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Bible Commentaries
San Juan 21

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-14

Despu�s de estas cosas, Jes�s se mostr� de nuevo a los disc�pulos en el mar de Tiber�ades.

El mar de tiberias

doce millas completas de largo por casi siete de ancho, formadas por el ensanchamiento del r�o, y casi setecientos pies por debajo del nivel del Mediterr�neo; es una hermosa extensi�n de agua clara y brillante, transparente a considerables profundidades.

Visto desde diferentes puntos y en diferentes momentos, ahora es un espejo azul profundo entre las monta�as, ahora brillante y resplandeciente en los rayos del sol como plata fundida, ahora un mar de vidrio, como si estuviera mezclado con fuego, ahora variando bajo cada brillo cambiante. como un �palo engastado en esmeraldas. Por su forma, es m�s parecido a un arpa - por eso se le llama "Chinnereth" - de la palabra hebrea para "lira" o "arpa" - que ovalada.

La playa es en partes de guijarros: pedernal, jaspe, calcedonia y �gata; en partes arenosas y de blancura nacarada, debido a la presencia de innumerables conchas de humos; en otros lugares est� cubierto de piedras grandes y rugosas. La orilla silenciosa detr�s, que se extiende aqu� y all� en peque�as llanuras irregulares, est� rodeada de una jungla de adelfas y otros arbustos y arbustos, y contiene algunas tierras ricas en ma�z. En el lado oriental, las colinas sin �rboles, marcadas por barrancos, tienen un aspecto desolado y l�gubre.

Los del oeste se hinchan agradablemente desde la orilla; y si no son atrevidos y rom�nticos, tampoco son d�ciles. La cima nevada de la cordillera del Herm�n se eleva majestuosamente en la distancia como un poderoso guardi�n de la frontera norte. Todav�a se encuentran naranjos, cidros, mirtos y d�tiles; y el pie errante aplasta la fragancia de muchas hierbas solitarias. Aves de plumaje brillante frecuentan las orillas, y sobre las aguas del lago muchas aves marinas bajan las alas.

Los visitantes cuentan c�mo, a medida que la noche da lugar a la ma�ana, la s�bita nota de una alondra sonar�, plateada y alegre, como en medio de las estrellas, despertando un concierto a lo largo de la orilla y de regreso a los cerros. Los tintes del amanecer y el atardecer, �palo y violeta, son maravillosos; y tambi�n lo son los contrastes de luz y sombra profunda. "Dios", dijeron los Babbin, "amaba ese mar m�s all� de todos los dem�s mares". Todo a su alrededor ahora cavila (para usar la frase de Gibbon) �un silencio l�gubre y solitario.

�Pero en los d�as del Nuevo Testamento, la agitaci�n de la vida ocupada estaba por todas partes. Las aldeas enclavadas en los verdes valles, estaban encaramadas en las alturas, yac�an esparcidas a lo largo de las costas; en todas partes, �grandes multitudes de personas� podr�an f�cilmente reunirse. (J. Culross, DD)

Tiberias

al oeste del lago, casi frente a Gerasa, ya unas cuatro millas al sur de Magdala. Antipas Herodes estaba construyendo una nueva ciudad para eclipsar a Julias, construida por su hermano Felipe: ciudad a la que se propon�a llamar Tiber�ades y convertirla en la residencia habitual de su corte. Su plan se coloc� en la base de una colina empinada, alrededor de las aguas de una fuente termal, entre las ruinas de una ciudad sin nombre y las tumbas de una raza olvidada.

Gran constructor, como todos los pr�ncipes de su linaje, Antipas ahora pod�a complacer su gusto por los templos, palacios y ba�os p�blicos, concebidos con un esp�ritu romano y ejecutados a escala romana, mientras adulaba a ese maestro caprichoso que podr�a enviarlo en cualquier momento. morir como su hermano estaba muriendo en una tierra lejana. La nueva ciudad creci� r�pidamente. Un castillo coronaba la colina. Altos muros descend�an desde las alturas hasta el mar.

Calles y templos cubr�an el terreno bajo que se extend�a entre estos muros. Un hermoso palacio se elev� muy por encima del resto de estas obras p�blicas: un palacio para el pr�ncipe y la corte, con un techo de oro, por lo que se la conoci� como la casa de oro. Se form� un puerto: se arroj� un muelle, se construy� una compuerta de agua y se coloc� una flota de buques de guerra y de recreo sobre la ola resplandeciente. Torres proteg�an y puertas adornaban una ciudad que Antipas dedic� a su amo, inscribi� en sus monedas y convirti� en la capital de su provincia, la residencia de su corte.

Esta ciudad estaba creciendo en grande y famosa. Cuando se colocaron las primeras piedras cerca del mar, San Juan era un ni�o que jugaba en la playa de Capernaum con las redes de su padre; sin embargo, fue tan r�pido su crecimiento, tan amplia su fama, que antes de componer su Evangelio, Tiber�ades hab�a dado su nombre a las aguas sobre las que se encontraba, como Ginebra al lago Lem�n y Lucerna a la de los cuatro cantones. Cuando St.

Mateo escribi� su Evangelio, la ciudad era a�n joven, y un jud�o de Galilea podr�a hablar de Genesareth: cuarenta o cincuenta a�os despu�s, un hombre que naci� en sus orillas y hab�a pescado en sus aguas, habl� del lago con m�s familiaridad por su Nombre romano. ( "Tierra Santa" de Dixon ).

El segundo tiro milagroso de peces

Las diferencias entre los dos milagros son principalmente tres.

I. QUE AHORA EN LA DISPENSI�N DE LA ASCENSI�N, LA PRESENCIA DE CRISTO CON SU PUEBLO DEBE SER CONOCIDA NO POR LA VISTA DE SU PERSONALIDAD VISIBLE, SINO POR INFERENCIA DE LOS EFECTOS PRODUCIDOS POR SUS OBRAS ENTRE ELLOS. Mientras estaba en la orilla, no sab�an que era �l, pero cuando Juan sinti� el peso de la red con los peces, dijo:

"Es el Se�or". De modo que encontramos que en el libro de los Hechos el autor representa las cosas obradas por los ap�stoles como una continuaci�n de las que antes de Su muerte Jes�s comenz� a hacer y a ense�ar ( Hechos 1:1 ). Los ap�stoles reconocieron que sus milagros no fueron realizados por su propio poder o santidad ( Hechos 3:13 ), sino por Aquel a quien los jud�os hab�an crucificado, pero a quien Dios hab�a resucitado.

�Probado por el proceso ordinario de razonamiento, la conclusi�n fue precaria. Pero hay una l�gica del alma que se ocupa de las cuestiones de la vida superior, y John confiaba en reconocer la intuici�n, el poder, el amor que pertenec�an a uno solo. Y cuando la verdad se expres�, los dem�s la reconocieron ". De la misma manera ahora debemos reconocer la presencia del Se�or Jes�s con nosotros.

Cuando nuestro coraz�n arde dentro de nosotros mientras estudiamos las Sagradas Escrituras; cuando nuestro esp�ritu se calma, refresca, inspira y fortalece al volvernos en oraci�n a Dios; cuando las palabras que pronunciamos en Su nombre son seguidas por resultados tan asombrosos para nosotros como para quienes las contemplan, entonces nosotros tambi�n podemos decir con Juan: "Es el Se�or", y regocijarnos en la seguridad de que �l est� en medio de nosotros de hecho.

II. QUE EL CRISTO ASCENDIDO NOS ENV�A NING�N ERROR SIN �XITO CUANDO NOS OFRECE QUE VAYAMOS A PREDICAR SU EVANGELIO A TODAS LAS NACIONES. S� testigo de Judson entre los karen, Moffat entre los hotentotes, Lindley entre los zul�es, Scudder entre los hombres de Arcot y Morrison y Burns, y muchos m�s, entre los chinos. Ning�n trabajador fiel que sea obediente a Cristo y fiel a su llamamiento, al final se quedar� sin su red.

Esta palabra, "Echa la red a la derecha del barco y encontrar�s", se mantiene en todos los tiempos, y seguramente se cumplir�. El �xito de la empresa misionera no es mera casualidad. Es tan seguro como lo pueden hacer la promesa y la profec�a. El poder del Salvador no es ahora algo que deba someterse a prueba; es cuesti�n de experiencia.

III. LA RECOMPENSA DE LOS QUE SON OBEDIENTES A CRISTO, EN TRABAJAR PARA LA SALVACI�N DE LOS HOMBRES. No solo tienen �xito en ese trabajo, que en s� mismo es un gran gozo, sino que Cristo les prepara una fiesta cuando su trabajo est� terminado. ( WM Taylor, D. D. )

El segundo tiro milagroso de peces

Como solo San Juan registra el �comienzo de los milagros� en Can�, es apropiado que su Evangelio se cierre con esta escena id�lica de m�s que belleza humana. El cuadro al aire libre, el frescor matutino, la naturalidad de los incidentes y personajes, la sencillez de la narraci�n, lo imprimen con una gracia incomparable.

I. LA MANERA DE SU VENIDA. Cu�n parecidos a ellos mismos son estos dos disc�pulos. Juan es el primero en percibir a Jes�s. La mirada de �guila de la fe es r�pida para ver lo Divino. Con el instinto del coraz�n amoroso, el amigo �ntimo es el primero en detectar la presencia de su Divino Amigo. �l imparte el reconocimiento tranquilo y silencioso a su hermano ap�stol. Cu�n preciosa esta facultad de notar y se�alar lo Divino en la vida, aunque sean otros los que act�en.

John es el vidente, el amante, el maestro; pero Peter es el hacedor. Es Pedro quien se sumerge en las olas y llega primero a los pies de Jes�s. As� que siempre hab�a sido entre estos dos. Juan fue el primero en llegar al sepulcro, Pedro el primero en entrar; Juan el primero en creer que Cristo ha resucitado, Pedro el primero en saludar al Cristo resucitado. As� siempre tenemos estas dos clases: los hombres de fe, los hombres de acci�n; los hombres de sabidur�a reflexiva y los hombres de celo amoroso.

Los ojos de la Iglesia y las manos de la Iglesia, todos �tiles para los dem�s y necesarios para el cuerpo. Juan le dice a Pedro: "Es el Se�or", lo que Pedro no habr�a percibido. Pedro se arroja al mar, lo que Juan no pudo haber hecho. �Bien! los dem�s tambi�n llegan a la playa a tiempo, de manera tan lenta como los hombres en general llegan en este mundo a su verdadera orilla, muy obstaculizada por ese maravilloso arrastre de la red con peces.

�Nadie se atrevi� a preguntarle: �Qui�n eres t�? sabiendo que era el Se�or ". Pero, �por qu� desear pregunt�rselo? �D�nde estaba la necesidad? Claramente porque el mero sentido corporal no puede identificarlo. Sus idas y venidas, sus entrevistas con ellos durante los cuarenta d�as, no est�n de acuerdo con las leyes ordinarias del cuerpo. En consecuencia, es sobre la base de la evidencia, no tanto de los sentidos, como de la mente y el coraz�n, que saben que �l es su Salvador resucitado.

Sus palabras, sus acciones y el amor que brilla a trav�s de todos, les dicen que es Jes�s, y nadie es tan infiel y ciego como para decir: �Qui�n eres t� que te apareces as� en la apariencia de un extra�o? Y todo esto es significativo. Los est� preparando para vivir por fe en un mundo donde Jes�s ya no estar� con ellos en la carne.

II. EL SIGNIFICADO DEL MILAGRO. Es f�cil ver que el prop�sito es diferente al que, por ejemplo, apareci� en la resurrecci�n de L�zaro. Despu�s de Su propia resurrecci�n, no hubo necesidad de ning�n simple acto de poder para convencer a los disc�pulos de Su Deidad. Eso habr�a costado menos para demostrar que era m�s grande.

1. Demostr� de una manera muy llamativa que su propio Jes�s fue quien resucit� de entre los muertos. Se dirigi� a su memoria y su fe: Pueden estar seguros de que soy su propio Se�or, cuando vuelva a hacer exactamente como hice antes, en este mismo lago, las obras que ning�n otro hombre podr�a hacer. Repetir el milagro del Draft of Fish era probar Su identidad de la manera m�s convincente. Un gran poeta tonal se acerca a ti, interpreta una de sus obras maestras y sigue su camino.

Supongamos que la composici�n nunca se ha escrito; nadie pod�a repetirlo excepto el propio compositor. En vano aparecer�a cualquier pretendiente y dir�a: "Yo soy", porque no presentar�a la prueba que usted seguramente buscar�a. Quiz�s esperas a�os. Viene un extra�o. Dice, soy tu antiguo amigo; no me reconoces El tiempo y los viajes han cambiado su semblante, los sentidos se niegan a identificarlo de la forma habitual.

�Lo probar�, dice, se sienta ante el instrumento, grita los maravillosos y bien recordados acordes. Ning�n otro podr�a emocionarte m�s que �l mismo. S�, dices, est� fuera de toda duda. Lo conozco por su trabajo. Este debe ser Jes�s; ning�n fantasma a su semejanza, ninguna apariencia enga�osa, sino el mismo Cristo de Dios, a cuyo mandato est�n todos los tesoros de la naturaleza y la providencia, y bajo cuyos pies est�n tambi�n los peces del mar, porque �l es la cabeza de todas las cosas, para Su cuerpo la Iglesia.

2. No solo era un sello de la resurrecci�n de su Se�or, tambi�n era un s�mbolo de su trabajo futuro. De ahora en adelante �l estar�a en la orilla celestial. Muchas noches, oscuras y l�gubres, tendr�an que trabajar in�tilmente; pero tan a menudo como �l lo ordenara, la red se llenar�a. Por fin lo llevar�an a la tierra, el �xito de Su reino ser�a completo y glorioso m�s all� de toda expresi�n.

Sus siervos fieles compartir�an Sus triunfos y heredar�an el fruto de sus labores, entrar�an en su reposo seguido de sus obras, y en la ma�ana de la resurrecci�n se sentar�an a comer con �l en Su reino eterno. Uno se siente tentado a detenerse un poco m�s en esta atractiva alegor�a, hay tantas cosas sugeridas por los detalles de la encantadora historia.

(1) Aqu� hay siete pescadores, bien equipados, bien familiarizados con las aguas en las que pescan, trabajando toda la noche y sin pescar nada. Los siervos del reino pueden estar bien equipados, bien ubicados, bien familiarizados con su trabajo exteriormente, pero no por eso se asegura su verdadero �xito. Es la presencia del Se�or y el mandato del Se�or lo que lo asegura. Una actividad basada en el mero impulso humano y la simpat�a - "Yo voy a pescar, Nosotros tambi�n vamos contigo" - fue infructuosa. Aquello que se inspir� en la palabra de Cristo tuvo un �xito inmediato.

(2) Una conversaci�n sobre el fracaso abre el camino para cosas mejores; por eso, el Se�or a menudo comienza la bendici�n con Su Iglesia y sus siervos cuando les hace sentir y preocuparse por la falta de bendici�n.

(3) La bendici�n y el �xito vienen al lanzar la vieja red de una manera nueva, en una nueva direcci�n. Es el evangelio inmutable que debemos predicar; pero en cada �poca y �poca necesita nuevos moldes, formas frescas, y es el Esp�ritu siempre vivo el que nos mantendr� rectos con Sus indicaciones progresivas. La comida en la orilla tambi�n sugiere muchas cosas adem�s de la fiesta final del cielo. De hecho, sugiere m�s estrictamente �tiempos de refrigerio� sobre la tierra, porque es temprano en el d�a, apropiado para m�s trabajo.

No se nos dice d�nde sac� Jes�s el pescado, el pan y el fuego de las brasas, pero all� estaba listo; �Y cu�n semejantes a las graciosas sorpresas que prepara para sus fieles siervos! Un �xito sorprendente seguido de una satisfacci�n sorprendente y un consuelo para el alma. ( J. Laidlaw, D. D. )

El segundo tiro milagroso de peces

I. LA APARICI�N EN EL LAGO. ( Juan 21:1 ).

1. El escenario de la operaci�n: el mar de Galilea.

(1) Adorado por las primeras asociaciones. Muchas veces los disc�pulos hab�an navegado en sus aguas ( Mateo 4:18 ).

(2) Ahuecado por recuerdos sagrados. A trav�s de ese lago hab�an navegado a menudo con su Maestro (cap. 6:16; Mateo 7:18 ). Aqu� hab�an presenciado tres veces la demostraci�n del poder de Cristo ( Lucas 5:1 ; Mt.

8:26: 14:22, 23), y le hab�a o�do predicar a las multitudes en la orilla Lucas 5: 3; Mateo 13:2 ). Alrededor de ella hab�an viajado con �l en sus vagabundeos.

(3) Recomendado por experiencia pasada. Un agua famosa por la multitud, variedad y excelencia de sus peces.

2. La compa��a de pescadores.

(1) Su n�mero. Siete: el n�mero perfecto, el s�mbolo de la integridad y, por lo tanto, representativo de la Iglesia naciente.

(2) Sus nombres. Sim�n Pedro, el hombre de roca, s�mbolo de energ�a y celo. Tom�s, el hombre de la duda, t�pico de la prudencia, la prudencia, la timidez, la raz�n. Natanael, el inocente, emblem�tico de la sinceridad transparente y la dulce sencillez. Los dos hijos de Zebedeo, una vez hijos del trueno, ahora hombres de amor y abnegaci�n. Otros dos representantes del gran ej�rcito de desconocidos, indistinguibles, que se encuentran en todas las �pocas y pa�ses en el tren de Cristo. Juntos dan sombra a las variedades de car�cter y investidura de la Iglesia.

3. La expedici�n propuesta.

(1) Su proponente: Peter. La Iglesia, no menos que el mundo, necesita hombres de acci�n que lideren el camino, pioneros para abrir nuevos caminos, personas de imaginaci�n y entusiasmo para idear e impresionar a otros con la viabilidad de lo que sugieren.

(2) Sus aceptadores. Iniciado por Peter, la idea fue retomada por sus compa�eros. La masa de la humanidad en la religi�n, como en la pol�tica, no solo requiere ser dirigida, sino que est� lista para seguirla. El hombre capaz nunca quiere instrumentos. El que puede gobernar encontrar� s�bditos.

(3) Su comienzo. Comenz� bien. Todo auguraba esperanzas. La reputaci�n del lago era alta; el mejor momento posible para pescar; la empresa ardiente y experimentada. No perdieron tiempo, no escatimaron esfuerzos y no se desanimaron pronto. Cualquier cosa que haga el pueblo de Cristo, debe actuar para merecerlo si no puede imponer el �xito.

(4) Su resultado.

(a) Nada al menos en cuanto a apariencia. No pescaron.

(b) Algo, s�, todo en uno.

Se encontraron con Cristo, encontraron lo que no esperaban, regresaron con lo que no hab�an ido a buscar. De modo que Cristo derrota los planes de su pueblo para que pueda llevar a cabo mejor los suyos, defrauda sus esperanzas de que les d� fruto inmediato y los deja solos para que puedan recibirlos y disfrutarlos m�s f�cilmente cuando venga.

II. EL BORRADOR MILAGROSO (vers�culos 4-8).

1. El extra�o en la playa.

(1) El tiempo de Su aparici�n: la ma�ana; cf. el �ngel de Jehov� ( G�nesis 33:26); Cristo en los d�as de su carne ( Mateo 14:25 ) y despu�s de su resurrecci�n. De modo que Cristo todav�a se aparece a su pueblo por la ma�ana, porque es de ma�ana en cada alma cuando �l aparece.

(2) La circunstancia de Su no reconocimiento. Ellos �no sab�an�, como Mar�a y los viajeros de Ema�s, y quiz�s por razones similares. Cristo puede estar ahora al lado de su pueblo cuando no se dan cuenta.

(3) La pregunta inesperada, hecha con alegr�a y con amistosa solicitud: "Muchachos, �ten�is algo de comer?" es decir , �ha tenido �xito su elenco? Ponga tambi�n no para informaci�n, sino para llamar la atenci�n y despertar expectativas.

(4) La respuesta decepcionada. Hab�an fracasado, como tres de ellos lo hab�an hecho antes ( Lucas 5:5 ); hab�an gastado sus fuerzas en nada ( Isa�as 49:4 ); como a menudo parecen hacer los pescadores del evangelio ( G�latas 4:11 ; 1 Tesalonicenses 3:5 ).

(5) El consejo proferido. El lado derecho siempre es el lado que Cristo designa. El que no hace lo que Cristo manda, pesca por el lado equivocado .

(6) La pronta obediencia. Nunca es prudente estar por encima de los consejos; mucho menos cuando los consejos vienen de Cristo ( Colosenses 2:3 ).

(7) El maravilloso �xito. El camino real hacia el �xito en la religi�n es la obediencia a los mandamientos de Cristo ( Efesios 3:20 ).

2. El reconocimiento desde el barco.

(1) Por qui�n lo hizo. Por el disc�pulo en cuyo coraz�n brillaba una llama pura de amor por Jes�s. El coraz�n en lugar del intelecto es el �rgano de la aprehensi�n espiritual. Juan fue el primero en percibir que Cristo hab�a resucitado (cap. 20: 8). Ahora es el primero en reconocer a Su Persona.

(2) C�mo se expresa: "�Es el Se�or!" Concentr�ndose en la exclamaci�n amor, alegr�a, adoraci�n, deseo, un mundo de pensamiento, un oc�ano de sentimiento santo, un cielo de aspiraci�n espiritual.

(3) Con lo que sigui�. Reconocimiento instant�neo de Pedro y actividad sorprendente ( cf. Mateo 14:28 )

.

3. El aterrizaje de la red.

(1) El trabajo de la misma.

(2) El �xito de la misma.

(3) La maravilla de eso. Tampoco fallar� la red del evangelio hasta que no haya atrapado a todo el pueblo de Cristo.

III. EL BANQUETE MISTERIOSO (vers�culos 12-14).

1. La provisi�n celestial (vers�culo 9). Emblem�tico de la recompensa que disfrutar�n los siervos de Cristo en la cena de las bodas del Cordero ( Apocalipsis 19:9 ).

2. La contribuci�n terrenal (vers�culo 10). Gran parte de la recompensa futura de los siervos de Cristo consistir� en contemplar el fruto de sus labores ( 1 Tesalonicenses 2:19 ).

3. La invitaci�n real (vers�culo 12). As� ser�n bienvenidos cuando lleguen a la tierra celestial ( Mateo 25:34 ).

4. La distribuci�n solemne (vers�culo 13). Cuadro del entretenimiento superior ( Mateo 26:29 ), del que Cristo da un anticipo en la Cena del Se�or. Lecciones:

1. La infructuosidad del trabajo incluso en la Iglesia, sin la presencia y el poder del Redentor glorificado ( Juan 15:5 ).

2. El �xito seguro y abundante de quienes trabajan en el camino y en la l�nea sugerida por Cristo.

3. La recompensa bendita que aguarda a los obreros fieles al servicio de Cristo. ( T. Whitelaw, D. D. )

La aparici�n de Cristo en el mar de Tiber�ades

Nota

I. LA POBREZA DE LOS PRIMEROS DISC�PULOS.

1. Los encontramos trabajando para suplir sus necesidades temporales en uno de los llamamientos m�s humildes. No ten�an ni plata ni oro, y por eso no se avergonzaban de volver al negocio.

2. Esta pobreza va lejos para probar el origen divino del cristianismo. Estos mismos hombres que encontraron necesario trabajar duro para poder comer, fueron los primeros fundadores de la Iglesia, que ahora se ha extendido a un tercio del mundo. Estos fueron los hombres ignorantes e ignorantes que se enfrentaron audazmente a los sutiles sistemas de la filosof�a antigua y los silenciaron con la predicaci�n de la cruz. Estos fueron los hombres que, en �feso, Atenas y Roma, vaciaron los templos paganos de sus adoradores y los convirtieron en una fe mejor.

II. LOS DIFERENTES CARACTERES DE LOS DIFERENTES DISC�PULOS DE CRISTO.

1. Una vez m�s vemos a Pedro y a Juan uno al lado del otro y comport�ndose de diferentes maneras. Juan fue el primero en percibir a Cristo, pero Pedro fue el primero en luchar para llegar a �l. El amor de John fue m�s r�pido en discernir, pero el impulso de Peter fue m�s r�pido en despertar.

2. No condenemos, entonces, a otros porque no ven o no sienten exactamente como nosotros ( 1 Corintios 12:4 ). Los dones de Dios no se otorgan precisamente en la misma medida. Algunos tienen m�s de uno y otros m�s de otro. Algunos tienen dones que brillan m�s en p�blico y otros los que brillan en privado.

Marta y Mar�a ( Lucas 10:39 ; Juan 11:20 ) fueron amadas por nuestro Se�or. La Iglesia de Cristo necesita servidores de todo tipo e instrumentos de todo tipo; tanto navajas como espadas, hachas y martillos, cinceles y sierras. Que nuestra m�xima gobernante sea Eph

6:24.

III. LA ABUNDANTE EVIDENCIA QUE LAS ESCRITURAS SUMINISTRAN DE LA RESURRECCI�N DE NUESTRO SE�OR. Aqu�, como en otros lugares, encontramos una prueba incontestable de que nuestro Se�or resucit� con un cuerpo material real. Que Pedro estaba convencido y satisfecho lo sabemos ( Hechos 10:41 ). ( Mons . Ryle .)

Los siete que vieron al Se�or resucitado

I. ESTABAN JUNTOS. �C�mo llegaron a mantenerse unidos, en lugar de buscar seguridad huyendo, lo que habr�a sido lo natural despu�s de la muerte de su L�der? Y, sin embargo, aqu� los encontramos donde todos sab�an que eran disc�pulos de Jes�s, manteni�ndose unidos como si todav�a tuvieran un v�nculo vivo y unificador. Solo hay una explicaci�n, a saber, que Jesucristo hab�a resucitado de entre los muertos. No se puede construir una iglesia sobre un Cristo muerto; y de todas las pruebas de la resurrecci�n, no hay ninguna m�s dif�cil de explicar para un incr�dulo que el simple hecho de que los disc�pulos de Cristo se mantuvieron unidos despu�s de su muerte.

II. LA COMPOSICI�N DE ESTE GRUPO.

1. De los cinco hombres que formaron la Iglesia Primitiva (cap�tulo 1.), hay tres que reaparecen aqu�, a saber, Pedro, Juan y Natanael, y dos hombres sin nombre, que, creo, son �Felipe y Andr�s , Hermano de Sim�n Pedro �, ambos se relacionaron con Betsaida, el lugar donde probablemente tuvo lugar esta aparici�n del Se�or resucitado. Entonces, la inferencia justa es que tenemos aqu� el n�cleo original de nuevo, los primeros cinco, con un par m�s, "Thomas, que se llama Didymus", y el hermano de John, uno de los primeros.

2. All�, a lo largo de la playa, est� el lugar donde hace tres cortos a�os llamaron a cuatro de ellos desde sus redes. Del otro lado est� la hierba verde donde se alimentaba a miles. Detr�s est� la empinada pendiente por la que se precipit� el reba�o pose�do por el diablo. All�, sobre la loma del cerro, est� el camino que sube a Can�, de donde ven�a uno de los del grupo.

3. Observe la lista, teniendo en cuenta los miembros individuales que la componen.

(1) En primer lugar, destacan los dos pecadores m�s grandes del conjunto, Pedro y Tom�s, singularmente contrastados y, sin embargo, iguales en el hecho de que la crucifixi�n hab�a sido demasiado para su fe. Uno era impetuoso, el otro lento. Uno siempre estaba dispuesto a decir m�s de lo que quer�a decir, el otro siempre estaba dispuesto a hacer m�s de lo que dec�a. El uno estaba naturalmente abatido, el otro nunca miraba ni un cent�metro m�s all� de su nariz y siempre se entregaba al impulso del momento.

Y sin embargo, ambos estaban unidos en esto, que uno, por una repentina ola de cobard�a, y el otro, por ceder a su tendencia constitucional, ambos hab�an fallado en su fe, el uno resultando un negador y el otro. otros se vuelven esc�pticos. Y, sin embargo, aqu� est�n, los m�s importantes en la lista de aquellos que vieron al Cristo resucitado. Hay dos lecciones ah�. Aprendamos

(a) Con qu� manos y corazones abiertos deber�amos recibir a un penitente cuando regrese.

(b) Qui�nes son a quienes Cristo se digna manifestarse: no monstruos inmaculados, sino hombres que, habiendo ca�do, han aprendido a ser humildes y cautelosos, y por la penitencia se han elevado a una posici�n m�s segura, y han convertido incluso sus transgresiones en pasos. en la escalera que los eleva a Cristo. Y el peque�o grupo les dio la bienvenida, como nos corresponde a nosotros dar la bienvenida a los hermanos que han ca�do y que se arrepienten.

(2) Natanael, un �israelita en verdad� inocente, tan r�pido para creer que lo �nico que se registra que Cristo le dijo es: ��Porque dije� t� crees? Cosas mayores que estas ver�s ". A este hombre se le hizo una promesa de creciente claridad de visi�n y plenitud de manifestaci�n, que nunca aparece en ning�n otro lugar excepto en estas dos escenas, por lo que puede ser para nosotros el tipo de ese crecimiento silencioso y continuo, que est� marcado por el uso fiel. de la iluminaci�n actual, y es recompensada por un aumento continuo de la misma.

Si la nota clave de las dos vidas anteriores es que el pecado confesado ayuda a un hombre a escalar, la nota clave de este hombre es que son a�n m�s bienaventurados quienes, sin interrupciones ni negaciones por la paciente continuidad en el bien hacer, ensanchan el horizonte de su vida. Visi�n cristiana y purgar su vista para un conocimiento m�s amplio todos los d�as. No es necesario que la carrera de nadie se rompa con negaciones o dudas; podemos "crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Se�or y Salvador".

(3) Los dos hijos de Zebedeo - hijos del trueno - que estaban ansiosos, en�rgicos, algo intolerantes, no reacios a invocar venganza destructiva, todo por amor a �l; tocado por la ambici�n que los llev� a desear un lugar a Su mano de lucha ya Su izquierda. Pero al vivir con �l, uno de ellos, al menos, se hab�a convertido de todo el grupo en el m�s parecido a su Maestro. Y los pintores antiguos ense�aron una verdad profunda cuando hicieron de John casi una copia del rostro del Maestro.

A �l se le concedi� un lugar entre esta bendita compa��a, y seguramente es un rastro de su propia mano que su lugar sea tan humilde. Cualquier otro que no fuera �l ciertamente habr�a puesto a Santiago y Juan en su lugar natural al lado de Pedro.

(4) �Otros dos de sus disc�pulos� no dignos de nombrar. Probablemente los dos que faltan de los cinco del primer cap�tulo; pero posiblemente solo disc�pulos en el sentido m�s amplio. �Que importa? La lecci�n es que hay un lugar para la gente com�n y corriente, cuyos nombres no vale la pena repetir en la Iglesia de Cristo, y nosotros tambi�n participamos en la manifestaci�n de Su amor. No necesitamos ser brillantes, inteligentes, influyentes, en�rgicos, nada m�s que almas tranquilas y en espera para que Cristo se muestre a nosotros mientras nos afanamos fatigosamente en la oscuridad de la noche.

III. EL OBJETO DE ESTE GRUPO ES IMPORTANTE. �Para qu� se juntaron as�? �Sim�n Pedro dice: Voy a pescar. Ellos dicen: Nosotros tambi�n vamos contigo �. As� que vuelven a su antiguo oficio, que no hab�an abandonado para siempre, como alguna vez pensaron que hab�an hecho.

1. �Qu� los envi� de regreso? Sin duda ni desesperaci�n; porque hab�an visto a Jesucristo en Jerusal�n, y hab�an bajado a Galilea por orden suya con el prop�sito de encontrarse con �l. Es muy parecido a Peter que deber�a haber sido �l quien sugiriera llenar una hora del tiempo de espera con trabajo manual. John podr�a haberse �sentado quieto en la casa�, como Mar�a, con el coraz�n a�n m�s ocupado porque las manos descansaban en silencio.

Pero ese no era el estilo de Pedro, y Juan estaba dispuesto a hacerle compa��a. Pedro pens� que lo mejor que pod�an hacer hasta que Jes�s decidi� venir, era volver a su trabajo, y �l era sensato y ten�a raz�n. La mejor actitud en la que se puede encontrar Cristo es hacer nuestro trabajo diario, por muy secular y peque�o que sea. Un pesquero sucio y mojado, todo viscoso por las escamas, era un lugar extra�o, pero era el lugar correcto, m�s justo que si hubieran estado deambulando entre las imaginarias santidades de las sinagogas.

2. Salieron a hacer su trabajo; y para ellos se cumpli� el viejo dicho: "Yo estaba en el camino, el Se�or me sali� al encuentro". Jesucristo vendr� a ti y a m� en la calle si llevamos el coraz�n que espera all�, en la tienda y en la cocina. Porque todas las cosas son sagradas cuando se hacen con un coraz�n santificado, y �l elige darse a conocer a nosotros en medio de los polvorientos lugares comunes de la vida diaria. Les dijo poco antes de la crucifixi�n: "Cuando os envi� sin bolsa ni alforja, �os falt� algo?" Y ellos dijeron

"Nada." Y luego dijo, cambiando las condiciones: "Pero ahora el que tiene bolsa o alforja, que lo tome". Mientras estuvo con ellos, quedaron exentos de estas tareas comunes. Ahora que los hab�a dejado, la obligaci�n se repiti�. Contin�e con su trabajo, y si dura toda la noche, c�mplalo; y si no hay peces en la red, no importa; fuera con eso de nuevo. Y aseg�rese de que tarde o temprano lo ver� parado en la playa y escuchar� Su voz, y ser� bendecido con Su sonrisa. ( A. Maclaren, D. D. )

Una noche y una ma�ana junto al lago de Galilea.

I. �SIM�N PEDRO DICE A ELLOS: YO VOY A PESCAR� ( Juan 21:3 ).

1. Nos inclinamos a maravillarnos de la peque�ez de este memorando. Lo mismo podr�a haber dicho ayer muchos simples arrastreros en Teignmouth, o en cualquier otra estaci�n de pesca, pero esto se ha convertido en una parte org�nica del Libro de los libros. El escritor omite los eventos trascendentales que estaban conmoviendo a millones en ese momento, �y agrega esto! Algunos cr�ticos han pensado que la cosa es demasiado trivial, pero creemos que una cosa tan peque�a no podr�a haberse dejado a menos que tuviera un gran significado.

2. Note una notable lentitud en la aprehensi�n espiritual. "Yo voy", dice Peter. Bueno, �ad�nde? al �monte de Galilea� adonde Cristo mand� a sus disc�pulos? "No, al mar, por supuesto." Recuerde que cuando Jes�s instituy� la Cena, cuando cada palabra deber�a haberse tomado en serio con doble claridad, dijo: �Despu�s de que resucite, ir� delante de ustedes a Galilea.

El �ngel en el sepulcro dijo: "Id pronto y decid a sus disc�pulos ... que va delante de vosotros a Galilea, como ha dicho". Luego sigui� el mensaje angelical con uno para las mujeres en el camino; aun as� fueron lentos para moverse, pero aun as� �l tuvo compasi�n de su enfermedad, y se les apareci� en Jerusal�n los dos primeros d�as; luego sus manifestaciones cesaron por un tiempo. Por fin llegaron a Galilea, pero solo a su antigua posici�n y, seg�n parece, sin pensar en ver a Jes�s, de lo contrario, todos habr�an estado en el lugar en el momento m�s temprano posible. Pero solo vemos siete, y Peter dice: "�Yo voy!" no a la monta�a, sino al mar.

3. El anuncio parece haber sido hecho en un arrebato de desaliento. Cristo les hab�a dicho a Pedro y a sus compa�eros que dejaran de pescar cuando se convirtieran en sus disc�pulos, y al instante lo dejaron todo y lo siguieron. Pedro hizo una referencia enf�tica a esto cuando dijo: "�Se�or, lo hemos dejado todo y te hemos seguido!" Y la respuesta de Cristo, tomada con las palabras del disc�pulo, parece hablar del pesquero abandonado como signo de un acto final y consumado.

Nunca volvemos a o�r hablar de ellos trabajando en su antiguo oficio para ganarse la vida. Imaginamos a los ap�stoles esperando en Jerusal�n por otra visita divina, pero esto no se les hab�a concedido. Luego, solemne y tristemente, regresaron al lugar familiar, y all� esperaron. Todas las noches el coraz�n de Pedro dec�a: "Vendr� ma�ana"; pero ma�ana, y ma�ana lleg�, y no Jes�s. Entonces ese coraz�n grit�, en un estallido de apasionada tristeza: "Me rindo, porque �l no vendr� m�s".

II. �LE DICEN: TAMBI�N VAMOS CONTIGO�. Algunos hombres parecen tener una influencia natural e inexplicable. Cuando tu esp�ritu toca el de ellos, sientes una fascinaci�n que te retiene o mueve como una mano. Peter ten�a este tipo de electricidad. Podemos imaginar el intercambio de palabras como: "Voy a la monta�a". "Vamos contigo". "Me rindo." "Nos damos por vencidos." �Voy a pescar.

"Nosotros tambi�n vamos contigo". Los grandes l�deres tienen un poder "activo" que les es peculiar; pero m�s o menos, para bien o para mal, todo hombre debe ser influyente, y lo que hace lo har�n otros. Podemos imaginar tal intercambio de lenguaje entre un padre y sus hijos: "Voy a los caminos del mundo". "Nosotros tambi�n vamos contigo". "Yo creo y voy a poner mi suerte con los que creen". "Nosotros tambi�n vamos contigo".

III. �SALIERON Y ENTRARON EN UN BARCO INMEDIATAMENTE; Y esa noche no atraparon nada ".

1. Aqu� hay un ejemplo, entre muchos, de Cristo que no permiti� que sus disc�pulos prosperaran mientras estaban en un camino equivocado. Es un mal presagio cuando los cristianos prosperan mientras se encuentran en un curso de incredulidad pr�ctica. Este presagio no se ve en vidas que van a alcanzar un alto nivel. En tales casos, el amor arruina la prosperidad y enreda los planes.

2. Por otro lado, ser� necesario recordar a las conciencias sensibles que la falta de �xito no se debe en todos los casos a algo malo. Un barco puede ser tripulado por buenos cristianos, pero se hunde; una preocupaci�n en la que nadie se embarca, pero los disc�pulos pueden trabajar toda la noche y no pescar nada. Y as�, coraz�n fiel, las p�rdidas ser�n una ganancia para ti. En la hora m�s oscura de la aflicci�n exterior puede llegar el amanecer de una ma�ana de ricos descubrimientos. "El Se�or ser� tu luz eterna, y los d�as de tu luto se acabar�n".

IV. �PERO CUANDO LLEG� LA MA�ANA, JES�S SE DEJ� EN LA COSTA�, etc. Cansados ??y desanimados, vieron una silueta borrosa en la niebla; ellos "no sab�an que era Jes�s". Su voz reson�, pero no despert� dentro de ellos ning�n eco de recuerdo que respondiera. �Era propio de �l ir tras ellos cuando ellos no quer�an ir tras �l, y llamarlos sus hijos despu�s de todo! "�Ten�is algo de comer?" Pregunt�.

Dondequiera que los disc�pulos se afanan, el Se�or mira; si sufren un fracaso, h�gales saber que el ojo vigilante ve, que el gran coraz�n siente. �l les ha ense�ado a sus hijos la oraci�n: �Danos hoy nuestro pan de cada d�a� y, por lo tanto, no es probable que los deje morir de hambre. En respuesta a esta pregunta, solo dijeron "No"; la palabra corta de hombres cruzados, doloridos y decepcionados. Luego dijo: �Echa la red por el lado derecho�, etc. Fue el consejo de Aquel que tard� en ofenderse y cuyo precepto suele implicar una promesa; de Aquel cuya infinita grandeza no le impide interesarse en nuestros llamamientos m�s comunes.

V. "LANZARON, POR LO TANTO, Y AHORA NO PUDIERON DIBUJARLO PARA LA MULTITUD DE LOS PECES".

1. Esta asombrosa maravilla fue para recordarles que hab�an sido consagrados como "pescadores de hombres". El simbolista divino se deleitaba en revestir el trabajo espiritual de sus siervos con un lenguaje tomado de sus ocupaciones mundanas. Evidentemente, sugiere

(1) Trabajo francamente duro. La palabra "ministro", como la palabra "pescador", no es simplemente el nombre de un cargo o dignidad, sino de un trabajador.

(2) �Diversidad de operaciones�. Es una noci�n medieval que la �nica forma de pescar es con la red, que se entiende como la �nica Iglesia verdadera; pero cuando Cristo design� a sus seguidores para que fueran pescadores de hombres, no especific� ning�n modo en particular para su uso. Un pescador tiene que pasar por una gran variedad de experiencias; puede estar en un mar tempestuoso, o puede que tenga que arrastrarse, esconderse o mirar en el frondoso r�o cubierto de juncos.

Algunos tipos de peces deben capturarse con lanza, algunos con sedal, otros con red: red de mano, red de tiro o red de canasta. Nunca debe inclinarse hacia una ballena o arponear una trucha. "Debes", dice Izaak Walton, "ser el erudito de los peces antes de poder ser su maestro".

(3) Y el trabajo del pescador espiritual es m�s de habilidad que de violencia: debe atraer, no conducir.

(4) Que nuestro trabajo espiritual debe ser realizado por nosotros mismos, y no por intermediarios. Cuando, por ejemplo, un hombre es llamado a predicar, d�jelo que predique sus propios sermones: "Pesque con sus propios anzuelos".

2. El acto tambi�n puede haber tenido la intenci�n de animarlos, ya todos los obreros abatidos, al prever el �xito final de toda la obra hecha para Cristo. Considerando los dos milagros como se�ales, el escenario del cumplimiento en un caso es la tierra, en el otro, el cielo. En el primer milagro las "redes se rompieron"; por lo tanto, los pescadores no capturaron todo el pescado y no se intent� contar el n�mero capturado.

En el segundo caso, no se rompieron las redes, y cuando los trabajadores llegaron a la tierra trajeron consigo sus redes ricamente cargadas. Pronto golpearemos la orilla eterna; entonces todos los que han trabajado en la gran causa se regocijar�n en la cosecha de almas en el mar; entonces, por primera vez en toda la historia, las estad�sticas de la Iglesia ser�n completas y confiables: "ciento cincuenta y tres".

VI. �POR LO TANTO, EL DISC�PULO QUE AM� JES�S, DICE A PEDRO, ES EL SE�OR. Quiz� debido a una mirada misteriosa, Jes�s no fue identificado de inmediato. El verbo griego usado en el relato de Su primer milagro tambi�n se usa en esto. En el primero, se dice que "manifest� su gloria"; en el segundo, "Jes�s se manifest�", etc. Dos cosas se ense�an con el uso de esta palabra.

1. Que el descubrimiento fue obra de Jes�s, no de sus disc�pulos; ellos no lo vieron por su propia voluntad, pero �l, por un acto distinto de Su voluntad, se les mostr�.

2. Fue una manifestaci�n espiritual, y no fue visto tanto por los ojos del cuerpo como por los ojos del alma. John fue el primer vidente. Incluso en la amistad humana, y no menos en la Divina, el amor tiene el o�do m�s r�pido, el ojo m�s agudo y la facultad de interpretaci�n m�s segura. Luego hubo una ca�da. �Tranquilo, Peter�, gritamos, si no se hubiera dado un nombre, deber�amos haber sabido que no pod�a ser otro.

IV. "JES�S DICE A TI: TRAIGAN LOS PESCADOS QUE YA HAN CAPTADO". Tan pronto como tocaron tierra, hubo una nueva maravilla. �La playa hab�a estado desnuda un momento antes, pero ahora vieron un fuego ardiendo con un pececito encima y pan a mano. Parecen hacer una pausa, incapaces de obedecer; y entonces "Sim�n Pedro subi� y sac� la red a tierra llena de grandes peces". Cuando fueron contados, Jes�s dijo: �Ven y rompe tu ayuno.

�Todos le conoc�an ahora; pero ni una palabra pudieron hablar. Anteriormente habr�an hecho muchas preguntas. Tomando primero el pan, y luego el pescado, los dividi� tal como lo hab�a hecho cuando a�n estaba con ellos. Aquel que re�ne en su barrido al gran ej�rcito de las estrellas, y que sostiene en Su mano este globo, estaba all� en forma humana esperando a estos cansados ??barqueros. ( Oh, Stanford, D. D. )

Cristo resucitado y sus disc�pulos

I. LA AUTOMANIFESTACI�N DE JES�S DESPU�S DE SU RESURRECCI�N. Llegamos ahora a un nuevo t�rmino en la narraci�n: "Se mostr� a s� mismo", o "Se manifest� a s� mismo" o "Se manifest� a sus disc�pulos". Esto muestra que no fue visto excepto por un acto de Su propia voluntad, superando Su invisibilidad natural. �l solo puede manifestarse en nuestros corazones cuando estemos listos para �l, y solo para que �l pueda aparecer a aquellos que estaban listos para la vista.

Siempre debemos recordar que hubo razones morales para la manifestaci�n de Jes�s despu�s de Su resurrecci�n m�s all� de la necesidad de probar el hecho de Su victoria sobre la muerte. Rescat� a los ap�stoles de la desesperaci�n y la incredulidad y los llam� a sus tareas y a una intimidad m�s santa con �l de lo que era posible antes de ser crucificado.

II. EL DESCUBRIMIENTO DE JES�S POR SUS DISC�PULOS. Hay disc�pulos en todas las �pocas de la Iglesia que ven la presencia de Jes�s por intuici�n del amor. Y as� era John. Vio sin contemplar. Sab�a, no tanto por la fe, como por el amor que todo lo cree y nunca deja de serlo. Y, sin embargo, este Juan no era de naturaleza indolente e indolente. Hemos conocido almas que fueron, las primeras en detectar, la presencia de Jes�s en la Iglesia y en decir "�Es el Se�or!" Sienten, mientras que otros piden pruebas.

Hay otros, como Pedro, marcados por su obediencia a la fe. Juan dijo: "�Es el Se�or!" Cuando Pedro escuch� que era el Se�or, se apresur� a encontrarlo. No parece que Pedro lo viera m�s que Juan. Crey� en la palabra de Juan y avanz� de inmediato para verificarla. John pod�a esperar; no as� Peter. Sin duda se encontrar� que ambos temperamentos son esenciales para el progreso del reino de los cielos y para llevar al pueblo de Dios a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, que uni� perfectamente los elementos activos y contemplativos. de car�cter. ( Edward N. Packard .)

Cristo resucitado y sus disc�pulos

El �ltimo cap�tulo del Evangelio de Juan es un ap�ndice y no un suplemento. La historia de la vida, muerte y resurrecci�n de Jes�s cerr� un tanto apresuradamente con el cap�tulo anterior. Pero ahora, �qu� pasa con el futuro? �Qu� pasa con el trabajo de los disc�pulos por el mundo? Este cap�tulo responde. La relaci�n entre el Evangelio de Juan y este ap�ndice es la misma que existe entre el Evangelio de Lucas y su libro de los Hechos. Este �ltimo es la secuela del primero. Por tanto, este cap�tulo veintiuno se ocupa del trabajo y del futuro de los disc�pulos hasta que Jes�s vuelva.

