo que para un ejemplo positivo. Al poner a flote un canal, no pueden marcar bien el lugar al que debe ir el barco; colocaron un faro en la roca hundida que el barco deber�a evitar.

Aqu� una cuesti�n del m�s profundo inter�s se cruza en nuestro camino y reclama nuestra consideraci�n. Dado que la fe y la buena conciencia est�n tan �ntimamente ligadas que uno no puede vivir sin su consorte, �cu�l es el car�cter espec�fico de la relaci�n? �Si de estos dos es primero en la naturaleza como causa, y si sigue como efecto? Mirando la forma de expresi�n en el texto, que es exacta y definida, encontramos que en el caso alegado no fue la disoluci�n de la fe lo que destruy� la buena conciencia, sino la falta de la buena conciencia lo que destruy� la fe.

Estos hombres apartan la buena conciencia; entonces y por tanto, perdieron la fe. �Entonces que? Como la posesi�n continua de la fe depend�a del mantenimiento de la buena conciencia, �es mediante la posesi�n previa de una buena conciencia que se puede alcanzar la fe? No. Lo contrario es la verdad, ense�ada completa y claramente en las Escrituras. No se alcanza la fe mediante la buena conciencia, sino la buena conciencia mediante la fe.

La buena conciencia crece en la fe, como el fruto de un �rbol, no la fe en la buena conciencia. La buena conciencia en ambos aspectos, como ya se ha explicado, es fruto de la fe. Sin fe es imposible agradar a Dios, ya sea por la justicia de Cristo al justificar, o la nueva obediencia al santificar. Ahora bien, esta relaci�n espec�fica no es rec�proca. La buena conciencia no produce fe, como la fe produce buena conciencia.

�Entonces que? Si la fe es primero como causa, y la buena conciencia sigue como fruto, la buena conciencia, obviamente, no puede subsistir sin fe; pero, �puede subsistir la fe sin una buena conciencia? No. En cuanto a la producci�n al principio, la relaci�n no es rec�proca; pero en cuanto al mantenimiento lo es. No podemos decir, como la buena conciencia nace de la fe, la fe tambi�n nace de la buena conciencia; pero podemos decir que as� como la falta de fe imposibilita la buena conciencia, as� tambi�n la p�rdida de la buena conciencia es fatal para la fe.

Algunas especies de �rboles conservan la vida en las ra�ces, aunque se cortan la cabeza y el tallo. Un �rbol joven puede brotar del toc�n viejo y crecer hasta la madurez. Pero otras especies, como el pino, no volver�n a brotar por segunda vez. Cuando se corta el �rbol maduro, aunque se deja la ra�z, con una porci�n del tallo, el �rbol no revive. La ra�z muere cuando se corta la cabeza. Existe una interesante analog�a entre un pino y la pareja que se unen en el texto.

No es la imponente cabeza del �rbol la que produce la ra�z; la ra�z produce la cabeza imponente. Por tanto, podemos decir con seguridad: Si se mata la ra�z, la cabeza no puede vivir; pero tambi�n podemos decir: Si se corta la cabeza, la ra�z morir�. Precisamente esa es la relaci�n entre fe y buena conciencia. La fe es la ra�z productora y sustentadora, y la buena conciencia es el tallo que sostiene. Por tanto, si cortas la fe, la buena conciencia caer� por tierra.

S�, esta es la verdad; pero no es toda la verdad. Tambi�n podemos decir: Destruye la buena conciencia y la fe no puede permanecer. As�, s�lo de una manera puede obtenerse la buena conciencia; pero de dos maneras, ambos pueden perderse. Deja que la fe falle, y la buena conciencia la acompa�e; que se contamine la buena conciencia, y la fe misma cede. En primer lugar, entonces, el error especulativo socava la justicia pr�ctica.

As� como la creencia en la verdad purifica el coraz�n y rectifica la conducta, una creencia falsa lleva la vida por mal camino. La reincidencia comienza con m�s frecuencia del lado de la conducta que del lado de la opini�n: la buena conciencia se pierde en la mayor�a de los casos, no al adoptar un credo her�tico, sino al entregarse a los placeres del pecado. La conciencia est� m�s expuesta en la batalla de la vida que el intelecto. Y es en el punto d�bil donde un adversario h�bil concentrar� su ataque.

Si bien la calamidad es sustancialmente la misma en todos los casos, la fe puede naufragar en cualquiera de tres formas distintas: una fe muerta, una fe err�nea y una fe sin fe. En el primero queda una forma de palabras sanas, pero son letra muerta; en el segundo, se albergan visiones falsas de Cristo y Su obra; y en el tercero, el descarriado se sienta en la silla del escarnecedor y dice: No Dios, tanto con sus labios como con su coraz�n.

Entre nosotros, quiz�s una fe muerta es la forma m�s com�n de naufragio del alma. La fe y la codicia, la fe y cualquier impureza, no pueden vivir juntas en el mismo pecho. Estos no pueden estar en la misma habitaci�n con la fe viva. Tambi�n es de esperar que el fuego y el agua est�n de acuerdo. Una vez conoc� a un joven que se convirti� en lo que se llam� socialista. Alcanz� un gran grado de valent�a en la profesi�n de impiedad.

