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Bible Commentaries
Job 30

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-15

Pero ahora los que son m�s j�venes que yo se burlan de m�.

Discapacidades sociales de Job

La felicidad del hombre como ser social depende en gran medida del sentimiento bondadoso y el respeto que le muestran sus contempor�neos y vecinos. La insolencia social que sufre, y de la que se queja, estuvo marcada por las siguientes circunstancias:

I. Proven�a de los personajes m�s despreciables. Los consideraba despreciables en su ascendencia. �A cuyos padres hubiera desde�ado poner con los perros de mi reba�o�. �Fueron expulsados ??de entre los hombres, y la gente grit� tras ellos como tras un ladr�n�. �Entre los arbustos rebuznaban�. �stas eran las criaturas entre las que viv�a ahora el patriarca y cuya insolencia tuvo que soportar.

No ten�an la facultad de discernir o apreciar su valor moral, y estaban tan completamente desprovistos de cualquier poder para la angustia compasiva que lo trataron con una crueldad despiadada y una insolencia repugnante. Los hombres pueden decir que un hombre de su alto car�cter no deber�a haberse dejado afligir por la conducta de tales desdichados. Pero, �qui�n lo ha hecho alguna vez? Incluso el mismo Cristo sinti� los reproches de los pecadores y no fue indiferente a sus injurias y burlas. "�l soport� sus contradicciones".

II. Se manifest� en molestias personales. "Ahora soy su canci�n", dice, "soy su sin�nimo".

III. Se le mostr� a causa de sus reveses providenciales. No porque se hubiera vuelto de car�cter despreciable o moralmente vil y degradado. Solo porque sus circunstancias cambiaron, la gran prosperidad dio paso a una adversidad abrumadora. Aprender&mdash

1. La inutilidad de la mera fama social. �Qu� vale? Nada. Su aliento de favor es m�s voluble que el viento.

2. El hero�smo moral del Redentor del mundo. Cristo lleg� a una posici�n social mucho m�s despiadada e insolente que la que describe aqu� el patriarca. "Del pueblo no hab�a ninguno con �l, fue despreciado y rechazado por los hombres".

3. La importancia de la confianza habitual en lo absoluto. No conf�es en el hombre. ( Homilista.)

Versículo 12

A mi diestra se levanta el joven.

Las perspectivas de la vida

I. Las perspectivas de vida son generalmente brillantes. Los j�venes est�n llenos de alegr�a, esp�ritu animal, deseo ardiente, expectaci�n optimista, gran esperanza: todo lo que est� ante ellos toma un color de s� mismos. Hay poca o ninguna experiencia de la vida, por cuyo uso se pueden modificar las opiniones exageradas y asegurar una estimaci�n correcta del futuro. La esperanza juvenil a menudo anticipa una larga vida y llena esa vida con muchas visiones de �xito y felicidad.

II. Las perspectivas de vida, a las que la esperanza les da tal colorido, a menudo son ilusorias. Una buena ma�ana a menudo termina en un d�a lluvioso y tormentoso. Los proyectos iniciados bajo auspicios favorables con frecuencia fracasan. Los j�venes viven en un reino de ilusiones. Los j�venes son propensos a malentendidos y necesitan estar preparados para alguna desilusi�n. Los hombres de cincuenta a�os a menudo descubren que no han logrado alcanzar la altura a la que aspiraban a los veinte. A menudo, el secreto del fracaso ha sido la falta de habilidad, de perseverancia o de car�cter.

III. Algunos consejos.

1. El presente es una temporada de preparaci�n para el futuro. La vida es en gran medida lo que la hacemos. Entonces siembra ahora las semillas que crecer�n, florecer�n y dar�n frutos en un futuro bueno y bendito.

2. Prep�rate para el futuro mediante el ejercicio de la fidelidad a ti mismo ya Dios en el presente.

3. Necesita preparaci�n f�sica para el futuro. El cuerpo de un hombre tiene mucho que ver con su mente y car�cter. El coraje y la fortaleza obtienen mucho apoyo de una constituci�n f�sica saludable.

4. Necesita preparaci�n mental para el futuro. He tenido muchas oportunidades de ver lo que los hombres pierden por falta de educaci�n y cultura mental, y lo que ganan con su posesi�n. Aumente su conocimiento leyendo y observando. Fortalece tus poderes mentales con el uso.

5. Preparaci�n moral y espiritual. Ponte delante de ti un objeto noble en la vida. Forme un prop�sito y busque cumplirlo. Col�quese bajo la ense�anza y el gobierno de la conciencia. Tiene un principio correcto y fijo que lo gu�e. Consagraos a Dios y entrega vuestra vida a su cuidado. Ten fe en El. ( W. camareros.)

Versículos 16-20

Los d�as de aflicci�n se han apoderado de m�.