I. JES�S GU�A A LOS DISC�PULOS EN SU TRABAJO. El trabajo era un lugar com�n: la pesca; la historia es simple, pero los sentimientos de los actores deben haber sido profundos. La fiesta de Jerusal�n ha terminado. Los disc�pulos han hecho el viaje de una larga semana de regreso a Galilea. No es la Galilea de unos meses anteriores. No hay reuni�n de multitudes para recibir instrucci�n, no hay milagros de misericordia, no hay un l�der amado que mantenga a los disc�pulos en un solo cuerpo.

Faltan cuatro en esta excursi�n de pesca. Se le ha visto vivo despu�s de Su pasi�n, pero no aqu� en Galilea; estaba lejos en Jerusal�n. Sin duda, Galilea piensa que Jes�s ya no existe. La atm�sfera que rodea a los once es opresiva; est�n solos, ociosos, inquietos. El esp�ritu activo de Pedro debe encontrar algo que hacer. Propone ir a pescar, y seis m�s lo acompa�an. Hay una peque�a particularidad en la historia.

Se nos dice qui�nes y cu�ntos compon�an la empresa, y c�mo llegaron a �ir a pescar�. Notaron que Jes�s �estaba� en la orilla. Se da la distancia entre el barco y la tierra, etc. Estos detalles, cualquiera que sea el valor que puedan tener, ciertamente muestran c�mo se obtuvieron los corazones de los siete pescadores. Impresiones, sentimientos, conmueven a los hombres. El pensamiento nace de ellos, y ellos pueden cambiar todo el curso de la vida.

�De d�nde sali� ese fuego de brasas, y el pescado puesto sobre �l, y el pan? Esta misma maravilla debe haber intensificado toda la escena para ellos. La intensidad era necesaria. De los sentimientos de esta hora deb�an encontrar no solo el curso de su propia vida, sino tambi�n la sabidur�a para dirigir el mundo. En la Transfiguraci�n vieron Su divinidad; en el lavamiento de los pies percibieron su humildad; y ahora, en esta hora de pesca, les hab�an presentado la lecci�n de su futuro liderazgo en el mundo.

Dejados a s� mismos, sus trabajos fueron abortados, pero bajo Su direcci�n se tomaron muchos peces. En una palabra, su gu�a era necesaria para el �xito futuro. La obra que ten�an entre manos era una par�bola de la gloriosa obra que iban a realizar. Estos que ganaban peces iban a ganar hombres: un cargo tanto m�s grande como un hombre es mejor que un pez.

II. JES�S SE REVELA A LOS DISC�PULOS EN SU OBRA. Esa red llena de peces fue para ellos una revelaci�n del Cristo tal que no hab�an alcanzado en los milagros m�s maravillosos de alimentar a la multitud, expulsar demonios o resucitar a los muertos; porque en ellos hizo su propia obra, pero en la pesca de peces ayud� a los disc�pulos en la de ellos. Aunque el poder todav�a era suyo, se convirti� en un colaborador de ellos. De ahora en adelante obrar� poderosamente a trav�s de ellos y con ellos. Esta revelaci�n deb�a servir a los disc�pulos de dos maneras. Era necesario convencer al mundo del hecho

1. Que el "Cristo padeciera y resucitara de los muertos". La Resurrecci�n es la piedra angular de la religi�n cristiana. �Pero qu� impuesto tan estupendo para las mentes de los hombres, imponerles creer que Aquel que muri� ahora estaba vivo de nuevo, y vivo para siempre! Sin embargo, para establecer este hecho en el mundo debe haber un testimonio indiscutible. Los testigos deben estar tan calificados que puedan salir con �muchas pruebas infalibles�, de modo que puedan decir: �Comimos y bebimos con �l despu�s que resucit� de entre los muertos�.

2. De su actividad en los asuntos de los hombres. Porque la muerte y la resurrecci�n de Jes�s no se lo quiten de sus amigos, sino que se lo den a ellos. Necesitaban esta revelaci�n de �l en el trabajo; porque los hombres son sobre todo esc�pticos en cuanto a la participaci�n activa del Se�or en sus esfuerzos y necesidades. Uno dice: "Si quieres, puedes limpiarme"; otro grita: "Si puedes hacer algo"; pero s�lo el coraz�n sincero dice: T� quieres, T� puedes, T� lo haces, de modo que los ap�stoles despu�s informaron no de lo que hab�an hecho, sino de lo que �Dios hab�a hecho con ellos�; y Mark resume su historia con palabras similares: "El Se�or trabaja con ellos". La fe cristiana es m�s que creer en hechos b�blicos hist�ricos. Cree que Dios en Cristo es el �nico Agente presente y activo en el mundo de hoy.

III. JES�S COME CON LOS DISC�PULOS DESPU�S DE SU TRABAJO. Este desayuno es hermoso en todos los sentidos. Parece ser el objetivo de Jes�s en toda la escena de esta ma�ana: su cl�max; porque tan pronto como llegaron a tierra, vieron un fuego encendido en la playa y comida en preparaci�n. Con esto los disc�pulos no hab�an tenido nada que hacer. Sin embargo, ellos tienen parte en la provisi�n de la comida, porque �l dice: �Traed del pescado que hab�is pescado ahora.

�l amablemente les atribuye la captura. Cuando todo est� listo, les pide que "vengan a cenar". El fin de la Encarnaci�n, la Cruz y la Resurrecci�n es llevar a Dios y al hombre a la relaci�n familiar. Fue uno que se sent� en este desayuno esta ma�ana quien luego escribi�: "Y verdaderamente nuestra comuni�n es con el Padre y con Su Hijo, Jesucristo". El desayuno tambi�n fue una profec�a del tiempo en que el santo y el Salvador se reunir�n para regocijarse en la comuni�n de una obra terminada.

Pablo escribi� a los que hab�a ganado para el Se�or: ��Cu�l es nuestra esperanza o gozo o corona de regocijo? �No est�is vosotros en la presencia de nuestro Se�or Jesucristo? ( Historia , profec�a y evangelio ).

La relaci�n de Cristo con la abundancia secular de sus disc�pulos

Esta narrativa es puramente secular, pero no por ello menos religiosa.

I. CRISTO NO ALIVIA A SUS DISC�PULOS DE LA NECESIDAD DEL TRABAJO SECULAR. No exime a sus disc�pulos de la ley "El que no trabaja, no comer�". Si lo hiciera, ser�a una lesi�n en lugar de una bendici�n para la salud f�sica. El vigor intelectual y el desarrollo moral dependen de ello. La inacci�n cuando hay poder de acci�n es un crimen, y dado que el Legislador Infinito es infinitamente benevolente, lo que es contrario a Su voluntad debe ser perjudicial.

1. El propio individuo est� lesionado. La inactividad muscular debilita el cuerpo; inactividad mental el intelecto; inactividad moral del alma. Mire a los que "permanecen todo el d�a inactivos". Son tus madres d�biles, hermanas delicadas, padres nerviosos, hijos indiferentes, mujeres que son tontas y hombres de mal humor.

2. El holgaz�n da�a a los dem�s: es un ladr�n social y debe ser castigado como cualquier otro ladr�n.

II. CRISTO PERMITE LA POSIBILIDAD DE FRACASO EN SUS ESFUERZOS SECULARES. Ellos "no pescaron nada". Se podr�a haber esperado un resultado diferente: pero las leyes establecidas de la naturaleza no ofrecen ninguna deferencia particular a la piedad, y la exenci�n del fracaso no siempre ser�a una bendici�n. Tender�a a alimentar la mundanalidad, la autosuficiencia y la negligencia religiosa. La responsabilidad por el fracaso es un acicate para la industria y un motivo para depender en oraci�n del cielo.

Por tanto, ning�n comerciante cristiano desafortunado concluya que Cristo lo ha abandonado; y que la sociedad no llegue a la conclusi�n de que es imp�o por haber fracasado. Los disc�pulos trabajaron toda la noche y no pescaron nada.

III. CRISTO EST� PROFUNDAMENTE INTERESADO EN SUS PREOCUPACIONES SECULARES.

1. Sus ojos est�n siempre sobre ellos en su trabajo, aunque pueden estar inconscientes de �l ( Juan 21:4 ). �l conoce el camino que tomas.

2. A veces interviene de manera tan significativa para pedirles ayuda o demuestra Su presencia entre ellos ( Juan 21:6 ).

IV. CRISTO CON FRECUENCIA HACE SUS PRUEBAS SECULARES EL MEDIO DE UNA COMUNIDAD M�S CERCANA CON S� MISMO ( Juan 21:12 ). Aqu� tenemos una muestra de

1. Su misericordiosa condescendencia.

(1) �l prepar� la comida.

(2) Comi� con ellos y as� se identific� con sus necesidades f�sicas.

2. Su sabidur�a reparadora. Su forma de comer despert� sus simpat�as sociales y las confidencias del coraz�n. El que quiera seguirle en su misi�n salvadora debe ir y hacer lo mismo. ( D. Thomas, D. D. )

La recompensa de la fe

Aqu� se vuelve a abrir el Evangelio de Juan, que parece llegar a su fin con el final del cap�tulo anterior. Puede ver a Juan dejando su bol�grafo y enrollando su pergamino, cuando ha puesto la �ltima oraci�n del cap�tulo anterior. Pero ese Esp�ritu Santo le trajo estas cosas a la memoria, y con entusiasmo desenroll� su rollo y las agreg�. Por lo tanto, no se describe inadecuadamente como "una posdata del Evangelio". Y no es demasiado curioso para nosotros preguntar por qu� Juan deber�a haber puesto este cap�tulo.

1. Podr�a ser suficiente decir que estas cosas se agregaron debido a su inter�s. Esa es la raz�n subyacente a nuestras propias posdatas. De hecho, con ciertos corresponsales, se ha convertido en un adi�s que el PS es realmente la letra.

2. Se podr�a decir que Juan agreg� estas cosas para contar una buena historia de Pedro. Juan amaba a Pedro, y el car�cter de Pedro nunca ha sido peor para este cap�tulo. Conoces a alguien como Peter. Hoy est� bajo una sombra oscura y se lo merece. Pero usted sabe algo en su haber, y cuando todas las personas lo est�n atropellando, es una pena que no lo est� diciendo.

3. Pero m�s bien pienso que Juan agreg� estas cosas debido a que guardan relaci�n con su prop�sito al escribir un evangelio, es decir, mostrar la divinidad de ese hombre de Nazaret. Ahora, esto permanece o cae por Su resurrecci�n, que este cap�tulo prueba en su primera l�nea. �Despu�s de estas cosas, Jes�s se mostr� de nuevo�, y una y otra vez. Aqu� hay una prueba tras otra de lo que nunca se puede probar en exceso, que Jes�s resucit� de entre los muertos. Miremos

I. LAS CIRCUNSTANCIAS DE LOS DISC�PULOS.

1. Ciertamente fueron circunstancias extra�as. Hace unos dos o tres a�os hab�an sido llamados a la comuni�n con Cristo, y entre ellos, y eso hab�a significado para ellos un tiempo de perpetua excitaci�n. La comuni�n de Cristo hoy puede ser un asunto mon�tono, pero no lo era entonces. Y yo dir�a que si quieres una vida emocionante, no patees los rastros y te vayas como hizo el hijo pr�digo; ese es el tipo de vida m�s plano jam�s probado; pero si quieres una vida vivaz y vigorizante, ven y s� un disc�pulo de Jes�s de todo coraz�n.

Durante las �ltimas dos o tres semanas, este entusiasmo ha sido del tipo m�s intenso. Hab�an visto a su Maestro traicionado, crucificado, enterrado. Pero �l se hab�a levantado de entre los muertos y hab�a dicho: �Recibid el Esp�ritu Santo. Como

Mi Padre me envi�, as� tambi�n yo os env�o �. Sin embargo, all� estaban en Galilea, ociosos como una rastra en el hielo.

2. Esta espera de que Jes�s viniera a ellos les estaba haciendo bien, y el discurso de Pedro es la prueba de ello. Los vemos agrupados y hablando entre ellos sobre lo que sab�an de Jes�s y lo que esperaban de �l. ��Ah! Seguro que vendr�, y vendr� pronto ". As�, en ocasiones, expresaban el deseo de sus corazones; pero en otras, con la mente abrumada por un gran temor, preguntaban: "�Y si no viniera?" En estas circunstancias, puedo imaginarme a Peter adoptando repentinamente una mirada valiente y decidida y diciendo: �Bueno, venga tarde o temprano, o no, nuestras familias est�n aqu� y hay un trabajo sencillo, honesto y hogare�o que hacer.

Ahora eso, creo, es una muestra de que Sim�n Pedro estaba mejorando, y que este tiempo de espera fue un entrenamiento, destinado a fortalecer la fe. Ahora no es el cobarde fanfarr�n de la sala del juicio, que saca su espada y golpea al hombre equivocado en el lugar equivocado. Peter podr�a haberlo hecho mucho mejor con un remo que con una espada. Pero ahora Peter est� sereno; Despu�s de todo, la oraci�n y las esperanzas de nuestro Se�or para �l se har�n realidad.

�Satan�s ha deseado tenerte. Ser�as un espl�ndido sirviente del diablo. T� naciste para guiar a los hombres de Dios o hacia Dios. Necesito hombres como t� ". Su fe no ha fallado. Fortalece a sus hermanos, y ellos le dicen: �Est� bien. Nosotros tambi�n vamos contigo ". Que Dios env�e hoy de regreso a Su Iglesia una buena veintena de Peters.

3. Ahora nuestro Se�or no se equivoca cuando llama a un hombre as� para S� mismo y para Su servicio. Dios libere a la Iglesia del poder paralizante de los hombres "que nunca dicen tonter�as ni hacen sabias". La Iglesia de hoy tiene demasiados hombres dispuestos a poner freno a su progreso, hombres cautelosos, pero muy pocos hombres con poder de vapor, hombres que nos digan qu� hacer y qui�nes van y lo hacen.

II. EL MILAGRO EN RELACI�N CON LAS CIRCUNSTANCIAS. El milagro tiene una lecci�n, una cara de la cual mira hacia nuestra vida de trabajo diario, mientras que la otra mira hacia el trabajo espiritual de uno para Cristo.

1. Tratemos el aspecto mundano. A estos hombres se les ense�� muy claramente que el �xito en la captura de peces o de hombres debe venir de Cristo. Cristo les dijo: "No pueden pescar sin M�, y no pueden volver a su vida secular; est�n malcriados por eso". �Ah, querido descarriado, necesitas escuchar esto! Un hombre que es pescador o pescadero puede convertirse en ap�stol, pero un ap�stol nunca puede volver a su antiguo llamamiento mundano.

O ser�s sumamente miserable hasta que Cristo te perdone y te restaure, o el nombre y la condenaci�n del n�ufrago ser�n tuyos. Pero el fracaso de la noche y el milagro de la ma�ana seguramente les ense�aron que Cristo es el Maestro en todos los aspectos de la vida, y debe ser observado con un solo ojo para todo �xito que valga la pena tener. Recuerde que estos hombres nacieron y se criaron para la pesca. �Ha intentado alguna vez aconsejar a un pescador? Ser� mejor que no lo haga, porque si lo hace, es muy probable que obtenga una respuesta mucho m�s sencilla que cort�s.

De alguna manera, Peter tuvo la gracia y el sentido com�n para controlar la palabra que estaba saliendo a sus labios y hacer lo que le dec�an. Y estuvo bien que lo hiciera, porque pronto el tir�n de la cuerda trasera hizo que John tomara aire y lanzara la mirada y la palabra a Peter. "Este es el Se�or". El Se�or todav�a visita a su pueblo en su trabajo. Pero trazamos una l�nea dura y firme, en un lado de la cual somos obreros cristianos, y todos estamos a favor de la fe y la oraci�n; pero luego, por otro lado, somos comerciantes o sus esposas, y el mundo, la carne y el diablo nos lo quitan toda la semana.

El Se�or realiz� este milagro para borrar esa l�nea divisoria y para ense�ar que todo el �xito que valga la pena vendr� de �l. Entonces, �qu� gran religi�n debe ser la nuestra para los trabajadores! En estos d�as, cuando la palabra �desocupados� est� continuamente en nuestros o�dos, y la cosa l�gubre perpetuamente frente a nosotros, �qu� religi�n espl�ndida es la de Cristo! �Qu� diferencia hay entre el desocupado que cree en Cristo y el desocupado que no cree en esa fe! Los pies de ambos est�n en la cuneta, pero la cabeza de uno est� en el cielo.

Ambos por igual deben andar buscando trabajo; pero el que ama al Se�or, antes de emprender su fatigado viaje, se arrodilla ante Aquel de cuyo cinto cuelgan las llaves de las tiendas, los patios y las oficinas, y ora: �Se�or, t� has hecho lo grande por m�; �Ver�s que me falta una cubierta y una costra? y tal hombre no puede estar desempleado - est� glorificando a Dios, y en verdad ser� alimentado.

2. La otra cara de este milagro mira hacia esa obra espiritual en la que, desde el hecho mismo de ser disc�pulos de Cristo, debemos comprometernos. No levante la s�plica de que ahora estoy hablando de ministros y de aquellos que en realidad est�n bajo alg�n tipo de ordenaci�n. No, si su pesca no es capaz de espiritualizarse de la mera ganader�a y la pesca a la salvaci�n de almas, entonces es lo peor para usted.

Si no puedes llevar a Cristo a tu negocio, s�rvele de tal manera que all� esparza tal influencia de la gracia y la presencia de Cristo que sirva de cebo para enredar en las mallas de una red a aquellos que entren en contacto contigo, luego l�vate las manos y d�jalo para siempre. Solo recuerda que en esta pesca de hombres debemos buscar a Cristo nuestras �rdenes y servirle impl�citamente.

�Cu�ntos barcos surcan las oscuras aguas de Londres y, sin embargo, qu� pocos peces se pescan, qu� pocas almas se salvan! �Cu�l es la raz�n? No puede ser que no haya peces; las aguas est�n hirviendo con lo que profesamos estar buscando. Entonces, �por qu� la red debe llegar vac�a al bote con tanta frecuencia? �No es esta la raz�n: que creemos en Cristo de una manera tonta, pero no lo estamos mirando y no recibimos sus �rdenes? Si alguno de nosotros tiene falta de sabidur�a, pidamos a Dios, y se nos dar�. El que gana almas es sabio, pero es con una sabidur�a que viene directamente de arriba. ( J. McNeil .)

Versículo 3

Sim�n Pedro les dijo: Voy a pescar

Voy a pescar

1.

Una inspiraci�n repentina.

2. Una pronta resoluci�n.

3. Una expedici�n esperanzadora.

4. Una ocupaci�n laboriosa.

5. Una especulaci�n infructuosa.

6. Una feliz finalizaci�n. ( T. Whitelaw, D. D. )

L�deres y seguidores

I. L�DERES. En la Iglesia y el Estado, estos, como Pedro, deben ser hombres de

1. R�pida resoluci�n.

2. Acci�n autosuficiente.

3. Expectativa alegre.

4. Inspiraci�n contagiosa.

II. SEGUIDORES. Como los compa�eros de Peter, estos deber�an ser

1. Inquebrantable en sus filas - "Nosotros".

2. Calurosos en su cooperaci�n "tambi�n".

3. Simult�neo en su movimiento - "Go".

4. Indiferentes en sus disposiciones: "Contigo". ( T. Whitelaw, D. D. )

Noche y nada, ma�ana y Jes�s

I. UNA DETERMINACI�N PERSONAL - "Yo voy". La Iglesia y el mundo necesitan hombres as�. Hombres con voluntad y energ�a, que se atreven a emprender un curso de acci�n por s� mismos y se enfrentan a la oposici�n. �D�nde estar�a la Iglesia hoy si no fuera por hombres como Lutero, Knox y Wesley? �Y d�nde est� el mundo? Especialmente necesitamos tales hombres ahora. Hemos adquirido el h�bito perezoso y descuidado de esperarnos unos a otros. Vemos cosas que deben hacerse, pero esperamos hasta que alguien tome la iniciativa. Por eso nuestra vida de Iglesia tiene poca vitalidad y fuerza.

II. LA FUERZA DEL EJEMPLO. "Nosotros tambi�n vamos contigo". Estos hombres no estaban preparados para nada, no ten�an planes, solo estaban esperando que alguien "rompiera el hielo". No tienes idea de cu�nto bien har�as si hablaras decididamente por Jes�s; muchos estar�an dispuestos a escuchar y seguir. Los hombres siempre est�n influenciados por la verdad, hablada con calma y determinaci�n.

III. ACCI�N INMEDIATA. �Salieron�, etc. No hablaron de irse y, despu�s de todo, se quedaron quietos. Esto de nuevo es un deseo. Nos encontramos con hombres que tienen muchas instrucciones que dar, pero nunca act�an. "�Ah!" dice uno, "deber�a haber m�s maestros en esa escuela". Muy bien; pero tu ense�as "Qu� l�stima que no haya m�s distribuidores de folletos". As� es; pero eres uno? Aprendamos a actuar adem�s de hablar.

IV. EL FRACASO DEL PESCADOR. Nosotros determinamos; a veces actuamos sobre la determinaci�n; y el resultado es simplemente: fracaso. "Noche y nada". He dicho: �Voy a predicar de tal texto; Le dar� mi alma �, y luego, qu� fracaso ha sido, y me fui a casa y jur� que nunca volver�a a predicar. �No ha sido as� con usted, maestro? Trabajador cristiano?

V. EL �XITO DE LOS PESCADORES. Nos afanamos en las tinieblas hasta que llega la ma�ana y vemos a Jes�s. Entonces el �xito acompa�a a todo lo que hacemos y nuestra alma se llena de gozo.

1. Jes�s est� a menudo cerca de nosotros cuando lo pensamos poco. Solo tenemos que extender nuestra mano a trav�s de la oscuridad y lo encontraremos.

2. Lo vemos a menudo, pero no lo conocemos. Solo el amor puede reconocer y realizar al Se�or.

VI. �QU� ES LO QUE MARCA TODA ESTA DIFERENCIA ENTRE EL FRACASO Y EL �XITO?

1. La presencia de Jes�s.

2. Escuchar la voz de Jes�s ( Juan 21:5 ).

3. Obedecer el mandato de Jes�s ( Juan 21:6 ). ( AF Barfield .)

Atrapando nada

I. UNA EXPERIENCIA de combos. No es la primera vez que esto sucede en la historia de tres de los siete ( Lucas 5:5 ). Tampoco fueron �stos los primeros ni los �ltimos que gastaron sus fuerzas en balde ( Isa�as 49:4 ).

II. Una decepci�n dolorosa. Considerando

1. Las altas expectativas con las que los hombres suelen iniciar sus empresas; y&mdash

2. El gran trabajo que a menudo les dedican.

III. UNA EXCELENTE DISCIPLINA

1. Ense�ar la humildad personal.

2. Sugerir la necesidad de ayuda celestial.

3. Prepararse para el �xito final. ( T. Whitelaw, D. D. )

Pesca en un mar de Galilea

Hoy en d�a hay muy poca navegaci�n en el lago de Galilea, casi podr�amos decir, apenas un barco; pero en los d�as de la narrativa del Evangelio, y durante muchos a�os despu�s, hab�a all� toda clase de oficios, y muchos de considerable tama�o. El pesquero de hoy, visto en el Mediterr�neo, es un barco largo, ancho y profundo, generalmente apuntado en cada extremo, y lo suficientemente grande como para llevar una tripulaci�n de cuatro a una docena de hombres, con sus redes. y los peces que pueden capturar.

Por lo general, estos barcos m�s grandes pescan de noche, en compa��as de dos o tres, pero a veces un barco m�s grande va solo con un bote peque�o; ya veces un bote peque�o acompa�a a dos o m�s grandes. Los m�s peque�os son como un esquife, mientras que los m�s grandes pueden pasar por barcos de carga. Como aqu�, no es nada raro que la flota (si se puede llamar as� a los dos o tres barcos) trabaje toda la noche y no se lleve nada.

En el Mediterr�neo, en las costas siria y palestina, hay pocos lugares donde haya una "playa" sobre la que se pueda tirar la red. La red encierra a los peces, y luego se sacan como si estuvieran en una bolsa, o se sacan de la red sin arrastrarlos al bote. Rara vez se ve una red de enmalle, como la que usan nuestros pescadores en aguas profundas. En consecuencia, el bote peque�o no es tan necesario all� como lo ser�a donde se trajo el cerco a tierra. ( SS Times .)

Pescado en el lago

El Mar de Galilea ahora, como en los d�as de nuestro Salvador, est� bien abastecido con varias especies de peces, algunos de excelente sabor. Una especie aparece a menudo en masas densas que ennegrecen la superficie del agua, los peces individuales est�n tan juntos que en una ocasi�n un solo disparo de un rev�lver mat� a tres. Estos card�menes se ve�an con mayor frecuencia cerca de las costas de Genesareth: quiz�s no lejos del lugar donde los disc�pulos arrojaron su red al mar y encerraron una gran multitud de peces, y su red se rompi�. ( Recuperaci�n de Jerusal�n ).

El lugar pronto afirm� su derecho al nombre de Betsaida por la abundancia de peces que vimos caer al agua. Los manantiales calientes que fluyen aqu� sobre estas rocas, y un poco m�s adelante en mayor volumen sobre una arena marr�n limpia, calientan todos los baj�os ambientales a cien pies de la costa, y la mayor cantidad de materia vegetal es arrastrada por los manantiales, y probablemente tambi�n los insectos que han ca�do dentro, todos estos manjares est�n a medio cocer cuando entran al lago.

Evidentemente, los peces acceden a comer en estos porros calientes y, por tanto, en un gran semic�rculo, amontonan el agua con mirraidas alrededor de la c�lida desembocadura del r�o. Sus espaldas est�n por encima de la superficie, mientras toman el sol o dan vueltas y se empujan amontonadas en el agua. Brindan y chapotean, y el mar en calma, bordeado por una apestosa multitud de vapor, tiene m�s all� de este cintur�n de peces vivos, una larga hilera de cormoranes que se alimentan del pescado a medio hervir como los peces se alimentan de insectos poco cocidos.

Las gaviotas blancas se posan en bandadas detr�s de los somormujos o cormoranes, y m�s all� de estos, nuevamente los patos se mueven en el agua o giran en el aire. El conjunto es una escena sumamente curiosa, y probablemente ha sido as� d�a a d�a durante muchos miles de a�os. Rem� a lo largo de la l�nea curva de lomos de peces y colas centelleantes. Algunos saltaron al aire, otros golpearon mi bote o mi remo. Los densos card�menes se mov�an en brigadas como por concierto o mando. ( Jordan de MacGregor ).

Versículo 4

Pero cuando lleg� la ma�ana, Jes�s se par� en la orilla

El Salvador resucitado en la orilla

Nota

I. LA RELACI�N DEL SALVADOR RESUCITADO CON SU PUEBLO. Y vemos enseguida que

1. Eso es lo mismo que antes. Jes�s provey� milagrosamente su comida, llam�ndolos a comer con �l, eso es lo que hab�a estado haciendo desde que lo conocieron. La muerte no hab�a alterado lo que era esencialmente �l mismo. �Nuestros amigos al otro lado de la muerte son los mismos que antes! �Qu� revelaci�n para aquellos que ahora piensan que no se les cuida! Que lean a sus siervos lo que era antes de morir, y recuerden que "el lazo es el mismo ayer, hoy y por los siglos".

2. Se contin�a con mayor potencia. Jes�s estaba "en la orilla"; no en el barco, como en el milagro anterior. Para �l, los lanzamientos de la vida hab�an terminado, "Yo ya no estoy en el mundo, pero �stos est�n en el mundo, y yo vengo a Ti".

Maravilloso poder fue Suyo antes; mediante energ�a milagrosa y sabidur�a, los cuid� y protegi�, pero todo lo que ten�a entonces, lo ten�a m�s cuando "todo poder le fue dado en el cielo y en la tierra". De hecho, fue mucho tenerlo con ellos en la barca que gotea y se agita, pero es m�s, mientras estamos en la barca, tener a Jes�s para nosotros en la orilla.

3. Al cumplir esta relaci�n, su pueblo puede reconocer al Salvador resucitado. Es posible pasar por la vida viendo a Jes�s en la orilla o sabiendo que �l est� all� invisible. Pero es posible lo contrario. "Los disc�pulos no sab�an que era Jes�s". Incluso cuando las mallas se tensaron con los peces encerrados por orden suya, solo uno de ellos se apresur� a detectar al extra�o. Hay que vigilar contra el estado; es un gran empobrecimiento.

Sin duda, �l todav�a adopta disfraces, viniendo a ayudarnos a trav�s del habla y el esfuerzo humanos, pero para un coraz�n entrenado para simpatizar con Cristo, el Salvador viviente se ve dentro del disfraz. No podemos estimar el gozo y la fuerza que llenar�an nuestra vida, si en nuestras preocupaciones y fatigas tuvi�ramos la seguridad de que �l est� cerca.

II. LA INFLUENCIA DEL SALVADOR RESUCITADO EN LA OBRA DE SU PUEBLO. Principalmente pensamos en otros aspectos de la vida de resurrecci�n de nuestro Se�or. Su relaci�n, por ejemplo, con la Expiaci�n como prueba de que el Padre la acepta y de la consiguiente absoluci�n de aquellos a quienes representa; o su relaci�n con Su obra mediadora, admiti�ndolo en ese estado en el que "�l vive para interceder por nosotros", asegurando la permanencia de la salvaci�n que �l otorga.

Pero hay otro aspecto. La vida es muy parecida a ese Mar de Galilea, a veces oscuro y turbulento, a veces brillante con el reflejo silencioso del cielo; ahora recompens�ndonos con el �xito, y ahora burl�ndose de nosotros con la decepci�n; los siete disc�pulos no eran m�s que s�mbolos de cada uno de nosotros, todos somos trabajadores en el mar, pero en nuestro caso, como en el de ellos, Jes�s est� mirando, guiando, ayudando a los trabajadores. Queda por reconocer esto para ser bendecido.

1. Su inter�s en nuestro trabajo es su santificaci�n. �Qu� significa Cristo en el trono sino que lo que sucede en nuestras vidas es Su designaci�n? Puede ser arduo, com�n, no reconocido, pero entra dentro de la regla de que el Maestro da a cada hombre su trabajo. Por tanto, Cristo se interesa m�s profundamente por los cuidados del hogar de la madre, las lecciones del hijo, el precio del que gana el pan, los deberes del siervo, las cargas del que sufre. Que nuestra red est� llena o vac�a no es nada para el mundo, pero es mucho para �l.

2. Su gu�a de nuestro trabajo es esencial para el �xito. �Para qu� es Cristo Rey sino para guiarnos, de modo que no haya nada que debamos hacer sino que podamos decir: "Se�or, mu�stranos c�mo hacerlo?" Pero no seguimos sin reservas Su gu�a, ni creemos que �l comprende nuestro negocio mejor que nosotros, y que solo �l conoce el camino hacia el �xito. �Qu� sabe �l acerca del lado derecho del barco? �l no es un pescador, �se da cuenta de que nacimos junto a este lago y hemos pescado sus aguas durante veinte a�os? �Qu� nos puede ense�ar? Pero echaron, y "ahora no pod�an sacar", etc. Solo prosperar� la obra guiada por el Salvador resucitado de la orilla.

3.Su bendici�n sobre nuestro trabajo lo convierte en un medio constante de gracia. Esa bendici�n es m�s manifiesta cuando entra la ansiedad. Si esos disc�pulos hubieran llenado su bote esa noche, no habr�an conocido el poder divino del Extranjero en la playa, y podr�an haberlo pasado de largo. Hemos tratado de triunfar, decimos, pero s�lo podemos buscar el fracaso; entonces ha llegado el �xito repentino, y solo pudimos exclamar: "�Es el Se�or!" Tenemos mucho que hacer y soportar, decimos que nos hundiremos; pero un poder secreto nos ha sostenido (�porque todos eran tantos, pero no se rompi� la red�), lo hemos soportado y lo hemos hecho todo; entonces s�lo podr�amos decir con asombro: �Este debe ser uno de los milagros de Cristo; es el Se�or! " Es una gran bendici�n cuando as� las tareas de la vida son una oportunidad para descubrir la cercan�a, la fidelidad, la ternura de Cristo.

III. LA COMUNI�N DEL SALVADOR RESUCITADO EN EL DESGASTE DE SU PUEBLO. Porque no estaba all� simplemente para vigilar y ayudar, sino tambi�n para darles descanso. "Ven a cenar". Nuestro cansancio puede ser eliminado por la provisi�n que �l provee. Las personas ocupadas, despu�s de un d�a en que las cosas han ido mal y su esp�ritu est� enfadado, se sienten como esos disc�pulos. Pero en la playa m�s all� - la playa de la tranquila reclusi�n de su armario - Jes�s est� de pie entonces, y tiene un fuego escondido y un pescado puesto encima y pan. ( C. Nuevo .)

Versículo 5

Jes�s les dijo: �Ten�is algo de comer?

El tierno amor de Cristo resucitado

La pregunta se refer�a a las necesidades del cuerpo. El cuerpo resucitado de Cristo todav�a simpatizaba con el de ellos. Cuanto m�s alto se elevaba, m�s profundas y perfectas eran sus simpat�as. No pod�a tener m�s hambre, no estar m�s cansado; sin embargo, esto lo hac�a m�s vivo ante las privaciones de sus hermanos. No necesitaba hacer la pregunta; sin embargo, desea hablarles como un amigo humano interesado en su bienestar. Despierta su confianza como un extra�o, pero pronto deja caer el vestido del extra�o. �Bendita sorpresa! Como la de Mar�a y los viajeros de Ema�s; como si se deleitara con las sorpresas del amor.

I. LA VIGILANCIA DEL CRISTO RESUCITADO. �l marca a cada oveja y cordero de su reba�o con m�s que un ojo de pastor. La gloria de la que est� rodeado no lo vuelve desapercibido. En medio de su abundancia, recuerda la miseria de los suyos. Nunca te falt� una comida, pero Jes�s hizo esta pregunta para suplirla. Nunca te falt� una comida espiritual, pero �l hace la misma pregunta con el mismo prop�sito. Observa el hambre de cada congregaci�n y pregunta: "Ni�os, �ten�is algo de comer?"

II. LA PIEDAD DEL CRISTO RESUCITADO. �Tengo compasi�n de las multitudes�, dijo una vez. Tal fue Su compasi�n despu�s de Su resurrecci�n; y estamos seguros de que el trono no ha disminuido esa piedad. Se compadece del hambre y delgadez de su Iglesia y de cada santo. Aprendamos esto e imit�moslo.

III. LA DOTACI�N DEL CRISTO RESUCITADO. La suya no es una l�stima vac�a. �l no dice simplemente: "Calentaos y saciaos": abre Su tesoro y nos abastece. Sus tiendas son ilimitadas. Se deleita en dispensarlos; es m�s, para proporcionarles canales, como en el caso de los disc�pulos cuando �l llen� sus redes, encendi� el fuego y prepar� la comida. �l llena la vasija y el barril de su Iglesia viuda y nos alimenta con lo mejor del trigo. ( H. Bonar, D. D. )

Versículo 6

Echa la red en el lado derecho del barco y encontrar�s

Instrumentalidades antiguas, pero m�todo nuevo, emblema del m�todo redentor de Cristo

Cristo orden� a los disc�pulos que echaran la vieja red de una manera nueva.

As� lo hace siempre al redimir almas.

I. EMPLEA ANTIGUOS INSTRUMENTALIDADES. Hay muchos de ellos, pero todos son viejos.

1. Los mismos hechos naturales de siempre. Emplea los fen�menos de la naturaleza para avivar, educar y elevar las almas. No tenemos nada m�s de la naturaleza que los hombres de las generaciones m�s remotas.

2. Los mismos principios del Evangelio. Las verdades b�blicas son Sus fuerzas redentoras, pero la m�s joven de ellas tiene mil ochocientos a�os.

3. Las mismas facultades mentales de siempre. Al regenerar a los hombres, Cristo no crea un nuevo intelecto, memoria, imaginaci�n. Saca a relucir la nueva criatura moral con las antiguas idiosincrasias mentales.

II. EMPLEA VIEJAS INSTRUMENTALIDADES DE UNA MANERA NUEVA. Dirige a los hombres

1. A un nuevo m�todo de estudio de los hechos naturales. Pensativa, inductiva, devotamente, consider�ndolos a todos como espejos de lo Divino.

2. A un nuevo m�todo de lidiar con las verdades del evangelio. No de manera desordenada, especulativa, controvertida, sino inductiva, sistem�tica y pr�ctica.

3. A un nuevo m�todo de emplear las facultades mentales. Alejar los poderes mentales del tiempo a la eternidad, de la criatura al Creador. ( D. Thomas, DD )

Est�mulos ministeriales

Era bastante natural que este milagro llevara sus pensamientos de regreso a ese tiro cuando sus redes se rompen, el tipo de esas pobres misiones de prueba tentativas de las que solo estos hombres hab�an sido capaces cuando conocieron a Cristo solo seg�n la carne. Este erie era un tipo de las obras m�s grandes que las suyas que Cristo prometi�. Nota

I. LA SEGURIDAD DE QUE HAY UNA VOZ DIRECTIVA Y UNA MANO DIRECTIVA. Los disc�pulos a�n no conoc�an la voz, y no siempre la discernimos; porque Cristo habla en muchos tonos: por circunstancias, car�cter, influencia. �Qu� alivio y consuelo es esto!

II. No es un juego de palabras decir que hay UN LADO CORRECTO Y UN LADO INCORRECTO DEL BARCO PARA EL LANZAMIENTO DE LA RED. Cuando Cristo dice el lado derecho, no debemos elegir el lado izquierdo. Hay una manera torpe, torpe e inapropiada de ofrecer la verdad y el amor a los hombres, as� como una manera adecuada, ganadora: usar la figura aqu�, h�bil, diestra y, por lo tanto, a la manera de Cristo.

III. LO QUE SE ENCUENTRA DEBE SER LA RED, LA RED DEL EVANGELIO.

1. Un profeta habla de aquellos que sacrifican a su propia red. Podemos tener una red propia, y hacer grandes esfuerzos con ella para hacerla y repararla, y pensar en ella como un instrumento para atrapar, e incluso imaginar que ha atrapado, porque hay una aglomeraci�n y una presi�n para escuchar, y porque los hombres alaban lo que oyen, y �he aqu�! hay lo que Dios llama nada en la red.

2. Los grandes elementos de la revelaci�n del evangelio deben encontrar lugar en toda ense�anza: el pecado, el Divino Salvador, el Esp�ritu Santo que mora en nosotros, la santificaci�n, etc.

estas cosas, que no se lanzan crudamente o bruscamente, sino que se imprimen con ternura y dulzura, nunca deben dejarse de lado en comparaci�n con los temas del d�a.

IV. USTED ENCONTRAR�. �l no dice, "Todo a la vez", ni "Todo lo que quieras", ni "Para que lo veas ahora"; pero no pone l�mites a nuestra esperanza y oraci�n. Ning�n serm�n serio cae al suelo. Alguna conciencia se aviva, alguna tristeza se consuela o alguna vida se gu�a. ( Dean Vaughan .)

Pesca de almas

Hay muchos hombres que fabrican ca�as de pescar que nunca las usan. Hacer ca�as de pescar es una cosa y pescar pescado es otra. Muchos hombres pueden hacer buenas l�neas que nunca piensan en salir a pescar. Hay muchos mec�nicos que se mantienen firmes y hacen todo tipo de anzuelos que nunca pescan. Muchos de los hombres que fabrican carretes y cestas no pescan. El hombre que, teniendo estas cosas a su disposici�n, sabe d�nde est�n las truchas, c�mo lanzar el sedal y c�mo retroceder cuando el pez sube al anzuelo, �l es, despu�s de todo, el pescador.

Ahora bien, hay cientos de hombres que, cuando suben al p�lpito, hacen varas y cuerdas (l�neas muy largas), anzuelos, carretes y cestas. Ellos toman esta o aquella doctrina y la machacan en un gancho, dobl�ndola y retorci�ndola as�, y la pegan en un papel, y la etiquetan, y ese es el final. �Y esto se llama predicaci�n! Saber hacer varas y l�neas, etc., se llama predicaci�n sana, regular y aprobada; pero Cristo dice que es la predicaci�n la que atrapa a los hombres.

Y, tan lejos de ense�arte que no tienes derecho a introducir en el p�lpito nada m�s que la sustancia de las doctrinas, afirmo que el hombre que no lo hace nunca atrapar� a los hombres. La soberan�a de Dios puede, por la locura literal de su predicaci�n, atrapar a algunos hombres; pero la comisi�n de Cristo a todo hombre que se compromete a predicar es: "S�gueme, y te har� pescador de hombres". El trabajo de un predicador es pescar hombres, hombres orgullosos, malvados, mundanos; y sacarlos de las tentaciones, de las trampas, de las riquezas, de la pobreza; porque en m�s estanques hay los hombres, diez mil veces m�s que los peces. Y ese hombre que sabe todas las clases, y qu� tipo de cebo ama cada uno, y c�mo persuadirlo, y c�mo atraparlo, sabe predicar; pero el hombre que no sabe estas cosas aunque sabe todo lo dem�s, carece de conocimiento de lo que fue enviado a hacer. (HW Beecher .)

Las dos corrientes de peces

(Texto y Lucas 5:4 ): - Toda la vida de Cristo fue un serm�n. Los milagros dan fe de su misi�n; pero una raz�n m�s alta para ellos se encuentra en la instrucci�n que transmiten. Algunos ministros a menudo han predicado del mismo texto, pero nunca del mismo discurso. Lo mismo puede decirse de Cristo. Los dos milagros le parecen iguales al observador casual; pero aunque el texto es el mismo en ambos, el discurso est� lleno de variaciones. Nota: I. LOS PUNTOS DE UNIFORMIDAD. Ambos tienen la intenci�n de establecer la forma en que aumentar� el reino de Cristo; a saber, que

1. Deben utilizarse los medios. En el primer caso, los peces no saltaron a la barca de Sim�n, ni en el segundo, se echaron sobre las brasas. No, los pescadores deben salir en su bote, echar la red y luego arrastrarla a la orilla o llenar los botes con su contenido. Es un milagro, pero la agencia humana no se ignora. Al salvar almas, Dios obra por medios. Mientras dure la econom�a de la gracia, Dios salvar� a los creyentes por la locura de la predicaci�n.

Dios obra por medio de hombres a quienes llama especialmente a su obra, y no por regla general sin ellos. El clamor contra el "ministerio de un solo hombre" no proviene de Dios, sino de una orgullosa presunci�n. Las nuevas formas de pescar sin redes y salvar almas sin ministros nunca dar�n respuesta. No conozco una iglesia que haya despreciado la instrumentalidad, pero ha llegado a su fin en unos pocos a�os, ya sea por cisma o decadencia.

2. Los medios por s� mismos son absolutamente in�tiles. En ambos casos hubo fracaso, �por qu�? No eran manos en carne viva; hab�an trabajado y trabajado toda la noche. No hubo deficiencia de peces, porque tan pronto como el Maestro llega all�, se encuentran en card�menes. Entonces, �cu�l es la raz�n? Porque no hay poder en los medios sin la presencia de Cristo. Sin Cristo no podemos hacer nada. "No con fuerza", etc. No dependa de sociedades, comit�s, ministerios, etc. Trabajemos como si todo dependiera de nosotros; pero confiemos en Dios, sabiendo que depende �nicamente de �l.

3. Es la presencia de Cristo lo que confiere �xito. Fue Su voluntad la que atrajo a los peces a la red mientras estaba sentado en la barca de Pedro. Fue Su presencia en la tierra seca lo que atrajo a los peces hacia el lado derecho del barco. La presencia de Cristo en medio de la Iglesia es el poder de la Iglesia.

4. El �xito desarroll� la debilidad humana. En el primer caso, la red se rompe y el barco comienza a hundirse, y Peter dice: "Vete", etc. La mism�sima abundancia de la misericordia de Dios le hizo sentir su propia nada. En el �ltimo caso, apenas pudieron sacar la red debido a la multitud de peces. Si el Se�or nos da �xito en ganar almas, pronto descubriremos lo que somos.

Peque�os aumentos como los que han sido comunes en nuestras iglesias durante a�os, son bastante consistentes con una gran autocomplacencia, y tambi�n lo es la esterilidad absoluta; marque el porte pomposo de muchos predicadores infructuosos. El hombre se humilla en el polvo cuando se juntan cientos, porque �ste no puede ser el ministro; este es el dedo de Dios.

II. LA DISIMILARIDAD. La primera imagen representa la Iglesia de Dios como la vemos; el segundo como realmente es. Lucas nos dice lo que ve la multitud; Juan, lo que Cristo mostr� solo a sus disc�pulos.

1. Hay una diferencia en las �rdenes dadas. En el primero, es, "L�nzate a las profundidades", etc. En el segundo, "Echa la red en el lado derecho del barco". La primera es la orden de Cristo a todo ministro; el segundo es la obra secreta de Su esp�ritu en la Palabra. La primera nos muestra que el ministerio es pescar en todas partes. El predicador no debe destacar a ning�n personaje en particular.

Aquellos que predican solo a los elegidos deben recordar esto. �Qu� pasa si estamos en un pueblo, una ciudad o un pueblo? �Qu� pasa si estamos entre ricos o pobres, eruditos o analfabetos? no tenemos nada que ver con eso, nuestro deber es "lanzarnos a lo profundo y dejar caer la red". Cristo encontrar� el pez. La verdad secreta es que cuando hacemos esto, el Se�or sabe c�mo guiarnos para que echemos la red por el lado derecho del barco. Esa es la obra invisible del Esp�ritu, mediante la cual �l adapta nuestro ministerio de tal manera que lo hace particular y especial.

2. En el primer caso, existe una pluralidad diferenciada. Los pescadores tienen redes y botes, y cada hombre sale de forma distinta. En el siguiente, est�n todos en un bote y arrastran una red en conjunto. Esto es lo visible y lo invisible.

(1) Para nosotros los medios son varios. Estamos en un bote, pero hay otro m�s all�, y siempre que nuestro bote se llene demasiado, deber�amos llamar a nuestros socios en el otro barco para que vengan a ayudarnos. No debemos mirar a esos hermanos que difieren de nosotros, como si estuvieran vaciando el mar y rivalizando con nosotros. La pluralidad de agencias involucradas en las denominaciones es una gran bendici�n. Nos animamos unos a otros y hacemos mucho m�s bien que si hubiera una sola iglesia nominal. Siempre habr� un Pablo y un Bernab�, que no pueden llevarse bien.

(2) Pero miremos hacia adentro. En John est�n todos en un barco pescando juntos, arrastrando una red. Esto es lo que realmente es el hecho. No lo vemos, pero todos los ministros de Dios est�n arrastrando una red, y toda la Iglesia de Dios est� en un solo barco. Es in�til esforzarse por lograr la uniformidad exterior. Ni la textura de la mente humana ni la voluntad de Dios lo requieren. Es la unidad del Esp�ritu en Cristo Jes�s, en el amor lo que Dios quiere que consideremos.

