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Bible Commentaries
2 Reyes 7

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-17

Entonces dijo Eliseo: O�d la palabra del Se�or.

La hambruna en Samaria

Sin duda, el �nfasis de la ense�anza de este relato de la hambruna samaritana debe ponerse en el completo cumplimiento de la palabra de Dios. El profeta especific� el tiempo en que la abundancia reinar�a en la ciudad. �l nombr� el precio que regir�a en los mercados de productos de pan. Eliseo, el profeta del Se�or, desde que dej� su duod�cima yunta de bueyes en el campo para seguir a El�as, no hab�a observado con atenci�n las perspectivas de una buena cosecha en el valle del Jord�n.

No habr�a podido saber el valor del flete que lleg� a Damasco en la �ltima caravana de Persia. No hab�a ning�n bolet�n que hubiera consultado �ltimamente sobre las perspectivas de una buena cosecha en la llanura de Sharon o en el valle del Nilo. No hab�a recibido ning�n consejo privado sobre el n�mero de pastoreo de ganado en las colinas de Bas�n. Los barcos que llegaron a Tiro y Sid�n con ma�z de �frica no informaron sus facturas al hijo del pastor en la ciudad sitiada.

No hab�a ning�n cable privado en la casa del hombre de Dios que anunciara la llegada de ricos convoyes a los puertos del Mar Rojo, y que ahora se dirig�an a Samaria. Eliseo estaba solo con los ancianos. El �nico mensajero que vino fue uno para quitarle la vida. Ignorando as� del mundo exterior, y sin embargo imp�vido, el profeta habl� en el nombre del Se�or, diciendo el precio incluso de la harina fina que solo el lujo pod�a pagar.

Al d�a siguiente, el humilde trabajador pod�a comprar la cebada para su frugal comida, y la dama de alta cuna pod�a comprar lo necesario para un banquete. "Ma�ana, a esta hora, se vender� una medida de flor de harina por un siclo, y dos medidas de cebada por un siclo, en la puerta de Samaria".

I. La huida de los sirios. Los sitiadores de Samaria no reunieron deliberadamente sus equipos y provisiones y regresaron a su propio pa�s. Dejaron todo, y eso de repente. Las amenazas que recibieron fueron tales que destruyeron todos los pensamientos de cualquier cosa que no fuera la seguridad de sus propias vidas. As� fue como dejaron literalmente el bot�n. Los habitantes de Samaria, si el enemigo se hubiera ido lentamente, podr�an haber recolectado grano de otras ciudades.

Sin embargo, esto habr�a llevado tiempo, y la cantidad que un pa�s podr�a proporcionar y que un ej�rcito hubiera alimentado habr�a sido peque�a. Los sirios vinieron para un asedio, no simplemente como jinetes para hacer una incursi�n salvaje y luego retirarse. Estaban bien equipados. La harina fina, que debi� haber sido tra�da de lejos, o molida lentamente del ma�z, ya estaba disponible para los moribundos. Toda esta preparaci�n, por muy natural que parezca, fue planeada por Dios.

Cuando los soldados de Siria se alistaron para una larga campa�a contra Samaria, y los trenes del economato reunieron lujos para un campamento permanente, la cosa estaba bajo la mirada de Dios. Enfaticemos lo milagroso como queramos, no debemos olvidar la provisi�n de Dios para todos los resultados que nos parecen tan extra�os. Dios tiene Su mano sobre los resortes de toda acci�n y las fuentes de suministro. Mucho antes de que los sirios comenzaran a prepararse para el sitio de la ciudad, Dios hab�a preparado sus trenes para oponerse a ellos.

Si pensamos en Dios como un Padre y Proveedor para la humanidad en cada paso de la vida, seremos ayudados en nuestra fe en �l como alguien que puede obrar milagros. La fe no es dif�cil cuando diariamente subimos sobre los escalones de la Providencia.

II. La conducta de los leprosos.

1. Fue sabio. Solo hab�a muerte si regresaban dentro de la ciudad. Hab�a una esperanza. Lo siguieron. En una pregunta mucho mayor que la que ten�an ante s� los leprosos, �cu�ntos han decidido tan sabiamente como estos marginados? La ense�anza de este mundo y de los corazones de los hombres es que no hay salvaci�n posible a menos que est� fuera del yo y de la humanidad. Los leprosos aprovecharon su oportunidad. Result� vida para ellos.

El futuro no es claro para ning�n hombre, pero ofrece algo real en Jesucristo. Cada uno de nosotros tiene m�s para animarnos a aceptar a Cristo de lo que los leprosos ten�an que ir al ej�rcito de Siria. Deje que un hombre act�e seg�n sus mejores convicciones en lugar de hundirse para morir. Encontrar� una bendici�n m�s preciosa que la que encontraron los leprosos.

2. La conducta de los leprosos fue magn�nima. Los hombres que son marginados de sus semejantes a menudo sienten, cuando llega la buena fortuna, como tomar represalias contra quienes los han descuidado o lesionado. Un joven que ha visto dificultades en sus primeros d�as a menudo se ve tentado al comienzo de la prosperidad a mostrar a los dem�s que puede prescindir de ellas. Este sentimiento de amargura debido a la negligencia por parte de los dem�s a menudo se convierte en un motivo de esfuerzo hacia el �xito.

Es innoble para un hombre apreciar cualquiera de los males que ha sufrido. Deber�a tratar de borrar las cicatrices que el dolor y la aflicci�n le han dejado en el coraz�n. Los leprosos eran conscientes de su deber para con sus semejantes. Resolvieron apresurarse a regresar con las buenas nuevas. Ning�n hombre, por pobre o exitoso, descuidado o exaltado que sea, debe al mundo m�s de lo que puede pagar. Siempre hay una obligaci�n inquebrantable sobre todo hombre de hacer todo lo que est� en su poder por la raza que Cristo muri� para redimir.

Aprenda a los leprosos a ser magn�nimos. Demostraron que todav�a eran hombres con instintos nobles que el dolor y la negligencia no pod�an aplastar. Siempre existe la tentaci�n de guardar lo bueno para nosotros. Guardamos el dinero, las palabras amables, el consuelo que necesitan los hombres. Si no se hace con prop�sito malicioso, se hace en nuestra estolidez, nuestra indiferencia hacia las necesidades de los dem�s.

III. El Se�or blasfemo. Frente a la esperanza que acaba de ofrecer el hombre de Dios, el cortesano se burla de toda la Providencia. �Cu�ntos corazones se hundir�an ante sus palabras? La viuda que todav�a esconde a su hijo de la muerte conquistar� ahora su instinto maternal y mantendr� la vida con el horrible sacrificio. Aquellos que se han despertado a la esperanza volver�n a una desesperaci�n m�s profunda. Un solo d�a agrega multitudes a las v�ctimas de la plaga o el hambre.

La sangre de los ni�os, de los hombres y de las mujeres est� en la cabeza del escarnecedor. Que las palabras del favorito del rey tuvieron un efecto terrible en la ciudad angustiada, podemos inferir de la forma en que muri�. Cuando lleg� la abundancia, el pueblo enloquecido pis� la tierra al blasfemo y al destructor de la esperanza. ( Sermones del club de los lunes ) .

Versículo 2

Entonces un se�or en cuya mano se apoyaba el rey, respondi� el var�n de Dios.

Racionalismo

Alrededor de Samaria se dibuja la ardiente circunferencia de la venganza asiria. Se pone sitio a la ciudad, y pronto aparece el hambre, la m�s espantosa y horrible. En el bombardeo moderno de una ciudad, hay una grandeza mezclada con el terror. El lanzamiento y la explosi�n de un proyectil de bomba enciende la mirada del artista, mientras los ciudadanos perecen. Pero no se puede imaginar la desolaci�n de una ciudad a la que se acerc� un antiguo asedio, a trav�s de a�os de hambre.

El d�a del juicio s�lo puede revelar la angustia sufrida cuando Am�lcar siti� Utica y Tito Jerusal�n. �Ay de Samaria! �Qu� multitud de miserables de ojos hundidos y asombrados llenaba las calles, pidiendo pan a gritos! Tan grande era la escasez de comida que la cabeza de un asno se vendi� por veinticinco d�lares. Las madres cocinaban a sus hijos y luchaban por los repugnantes fragmentos. Y a�n el hambre pellizcaba y beb�a la vida de la gran ciudad y alzaba su aullido lobuno en la plaza del mercado y arrojaba a sus v�ctimas a la tumba.

En medio de todo esto, Eliseo, en el nombre de Dios, dijo: "Ma�ana se acabar� el hambre y obtendr�s un poco de harina por cinco chelines". Un noble, amigo confidencial del rey, se qued� al margen y se ri� de la idea. Dijo: �Si se pudiera abrir una contraventana en el cielo y echar mucho ma�z, es de esperar. �Hal, ??ja! tonto profeta; �no puedes enga�arme!" El profeta respondi� a la burla diciendo: �He aqu�, lo ver�s con tus ojos, pero no comer�s de �l.

Antes de pasar a la fase m�s alegre del tema, asistamos al funeral de ese burlador que fue pisoteado en las puertas. Las exequias ser�n breves, porque no le tenemos mucho respeto. Lo conoc�a bien. Todos lo conoc�an. Era un racionalista absoluto. Eliseo, por orden de Dios, hab�a profetizado abundante harina fina al d�a siguiente. "�Absurdo!" dijo el noble esc�ptico. ��De d�nde vendr�? Vaya, todos los hoyos y rincones de la ciudad han sido saqueados en busca de harina.

Nos hemos comido los caballos. No hay perspectiva de que los asirios levanten el sitio; y sin embargo, Eliseo, insultas mi sentido com�n y mi raz�n dici�ndome que ma�ana el mercado estar� lleno de pan. �Fuera tus tonter�as! " Sin embargo, a pesar de que parec�a irrazonable, lleg� la harina fina; y, debido a su incredulidad, el Racionalista de Samaria pereci�. En este punto se librar� la gran batalla del cristianismo.

El gran enemigo del cristianismo actual es el racionalismo, que surge de nuestras escuelas, universidades, revistas y peri�dicos para burlarse de la verdad b�blica y caricaturizar la antigua religi�n de Jes�s. Dice: "Jes�s no es Dios, porque es imposible explicar c�mo �l puede ser Divino y Humano al mismo tiempo". La Biblia no es inspirada, porque contiene cosas que no les gustan. La regeneraci�n es una farsa; hay bastante bien en nosotros, y lo �nico que hay es sacarlo a relucir.

El desarrollo es la palabra - desarrollo. Lo que es a�n m�s alarmante es que los hombres cristianos no se atrevan a hacer frente a este rid�culo. Los hombres cristianos tratan de suavizar la Biblia para adaptarla a los esc�pticos. Los esc�pticos se burlan de la divisi�n del Mar Rojo, y el cristiano va a explicar que el viento sopl� un hurac�n de una direcci�n por un buen rato hasta que toda el agua se amonton�; y, adem�s de eso, era agua baja, de todos modos, por lo que los israelitas pasaron sin ning�n problema.

�Por qu� no ser franco y decir: "Creo que el Se�or Dios Todopoderoso lleg� al borde del Mar Rojo, y con Su brazo derecho ech� hacia atr�s las olas del lado derecho, y con Su brazo izquierdo ech� hacia atr�s las olas del lado izquierdo? lado; �Y el agua turbada se elev� a cientos de pies de altura, mientras que a trav�s de sus paredes vidriosas los monstruos marinos miraban con ojos atemorizados a los israelitas que pasaban? �Oh�, dices, �estos racionalistas se reir�an de m�.

Entonces d�jalos re�r. El esc�ptico samaritano se ri� de Eliseo; pero cuando, bajo la prisa de la gente por conseguir su pan, el incr�dulo fue pisoteado hasta la muerte, �de qui�n fue el turno de re�r? En el momento en que comienzas a explicar lo milagroso y sobrenatural, entregas la Biblia. �No comprometas nada! No recortes nada para complacer a los esc�pticos. Si no puede soportar las burlas de sus amigos de negocios, no es digno de ser disc�pulo de Cristo.

Puede permitirse el lujo de esperar. La marea cambiar�. La Palabra de Dios ser� vindicada; y aunque parezca ir en contra de las leyes de la naturaleza y las reglas de la raz�n, ma�ana se vender� una medida de harina fina por un siclo; y luego, cuando la gente sale corriendo por las puertas para conseguir el pan, �ay, para el Racionalista! ser� pisoteado, y descender� a la verg�enza y al desprecio eterno. Sabes que todas las naciones est�n pasando hambre por el pecado.

Se mueren por el pan. Aqu� entra por las puertas un suministro precioso, no un pan, sino una abundancia para todos; perd�n para todos, fuerza para todos, simpat�a para todo consuelo para todos. �Tendr�s este pan que descendi� del cielo y que, si un hombre come, nunca tendr� hambre? �Glorioso evangelio! Tan amplio en sus disposiciones. �Cualquiera que! Tenga en cuenta que Dios detuvo el hambre de Samaria, no con harina tosca, sino, dice el texto, con harina fina.