Dolor f�sico

En estos versos el patriarca esboza sus grandes sufrimientos corporales, su angustia f�sica. Probablemente la capacidad del hombre de sufrir corporalmente sea mayor que la de cualquier otra existencia animal. Sus nervios son m�s tiernos, su organizaci�n es m�s exquisita y complicada.

I. Tiende a estimular la investigaci�n intelectual. �El dolor�, dice un autor moderno, �ha sido el medio para aumentar nuestro conocimiento, nuestra habilidad y nuestras comodidades. Mire los descubrimientos hechos en la ciencia - en bot�nica, en qu�mica, en anatom�a: �qu� conocimiento hemos adquirido de las estructuras y usos de las plantas, mientras busc�bamos alguna hierba para aliviar el dolor o curar enfermedades! �Qu� conocimiento hemos adquirido de las drogas, las sales y las tierras, �tiles para la agricultura o para las bellas artes, mientras s�lo busc�bamos encontrar un ung�ento o una medicina! Hemos buscado una bebida para calmar la sed ardiente de la fiebre y hemos encontrado una docena de deliciosas bebidas para beber para nuestro placer o alivio.

Estudiamos anatom�a para descubrir el origen de la enfermedad y c�mo atacarla, y encontramos lo que no buscamos: mil obras maravillosas de Dios, mil inventos m�s curiosos, delicias m�s admirables. Encontramos un modelo para las costillas de un barco; encontramos el patr�n de un telescopio en el ojo; encontramos juntas y correas, puntales y v�lvulas, que se han copiado en el taller del mec�nico y el estudio del fil�sofo. S�, podemos agradecer nuestra propensi�n al dolor por esto, porque si el dolor no hubiera existido, qui�n puede decir si estas cosas hubieran sido tan pronto, si es que se hubieran descubierto ".

II. Tiende a aumentar la estimaci�n que tiene el hombre de la bondad divina. Los sufrimientos f�sicos de los hombres, por agravados y extensos que sean, no son la ley de la vida humana, sino la excepci�n. Son s�lo algunas notas discordantes en la armon�a general de su existencia, unos d�as y noches tormentosos en su viaje por la vida. Agradecemos el amanecer de la ma�ana, porque hemos luchado ferozmente con las dificultades de la noche.

Apreciamos el flujo total de salud porque hemos sentido la tortura de la enfermedad. Por lo tanto, en la medida en que el sufrimiento humano, que es una excepci�n en la vida general de la humanidad, ayuda a aumentar nuestra estimaci�n de la bondad de Dios para nuestra raza, es cualquier cosa menos un mal absoluto. No, es una bendici�n disfrazada.

III. Tiende a mejorar nuestra naturaleza espiritual. Los sufrimientos f�sicos han llevado a muchos hombres a una serie de reflexiones espirituales que han resultado en la salvaci�n moral del alma. Como con el cincel, el escultor saca belleza del bloque de m�rmol; como con el cuchillo de podar el jardinero saca ricos racimos de la vid; como mediante la amarga droga el m�dico trae salud a su paciente; as� como con el fuego el refinador saca oro puro del mineral en bruto, as�, al sufrir, el gran Padre trae vida espiritual, belleza y perfecci�n al alma. "La aflicci�n", dice el pintoresco viejo Adams, "es un carro alado, que sube el alma hacia el cielo". ( Homilista.)

El uso de las aflicciones

As� como los colores opuestos en una imagen contribuyen a la belleza del paisaje o las figuras retratadas en el lienzo por el artista, Dios hace cosas contrarias para promover Su gloria y desarrollar igualmente la gracia y el car�cter en nosotros. No podr�a haber armon�a vocal o musical si todas las voces y sonidos fueran exactamente iguales en un concierto. No hay belleza real en una pintura que no tenga sombras que se mezclen con la brillante luz del sol.

As� como una l�mina se adapta para hacer que el brillo de un diamante sea m�s conspicuo a los ojos del observador, as� las cosas y aflicciones contrarias de esta vida Dios usar� para hacer su amor m�s ilustre y transmitir su gracia con sensaciones m�s agradables a nuestras almas. . ( R. Ventilaci�n.)

Versículo 20

A ti clamo, y no me escuchas.

Oraci�n sin respuesta

1. No hay estado tan bajo que un hombre piadoso pueda tener libertad con Dios en la oraci�n. Aunque un alma pobre est� en el fango, aunque sea polvo y ceniza, tiene acceso al trono de la gracia.

2. Es nuestro deber orar m�s y, por lo general, oramos mejor cuando es peor para nosotros; cuando estamos cerca del lodo y el polvo, la oraci�n no solo es la m�s apropiada, sino tambi�n la m�s pura.

3. La aflicci�n lleva al alma a rezar al m�ximo, a rezar no s�lo con sinceridad, sino con fervor, no s�lo a rezar con fe, sino con santa pasi�n, o con pasi�n.