3. En el primer caso se captur� una gran multitud de peces. En el segundo "ciento cincuenta y tres". Era imposible calcular cu�ntos han sido tomados en la red exterior de la Iglesia visible. Pero es posible que Dios sepa cu�ntos ser�n tra�dos al fin y cu�ntos hay ahora en la Iglesia invisible. Ser�n en el cielo un n�mero que nadie puede contar, porque los elegidos de Dios no son pocos; pero "el Se�or conoce a los que son suyos".

4. Los peces que fueron capturados la primera vez parecen haber sido de todo tipo. La red se rompi� y, por lo tanto, sin duda, algunos de ellos volvieron a salir; hab�a tan poco que no val�a la pena comer, y sin duda fueron desechados: �Recoger�n lo bueno en vasijas y tirar�n lo malo�. En la segunda facilidad, la red estaba llena de grandes peces; todos eran grandes peces, todos buenos y dignos de ser mantenidos.

El primero nos da el efecto externo y visible del ministerio. Reunimos a un gran n�mero en la Iglesia de Cristo, y siempre habr� algunos que no sean buenos y que no sean realmente llamados por Dios. A veces tenemos reuniones de la Iglesia en las que tenemos que deshacernos de lo malo. Que nadie se sorprenda si la ciza�a crece con el trigo, si hay lobos con piel de oveja, siempre ser� as�. Hab�a un Judas entre los doce. No es as� en la Iglesia invisible. En eso no hay quien tirar. No; el Se�or, que los meti� en la red, introdujo la especie adecuada.

5. En el primer caso, en la Iglesia visible se rompe la red. Sin duda, es malo que se rompan las redes; pero no tienes por qu� sorprenderte. Es la consecuencia necesaria de nuestro ser lo que somos. En lugar de tener una denominaci�n, �tenemos veinte o treinta? No me lamento por eso. Porque hasta que no consigas un grupo de hombres perfectos, nunca tendr�s nada m�s que estas divisiones. Pero la red no se rompe en realidad, porque la Iglesia invisible es una. Cuida a los peces y deja la red en paz, pero a�n mant�n la unidad del Esp�ritu en el v�nculo de la perfecci�n.

6. En el primer caso, ves la debilidad humana; all� est� la barca lista para hundirse, la red rota, los hombres todos desconsolados, rogando al Maestro que se vaya. En la otra facilidad, se hacen fuertes, arrastrando al pez a la orilla. As� que en la Iglesia visible a menudo tendr�s que lamentarte por la debilidad humana: pero en la Iglesia invisible Dios har� que Sus siervos sean lo suficientemente fuertes como para arrastrar sus peces a la orilla.

7. En el primer caso, en la Iglesia visible se lanzaron mar adentro. En el segundo caso, no estaban lejos de la orilla. As� que hoy nos parece que nuestra predicaci�n se adentra en el gran abismo tormentoso en busca de peces. Parece que tenemos un largo camino por recorrer antes de traer estas preciosas almas a la tierra. Pero a los ojos de Dios no estamos lejos de la costa; y cuando un alma se salva, no est� lejos del cielo. Para nosotros hay a�os de tentaci�n, prueba y conflicto; pero para Dios, se acab�.

8. En el primer caso, los disc�pulos tuvieron que abandonar todo y seguir a Cristo. En el segundo, se sentaron a festejar con �l en el banquete que �l hab�a preparado. As� que en la Iglesia visible tenemos que soportar la prueba y la abnegaci�n por Cristo, pero el ojo de la fe percibe que pronto nos sentaremos y festejaremos en el reino de Dios.

III. LA LECCI�N QUE LAS DOS NARRATIVAS EN COM�N PARECEN ENSE�AR. En el primer caso, Cristo estaba en el barco. Cristo est� en Su Iglesia, aunque ella se lanza a lo profundo. En el segundo caso, Cristo estaba en la orilla. Cristo est� en el cielo. Pero ya sea que est� en la Iglesia o en el cielo, todo el trabajo de nuestra noche tendr�, con su presencia, una rica recompensa. �sta es la lecci�n. Madre, �lo aprender�s? Has trabajado mucho por tus hijos.

Ha sido de noche contigo todav�a. Tu trabajo nocturno terminar�; por fin echar�s la red a la derecha del barco. Maestro de escuela dominical, ministro, iglesia, la noche est� avanzada y el Maestro pronto aparecer�; y su venida traer� �xito. ( CH Spurgeon .)

Versículo 7

Por tanto, aquel disc�pulo a quien Jes�s amaba dijo a Pedro: Es el Se�or

Variedad en la unidad

I. AMOR RECONOCIENDO A JES�S. John se distingui� por su visi�n clara y de largo alcance. Pedro era la encarnaci�n del celo, Juan del amor.

1. El amor puede reconocer d�nde falla la mera seriedad. No escuchaste nada mientras estabas sentado en la casa de tu amiga, y te sorprendiste bastante cuando ella rompi� su oraci�n con un �Disculpe� y sali� apresuradamente de la habitaci�n; el hecho es que la madre hab�a escuchado el llanto de su hijo. Habr�a sido lo suficientemente serio al hacerle el bien al peque�o; pero solo el o�do de la madre pod�a o�r su voz.

Y as� en el caso que tenemos ante nosotros: que Pedro se haga una idea a medias de que Jes�s est� parado en la orilla y nada lo mantendr� en la barca; pero Pedro, con toda su seriedad, tal vez nunca hubiera dicho: "Es el Se�or".

2. El amor comunica bien. John no pod�a guardarse las buenas nuevas para s� mismo. Ya sea en bendiciones temporales o espirituales, el amor invita a otros a compartir.

II. IMPETUOSIDAD Y CELO ESFUERZANDO EN COMUNION CON JESUS.

1. Consistencia de car�cter. El mismo Pedro que una vez camin� sobre el mar - quien dijo: �Aunque todos te desamparen, yo no lo har� - que corri� al sepulcro y oblig� a Juan a seguirlo, se arroj� al mar para ir a Jes�s.

2. Naturalidad. Si alguien m�s que Peter hubiera intentado esto, habr�a parecido inc�modo y descort�s; si se hubiera abstenido de correr hacia Jes�s, deber�amos haber sentido que no era como Pedro. Creemos en la individualidad. Ser�a mejor para la Iglesia y el mundo si los hombres fueran ellos mismos.

III. LA SABIDUR�A DEL CUIDADO. Los otros disc�pulos cuidaron de los peces y llegaron a tierra en la barca, y ten�an raz�n; por

1. Conservaban lo que Jes�s les hab�a dado.

2. Mostraban que apreciaban sus bendiciones.

IV. VARIEDAD EN UNIDAD. Ese peque�o barco conten�a la Iglesia naciente, pero en esa Iglesia se encuentran varios tipos de car�cter. Est� el amoroso Juan, el Pedro que avanza y la gente tranquila y cuidadosa que se ocupa de las necesidades de la vida. Y as� en la Iglesia. Necesitamos hombres que puedan pararse sobre la torre de vigilancia y se�alar a Cristo; necesitamos a otros llenos de fuego; y los hombres laboriosos que nunca hacen nada fuera del camino, pero que, sin embargo, hacen una gran cantidad de trabajo necesario. Por lo tanto

1. Dios distribuye Sus dones de diversas formas y variedad infinita.

2. Debemos tener cuidado con los celos.

3. No debemos juzgarnos unos a otros. Como dice Matthew Henry: �Algunos son �tiles como los ojos de la Iglesia, otros como las manos de la Iglesia y otros como los pies de la Iglesia; pero todo es por el bien del cuerpo ". ( AF Barfield .)

Es el se�or

Parece muy extra�o que estos disc�pulos no hubieran descubierto a Cristo en un per�odo anterior, ya que era una repetici�n tan manifiesta del evento anterior por el cual se hab�an convertido en "pescadores de hombres". Tenemos la tendencia a suponer que cuando una vez m�s se embarcaron en el lago, debi� haber sido con muchos pensamientos en �l. All� - tal vez nos imaginamos que piensan - es donde lo vimos salir de las monta�as, cuando caminaba sobre el agua; all� es donde �l hizo que todos se sentaran mientras les llev�bamos el pan: all� est� el mismo lugar donde est�bamos remendando nuestras redes cuando �l se acerc� a nosotros y nos llam� a �l, y ahora todo ha terminado.

"Confi�bamos en que hab�a sido �l quien deber�a haber redimido a Israel". Pero no parece haber habido tal recuerdo sentimental. John se esfuerza por mostrarlos como hombres sencillos y rudos, ocupados en su trabajo nocturno y pensando mucho m�s en su falta de �xito que en viejas asociaciones. Luego, a trav�s de las tinieblas, �l viene y habla como antes, y repite el antiguo milagro, y sus ojos est�n todos retenidos, excepto los ojos del que ama, y ??primero dice: "Es el Se�or".

I. SOLO VEN DERECHO LOS QUE VEN A CRISTO EN TODO.

1. Ning�n hombre comprender� bien el mundo si no puede decir acerca de toda la creaci�n: "Es el Se�or".

(1) Si perforamos hasta los cimientos m�s profundos de todo Ser, no podemos detenernos hasta llegar al poder viviente de Cristo, por quien todas las cosas fueron hechas y cuya voluntad es el principio sustentador que evita que se deteriore.

(2) �Para qu� obr� Cristo sus milagros? No solo como prueba de Su mesianismo, sino que por una vez nos revelar�a el verdadero Autor de todas las cosas y el verdadero Fundamento de todo ser. Los milagros de Cristo interrumpieron el orden del mundo en la medida en que eliminaron los medios intermedios por los cuales la palabra creadora y sustentadora de Dios act�a en la naturaleza. Entonces, debemos tomar todas estas se�ales y maravillas como una revelaci�n del estado real de las cosas, y ver en ellas se�ales de que a cada rinc�n del universo llega Su mano amorosa y sale Su poder sustentador.

�A qu� provincia de la naturaleza no fue? Afirm� ser el Se�or de la vida al lado del f�retro del ni�o en la puerta de Na�n, etc. �l afirm� para s� mismo la autoridad sobre todos los poderes y funciones de nuestra vida corporal, cuando dio ojos a los ciegos, etc. Mostr� que era Se�or sobre las aves del cielo, los peces del mar, etc. Y afirm� Su dominio sobre la naturaleza inanimada cuando la higuera se sec� y los vientos y las olas se hundieron en el silencio. �l nos permiti� vislumbrar las regiones oscuras de Su gobierno sobre lo invisible, cuando "con autoridad mand� a los esp�ritus inmundos, y salieron".

(3) Todas estas cosas que �l hizo, para que nosotros, caminando en este hermoso mundo, fu�ramos liberados de la tentaci�n de pensar que est� separado o independiente de �l. Dejemos que �es el Se�or� est� en nuestros labios, y entonces la naturaleza ser� verdaderamente para nosotros el secreto a voces que �el Se�or mostrar� a los que le temen�.

2. La misma convicci�n es la �nica que explica o hace tolerables las circunstancias de nuestra condici�n terrenal. O nuestra vida es objeto de una mera casualidad ca�tica; o bien se pone en el molino de un destino de hierro, que sigue moliendo, sin importar lo que muele; o de lo contrario, est� la voluntad que es amor, y el amor que es Cristo. No entiendo c�mo un hombre puede afrontar el futuro sabiendo todos sus puntos vulnerables y todas las formas en que el desastre puede caer sobre �l, y retener su cordura, a menos que crea que todo est� gobernado, no meramente por un Dios que puede ser tan fuerte. indiferente como �l es omnipotente, pero por Su hermano mayor, el Hijo de Dios.

Pero el enigma de la Providencia est� resuelto, y la disciplina de la Providencia se est� cumpliendo, cuando hemos captado esta convicci�n: todos los eventos me sirven, porque todas las circunstancias provienen de Su voluntad y placer, que es el amor; y dondequiera que vaya, ya sea en la oscuridad del desastre o en el sol de la prosperidad, ver� frente a m� esa forma familiar y amada, y podr� decir: "Es el Se�or". Esa es la fe para vivir y morir; y sin ella la vida es una burla y una miseria.

3. Esta misma convicci�n debe guiarnos en todos nuestros pensamientos sobre la historia y los destinos de la humanidad y de la Iglesia de Cristo. La Encarnaci�n y la Crucifixi�n son el eje en torno al cual giran todos los acontecimientos de las edades. �Los que fueron antes y los que vinieron despu�s�, cuando entr� en la ciudad santa, eran un s�mbolo de la historia. Todas las generaciones que le precedieron, aunque no lo sab�an, estaban preparando su camino; y todas las generaciones que vendr�n despu�s, aunque no lo sepan, est�n aumentando su triunfo.

La mara�a de la historia humana s�lo es inteligible cuando se toma como clave: "De �l son todas las cosas, y para �l son todas las cosas", y cuando todo haya terminado, se encontrar� que todas las cosas han atendido a Su gloria que es Rey de reyes y Se�or de se�ores.

4. Tal convicci�n, viviendo y trabajando en nuestros corazones, cambiar�a para nosotros todo el aspecto de la vida. Vean a Cristo en todo y sean bendecidos; o echarle de menos y ser miserable. Es un mundo desolado y cansado, a menos que est� lleno de se�ales de Su presencia. Si quieres que tus d�as sean verdaderos, felices, varoniles y semejantes a Dios, solo ser� cuando todos tengan fluyendo a trav�s de ellos esta convicci�n: �Es el Se�or�.

II. SOLO LOS QUE AMAN VEN A CRISTO. Juan, el ap�stol del amor, lo conoci� primero.

1. En materia religiosa, el amor es la base del conocimiento. No hay forma de conocer a una persona excepto el amor. Un hombre no puede discutir su camino para conocer a Cristo. La capacidad natural del hombre dentro de sus propios l�mites es fuerte y buena; pero en la regi�n del conocimiento de Dios y de Cristo, la sabidur�a de este mundo es una locura. "El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor".

2. El amor lo rastrear� en todas partes, como los amigos queridos se detectan unos a otros en peque�as marcas que no tienen sentido para los dem�s. El r�pido ojo del amor atraviesa disfraces impenetrables para un escrutinio m�s fr�o. El amor tiene en �l un anhelo de su presencia que nos hace ansiosos y r�pidos para se�alar la m�s m�nima se�al de que �l est� cerca, como la pisada de un ser querido es escuchada por el o�do agudo del afecto mucho antes de que cualquier sonido rompa el silencio de los que nos rodean. .

El amor conduce a la semejanza con el Se�or, y esa semejanza hace posible la visi�n m�s clara del Se�or. �Es el Se�or� est� escrito en forma grande y clara en todas las cosas, pero como las grandes letras en un mapa, son tan obvias y llenan un espacio tan amplio que no se ven. Los que le aman le conocen, y los que le conocen le aman.

3. � Y no es una bendici�n que esta gloriosa prerrogativa no dependa de lo que pertenece s�lo a unos pocos hombres, sino de lo que puede pertenecer a todos?

4. Pero no podemos amar por mandamiento. La �nica forma es ver a los hermosos. El disc�pulo que amaba a Jes�s era "el disc�pulo a quien Jes�s amaba". Generaliza eso y nos ense�a que

III. AMAN LOS QUE SABEN QUE CRISTO LOS AMA. Nuestro amor nunca puede ser otra cosa que el eco de Su voz de ternura, que la luz reflejada en nuestros corazones de la plena gloria de Su afecto. "Lo amamos, porque �l nos am� primero". La fuente que nace en mi coraz�n solo puede brotar hacia el cielo, porque el agua de ella fluy� hacia mi coraz�n desde el nivel superior. �Oh, entonces, miren a Cristo, para que puedan amarlo! �Piensa en ese Salvador que muri� por nosotros y vive por nosotros! No se pregunten, para empezar, la pregunta: �Lo amo o no? Si un hombre tiene fr�o, d�jelo ir al fuego y calentarse.

Si est� oscuro, d�jelo estar bajo el sol, y ser� claro. Si su coraz�n est� obstruido por el pecado y el ego�smo, que se deje llevar por la influencia del amor de Cristo, y aparte de s� mismo y de sus propios sentimientos, mire hacia ese Salvador cuyo amor derramado en el exterior es el �nico medio para encender los nuestros. ( A. Maclaren, D. D. )

Ahora, cuando Sim�n Pedro escuch� eso ... le ci�� su abrigo de pescador

La reverencia de Pedro

porque el Se�or est� indicado por la observaci�n cuidadosa, incluso en un momento de emoci�n tan excitante, de las peque�as correcciones de la ropa. ( WH Van Doren, D. D. )

Y se arroj� al mar

I. INDEPENDIENTEMENTE DEL CONFORT PERSONAL.

II. ABANDONANDO COMPA�EROS HUMANOS.

III. DESPRECIANDO LA GANANCIA TEMPORAL.

IV. BUSCANDO A JES�S CON ANIMO. ( SS Times .)

Versículos 9-11

Tan pronto como llegaron a tierra vieron all� un fuego de brasas.

Los dos fuegos: un contraste

(Texto y Juan 18:18 )

I. EL FUEGO EN LA CORTE DEL PALACIO.

1. Una escena de dolor: la prueba del Salvador.

2. Un lugar de tentaci�n: en compa��a de los enemigos de Cristo.

3. Un testigo del pecado: las negaciones de Pedro.

II. EL FUEGO EN LA ORILLA DEL MAR.

1. Una escena de gloria: la presencia del Se�or resucitado.

2. Un lugar seguro: la compa��a de Jes�s y sus amigos.

3. Un testigo de la gracia: la restauraci�n de Pedro. ( T. Whitelaw, D. D. )

El fuego en la orilla

1 . No puede dejar de sentirse impresionado por la sensaci�n de algo extra�o y sobrenatural. Sientes que, como Mois�s en Horeb, debes quitarte los zapatos de los pies antes de acercarte a este misterioso fuego.

(1) Una explicaci�n del fuego y la comida, por supuesto, es que fueron provistos para suplir las necesidades corporales de los disc�pulos.

(2) Otro hace que toda la transacci�n se refiera especialmente a San Pedro. La pregunta tres veces repetida le record� su triple negaci�n; la corriente milagrosa le record� la oficina de la que cay�; y el fuego de las brasas recordar�a ese otro fuego con el que neg� a su Maestro.

2. Pero estas explicaciones no responden a la totalidad de los hechos. Tenemos, entonces, que buscar uno que satisfaga todas las partes de la narraci�n: y esto se encuentra en el progreso del Evangelio y la conexi�n entre las Dispensaciones Antigua y Nueva.

I. EL PESCADO. En una par�bola, el reino de los cielos se asemeja a una red que "recog�a de toda especie"; de modo que tenemos la autoridad de Cristo para considerar que el borrador milagroso represent� el traer multitudes a la Iglesia a trav�s de la instrumentalidad de los predicadores del evangelio. Tambi�n se puede observar que se dice que Sim�n Pedro trajo la red a tierra: puede haber aqu� una referencia al hecho de que a Pedro se le confi� la apertura de la Iglesia a los gentiles.

Porque no puede haber duda de que hubo una referencia especial a la combinaci�n de todas las naciones en la Iglesia visible. Debe anotarse cuidadosamente el n�mero de peces. Parece que ciento cincuenta y tres era exactamente el n�mero de variedades de peces que se conoc�an entonces, de modo que podemos concluir con toda justicia que el n�mero era una indicaci�n de que personas de todas las naciones y condiciones deb�an entrar en la Iglesia.

Y luego la observaci�n de que la red no se romper� debe considerarse como una profec�a de la capacidad de la Iglesia cristiana; a diferencia del jud�o, que no fue construido para ampliaci�n y extensi�n.

II. EL FUEGO DE LAS CARBONES Y EL REPASADO PREPARADO.

1. Debes observar que las Dispensaciones Jud�a y Cristiana no son econom�as tan verdaderamente distintas, como partes componentes de un gran plan. Nunca ha habido dos formas de salvar a los pecadores. En el Nuevo Testamento, de hecho, tenemos la exposici�n m�s clara del gran plan de la misericordia; pero no hay diferencia alguna en la doctrina propuesta. Esta gran verdad se ense�a aqu� en sentido figurado.

Ya hab�a un fuego encendido, y sobre el fuego ya hab�a peces puestos; y cuando los peces reci�n capturados se colocaron en el mismo fuego, �no se mostr� que la Iglesia, antes y despu�s de la venida de Cristo, era pr�cticamente la misma? que sus miembros deb�an ser llevados al mismo altar y purificados por la misma llama? No s� por qu� no deber�amos pensar que ese fuego extra�o, misteriosamente encendido en la orilla solitaria, era t�pico de la obra propiciatoria del Redentor, a trav�s del cual los hombres de cualquier �poca pueden ser presentados como sacrificio aceptable a Dios.

No hay altar sino el �nico Mediador, y no hay fuego sino el de Su oblaci�n, que responder� por aquellos que buscan consagrarse, un holocausto completo a Dios. Y qu� par�bola m�s viva de este hecho que la de que, cuando Cristo, parado en la orilla del mar, la l�nea divisoria entre el tiempo y la eternidad, hizo que se levantara un altar, misterioso como �l mismo, y lo coron� con carbones encendidos, que no hab�a sido encendido por ninguna llama terrestre; y luego coloc� en �l representantes de la �nica Iglesia visible, tal como hab�a subsistido antes de Su encarnaci�n, y c�mo subsistir�a hasta que �l llegara al juicio. Parece haber sido una lecci�n que los ap�stoles necesitaban de manera peculiar, que no deb�an considerarse a s� mismos como partiendo en una nueva misi�n, de la cual no se hab�an emitido avisos previamente. En consecuencia, Cristo les hab�a recordado a la fuerza que "Uno siembra y otro siega". Y ahora repite algo de la misma lecci�n.

2. Pero, adem�s, el evangelista tiene cuidado al notar que nuestro Se�or tom� pan y pescado y se lo dio a sus disc�pulos. Ahora, Cristo hab�a alimentado a una gran multitud con algunos panes y peces, tipificando c�mo la verdad de Su religi�n deber�a ser suficiente para el sustento espiritual del mundo. Los disc�pulos, naturalmente, recordar�an este milagro aqu�, y que la comida que Cristo les entreg� como pastores espirituales ser�a una provisi�n abundante para todos los hombres. En conclusi�n, les mostraremos cu�n hermosa alegor�a pueden forjarse algunos de los hechos, cuando se adopta una visi�n m�s amplia, una que nos comprender� m�s claramente a nosotros mismos.

1. Es un s�mil apropiado que compara la vida con un viaje que tiene una variedad de terminaciones, a veces en calma, a veces en tormenta; el barco, en un caso, echa el ancla en aguas tranquilas, de modo que el Esp�ritu s�lo tiene que pisar suavemente la orilla; en otro, sufriendo un naufragio, de modo que hay una lucha terrible y un peligro al escapar de las olas, De todo lo que habr� que decir, como de aquellos con San Pablo, algunos nadando, algunos en tablas y otros en pedazos rotos del barco - "sucedi� que escaparon a salvo a tierra".

2. Que nos satisfaga que cualquiera que sea el modo en que se despide el alma de los justos, ya sea que ese modo se imagine en el hecho de que Pedro se arrojara al mar y luchara por la tierra, o si se representara en los acercamientos m�s tranquilos de la tierra. barca con los otros disc�pulos - el alma encontrar� preparaci�n para su recepci�n: Cristo est� en la orilla, esperando a sus siervos fieles; y de todos ellos habr� que decir: �Tan pronto como llegaron a tierra, vieron all� un fuego de carbones, y pescado puesto sobre �l, y pan.

�Esto bien puede indicar que, para los fieles en Cristo, el momento de separarse del cuerpo es el momento de ser admitidos en la felicidad. �Tan pronto como llegaron a tierra� - sin demora, sin intervalo - todo lo que se necesitaba estaba listo; se encendi� el fuego y se extendi� el banquete.

3. Sin embargo, �qui�n duda de que los justos no s�lo encontrar�n preparado el material de la felicidad, sino que llevar�n consigo adiciones a ese material y enriquecer�n a�n m�s el cielo? Es "la comuni�n de los santos"; y mientras cada santo sacar� la causa del rapto de aquellos que se han ido antes, ellos tambi�n sacar�n la causa del rapto de �l. �Ah, entonces, cu�n hermosamente opuesta la direcci�n: "Traed los peces que hab�is capturado ahora!" La cena de las bodas del Cordero se proporcionar� con las contribuciones de cada generaci�n.

�Bienaventurados los muertos que mueren en el Se�or�, etc. Ellos "descansan de sus trabajos", en el sentido de que, tan pronto como llegan a tierra, ven un fuego de carbones all�, y peces puestos sobre ellos, y pan: "sus obras los siguen", en el sentido de que luego se les invita a traed de los peces que hayan capturado. ( H. Melvill, B. D. )

Materiales para el banquete

El carb�n mineral es todav�a algo de uso o conocimiento poco com�n en Oriente, excepto en los vapores. Pero el carb�n vegetal es el "carb�n"; se fabrica y se utiliza en todas partes y se vende al peso. Sobre las brasas se cuece el �pan� o �hogaza�, ya sea en una sart�n o en un trozo de metal; o directamente sobre (o debajo) de las propias brasas, protegido por una capa de cenizas. La variedad de formas de hornear y de pan que se ven en una fogata oriental son muchas. La imagen aqu� es sin duda la de pan y pescado cocin�ndose al fuego; no de pan horneado esperando que el pescado est� listo. El "pan" era, o es, un pastel plano. ( SS Times .)

Traed el pescado que hab�is pescado

Cristo requiere cooperaci�n humana

Jes�s no necesitaba la ayuda de los disc�pulos para proporcionar pescado para Su desayuno o para el de ellos; pero les pidi� ayuda como si la necesitara. Si se hubieran negado a traer el pescado, �l no habr�a perdido; pero la p�rdida habr�a sido de ellos. As� ocurre siempre en todas las esferas de la actividad cristiana. Jes�s nunca necesita ayuda; pero Jes�s pide ayuda constantemente. La ganancia al responder a ese llamado, o la p�rdida al negarse, es para el disc�pulo, no para el Maestro.

Jes�s puede arregl�rselas sin su dinero o sus servicios en la escuela dominical, en la iglesia, en la comunidad que lo rodea o en el campo misionero; pero no puede seguir adelante como lo har�a si rechaza su ayuda en cualquiera de estos campos. Jes�s pide una parte de todos los peces que pescas, de todas las cosechas que recolectas, de todo el dinero que recibes, de todo el tiempo y las fuerzas que tienes. Si se niega a devolv�rselo, la p�rdida es suya. Cu�n grande puede ser esa p�rdida que solo la eternidad puede revelar. ( HC Trumbull, D. D. )

Sim�n Pedro subi� y sac� la red para aterrizar

Tirando de la red

Si siempre est� arreglando y colocando la red, no pescar� muchos peces. Quien haya o�do hablar de un hombre que sale a pescar y coloca su red, y luego deja que se detenga all� y nunca la tire hacia adentro. Vaya, todo el mundo se reir�a de la locura del hombre. Hab�a un ministro en Manchester que vino a verme un d�a y me dijo: �Me gustar�a que me dijeras por qu� los ministros no tenemos m�s �xito que nosotros. As� que tom� la idea de tirar de la red y dije: �Deber�an tirar de las redes.

Hay muchos en Manchester que pueden predicar mucho mejor que yo, pero luego me meto en la red. Mucha gente tiene objeciones a las reuniones de investigaci�n "; y cuando hube se�alado la importancia de ellos, el ministro dijo: "Nunca tir� de la red, pero lo intentar� el pr�ximo domingo por la ma�ana". As� lo hizo, y ocho personas, inquietas inquietudes, entraron en su estudio. El domingo siguiente vino a verme y dijo que nunca hab�a tenido un domingo as� en su vida.

La pr�xima vez que sac� la red hab�a cuarenta, y cuando vino a verme a la �pera, el otro d�a, dijo: �Moody, he tenido ochocientas conversiones este �ltimo a�o. Es un gran error que no comenc� antes a tirar de la red ". As� que, amigos m�os, si quieren atrapar hombres, simplemente tiren de la red. Si solo atrapas uno, ser� algo. Puede que sea un ni�o peque�o, pero he conocido a un ni�o que convirti� a toda una familia. Vaya, usted no sabe qu� hay en ese ni�o de cabeza torpe en la sala de consultas, puede convertirse en un Mart�n Lutero, un reformador que har� temblar al mundo. ( DL Moody. )

Versículos 12-13

Jes�s les dijo: Venid a cenar.

Invitaci�n cari�osa

(cf.

Juan 1:39 ): - Aqu� est�

I. CERCAN�A familiar y dom�stica. Mientras somos pecadores, la fe nos lleva a un estado de justificaci�n simplemente mirando a Cristo; pero despu�s de creer, la fe nos ayuda a disfrutar de Cristo. Algunos esperan disfrutar a Cristo primero y creerle despu�s; pero debes tomar las misericordias de Dios en su orden. No encontrar� "Ven a cenar" en el primer cap�tulo de Juan; ah� est�, "Ven y mira". Primero cree en Jes�s, y luego te alimentar�s de �l. "Ven y ve" da paz, pero "Ven y cena" da el cielo, porque da a Cristo.

II. UNI�N CON JES�S, porque la �nica carne que podemos comer cuando cenamos con Cristo es �l mismo. No proporcionamos la cena. Cristo encontr� el pescado, el fuego y el pan, y luego dijo: "Ven y cena". El fuego que calienta nuestro coraz�n cuando tenemos comuni�n con �l proviene de �l mismo, y el pescado que comemos es suyo, y el vino que bebemos fluye de Su propio coraz�n. �Oh, qu� uni�n es esta!

III. COMUNIDAD CON LOS SANTOS. No debes comer tu bocado solo, sino en compa��a. Nos sentamos en el cielo con Abraham, Isaac y Jacob, en la cena de las bodas del Cordero, y una gran parte de la bienaventuranza del m�s all� est� relacionada con la comuni�n de los santos. As� que aqu� disfrutamos tanto de la compa��a como de la fiesta. La Cena del Se�or es la mesa de comuni�n, no solo con el Maestro, sino tambi�n con todos los que lo aman.

Los hombres hambrientos seguramente ser�n pendencieros, pero si desean tener la comuni�n m�s dulce entre s�, vivan de Cristo. No esperamos que todos los cristianos est�n de acuerdo, pero estamos seguros de que uno de los planes m�s probables para cultivar un esp�ritu fraterno es escuchar las palabras de Cristo: "Ven y cena".

IV. LA FUENTE DE FUERZA PARA CADA CRISTIANO. Mirar a Cristo es vivir, pero para tener fuerzas para servirle debes venir y cenar. Necesitamos tanto alimento para el alma como para el cuerpo y, a menos que comamos, por el camino nos desmayaremos. Si quieres ser como el Sr. Feeblemind, lleva solo una peque�a cantidad de comida espiritual en tus armarios; descuidar la oraci�n familiar; nunca asista a una reuni�n de oraci�n; en ning�n caso se habla de asuntos religiosos durante la semana; ve tarde a la casa de Dios y duerme cuando llegues; tan pronto como salga del lugar de culto, hable sobre el clima.

Toda tu fuerza depende de la uni�n con Cristo. Lejos de �l debes secarte como un p�mpano cortado de la vid. Al alimentarte de �l, ser�s como la rama que bebe la savia del tallo padre; ser�s lo suficientemente fuerte para dar fruto.

V. CRECIMIENTO Y PROGRESO EN LAS COSAS ESPIRITUALES. Ver a Cristo es comenzar la vida del cristiano, pero para crecer en la gracia debemos "venir y cenar". La historia temprana de los primeros disc�pulos no es de ninguna manera satisfactoria. Evidentemente, eran s�lo beb�s en las cosas espirituales. Hab�an visto a Jes�s, lo amaban y lo segu�an, pero estaban lejos de poseer el Esp�ritu de Cristo. Ahora, despu�s de haber alcanzado esta etapa de vivir en Cristo, se convirtieron en hombres nuevos.

Ya no es mera vista, sino una apropiaci�n interior, y las consecuencias son manifiestas. Muchos cristianos permanecen atrofiados y empeque�ecidos. Existen pero no crecen. La raz�n es evidente, no est�n tomando de Cristo, y descuidan apropiarse de la bendici�n que �l espera otorgar.

VI. PREPARACI�N PARA EL SERVICIO. Antes de que concluya la fiesta, Cristo le dice a Pedro: "Apacienta mis corderos"; "Apacienta mis ovejas"; "S�gueme." Toda la fuerza proporcionada por Cristo es para el servicio. Algunos cristianos est�n a favor de vivir de Cristo, pero no est�n tan ansiosos por vivir para Cristo. El cielo es el lugar donde m�s celebran y trabajan los santos. Ahora, la tierra deber�a ser una preparaci�n para el cielo; ven y cena, y luego vete y trabaja.

De gracia recib�s, dad de gracia; Recoge todos los pedazos de tu banquete y lleva los panes y los peces a los dem�s, como hicieron los disc�pulos. No debemos sostener los preciosos granos de la verdad como una momia lo hace con el trigo, durante siglos, sin darle la oportunidad de crecer. No, alim�ntese y luego salga y diga a otros que vengan y coman y beban. �Por qu� env�a el Se�or la lluvia sobre la tierra sedienta y da el sol y la brisa refrescante y agradable? ( CHSpurgeon .)

La cena en la costa de Galilea, emblema de redenci�n

I. EL TIEMPO FUE OPORTUNO. Los disc�pulos hab�an probado todos sus recursos para ganarse la vida esa noche y hab�an fracasado. Sin duda, estaban cansados, hambrientos y abatidos. La cena lleg� en el momento oportuno. Lo mismo ocurre con el sistema redentor. Despu�s de que el mundo lo intent� todo para su salvaci�n (poes�a, filosof�a, religi�n, civilizaci�n) y empeor�, Cristo vino "en el cumplimiento de los tiempos".

II. LAS DISPOSICIONES FUERON DESEABLES. Los peces que pescaron hab�an estado trabajando toda la noche para obtenerlos. Estaban ansiosos por esa comida. Las provisiones del evangelio se adaptan a las necesidades del hombre y se requieren con urgencia. Son

1. Renovaci�n.

2. Limpieza.

3. En desarrollo.

4. Armonizaci�n.

5. Perfeccionamiento. Isa�as 25:6 tenemos una descripci�n del gran banquete espiritual �Qu� ricas, variadas, abundantes las viandas!

III. EL ANFITRI�N ESTABA CONDESCENDIENTE. �Qu� espect�culo! El Hijo de Dios preparando una fiesta para los pescadores pobres y cenando con ellos. As� ha hecho en la redenci�n. Descendi� a las "partes m�s bajas de la tierra", a los grados m�s bajos; �Se despoj� de su reputaci�n�. ( D. Thomas, D. D. )

Fiesta con Jes�s

1. Nuestro Se�or se cuida de las necesidades corporales. Dos veces en los d�as de su carne aliment� a la gente con pan y pescado, y ahora que ha resucitado, todav�a piensa en los cuerpos hambrientos de los disc�pulos. Esto puede ser una orden para que las iglesias se alimenten, no para tratar de hacer proselitismo.

2. Si alguno de ustedes est� necesitado, p�nganse en esto. El que les dijo a los siete: �Venid y rompen vuestro ayuno�, no los olvidar�. No puedo decir c�mo se encendi� el fuego, etc., pero de una forma u otra ser�s alimentado.

3. Si Jes�s es tan cuidadoso con las necesidades corporales, mucho m�s se cuidar� de vuestras almas. Despu�s de haber provisto uno, procede a abastecer al otro.

I. LA IMPORTANCIA DE UNA FIESTA CON JES�S. Era importante para estos hombres

1. Porque estaban h�medos y fr�os; de modo que se les proporcion� un fuego donde pudieran secarse los jerseys y calentarse las manos. Ellos tambi�n ten�an hambre, y aqu� est� la comida vieja, ligera y f�cil de digerir. A Cristo no le gusta vernos mojados, fr�os y hambrientos, porque no es bueno para nosotros. Por tanto, si te sientes inc�modo e infeliz, Jes�s no quiere que lo est�s. Se han perdido muchas batallas porque los soldados no estaban en buenas condiciones.

2. Estaban cansados ??del infructuoso trabajo de la noche; y cuando los obreros modernos de Cristo se sienten desanimados, �l los invita a venir y romper su ayuno con �l.

3. Era probable que olvidaran sus deseos corporales en su repentino �xito. Ahora es un trabajo hambriento vivir de pescar y contar. Los trabajadores exitosos tienden a olvidar sus propios deseos espirituales.

4. Cristo estaba a punto de reformarlos. Es necesario que Cristo nos alimente antes de escudri�arnos.

5. Estaban a punto de recibir una comisi�n. Cristo no env�a personas a alimentar a sus ovejas y corderos sin alimentarlos primero.

6. Estaban a punto de entrar en un camino peligroso. No se sorprenda de que est� llamado a soportar pruebas de fuego, pero aseg�rese de ser alimentado primero con pan celestial.

II. JES�S ACTUANDO COMO ANFITRI�N. �No es esto maravilloso? Jes�s en comuni�n con Tom�s, que dudaba de �l, y Pedro, que lo negaba. F�jense en Jes�s nuestro anfitri�n

1. Preparando la fiesta. Fue un acto de poder creativo. Tu alma puede alimentarse de lo que Cristo crea, pero de nada m�s.

2. Esperando a los comensales. A veces, un anfitri�n dir�: "S�rvanse ustedes mismos", pero no podemos ayudarnos a nosotros mismos; as� que "Jes�s viene, toma pan y les da". Hay un buen alimento espiritual en la Palabra, pero a veces no podemos obtenerlo; por eso Jes�s lo pone en nuestro coraz�n.

3. Mostrarse a s� mismo. Darles comida era la forma m�s eficaz de hacerlo. Cuando la Palabra m�s nutre, entonces es el momento de la visi�n m�s clara de Cristo; y esa visi�n es la cosa m�s satisfactoria en la tierra o en el cielo.

III. LAS PROVISIONES.

1. Lo que hab�a preparado misteriosamente. Alimentate ahora de los misterios de

(1) Amor eterno.

(2) El pacto de gracia.

(3) La hermandad de Cristo.

(4) Eficacia entonante.

2. Lo que �l hab�a dado misericordiosamente. Las misericordias de Dios son como los ciento cincuenta y tres: un n�mero impar, pero muy exacto. �No ha estado tambi�n su red llena de respuestas a las oraciones?

IV. C�MO SE COMPORTARON LOS INVITADOS.

1. Solo dijeron una palabra: "No". que traicion� el vac�o y el hambre de sus almas. Puedes decirle a tu Se�or: "Soy un negativo, nadie y en ninguna parte sin Ti". La devoci�n que se manifiesta a gritos puede ser genuina, pero es muy superficial. Las aguas profundas est�n quietas. Se necesita un hombre sabio para callar.

2. No le hicieron preguntas a Cristo. A las personas que no tienen religi�n les gustan las cuestiones religiosas. Pero cuando te acercas a Cristo no hay duda. Creemos en la Biblia porque conocemos al Autor y, por lo tanto, no nos preocupan las dudas esc�pticas. Se quedaron maravillados ante Su asombrosa condescendencia y Su majestuosa presencia. �Qu� pod�an hacer sino contener la lengua? ( CH Spurgeon .)

Comunion con cristo

Este cap�tulo tiene un car�cter sacramental, y las palabras �Ven a cenar� son un llamado a la comuni�n. Nota

I. EL ENTRETENIMIENTO.

1. Ya hay pescado preparado cuando Jes�s dice: "Trae el pescado que ya pescaste". El anfitri�n y el invitado deben contribuir cada uno. �Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrar� y cenar� con �l y �l conmigo�, es decir , yo con �l como hu�sped y �l conmigo como m�o. As� es aqu�. La comuni�n implica reciprocidad. Cuando Cristo se encuentra con Su pueblo en la fiesta santa, �l est� all� como el Host que suministra el fuego y el pescado, el pan y el vino, las provisiones de la gracia y del Esp�ritu.

Pero �l tambi�n es el Invitado. Participamos de �l, pero �l busca participar de nosotros, aunque sabemos que no puede encontrar nada que pueda complacerlo hasta que lo ponga all�. Este pez que debemos traer �l lo gui� a la red. Cristo, habiendo dado primero la gracia, viene a recibirla. �l est� espiritualmente presente para recibir y comunicar ese gozo supremo que es el intercambio de sentimiento consciente y amor de confianza, para participar de nosotros como nosotros de �l.

2. Si este es el caso, �podemos venir sin pensar, con las manos contaminadas o con justicia propia para ofrecernos a nosotros mismos por la participaci�n de Cristo? No, pero vayamos con lo que �l anhela, el amor al recibir que aqu� o en cualquier lugar �l ve de la aflicci�n de Su alma y est� satisfecho.

II. LA SENSACI�N. �Nadie se atrevi� a preguntarle�. �Por qu� iban a hacerlo si lo supieran? El dicho expresa esa conversaci�n casi nueva con la que los disc�pulos despu�s de la Resurrecci�n miraron a su Se�or. Uno de ellos se hab�a atrevido a cuestionar previamente: "Sea lejos de Ti, Se�or". Ahora no era as�. Piense con qu� asombro instintivo deber�amos considerar ahora una manifestaci�n similar de Cristo. Interrogar habr�a sido impertinente.

Deben esperar a que �l hable ahora. Tambi�n habr�a sido desconfianza. Sab�an bastante bien que era el Se�or, a pesar de los cambios que hab�an producido los tres d�as. Hay una familiaridad en palabras, himnos, meditaciones, en estos tiempos que no corresponde a nuestro trato con los Resucitados. Que el sentimiento que reina alrededor de la mesa del Se�or sea de reverencia. Esto no es pavor, distancia, esclavitud, sino amor de adoraci�n.

III. LA CONVERSACI�N. A algunos les ha resultado dif�cil mantener un esp�ritu de comuni�n prolongada en la mesa del Se�or; pero que aprendan de esto para comulgar

1. Sus pecados. �Qui�n puede dudar de que las tres negaciones de Pedro eran lo m�s importante en su coraz�n? Sin embargo, notar� que no hubo remordimiento por un pasado irrevocable, ni excusas para una culpa inexcusable. D�jese guiar por esto en su comuni�n, y este tema proporcionar� suficiente para un provechoso discurso de una hora.

2. Su trabajo. Esta comuni�n trajo la reinstalaci�n de Pedro en su apostolado y una designaci�n particular para su futuro empleo. Conversen, entonces, sobre su trabajo, sus deficiencias pasadas y su necesidad de fuerza presente y futura para realizarlo.

3. Su futuro. La de Pedro fue revelada aqu�, y si la tuya no es en tal particularidad, sin embargo, las palabras �S�gueme� te animar�n a enfrentarla, sea lo que sea.

4. Sus amigos, "�Qu� har� este hombre?" ( Dean Vaughan .)

Versículos 15-17

Entonces, cuando hubieron cenado, dijo Jes�s ... Sim�n hijo de Judas, �me amas m�s que �stos?

Restauraci�n de Pedro

I. LA PREGUNTA DEL SE�OR.

1. La pregunta en s�.

(1) El sentimiento sobre el que se indaga. Hay otros sentimientos que a menudo mueven el alma; pero el amor los supera a todos. Todos saben lo que se entiende por amor.

(2) El objeto del amor al que se refiere la pregunta. La pregunta no es, �amas en absoluto? Quiz�s nunca hubo un coraz�n tan duro como para ser completamente ajeno a �l. La pregunta es, entre los diversos objetos que abraza tu amor, �se encuentra ese objeto cuyo reclamo es primordial? No decimos que las personas no renovadas no amen en absoluto; pero aman otros objetos en lugar de Cristo. Pero el nuevo nacimiento lleva la emoci�n querida al objeto que mejor la merece.

(3) El grado de este amor por Cristo. La pregunta puede significar, ��Me amas m�s que a estos hombres? o m�s que estas cosas �, y nos pide que digamos, no que amamos al Se�or, sino cu�nto lo amamos. �Prevalece el amor que sentimos por los objetos inferiores?

2. La circunstancia de que Cristo plantea la cuesti�n. A menudo lo ponen los amigos y ministros de Cristo; pero viene con un significado m�s profundo y mayor poder de Cristo. Eso implica

(1) Que Cristo considera que tiene derecho al amor de su pueblo. �Cu�les son los motivos de esta afirmaci�n? Debemos amarlo

(a) Por lo que �l es. �Qu� dice la ley? "Amar�s al Se�or tu Dios con todo tu coraz�n", etc., "ya tu pr�jimo como a ti mismo". Dios y el hombre, como Cristo es, en una Persona, ambas tablas de la ley le ordenan ser amado.

(b) Por lo que ha hecho: hace mucho tiempo como Dios Hijo en el concilio de paz, y en la historia humana como Jesucristo Hombre.

(2) Que valora el amor de su pueblo. Cuando otro te pregunta: "�Amas a Cristo?" no se puede deducir de ello que a Cristo mismo le importa si lo amas o no. Pero la propia investigaci�n de Cristo muestra que el asunto no le es indiferente. Desprecia el nivel de su pueblo. Lo considera una parte de su recompensa. Y, cuando ve sus frutos, ve la aflicci�n de su alma y queda satisfecho.

(3) Que se preocupa por la prosperidad de las almas de su pueblo. El amor de Cristo est� inseparablemente conectado con el amor de Dios.

(4) Advirtamos algunas de las ocasiones en las que Cristo plantea la cuesti�n.

(a) La ocasi�n de mostrar su propio amor. Tal era el presente. Reci�n salido del Calvario. ��Me amas? �Mira c�mo te he amado! Tal es la ocasi�n en que un pecador se convierte. Entonces, por primera vez, irrumpe un sentimiento del amor de Cristo.

(b) Cuando le da a Su pueblo un trabajo especial que hacer.

(c) En el d�a de la tentaci�n y sufrimiento por Su causa. Las pruebas llevan nuestro amor a la prueba.

3. La circunstancia de que Cristo lo repite. El ministerio del evangelio lo pone de semana en semana. �Por qu�? Porque

(1) El amor a Cristo es de vital importancia.

(2) Hay un amor falso a Cristo, un sentimiento de sentimentalismo, que algunos llaman amor a Cristo. Tambi�n hay algunos que aman a un Cristo propio, que, seg�n creen, quita el aguij�n del pecado. �Como si eso fuera posible, o que el santo Hijo de Dios lo har�a si pudiera!

II. LA RESPUESTA DEL DISC�PULO. No podemos decir que los creyentes siempre puedan responder como lo hizo Pedro. Hay momentos en los que piensan que no aman al Se�or. Y hay ocasiones en las que lo m�ximo que pueden llegar es: "Se�or, apenas puedo decir si te amo o no". Sin embargo, hay ocasiones en las que pueden usar el lenguaje de Peter. Temporadas secretas de ensanchamiento, cuando el Se�or les revela Su rostro, y ellos ven al Rey en Su hermosura. Las palabras son buenas, pero no esenciales; y hay una respuesta en el coraz�n que el Se�or puede interpretar correctamente.

1. �Qui�n no sabe que el amor verdadero puede proclamar su existencia a trav�s de los ojos cuando la lengua no dice nada? El alma tiene ojos al igual que el cuerpo. Y, cuando el pueblo de Dios est� meditando en Cristo, �qu� est�n haciendo sino deleitarse con los ojos de sus almas e involuntariamente declararle su amor?