De modo que el Pan de Vida, con el que Dios apaciguar�a nuestra hambre, est� hecho del mejor material. Jes�s estuvo bien en su vida, excelente en sus simpat�as, excelente en sus promesas. No significa un suministro ordinario cuando Jes�s se ofrece a la gente diciendo: "Yo soy el pan de vida". "Harina fina por un siclo". Aquel d�a en que se abrieron las puertas de Samaria, �por qu� se entusiasmaron tanto con la harina? �Por qu� no trajeron higos, pasteles o ramos arom�ticos? La gente habr�a corrido los ramos de flores, tirado los higos y pisoteado los pasteles en la prisa por el pan.

Se ha hecho un esfuerzo para alimentar a los moribundos espiritualmente con las poes�as o la ret�rica y la reposter�a del sentimentalismo. Nuestra teolog�a ha sido endulzada y endulzada hasta que es tan dulce como la ipecacuanha y tan nauseabunda para el alma regenerada. Lo que la gente necesita es pan, tal como Dios lo mezcla: pan sin endulzar, sencillo, sencillo, sin pretensiones, pero que le sustente la vida. ( T. De Witt Talmage, DD )

Presunci�n de incredulidad

Lo que me sorprende, lo que me tropieza, lo que me asusta, es ver a una criatura diminuta, un rayo de luz que brilla a trav�s de unos �rganos d�biles, controvertir un punto con el Ser Supremo; oponerse a la Inteligencia que se sienta al tim�n del mundo; cuestiona lo que �l afirma, disputa lo que �l determina, apela a Sus decisiones e, incluso despu�s de que Dios ha dado evidencia, �rechaza todas las doctrinas que est�n m�s all� de su capacidad! �Entra en tu nada, criatura mortal! �Qu� locura te anima? �C�mo te atreves a fingir, t� que eres un punto, t� cuya esencia no es m�s que un �tomo, para medirte con el Ser Supremo, con Aquel a quien el cielo de los cielos no podr�a contener? ( J. Saurin. )

Un maestro divino y un esc�ptico altivo

Aqu� hay dos objetos no solo para ser observados, sino tambi�n para ser estudiados: -

I. Un maestro divino. Dos circunstancias relacionadas con esta promesa se aplicar�n al Evangelio.

1. Era una comunicaci�n perfectamente adaptada a la condici�n de aquellos a quienes iba dirigida. La gente pasaba hambre y la �nica gran necesidad era la comida, y aqu� se la promete. La humanidad est� moralmente perdida, lo que quiere es la restauraci�n espiritual y el Evangelio la proclama.

2. Fue una comunicaci�n hecha con la autoridad del Eterno. "As� dice el Se�or". Que el Evangelio es un mensaje divino es una verdad demasiado firmemente establecida incluso para justificar el debate.

II. Un esc�ptico altivo. Aqu� est� uno de los m�s despreciables de todas las clases de hombres, un cortesano, un adulador en relaci�n con su rey, un d�spota altivo en relaci�n con todos los que est�n por debajo de �l. Cuando escuch� la liberaci�n del profeta, �l, en verdad, era un hombre demasiado grande y se pens�, sin duda, un fil�sofo demasiado grande para creerlo. Fue la importancia del Ser del hombre lo que engendr� su incredulidad, y esto quiz�s sea el origen de todo escepticismo e incredulidad. ( Homilista. )

El pecado de la incredulidad

Un sabio puede librar toda una ciudad; un buen hombre puede ser el medio de seguridad para miles de personas. Los santos son "la sal de la tierra", el medio de preservaci�n de los imp�os. Sin los piadosos como conservadores, la raza ser�a completamente destruida. En la ciudad de Samaria hab�a un hombre justo: Eliseo, el siervo del Se�or. La piedad se extingui� por completo en la corte. El rey era un pecador del tinte m�s negro, su iniquidad era deslumbrante e infame.

Joram anduvo en los caminos de su padre Acab, y se hizo dioses falsos. El pueblo de Samaria cay� como su monarca. En esta terrible extremidad, el �nico santo fue el medio de salvaci�n. El �nico grano de sal preserv� la ciudad entera; el �nico guerrero de Dios fue el medio de liberaci�n de toda la multitud asediada. �Ma�ana�, gritar�an, �ma�ana se acabar� el hambre y nos daremos un fest�n a plenitud.

Sin embargo, el se�or en quien se apoyaba el rey expres� su incredulidad. No escuchamos que la gente com�n, los plebeyos, alguna vez lo haya hecho; pero lo hizo un arist�crata. Es extra�o que Dios rara vez haya elegido a los grandes hombres de este mundo. Los lugares altos y la fe en Cristo rara vez concuerdan bien. Este gran hombre dijo: "�Imposible!" y, con un insulto al profeta, a�adi�: �Si el Se�or hiciera ventanas en los cielos, tal cosa ser�a.

Su pecado radica en el hecho de que, despu�s de repetidos sellos del ministerio de Eliseo, a�n no cre�a en las seguridades expresadas por el profeta en nombre de Dios. Sin duda, hab�a visto la maravillosa derrota de Moab; se hab�a sorprendido al enterarse de la resurrecci�n del hijo de Shunam-mite; sab�a que Eliseo hab�a revelado los secretos de Ben-adad y hab�a herido a sus huestes merodeadores con ceguera; hab�a visto a las bandas de Siria atra�das al coraz�n de Samaria.

I. El pecado. Su pecado fue la incredulidad. Dud� de la promesa de Dios. En este caso particular, la incredulidad tom� la forma de una duda de la veracidad Divina o una desconfianza del poder de Dios. O dudaba de si Dios realmente quiso decir lo que dijo, o si estaba dentro del alcance de la posibilidad de que Dios cumpliera Su promesa. La incredulidad tiene m�s fases que la luna y m�s colores que el camale�n.

La gente com�n dice del diablo que a veces se le ve de una forma y otras veces de otra. Estoy seguro de que esto es cierto en el caso del primog�nito de Satan�s: la incredulidad, porque sus formas son legi�n. En un momento vi la incredulidad vestida como un �ngel de luz. Se llama a s� mismo humildad y dice: �No ser�a presuntuoso; No me atrevo a pensar que Dios me perdonar�; Soy un gran pecador ". Es el diablo vestido de �ngel de luz; despu�s de todo, es incredulidad.

Una forma terrible de incredulidad es la duda que impide que los hombres vengan a Cristo; lo que lleva al pecador a desconfiar de la capacidad de Cristo para salvarlo, a dudar de la voluntad de Jes�s de aceptar a un transgresor tan grande. Pero el m�s espantoso de todos es el traidor, en sus verdaderos colores, blasfemando contra Dios y negando locamente su existencia. La infidelidad, el de�smo y el ate�smo son los frutos maduros de este �rbol pernicioso; son las erupciones m�s espantosas del volc�n de la incredulidad.

La incredulidad se ha vuelto de estatura plena, cuando se quita la m�scara y se hace a un lado el disfraz, profanamente acecha la tierra, profiriendo el grito rebelde, "No Dios", esforz�ndose en vano por sacudir el trono de la divinidad, levantando su brazo contra Jehov�. . Estoy asombrado, y estoy seguro de que usted lo estar�, cuando les digo que hay algunas personas extra�as en el mundo que no creen que la incredulidad es un pecado.

Debo llamarlos gente extra�a, porque son s�lidos en su fe en todos los dem�s aspectos; s�lo que, para que los art�culos de su credo sean coherentes, como imaginan, niegan que la incredulidad sea un pecado.

1. Y primero, el pecado de la incredulidad parecer� ser extremadamente atroz cuando recordemos que es el padre de todas las dem�s iniquidades. No hay crimen que la incredulidad no engendrar�. Creo que la ca�da del hombre se debe en gran medida a ello. Fue en este punto que el diablo tent� a Eva.

2. La incredulidad no solo engendra, sino que fomenta el pecado. Si el hombre creyera que la ley es santa, que los mandamientos son santos, justos y buenos, c�mo se conmover�a sobre la boca del infierno; no habr�a lugar para sentarse y dormir en la casa de Dios; sin oyentes descuidados; sin marcharse y olvidando enseguida qu� clase de hombres sois. �Oh! Una vez que se librara de la incredulidad, �c�mo caer�a sobre el pecador cada bola de las bater�as de la ley, y los muertos del Se�or ser�an muchos?

Una vez m�s, �c�mo es que los hombres pueden escuchar los cortejos de la cruz del Calvario y, sin embargo, no venir a Cristo? �Cu�l es la raz�n? Porque hay incredulidad entre t� y la Cruz. Si no hubiera ese velo espeso entre usted y los ojos del Salvador, Su mirada de amor lo derretir�a. Pero la incredulidad es el pecado que impide que el poder del Evangelio obre en el pecador., Y no es hasta que �el Esp�ritu Santo derriba esa incredulidad, no es hasta que el Esp�ritu Santo quita esa infidelidad y la derriba por completo, que podemos encontrar al pecador.

3. La incredulidad incapacita al hombre para realizar cualquier obra buena. "Todo lo que no es de fe es pecado", es una gran verdad en m�s de un sentido. "Sin fe es imposible agradar a Dios". La fe fomenta todas las virtudes; la incredulidad mata a todos. Miles de oraciones han sido estranguladas en su infancia por la incredulidad. La incredulidad ha sido culpable de infanticidio; ha asesinado a m�s de una petici�n infantil; muchos c�nticos de alabanza que hubieran hinchado el coro de los cielos han sido sofocados por un murmullo incr�dulo; muchas empresas nobles concebidas en el coraz�n han sido arruinadas antes de que pudieran surgir por la incredulidad. M�s de un hombre habr�a sido misionero; hubiera estado de pie y predicado el Evangelio de su Maestro con valent�a; pero tuvo incredulidad. Una vez haz un gigante incr�dulo, y se convierte en enano.

4. Nuestro siguiente comentario es: la incredulidad ha sido severamente castigada. Vu�lvete a las Escrituras, veo un mundo todo hermoso y hermoso; sus monta�as riendo al sol, y los campos regocijados en la luz dorada. Veo doncellas bailando y j�venes cantando. �Qu� hermosa visi�n! �Pero he aqu�! un padre grave y reverendo alza la mano y grita: �Viene un diluvio que inundar� la tierra; las fuentes del gran abismo ser�n quebradas y todas las cosas ser�n cubiertas�. Vea el arca m�s all�.

Ciento veinte a�os he trabajado con estas mis manos para construirlo; huye all� y estar�s a salvo ". ��Aj�! anciano; �Fuera tus predicciones vac�as! �Aj�! �Seamos felices mientras podamos! cuando venga el diluvio, edificaremos un arca; pero no viene ninguna inundaci�n; dile eso a los tontos; no creemos en tales cosas ". Vea a los incr�dulos continuar su alegre danza. �Escuchar con atenci�n! No creyente. �No oyes ese estruendo? Las entra�as de la Tierra han comenzado a moverse, sus costillas rocosas est�n tensas por espantosas convulsiones internas; �he aqu�! rompen con la enorme tensi�n, y de entre ellos brotan torrentes desconocidos desde que Dios los ocult� en el seno de nuestro mundo.

�El cielo est� partido en pedazos! Llueve. No caen gotas, sino nubes. Una catarata, como la del viejo Ni�gara, rueda desde el cielo con un gran ruido. Ambos firmamentos, ambos abismos, el profundo abajo y el profundo arriba, se juntan las manos. Ahora, "incr�dulos, �d�nde est�n ahora?" Ah� est� tu �ltimo remanente. Un hombre, su esposa abraz�ndolo por la cintura, se encuentra en la �ltima cumbre que est� sobre el agua. �V�alo all�! El agua le llega hasta la cintura incluso ahora.

�Escuche su �ltimo chillido! Est� flotando, est� ahogado. Y cuando No� mira desde el arca, no ve nada. �Nada! Es un vac�o profundo. "Cachorros de monstruos marinos y establo en los palacios de los reyes". Todo est� derrocado, cubierto, ahogado. �Qu� lo ha hecho? �Qu� trajo el diluvio sobre la tierra? Incredulidad. Por la fe No� escap� del diluvio. Por incredulidad, el resto se ahog�.

5. Y ahora observar� la naturaleza atroz de la incredulidad en esto: que es el pecado condenatorio. Hay un pecado por el cual Cristo nunca muri�; es el pecado contra el Esp�ritu Santo. Hay otro pecado por el que Cristo nunca expi�. Menciona cada crimen en el calendario del mal y te mostrar� las personas que han encontrado perd�n por ello. Pero preg�nteme si el hombre que muri� en la incredulidad puede salvarse, y le respondo que no hay expiaci�n para ese hombre.

II. Concluye con el castigo. "Lo ver�s con tus ojos, pero no comer�s de �l". Muy a menudo ocurre con los propios santos de Dios. Cuando son incr�dulos, ven la misericordia con sus ojos, pero no la comen. Ahora, aqu� hay ma�z en esta tierra de Egipto; pero hay algunos de los santos de Dios que vienen aqu� en s�bado y dicen: �No s� si el Se�or estar� conmigo o no.

Algunos de ellos dicen: "Bueno, el Evangelio se predica, pero no s� si tendr� �xito". Siempre est�n dudando y temiendo. Esc�chalos cuando salgan. "Bueno, �comiste bien esta ma�ana?" "Nada para mi." Por supuesto no. Pod�as verlo con tus ojos, pero no lo comiste, porque no ten�as fe. Si hubieras subido con fe, habr�as comido un bocado.

