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Saturday, September 28th, 2024
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Bible Commentaries
Proverbios 12

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículo 1

El que ama la instrucci�n ama la ciencia, pero el que aborrece la reprensi�n es un necio.

Oidores atentos y sin valor

Se insta a prestar atenci�n a los preceptos y los sabios consejos de este libro:

1. La ventaja que tienen tales preceptos para mejorar el porte y la conversaci�n de un hombre.

2. El hecho de que son una salvaguardia contra las travesuras de las malas compa��as.

3. Que son los mejores conservantes de la salud y larga vida.

4. En los caminos de la sabidur�a se encuentra la paz con Dios, con el hombre y con nuestra propia conciencia. Pero Salom�n nos dice que hay varios tipos de hombres que nunca ser�n m�s sabios ni mejores por lo que �l dice.

(1) Los que son est�pidos y no tienen paladar para saborear nada m�s que los placeres terrenales y sensuales.

(2) El hombre perverso, que est� bajo el dominio de sus concupiscencias y pasiones.

(3) El hombre orgulloso. Porque �l es m�s sabio en su propia opini�n que siete hombres que pueden dar raz�n. Este engreimiento es com�nmente hijo de la prosperidad.

(4) El hombre negligente y perezoso. No se tomar� la molestia de cultivar su mente con las instrucciones de la sabidur�a.

(5) Hombres de esp�ritu vanidoso y espumoso, que aman convertir las cosas serias en rid�culo; bufones y burladores. Las calificaciones que exige nuestro divino fil�sofo son diligencia y atenci�n. Querr�a que sus oyentes aplicaran su coraz�n e inclinaran sus o�dos a las palabras de su boca. �D�nde estaban, y d�nde est�n ahora, estas escuelas de sabidur�a, donde los oyentes diligentes pueden ser instruidos en las leyes de Dios y en una buena vida? Se encuentran en nuestras escuelas de literatura y en nuestras iglesias. ( W. Reading, MA )

El amor por la instrucci�n

Es por la instrucci�n que llega el conocimiento. Aquel que se imagina tener todo en s� mismo, nunca aprender�. En proporci�n al amor por la instrucci�n ser� la adquisici�n de conocimientos. El amor por la instrucci�n implica humildad. Argumenta un sentido de ignorancia y necesidad de informaci�n. Es una cosa com�n que los hombres permitan que el orgullo los despoje de muchos conocimientos valiosos. Que el conocimiento del deber as� como el de la verdad debe incluirse aqu� puede inferirse de la �ltima parte del vers�culo.

"Rechazar la reprensi�n" es "brutal", como irracional, insensato, indigno de una criatura dotada de intelecto; distinguido por la raz�n de las bestias del campo, y tambi�n distinguido de ellas por su inmoralidad. Tambi�n puede estar comprendida en la expresi�n la ausencia de lo que toda criatura racional deber�a tener: discernimiento y gusto espirituales; la destituci�n de todo sentimiento y sentimiento correctos en referencia a Dios y las cosas divinas. Este es el car�cter de aquel a quien Pablo denomina "el hombre natural" o animal, que "no percibe las cosas que son del Esp�ritu de Dios". ( R. Wardlaw. )

La instrucci�n implica disciplina

La instrucci�n, como ense�a el contraste, implica principalmente disciplina, el curso m�s necesario para adquirir conocimiento espiritual. La sumisi�n de la voluntad es el �nico camino hacia el logro cristiano. El orgullo irritable que odia la reprensi�n, como si fuera una afrenta que nos digan nuestras faltas, argumenta no solo la falta de gracia sino tambi�n la falta de comprensi�n. ( C. Puentes .)

Reprensi�n

El conocimiento y la sabidur�a que recomienda este libro es una cosa pr�ctica y devota, que tiene como fundamento el temor de Dios, y entonces la obediencia se manifestar� como resultado. Si un hombre ama el fin, amar� lo que lleva al fin. La reprensi�n es instrucci�n bajo otra forma. Es una instrucci�n con rostro desagradable; pero no menos necesaria y saludable. Algunos hombres dif�cilmente pueden ser manejados de otra manera que simplemente manteni�ndoles las riendas apretadas.

La Biblia nunca nos permite perder de vista nuestra conexi�n inmediata con Dios. El mundo y la sociedad humana no es una mera m�quina. Es una gran cosa tener la idea de la ley, y esa ley est� obteniendo sus resultados; pero es mucho m�s grande presentar a la mente la idea de la superintendencia personal del Legislador. Bajo Su supervisi�n, �la virtud ser� su propia recompensa�, y el vicio y la maldad traer�n su propia condenaci�n y castigo.

El hombre bueno o ben�volo no piensa en los resultados para s� mismo ni en sus acciones hacia los dem�s; lo hace a partir de esos impulsos, esos instintos divinos y santos, que habitan esa naturaleza religiosa suya: y Dios tiene los ojos puestos en el bien, y el resultado es que el favor de Dios viene sobre �l y lo ensombrece. Un hombre puede sobrellevar la maldad durante un tiempo maravillosamente; pero en general el triunfo de los malvados es breve. Cuando parece estar establecido, siempre tiene miedo. ( T. Binney .)

Odiando el reproche

Se cuenta la historia de un ministro escoc�s que, durante uno o dos meses despu�s de su nombramiento en una parroquia rural, sol�a invitar a sus oyentes a sermones de muy florida descripci�n. Sin embargo, al ver que la predicaci�n continua de este tipo es poco provechosa, cambi� su estilo por algo menos llamativo pero m�s pr�ctico, y tambi�n, con el fin de agregar peso a sus exhortaciones, inaugur� el "sistema de horarios" de hacer colectas. .

En una ocasi�n, una se�orita coleccionista visit� a una antigua solterona ben�vola perteneciente a la congregaci�n y comenz� el ataque con el horario insinuante; pero apenas comprendi� su misi�n, el semblante de la solterona se endureci�. "�Na, na!" Ella exclamo. �Qu� le dar�a medio penique a ese hombre? Me gusta mucho cuando sol�a hablarnos de las obras de la naturaleza, de las bonnie floer, y de eso; pero cuando empez� a hablarnos como t� sobre nuestras faltas, no pude darme por vencido ".