4. Cuando la oraci�n se env�a con un clamor a Dios en la aflicci�n, es una maravilla si no se escucha ahora.

5. No ser escuchado en un d�a de angustia y aflicci�n es m�s molesto para un coraz�n compasivo que todas sus aflicciones. Job pens� que no hab�a sido escuchado, porque no ten�a liberaci�n presente; y en ese sentido, efectivamente, no fue escuchado. Y as�, muchos de los santos pueden orar y no ser escuchados; es decir, pueden orar y no tener liberaci�n presente. �C�mo podemos saber que se nos escucha en cualquier momento?

(1) Por la tranquilidad de nuestro esp�ritu.

(2) Aunque no recibimos la misericordia ahora, sin embargo, si recibimos nuevas fuerzas para soportar la falta de ella, esa es una respuesta.

(3) Se nos responde cuando, aunque el mal no se elimine, sin embargo, tenemos fe y paciencia para esperar y demorar el tiempo libre del Se�or para eliminarlo.

(4) Se le responde en una oraci�n que es m�s celestial, o m�s en el cielo despu�s de la oraci�n. Aquel que es edificado en su santa fe, ciertamente ha orado en el Esp�ritu Santo y, ciertamente, todas esas oraciones son escuchadas. Los hombres piadosos siempre son escuchados por Dios, sin embargo, a menudo piensan que no son escuchados. ( Jos� Caryl.)

Versículo 21

Te has vuelto cruel conmigo.

El agravio de Job contra Dios

Dice que Dios, que antes hab�a sido bondadoso con �l, ahora se volvi� cruel en sus actos y dispensaciones hacia �l; y mientras que sol�a apoyarlo, ahora emple� Su poder, como enemigo, en oposici�n a �l. Job, al expresar su dolor y resentimiento, es demasiado pat�tico y expresa mucha pasi�n y debilidad, por lo cual es reprendido por Eli�. Considerando esta queja en s� misma, ense�a:

1. Es la forma del pueblo de Dios tomar a Dios como su principal partido en todos sus problemas.

2. Dios puede parecer, por un tiempo, no s�lo no escuchar a los piadosos suplicantes, sino incluso ser un enemigo severo para ellos. "Te has vuelto cruel".

3. Es el car�cter de un hombre piadoso, que est� tristemente afligido con cualquier signo de la indignaci�n de Dios, o incluso con la falta de una evidencia del favor y el afecto de Dios en los problemas. Los hombres malvados miran m�s bien a su suerte en s�, sin preocuparse por el favor o la ira de Dios.

4. Si los imp�os piensan en el favor de Dios, quienes nunca lo conocieron, sin embargo, la falta de �l ser� triste para los piadosos, quienes han probado por experiencia lo dulce que es.

5. Del mismo modo que el poder de Dios, cuando lo libera en sus efectos, es irresistible e insostenible para que cualquier criatura lo soporte, por m�s que los necios se endurezcan, as� los hombres piadosos pronto gemir�n ante la aprensi�n del mismo. De hecho, una caracter�stica de los hombres piadosos es que son sensibles a su propia debilidad y, por lo tanto, pronto se ven obligados a agacharse bajo la poderosa mano de Dios. Aprender&mdash

(1)

Todos los hombres, por naturaleza, tienden a tener pensamientos duros de Dios en problemas.

(2) La tentaci�n puede sobrecargar, incluso a los que son verdaderamente piadosos, a hablar lo que es impropio, s�, peor de lo que piensan.

(3) Cuando los hombres piadosos est�n listos para quejarse de Dios sin causa, o para dar cr�dito al sentido com�n, pronto encontrar�n que sus quejas crecen en sus manos. ( George Hutcheson.)

Malentendiendo a Dios

La �nica manera segura y segura de evitar este terrible peligro es estudiar con reverencia y cuidado lo que �l nos ha dicho sobre s� mismo. Es una tentaci�n com�n aceptar las declaraciones de los dem�s cuando tienen apariencia de autoridad y se afirman con firmeza, como si tuvieran que ser verdaderas. Cada uno de nosotros puede y debemos conocer personalmente a nuestro Padre Celestial. Pero nuestra �nica esperanza de aprender a conocerlo radica en estudiar con paciencia y amor su car�cter tal como se nos revela en Jesucristo.

Sus providencias tambi�n son a menudo tales que las malinterpretamos. A pocos de nosotros se nos permite caminar solo a la luz de la paz consciente y gozosa. La mayor�a de nosotros a veces no sabemos c�mo interpretar el trato divino con nosotros. Hay ocasiones en algunas vidas en las que Dios mismo parece hacer casi imposible obedecerle. Indudablemente, el objeto de estas experiencias dif�ciles es desarrollar una fe m�s poderosa.