Ning�n Dios, o ning�n Dios que se preocupe por m�, era su credo breve y fr�o: pero yo lo conoc�a a �l y a sus comunicaciones antes de que naufragara con respecto a la fe. La segunda tabla de la ley, por la indulgencia del placer pecaminoso, se hab�a oxidado en su coraz�n antes de que la primera tabla fuera descartada de su credo. Hab�a deshonrado cruelmente a su padre y a su madre antes de aprender a blasfemar contra Dios. No puede ser c�modo para un joven en su fuerza venir d�a tras d�a a abrir su coraz�n a Dios, si d�a tras d�a deliberadamente repudia y deshonra a sus padres en la debilidad de su edad.

El deshonor de sus padres considera necesario, para su propio consuelo, desechar a Dios. Este hombre desech� su buena conciencia y, por lo tanto, su fe fue destruida. Conoc� a otro, que en su juventud hab�a alcanzado logros m�s altos y que, por ese motivo, tuvo una ca�da m�s terrible. Hab�a experimentado impresiones religiosas y se hab�a puesto del lado de los disc�pulos de Cristo. Lo perd� de vista durante algunos a�os. Cuando lo volv� a encontrar, me sorprendi� descubrir que no ten�a ni pudor ante los hombres ni reverencia ante Dios.

Era libre y f�cil. Anunci� claramente que ahora no cre�a en los terrores espirituales que lo hab�an asustado en su juventud. Al mismo tiempo hice otro descubrimiento con respecto a �l. Hab�a enga�ado, arruinado y abandonado a alguien a quien falsamente pretend�a amar. A trav�s de afectos viles y crueles, hab�a abandonado su buena conciencia; y, para apaciguar una mala conciencia, hab�a negado la fe. La creencia en la verdad y la pr�ctica de la maldad no pueden vivir juntas en el mismo pecho.

El tormento causado por su conflicto no pudo ser soportado. Debe deshacerse de uno de los dos. No dispuesto a separarse de su pecado por mandato de su fe, se separ� de su fe ante el mandato de su pecado. Pero aunque el naufragio de la fe es a menudo, no siempre es el tema de la lucha. Cuando la conciencia de alguien que trat� de ser disc�pulo de Cristo es contaminada por el pecado admitido y complacido, la lucha inevitablemente comienza de inmediato.

El Esp�ritu lucha contra la carne y la carne contra el Esp�ritu. El pecado a menudo echa fuera la fe; pero la fe tambi�n echa fuera el pecado a menudo. El resultado suele ser, gracias a la gracia, el desconcierto del adversario. "Gracias a Dios, que nos da la victoria". �Los pasos del buen hombre son ordenados por el Se�or. Aunque caiga, no ser� derribado del todo; porque el Se�or lo sostiene con su mano �. ( W. Arnot. )

Buena conciencia

I. Buena conciencia. Esta expresi�n se puede utilizar de m�s de una forma.

1. Una conciencia limpia o pura es una "buena conciencia". Mant�n tu conciencia pura. No lo mancilles. Cada cosa incorrecta que dices o haces deja una mancha en tu conciencia, como una marca negra en un pedazo de tela o s�bana blanca; de papel, y su mayor preocupaci�n deber�a ser, que su conciencia no se vuelva negra y sucia. Esto se aplica tanto a los que son cristianos como a los que no lo son.

La mejor conciencia tiene bastantes manchas y, como veremos, necesita ser limpiada. Pero en lo que respecta a su decisi�n en cuanto a cualquier acci�n o curso de conducta, es de suma importancia mantener limpia su conciencia. No necesito decir que esto no es f�cil. Requiere un esfuerzo constante, s�, una lucha constante. Paul sab�a qu� era esto. Buen hombre como era, necesitaba estar siempre alerta para mantener su conciencia pura.

2. Una conciencia limpia y pacificada es una "buena conciencia". Quiz�s algunos de ustedes digan: �Ay, lo que han dicho acerca de la conciencia pura es de poca importancia para m�. Al menos, solo puede ser una cosa del futuro para m�. �Y el pasado? Mi conciencia me inquieta. Est� contaminado ". Ahora es aqu� donde entra el evangelio, con las buenas nuevas de la limpieza de la conciencia. No solo habla de la provisi�n de gracia y fortaleza en el Se�or Jes�s, para permitirnos mantener limpia la conciencia y hacer lo que nos manda.

Hace m�s. Habla del perd�n del pecado, a trav�s de la sangre de Cristo, quien, al tomar la culpa del pecado sobre s� mismo y morir en lugar del pecador, quita la culpa, lava las manchas y as� devuelve la paz a la conciencia. No hay conciencia que no necesite esta limpieza, que no la necesite una y otra vez, ya sea que la conciencia est� turbada por el pecado o no. He o�do que un indio ten�a un d�lar que no le pertenec�a.