Reprensi�n en la predicaci�n

Una cosa tengo contra el clero, tanto del campo como del pueblo; Creo que no son lo suficientemente severos con sus congregaciones. No depositan suficientemente sobre el alma y la conciencia de sus oyentes sus obligaciones morales, y no sondean sus corazones y llevan toda su vida y acci�n al tribunal de la conciencia. La clase de sermones que creo que m�s se necesitan son los que ofendieron a Lord Melbourne hace mucho tiempo.

Lord Melbourne fue visto un d�a saliendo de una iglesia en el campo con una gran emanaci�n. Al encontrar un amigo, exclam�: ��Es una l�stima! Siempre he apoyado a la Iglesia y siempre he defendido al clero. Pero es realmente una l�stima tener que escuchar un serm�n como el que hemos tenido esta ma�ana. �Vaya, el predicador realmente insisti� en aplicar la religi�n a la vida privada de un hombre! " Pero este es el tipo de predicaci�n que m�s me gusta, el tipo de predicaci�n que los hombres m�s necesitan; pero tambi�n es del tipo que obtienen menos. ( NOSOTROS Gladstone. )

Versículo 2

El hombre bueno alcanza el favor del Se�or.

La bendici�n de los justos y la miseria de los malvados

Hay una marcada diferencia entre los justos y los malvados tanto en sus caracter�sticas como en su condici�n.

I. La ense�anza del pasaje con respecto a la bendici�n de los justos.

1. El justo tiene el favor del Se�or ( Proverbios 12:2 ). En el favor divino est� la garant�a de todo bien.

2. El justo est� firmemente fijado ( Proverbios 12:3 ).

3. Es m�s sabio en su discurso ( Proverbios 12:6 ).

4. Sus bendiciones contin�an para sus hijos (vers�culo 71.

5. Se gana la confianza de sus semejantes. En los privilegios espirituales, al menos, el buen hombre obtiene ventajas de inestimable valor. Se especifican algunas de las ventajas del justo. Porque es trabajador, �l ...

(1) Tendr� suficiente pan.

(2) Su labor no dejar� de tener resultados.

(3) De alguna manera saldr� triunfante de los problemas.

(4) Se saciar� de lo bueno ( Proverbios 12:11 ).

Los anhelos del hijo de Dios est�n tan controlados y dirigidos que con el tiempo se satisfacen plenamente. Se mantienen dentro de los canales de la voluntad Divina, por lo que nunca se quedan varados ni destrozados por su propia voluntad.

II. El pasaje retrata la miseria de los malvados. Esto consiste, ante todo, en la desaprobaci�n de Dios; luego en la desaprobaci�n de sus semejantes. Por sus fechor�as, los malvados pierden la estima del p�blico, y este es un golpe que les resulta dif�cil de soportar. Una conducta incorrecta tambi�n seguramente lo atrapar� a uno en dificultades. Cada pecado es un paso en falso que lo lleva a uno a nuevos enredos. Una mentira necesita otra para reforzarla.

Puede que los resultados inmediatos del pecado no sean malos. Pero seguro que llegar� el final. El pecado persistente trae ruina. El fin del mal sin arrepentimiento es seguro. La ley de la vileza moral no puede romperse.

III. Las caracter�sticas de ambas clases. A los malvados les disgusta la reprensi�n. Su misma pecaminosidad es una indicaci�n de que carecen de entendimiento. Son engre�dos. Una indiferencia a las opiniones de los dem�s, una cierta seguridad en s� mismo, una falta de voluntad para aprender, estas son algunas de las caracter�sticas de los malvados. Otro indicio casi seguro de mala conducta es mantener malas compa��as.

El malhechor "sigue a los vanos". Naturalmente, busca a los de su propia especie. Su conducta est� en la l�nea de da�ar a otros. El ego�smo tiene las semillas de la crueldad. El yo busca constantemente su propia gratificaci�n y no se detiene ante ning�n da�o a los dem�s que se interpongan en su camino. Las caracter�sticas de los justos son:

1. Ama el conocimiento. Est� buscando honestamente descubrir qu� es lo mejor que puede hacer. Por tanto, acoge con gusto la correcci�n. No retrocede ante la reprensi�n.

2. Sus pensamientos son justos. Desea tratar a todos correctamente y dar a cada hombre lo que le corresponde. Incluso sus pensamientos est�n bajo control en este asunto. No s�lo no hace mal a los dem�s, sino que no tiene ning�n deseo de hacerlo; ni siquiera el pensamiento del mal surge en su mente. ( AF Foster. )

El hombre sabio

I. La relaci�n del hombre de sabidur�a con Dios. �l est� a favor de Dios, mientras que el hombre insensato es condenado por Dios ( Proverbios 12:2 ). La �tica de Proverbios es profundamente religiosa. Todas las obligaciones morales se derivan del Creador, y se afirma una y otra vez que el fundamento de la sabidur�a est� en el temor del Se�or. Muchos maestros de moral fracasan porque intentan inducir a los hombres a actuar correctamente sin antes enderezar sus corazones.

II. Los rasgos de car�cter del sabio se exponen parcialmente aqu�.

1. Es veraz.

2. Es receptivo.

3. Tiene buen juicio pr�ctico.

4. Es trabajador.

5. Es de buen coraz�n.

III. Aqu� se presenta al sabio en sus relaciones con otros hombres.

1. Tiene el honor de los dem�s. Ese hombre solo tiene verdadero honor cuyo nombre es honestamente reverenciado. Tal reverencia llega s�lo a esa nobleza de car�cter cuya fuente est� en esa sabidur�a del coraz�n que consiste en el temor del Se�or.

2. Un personaje as� honra a los dem�s.

3. Un hombre as� est� a salvo de enredos con otros. Un hombre sin principios siempre se mete en problemas de los que los justos escapan.

IV. Los resultados para �l de la sabidur�a del buen hombre.

1. El sabio tiene una recompensa por su devoci�n a lo bueno. Se le reparte la satisfacci�n.

2. En este pasaje se describe el car�cter del resultado.

3. La estabilidad se destaca especialmente como una de las recompensas del bien. ( DJ Burrell. )

El buen hombre

Por buen hombre debemos entender a un hombre ben�volo; es decir, un hombre que siempre desea la felicidad a los dem�s y lleva su benevolencia a la forma activa de la beneficencia. El hombre bueno no es un petimetre intelectual, ni un fen�meno moral, sino que est� bien disciplinado, completamente castigado, ajustado en todas sus facultades y, a veces, oculta excelencias excepcionales bajo un promedio general de fina naturaleza; es decir, en lugar de vivir en sus excentricidades y hacer fama de sus excelencias ocasionales, derriba estas monta�as e irregularidades y las suaviza para consolidar un promedio general de verdadero valor. El que hace el bien es un aliado de Dios; est� en cooperaci�n inmediata con �l. ( J. Parker, DD )

Versículo 4

La mujer virtuosa es corona de su marido, pero la que averg�enza es como podredumbre en sus huesos.