Pero d�jeme aplicar esto principalmente a los inconversos. A menudo ven grandes obras de Dios hechas con sus ojos, pero no comen de ellas. Una multitud de personas ha venido aqu� esta ma�ana para ver con sus ojos, pero dudo que todos coman. ( CH Spurgeon. )

Faith se burl�

En este acontecimiento comparativamente insignificante vemos el fin de toda la econom�a de la naturaleza tal como la conocemos. Los hechos tr�gicos nos han dominado, de hecho casi nos han cegado en cuanto a la posibilidad de presencias espirituales en el universo, y hemos dicho que la liberaci�n es imposible, y de todo este caos, Dios mismo apenas podr�a poner orden. Mirando a las naciones de la tierra con sus tinieblas morales, sus barbaridades, idolatr�as, crueldades, supersticiones; observar c�mo los hombres se odian unos a otros y se deleitan en el derramamiento de sangre; estudiando todo el mapa y el plan de la maldad casi infinito, hemos dicho una y otra vez, aunque el Se�or abriera las ventanas de los cielos, aunque el Se�or viniera con todas sus grandes fuerzas, sin duda este caos no podr�a ser llevado a orden y paz incluso por la voz de la Omnipotencia.

Al considerar la cruz de Jesucristo como el medio de la salvaci�n del mundo, no nos hemos asombrado de que los hombres la consideren una tonter�a. Parece no haber proporci�n entre la causa y el efecto, los medios y el fin. Hasta el final, los hombres que pasen por la cruz menear�n la cabeza y dir�n al que muera por ella: Si t� eres el rey o el Salvador del mundo, s�lvate a ti mismo y desciende.

Somos muy conscientes de que el burlador tiene un amplio terreno para la burla, si la atenci�n est� limitada por l�mites visibles. No es sorprendente que los burlones se burlen de los creyentes, y que los profetas de Baal se vuelvan contra los El�as del mundo y, a su vez, disfruten del uso de una s�plica ir�nica, diciendo: Clama a tu Cristo, porque �l es el rey de Dios. los judios; clama poderosamente a su Dios en el cielo, porque lo ha desposado como su padre; Ore todav�a, - quiz�s si no le responden por la ma�ana, puede que le respondan por la noche; Clama con lujuria con creciente energ�a al supuesto Dios de los cielos, y deja que salga en respuesta si puede.

Debemos someternos a la burla por el momento. En nuestra impaciencia deseamos una respuesta manifiesta y decisiva, pero todo avanza con calma como lo fue desde el principio. Pero nuestra fe ha sido sostenida por una doctrina que corresponde a la profec�a, a saber, el Se�or no se demora en su promesa, como algunos hombres consideran la tardanza: porque mil a�os son a sus ojos como un d�a, y un d�a como un d�a. mil a�os.

Somos v�ctimas de un tiempo mal calculado. No sabemos el significado de hoy o ma�ana: alma m�a, espera en Dios; s�, esp�ralo pacientemente y consu�late con la verdad de que las cosas no son lo que parecen: que inmediatamente despu�s de la extremidad humana surge una luz en el cielo, y que en el mediod�a de la desesperaci�n se env�an �ngeles con mensajes especiales de Dios. ( J. Parker, DD )

Versículos 3-8

Y hab�a cuatro leprosos a la entrada de la puerta.

Los hombres en la puerta

La ciudad de Samaria estaba en una situaci�n triste. Ben-adad, el rey de Siria, hab�a reunido a todos sus ej�rcitos con la determinaci�n de conquistar Israel y convertirlo en una provincia sometida. Llev� toda su fuerza contra Samaria y siti� la ciudad capital. Cort� toda su comunicaci�n con el pa�s circundante y lentamente los estaba matando de hambre. Ahora, mientras esto suced�a en la ciudad de Samaria, cuatro leprosos, que viv�an en peque�as chozas fuera de la puerta, y no se les permit�a entrar, hablaron de la situaci�n entre ellos.

Se mor�an de hambre y no ten�an muchas opciones. Era una muerte segura si se quedaban donde estaban, y era una muerte probable si iban a cualquier otro lugar. Entonces se dijeron unos a otros: ��Por qu� nos quedamos aqu� sentados hasta que muramos? Si decimos: Entraremos en la ciudad, entonces habr� hambre en la ciudad, y all� moriremos; y si nos quedamos quietos aqu�, tambi�n moriremos. Ven, pues, ahora, y caigamos ante el ej�rcito de los sirios; si nos salvan la vida, viviremos; y si nos matan, moriremos.

�As� que al amanecer se levantaron y se tambalearon hasta que llegaron al campamento de los sirios. No vieron a nadie al acercarse, ni centinelas de guardia, ni a nadie en las puertas de las tiendas. Les pareci� extra�o, y al principio pensaron que todos dorm�an en las carpas. Ahora bien, el secreto de este extra�o suceso era que mediante la oraci�n de Eliseo Dios se hab�a interpuesto para salvar a Israel, y hab�a hecho que el ej�rcito de los sirios oyera un ruido de carros y un ruido de caballos hasta que estuvieron seguros de que hab�a un gran ej�rcito. viniendo al socorro de Israel, y los oficiales de Ben.

Hadad, rey de Siria, enga�ado y confundido por lo que cre�an haber o�do, se dijo el uno al otro: �He aqu�, el Rey de Israel ha contratado contra nosotros a los reyes de los hititas y los reyes de los egipcios para que vengan sobre nosotros. . " Y estaban tan seguros de ello y tan desmoralizados por el miedo que se levantaron y huyeron en la oscuridad y dejaron sus tiendas tal como estaban. Estas viejas historias son minas de oro de verdad espiritual donde no dejaremos de encontrar riqueza si buscamos con corazones humildes y fervientes. Veamos algunas de estas pepitas de verdad espiritual que se nos sugieren en este tema.

I. El hombre que siente m�s profundamente su pecado es el que tiene m�s probabilidades de encontrar la salvaci�n. De todo el pueblo de Israel, estos cuatro leprosos estaban en la condici�n m�s lamentable. Por lo general, cuando hab�a suficiente, se les dejaba comida por encima de la pared; pero cuando la comida escaseaba, era f�cil olvidar a los leprosos de afuera. Decidieron arriesgarse porque sent�an profundamente el extremo de su condici�n. Esto ilustra lo que Jes�s quiso decir cuando dijo a ciertas personas de su �poca que los publicanos y las rameras ir�an al reino de los cielos antes que ellos mismos.

II. La inacci�n es a menudo tan mala como una mala conducta positiva. Ver en este caso. Estos cuatro leprosos utilizaron una buena l�gica. Se dijeron unos a otros: "�Por qu� nos quedamos aqu� sentados hasta que muramos?" No necesitaban tomar veneno para suicidarse; no necesitaban hacer ning�n tipo de violencia sobre s� mismos para provocar la muerte. Hab�an ido lejos en el camino de la inanici�n. Podr�an tambalearse un poco.

Dej�moslos quedarse quietos uno o dos d�as m�s y no habr�a ayuda para ellos, seguramente morir�an. Su �nica esperanza estaba en la acci�n inmediata, y si actuaban, solo hab�a un camino abierto que ten�a alguna promesa de alivio. As� que decidieron actuar de la �nica forma que se les ofrec�a que tuviera una posibilidad de alivio. Ruego a Dios que algunos de ustedes que est�n sin Dios y sin esperanza en Cristo puedan aprender esta gran lecci�n.

Cuando te equivocas, cuando no cumples con tu deber, quedarte quieto es morir. No tienes que hacer nada m�s para asegurarte de que en el gran d�a del juicio ser�s excluido del cielo y condenado. No, solo tienes que quedarte quieto para perderte. No es necesario que empeore; no necesitas que la corriente de tus malos pensamientos o tu mala conducta se ensanche, se haga m�s profunda y se ensucie, como sin duda suceder� si vives m�s tiempo sin arrepentirte; s�lo tienes que quedarte quieto as� como vas a tener la puerta del cielo cerrada ante tus ojos afligidos y escuchar las terribles palabras de condenaci�n de los tiernos labios de Jes�s: "Ap�rtate de m�, nunca te conoc�". Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieto, y en la naturaleza misma de las cosas debe ocurrir la muerte. Pero si quieres ser salvo, debes despertar, levantarte y actuar.

III. La salvaci�n solo puede venir a trav�s de una decisi�n definitiva. Estos hombres consideraron lo que estaba abierto para ellos y decidieron que solo hab�a un camino que ten�a un rayo de esperanza. No era de ninguna manera brillante; pero, si se segu�a, exist�a la posibilidad de que pudiera significar comida y vida. Decidieron tomar la �nica oportunidad, y siguieron esa oportunidad para ponerse a salvo. Cu�nto mejor es la perspectiva para ti cuando te invito a abandonar tus pecados y venir a la fiesta del amor divino. No tienes que venir siguiendo una esperanza tan desesperada como lo hicieron estos pobres hombres.

IV. La fiesta espiritual ya est� difundida. Los leprosos encontraron comida en abundancia en las tiendas sirias. La fiesta del Evangelio est� lista. La invitaci�n es: "Ven, porque ya todo est� listo". ( LA Banks, DD )

Liberaci�n de la muerte

I. Los leprosos buscaban la liberaci�n de la muerte. "�Por qu� nos quedamos aqu� sentados hasta que muramos?" ( 2 Reyes 7:3 ).

1. Buscaron liberaci�n bajo sentimientos muy solemnes. Se estaban muriendo de hambre, al igual que sus amigos, a quienes tal vez nunca volver�an a ver. A menos que el sirio les concediera un alivio inmediato, morir�an. La hora era oscura y solemne. Tambi�n son solemnes los sentimientos de un pecador cuando, al huir de la ciudad de la destrucci�n, clama: "�Vida, vida, vida eterna!" �l mira la ley y siente: "He violado eso"; mira hacia el cielo y siente: "Lo he perdido"; mira hacia el infierno y siente: "Me lo he merecido".

2. Buscaron liberaci�n frente al des�nimo. Eran los sujetos de una enfermedad de lo m�s repugnante. No ten�an ninguna promesa de ayuda. Sab�an que el sirio era el enemigo declarado de Israel. �Qu� podr�a haber sido m�s desalentador? Si hubieran tenido una buena salud, si hubieran ido a ver a un amigo, o si hubieran tenido una sola promesa de alivio, habr�a sido diferente. Pero a pesar de todo, buscaron la liberaci�n.

Pecador, �son tus desalientos mayores en relaci�n con la vida espiritual que los de los leprosos en relaci�n con la temporal? �Cu�les son tus desalientos? Tr�elos adelante. �Estoy contaminado por el pecado�; pero Jes�s puede limpiarte. �Estoy condenado por la ley�; pero Jes�s puede justificarte. "Estoy fuera del redil"; pero Jes�s es el buen Pastor, y ha venido a restaurarte.

II. Los leprosos hallaron liberaci�n de la muerte. �Y cuando estos leprosos llegaron al extremo del campamento, entraron en una tienda, y comieron y bebieron, y de all� llevaron plata y oro�, etc. ( 2 Reyes 7:8 ).

1. Encontraron una liberaci�n m�s abundante de la que esperaban. �Qu� buscaban? Liberaci�n del hambre. �Qu� encontraron? Liberaci�n del hambre, la desnudez y la pobreza. �Y tal liberaci�n! �Cu�n grande fue la sorpresa de los leprosos al encontrar los tesoros de un ej�rcito bajo su custodia! �C�mo cambi� su condici�n ahora! Ahora hab�a huido del hambre; la pobreza huy�; el miedo huy�; la oscuridad huy�. Lo mismo ocurre con el pecador cuando viene a Jes�s por salvaci�n; siempre encuentra m�s de lo que esperaba: m�s misericordia, m�s paz, m�s bienaventuranza y m�s gloria.

Bartimeus viene por la vista corporal; obtiene eso, y tambi�n visi�n espiritual. Un paral�tico es defraudado a trav�s de un techo con la esperanza de recibir poder para caminar por los caminos de la tierra; y no s�lo se concede eso, sino tambi�n poder para caminar por los caminos del cielo.

2. Estos hombres encontraron una liberaci�n m�s divina de lo que esperaban (vers�culo 6). Si este ruido estaba en el aire o en la imaginaci�n, no lo s�. Evidentemente fue Dios quien obr� esta maravillosa liberaci�n. Poco esperaban los leprosos una liberaci�n tan divina. Entonces, cuando un pecador es liberado de la muerte espiritual, ve m�s a Dios en la salvaci�n de lo que esperaba. Si un hombre niega la divinidad de la redenci�n cristiana, s�lo prueba que es un extra�o a ella.

3. Estos hombres encontraron la liberaci�n m�s f�cilmente de lo que esperaban. Contaban con encomendarse a s� mismos al favor del sirio mediante sinceros llamamientos. Pensaban que, hicieran lo que pudieran, posiblemente no despertar�an su compasi�n; despu�s de todo, podr�an ser ejecutados. �Qu� gran error! Nada era m�s necesario que levantarse, salir y participar de la abundancia que la bondadosa Providencia hab�a provisto.

Cuando un hombre conf�a en Jes�s, se sorprende de que alguna vez haya tenido dificultades para creer. "Qu� extra�o", se siente, "que pudiera haber cerrado los ojos a la verdad durante tanto tiempo". �Por gracia sois salvos por la fe, y eso no de vosotros mismos; es don de Dios; no por obras, para que nadie se glor�e�.

