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Friday, September 27th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Ezequiel 9

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-2

Uno de ellos estaba vestido de lino.

Cristo, el Comandante de los �ngeles

1. Los jud�os elegidos bajo la ley fueron salvados por la obra mediadora de Cristo encarnado, como lo somos nosotros bajo el Evangelio. Cristo apareci� con frecuencia como hombre, dando a entender con ello su futura encarnaci�n, y que esa naturaleza debe concurrir a la formaci�n de su mediaci�n: no medi� por ellos como Dios, por nosotros como hombre; pero El medi� entonces como el hombre prometi�, ahora El medi� como el hombre manifestado.

2. El Se�or Cristo es el comandante en jefe de todas las fuerzas ang�licas y humanas. Estaba en medio de estos seis �ngeles militares que iban a traer las fuerzas caldeas a las distintas puertas de la ciudad; �l era su general.

3. Cuando los juicios est�n fuera de lugar y los piadosos est�n en peligro, Cristo media e intercede por ellos.

4. Cristo tiene un cuidado especial suyo en tiempos de angustia; Aparece con un tintero para anotar lo que se dice y se hace contra ellos, para darles a conocer la mente de Dios, para sellarlos y discriminarlos de los dem�s.

5. Aquellos que est�n siguiendo grandes y p�blicos designios deben comenzar con Dios y consultar con �l. Estos siete aqu� entran y se paran junto al altar, preguntan a Dios cu�l es Su complacencia. As� han hecho los dignos de Dios ( Esdras 8:21 ).

6. Los empleados del Se�or deben tener cuidado de no tolerar la corrupci�n en la adoraci�n. Ni Cristo ni los �ngeles quer�an venir al falso altar que Acaz hab�a hecho erigir; pero van al altar de Dios, el altar de bronce; por esto se pararon, no el otro.

7. En tiempos de juicio, as� como Dios rechaza la adoraci�n falsa, tambi�n descubre y aprueba Su propia manera de adorar. ( W. Greenhill, MA )

Con tintero de escritor. -

El hombre del tintero

(a los j�venes): - Este hombre del tintero puede representar una clase: toda la clase de escritores y literatos. Partir�a de la posici�n de que los poderes de la literatura pertenecen por derecho a Jesucristo, y que la literatura se incluye entre aquellas cosas de las que Pablo le dijo al cristiano: �Todo es vuestro, porque vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios. "

I. La estrecha relaci�n que existe entre cristianismo y literatura.

1. Un hecho que nos encontramos en el umbral mismo es este, que, humanamente hablando, la Biblia misma es un producto literario. Si no hubiera existido la literatura, nunca podr�a haber existido una Biblia; porque nadie hubiera podido ni escribir ni leer. As� como nuestro Se�or Jes�s glorific� el cuerpo humano al habitarlo en la Encarnaci�n, podemos decir que la literatura se transfigura y glorifica por esta habitaci�n especial del Esp�ritu Divino en los libros del Antiguo y Nuevo Testamento.

2. Pero, m�s all� de las p�ginas de la Biblia, vemos nuevamente c�mo los hombres que aman a Cristo han usado los poderes de la literatura para el avance del reino de Dios en el mundo. En los primeros d�as de la Iglesia, el cristianismo deb�a mucho a los dones literarios de hombres como Or�genes y Cris�stomo, Tertuliano y Agust�n. Y cuando veamos los grandes d�as de la Reforma amaneciendo sobre Europa, no hay duda de que debemos asociar ese maravilloso avivamiento espiritual con el anterior Avivamiento de las Letras.

Lutero estaba en deuda por su conocimiento del griego con aquellos eruditos griegos que, despu�s de la ca�da de Constantinopla, vinieron en masa a Occidente, y que difundieron en el extranjero ese inter�s por la lengua y la literatura griegas que poco a poco envi� a los hombres una vez m�s a los descuidados. p�ginas del Nuevo Testamento griego. Y as� vemos a Lutero sentado solo durante la medianoche en su alta torre del castillo de Wartburg, en el coraz�n del gran bosque de Turingia.

Ante �l se encuentra su Biblia abierta, y desde el estudio m�s detenido de sus p�ginas, busca captar la mente misma de su Se�or. Cuando estuve en Wartburg hace algunos a�os, me mostraron el lugar en la pared que fue golpeado por el famoso tintero que Lutero arroj� al diablo. Lutero desconcert� al diablo con un tintero; pero fue por esa traducci�n de la Biblia que sali� de su pluma, y ??que todav�a es una de las obras maestras de la literatura alemana, y por aquellos otros escritos que conmovieron los corazones de los hombres como un poderoso toque de trompeta, y destruyeron, en la mayor�a de los europeos. alabanzas, la terrible dominaci�n de Roma.

3. Pero, cuando hablamos de literatura, tenemos que ir m�s all� de la Biblia, y m�s all� de todos los escritos puramente religiosos. Tenemos que pensar en ese gran mundo de libros que incluye historia y ciencia, filosof�a, poes�a y ficci�n. �Y no podemos decir que los mejores libros en esos diversos departamentos, ya sean escritos por hombres cristianos o no, est�n todos llenos de hechos y principios que realmente ilustran y corroboran la ense�anza de la Biblia?

II. Algunos consejos amistosos que sugiere este tema.

1. Primero, perm�tanme poner el antiguo mandamiento apost�lico que Pablo dirigi� a un joven amigo: �Presta atenci�n a la lectura�. A nuestro alrededor hay una gran y creciente devoci�n por los intereses atl�ticos, que en muchos casos amenaza con devorar todos los intereses superiores. Ahora bien, el ejercicio corporal es rentable, sin duda; pero no puede ser provechoso ejercitar el cuerpo hasta que no tengamos tiempo o fuerzas para cultivar la mente.

Debes leer con diligencia, con entusiasmo, con cuidado, si quieres ampliar, enriquecer y fortalecer tu mente. Y perm�tanme exhortarlos a que comiencen a formar una peque�a biblioteca propia lo antes posible. No se contente con pedir libros prestados, pero tenga a sus autores favoritos a su alrededor en su propia habitaci�n. �Un hombre joven�, dice uno, �puede alojarse en una habitaci�n muy peque�a. Pero, �a qu� te refieres con una habitaci�n peque�a? Cuando entro en la habitaci�n de un joven y veo en la pared un estante de libros; cuando derribo a Shakespeare, o Dante, o Tennyson, o Carlyle, no s� el tama�o de esa habitaci�n.

Los muros no son nada, porque ese hombre sostiene los confines de la tierra. Para todos los gustos, como la literatura, el arte, la ciencia o la filosof�a, hay una ventana en la habitaci�n m�s peque�a, y a trav�s de las ventanas un hombre puede ver cualquier cosa, directamente al trono de Dios ".

2. A continuaci�n, dir�a, preste atenci�n a lo que lee. El mundo est� lleno de libros malos, as� como de buenos libros, porque el hombre del tintero, en no pocos casos, se ha vendido al servicio del Diablo. �Cuidado con los libros malos! Si un libro te llena la mente de malos pensamientos o te deja mal sabor de boca, t�ralo de inmediato. �Por qu� un hombre debe alimentar su alma con inmundicia y basura, cuando es libre de caminar por el jard�n del Se�or, recogiendo toda clase de frutos agradables? Y, aparte de lo positivamente malo, no dedique demasiado tiempo a lo que es rudimentario o ef�mero.

Hay diversidad de dones y diversidad de gustos. Siempre que se limite a lo que es saludable, lo que m�s le interese probablemente le beneficiar� m�s. Pero no olvide que la Biblia debe ser lo primero.

3. Perm�tanme recordarles que, como j�venes cristianos, deben consagrar a Cristo todo el conocimiento que adquieran y usarlo en la medida de lo posible para el beneficio de los dem�s. Despu�s de todo, recuerde que la vida es m�s que literatura y que el cristianismo es m�s grande incluso que la Biblia. El mahometismo es la religi�n de un libro, porque por encima del propio Mahoma se encuentra el Cor�n. Pero el cristianismo no es la religi�n de un libro: es la religi�n de una vida. Jesucristo mismo es el Alfa y la Omega de la misma, y ??es el amor a Jes�s, la lealtad a Jes�s, el servicio de Jes�s, que son las verdaderas marcas de un cristiano. ( JG Lambert, BD )

El tintero del escritor

Nadie ha tenido sue�os tan divinos como Ezequiel. En una visi�n, este profeta hab�a visto �ngeles iracundos, �ngeles destructores, cada uno con una espada, pero en mi texto ve a un �ngel misericordioso con un tintero. El recipiente para la tinta antiguamente se hac�a con cuerno de vaca, carnero o corzo, como ahora est� hecho de metal o vidrio, y por eso se llamaba tintero, como ahora decimos tintero. Todos hemos hablado del poder de la espada, del poder de la riqueza, del poder del cargo, del poder de la influencia social, pero hoy hablo del poder del bien o del mal en el tintero.

Es una fortaleza, una armer�a, una puerta de entrada, un rescate o una demolici�n. "Te equivocas", dice alguien, "es la pluma la que tiene el poder". No, amigo m�o; �Cu�l es la influencia de una pluma seca? P�selo de arriba a abajo por una hoja de papel y no deja ninguna marca. No expresa ninguna opini�n. No da ninguna advertencia. No difunde inteligencia. Es el l�quido que sale el bol�grafo del tintero el que hace el trabajo.

Aqu� y all� una c�lebre pluma, con la que se firm� una Carta Magna o una Declaraci�n de Independencia, o un tratado, se ha guardado en un museo literario o archivos nacionales, pero en su mayor parte las plumas han desaparecido, mientras que el l�quido que las plumas tomado del tintero restos en rollos que, si se juntan, ser�an lo suficientemente grandes como para envolver el mundo redondo.

1. Primero, menciono lo que es puramente dom�stico. El tintero est� en todos los hogares. Espera la oportunidad de expresar cari�o o condolencia o consejo. Padre lo usa; la madre lo usa; los hijos y las hijas lo usan. Da las noticias de la casa; anuncia el matrimonio, el nacimiento, la partida, el accidente, la �ltima enfermedad, la muerte. Ese tintero casero, qu� misi�n ya ha ejecutado, �y qu� otras misiones cumplir� todav�a! Que se mantenga al margen de toda falta de sinceridad y de toda queja.

�Oh, ustedes que en los �ltimos a�os han establecido sus propias casas! desde el nuevo tintero de la casa, escriba a menudo a los ancianos, si a�n viven. Una carta significa m�s para ellos que para nosotros, que estamos en medio de las actividades de la vida y para quienes la correspondencia postal es m�s de lo que podemos gestionar. As� como el �ngel misericordioso de mi texto apareci� ante el altar de bronce con el tintero a su lado en la visi�n de Ezequiel, as� el �ngel de la bondad filial apareci� en los altares de la antigua casa.

2. Adem�s, el tintero del empresario tiene su misi�n. Entre ahora y la hora de tu desaparici�n, oh comerciante, oh profesional, no habr� un d�a en el que no puedas sumergir del tintero un mensaje que influir� en el destino temporal y eterno. Hay un joven temerario que se lanza a la especulaci�n salvaje, y con tanta tinta como puedas poner en el bol�grafo a la vez, puedes salvarlo de los r�pidos del Ni�gara de una vida arruinada.

En la calle de al lado hay un joven que se inicia en el negocio, que por falta de patrocinio, o error en la compra de bienes, o falta de adaptaci�n, est� al borde del colapso. Una l�nea de tinta de su pluma lo salvar� de ser un subordinado durante toda su vida y lo iniciar� en una carrera que le har� ganar una fortuna que le permitir� convertirse en un donante de bibliotecas, un abridor de galer�as de arte y un constructor de iglesias.

3. Adem�s, grandes son las responsabilidades del tintero del autor. Cuando se imprime un libro malo, hace bien en culpar al editor, pero sobre todo culpar al autor. La malaria brot� de su tintero. El veneno que provoc� la muerte moral o espiritual cay� en el l�quido de la punta de su pluma. Pero bendito sea Dios por el tintero del autor en diez mil estudios que est�n dedicados a la inteligencia pura, la inspiraci�n m�s elevada y el prop�sito m�s grandioso.

Son los tinteros de los que se mojar� la redenci�n del mundo. Los �ngeles destructores con sus espadas que se ven en la visi�n de Ezequiel ser�n finalmente vencidos por el �ngel misericordioso con el tintero del escritor. Entre los m�s importantes se encuentran los tinteros para redacci�n y reportaje. Todos han visto lo que se llama tinta indeleble, que es una soluci�n d�bil de nitrato de plata, y esa tinta no se puede borrar ni borrar.

Ponlo ah� y se queda. Pues bien, el l�quido de los tinteros de redacci�n y reportaje es una tinta indeleble. Pone sobre las almas de las generaciones pasajeras caracteres de luz u oscuridad que el tiempo no puede borrar y la eternidad no puede borrar. Tenga cuidado con c�mo lo usa. Si bien reconoce a los distinguidos que se han sumergido en el tintero de la evangelizaci�n del mundo, �no olvide que hay cientos de miles de hombres y mujeres desconocidos que est�n comprometidos de manera discreta haciendo lo mismo! �Cu�ntas madres ansiosas escribiendo a los chicos del pueblo! �Cu�ntas hermanas que escriben para animar a los hermanos que est�n lejos! �Cu�ntas almas de la tierra magulladas, decepcionadas y agraviadas se alegrar�an de recibir una carta tuya! Revuelve ese tintero consolador.

Toda la cristiandad ha estado esperando que los grandes avivamientos de religi�n comiencen desde los p�lpitos y las reuniones de oraci�n. Ahora sugiero que el mayor avivamiento de todos los tiempos puede comenzar con un movimiento concertado y organizado a trav�s de los cuernos de tinta de toda la cristiandad, cada escritor sacando del tintero m�s cercano a �l una carta de invitaci�n al Evangelio, esperanza del Evangelio, advertencia del Evangelio, instrucci�n del Evangelio. Los otros �ngeles de los que se habla en mi texto eran �ngeles destructores, y cada uno ten�a lo que la Biblia llama un "arma de matanza" en la mano.