2. Tambi�n hay actos de memoria, que son consecuencia del amor. En la larga ausencia de nuestros seres queridos, �con qu� cari�o recordamos lo que nos dijeron y apreciamos los detalles de las entrevistas que tuvimos juntos! �Y qu� natural es valorar los mensajes que nos env�an! As� obra el amor de los creyentes hacia Cristo. Se complacen en recordar la comuni�n pasada.

3. Tambi�n la forma en que se reciben los acercamientos de Cristo es una declaraci�n de amor. Hace que su coraz�n salte cuando se les da la noticia de que �l est� cerca, y cuando se oye el sonido de sus pasos.

III. EL MANDATO DEL SE�OR.

1. Su naturaleza. Cristo tiene un reba�o, del cual es due�o; porque le fue dado del Padre, y El lo compr� con Su sangre. �l es su Pastor; porque estaba encomendado a Su cuidado, y �l acept� su cargo. �l encomienda este reba�o a los buenos oficios de todos los que lo aman. Aunque seas un disc�pulo privado, puedes ayudar a alimentar el reba�o de Cristo. Aunque no se puede dispensar el pan de vida mediante ministraciones p�blicas, puede hacerlo mediante relaciones privadas, oraciones y contribuciones.

2. Algunos principios importantes que involucra.

(1) Que el amor necesita tanto un ejercicio como un objeto. Lo primero es fijarlo en Cristo. Una vez hecho esto, �Ahora�, dice el Se�or, �tu amor no debe ser vano. Si me amas, ve a trabajar para m�. Solo as� tu amor puede continuar y crecer ".

(2) Ese amor nos prepara para el servicio de Cristo. Es un motivo que incita a lo que le agrada, el hacer su voluntad.

(3) Ese amor debe extenderse a su pueblo. "Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas".

(4) Ese amor debe mostrarse al mundo. La alimentaci�n de los corderos y ovejas de Cristo implica publicidad. Es, por tanto, una confesi�n de Cristo ante los hombres. De ese modo le decimos al mundo que lo amamos y demostramos que no nos avergonzamos de su causa. ( A. Gray. )

La gran indagaci�n

La pregunta es

I. RAZONABLE. Porque debemos amarlo, y el cari�o es justo. Contemplar

1. Su Persona. �l es completamente encantador: comprende en s� mismo todas las gracias del tiempo y de la eternidad; todos los atractivos de la humanidad y de la Deidad. Presenta todas las excelencias que el mundo haya visto jam�s; a��dele tantos m�s como la imaginaci�n pueda suplir: todo este agregado no es m�s para �l que un rayo de luz al sol o una gota de agua al oc�ano.

2. Sus obras.

(1) Mire hacia atr�s y considere lo que ha hecho.

(2) Mire hacia arriba y considere lo que est� haciendo.

(3) Mire hacia adelante y considere lo que har�.

3. Sus sufrimientos. Para permitirle ser nuestro mejor amigo, se someti� a una escena de humillaci�n y angustia, como ninguna lengua puede expresar o imaginar. �Nunca hubo dolor - y, por lo tanto, nunca hubo amor - como el tuyo! Pero debemos observar, no solo lo que �l sufre por nosotros, sino lo que �l sufre y sufre en nosotros. "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades". El que nos toca, toca a la ni�a de sus ojos. "Oh, por este amor, deja que las rocas y las colinas", etc.

II. IMPORTANTE, porque debemos amarlo: y el cari�o no solo es justo sino necesario

1. A nuestra santificaci�n. El amor es un principio transformador. Al residir constantemente en la mente, la imagen estampa y deja su propia semejanza.

2. Para deleitarnos en todos nuestros servicios religiosos. La naturaleza del amor es hacer f�ciles las cosas dif�ciles y dulces las amargas. �Qu� fue lo que convirti� los siete a�os de dura servidumbre que Jacob sirvi� para Raquel en tantos d�as agradables? �Qu� es lo que m�s reconcilia a esa madre con innumerables ansiedades y privaciones sin nombre al criar a su beb�? Pero no hay amor como el que un pecador redimido siente por su Redentor; y, por lo tanto, ning�n placer puede igualar al que disfruta complaci�ndole.

3. Hacer aceptables nuestros deberes. El Se�or mira el coraz�n; y cuando se le entrega esto, valora el motivo, aunque nos equivoquemos en las circunstancias.

4. Verificar nuestro inter�s en los saludos del Salvador. Sus seguidores no se describen por su conocimiento, sus dones, su credo, su profesi�n; pero por su adhesi�n cordial a �l., Su amor produce el nuestro; pero nuestro amor muestra el Suyo: "Yo amo a los que me aman".

III. SUPONE DUDA. �No hay nada en ti que haga que este amor sea sospechoso?

1. � Al mundo? No solo deben ser cristianos, sino tambi�n parecerlo. �Te has levantado por �l contra los malhechores, y nunca has negado su nombre, ni has ocultado su verdad?

2. � A la Iglesia? Hay muchos de los cuales, como dice el ap�stol, "dudamos". Pero sus ministros y compa�eros miembros tienen derecho a ser satisfechos con respecto, si no al grado, de la realidad de su religi�n.

3. A ustedes mismos. "Es un punto que anhelo saber", etc. Si lo amaba, �podr�a leer sin placer el Libro que revela Sus glorias? �Podr�a temer morir alguna vez? �Me sentir�a tan impaciente bajo esas aflicciones que me hacen part�cipe de la comuni�n de Sus sufrimientos?

4. Al Salvador. En cierto sentido, esto es imposible. Todos somos transparencia ante �l. Pero debemos distinguir la cuesti�n del derecho de la cuesti�n del hecho. Con respecto al derecho, �l puede, y lo hace a menudo, quejarse en Su Palabra, como si estuviera decepcionado y sorprendido por la conducta de Su pueblo profesante. Estimando nuestra competencia por nuestras ventajas, no deber�a haber encontrado en nosotros lo que ha buscado en vano hasta ahora.

IV. ADMISIONES DE SOLUCI�N No s�lo es posible, sino comparativamente f�cil, saber si amamos a otro. Y aqu� ser� en vano que usted alegue que la facilidad que tenemos ante nosotros es peculiar, porque el objeto es invisible. Muchos de nosotros nunca vimos a Howard, pero �qui�n no siente veneraci�n ante la menci�n de su nombre? �C�mo, entonces, se manifestar� este amor?

1. Por nuestros pensamientos. �stos siguen naturalmente el objeto de nuestra consideraci�n, y es dif�cil sacarlos. David podr�a decir: "Te amo, oh Se�or, fuerza m�a". �Y cu�l fue la consecuencia? "�Cu�n preciosos son para m� tus pensamientos, oh Dios!"

2. Por nuestro discurso. �De la abundancia del coraz�n habla la boca�.

3. Por deseo de intimidad. La separaci�n es un dolor. La distancia es una tortura. �Como el ciervo brama tras las corrientes de las aguas�, etc.

4. Por devoci�n al servicio y gloria de su Maestro. Nada puede autenticar la existencia de este principio en nuestro coraz�n, desprendido de este respeto a su voluntad. �El que tiene mis mandamientos�, etc. ( W. Jay .)

La pregunta suprema

Un muchacho llamado Hoopoo, un isle�o de los mares del Sur, fue enviado a Estados Unidos para que lo adiestrara, a fin de que pudiera ser �til en la Misi�n. Un d�a estaba en una gran empresa y le hicieron muchas preguntas sobre su lugar de nacimiento. El muchacho habl� con sabidur�a, pero algunos de sus dichos hicieron re�r a un caballero. �Soy un pobre muchacho pagano�, dijo Hoopoo; �No es extra�o que mis errores en ingl�s los diviertan, pero pronto habr� una reuni�n m�s grande que esta, y si luego nos preguntan: '�Amas al Se�or Jesucristo?' Creo que podr� decir "S�". �Qu� va a decir, se�or? El caballero sinti� la fuerza de las palabras y no encontr� descanso hasta que tambi�n pudo decir: "S�" ( JL Nye ).

�Me amas?

La primera respuesta de San Pedro fue f�cil y alegre; proced�a s�lo de la superficie de su mente; era poco mejor que "Por supuesto que te amo". Pero la manera cercana y penetrante de Cristo de plantear la pregunta por segunda vez atemoriz� al disc�pulo y trajo una respuesta mucho m�s profunda. La tercera vez, Jes�s envi� la pregunta como una espada hasta el fondo del alma, de donde brot� sangre, y la respuesta fue un gemido de dolor desde las profundidades.

Nos hace la pregunta tres veces, porque hay tres pisos en nuestra naturaleza; el superior es el sentimiento, el del medio es el intelecto y el s�tano es la voluntad; Jes�s abre la puerta de cada uno y pregunta: "�Me rebajas?"

I. SENTIMIENTO. Este es el m�s superficial de los tres; y aqu� primero plantea la pregunta. Nuestros sentimientos han tenido muchos objetos. No podemos recordar cu�ndo comenzamos a amar a algunos de los que amamos. Otras pasiones de las que recordamos claramente la g�nesis. Ahora bien, �entre los objetos que hemos amado est� Cristo uno? el principal? �Nuestro amor por �l ha formado uno de los colores que se pueden trazar claramente en el patr�n del pasado? �Tiene historia y es una parte distinta de nuestra historia?

II. INTELECTO. Un hombre que ha sido sabio y afortunado en el matrimonio dir�: �Te amaba al principio, porque mi imaginaci�n se hab�a enamorado de ti y hab�a un resplandor de sentimientos. Pero ahora, adem�s de eso, mi juicio sereno aprueba mi elecci�n; la experiencia de muchos a�os me ha hecho sentir m�s satisfecho ". �Feliz el hombre que puede decir esto y la mujer que lo oye! �Amamos a Cristo con tanto amor? Quiz�s nuestra vida religiosa comenz� con entusiasmo y �xtasis. Esto es pasado: pero cada d�a estamos m�s convencidos de que al elegir a Cristo elegimos sabiamente; tenemos cien veces m�s razones para amarlo de las que ten�amos entonces.

III. VOLUNTAD. La voluntad es la parte de nuestra naturaleza de la que surgen resoluciones y acciones, y sobre esto desea especialmente tener un control. La verdadera prueba del amor llega cuando se le pide perseverar y sacrificarse. Nadie sabe cu�n fuerte es su propio amor por alguien hasta que ha pasado la etapa en la que es un sentimiento delicioso, y la etapa en la que es sensible a obtener ventajas de su objeto, y ha llegado a la etapa en la que tiene que darlo todo, llevar cargas, practicar la abnegaci�n por el bien de la persona que ama.

Las l�neas de Cowper a Mary Unwin son un ejemplo perfecto de ese amor. �Tenemos un amor por Cristo que nos hace matar los pecados que nos acosan porque �l lo quiere, idear cosas generosas para Su causa, confesarlo sin temor ante los hombres y regocijarnos en sufrir por Su causa? ( J . Stalker, M. A ).

�Me amas?

1. La pregunta no se refiere a su amor por el reino o el pueblo de Dios, sino por el Hijo de Dios. Se trata de un apego personal a un Cristo personal.

2. Nuestro Salvador cuestion� a Pedro en t�rminos claros. No se andaba con rodeos. As� como el m�dico siente el pulso de su paciente para juzgar su coraz�n, Jes�s prob� de inmediato el pulso del alma de Pedro.

3. Esta pregunta se hizo tres veces, como para mostrar que es de la primera, de la segunda y de la tercera importancia; como si comprendiera todo lo dem�s. Este clavo estaba destinado a estar bien sujeto, ya que se golpea en la cabeza con un golpe tras otro.

4. Jes�s mismo hizo la pregunta, y la hizo hasta que entristeci� a Pedro. �No hab�a hecho sangrar el coraz�n de su Maestro, y no era apropiado que �l mismo sintiera heridas en el coraz�n?

I. EL AMOR A LA PERSONA DE CRISTO PUEDE ESTAR AUSENTE DE NUESTRO BOSOM. Esta pregunta no es innecesaria por

1. Religiosidad exterior. �Entramos de todo coraz�n en todos los ejercicios p�blicos de la casa de Dios? S�, pero hay cientos de miles que hacen eso y, sin embargo, �no aman a Cristo! Ser� vano reverenciar el s�bado si olvidas al Se�or del s�bado, vano amar el santuario y no al Gran Sumo Sacerdote, vano amar la fiesta de bodas pero no al Esposo.

2. Oficina m�s alta. Pedro era un ap�stol, y en algunos aspectos una piedra fundamental de la Iglesia, y sin embargo, era necesario decirle: "�Me amas?" El nombre de Judas deber�a hacer sonar la sentencia de muerte de toda confianza presuntuosa en nuestra posici�n oficial.

3. Disfrute de los mayores privilegios cristianos. Pedro fue uno de los ap�stoles m�s favorecidos, que contempl� a Cristo en el monte de la transfiguraci�n y en el huerto de Getseman�.

4. El mayor calor del celo. Peter era un disc�pulo al rojo vivo. Eres serio en la escuela dominical, o predicas en las calles, o visitas a los pobres, y est�s lleno de calor en todo lo que concierne a la causa del Redentor; pero por todo eso hay que plantearse la cuesti�n. Porque hay un celo que se alimenta de la consideraci�n de las opiniones de los dem�s y se sustenta en el deseo de ser considerado serio y �til; que es m�s el calor de la naturaleza que el fuego santo de la gracia, y que convierte al hombre en un simple platillo tintineante, porque no ama a Jesucristo.

5. La mayor abnegaci�n. Pedro podr�a decir: "Se�or, lo dejamos todo y te seguimos".

6. Los logros mentales m�s elevados. Peter fue a la universidad tres a�os, con Cristo como tutor, y aprendi� mucho; pero despu�s de haber completado su carrera, su Maestro, antes de enviarlo a la obra de su vida, sinti� la necesidad de preguntar: "�Me amas?" Por lo tanto, es algo saludable que el Se�or entre en el estudio, cierre el libro y le diga al alumno: �Si�ntate un rato y d�jame preguntarte: '�Me amas?'�.

II. DEBEMOS AMAR A LA PERSONA DE CRISTO, O TODAS NUESTRAS PROFESIONES PASADAS HAN SIDO UNA MENTIRA. No es posible que ese hombre sea un cristiano que no ama a Cristo. Quita el coraz�n y la vida es imposible.

1. Tu primera verdadera esperanza del cielo vino a ti, si es que alguna vez lleg�, por Jesucristo. Escuchaste el Evangelio, pero el Evangelio sin Cristo nunca fue una buena noticia para ti; lees la Biblia, pero la Biblia sin un Cristo personal nunca fue m�s que una letra muerta para ti. El primer destello de consuelo que entr� en mi coraz�n brot� de las heridas del Redentor.

2. Tampoco comenzamos simplemente con �l, porque cada bendici�n del pacto que hemos recibido ha estado relacionada con Su Persona: perd�n, justicia, adopci�n, etc.

3. Cada ordenanza de la Iglesia cristiana ha sido una burla, o hemos amado a Cristo en ella. El bautismo: �qu� es sino el simple lavamiento de las inmundicias de la carne a menos que seamos sepultados con Cristo en el bautismo hasta la muerte? La Cena del Se�or, �qu� es sino una comida com�n a menos que Cristo est� all�? Y as� ha sido con cada acercamiento que hemos hecho hacia Dios. �Rezaste? No podr�as haberlo hecho excepto a trav�s de Jes�s el Mediador.

4. Si ha hecho una profesi�n de religi�n, �c�mo puede ser verdadera y honesta a menos que su coraz�n arda de apego al gran Autor de la salvaci�n?

5. Tienes grandes esperanzas, pero �qu� esperas? �No est� toda tu esperanza envuelta en �l?

6. Dado que, entonces, todo lo que has obtenido te llega directamente de Su mano traspasada, no puede ser que lo hayas recibido a menos que lo ames. Ahora, cuando plantee la pregunta, recuerde que de su respuesta depende esta alternativa - un hip�crita o un hombre verdadero - "�Me amas?"

III. DEBEMOS TENER AMOR A LA PERSONA DE CRISTO, O NADA ES BUENO PARA EL FUTURO.

1. Para un verdadero pastor, el primer requisito es el amor a Cristo. Jes�s no pregunta por el conocimiento o los dones de expresi�n de Pedro, sino por su amor. Y lo que es verdad de un pastor es verdad de todo trabajador �til para Cristo.

2. Si su coraz�n no es fiel a Cristo, no podr� aguantar pacientemente por causa de Su Nombre. Al poco tiempo, lleg� el momento de que Pedro glorificara a Dios mediante la muerte. El amor hace al h�roe. Cuando el Esp�ritu de Dios enciende el amor, inspira valor.

3. Si no amamos a la Persona de Cristo, nuestra piedad carece del elemento adhesivo, falla en lo que nos ayudar� a mantenernos en el buen camino hasta el final. Los hombres suelen dejar lo que les gusta, pero nunca lo que aman.

4. El amor es la gran fuerza inspiradora. Al servir a Cristo te encuentras con una dificultad demasiado grande para juzgar, para la prudencia, y la incredulidad pesa y calcula, pero el amor se r�e de la imposibilidad y la cumple por Jesucristo.

5. Sin amor est�s sin la fuerza transformadora. El amor a Cristo es lo que nos hace semejantes a �l.

6. Sin amor a Cristo, carecemos del elemento perfeccionador. Pronto estaremos con �l; pero si no le tenemos amor a Jes�s, no estaremos donde �l est�.

IV. SI LO AMAMOS, �ENTONCES QUE? Hagamos algo por �l directamente, porque �l dijo: "Apacienta mis ovejas". Sab�a de Su propio coraz�n que dondequiera que haya amor, hay deseo de actividad. �Qu� est�s haciendo? Asistir a los medios de gracia y conseguir una buena alimentaci�n. Bueno, eso es hacer algo por ti mismo. Mucha gente en el mundo est� muy ocupada alimentando, pero no s� si comer el pan de un hombre es una prueba de amor por �l.

Una gran cantidad de cristianos profesantes no dan prueba de amor a Cristo, excepto que disfrutan de los sermones. Pero ahora, si lo ama como dice que lo ama, demu�strelo haciendo el bien a los dem�s. ( CH Spurgeon .)

�Me amas?

I. LA PECULIAR CA�DA DE UN VERDADERO CRISTIANO HACIA CRISTO - �l lo ama.

1. Un verdadero cristiano no es un simple hombre o mujer bautizados, una persona que solo va, por cuesti�n de forma, a una iglesia los domingos; es alguien cuya religi�n est� en su coraz�n y en su vida, y su gran peculiaridad es el amor. Escuche lo que dice San Pablo ( 1 Corintios 16:22 ; Efesios 6:24 ). Escuchar que

Cristo dice ( Juan 8:42 ). �Conocer�as el secreto de este peculiar sentimiento ( 1 Juan 4:19 )?

2. Un verdadero cristiano ama a Cristo

(1) Por todo lo que ha hecho por �l.

(2) Por todo lo que todav�a est� haciendo.

3. Este amor a Cristo es

(1) El compa�ero inseparable de la fe salvadora. Una fe de demonios, una mera fe intelectual, puede tener un hombre sin amor, pero no esa fe que salva.

(2) La fuente principal del trabajo para Cristo. Poco se hace por Su causa desde el sentido del deber. El coraz�n debe estar interesado antes de que las manos se muevan. La enfermera en un hospital puede cumplir con su deber, pero hay una gran diferencia entre esa enfermera y una esposa.

(3) El punto en el que debemos detenernos especialmente al ense�ar religi�n a los ni�os. La elecci�n, la justicia imputada, etc., son cuestiones que s�lo confunden; pero el amor a Jes�s est� al alcance de su comprensi�n ( Mateo 21:16 ).

(4) El punto de encuentro com�n de los creyentes de todas las ramas de la Iglesia de Cristo ( Efesios 6:24 ).

(5) La marca distintiva de todas las almas salvas en el cielo. Las viejas diferencias se fusionar�n en un sentimiento com�n ( Apocalipsis 1:5 ).

II. LAS SE�ALES PECULIARES POR LAS QUE EL AMOR A CRISTO SE DA A CONOCER. Si amamos a una persona, nos gusta

1. Pensar en �l. No necesitamos que nos lo recuerden. �As� es entre el verdadero cristiano y Cristo! Cristo �habita en su coraz�n� y se piensa en �l m�s o menos todos los d�as ( Efesios 3:17 ).

2. Escuchar sobre �l. Nos complace escuchar a quienes hablan de �l. As� que al verdadero cristiano le gustan m�s los sermones que est�n llenos de Cristo.

3. Leer sobre �l. Qu� placer tan intenso da una carta de un marido ausente a una esposa, o una carta de un hijo ausente a su madre. De modo que el verdadero cristiano se deleita en leer las Escrituras, porque le hablan de su amado Salvador.

4. Para complacerlo. Estamos encantados de consultar sus gustos y opiniones. De la misma manera, el verdadero cristiano estudia agradar a Cristo siendo santo tanto en cuerpo como en esp�ritu.

5. Sus amigos. Nos inclinamos favorablemente hacia ellos, incluso antes de conocerlos. Y el verdadero cristiano considera a todos los amigos de Cristo como suyos. Se siente m�s en casa con ellos en unos pocos minutos, que con muchas personas mundanas despu�s de una relaci�n de varios a�os.

6. Mantener sus intereses y su reputaci�n. Consideramos a la persona que lo trata mal como si nos hubiera maltratado. Y el verdadero cristiano considera con celo piadoso todos los esfuerzos por menospreciar la Palabra, el nombre, la Iglesia o el d�a de su Maestro.

7. Hablar con �l. No encontramos ninguna dificultad para descubrir temas de conversaci�n, ni el verdadero cristiano encuentra dificultad para hablar con su Salvador. Todos los d�as tiene algo que decirle y no se siente feliz a menos que lo diga.

8. Estar siempre con �l; y el coraz�n de un verdadero cristiano anhela ese d�a bendito en el que ver� a su Maestro cara a cara y no saldr� m�s.

Conclusi�n:

1. Mire la pregunta a la cara y trate de responderla usted mismo. No hay respuesta para decir

(1) Que crees en la verdad del cristianismo. Los demonios creen y tiemblan ( Santiago 2:19 ).

(2) Que desapruebas una religi�n de sentimientos. No puede haber verdadera religi�n sin alg�n sentimiento hacia Cristo. Si no amas a Cristo, tu alma corre un gran peligro.

2. Si no amas a Cristo, d�jame decirte cu�l es la raz�n. No tienes ning�n sentido de deuda con �l. Solo hay un remedio para este estado de cosas: el conocimiento de uno mismo y la ense�anza del Esp�ritu Santo.

(1) Quiz�s nunca haya le�do su Biblia en absoluto, o solo descuidadamente. Empiece a leerlo, entonces, en serio.

(2) Quiz�s nunca hayas conocido nada de oraci�n real, sincera y profesional. Empiece el h�bito, entonces, de una vez. ( Mons. Ryle .)

�Me amas?

UNA PREGUNTA SOLEMANA, no para su propia informaci�n, sino para el examen de Pedro, es bueno, especialmente despu�s de un pecado repugnante, que el cristiano indague bien la herida. Tenga en cuenta cu�l fue esta pregunta.

1. Se trataba del amor de Pedro. �l no dijo: "�Me temes?" "�Me admiras o me adoras?" Ni siquiera se trataba de una cuesti�n de fe. Eso es porque el amor es la mejor prueba de piedad. El que carece de amor debe carecer de todas las dem�s gracias en proporci�n. Si el amor es peque�o, el miedo y el coraje ser�n pocos.

2. No le pregunt� nada a Pedro sobre sus acciones. �l no dijo: ��Cu�nto has llorado? �Cu�ntas veces has buscado misericordia de rodillas? Aunque las obras siguen al amor, el amor supera a las obras, y las obras sin amor no son evidencias que valgan la pena tener.

3. Tenemos muchas razones para hacernos esta pregunta. Si nuestro Salvador no fuera m�s que un hombre como nosotros, a menudo podr�a dudar de si lo amamos en absoluto. Perm�tanme recordarles varias cosas que nos dan un gran motivo para hacer esta pregunta.

(1) �No has pecado? "�Es esta tu bondad para con tu amigo?"

(2) �No te hace dudar tu mundanalidad? Te has ocupado de la tienda, el cambio, el corral; �y has tenido poco tiempo para tener comuni�n con �l!

(3) � Qu� fr�o has estado en el propiciatorio!

II. UNA RESPUESTA DISCRETA. Jes�s le pregunt�, en primer lugar, si lo amaba m�s que a los dem�s. Sim�n no dir�a eso: una vez hab�a estado orgulloso y pens� que era mejor que los otros disc�pulos. No hay coraz�n amoroso que crea que ama m�s que el m�s peque�o de los hijos de Dios. Pero Pedro respondi� no en cuanto a la cantidad, sino a la calidad de su amor. Algunos de nosotros hubi�ramos respondido tontamente.

Deber�amos haber dicho: �Se�or, te he predicado tantas veces; He distribuido a los pobres; T� me has dado la gracia de caminar con humildad, fidelidad y honestidad, y por lo tanto, Se�or, creo que puedo decir: Te amo �. Deber�amos haber presentado nuestras buenas obras como evidencia de nuestro amor. Esa habr�a sido una muy buena respuesta si nuestro pr�jimo nos hubiera preguntado, pero ser�a una tonter�a de nuestra parte decirle eso al Maestro.

El Maestro podr�a haberle dicho a Pedro, si hubiera apelado a sus obras: "No te pregunt� cu�les son las evidencias de tu amor, te pregunt� el hecho". Muy probablemente algunos hubieran dicho: ��Te amo, Se�or? Mi coraz�n est� ardiendo por ti; �Siento como si pudiera ir a la c�rcel y morir por Ti! " Pero eso hubiera sido muy tonto, porque aunque a menudo podemos regocijarnos en nuestros propios sentimientos, no estar�a bien suplicarlos a nuestro Se�or.

De esa manera Peter hab�a hablado antes; pero hizo un lamentable l�o. Pero no, Peter era sabio; no expres� sus sentimientos ni sus evidencias. Pero, como si dijera: "Se�or, apelo a tu omnisciencia: t� sabes que te amo". Ahora bien, �podr�amos dar esa respuesta? Hay una prueba. Si eres un hip�crita, puedes decir: �Se�or, mi ministro, los di�conos, los miembros, mis amigos piensan que te amo, porque a menudo me escuchan hablar de ti.

�Pero no podr�as decir:� Se�or, t� sabes que te amo �; tu propio coraz�n es testigo de que tus obras secretas desmienten tu confesi�n, porque est�s sin oraci�n en secreto; eres mezquino al dar a la causa de Cristo; eres una criatura iracunda y petulante, etc. Pero t�, cristiano sincero, puedes responder con santo temor y graciosa confianza. Tal pregunta nunca fue pelusa para Judas. La respuesta est� registrada para ti: "Se�or, t� lo sabes", etc.

III. SE REQUIERE UNA DEMOSTRACI�N. "�Me amas?" Entonces una de las mejores evidencias es

1. Para alimentar a Mis corderos. �Tengo dos o tres ni�os peque�os que aman y temen Mi nombre? Si quieres hacer una acci�n que demuestre que eres un verdadero amante y no un orgulloso pretendiente; ve y dales de comer. En las iglesias antiguas exist�a lo que se llamaba la clase de catecismo; creo que deber�a haber una clase as� ahora. La escuela sab�tica, creo, est� en las Escrituras; y creo que deber�a haber un s�bado por la tarde una clase de los j�venes de esta Iglesia, que ya son miembros, para que algunos de los miembros mayores les ense�en.

2. Pero no todos podemos hacer eso; los corderos no pueden alimentar a los corderos; la oveja no puede alimentar a la oveja exactamente. Por lo tanto, perm�tanme decirles a algunos de ustedes que hay diferentes tipos de pruebas que deben dar. "�Me amas?" Entonces conserve esa reuni�n de oraci�n; cuida de tus siervos que vayan a la casa de Dios. Haz algo para demostrar tu amor. ( CH Spurgeon .)

Jes�s resucitado cuestionando el amor de Pedro

I.Nos reunimos de la INVESTIGACI�N DE NUESTRO SE�OR

1. Que se complace en el amor de su pueblo hacia �l y en su confesi�n. Y aqu� descubre Su naturaleza humana. Todos somos conscientes de que siempre que tenemos afecto real hacia cualquier objeto, deseamos el mismo afecto hacia nosotros mismos y nos gratifica cualquier manifestaci�n de ello. Jonathan comparti� este sentimiento. Ahora el coraz�n de nuestro Se�or es, en todas las cosas sin pecado, como el nuestro. All� encontr� satisfacci�n, no solo en el amor de Peter, sino en estas reiteradas garant�as.

2. Que Cristo tiene ahora un derecho especial sobre nuestro amor. Antes de sus sufrimientos finales y muerte, no parece haber planteado nunca esta pregunta. Pero cuando por el bien de ellos hab�a ido al Calvario, se sinti� y actu� como alguien que ahora se hab�a ganado un reclamo sobre el afecto de un pecador, y tal reclamo que ni siquiera el coraz�n de un pecador podr�a resistir. Coloca la cruz bajo cualquier luz que podamos, no hay que exagerar su importancia ni su poder. Como base del amor, nada se le compara, ni siquiera en el cielo.

3. Que el verdadero amor por Cristo es de suma importancia para nosotros. El amor no es m�s que un sentimiento. Su importancia surge del lugar que ocupa en la mente y de la influencia que ejerce sobre todos los dem�s sentimientos, pensamientos y movimientos. No es de extra�ar, por tanto, que cuando Cristo trae a un pecador a Sus pies, lo primero que le pide es su coraz�n; una de las primeras cosas que toma es su amor. El amor por �l no es un adorno; es la religi�n misma, su fundamento, su fuente, su fuerza, su perfecci�n, su gloria.

4. Que nuestro amor por Cristo a veces es cuestionable y debe ser cuestionado.

II. LA RESPUESTA QUE PEDRO DIO A LA CONSULTA. De esto inferimos enseguida que se trata de una pregunta que tal vez se responda. Tres veces dijo Cristo a Pedro: "�Me amas?" y tres veces Pedro respondi� con prontitud y firmeza que lo amaba. �C�mo, entonces, en circunstancias similares, podemos llegar a una respuesta similar? Amamos a cristo

1. Cuando lloramos amargamente por nuestros pecados contra �l. Nada duele m�s a un coraz�n sensible que ofender sin causa a un coraz�n que ama. El perd�n no puede disipar nuestro dolor, la bondad no puede disiparlo; a veces prefieren agravarlo que eliminarlo.

2. Cuando estamos especialmente en guardia contra la repetici�n de aquellos pecados con los que lo hemos deshonrado.

3. Cuando no hay pecado, no hay tristeza a causa del pecado, ning�n estado de �nimo puede apartarnos de Sus pies. ( C. Bradley, M. A. )

Jes�s cuestionando el amor de Pedro

Cristo nunca hiri� innecesariamente los sentimientos de nadie; sin embargo, cuando fue necesario, no dud� en infligir dolor. Jes�s no halag� y llam� a Pedro una roca ahora: "Sim�n, hijo de Jon�s".

I. LAS INFERENCIAS DE LA PREGUNTA DE CRISTO.

1. Que Jes�s, despu�s de la Resurrecci�n, deseaba ser amado por el hombre. No cometa el error de que debe ganarse su amor; mira que lo amas.

2. Que Jes�s quiere una confesi�n de amor. C�mo el amante, aunque tiene el amor de su amado, se regocija en las confesiones de ese amor. Jonat�n hizo que David jurara dos veces que lo amaba. Cristo no pregunt� esto antes de la crucifixi�n. Pero ahora que hab�a dado su vida, ten�a derecho a esperar el amor m�s profundo del coraz�n.

3. Que el amor es lo importante. Cristo no catequiz� a Pedro en cuanto a su fe.

II. LAS INFERENCIAS DE LA RESPUESTA DE PEDRO. Peter estaba consciente de su amor. �Cu�les son las pruebas de que amamos a Cristo?

1. Tenemos un profundo sentimiento de amargura cuando nos falta el amor.

2. El amor verdadero no nos permitir� cometer el mismo pecado dos veces.

3. El verdadero amor devuelve al pecador a Cristo.

III. OBSERVACIONES PR�CTICAS.

1. No hay religi�n sin el amor de Cristo, ni cielo. El intelecto, la riqueza, las posiciones, los amigos no pueden compensar la falta de ellos. Paul tiene a un hombre maldito sin �l.

2. Al amar a Cristo, nos colocamos donde �l puede hacernos el mayor bien. ( CJ Deems, D. D. )

La confesi�n de amor de Pedro a Cristo

Hay momentos que nos revelan la misteriosa identidad de nuestras vidas cambiantes; cuando leemos cartas antiguas, visitamos escenas bien recordadas, tomamos la mano de viejos amigos o nos dejamos llevar por el lujo silencioso de su presencia. Conoces la sutil influencia de tales estaciones; con qu� realidad recuerdan el pasado. Las coincidencias de la vida est�n dise�adas por Dios para revelarnos a nosotros mismos y mostrar cu�l es la gu�a de Dios para nuestra vida.

Estos vers�culos registran tal per�odo en la vida de Pedro. El pasado estaba con �l; �Cu�les fueron sus recuerdos para Peter? De prisa ansiosa y doloroso fracaso; de amor a Cristo tan verdadero y sin embargo tan impotente; de autoconfianza y de infidelidad. Con esp�ritu castigado y taciturno debi� haberse sentado a meditar; sintiendo que no en su devoci�n a Cristo, sino en el amor de Cristo por �l, reside su esperanza de que podr�a ser fiel a su apostolado, si fuera reinstalado en �l.

Y a estos, sus pensamientos, Cristo finalmente expresa: �Sim�n, hijo de Jon�s�, el nombre con el que Cristo lo llam� por primera vez, y que tantas veces hab�a usado con tierna solemnidad, ��Me amas m�s que �stos? "

I. EL AMOR DE PEDRO POR CRISTO.

1. Hay un hermoso orden en las preguntas de Cristo. Hay una diferencia entre los dos verbos griegos traducidos como "amar". No es una diferencia en la calidez, sino en el car�cter del afecto. El uno significa el amor basado en el aprecio de otro; el otro simple apego personal. El uno podr�a estar representado si dij�ramos: "Soy tu amigo"; el otro si dij�ramos: "T� eres mi amigo".

(1) Es la primera de estas palabras que Cristo usa aqu�: "Sim�n, hijo de Jon�s, �me estimas m�s, eres t� m�s amigo m�o que tus compa�eros disc�pulos?" Esto era exactamente lo que Pedro hab�a profesado: "Aunque todos se sientan ofendidos", etc. �Estoy dispuesto a ir contigo, tanto en la c�rcel como en la muerte; Aunque muera contigo, no te negar� �.

(2) Ahora puede comprender la respuesta de Peter. Una vez habr�a dicho: "S� que soy Tu amigo"; estaba seguro de que se pod�a confiar en �l. Pero ha perdido la confianza en s� mismo. No profesar� estima por Jes�s. �l elige la palabra m�s humilde y confiable: "S�, Se�or, t� sabes que te amo".

(3) Una vez m�s Cristo le pregunta: "Si no es m�s que estos, �eres todav�a mi amigo?" Y todav�a la misma respuesta humilde y aferrada proviene de Peter.

(4) Ahora Cristo toma la propia palabra de Pedro; sea ??como quiere Pedro, el afecto confiado del disc�pulo. "Pedro se entristeci� porque le dijo por tercera vez: �Me amas?" Seguramente Jes�s no puede dudar de eso. Cristo debe saber que �l es todo en todo para Pedro. "T� sabes que bajo todas mis jactancias, todos mis errores, hubo amor por Ti, y eso permanece". Y Cristo acepta esta confesi�n, y la aceptar� siempre.

2. Distinguir entre la profesi�n de amor a Cristo y la confesi�n del mismo. En la profesi�n, la persona m�s prominente en nuestros pensamientos es "Yo que lo hago"; en confesi�n, "Aquel cuyo nombre estoy confesando". No es en lo que somos para Cristo, sino en lo que Cristo es para nosotros, que reside nuestro descanso y seguridad.

3. Observe tambi�n el per�odo de la vida de Pedro cuando se hace esta confesi�n. No es su primera confesi�n; ha llegado a ella a trav�s del doloroso conocimiento de s� mismo; es la expresi�n de una madurez probada. Poner a los j�venes conversos en una estimaci�n de sus sentimientos hacia el Salvador, en lugar de animarlos a confiar en �l, es peligroso. El discipulado cristiano a veces comienza con el amor a Cristo; y singularmente bendecidos son aquellos con quienes lo hace.

Pero de otras formas las almas se sienten atra�das a Cristo; los cansados ??acuden a �l en busca de descanso, los culpables en busca de perd�n, los indefensos en busca de socorro. Los tales dir�n: "Conf�o en Cristo", "He encontrado a Cristo", "Estoy siguiendo a Cristo"; pero las palabras, tal vez, se detienen en sus labios: "Amo a Cristo". No nos corresponde insistir en su expresi�n. No son para nuestros o�dos, sino para los suyos. Y �l sabe c�mo, desde los que conf�an, los obedientes y los fervientes, extraer al fin la confesi�n completa: �Se�or, t� sabes todas las cosas; T� sabes que te amo �.

II. LA PRUEBA Y MANIFESTACI�N DEL AMOR A CRISTO.

1. Al darle a Pedro el encargo: �Apacienta mis corderos; apacienta Mis ovejas �, Cristo lo estaba protegiendo contra un peligro al que estaba expuesto en ese momento; el peligro de hundirse en la indulgencia del sentimiento. Nos sentimos en un mundo auto-asertivo, desde la lucha por el dominio, la inquietud de la ambici�n, cu�n bendecido es retirarnos a la auto-humillaci�n ante el Se�or; Cu�n dulcemente, entonces, de labios humildes brota la confesi�n: �T� sabes que te amo.

�Apreciar esta vida solo es muy peligroso. De ah� viene el orgullo que simula la humildad. Cristo env�a a Pedro de confesar, como envi� a Mar�a de adorarlo, para hacer Su obra. Al separarse de los dem�s disc�pulos, al suponerse mejor que ellos, Pedro mostr� la confianza en s� mismo de la que ahora se arrepinti� tan amargamente. No estuvo libre de la tentaci�n ni siquiera en su arrepentimiento.

Es posible separarnos de los dem�s en nuestra propia conciencia de desconfianza en nosotros mismos. Una de las visiones m�s tristes es la de los hombres cuyas palabras m�s humildes son un alarde de s� mismos, cuya humildad es sentimental y poco sincera.

2. Ahora se ha encomendado a Pedro una obra m�s elevada que cuando Cristo dijo: "S�ganme, y los har� pescadores de hombres". El oficio pastoral es m�s alto que el de predicar el evangelio del reino; velar por el reba�o es mayor que aumentar su n�mero.

3. Aqu�, tambi�n, tendr�a Pedro una oportunidad para el constante ejercicio de la humildad. Se volver�a manso y gentil mientras alimentaba a los corderos y pastoreaba las ovejas; se sentir�a humillado por cada lecci�n que aprendiera sobre la impaciencia, la locura y el autoenga�o de los hombres. La simpat�a es el camino al autoconocimiento; nuestra propia penitencia se profundiza cuando conocemos los pecados de un hermano.

4. Servir�an tambi�n para profundizar su amor por Jes�s; la ca�da de cada hermano le recordar�a su propia restauraci�n. No hay nada que profundice tanto nuestro conocimiento de Cristo como el conocimiento m�s amplio de Su gracia que obtenemos al ver a las almas salvadas por �l.

5. En esta obra que Cristo asigna a Pedro, Pedro puede ver el significado de la lucha de contrici�n por la que se le hace pasar. Podr� soportar mejor el reba�o porque se conoce a s� mismo. El coraz�n quebrantado por la penitencia dif�cilmente se endurecer� contra un hermano pecador.

III. LA CORONA Y PERFECCIONAMIENTO DEL AMOR A CRISTO ES ESE AUTORRENDIMIENTO COMPLETO POR EL CUAL GLORIFICAREMOS A DIOS ( Juan 21:18 ).

1. Cuando era joven se ci�� y caminaba adonde quer�a. �Cu�n a menudo vag�, cu�n descarriada lo llev� su voluntad apresurada! Pero cuando ya no pudo ir adonde quer�a, cuando otro lo ci�� y lo llev� adonde no quer�a, acept� el nombramiento y la entrega de s� mismo fue completa. De una forma u otra, este privilegio de glorificar a Dios se le da a todo aquel que ama a Jes�s.

No todos necesitan la lucha y el martirio. Hay almas mansas cuya vida entera es sacrificio, cuya voluntad es siempre sumisa. Otros requieren una disciplina aguda. Se dar� lo que sea necesario. Y la muerte parece se�alada como la consumaci�n de todo; la vida accidentada y atribulada es reivindicada como vida cristiana por la muerte que glorifica a Dios.

2. �Y habiendo dicho esto, le dijo: S�gueme�. Fue la primera llamada que volvi� a repetirse. Cuando Pedro lo escuch� por primera vez, pens� que obedecerlo lo llevar�a cerca de un trono; ahora sabe que lo conducir� a la cruz. Sin embargo, no retrocede; porque mientras tanto ha estado con Jes�s, y el amor por �l ahora llena su alma. �Qu� sue�os nos poseen del honor y los triunfos de la vida cristiana cuando primero nos clasificamos como disc�pulos de Cristo! De hecho, rara vez se cumplen estas esperanzas; nos volvemos m�s sabios con un triste autosacrificio a medida que nos convertimos en hombres m�s santos. La perspectiva ilimitada se estrecha ante nosotros; estamos contentos de �llenar una peque�a esfera, para que �l sea glorificado�. (A. Mackennal, DD .)

Cristo am� con gratitud

Recuerdas la historia de Androcles y el le�n. El hombre fue condenado a ser despedazado por bestias; pero un le�n, al que fue arrojado, en lugar de devorarlo, le lami� los pies, porque en otro tiempo Androcles hab�a extra�do una espina del pie de la criatura agradecida. Hemos o�do hablar de un �guila que amaba tanto a un ni�o con el que hab�a jugado que, cuando el ni�o estaba enfermo, el �guila enfermaba; y cuando el ni�o dorm�a, esta extra�a y salvaje ave del aire dorm�a, pero solo entonces; y cuando el ni�o se despert�, el �guila se despert�.

Cuando muri� el ni�o, el p�jaro tambi�n muri�. Recuerda que hay una imagen en la que se representa a Napole�n cabalgando sobre el campo de batalla, y detiene su caballo, cuando ve a un hombre asesinado con su perro favorito acostado sobre su pecho haciendo lo que puede para defender a su pobre amo muerto. . Incluso el gran asesino de hombres se detuvo ante tal espect�culo. Hay gratitud entre las bestias del campo y las aves del cielo. Y, seguramente, si recibimos favores de Dios, y no sentimos amor por �l a cambio, somos peores que bestias brutas. ( CH Spurgeon .)

Ama un buen augurio

Cuando los paganos mataban sus sacrificios para profetizar eventos futuros desde las entra�as, el peor augurio que recib�an fue cuando el sacerdote, despu�s de buscar a la v�ctima, no pudo encontrar un coraz�n; o si ese coraz�n era peque�o y marchito. Los adivinos siempre declararon que este presagio era el signo seguro de la calamidad. Todas las se�ales eran malas si el coraz�n de la ofrenda estaba ausente o era deficiente. As� ocurre con la religi�n y con cada persona religiosa. El que nos escudri�a, escudri�a principalmente nuestro coraz�n. ( CH Spurgeon. )

El amor ante su juez

I. LA HISTORIA DE LA PREGUNTA.

1. El escritor, al continuar su relato de lo que se dijo y se hizo, contin�a diciendo: �Ahora, cuando hab�an roto el ayuno, dice Jes�s�, etc. Aqu� tenemos una nota de tiempo muy interesante. Fue delicadamente caracter�stico de Jes�s ver que todos se fortalec�an y calmaban antes del interrogatorio. Nadie que no hubiera estado presente habr�a mostrado la sensaci�n de mezcla hogare�a y solemnidad que muestra este vers�culo. Cuando leemos, �Cuando Jes�s se sent� as� en el pozo�, decimos que estas dos l�neas son del mismo escritor.

2. Esta pregunta es una pregunta para un creyente. La fe precede al amor. Es imposible amar a alguien en quien ni siquiera conf�as. Quiz�s los cristianos lo hayan puesto en un error por su forma poco cient�fica de decirle que todo lo que tiene que hacer es �entregar su coraz�n a Cristo�; pero no tienes coraz�n para d�rselo, hasta que por fe recibas el coraz�n que �l te da. Creer es recibir; y cuando se recibe el amor de Cristo, el receptor lo ama de nuevo.

3. Esta pregunta nos recuerda que la gran prueba de la fe es el amor. "La fe obra por el amor". A veces, la fe y el amor son pr�cticamente tan parecidos que apenas podemos distinguirlos. Habla con esa verdadera maestra de teolog�a, una ni�a cristiana, y aunque tal vez no diga una palabra sobre la fe, seguramente te dir� que "ama a Jes�s". "�Incorrecto!" dice un viejo doctrinista duro, �somos justificados por la fe.

" "�Derecha!" decimos nosotros; "Porque en la conciencia de ese peque�o coraz�n el amor y la fe son uno". Un hombre puede ser fiel a Cristo, pero si Cristo dijera: "�Me entiendes?" o "�Me sigues?" o, "�Me confiesas?" no siempre pudo establecer el hecho de su discipulado. Sin embargo, no hay coraz�n cristiano que se estremezca ante la pregunta: "�Me amas?" Pusimos nuestro sello a las palabras de Wesley: �Podemos morir contentos sin el conocimiento de muchas verdades, pero si morimos sin amor, �nos beneficiar�a el conocimiento de muchas verdades? Tanto como lo har�a el diablo. No pelear� contigo acerca de tus opiniones ... solo aseg�rate de que amas al Se�or Jesucristo ".

4. Esta pregunta fue hecha con esp�ritu de reproche. Hubo reproche

(1) En el mismo apelativo, "Sim�n, hijo de Jon�s", y el sonido debi� de golpearlo como un rayo de hielo, haciendo que su alma ardiente se congelara de repente. El d�a de su presentaci�n a Cristo, se predijo que lo llamar�an "Pedro", es decir, una piedra. Esta profec�a se cumpli� el d�a de su memorable confesi�n. Est� escrito de cierto califa que sol�a dar a cada uno de sus principales oficiales un apellido honorable adecuado a sus cualidades; y que, cuando quer�a mostrar descontento, sol�a dejarlo, llam�ndolo por su nombre original, lo que causaba gran alarma.

Esto nos ayuda a adentrarnos aqu� en el significado de Sim�n, hijo de Jon�s. El disc�pulo sorprendido podr�a haber pensado que esto era tanto como decir: �No tienes nada en ti que responda al nombre de 'Roca'; una roca no corre, ni refluye ni fluye; no eres digno de tu nuevo nombre; hasta que seas absuelto en este tribunal, r�ndete ".