Falso afecto

El car�cter de Dalila, aunque brevemente dibujado, no deja de tener un significado terrible.

En ella vemos una violaci�n de los lazos de la vida y un afecto bien equilibrado que nos hace arrancar; y sin embargo, muchos de nosotros cometen esta falta y apenas se la considera falta. Dif�cilmente conocemos un caso de traici�n m�s afectiva y despiadada que el de Dalila. Bajo la apariencia del amor y en la confianza aparentemente confiada del afecto, un hombre es inducido a contar un secreto. Hay una mezcla de traici�n, hipocres�a, crueldad y perseverancia en el conjunto que es notable.

Sin embargo, �es el caso tan poco com�n despu�s de todo? La conducta de Dalila tiene pocos paralelos en las Escrituras. Es una contradicci�n terrible: la traici�n y la hipocres�a se encuentran entre sus caracter�sticas m�s destacadas; conspirar con otros, y esos enemigos crueles y vengativos, contra alguien que confiaba en ella, es un fuerte agravamiento del mal. Apenas valdr�a la pena detenerse en un personaje como el de Dalila si no fuera porque tiene una cierta condici�n de cosas entre nosotros que continuamente hemos advertido, especialmente entre nuestros pobres: la determinaci�n de defender y proteger a todos los peligros. , a trav�s de mala fama y buena fama, el esposo y pariente cercano por el mero hecho de su relaci�n cercana.

A menudo es dif�cil saber c�mo tratar a las personas cuyos rasgos prominentes son tan hermosos y atractivos, cuando las l�neas m�s profundas del car�cter pueden dejarnos perplejos por una indiferencia hacia la verdad, la gloria de Dios y el celo necesario por su servicio, que se desv�an de tal l�nea de afecto y defensa intransigentes requiere. Ilustre la devoci�n de una mujer que tiene un marido borracho, de una mujer que ha sido agraviada o cuyo marido es un criminal.

Estos son casos de hero�smo. �Cu�l es la historia de estos sentimientos, estas tristes perversiones de la rectitud, y cu�les son los remedios que podemos aplicarles? �Cu�l es el objeto de estos intensos afectos naturales? �Tienen la intenci�n de cegar los ojos ante las faltas de aquellos a quienes amamos? No. Y sin embargo, el sentido moral de la humanidad condena a Dalila y honra a estas otras mujeres. Pueden tener un error parcial; sin duda lo son, pero la pregunta es, �qu� tendencia es la correcta? El objeto mismo de los fuertes afectos naturales es dar una tendencia o prejuicio que puede, hasta cierto punto, reemplazar el mero dictamen de la justicia.

Somos demasiado d�biles, demasiado fr�giles, para soportar solo lo �ltimo. Si no podemos comparecer ante el tribunal de Dios, tampoco podemos soportar el juicio ignorante y parcial del hombre, cuando no hay un impulso contrario dado por alg�n otro principio prejuicioso. Lo digo con reverencia; la justicia de Dios es atemperada por el amor de la Encarnaci�n, y el severo decreto del juicio puro es atenuado o revertido por el examen de motivos e impulsos, circunstancias y tentaciones, que solo �l puede hacer quien �conoce nuestro estado y recuerda que somos polvo.

�El oficio de afecto natural en nosotros da un fuerte impulso a favor, no adverso, al dependiente. Y cuando la justicia decide que la circunstancia atenuante no es suficiente para absolver, se impone a los desamparados y desamparados, sale de juicio con el criminal condenado, se sienta a su lado en actitud l�gubre en la celda, canta dulces palabras de simpat�a a trav�s del l�gubres horas de castigo, �llora con el que llora� y hace suyos sus dolores.

Tan poco podemos confiar en el ojo agudo de la justicia m�s imparcial. Necesitamos ver con otro ojo. Ninguno mira tan profundamente como el del cari�o. No deja escapar nada que pueda defender, justificar, salvar. Su objeto y fin - su inter�s es defenderse de la falsa culpa; para detectar circunstancias paliativas; para descubrir motivos que puedan atenuarse. �Y no necesitamos ese poder protector? �Alguno de nosotros somos jueces unos de otros lo suficientemente justos como para permitir nuestro exigente estado de sociedad sin la influencia protectora de este fuerte y poderoso defensor? Evidentemente debemos valorar, no despreciar, la existencia y ejercicio de los afectos naturales.

Y m�s que esto, deben tenerse en cuenta en la pr�ctica. Debemos alentar en todos los sentidos a aquellos que est�n siguiendo esa l�nea de auto-devoci�n y afecto desinteresado mostr�ndoles cu�n hermosa estimamos su conducta, y cu�n bien puede ser el trampol�n hacia un mayor sacrificio personal hacia Aquel que anhela su conducta. la devoci�n del coraz�n. ( E. Monro. )

La reina de la casa

Aqu� se habla de una mujer virtuosa, y una mujer virtuosa es una verdadera mujer, casta, prudente, modesta, cari�osa, fiel, paciente en el sufrimiento y valiente en el deber, manteni�ndose dentro de la �rbita de su sexo e ilumin�ndola con todos los �nimos. gracias de la feminidad. El lenguaje del texto implica dos cosas.

I. Que ejerce un control sobre su marido. Una "corona" es la insignia del gobierno. Una mujer virtuosa gobierna por el poder de su amor y las gracias de su vida. La belleza, la ternura, el amor, la pureza, son las fuerzas imperiales de la vida, y estas mujeres las maneja.

II. Que le confiere una dignidad. Una corona es una dignidad.

1. Su excelencia justifica su elecci�n.

2. Su gesti�n enriquece su tesorer�a.

3. Su influencia exalta su car�cter. Su esp�ritu amable y sus modales suavizan las asperezas de su car�cter, refinan sus gustos, elevan sus objetivos y rodean los �ngulos de su vida. ( Homilista .)