Siempre debe haber un posible pr�ximo paso adelante en el camino del deber; o, si en realidad no hay ninguno, debe ser porque no ha llegado el momento de tomarlo, y la espera paciente y en oraci�n es el deber presente. Podemos malinterpretar el significado de lo que est� ordenado para nosotros, pero no necesitamos malinterpretar su prop�sito. Aquellos que tienen una fe lo suficientemente fuerte como para sentir que detr�s del enredado esquema de los asuntos humanos, Dios se sienta tranquilamente dirigiendo todas las cosas, son los m�s sabios y felices.

Sus providencias est�n destinadas a ense�ar esto, al menos. Cuando se ha elaborado el �ltimo an�lisis, se hace evidente que el gran mal central y fundamental del que m�s debemos protegernos es el de no entender a nuestro Padre Celestial. Si podemos aprender a ver las cosas desde Su punto de vista, a mirar la vida, el deber, el placer, la eternidad, como �l los mira, estaremos seguros de la seguridad y la paz. De lo contrario, nunca podremos serlo. ( Edad cristiana.)

Versículo 23

A la casa designada para todos los vivos.

La casa designada para todos los vivos

�Cu�les fueron las bases definitivas sobre las que Job form� esta conclusi�n?

1. Lo que vio a su alrededor por todos lados.

2. Los sufrimientos corporales de Job insinuaban tambi�n el mismo resultado. Estos aumentaron y se acumularon, y claramente tendieron, a menos que fueran detenidos, por la providencia de Dios, a la disoluci�n.

3. La creaci�n a su alrededor le imprimi� la misma conclusi�n.

4. Job aprendi� la lecci�n de la ense�anza divina. Aprenda qui�n es el dispensador de la muerte. Somos propensos a atribuir todo a segundas causas. Note la aplicaci�n y apropiaci�n personal de Job a la verdad en el texto. Debemos traducir el cristianismo de lo impersonal a lo personal. Tenemos una descripci�n de ese cambio del que as� se asegur� personalmente el patriarca. �l lo llama "muerte" y la "casa designada para todos los vivos".

�La muerte es hija del pecado, aunque la gracia la ha hecho sierva de Jes�s. No es aniquilaci�n. No hay nada natural o deseable en la muerte misma. �sta es la �nica casa que puede llamarse la casa de la humanidad. Es una casa oscura, una casa solitaria, una casa silenciosa, una casa antigua. Incluso esta casa tiene un lado iluminado por el sol. No es una prisi�n eterna, sino un lugar de descanso, un cementerio o un lugar para dormir. ( John Cumming, DD)

Variedad en la conducta de los hombres al morir

1. Considere a aquellos a quienes estimamos piadosos. De estos, en el momento de la muerte, hay tres clases, que difieren ampliamente entre s� en sus experiencias de muerte. Algunos est�n agitados por el terror, las dudas y las aprensiones. Algunos est�n exultantes y triunfantes. Algunos, sin arrebatos extraordinarios, tienen una dulce calma y tranquilidad de esp�ritu, una confianza filial y una confianza en su Redentor. Nos referimos, por supuesto, solo a aquellos cuyos poderes racionales est�n intactos. No debemos juzgar el estado futuro de un hombre simplemente por sus ejercicios en el lecho de muerte. Este es un error al que somos demasiado propensos; un error que en sus consecuencias es de lo m�s pernicioso.

2. Los lechos de muerte de aquellos que han vivido impenitentes e incr�dulos sin Dios y sin Cristo en el mundo. Aqu� encontramos una diversidad similar. Algunos est�n llenos de agon�a y horror, otros tienen un gozo falso y un j�bilo injustificado; y algunos son est�pidos, insensibles y despreocupados. ( H. Kollock, DD)

Muerte universal

La vida del hombre es un arroyo que corre hacia las profundidades devoradoras de la muerte. Doctrina - Todos deben morir. Hay un estatuto de muerte inalterable, bajo el cual se concluye a los hombres. Esto se confirma mediante la observaci�n diaria. El cuerpo humano se compone de materiales perecederos. Tenemos almas pecadoras y, por tanto, tenemos cuerpos moribundos; la muerte sigue al pecado, como la sombra sigue al cuerpo.

1. La vida del hombre es una cosa vana y vac�a. Nuestra vida, en sus diversas partes, es un mont�n de vanidades.

2. La vida del hombre es corta; una vanidad ef�mera.

3. La vida del hombre es r�pida; una vanidad voladora. Habiendo hablado as� de la muerte, mejor�mosla en discernir la vanidad del mundo al soportar, con alegr�a y paciencia cristianas, todas las angustias y dificultades en ella; en mortificar nuestras concupiscencias; en adherirse al Se�or con pleno prop�sito de coraz�n ante todos los peligros, y en prepararse para la llegada de la muerte. ( T. Boston, DD)

La certeza de la muerte

La certeza de la muerte. "Todos deben morir".