III. Los leprosos anunciaron la liberaci�n de la muerte. Fueron y anunciaron las "buenas nuevas" a la casa del rey y, a trav�s de esa casa, a la ciudad.

1. Anunciaron liberaci�n bajo un sentido del deber ( 2 Reyes 7:9 ). Sent�an que el silencio los marcar�a con la acusaci�n de crueldad y los expondr�a a los rel�mpagos de la justicia. Si estos hombres sintieron que era su deber anunciar la liberaci�n de una ciudad que perece, �cu�nto m�s deber�an los cristianos sentir que este es su deber en lo que respecta a un mundo que perece?

2. Anunciaron liberaci�n sin demora. Sintiendo, como lo hicieron, que solemnemente sobre ellos reca�a el deber de salvar a Samaria, y que retrasar, incluso hasta que el sol volviera a enrojecer la frente del cielo oriental, era sacrificar la vida, no perdieron tiempo en anunciar �el bien noticias." Oh, vosotros que est�is a gusto en Sion, �os basta con haber sido bendecidos con el Pan de Vida? �No les pide el Cielo solemnemente que anuncien sin demora �las buenas nuevas� a los dem�s? "Si te quedas hasta la ma�ana, te sobrevendr� alg�n da�o". ( F. Fox Thomas. )

Los leprosos moribundos

I. �Cu�l era el estado de los leprosos y cu�les eran sus reflexiones? Estaban en un estado de enfermedad y necesidad, muriendo de hambre y afligidos por una enfermedad repugnante y terrible. �Y cu�l es nuestro estado por naturaleza? El lenguaje llamativo del profeta Isa�as lo describe bien: "Toda la cabeza est� enferma". As� somos naturalmente: somos leprosos espirituales; y tenemos toda la raz�n para llorar, cuando nos miramos en el vaso de la Santa Palabra de Dios, y vemos lo que realmente somos, �inmundos, inmundos.

Pero estos leprosos no solo estaban afectados por esta dolorosa enfermedad, y no ten�an una parte completa de su cuerpo, sino que tambi�n estaban muriendo de hambre; la enfermedad y el hambre eran su porci�n. Estado triste, puedes exclamar. Pero nuestro estado espiritual por naturaleza no es mejor en modo alguno. El alimento sano de la Palabra de Dios, que es el sost�n y el alimento del alma, no est� en nuestros labios; es un alimento que no nos gusta ni apetito; y sin embargo, si no lo comemos, languideceremos y moriremos.

Pero aqu� radica una diferencia entre nosotros y los leprosos. Anhelaban comida, pero no pod�an conseguirla: podemos conseguirla libremente, �sin dinero y sin precio�, pero no la anhelamos. Pasemos ahora al reflejo de estos hombres: "�Por qu� nos sentamos como h�roes hasta que muramos?" �Oh, ojal� los pecadores que perecen por hambre espiritual razonaran as�! Considero tranquilamente su caso y ver� que si permanecen impasibles, no busquen socorro y apoyo de Aquel que puede salvarlos de la muerte, que la muerte m�s all� una duda se apoderar� de ellos.

II. El esfuerzo de estos leprosos y su �xito. �Ahora pues, venid�, dijeron, �y caigamos ante el ej�rcito de los sirios; si nos salvan la vida, viviremos; y si nos matan, moriremos �. Resolvieron ya no sentarse en la miseria y la apat�a bajo los muros inc�modos e inh�spitos de su ciudad asediada y empobrecida, sino ir directamente al campamento del enemigo y buscar de los enemigos de su pa�s lo que su propia gente no pod�a dar.

Y aqu�, en cierta medida, se describe el curso del pecador despierto. Ve que si permanece como est�, la muerte es segura, que su morada es la ciudad de la miseria y la destrucci�n. Pero, �oh, qu� diferente es la perspectiva y la esperanza que se le presentan! No est� huyendo al campamento de un enemigo, sino al refugio de un Amigo Todopoderoso. No necesita huir ante la duda de la bienvenida o el miedo a la muerte; y aunque la incredulidad y el pecado puedan hacerle temblar para que no sea rechazado, sin embargo, si su fe es verdadera, no hay motivo real de peligro, y puede adoptar el lenguaje del hijo pr�digo: �Me levantar� e ir� a mi Padre. �; y encontrar� esa bienvenida que un Padre Celestial se regocija en otorgar.

Estos leprosos no ten�an motivos para lamentar el paso que dieron; intercambiaron pobreza y hambre por riqueza y abundancia que sobrepasaban su m�xima concepci�n o deseo. As� es con los pecadores que huyen de la ciudad de la destrucci�n y "salen a Jes�s fuera del campamento, llevando su oprobio". Una vez que han hecho el esfuerzo y avanzado hasta el pie de la cruz, y han echado la carga de sus pecados sobre Aquel �que los llev� en su propio cuerpo sobre el madero�, �cu�n grande es el cambio! �Cu�n maravillosa la liberaci�n! Estaban sentados como estos leprosos en tinieblas y sombra de muerte; pero, como nuestro bendito Se�or mismo declara, han �pasado de muerte a vida� ( Juan 5:24 ).

III. La conducta de los leprosos y sus felices resultados. Habiendo banqueteado en abundancia y saciados de bot�n, �entonces se dec�an unos a otros: No hacemos bien; este d�a es un d�a de buenas nuevas, y callamos; si nos demoramos hasta que amanezca, nos sobrevendr� alg�n mal; ahora, pues, ven, para que vayamos y avisemos a la casa del rey. As� que fueron y anunciaron la feliz e inesperada noticia que al principio parec�a demasiado buena para ser verdad.

�Y no se obtienen resultados mucho m�s felices por el conocimiento del Evangelio y por otros motivos m�s elevados? El ego�smo parece haber dictado principalmente a los leprosos en su descubrimiento. No parece que la simpat�a por sus hermanos sufrientes, la ansiedad por llevar alivio a los que perecen de hambre dentro de la ciudad, los impulsara tan r�pidamente a la obra de misericordia como el pensamiento de que si se demoraban hasta el amanecer �vendr�a alg�n mal. ellos.

Pero con el cristiano es completamente diferente. Cuando se le ha quitado la carga de sus pecados, est� ansioso por llevar a otros a ese Salvador que ha encontrado por los motivos m�s puros: un celo por la gloria de Dios, un deseo por la felicidad de las almas. ( CA Maginn, MA )

Los leprosos como puerta

1. Cumplimiento del Verbo Divino en oposici�n a las apariencias humanas.

2. Ilustraci�n de extra�os instrumentos que Dios usa para lograr sus prop�sitos. Aqu� leprosos. En el caso de Elijah, cuervos. "No hay restricciones para salvar a muchos o pocos".

3. Las misericordias de Dios no deben conservarse con un esp�ritu avaro o ego�sta.

4. La incredulidad ser� confundida, mientras que la fe ser� honrada. El caso de estos leprosos es, sin embargo, an�logo al de ciertos pecadores. Son&mdash

I. En una posici�n de peligro. Lo que probablemente demostrar�a ser una enfermedad fatal: "Hasta que muramos".

1. Sufriendo de hambre. Ilustre por el hijo pr�digo: "Muero de hambre". El alma necesita ser alimentada tanto como el cuerpo: �Mi alma ser� saciada�, dice el salmista.

2. Aislado de la ciudad y sus suministros. El pecado ha separado de Dios la verdadera satisfacci�n del alma.

3. Seguir una pol�tica de inacci�n que los hizo m�s desesperados: Ley de degeneraci�n que es infalible; "Los hombres malvados ir�n de mal en peor". Nada tan contrario a los intereses espirituales como la inercia. Ilustre con la muerte del profesor Nettleship en los Alpes, impotente para moverse.

II. Un rayo de esperanza. (vers�culo 4). Se cerraron dos caminos. Uno parece abierto: si falla, no hay nada que perder. Los hombres fueron llevados a esto por la reflexi�n. Mira d�nde est�s. Ciertas formas de liberaci�n est�n protegidas.

1. El yo no puede salvarse a s� mismo.

2. Por amarga experiencia, muchos de ustedes han probado que el mundo es vano. Placer, riquezas, pasi�n, han aumentado el hambre.

3. Cristo puede salvar. �l profesa hacerlo. Al menos hace grandes afirmaciones. �Lo probar�s? Nuestro deber es examinar probabilidades. En los descubrimientos, los hombres han seguido este curso. Entonces, en religi�n, "Entonces sabremos si seguimos para saber". Mire la evidencia circunstancial, puede proporcionar una pista. Puede que seas como un hombre que se est� ahogando con la �ltima oportunidad de vida. La esperanza multiplica las posibilidades.

III. La satisfacci�n inesperada (vers�culos 5, 6, 7), lo probable se vuelve posible, lo posible se vuelve actual. "Ahora nadie m�s que Cristo puede satisfacer".

1. El camino de liberaci�n de Dios es milagroso. "Si hiciera ventanas en el cielo".

2. Para el alma aventurera hay constantes sorpresas de bendici�n. La fe es una aventura, pero se honra. Se levanta el tel�n sobre nuevas escenas; pasamos del hambre al banquete.

IV. Canciones de liberaci�n (vers�culo 9).

1. Gratitud incitada.

2. Instrumentalidad despreciada utilizada para testificar.

3. El testimonio engendra fe y acci�n.

Condujo al anfitri�n a la verificaci�n de los hechos anunciados. �Hacemos bien en callar? No. "Alabar� a mi Hacedor mientras tenga aliento". ( JE Wakerley. )

Quien lo averigu�

La historia de cuatro leprosos insertada en el Libro de los Reyes de Israel: �no es singular? No; no es singular para la Biblia. Si tuvieras que sacar de las Escrituras todas las historias que tienen que ver con hombres y mujeres pobres y afligidos, en qu� libro tan peque�o se convertir�a la Biblia, especialmente si junto con las historias eliminas todos los salmos de los tristes, todos las promesas para los afligidos y todos los pasajes que pertenecen a los hijos del dolor. De hecho, este Libro est� compuesto en su mayor parte por los anales de los pobres y despreciados.

I. Una gran obra de dios, que era completamente desconocida.

1. El sitio se levant� en los alrededores de Samaria. Hombres armados hab�an permanecido en sus lugares y hab�an mantenido el camino, para que nadie pudiera entrar o salir; pero todos se han ido, no queda ni uno. Sin embargo, en la ciudad de Samaria se creyeron encerrados y pusieron a sus guardianes en la muralla a causa del miedo de la noche. Eran tan libres como los ciervos del desierto si lo hubieran conocido; pero su ignorancia los mantuvo en una durance vil.

2. El Se�or tambi�n hab�a derrotado a todos sus enemigos. Hab�an corrido por sus vidas; hab�an huido a causa del ruido en sus o�dos, como de caballos y de carros. El que primero pudo cruzar el Jord�n e interponer esa corriente entre �l y sus supuestos perseguidores fue el hombre m�s feliz. Sin la ayuda de los hititas ni de los et�opes, el Dios de Israel hab�a arrojado a todo el ej�rcito de Siria como paja arrastrada por el viento.

3. Dios les ha proporcionado abundancia. Los desdichados samaritanos se cerraron m�s el cintur�n del hambre, y cada hombre esperaba poder dormir durante muchas horas y evitar sus amargas punzadas; sin embargo, a un tiro de piedra hab�a m�s harina y cebada de las que pod�an consumir. �No fue eso algo extra�o? Una ciudad sitiada y no sitiada; ce�ido de enemigos, como pensaban, y sin embargo no queda ning�n enemigo; hambriento y, sin embargo, pr�ximo a una fiesta. �Ven qu� puede hacer la incredulidad?

El propio profeta de Dios les hab�a prometido bastante r�pidamente; pero no creyeron en la promesa ni esperaron su cumplimiento. Si hubieran estado vigilando, podr�an haber visto el movimiento inusual en el campamento sirio y notado la quietud absoluta que lo sigui�. Conozco un triste paralelo a esto. El Se�or Jesucristo ha venido al mundo y ha quitado el pecado de su pueblo; y sin embargo, muchos de ellos se quejan de que su pecado nunca podr� ser quitado.

El Se�or Jesucristo ha derrotado a todos los enemigos de su pueblo y, sin embargo, temen innumerables males. Se dice que los hombres que se ahogan se agarran a la paja: �no habr�as pensado que los hombres hambrientos podr�an haber captado la palabra de Eliseo? Te aseguro que la promesa parec�a demasiado grande para ser verdad: ese se�or que se burl� de ella no fue el �nico que juzg� que era imposible de cumplir; y, sin embargo, cuando los hombres est�n tan abatidos, es probable que se aferren a cualquier esperanza. �Cu�n endurecida fue la incredulidad que rechaz� la palabra de Jehov�!

II. Cuando se haya dado cuenta de la imagen de la ciudad que permanece en el dolor aunque su liberaci�n ya hab�a llegado, quiero comentar sobre un grupo muy singular de descubridores. Un cuaterni�n selecto descubri� por fin lo que el Se�or hab�a hecho, lo demostr� por s� mismo y lo dio a conocer a sus conciudadanos. �No es sorprendente que estos descubridores fueran leprosos? �Ah, gracia! �Es tu costumbre habitar en los lugares m�s inveros�miles! Habr�as supuesto que seguramente el rey habr�a salido a ver, o que ese gran se�or que hab�a ridiculizado al profeta podr�a haber cedido y haber salido a observar.