La corona de un marido

El lugar de la mujer es importante. Dios lo ha hecho as� y la hizo apta para llenarlo. La mujer se convirti� en la culminaci�n de la capacidad y el t�tulo del hombre, se convirti� en su corona. Que la mujer se contente con el lugar que Dios le ha dado. La adaptaci�n del car�cter femenino para ser compa�ero y complemento del hombre es uno de los ejemplos mejor definidos de esa sabidur�a dise�adora que impregna la creaci�n. Cuando las relaciones de los sexos se mueven en consonancia con la verdad y el amor, el funcionamiento de la complicada maquinaria de la vida es una maravilla para el hombre observador y una gloria para el Dios Creador. ( RF Horton, DD )

Mujer virtuosa

El elemento moral no est� excluido de este t�rmino "virtuoso", pero est� latente y asumido en lugar de activo y pronunciado. Debe entenderse que el elemento moral es realmente esencial; sin embargo, eso no afecta la verdadera etimolog�a del t�rmino. Por "virtuosa" debemos entender a una mujer poderosa, por as� decirlo, una mujer viril; una mujer de gran capacidad y facultad, de sagacidad penetrante y de habilidad para manejar los asuntos dom�sticos y otros.

Es una mujer noble, que presta la mejor ayuda a su marido en todas las dificultades de la vida, lo corona de gracia y de luz, una mujer en la que �l puede confiar en las perplejidades y exigencias de todo tipo. No ser� menos una mujer intelectual o una mujer de mente fuerte porque sea moralmente pura, espiritualmente compasiva y religiosamente tierna. No ser� menos fil�sofa por ser una verdadera hija de Dios. ( J. Parker, DD .)

Una buena esposa, una corona para su esposo.

Un ejemplo notable de ayuda en una esposa se presenta en el caso de Huber, el naturalista de Ginebra. Huber era ciego desde los diecisiete a�os y, sin embargo, encontr� los medios para estudiar y dominar una rama de la historia natural que exig�a la observaci�n m�s cercana y la vista m�s aguda. Fue a trav�s de los ojos de su esposa que su mente funcion� como si fueran los suyos. Estimul� los estudios de su marido como medio para aliviar su privaci�n, que finalmente lleg� a olvidar; y su vida fue tan prolongada y feliz como es habitual entre la mayor�a de los naturalistas.

Incluso declar� que deber�a sentirse miserable si recuperara la vista. �No deber�a saber�, dijo, �hasta qu� punto una persona en mi situaci�n podr�a ser amada; adem�s, para m� mi esposa es siempre joven, fresca y bonita, lo cual no es un asunto f�cil ". El gran trabajo de Huber en "Bees" todav�a se considera una obra maestra, que incorpora una gran cantidad de observaciones originales sobre sus h�bitos y su historia natural.

De hecho, sus descripciones parecen m�s bien la obra de un hombre singularmente perspicaz que de alguien que hab�a estado completamente ciego durante veinticinco a�os en el momento en que las escribi�. La vida matrimonial de Faraday proporciona otro ejemplo. En su esposa encontr�, al mismo tiempo, un verdadero compa�ero de ayuda y alma gemela. Ella lo apoy�, anim� y fortaleci� en su camino por la vida, d�ndole �la clara alegr�a de un coraz�n a gusto.

En su diario habla de su matrimonio como "una fuente de honor y felicidad que supera con creces a todas las dem�s". Despu�s de veintiocho a�os de experiencia, lo describi� como �un evento que, m�s que ning�n otro, hab�a contribuido a su felicidad terrenal y su estado de �nimo saludable La uni�n (dijo) no ha cambiado de ninguna manera, excepto s�lo en el profundidad y fuerza de su car�cter ". Y durante sesenta y cuarenta a�os la uni�n continu� intacta; el amor del anciano permanece tan fresco, tan ferviente, tan pleno de coraz�n, como en los d�as de su impetuosa juventud.

Verso 5 Los pensamientos de los justos son rectos, pero los consejos de los imp�os son enga�o.

En pensamientos correctos

(ver tambi�n Proverbios 23:7 ): - Somos en realidad lo que somos en nuestro coraz�n, y no lo que podemos ser solo en apariencia. Puede haber un espect�culo justo, mientras que en su interior prevalecen muchas cosas malas. La Biblia, por lo tanto, ense�a una religi�n para el coraz�n, y es igualmente adecuada y necesaria para todo coraz�n. Se nos exige que guardemos nuestro coraz�n con toda diligencia, pero nadie puede mantenerse recto si no lo est� primero. Si una persona es como piensa en su coraz�n, su misma salvaci�n debe depender mucho de sus pensamientos. Una gesti�n adecuada de estos debe influir en todo lo dem�s.

I. Algunas observaciones sobre el pensamiento humano. �Qu� n�mero inconcebible de estos se est�n elevando continuamente en todas las mentes! Entonces, �qu� mente debe ser la suya que conoce todos estos pensamientos! Nuestros pensamientos son pesados ??y juzgados por Aquel que escudri�a todos los corazones. Los pensamientos pertenecen a agentes morales y participan de las cualidades morales de la mente que los engendra. El autoexamen y el autoconocimiento son, por tanto, deberes importantes.

Los buenos pensamientos son los que Dios aprueba de acuerdo con su Palabra, y producen buenas obras. Los malos pensamientos son pecaminosos a sus ojos, contaminan el alma y producen transgresiones. Los pensamientos humanos difieren mucho en su origen y causa, y esto no solo en mentes diferentes, sino tambi�n en la misma mente. Hay ideas sugeridas, como las que comunica alguna agencia externa. Tambi�n hay pensamientos voluntarios, como los que se persiguen y aprecian deliberadamente.

Y hay pensamientos involuntarios, como los que parecen ir y venir al azar. Algunos son moment�neos, otros son m�s permanentes; otros, nuevamente, se convierten en dise�os establecidos, determinaciones plenas de la voluntad. Las mentes malvadas deben estar bajo un gobierno y control correctos, a fin de proporcionar pronta restricci�n e influencia a sus numerosos y variados pensamientos.

II. La afirmaci�n acerca de los pensamientos de los justos. Considere lo que no significa. Todos los pensamientos de los justos no son perfectos ni verdaderos. Y son s�lo los pensamientos que son propiamente propios del justo de los que �l es responsable. El texto expresa cu�l es la verdadera y propia influencia de la religi�n sobre la mente que la recibe. Esa influencia es del tipo correcto. De ah� la gran importancia de estar sometidos a la obra regeneradora del Esp�ritu Santo, ya que es precisamente esto lo que rectifica la mente.