Se�alando su pecho, dijo: �Tengo un hombre bueno y un hombre malo aqu�, y el hombre bueno dice, el d�lar no es m�o; Debo devolv�rselo al due�o �; y as� lo hizo. No podr�a haber tenido la "buena conciencia" de otra manera,

3. Una conciencia tierna es una buena conciencia. Esto se acerca bastante a mi primer gremark, en lugar del segundo, porque parece que llega de manera m�s adecuada despu�s de hablar de la conciencia limpia y pacificada. Si puedo obtener paz para mi conciencia yendo a la sangre de Cristo, �importa mucho que vuelva a pecar? Ah, s�. Escuch� el otro d�a de un hombre que ten�a una "conciencia fuerte". Es decir, pod�a llegar muy lejos y hacer cosas muy cuestionables sin que su conciencia se turbara.

Quiz�s para crear una risa, o para ser considerado inteligente, y hacerse �buena compa��a�, como se le llama, podr�a exagerar o ir m�s all� de la verdad exacta y literal, sin que esto perturbe mucho su conciencia. Ahora, esa no es una conciencia tierna. �El viejo Humphrey, hablando de alguien as�, dice que pone demasiado rojo en el pincel! Todas esas cosas deben evitarse. Es muy importante cultivar la ternura de conciencia.

Incluso si una cosa no est� del todo mal o mal, si tiene un aspecto dudoso, no debe hacerse. Hay algunas piezas de maquinaria que el pasador m�s peque�o podr�a da�ar o detener. Echa un vistazo y deja que entre un grano de arena, y todo saldr�a mal. Deje que un grano de arena entre en su ojo y sabr� lo que sale de �l. Ahora, su conciencia deber�a, en este sentido, ser como el reloj - deber�a ser como su ojo - la menor cosa de mal deber�a ser temida, sentida y evitada; y si entra, no deber�a haber descanso hasta que salga.

II. A qu� conduce. �Cu�l es el efecto de tener buena o mala conciencia?

1. Una buena conciencia conduce a la felicidad y la paz; una mala conciencia a la miseria y la desesperaci�n.

2. Una buena conciencia inspira valent�a, independencia y valent�a; una mala conciencia se llena de cobard�a y verg�enza. ( JH Wilson, MA )

Arruinado por perder una buena conciencia

Ten�a un amigo que se inici� en la vida comercial, y como comerciante de libros, con una gran determinaci�n. Dijo: "En mi tienda no habr� libros que no quiera que mi familia lea". Pas� el tiempo, y un d�a entr� en su tienda y encontr� algunos libros inicuos en el estante, y le dije: "�C�mo es posible que puedas consentir en vender libros como estos?" �Oh�, respondi�, �he superado esas nociones puritanas.

Un hombre no puede hacer negocios en este d�a a menos que lo haga de la forma en que lo hacen otras personas ". Para abreviar la historia, perdi� la esperanza del cielo, y al poco tiempo perdi� su moralidad, y luego se fue a un manicomio. En otras palabras, cuando un hombre desecha a Dios, Dios lo desecha. ( T. De Witt Talmage. )

Fe el gabinete de la conciencia

Si la fe es una perla preciosa, una buena conciencia es el gabinete que la contiene. Este man� celestial debe guardarse en una olla celestial. ( T. Buscador. )

Buena conciencia

Hemos comparado la conciencia con el ojo del alma. Tambi�n podemos compararla con la ventana del alma. Una ventana sirve para dejar entrar la luz en una habitaci�n; y tambi�n para mirar a trav�s de lo que puede ver lo que hay fuera de la ventana. Pero si desea una vista buena y correcta de las cosas que est� mirando a trav�s de una ventana, �qu� tipo de vidrio es necesario tener en la ventana? Vaso transparente. Supongamos que el vidrio de la ventana, en lugar de ser un vidrio transparente, es un vitral; un panel rojo, otro azul, otro amarillo y otro verde.

Cuando mires a trav�s del cristal rojo, �de qu� color ser�n las cosas que est�s mirando? Rojo. Entonces, cuando mires a trav�s del cristal azul, todas las cosas ser�n azules. Ser�n amarillos cuando mires a trav�s de un cristal amarillo y verdes cuando mires a trav�s del cristal de ese color. Pero suponga que tiene contraventanas gruesas y pesadas en la ventana y las mantiene cerradas, �puede ver algo a trav�s de la ventana entonces? No.

�Y puede ver algo en la habitaci�n cuando las persianas est�n cerradas? No. Todo estar� oscuro. Y la conciencia es como una ventana a este respecto. Debes mantener las contraventanas abiertas y las ventanas limpias, para que entre mucha luz pura, si quieres ver las cosas correctamente. La Palabra bendita de Dios, la Biblia, da el tipo de luz que necesitamos para tener una buena conciencia. ( JH Wilson, MA )

Buena conciencia, el amigo m�s largo de un hombre.