Era una lanza, un hacha de guerra o una espada. Dios apresure el tiempo en que la �ltima lanza se estremecer�, la �ltima hacha de batalla se embotar� y la �ltima espada se envainar�, para nunca m�s dejar la vaina, y el �ngel del texto, que Matthew Henry dice que era el Se�or Jesucristo, lo har�. desde el pleno tintero de Su misericordia, da un llamado salvador a todas las naciones. Ese d�a puede estar muy lejano, pero es esperanzador pensar que llegar�.

�No es hora de que se detenga para siempre la presumida invenci�n de armas de muerte nuevas, m�s explosivas y m�s devastadoras, y que el Evangelio tenga una oportunidad y no se haga la pregunta: cu�ntos tiros se pueden hacer en un minuto? pero �cu�ntas almas pueden ser rescatadas en un d�a? �Salve, poderoso jinete del caballo blanco en el triunfo final! �Barre y pasa, �ngel de la Nueva Alianza, con el tintero de la evangelizaci�n del mundo! ( T. De Witt Talmage. )

Versículos 3-6

Pon una marca en la frente de los hombres que suspiran.

Las personas protegidas

I. Dios tiene un pueblo propio en un mundo de pecadores, que sienten su honor y desean sostener su autoridad. �stos son la sal de la tierra; la preservaci�n de los hombres. Apartado por el Se�or para s� mismo; hechos por el Esp�ritu Santo, nuevas criaturas en Cristo Jes�s; de pie con su manto de justicia, completo en �l; instante en la oraci�n; fecundo en santidad; y prefiriendo el oprobio de Cristo a los tesoros del mundo; son a la vez el ornamento y la defensa de la humanidad.

E importa una cantidad asombrosa de corrupci�n y culpa en una tierra, cuando se proclama que tales hombres solo pueden liberar sus propias almas, y ya no ser�n los instrumentos para transmitir bendiciones Divinas a otros. Este pueblo de Dios no ha suspirado con indiferencia ociosidad, ni ha llorado l�grimas de terrible indolencia, sin un esfuerzo por detener el progreso de la iniquidad del hombre. No. Son los que primero han hecho todo lo que pod�an hacer en un esfuerzo activo para contener la maldad de los dem�s; y quienes ahora, mientras est�n de luto por sus pecados, est�n dando testimonio con fidelidad contra ellos.

Celosos por el honor de Dios, felices en la aceptaci�n de un Salvador, conociendo los consuelos del Esp�ritu Santo, creyendo en la responsabilidad y el destino revelados de los hombres pecadores, anhelan hasta el final de la vida la salvaci�n de los imp�os; y suspirar y clamar a Dios, mientras viven, por una destrucci�n en la que no tienen participaci�n, y que los hombres traen completamente sobre s� mismos.

II. Este pueblo est� completamente protegido en la destrucci�n que Dios trae sobre los imp�os. En medio de la impiedad circundante, el secreto del Se�or est� con los que le temen, y los esconder� en su tabern�culo, hasta que pase el peligro. Est�n marcados por Su infalible determinaci�n y sellados por Su Esp�ritu para el d�a de la redenci�n. Conocidos por la marca de la gracia, la gracia que los am�, los compr�, los encontr�, los trajo de regreso, los guard� y los coron�, est�n ante Dios, santificados y asegurados.

Felices en sus eternos goces. Felices en todos sus dolores terrenales. Feliz, peculiarmente en esto, que suspiraron y lloraron por las abominaciones de los hombres, en su celo por la honra del Se�or de los ej�rcitos.

III. Mientras el pueblo de Dios sea as� distinguido y protegido, la destrucci�n de los imp�os ser� total. Durante mucho tiempo Dios se ha esforzado por llevarlos al arrepentimiento; mucho tiempo ha estado el Salvador esperando para recibirlos; durante mucho tiempo se ha esforzado el Esp�ritu Divino para traerlos de regreso a Cristo. Y mientras todo esto pasaba, podr�an haber encontrado refugio en el Evangelio y haber obtenido la vida eterna.

Pero ahora la dispensaci�n de la misericordia se ha cerrado, y se les deja, como han decidido dejar, a la inflexible operaci�n de la ley. Mueren sin piedad. Perecen sin redenci�n. Son destruidos para siempre. Esta destrucci�n comenzar� con los m�s favorecidos con privilegios religiosos. �Empiecen por mi santuario�, dice el Se�or a los �ngeles de la destrucci�n. �El juicio debe comenzar por la casa de Dios�, dice el ap�stol Pedro, como si se refiriera a este mismo pasaje de nuestro texto.

Ni el p�lpito ni el santuario; ni la profesi�n ni la autocomplacencia proteger�n el alma del pecador. No hay respeto de personas ante el tribunal del Dios viviente. El hip�crita ser� descubierto; el falso profesor se exhibir� como es; el hombre moralista ser� visto en sus propias deformidades y el pecado no arrepentido ver� en todas partes el arma destructora, con una energ�a irreversible, viniendo sobre s� mismo. ( SH Tyng, DD )

La marca de la vida

La marca en este caso era, como indica el verbo hebreo, ser la letra Tau, cuya forma m�s antigua, como en los alfabetos fenicios y hebreos anteriores, era la de una cruz. Tal marca se hab�a usado desde la �poca del Libro de Job, como equivalente a una firma ( Job 31:35 ); o, como en el uso �rabe posterior, se marc� en ovejas y ganado como signo de propiedad.

Asumir que en �l hab�a alguna referencia al significado que se atribu�a a la se�al de la cruz en el simbolismo cristiano ser�a, quiz�s, una hip�tesis demasiado audaz; pero el hecho de que tal s�mbolo apareciera en la crux ansata (la cruz con un asa) de los monumentos egipcios, como signo de vida, posiblemente haya determinado su selecci�n en este caso, cuando se us� para indicar aquellos que, como el pueblo de Jehov�, llevando Su sello sobre ellos, iba a escapar, la condenaci�n de la muerte pas� sobre los culpables. ( Dean Plumptre. )

Seguridad en tiempo de destrucci�n

I. La descripci�n que se da aqu� de aquellas personas a quienes se le orden� al hombre con el tintero del escritor en el d�a de la ira que marcara en la frente. La idolatr�a, la infidelidad, la burla de Dios, parecen haber sido la parte principal: la cabeza y el frente de la ofensa de Israel, y para esto se envi� al destructor, y la mano de la venganza implacable y despiadada se orden� que hiciera su obra. �Estamos suspirando y llorando individual y sinceramente por las abominaciones de Inglaterra? �Estamos confesando nuestros pecados y sintiendo el peso de las transgresiones personales y reconociendo el poder y la fidelidad de Dios al perdonarlos y eliminarlos? �Est�n nuestros corazones y nuestras manos en alto por la tierra en la que habitamos? �Son nuestras voces tan fuertes en oraci�n a Dios por misericordia para con los culpables como lo son para nuestros semejantes en reprobaci�n de ellos?

II. �Cu�l es la naturaleza de esa marca a la que se refiere el profeta en el texto? Encontramos un lenguaje similar usado por San Juan en el Apocalipsis ( Apocalipsis 7:3 ). Cualquiera que sea la naturaleza, entonces, la marca puede ser, es expresiva y una garant�a de conservaci�n. La alusi�n puede ser a la antigua costumbre de marcar a los esclavos en la frente, por lo que se sab�a de qui�n eran propiedad, o probablemente a esa se�al de sangre que se ve en el poste de la puerta de Israel, en Egipto, que los asegur� en la hora. que el �ngel destructor hiri� al primog�nito de sus opresores. Ambas ideas pueden estar involucradas, y de ambas compondremos nuestra idea de la marca.

1. Habr� sangre, la marca de la sangre, cuya sangre, rociada sobre el coraz�n, desarma la justa venganza y la protege contra la ira de Dios. �Est� la sangre sobre tu coraz�n? En t�rminos sencillos, �conoces su car�cter, estimas su valor? �Descansar sobre sus m�ritos y considerarlo como la marca de la gracia distintiva y la seguridad para una cierta preservaci�n?

2. Est� la marca de la servidumbre.

III. Mandato de Dios a los destructores. Primero, el hombre con el tintero sale para asegurar a los elegidos de Dios, y luego da la orden a los hombres con las armas de matanza. �Empiecen por mi santuario�, maten, no escatimen. La cristiandad, en general, es su casa profesada, e Inglaterra, en particular, es su santuario. Las otras naciones han probado un poco de estos juicios, y la guerra, la pestilencia y los presentimientos de un nuevo mal se encuentran ahora entre los ingredientes amargos de la copa continental de venganza.

Pero ha llegado el momento en que el juicio en su forma m�s severa debe comenzar en la casa de Dios, comenzar con nosotros y sacudir con su fuerza m�s espantosa, no solo aquellas instituciones que la venganza papal y cism�tica se empe�a en destruir, sino el tejido imponente. de profesi�n evang�lica. Este santuario necesita una limpieza. Esta amalgama de trigo y ciza�a bajo el aspecto com�n de grano sano necesita ser tamizada. ( HJ Owen. )

Los signos distintivos del justo

I. Los personajes descritos.

1. Los personajes son los que sienten y se lamentan interiormente por las abominaciones de los hombres. As� sienten ...

(1) De un recuerdo de su propia condici�n anterior.

(2) De una preocupaci�n sincera por la gloria de Dios.

(3) De una profunda compasi�n y amor a las almas.

2. La evidencia de este sentimiento interior por las almas.

(1) El clamor de un ejemplo piadoso.

(2) El clamor de ferviente s�plica y amonestaci�n.

(3) El grito de oraci�n ferviente por su salvaci�n.

II. La marca designada.

1. Una marca de distinci�n.

2. Una marca divina.

3. Esta marca es prominente. "En la frente". La gracia, en su esencia, es secreta, pero siempre visible en sus efectos.

4. Esta marca es fundamental.

III. La liberaci�n asegurada.

1. De la destrucci�n.

2. Personal.

3. Cierto.

Solicitud&mdash

1. El tema proporciona una prueba del car�cter cristiano. �Suspiramos y lloramos, etc.?

2. Deber�a ser un est�mulo para un mayor esfuerzo.

3. Inste al pecador expuesto la necesidad de obtener inmediatamente la marca. ( J. Burns, DD )

La marca de la liberaci�n

Cuando Dios visita el mundo, o cualquier parte de �l, con sus juicios desoladores, por lo general pone una marca de liberaci�n en aquellos que est�n adecuadamente afectados por los pecados de sus semejantes.

I. �Qu� implica estar adecuadamente afectado por los pecados de nuestros semejantes? Es casi innecesario se�alar que, naturalmente, estamos dispuestos a ser poco o nada afectados por los pecados de los dem�s, a menos que tiendan, directa o indirectamente, a da�arnos a nosotros mismos. Si nuestros semejantes no infringen ninguno de nuestros derechos reales o supuestos, y se abstienen de vicios tan groseros que evidentemente perturban la paz de la sociedad, por lo general nos preocupamos poco por sus pecados contra Dios; pero puedo verlos siguiendo el ancho camino de la destrucci�n con gran frialdad e indiferencia, y sin hacer ning�n esfuerzo, ni sentir muchas ganas de volver sus pies por un camino m�s seguro.

Siendo este el caso, es evidente que debe producirse un cambio muy grande y radical en nuestros puntos de vista y sentimientos antes de que podamos ser adecuadamente afectados por los pecados de nuestros semejantes, si la conducta de las personas mencionadas en nuestro texto es la norma. de lo que es adecuado.

1. Si tememos al pecado m�s que al castigo del pecado; si lloramos m�s por las iniquidades que por las calamidades que presenciamos; Si nos entristece m�s ver a Dios deshonrado, su Hijo descuidado y las almas inmortales arruinadas, que ver nuestro comercio interrumpido, nuestros conciudadanos divididos y nuestro pa�s invadido, es una prueba de que nos parecemos a los personajes mencionados en nuestro texto. .

2. Ser adecuadamente afectados por los pecados de nuestros semejantes implica el esfuerzo diligente, por todos los medios a nuestro alcance, para reformarlos. Este intento debe hacerse ...

(1) Con nuestro ejemplo. Los hombres son seres imitativos; la fuerza del ejemplo es casi inconcebiblemente grande, y tal vez no haya ning�n hombre tan pobre o insignificante como para no tener alg�n amigo o dependiente que pueda ser influenciado por su ejemplo.

(2) Por nuestros esfuerzos. Debemos esforzarnos y ejercer toda nuestra influencia para inducir a otros, para desterrar de entre nosotros la intemperancia, la blasfemia, las violaciones del s�bado, el descuido de las instituciones religiosas y otros pecados prevalecientes en la �poca y el pa�s en que vivimos.

(3) Por nuestras oraciones. El esfuerzo sin oraci�n, y la oraci�n sin esfuerzo, son igualmente presuntuosos, y pueden considerarse como una tentaci�n de Dios solamente, y si descuidamos cualquiera de los dos, no tenemos derecho a ser contados entre los personajes descritos en nuestro texto.

3. Aquellos que se ven adecuadamente afectados por los pecados de sus semejantes sin duda se ver�n mucho m�s profundamente afectados por los suyos. Mientras sufren bajo la vara de las calamidades nacionales, reconocer�n cordialmente la justicia de Dios y sentir�n que sus propios pecados han contribuido a formar la gran masa de culpa nacional.

II. En los que as� se vean afectados, Dios pondr� una marca de liberaci�n, cuando los que los rodean sean destruidos por Sus juicios desoladores. Esto se puede inferir:

1. De la justicia de Dios. Como se han separado de los dem�s por su conducta, es necesario que la mano de un Dios justo les ponga una marca de separaci�n y liberaci�n. De ah� la s�plica de Abraham con respecto a Sodoma, una s�plica de la que Dios permiti� t�citamente la fuerza. S� testigo de la preservaci�n del culpable Zoar por causa de Lot, y la declaraci�n del �ngel destructor: No puedo hacer nada hasta que t� llegues all�.