(2) En la referencia a los otros disc�pulos: "M�s que estos". Pero, �c�mo demostraron su amor? �Por idioma? No; porque eran mudos. �Por obediencia? No; porque cuando el Maestro dijo: "Traed los peces que hab�is capturado", se quedaron inm�viles, mirando. �Por trabajo? No; ni siquiera pod�an tirar de la red por la playa; Simon lo hizo. Si bien un pensamiento de satisfacci�n en la comparaci�n de �l mismo con ellos podr�a haber atravesado su mente, la pregunta irrumpi� severamente en �l: "�Me amas m�s que estos?"

(3) En la clara alusi�n a su jactancioso discurso, "Si todos se escandalizaran", etc. "Ahora, Simon, �qu� dices?"

5. En referencia a su acci�n m�s reciente. La noche anterior a la crucifixi�n, Jes�s hab�a dicho: "Sim�n, Satan�s pidi� tenerte ... una vez que te hayas vuelto, confirma a tus hermanos". �Lo hab�a hecho? No si hemos interpretado correctamente las palabras, �voy a pescar; nosotros tambi�n vamos contigo ". Hizo mal, y por su vitalidad sobreabundante y su vida ansiosa atrajo a los dem�s con �l; y esto no fue para establecer a sus hermanos. Fue un "triple golpe de martillo" y se refer�a a su triple pecado de negaci�n.

6. Piense en la pregunta en relaci�n con la grandeza del interrogador. El amor a Dios se establece en el "primer y mayor mandamiento". Cristo afirma lo mismo: "El que ama a padre y madre m�s que a m�", etc. Lo que Juan pensaba de la grandeza de Cristo se desprende de las palabras al comienzo de su Evangelio, que palpitan a lo largo de la narraci�n siguiente; el escritor no olvida esto ni una sola vez, ni el lector debe olvidarlo, como tampoco el cantante debe olvidar su nota clave, o el constructor sobre lo que construye.

7. Piense en la pregunta en relaci�n con el amor de Cristo por el disc�pulo a quien se la pone. Su amor es grande, porque �l mismo es grande. As� como el oc�ano contiene m�s agua que el diminuto lago, tiene m�s fuerza, carga m�s peso y puede convertirse en una tormenta m�s grande, el coraz�n de Dios contiene m�s que el coraz�n del hombre.

8. Note la personalidad de la pregunta. Nos trata uno a uno con amor, cada alma con un amor distinto; pidiendo a cada alma una respuesta distinta; a cada uno le habla personalmente como cuando dijo: "Ad�n, �d�nde est�s?" "�Abraham, Abraham!" "�Samuel, Samuel!" "�Martha, Martha!" "�Saulo, Saulo!" "Sim�n, hijo de Jon�s". Los nombres ingleses est�n en Sus labios al igual que los nombres jud�os; Responde a tu nombre - se dice ahora - silenciosamente al o�do, audiblemente al alma - "�Me amas?"

II. LA HISTORIA DE LA RESPUESTA.

1. Fue una respuesta dada despu�s de profundas b�squedas de coraz�n.

(1) El Buscador de corazones hab�a ordenado el proceso de interrogatorio para obligarlo. La primera frase atraves� la conciencia justo donde hab�a sido herido por �ltima vez y donde todav�a estaba en llamas. "�Me amas m�s que estos?" �Qu� responde �l? �Simplemente dice, "S�, quiero"? �No! porque la palabra de amor que Cristo emplea est� m�s all� de �l. �Dice que no? �No! �Acepta el desaf�o de la comparaci�n? �No! nunca m�s.

Ahora ha terminado para siempre con heroicidades, comparaciones, aires de consecuencia. �Dice desde el negro abatimiento: "Me he enga�ado a m� mismo, y lo que pensaba que era amor no era amor"? �No! �Estaba en silencio? �No! hablar debe. Por lo tanto, mira hacia arriba y, con latidos tumultuosos, susurra: "S�, Se�or, t� sabes que eres querido para m�".

(2) El ojo escrutador todav�a est� sobre �l; a�n usando la misma palabra para amor que Sim�n hab�a dejado humildemente a un lado por una palabra m�s d�bil, y d�ndole mayor �nfasis a esta palabra, el Juez repite la pregunta. Seis meses antes, Sim�n habr�a estado dispuesto a decir: �Se�or, �dudas de m�? �Te amo? �Solo pru�bame! �Mira si no morir� feliz por ti! " Pero ahora, sin atreverse a poseer un amor tan elevado como lo indica la palabra de Cristo, todav�a dice: "Eres querido para m�".

(3) Entonces el Rey de Gracia se acerca a �l, acepta la humilde palabra que Sim�n hab�a elegido y le pregunta: "�Soy querido por ti?" En el rel�mpago de ese instante, mir� a su alrededor en busca de algo a lo que apelar en prueba de la sinceridad con que pod�a decirlo; �Y a qu� podr�a llegar? �Hombre pobre! en ese momento pens� que si buscaba en s� mismo una prueba de su amor, no encontrar�a nada mejor que mentiras, juramentos y traici�n.

Con l�grimas en su coraz�n, en su tono, si no en sus ojos, estall�: "Se�or, T� sabes todas las cosas, �T� sabes que eres querido para m�!" �Podr�a alguno de nosotros resolver esta cuesti�n apelando a nosotros mismos? �Hemos sido disc�pulos satisfactorios? Por todo eso, muchos hombres, que se ven obligados a responder �No�, pueden agregar: �Jes�s, estoy seguro de que Te amo. �Oh, m�rate a ti mismo si no lo hago! �C�mo le demuestra su hijo su amor? �No te da problemas a veces? �Su rostro nunca se enrojece con mal humor o con un destello apasionado? �Y no son estas se�ales contradictorias con el amor? Puede que as� lo parezcan, pero cuando el peque�o coraz�n orgulloso parece estar lleno de rebeli�n, el joven rebelde desear�a que pudieras verlo.

No puede probarlo con hechos, pero sabe que te ama y t� lo sabes. A veces no tenemos pruebas que dar en verificaci�n de nuestro amor a Dios. El amor est� en nuestro coraz�n, pero se puede conocer, no por sus hechos, sino por s� mismo; y el amor mismo solo Dios puede verlo.

2. La pregunta ten�a que ser respondida, no solo verbalmente, sino pr�cticamente. Donde hay amor, estar� el ministerio del amor. Este ministerio es un trabajo para las almas antes y despu�s de la conversi�n. El primero se describe bajo una met�fora tomada de la vocaci�n de pescador, el otro de la de pastor. Cuando las almas son sacadas del mar de la muerte espiritual y "capturadas para salvar su vida", la met�fora de la "pesca" se quiebra: y la met�fora del "pastoreo" es sustituida.

3. Una respuesta como la de Pedro puede incluir en sus consecuencias muchas cosas que ir�n en contra de la inclinaci�n natural (vers�culo 18). Este or�culo hablaba oscuramente de los acontecimientos venideros que afectar�an a todos sus amores y gustos naturales. Le gustaba la alegr�a libre e impetuosa de vivir. �l iba a ser "atado". Le gustaba tomar la iniciativa. Hab�a que "ser llevado", le gustaba tener su propia voluntad; deb�a ser llevado �adonde no quisiera�.

Le gustaba la gloria del hero�smo: iba a morir en la cruz. Le gustaba la rapidez de los movimientos: iba a llegar a la vejez sin la promesa de una carrera brillante. Antes de que la vida de un hombre pueda responder plenamente a la pregunta: "�Me amas?" debe estar dispuesto a renunciar a su propia elecci�n en cuanto a la forma de mostrarla, y aceptar pasivamente u obedecer activamente s�lo la voluntad de Dios.

4. Un disc�pulo debe hacer de la respuesta a esta pregunta el gran negocio de su vida (vers�culos 20, 21). Un cristiano puede procesar interminables preguntas sobre los misterios que lo rodean; y mientras lo hace a tiempo, con la debida consideraci�n a la proporci�n y la perspectiva, cuidando de subordinar cada uno a su propio lugar en relaci�n con la �nica gran cuesti�n. Cristo no dir� de tal cosa: "�Qu� te importa?" Sin embargo, hab�a una raz�n por la que su r�plica a esta pregunta deb�a tener algo parecido a una reprimenda.

Alg�n pecado, o enfermedad peligrosa, debe haber estado despertando. Jes�s, por tanto, en lugar de responderle, dijo: "�Qu� te importa?" y repiti� Su mandato: "S�gueme". poniendo �nfasis en la palabra t�. "M�tete en tus asuntos; pon toda tu alma en ello; esto es todo lo que puedes hacer ". Como le pas� a Peter entonces, puede que le pase a usted ahora. Puede estar en una crisis y en una condici�n que hace que sea peligroso tener su atenci�n dividida por el tema m�s fascinante que se encuentra fuera del gran negocio del alma; y Cristo puede estar diciendo, con referencia a lo que m�s excita tu inter�s especulativo: ��Qu� te importa? S�gueme t� ". ( C. Stanford, D. D. )

Amor a cristo

A primera vista, a Pedro le parece una pregunta singular. Es de esperar que lo critiquen y lo reproche. Pero Jes�s no tuvo necesidad de preguntarle a Pedro si se hab�a arrepentido. �l se hab�a "vuelto y mir� a Pedro"; y el coraz�n de Peter se rompi�. Hab�a visto el antiguo afecto de Peter por su Maestro regresar con una marea llena. El que sab�a todas las cosas, sab�a que Pedro le amaba; y le dio a Pedro la oportunidad de declararlo tres veces en presencia de sus compa�eros disc�pulos.

Cuando nuestro Se�or le pregunta a un disc�pulo tres veces si lo ama, nos ense�a que amar a Cristo es esencial para nuestro discipulado. Es "el primero y grande mandamiento", sin �l no somos sino como "metal que resuena o c�mbalo tintineante".

I. LAS RAZONES EN LAS QUE SE BASA NUESTRA OBLIGACI�N DE AMAR A CRISTO.

1. La suprema excelencia del objeto. Tenemos una especie de obligaci�n natural de amar lo que es excelente. Ciertamente estamos bajo una moral. En Cristo todo bien se encuentra; existe en absoluta perfecci�n y no puede tener adici�n.

(1) �Nos atraen las condescendencias de la sabidur�a superior? En �l vemos la sabidur�a de Dios, hablando al hombre, con palabras claras como la luz de la inteligencia de la que proceden.

(2) �Nos afecta la benevolencia desinteresada? Contempla Su vida de trabajo, entregada gratuitamente sin una recompensa exigida.

(3) �La humildad, conectada con grandes virtudes y grandes acciones, ordena el homenaje del coraz�n? Se dijo de �l: "No pelear� ni llorar�", etc. A menudo dec�a: "Mira, no lo digas a nadie".

(4) �Hay encanto en la noble pasi�n del patriotismo? Por su pa�s vivi� nuestro Se�or. Su coraz�n se aferra a las "ovejas perdidas de la casa de Israel".

(5) �Nos conmueve la amistad? Piense en la familia de Betania; el disc�pulo a quien Jes�s amaba; y un cordial saludo para todo el cuerpo de sus disc�pulos.

(6) Todas las virtudes morales estaban en �l. �l era "santo, inofensivo, sin mancha". Y todas las virtudes m�s fuertes de la religi�n; tales como mansedumbre, paciencia, resignaci�n, devoci�n.

2. La generosa interposici�n de nuestro Se�or en la gran obra de nuestra redenci�n ( Romanos 5:7 ; 1 Juan 4:10 ).

3. Los beneficios que constantemente recibimos de sus manos. �Pensamos en la vida? Se lo debemos a su intercesi�n. �De las misericordias ordinarias? Son los frutos de su redenci�n; porque no merecemos nada. �De las ordenanzas? Son visitaciones de su gracia. �Consideramos tanto el futuro como el presente? Esperamos su reino. �Anticipamos la muerte? Tenemos la victoria por �l. �Juicio? Tenemos la justificaci�n por Su sangre.

�Pensamos en el cielo? Lo vemos como la gran fuente de luz, amor y gozo. �Deber�an los beneficios constantes excitar el amor? Entonces seguramente nuestro amor deber�a ser constante. �Deber�an los beneficios del tipo m�s elevado excitar el amor m�s elevado? Entonces nuestro amor deber�a ser supremo. �Y nunca cesar�n? Entonces nuestro amor debe ser eterno.

II. LA GRAN OFICINA DE ESTA GRACIA EN LA RELIGI�N EXPERIMENTAL Y PR�CTICA.

1. Es esto lo que da el verdadero car�cter a la obediencia evang�lica. Ninguno, pero esto es aceptable y recompensable. El hombre se encuentra en tres estados: no despierto, arrepentido y creyente. En el primero, no puede amar a Cristo, porque ama al mundo. En el segundo no tiene amor, porque tiene el "temor que tiene tormento". En el tercero, s�lo ama, porque este �amor es derramado en su coraz�n por el Esp�ritu Santo que le fue dado.

�De este principio deriva su car�cter la obediencia. En el hombre que no est� despierto pueden manifestarse algunos actos de obediencia; pero estos pueden surgir de un temperamento natural, de un respeto a la opini�n del hombre, o incluso del farise�smo. En el penitente est� la obediencia del esclavo: en el creyente la obediencia es filial; su amor es el �cumplimiento de la ley; y Dios acepta misericordiosamente lo que se hace por causa de Su nombre.

2. Es el gran instrumento de logros elevados y santos. Produce confianza, como eso produce amor rec�procamente; produce oraci�n y, por tanto, recibe bendiciones de Dios; produce el amor de todo lo que es semejante a Cristo. La santidad es el elemento del amor; y lleva el alma a �l.

3. Es el gran principio antagonista del amor al mundo ( 1 Juan 2:15 ). No pueden coexistir.

4. Es la ra�z y el alimento de la caridad para el hombre ( 1 Corintios 13:1 ).

5. Elimina los terrores del futuro. Futurity revela el mundo donde est� Jes�s. Ese es el cielo de los cielos para un cristiano. ( R. Watson .)

Amor a cristo

El amor a Cristo es la gracia dominante y suprema de un cristiano. Como toda vida, movimiento, fuerza en el hombre dependen de la acci�n del �rgano central, el coraz�n, as� todas las gracias, cada una con su funci�n y poder, tienen su fuente y fuerza de la gracia del amor. D�galo de otra manera: toda la vida, el crecimiento, el poder y la floraci�n de la naturaleza dependen del aire vital. Ciertamente, una planta crece de su ra�z; vive del aire; respira y florece en belleza por el aire.

La planta de la fe crece, la flor de la fe florece, el fruto de la fe madura en la atm�sfera cordial del amor. S�, el amor es el aire celestial en el que todas las gracias del car�cter cristiano "viven, se mueven y existen". �Por qu� amar a Cristo? Por lo que �l es y por lo que ha hecho, incluyendo bajo este �ltimo punto la continuaci�n de Su obra de amor, su triunfo en Su muerte expiatoria que se lleva al presente y se consuma en el futuro. �C�mo debemos amar a Cristo? "�Me amas?"

1. Evidentemente, nuestro amor por Cristo es personal.

2. El amor a Cristo debe ser positivo. Sim�n Pedro respondi�: "S�, Se�or, t� sabes que te amo".

3. Porque ser� pr�ctico. La vida cristiana brota del coraz�n, pero funciona, debe funcionar, hacia afuera. Esto, una necesidad de su naturaleza. Si la sangre no palpita ni siquiera en las yemas de los dedos, estoy muerto o muriendo. Vemos el efecto pr�ctico de tales amores, como el amor al oro, a la fama, al placer. El amor del cristiano por Cristo se probar� a s� mismo. ( DS Brunton .)

El amor del cristiano por Cristo

�Y por qu� deber�a hacer Cristo esa pregunta? �No sab�a si Sim�n lo amaba o no? Ciertamente lo hizo, porque sab�a todas las cosas. Entonces, �cu�l podr�a ser su objetivo al catequizar as� a Pedro? Evidentemente, deseaba ense�arle una lecci�n de alg�n tipo. Quer�a recordarle su anterior negaci�n y amonestarle para que no volviera a hacer nada parecido. Marque la respuesta. Pedro ha aprendido su debilidad por esa ca�da ignominiosa que tuvo, y no se atreve a decir que ama a Jes�s m�s que a los dem�s; no est� dispuesto a repetir su afirmaci�n anterior: "Dar� mi vida por ti"; s�lo puede decir: �S�, Se�or, t� sabes que te amo.

La pregunta que se hace la segunda vez parece tener este significado: ��Est�s seguro, Sim�n, hijo de Jon�s, que me amas? porque, recuerda, una vez profesaste ese apego y luego desmentiste tus palabras ". �Qu� amargos recuerdos de su traici�n anterior debieron haber pasado por la mente de Peter en ese momento! No es de extra�ar que Peter se sintiera afligido y humillado.

I. SOBRE LA NATURALEZA DEL AMOR DEL CREYENTE A CRISTO.

1. En primer lugar, es de origen Divino. Es una verdad que el cristiano no debe olvidar nunca, que est� en deuda con Dios por todo lo bueno que posee: por cada sentimiento de penitencia, por cada rayo de esperanza, por cada ejercicio de fe, por cada aspiraci�n celestial, por cada latido de amor. El hombre hizo al hombre un pecador, pero el hombre nunca hizo al hombre un santo. Eso pertenece a Dios. S� que hay quienes sostienen que, despu�s de todo, el hombre natural no es tan malo.

Algunos dicen que la regeneraci�n no es una nueva creaci�n, sino solo el desarrollo de un viejo germen interno, que qued� despu�s de la ca�da. Esa puede ser la ense�anza del orgullo y la raz�n, pero no es la de las Escrituras o la experiencia humana. Si no tuvi�ramos otro argumento para probar que la regeneraci�n es obra del Esp�ritu Santo, eso es suficiente: que el hombre, en su estado natural, odia a Cristo y, sin embargo, algunas veces es llevado a amarlo. El poder que puede producir tal cambio debe ser Divino.

2. Pero, nuevamente, el amor del creyente por Cristo es insaciable; el mismo poder que lo crea, lo sostiene en existencia, al igual que esas mismas fuerzas en la naturaleza, el calor y la luz del sol, y las suaves lluvias, que hacen que la semilla estalle, tambi�n la nutren y la llevan adelante de estallar a brotar, de brotar a florecer, y de ah� a la producci�n del fruto dorado. No digo que el amor del creyente nunca sea d�bil; en algunos casos, �ay! nunca es nada m�s.

No digo que sea siempre un ejercicio saludable. Incluso Pedro puede negar a su Se�or. No digo que nunca se oscurezca, porque, as� como la antigua corona de Escocia estuvo una vez bajo tierra durante tanto tiempo que perdi� su brillo, as� todas las gracias religiosas, por demasiado contacto con el pecado y la mundanalidad, pierden su brillo. �Est�s de luto porque tu amor es d�bil? Es correcto que lamentes, pero no que te desanimes, porque, si la planta es genuina, no morir�, por mucho que se caiga.

3. El amor del cristiano por Cristo, una vez m�s, es superlativo. Ama a Jes�s m�s que a cualquier otra cosa; lo ama m�s que a todo lo dem�s. �Qu�, entonces, diremos de ese hombre que manifiestamente ama las cosas del mundo m�s que a Cristo? �Llamas cristiano a un hombre as�? Carece del elemento m�s grandioso del cristianismo, que es ese amor por Jes�s que absorbe y controla todos los dem�s amores.

Bruto amaba tanto la justicia que no perdonar�a a su propio hijo cuando hab�a perdido la vida. La madre espartana amaba tanto la valent�a, que les dijo a sus hijos, cuando sal�an a la guerra: "Traigan sus escudos o sean tra�dos sobre ellos"; �Y el creyente no estar� dispuesto a hacer un sacrificio por Cristo, igualmente grande? Un hombre debe amarlo, para estar dispuesto a hacer por �l lo que otros pueden hacer por motivos mundanos, antes de que pueda ser un verdadero cristiano.

II. En segundo lugar, observemos ALGUNAS DE LAS RAZONES POR LAS QUE EL CREYENTE AMA A CRISTO.

1. Creo que una buena raz�n es que Cristo lo ama. En cuanto a Su afecto por Su pueblo, no puede haber ning�n error; son tan queridos para �l, tan parte de �l, que se dice que son los p�mpanos de los que �l es la vid.

2. Nuevamente, el cristiano ama a Cristo en raz�n de su car�cter encantador. Los patriarcas y profetas eran hombres de grandes virtudes, pero no se puede decir que ninguno de ellos sea perfecto. Todos los soles tienen sus manchas, excepto el Sol de Justicia; all� no encontraremos ning�n defecto. �Nunca ha notado c�mo trabaja la Escritura para exponer las bellezas del car�cter de Cristo? los objetos m�s bellos de la naturaleza se emplean para simbolizarlo.

Ah� est� la rosa; otras flores son hermosas, pero, despu�s de todo, ella es la reina. �Podr�a el obrero m�s astuto idear algo la mitad de hermoso? Ning�n artista puede pintarlo, con toda su justicia. �Qu� tiernas hojas! �Qu� color tan exquisito! �Qu� variedad de tinte! �Qu� riqueza de fragancias! �C�mo llena el aire de perfumes y encanta los sentidos! A Cristo se le llama la Rosa de Sar�n. Oh, qu� humildad era la suya.

Este fue Su rasgo m�s destacado. Nunca hizo nada para exhibirse; No le gustaban los espect�culos. El hombre debe tener sus joyas y su brillo y sus baratijas, sus carruajes dorados y procesiones triunfales. No es as� con Cristo; Su palacio era una caba�a; Su lecho real era un pesebre, Su carruaje estatal era un potro de asno; Su guardaespaldas eran pescadores pobres. Si el hombre hubiera querido hacer un mundo, habr�a tenido todas las bellezas visibles a simple vista.

No es as� con Dios. Ha ocultado mucho m�s de lo que ha sacado a la luz. La gota de roc�o posada sobre la flor de la ma�ana es una peque�a joya, pero �qu� ha ocultado a simple vista? Ponlo bajo el microscopio y mira. En esa �nica gota, mil millones de criaturas vivientes pululan, cada una de ellas tan objeto de la mirada de Dios como el mundo m�s grande que rueda en el espacio. El cuerpo humano es maravilloso a la vista; disec�nela, y encontrar� tal belleza y armon�a en su mecanismo, tal habilidad y artificio, que asombrar�n tanto al fil�sofo como al salvaje.

Que un rayo de sol se filtre en una habitaci�n oscura, y si, en ese momento, los ojos de un ciego pudieran abrirse, la vista de ese rayo de luz dorada lo llenar�a de alegr�a. "�Qu� cosa m�s bonita!" exclamaba. �Algo hermoso! As� es; pero �qu� crees que Dios ha ocultado en ese rayo de sol? P�salo por un prisma y �he aqu�! �Qu� revelaciones! �Obtienes los siete colores del arco�ris! Y as� es generalmente en la naturaleza: la escoria est� en la superficie; si hay gemas, la humildad las oculta.

En el car�cter de Cristo, �cu�nto se manifiesta y, sin embargo, cu�nto m�s se debe ocultar! Si Su amor, Su humildad, Su mansedumbre, Su paciencia, Su tolerancia, Su consistencia fueron tales que podr�an despertar la admiraci�n incluso de Sus enemigos, �cu�nto debe haber detr�s de ellos para confirmar y fortalecer el afecto de Sus amigos! Y sin embargo, se nos dice que llegar� el momento en que lo veremos tal como es. Todas las lenguas serafines del cielo no podr�an describirlo, y la eternidad no nos dar� la mitad del tiempo para admirarlo y adorarlo.

3. La �ltima raz�n por la que debemos amar a Cristo es por sus sufrimientos y muerte, y las bendiciones obtenidas por ello. Y ahora, como resultado de Su obra mediadora, �qu� tenemos? Nosotros, los que creemos, tenemos justificaci�n, para empezar; �Y qu� significa eso? Significa que el pecador est� libre de la maldici�n de la ley. Y tenemos adopci�n, por otra parte; �Y qu� significa eso? Significa que podemos llorar, �Abba, Padre! y sentir que Dios es nuestro Padre y que somos SUS hijos.

Tenemos santificaci�n, por otra parte; �Y qu� significa eso? Significa que estamos libres de aquello que destruy� el Ed�n y el mundo, que arruin� al hombre y desencaden� los rel�mpagos bifurcados de la justicia divina, que trajeron la muerte al mundo y cada dolor de angustia. Significa que estamos muriendo al pecado y viviendo para la justicia. Tales son algunas de las bendiciones que Cristo obtuvo para su pueblo. No es extra�o, entonces, que le amen; pero, �oh, pecador !, es la cosa m�s extra�a del mundo que no le veas a �l tambi�n.

III. Finalmente, LAS MANIFESTACIONES DE ESTE PRINCIPIO DE AMOR.

1. Se manifestar�, en primer lugar, por la comuni�n con Cristo.

2. El amor a Cristo se manifestar� nuevamente, en el deseo de ser como �l. "�Oh, si yo fuera un Wellington o un Bonaparte!" dice el guerrero. "�Oh, si yo fuera un Praxiteles!" dice el escultor. "�Ojal� yo fuera un Angelo o un Correggio!" dice el pintor. "�Oh, si yo fuera un Homer o un Milton!" dice el poeta. Pero, �qu� dice el cristiano? ��Ojal� pudiera ser muy diferente de m� mismo, y muy parecido a Cristo! �Ojal� pudiera quitarme de encima a este anciano y vestirme del Se�or Jes�s!

3. El amor a Cristo se manifestar� en una disposici�n a servirle.

4. Perm�tanme, entonces, decir, para concluir, que el amor a Cristo se manifestar� en una disposici�n a sufrir por �l. ( HD Northrop .)

Amor a cristo

I. SU NATURALEZA. Debe ser

1. Sincero, en oposici�n a lo hip�crita, como Joab o Judas. En muchos casos, donde el amor a Cristo no es fingido, puede ser solo profesional. Puede haber respeto por la religi�n de Cristo donde no hay amor por su Divino Autor.

2. Habitual, en oposici�n a ocasional.

3. Supremo, en oposici�n al subordinado, y que puede ejercitarse leg�timamente sobre la criatura. Jes�s debe ser amado sin rival. �El que ama a padre o madre m�s que a m�, no es digno de m� ( 1 Corintios 16:22 ).

II. LAS RECLAMACIONES QUE CRISTO HACE SOBRE ELLA. Considerar

1. La infinita dignidad de Su Persona. �l es el "principal entre diez mil, y el m�s encantador".

2. La obra que ha realizado y los sufrimientos que ha soportado a favor de los pecadores.

3. La excelencia y la importancia de las bendiciones que ha comprado para nosotros.

4. La manera en que el Salvador emplea Su vida recuperada. Ahora ruega por aquellos por quienes sufri� una vez. En respuesta a su intercesi�n prevaleciente, la vida espiritual se comunica y se mantiene en las almas de los hombres.

III. C�MO DEBE SER EXHIBIDO ESTE AMOR. Muestra tu amor a Cristo

1. Por una entrega total de ustedes mismos, y todo lo que tienen, en Sus manos.

2. Por una profesi�n p�blica de Su nombre y devota asistencia a Sus ordenanzas.

3. Por amor ferviente y pr�ctico a su pueblo ( 1 Juan 2:14 ).

4. Por una paciente resistencia a la oposici�n por Su causa ( 1 Pedro 2:19 ).

5. Mediante esfuerzos incansables para promover Su causa. ( Recuerdo congregacional .)

Amor al Salvador

I. LA NATURALEZA DEL VERDADERO AMOR A CRISTO. El amor es un afecto que resulta de la percepci�n de excelencias en las personas amadas, que nos hace desear la m�s �ntima comuni�n con ellos, y nos hace disfrutar de la relaci�n con ellos los placeres m�s dulces. Y de ah� se sigue que el amor a Cristo es esa gracia por la cual, al descubrir las incomparables excelencias del Redentor, las almas de los creyentes sienten sed de una uni�n m�s �ntima con �l, y estiman la relaci�n con �l como su principal gozo.

1. �Cu�l es la base de este amor? Para que amemos cualquier objeto, se requieren tres cosas: este objeto debe tener ciertas excelencias; estas excelencias deben ser percibidas por nosotros; y debe haber una conformidad entre estas excelencias y las inclinaciones de nuestro coraz�n.

(1) El Salvador tiene esas excelencias que lo hacen encantador. En s� mismo, �l es la perfecci�n de la belleza. Toda excelencia est� concentrada en �l en un grado infinito, de modo que el Padre eterno siempre lo contempla con deleite, y la espl�ndida hueste del cielo lo mira con asombro y amor. Adem�s, tiene precisamente las gracias que lo capacitan para ser el Salvador.

(2) Pero incluso estas excelencias, hasta que se nos presentan, no pueden ser efectivas para mover nuestro amor. El diamante puede tener un brillo deslumbrante, pero no lo admiraremos hasta que se presente a nuestra vista. Por tanto, a Dios le ha agradado en las Escrituras revelarnos las bellezas de Emanuel, para que podamos percibir cu�n merecedor es de todo nuestro amor.

(3) Sin embargo, esto no es suficiente para encender el fuego sagrado. Por mucho que brille el sol, sin embargo, mientras el ojo est� alterado, su luz proporcionar�, no placer, sino dolor, porque no hay correspondencia entre estos dos objetos. De la misma manera, mientras el alma est� perturbada por el pecado, la revelaci�n de Cristo suscitar� enemistad, no amor, porque no hay correspondencia entre ella y las inclinaciones corruptas del coraz�n del pecador.

Es evidente, entonces, que se requiere una correspondencia de coraz�n para producir el verdadero amor a Cristo; y esta correspondencia s�lo puede producirse mediante la poderosa operaci�n del Esp�ritu Santo renovando nuestras mentes.

2. Sus propiedades. Est�

(1) Iluminado; conoce y se deleita en el car�cter real del Salvador.

(2) Ultimate. Termina en este Salvador como su fin, y no lo considera simplemente como un medio para una mayor bienaventuranza.

(3) Supremo, y predomina sobre todo apego a los objetos de la tierra.

(4) Permanente. No es como esos arroyos en el desierto, que a veces se precipitan en un torrente impetuoso, y otras, se secan por completo; se parece m�s bien a una poderosa corriente, moviendo constantemente sus olas y creciendo m�s y m�s profundamente, hasta que se vac�a en el cielo, el oc�ano del amor.

3. Sus efectos.

(1) Una obediencia alegre, constante y universal a Sus mandamientos. "Si alguno me ama, guardar� mis palabras".

(2) Amor por todo lo que manifiesta a Cristo. Si se ama a Cristo, el Esp�ritu Santo que "toma de las cosas de Cristo", etc., tambi�n ser� amado; y Sus Escrituras, Sus ordenanzas, Sus hijos, Su causa e inter�s.

(3) Un anhelo de Su presencia.

II. ALGUNOS MOTIVOS PARA ESTE AMOR. El amor a Cristo es

1. Razonable.

(1) Porque tiene excelencias incomparablemente mayores. Acumula, amontona todas las cualidades que pueden cautivar a un coraz�n sensible, todas est�n perfectamente combinadas en �l. �En qu� art�culo establecer�s una comparaci�n entre estos �dolos que poseen tu afecto y el poderoso Salvador? �En eso del poder? Su brazo sostiene el universo; de �l pende fijamente la naturaleza universal. �Sobre el de la sabidur�a? Su ojo de una sola mirada impregna todo ser y recorre el pasado, el presente y el futuro.

�Sobre el de la permanencia? �Desde la eternidad hasta la eternidad, �l es Dios�. �En eso de la misericordia? Los �ngeles confiesan que sus facultades son demasiado d�biles para comprender su bondad, y sus lenguas demasiado d�biles para celebrarla.

(2) De lo que ha hecho por ti en la creaci�n, la providencia y la gracia.

(3) �De lo que Cristo puede y har� si le entregas tus afectos? Otros pueden otorgar gratificaciones insignificantes mientras est�s en la tierra. Mientras que s�lo Jes�s ofrece una felicidad acorde con las facultades, coet�nea de la existencia del alma.

2. Es agradable. En cada situaci�n de la vida, el ejercicio del amor a Cristo proporciona la m�s pura satisfacci�n; pero sus efectos se ven m�s especialmente en aquellas �pocas en las que los amores terrenales pueden beneficiarnos poco: en la aflicci�n, en la muerte, en el juicio. ( E. Griffin, D. D. )

Amor a cristo

I. AMOR. La pregunta se hunde en el n�cleo mismo del ser de Peter. No pregunta por su fe especulativa, su conciencia, su profesi�n: sino, �es m�o tu coraz�n? �Est� Mi reino entronizado en el alma como su poder central y gobernante? Cristo plantea la misma pregunta directa, radical e inquisitiva a cada disc�pulo. Nada que no sea la supremac�a del coraz�n lo satisfar�. Nos ha amado con un amor infinito hasta la muerte, y exige a cambio los mejores afectos de nuestro coraz�n. La suma y esencia del cristianismo es el amor.

II. T�. Ni Juan, ni Mateo, ni los disc�pulos colectivamente; pero t�, Peter. Los ojos de Jes�s se fijan en �l, una y otra vez, y una vez m�s presiona la pregunta. �Cu�nto entristecieron al disc�pulo las palabras escrutadas y probadas! No hab�a escapatoria para �l. Era como si estuviera de pie ante el trono ardiente del juicio. As� ser� con cada disc�pulo. La religi�n es una cosa eminentemente personal.

La fe y la virtud de los dem�s no salvar�n a nadie. Cada uno por s� mismo debe prestar atenci�n, creer, obedecer, amar a nuestro Se�or Jesucristo o morir en sus pecados. "�T�!" �C�mo el ojo, la voz y las palabras penetrantes de Jes�s en el trono del juicio escudri�ar�n y probar�n cada alma de nosotros!

III. ME. No solo Mis doctrinas, sino Mi Persona, Mi car�cter: Yo, el Divino Hijo de Dios, el Jes�s crucificado y resucitado, el Camino, la Verdad, la Vida del mundo. Una fe especulativa, la ortodoxia, los sacramentos y las ordenanzas y las relaciones con la iglesia no salvar�n a Sim�n Pedro ni a ning�n otro pecador; nada m�s que fe y amor supremo por un Salvador personal, tal como se nos revela y se nos ofrece en el evangelio. ( Homil�tica Mensual .)

De la Zonificaci�n de Jes�s

I. EL AMOR DE UN CRISTIANO POR CRISTO DEB�A SER INIGUALABLE EN LA CREACI�N.

1. Por cercan�a, porque entre estos dos hay tal intimidad que el uno lo es todo para el otro.

2. Por la ternura, porque no se trata de un amor igual, sino del amor del peque�o por el Grande, del enemigo desarmado y conquistado mediante el sacrificio de su Se�or agraviado y ofendido.

3. Para fuerza. Si hay fuerza en los hombres, y el amor es, como dice la gente, lo m�s fuerte en el coraz�n de los hombres, entonces seguramente este debe ser el m�s fuerte de los amores conocidos. Porque es el m�s profundo. Amamos a los dem�s solo con una parte, pero a Cristo con todo el coraz�n, etc. Estamos apegados a los dem�s s�lo superficialmente; pero es el mismo ser interior el que se le entrega con amor.

II. Siendo caracter�stico del cristiano, este amor forma la prueba m�s delicada de la relaci�n de cada persona con Jes�s.

1. Nacido con el nacimiento de la nueva criatura, es una de las primeras gracias que se fortalece. As� como en un ni�o peque�o, mucho antes de que la confianza se vuelva inteligente, o la voluntad sea disciplinada en obediencia, o la experiencia haya ense�ado la paciencia o el autocontrol, surge la virtud primog�nita, incluso el amor por quien la engendra y cuida: as� en los cristianos muy j�venes, vemos que el rubor del primer amor enciende su experiencia temprana.

Aplicar cualquier otra prueba. Su conocimiento es rudimentario, su fe no ha sido probada, sus obras a�n no se han reducido a una santidad ordenada, sus pasiones est�n lejos de ser subyugadas. Por cualquier otra prueba, parecen fallar; pero pru�balos con la pregunta de nuestro sabio Se�or, y ver�s c�mo el ojo se enciende y la voz se profundiza con la respuesta: "�S�, Se�or, t� sabes que te amo!"

2. A lo largo de la vida de un cristiano, esta sigue siendo la prueba m�s sensible. En total, la santidad es gradual; en muchos, lento; en algunos, irregular, roto por ca�das y declinaciones. Pero esta prueba, si pudiera aplicarse de manera justa, nunca fallar�a. Ning�n inconverso puede responder a eso satisfactoriamente; no hay hombre convertido que no pueda. Por eso Pablo ci�e la Iglesia de Dios con: "Gracia sea con todos los que aman a nuestro Se�or Jesucristo con sinceridad". Eso no excluye a nadie que deber�a estar adentro. Una vez m�s, cerca a la Iglesia con: "Si alguno no ama al Se�or Jesucristo, sea anatema". Eso no deja a nadie en quien deber�a estar fuera.

III. UNA PRUEBA TAN PERFECTA SE DEBE UTILIZAR M�S DELICADAMENTE EN PROPORCI�N A LA DIFICULTAD DE USARLO.

1. La conducta externa es tolerablemente patente a los ojos de todo observador externo; pero esta pregunta debe ser formulada �nicamente por el Se�or mismo, y solo debe ser respondida ante su propia presencia convincente de verdad. Debemos tener cuidado de no juzgarnos a nosotros mismos en momentos de excitaci�n, o de depender de la satisfacci�n con la que volvemos a los pensamientos religiosos cuando el coraz�n est� triste. Debemos ser escrupulosamente honestos y juzgarnos a nosotros mismos en horas solemnes, cuando nuestros pecados est�n en nuestra memoria y sentimos que el ojo de Dios est� sobre nosotros.

2. Incluso bajo tales precauciones, no se debe instituir este examen a menudo. El amor es algo t�mido, que prospera mejor cuando nadie piensa en �l. Crece por su propia dulce voluntad. Nunca soporta un manejo brusco y, a veces, no soporta ninguno. Adem�s, el amor que hay que cuestionar no puede ser muy fuerte. Ning�n hombre podr�a conservar un profundo apego por un amigo que siempre le hiciera pedazos el coraz�n y le preguntara con curiosidad si lo amaba. Cuando la Esposa de Cristo haya llegado a su perfecto estado de afecto seguro, no oir� m�s la pregunta inquisitiva.

3. Mientras tanto, somos amantes d�biles e infieles. Hacemos muchas cosas desagradables y sin amor para entristecer y agraviar a Aquel a quien llamamos nuestro M�s Alto, Querido y Mejor. Fue despu�s de tres negaciones que Jes�s le pregunt� tres veces a su primer ap�stol: "�Me amas?" Cada negaci�n hab�a arrojado nuevas dudas sobre su repetida protesta de afecto peculiar e invencible. El sospechoso ten�a que ser investigado, y profundamente, y con frecuencia, por el bien de la seguridad, despu�s de que se cometiera un error tan grave.

IV. PARA LA RESPUESTA A ESTA PREGUNTA, CADA UNO DE NOSOTROS SOMOS ENVIADOS SOBRE S� MISMO.

1.Es cierto que, pr�cticamente, este amor act�a como fuerza motriz en la santidad cristiana; que las obras deben ser la �ltima prueba por la cual nuestro amor, como nuestra fe, debe ser probado. Pero nuestro Se�or cuestion� a un disc�pulo que no ten�a nada que mostrar m�s que mentiras, juramentos y traici�n. Es posible, por tanto, conocer el amor, no por sus actos, sino por s� mismo. Ponga a una madre en un lugar donde no pueda ver a su beb� ni pueda cumplir con un oficio de deber maternal, �ser� tan dif�cil para ella saber que ama? �No se delatar� a�n m�s el poder de su afecto por los anhelos de estar con su hijo? Trae de vuelta a su beb� y, despu�s de que se haya agotado el primer chorro de cari�o, preg�ntale mientras mira hacia abajo en su rostro dormido en la bendita calma del absoluto contenido, �preg�ntale si ama! S� de seres queridos que nunca m�s ser�n vistos en la tierra, a quien los mares anchos han roto; sin embargo, el amor se aferra a la imagen olvidada y perdida hace mucho tiempo, se alimenta interiormente de s� mismo y no puede morir.

2. Ahora, �por qu� un cristiano no deber�a estar tan seguro de que ama al Se�or Jes�s? Nuestro sentimiento hacia �l es tan personal como el de cualquier otro amigo. Nunca lo vimos, y tal vez no lo veremos en los pr�ximos a�os. �Pero que hay de eso? Algunos de nuestros hermanos lo han visto, y sus relatos lo presentan ante nosotros de una manera animada. Sabemos lo que ha sido y lo que ha hecho por nosotros. Adem�s, ning�n cristiano carece de experiencia de �l.

V. � DEBER�A NO ELEGIRSE DE UNA DECLARACI�N TAN Audaz?

1. Hay personas, y no las peores, que son demasiado conscientes de la debilidad de su amor y de sus ca�das como para permitir incluso dentro de s� que aman a Cristo en absoluto. Pero supongamos que un hombre es consciente, para hacerse justicia a s� mismo, de seguir amando realmente a Aquel a quien lamenta haber negado, y cuya sangre busca perd�n; �No lo dir�? �Debe uno sofocar el grito de afecto del coraz�n, violentar los propios sentimientos y negar con los labios lo que el alma afirma? Sin embargo, antes de que podamos llegar a decir que verdaderamente, hay una cosa que observar, el Arrepentimiento debe haber realizado su obra perfecta. Pedro llor� amargamente la noche de la negaci�n.

Mediante la penitencia se purga el amor. Por tanto, no escatime el dolor. ( JODykes, D. D. )

Amor a Cristo �nico

�Entre los hombres amados? �Entre guerreros? �Es Alejandro, C�sar, Carlomagno? �Entre sabios? �Arist�teles o Plat�n? �Dime uno, un hombre soltero que ha muerto y ha dejado amor en su tumba! Mahoma es venerado por los musulmanes, no amado. Un solo hombre ha reunido de todas las edades un amor que nunca falla. Jes�s es el Se�or soberano de corazones como lo es de mentes. ( Lacordaire. )

Amor supremo por Cristo

Una mujer karen se ofreci� para el bautismo. Despu�s del examen habitual, le pregunt� si pod�a renunciar a sus ornamentos por Cristo. Fue un golpe inesperado. Expliqu� el esp�ritu del evangelio; Apel� a su propia conciencia de vanidad; Le le� la prohibici�n del ap�stol ( 1 Timoteo 2:9 ). Mir� una y otra vez su hermoso collar; y luego, con un aire de modesta decisi�n que adornar�a m�s all� de todos los ornamentos a cualquier cristiano en la tierra, se lo quit�, diciendo: "Amo a Cristo m�s que esto". ( D. Judson, D. D. )

Amor consciente por Cristo

Pedro dio la mejor respuesta cuando dijo: "T� lo sabes", etc. Las meras profesiones de amor y devoci�n equivalen a poco en cualquier momento. Pedro ya se hab�a exagerado en el negocio de profesar su afecto inquebrantable por Jes�s. Sin embargo, estaba seguro de que, a pesar de su fracaso bajo una prueba peculiar, Jes�s era conocido en el fondo como un disc�pulo amoroso de Jes�s; as� que se puso de nuevo, por as� decirlo, al cuidado de Jes�s, apelando a Jes�s para que reconociera el amor que estaba debajo de todos sus vaivenes superficiales de conducta.

Un coraz�n amoroso es siempre su mejor testimonio. Hablar� como ninguna palabra puede hablar en su propia defensa, cuando se dude. Y cuando a un coraz�n amoroso le duele ser cuestionado debido a alg�n aparente fracaso, no puede hacer nada mejor que confiar en la conciencia de quien se dirige hacia �l en amor. Si, de hecho, todo amigo humano falla en reconocer el amor del coraz�n amoroso de otro, Jes�s nunca falla. El Se�or conoce a los que son Suyos, sean cuales sean sus defectos. ( H. C . Trumbull, D. D ).

Amor consciente por Jes�s

Cuando el Dr. Waddell estaba predicando en Portsmouth, Virginia, lleg� un barco al puerto del cual el capit�n y dos de los hombres eran cristianos. Al enterarse de que el predicador ciego iba a realizar un servicio esa noche, se dirigieron al lugar. El discurso fue sobre estas palabras de Cristo a Pedro. Hacia el final, el predicador apel� a la audiencia repetidamente: ��Qui�n de ustedes puede decir: 'Se�or, t� sabes todas las cosas'�, etc.

Prevaleci� el m�s profundo silencio; pero el coraz�n de uno de los marineros estaba lleno; no pudo contenerse, y estallando exclam� en tono emocionante: "Se�or, T� sabes todas las cosas, T� sabes que te amo". La congregaci�n se derriti� hasta las l�grimas. ( Dr. Thompson .)

El reino del amor la esfera de la religi�n

Algunos ponen religi�n

1. En el reino de la sensualidad. La mera excitaci�n de los sentidos, por pinturas, esculturas, m�sica, ritos espl�ndidos y an�cdotas tr�gicas, se considera piedad; las l�grimas de mera simpat�a animal se consideran expresiones de "tristeza seg�n Dios", etc.

2. En el �mbito de la l�gica. Est� en alg�n sistema de pensamiento humano que los hombres llaman ortodoxo, y en ning�n otro lugar.

3. En el �mbito de las actuaciones externas. Si asiste a su lugar de culto, paga sus deudas seculares, se suscribe a organizaciones ben�ficas, es un hombre religioso. Ahora, el texto sugiere, lo que la verdadera raz�n y toda la Biblia ense�an, que, en el profundo amor moral del coraz�n, la religi�n tiene su asiento. Tenga en cuenta que este amor

I. ES UN AFECTO SUPREMO DIRIGIDO A CRISTO.

1. La religi�n es un afecto supremo. No es un sentimiento ordinario, que fluye en la corriente regular de emociones, y a veces se eleva al fervor y luego desaparece. Es la pasi�n maestra del alma, o nada.

2. La religi�n es el afecto supremo por Cristo. Amas, no solo Mis ideas, mis obras o el cielo, sino a M�. �Por qu� deber�a exigir Cristo esto? Porque

(1) Es correcto en s� mismo. �Qui�n deber�a tener la mayor gratitud? El mayor Benefactor, que "se entreg� a s� mismo por nosotros". �Qui�n deber�a tener la mayor estima? La Excelencia M�s Perfecta; Cristo es la encarnaci�n de la excelencia infinita.

(2) Es indispensable para el hombre. El hombre debe amar algo supremamente, y su afecto supremo lo convierte en el objeto. Si el objeto es imperfecto, infeliz, degradado, se hundir� en el crimen, el deshonor y la miseria. De ah� la necesidad de tener a alguien a quien amar como Cristo.