Es una par�bola ingeniosa que uno de los padres tiene de un hombre que ten�a tres amigos, dos de los cuales amaba por completo, el tercero pero con indiferencia. Este hombre, cuestionado por su vida, busc� la ayuda de sus amigos. El primero le acompa�ar�a en alguna parte de su camino; el segundo le prestar�a dinero para el viaje; y eso era todo lo que quer�an o pod�an hacer por �l; pero el tercero, a quien menos respetaba y de quien menos esperaba, ir�a hasta el final y se quedar�a todo el tiempo con �l; s�, aparecer�a con �l y suplicar�a por �l.

Este hombre es cada uno de nosotros, y nuestros tres amigos son la carne y el mundo y nuestra propia conciencia. Ahora, cuando la muerte nos convoque a juicio, �qu� pueden hacer por nosotros nuestros amigos seg�n la carne? Nos llevar�n una parte del camino, a la tumba, y m�s lejos no podr�n. Y de todos los bienes terrenales que poseemos, �qu� tendremos? �Qu� nos van a permitir? Solo un sudario y un ata�d, o una tumba como mucho.

Pero mant�n una buena conciencia, que vivir� y morir� con nosotros, o mejor dicho, vivir� cuando estemos muertos; y cuando resucitemos, aparecer� con nosotros en el tribunal de Dios; y cuando ni los amigos ni una bolsa llena puedan hacernos bien, entonces una buena conciencia permanecer� cerca de nosotros. ( J. Spencer. )

Han hecho naufragio .

Naufragios

I. La naturaleza de tales naufragios. Limitaremos nuestras meditaciones a los aspectos especiales de este tema tal como se presentan aqu�; "En cuanto a la fe han hecho naufragio". Pero, �cu�ndo ha naufragado un hombre en cuanto a la fe?

1. Cuando ha perdido su dominio de la verdad espiritual. Sabemos muy poco de estos hombres, Himeneo y Alejandro, pero lo que s� sabemos nos muestra que hab�an perdido su comprensi�n de la ense�anza divina y apost�lica. Por eso leemos con respecto a Himeneo en el segundo cap�tulo de la Segunda Ep�stola a Timoteo, �Y su palabra comer� como un chancro; de los cuales son Himeneo y Fileto; los cuales en cuanto a la verdad se han equivocado, diciendo que la resurrecci�n ya pas�, y derriban la fe de algunos.

Aqu� vemos entonces el alejamiento de �la verdad�; tambi�n que tal partida, en la concepci�n de Pablo, fue un naufragio. Leemos de Alejandro en el cuarto cap�tulo de la Segunda Ep�stola. �Alejandro, el herrero, me hizo mucho mal; de quien tambi�n se consciente; porque ha resistido en gran manera nuestras palabras �, o el evangelio que predicaba Pablo. Estos hombres entonces hab�an hecho "naufragio en cuanto a la fe". Hab�an perdido su fe en la verdad encarnada en Cristo: y en la resurrecci�n como la ense�aron �l y Sus ap�stoles.

Pero tales �naufragios relacionados con la fe� ocurren en las esferas m�s tranquilas y menos intensamente intelectuales de la vida humana. La frescura de la vida espiritual se pierde en medio de los afanes, las tentaciones y la prosperidad de la vida, y con la frescura de la vida espiritual desaparece el hermoso e infantil dominio de la fe. D�jame preguntarte, qu� escepticismo tiene para darte mejor que la verdad, que ya has recibido de labios de Cristo.

2. El naufragio se produce en la fe cuando hombres y mujeres pierden la fe en la nobleza del destino humano, y en la importancia y posibilidad de alcanzarlo.

3. Un hombre ha naufragado con respecto a la fe cuando pierde aquellos elementos de car�cter que son el resultado de la fe. �Los que quieren enriquecerse caen en tentaci�n y trampas; porque el amor al dinero es la ra�z de todos los males �.

II. Las causas de tales naufragios morales,

1. Jugando con la conciencia, o separando la buena conciencia de la fe. Este es claramente el pensamiento del ap�stol en estas palabras. �Manteniendo la fe y la buena conciencia; los cuales, habiendo desechado algunos en cuanto a la fe, han hecho naufragio �. �Una buena conciencia�, dice el Dr. Fairbairn, �es aqu� la esclava necesaria de la fe� y es tan esencial como una fe viva; de hecho, es su fruto necesario.

Pero hay hombres que cortan los dos. Se imaginan que basta con una mera posesi�n intelectual de la verdad; que no es esencial que influya en la vida. Tales eran las opiniones de Himeneo y Alejandro. Hicieron naufragio al jugar al principio con los instintos y el refuerzo de la conciencia. Fue este jugar con el pecado lo que llev� al derrocamiento de la fe. A veces, la fe es lo primero y, posteriormente, la obligaci�n con la moralidad se relaja. Pero lo contrario de esto tambi�n es cierto.