Pero no; hay postreros que ser�n primeros, y el Se�or en Su providencia y gracia arroj� sobre los leprosos para ser los descubridores de Su maravilloso milagro. Incluso as�, los observadores m�s agudos de la gracia son aquellos que tienen el sentido m�s profundo del pecado. Estos hombres no pod�an esperar la bienvenida de los sirios, pobres objetos que eran, ser�an odiados como israelitas y aborrecidos como leprosos; sin embargo, fueron y en ese campamento encontraron todo lo que quer�an y mucho m�s de lo que esperaban.

�No estoy hablando con algunos que est�n diciendo: �Que yo vaya a Cristo ser�a todo en vano: puedo suponer su bendici�n, mi hermano o mi amigo, pero nunca recibir� a uno tan indigno como yo�? Les hablo a aquellos de ustedes que sienten que no tienen derecho a la misericordia: ustedes son los mismos hombres que pueden venir valientemente por ella; ya que no es de derecho, sino del todo de favor. Ustedes que no tienen derecho a la misericordia de Dios, son las mismas personas que vienen a �l a trav�s de Jesucristo; porque donde hay lo m�nimo de algo bueno y meritorio, hay m�s lugar para obsequios generosos y perdones llenos de gracia.

1. Estos descubridores de la obra del Se�or fueron un pueblo que no se atrevi� a unirse al pueblo de Dios. No se les permiti� entrar en las murallas de la ciudad: su miserable hospital estaba sin la puerta. �Cu�n a menudo sucede que los que son rechazados por los hombres son aceptados por Dios!

2. Para describir con m�s detalle a estos descubridores, fueron hombres que finalmente se vieron impulsados ??a entregarse a s� mismos. Dijeron: �Caeremos ante los sirios; y si nos matan, moriremos. �Bendito el hombre que se ha entregado, no a los sirios, sino al Se�or!

3. A estos descubridores los comparar�a con Col�n, repetidos cuatro veces; porque descubrieron un mundo nuevo para Samaria. Estos cuatro leprosos fueron al campamento de Siria y vieron por s� mismos: los leprosos como eran, vinieron, vieron, vencieron. Creo que puedo verlos en la penumbra, avanzando sigilosamente hasta llegar a la primera carpa, esperando ser desafiados por un piquete y pregunt�ndose si no es as�.

No escucharon ning�n sonido de voz humana. Se oy� que los caballos y las mulas pateaban y sub�an y bajaban sus cadenas, pero sus jinetes se hab�an ido y no se o�a ning�n ruido de pie humano. �No hay hombres�, grit� uno de ellos, ��ni se�ales de hombres! Entremos en esta tienda ". Entraron. La cena estaba lista. El que hab�a extendido esa mesa nunca m�s la volver� a probar. Los hombres hambrientos no necesitaron ser persuadidos, pero inmediatamente comenzaron a tallar por s� mismos.

Se apoderaron del bot�n de guerra dejado en el campo. Despu�s del banquete, dijeron: ��A qui�n pertenecen este oro y esta plata? La presa nos pertenece, porque nuestros enemigos han dejado el tesoro detr�s de ellos ". Tomaron todos los objetos de valor que pudieron llevar, luego entraron en otra tienda: todav�a no se ve�a ning�n alma viviente. Donde �ltimamente se hab�a rebelado un anfitri�n, no quedaba ning�n soldado. Aquella noche no se oy� ning�n ruido de juerga, ni un vagabundeo de la guardia, ni se habl� alrededor de la fogata.

Los leprosos probaron m�s de las delicias abandonadas, apuraron otras copas y tomaron m�s oro y plata. �Hay m�s de lo que sabremos con qu� hacer�, dijeron; as� que cavaron un hoyo y acumularon sus ganancias al estilo oriental. �Qui�n puede concebir el gozo delirante de esos cuatro leprosos en medio de tanta abundancia? �Ves lo que hicieron estos hombres? Primero, fueron y vieron por s� mismos, y luego tomaron posesi�n por s� mismos.

Los cuatro no ten�an un centavo antes, y ahora son ricos m�s all� del sue�o de un avaro. Han disfrutado de la fiesta y se sacian al m�ximo. Est�n completamente calificados para ir y contarle a la ciudad hambrienta de su descubrimiento, porque tienen claro que no se han equivocado. Han satisfecho su propia hambre, satisfecho su propio deseo, y han probado y manipulado por s� mismos, y por eso pueden hablar como hombres que saben y est�n seguros.

�l conoce mejor la gracia de Dios quien, con toda su lepra y contaminaci�n, con todo su hambre, desfallecimiento y cansancio, ha venido a Cristo, se ha alimentado del pan del cielo, ha bebido el agua de la vida y ha tomado el bendiciones de los convenios, y se enriqueci� con tesoros escondidos. Un hombre as� hablar� de manera convincente, porque dar� un testimonio personal. El leproso, alimentado y enriquecido, se para fuera de la puerta de la ciudad, llama al portero y lo despierta en la oscuridad de la noche, porque tiene noticias que vale la pena contar.

El creyente experimentado habla con acento de convicci�n, y en eso imita a su Maestro, que hablaba con autoridad. �Pues�, dice el portero, �sol�a hablarte por encima de la muralla de la ciudad; �Eres el leproso a quien le dije que no hab�a m�s comida para ti? No te he arrojado nada durante una semana y pens� que estabas muerta, �eres t� el hombre? �l responde: �Lo soy: ahora quiero tus miserables raciones; Estoy lleno, y donde me he alimentado hay suficiente para todos ustedes.

Salid y festejaos ". "�No deber�a conocerte!" dice el portero. Los cuatro se unen para decir: �No, no nos conocer�as; somos hombres nuevos desde que estamos en el campamento. Cree en la historia y cu�ntaselo a todos en la ciudad, porque es verdad. Hay suficiente y de sobra, si quieren salir y tenerlo ".

III. C�mo llegaron a hacer este descubrimiento. Estos cuatro leprosos, �c�mo se enteraron de la huida de Siria? Primero, supongo, hicieron el descubrimiento antes que nadie m�s porque la hambruna era m�s dolorosa para ellos. Dejemos que algunos hombres sientan la carga del pecado, y nunca descansar�n hasta que vengan a Jes�s. John Bunyan dice que una vez pens� con dificultad en Cristo, pero al final lleg� a tal punto de miseria que sinti� que deb�a acudir a Jes�s de todos modos; y dice que realmente cre�a que, si el Se�or Jes�s hubiera estado ante �l con una espada desenvainada en Su mano, se habr�a precipitado sobre la punta de Su espada en lugar de mantenerse alejado de �l.

Estos leprosos se vieron impulsados ??a ir a hacer el descubrimiento porque sent�an que no pod�an ser peores de lo que eran. Dijeron: �Si nos sentamos aqu�, moriremos; y si los sirios nos matan, moriremos �. Ese sentimiento a menudo ha llevado a las almas a Cristo.

1. Estas personas vieron que no hab�a ninguna raz�n por la que no deb�an ir, porque se dec�an unos a otros: "�Por qu� nos quedamos aqu� sentados hasta que muramos?" No pudieron encontrar una justificaci�n para la inacci�n. No pod�an decir: "Nos sentamos aqu� porque el rey nos ordena detenernos donde estamos". �l promete que te recibir�, y por eso clama: "Convert�os, convert�os, �por qu� hab�is de morir?"

2. Estos leprosos fueron al campamento de los sirios porque estaban encerrados en ese �nico curso: �Si decimos: Entraremos en la ciudad, entonces habr� hambre en la ciudad, y all� moriremos; y si aqu� nos quedamos quietos, tambi�n morimos ". Solo hab�a un camino abierto. Siempre me alegro cuando estoy en esa condici�n. Si tengo muchos cursos abiertos, puedo cometer un error; pero cuando veo solo un camino, s� qu� camino tomar. Es una bendici�n estar encerrado en la fe en Cristo, ser obligado a mirar solo a la gracia.

IV. �No pueden algunos corazones tristes imitar a estos leprosos y hacer el mismo descubrimiento? "Tengo miedo de creer en Cristo", dice uno, "por mis pecados, mis muchos pecados, prev�nme". Mire a los leprosos y vea cu�nto mejor fue el Se�or para ellos que sus temores. Es el crep�sculo y entran en el campamento temblando. Uno grita: ��Suavemente, Sime�n! Tu paso pesado traer� la guardia sobre nosotros.

Eleazar le susurra suavemente al otro: No hagas ruido. Si duermen, no los despertemos. Pod�an pisar tan pesadamente como quisieran y hablar tan alto como quisieran, porque no hab�a ning�n hombre all�. �Lo sabes? Si crees en el Se�or Jes�s, tus pecados, que son muchos, son todos perdonados; no queda ning�n pecado para acusarlo. �Tienes miedo de que te arruinen? Dejaron de ser: los abismos los cubrieron; no queda ni uno.

"La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado". Tus pecados estaban contados en la cabeza del chivo expiatorio de anta�o. Jes�s carg� con sus pecados en Su propio cuerpo en el madero. Si vienes a Cristo, confesando y creyendo, ning�n pecado te destruir�, porque es borrado. Tal vez estos hombres tem�an cuando entraban en la tienda: �Un sirio nos recibir� a la puerta de la tienda y gritar�: '�Qu� tienes que hacer aqu�? �Leprosos, vete! �Vuelve a tus guaridas y muere! �. Entraron tienda tras tienda: nadie se lo prohibi�: ten�an la entrada de todos los pabellones.

Tambi�n eran poseedores de todo lo que ve�an. Cuando vine a Cristo, no pod�a creer que pudiera aceptar las promesas; pero lo hice, y nadie me dijo que no. Quiz�s el leproso sinti� alguna peque�a pregunta cuando vio una copa de oro, o una jarra de plata, o una vinagrera bien hecha. �Qu� tienen que ver los leprosos con las copas de oro? Pero super� sus escr�pulos. Ninguna ley podr�a impedir que compartiera los restos de un enemigo fugitivo.

Nadie estaba all� para detenerlo, y los objetos de valor fueron puestos delante de �l, por lo que tom� lo que se le proporcion�. Los leprosos se volvieron cada vez m�s atrevidos, hasta que se llevaron todo el bot�n que pudieron esconder. Retomo mi par�bola y sin escr�pulos los invito a tratar as� con la salvaci�n. Cuando vine a Jes�s, casi no me atrev�a a apropiarme de una promesa; parec�a robar. ( CH Spurgeon. )

Nunca digas morir

"�Por qu� nos quedamos aqu� sentados hasta que muramos?" Esa es una pregunta clara que estos pobres desgraciados se hicieron a s� mismos, y despu�s de fallar en encontrar una respuesta, para confirmarlos en su posici�n quieta, se levantaron y avanzaron, y al hacerlo, les sobrevino abundante alivio y bendici�n. Conf�o en que se haya cumplido la visi�n que he tenido acerca de algunos de ustedes, a quienes he invitado a asistir a este servicio evang�lico.

Hermano, hermana m�a, te invit� a la casa de Dios y has venido. No ha estado en el lugar de adoraci�n durante mucho tiempo y me alegro de verlo aqu�. Ha venido aqu� con una especie de estado de �nimo desesperado. No puede decir que ha venido aqu� esperando ser bendecido. Usted ha dicho, algo as� como los hombres leprosos: �Bueno, bueno, mi vida se ha vuelto cada vez m�s cansada desde que me mantuve alejado de las iglesias y los predicadores.

Ciertamente desde que me convert� en un paria ". (y te echas fuera) "Me he vuelto m�s y m�s oscuro y m�s y m�s miserable". Y cuando recibiste mi invitaci�n dijiste: "Bueno, ir� una vez m�s a la iglesia, porque no puede ser peor para m�". Lo grandioso es terminar con nuestra tranquilidad. Eso es lo que mata: no hacer nada. J�venes y viejos, ricos y pobres, dejen que los d�as, los meses y los a�os vayan y vengan, y se sientan quietos sin hacer nada por sus almas.

Las canas se est�n acumulando r�pidamente en algunos de ustedes, y no est�n un poco m�s adelante; pero un poco m�s viejo, un poco m�s pesado y un poco m�s condenado de lo que eras hace alg�n tiempo. "�Por qu� nos quedamos aqu� sentados hasta que muramos?" Vaya, hay suficiente poder en ese pensamiento para comenzar un gran avivamiento de la asistencia a la iglesia y un gran avivamiento de la salvaci�n en todo Londres, en toda su circunferencia. "�Por qu� nos quedamos aqu� sentados hasta que muramos?" Y ninguno de los cuatro pudo obtener una respuesta mejor que el hecho de que se hab�an sentado quietos el tiempo suficiente.

Ahora bien, el Evangelio, las buenas nuevas que salen de esto es que cuando el alma comienza a despertar de su estado entumecido y mudo de oscura desesperaci�n, y deplora su condici�n de hambre; cuando dice: "Es hora de que haga un cambio, porque la vida se est� desvaneciendo y mi lepra no est� disminuyendo, mi muerte se est� volviendo m�s mortal cada a�o que vivo", el verdadero estado y condici�n se realiza, y el alma se convencido de que no hay esperanza en quedarse quieto, est� decidido a levantarse, a huir en busca de refugio a la �nica esperanza del Evangelio.