2. De la santidad de Dios. Como Dios santo, no puede sino amar la santidad; No puede dejar de amar su propia imagen; No puede dejar de amar a los que le aman. Pero los personajes de los que estamos hablando demuestran por su conducta que s� aman a Dios. Su causa, su inter�s, su honor, lo consideran como propio. Por lo tanto, un Dios santo, mejor dicho, debe mostrar su aprobaci�n de la santidad colocando sobre ellos una marca de distinci�n.

3. De su fidelidad. Dios ha dicho: A los que me honran, honrar�. ( E. Payson, DD )

El car�cter de los dolientes de Sion

En el texto tenemos dos cosas.

1. Una fiesta que se distingue de los dem�s en tiempos de pecado. Y esto lo hacen por su ejercicio, no por un nombre particular de secta o partido, sino por su pr�ctica.

(1) El ejercicio pesado que tienen sobre sus esp�ritus en ese momento. Se expresa con dos palabras, ambas pasivas, importando que hay una carga y un peso de pena y dolor sobre ellas: que las hace suspirar cuando otros r�en; oprime sus esp�ritus, mientras que otros van a la ligera: y los hace llorar. La palabra m�s bien significa gemir, como un hombre herido de muerte, que apenas puede llorar ( Jeremias 51:52 ).

(2) El terreno de este su pesado ejercicio, las abominaciones cometidas en medio de �l.

2. Aqu� est� Dios distinguiendo a ese grupo de otros en un momento de sufrimiento, velando por su seguridad cuando los hombres con las armas de matanza deb�an pasar.

(1) Qui�n da las �rdenes acerca de ellos: Dijo el Se�or.

(2) Qui�n recibe las �rdenes sobre ellos: El que estaba vestido de lino, con un tintero de escritor a su lado. Este es Jesucristo, el �ngel del pacto. Aparece aqu� en todos sus oficios: est� entre los �ngeles destructores como rey; Est� vestido de lino como un sacerdote; �l tiene un tintero de escritor a Su lado como profeta.

(3) El cargo que se les ha dado.

(i) Pasar por el medio de Jerusal�n, las calles principales. Los dolientes se encontraban all�, junto a su carruaje, entre otros, testificando su disgusto por las abominaciones provocadoras de Dios que abundaban entre ellos.

(ii)

Para ponerles una marca. Esto debe hacerse antes de que los �ngeles destructores reciban la palabra sobre la cual caer, para mostrar el cuidado especial que Dios tiene de los suyos en el momento de la mayor confusi�n.

(iii)

Para ponerlo en sus frentes. En la destrucci�n de Egipto, la marca se puso en los postes de sus puertas, porque toda su familia iba a ser salvada; pero aqu� deb�a colocarse en sus frentes, porque solo estaba dise�ado para personas en particular.

I. Los tiempos de abundancia de pecado son tiempos pesados, tiempos de suspiros y gemidos para los piadosos y serios, los dolientes de Sion. Debo dar la importancia de este ejercicio, y en �l el car�cter de los dolientes de Sion, para quienes los tiempos de abundancia de pecado son tiempos pesados, tiempos de suspiros y gemidos.

1. Los dolientes de Sion son personas piadosas que, con respecto a su estado, han salido del mundo yaciendo en la iniquidad y se han unido a Jesucristo ( 1 Juan 5:19 ).

2. Despertando a las personas piadosas, no durmiendo con las v�rgenes insensatas.

3. Lamentadores por sus propios pecados ( Ezequiel 7:16 ).

4. Personas de esp�ritu p�blico, que se preocupan por saber c�mo van las cosas en la generaci�n en la que viven: c�mo prospera el inter�s del Evangelio, qu� consideraci�n se tiene por la ley y el honor de Dios, en qu� caso est� la religi�n, - si El reino de Satan�s gana o pierde terreno.

5. Personas tiernas, cuidadosas de mantener limpias sus propias prendas en un tiempo contaminante, y no atreverse a seguir el curso de los tiempos ( Apocalipsis 3:4 ).

6. Personas celosas, oponi�ndose a la corriente de abominaciones, seg�n tengan acceso ( Salmo 69:9 ).

7. Personas afectadas en el coraz�n por los pecados de la generaci�n, haci�ndoles gemir y gemir por eso ante el Se�or, cuando ning�n ojo ve sino el que todo lo ve ( Jeremias 13:17 ).

(1) Las abominaciones que se cometen est�n en contra del grano y la disposici�n de sus almas; de lo contrario, no los har�an gemir y gemir.

(2) Son una carga para sus esp�ritus, como las cosas viles y sucias lo son para los sentidos.

(3) Son heridas en sus corazones, gimen como heridos ( Jeremias 15:18 ).

(4) Su dolor se desahoga en suspiros y gemidos, como indicios nativos de los afectos de sus corazones ( 2 Corintios 5:4 ).

II. Por qu� estos tiempos son tiempos dif�ciles, tiempos de suspiros y gemidos para los dolientes de Sion.

1. Debido a la deshonra que ven que le hacen a Dios estas abominaciones ( Salmo 69:9 ).

2. Debido a las heridas que ven dadas a la religi�n y al inter�s de Cristo por estas abominaciones, y la ventaja que ven que se acumula para el inter�s del diablo y su reino de ese modo ( Romanos 2:24 ).

(1) Una flecha de dolor por la p�rdida del lado de Cristo.

(2) Una flecha de dolor por la ganancia del lado del diablo.

3. Debido al terrible riesgo, ven a los mismos pecadores correr por estas sus abominaciones ( Salmo 119:53 ).

4. Debido al contagio a otros, ven listos para esparcirse de estas abominaciones ( Mateo 18:7 ; Eclesiast�s 9:1 ).

5. Debido a los juicios de Dios que ellos ven, pueden ser tra�dos sobre los que a�n no han nacido, debido a estas abominaciones. Por eso dice el profeta ( Oseas 9:13 ).

6. Debido al disgusto del Se�or con la generaci�n por estas abominaciones ( Jeremias 15:1 ).

7. Debido a la calamidad com�n en la que ven, estas abominaciones abundantes pueden involucrarlos a ellos mismos ya toda la tierra. ( T. Boston, DD )

Luto por los pecados de otros hombres

I. Es un deber. Si por prescripci�n de Dios debemos lamentar en confesi�n los pecados de nuestros antepasados, cometidos antes de estar en el mundo, ciertamente mucho m�s debemos lamentar los pecados de la �poca en que vivimos, as� como los nuestros ( Lev�tico 26:40 ).

1. Esta era la pr�ctica de los creyentes de todas las edades. Set llam� el nombre de su hijo, que naci� en el momento de profanar el nombre de Dios en la adoraci�n, En�s, que significa triste o miserable, para que �l pudiera tener a la vista de su hijo un monitor constante para excitarlo a un santo dolor por la blasfemia y la idolatr�a que entraron en la adoraci�n de Dios ( G�nesis 4:26 ).

La parte racional y m�s preciosa de Lot estaba molesta por los actos il�citos de la generaci�n de Sodoma, entre quienes viv�a ( 2 Pedro 2:7 ). El hombre m�s manso de la tierra, con dolor e indignaci�n, rompe las tablas de la ley cuando ve su santidad quebrantada por los israelitas, y expresa m�s su pesar por eso, que su honor por las piedras materiales, que Dios ten�a con los suyos. grabado con los dedos las �rdenes de su voluntad.

David; un hombre de la mayor bondad registrada, tuvo un diluvio de l�grimas, porque no guardaron la ley de Dios ( Salmo 119:136 ). Adem�s de su dolor, que no era peque�o, el horror se apoder� de �l por el mismo motivo ( Salmo 119:53 ).

C�mo se lamenta el pobre Isa�as a s� mismo y al pueblo entre quien viv�a ( Isa�as 6:5 ). Quiz�s aquellos que apenas pod�an pronunciar una palabra sin un juramento, o por medio de un hip�crita servicio de labios, se burlaban de Dios en el mismo templo.

2. Era la pr�ctica de nuestro Salvador. Suspir� en su esp�ritu por la incredulidad de esa generaci�n, cuando le pidieron una se�al, despu�s de que tantos les hab�an sido presentados a los ojos ( Marco 8:12 ). La dureza de sus corazones en otro momento levant� tanto su dolor como su indignaci�n ( Marco 3:5 ).

Fue sensible al menor deshonor hacia su Padre ( Salmo 69:9 ). Llor� por la obstinaci�n de Jerusal�n, as� como por su miseria, y eso en el momento de Su triunfo. Los ruidosos hosannas no pudieron silenciar Su dolor y detener sus expresiones ( Lucas 19:41 ).

3. Los �ngeles, en la medida en que son capaces, sienten dolor por los pecados de los hombres. Apenas pueden regocijarse por el arrepentimiento de los hombres sin tener un afecto contrario por la blasfemia de los hombres. �C�mo pueden ser instrumentos de la justicia de Dios si no se enojan contra quienes la merecen?

II. Es un deber aceptable para con Dios.

1. Es el cumplimiento de toda la ley, que consiste en el amor a Dios y al pr�jimo.

(1) Es un gran testimonio de amor a Dios. La naturaleza del verdadero amor es desearles todo el bien a los que amamos, regocijarnos cuando les llega cualquier bien que deseamos, llorar cuando alg�n mal los aflige, y eso con respeto al objeto amado.

(2) Nada puede evidenciar nuestro amor por el hombre m�s que una triste reflexi�n sobre esa maldad que es la ruina de su alma, la perturbaci�n de la sociedad humana, y abre los tesoros de los juicios de Dios para que caigan sobre la humanidad.

2. Es un retorno imitador del afecto de Dios. El pellizco de su pueblo traspas� m�s su coraz�n; una pu�alada a su honor, en agradecimiento, deber�a traspasar la suya.

3. Este temperamento justifica la ley de Dios y su justicia. Justifica la santidad de la ley al prohibir el pecado, la justicia de la ley al condenar el pecado; posee la soberan�a de Dios al mandar, y la justicia de Dios al castigar.

4. Es una se�al de tal temperamento con el que Dios se ha evidenciado en las Escrituras, que ha sido muy afectado. Una se�al de un coraz�n contrito, el mejor sacrificio que puede humear sobre Su altar, junto al de Su Hijo.

III. Es un medio de preservaci�n de los juicios p�blicos.

1. La sinceridad siempre escapa mejor en los juicios comunes, y este temperamento de duelo por los pecados p�blicos es su mayor nota.

2. Este marco nos libera de la culpa de los pecados comunes. Llorar por ellos y orar por ellos es una se�al de que los habr�amos impedido si hubiera estado en nuestro poder; y donde hemos contribuido a ellos, con esos actos revocamos el crimen.

3. La pena por los pecados comunes es un esfuerzo por reparar el honor que Dios ha perdido. Cuando nos preocupamos por el honor de Dios, Dios se preocupar� por nuestra protecci�n. Dios nunca estuvo, ni nunca estar�, detr�s de su criatura en afecto.

4. Los dolientes en Sion son humildes, y la humildad previene los juicios. Dios revive el esp�ritu de los humildes ( Isa�as 57:15 ). Los que participan de las aflicciones del Esp�ritu no necesitar�n los consuelos del Esp�ritu.

5. Los tales guardan el pacto con Dios. El contrato corre por parte de Dios para ser enemigo de los enemigos de su pueblo ( �xodo 23:22 ). Debe correr de nuestra parte amar lo que Dios ama, odiar lo que Dios odia, afligirnos por lo que lo aflige y lo deshonra; �Qui�n puede hacer esto con despreocupaci�n?

6. Los tales tambi�n temen los juicios de Dios, y el temor es un buen medio para prevenirlos. El consejo del �ngel al acercarse los juicios es temer a Dios y darle gloria ( Apocalipsis 14:7 ).

IV. El uso.

1. Repr�ndete por nosotros. �D�nde est� el hombre que cuelga su arpa sobre los sauces cuando el templo de Dios es profanado? Reprueba, entonces ...

(1) Aquellos que se burlan y se divierten del pecado, lejos de estar de luto por �l.

(2) Los que hacen de los pecados ajenos materia de invectivas, m�s que de lamentaciones, y salpican al hombre sin lamentar el pecado.

(3) Aquellos que son imitadores de pecados comunes, en lugar de lamentarse por ellos; como si otros no hubieran robado el derecho de Dios lo suficientemente r�pido y fueran demasiado lentos para sacarlo de Su trono; como si se entristecieran de que otros los hubieran iniciado en la maldad.

(4) Aquellos que se enojan contra Dios, en lugar de enojarse contra su propia necedad ( Proverbios 19:3 ).

(5) Aquellos que est�n m�s transportados contra los pecados de otros, ya que son, o pueden ser, ocasiones de da�o para ellos, que porque son da�os para Dios.

(6) Aquellos que est�n tan lejos de llorar por los pecados comunes que nunca lloraron verdaderamente por los suyos propios; que todav�a tienen los tesoros de la maldad, despu�s que la vara de Dios ha estado sobre ellos ( Miqueas 6:9 ).

2. De consuelo para los que lloran por los pecados comunes. Todo el mundo carnal no tiene tal orden de protecci�n para mostrar en toda la fuerza de la naturaleza, como el m�s mezquino de Sion tiene en sus suspiros y l�grimas. La marca de Cristo est� sobre todos los escudos de la tierra; y los estampados con �l tienen su sabidur�a para guardarlos de la necedad, su poder contra la debilidad, el Padre eterno contra el hombre, cuyo aliento est� en su nariz.

3. Llora por los pecados de la �poca y el lugar donde vives. Es la menor aversi�n que podemos mostrarles. Un torrente de dolor nos convierte en un torrente de pecado.

(1) Este es un medio para tener grandes muestras del amor de Dios.

(2) Es un medio para prevenir juicios. Las l�grimas limpiadas por la sangre de Cristo son un buen medio para apagar esa justicia que es un fuego consumidor. ( S. Charnock, BD )

Humillaci�n cristiana

I. Algunos de los motivos que tenemos para humillarnos ante Dios, para suspirar y llorar, a causa de la iniquidad. Dios tiene derecho al amor y al servicio que recibe de nosotros. �l nos hizo, y al requerir que debamos dedicar esos poderes y facultades con los que nos ha dotado, a �l mismo y a Su servicio, solo requiere esa propiedad que es Suya, y que debe emplearse de una manera agradable. al gran Autor y Due�o de esa propiedad.