II. DEBE SER UNA CUESTI�N DE CONCIENCIA. Tanto la pregunta como la respuesta lo indican. Un hombre no puede ignorar el origen de su acci�n y el hecho central de su experiencia. El objeto de supremo afecto es siempre

1. El pensamiento principal del intelecto.

2. El tema principal de la conversaci�n.

3. El fin principal en el dise�o.

4. El objeto principal del deseo. Todas las leyes de la mente deben revertirse antes de que pueda ser de otra manera.

III. ES LA CALIFICACI�N PARA EL CARGO EN EL IMPERIO DE CRISTO. Despu�s de la confesi�n de Pedro, que fue sincera, solemne y repetida tres veces, Cristo le dio una comisi�n, que implicaba

1. Que se encontrar�a con los espiritualmente necesitados: ovejas hambrientas y corderos d�biles. El mundo abunda en estas almas hambrientas j�venes, inexpertas e indisciplinadas.

2. Que tendr�a a su disposici�n los suministros adecuados para los necesitados: las doctrinas que hab�a recibido de Cristo.

3. Que ten�a la capacidad para presentar los suministros como para alimentar a los necesitados. Nada puede calificar a un hombre para ayudar a las almas sino el amor por Cristo. Aprendizaje, genio, elocuencia: todo esto no servir� de nada. Esta es la �nica verdadera inspiraci�n. ( D. Thomas, D. D. )

Jes�s le dijo: Apacienta mis ovejas

Apacienta mis ovejas

Esta fue una especie de ordenaci�n de Pedro al pastorado. Nota, entonces

I. EL EXAMEN.

1. Cristo no admite a nadie sin un examen, y esto deber�a animarnos a examinarnos a nosotros mismos.

2. El examen toc� el coraz�n del hombre y el coraz�n mismo de la religi�n, porque si el amor est� ausente, todo es en vano.

3. El examen no se ocup� de las calificaciones mentales o espirituales, por importantes que fueran, sino s�lo de lo que es el m�rito supremo del pastor. Era necesario, porque

(1) El amor nos mantiene en la compa��a de Cristo, y por eso trabajamos bajo su supervisi�n inmediata.

(2) El amor a Cristo enciende el amor por las almas, y el amor obtiene un control casi absoluto sobre ellas.

(3) El amor nos permite soportar las enfermedades de la oveja sin desanimarnos. �Qu� es lo que sostiene a la madre en sus fatigosas vigilias?

(4) Dar de comer a las ovejas es una prueba de amor. A Peter le hubiera gustado una prueba m�s brillante, y nosotros tambi�n; pero esta es la verdadera prueba.

(5) El trabajo pastoral es el anhelo del amor. Amando a Cristo, queremos hacer algo por �l.

(6) Tambi�n es el est�mulo del amor. Cuanto m�s lo hacemos, m�s nos ama Cristo y el hombre.

(7) Es una esfera de comuni�n. Si vamos entre las ovejas de Cristo, estaremos con �l.

II. LA PERSONA QUE FUE EXAMINADA.

1. Cristo examin� a Pedro porque quer�a la reordenaci�n. Si no lo hubiera hecho, se habr�a puesto en duda su apostolado en los a�os posteriores. Qu� ceguera se ha apoderado de la Iglesia de Roma, que piensa que Cristo le habl� a Pedro porque era el m�s grande, cuando es evidente que era el m�s peque�o. Los otros no lo hab�an negado y por lo tanto no fueron reordenados.

2. Cristo quit� a Pedro de lo que podr�a haberse convertido en un dolor m�rbido. �Peter, mi querido amigo, s� que est�s sinceramente arrepentido; no te preocupes, ve y apacienta Mis ovejas �.

3. Entonces, �no estaba Pedro en peligro de crecer demasiado? En el caso de algunos hombres, una ruptura temprana fue su fabricaci�n. A partir de ese momento comenzaron a odiarse a s� mismos, y el Maestro los us�.

4. Esta oveja que apacienta beneficiar�a a Pedro. No sab�as lo tonto que eras hasta que tuviste que lidiar con tontos; Cu�n r�pido de genio hasta que te enfrentas a los de genio vivo. Al alimentar el reba�o de Cristo, el Pedro del sal�n del juicio se convirti� en el Pedro de las ep�stolas.

5. �Por qu� "Sim�n hijo de Jon�s?"

(1) El nombre d�bil se us� para recordarle su debilidad. Si no puedes venir como Pedro, ven como Sim�n.

(2) Este era su nombre cuando se convirti�. Nada te ayudar� a alimentar el reba�o de Dios como el recuerdo de tu conversi�n.

(3) Este fue el nombre con el que lo llam� Jes�s cuando hizo su memorable confesi�n. Recuerda, adem�s de tu conversi�n, las estaciones en las que Cristo se ha manifestado a ti como no al mundo.

III. LA OBRA. "Alimentaci�n."

1. La palabra del medio es "pastorear", pero la primera y la �ltima es "alimentar". Cuando predique, d� una buena comida: las ovejas soportar�n muchos defectos si solo las alimenta. Puedes vestirlos y guiarlos, pero esto no los satisfar�. �Qu� cantidad comen las ovejas en el campo de tr�boles! No lo dejar�n y vagar�n por el camino est�ril. El pueblo de Dios tiene hambre y sed de justicia, y se ha prometido que ser�n saciados, no tendr�n una punta ni un bocado.

Nunca temas darles demasiada doctrina. Algunos quieren conducirlos, pero eso no es suficiente. Dices que los guiar�s, pero primero alim�ntalos. No lidere ovejas flacas. Quieres gobernarlos de acuerdo con la palabra intermedia: pero dale dos dosis de alimentaci�n a una de gobernar. No tienes que inventar una nueva comida. Dios ha designado la comida adecuada; y aunque pueda inventar una comida nueva y dar a conocer su nombre, no es asunto suyo. Ese gran pastor, el Papa, �cu�nto gobierna? cuanto alimenta? �Cu�nto se alimentan las ovejas con sus maldiciones sagradas?

2. El trabajo comienza con los "peque�os corderitos". Ponga la comida, por lo tanto, donde puedan alcanzarla. �Bendito sea el Se�or�, dijo un granjero, despu�s de un serm�n de un sustituto de su ministro, un caballero cl�sico muy alto, �el heno se puso en un pesebre bajo�. Algunos predican como si el Se�or dijera: "Apacienta mis camelopardos". Nada m�s que jirafas podr�an alcanzarlo desde el elevado estante en el que colocan la comida.

"Oh", dices, "quiero que funcionen". Alim�ntelos, entonces. No se puede hacer mucho trabajo con un caballo hambriento. Y hagas lo que hagas, alim�ntate. Un predicador delgado hace gente delgada.

3. �Qu� implica esto?

(1) Vigilancia. Ning�n pastor puede permitirse dormir a determinadas horas. Cuando tenga un tiempo de parto, un avivamiento bendito, debe mantener los ojos abiertos. Y el diablo anda como un lobo, debes vigilar para que no devore el reba�o.

(2) Paciencia. Las ovejas tienden a deambular. ( CH Spurgeon .)

El reba�o debe ser alimentado, no divertido.

Desde la cubierta de una ca�onera austr�aca arrojamos al Lago Garda una sucesi�n de peque�os trozos de pan, y luego los peces peque�os llegaron en card�menes, hasta que pareci� haber, como dice el viejo proverbio, m�s peces que agua. Vinieron a alimentarse y no necesitaban m�sica. Que el predicador d� de comer a su pueblo, y ellos se aglomerar�n a su alrededor, incluso si el metal resonante de la ret�rica y el tintineo de los c�mbalos de la oratoria callan. ( CH Spurgeon .)

Pastorear

I. �C�MO JUNTARON LOS AP�STOLES LAS OVEJAS DE CRISTO? Un hombre debe reunir un reba�o antes de poder alimentarlo. Y los ap�stoles, sabemos, ten�an uno muy peque�o al principio ( Hechos 1:15 ). Todos los hombres est�n representados en la Palabra de Dios como ovejas descarriadas. Por tanto, la comisi�n de nuestro Se�or a sus ap�stoles es buscar a sus ovejas ( Ezequiel 34:1 .

). Y nuestro Se�or nos dice que su propia misi�n era "buscar y salvar lo que estaba perdido". As� que su comisi�n a sus ap�stoles es: "Id por todo el mundo", etc. Ahora los ap�stoles cumplieron el mandato de nuestro Se�or mediante la proclamaci�n libre y completa del glorioso evangelio de Cristo ( Hechos 2:1 ). Ahora mire Hechos 13:1 .

y ver� los mismos medios utilizados por Paul. Mire de nuevo a Hechos 16:1 . Los ap�stoles fueron a los pecadores, les proclamaron su culpa y el perd�n mediante la sangre de un Salvador crucificado. Ves el efecto. Los que "recibieron con gozo su palabra" se convirtieron instant�neamente en disc�pulos del Se�or y se unieron al reba�o de Cristo.

II. C�MO LOS AP�STOLES ALIMENTARON A LAS OVEJAS DE CRISTO cuando las hab�an reunido en el redil. Los alimentaron con Cristo mismo. "Yo soy el Pan de Vida".

1. Como proclamado en Su salvaci�n.

2. Como se revela en Su Palabra. �Deje que la Palabra de Cristo more en ustedes en abundancia en toda sabidur�a�.

3. Como se exhibe en Sus ordenanzas.

4. Como ense�anza en sus mandamientos.

5. Como viniendo en gloria. ( RJ M'Ghee, M. A. )

Apacienta mis corderos (Serm�n de escuela sab�tica): - Lea todo el cap�tulo y observe el cambio de escenario. Primero, est�n en el lago pescando y arrastrando para desembarcar una multitud de peces. Todos han llegado a la orilla y sus rostros est�n vueltos hacia los pastos de la ladera. He aqu� una par�bola. La primera obra de los siervos de Cristo est� comprendida en esa comisi�n, "Id por todo el mundo", etc.

; o, parab�licamente, "L�nzate a las profundidades y suelta tus redes para un tiro". Una vez hecho esto, las almas convertidas y sacadas de las profundidades del pecado, la escena cambia: vemos un reba�o, "la Iglesia de Dios que compr� con su propia sangre". Esta obra de pastor es tan importante que tres veces el Salvador nos pide que la hagamos. Nunca debemos evangelizar tanto a la masa exterior como para olvidarnos de doblar y alimentar a los que est�n dentro. En cuanto a este pastoreo, notemos

I. LA ESFERA. �A qui�n se refiere?

1. A los peque�os en gracia. Todav�a tienen un grano de mostaza de fe: su amor no es una llama, sino una chispa que aparentemente est� en peligro de apagarse repentinamente y, por lo tanto, necesita un gran cuidado.

2. A los d�biles en gracia. Todos los que dudan, son instruidos con delicadeza, se confunden f�cilmente, abatidos de esp�ritu. Si nuestra bondad descuidara a los fuertes ser�a una l�stima, pero puede que no suponga tanto da�o como si descuidamos a los d�biles. �Consuela a los d�biles mentales; apoyar a los d�biles ". Creo que la raz�n por la que los d�biles se comprometieron con Sim�n Pedro fue porque �l mismo hab�a sido muy d�bil. El que est� rodeado de enfermedades conoce el coraz�n de los d�biles.

3. A los j�venes en gracia. Pueden ser viejos en a�os y, sin embargo, pueden ser meros beb�s en cuanto a la duraci�n de su vida espiritual y, por lo tanto, necesitan estar bajo un buen pastor. Tan pronto como una persona se convierte y se agrega a la Iglesia, debe ser objeto del cuidado y la bondad de sus compa�eros. Los j�venes conversos son demasiado t�midos para pedir nuestra ayuda, por lo que nuestro Se�or nos los presenta con un mandato enf�tico. Esta ser� nuestra recompensa, "en cuanto lo hab�is hecho", etc.

4. A los que se han convertido siendo j�venes en a�os. �Cu�nto brillo y confianza hay en los ni�os que no se ve en los conversos mayores! Nuestro Se�or evidentemente sinti� una profunda simpat�a por los ni�os, y se parece poco a Cristo que los ve como un problema y los trata como si tuvieran que ser peque�os enga�adores o simplones.

5. Estos deben ser alimentados porque

(1) Lo necesitan. El segundo �alimentar� significa ejercer el oficio de pastor, pero esto significa claramente alimentar, y dirige a los maestros al deber de instruir a los ni�os en la fe. Los corderos no necesitan tanto mantenimiento en orden como nosotros, que sabemos tanto y, sin embargo, sabemos tan poco. Los ni�os cristianos principalmente necesitan que se les ense�e la doctrina, el precepto y la vida del Evangelio. Si hay alguna doctrina demasiado dif�cil para un ni�o, es m�s culpa de la concepci�n del maestro que de la capacidad del ni�o para recibirla.

Un ni�o no solo tiene que vivir como t� y yo, sino tambi�n crecer; de ah� que tenga una doble necesidad de comida. Ya sea que ense�emos la verdad a los j�venes cristianos o no, el diablo seguramente les ense�ar� el error. La �nica manera de mantener la paja fuera de la peque�a medida del ni�o es llen�ndola hasta el borde con buen trigo.

(2) Es muy probable que se pasen por alto. Nuestros sermones a menudo pasan por encima de la gente m�s joven. �Bienaventurado el que puede hablar hasta el punto de ser entendido por un ni�o!

(3) Este trabajo es muy rentable. Hagamos lo que podamos con las personas convertidas tarde en la vida, nunca podremos hacer mucho de ellas. Eduque a un ni�o, y puede que tenga cincuenta a�os de servicio santo por delante. Tambi�n es un trabajo muy beneficioso para nosotros. Ejercita nuestra humildad y entrena nuestra paciencia; que lo intenten los que lo dudan.

II. EL HOMBRE. No solo a Pedro, sino a los que son como Pedro. Cristo lo eligi� como

1. Un protagonista. Fue uno de los triunviratos que lider� la camioneta. Pero aunque era un l�der, deb�a alimentar a los corderos, porque ning�n hombre puede pensar que es demasiado grande para cuidar de las cr�as. Los mejores de la Iglesia no son demasiado buenos para este trabajo.

2. Un hombre de buen coraz�n. Sim�n Pedro no era gal�s, pero ten�a mucho de lo que conocemos como fuego gal�s. Era el tipo de hombre que interesaba a los j�venes. A los ni�os les encanta reunirse alrededor del fuego, ya sea en el hogar o en el coraz�n. Algunas personas parecen estar hechas de hielo, y estos ni�os se alejan r�pidamente.

3. Un hombre experimentado. Hab�a pecado mucho y se le hab�a perdonado mucho. Queremos que hombres y mujeres experimentados hablen con los ni�os y les digan cu�les han sido sus peligros, sus pecados, sus tristezas y sus consuelos. Los j�venes se alegran de escuchar la historia de aquellos que han avanzado m�s en el camino que ellos.

4. Un hombre muy endeudado. Le deb�a mucho a Jesucristo, de acuerdo con esa regla del reino; ama mucho a quien mucho le ha sido perdonado.

III. LA PREPARACI�N. Pedro estaba preparado para alimentar a los corderos de Cristo

1. Al ser alimentado �l mismo. El Se�or le dio un desayuno antes de darle una comisi�n. Es muy correcto que est� ense�ando gran parte del D�a del Se�or; pero creo que un maestro es muy imprudente si no viene a escuchar la predicaci�n del evangelio y no recibe una comida para su propia alma.

2. Al estar con su Maestro. Recomiendo el estudio de libros instructivos, pero sobre todo el estudio de Cristo. Una hora de comuni�n con Jes�s es la mejor preparaci�n para ense�ar a los j�venes o a los mayores.

3. Por autoexamen. "�Me amas?" A menudo, la vasija necesita un fregado con autoexamen antes de que el Se�or pueda usarla adecuadamente para llevar el agua viva a los sedientos. Principalmente, ese examen debe realizarse con respecto a nuestro amor; porque la mejor preparaci�n para ense�ar a los corderos de Cristo es el amor, el amor a Jes�s ya ellos. No podemos ser sacerdotes en su nombre a menos que, como Aar�n, llevemos sus nombres en el pecho. Un pastor que no ama a sus ovejas es un asalariado y no un pastor. Nuestro tema es el amor de Dios en Cristo Jes�s. �C�mo podemos ense�ar esto si no tenemos amor por nosotros mismos?

IV. LA OBRA. Cada lecci�n debe ser una lecci�n de alimentaci�n. De poco sirve golpear la Biblia y gritar: "�Cree!" cuando nadie sabe lo que hay que creer. No veo ning�n uso en violines y panderetas; ni los corderos ni las ovejas pueden ser alimentados con bandas de m�sica. Apacienta los corderos; no es necesario que les pongas una flauta, ni les pongas guirnaldas al cuello; pero dales de comer. Esta alimentacion es

1. Trabajo humilde, humilde y sin ostentaci�n. Los pastores son generalmente personas tranquilas y discretas. Nunca se convierten en caballeros o compa�eros, aunque hacen un trabajo mucho m�s �til que aquellos que se colocan flotando en el rango en sus propios barriles de cerveza. As�, en la tranquilidad de muchos maestros fieles de ni�os peque�os; escuchas poco acerca de �l, sin embargo, su Maestro sabe todo acerca de �l, y oiremos de �l en ese d�a; quiz�s no hasta entonces.

2. Trabajo cuidadoso; porque los corderos no pueden ser alimentados con nada de lo que t� quieras. Pronto podr�s medio envenenar a los j�venes creyentes con malas ense�anzas. Es un trabajo cuidadoso alimentar a cada cordero por separado, y ense�ar a cada ni�o por s� mismo la verdad que mejor puede recibir.

3. Trabajo continuo. Los corderos no podr�an vivir si el pastor solo los alimentara una vez a la semana; por eso los buenos maestros de los j�venes los cuidan durante los d�as de la semana, y cuidan de sus almas con oraci�n y santo ejemplo cuando no les ense�an de boca en boca.

4. Trabajo laborioso. Nada agota tanto a un hombre como el cuidado de las almas; lo mismo ocurre con todos los que ense�an: no pueden hacer el bien sin gastarse a s� mismos. Debes estudiar la lecci�n, etc.

5. Todo esto debe hacerse con un esp�ritu de elecci�n singular; el verdadero esp�ritu de pastor es una amalgama de muchas gracias preciosas. Est� ardiente de celo, pero no ardiente de pasi�n; gentil y, sin embargo, gobierna su clase; amando, pero no gui�a el ojo ante el pecado; tiene poder sobre los corderos, pero no es dominante ni agudo; tiene alegr�a, pero no frivolidad; libertad, pero no licencia; solemnidad, pero no tristeza. El que cuida de los corderos deber�a ser �l mismo un cordero; y hay un Cordero delante del trono que nos cuida a todos, y lo hace de manera m�s eficaz porque en todas las cosas es semejante a nosotros.

V. EL MOTIVO.

1. El motivo era ser el yo de su Maestro. Si Pedro hubiera sido el primer Papa de Roma, seguramente Cristo le habr�a dicho: "Apacienta tus ovejas". El trabajo que tienen que hacer no es de ning�n modo para ustedes. Tus clases no son tus hijos, sino de Cristo.

2. Sin embargo, si bien esta es una ocupaci�n de abnegaci�n, es una de las formas m�s nobles de servicio. �Qu� maravilloso que Jes�s nos los haya encomendado! Jes�s, en efecto, dice: "Te amo tanto que te conf�o lo que compr� con la sangre de Mi coraz�n".

3. Debemos alimentar a los corderos de Cristo por amor.

(1) Como prueba de amor. Si me am�is, apacienta mis corderos.

(2) Como una afluencia de amor. Si amas un poco a Cristo cuando comienzas a hacer el bien, pronto lo amar�s m�s. El amor crece con el ejercicio activo.

(3) Como una efusi�n de amor. Una persona puede ir a casa, sentarse y gemir: "Es un punto que anhelo saber, que a menudo provoca pensamientos ansiosos", etc., pero si se levanta y trabaja para Jes�s, el punto que anhela saber pronto lo har�. ser resuelto. ( CH Spurgeon .)

Apacienta mis corderos

I. �POR QU� SE COMPARAN LOS NI�OS CON LOS CORDEROS?

1. La primera idea sugerida es la de la inocencia. Hay algo inexpresablemente puro e inofensivo en estas peque�as criaturas. No solo en alusi�n a Su sacrificio, sino tambi�n a Su car�cter, Jes�s es descrito como el "Cordero de Dios", "un cordero sin defecto y sin mancha". Y los ni�os peque�os son as� como corderos. No olvidamos el triste hecho de la degeneraci�n del hombre. Pero no debemos hacer que nuestra teolog�a sea espantosa violando la naturaleza y el sentido com�n al considerar a los ni�os como grandes pecadores.

Mira a este beb� reci�n nacido. No tiene poder para ejercer el arrepentimiento, ni tiene ninguna culpa de la que arrepentirse. El intento de inducir el remordimiento por faltas imaginarias dificulta la tarea por la facilidad de las faltas que son reales. Y en cuanto a estos, deber�amos tratar a los ni�os peque�os de acuerdo con los hechos y no con la teor�a. Cuando dejan de ser ni�os y realmente hacen lo malo, debe tenerse en cuenta que todav�a son necesariamente incapaces de cometer muchos tipos de pecado.

Comparativamente, todav�a son "corderos". Que no se los induzca a hacer confesiones que en sus labios son absurdas; cantar himnos o rezar oraciones que para ellos no son verdaderas; profesar emociones que les es imposible sentir. Mantengamos tambi�n a ellos ignorantes del pecado el mayor tiempo posible. Son muy da�inos muchos libros, dibujos y exposiciones que hacen que los ni�os se familiaricen con el mal antes de tiempo.

Debemos tener cuidado incluso al seleccionar sus lecciones b�blicas. Ba�ista, adaptemos nuestra ense�anza a su inocencia. No les digamos lo atractivos que son los pastos prohibidos, y corramos el riesgo de impresionarlos m�s con los encantos que con los peligros de extraviarse. M�s bien, mostr�mosles la belleza de los pastos donde el Pastor los conduce ahora, la seguridad del redil, la felicidad del reba�o. Deje que la ense�anza positiva del bien los fortalezca contra el mal cuando venga.

2. Este pensamiento nos recuerda que est�n errantes. Los corderos se aventuran desde el lado de su madre, y en tropas juguetonas vagan de un lado a otro. Por inocentes que sean al principio, los ni�os tienen dentro de s� las semillas del mal que s�lo necesitan circunstancias favorables para desarrollarse. La inclinaci�n interior es respondida por la oportunidad sin que �Un le�n rugiente� vigile a los corderos. Miren a estos ni�os peque�os para quienes el robo, el adulterio y el asesinato son palabras sin significado.

Piense ahora en los criminales de nuestras c�rceles. Una vez fueron inocentes como corderos. �Pobre de m�! cu�n insensatos, o desalmados, o ambos, son algunos padres. Las ni�as y los ni�os de los pobres deambulan por las calles como si ning�n peligro los amenazara; y los hijos de los m�s ricos a menudo son enviados a las escuelas sin ninguna precauci�n con respecto a los asociados que ya son viejos en el pecado.

3. Los corderos son juguetones. �Qu� vista es m�s agradable en la primavera que los alegres juegos de un cordero joven? �Qu� bondadoso es el Creador! ��l ha alegrado todas las cosas! Los ni�os tambi�n est�n felices. �Con qu� rapidez se secan las l�grimas! �Qu� poco les agrada! Los maestros religiosos deben cultivar esta alegr�a. Tendr�n bastante tristeza alg�n d�a. Que se diviertan mientras puedan. Que la religi�n no desapruebe su felicidad.

Dios hizo re�r con tanta certeza como hizo llorar. La alegr�a tambi�n deber�a caracterizar su religi�n. La naturaleza, el libro abierto de Dios, est� llena de deleite para ellos. La Biblia est� guardada para divertirlos. Gu�e a los corderos por los verdes y agradables pastos, no por rocas escarpadas demasiado empinadas para sus diminutos pies. Especialmente permita que Jes�s, en toda la hermosura de su car�cter humano, sea el tema constante del maestro.

Que los himnos que cantan sean gozosos como ellos, y que las melod�as expresen su propia alegr�a de coraz�n. Que los servicios p�blicos a los que son llevados no sean tan largos ni inadecuados para su comprensi�n como para vincular las ideas de cansancio con la adoraci�n. Y que el domingo sea un d�a de especial placer.

4. Un cordero es un emblema de debilidad y mansedumbre. El mismo Buen Pastor fue llevado "como un cordero al matadero"; y se le representa reuniendo los corderos en su seno. �l gu�a gentilmente a aquellos que necesitan un trato suave. Sea amable con los corderos. No pueden correr lejos ni correr mucho. Pueden resultar gravemente heridos "si alg�n d�a los hombres los sobrepasan". Algunas buenas personas no son sabias a este respecto.

Pueden ser muy concienzudos al criar a sus hijos; pero son muy estrictos. �Qu� maravilla si esos ni�os han sido repelidos en lugar de atra�dos! �Es tan misterioso que se han equivocado?

II. ESTOS CORDEROS SON DE CRISTO.

1. El "Verbo", que se hizo "carne", cre� cada corderito. Su Hacedor, que conoce todas sus necesidades, nos pide que los cuidemos como si fueran suyos.

2. Son de Cristo porque �l los redimi�. Si Jes�s muri� por todo el mundo, �qui�n se atrever� a excluir a aquellos a quienes dijo: "De tales es el reino de los cielos?" Nacidos en un mundo redimido, son la posesi�n comprada de su Se�or.

3. Los ni�os son el tesoro peculiar de Cristo. Una gran parte de su propia vida la pas� en la ni�ez. A menudo mostr� su amor por los ni�os. Los ni�os lo amaban y le cantaban hosana cuando los escribas y fariseos lo insultaban. �l tom� su parte y dijo: "�No hab�is le�do: De la boca de los ni�os y de los que maman perfeccionaste la alabanza?" Le dijo a Pedro: "Apacienta mis corderos". �Cu�n abundantemente se ha derramado Su gracia sobre los ni�os! Y en el cielo, los ni�os constituyen la mayor parte de su multitud y la joya m�s brillante de la corona mediadora. Trat�moslos como tales. No son del diablo y no deben dejarse en sus manos.

III. LOS CORDEROS DE CRISTO DEBEN SER ALIMENTADOS.

1. Deben ser llevados al �nico pasto verdadero. Jes�s es "el pan de vida". Se morir�n de hambre con meras ceremonias y reglas de la Iglesia. Incluso la doctrina, por b�blica que sea, no es suficiente.

2. Deben ser alimentados; no llevados al prado simplemente para que lo vean; ni conducido a �l y sobre �l y luego de �l; pero inducido a acostarse all� y convertirlo en su hogar y en el alimento habitual y la alegr�a de sus almas. Deben ser alimentados, no abarrotados; pero la verdad se les ha de dar en tal medida y en tales momentos que puedan digerirla y crecer por ella.

3. Deben ser alimentados mientras sean corderos. La primera clase de infantes deber�a estar en casa y la madre la primera maestra. Las instrucciones de la iglesia y la escuela son posteriores y auxiliares. ( Newman Hall, LL. B. )

La simpat�a de Cristo por los corderos de su reba�o

I. LOS OBJETOS DEL CUIDADO DEL SALVADOR - "Mis corderos".

1. J�venes cristianos. Con estos nos referimos a todos, en la juventud o en la madurez, que son j�venes en el cristianismo. �Eres as�? Entonces ser�s sabio para la salvaci�n y andar�s en los �caminos agradables� y los �senderos de paz� de la sabidur�a. Sin embargo, su conocimiento no es perfecto y su fe a�n no est� confirmada y firme.

2. Los dolientes en Sion. Pecadores arrepentidos que buscan la salvaci�n, con corazones "quebrantados y contritos". El Buen Pastor te ama, busca, s�, te salva. "Bienaventurados los que lloran porque ellos ser�n consolados".

3. Ni�os peque�os. �Cu�n grande es su n�mero! �Qu� importante es su posici�n! �Cu�n peligrosas son sus circunstancias! �Qu� hermoso, vivo, tierno, errante, pecaminoso! Pensar en

(1) Su culpa y depravaci�n hereditarias.

(2) Su capacidad y necesidad.

(3) Su posici�n e influencia.

(4) Su peligro y

(5) deber. Su redenci�n y recuperaci�n.

(6) Su destino.

II. LA IMPORTACI�N DE LA CARGA DEL SALVADOR

1. Se proporcionan y preparan alimentos. �Son ignorantes y se encuentran en un estado de indigencia intelectual? Esto se cumple en la Biblia. �Est�n condenados y en estado de indigencia judicial? Esto se cumple con la Expiaci�n. �Son depravados y se encuentran en un estado de indigencia espiritual? Esto se cumple con el don del Esp�ritu. �Son pecadores y se encuentran en un estado de indigencia moral? Esto se cumple en la provisi�n del Evangelio. �Est�n en un estado de indigencia f�sica?

Esto se cumple en "la resurrecci�n de vida". �Est�n, en resumen, en un estado de indigencia que nada menos que la Deidad puede satisfacer? Aqu� hay comida

(1) Adecuado y suficiente.

(2) Exhaustivo y gratuito.

(3) Satisfactorio y sustentador.

(4) Cercano y necesario.

2. La comida proporcionada y preparada debe ser entregada a los corderos.

(1) Ens��eles �la Santa Biblia� y todo lo que pueda de su autenticidad e inspiraci�n; sus doctrinas, deberes e instituciones; su Autor, origen y fin. Aqu� est� el Libro de la Escuela, el manual de los ni�os, el tesoro de los j�venes y el profundo libro de texto de los padres, la �Enciclopedia� de la salvaci�n. La Biblia es el libro m�s antiguo, sabio y mejor del mundo.

(2) Entr�nelos y ati�ndalos

(a) En el h�bito regular de leer, reverenciar, creer y amar la Biblia.

(b) Creer, confiar y descansar en la expiaci�n del Salvador.

(c) Recibir y obedecer, seguir y honrar al Esp�ritu de Cristo.

(d) En el deber de someterse a la ley del evangelio.

(e) Vivir en referencia al juicio.

3. Pero, �c�mo se va a lograr todo esto? Nos aventuramos a proponer el siguiente sistema: Sea

(1) Varias en adaptaci�n.

(2) Uniforme en tendencia.

(3) Amable, pero firme, en la aplicaci�n. ( J. Estado de �nimo .)

Cuidando los corderos

Hace muchos a�os, cuando daba mi paseo matutino por la base de Schiehallion, una de nuestras monta�as m�s elevadas de las Tierras Altas, conoc� a un Pastor, un asistente habitual en mis reuniones sab�ticas. Ten�a su plaid muy bien envuelto alrededor de �l, y evidentemente ten�a algo en �l que llevaba con inusual cuidado. Despu�s de un saludo amistoso, dije: "�Qu� es esto, Malcolm, que tienes en tu plaid?" �l respondi�: �Es un pobre cordero abandonado.

Cuando estaba haciendo mis rondas esta ma�ana, lo encontr� tirado en el suelo fr�o, su madre lo hab�a dejado y pronto habr�a muerto �. "�Y qu� piensas hacer con �l?" "Yo lo alimentar�", dijo el amable pastor, "y pronto ser� uno del reba�o". As� lo hizo. El pobre cordero abandonado, revivi�, creci� y se convirti� en uno de los m�s vivos y fuertes del redil, mientras que debi� haber suspirado y muerto si no fuera por la compasi�n del pastor. ( Revista Uni�n .)

El pastoreo de los corderos

I. CRISTO PIENSA EN LOS NI�OS COMO CORDEROS. De todo el reba�o, los �ambos se guardan con m�s cuidado dentro del redil. Se puede permitir que las ovejas se extrav�en, pero no los corderos. En una tierra como Palestina, un cordero fuera del redil pronto dejar�a de ser presa de las fieras. Cristo siempre consider� a los ni�os como parte del reino. �l podr�a decir a sus disc�pulos: �Os har� pescadores de hombres�, pero nunca les dijo que fueran pescadores de ni�os, deb�an ser pastores de los ni�os, que ya estaban en el redil.

Ahora, eso tiene un significado muy profundo tanto para los corderos como para los pastores. Para los corderos, significa que Cristo los ama, que est�n en Su gran redil, �l es su Pastor. Si supieras cu�nto te ama, dir�as: "Lo amo porque �l me am� primero". Pero tiene un significado para quienes los alimentan. Debemos tratarlos como corderos. Todav�a no est�n en las oscuras monta�as de la incredulidad, ni en el lejano pa�s del pecado.

No tenemos que traerlos a casa, sino tenerlos en casa. Si vamos a hacer esto, siempre debemos hablar de Dios como su mejor amigo. Si as� piensan en �l, nunca desear�n abandonar el bendito recinto.

II. CRISTO DICE QUE DEBEN SER ALIMENTADOS. No crea que son demasiado j�venes para ser alimentados. Pronto ser�n ovejas. Los reba�os del futuro estar�n determinados en gran medida por el trato que reciban ahora los corderos. Vemos esto con bastante claridad en otros reinos. Si un ni�o tiene escasez de comida, sufrir� en el cuerpo todos los d�as. No despu�s de la abundancia remediar� la negligencia. Si a un ni�o no se le ense�an los elementos del conocimiento, ser� dif�cil adquirirlos despu�s.

Pero no vemos tan claramente (�ojal� lo hici�ramos!) La inmensa importancia de proporcionar alimento espiritual. El descuido de esto nunca podr� remediarse. M�s adelante en la vida, el ni�o puede llegar al conocimiento de la verdad, pero incluso entonces el car�cter no ser� el que hubiera sido si hubiera sido alimentado en los primeros d�as a la manera de Cristo. Puede tomar un �rbol que haya crecido durante algunos a�os en un lugar o direcci�n y moverlo a otro lugar o darle otra direcci�n; pero nunca tendr� el vigor o la gracia de un �rbol joven plantado en el lugar correcto y adiestrado desde el principio en la direcci�n deseada.

�Los plantados en la casa del Se�or florecer�n en los atrios de nuestro Dios�, etc. Es f�cil ver por qu� deber�a ser as�. La inclinaci�n de la vida se determina en los primeros d�as, luego se forman los h�bitos y se fijan el tono general y el car�cter del alma.

III. DEBEN TENER ALIMENTOS CONVENIENTES PARA ELLOS. Seguramente oculta en la palabra la idea de que la comida debe ser sencilla. Los corderos no prosperar�n con la comida de las ovejas. Necesitan la leche, no el heno duro, la hierba tierna y no las ra�ces �speras. Es casi tan malo darles lo que no pueden digerir como no darles nada para digerir. En este libro hay una abundancia de provisi�n, pero debemos asegurarnos de que hagamos una selecci�n correcta a partir de ella. Muchas partes de las Sagradas Escrituras no se adaptan a la capacidad ni se calculan para satisfacer las necesidades de un ni�o.

Solo confundir�n y dejar�n perplejos. Las palabras de nuestro Se�or son las m�s adecuadas para los ni�os. Con tanta frecuencia habl� en par�bolas que casi siempre hay una imagen para que la vean mientras leen sus palabras. Entonces, tambi�n, nuestro Se�or siempre est� hablando de un Padre y de Su gran amor; siempre revel�ndole en palabras de ternura y gracia. Ahora, lo principal es que el ni�o se sienta atra�do hacia Dios, que lo conozca en Jesucristo, que lo considere el mejor amigo. Si podemos fijar el coraz�n joven en Dios, entonces nuestro trabajo est� casi hecho.

IV. DEBEN SER ALIMENTADOS POR LOS QUE AMAN AL BUEN PASTOR. El naturalista debe hacer su trabajo mediante la observaci�n aguda; el fil�sofo a la seca luz de la raz�n; el principal aliado del poeta es la imaginaci�n; pero el amor es lo supremo en el reino de Dios. La ansiedad de nuestro Se�or tiene que ver con el amor de Pedro. Si su coraz�n estaba bien, Cristo sab�a que todo lo dem�s saldr�a bien. ( W .

G. Horder. )

Cuida a los ni�os

El presidente Harrison ense�� durante varios a�os en una escuela sab�tica a orillas del Ohio, y el domingo antes de partir de su casa hacia Washington para asumir los deberes de magistrado principal de la naci�n, se reuni� con su clase de Biblia como de costumbre; y cabe esperar que su �ltimo consejo sobre el tema a su jardinero en Washington nunca sea olvidado por su pa�s. Cuando se le aconsej� que tuviera un perro para proteger su fruta, respondi�: "Mejor que un maestro de escuela dominical se encargue de los ni�os". ( W. Baxendale .)

Cuidado de los ni�os

Un ingl�s, de visita en Suecia, observando el cuidado que se tiene en ese pa�s para educar a los ni�os, que son rescatados de las calles y colocados en escuelas especiales, pregunt� si no era costoso. �S�, pero no querida. Los suecos no somos lo suficientemente ricos como para permitir que un ni�o crezca en la ignorancia, la miseria y el crimen, para que se convierta en un azote para la sociedad y en una desgracia para s� mismo ". ( Linterna del predicador .)

Ministrar a los ni�os

Se dijo bellamente de un ministro: "Con los j�venes se esforz� mucho y fue un �rbol de conocimiento, con frutos que los ni�os pod�an alcanzar". ( J. Houghton, D. D. )

Reclamaciones de ni�os

Edmund Burke una vez se vio obligado a oponerse en el Parlamento a una desafortunada ley de matrimonio. Cerr� un pasaje de maravillosa elocuencia con estas palabras: ��Por qu� hablo de sentimiento paterno? Los ni�os son partes a ser consideradas en esta legislaci�n. El promotor de este proyecto de ley no tiene hijos ". ( Joseph Cook .)

Los reclamos de los ni�os

Si pudiera subir al lugar m�s alto de Atenas, alzar�a mi voz y proclamar�a: �Conciudadanos, �por qu� se voltean y raspan cada piedra para juntar riquezas y cuidan tan poco de sus hijos, a quienes un d�a deben renunciar a todo ". ( S�crates .)

Ni�os una confianza de Dios

El hijo de un hombre muy eminente en la profesi�n legal estuvo una vez en el muelle de un delincuente esperando una sentencia de transporte. Dijo el juez, que conoc�a su origen e historia: "�Te acuerdas de tu padre?" "Perfectamente", dijo el joven. �Siempre que entraba en su presencia me dec�a: 'Huye, muchacho, y no me molestes'�. El gran abogado pudo as� completar su gran obra sobre �La ley de los fideicomisos�; y su hijo, a su debido tiempo, proporcion� un comentario pr�ctico sobre la forma en que un padre hab�a cumplido con el m�s sagrado de todos los fideicomisos que se le hab�an encomendado en la persona de su propio hijo. ( Dr. Potter .)

Importancia de los ni�os

Un se�or paseaba por su finca con un amigo, exhibiendo sus cosechas, reba�os de ganado y reba�os de ovejas, con todo lo cual su amigo estaba muy complacido, pero con nada m�s que sus espl�ndidas ovejas. Hab�a visto la misma raza con frecuencia antes, pero nunca ejemplares tan nobles, y con gran seriedad pregunt� c�mo hab�a logrado criar tales reba�os. Su simple respuesta fue: "Yo cuido de mis corderos, se�or". ( Tesorer�a familiar ).

Versículos 18-23

Cuando eras joven te ce��as

Luz en el camino de Peter

I. EL FUTURO DESTINO DE PEDRO DIVULGADO ( Juan 21:18 ).

1. La forma de la divulgaci�n.

(1) Solemnemente - "De cierto, de cierto".

(2) Con autoridad. "Yo", que s� todas las cosas, "os digo".

(3) Sensaci�n. Puede haber una peque�a duda, pero Cristo se sinti� profundamente conmovido.

2. Su forma. No en forma literal sino velada.

3. Su importancia.

(1) Indirectamente, una promesa de que Pedro alcanzar�a una edad avanzada, cumplida con su muerte en el 64 d.C.

(2) Directamente una predicci�n de que su carrera terminar�a en martirio.

4. La raz�n de ello. Quiz�s

(1) Para indicar la necesidad de mantener el amor que acababa de profesar.

(2) Para darle la oportunidad de borrar su desgracia haciendo lo que declar� que estaba dispuesto a hacer ( Juan 13:37 ).

(3) Poner ante �l el honor m�s alto que pudiera ganar: la comuni�n con Cristo, no solo en la publicaci�n, sino tambi�n al morir por la verdad ( Mateo 5:10 ; Lucas 6:22 ; Hechos 5:41 ; Romanos 8:17 ; Filipenses 1:29 ; 2 Timoteo 2:12 ; Hebreos 13:13 ; 1 Pedro 3:14 ).

II. DECLARADO EL DEBER ACTUAL DE PEDRO ( Juan 21:19 ).

1. La acci�n simb�lica. Al decir �S�gueme�, probablemente Cristo adapt� la acci�n a la palabra, volvi�ndose y haciendo como si se fuera.

2. El significado espiritual. Si esta sugerencia es correcta, sigue siendo cierto que Cristo ten�a la intenci�n de m�s que invitar a Pedro fuera de la compa��a. Su llamado fue un llamado a seguirlo

(1) En servicio oficial.

(2) Por imitaci�n personal.

(3) Hasta la muerte.

(4) A trav�s de las agon�as del martirio.

(5) Al mundo de la gloria del m�s all�.

III. LA IMPETUOSIDAD CARACTER�STICA DE PEDRO RESTRINGIDA ( Juan 21:20 ).

1. La pregunta de Pedro: ��Se�or, y este hombre! �Qu� hay de �l?

(1) La ocasi�n. Ver a Juan seguir, atra�do, sin duda, por el amor de Cristo por �l ("el disc�pulo a quien Jes�s amaba"), e impulsado por su amor por Cristo ("quien tambi�n se inclin�", etc.).

(2) El motivo de la misma. No celos, tal vez curiosidad natural, probablemente inter�s amistoso en John.

(3) Lo incorrecto. No irreverente hacia Cristo (�Se�or�), o cruel con Juan, o pecaminoso en s� mismo ( Juan 14:13 ); era irrelevante, no ten�a nada que ver con el tema en cuesti�n, que era el deber de Pedro, no el destino de Juan; e inquisitivo, manifestando una preocupaci�n por los asuntos ajenos no requerida por el amor fraterno, si no rozando la presunci�n, como buscando ser informado de cosas secretas que pertenecen a Dios.

2. Respuesta de Jes�s (vers�culo 22).

(1) Lo que signific� para Pedro: reprender. No le correspond�a hacer arreglos, ni deb�a interesarle saberlo ( Hechos 1:7 ). Todo esto podr�a quedar con Cristo. Su deber era seguir a Cristo.

(2) Lo que signific� para Juan. No es que no deba morir; simplemente para que pudiera ser la voluntad de Cristo que se demorara mucho en el campo de trabajo hasta que Cristo regresara, no es que fuera as�; y que si era un asunto exclusivo de John.

Aprender

1. S�lo a Cristo pertenece la prerrogativa de designar a sus siervos sus respectivas esferas y experiencias.

2. Los destinos futuros de los siervos de Cristo, as� como sus deberes presentes, est�n dispuestos por Cristo y son conocidos por �l.

3. Para la felicidad de los siervos de Cristo, basta con aprehender el deber presente.

4. "Las cosas secretas pertenecen a Dios", etc.

5. Si bien los siervos de Cristo pueden ser audaces al dar a conocer sus pedidos, existen l�mites para sus pedidos.

6. El poder impulsor m�s fuerte es el amor a Cristo.

7. El pueblo de Cristo no est� exento de malinterpretar sus palabras.

8. Cuando las palabras de Cristo son parcialmente oscuras, es prudente ce�irse a lo claro en ellas y esperar m�s luz. ( T. Whitelaw, DD )

Cuando seas viejo, te ce�ir� otro y te llevar�. No somos ninguno de nosotros para elegir c�mo serviremos a Cristo. Puede parecer que tenemos la opci�n, pero tarde o temprano descubriremos que no podemos seguir haciendo el trabajo que m�s nos conviene. Se nos pedir� algo que no esper�bamos, algo que ponga a prueba nuestra fuerza y ??constancia justo donde somos m�s d�biles.

Hay muchos hombres activos, serios y sinceros que se sienten movidos por un deseo muy real de hacer algo para promover el reino de su Maestro en la tierra. Quiz�s les gustar�a, predicar y ense�ar en casa, o salir como misioneros a tierras extranjeras; y los deberes del hogar, su forma de vida, las circunstancias en las que la providencia de Dios los ha colocado, les quita el poder de servir a Dios en el camino de su propia elecci�n.

Y sienten que no pueden hacer nada alto o noble, como si Jes�s los estuviera reteniendo y no les permitiera tener la oportunidad de servirle. Pero si de ninguna otra manera pueden servirle como lo hizo Pedro al final, mediante el sufrimiento paciente y la abnegaci�n por su causa. Luego hay muchos que, desde la vejez o por enfermedad y dolencia, se ven separados de la vida de utilidad activa que amaban. En lugar de prepararse para esperar a los dem�s, para guiarlos, guiarlos y ayudarlos, deben tener a otros que los ce�en, los atiendan, los atiendan.

Para esas personas, el pensamiento m�s doloroso posible es que no sirven de nada. Cuando se les dice que no deben esperar nunca m�s salir a trabajar, cuando, tal vez por alguna aflicci�n corporal, est�n tan desamparados que no pueden ni siquiera esperar por s� mismos, sienten que ser�a mejor, m�s f�cil, hacerlo. morir de una vez. No desean descansar hasta alcanzar el reposo preparado para el pueblo de Dios, y se han acostumbrado a considerar toda obra para el Se�or como una obra activa y estimulante.

Que los tales recuerden que para Su querido siervo y amigo el Se�or fij� un tiempo de descanso, un tiempo de descanso en la prisi�n, antes del �ltimo descanso de todos, y que �l, tan dispuesto a hacerlo, tuvo que aprender tambi�n en silencio a sufrir. Recuerdo a un buen cl�rigo que durante m�s de cincuenta y seis a�os, primero como coadjutor y luego como vicario, ministr� en la Iglesia de Dios. En todos esos a�os, salvo un breve descanso en verano, su vida hab�a sido de constante actividad.

Cuando era joven, se hab�a dedicado seriamente al esfuerzo que se estaba haciendo para extender a los hijos de los pobres las bendiciones de la educaci�n cristiana. Ocupado en su propia parroquia, todav�a hab�a encontrado tiempo para ayudar a realizar muchas buenas obras en otras partes del pa�s, con su consejo y presencia. Hab�a escrito libros que han consolado a muchos corazones cansados. Cuando ten�a cerca de ochenta a�os segu�a trabajando en su propia parroquia como anta�o, visitando a los enfermos, consolando a los afligidos, conduciendo con dulzura a los que se hab�an desviado, predicando el evangelio a los pobres.

As he began to feel his strength grow less, his one desire was that he might be able to go on being useful in his day and generation till the Master�s call should come. One day he met with an accident&mdashserious at his time of life&mdashand which would have proved fatal to one of less temperate habit and brave heart. But though he to a certain extent recovered, and lived for nearly a year after, he was never able again to minister in the church, or visit in his parish.

Al principio, cuando se dio cuenta de que su vida activa hab�a terminado, su esp�ritu brillante y alegre parec�a como si fuera a fallarle. No pod�a soportar la idea de ser una carga para los dem�s, aunque incluso en su entonces d�bil estado, pocos hombres de su edad requer�an o recibir�an menos atenci�n y espera. Pero pronto recuper� su acostumbrada alegr�a; Encontr� mucho de lo que todav�a pod�a hacer por �l a quien ya hab�a servido con los mejores a�os de su vida.