Los leprosos dijeron: "Iremos al campamento de los sirios". Esperaban la muerte, pero cuando llegaron al campamento hab�a sucedido algo maravilloso. Creo que veo acercarse a estos cuatro miserables leprosos; Los veo llegar al borde del campamento, esperando el desaf�o de la guardia siria. Pero, �he aqu�! no hab�a ning�n guardia all�. Todo estaba m�s silenciosamente anormalmente, y se deslizaron, y mientras se mov�an m�s y m�s lejos y no ve�an a nadie, su coraje creci� y se dieron cuenta de que estaban en un campamento desierto, rodeados de comida y abundancia, el bot�n de los difuntos. anfitri�n.

Ahora, �no ven en esta la historia del Evangelio? El pecador, cuando est� convencido de su estado perdido, arruinado y culpable, tiene con esta convicci�n una idea e impresi�n err�neas de Dios y la salvaci�n. Tiene la noci�n, la noci�n equivocada, de que Dios est� lleno de ira e ira, y que al venir a �l ser� destruido. Al igual que los leprosos, pensaron que los sirios los matar�an. Pero nos result� que los leprosos, en lugar de encontrar enemigos y muerte, encontraron comida y todo lo que necesitaban; as�, en lugar de que el pecador sea herido por la justicia de Dios, se le revela la misericordia de Dios; y en lugar de la muerte, recibe el don de la vida eterna.

Ese es el ingl�s de eso; el Evangelio de la misma. Estos pobres leprosos y hambrientos llegaron al campamento sirio, con la provisi�n de cien mil hombres, �dir�a yo? Ore m�s que eso. As� que ven a Cristo, y hay m�s en �l, mucho m�s de lo que t�, yo y un mill�n de nosotros posiblemente podr�amos necesitar. "Mi gracia es suficiente para ti." �Pobre de m�! Seguramente el gran oc�ano es lo suficientemente grande para un espad�n como t�, �no es as�? Y que "Mi gracia" es suficiente para ti individualmente. Intenta ... �ay, conf�a! Y no estoy minimizando tu pecado ni el m�o. Pero estoy magnificando �la gracia de Dios que trae salvaci�n al hombre�. ( J. M'Neill. )

La �nica alternativa del pecador

I. Algunos tienen una alternativa presentada a su conciencia. Hubo un tiempo en que te descuidabas de las cosas eternas. Ese tiempo ha pasado. Puedes mirar atr�s, solo unas pocas semanas y recordar cuando el s�bado era para ti un d�a de juerga, cuando la casa de Dios estaba completamente descuidada, cuando la Biblia era un libro que no habr�as le�do si no te hubieran azotado. y cuando la oraci�n era un deber que despreciabas por completo.

Pero ahora tu conciencia se ha despertado un poco. Aunque no completamente, todav�a parcialmente, despierto, comienzas a percibir que la Escritura es verdadera, que nos hemos descarriado como ovejas descarriadas, que nuestras iniquidades prevalecen contra nosotros y que nuestras justicias son trapos de inmundicia. Bien, ahora percibes que est�s en este estado particular, que tienes la opci�n de dos cosas ante ti; puedes quedarte quieto, pero luego debes perecer; puedes ir a Cristo, y tus miedos te dicen que perecer�s entonces.

Esto, sin embargo, en cualquier caso, su conciencia puede decirle: No puede m�s que morir, mientras que si no va a Cristo, debe morir. Incluso si creyeras en �l, crees que, despu�s de todo, podr�as perecer; pero si no crees en �l, no hay esperanza. Si le diriges ahora a �l en oraci�n, tus temores te dicen que �l puede repelerlo, para que �l te diga: ��Vete! T� que alguna vez me maldijiste, �qu� derecho tienes a esperar Mi favor? T� que has despreciado mi gracia cien veces y has desafiado mi ley, �qu� haces aqu� de rodillas buscando mi misericordia? Vete, desgraciado ingrato, y muere en tus pecados.

Pero todav�a se te presenta esto en la mente, que si mueres all�, pereces, porque es bastante seguro que pereces donde est�s. Usted cree, debe creer, incluso si rechaza la Palabra de Dios, debe creer que Dios es justo. Si hay un Dios, debe castigar a los hombres por el pecado. �C�mo puede existir un gobierno moral si el pecado quedar� impune, si la virtud y el vicio traer�n el mismo fin a los hombres? Por otro lado, mire el otro lado de la alternativa.

Hay, al menos, alguna esperanza; hasta tu pobre y tembloroso coraz�n admite que hay alguna esperanza: que si buscas misericordia, la podr�s obtener. S� que no solo hay esperanza, sino certeza. Jes�s no echa fuera a ninguno de los que se le acercan, y est� dispuesto a recibir al m�s vil de los viles. Pero planteo la pregunta ahora como la plantea su incredulidad; ni siquiera para usted es una certeza absoluta de que Cristo lo rechazar�, �verdad? No es muy seguro que si le reza, �l se negar� a escuchar su oraci�n.

Al menos, no admite una prueba positiva de que si confiaras en la sangre de Cristo morir�as. Mire la pregunta por un momento con otra luz. Es cierto que si mueres como ahora, morir�s sin piedad y sin piedad. La ley bajo la cual eres condenado no sabe nada sobre el perd�n. Ya condenado porque est�s bajo la ley, la ley no ofrece sacrificio por el pecado.

Pero ahora, �no sientes que aunque pudieras perecer despu�s de venir a Dios por medio de Cristo, no perecer�as sin tener alg�n rayo de piedad? �No habr�a al menos este consuelo para ti: �Hice lo que Dios me aconsej�; Vine a �l y le ped� misericordia; Supliqu� la preciosa sangre de Cristo, y sin embargo, �l me rechaz� �; �y no crees que esto ser�a un b�lsamo para ti? A�n m�s, debe recordar que todos aquellos que han continuado en un estado de naturaleza, sin excepci�n, han perecido.

II. La meditaci�n de estos hombres termin� en acci�n. Ojal� fuera cierto para todos ustedes. �Cu�ntas resoluciones se han estrangulado en esta casa de oraci�n! �Cu�ntos buenos pensamientos han sido asesinados en esos bancos! Mira, mira, �no puedes encontrar su sangre en tus propias faldas? Muchas veces esa l�grima que presagia la primera emoci�n creciente ha sido limpiada, y la emoci�n con ella. Que no sea as� esta noche, pero �oh! Que Dios nos conceda que, como los leprosos, podamos poner en acci�n lo que pensaremos y lograr lo que, con la ayuda de Dios el Esp�ritu Santo, seremos capaces de resolver.

1. Sin duda la acci�n de los leprosos fue audaz. La cobard�a se habr�a quedado quieta. La cobard�a habr�a dicho: �Bueno, es cierto que pereceremos si nos sentamos aqu�, pero a�n as� no iremos todav�a; tenemos mucha hambre, pero puede que aguantemos una hora m�s �, por lo que s�lo un pellizco extremo los habr�a expulsado. Ahora, te parece algo muy atrevido, mi desconocido pero tembloroso oyente, pensar en ir a Cristo por fe. �Pues�, dices, �no tengo el descaro de hacerlo: mira lo que he sido�.

2. Pero si bien estos leprosos hicieron algo audaz, paso a notar que lo hicieron por unanimidad. No se dice que fueron tres de ellos, pero el otro dijo: "No, todav�a no me ir�". No dice que dos dijeron: "Cuando tengamos una temporada m�s conveniente, iremos". Fue una misericordia para ellos que todos tuvieran hambre, porque si no lo hubieran estado, no se habr�an ido. Probablemente fue una gran misericordia para ellos que fueran todos leprosos, o de lo contrario no se habr�an decidido y nunca se habr�an atrevido a ir.

�Qu� misericordia es para ti, pecador, saber que eres un pecador! No no; sembramos mucho, pero cosechamos poco, comparado con lo que nuestro coraz�n desea. �D�nde est� el hombre o la mujer aqu� que tiene la intenci�n de sentarse y morir? Bueno, si lo eliges, el�gelo deliberadamente.

3. Ten paciencia mientras te recuerdo nuevamente que la acci�n de los leprosos tambi�n fue instant�nea. Dijeron: "Vamos a ir", y de inmediato se fueron. Muchos dicen: "Yo voy, se�or", pero no van. Todos podemos recordar momentos antes de nuestra conversi�n a Dios cuando nos impresionaron los sermones solemnes, y algunos de ustedes pueden recordar c�mo se apresuraron a volver a casa, subieron las escaleras, cerraron la puerta y oraron; pero una conversaci�n ociosa disip� la impresi�n seria. Y cu�ntos m�s hay quienes, mientras sus corazones han sido escudri�ados bajo la Palabra, han dicho: �Por favor, Dios me perdone otro d�a, pensar� en esas cosas�. �Pero Donde est�s ahora?

4. Qu� tan bien todos fueron recompensados ??por lo que hicieron. Ninguno de ellos muri�. Todos fueron salvos; ninguno regres� con las manos vac�as; todos se enriquecieron. Ni uno de ustedes - mi vida por la suya - ninguno de ustedes que busca misericordia por medio de Cristo ser� rechazada. Todos ser�n bendecidos, todos adoptados, todos salvos, quienes son guiados por el Esp�ritu de Dios a poner su confianza en Cristo en este momento de bienvenida.

III. Estos leprosos tan pronto como encontraron lo que era bueno para ellos, inmediatamente se fueron a cont�rselo a los dem�s. Y si han encontrado a Cristo, despu�s de estar seguro de que lo han recibido, y se han regocijado en �l por un breve tiempo, y se han alimentado de �l, y se han enriquecido con �l como su tesoro escondido, es necesario que vayan y se lo digan a los dem�s. de su gracia y tu gozo. Este Evangelio no debe ser reprimido. ( CH Spurgeon. )

Quedarse quieto es morir

Su caso parec�a desesperado. Sin embargo, juzgaron con raz�n que permanecer inactivos, quedarse quietos, era lo m�s imprudente que pod�an hacer, no les dejaba ni una oportunidad de vida. El mismo principio se mantendr� en la historia de todo hombre. Hay per�odos cr�ticos en su vida en los que todo su futuro depende de su decisi�n personal sobre su curso. Se sugieren varios caminos, y a menudo tiene dudas y perplejidad sobre cu�l adoptar. Pero decide que debe hacerlo, y decide que lo hace, para bien o para mal, en el tiempo y en la eternidad. Quedarse quieto y no hacer nada en estos per�odos cr�ticos es suicida.

1. Es as� en los asuntos comerciales ordinarios de esta vida. Miles est�n arruinados por la inactividad, por la falta de resoluci�n y esfuerzo incisivos y heroicos en la crisis de sus asuntos. Se �quedan quietos� hasta que se pierde la oportunidad de recuperarse; hasta que la marea del destino irresistible se ponga en contra de ellos.

2. Es as� en la formaci�n del car�cter. Hay per�odos cr�ticos en los que "quedarse quieto" y dejar que las cosas sigan su curso, es perder todo autocontrol, ponerse, alma y cuerpo, a merced de asociados malvados, principios desmoralizantes y h�bitos ruinosos, en una palabra, hacer naufragio de car�cter.

3. Es as� con el pecador despierto. Es el per�odo m�s cr�tico de su vida. Ahora debe decidir la pregunta m�s trascendental que jam�s haya temblado en los labios humanos: "�Qu� debo hacer para ser salvo?" No puede evadirlo. No puede posponerlo sin un peligro infinito.

4. Es as� con todo pecador que vive bajo el Evangelio. "Estar quieto" es una muerte segura. �No hacer nada, absolutamente nada, en el camino de indagar por la verdad, arrepentirse del pecado, buscar a Cristo, obedecer el Evangelio, es hacer nuestra �condenaci�n segura�! Es un gran error en el que muchos caen, que la hostilidad positiva y la resistencia activa al Evangelio son necesarias para asegurar la condena.

La posici�n y la conducta negativas son sobradamente suficientes. No creer, no aceptar a Cristo en las relaciones ofrecidas: no poseer el car�cter y dar el fruto de la vida cristiana, es hacer imposible la salvaci�n. "�C�mo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvaci�n tan grande?" ( JM Sherwood. )

Sentado quieto para morir

Anoche, cuando estaba pensando en este tema, tuve un sue�o a medias despierto, y pens� que estaba parado a lo largo de la v�a del ferrocarril del r�o Hudson, y vi a un hombre sentado en esa v�a. Me acerqu� a �l y le dije: �Amigo m�o, �no sabes que est�s en peligro? El expreso de Chicago llegar� en unos momentos ". Descubr� que era sordo y no o�a. Trat� de alejarlo de ese peligro, y �l se resisti� y me dijo: ��Qu� quieres decir con molestarme?

No estoy haciendo nada. �Te estoy molestando? No hago nada en absoluto. Solo estoy sentado aqu� ". En ese momento escuch� a lo lejos el trueno del tren expreso. Un momento despu�s vi el faro de la locomotora destellar a la vuelta de la esquina. Me aferr� a las rocas para que no me atraparan las prisas del tren. Como el rel�mpago horizontal que pas� volando. Cuando lleg� el abanderado, cinco minutos despu�s, con su linterna, no quedaba ni un vestigio que indicara que all� hab�a muerto un hombre.