Jehov� tambi�n es infinitamente digno del amor supremo y la obediencia devota de su pueblo. Posee todas las perfecciones posibles; se distingue por todas las excelencias morales en un grado infinito. Dios tambi�n ha sido sumamente bondadoso con nosotros. Nos ha brindado innumerables beneficios. �l suple nuestras necesidades diarias, nuestras a cada hora, y no s�lo nos ha provisto a tiempo, sino a expensas de la vida de Su propio Hijo; �l tambi�n ha provisto para nuestra felicidad eterna.

Adem�s de todo esto, el servicio al que Dios nos llama no es solo la obediencia a la que tiene derecho, sino que tambi�n es una obediencia que est� calculada para conferir a quienes le rinden el m�s alto grado de satisfacci�n. Siendo este, entonces, el caso, esta es la relaci�n en la que estamos con Dios, estos son los beneficios que hemos recibido de Su mano, esta la naturaleza y el car�cter del servicio que �l demanda de nosotros, cu�n absolutamente imperdonable de nuestra parte, de cualquier tipo, �cualquier grado de transgresi�n! Una transgresi�n se opone directamente a la naturaleza de Su reino.

As� pues, tenemos amplios motivos de humillaci�n si este d�a se nos acusara a los ojos de Dios, por habernos desviado una sola vez del camino moral de Dios. Pero, �oh! �Cu�n a menudo nos hemos apartado de �l! Ni una sola vez le hemos dado a Dios el santo sentido del amor que �l tiene derecho a recibir de nuestras manos. En cada momento de nuestra existencia consciente o de vigilia hemos sido culpables de no haber cumplido con lo que era nuestro imperioso deber haber cumplido.

Pero adem�s de estas deficiencias que han sido as� innumerables, �oh! �Cu�n numerosas y tambi�n cu�n agravadas nuestras actuales transgresiones positivas! Busca, �oh! busca la contrici�n, la humillaci�n del alma, que debe inspirar un sentimiento de pecado. Pero adem�s de las iniquidades internas, �no prevalecen tambi�n a nuestro alrededor las iniquidades, de un car�cter muy atroz y agravado; iniquidades en alto grado que insultan el nombre de Dios; iniquidades en un alto grado calculadas, si quisi�ramos evitar la indignaci�n del Se�or, y si nos distingui�ramos por el estado mental con el que todos nosotros deber�amos contemplar tales iniquidades prevalecientes, para hacernos suspirar y llorar a causa de ellas?

II. Todav�a hay una marca estampada en cada hijo de Dios. Tienen la impresi�n de la propia imagen de Dios en su car�cter, tienen esos rasgos morales de car�cter estampados en ellos por los que Dios mismo se distingue; por lo tanto, est�n marcados como propiedad de Jehov�, como de una manera muy peculiar y especial suya; y, con respecto a todos ellos, se puede afirmar sin vacilar que debido a las abominaciones que prevalecen, suspiran y lloran.

�Oh! �Cu�n deseoso es que busquemos tener el esp�ritu al que aqu� se advierte el Se�or! �Est� la calamidad a una gran distancia de nosotros? �No hay nubes amenazantes que se ciernen sobre nosotros? ( J. Marshall, MA )

El cuidado de Cristo sobre sus dolientes

I. Dios en todo momento inspecciona estrechamente el estado de Su Iglesia. �Pasad por en medio de la ciudad�, etc. Sus ojos est�n en todo lugar, pero especialmente en la Iglesia, Su tierra agradable, desde un fin de a�o hasta el otro. �l distingue con una precisi�n peculiar a �l mismo, sus verdaderos miembros de los hip�critas. Conoce a sus enemigos y los refrena o los destruye. �l sabe cu�ndo los miembros de ella est�n en el ejercicio correcto y cu�ndo no. �C�mo deber�a esto inspirar temor y reverencia, fe y esperanza, sencillez y sinceridad piadosa en todos sus miembros!

II. La obra principal de Cristo est� en la Iglesia. Cristo es cabeza sobre todas las cosas, para Su Iglesia, que es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. �l obra como Dios en todos los lugares, pero la esfera particular de Su obra est� en Su Iglesia. �l ejecuta todos sus oficios en ella y en ning�n otro lugar, y ha designado ordenanzas como se�ales de su presencia llena de gracia con su pueblo.

III. Los mandados de Cristo a su Iglesia son generalmente por misericordia. �Hacer una marca en la frente�, etc. De hecho, hay excepciones a esta regla. A veces viene a trastornar su constituci�n, a quitar sus ordenanzas, a despedirse de ella y ejecutar sus juicios sobre ella, como en el caso de la Iglesia jud�a despu�s, y de las siete iglesias de Asia. Su designio, a pesar de estos y otros casos, es salvar y liberar cuando venga a Su Iglesia. �l es el Salvador de Su cuerpo, la Iglesia, y todo lo que hace por ella es para su beneficio eterno.

IV. En tiempos de deserci�n grande y general, Dios tiene un remanente de luto. Lo hab�a hecho en Jerusal�n a la hora especificada, por malvado que fuera. Eran pocos en n�mero y desconocidos para el profeta, quiz�s desconocidos para los �ngeles y entre s�; pero eran conocidos por Cristo. Los descubri�, y fue Su obra deliciosa se�alar Su misericordia, y la misericordia de Su Padre, al poner una marca en sus frentes.

�l es infinito en sabidur�a y no puede cometer un error; �l es infinito en poder, y nada puede obstruir Su designio de misericordia hacia Sus propios elegidos. Estos dolientes pueden ser pocos en n�mero, pero Cristo los considera iguales y superiores a una generaci�n de otros hombres. A veces son una tercera parte, a veces una d�cima y otras veces como unas pocas bayas en la parte superior de las ramas superiores; pero a�n estos pocos est�n de duelo.

V. El pecado siempre es aborrecible para el alma santa. Suspira y llora por ello. Todo buen hombre, como An�bal contra los romanos, ha jurado la guerra eterna contra el pecado. Es amargo para �l, porque contrario a la naturaleza, la voluntad y la ley de ese Dios a quien estima y ama supremamente; porque mat� al Se�or Jes�s y contrista al Esp�ritu Santo de Dios. Es amargo en su coraz�n, en su armario, en su familia, en todos los lugares y circunstancias.

VI. Los santos no solo odian el pecado, sino que suspiran y lloran por �l. El primero se refiere al afecto de la mente y el �ltimo a las expresiones de la misma en l�grimas y otros signos de dolor. El dolor por el pecado hizo que los santos en las Escrituras rieguen su lecho con l�grimas, para no comer pan agradable, para mantenerlos despiertos, para hacerlos rodar en el polvo, porque Dios fue deshonrado y el pecado fue cometido por ellos mismos y por otros. �Pobre de m�! �Cu�n pocos se encuentran ahora en semejante ejercicio!

VII. Los buenos hombres lloran, no solo por sus propios pecados, sino por todas las abominaciones cometidas en medio de la tierra. Se afligen, primero por sus propios pecados, y luego por los pecados de los dem�s. Ser�a una aut�ntica hipocres�a invertir este orden; hacerlo es insufrible a los ojos de Dios y del hombre. Los que viven en pecado, que nunca se lamentan por sus propios pecados y, sin embargo, fingen lamentarse por los cr�menes p�blicos, son los personajes m�s detestables.

En la medida en que se extiende el conocimiento del pecado, los hombres buenos lo detestan y se entristecen por �l. Cuando se cometen robos, asesinatos y otros delitos que tienden a disolver la sociedad, cuando la espada del magistrado se extiende en vano, es hora de que Dios act�e y de que los santos tengan un miedo terrible de sus juicios.

VIII. En tiempos de juicios por el pecado, Dios generalmente pone una marca en su remanente de luto. Lo hizo aqu�, y en otros innumerables casos. Es el guardi�n de la Iglesia, el protector de los pobres. Emite una orden de protecci�n a su favor, como en el Salmo 91. Los invita a huir del peligro, como en Isa�as 26:1 .

�l libera la isla de los inocentes, �l salva su suerte en la destrucci�n de los imp�os. Sus Calebs y Joshuas a�n viven. Sus �rboles frutales se salvaron, mientras que los �rboles est�riles fueron alcanzados por su rel�mpago. ( Revista cristiana. )

Tristeza seg�n Dios por la abundante iniquidad

I. Cu�ndo, o en qu� ocasiones, el ejercicio de la tristeza piadosa por el pecado es de una manera peculiar oportuna.

1. Cuando los transgresores son muy numerosos; cuando el cuerpo de un pueblo se corrompe.

2. La llamada se vuelve a�n m�s apremiante cuando los transgresores no s�lo son numerosos, sino tambi�n audaces e insolentes; pecando, como Absal�n, "delante de todo Israel, ya la vista del sol". Este es el presagio fatal de una venganza inminente; porque Dios no siempre tolerar� un desprecio tan insolente de su autoridad.

3. Especialmente cuando los pecadores no s�lo son numerosos e insolentes, sino tambi�n culpables de las m�s groseras abominaciones que en �pocas pasadas han sido seguidas de los m�s tremendos juicios. Si lee las Escrituras, encontrar� que el juramento profano, el perjurio, el desprecio del s�bado, el robo, el asesinato y el adulterio son todos de este tipo.

4. Cuando las personas que los cometen sean resueltas e incorregibles. Cuando se advierte a los malvados de su pecado y peligro; cuando, por la predicaci�n de la Palabra, su deber se les presenta clara y fielmente; cuando son exhortados por otros y reprendidos por sus propias conciencias; cuando son heridos con varas que llevan la firma m�s legible de sus cr�menes; o cuando, de manera m�s suave, son amonestados y advertidos por los castigos que se les infligen a otros por los mismos delitos; cuando, despu�s de todos o cualquiera de estos medios empleados para recuperarlos, todav�a retienen sus iniquidades y no los dejan ir; entonces los piadosos deben lamentarse y lamentarse, y orar con redoblada sinceridad por esas miserables criaturas que no tienen ni el ingenio ni la sabidur�a para orar por ellos mismos.

II. Algunas observaciones obvias relativas a la �poca y el lugar en que se emite nuestra suerte. Es demasiado evidente para negarlo, que los vicios que mencion� bajo el t�tulo anterior, la intemperancia, la lascivia, el abuso m�s insolente del s�bado cristiano, la mentira, la maldici�n y hasta el perjurio mismo, se practican m�s o menos en todos los rincones del mundo. tierra. Sin embargo, como no pueden considerarse estrictamente el reproche peculiar de la �poca actual, les recordar� algunos otros casos de alejamiento de Dios que, con mayor y m�s evidente propiedad, pueden denominarse las caracter�sticas distintivas de los tiempos en que vivimos. .

1. Empiezo por la infidelidad, que �ltimamente se ha extendido por todas las �rdenes de hombres, no exceptuando los m�s bajos.

2. Nuevamente, �no hay un desprecio visible de la autoridad de Dios?

3. Adem�s, parece que, en gran medida, hemos perdido el sentido adecuado de nuestra dependencia de Dios. "Cuando su mano est� levantada, no vemos". Lo olvidamos en la prosperidad; y en la adversidad no miramos m�s alto que la criatura.

4. A todo esto debo agregar el lujo y la sensualidad que ahora han extendido sus ra�ces y ramas tan ampliamente que se puede decir que llenan toda la tierra. El placer se ha convertido al fin en un laborioso estudio; y me temo que para muchos es su �nico estudio, porque no les deja lugar para seguir ning�n otro. Mientras los pobres se esfuerzan, mientras muchos que est�n dispuestos a trabajar no pueden encontrar empleo, y no pocos han abandonado su pa�s de origen para buscar en el extranjero ese sustento que no pod�an ganar en casa; todav�a se persigue el placer con cada vez mayor ardor, y ning�n precio se considera extravagante que pueda a�adirse a �l.

III. Quiero recomendar algunos de los s�ntomas genuinos y los efectos propios del temperamento amable.

1. Nunca podemos estar seguros de que nuestro dolor por los pecados de los dem�s es puro y del tipo correcto, a menos que nuestro coraz�n est� debidamente afectado por el dolor y la tristeza por nuestras propias transgresiones. La tristeza seg�n Dios es justa e imparcial; siempre comienza en casa y hace pocas visitas al extranjero, hasta que primero se lamentan los pecados dom�sticos.

2. Nuestro dolor es del tipo correcto cuando nos lleva a orar por los transgresores; y cuando no tiene este efecto, no solo tenemos motivos para sospechar, sino que podemos concluir, sin vacilar, que es falso y falso.

3. Nuestro dolor por los pecados de los dem�s, si es puro y genuino, ir� acompa�ado de los esfuerzos adecuados para reclamarlos. Todo verdadero doliente se considerar� a s� mismo como "el guardi�n de su hermano" y no dejar� ning�n medio sin intentar evitar su ruina. Expondr� su culpa y peligro ante �l de la manera m�s prudente y conmovedora que pueda; y aunque encuentre muchos rechazos, no, aunque su labor de amor deba ser recompensada con desprecio y odio, sin embargo, repetir� su aplicaci�n una y otra vez, y aprovechar� cada oportunidad favorable que se le presente.

4. Si en verdad poseemos este temperamento amable, si nuestro dolor por la abundante iniquidad fluye de la fuente pura del amor a Dios, y el celo por su gloria, reconoceremos su causa en los tiempos m�s peligrosos, y tampoco contaremos nada. querido ser arriesgado en su servicio. Debemos estar actuando en una humilde dependencia de Su gracia; y entonces ambos podremos pedir, y esperar obtener, Su bendici�n sobre nuestros esfuerzos.

Pero si oramos y nos quedamos quietos; si yacemos aullando en nuestras camas, cuando deber�amos estar en nuestro trabajo, ofendemos a Dios en lugar de agradarle, y no podemos esperar otra respuesta que esta: "�Qui�n ha pedido estas cosas de tu mano?" ( R. Walker. )

Llorando por los pecados de la ciudad

I. Las personas mencionadas. Los que gimen y lloran, etc. De donde podemos observar, que hay tales personas que lo hacen, y es su deber hacerlo, incluso suspirar y llorar por las abominaciones, todas ellas, que se hacen en el en medio de la ciudad.