1. Existe un estatuto de muerte inalterable, bajo el cual se incluye a los hombres.

2. Si consultamos la observaci�n diaria. Todos ven que "los sabios mueren, as� como el necio y el brutal".

3. El cuerpo humano se compone de principios perecederos.

4. Tenemos almas pecadoras y, por lo tanto, tenemos cuerpos moribundos.

5. La vida del hombre en este mundo est� a unos pocos grados de la muerte. La Escritura lo representa como vano y vac�o, corto en la continuaci�n y r�pido en su pasaje.

Mejora&mdash

1. Contemplemos as�, como en un espejo, la vanidad del mundo; mira dentro del sepulcro y escucha la doctrina de la muerte.

(1)

Este mundo es un falso amigo, que deja a un hombre en el momento de mayor necesidad.

(2) Si ag�rrate tan fuerte como puedas, te ver�s obligado a soltarte.

2. Puede servir como almac�n para el contento y la paciencia cristianos bajo las cruces y p�rdidas mundanas.

3. Puede servir como freno para frenar todo tipo de lujuria.

(1) Para remitir nuestro desordenado cuidado del cuerpo.

(2) Para abatir nuestro orgullo.

(3) Puede que controle nuestra lujuria mundana.

(4) Y nuestra mentalidad mundana.

(5) Puede servir de acicate para incitarnos a prepararnos para la muerte. ( T. Hannam.)

La misi�n de la muerte

Puesto que sabemos con certeza que Dios nos traer� a la muerte, considere:

I. La certeza de que se acerca pronto. Todas las obras de la naturaleza, en este sistema inferior, parecen hechas para ser destruidas. El hombre no est� exento. Nuestra vida est� para siempre en el ala, aunque no marcamos su vuelo. Incluso ahora la muerte est� haciendo su trabajo. Si la muerte ciertamente se acerca, aprendamos el valor de la vida. Si la muerte est� cerca, entonces ciertamente el tiempo es precioso.

II. El momento y la forma de la llegada de la muerte. La muerte se llama en las Escrituras "la tierra sin ning�n orden". Y sin orden alguna, el rey de los terrores se acerca al mundo. Viste mil formas, marcando al infeliz como presa.

III. El cambio que introduce la muerte. Cuando pasamos del mundo de los vivos al de los muertos, �qu� triste cuadro contemplamos! Los per�odos de la vida humana que pasan, la certeza de la disoluci�n que nos espera, y los frecuentes ejemplos de mortalidad que continuamente nos asaltan, nos llevan a reflexionar con seriedad sobre la casa destinada a todos los vivientes. La muerte es la gran maestra de la humanidad. ( J. Logan, FRSE)

La muerte y la tumba nuestra herencia com�n

La versi�n copta dice as�: "Ahora s� que la muerte me destruir�, porque la tierra es la casa de todos los muertos". Tenemos en el texto dos personificaciones. "La muerte me destruir�". "La tumba es la casa de todos los muertos". El poder de herir y el placer de la victoria se atribuyen en sentido figurado a la muerte y la tumba. Se dice que la muerte es la extinci�n de la vida, pero eso no la define ni la explica.

Conocemos la muerte por sus resultados. �Vida! �Es importante para nosotros y en qu� radica su valor e importancia? La importancia de la vida para cada uno de nosotros es para nuestra virtud, religi�n, felicidad y utilidad entre nuestros semejantes, y para determinar el car�cter de nuestra responsabilidad, nuestra vida despu�s de la muerte, nuestro destino. La vida, conectada �nicamente con este mundo, es el tiempo precioso para la disciplina de las pasiones y afectos, la elevaci�n de nuestra naturaleza, la acumulaci�n de virtudes, la influencia, los principios y el poder de la religi�n, la felicidad que normalmente los acompa�a. y la utilidad sugerida y sostenida por ellos.

Nuestra virtud, nuestro car�cter religioso, el estado de nuestro coraz�n, velado y descubierto, y las acciones de nuestra vida, determinar�n nuestro destino eterno. Nuestra responsabilidad se relaciona con las convicciones honestas de nuestra mente y coraz�n. ( R. Ainslie.)

Muerte

I. La divinidad de la muerte. "S� que me llevar�s a la muerte". Los hombres atribuyen la muerte a una de tres causas: enfermedad, accidente o edad; pero la Biblia se lo atribuye a Dios. "Me llevar�s a la muerte".

1. Nada m�s puede llevarme a la muerte a menos que T� quieras. Mi existencia depende cada momento de Tu voluntad.

2. Nada m�s puede evitar que muera si T� quieres que me vaya; todo est� contigo. �Vuelves al hombre en destrucci�n. T� le cambias el rostro y lo despides. " No hay muertes prematuras.

II. La ordenaci�n de la muerte. "La casa designada". La muerte no es cuesti�n de casualidad. "Est� establecido que todos los hombres mueran una sola vez".