2. Otra causa de los naufragios morales es, seg�n el ap�stol, las "concupiscencias da�inas". Existe, por ejemplo, la lujuria por el dinero. Hay una referencia especial a esto aqu�. �Los que ser�n ricos�, ricos a cualquier precio, social, mental o espiritual. "Lo que algunos codiciaban". Existe la lujuria por el placer pecaminoso. El placer puro es bastante correcto, pero cualquier placer que se entregue a expensas de la conciencia, cualquier placer que ensucie la naturaleza espiritual, es totalmente incorrecto. Los placeres de la gratificaci�n pecaminosa, la lectura y las diversiones que atraen las pasiones m�s bajas, el hechizo de la bebida, ahogan diariamente a los hombres en la destrucci�n; conduciendo a naufragios.

III. Las consecuencias de estos naufragios morales.

1. Est� el naufragio de la felicidad. �Traspasados ??de muchos dolores� - con punzadas de remordimiento. �Y qu� infierno puede ser peor que eso?

2. Esto se consuma en la retribuci�n final y el derrocamiento. "Ahoga a los hombres en destrucci�n y perdici�n". No puedo decir qu� significan estas terribles palabras. ( RA Davies. )

Haciendo naufragio del alma

No me sorprende que tal ilustraci�n se le ocurra f�cilmente a la mente de Pablo. No hab�a olvidado su terrible experiencia en el oto�o del 62, apenas tres a�os antes. Durante catorce d�as de cansancio �el feroz Euroclydon soplaba y no aparec�an ni el sol ni las estrellas� lo hab�an arrojado arriba y abajo en el mar embravecido de Adria, el barco era un mero juguete para el vendaval. De ninguna manera fue �sta su �nica experiencia de los peligros de las profundidades.

Al escribir dos a�os antes a la iglesia de Corinto, mencion� los "peligros del mar" que ya hab�a encontrado y afirm� que "tres veces hab�a sufrido un naufragio". Como primer misionero cristiano, hab�a realizado repetidos viajes desde Cesarea a Tarso, Antioqu�a, Chipre y varias partes de Asia Menor, y probablemente hab�a sido testigo ocular de muchos tristes desastres mar�timos. Los registros de Trinity House pueden informarnos cu�ntos barcos se han hundido en un a�o, pero, �ah! �D�nde est� el registro que nos dir� cu�ntas almas se han perdido? �Cu�ntos j�venes, por ejemplo, que dejaron sus hogares pac�ficos y piadosos, quiz�s hace unos a�os, y se han lanzado al mar abierto de la vida de la ciudad con todos sus peligros y tentaciones, han sido atrapados en los �ltimos meses? por alguna fiera r�faga de vicio o error,

I. UN COMIENZO JUSTO. Este pensamiento es sugerido por la referencia de San Pablo a la promesa temprana que hizo Timoteo de una vida piadosa y �til. Cuando habla de "las profec�as que le precedieron", entiendo que no alude a predicciones inspiradas, en el sentido habitual del t�rmino, sino a las esperanzas que se hab�an albergado y las anticipaciones que se hab�an expresado con respecto a �l, incluso desde su infancia.

Las personas que conoc�an al muchacho, su car�cter, su formaci�n, sus entornos, le auguraban una carrera brillante y honorable. Dijeron: �Ese chico saldr� bien. Ser� un buen hombre. Dejar� una huella en la sociedad. Vivir� con un prop�sito ". Y esas "profec�as" fueron justificadas.

1. Por el hecho de que proced�a de una buena estirpe. �Qu� lenguaje puede expresar la bendici�n que proviene de una educaci�n sabia y piadosa! Muchos de nosotros debemos m�s que nunca a las santas influencias que se reunieron a nuestro alrededor en nuestros primeros d�as. �Oh, con qu� tiernas y deliciosas asociaciones est� ligada esa morada paterna! S�, y tambi�n la vieja abuela Lois, recordamos c�mo se quitaba las gafas de la esquina de la chimenea y nos mostraba im�genes de la Biblia que deleitaban nuestras mentes j�venes, y luego nos instaba a entregar nuestra vida a Dios. Saliste de un nido admirable. El barco se lanz� desde un patio de construcci�n de primer nivel.

2. Esas �profec�as� fueron justificadas en el caso del joven Timoteo, por su profundo conocimiento de la Sagrada Escritura. �Qu� es lo que leemos en la Ep�stola de Pablo a �l ( 1 Timoteo 3:15 , Versi�n Revisada)? De un beb�. Es la misma palabra griega que usa Lucas cuando dice: �Y llevaron a Jes�s ni�os para que los tocara.

�Tan pronto como fue capaz de aprender algo, se le ense�� la Palabra de Dios. Las primeras impresiones que recibi� su mente fueron de verdad religiosa. Su madre, como hebrea piadosa, consideraba que su principal deber para con su hijo era familiarizarlo con las Sagradas Escrituras. Se puede esperar que tal instrucci�n tenga una influencia saludable en toda la vida futura. Un ni�o que conoce la Biblia y tiene una buena preparaci�n en los estudios de las Escrituras, comienza la vida con una gran ventaja. �l promete mantenerse en los rieles correctos.