1. Por su odio y antipat�a internos, incluso hacia el pecado mismo.

2. Por amor a Dios y por la ternura de Su honor y gloria.

3. Por respeto a s� mismos y su propio beneficio. Cuanto m�s pecado hay en el exterior, m�s se preocupan todos los hombres por �l; no s�lo los malos, sino los buenos, que de aqu� corren un peligro mucho mayor; y eso en un doble aspecto, tanto en materia de contaminaci�n como de castigo. Est�n m�s en peligro de ser contaminados desde aqu�, y est�n m�s en peligro de ser afligidos desde all�; y esto hace que se preocupen mucho por ello.

4. Los siervos de Dios tienen aqu� tambi�n respeto hacia los dem�s, incluso a veces hacia los mismos hombres malvados, a quienes considera como hombres por los que se lamentan, mientras son culpables de tales o cuales abortos. Aquellos que no pueden llorar por s� mismos, por la obstinaci�n de s� mismos; sin embargo, en esos casos tienen a otros mejores que ellos para llorarlos.

(1) Aqu� est�n las expresiones de dolor, y son dos, "suspirar" y "llorar". El primero significa un duelo m�s secreto y retirado en s� mismo. El segundo significa un duelo m�s abierto y expuesto a la observaci�n. Ambos est�n de acuerdo con la ocasi�n y el negocio aqu� en la mano. Los que son siervos de Dios, hacen ambas cosas en estas ocasiones; ambos conciben el dolor interiormente y tambi�n lo expresan exteriormente.

La segunda es la ocasi�n de estas expresiones, y son las abominaciones que se cometen. Lo que es abominable deber�a ser especialmente aborrecido por nosotros. La tercera cosa es el alcance de la comisi�n, tanto en la palabra de universalidad, todos; y de lugar, en medio de la ciudad. Esto muestra cu�n lejos se hab�an extendido estas abominaciones, y qu� lugar hab�an logrado entre ellas como cuesti�n de lamentarse y lamentarse.

II. Un especial cuidado o consideraci�n que se les tiene. Ve y pon una marca en la frente de aquellos que, etc.

1. Es una marca de honor y observaci�n; tales personas como estas, son altamente estimadas y tenidas en cuenta por Dios mismo.

2. Es una marca de conservaci�n igualmente, y eso en especial; es una marca por la cual Dios los distingue de otras personas en la ejecuci�n de sus juicios, de los que amablemente los exime. Ahora bien, la raz�n de la indulgencia de Dios para con las personas as� afectadas es especialmente por este motivo:

(1) Porque son aquellos que honran m�s especialmente a Dios y lo glorifican, tanto en sus atributos como en su providencia; ya los que le honran honrar�, y tambi�n proteger�.

(2) Como estos, cierran y obedecen a �l en el camino de Su juicio; por tanto, tendr� m�s misericordia de ellos. Vienen a �l en aquellos fines que �l se propone a S� mismo en Sus visitaciones, y as� lo impiden y le ahorran un trabajo. Y Dios no ama en absoluto afligir m�s de lo necesario.

III. Hay diversos tipos de personas en el mundo que no cumplen con este deber.

1. Aquellos que practican las abominaciones est�n lo suficientemente lejos de estar de luto por ellas y, por lo tanto, lo suficientemente lejos de este privilegio aqu� mencionado en el texto, de tener una marca sobre ellos.

2. Los que alientan a otros en la iniquidad, y no solo no los refrenan, sino que los tolera y promueven en ella.

3. Lo cual es un grado menor de ella, que no ponen los pecados y abominaciones en su coraz�n, que no son humillados por ellos, cuando les concierne, y conviene que sean. Como deseamos que Dios no nos juzgue, nos incumbe juzgarnos a nosotros mismos. ( T. Herren, DD )

La marca de seguridad en tiempos turbulentos

I. La b�squeda.

1. No es una b�squeda superficial lo que Dios instituye. Si fuera as�, �qui�n no tendr�a "la marca"? cu�n pocos ser�an sobre los que �el arma de la matanza� har� su trabajo.

2. Es un registro de la casa por el cual debemos ser probados. Mira bien lo que sucede dentro de tu habitaci�n, si quieres que pase �el arma de la matanza� y no te toque. �Tiene Dios su altar en tu casa, de modo que tu familia no pueda ser clasificada entre los que "no invocan su nombre"? �Se lee la Palabra de Dios dentro de tus muros, y esa Palabra se toma la decisi�n del tribunal de la cual no hay apelaci�n? Es una b�squeda del coraz�n.

Dios "prueba las riendas y el coraz�n". Fue la triste confesi�n de uno, tambi�n a la hora, cuando necesitaba cada estad�a, "que aunque hab�a mantenido la profesi�n de religi�n en su casa, nunca hab�a tenido la realidad en su coraz�n". No dejes que esta convicci�n sea tuya. "Guarda tu coraz�n con toda diligencia".

II. El suspiro y el llanto. �Pon una marca en la frente de los hombres que gimen y claman por todas las abominaciones que se hacen�, etc. Los hombres consideran pobres y miserables a los que, buscando las se�ales de los tiempos, son solemnizados en el coraz�n, a causa de � las cosas que vendr�n sobre la tierra �; pero conc�deme, Se�or. el coraz�n contrito, "el suspiro y el clamor" por el mal que hay en el mundo. Esto atrae la mirada de Dios.

1. Esta disposici�n mental incluye una percepci�n del pecado, alguna percepci�n del misterio de la iniquidad; los tales ven que con toda la hermosa superficie que presenta el pecado, es odioso a los ojos de Dios, ruinoso para el alma en la que habita, que es del infierno y conduce al infierno.

2. El amor de Dios, y por lo tanto el deseo de Su gloria, es la fuente principal de ese dolor de coraz�n del que se habla en nuestro texto.

3. � Conocemos este bendito dolor, este �suspiro y clamor� de nuestro texto? Fuertes son las llamadas a ello; �encuentran una respuesta dentro de nosotros?

III. La marca de seguridad. "Establecer una marca".

1. �sta es la marca protectora que los hombres deben buscar en tiempos dif�ciles. El mundo tiene sus lugares de seguridad, sus torres de fuerza, sus armas carnales, sus sabios planes, pero "como un sue�o cuando uno despierta", as� desaparecen y fallan en la hora de necesidad.

2. Esta marca es indeleble, no se puede quitar. Los reyes tienen sus marcas, sus �rdenes de m�rito, sus distinciones y t�tulos para distribuir, pero un soplo de estallido popular puede barrerlos a todos. La muerte ciertamente los quita, quebranta el personal del cargo, �el hombre que es honrado no permanece�; pero esta se�al de seguridad de la que habla nuestro texto, �de qui�n nos privar�?

3. Se reconocer� y acusar� recibo en el �ltimo d�a. Puede que sobrevengan ayes sobre la tierra, pero no te da�ar�n; vendr� la muerte, pero te resultar� vida; el d�a del juicio te reunir� en gloria. ( F. Storr, MA )

El cuidado de Dios de su pueblo en tiempos de peligro

1. El Se�or mira al mundo con ojos discriminatorios; �l considera que algunos ser�n marcados, y otros no ser�n marcados. Su ojo distingue entre lo precioso y lo vil ( Salmo 34:15 ).

2. Cuando el Se�or procede a juzgar ciudades, iglesias, personas, reinos, lo hace con criterio y consideraci�n. �l no derrama ira del cielo en todas las aventuras, que se encienda donde y sobre quien quiere; pero pregunta qui�nes son aptos para ser castigados y qui�nes deben ser perdonados.

3. En los peores tiempos, Dios tiene algunos que son fieles y le sirven. Dios tuvo a Su Huss, Jer�nimo de Praga y Lutero, en tiempos bastante malos.

4. El n�mero de hombres que se salvar�n en Jerusal�n es reducido.

5. El Se�or tiene un cuidado especial de Sus santos cuando a otros les sobrevienen juicios terribles y destructores.

(1) De la persona empleada para hacerlo, y ese es el Se�or Cristo, quien era el hombre con el tintero a Su lado. Cuando Dios no emplea a un profeta, ni a un �ngel, sino a su propio Hijo amado, para hacer esta obra, para se�alar a los piadosos, es un argumento de tierno cuidado hacia ellos.

(2) Debe "pasar por en medio de la ciudad", y mirar en cada lugar, hacer una b�squeda exacta y encontrarlos dondequiera que estuvieran escondidos; Dios no quiere que descuide ning�n lugar, no sea que pase por alg�n santo.

(3) Seguramente debe marcarlos. Las firmar�s con una se�al, es decir, ciertamente las firmar�s; la duplicaci�n de la palabra en el original se�ala la intenci�n y el cuidado de Dios de que se haga.

(4) De las personas selladas:

(i) Hombres. Se pone indefinidamente, no se limita a nobles, sabios, ricos, eruditos, sino a cualquier condici�n de hombres que fueran piadosos; cualquier pobre, cualquier sirviente, cualquier ni�o, cualquier peque�o, que su gracia nunca sea tan mezquina, si tuvieran alguna gracia, deber�an tener el sello as� como lo mejor.

(ii)

Dolientes.

6. Es el Se�or Cristo quien es el marcador de los santos.

7. Dios y Cristo no se averg�enzan de los suyos en los peores tiempos y en los mayores peligros.

8. Los fieles est�n tan lejos de cumplir con la iniquidad de los tiempos, que gimen y lloran por sus abominaciones. ( W. Greenhill, MA )

Cristianos una protesta viva contra el pecado

I. Descripci�n del pueblo de Dios.

1. Est�n suspirando, afligidos.

2. Son los que lloran, protestan.

II. Su peculiar marca, una marca de ...

1. Separaci�n.

2. Servicio.

3. Una marca visible.

4. Una marca de seguridad. ( WW Whythe. )

No perdone vuestro ojo, ni teng�is piedad .

Venganza

I. La principal distinci�n entre los hombres es moral. �Sobre qu� principio se hicieron estas dos divisiones (vers�culos 4, 5)?

1. No es un capricho irracional.

2. Ninguna caracter�stica del material.

3. Sin cualidades mentales.

4. Simplemente el car�cter moral.

El "gran abismo fijo" es la diferencia espiritual entre el impenitente y el devoto, el ego�sta y el amoroso, el cristiano y el sin Cristo.

II. Los resultados de esta distinci�n son tremendos. Estar en el lado equivocado de esta l�nea divisoria significaba estar condenado a los seis asesinos, y significa la destrucci�n eterna. La lujuria es un pasaje, el amor al dinero es un c�ncer, la intemperancia es una inundaci�n, el amor propio es una petrificaci�n; y estos siempre est�n quemando, devorando, ahogando o endureciendo la virilidad de los pecadores. Y est�, adem�s, "la muerte segunda". La bondad es seguridad ahora y para siempre.

III. La superintendencia Divina del destino humano es perfecta. Cada detalle de este juicio fue dado por Dios. Por medio de �l, el �ngel sab�a a qui�n sellar, y los dem�s sab�an a qui�n matar. As� es siempre; los arreglos para el futuro retributivo del hombre est�n a salvo, porque:

1. El car�cter y la condici�n moral ahora son conspicuos. El sello est� en la frente.

2. El arreglo es Divino. No puede haber error ni injusticia. ( Urijah R. Thomas. )

Versículo 8

Fui dejado.

Salvado

I. Una reflexi�n pat�tica, que parece invitarnos a hacer una retrospectiva solemne: "Me qued�". Muchos de ustedes recuerdan tiempos de enfermedad. Caminaste entre las tumbas, pero no tropezaste con ellas. Enfermedades feroces y fatales acechaban en tu camino, pero no se les permiti� devorarte. Las balas de la muerte silbaban junto a tus o�dos y, sin embargo, estabas vivo, porque su bala no ten�a palanquilla para tu coraz�n.

�Me qued� - preservado, gran Dios, cuando muchos otros perecieron; sostenido, de pie sobre la roca de la vida cuando las olas de la muerte me azotaron, el roc�o cay� pesadamente sobre m� y mi cuerpo estaba saturado de enfermedad y dolor, pero todav�a estoy vivo, todav�a puedo mezclarme con las atareadas tribus de hombres. Ahora bien, �qu� sugiere una retrospectiva como �sta? �No deber�amos cada uno de nosotros hacernos la pregunta: �Para qu� se me perdon�? �Por qu� me qued�? �Ser� que la misericordia podr�a visitarlo todav�a, que la gracia a�n pueda renovar su alma? �Lo has encontrado as�? Dime, pecador, al mirar atr�s a los tiempos en que te dejaron, �fuiste salvado para que pudieras ser salvo con una gran salvaci�n? Cambiemos la mirada retrospectiva y contemplemos la misericordia de Dios con otra luz.

"Fui dejado." Naciste de padres imp�os; las primeras palabras que puedes recordar fueron viles y blasfemas, una l�stima que no puedas repetirlas. Creciste, t� y tus hermanos y hermanas, uno al lado del otro; llenaron el hogar de pecado, continuaron juntos en sus cr�menes de juventud y se animaron mutuamente en malos h�bitos. Recuerdas c�mo murieron uno y otro de tus viejos camaradas; los seguiste a sus tumbas, y tu alegr�a se detuvo un rato, pero pronto estall� de nuevo.

Luego muri� una hermana, sumergida en la boca por la infidelidad; despu�s de que se llevaron a un hermano, no ten�a esperanza en su muerte, todo era oscuridad y desesperaci�n ante �l. Y as�, pecador, has sobrevivido a todos tus camaradas. Y ahora te quedaste, pecador; y, bendito sea Dios, tal vez puedas decir: �S�, y no solo me qued�, sino que estoy aqu� en la casa de oraci�n; y si conozco mi propio coraz�n, no hay nada que deba odiar tanto como volver a vivir mi vida anterior.

�As� como has servido al diablo en las buenas y en las malas, hasta que viniste a servirle solo, y tu compa��a se hab�a ido, as� por la gracia divina puedes estar comprometido con Cristo, seguirlo, aunque todo el mundo lo desprecie. , y aguantar hasta el final, hasta que, g todo profesor sea un ap�stata, todav�a podr�a decirse de usted al final, ��l qued�; estuvo solo en el pecado mientras sus camaradas murieron; y luego se qued� solo en Cristo cuando sus compa�eros lo abandonaron.