1. Esta cita es muy natural; toda vida org�nica muere: toda vida sublunar encuentra la �casa� de la mortalidad. A esta �casa� todas las plantas, reptiles, insectos, p�jaros, peces, bestias dirigen sus pasos.

2. Esta cita est� muy arreglada. Este nombramiento se mantiene tan inmutable como las ordenanzas del cielo o cualquiera de las leyes de la naturaleza.

III. La universalidad de la muerte. "Para todos los vivos". Los hombres, cuando viven, tienen casas de diversas formas, tama�os, valores, seg�n sus gustos y medios, pero al morir tienen una sola �casa�. Todos van a un solo lugar. �Qu� �casa� es esta tumba! antiguo - desolado - espacioso - abarrotado. ( Homilista.)

Aliviar pensamientos relacionados con la muerte

El texto sugiere algunos pensamientos de Job sobre su propia muerte.

I. No habr� nada antinatural en mi muerte. Est� "se�alado" como la muerte de cualquier otro tipo de vida organizada en la tierra: es la ley natural de todos los cuerpos organizados desgastarse, deteriorarse, disolverse. Dado que la tierra recupera todos los elementos que han entrado en la composici�n de vegetales y animales, �por qu� deber�a rechazar o temer la demanda? Puedo estar seguro de que la naturaleza bondadosa har� un uso benigno y ben�fico de todos los elementos que han entrado en mi existencia corporal. Perm�teme estar listo para cederlos sin renuencia, sin rencor, agradeciendo al Infinito por su uso.

1. Es deshonesto por mi parte objetar esto; porque mi cuerpo era s�lo una propiedad prestada, un pr�stamo temporal, nada m�s.

2. Es ingrato de mi parte objetar esto. Aunque nunca he tenido derecho a una bendici�n semejante, ha sido de gran utilidad para mi naturaleza espiritual.

3. No es filos�fico para m� objetar esto. Cualesquiera que sean mis objeciones y resistencias, debe llegar.

II. No habr� nada raro en mi muerte. "La casa designada para todos los vivos". Si yo fuera uno de los pocos, entre los millones de la raza, seleccionados para tal destino, podr�a quejarme; pero como todos, sin excepci�n alguna, deben morir, �qui�n soy yo para quejarme?

III. No habr� nada accidental en mi muerte. "S� que me llevar�s a la muerte". ( Homilista.)

Sobre la muerte

Job sufr�a de una terrible enfermedad que lo llenaba de dolor tanto de d�a como de noche. Dice en el vers�culo dieciocho: "Por la gran fuerza de mi enfermedad fue cambiado mi vestido: me ce��a como el cuello de mi abrigo". Cuando nuestro Dios, por nuestra aflicci�n, nos llame a contar nuestros d�as, no nos neguemos a hacerlo. Sin embargo, Job cometi� un error en la apresurada conclusi�n que extrajo de su dolorosa aflicci�n.

Bajo la depresi�n del esp�ritu, estaba seguro de que muy pronto morir�a. Pero no muri� en ese momento. Estaba completamente recuperado y Dios le dio el doble de lo que ten�a antes. Es una l�stima que pretendamos predecir el futuro, porque ciertamente no podemos ver ni una pulgada ante nosotros. Es parte de un hombre valiente, y especialmente de un hombre creyente, no temer a la muerte ni suspirar por ella; ni para temerlo ni para cortejarlo.

Job cometi� un error en cuanto a la fecha de su muerte, pero no se equivoc� en cuanto al hecho mismo. Hablaba con verdad cuando dijo: "S� que me llevar�s a la muerte". "Oh", dice uno, "pero no me siento llamado a pensar en eso". Pues la misma estaci�n del a�o te llama a ello. Cada hoja marchita te amonesta. �Oh! ustedes los m�s j�venes, los m�s llenos de salud y fuerza, los invito cari�osamente a no dejar de lado este tema. Recuerde, los m�s peque�os pueden ser llevados.

I. Llamo su atenci�n sobre una pieza de conocimiento personal: "S� que me llevar�s a la muerte ya la casa se�alada para todos los vivientes". Una verdad general aqu� recibe una aplicaci�n personal.

1. Job sab�a que deb�a ser llevado a la tumba, porque percib�a la universalidad de ese hecho en referencia a otros.

2. Lo sab�a tambi�n porque hab�a considerado el origen de la humanidad. Fuimos sacados de la tierra, y s�lo mediante un milagro prolongado se evita que este polvo nuestro vuelva a sus parientes. Si hubi�ramos venido del cielo, podr�amos so�ar que no morir�amos. Por tanto, tenemos afinidades que nos llaman de nuevo al polvo.

3. Adem�s, Job recordaba el pecado del hombre y sab�a que todos los hombres est�n bajo condenaci�n a causa de �l. �No dice que la tumba es una �casa destinada a todos los vivientes�? Se establece simplemente por la sentencia penal impuesta a nuestro primer padre, y en �l a toda la raza.