1. La verdadera religi�n tiene una influencia predominante sobre los pensamientos acerca de Dios. Los pensamientos que los hombres justos tienen de Dios son reverenciales y devotos.

2. La verdadera religi�n tiene una influencia predominante sobre los pensamientos de los justos acerca de ellos mismos. Sus pensamientos los despiertan a un sentido de su elevado destino, los avivan en el camino del deber, los hacen vigilantes contra la tentaci�n y los llevan a la oraci�n y la comuni�n con Dios. Debido a que el prejuicio predominante de los injustos es incorrecto, ignoran estas cosas. Por tanto, cada uno deber�a preguntarse: �Cu�l es el car�cter y el tenor de mis pensamientos? ( Recuerdo de Essex .)

El justo y el malvado contrastan

I. En sus pensamientos. Los pensamientos son los factores del car�cter y las fuerzas primordiales de la historia. Con el pensamiento, el hombre construye su propio mundo. El justo es justo de coraz�n; por tanto, sus pensamientos ser�n rectos. El coraz�n es la fuente del intelecto. Los pensamientos de los malvados son falsos. Vive en un mundo ilusorio.

II. En su discurso. Las palabras son las encarnaciones, los veh�culos y las armas del pensamiento. Las palabras de los imp�os son maliciosas. Las palabras de los justos son ben�ficas.

III. En su posici�n. "Los imp�os son derribados y no lo son, pero la casa de los justos permanecer�". Los malvados son inseguros. Los justos est�n a salvo.

IV. En su reputaci�n. El bien exige el respeto de la sociedad. Las conciencias de los peores hombres est�n condenadas a reverenciar la derecha. El mal despierta el desprecio de la sociedad. El servilismo y la hipocres�a pueden doblar la rodilla y descubrir la cabeza ante el imp�o en abundancia y poder, pero en el fondo del coraz�n hay desprecio. ( D. Thomas, DD .)

El justo y la derecha

El vers�culo se ha traducido: �La pol�tica del justo es la honestidad; la sabidur�a de los imp�os es astuta �. Esta interpretaci�n marca de manera m�s sorprendente la distinci�n pretendida. El justo, en todos sus pensamientos, se atiene a la justicia. Act�a con rectitud, en oposici�n al enga�o; y por sus acciones puedes conocer sus pensamientos. El malvado piensa de una manera y act�a de otra. ( R. Wardlaw .)

Los pensamientos de los justos

As� como las flores olorosas desprenden su fragancia para que podamos inhalarla, as� los pensamientos y afectos de nuestra naturaleza espiritual salen para ser inhalados nuevamente por otras almas. Sobre esta base, Jes�s ense�� que cuando el Esp�ritu Santo mora en el hombre, corrientes de santa influencia fluyen del esp�ritu de ese hombre. Si una flor fr�gil respira dulzura en el aire general, �cu�nto m�s un hombre santo? Si un pozo negro emite una influencia pest�fera, �cu�nto m�s un hombre malo? ( J Pulsford .)

La diferencia entre los pensamientos de los justos y los malvados

Hay una diferencia entre los buenos pensamientos que ascienden desde el marco de nuestro coraz�n y los que se inyectan desde afuera. Por ejemplo, los pensamientos sagrados de un hombre misericordioso ascienden desde el marco espiritual que est� dentro de su alma; pero ahora un imp�o puede tener pensamientos santos arrojados en �l como un rel�mpago en la noche, que no hace un d�a; ni la inyecci�n de algunos pensamientos santos discute el marco de su coraz�n espiritual y santo.

Cuando ha estado escuchando un serm�n c�lido, entonces piensa consigo mismo, el cielo merece su elecci�n y sus ansiosas persecuciones; esto es s�lo de fuera, y por lo tanto no argumenta que �l es espiritual. ( J. Pulsford )

Los pensamientos de los justos son correctos

Tomemos un r�o, que sea represado y taponado; sin embargo, si el curso del mismo es natural, si el respiradero y la corriente del mismo van hacia abajo, al final lo dominar� y cabalgar� triunfalmente sobre �l. es dulce volverse salobre por la entrada del agua salada; sin embargo, si naturalmente es dulce, en la medida en que lo resolver�. As� es con todo hombre; mira cu�l es la corriente constante de su disposici�n, mira cu�l es su marco; si es gracia, lo que ahora es natural e interno para un hombre, aunque pueda estar reprimido y detenido en tal curso por un tiempo, sin embargo, se abrir� paso al final; y aunque haya algunas disposiciones salobres y pecaminosas que puedan afectar a un hombre, sin embargo, por la gracia de Dios, las desgastar�, porque su disposici�n natural, la estructura de su coraz�n, corre por otro camino. (J. Pulsford. )

Versículo 7

Pero la casa de los justos permanecer�.

Familia virtuosa

I. En primer lugar, la circunstancia de pertenecer a la casa de los justos, es una gran seguridad de que los primeros principios que tan com�nmente deciden el car�cter del hombre, hayan sido objeto de una atenci�n juiciosa y ansiosa. No se puede haber dejado que el hijo de una casa as� recopile de los compa�eros casuales de la otra vida esas importantes verdades de cuyo conocimiento depende tanto.

II. Una segunda ventaja de la casa de los justos es que es probable que los compa�eros y los ejemplos proporcionados por ella tengan una poderosa influencia en la profundizaci�n de toda buena impresi�n y en la recomendaci�n de todas las lecciones valiosas recibidas en ella.

III. Otro privilegio que pertenece a una educaci�n temprana en la casa de los justos es que la virtud se ve all� desde el principio en su propia forma hermosa, y su influencia se siente llena de gozo sereno y duradero.

IV. Otra de estas ventajas es el motivo adicional que se siente en tal conexi�n con una conducta respetable, una conducta que puede recomendarnos a la continua consideraci�n de los numerosos y amistosos testigos que, con ansioso inter�s, observan nuestro progreso. ( JG Robberds. )

Versículo 8

El hombre ser� alabado seg�n su sabidur�a.