3. Hab�a otra cosa m�s que justificaba esas primeras �profec�as� de una buena carrera para Timoteo. Y este era el car�cter personal del muchacho. Era un joven serio, tranquilo, reflexivo y bien dispuesto. Nunca le dio ning�n problema a su madre. Leemos tanto en los Hechos de los Ap�stoles, porque all� se dice que �los hermanos que estaban en Listra e Iconio informaron bien de �l.

�Es una buena se�al de un joven cuando, en el pueblo o aldea donde naci� y se cri�, todos est�n dispuestos a hablar bien de �l. Por tanto, hemos visto lo que se entiende por un buen comienzo en la vida. Es como un barco desliz�ndose por la grada en el d�a de la botadura, cuando, todo el martilleo termin�, y los banderines alegres volando por todas partes, y las ruidosas huzzas desgarrando el aire, �ella se desliza suavemente hacia la tuber�a abierta! �Qui�n, en un d�a as�, la presagiar�a tendida en un lamentable naufragio en alg�n arrecife extranjero?

II. Ahora por el buen equipo. As� se describe: "Manteniendo la fe y la buena conciencia". Dos cosas muy excelentes y necesarias. �Llamaremos a la conciencia la br�jula para dirigir el rumbo del barco, y la fe a las velas que la impulsar�n en su camino? Bueno, ning�n barco que quiera cualquiera de estas cosas est� en condiciones de hacerse a la mar. Sin el uno, su camino a trav�s de las profundidades ser� incierto y, por lo tanto, peligroso; sin el otro, no tendr� ninguna fuerza para llevarla adelante. Un hombre tiene pocas posibilidades de realizar un viaje feliz y exitoso sobre el mar de la vida si, al emprenderlo, carece de buena conciencia o de una fe s�lida.

1. "Buena conciencia". Los tomo en este orden, porque, generalmente, el susurro de la conciencia se escucha incluso antes de la adopci�n de una fe definida. En cuestiones de navegaci�n espiritual, la br�jula se fija antes de que se establezca el lienzo. La suya, se�or, es una mala conciencia, cuando, sin reprenderlo y hacerlo miserable, le permite ir en malas compa��as, frecuentar los lugares de la disipaci�n, profanar el d�a del Se�or, descuidar sus ordenanzas, leer literatura inmunda, y satisfacerte con toda clase de vanas excusas.

La tuya es una conciencia drogada y malvada, William, cuando puedes acostarte a descansar por la noche y dormir profundamente, aunque no hayas ofrecido ninguna oraci�n a Dios y no tengas ninguna raz�n para saber que �l est� en paz contigo. �Una buena conciencia� es aquella que es tierna, sensible y pura; como una br�jula de sonido, cuyo magnetismo no ha sido da�ado, te guiar� correctamente. Para ser completamente seguro y bueno, debe estar bajo la direcci�n de la verdad de Dios; porque el mero moralista puede ser escrupulosamente concienzudo y, sin embargo, estar lejos de la norma que exige el evangelio. Pero&mdash

2. Quieres algo m�s. Para estar completamente equipado, tambi�n debe tener una fe s�lida y viva. No obtendr� mucho bien sin esto. Una br�jula es algo admirable, pero no conseguir�s mucha velocidad si eso es todo lo que tiene el barco; tambi�n debe estar el lienzo desplegado, que, lleno del soplo del cielo, le dar� energ�a y movimiento. Una fe viva debe basarse en un credo definido.

No puede ser un creyente a menos que haya algo en lo que crea. Hay una afectaci�n muy popular en la actualidad, no creer nada. No no. Si se quita la religi�n de un joven, ser� presa f�cil de todo tipo de maldad. Si quieres destruir la moral de un hombre, robale su Biblia. Un bergant�n a mil quinientas millas de la tierra, sin un metro cuadrado de lona, ??est� mejor que un joven que no tiene religi�n ni fe.

Los mismos logros de un hombre han demostrado su ruina. �Qui�n negar� que el genio decidido ha hecho naufragar muchas vidas prometedoras? No tengo ninguna duda de que Burns, Byron, Shelley, Goethe, Paine y Voltaire, que cada uno de ellos, en ausencia de una fe sustentable, sufri� un desastre moral justo en proporci�n a su genio. Si un barco est� cargado de valiosos tesoros, tanto m�s necesita tener las velas bien extendidas al viento. As�, provisto de una buena conciencia y una fe verdadera, navegar�s el viaje de la vida con seguridad y, por fin, llegar�s al puerto eterno. Pero qu�date, nos dice nuestro texto:

III. De un desastre fatal, un naufragio espiritual. El ap�stol dice que algunas personas - y contin�a mencionando dos casos, �Himeneo y Alejandro� - habiendo abandonado la buena conciencia y perdido la fe, naufragaron moralmente. Pablo no insin�a ni por un momento que Timoteo lo har�a. No, como indica en su Segunda Ep�stola, estaba seguro de que no lo har�a. El que hab�a comenzado la buena obra en �l, la llevar�a adelante a la perfecci�n.