Por lo tanto, de ti siempre deber�a decirse: '�l fue dejado' �. Esto sugiere tambi�n una forma m�s de la misma retrospectiva. �Qu� providencia tan especial ha vigilado a algunos de nosotros y ha protegido nuestros d�biles cuerpos! �Por qu� est�s a salvo? eres un hombre inconverso? una mujer inconversa? �Con qu� fin est�s a salvo? �Ser� para que en la hora und�cima seas salvo? Dios conceda que sea as�. �Pero eres cristiano? Entonces no te resultar� dif�cil responder a la pregunta: �Por qu� est�s a salvo? D�galo, d�galo, anciano; cuenta la historia de esa gracia preservadora que te ha mantenido despierto hasta ahora. Dile a tus hijos ya los hijos de tus hijos qu� Dios es en quien has confiado.

II. Una perspectiva. "Y me qued�". T� y yo pronto pasaremos de este mundo a otro. Esta vida es, por as� decirlo, pero el transbordador; estamos siendo llevados a trav�s, y pronto llegaremos a la verdadera orilla, la verdadera tierra firme,porque aqu� no hay nada sustancial. Gran Dios, �estar� all� envuelto solo en Su justicia, la justicia de Aquel que sienta a mi Juez erguido en el tribunal? Este ojo mirar� hacia arriba, �se atrever� este rostro a volverse hacia el rostro de Aquel que est� sentado en el trono? �Me mantendr� tranquilo e impasible en medio del terror y la consternaci�n universales? �Ser� yo contado con la buena compa��a que, vestida con el lino blanco que es la justicia de los santos, esperar� el choque, ver� a los imp�os arrojados a la destrucci�n y se sentir� y sabr� que est� seguro? �Ser� as�, o ser� atado en un fardo para quemar, y arrastrado para siempre por el aliento de las narices de Dios, como la paja arrastrada por el viento? Debe ser uno u otro;

III. Un contraste terrible. Habr� algunos que no se quedar�n en el sentido del que hemos estado hablando y, sin embargo, se quedar�n de otra manera m�s espantosa. Ser�n abandonados por la misericordia, abandonados por la esperanza, abandonados por los amigos, y ser�n presa de la furia implacable, de la repentina, infinita y absoluta severidad y justicia de un Dios airado. Pero no quedar�n exentos de juicio, porque la espada los hallar�, las copas de Jehov� llegar�n hasta su coraz�n. ( CH Spurgeon. )

�Destruir�s todo lo que queda de Israel? -

Celo y piedad

El profeta pasa de un estado de �nimo a otro. A veces simpatiza con el resentimiento Divino, y �l mismo est� lleno de ira contra el pueblo pecador ( Ezequiel 3:14 ), y de desprecio que se regocija por sus castigos venideros ( Ezequiel 6:11 ), pero cuando los juicios de Dios son ante sus ojos se horroriza ante su severidad, y su piedad por los hombres supera su celo religioso. ( AB Davidson, DD )

Versículo 9

La iniquidad de la casa de Israel y de Jud� es muy grande.

El mal y su remedio

(con 1 Juan 1:7 ): - No podemos aprender nada del Evangelio excepto sintiendo sus verdades, - ninguna verdad del Evangelio es verdaderamente conocida y realmente aprendida hasta que la hemos probado y probado y probado, y su poder se ha ejercido sobre nosotros. Nadie puede conocer la grandeza del pecado hasta que lo haya sentido, porque no hay vara de medir para el pecado excepto su condenaci�n en nuestra propia conciencia, cuando la ley de Dios nos habla con un terror que puede sentirse.

Y en cuanto a la riqueza de la sangre de Cristo y su capacidad para lavarnos, de eso tampoco podemos saber nada hasta que seamos lavados y hayamos probado que la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos ha limpiado de todo. pecado.

1. Comenzar�, entonces, con la primera doctrina: "La iniquidad de la casa de Israel y de Jud� es sumamente grande". Algunos imaginan que el Evangelio fue ideado, de una forma u otra, para suavizar la dureza de Dios hacia el pecado. �Ah! �Qu� equivocada la idea! No hay una condenaci�n del pecado m�s dura en ninguna parte que en el Evangelio. Tampoco el Evangelio de ninguna manera le da al hombre la esperanza de que las exigencias de la ley se relajen de alguna manera.

Cristo no apag� el horno; Prefiere calentarlo siete veces m�s. Antes de que viniera Cristo, el pecado me parec�a peque�o; pero cuando vino, el pecado se volvi� extremadamente pecaminoso, y toda su espantosa atrocidad comenz� antes de la luz. Pero, dice uno, seguramente el Evangelio elimina en cierto grado la grandeza de nuestro pecado. �No suaviza el castigo del pecado? �Ah, no! P�rate a los pies de Jes�s cuando te habla del castigo del pecado y del efecto de la iniquidad, y puedes temblar all� mucho m�s de lo que hubieras hecho si Mois�s hubiera sido el predicador, y si el Sina� hubiera estado en segundo plano para concluya el serm�n.

Y ahora procuremos ocuparnos de los corazones y las conciencias por un momento. Hay algunos aqu� que nunca han sentido esta verdad. Pero ven, d�jame razonar contigo un momento. Tu pecado es grande, aunque lo creas peque�o. S�gueme en estos pocos pensamientos y tal vez lo entiendas mejor. Cu�n grande es un pecado cuando, seg�n la Palabra de Dios, un solo pecado puede bastar para condenar el alma.

Recuerde que un pecado destruy� a toda la raza humana. Una vez m�s, qu� imprudente e impertinente es el pecado. �Mirad! hay un Dios que lo llena todo en todo, y �l es el Creador Infinito. �l me hace, y yo no soy nada m�s a sus ojos que un animado grano de polvo; �y yo, ese animado grano de polvo, con una mera existencia ef�mera, tengo la impertinencia y la imprudencia de oponer mi voluntad contra la suya! Me atrevo a proclamar la guerra contra la Infinita Majestad del cielo.

Nuevamente, cu�n grande parece su pecado y el m�o, si pensamos en la ingratitud que lo ha marcado. �Oh, si ponemos nuestros pecados secretos a la luz de Su misericordia, si nuestras transgresiones se ponen al lado de Sus favores, debemos decir cada uno de nosotros, nuestros pecados, en verdad, son extremadamente grandes! Y nuevamente, lo repito, esta es una doctrina que ning�n hombre puede conocer y recibir correctamente hasta que la haya sentido. �Alguna vez has sentido que esta doctrina es verdadera: �mi pecado es muy grande�?

2. �Bueno�, grita uno, girando sobre sus talones, �hay muy poco consuelo en eso. Es suficiente para llevarlo a la desesperaci�n, si no a la locura misma �. �Ah, amigo! tal es el dise�o mismo de este texto. Por tanto, pasamos de ese terrible texto al segundo: "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado". Ah� yace la negrura; aqu� est� el Se�or Jesucristo. �Qu� har� con �l? �Ir�, le hablar� y dir�: "Este no es un gran mal, esta negrura no es m�s que una peque�a mancha"? Oh no; �l lo mira y dice: �Esta es una negrura terrible, una oscuridad que se puede sentir; este es un mal muy grande.

Entonces, �lo cubrir�? �Tejer� un manto de excusa y luego envolver� con �l la iniquidad? �Ah, no! cualquier cubierta que haya podido haberla quita, y declara que cuando venga el Esp�ritu de verdad convencer� al mundo de pecado, desnudar� la conciencia del pecador y sondear� la herida hasta el fondo. �Qu� har� entonces? Har� algo mucho mejor que poner una excusa o que fingir de alguna manera hablar a la ligera de ello.

�l lo limpiar� todo, lo quitar� por completo por el poder y la virtud meritoria de Su propia sangre, que es capaz de salvar hasta lo sumo. "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado". Det�ngase en la palabra "todos" por un momento. Por grandes que sean tus pecados, la sangre de Cristo es a�n mayor. Tus pecados son como grandes monta�as, pero la sangre de Cristo es como el diluvio de No�; veinte codos hacia arriba prevalecer� esta sangre, y la cumbre de los montes de tu pecado ser� cubierta.

Simplemente tome la palabra �todos� en otro sentido, no solo como si incluyera todo tipo de pecado, sino como si comprendiera la gran masa agregada del pecado. �Podr�as soportar leer tu propio diario si hubieras escrito all� todos tus actos? No; porque aunque seas el m�s puro de la humanidad, tus pensamientos, si pudieran haber sido registrados, ahora, si pudieras leerlos, te sorprender�an y asombrar�an de que seas lo suficientemente demonio como para haber tenido tales imaginaciones dentro de tu alma.

Pero p�ngalos todos aqu�, y todos estos pecados la sangre de Cristo podr� lavarlos. No, m�s que eso. Venid ac�, miles de los que est�is reunidos para escuchar la Palabra de Dios; �Cu�l es el agregado de tu culpa? �Podr�as decirlo de modo que la observaci�n mortal pudiera comprender el todo dentro de su alcance? Era como una monta�a con una base, ancha como la eternidad, y una cumbre elevada casi como el trono del gran arc�ngel.

Pero recuerde, la sangre de Jesucristo su Hijo limpia de todo pecado. Sin embargo, una vez m�s, en el elogio de esta sangre debemos notar una caracter�stica m�s. Algunos de ustedes aqu� est�n diciendo: ��Ah! esa ser� mi esperanza cuando llegue a morir, que en la �ltima hora de mi extremidad la sangre de Cristo quite mis pecados; ahora es mi consuelo pensar que la sangre de Cristo lavar�, limpiar� y purificar� las transgresiones de la vida.

�Pero f�jate! mi texto no dice eso; no dice que la sangre de Cristo limpiar� - eso era una verdad - pero dice algo m�s grande que eso - dice, �La sangre de Jesucristo su Hijo limpia� - limpia ahora. �Ven, alma, este momento ven a Aquel que colg� de la Cruz del Calvario! ven ahora y l�vate. Pero, �qu� pretendes con venir? Quiero decir esto, ven t� y pon tu confianza en Cristo, y ser�s salvo. ( CH Spurgeon. )

La tierra est� llena de sangre. -

Crimen

I. La absoluta falta de formaci�n moral en miles de hogares es una de las causas de la prevalencia de la delincuencia. �Qu� le importa a la madre elegante o al padre profundamente inmerso en los negocios por la cultura moral de sus hijos? De ah� que crezcan en la ignorancia de todos esos principios morales y virtuosos que son las grandes salvaguardas contra el crimen. Entonces, en miles de hogares, la madre con exceso de trabajo no tiene �nimo para los deberes que le debe a sus pobres hijos abandonados.

II. La profanaci�n casi universal del santo s�bado es otra fuente fruct�fera de crimen. Este es el d�a de Dios y el hombre no tiene derecho a apropiarse de �l ni para el placer ni para los negocios.

III. La intemperancia se suma constantemente a la larga lista de criminales. Es en s� mismo un crimen y la fuente prol�fica de toda forma de iniquidad.

IV. La laxitud con la que se aplican las leyes invita a violarlas.

V. Otra fuente de delincuencia es la literatura baja y viciosa.

VI. Con verg�enza decimos la verdad, que muchos de los cr�menes de esta �poca se pueden rastrear hasta el p�lpito. Es demasiado tierno para el crimen. Tiene miedo o verg�enza de denunciar el pecado. ( RH Rivers, DD )

Y la ciudad llena de perversidad. -

Tentaciones propias de los cristianos en las grandes ciudades

Como este es un estado de prueba moral, es el dise�o de Dios permitirnos estar rodeados de tentaciones mientras vivimos en este mundo. A veces, estos provienen de nuestra relaci�n con nuestros semejantes, a veces de nuestros propios corazones corruptos dentro de nosotros y, a veces, de las artima�as del gran tentador. Tambi�n hay ciertos per�odos o situaciones en la vida en los que estamos expuestos a tipos particulares de tentaciones.

Los que acosan al joven, los que acosan al hombre de mediana edad y los que acosan al anciano pueden ser diferentes y, sin embargo, cada uno est� adaptado al per�odo particular de la vida. Tambi�n hay lugares particulares en los que las tentaciones son m�s pesadas que en otros.

I. Los cristianos de las grandes ciudades est�n especialmente tentados a pasar por alto la culpa del pecado. Todos sabemos que la familiaridad con cualquier cosa tiene un efecto maravilloso sobre nuestros sentimientos; y que es un principio de la naturaleza humana, que lo que en s� mismo es repugnante, por familiaridad, dejar� de repugnar. La primera vez que el estudiante de medicina entra en la sala de disecci�n tiene una emoci�n muy cercana a la de estremecimiento.

Los muertos mutilados est�n esparcidos por todas partes, y los que sostienen el cuchillo de disecci�n est�n all�, silenciosos como los muertos, como si ese no fuera lugar para la alegr�a. Las im�genes que ve lo persiguen despu�s de salir de la habitaci�n. Pero en unos pocos a�os este mismo hombre puede encerrarse all� durante d�as y apenas tener un sentimiento de rebeli�n o una imagen desagradable que permanezca en su mente. El joven soldado, que se une por primera vez a su compa��a, nunca ha infligido voluntariamente una herida a ning�n ser humano.

Nunca ha visto fluir sangre humana, y nunca ha visto la angustia creada por dise�o. El primer juramento de su camarada lo asusta. Al ritmo del tambor, que por primera vez lo llama a enfrentarse al enemigo, palidece. Pero necesita estar en el ej�rcito solo unos pocos a�os, y puede presenciar la ca�da de los hombres a su alrededor, ver los restos destrozados de su compa�ero, escuchar los gemidos de la muerte y ver todas las crueldades del campo de batalla, y incluso cerca del enemigo, bayoneta a bayoneta, y mata a sus enemigos hombre a hombre, y sin embargo, al final del d�a, toma su comida y se acuesta a dormir con tanta indiferencia como si se hubiera dedicado a cosechar el cosecha de trigo.