Ning�n serm�n que �l haya predicado, ning�n libro que haya escrito, dio testimonio tan claramente de su Se�or como lo hizo el �ltimo a�o de paciente espera por el llamado. Oh, amigos m�os, bendito sea ese siervo a quien su Se�or, cuando venga, encuentre ci��ndose para trabajar; pero no menos bienaventurado es aquel que, soportando pacientemente la enfermedad, la debilidad, la inactividad forzada, su Se�or lo encontrar� esperando. ( S. Hobson, M. A. )

El protagonista de Peter

El otro, que iba a guiar a Pedro en contra de su propia voluntad, es Dios con su mano poderosa. Esta direcci�n la encontramos en los Hechos de los Ap�stoles. Pedro se ve obligado a renunciar a su ardiente deseo de recoger las ovejas perdidas de la casa de Israel en el redil de Cristo; Israel no se convierte en Israel; Pedro se ve obligado a abandonar la ciudad santa, que solo tiene prisi�n y la espada para entregar a los siervos de su Rey; a Samaria lo lleva su l�der soberano, y a la casa del gentil Cornelio, y finalmente a Roma, la nueva Babilonia, de donde fortaleci� a los elegidos extranjeros de la dispersi�n que Pablo, el ap�stol de los gentiles, hab�a tra�do a la tierra. redil de Israel, los fortaleci� para soportar la persecuci�n y contra las seducciones de los falsos profetas.

De Jerusal�n a Babilonia, fue en contra de la naturaleza. Y esta ofrenda de su propia vida, este hacerse libre de toda voluntad propia, deb�a ser coronado y perfeccionado en la muerte del m�rtir, por el cual glorificar�a a Dios: entonces �l extender�a esas manos que hab�an sido tan activo en su juventud, para estar atado a la cruz; en lugar del cinto de su juventud, la soga de un verdugo ce��a sus vestiduras ( cf. Hechos 21:11 )

; en lugar de caminar adonde quisiera de una cosecha pentecostal a otra, deber�a ser llevado adonde no quisiera, a la muerte dolorosa e ignominiosa de la cruz. ( R. Besser, D. D. )

El verdadero servicio del cristianismo al hombre

No hay una pregunta tan generalmente discutida como esta, y tres clases dan una respuesta incorrecta.

1. Aquellos que sostienen que el cristianismo ha perjudicado, en lugar de beneficiado, a la raza. Nos dicen que ha deformado los juicios del hombre, alimentado el sentimentalismo m�rbido, seccionado la sociedad y ha servido a los fines de la superstici�n, el arte sacerdotal y la tiran�a.

2. Aquellos que sostienen que es una de las muchas fuerzas elevadoras que act�an en la sociedad. Nos dicen que generalmente es �til para el hombre en una etapa inferior de civilizaci�n; que, como las teor�as y supersticiones de los viejos tiempos, tiene su misi�n, que cumplir� y luego quedar� obsoleta, para quedarse atr�s a medida que la raza avanza en inteligencia y virtud viril.

3. Los que sostienen que todo lo hace por el hombre. Dicen que no hay nada bueno en el mundo excepto el cristianismo, nada en la naturaleza, la ciencia y los sentimientos del hombre sin �l; y que si un hombre lo tiene, no necesita nada m�s. Estos sentimientos conflictivos plantean la pregunta: "�De qu� sirve realmente?" Miremos esto

I. DEL LADO NEGATIVO. Este incidente sugiere

1. Que el cristianismo no contrarresta los cambios naturales a los que est� sujeta la vida f�sica del hombre. "Cuando eras joven", etc. Pedro fue un disc�pulo genuino; pero, sin embargo, Cristo le dice, en efecto, que el cristianismo en su alma no evitar�a que el tiempo agotara su cuerpo, y que la edad incapacita al hombre para ejecutar sus voliciones. �Cuando eras joven, pod�as manejar el remo, vagar por los campos, escalar las colinas; hab�a energ�a y flexibilidad en tu cuerpo, por lo que f�cilmente podr�as ejecutar tus deseos.

Pero cuando seas viejo, aunque tu voluntad sea vigorosa, tu poder ejecutivo desaparecer� ". El cristianismo no evitar� que la flor se desvanezca de la mejilla, que el brillo desaparezca del ojo, que la fuerza desaparezca de la extremidad. El cristianismo no ofrece resistencia al curso regular de la naturaleza ni expiaci�n por sus violaciones. Este hecho muestra

(1) Que los sufrimientos f�sicos no son un criterio para los estados morales individuales. Algunos de los mejores hombres son los que m�s sufren, y algunos de los m�s �tiles mueren en el cenit de la vida.

(2) Que el cristianismo respeta las ordenanzas de la naturaleza. Independientemente de c�mo beba el esp�ritu de la religi�n y de lo consagrado que est� a su servicio, si se rebela contra la naturaleza, debe sufrir.

(3) Que si los disc�pulos de Cristo quieren ser felices f�sicamente, deben prestar atenci�n, como los dem�s hombres, a las leyes f�sicas. Si necesita comodidades f�sicas, no le servir� de nada cantar �El Se�or proveer� y sentarse en la pereza.

2. Que el cristianismo no protege al hombre de las opresiones sociales de la vida. Aqu� se predice que Pedro morir�a de crucifixi�n. Su religi�n lo expuso m�s bien a la malicia de los hombres. El cristianismo ense�a que si queremos vivir piadosamente, debemos sufrir persecuci�n. Este hecho muestra

(1) Que el cristianismo puede prescindir del favor del mundo. No autoriza el compromiso de sus principios para ganar patrocinio mundano; pero nos obliga a llevarlos a cabo en su plenitud y fuerza, incluso contra un mundo en armas.

(2) Que el cristianismo puede prescindir de la vida de sus seguidores m�s devotos, en lugar de sin su fidelidad.

3. Que el cristianismo no resuelve los problemas especulativos de la vida. ��Por qu� debo ser tratado as�? �Qu� ser� de John? ��l tambi�n ser� crucificado? �O vivir� el t�rmino natural de la vida? " A esto Jes�s responde: "�Qu� te importa?" Hay muchas preguntas urgentes a las que el cristianismo no ofrece m�s respuesta que �sta, y por buenas razones.

(1) El fomento de los secuestros fortalecer�a la tendencia especulativa en lugar de mejorar el coraz�n. Una respuesta llevar�a a otra pregunta, y as� interminablemente.

(2) Una respuesta crear�a emociones que paralizar�an la acci�n moral. �Suponiendo que supi�ramos lo que nos pasar�a a nosotros y a los nuestros!

(3) Una respuesta multiplicar�a las fuerzas que nos desv�an de la piedad pr�ctica.

4. Que el cristianismo no nos dota de un juicio infalible en esta vida (vers�culo 23). Los disc�pulos cayeron en una interpretaci�n incorrecta del significado del Salvador. El cristianismo aclara, fortalece y gu�a el juicio, pero no lo vuelve infalible. Si estos �hermanos� pudieron cometer este error, mucho m�s sus sucesores.

II. EL LADO POSITIVO.

1. El incidente sugiere que atrae el inter�s de Cristo por la historia de sus disc�pulos. �C�mo muestran esto los evangelios? y ahora se muestra en la profec�a del futuro de Pedro, y su preparaci�n para afrontarlo. �No es nada para despertar el inter�s del Gobernador del universo? Nada que te interese de One

(1) �Qui�n conoce todo el pasado, presente y futuro de tu vida interior y exterior?

(2) Quien tiene amplio poder para controlar los eventos de la vida exterior y suplir las aspiraciones de la interior para coronar su existencia con perfecta bienaventuranza. �Qu� pensamiento puede ser m�s inspirador y edificante para el alma que este?

2. El incidente sugiere que da gloria a Dios por la muerte de sus disc�pulos. Ilustra

(1) La misericordia de Dios. Visite el lecho de muerte del disc�pulo genuino; marque la calma, la resignaci�n y, a veces, el �xtasis triunfante en medio de la angustia f�sica. Es la misericordia la que sostiene el esp�ritu en medio de los misteriosos sufrimientos de la disoluci�n.

(2) La fidelidad de Dios, que ha prometido estar con su pueblo en la �ltima hora. �Esto no es nada? Glorificar a Dios, ilustrar sus perfecciones, es el fin de la creaci�n, el deber y el objetivo supremo de los santos en todos los mundos. �No es nada para el cristianismo permitir que hombres pobres y depravados hagan en la muerte lo que es el objetivo m�s elevado del m�s alto seraf�n?

3. El incidente sugiere que da una unidad y atracci�n definidas a todos los deberes de sus disc�pulos. Qu� teor�as del deber humano han propuesto los sabios �ticos. �Qu� voluminosos c�digos legales! Pero el cristianismo reduce todos los deberes a "S�gueme". El cristianismo presenta el deber, no en proposiciones �ridas, sino en una vida fascinante. En Cristo lo vemos en las formas m�s perfectas, atractivas y practicables. �Esto no es nada? ( D. Thomas, D. D. )

La profec�a y su principal lecci�n

En su vejez, el Ap�stol ser�a crucificado: se le har�a extender las manos sobre las vigas transversales de la cruz y se ce�ir�a (o atar�a alrededor de la cintura) al instrumento de tortura con una cuerda. La tradici�n dice que fue crucificado, a petici�n propia, con la cabeza hacia abajo; en ese caso, probablemente ser�a necesario ce�irse o atarse con fuerza a la cruz, para mantener el cuerpo de la v�ctima en su posici�n correcta.

Esta es con toda probabilidad la referencia de las palabras, "otro te ce�ir�", aunque quiz�s algunos prefieran ver en ellas nada m�s que una alusi�n a la atadura del Ap�stol antes de ser llevado a la ejecuci�n. Pero dejando de lado su significado original y literal, las palabras se prestan muy bien a una aplicaci�n secundaria. Pueden considerarse como una par�bola sorprendente de la vida humana en sus dos grandes per�odos de juventud y vejez.

La juventud est� llena de esp�ritu emprendedor, energ�a, esperanza, vigor, pronta para formar planes y activa para llevarlos a la pr�ctica; cuando se emancipa de las restricciones de la ni�ez, se regocija de su independencia y se siente due�a de su propio destino. "Cuando eras joven, te ce��as, y andabas a donde quer�as". Pero la vejez es la temporada de desamparo y dependencia; �Otro es llamado para realizar los oficios m�s necesarios, y suplir nuestra falta de servicio hacia nuestros propios marcos defectuosos; los muy viejos tienen que ser guiados, alimentados, atemorizados por otros, y el fin es que son llevados a donde (seg�n la carne) los hombres no pueden sino dejar de ir �. ( Dean Goulburn .)

Estas palabras dijo �l, significando con qu� muerte deber�a glorificar a Dios.

Dios glorificado en la muerte del cristiano

I. LA MUERTE ES INEVITABLEMENTE CIERTA. Todos los hombres deben someterse a su golpe destructor; porque �est� establecido que todos los hombres mueran una sola vez�. Los propios cristianos no est�n exentos de ello. Pedro, Pablo y Juan murieron. La muerte es segura.

1. Como consecuencia de la sentencia original que se ha pronunciado sobre nuestra raza ap�stata.

2. La constante reiteraci�n de este hecho demuestra la certeza de la mortalidad del hombre.

3. Constituida como est� ahora la naturaleza humana, es imposible que entremos en los empleos espirituales y la bienaventuranza del mundo celestial. La mente en su estado incorp�reo es capaz de entrar en los goces y el empleo del cielo; pero el cuerpo compuesto de part�culas materiales y en descomposici�n, que requieren el constante refrigerio del sue�o y la comida, y ocasionalmente de la medicina, no ser�a un compa�ero id�neo para la mente en la dicha futura, a menos que se sometiera a un proceso previo de disoluci�n y resurrecci�n. para que pueda ser apto para participar en la adoraci�n y la felicidad de un cielo espiritual. "La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios". O entonces existe la necesidad de morir, o existe la necesidad de sufrir un cambio, que equivale plenamente a morir.

4. La certeza de la muerte aparecer� si se considera la conformidad que debe conservarse entre Cristo Cabeza y todos los miembros de su cuerpo m�stico. Jes�s ha muerto, y hay algo de especial propiedad en que donde ha reposado la cabeza, all� deben reposar los miembros.

II. LA FORMA ESPEC�FICA Y LA MANERA DE NUESTRA MUERTE EST� PREDETERMINADA Y DISE�ADA SABIAMENTE POR DIOS.

1. Existe una gran variedad de formas y modos en los que se termina la vida del hombre. Algunos abandonan el mundo de forma natural y otros de forma violenta; algunos de repente, y otros con pasos prolongados. Esto depende mucho de la conformaci�n particular del marco, de los h�bitos de vida y de una variedad de circunstancias incidentales. Algunos est�n llamados a partir por enfermedades de los pulmones, otros por afecciones del coraz�n. En medio de toda esta gran variedad de responsabilidades, es maravilloso que nuestro marco exista tal como lo encontramos, y que durante tanto tiempo estemos alejados de las garras de la muerte.

2. Esto no se deja a la elecci�n de los sujetos de este gran cambio, ni a la voluntad de otros, ni a la mera casualidad y accidente. Dios sabe y Dios predetermina, no solo el evento de su muerte y el momento, sino la forma y el car�cter exactos. "Mi tiempo est� en tu mano". �l podr�a dec�rselo, pero est� sabiamente oculto. "No sabemos a qu� hora vendr� el Hijo del Hombre". El hombre puede hablar de ciertas causas constitucionales predisponentes, de organizaci�n primaria, h�bitos de vida, accidentes de la infancia, etc.

, ya que todos tienen influencia y relaci�n con la forma de nuestra expulsi�n del mundo. Pero estos son s�lo algunos de los eslabones m�s peque�os de la gran cadena de causa y efecto; y el primer eslab�n de esa cadena est� atado al trono de la Deidad.

III. C�MO ES QUE EL CRISTIANO GLORIFICA A DIOS EN SU MUERTE, EN CUALQUIER FORMA PARTICULAR QUE PUEDA OCURRIR.

1. Se encuentra con el primer indicio de que se acerca la disoluci�n con tranquilidad y resignaci�n. Se acerca una hora en la que no observar� indicios equ�vocos de la decadencia del hombre exterior; entonces no glorifica a Dios cuando puede decir: No tengo voluntad propia; Aqu� estoy; que el Se�or haga conmigo lo que bien le parezca.

2. Por la confesi�n de una mente arrepentida. El sentimiento del publicano se convierte en nosotros tanto en nuestra �ltima hora como en nuestros momentos iniciales: "Dios, ten misericordia de m�, pecador".

3. Cuando est� capacitado para ejemplificar una confianza firme e inquebrantable en el Redentor como objeto de su �nica e indivisa confianza. "Yo s� en qui�n he cre�do", etc.

4. Por su manifiesto desapego y desapego de coraz�n de los objetos e intereses del mundo presente. "�A qui�n tengo yo en los cielos sino a ti?" &C.

4. Cuando est�n capacitados para ejemplificar la paciencia incansable y la sumisi�n en medio de los dolores y las tristezas de los a�os de decadencia.

5. Por el esp�ritu devoto que respira mientras yace en el lecho de la muerte, esperando su gran cambio: porque quien ha vivido mucho en el aire de la devoci�n mientras est� activo, llevar� el mismo esp�ritu al lecho de la muerte.

6. Por el esp�ritu de caridad dulce y ferviente que est� capacitado para ejemplificar en sus horas de partida. Para concluir, perm�tame preguntarle: �Est� usted preparado para glorificar a Dios? Para responder a esto, perm�tame proponer otro: �Est� interesado en glorificar a Dios mientras vive? - porque esta es la mejor promesa y presagio de que lo glorificar� cuando llegue a la muerte. ( G . Clayton .)

Glorificando a Dios en la muerte

Al morir de tisis, el santo Samuel Pearce de Birmingham coment� a sus amigos: �Nunca fue hasta hoy que recib� alguna instrucci�n personal de nuestro Se�or dici�ndole a Pedro con qu� muerte deb�a glorificar a Dios. Oh, qu� pensamiento tan satisfactorio es que Dios designe los medios de disoluci�n por los cuales obtiene la mayor gloria para s� mismo. Era exactamente lo que necesitaba; porque de todas las formas de morir, la que m�s tem�a era la tisis.

Pero, oh, mi querido Se�or, si por esta muerte puedo glorificarte m�s a Ti, lo prefiero a todos los dem�s, y te agradezco que por este medio est�s acelerando mi pleno disfrute de Ti en un mundo m�s puro ". ( JFB Tinling, BA )

S�gueme .

Siguiendo a Cristo

Estas fueron las primeras palabras de Cristo a Pedro ( Mateo 4:19 ) y las �ltimas. Forman el principio y el final de la instrucci�n cristiana, y de ellos depende toda la ley y los profetas. Adem�s, la lecci�n se aplic� tan continuamente que cuando Pedro vino a escribir a sus hermanos, dijo: "Cristo tambi�n sufri� por nosotros, dej�ndonos un ejemplo de que debemos seguir sus pasos". Considerar

I. ALGUNOS DE LOS PRERREQUISITOS para el cumplimiento de este precepto.

1. La voluntad debe estar sujeta a la voluntad de Jes�s. Muchos no siguen a Cristo, y el secreto es que no quieren: quieren salirse con la suya. A un peque�o pariente m�o se le estaba ense�ando la oraci�n del Se�or, y cuando lleg� a �H�gase tu voluntad�, dijo: ��Por qu� no puedo decir 'mi voluntad'�, y lo mismo hacen muchos ni�os mayores. Tenemos una ilustraci�n notable de esto en el caso de Saulo de Tarso. Antes del incidente de Damasco siempre fue "Mi voluntad". Pero la nota clave de toda su vida despu�s de la muerte se produjo cuando dijo: "�Qu� quieres?" &C.

2. Los ojos deben estar abiertos. El ciego Bartimeo no pudo seguir a Jes�s hasta que dijo: "Tu fe te ha salvado", etc. Pero "inmediatamente" despu�s de que lo hizo. De modo que hay multitudes espiritualmente ciegas, que no pueden seguir los pasos de Cristo. Cristo debe abrir sus ojos para verlo y ad�nde los conducir�a.

3. Hay que despertar los afectos. "�Me amas?" "T� sabes que te amo".

II. LA FUERZA DE ESTAS PALABRAS, especialmente en relaci�n con el caso de Pedro. Eran palabras de

1. Amonestaci�n solemne.

(1) Pedro era un descarriado restaurado; y parte del significado para �l ser�a: "Todos tus errores surgieron por no seguirme". Entonces las palabras tienen un uso retrospectivo. �Qui�n puede dejar de atribuir sus declinaciones a la misma causa? Pero Cristo nos amonestar� con respecto al futuro: �Como todos tus errores surgieron por no seguirme, de ahora en adelante, por tanto, sigue Mis pasos�. Sabes cu�ntas veces nos hemos encontrado en la encrucijada de la vida.

�Vamos a la derecha oa la izquierda? Y que hemos hecho �Confiado en nuestro propio juicio? �Te apoyas en el consejo de amigos? �O echar las riendas al cuello del corcel de las circunstancias y dejar que nos gu�e por donde quiera? �O hemos buscado el consejo del Se�or?

(2) "Pero", dices, "�c�mo puede un hombre conocer la voluntad del Se�or?" Escuche: "El secreto del Se�or est� con los que le temen". Los que le temen son los que temen entristecerle por la menor desviaci�n del camino que les ha marcado. Dios no le cuenta sus secretos a todo el mundo, ni t� tampoco. Pero existe algo como caminar con el Se�or para que �l pueda dirigir nuestros pasos.

��Me esconder� de Abraham, mi amigo?�, Etc. �Todav�a c�mo? En Isa�as 11:2 se promete que el Esp�ritu del Se�or reposar� sobre nosotros y nos har� de un entendimiento r�pido - olor u olor, como est� en el margen, como ese sabueso que puede seguir el juego m�s all� de esta dificultad. y eso. As� ocurre con el creyente que vive en estrecha comuni�n con su Se�or.

Sabes c�mo el indio norteamericano puede rastrear el rastro de quien ha pasado por el bosque, para nosotros no ser�a nada. Est� la huella del mocas�n sobre la hierba tierna, o un ligero desplazamiento de la maleza, y para el ojo entrenado est� el camino que se ha pisado. De modo que existe algo como tener lo que Pablo llama "nuestros sentidos ejercitados para discernir": r�pido de vista para ver el camino, r�pido de o�do para o�r "este es el camino, andad por �l".

2. Buen est�mulo. Se dirigieron a un hombre que hab�a sido investigado y probado. �Cu�ntos recelos debe haber tenido hasta que le dieron esta invitaci�n! Era como si el padre animara a su hijo a dar el salto habiendo saltado primero �l mismo y luego en la orilla diciendo: "S�gueme". As� Jes�s habla a trav�s de nuestras dudas y temores. Entonces en lo que respecta al trabajo. No importa lo que diga la Sra. Grundy: "Sigue a Cristo".

3. Advertencia fiel. Una de las evidencias m�s llamativas del cristianismo es su honestidad. Cuando el oficial de reclutamiento va a las aldeas, habla de las glorias de la vida de un soldado, de la perspectiva de ascenso, pero nunca del trabajo en las trincheras, las marchas bajo un sol abrasador y las agon�as del campo de batalla. Pero aqu� viene una nueva religi�n que busca ganar a los hombres y les promete persecuci�n, juicio, conflicto, nada oculto.

Entonces el Se�or le dice a Pedro: "S�gueme, pero recuerda que morir�s como un m�rtir". La aplicaci�n para nosotros es: Cristo nos promete cosas inestimables, pero nos pide que calculemos el costo. Sin cruzar sin corona. �Si alguno quiere venir en pos de m�, etc. ( WP Lockhart .)

Amar el motivo de seguir a Cristo

Francisco I. de Francia no hab�a cumplido los veinte a�os cuando estuvo presente en la celebrada batalla de Marignan, que dur� dos d�as. El mariscal de Trivulce, que hab�a estado en dieciocho batallas campales, dijo que eran juego de ni�os; pero que este de Marignan fue el combate de gigantes. Francisco realiz� en esta ocasi�n prodigios de valor: luch� menos como rey que como soldado. Habiendo visto a su abanderado rodeado por el enemigo, se precipit� en su ayuda en medio de lanzas y alabardas.

En ese momento estaba rodeado; su caballo atravesado por varias heridas; y su casco despojado de sus plumas. Deb�a haberse sentido inevitablemente abrumado, si un cuerpo de tropas separado de los aliados no se hubiera apresurado a socorrerlo. Francisco arriesg� esta batalla contra el consejo de su general; y cort� toda protesta con la c�lebre expresi�n, que luego se convirti� en proverbial: "El que me ama, me siga". ( An�cdotas de Percy. )

Versículo 20

El disc�pulo a quien Jes�s amaba

El disc�pulo amado

Nuestro Se�or am� a todos sus disc�pulos: �Los he llamado amigos.

Y, sin embargo, dentro de ese c�rculo de amor hab�a un lugar m�s �ntimo en el que el amado Juan ten�a el privilegio de vivir. Aquellos que demuestran un amor extraordinario por uno son m�s capaces de un gran afecto por muchos; y por lo tanto, debido a que Jes�s amaba m�s a Juan, tengo una mejor estimaci�n de su amor por los otros disc�pulos. Juan fue resucitado y ellos no bajaron, sino que resucitaron con �l. Agradezca estar entre la hermandad que puede decir: ��l me am� y se entreg� a s� mismo por m�, pero esfu�rcese por elevarse al punto m�s alto del amor. �Por qu� no habr�as de llevarte el estilo de Daniel, un "hombre muy amado"? �O como Juan, "aquel disc�pulo a quien amaba Jes�s"? Considerar

I. EL NOMBRE MISMO.

1. Es un nombre que solo Juan se da a s� mismo. Lo repite cinco veces, y todos los primeros escritores lo reconocen bajo ese t�tulo. Sin embargo, no sospeches de �l por ego�smo. Con una dulce ingenuidad que lo hace olvidarse de s� mismo, John tom� el nombre que sab�a que lo describ�a con mayor precisi�n. A menudo hay m�s orgullo en no dar testimonio de lo que Dios ha hecho por nosotros que en hablar de ello. Todo depende del esp�ritu que nos mueve.

2. Es un nombre en el que se esconde Juan. Viajar�a a trav�s de su propio evangelio "de inc�gnito". Sin embargo, lo encontramos; lleva el amor de Su Maestro como un velo, aunque resulta ser un velo de luz.

3. Es un nombre en el que John se sinti� m�s como en casa. Ning�n otro t�tulo lo describir�a tan bien. Jes�s, sin duda, lo atesoraba a �l, a su Jonat�n, a su Juan, a su "regalo de Dios"; pero Juan no piensa tanto en su servicio a su Se�or como en lo que su Se�or hab�a sido para �l.

4. Este nombre era muy preciado para �l, porque evocaba los recuerdos m�s soleados de su vida. Esos a�os en los que hab�a estado con Jes�s debieron haber sido considerados por �l en su vejez como la corona y la gloria de su existencia terrenal.

5. Ese nombre fue un poderoso resorte de acci�n para �l mientras vivi�. �C�mo pod�a ser falso con Aquel que lo hab�a amado tanto?

6. Era un nombre que nunca fue discutido. No encuentra a nadie que se queje de John por describirse as�. Los ap�stoles reconocieron t�citamente que su Se�or ten�a toda la raz�n en su elecci�n. El verdaderamente amado de Dios generalmente recibe el amor de sus hermanos, s�, y cuando los caminos de un hombre agradan al Se�or, �l hace que incluso sus enemigos est�n en paz con �l.

II. EL CAR�CTER QUE SE ENCUENTRA DEBAJO DE �L. Miremos

1. Su personalidad como individuo.

(1) El suyo era un coraz�n grande y c�lido. Quiz�s su fuerza principal radica en la intensidad de su naturaleza. Toda su alma estaba comprometida con la causa de Su Se�or, porque era un pensador profundo, un estudiante silencioso y luego un actor en�rgico.

(2) Fue extremadamente v�vido en sus creencias. Lea su ep�stola y vea cu�ntas veces dice "sabemos". No hay "si" sobre �l.

(3) Poniendo todo lo que sabemos sobre su personalidad, lo vemos como un hombre que era el reverso de tu fr�o, calculador y lento hijo de la timidez. Era todo lo contrario de esos hermanos secos y sin jugo que no tienen naturaleza humana en ellos, hombres que no hacen nada malo porque no hacen nada en absoluto.

2. Su relaci�n con su Se�or. Jes�s lo amaba como a un "disc�pulo".

(1) Si ense�amos que amamos a las personas que se pueden ense�ar: as� era Juan. Era un hombre r�pido para aprender; no como Thomas, lento, discutidor, cauteloso.

(2) Era un disc�pulo de muy buen ojo, que ve�a en el alma de las ense�anzas de su Instructor. Su emblema en la Iglesia primitiva era el �guila que vuela y ve desde lejos. Juan vio el significado espiritual de tipos y emblemas. Su primer maestro fue el Bautista, y Juan era tan buen seguidor del Precursor que inmediatamente sigui� al Se�or mismo, a quien el Precursor le present�.

(3) Estaba lleno de fe para aceptar lo que le ense�aron. Lo cre�a a fondo. No cre�a como lo hacen algunas personas, con la punta de los dedos de la comprensi�n del robo, sino que se aferr� a la verdad con ambas manos. Su fe obr� en �l un amor fuerte y duradero, porque la fe obra por el amor.

(4) Juan tuvo una gran receptividad. Bebi� lo que le ense�aron. No era un gran conversador. Su �nica declaraci�n registrada, si aceptamos la petici�n de su madre, y el "Se�or, �qui�n es?" que Pedro se llev� a la boca, es "Es el Se�or".

(5) Juan ten�a un amor intenso por su Maestro; no solo recibi� la verdad, sino que recibi� al Maestro mismo. Un coraz�n sincero puede verse tanto en su debilidad como en su excelencia. La intolerancia de Juan con los que echaban fuera demonios pero no segu�an a Cristo, y con los samaritanos solo mostraba su amor ardiente por Jes�s. Si cede a la ambici�n, es una ambici�n reinar con el despreciado galileo.

No quiere un trono a menos que est� al lado de su l�der. Adem�s, qu� fe hab�a en esa petici�n de su madre. Recuerda el valor del romano que, cuando Roma estaba en manos del enemigo, compr� una casa dentro de los muros: Juan pide heroicamente un trono al lado de Aquel que estaba a punto de morir en la cruz, porque se siente seguro. que triunfar�.

3. Como persona instruida

(1) �l lleg� a conocer m�s y m�s, y sin duda nuestro Se�or lo amaba por la ternura que fue producida por la gracia de su calidez natural. Cu�n tierno fue con Pedro despu�s de la grave ca�da de ese ap�stol, porque por la ma�ana temprano Juan lo acompa�a al sepulcro.

(2) Fue un hombre que, bajo la tutela de Cristo, lleg� a ser muy espiritual y profundo. Las palabras que usa en sus Ep�stolas son en su mayor�a monos�labos, �pero qu� poderosos significados contienen! Los otros evangelistas nos dan los milagros de Cristo y algunos de sus sermones, pero sus profundos discursos y su incomparable oraci�n est�n reservados para ese disc�pulo a quien Jes�s amaba.

(3) De todos los disc�pulos, Juan era el m�s parecido a Cristo. Jes�s amaba a Juan por lo que ve�a de s� mismo en �l, creado por su gracia.

III. LA VIDA QUE SURGI� DE ESTE EXTRAORDINARIO AMOR DE CRISTO. Fue una vida de

1. Comuni�n �ntima. Juan estaba dondequiera que estuviera Cristo. Cuando todos los disc�pulos se sientan a la mesa, ni siquiera Pedro est� m�s cerca del Se�or, pero Juan inclina la cabeza sobre su pecho. Si eres un hombre muy amado, tu comuni�n ser� con Cristo d�a a d�a.

2. Instrucci�n especial. Le ense�aron cosas que nadie sab�a, porque no pod�an soportarlas. Ver�n m�s a los que m�s aman.

3. Incre�ble profundidad. Si no dec�a mucho, lo estaba tomando todo para usarlo en el futuro. Era un hijo del trueno porque, como una nube de trueno est� cargada de electricidad, as� hab�a reunido la fuerza misteriosa de la vida, el amor y la verdad de su Se�or. Cuando sali�, hubo una voz como la voz de Dios. �Qu� rel�mpago es el Apocalipsis! �Qu� truenos espantosos duermen dentro de las copas y las trompetas!

4. Especial utilidad. Se le encomendaron encargos selectos que implicaban un alto honor: el cuidado de la madre de Cristo, por ejemplo , cuando amas mucho a Jes�s, �l te confiar� en su madre; Me refiero a Su Iglesia y a las personas m�s pobres de ella, como las viudas, los hu�rfanos y los ministros pobres.

5. Extraordinaria celestialidad. Lo llaman Juan el Divino, y as� era. Sus alas de �guila lo llevaron en alto a los lugares celestiales. El d�a del Se�or lo encontr� en el Esp�ritu, esperando al que viene con las nubes, tan esperando que el que es el Alfa y la Omega se apresur� a revelarse a �l. �l hab�a seguido amorosamente al �Cordero de Dios�, y por eso fue hecho apto para verlo como el Cordero en medio del trono.

IV. LECCIONES:

1. Ustedes que son j�venes comienzan pronto. Juan se convirti� cuando era muy joven. La piedad juvenil tiene la oportunidad m�s provechosa de convertirse en piedad eminente.

2. Demos los mejores pensamientos de nuestro coraz�n a las cosas espirituales. El Se�or no se deleita en amplias filacterias y observancias supersticiosas. El Padre busca a quienes lo adoren en esp�ritu y en verdad. S� espiritual y estar�s entre aquellos que probablemente sean hombres muy amados.

3. Aprecia un calor sagrado. No reprimas tus emociones y congeles tu alma. Algunos hermanos est�n dotados de poder de refrigeraci�n. Cuando les da la mano, pensar�a que ha agarrado un pez. Estos g�lidos mortales nunca han atravesado las soleadas regiones del amor celestial. Ore pidiendo afecto sincero, ansioso e intenso.

4. Deje que su naturaleza sea tierna y amable. El hombre que habitualmente est� enfadado y frecuentemente enojado no puede caminar con Dios. Un coraz�n compasivo, compasivo, desinteresado y generoso es lo que nuestro Se�or aprueba.

5. El�vate a lo celestial. No sean miserables avaro, ni s�rdidos gusanos de tierra; no sean cazadores de placeres y buscadores de novedades. ( CHSpurgeon .)

Versículos 21-23

Pedro, al ver a Juan, dijo a Jes�s: Se�or, �qu� har� este?

La individualidad de la vida cristiana

Cristo acababa de predecir a Pedro que morir�a m�rtir en su vejez, y con eso ante �l, el ap�stol dej� el pensamiento de su propio sufrimiento y pregunt� sobre el destino de Juan.

1. No es f�cil determinar el esp�ritu de la pregunta. Algunos suponen que Pedro argument� desde el silencio de Cristo que el proceder de Juan estar�a libre de graves problemas, y pregunt� con una especie de insatisfacci�n envidiosa. No tan.

La naturaleza generosa de Peter lo llevar�a a olvidar sus propios problemas en la devoci�n a su amigo, y recordando el incidente reciente es dif�cil inferir descontento aqu�. Lo m�s probable es que la pregunta surgiera de una seria ansiedad. Habiendo aprendido la gloria de la cruz de su Salvador, le preocupaba que Juan perdiera el honor. Es m�s f�cil para almas tan impetuosas confiar su propia suerte a Dios que la de su hermano.

2. No es f�cil explicar la respuesta. Algunos han vaciado las palabras de todo su significado al referirlas al momento de la muerte. Pero Cristo �vendr�a� tan verdaderamente a Pedro como a Juan. M�s bien son las palabras para referirse a la venida de Cristo a la ca�da de Jerusal�n, cuando Su reino comenz� su supremac�a mundial. Y ese d�a en Patmos, Juan vio visiones del dominio futuro de Cristo. Aprende eso

I. DIOS designa a un curso de la vida para cada individuo CHRISTIAN. Ninguna palabra pod�a marcar la diferencia que ahora marcar�a los caminos de aquellos dos hombres que hasta entonces hab�an seguido a Cristo lado a lado.

1. Tomando sus personajes encontramos el significado Divino de sus cursos separados. Peter, el hombre de impulso y energ�a, primero en todas partes, su formaci�n iba a ser un trabajo coronado de sufrimiento. A menos que trabajara, caer�a en depresi�n. John, tranquilo, cari�oso, profundo - su disciplina s� es paciente esperando - un curso no menos dif�cil, pero cu�n diferente.

2. Mira su trabajo. Cada uno era querido en el reino de Cristo. Pedro es el ap�stol del que duda, del que sufre; el predicador ferviente de la fidelidad y el partidario de los afligidos. La perspectiva de su propio sufrimiento, �no profundizar�a su simpat�a y encender�a su celo? La misi�n de Juan era declarar a Cristo Rey Eterno, la fundaci�n de la tierra nueva y el cielo nuevo. Por tanto, esper� hasta que el templo fuera destruido y los jud�os dispersos; luego, entre las ruinas de lo viejo, vio al inmutable.

3. As� que cada uno de nosotros tiene su curso designado, y tanto la experiencia de la vida como la fe en la providencia lo ense�an. Nuestros dolores, tentaciones, trabajo, son peculiarmente nuestros. Cada uno de nosotros somos almas a entrenar: los pr�cticos como Pedro, los contemplativos como Juan. A uno Dios env�a acci�n y muchas veces lo corona de sufrimiento; a otro Dios le dice: "�Espera y mira!" No dejes que uno desprecie al otro.

II. �POR QU� LEY SE CUMPLE ESE CURSO? La respuesta es: "S�gueme". Como �l, obedezca siempre que la voluntad de Dios sea clara y sea paciente cuando est� oscuro. Hay circunstancias en las que no se aplica ninguna otra ley, bajo las cuales ninguna experiencia de otros hombres puede ayudarnos. Cumplir con el deber que est� m�s cerca de usted, y los resultados del desaf�o: "Aunque otro te ce�ir�, etc., s�gueme".

III. LA FUERZA QUE NOS LLEVAR� A CUMPLIR NUESTRO CURSO. "Si lo hago." Es la voluntad de Cristo la que nos da poder, porque implica conocimiento y simpat�a. Nuestra naturaleza m�s profunda solo se gana con la simpat�a individual. Hay profundidades de poder en cada alma que son desconocidas hasta que se le hace sentir que alguien comprende sus alegr�as y se preocupa por sus penas. De ah� un gran prop�sito de la Encarnaci�n.

La vida de Cristo est� llena de pruebas de que su amor fue personal. �l ha elegido nuestro camino y ese solo hecho es un poderoso impulso a la obediencia. Conclusi�n: Aqu� radica la grandeza de Nuestra vida cristiana. Estamos en un mundo de misterio. No nos atrevemos a elegir por nosotros mismos. Las nimiedades m�s insignificantes afectan nuestro destino. Pero el pensamiento de que Cristo nos ha pedido que lo sigamos, y que por su gracia podemos hacerlo, nos reviste de poder sublime. ( EL Hull, B. A. )

Responsabilidad individual

Cada uno debe responder por s� mismo. La cuenta se mantiene entre Dios y cada individuo. No debe haber una curiosidad impertinente en cuanto a los tratos de Dios con los dem�s, los paganos, los ni�os, los que poseen pocos privilegios. En cierto sentido, no somos el guardi�n de nuestro hermano. Dios se comunica directamente, rara vez a trav�s de otras almas. No transmiti� Su mensaje a Juan a trav�s de Pedro. Cristo deseaba mantener la mente de Pedro en su propio pecado y responsabilidad.

Ver que se me siga, sea cual sea John o hacen los dem�s. Sin embargo, deb�a hacerlo de una manera que no le impidiera buscar el bienestar de los dem�s. El mandamiento de Cristo, repetido tres veces, todav�a resonaba en sus o�dos: "Apacienta mis ovejas"; Apacienta mis corderos. Observar

1. Cu�l es esta responsabilidad individual.

2. El pecado de descuidarlo.

3. Nuestro �nico escape si lo hemos descuidado en el pasado, el arrepentimiento inmediato y la aceptaci�n del perd�n ofrecido.

( Homil�tica Mensual .)

Responsabilidad personal

Es bueno conocer los principios del cristianismo, es mejor practicarlos. Uno de ellos es que la conducta de los �teres hacia Cristo no debe regir la nuestra. Pedro sent�a un gran inter�s por Juan y estaba ansioso por saber qu� departamento ocupar�a en el nuevo reino. Pedro no quiso decir nada malo, pero Cristo dijo: �Qu� te importa? Tu obra es hacer eco de Mi doctrina, seguir Mis pasos. Con �si quiero�, Cristo da a entender que no debemos ser ni hacer lo que queramos, sino lo que Cristo quiere. La doctrina es que es importante pensar m�s en Cristo mismo que en cualquier otro agente en la difusi�n de Su religi�n. Porque

I. CRISTO TIENE UNA PREEMINENCIA PERSONAL Y ESENCIAL.

1. �l es lo que otros no son y no pueden ser. Si queremos entrar en contacto con las verdades m�s agradables, elev�monos por encima de la agitaci�n de la Iglesia en su actual estado de imperfecci�n y fijemos nuestra mente en el Redentor mismo.

2. �l es el Revelador de Dios para el hombre, y lo miro para ver todo lo que necesito.

3. Tiene una relaci�n peculiar conmigo: hermano, maestro, sacerdote, rey. Mi todo depende de �l. Mi pr�jimo puede ser muy valioso, pero puedo y debo prescindir de �l; pero no puedo vivir sin Cristo.

II. NUESTROS COMPROMISOS CON CRISTO SON INDEPENDIENTES DE NUESTROS COMPA�EROS. Cualquier cosa que puedan o no puedan hacer no puede afectar nuestra obligaci�n individual para con �l. Percibimos esto si consideramos que cada uno tiene su propio trabajo. La Iglesia tiene su trabajo y no pueden hacerlo las escuelas de filosof�a; y cada miembro tiene el suyo, y si lo descuida ser� reprendido en presencia del universo. Pero, dices, mi habilidad es peque�a y mi esfera se contrajo.

No importa; Dios te ha llamado a eso; s� fiel en lo m�s m�nimo, y �l te har� gobernar sobre muchas cosas. �Dice el erudito o el hombre de negocios: Porque tal hombre es indolente, yo puedo serlo? Puedo amar a muchos de mis compa�eros agentes, pero no estar�a ante el amor de Dios en el lugar de nadie. �Cada uno debe rendir cuentas a Dios� y �llevar su propia carga�.

III. PENSANDO EN JES�S PODEMOS MANTENER UN EST�NDAR EMINENTE DE ACCI�N MORAL. Hay una tendencia en los individuos y las iglesias a imitarse unos a otros, pero como ninguno es perfecto, esto puede ser perjudicial. Sin embargo, es correcto y seguro imitar al perfecto Redentor. Entonces imita

1. Su cordialidad en la religi�n. Todo lo que Cristo hizo, lo hizo con todo su coraz�n.

2. Sus maravillosos triunfos sobre los obst�culos. Ser�a �til familiarizarse con los m�todos de Cristo con sus enemigos y con sus amigos.

3. Su devoci�n. ( Caleb Morris .)

Ansiedad fuera de lugar

Nuestro Maestro anim� a sus seguidores a que acudieran a �l con todas sus dificultades. Pero ejerci� una discreci�n divina en las respuestas que dio. A veces, como en el caso del ciego, daba una respuesta directa, lo que eliminaba el error. En alg�n momento, como despu�s de las par�bolas, entr� en la explicaci�n m�s completa. Pero cuando sus preguntas surgieron por curiosidad, �l las desvi�, ya sea con una reprimenda silenciosa o una advertencia pr�ctica, como cuando le preguntaron: "�Son pocos los que se salvan?" y "Se�or, �restaurar�s en este tiempo el reino a Israel?" Debajo de toda esta clase de respuestas est� el principio de que no debemos permitir que la dificultad de las preguntas, de cuya soluci�n no somos responsables, nos impida cumplir con el simple deber que est� en nuestras manos.

En mi �poca de estudiante, tuve un amigo que tuvo un gran �xito en ganar premios mediante un concurso escrito. En general, el trabajo no parec�a ser mejor que sus vecinos. Le ped� que me explicara esto y me dijo: �Toma las preguntas del peri�dico a medida que vienen; por lo tanto, si la primera pregunta es muy dif�cil, quiz�s dedique todo el tiempo a eso; pero selecciono los que puedo responder de inmediato, y luego de haberlos eliminado, paso a los m�s dif�ciles.

�Hab�a una gran sabidur�a en el plan, y en la universidad de la vida, m�s de nosotros saldr�amos premiados si dej�ramos solo la especulaci�n hasta que hayamos cumplido deberes sencillos. Esto se aplica mucho m�s a las cosas que son insolubles por la mera raz�n humana. Llevar

I. TODOS LOS MISTERIOS QUE SE ENCUENTRAN FUERA DE LA REVELACI�N. Muchas de esas cosas en la revelaci�n que dejan perplejos a los hombres ya han surgido de otra forma en la naturaleza y la providencia. Hay

1. Ese gran enigma, la existencia del mal bajo el gobierno de un Dios sabio, santo y amoroso. La revelaci�n no hizo eso; lo encontr�; y aunque nos muestra una v�a de escape del mal, no intenta resolver el misterio de su existencia. Tampoco podemos solucionarlo. Pero entonces no se nos pide que lo hagamos y no somos responsables de ello. C�mo lleg� no es asunto nuestro; pero c�mo podemos librarnos de su contaminaci�n, esa es para nosotros la cuesti�n de las preguntas.

Sin embargo, justo all� viene el Se�or Jes�s con Su salvaci�n. �Qu� locura, entonces, apartarse del remedio para averiguar el origen de la enfermedad! Cuando haya extinguido el fuego, pregunte la causa; pero mientras arde, "�Todas las manos a los camiones de bomberos!" Cuando hayamos rescatado al hombre que se estaba ahogando, podemos examinar c�mo lleg� al agua; pero nuestro deber actual es tirarle una cuerda.

2. Similar a esa gran dificultad es la perplejidad ocasionada por las anomal�as presentadas por la providencia de Dios: la prosperidad de los malvados y la adversidad de los buenos. Ese viejo debate que ardi� tanto entre Job y sus amigos ha surgido en cada generaci�n sucesiva. Sin embargo, pr�cticamente lo dejaron donde lo encontraron. Jehov� se les apareci� al final y les pidi� que dejaran el asunto en Sus manos.

�Y qu� podemos llegar m�s lejos que eso? No somos responsables del gobierno del mundo. Dios cuidar� de Su propio honor. Mientras tanto, para nosotros est� la provincia m�s humilde de trabajar en nuestra propia salvaci�n, bajo la seguridad de que "Dios es quien obra en nosotros, el querer y hacer de su buena voluntad". El Salvador nos ha dicho: "S�gueme", y seremos responsables de la respuesta que demos a eso. No podemos desentra�ar las perplejidades de la providencia, pero podemos ver el camino de la vida. Trabajemos en la luz que tenemos, y al seguirla seremos conducidos a la fuente de la luz.

3. Parecen ser muy oscuros muchos sucesos a nuestro alrededor. La vasija se hace a�icos y cientos son apresurados a una tumba de agua; el ni�o es asesinado a golpes por un rufi�n brutal; los devotos adoradores en una iglesia abarrotada son quemados o pisoteados hasta la muerte. �Estas cosas suceden�, decimos, ��bajo un Dios de misericordia, amor y justicia! �Por qu� ocurren? " Y luego viene la respuesta: "�Qu� te importa?" A la larga, Dios ser� "su propio int�rprete, y lo aclarar�"; mientras tanto sigue a Cristo.

II. LOS MISTERIOS QUE SURGEN DE LA REVELACI�N.

1. Al pensador superficial le parece an�malo que en una comunicaci�n de Dios haya dificultades. Pero cuando profundicemos, parecer� que el misterio es inseparable de una revelaci�n dada por una inteligencia superior a una inferior. Tu hijo te pide una explicaci�n de algo y t� le das una respuesta adecuada a su comprensi�n; pero su respuesta, perfectamente inteligible desde su punto de vista, inicia en su mente toda una cosecha de nuevas perplejidades.

Ahora, algo as� ocurre en nuestra recepci�n de la revelaci�n que Dios nos ha dado. El grito de nuestra humanidad fue: "�C�mo ser� el hombre justo con Dios?" y en respuesta, Dios nos ha se�alado a Aquel a quien �ha puesto como propiciaci�n�, etc. Esta es una declaraci�n preciosa; pero �cu�ntas nuevas dificultades ha comenzado! Nos pone cara a cara con los misterios de la Trinidad, la Encarnaci�n, el sufrimiento inocente por los culpables y, por lo tanto, el trabajo de su redenci�n, etc.

; y muchos atrapados en las redes de las perplejidades que han ocasionado est�n hoy donde estaban hace a�os. No han �seguido a Cristo�, no se han unido a Su Iglesia, no han comenzado a crecer en nobleza y santidad de car�cter, porque no han podido abrirse paso por el laberinto en el que tales cuestionamientos los han envuelto.