La br�jula se tira por la borda; las velas se llevan; el barco se hace a�icos contra las rocas. Casi todo hombre que se equivoca empieza por alterar la conciencia. Mientras un joven cristiano mantenga una buena conciencia, no temo mucho que caiga en el escepticismo. �Hombres tontos! izaron sus banderas amotinadas y pensaron en arrastrar tras ellos a toda la flota cristiana: y, �he aqu�! ah� est�n, tendidos dos lastimosos pecios, sobre los que el viento gime su eterna canto f�nebre. Esta ha sido la historia de cientos y miles desde entonces. ( JT Davidson, DD )

El gran naufragio

I. La suma de la vida cristiana. Eso es el todo, la uni�n de todas las partes. Tiene dos partes principales: "fe y buena conciencia". La fe es un estado de �nimo extrovertido, aferrado, aferrado e inclinado del alma. El cristiano siempre tiene "fe y buena conciencia". La palabra conciencia significa un conocimiento conjunto, de estafa y conocimiento cient�fico . �Y qui�n es tu compa�ero en este conocimiento? La respuesta es Dios.

La conciencia es el conocimiento que tengo junto con Dios. Me asegura perfectamente que su voz es la voz de Dios. Dios est� as� en la conciencia, juzgando todas mis acciones. Los paganos tienen su dios dom�stico: tuya es la conciencia. La conciencia es muy fuerte en los j�venes. Sab�amos perfectamente lo que era tener buena conciencia. Y lo mismo hizo un muchacho irland�s, cuyo amo deseaba alargar una telara�a que fuera de medida corta.

Le dio al chico un extremo y agarr� el otro �l mismo. Luego dijo: "�Tira, Adam, tira!" Pero el chico se qued� quieto. "�Tira, Adam!" grit� de nuevo; pero el ni�o dijo: "No puedo, se�or". "�Por qu� no?" pregunt� el maestro. "Mi conciencia no me lo permitir�". "Nunca lo har�s para un fabricante de ropa", respondi� el maestro. Ese ni�o se convirti� en el famoso reverendo Dr. Adam Clarke, y persuadi� a muchos a mantener la fe y la buena conciencia.

No debes pensar que es f�cil mantener la buena conciencia. Usted se hace el mayor da�o cuando en la juventud desobedece la conciencia. Cuando los hombres se apartan de la buena conciencia, �oh, qu� torturas a menudo soportan, d�a y noche, en los a�os posteriores! Ahora deseo mostrarles c�mo la fe y la buena conciencia siempre van juntas. Son como los lados derecho e izquierdo de un hombre vivo; no puede haber salud ni poder cuando alguno de ellos est� paralizado.

O son como las hermanas Marta y Mar�a en el hogar que Cristo se digna visitar, solo que unen sus dones sin culparse mutuamente. El cristiano se mantiene as� recto hacia Dios y el hombre, y hace igual justicia a ambos mundos. Los viejos padres dec�an que el Libro y el Pecho concuerdan, y que la conciencia es naturalmente cristiana. Quiz�s le agradar�a una ilustraci�n de esta verdad del viejo mundo.

Aproximadamente quinientos a�os antes de Cristo, un poeta griego mostr� el funcionamiento de una mala conciencia. Agamen�n, pr�ncipe de los hombres, reci�n regresado de las guerras de Troya, fue asesinado por su propia esposa. Su hijo, Orestes, debe vengar su muerte, y as� mat� a su propia madre. Despu�s de ese acto de sangre, toda alegr�a abandon� al alegre y apuesto pr�ncipe. La culpa pesaba sobre su alma y sent�a que los inmortales lo odiaban.

Las Furias, con sus cabellos serpenteantes y crueles azotes, estaban sobre �l y lo persegu�an d�a y noche. Pero, �qui�nes son las Furias? Los conoces bien: son pensamientos que se acusan a s� mismos, que el poeta describe como vengadores del pecado enviados por el cielo. Byron los conoc�a bien, porque dice:

�Mi soledad ya no es soledad,

Pero poblado por las Furias ".

Orestes huy� al templo de Apolo, dios de la luz, y se arrodill� ante su altar en busca de orientaci�n. Mientras �l se arrodillaba, las Furias dorm�an en los escalones del altar. �No es una hermosa idea? Es una especie de serm�n que ense�a que la conciencia acusadora s�lo encuentra descanso en la oraci�n a Dios. Apolo le pidi� que fuera y se entregara a la justicia divina, representada por los jueces sagrados en Mars Hill en Atenas. Lo hizo, las Furias sigui�ndolo todo el camino.

Reconoci� su culpa ante los jueces y se declar� dispuesto a hacer lo que le recomendaran. Casi con palabras como las que usa un cristiano, le dijeron que deb�a recibir una expiaci�n y ser limpiado con agua y sangre. Incluso ellos cre�an, a su manera oscura, que "sin derramamiento de sangre no hay remisi�n". Estaba tan limpio, y luego incluso las Furias quedaron satisfechas y dejaron de molestar.