Esto casi literalmente se est� endureciendo ante la miseria y la aflicci�n, y es una clara ilustraci�n del principio. Ahora bien, en las grandes ciudades es casi imposible no tener la mente en contacto casi constante con el pecado y el crimen. All�, el s�bado es pisoteado, sin miedo, constantemente y sin verg�enza, por los altos y los bajos. �Y necesita pruebas de que esta familiaridad con el quebrantamiento del s�bado destruye algo del car�cter sagrado de ese d�a? Tambi�n en las grandes ciudades, la tentaci�n de no sentir responsabilidad ante Dios por c�mo se gasta el dinero es muy grande y muy angustiosa.

La familiaridad con el pecado tambi�n comienza temprano en las grandes ciudades; y si Dios, en su providencia, quitara el velo que lo cubre todo, deber�amos asombrarnos de los cr�menes que los hijos de padres cristianos practican en sus primeros a�os y de las pr�cticas permitidas, sin apenas temblar por las consecuencias.

II.Los cristianos de las grandes ciudades se ven particularmente tentados a participar en las diversiones mundanas. Por diversiones mundanas me refiero a las que son el mayor deleite de las personas que profesan vivir solo para este mundo. Si especifico tarjetas, bailes y teatros, ser� lo suficientemente definido como para ser entendido. Ahora, cuando las puertas est�n abiertas de par en par - cuando el mundo alrededor - la gran masa de la humanidad - dice que no hay da�o en esas emocionantes diversiones, aunque saben que est�n m�s atestadas por aquellos que viven m�s lejos de Dios; cuando est�n tan de moda que dif�cilmente puedes mezclarte con la sociedad refinada, a menos que te unas a ellos; cuando se adaptan precisamente a nuestro natural y fuerte deseo de excitaci�n, �hay algo extra�o en que el cristiano deba sentir que es dif�cil que su Biblia advierte, �no toques, no gustes, manejar no �? �Es maravilloso que algunos piensen que es un peque�o pecado - un pecado, sin duda, pero tan peque�o que Dios no lo notar� - que muchos sienten que pueden arrancar el fruto esta vez? que muchos piensan que no son conocidos por hacerlo, y piensan que todo est� oculto a los ojos de sus compa�eros cristianos?

III. Los cristianos de las grandes ciudades se ven especialmente tentados a descuidar la religi�n del coraz�n. Se necesita mucho m�s trabajo para hacer rodar una piedra por una colina empinada que por una colina cuyo �ngulo de ascenso es menor; y si la piedra es muy lisa y el suelo muy resbaladizo, el trabajo aumenta a�n m�s. �Qui�n que haya vivido en la gran ciudad s�lo unos pocos a�os necesita que se le recuerde que todas las buenas impresiones se desvanecen casi tan pronto como se hacen? Quiz�s los mismos h�bitos de los negocios, tan esenciales para su prosperidad en la ciudad, tengan una infeliz influencia sobre la religi�n del coraz�n.

Te levantas a una hora determinada por la ma�ana; abre tu tienda en un momento dado; saber hasta el momento en que llega el correo y se cierra; debe cumplir con sus cuentas en un momento dado; y as� tienes el h�bito de ser puntual y exacto. Cuando llegue el momento de hacer esto o aquello, h�galo y luego t�relo de la mente. �Y no existe la tentaci�n de tratar los deberes del armario de la misma manera? Y as� podemos tener el nombre de religi�n y la forma de religi�n, mientras que el coraz�n es ajeno a su poder; y cuando colocamos a la religi�n en el fr�o nivel de los negocios, podemos estar seguros de que nos dominar� demasiado poco para subyugar el alma o consolarla.

Es mi prop�sito aqu� se�alar cu�n raras veces la religi�n personal y experimental se convierte en tema de conversaci�n entre cristianos. El hecho no ser� cuestionado. �C�mo se puede explicar? �Es porque hay tantos otros temas flotando, que nunca nos quedamos sin escuchar o contar algo nuevo? Pero, �por qu� la experiencia religiosa no es uno de los primeros temas de conversaci�n? O, si no est� entre los primeros, �por qu� est� totalmente desterrado? �Lo necesitamos menos aqu� que en otros lugares? �O es porque somos muy propensos a descuidar el coraz�n y nos resulta m�s agradable pisar la superficie que ir tan profundo como el coraz�n? Entonces, en cuanto a la lectura, �cu�nto m�s fuerte es la tentaci�n de poner la mano sobre el nuevo peri�dico matutino y dedicar alg�n tiempo a eso, que al Libro de Dios! Para seguir el ritmo de los acontecimientos humanos, y, sin embargo, no nos pesen las cosas eternas. La tentaci�n de descuidar tambi�n el coraz�n, por el hecho de que nuestro tiempo est� tan completamente absorto, es muy grande.

Esto hace que los cristianos sean superficiales, cristianos que no pueden resistir la tentaci�n; y quienes, cuando vengan las tentaciones, no preguntan qu� quiere Dios que hagan ahora, y c�mo quiere que las enfrenten, sino c�mo pueden eludir la responsabilidad y hacer que todo se convierta en su propio beneficio.

IV. Los cristianos de las grandes ciudades se sienten especialmente tentados a no ser caritativos entre s�. El car�cter, tenso y en plena acci�n, est� siempre ante ti, y ves todos sus defectos. Las articulaciones del arn�s se abren constantemente, y cualquier hombre puede arrojar una flecha, aunque tire del arco a la aventura. El car�cter es la cosa m�s f�cil del mundo para hablar. Nos conocemos, y debemos conocernos m�s plenamente, situados como estamos en las grandes ciudades; pero esto, en lugar de volvernos poco caritativos, censuradores y severos entre nosotros, deber�a hacernos recordar que todo hombre vive en una casa de cristal y que, por tanto, debemos estar muy atentos y con mucho cuidado.

V. Los cristianos de las grandes ciudades est�n especialmente tentados a tener celos unos de otros. Ning�n cristiano es santificado sino en parte; y muy pocos est�n tan santificados que pueden soportar ser pasados ??por alto o desapercibidos. Por lo tanto, cuando ven que uno de ellos est�, por cualquier medio, atrayendo la atenci�n, se nota considerablemente y se quedan atr�s, es muy probable que se despierte el sentimiento de celos.

�Alguien as� da m�s generosamente que los dem�s? �Ora o habla m�s aceptablemente en p�blico? �Recibe, de alguna manera, m�s atenci�n que los dem�s? �Ejerce alguna influencia adquirida? Se despierta el sentimiento de celos. y, casi inconscientemente para s� mismo, el cristiano quejoso toma la m�s afilada de todas las armas con las que quitar al envidiado, y esa arma es la lengua. ( John Todd, DD )

Deberes propios de los cristianos en las grandes ciudades

I. Los cristianos, en la gran ciudad, deben tener presente constantemente que est�n continuamente rodeados de grandes tentaciones. Algunos pueden preferir permanecer en la ignorancia de sus peligros, porque la responsabilidad y el deber vienen con el conocimiento. Pero, �es esto prudente o seguro? Un padre env�a a un hijo a una ciudad lejana por negocios. Cuando el joven lo alcanza, encuentra que la plaga est� all�. Est� a su alrededor, y todos los d�as, en cada calle, la muerte est� haciendo su trabajo.

�Qu� es seguro para este joven? �Permanecer en la ignorancia de su peligro, o saberlo todo, y, mediante el cuidado, la abstinencia y la medicina, hacer todo lo que est� en su poder para preservar su vida y su salud? Un barco valioso, cargado con una rica carga, pasa por un canal sinuoso, entre rocas y baj�os, islas y arrecifes. �Har�a que su capit�n durmiera en su litera, o lo tendr�a, aunque acompa�ado de dolorosas ansiedades, de guardia, observando y evitando estos peligros? En todos estos casos, la respuesta es bastante clara.

Si Dios ha hecho del deber de un hombre vivir en una gran ciudad, lo escudar� y proteger�, si es fiel a su Dios. Pero incluso el Hijo de Dios no debe tentar a Su Padre, arroj�ndose desde el pin�culo del templo, y luego reclamando la promesa de que �l entregar�a a Sus �ngeles a cargo de �l. La misericordia de Dios puede seguir a un hombre que se lanza al camino del peligro y puede sacarlo; pero nadie tiene derecho a confiar en esto.

�Y qu� haremos, dec�s, y c�mo estaremos a salvo? �Ah! Ser�a comparativamente f�cil responder a esta pregunta, �podr�a primero hacerle comprender el hecho de que las tentaciones de la ciudad abarrotada son grandes en n�mero y poderosas para resistir? �Oh! si vieras los lugares donde han ca�do los cristianos, todos marcados con sangre, casi tendr�as miedo de caminar por las calles.

II. Los cristianos de las grandes ciudades deben sentir que est�n especialmente obligados a actuar por principios y no por impulso, moda o popularidad. Ese hombre solo tiene un est�ndar correcto de acci�n y de vida quien hace de la voluntad revelada de Dios su est�ndar. En todos los lugares y circunstancias, todos los dem�s est�ndares variar�n, y este es especialmente el caso en la gran ciudad. Aqu� surgen constantemente cosas nuevas, y lo que est� de moda y es popular hoy puede ser lo contrario ma�ana.

Lo que llega con la marea de hoy puede quedar en la arena cuando la marea baja, y nadie pensar� que valga la pena recogerlo. Es dolorosamente divertido notar c�mo las cosas, los hombres y las medidas, que hoy son populares m�s all� de toda descripci�n, y de los que parece que nunca nos cansar�amos, en unos d�as habr�n desaparecido y ser�n olvidados. La raz�n es que lo que decide que una cosa es buena o mala, deseable o no, es la opini�n p�blica; y eso es tan variable como el viento.

Los hombres, y las comunidades de hombres, son gobernados, movidos y guiados por �l, e incluso el cristiano corre el gran peligro de dejarse guiar tambi�n por �l. Hacer esto o aquello, porque el sentimiento p�blico lo dice, y hacer de esto una regla de acci�n, ahorrar� mucha reflexi�n, mucha reflexi�n y mucha oraci�n por direcci�n. Pero este no es el est�ndar que Dios ha revelado y que nunca var�a. Cu�nto m�s f�cil, tambi�n, actuar por impulso, y avanzar en un cierto curso mientras el impulso nos coloque en ese camino, y luego retroceder si un impulso contrarrestante nos coloca en el otro lado, que hacer lo correcto, y �Ir a la derecha en todo momento, sin esperar impulsos, y sin ser expulsados ??de nuestra �rbita adecuada por ellos!

1. Familiar�cese con la Biblia. El libro de Dios est� tan lleno de biograf�a: coloca a los hombres en una variedad de situaciones, y todo bajo la fuerte luz de la inspiraci�n, que es casi, si no literalmente, imposible encontrar una situaci�n en la que un hombre pueda ser colocada donde todas sus relaciones con Dios y con el hombre deben ser trazadas, para las cuales no se puede encontrar un paralelo en la Palabra de Dios.

2. Acost�mbrese a leer obras s�lidas y completas de teolog�a pr�ctica, y de este modo fortalezca la mente y el coraz�n, y los prop�sitos del alma, en lo que es correcto y recto.

3. Hacer que cada decisi�n de conducta moral sea tema de oraci�n individual y ferviente. Una conciencia que sabe intuitivamente lo que est� bien y lo que est� mal es lo que Dios da solo en respuesta a la oraci�n.

III. Es peculiarmente deber de los cristianos de las grandes ciudades enfrentarse a la extravagancia. Pero, �no hacen esto y aquello tales familias que profesan ser cristianas? S�; pero, �muestran que el Evangelio de Cristo y la gloria de Dios es la pasi�n dominante de sus vidas? Si no, �son modelos seguros para nosotros? Pero mi vecino hace as� y as�. Muy probable; y su vecino puede ser m�s capaz que usted, o puede estar haciendo lo que no debe hacer y lo que no puede hacer por mucho tiempo.

Pero, dices t�, �puedes trazar los l�mites, entrar en los detalles y decir si esto y aquello est� mal? No; ni tengo ning�n deseo de hacerlo. Pero no estoy seguro al decir que mientras los cristianos sean tan extravagantes que no sean conocidos del mundo, mientras, como consecuencia de la extravagancia, fracasen en los negocios tan a menudo como el mundo, en proporci�n a su n�mero. , debe haber algo malo en su esclavitud a la moda?

IV. Los cristianos de las grandes ciudades est�n especialmente obligados a apegarse a la causa de Cristo. El alma, sin duda alguna, se form� para fuertes lazos. Amamos a aquellos que est�n unidos a nosotros por los lazos de relaci�n; y los �ltimos lazos que la mano de la muerte romper� son los que nos unen a los seres que amamos. Pero esto no es todo. En la mayor�a de las situaciones nos apegamos a objetos inanimados.

El hombre que pas� su infancia en el campo ama sus colinas nativas, ama los campos que se encuentran a la vista de la puerta de su padre. Cada �rbol y arbusto est� conectado con alg�n recuerdo agradable de la infancia. Ahora bien, en una gran ciudad no existen tales apegos. Vives en una calle, o en una casa en particular, durante a�os, y la dejas sin arrepentimiento y sin pena. Entras en otro sin desgana y sin emoci�n.

La incesante prisa y la perpetua presi�n por el tiempo impiden que formemos esos lazos profundos que tenemos en la vida del campo. Nuestros apegos, por as� decirlo, son a las cosas en general, a la emoci�n general que nos rodea. Las olas se mueven demasiado r�pido para permitirnos amar a alguien con mucha fuerza. Y el peligro es que estos mismos sentimientos y asociaciones se apliquen a la causa de Cristo; que los h�bitos mentales y de situaci�n nos llevan a colocar la causa de Dios justo donde hacemos todo lo dem�s; y que sentimos un apego a eso no m�s fuerte que a otras cosas.

Ahora llegamos al punto al que estoy apuntando, y digo que, aunque est� tan situado en la Providencia que no forma un apego muy fuerte a su vivienda, a su calle, a su negocio, al banco familiar en la iglesia, a la cambiante masa de seres humanos que te rodean, sin embargo, deber�a ser una cuesti�n de profundo inter�s, de estudio y de gran esfuerzo, tener un conjunto de apegos que sean fuertes, permanentes y que formen parte de tu propia existencia. -y estos deber�an ser sus apegos a la causa de Jesucristo.