2. Ahora, �c�mo nos ocuparemos de eso? En el esp�ritu del principio que tenemos ante nosotros. Estos cuestionamientos no est�n en nuestro departamento. Se refieren a asuntos que pertenecen a Dios. No somos responsables de ellos. Puede ser que sea tan imposible que Dios nos las aclare, como que nosotros hagamos inteligible para �l algo que es incomprensible para nuestro hijo. No es necesario que entendamos el infinito.

Solo Dios puede comprender a Dios. Lo que se nos manda hacer es seguir a Cristo. Eso est� a nuestro alcance. S�lo hay una manera de salir de un laberinto, cuando nos hemos involucrado irremediablemente, y es poner nuestra mano en la de un gu�a y seguir su direcci�n. Y solo hay una manera de salir de estas perplejidades espirituales, a saber, tomar todo lo que Cristo dice con una fe infantil.

III. LAS CONTINGENCIAS DEL FUTURO. Todos somos propensos a fisgonear en los a�os venideros. A veces somos sol�citos con nosotros mismos. No podemos ver qu� ser� de nosotros; y si no tenemos motivo de aprensi�n, nos atormentamos por nuestros hijos, nuestros amigos, la Iglesia o la naci�n. Ahora, para todos nuestros recelos, tenemos una sola respuesta. El futuro no es nuestro. El presente es. Somos responsables del presente y no del futuro, excepto �nicamente en lo que se ver� afectado por el presente.

Es m�s, serviremos mejor al futuro y lo protegeremos de esos males que tememos, haciendo con nuestras fuerzas la obra del presente y dejando el problema en manos de Dios. "Sigue a Cristo". En su negocio, �siga a Cristo�, llev�ndolo a cabo seg�n sus m�ximas, y d�jele el resultado. En su hogar, �sigan a Cristo�, d�ndoles un ejemplo de fe y caridad. En la Iglesia, procuren adornar la doctrina de Dios su Salvador, y no se angustien por cosas que a�n no han sucedido. Los filisteos no se llevar�n el arca de Dios, o si lo hacen, pronto estar�n tan ansiosos de devolverla como de llev�rsela. Lo mismo ocurre con los asuntos nacionales. ( WM Taylor, D. D. )

Nuestro propio deber y el bienestar de nuestros hermanos

1 . Este es el �ltimo di�logo registrado entre Pedro y Cristo y, por lo tanto, tiene un inter�s conmovedor. �Cu�ntos y qu� variados hab�an sido estos di�logos! Si no tuvi�ramos otros fragmentos de la vida de Cristo, todav�a tendr�amos una indicaci�n tolerablemente completa tanto de la doctrina cristiana como del deber. Y ahora las entrevistas iban a cesar. �Podr�a haber un cierre m�s adecuado y consistente del todo? �S�gueme�, dijo Cristo tres a�os antes a la orilla del lago, y ahora en el mismo lugar le recuerda que el omega de su vida es el mismo que su alfa, incluso el deber del discipulado personal, la palabra �S�gueme . "

2. La pregunta de Pedro sobre Juan es com�n, y la respuesta que Cristo dio es apropiada y definitiva. No hay nada en �l que desaliente el sentimiento por el bienestar de un hermano. Sin embargo, f�jense, una cosa puede ser decir: "�Qu� har� por este hombre?" y otro para preguntar: "�Qu� har� este hombre?" Toma la pregunta como la de

I. SOLICITUD AMOROSA PERO EXCESIVA ANSIEDAD.

1. Quiz�s, como en este caso, la relaci�n sea de amistad. Est�s con un vecino al principio de la vida. Se establece su propia pista, ya sea atractiva o dif�cil. Y apenas te has enfrentado a la revelaci�n, tus pensamientos vuelven a tu amigo y surge la pregunta: "�C�mo se formar� la vida para �l?". Puede temer por ese futuro o puede envidiarlo. Pero si su pron�stico de su amigo es tal que afecta su propio presente, trastornando sus planes u oscureciendo sus afirmaciones, es evidente que pregunta mal. Se encuentra con la reprimenda, ��Qu� es eso para ti? S�gueme t� ".

2. O el empate puede ser el m�s cercano de la familia. �Qu� les deparar� ese futuro? Algunos pueden estar enfermos; �Les traer� salud y larga vida? Algunos pueden ser irreflexivos y f�cilmente guiados; �Les dar� sabidur�a y estabilidad? Una vez m�s llega el mensaje: �Deja su futuro en Mis manos; y por tu parte, s�gueme! "

3. O, nuevamente, esta pregunta la hacen aquellos que est�n agobiados por el estado y las perspectivas de la Iglesia. Y sin duda el inter�s en la Iglesia es la se�al de una vida cristiana pr�spera. Pero hay una aprensi�n morbosa que es totalmente diferente, una creencia inapropiada en el destino de la Iglesia y en la lealtad a su cabeza. Ciertamente, estos presentimientos est�n mal si se permite que interfieran con la atenci�n a las afirmaciones de la Iglesia y conduzcan a la tolerancia de un mal presente en el sentido de que un mal peor puede seguir a su eliminaci�n.

Cristo responde: Deja el futuro de la Iglesia en manos de otro y s�gueme. Y seguramente, si todos llevaran la lecci�n a casa, el problema del futuro de la Iglesia pronto se resolver�a por s� solo. Porque la Iglesia ser� lo que son sus miembros.

4. La pregunta implica indirectamente un cuidado de uno mismo. Realmente significaba mucho para Peter lo que iba a ser de su socio. Si John estaba a punto de partir, su coraz�n estar�a m�s vac�o, su vida m�s d�bil, su camino m�s solitario. Y tan quieto. La pista de John a su debido tiempo s� divergi�. Pero Pedro encontr� a un mejor y m�s fuerte a su lado que su propio Juan amado, incluso el Pastor y el Obispo de su alma. El futuro esconde hoy muchos caminos, pero cualesquiera que sean los caminos, la gu�a y el ejemplo son los mismos.

II. VANA ESPECULACI�N, que a veces puede ser provocada por el afecto hacia una persona, pero a menudo es curiosidad por los hechos. Est�n aquellos cuyo estado actual y perspectivas futuras, hablando religiosamente, son asuntos de inter�s curioso y desconcertante. Tienen mucho del esp�ritu religioso pr�ctico, mientras que, en cuanto a salvar la doctrina religiosa, divergen. Que no haya aqu� conjeturas infructuosas e injustificadas.

Uno no se atreve a poner la cantidad de luz necesaria para hacerlos cristianos, y uno no puede decidir qu� luz poseen. ��Qu� es eso�, dice el Salvador, �para ti? T� que has alcanzado una percepci�n m�s clara, �est�s actuando de acuerdo con ella? T� que has escuchado un evangelio m�s rico, �lo est�s comunicando y adornando? " Ore por aquellos cuyo destino tiene dudas; ilum�nalos como Dios te da la oportunidad; sobre todo, aclare que cuanto m�s tenaz es su dominio de la doctrina, m�s enriquecedor es su resultado en la pr�ctica.

III. DESCONTENTO EGO�STA. Su propia publicaci�n en la vida parece dif�cil; y, al meditar sobre sus cargas, se comparan con otros con quienes Dios ha tratado de otra manera. �Se�or�, es la pregunta, ��qu� har� este hombre? �Siempre va a tener �xito mientras yo debo fracasar? Si es as�, 'en verdad he limpiado mi coraz�n en vano, y lavado mis manos en inocencia, porque �c�mo sabe Dios, y hay conocimiento en el Alt�simo?' �La �nica respuesta es,� Si quiero que as� sea , �qu� es eso para ti? Conf�a en que el Dios de la tierra har� lo correcto. �S�gueme t�!

IV. CONFORMIDAD PREVISTA. Lo que muchos est�n m�s dispuestos a resolver es el modo de servicio de su vecino, el alcance de sus sacrificios, no la pregunta: "�Qu� hacen posible mis propias oportunidades, mi propia deuda impone, mi Maestro requiere?" Pero si la pregunta: "�Qu� har� este hombre?" es entrometerse en la esfera de nuestros principios cristianos y luego despedirnos del esp�ritu de verdadera consagraci�n.

Porque Aquel que preside en la Iglesia, por cuya voluntad se imponen sus responsabilidades, en cuya barra debe rendir su cuenta, est� diciendo: "�Qu� es eso para ti?" y que es realmente �Est� examinando la conducta de su vecino, esperando su ejemplo? No, juzgue aparte de estos asuntos, como si fuera todav�a juzgado. Sea fiel a la luz de su conciencia individual y a sus mandamientos individuales. Sigue a Cristo. Conclusi�n:

1. En asuntos de vida religiosa - todos los deberes que pertenecen al discipulado - las propias cosas son lo primero. Y darles algo m�s que el primer lugar es convertirse en id�latras pr�cticos por la preferencia del reclamo de un vecino al de Dios.

2. Este orden es el mejor para los intereses de su pr�jimo. Es precisamente este cuidado por su salvaci�n personal y su deber lo que promover� su prosperidad, brind�ndole el est�mulo y permiti�ndole la libertad que pueda necesitar. Porque la edificaci�n de la ciudad de Dios es como la edificaci�n de Jerusal�n en el tiempo de Nehem�as. Los que forjaron trabajaron cada uno en la parte del muro que estaba enfrente de �l, y el resultado fue el crecimiento constante del conjunto.

Y si alguno hubiera disminuido sus esfuerzos para preguntar qu� estaba haciendo su vecino, podr�a haberle respondido en el esp�ritu del texto: ��Qu� te importa? �Aseg�rate de que tu propia tarea est� hecha! " O la Iglesia es como un batall�n de soldados, mientras pululan una altura, mientras la voz de su capit�n los llama y su figura marca el camino. Uno puede ascender por un camino, otro puede ascender por otro.

Deje que todos escuchen la misma convocatoria sonora y empuje con firmeza hacia el mismo objetivo. Y como todos hacen lo mejor por s� mismos, har�n lo mejor por la tropa, el �xito de su empresa, la gloria de su l�der. Por tanto, no digas: "Se�or, �qu� har� este hombre?" Desde las alturas lejanas flota la respuesta de nuestro Precursor y Rey: ��Qu� te importa? S�gueme t� ". ( W .

A. Gray .)

Para no sufrir un entrometido

Es digno de menci�n que el ap�stol tan reprobado aqu� deber�a escribir despu�s para instrucci�n de la Iglesia esa excelente frase: "Ninguno de vosotros sufra ... como entrometido en asuntos ajenos". ( GJ Brown, MA )

La actitud adecuada hacia los misterios divinos

"Bueno", dice uno, "es muy importante saber acerca de la predestinaci�n y el libre albedr�o, ya sabes". S�, s�, y si no haces nada bueno hasta que lo entiendes perfectamente, tienes mucho tiempo para esperar. �S�, pero �c�mo se encuentran esas dos cosas? �O es una verdad y no la otra? " Bueno, realmente no lo s�, y no puedo decirte por mi vida si estoy predestinado a acostarme esta noche o no; pero te lo dir� ma�ana por la ma�ana.

Soy de la mente del pobre Malachi en Cornualles. Un hermano wesleyano le deb�a una renta y �l dijo: "Malaqu�as, te debo cinco libras, pero no te pagar� hasta que me digas si estoy predestinado a pagarlas". "Oh", dijo Malachi, "ponga el dinero all�". Con eso, Malachi se lo meti� en el bolsillo y respondi�: "S�, lo eres". Creo que la forma de responder a estas preguntas es simplemente llevarlas a una prueba pr�ctica u otra. Pero si alg�n hermano se detiene en lo que los �ngeles no pueden comprender, yo le digo - en las palabras de mi texto le digo - ��Qu� es eso para ti? S�gueme t� ". ( CH Spurgeon .)

Curiosidad y descuido del conocimiento

Hay dos grandes variedades en los hombres con respecto al conocimiento. Uno es el descuido de saber cu�l es nuestro deber saber. La otra es una curiosidad por saber lo que no nos pertenece saber. ( W. Burkitt .)

Un paralelo del Antiguo Testamento

No puedo evitar ver un parecido latente entre este lugar y el conocido pasaje al final de la profec�a de Daniel. �Entonces dije: Oh mi Se�or, �cu�l ser� el fin de estas cosas? Y �l dijo: Vete, Daniel; porque las palabras est�n cerradas y selladas hasta el tiempo del fin �. "Ve hasta que el fin sea; porque descansar�s y estar�s en tu suerte al final de los d�as". (Dan_12: 8-9; Dan_12: 13). ( Mons . Ryle .)

Siguiendo a Cristo

1 . Nuestros ni�os a veces cantan que desear�an haber visto a Jes�s y haber escuchado su suave voz; y quiz�s t� y yo hemos dicho "�Am�n!" Pero parece que las palabras de Jes�s no impresionaron mucho a Pedro. Le hab�a dicho: "S�gueme", y uno hubiera pensado que Pedro no habr�a hecho otra cosa; porque hubo un d�a en que su Maestro tuvo que decirle: �No puedes seguirme ahora, pero lo har�s en el futuro.

Pero ahora encontramos a Peter olvidando lo siguiente y volvi�ndose para satisfacer su curiosidad. No se sorprenda de que nuestra gente olvide lo que decimos, porque incluso cuando Cristo es el sembrador, toda la semilla no cae en buena tierra, y toda buena tierra no recibe la semilla.

2. Con qu� facilidad las personas se desv�an de las mejores cosas. Pedro de inmediato comenz� a seguir a Cristo; pero volvi� la cabeza y vio a John, y empez� a hacer preguntas. Nuestra gente no asiste cuando predicamos como deber�a. Les estamos contando una historia que deber�a mantenerlos hechizados y, sin embargo, alguien se desmaya en la galer�a, y todos miran a su alrededor, y se necesita mucho tiempo para recuperarlos. Ahora, no debemos enfadarnos, porque as� fue incluso con el Salvador.

3. Ya que las personas se apartan del pensamiento serio por las peque�as cosas, no seas t� la causa de las peque�as cosas. Entre el resto, nunca llegue tarde y haga que la gente se d� la vuelta para ver qui�n pasa por el pasillo.

4. Cualesquiera sean las distracciones que pueda haber en la adoraci�n, no se debe permitir que nada nos desv�e del deber. Juan era un gran amigo de Pedro, y era muy natural que Pedro quisiera saber qu� iba a ser de su amigo. Pero ning�n amor por los amigos puede interponerse en el camino para impedir que hagamos lo que Cristo nos ordena.

I. EL PRINCIPAL NEGOCIO DE NUESTRA VIDA ES SEGUIR A JES�S. Debemos seguir a Cristo

1. Buscando de �l la salvaci�n. Si te apartas de Cristo, eso es destrucci�n. Escuch� decir que decirle a los hombres que sean serios acerca de su propia salvaci�n es pr�cticamente volverlos ego�stas; pero si tuviera que salvar a un hombre de ahogarse, ser�a lo bastante ego�sta como para aprender a nadar. Si tuviera que ser un soldado, ser�a lo suficientemente ego�sta como para desear ser fuerte, para poder pelear bien la batalla. Una vez estuve presente en un accidente callejero, fui a buscar al m�dico y me di cuenta de lo silencioso y tranquilo que ven�a. Estaba corriendo y sin aliento, quer�a acelerar su paso, pero �l me dijo: "Bueno, si me pongo en una fanfarronada, como t� lo has hecho, no podr�a hacer nada bueno". �Eso fue ego�smo?

2. Hecho esto, lo siguiente es modelar el car�cter seg�n la modalidad de Cristo. No se puede seguir a Cristo excepto esforz�ndose por ser como �l. Cristo, aunque absolutamente perfecto, es un personaje imitable. No podr�a decirme qu� fase especial del car�cter tiene Cristo. Es tan bueno en todos los aspectos. Todo est� ah�, y nada demasiado y nada demasiado poco. Vidas de Cristo: est�n en el mercado en todas partes.

Escriban uno en su propia vida. La Iglesia deber�a ser como esas habitaciones donde todas las paredes est�n revestidas de espejos. P�rese en el centro y se ver� a s� mismo all�, all�, all�, all�. Cristo es el centro, y todos los santos tantos espejos, mostr�ndolo desde diferentes puntos de vista. Cada uno ser� diferente, pero todos ser�n iguales y Cristo ser� glorificado. Vi un peque�o lema colgado en el sal�n de nuestra escuela infantil: "�Qu� har�a Jes�s?" Ahora, en todos los casos, cualquier cosa que Jes�s har�a en ese caso es lo que t� y yo deber�amos hacer.

3. Then the man saved and endeavouring to be conformed to Christ, must follow in His life service. We are committed to the Lord. You do not belong to yourselves, not a hair of your head. There is not one minute of your time that you have a right to call your own. A person of New York when baptised turned all the money he had into a certain form of scrip and had it all in his pocket, for he wanted to dedicate the whole of his substance, as well as himself.

Nunca recibo a un miembro sin preguntarle: "�Qu� vas a hacer por el Salvador?" Si dice que no puede hacer nada, yo digo: �Aqu� hay uno que pertenece a Cristo, y Cristo no puede hacer nada de �l. �l es est�ril ". Entonces el hombre comienza a pensar y, como resultado, descubre que hay algo que deber�a hacer. Dondequiera que aterrizaba Cook, el circunnavector, se le ve�a sacar peque�os paquetes de sus bolsillos, tir�ndolos de la mano y haci�ndolos circular.

Envolvi� al mundo entero con flores inglesas. As� es como deber�amos hacer: introducir parte de la preciosa semilla en su propia alma y llevarla consigo a donde quiera que vaya. T�ngalo con usted en el viaje a la orilla del mar, porque en esto estar� siguiendo a Cristo, que �anduvo haciendo el bien�.

4. Debemos seguir a Cristo mostr�ndole un amor intenso. Esta es la manera de demostrar ese amor, escuchando atentamente todo lo que tiene que decir.

5. Debemos hacer todo esto

(1) Sin reservas. Pero algunas personas tienen una peque�a reserva: alg�n pecado favorito o algo.

(2) Constantemente, no a veces. El alistamiento en el ej�rcito de Cristo no es por un tiempo largo o corto. Est�s llamado a la vida eterna. No al tipo de vida en la que, despu�s de haber vivido seis meses o a�os, se toma una licencia para servirte a ti mismo. Escuch� de uno que dijo que hac�a tal y cual cosa cuando estaba fuera de servicio. S�, un polic�a puede estar fuera de servicio; pero nunca cristiano.

(3) De todo coraz�n. Odio la forma miserable en que algunas personas sirven a Jes�s. Lo ilustrar� a veces con el murmullo en la reuni�n de oraci�n. Llam� a su tienda y lo escuch� decir en voz alta: "John, trae ese medio centenar". Pens�: "Este es el hombre al que no puedo o�r cuando ora". Entr� en una tienda el otro d�a y not� el libro mayor. �Oh mi! �Qu� libro mayor! Pens� en mi propia peque�a Biblia de bolsillo. Dios m�o, cuando el libro de contabilidad se pone encima de eso, qu� enamoramiento es.

6. Debemos seguir a Cristo en la vocaci�n a la que nos ha llamado. Algunos piensan que si siguen a Cristo deben abandonar el negocio. No, s�guelo all�. Otro dice: "Ir� a un convento y seguir� a Cristo all�". Eres mejor dobladillos con tus hijos. Otro piensa que para seguir a Cristo debe dejar su empleo y convertirse en un misionero de la ciudad. Es una gran l�stima estropear a un buen carpintero para convertirlo en un mal predicador. Cuando Cristo mont� el asno a trav�s de Jerusal�n, el asno hizo todo lo posible por llevarlo y lo logr�. No hac�a falta volar. No, no era un idiota como ese.

II. PARA EFECTUAR ESTO DEBEMOS EVITAR TODA DISTRACCI�N, Y SI VAMOS A SEGUIR A CRISTO, DEBEMOS ENTRAR POR ELLO. Un maestro de escuela dominical le pregunt� a un ni�o: "�Tu padre es cristiano?" La ni�a dijo: "S�, pero no ha trabajado mucho en eso �ltimamente". A menudo, la raz�n es porque se han desviado para hacer otra cosa. Luego

1. No permita que las distracciones vengan en forma de reflejos sobre los dem�s. Peter quiere saber sobre John.

(1) Podr�a haber dicho: "Quiz�s John va a tener un puesto mucho m�s f�cil que yo". Al trabajar para Cristo, alguna vez has dicho: �Ah, ah, est� bien ser �l. Ojal� tuviera su lugar; Podr�a hacer algo all� ". ��Qu� es eso para ti? S�gueme t� ". �Eres t� el m�s pobre porque �l es el m�s rico? Deja que el Se�or trate con Juan como le plazca, y deja que Juan escape al filo de la espada, aunque t� vayas a la cruz.

(2) Pero algunos dir�n, como podr�a haber dicho Pedro, aunque no lo hizo: �Ahora mira ese Juan. �l es todo contemplaci�n �,� No puedo soportar a esos m�sticos. No sirven de nada ". Marta dice de Mar�a: "Dile que venga y me ayude". Oh, estas Mar�as, �qu� ser� de ellas, siempre sentadas a los pies de Jes�s? Ahora, Marta, �qu� te importa? S�gueme. �Qu� pasa si un hermano sirve a Dios de una manera y el otro de otra? Sigues a Cristo y dejas que �l lo siga a su manera.

(3) Escuch� decir de una buena hermana, que hace mucho trabajo para Cristo, por alguien que nunca hizo nada que yo sepa: "Es una mujer tan cascarrabias". S�, y nunca conoc� a nadie que no hiciera nada que no fuera cascarrabias. Y si le quitaran algunos de los ganchillo al pueblo de Dios, les quitar�a su poder. Dios los ha formado para Su uso. Ahora, la pr�xima vez que veas a un amigo que no es tan perfecto como t�, escuchas al Maestro decir: ��Qu� te importa? S�gueme t� ".

(4) "Bueno", dice uno, "pero conozco a un hombre que estoy seguro de que est� muy sobrevalorado". Yo tambi�n, pero �qu� te importa a ti? Si al Se�or le agrada usarlo, ruega a Dios que te use a ti tambi�n.

(5) "A�n as�", dice uno, "debemos corregir los errores de algunos cristianos". Por todos los medios; y cada vez que veas un palo torcido en el paquete del Se�or, dile que est� torcido siendo t� mismo perfectamente recto. Ac�rquese en compa�erismo amoroso, y la cosa se hace directamente. Oro para que usted y yo no estemos tan ocupados lavando la puerta de los dem�s como para permitir que la suciedad se acumule frente a nuestra propia casa.

2. No nos dejemos ocupar nuestras mentes sobre problemas teol�gicos profundos.

(1) Algunos amigos no pueden salvar almas porque no conocen el origen del mal. Cuando un ladr�n entra en tu casa por la noche, no toques el timbre del polic�a; deja que haga exactamente lo que quiera hasta que averig�es por d�nde entr�. Y si eres un hombre que se est� ahogando, y el salvavidas est� arrojado a usted, no lo toque hasta que sepa qui�n lo hizo y de qu� est� hecho.

(2) "Bueno", dice uno, "es muy importante saber acerca de la predestinaci�n y el libre albedr�o". S�, y si no hace nada bueno hasta que lo comprende, tiene mucho tiempo para esperar. Deje que su sirvienta se niegue ma�ana a levantarse a preparar sus comidas y diga: "Mi querido se�or, no puedo hacerlo, porque no puedo entender la doctrina de la elecci�n". Dir�as: "Mar�a, nunca te contrat� para eso".

(3) Y no dejes que la profec�a te desv�e. Hay quienes hacen de la venida de Cristo una excusa para gastar su tiempo en especulaciones en lugar de en un santo servicio activo para Cristo. Visit� a un miembro de mi iglesia hace alg�n tiempo y la vi en los escalones fregando el umbral. Se sonroj� de todo tipo de colores y dijo: "Se�or, si hubiera sabido que vendr�a, no me habr�a encontrado as�". Dije: "Pero si mi Se�or viene ma�ana, as� es como me gustar�a que me encontrara en mi trabajo". S�gueme, lo que tengas que hacer ma�ana.

(4) Hay ciertos hechos terribles que les ruego que nunca consideren indebidamente para apartarse del servicio de Cristo, por ejemplo , la condici�n de los esp�ritus perdidos, del mundo y de la Iglesia, y lo que es para convertirse en �l. Ahora mire, si est� en una tormenta y est� listo para tirar de una cuerda, si comienza a tomar en consideraci�n todo el estado y condici�n del barco, todo sobre la tripulaci�n, la carga, la br�jula, las corrientes, los vientos. , y no tire de la cuerda, le digo, lo mejor ser�a no saber nada de estas cosas, e ir a su trabajo.

Y creo que es necesario hablar con algunos de los siervos de Dios sobre esto. Te preocupas porque los tiempos son tan malos. Bueno, los obtienes y los haces mejores. Nunca debiste hacer todo, y Dios nunca te construy� para limpiar el mundo. Ocurri� bastante bien antes de que nacieras, y es posible que suceda despu�s de que mueras.

(5) Y a veces el camino del cristiano es tan estrecho, tan oscuro, que su �nica seguridad est� en el agarre de la mano de su gran l�der, mientras con temblor dice: �Maestro, el abismo, la oscuridad, el horror de �el camino!" �l dice: ��Qu� te importa? S�gueme t� ".

(6) Oh Dios, dice una pobre alma, mi propio hijo, temo que se perder� ". El Salvador dice en respuesta: "S�gueme". Intenta conquistarlo, bus no mires las espantosas posibilidades, para que tu boca se cierre y tu lengua se silencie dentro de ti.

(7) �Todos deber�amos llorar por Jerusal�n�, dices. S�, pero incluso Cristo que lo hizo no lo hizo todos los d�as.

3. No permitamos que nos distraigamos de nuestro trabajo con nada fuera de la l�nea de la religi�n pr�ctica. Recuerda las palabras de Carey sobre Eustace, su hijo. El pobre Eustace se ha metido en un embajador. Cuando todos los dem�s pensaban que era una alta promoci�n, �l pensaba que era una degradaci�n para �l apartarse de la �nica obra del ministerio. Ahora, ustedes que aman al Se�or, est�n llamados a alguna forma de ministerio, ap�guense a �l. Mejor ser pobre y servir a Cristo que hacerse rico y renunciar a �l.

III. LAS RAZONES DE ESTA CONCENTRACI�N DE NUESTRA VIDA. Debemos hacer una cosa y no veinte.

1. No tenemos demasiado poder, y si no usamos lo que tenemos para una sola cosa, desperdiciaremos nuestras fuerzas. Cuando el molinero tenga s�lo un chorro determinado, d�jelo verter todo en una rueda y triturar�. Pero que no desv�e su agua a muchos arroyos serpenteantes, o de lo contrario, ciertamente desperdiciar� su poder.

2. Es s�lo tomando un objeto que puede llegar a ser eminente en �l.

3. No tenemos mucho tiempo para hacer lo poco que vamos a hacer; vamos a empaquetarlo bien, meternos todo lo que podamos. El Dr. Chalmers pas� una noche muy feliz con unos amigos. Entre el resto estaba presente un cacique galo, que se divirti� mucho con las an�cdotas e historias de Chalmers. Se fueron a la cama, y ??en medio de la noche el cacique se enferm� repentinamente y muri�; y Chalmers, escribiendo sobre ello despu�s, dice: "Cu�n diferente habr�an hablado si hubieran sido conscientes de lo que estaba a punto de suceder". Vivamos como si supi�ramos que esta noche podr�amos terminar nuestra vida. ( CH Spurgeon .)

Entonces se difundi� entre los hermanos este dicho de que ese disc�pulo no deb�a morir.

La tradici�n de la inmortalidad de San Juan

La tradici�n registrada m�s antigua con respecto a San Juan aparentemente hab�a surgido, no como la mayor�a de ellas despu�s de la muerte del Ap�stol, sino durante su vida, y profesaba estar fundada en una predicci�n expresa de nuestro Se�or de que �St. John nunca deber�a morir ". En este caso fue posible confrontar el enunciado tradicional con el hist�rico, y este cap�tulo fue agregado al Evangelio, aparentemente, para afirmar el hecho verdadero de que �Jes�s no le dijo�, etc.

Se puede cuestionar si un malentendido de las palabras de nuestro Se�or fue el �nico origen de la tradici�n; es, quiz�s, m�s probable que haya sido ocasionado en primera instancia en parte por la gran edad del Ap�stol, y en parte por la expectativa general de que la venida de nuestro Se�or estaba cerca. Tampoco la opini�n carec�a de alg�n fundamento de verdad si consideramos que el lenguaje en el que se identifica la venida de nuestro Se�or, o al menos se mezcla con las im�genes que igualmente describen la ca�da de Jerusal�n.

Este �ltimo sentimiento, sin embargo, evidentemente hab�a desaparecido antes del tiempo en que la tradici�n asumi� la forma particular especificada en el texto, y ahora, por lo tanto, se basa en el supuesto dicho all� referido. La �venida del Se�or� era ahora para ellos, lo que es para nosotros, otra expresi�n para el fin de todas las cosas; en consecuencia, el proceso siguiente y natural fue limitar las palabras a la nueva visi�n.

Sin embargo, ni la expresa cautela del evangelista, ni la contradicci�n de la historia por su muerte fueron suficientes para erradicarla por completo. La historia de que no estaba muerto sino que dorm�a en su tumba en �feso fue relatada a Agust�n por personas que profesaban haber presenciado el movimiento del polvo por el supuesto aliento del durmiente, y la noci�n de que todav�a estaba vivo no solo se convirti� en un problema. art�culo fijo de creencia popular en la Edad Media, pero ha sido revivido de vez en cuando por entusiastas posteriores, y todav�a se conmemora parcialmente en la Iglesia Griega en la Fiesta de la Traducci�n del Cuerpo de S.

John. Compare, entre otros casos, la conocida historia de la aparici�n de San Juan a Eduardo el Confesor y los peregrinos de Ludlow, y de nuevo a Jacobo IV., En Linlithgow, antes de la Batalla de Flodden, la creencia en Prester John en Asia Central. , y las antiguas representaciones legendarias de la b�squeda del cuerpo en la tumba vac�a. ( Dean Stanley .)

Versículos 24-25

Este es el disc�pulo que testifica de estas cosas

El Evangelio de St.

John

I. SU TEMA TRASCENDENTE.

"Las cosas que hizo Jes�s".

1. Su n�mero: "muchos".

2. Su variedad: "otros".

3. Su importancia. Tan profunda hab�a sido la impresi�n que hab�an causado que incluso entonces fueron recordados y podr�an haber sido escritos.

4. Su significado. �El mundo no se contendr�a�, etc.

II. SU AUTOR SIN NOMBRE - el disc�pulo a quien Jes�s amaba. Que este era john

1. El Evangelio lo atestigua indirectamente.

2. Confirma la tradici�n eclesi�stica.

III. SU CAR�CTER VERACIOSO.

1. El testimonio de la conciencia del autor, si el vers�culo 24 es aut�ntico.

2. El testimonio de sus contempor�neos, probablemente el efesio

Ancianos, si el vers�culo 24 no es jo�nico.
Lecci�n: Gratitud

1. A Dios por Su Hijo Jesucristo.

2. A Jesucristo por las cosas que hizo.

3. Al Esp�ritu Santo por este sublime Evangelio ( T. Whitelaw, D. D. )

Lo revelado y lo no revelado en la biograf�a de Cristo

I. SE HA REVELADO MUCHO. Sus cuatro bi�grafos han dicho mucho sobre Cristo, y cada uno lo ha presentado en alg�n aspecto nuevo.

II. SE HAN REVELADO MUCHO M�S ( Juan 21:25 ). �Qu� volumen habr�a sido necesario para registrar los hechos y las palabras de Aquel que nunca pas� una hora ociosa, sino que "anduvo haciendo el bien"! Conclusi�n:

1. Debemos apreciar plenamente la cantidad revelada. Rebosa de verdades y palpita de inspiraci�n. Una cantidad mayor, tal vez, hubiera sido molesta en lugar de �til.

2. Podemos anticipar maravillosos estudios. Todo lo no revelado ser� puesto bajo nuestra observaci�n. ( D. Thomas, D. D. )

Los evangelios aut�nticos y ap�crifos

Hay muchas cosas escritas acerca de Cristo que otros creen, pero que yo no creo. La evidencia de afuera me importa poco, con respecto solo a la evidencia de adentro. Por lo tanto, la lectura de los evangelios no can�nicos es �til para mostrar qu� fino instinto, qu� esp�ritu de buen gusto, qu� conocimiento divinamente inspirado de lo que era Cristo, ten�an los hombres que escribieron nuestros Cuatro Evangelios.

Between the two there is that singular difference which strikes a man of fine taste between the consummate work of a true artist and the work of a dauber, between a work of art wrought in love and one wrought only for bread. For the spirit of an artist creeps into every stroke of his brush; and in the writing of the Gospels, in settling which are canonical, every stroke is a betrayal. The apocryphal Gospels are not only a curious picture of the floating traditions of the Church; they are earthen vessels full of earthly dregs.

Recogen alrededor de Cristo las manchas de la estupidez y la ignorancia humanas. As� como un hombre de buen gusto no tiene dificultad en juzgar en un momento entre un Rafael y lo que un comerciante de cuadros vulgar declara ser uno; as� como quien est� acostumbrado a los finos aromas del vino de Hamburgo puede distinguirlo de la basura espuria que se trae para imitarlo; as� como aquellos que conocen el anillo de oro verdadero est�n a prueba de ser enga�ados por la falsificaci�n, as� no hay necesidad de que haya dificultad en juzgar estos escritos, en comparaci�n con los cuatro evangelios que se usan ahora. ( George Dawson, M. A. )

Tambi�n hay muchas otras cosas

La magnitud de la vida de Cristo

Palabras como estas se denominan "lenguaje fuerte" y "exageraci�n". Pero el lenguaje fuerte es siempre fiel para el poeta, natural para los apasionados, veraz para los de mente abierta; y s�lo desagradable para los peque�os, d�biles, de sangre fr�a, para aquellos que encuentran que el lenguaje humano es lo suficientemente grande para vivir en �l. El lenguaje humano a menudo se siente como esa cama de anta�o, que era tan corta que un hombre no pod�a estirarse en eso; y al tratar de cubrirse con el cubreobjetos, descubri� que era demasiado estrecho.

Entonces, como lo siguiente a tener un lenguaje hablado adecuado, los hombres hacen lo que pueden con extravagancia para compensarlo. Un gran poeta como Shakespeare presiona el universo en su pasi�n. Le dice a la mujer que adora que sus ojos superan el brillo de la ma�ana. Un gran anciano deseaba ser una estrella para poder menospreciar siempre a la que amaba. Entonces, estas almas, sintiendo profundamente, para decir lo que desean decir, ya que las palabras no lo har�n, invocan todas las cosas para ayudarlas: la rosa de Sharon, el lirio de los valles, todas las cosas se llaman en, para que el amado sea presentado en gloria.

El lenguaje fuerte es objetable, �verdad? S�, cuando no es m�s que el �nfasis de la vacuidad; cuando la gente peque�a hace un gran ruido, usando un lenguaje m�s fuerte de lo que requiere la ocasi�n, el pecado y la verg�enza es que no tienen un sentimiento adecuado para ello. Pero cuando el coraz�n est� radiante y lo que se puede decir es infinito, entonces el lenguaje m�s extravagante es el de la pobreza. Escuchar algunos comentarios sobre la frase es encantador: �Este pasaje no debe tomarse literalmente; por supuesto, el Ap�stol quiso decir: ��Oh, gracias por nada! No quiero tu pan seco de arena.

'�Lo que Juan quiso decir fue que hab�a tantas cosas que se podr�an decir acerca de Cristo, que el mundo no podr�a contenerlas todas. �Hermosa expresi�n! �Y qu� adecuado! Ahora bien, �qu� ense�a? Si la biograf�a de cualquier hombre se escribiera a diario, ser�a un gran libro. Uno de los libros m�s encantadores fue escrito por un hombre que recorr�a su habitaci�n. Ponga a algunas personas en una habitaci�n y no ver�n m�s de lo que lo har�a un caballo ciego.

Pero no es as� con el hombre instruido. Se deten�a en cada parte de la habitaci�n y contaba historias sobre la artesan�a en madera, historias de los �rboles de los que proven�a la madera o el clima en el que crec�an, historias que se remontaban a Adam. Franklin nos dice que "se levant� a las seis y se lav�". Pero si se hubiera detenido a contarnos todo sobre "rosa", qu� volumen se querr�a, y as� sucesivamente con "lavado" y "vestido".

Y as�, uno podr�a llegar a pensar, con el gran poeta, que la mejor parte de la vida de un hombre reside en los peque�os actos de bondad sin nombre y sin registrar. Son las cosas no escritas de la vida las que sostienen las grandes cosas. Entonces, cuando pensamos en la vida de Cristo, y en lo poco que se dice de �l, sabemos que debe haber mucho que podr�a haberse escrito. ( George Dawson, M. A. )

Las muchas cosas que hizo Jes�s

�San Juan termina su Evangelio con una exageraci�n? �Qu� eje decimos?

I. EXISTEN VARIAS SOLUCIONES.

1. Que el pasaje ha sido interpolado. Pero este punto de vista no tiene fundamento. El verso solo falta en un manuscrito.

2. Que es s�lo la forma en que San Juan expresa su sentido de la inmensa diligencia de la vida de Cristo y el n�mero incomparable de sus buenas obras; y que, para transmitir esa idea, usa un lenguaje que es, en verdad, despu�s del lenguaje oriental, hiperb�lico; pero que no pod�a enga�ar.

3. Que San Juan est� hablando de todo lo que Cristo hab�a hecho, est� haciendo y har� por toda la eternidad - en cuya aceptaci�n las palabras ser�an estrictamente verdaderas - porque entonces deber�amos estar tratando con lo Eterno y lo Infinito. - que, por supuesto, excede la br�jula del universo. Pero el comentario es tenso y descabellado.

4. Que la palabra "contener" es ambigua, y que podr�a traducirse "el mundo", es decir , el mundo imp�o, "no recibir�a la totalidad de lo que Jes�s hizo".

5. Que San Juan no est� hablando de las meras acciones externas, sino de lo que representaron e involucraron. Y esto no es m�s que una verdad literal de que "si todos estos" fueran "escritos" , en serie, "el mundo mismo no podr�a contener el relato que deber�a escribirse".

II. La �ltima parece ser la �nica comprensi�n verdadera de las palabras de San Juan: LA INCOMPREHENSIBLE PLENITUD QUE HAY EN LA PORCI�N M�S MIN�SCULA DEL MINISTERIO DE CRISTO.

1. Recuerda

(1) Es la vida del Hijo de Dios que vino a esta tierra durante unos treinta y tres a�os, de los cuales tenemos la historia de solo tres, y en esos tres solo unas pocas caracter�sticas principales y destacadas.

(2) Que el objeto de esta breve visita era la salvaci�n del mundo entero.

(3) Ese amor, sabidur�a y poder infinitos se encuentran en cada una de sus palabras y actos.

(4) Que el registro, que nos ha sido dado, ha sido dejado para que Su Iglesia lo lea y viva para siempre. Hay suficiente para satisfacer todo el intelecto y el afecto de la raza. Y si el evangelio es as�, qu� peso, qu� infinito, debe haberlo en cada �pice. Si desperdiciamos una miga, debe ser bajo nuestro propio riesgo y con un gran da�o. Aqu� est� nuestro deber, y aqu� est� la gran obra del Esp�ritu Santo, encontrar los sentidos latentes de cada fracci�n de esa portentosa narraci�n. �El secreto del Se�or� - pensamientos encubiertos, intenciones selladas excepto para los iniciados - �el secreto del Se�or est� con los que le temen�.

2. Tambi�n debes considerar

(l) Cada acci�n de Cristo fue ante todo un gran hecho hermoso, que se destaca para ser admirado.

(2) Era una ilustraci�n de Su car�cter, en la que debemos leer Su simpat�a, sabidur�a, poder, fidelidad, etc.

(3) Debemos leer, a trav�s de �l, a Dios, la �nica descripci�n real que tenemos del Padre Invisible.

(4) Es la ilustraci�n y la garant�a de lo que Cristo es y hace ahora �l est� en gloria.

(5) Es nuestro modelo y ejemplo lo que podemos copiar.

(6) Es una alegor�a, una par�bola de cosas espirituales que siempre se encuentran debajo.

3. Ahora, tome cualquier evento en el ministerio de nuestro Se�or, y div�dalo en todas estas partes: v�alo en todas sus luces; �Y qu� volumen habr� ah�! Considere, de esta manera, Su bautismo, o Su tentaci�n, o Su transfiguraci�n, o Su muerte, etc., o cualquiera de Sus milagros; o una oraci�n, un toque, una mirada; �Y en qu� masas y monta�as de pensamiento se hincha todo! �Qu� montones sobre montones se podr�an decir y escribir!

4. Piense en todo lo que, durante casi diecinueve siglos, la Iglesia ha dicho y escrito sobre esos cuatro Evangelios; y sin embargo no se agota. Nuevos pensamientos, nuevas bellezas, nuevas comodidades surgen todos los d�as. �Y si el mundo durara diecinueve mil siglos m�s, ser�a lo mismo! �Y no ser�n estas cosas los temas de facultades infinitamente m�s elevadas que ahora, a lo largo de la eternidad? �No �los �ngeles� todav�a �desean mirarlos�?

5. Luego, debemos agregar al relato que hubo �muchas cosas que hizo Jes�s� que San Juan sab�a pero no registr�; muchos m�s, que nadie conoc�a ni pod�a conocer. Pero todos tendr�an el mismo desarrollo.

6. Entonces, cuando, por un momento, tratamos de unirlos y concebir el total de tal agregado, �es el lenguaje demasiado fuerte?

III. D�JAME RECOPILAR ALGUNAS INFERENCIAS.

1. Cuando tenemos que ver con la vida de Cristo, estamos ante las inmensidades m�s solemnes. Cuanto m�s lo estudiemos, m�s nos sentiremos con San Juan, que estamos parados en la orilla de un oc�ano sin l�mites; que lo que vemos no es nada comparado con lo que hay m�s all� del horizonte. Que todo el intelecto humano unido, y todos los corazones m�s grandes de los hombres de amor, si ese amor pudiera durar para siempre, no podr�a contener la mitad de lo que Cristo hizo y de lo que Cristo fue. �Es demasiado para decir? No lo pensar�s si lo amas y lo conoces.

2. Por tanto, debes llegar a la contemplaci�n de cada parte de la vida de Cristo con mucha modestia. Hay mucho m�s de lo que te imaginas. Si cree que conoce alg�n vers�culo de la Biblia, todav�a tiene mucho que aprender. Nunca lo vaciar�. Y, viendo que excede todas nuestras proporciones, debes orar por el ensanchamiento de tu propia alma, para que puedas contenerlo.

3. Porque un coraz�n ensanchado por el Esp�ritu Santo tiene una capacidad mayor que el universo. El universo no pudo contenerlo; pero, por la obra del Esp�ritu Santo, se promete que podr�n "comprender con todos los santos, cu�l es la longitud, la anchura, la profundidad y la altura, y conocer ese amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento". ( J. Vaughan, M. A. )

Los dichos no escritos de Jes�s

Cuando veo cu�nto se ha escrito de los que han vivido; c�mo los griegos conservaron cada dicho de Plat�n; c�mo Boswell sigui� a Johnson, recogiendo cada hoja que ca�a de ese viejo y tosco roble y peg�ndola, casi lamento que uno de los disc�pulos no haya sido un �ngel registrador, para preservar el olor y la riqueza de cada palabra de Cristo. Cuando Juan dice: �Y tambi�n hay muchas otras cosas que hizo Jes�s, las cuales, si se escribieran todas, supongo que ni el mundo mismo podr�a contener los libros que debieran escribirse�, me afecta m�s profundamente. que cuando pienso en la destrucci�n de la Biblioteca de Alejandr�a o en la desaparici�n del arte griego en Atenas o Bizancio.

Las creaciones de Fidias eran de piedra fr�a, cubiertas por pensamientos c�lidos; pero Cristo describi� sus propias creaciones cuando dijo: "Las palabras que yo os he hablado son vida". El dejar estas cosas fuera del Nuevo Testamento, aunque divinamente sabio, me parece, para mi anhelo, no tanto el incumplimiento de cosas nobles, como la destrucci�n de grandes tesoros, que ya hab�an tenido vida oral, pero que no se encarnaron en la literatura. . ( HW Beecher .)

La suficiencia de los evangelios

Suponiendo que se haya escrito una biograf�a completa de Cristo, consideremos

I. SU MAGNITUD. En cada vida hay muchas transacciones que no agregar�an nada a la integridad de una biograf�a. Hay muchas cosas en la experiencia de todos nosotros que son como briznas de hierba. Distinguirlos en un cuadro ser�a deteriorarlo y darnos no el campo sino la hierba. Pero las cosas eran de otra manera con Cristo. Cada milagro, oraci�n, mirada, etc., era digno de una imagen por s� mismo. Y supongamos que en lugar de nuestro resumen actual tuvi�ramos todos los detalles de lo que ser�a una biblioteca. Y luego hay muchas cosas que lleva m�s tiempo describir que hacer.

II. SU CUMBRESIDAD.

1. Qu� vida ser�a lo suficientemente larga para producirlo.

2. Qu� medios podr�an ser adecuados para dispersarlo.

3. Lo que el hombre sab�a leer, y mucho menos recordarlo. Conclusi�n: Veamos la imposibilidad de mejorar la Palabra de Dios. Hay sabidur�a tanto en sus l�mites como en su materia y forma. ( Mathematicus .)

Evangelio de San Juan una colecci�n de espec�menes

Los materiales de los que realmente ha utilizado son pocos en comparaci�n con el almac�n del que podr�a haber sacado; omiti� muchas cosas, cuyo registro podr�a haber llenado el mundo de libros; con solo unas pocas selecciones de su rico tesoro, nos muestra la gloria del Verbo Encarnado, como si un pintor tomara un trozo de roca gris, un mech�n de helecho de culantrillo que crece en una grieta, algunos parches de hierba y brezo, un �rbol o dos, una figura humana, una cordillera que se ve en la penumbra, el cielo azul infinito, y ponerlos en una imagen deber�a mostrarnos la gloria de Dios en la naturaleza. ( J. Culross, D. D. )

Cristo un tesoro inagotable

Muchos tesoros est�n contenidos en la Biblia, pero no todos. Hay m�s tesoros en Cristo que incluso en la Biblia. No pod�a transferir todos los tesoros de Su persona a un libro, "porque si se escribieran", etc. Bendito sea Dios por los tesoros contenidos en este precioso volumen que tengo ante m�, pero llegar� el d�a en que estar�n todos agotados. Pero despu�s de agotar los tesoros del Libro, los tesoros de la Persona a�n permanecer�n.

Bendito sea su nombre por los tesoros que han venido por medio de Cristo, bendito tres veces por los tesoros que est�n en Cristo. Habitando en �l hay tesoros suficientes para hacer una docena de Biblias nuevas, las Biblias de la eternidad. ( J. Cynddylan Jones, D. D. )

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Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "John 21". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/john-21.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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