�Qu� hab�a estado haciendo la v�ctima all�? Nada en absoluto. Solo estaba sentado quieto, sentado quieto para morir. Entonces encuentro hombres en mi audiencia. Les cuento el peligro de vivir sin Dios. Dicen: �No estoy haciendo nada. Yo no miento. No lo juro. Yo no robo. No rompo el s�bado. Estoy sentado aqu� en mi indiferencia, y lo que dices no tiene ning�n efecto en mi alma. Solo estoy sentado aqu�.

"Mientras tanto, el largo tren del desastre eterno se acerca al cruce, y los puentes crujen, y las cenizas vuelan, y las ruedas motrices aceleran, y hay una r�faga cegadora, y, en un abrir y cerrar de ojos," mueren de el camino, cuando la ira de Dios se enciende un poco ". ( T. De Witt Talmage, DD )

Versículos 9-11

Entonces se dijeron unos a otros: No nos va bien.

Testimonio p�blico: una deuda con Dios y con el hombre

No les sorprende descubrir que, cuando esos cuatro leprosos fuera de la puerta de Samaria, hicieron el gran descubrimiento de que el campamento sirio estaba desierto, primero saciaron su propia hambre y sed. Termina bastante bien tambi�n. �Qui�n har�a lo contrario? Es cierto que estaban obligados a ir a cont�rselo a otros hambrientos; pero pod�an hacer eso con toda la voz m�s fuerte, y estaban m�s seguros de la verdad que ten�an que decir, cuando se hab�an refrescado por primera vez.

Podr�a haber sido una ilusi�n: fueron prudentes al probar su descubrimiento antes de contarlo. Habi�ndose refrescado y enriquecido, pensaron en ir a cont�rselo a los ciudadanos asediados y hambrientos. Aconsejar�a a toda alma que haya encontrado a Cristo que imite a los leprosos en este asunto. Aseg�rese de haber encontrado al Salvador. Come y bebe de �l; enriquecete con �l; y luego ve y publica las buenas nuevas.

El disfrute personal de la verdadera piedad nos ayuda en nuestro testimonio de la verdad y la gracia. Pero el punto que deseo resaltar es este: si esos leprosos se hubieran detenido en el campamento toda la noche, si hubieran permanecido acostados en los sof�s sirios, cantando: �Nuestras almas dispuestas se quedar�an en un lugar como este�; y si nunca hubieran ido con sus compatriotas, encerrados y muriendo de hambre dentro de las murallas de la ciudad, su conducta habr�a sido brutal e inhumana.

Me temo que algunos de mis oyentes nunca han confesado la obra de Dios en sus almas. No debe ser cuesti�n de una ocasi�n solemne, sino que toda nuestra vida debe ser un testimonio del poder y la gracia que hemos encontrado en Cristo.

I. Ocultar el descubrimiento de la gracia divina ser�a un error.

1. Porque su silencio habr�a sido contrario al prop�sito divino de llevarlos a hacer el descubrimiento. �Por qu� estos cuatro leprosos fueron conducidos al campamento para que pudieran ganar que el Se�or de los ej�rcitos hab�a puesto al enemigo en la derrota? �Por qu�?

2. Vosotros, pueblo, no s�lo habr�an sido falsos con el prop�sito Divino, sino que habr�an fallado en hacerlo bien. Se dec�an unos a otros: "No nos va bien". �Alguna vez se les ocurri� a algunos de ustedes que es una acusaci�n muy seria para ustedes mismos, "No estamos bien"? "Al que sabe hacer el bien y no lo hace, le es pecado".

3. Adem�s de esto, si esos leprosos se hubieran mordido la lengua, en realidad habr�an estado haciendo el mal. Supongamos que hubieran guardado su secreto durante veinticuatro horas, muchos cientos podr�an haber muerto de hambre dentro de los muros de Samaria: si hubieran perecido as�, �no habr�an sido los leprosos culpables de su sangre?

4. Una vez m�s, estos leprosos, si hubieran mantenido la lengua, habr�an actuado de la manera m�s inusual. Observe c�mo lo expresan ellos mismos: dicen: "No lo hacemos bien: este d�a es un d�a de buenas nuevas, y nos callamos". Oh, �Jes�s ha lavado tus pecados y est�s en silencio al respecto?

5. Una cosa m�s: el silencio puede ser peligroso. �Qu� dijeron estos hombres? "Si nos demoramos hasta que amanezca, nos sobrevendr� alg�n da�o". Esa luz de la ma�ana est� muy cerca de algunos de ustedes. Si te demoras hasta ma�ana por la ma�ana antes de haber hablado de Cristo, es posible que te sobrevenga alg�n da�o.

II. Si �hemos hecho el bendito descubrimiento de la obra de la gracia de Cristo al derrotar a nuestros enemigos y suplir nuestras necesidades, y si hemos probado el fruto de esa gloriosa victoria nosotros mismos, debemos hacer una confesi�n muy expl�cita de ese descubrimiento. Debe confesarse muy solemnemente y en la forma que el Se�or mismo ha se�alado.

1. Esto debe hacerse con mucha decisi�n, porque nuestro Se�or lo requiere.

2. Luego, si ha encontrado a Cristo, el hombre que fue el medio para conducirlo a Cristo tiene derecho a que usted lo sepa.

3. A continuaci�n, creo que la iglesia de Dios tiene un derecho sobre todos ustedes que han descubierto el gran amor de Jes�s. Ven y cu�ntaselo a tus hermanos cristianos. Comunique las buenas nuevas a la casa del rey. La iglesia de Dios a menudo se refresca mucho con las historias de los nuevos conversos.

4. Adem�s de eso, se debe al mundo un testimonio decidido por Cristo. Si un hombre es un soldado de la cruz y no muestra sus colores, todos sus compa�eros son perdedores por su falta de decisi�n.

III. Esta declaraci�n debe hacerse continuamente . ( CH Spurgeon. )

Serm�n misionero a hombres y mujeres j�venes

Por tres motivos, es imperativo para nosotros que llevemos ese secreto tan lejos como podamos, y tan profundo como podamos, a los corazones de nuestros hermanos.

I. Por principio. �No lo hacemos bien�; este d�a es un d�a de buenas nuevas y guardamos la paz. Uno de los argumentos obvios para las misiones extranjeras es que la fraternidad y la generosidad, y la prodigalidad del Gran Mensaje en s�, exigen por igual la m�s amplia proclamaci�n del Evangelio. Eso es cierto, y nunca puede ser de otro modo que cierto. Hay una abundancia de gozo y de avivamiento moral en las buenas nuevas de salvaci�n, que fue una verg�enza eterna limitar con cualquier miserable barrera parroquial.

Las buenas noticias de este personaje son, por su propia naturaleza, expansivas, universales. �No lo hacemos bien�, que interpretado significa que no estamos actuando con honestidad; nos deleitamos con una riqueza repentina e incre�ble. Pero no nos pertenece. Pertenece a todos; est� destinado a todos. No hay monopolio en el Evangelio. El juda�smo es el ejemplo hist�rico del principio del monopolio religioso en acci�n, y el juda�smo compar� espadas con el cristianismo solo para recibir su golpe mortal.

Hay diversidad de dones; indudablemente existen principios de elecci�n y selecci�n; hay variedad de oportunidades; pero no hay diversidad, ni elecci�n, ni variedad, en cuanto al destino del Evangelio. Cuando los crasos lamentos del juda�smo cayeron antes del estallido del r�o de la vida, el mundo entero estaba abierto a la corriente apresurada, y gracias a Dios nunca m�s podr�a ser separado o encerrado de nuevo. No hay indicio en todo el programa Divino de que un El ingl�s deber�a ser un mejor cristiano que un chino, o esa sabidur�a podr�a morir con la civilizaci�n occidental.

El hecho general que el evangelio lleva en su frente, el hecho del que Cristo testific� en tantas sugerencias y afirmaciones, es este: que �l viene a buscar y salvar a los perdidos de todas las naciones, que las diferencias de raza no cuentan nada antes de la ilimitaci�n. de Su compasi�n y poder, y que nadie en la tierra puede predecir &mdashs�lo el gran d�a lo declarar�&mdash qu� raza, idioma o color puede elevarse a la noble preeminencia de revelar de la manera m�s perfecta la floraci�n y el fruto de una divinidad. vida.

De hecho, no hacemos bien en mantenernos en paz. El esp�ritu de nuestra fe exige que no estemos callados, y si lo estamos, �no repetimos de una forma m�s sutil, pero no menos mortal, el pecado del que todo mundano es culpable? Pero hay otros motivos por los que deber�amos tener un mayor celo por esta obra, y menciono en segundo lugar:

II. Por motivos de pol�tica. Si nos demoramos hasta el amanecer, nuestra iniquidad nos descubrir�. Por supuesto que lo har�. Una buena filantrop�a a menudo puede ser estimulada, y no indignamente, por alguna agitaci�n del instinto de autoconservaci�n, cuando su cobarde haza�a de la noche llega a ser conocida, y la ma�ana lo dar�a a conocer inevitablemente, obtendr�an pero poca distancia de aquellos que finalmente volvieron a los suyos; su sabidur�a resid�a en comunicar el secreto y compartir la suerte com�n de enriquecimiento y alegr�a.

Y me parece que aqu� est� consagrado una advertencia de las consecuencias m�s graves para el pueblo cristiano y las naciones cristianas de hoy. La expansi�n con concentraci�n es la condici�n de una vida vigorosa y digna. Concentraci�n sin expansi�n significa esterilidad y muerte.

III. Por motivos de obligaci�n personal para con Jesucristo. El paralelismo de nuestro texto puede que no nos lleve tan lejos como yo quisiera, pero nos lleva por un buen camino. "Vayamos ahora y avisemos a la casa del rey". Claramente hab�a en la mente de los leprosos alg�n pensamiento de lealtad al rey en esta gran crisis en la historia nacional, y para nosotros los cristianos es cierto que por encima de todas las dem�s consideraciones, ya sean de principio o de pol�tica, es nuestra obligaci�n personal con Cristo. para que sus �ltimas palabras sean obedecidas al pie de la letra.

La casa de nuestro Rey es una gran compa��a, una multitud que ning�n hombre puede contar. Est�n esperando en todos los pa�ses: entre las aldeas selv�ticas de la India, bajo los sofocantes cielos del sur, en medio de los millones de habitantes de China entre las islas del mar, esperando que la Palabra de Vida apacig�e su hambre del coraz�n; esperando la espl�ndida revelaci�n que puede hacer que el mundo entero sea nuevo. Y posees el secreto.

No hace bien ni sabiamente callar. Corre, clama de gozo al o�do de todas las naciones, Cristo es Rey y su misericordia permanece para siempre. Ahora, cuando llegue el momento, ser�s salvo de todos los contratiempos, termina de esa mano que es peor que cualquier contratiempo. No habr� palabras m�s dulces dichas por los labios del Maestro en el gran d�a que estas: �En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos m�s peque�os, a m� lo hicisteis . �( A. Connell, MA, DD )

Privilegio y deber cristiano

I. Primero, la bienaventuranza de los tiempos del evangelio. Es "un d�a de buenas nuevas". Observe la bondad de las nuevas que trae el Evangelio. Cuando estos leprosos atrajeron un a�o al portero de la puerta de Samaria, no hab�a duda de que era un evangelio el que ten�an que proclamar. Ahora, en lugar de hambre, deber�a haber abundancia; en lugar de tinieblas, luz; en lugar de terror, paz; en lugar de desesperaci�n, esperanza. �Y no es �ste el car�cter mismo de las nuevas que sus ministros le traen de s�bado a s�bado, buenas nuevas de gran gozo? Entonces, si a Samaria se le dijo que un enemigo poderoso se hab�a asustado, y que Samaria ya no ten�a por qu� temer, ahora les traigo la noticia de que Satan�s, nuestro gran enemigo, ha tenido un susto.

Ha escuchado los pasos que se acercan de Uno m�s fuerte que �l, y ahora hay suficiente y de sobra para todas las almas hambrientas y sedientas. Perm�tanme proclamarles una vez m�s este Evangelio a cada uno de ustedes. Tengo buenas noticias para cada alma de esta asamblea. �Esp�ritu culpable, escucha! �La Sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado.� Esp�ritu luchador, �escucha! �Si, cuando �ramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho m�s reconciliados, seremos salvos por su vida.

�Esp�ritu desconcertado, escucha! "A los que aman a Dios, y a los que conforme a su prop�sito son llamados, todas les ayudan a bien". �Esp�ritu cansado, cansado, escucha! �Voy a prepararte un lugar; y si me voy, volver� y los recibir� para m�, para que donde yo estoy tambi�n est�is vosotros �. Estas son las noticias que les traigo. Hasta aqu� la bondad de estas nuevas; una palabra sobre su novedad. Por qu�, incluso en este momento �Son una nueva noticia para una gran parte de los habitantes de nuestro mundo.