Apreciaci�n mejor que alabanza

Hay personas en este mundo, y la pena es que no haya m�s, a quienes menos les importa el elogio que el aprecio. Tienen un ideal por el que se esfuerzan, pero del que conscientemente se quedan cortos, como seguramente har� todo aquel que tenga un ideal elevado. Cuando ese ideal es reconocido por otro, y son elogiados o elogiados por algo, que sea importante o no, en su direcci�n, est�n agradecidos, no por el elogio, sino por el aprecio.

Un elemento de simpat�a entra en ese reconocimiento, y sienten que tienen algo en com�n con el observador que admira lo que admira y elogia lo que creen que es m�s digno de elogio. ( Noticias de la Alianza ).

Versículo 9

Mejor es el despreciado y tiene siervo que el que se honra a s� mismo y carece de pan.

Modestia y exhibici�n dom�stica

La vanidad, o el amor a la ostentaci�n, es una de las pasiones m�s despreciables y perniciosas que pueden apoderarse de la mente humana. Sus ra�ces son la auto-ignorancia, sus frutos son la afectaci�n y la falsedad. El texto se refiere a esto en las familias, y cuando se apodera de los hogares, a menudo destruye las comodidades dom�sticas.

I. Hay comodidades dom�sticas sin exhibici�n. En muchas casas de campo sin pretensiones hay m�s placer dom�stico real que el que se puede encontrar en las mansiones m�s imponentes.

II. Hay exhibici�n dom�stica sin comodidades. Muchos sacrifican comodidades por las apariencias. Casi matan de hambre a sus empleados dom�sticos para alimentar su vanidad. Deben ser grandiosos aunque les falta pan. Este amor por las apariencias, este deseo de lucirse, est� causando estragos en los hogares de la vieja Inglaterra.

III. La condici�n del primero es preferible a la del segundo. Es mejor tener comodidades sin ostentaci�n que lucirse sin comodidades.

1. Es m�s racional.

2. Es m�s moral.

3. Es m�s satisfactorio. ( Homilista .)

En vano honrarse a uno mismo

En medio de los cambios de este mundo, he visto a un hombre que, habiendo conocido d�as mejores, hab�a sido amamantado por el lujo y criado en el regazo de la plenitud, sobrevivi� a su buena fortuna y se hundi� en la bajeza y mezquindad de lo m�s profundo. pobreza - en tal caso parece ser con los hombres como con las plantas. A los naturalistas les resulta mucho menos f�cil ense�ar a una flor de monta�a a acomodarse en una localidad baja que persuadir a una que por nacimiento pertenece a los valles para que viva y prospere en una elevada elevaci�n; as� que no hay nada m�s dif�cil para los hombres que descender con gracia.

.. Y as� he visto a alguien como el que he descrito, cuando hab�a perdido su riqueza, conservando su vanidad, continuando orgulloso de esp�ritu cuando se hab�a empobrecido en circunstancias. ( T. Guthrie, DD )

Versículo 10

El justo tiene en cuenta la vida de su bestia.

El pecado de la crueldad con los animales

Primero elimine algunos prejuicios en contra de tratar este tema.

1. Este es un tema insignificante, indigno de ser considerado un tema de consideraci�n grave y deliberada. Pero si este tema constituye una cuesti�n de obligaci�n moral y religiosa en absoluto, no debe dejarse fuera de la vista porque no es de la importancia m�s universal y dominante. Pertenece al gran deber de la misericordia y pertenece al ejercicio del dominio, una de las distinciones elevadas y peculiares de la naturaleza humana.

2. El clamor contra la crueldad hacia los animales es una mera muestra de sentimentalismo o afectaci�n, y que lo que as� se llama es poco o nada sentido por las criaturas a las que se compadece. Pero muchos de los animales se exceden a nosotros mismos en su susceptibilidad a las impresiones, teniendo poderes de audici�n m�s agudos, una visi�n m�s amplia y distinta y un olfato m�s agudo. Hay una diferencia entre un ejercicio tir�nico de poder y un manejo suave y amable de las criaturas inferiores. �Qu� diremos de los actos de crueldad gratuita, de una tiran�a absoluta y de injurias injustas?

3. Se insta a que este tema no se pueda tratar desde el p�lpito con la esperanza de mucho bien. Seguramente es parte del trabajo ben�volo del p�lpito el convertir los sentimientos bondadosos de la humanidad hacia la creaci�n bruta, y as� rescatarlos de la crueldad atormentadora que amargar�a su existencia y el juego con sus vidas. Exponga algunos argumentos para hacer cumplir el deber de abstenerse del trato cruel a los animales inferiores.

I. La bondad hacia la creaci�n bruta es un mandato de Dios ( �xodo 23:5 ; Deuteronomio 22:6 ; Deuteronomio 25:4 ). La voluntad de Dios para el tratamiento de sus criaturas irracionales es:

1. Que los animales de trabajo deben estar bien alimentados y cuidados a cambio de su trabajo y fatiga.

2. Que todo animal en situaci�n de opresi�n, peligro o dificultad insuperable debe ser relevado, asistido y liberado; y eso sin importar a qui�n pertenezca, aunque sea a tu peor enemigo.

3. Que ning�n animal debe ser atormentado simplemente para nuestro placer, o que sus instintos racionales se vean frustrados o se nieguen sus h�bitos acostumbrados y adquiridos durante mucho tiempo. Todos deben admitir la equidad y justicia de estas reglas.

II. El ejemplo de Dios presenta un argumento contra la crueldad hacia los animales. Se nos exige que seamos misericordiosos como nuestro Padre que est� en los cielos es misericordioso. Esto se extiende a nuestro trato con los animales inferiores, ya que Dios nos muestra un ejemplo de misericordia en su trato con ellos ( Salmo 147:8 ). Pero por m�s amplia que sea la evidencia que la creaci�n bruta proporciona de la bondad de Dios, no los vemos disfrutando en el presente de toda la felicidad que Dios quiso que tuvieran.

Est�n envueltos en sufrimientos como consecuencia de la ca�da del hombre, comprometidos, por as� decirlo, con la misma fortuna que nosotros. Debemos tener m�s compasi�n de ellos por este motivo como nuestros compa�eros de sufrimiento irreprensibles, y disminuir, en la medida de lo posible, los males necesarios de su suerte. Esto es para parecerse a nuestro Padre celestial.