Y la sonrisa del cielo volvi� a Orestes, y camin� en la tierra de los vivientes, un hombre perdonado y gozoso. �Oh, cu�n perfectamente satisface Cristo todas las necesidades sentidas de una conciencia tan despierta! Por tanto, el cristiano es un hombre de fe y de buena conciencia; no de fe sin conciencia, ni de conciencia sin fe. No es un paral�tico espiritual, impotente por un lado: no es un miserable, un lisiado cojeando, cuya acci�n es vergonzosamente m�s corta que su fe; pero su alma se mueve como el corredor exitoso, en pie de igualdad.

Nuestro texto compara el alma con un barco. Ahora, un barco navega mejor cuando se mantiene incluso sin estar sobrecargado por un lado. Y as� equilibrado entre la fe y una buena conciencia, entre un profundo sentido del pecado y una completa confianza en el Salvador, el buen barco del cielo, con velas hinchadas, atrapa la brisa favorable y se dirige hacia los "Puertos Bellos" de arriba. .

II. La ruina del alma. La historia de esta ruina tiene tres etapas; porque comienza con la conciencia, luego llega a la fe, y termina en un naufragio - "que (la buena conciencia) algunos, habiendo desechado, en cuanto a la fe, han hecho naufragio". Ahora tu alma es un barco inmortal en un mar peligroso. La conciencia es el capit�n, la raz�n el timonel, la Biblia su carta y sus apetitos naturales son la tripulaci�n robusta, buenos sirvientes, pero el peor de los amos.

Solo la conciencia puede guiar la embarcaci�n con seguridad a trav�s de las rocas y las arenas movedizas de la tentaci�n. Pero la tripulaci�n a veces se amotina y arroja la conciencia por la borda, y luego la pasi�n se convierte en el amo y due�o del barco y se apodera del tim�n. �Conciencia�, dice nuestro texto, �que algunos han desechado�, esa es una frase de violencia. S�lo despu�s de una lucha encarnizada se puede apartar la conciencia. A menos que la orden se vuelva a dar al capit�n leg�timo, el barco va a la deriva entre las rocas, y el mar se precipita a trav�s de los arcos abiertos, y la ruina reclama todo para s� mismo.

La ruina del alma comienza con la conciencia y, por lo general, con los peque�os. La conciencia es como el dique exterior de Holanda, al que primero ataca el diluvio. Peque�as mentiras, escondidas bajo el manto de la decencia exterior, son como el peque�o zorro que el ni�o espartano escondi� debajo de su vestido hasta que le mordi� el coraz�n. Oponerse a los peque�os comienzos del mal. Cuando la conciencia est� herida, la fe decae y muere. Una mala vida es un pantano del que surgen neblinas venenosas que nublan la mente.

Un mal coraz�n forja nociones a su medida. Evidentemente, Pablo cree que nuestra fe se ve afectada no tanto por una discusi�n err�nea como por una vida err�nea: Himeneo y Alejandro. Quiz�s se aficionaron demasiado al vino y cayeron en trucos mezquinos para ocultarlo; o les gustaba mucho el dinero y ment�an para conseguirlo. Y as� tiraron por la borda al problem�tico capit�n, buena conciencia. Entonces comenzaron a encontrar fallas en la predicaci�n de Pablo; este serm�n no fue sencillo, y eso no les sirvi� de nada; era demasiado duro con la gente y llevaba las cosas demasiado lejos.

Es muy probable que le dieran un buen nombre a sus dudas y protestaran que no pod�an soportar la intolerancia y que deseaban m�s dulzura y luz. Pero su apartamiento fue de mal en peor, hasta que se convirtieron en blasfemos y tuvieron que ser p�blicamente separados de la Iglesia. Cuando Paul naufrag�, la tripulaci�n aliger� el barco arrojando por la borda los aparejos y la carga. Si se ve atrapado en cualquier hurac�n de la tentaci�n, ap�rtese de todo en lugar de perder la buena conciencia.

Todo el dinero del mundo, todos los honores y placeres de la tierra, no pueden compensar la p�rdida de eso. Ore para que a la fe cristiana pueda agregar el honor cristiano. El quitar la buena conciencia, a menos que se arrepienta, termina en un naufragio. Un alma naufragada, �qu� pensamiento! Pero este pasaje oscuro no es tan oscuro como parece. Himeneo y Alejandro hab�an sido separados de la Iglesia para que pudieran �aprender a no blasfemar� (vers�culo 20).

El ap�stol no se desesperar�a ni siquiera de estos dos reincidentes blasfemos. Ten�a una gran esperanza de que tomar�an en serio esta advertencia y volver�an como penitentes a los pies de Cristo. La nuestra es una religi�n de esperanza, que nos ense�a a no desesperarnos del mayor pecador, sino a orar para que incluso las almas n�ufragas puedan ser salvadas. ( J. Wells. )

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "1 Timothy 1". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/1-timothy-1.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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