Te preguntar�s c�mo puedes apegarte as� a la causa de Cristo y ejercitar en esa direcci�n un conjunto de sentimientos tan completamente diferente de lo que haces hacia otras cosas. Mi respuesta es: Ten el h�bito de hacer algo por la causa de Cristo todos los d�as, y pronto descubrir�s que amas esa causa por encima de todas las otras cosas. �Qu� te hace amar la flor que est� en tu sal�n, doblando d�cilmente su elegante forma hacia la ventana, para beber de los rayos de luz? No porque sea indefenso o hermoso.

El jarr�n de porcelana puede ser todo eso; sino porque todos los d�as haces algo por ello. Le das agua, lo quitas, cuando necesita m�s calor o m�s aire, miras su brotaci�n, estudias su naturaleza y sus necesidades. �Qu� hace que el extra�o, que lleva al beb� indefenso a su casa, se apegue tan pronto a �l? Porque ella est� cada hora haciendo algo por �l; y Dios ha hecho imposible que no amemos nada a lo que ayudemos, �un argumento incontestable a favor de la benevolencia de Aquel que form� el coraz�n humano! Que el cristiano tenga el h�bito diario de hacer sacrificios, para ser puntual en su armario - para crecer d�a a d�a en el conocimiento de su Biblia - para ser puntual y fiel en la asistencia a las reuniones de oraci�n, manteniendo su coraz�n c�lido. y solemne - para dar de su propiedad para edificar alegremente la causa de Cristo;le encanta que causa; y, mientras se mezcla en la marea de hombres que est� pasando, y donde todo est� cambiando, tendr� su coraz�n y esperanzas atados al trono de Dios, y su alma tendr� un ancla segura y firme. Quiz�s el mero hecho de que sus apegos a otras cosas sean flojas puede hacer que estas sean m�s fuertes.

V. Es particularmente deber de los cristianos, en las grandes ciudades, sentir una gran responsabilidad. Por los talentos que Cristo pone en manos de sus siervos entendemos todas las oportunidades que tenemos de hacer el bien a nosotros mismos oa los dem�s; y si, en el gran d�a, nuestras responsabilidades han de estar a la altura de nuestras oportunidades, en esos aspectos, ser�n realmente grandiosas. ( John Todd, DD )

Peligros propios de los hombres mundanos que se dedican a los negocios en las grandes ciudades

I. El �xito en los negocios en la gran ciudad requiere mucha atenci�n, aplicaci�n severa y una vigilancia fascinante; y esto tiende a apartar las cosas eternas de la mente y a poner en peligro el alma. Pero tal vez dir�s que esta misma dedicaci�n de coraz�n y mente es necesaria para tener �xito en los negocios aqu�, y cualquier desv�o de la atenci�n pondr� en peligro el �xito; y por lo tanto, si un hombre tiene su atenci�n tan distra�da y absorta que se convierte en un hombre religioso, ser� menos probable que tenga �xito en los negocios.

Respondo, eso no sigue; porque si lo hiciera, Dios no podr�a asegurarnos que la piedad sea provechosa para la vida que es ahora, as� como para la vida venidera. No se sigue, tambi�n por tres razones muy claras; a saber&mdash

1. Si usted se vuelve realmente un hombre religioso, su esp�ritu cansado ser� ba�ado, refrescado y refrescado peri�dicamente, apagando sus pensamientos y haci�ndolos entrar en contacto con la Biblia, con el s�bado y con el Esp�ritu de Dios.

2. La comunidad tendr� confianza en un hombre santo y concienzudo, y har� mucho para ayudarlo, sostenerlo y animarlo.

3. La bendici�n de Dios lo acompa�ar� con mayor certeza; y su bendici�n puede enriquecer.

II. El objeto por el cual el hombre mundano llega a una gran ciudad, y por el cual permanece all�, es adquirir propiedades, y esto tiende a llevarlo a apartar a Dios de sus pensamientos. Supongamos que un hombre fuera a alguna parte distante del mundo, con el expreso prop�sito de ganar dinero; y si encontraba ese lugar muy desfavorable para la meditaci�n, la oraci�n, para encontrar la vida eterna, �qu� dir�a? �No estar�a dispuesto a decir que aqu� no puedo ocuparme de la religi�n? Es un lugar pobre para eso; pero dedicar� todo mi tiempo, atenci�n, alma y mente al negocio que me trajo aqu�, y tan pronto como sea posible regresar� a mi hogar, donde tendr� tiempo y oportunidad y todo lo que me favorezca para encontrar la vida eterna.

Por lo tanto, no lo pensar� en este momento. �Y no est� el hombre de mundo, en la gran ciudad, tentado a hacer esto mismo? �No corre el peligro de sentir que el gran objeto absorbente por el que est� aqu� es adquirir propiedad? y hasta que no logre este fin, �no tendr� tiempo ni coraz�n para dar a su alma? En todo lo que hace, desea mantener ese plan en primer lugar, estar seguro de que cada sol que brilla y cada brisa que sopla tiene algo que ver para promover ese gran plan, ese �nico plan.

III. Las simpat�as de todos los que lo rodean tienden a llevar sus sentimientos por los canales de la tierra, y estos ponen en peligro el alma del hombre mundano en la gran ciudad. Hablas quiz�s con cincuenta hombres durante el d�a y quinientos durante la semana, y entre todos ellos no oyes ni una palabra sobre los intereses del alma. Y dir�s, no solo debemos ser hombres de negocios, sino que debemos hablar y pensar sobre los negocios, sobre el comercio y la pol�tica, la luz y las noticias graves del d�a, para demostrar que somos hombres de negocios.

Todo esto puede ser cierto, y lo menciono porque es cierto y porque la gran impresi�n que esta gran muchedumbre de seres inmortales se hace unos a otros es adversa a que encuentren la vida eterna. �Oh! Si vivieras en un mundo en el que todo, desde el nuevo peri�dico diario que encuentras en la ma�ana en tu mesa, hasta las �ltimas despedidas por la noche, tendiera a recordarte a Dios y a suscitar tus simpat�as hacia �l, ser�a muy diferente.

Pero la masa viviente que te rodea, tan viva y tan despierta a todo lo relacionado con este mundo, tan ansiosa por algo nuevo, tan encantada con cualquier cosa que pueda emocionar, tan ansiosa por vivir en la marea creciente de las simpat�as humanas, busca para cambiar toda esta marea en un canal que conduce desde Dios.

IV.Los peligros acechan al hombre de mundo, en su negocio, antes y despu�s de que se resuelva la cuesti�n de su �xito. �No es as� que un hombre en plena marea de los negocios - mientras se esfuerza por alcanzar el punto de cierto �xito y total seguridad, persigue al mundo toda la semana - as� lo corteja, de todas las formas posibles, que cuando llega el s�bado, est� tan exhausto que no tiene energ�a del cuerpo, energ�a del alma, ni elasticidad del esp�ritu, para cumplir con los deberes de ese d�a santo. �No es as� que dif�cilmente puede levantarse el s�bado por la ma�ana a tiempo para encontrar la casa de Dios? y cuando va all�, �no viene con demasiada frecuencia como una m�quina agotada y no tiene poder para ce�ir su mente al pensamiento sobrio, a la reflexi�n profunda, a la discusi�n varonil o al razonamiento cerrado y completo? Pero supongamos que ha pasado el punto aludido,

Los peligros para su alma ahora pueden multiplicarse por diez. Es posible que ahora haya algo de relajaci�n en esa b�squeda entusiasta, intensa y ansiosa de los negocios; pero sus propias relajaciones se vuelven peligrosas, en la medida en que tienden al animalismo. Cu�n a menudo vemos a un hombre, tan pronto como se decide que tendr� �xito en los negocios, comenzar un curso de estimulaci�n de su sistema, hasta que se sobrecarga y es destruido por su propia plenitud.

�Qu� crea ese revuelo en la sangre, que corta a esos hombres de un plumazo y con una rapidez que ser�a dolorosamente sorprendente si no fuera tan com�n? Todo este animalismo, que lleva al hombre a ceder continuamente al buen comer y al buen beber, sin duda alejar� a Dios del coraz�n, mientras destruye las facultades del cuerpo; y la experiencia testificar� que, en general, tales hombres son los �ltimos que son tra�dos al reino de Dios.

Luego est� esa altivez y orgullo de sentimiento que es casi inseparable del �xito en los negocios, y que nos hace mirar con desprecio a los que est�n debajo de nosotros con sentimientos aliados al desprecio, y a nosotros mismos como grandes y sabios, o no podr�amos haber tenido �xito. �Cu�n pocos de los que tienen �xito en los negocios est�n dispuestos a atribuirlo todo a la buena providencia de Dios que los favoreci�!

V. El hombre del mundo, en la gran ciudad, est� en terrible peligro de que el esp�ritu del dinero de esta �poca arruine su alma. Dondequiera que mire, ver� pruebas de la presencia universal de este esp�ritu. Lo has o�do en los murmullos de la calle; lo has visto escrito en los esplendores dorados de los que no han ca�do; lo has visto en las glorias empa�adas de los ca�dos y ca�dos; en las malditas esperanzas de miles. - y lo leer� en la frente ansiosa de su conocido.

Hab�is o�do la prueba de ello suspirada desde la masiva prisi�n; se lee en la mirada del fugitivo de la justicia, se resume en n�meros asombrosos al final del libro de gastos diarios. Ahora bien, �cu�les han sido las consecuencias inevitables de esta carrera en las modas de la tierra? Una muy clara es que todo el mundo debe estar endeudado. Es el orden de la �poca que todos deben hacer tanto espect�culo como sea posible; y el dinero se desea s�lo para este fin.

Por supuesto, todo hombre calcular� estar a la altura, plenamente, de sus ingresos. Entonces otros, y muchos tambi�n, ir�n m�s all� de sus ingresos, m�s all� de lo que pueden ganar. El siguiente resultado es que aquellos que son honestos no pueden obtener todos sus ingresos honestos, porque todo lo que un hombre deshonesto excede sus ingresos debe salir de los honestos: y como muy pocos calculan vivir por debajo de sus supuestos ingresos, y muchos lo har�n. vivir sobre los suyos, la consecuencia debe ser que todo el mundo se endeuda.

Este debe ser el resultado para todos los que no viven tanto dentro de sus ingresos como para compensar lo que otros superan a los suyos. Ahora bien, el mismo esp�ritu de la �poca tienta al hombre de negocios a graduar sus gastos, no por lo que tiene en la mano, sino por lo que debe tener. Un hombre de negocios este a�o realiza ventas, cuyas ganancias son de unos cinco mil d�lares. Vende a unas cincuenta personas diferentes y al final del a�o recibir� las ganancias.

Ahora bien, �cu�l es la tentaci�n? �No es para considerar los cinco mil d�lares como ya propios, para graduar sus gastos en consecuencia y olvidar que pr�cticamente ha estado asegurando la honestidad y el �xito de los cincuenta hombres a quienes ha hecho ventas? Y cuando finalmente se da cuenta de que est� decepcionado, que en lugar de obtener ganancias, ha perdido totalmente esa cantidad, �qu� hace, o m�s bien, qu� est� tentado a hacer? �Contratar y reducir gastos? �O est� ahora tentado a volverse imprudente y sumergirse de cabeza en casi cualquier especulaci�n que prometa alivio? Por lo tanto, tenemos un mal que surge del esp�ritu de la �poca, peor que todos y cada uno de los mencionados hasta ahora; y es decir, los hombres se ven tentados a utilizar medios deshonestos y medidas imprudentes para obtener dinero para mantenerse al d�a en la carrera que corren a su alrededor.

VI. El hombre del mundo, en la gran ciudad, est� tentado a subestimar la verdad. El comprador finge ser bastante indiferente si compra o no; y el vendedor es bastante indiferente si vende o no; y as� estos dos hombres indiferentes se las ingeniar�n para encontrarse cada pocas horas, y lanzarse cebos el uno al otro, �y sin embargo ambos profesan no desear el oficio! El comprador critica la mercanc�a - ha visto mejor, se le ha ofrecido m�s barato - puede funcionar mejor en otro lugar; y, sin embargo, cuando no puede abaratarlos m�s, para complacer al vendedor, �los toma! �Es nada, es nada�, dice el comprador, �y luego se va y se jacta.

�No nos corresponde a nosotros decir cu�ntas noticias se fabrican para fines particulares - cu�ntas cartas se olvidan convenientemente entregarlas hasta que es demasiado tarde para aprovechar las noticias - cu�ntas cartas se reciben que nunca se escribieron; pero nos corresponde decir que el hombre de negocios, en la gran ciudad, est� terriblemente tentado a exagerar las buenas cualidades, a se�alarlas donde no existen, a disimular defectos y a disimular las imperfecciones, sin recordar que el el ojo de Dios est� sobre �l.

Si dice que es dif�cil arregl�rselas sin hacerlo, le respondo que esta misma dificultad constituye su peligro: que ser� m�s dif�cil soportar la indignaci�n de Dios para siempre; que �los labios mentirosos son abominaci�n al Se�or�; y que no aceptar� ninguna disculpa. ( John Todd, DD )

Versículo 11

Inform� del asunto, diciendo: He hecho como me mandaste.

La culminaci�n de la obra de misericordia

No encontramos que aquellos que fueron comisionados para destruir informaran de la destrucci�n que hab�an hecho, pero el que fue designado para proteger inform� sobre su asunto, porque ser�a m�s agradable a Dios y al profeta o�r hablar de los que fueron salvos que de los que perecieron. O este informe se hizo ahora porque la cosa estaba terminada, mientras que la destrucci�n del mundo ser�a una obra de tiempo, y cuando se le pusiera fin, entonces deber�a hacerse el informe.

Vea cu�n fiel es Cristo a la confianza depositada en �l. �Se le ha ordenado que asegure la vida eterna al resto escogido? Ha hecho lo que le fue mandado. De todo lo que me has dado, no he perdido ninguno. ( M. Henry. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Ezekiel 9". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/ezekiel-9.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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