III. Otro argumento puede deducirse de la tendencia de tal crueldad a endurecer el coraz�n y herir el temperamento y los sentimientos de quienes la cometen habitualmente. Un hombre que es cruel en el trato de su animal no puede ser un buen esposo, un padre amable, un vecino humano o un amigo amable y tierno. Los hombres no pueden cambiar sus disposiciones como su vestimenta; cualquier disposici�n que alienten, se volver� habitual y natural. La crueldad hacia los animales vuelve a los hombres hoscos, groseros, feroces, iracundos, propensos a golpear, impacientes de la contradicci�n y propensos a toda obra mala.

IV. La crueldad con los animales es un vicio mezquino y despreciable al que no hay tentaci�n. Casi cualquier pecado puede decir m�s por s� mismo que este. �Qu� sino el amor por la vulgaridad y la baja excitaci�n da entusiasmo a los deportes en los que se ceba, atormenta, mutila y destruye a los animales?

V. Se puede instar a la clamorosa injusticia de tal crueldad. No tenemos derecho a abusar de la creaci�n inferior, aunque tenemos derecho a usarlos. Algunas de las causas que conducen a la comisi�n de crueldades sobre la creaci�n bruta son, mera irreflexi�n y desenfreno; avaricia; amor por la excitaci�n, de donde provienen las luchas y los conflictos del jard�n de los osos, el hip�dromo, la persecuci�n, el gallinero, etc. ( John Forbes ) .

Crueldad hacia los animales

La palabra "consideraci�n" puede aplicarse tanto a la parte moral como a la intelectual de nuestra naturaleza. Es la mirada de la atenci�n, o la mirada de la simpat�a. Si la mirada de la atenci�n pudiera fijarse fuerte y singularmente en el dolor de una criatura que sufre como su objeto, no despertar�a en ning�n caso otra emoci�n que la mirada de simpat�a o compasi�n. Con la inercia de nuestras facultades reflexivas, m�s que con la incapacidad de nuestros sentidos, el presente argumento tiene que ver.

Es en nombre de los animales que abogamos; esos animales que se mueven frente a la perspectiva abierta que tenemos ante nosotros. Los sufrimientos de los animales inferiores pueden, cuando se pierden de vista, se pierden de la mente. Pero m�s que esto, estos sufrimientos pueden estar a la vista y sin embargo fuera de la mente. Esto queda notablemente ejemplificado en el deporte del campo, en medio de cuyo variado y animado ajetreo, esa crueldad que todo el tiempo est� presente en los sentidos, puede no haber estado presente ni por un momento en los pensamientos.

Tal sufrimiento no toca la sensibilidad del coraz�n, simplemente porque nunca est� presente en la atenci�n de la mente. Ni siquiera estamos seguros de si, dentro de toda la esfera de la humanidad, ca�da como est�, existe el deleite en el sufrimiento por s� mismo. Ciertamente, gran parte de la crueldad de este mundo, y quiz�s toda la crueldad de este mundo, surge no del goce que se siente como consecuencia del dolor de los dem�s, sino del goce que se siente a pesar de �l.

Sin imputarle al viviseccionista algo tan monstruoso como el amor positivo al sufrimiento, podemos incluso admitirle un odio al sufrimiento, pero que el amor a la ciencia lo hab�a sobrepasado. Esta visi�n de ninguna manera est� dise�ada para paliar la atrocidad de la crueldad. El hombre es un agente directo de una angustia amplia y continua para los animales inferiores, y la pregunta es: �Se puede idear alg�n m�todo para aliviarlo? Toda la creaci�n inferior a una gime y sufre dolores de parto a causa del hombre.

No significa la cantidad sustancial del sufrimiento si esto fue provocado por la dureza de su coraz�n o solo permitido a trav�s de la negligencia de su mente. Estos sufrimientos se sienten realmente. Las bestias del campo no son tantos aut�matas sin sensaci�n, y tan construidos como para dar todos los signos y expresiones naturales de la misma. Estos pobres animales simplemente miran y tiemblan y dan las mismas indicaciones de sufrimiento que nosotros hacemos. El suyo es un dolor puro y sin paliativos.

1. Sobre esta cuesti�n no debemos sostener una casu�stica dudosa. No deber�amos considerar que la t�ctica correcta para esta guerra moral es asumir la posici�n de ilegalidad de los deportes de campo o las competiciones p�blicas. Para obtener las miradas del coraz�n del hombre en favor de los animales inferiores, debemos esforzarnos por atraer las miradas de su mente hacia ellos.

2. Debemos aprovechar la estrecha alianza que se obtiene entre los ojos de su atenci�n y los de su simpat�a. A tal efecto, debemos imbuirle importunadamente de los objetos del sufrimiento, y as� invocar su correspondiente emoci�n de simpat�a. Esto exige llamamientos constantes y variados desde el p�lpito, la prensa y otros lugares. ( T. Chalmers, DD .)

El pecado de crueldad hacia la creaci�n bruta

Lo que el sol es para lo natural, eso es el cristianismo para el mundo moral: su benefactor universal. El cristianismo regula la relaci�n entre hombre y hombre. Proh�be el odio, la malicia y la venganza. No permite que nadie se aproveche de su posici�n privilegiada para oprimir o dominar a sus hermanos m�s humildes. Pero tambi�n condesciende a emprender la causa de la tribu bruta contra la crueldad del hombre, tanto alto como bajo, rico y pobre.

La tendencia de las leyes que Dios ha promulgado para su tratamiento proh�be ocasionar dolor innecesario al m�s detestable o destructivo de ellos; mientras que hacia lo positivamente �til vivimos bajo obligaciones reales. No se nos proh�be simplemente hacer estos da�os; Hacerles el bien es un retorno econ�mico por los servicios que realizan en nuestro nombre. Tratar humanamente a los animales que poseemos constituye una parte de la verdadera religi�n y Dios lo considerar� en consecuencia.

Las palabras del texto implican que el que "no hace caso de la vida de su bestia" pierde toda pretensi�n del car�cter de un hombre justo. Por esta sola ruptura de la moralidad, traiciona un grado de culpa por el cual la conducta m�s irreprochable hacia aquellos de la misma carne y sangre no puede enmendar. Las fuentes comunes de crueldad.

1. Falta de atenci�n. Esto no debe confundirse en el punto de la culpa con el esp�ritu diab�lico de la crueldad intencionada y fr�a, pero el dolor que ocasiona puede ser igualmente severo. Los ni�os corren un peligro especial de pecar bajo este concepto.