4. Una vez m�s, Job lleg� a este conocimiento personal a trav�s de su propia debilidad corporal. Los que mueren a diario morir�n f�cilmente. Quien se familiarice con la tumba la encontrar� transfigurada en lecho: el osario se convertir� en lecho. El hombre que se regocija en el pacto de gracia se alegra por el hecho de que incluso la muerte misma est� incluida entre las cosas que pertenecen al creyente.

II. Habiendo disertado as� sobre un fragmento de conocimiento personal, ahora les ruego que vean en mi texto el resplandor de la inteligencia sagrada. Job, incluso en su angustia, no se olvida ni por un momento de su Dios. Habla de �l aqu�: "S� que me llevar�s a la muerte".

1. Percibe que no morir� sin Dios. No dice que sus llagas o su estrangulamiento lo llevar�n a la muerte; sino: "Me llevar�s a la muerte". No atribuye su muerte pr�xima al azar, ni al destino, ni a segundas causas; no, solo ve la mano del Se�or. Regocij�monos de que en la vida y en la muerte estemos en las manos del Se�or.

2. Me parece que el texto cubre otro pensamiento dulce y reconfortante, a saber, que Dios estar� con nosotros en la muerte. "S� que me llevar�s a la muerte". �l nos llevar� en nuestro viaje hasta que nos lleve al final del viaje: �l mismo nuestro convoy y nuestro l�der.

3. Puede que no est� en el texto, pero de �l se sigue naturalmente que si Dios nos trae a la muerte, nos resucitar�.

III. Paso a notar la tranquila expectativa que se respira en este texto. Quiero razonar con esos disc�pulos de nuestro Se�or Jes�s que est�n esclavizados por temor a la muerte. �Cu�les son los momentos en que los hombres pueden hablar de la muerte tranquila y felizmente?

1. A veces lo hacen en per�odos de gran sufrimiento corporal. En varias ocasiones he sentido todo como el miedo a morir arrebatado por el simple proceso de cansancio.

2. Las enfermedades crecientes de la edad act�an de la misma manera, amados, sin caer en la enfermedad.

3. Al estar lleno de una completa sumisi�n a la voluntad de Dios. El deleite en Dios es la cura para el miedo a la muerte.

4. A continuaci�n, creo que la gran santidad nos libera del amor de este mundo y nos prepara para partir.

5. Otra cosa que nos har� mirar la muerte con complacencia es cuando tenemos la plena seguridad de que estamos en Cristo, y que, pase lo que pase, nada puede separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jes�s nuestro Se�or. Viva de tal manera que cualquier d�a sea una piedra angular adecuada para la vida. Perm�tanme agregar que hay momentos en que nuestras alegr�as son altas, cuando las grandes olas vienen rodando desde el Pac�fico de la dicha eterna; entonces vemos al Rey en Su hermosura por el ojo de la fe, y aunque no sea m�s que una visi�n oscura, estamos tan encantados con ella que nuestro amor por �l nos impacienta por contemplarlo cara a cara.

IV. Concluyo diciendo que este tema nos brinda una instrucci�n sagrada. "S� que me llevar�s a la muerte ya la casa se�alada para todos los vivientes".

1. Prepar�monos para la muerte.

2. Viva con diligencia.

3. Adem�s, aprendamos de la asamblea general en la casa designada para que todos los vivos caminen con mucha humildad. Un caravasar com�n debe acomodarnos a todos al final; por tanto, despreciemos todo orgullo de nacimiento, rango o riqueza.

4. Sea puntual, porque la vida es breve.

5. Hombres y mujeres, proyectaos en la eternidad; al�jate del tiempo, porque pronto ser�s expulsado de �l. Sois p�jaros con alas; no te sientes en estas ramas parpadeando eternamente en la oscuridad como b�hos; an�mense y monten como �guilas. ( CH Spurgeon.)

Versículo 25

�No llor� por el que estaba en problemas?

L�grimas por los oprimidos

Al notar el cuidado con el que Job rechaza la insinuaci�n de Elifaz, cu�nto valoraba el car�cter de la caridad y c�mo estimaba que era su deber ineludible contribuir a los deseos y necesidades de los dem�s. Nuestro texto es un llamamiento pat�tico, que muestra el car�cter verdaderamente compasivo del patriarca. �Cu�les son las l�grimas que podemos imaginar que caen de los ojos de Job, y que caen de los ojos de todo hombre compasivo que presencia el sufrimiento y la tristeza? Eran l�grimas de dolor, de sinceridad, de autocondena.