II. La maldad de disfrutar ego�stamente de estos tiempos evang�licos. �No nos va bien�, se dec�an estos leprosos; no lo hacemos bien; "Este d�a es un d�a de buenas nuevas y nos callamos". �No lo hacemos bien�; mostramos una verruga de benevolencia com�n si simplemente recibimos el Evangelio y no hacemos ning�n esfuerzo por difundirlo. Existe un estrecho v�nculo entre hombre y hombre. Tanto la raz�n como la Escritura nos hablan de un v�nculo de hermandad que me une a todos los dem�s individuos de mi raza.

Debo tener mucha simpat�a, regocijarme con los que se alegran y llorar con los que lloran. El segundo mandamiento no es derogado por el Evangelio, es sancionado, reforzado, confirmado: "Amar�s a tu pr�jimo como a ti mismo". Ahora supongamos que estos leprosos se hubieran deleitado all� al pie de la colina entre los lujos del campamento sirio y no hubieran enviado noticias a Samaria. Supongamos que, por alg�n accidente, uno de los samaritanos oyera que estos hombres se estaban regocijando, y que hab�a suficiente y de sobra, y que no hubieran enviado noticias a la ciudad: �c�mo se maldecir�a el ego�smo de estos hombres! �Qu� aullido de indignaci�n resonar�a en todas las calles y casas de Samaria! No lo hacemos bien, porque hay una falta de obediencia amorosa en esto.

No lo hacemos bien, porque nos robamos el mayor disfrute del Evangelio. No hay nada que parezca m�s claro para aquellos de nosotros que hemos llegado a la mediana edad y estamos llegando al final de la vida, que esto. Nunca podr� ser feliz si simplemente trato de hacerme feliz a m� mismo. El ego�smo siempre se derrota a s� mismo. ( F. Tucker, BA )

Los leprosos de Samaria

I. Los tiempos en que vivimos. "Este d�a es un d�a de buenas nuevas". �Y no es un d�a de buenas noticias? �Cu�les son las peculiaridades del d�a en que estamos llamados a vivir? Hay estas cuatro peculiaridades en �l; el primero de los cuales mencionar� ahora: - que Jesucristo ha obtenido una conquista completa sobre todos nuestros enemigos. Y esta es la gran y especial verdad que se publica en el Evangelio de Jesucristo.

Adem�s, "este es un d�a de buenas nuevas", porque Jesucristo ha procurado una amplia provisi�n para todas nuestras necesidades. El bot�n es nuestro; la gloria es suya. La conquista fue hecha por �l mismo, y a trav�s de esa conquista todos los beneficios de la salvaci�n ahora son ampliamente provistos y presentados ampliamente para nuestro uso. Pero hay otro punto relacionado con esta buena nueva, y es que Jesucristo ha llevado a muchos de los que estamos presentes a participar de las provisiones de su amor.

Y esto lo convierte en "un d�a de buenas nuevas" para nosotros. Los cuatro hombres leprosos ejemplifican nuestra condici�n. Como ellos, fuimos expulsados ??de la congregaci�n de los santos; como ellos, �ramos repugnantes a nuestros propios ojos; como ellos, fuimos contagiosos para nuestros vecinos; como ellos, est�bamos bajo la proscripci�n y la maldici�n de Dios; pero, como estos hombres leprosos, nos llen� de visiones de nuestra propia miseria, nos hizo descontentos con el estado en el que nos encontr�bamos, levant� una chispa de esperanza en nuestro pecho, que para nosotros podr�a haber esperanza, y que podr�amos, como no podr�amos estar en peor condici�n, ser mejores, aplicando su misericordia y gracia.

Pero hay otro punto relacionado con el d�a en que vivimos: que Jesucristo ha abierto canales para la publicaci�n de estas buenas nuevas a otros. Este d�a se puede llamar enf�ticamente, de hecho, "un d�a de buenas nuevas".

I. El texto reprueba nuestra indiferencia ante las miserias de los dem�s. �No lo hacemos bien; este d�a es un d�a de buenas nuevas ". Ciertamente, entonces, "no lo hacemos bien".

1. Pues recordemos que mientras exista esta disposici�n en la mente, deshonramos nuestro car�cter. Cual es nuestro caracter? Si hemos cre�do en Cristo, somos hijos de Dios; estamos unidos a Cristo, nuestro Hermano mayor, y tenemos obligaciones infinitas con su amor ilimitado, obligaciones inexpresables con su cuidado y amor bondadoso por nosotros. Ahora, todo lo que �l nos pide, a cambio de Su amor por nosotros, es que lo amemos a �l, no que nos avergoncemos de �l; para establecer Su reino y entregarnos a Su servicio.

2. Pero no solo deshonramos nuestro car�cter, sino que desobedecemos el mandato de Cristo. Nuestras oraciones han sido: Gu�ame a tu verdad y ens��ame, porque t� eres el Dios de mi salvaci�n. Se�or, �qu� quieres que haga? ha sido nuestro grito. Ahora bien, esta es Su instrucci�n: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura, comenzando desde Jerusal�n".

III. El texto pronuncia nuestro castigo si nos demoramos. "Si nos demoramos hasta que amanezca, nos sobrevendr� alguna travesura".

1. Si demoramos este trabajo, nuestros ojos ver�n la destrucci�n de nuestros parientes. Cuando nuestro amado Se�or hab�a usado todos los esfuerzos para evangelizar a Jerusal�n, predicando, por milagros, residiendo entre ellos, por varias conversaciones, y sin embargo, despu�s de toda su miseria afect� Su coraz�n; No pod�a mirarlos sin l�grimas. Muchas veces llor� en sus oraciones; pero solo hay dos escenas registradas en las que llor� p�blicamente; el que estaba en la tumba de L�zaro, su querido amigo; y la otra fue cuando mir� a Jerusal�n y vio a la gente pereciendo, gente que hab�a descartado a los profetas que les hab�an enviado.

Ahora bien, �cu�l deber�a ser nuestro dolor, amados, al ver a las almas llevadas cada hora al borde del infierno, y saber que, si mueren, deben caer all�, y reflexionar que no hemos utilizado los medios adecuados para socorrer y salvar a sus seres? almas! Sin embargo, hay otro punto a considerar.

2. El mal que nos sobrevendr� ser� este: nuestras almas desear�n los gozos de la salvaci�n de Dios.

3. Nuevamente: nuestra conducta recibir� la condenaci�n de Cristo. Me refiero ahora al �ltimo d�a. De eso se habla tan claramente que no necesita ilustraci�n: "Si no lo hicisteis a uno de estos m�s peque�os, a m� no lo hicisteis".

IV. El texto sugerir�a, en �ltimo lugar, la conducta que deber�a adoptar en las circunstancias actuales. "Vayamos", dice el texto, "y avisemos a la casa del rey". Y, hermanos, vayamos y llevemos el Evangelio a nuestros hermanos y hermanas pobres de Inglaterra que perecen por falta de conocimiento. Sugiere que deber�amos ir y contar estas buenas nuevas, porque el �xito es seguro.

El �xito es seguro, aunque muchos de sus queridos misioneros, que trabajan d�a y noche en la obra, no han recibido el est�mulo extenso del deseo de su coraz�n que usted podr�a desear, �se rendir�? Finalmente, proporcionemos este evangelio a nuestros compatriotas, porque nuestras oportunidades se est�n desvaneciendo. El tiempo se acelera; la salud es inconstante; la moda del mundo pasa. Esta, esta es la �nica vez que podemos usar nuestra fuerza, talentos, tiempo y dinero. ( J. Sherman. )

El justo y el prudente

I. El derecho. La plata y el oro que hab�an descubierto los hab�an escondido; y ahora, quiz�s, la conciencia les dec�a que no estaba bien. No nos conviene ocultar el bien que hemos descubierto, o apropiarlo enteramente para nuestro propio uso, comunic�moslo. La distribuci�n del bien es correcta. Todo hombre deber�a estar preparado para comunicarse. El monopolio del bien material es un gran error y el pecado de la �poca.

Los monopolios en el comercio, en la tierra, en el poder, pol�ticos y eclesi�sticos, deben romperse, las necesidades de la sociedad y los reclamos de la justicia eterna lo exigen. Lo que realmente son �buenas nuevas� para nosotros, debemos proclamarlo a los dem�s. Los rayos de alegr�a que caen sobre nuestra propia vida no debemos retenerlos, sino reflexionarlos.

II. El prudente. Si estos pobres sintieron que era correcto comunicar a los dem�s las nuevas del bien que hab�an recibido o no, ciertamente lo sent�an prudente. No hacer lo correcto debe causar alg�n �da�o�, da�o no solo al cuerpo, sino tambi�n al alma, a todo el hombre. No hay verdadera prudencia aparte de la rectitud. Lo que est� mal en un principio moral es malicioso en su conducta.

Aquel que est� en lo correcto, por m�s que sea derrotado por su edad, siempre est� en la mayor�a, porque tiene Su voto, que lleva consigo todos los universos materiales y jerarqu�as espirituales. El derecho es el utilitarismo infalible. ( Homilista. )

Religi�n para darse a conocer

Burner, en su History of our own Times, cita a Lord Shaftesbury del siglo XVII diciendo: "La gente difiere en sus discursos y profesiones sobre cuestiones teol�gicas, pero los hombres sensatos son en realidad de una religi�n". Cuando se le pregunt� "�Cu�l es esa religi�n?" el Conde replic�: "�Eso, los hombres sensatos nunca lo dicen!" Esta puede ser la religi�n de los mundanos y c�nicos, pero la religi�n del hombre regenerado no puede dejar de expresarse. Su luz brilla, no se puede ocultar. La vida debe salir. La vida divina es incontenible.

Versículos 17-20

Y sucedi� que el hombre de Dios hab�a hablado.

La promesa de Dios realizada y su verdad vindicada

Tenemos aqu� un ejemplo de dos cosas:

I. La promesa de Dios cumplida. En el primer vers�culo de este cap�tulo hab�a dicho Eliseo. �O�d la palabra del Se�or: As� ha dicho Jehov�: Ma�ana a esta hora se vender� una medida de flor de harina por un siclo�. Hab�a llegado el d�a siguiente, y aqu� est� la flor de harina y la cebada vendi�ndose en la puerta de Samaria. Aqu� est� la promesa divina cumplida al pie de la letra. Dios es siempre fiel Quien ha prometido.

II. La verdad de Dios reivindicada. El altivo cortesano le dijo al profeta ayer, cuando le dijeron que una medida de flor de harina se vender�a por un siclo: "Si el Se�or hiciera ventanas en los cielos, entonces esto ser�a". Como si hubiera dicho: �No presumas de imponerme a m�, un hombre de mi inteligencia e importancia. La chusma intelectual puede creer en ti, pero yo no puedo ". A lo que el profeta respondi�: �Lo ver�s con tus ojos, pero no comer�s de �l.

�Y as� fue. Aqu� est�n la harina y la cebada, y yace muerto el altivo esc�ptico. La verdad siempre se ha reivindicado a s� misma, y ??siempre lo har�. La incredulidad de los hombres en los hechos no destruye ni debilita los hechos, los hechos permanecen. Aunque todo el mundo niega la existencia de un Dios, la obligaci�n moral y la retribuci�n futura, los hechos permanecen. ( Homilista. )

El pueblo lo pisote� en la puerta y muri�.

El destino de la incredulidad

1. Vemos que Dios castigar� la incredulidad. Hay una impresi�n en la mente de muchos de que la antigua dispensaci�n era una de obras, y que la fe o la fe en Dios es una doctrina �nicamente de la nueva. Sin embargo, es la ense�anza de toda la Biblia, y de todos los tiempos, que a los ojos de Dios el gran pecado del hombre es la incredulidad. El lenguaje es claro e inconfundible. �Sin fe es imposible agradarle.

�El que a �l viene, debe creer que �l existe, y que �l es el galardonador de los que lo buscan. Debe creer que cuando las necesidades de su reino en la tierra, o las necesidades y la salvaci�n de su pueblo lo exigen, ninguna ley de la naturaleza puede interponerse en el camino de su alivio.

2. Observamos que la condenaci�n final de este hombre se pronunci� al menos un d�a antes de su muerte. La sangre de Jesucristo limpia de todo pecado y, sin embargo, existe un pecado que nunca ser� perdonado. Creo que esto lo cometen m�s a menudo lo que el mundo llama hombres morales que los desesperadamente malvados. Creo que consiste en un rechazo deliberado y persistente de la verdad de Dios con el coraz�n, mientras que esa verdad se conoce claramente con la cabeza. Es una combinaci�n de luz en el entendimiento y tinieblas decididas en la voluntad. Este hombre hab�a tenido el privilegio de caminar con el siervo de Dios, pero no quer�a caminar con Dios.

3. Notamos que este hombre pereci� ante la vista de la bendici�n. Es posible darse cuenta de la verdad demasiado tarde. Se ha dicho en�rgicamente que la tierra es el �nico lugar en el universo de Dios donde hay infidelidad. El infierno en s� no es m�s que la verdad cre�da demasiado tarde. El legendario T�ntalo fue puesto a la vista del agua y la comida, pero se dej� morir de sed y hambre. Dives alz� los ojos en tormento y vio a L�zaro en el seno de Abraham, y existe tal cosa como rechazar las ofertas de Jes�s y luego ser obligado a presenciar el deleite de aquellos que son lo suficientemente necios como para creer las promesas de Dios y lo suficientemente sabios para aceptarlas. . ( WH M'Caughey, DD ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "2 Kings 7". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/2-kings-7.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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