Pero el hombre compasivo, como Job, puede derramar l�grimas de indignaci�n. �Por qui�n llor� as� el compasivo Job? Iluminado. para "�l en un d�a dif�cil". El que sufr�a privaciones. Ahora tengo que abogar por eso, por los hombres que est�n sufriendo un esfuerzo excesivo y un esfuerzo excesivo. Se puede hacer una referencia especial al "sistema de horas tard�as". ( J. M ' Connell Hussey, BA)

Simpat�a cristiana

Al esforzarse por justificar los caminos de Dios, los tres amigos de Job llegaron a la dura conclusi�n de que �l no habr�a sido tan gravemente afligido si no hubiera sido un gran pecador. Entre otras acusaciones contra el patriarca afligido, Elifaz el Temanita tuvo la crueldad de dejar esto a su puerta: �No diste de beber agua al cansado, y denegaste el pan al hambriento.

Los tres miserables consoladores merec�an ricamente la ardiente reprimenda de su difamado amigo: �Ustedes son falsificadores de mentiras, ustedes son m�dicos sin valor. Ojal� callaras del todo y fuera tu sabidur�a �.

I. La simpat�a humana, sus elogios.

1. Podemos decir de ello, en primer lugar, que incluso la naturaleza dicta que el hombre debe sentir simpat�a por los de su especie. La humanidad, si hubiera permanecido en su estado no ca�do, habr�a sido una encantadora casa de hermanos y hermanas. �Pobre de m�! Para nosotros, cuando Ad�n cay�, no solo viol� las leyes de su Hacedor, sino que en la ca�da rompi� la unidad de la raza, y ahora somos part�culas aisladas de la virilidad, en lugar de ser lo que deber�amos haber sido, miembros de un solo cuerpo, conmovidos. por un mismo esp�ritu. Llamados con un llamamiento m�s noble, demostremos como resultado de nuestra naturaleza regenerada una compasi�n m�s elevada por los sufrientes hijos de los hombres.

2. Adem�s, podemos se�alar que la ausencia de simpat�a siempre ha sido estimada, en todos los pa�ses y en todas las �pocas, como uno de los vicios m�s abominables. En la vieja historia cl�sica, �qui�nes son los hombres sometidos a eterna execraci�n? �No son los que no tienen misericordia de los pobres?

3. La simpat�a es especialmente un deber cristiano.

4. Recuerde el bendito ejemplo de nuestro Se�or y Salvador Jesucristo. �Porque conoc�is la gracia de nuestro Se�or Jesucristo, que, aunque era rico, se hizo pobre por nosotros, para que nosotros por su pobreza seamos ricos�.

5. La simpat�a es esencial para nuestra utilidad.

6. Aqu� debo complementar ese pensamiento con otro; la simpat�a puede ser a menudo el medio directo de conversi�n.

7. Y dir� aqu�, que esta simpat�a seguramente ser� una gran bendici�n para ustedes. Si quieres gozo, gozo en el que puedas pensar en las noches y vivir d�a tras d�a, junto al gozo del Se�or, que es nuestra fuerza, est� el gozo de hacer el bien. El hombre ego�sta piensa que disfruta m�s gastando su riqueza sobre s� mismo. �Pobre idiota!

II. Los obst�culos a la simpat�a cristiana.

1. Uno de los grandes impedimentos para la simpat�a cristiana es nuestro propio ego�smo intenso. Todos somos ego�stas por naturaleza, y es una obra de gracia romper esto completamente, hasta que vivamos para Cristo, y no para nosotros mismos. Cu�n a menudo se siente tentado el rico a pensar que sus riquezas son suyas.

2. Otro obst�culo reside en las costumbres de nuestro pa�s. Todav�a tenemos entre nosotros demasiadas castas y costumbres. La exclusividad del rango no se supera f�cilmente.

3. Mucha falta de simpat�a se debe a que nos ignoramos unos a otros. No conocemos los sufrimientos de nuestros semejantes.

4. Sin duda, el enga�o abundante que existe entre aquellos que buscan nuestra ayuda ha frenado mucha liberalidad.

III. Los frutos de la simpat�a cristiana.

1. El fruto de la simpat�a cristiana se ver� en una amable asociaci�n con todos los cristianos: no los rehuiremos ni los ignoraremos.

2. Se ver� a continuaci�n, en un bondadoso est�mulo para los que quieren ayuda, estando constantemente dispuesto a dar una palabra de buen consejo y buen �nimo al coraz�n que est� dispuesto a desfallecer.

3. Mu�strelo, tambi�n, siempre que escuche el buen nombre de alguien que tenga dudas. Defiende a tus hermanos. Es un p�jaro enfermo el que ensucia su propio nido, pero hay algunos p�jaros as�.

4. Pero a�n as�, no hay simpat�a cristiana en todo esto si no se demuestra, cuando es necesario, mediante dones reales de nuestra sustancia. Las palabras entusiastas no calentar�n el fr�o; las palabras delicadas no alimentar�n al hambriento; la palabra m�s libre no liberar� al cautivo, ni lo visitar� en la c�rcel. ( CH Spurgeon.) .

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Job 30". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/job-30.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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