2. Prejuicio. En muchas familias se ense�a a los ni�os a tratar a la mayor parte de los reptiles e insectos como si fueran muy peligrosos o da�inos y, por supuesto, para ser destruidos, o al menos como para evitarlos con horror. Los j�venes creen impl�citamente en los informes injustos y act�an en consecuencia. Una vez que se d� a un ni�o la libertad de infligir la muerte a ciertas especies de seres inferiores, pronto se dar� cuenta de que indiscriminadamente les hace la guerra a todos; lo que ha sido un h�bito pronto se convertir� en un placer.

Si los padres quieren preservar a sus hijos de la mancha de la crueldad, que tengan cuidado de c�mo los convierten en los verdugos de su venganza incluso contra las criaturas m�s nocivas o desagradables, los aplastadores de hormigas y ara�as, o los pisoteadores de la oruga o de la tierra. -gusano.

3. Ego�smo. Un hombre ego�sta puede alegar que no quiere hacer da�o a las criaturas que est� maltratando; pero para obtener su placer, no le importa qu� sufrimientos les ocasione. Los m�todos refinados de la barbarie son mantener ciertas criaturas para hacerlas mejor comida; las apuestas hechas en las carreras, etc. Hay quienes, por muy considerados que sean con su propiedad, se preocupan poco de c�mo tratan la propiedad ajena cuando se prestan o alquilan.

Tales personas incurren no s�lo en la acusaci�n de crueldad; tambi�n son acusados ??de ingratitud o enga�o; y bajo estas circunstancias su pecado se vuelve "sumamente pecaminoso". ( HA Herbert, BA )

Los sentimientos de los animales

Este vers�culo podr�a traducirse: "El justo conoce los sentimientos de las bestias". Les da cr�dito por los sentimientos; no los ve como una mera materia animada, sino como si estuvieran en alguna relaci�n con �l mismo, y cuanto m�s completa sea su propiedad, m�s considerado debe ser su trato incluso con las bestias que posee. Incluso cuando el imp�o se supone misericordioso, hay crueldad en su ternura.

Un hombre malvado no puede ser amable. Los hombres deben recordar esto y desconfiar de toda la gentileza que se supone que otorga a los hombres que no tienen conciencia. La ternura de tales hombres es una inversi�n, es un truco pol�tico, es un cebo para atrapar a los incautos, es un elemento de especulaci�n. Rowland Hill sol�a decir, a su manera pintoresca, que no valorar�a la religi�n de ning�n hombre cuyo gato y perro no fueran mejores por su piedad.

�sta es la belleza de la religi�n cristiana: fluye a lo largo de toda la vida, se ramifica en todos los aspectos de la existencia y lleva consigo suavidad, pureza, simpat�a, bondad. Los leoncillos rugen y reciben su alimento de Dios. El universo debe ser considerado como una gran casa perteneciente al Todopoderoso, regulada por Su poder y Su sabidur�a, y destinada a ejemplificar la beneficencia de Su providencia. La vida es un misterio que permanece sin resolver, trayendo consigo reclamos que nadie puede dejar de lado de manera segura o religiosa. ( J. Parker, DD .)

El deber de misericordia con los animales

Si buscamos en las ense�anzas finales, totales y eternas de las Escrituras nuestro est�ndar moral, nada es m�s claro que la misericordia es uno de los principales deberes del hombre, ya que es uno de los principales atributos de Dios. En el diluvio se hace la provisi�n de que los animales se salven al igual que el hombre; y en el pacto renovado sabemos que Dios dijo ( G�nesis 9:2 ).

As�, desde el principio, se llama la atenci�n sobre la conexi�n de los animales con el hombre, el uso de los animales por el hombre y el dominio sobre los animales por parte del hombre. El cuidado de Dios por ellos, el deber del hombre hacia ellos, se les inculca constantemente. Tomemos, por ejemplo, la ley mosaica. �Cu�n exquisita es la consideraci�n que muestra por las criaturas de la mano de Dios! �Si hay un nido de p�jaro delante de ti, no tomar�s la madre con las cr�as, para que te vaya bien y prolongues tus d�as.

�Acaso alg�n otro legislador como el poderoso Mois�s se preocup� por el zarapito en el surco y el pardillo en la pradera? �No hervir�s al cabrito en la leche materna. Yo soy el Se�or ". "No pondr�s bozal al buey cuando trillare". �Por qu�? �A Dios le importan los bueyes? Ciertamente lo hace, porque Suyo es "el ganado sobre mil collados". �No arar�s con buey y asno juntos.

" �Por qu� no? Porque es contrario a la ley de la justicia natural, ya que, si los dos animales se unen en yugo, una parte injusta de la carga debe recaer sobre uno o sobre el �ter. �Podr�a Dios habernos ense�ado m�s claramente de lo que lo hizo por boca del gran l�der de su pueblo que debemos ser misericordiosos porque nuestro Padre que est� en los cielos es misericordioso? Vuelve de nuevo a la poes�a fresca, brillante y v�vida del salmista de Israel.

�Qu� hermosas, qu� tiernas, a lo largo de los Salmos, las repetidas alusiones al mundo de las criaturas! O volvamos de nuevo a ese poema magn�fico, dram�tico y filos�fico del Libro de Job. El cuidado de Dios y el amor de Dios por las criaturas que ha hecho convencen a Job del cuidado de Dios por �l. Vuelve de nuevo a la sabidur�a m�s tranquila y m�s grave del sabio rey Salom�n. �Hay cuatro cosas que son peque�as sobre la tierra, pero son sumamente sabias� ( Proverbios 30:24 ).

Y cuando nos dirigimos al Nuevo Testamento, encontramos, como deber�amos haber esperado, que este amor perfecto por todas las criaturas de Dios aparece m�s plena y tiernamente en las palabras y ense�anzas del Se�or mismo. Las lecciones del sabio rey terrenal se nos ense�an con criaturas rastreras y laboriosas. Hizo que la abeja y la hormiga nos ense�aran sus lecciones; pero el Rey celestial nos ense�� m�s bien de esas aves del cielo, que �no se afanan ni hilan�, sino que se emplean, como �ngeles, en oficios de amor y alabanza.

No hay nada en todo el lenguaje humano m�s conmovedor y m�s hermoso que la ilustraci�n de Cristo de la ternura de Dios en las obras de la naturaleza, las flores del campo y las criaturas del aire. Aqu� hay una leyenda de Cristo, que tal vez no sea una leyenda, sino una historia real: junto al caluroso borde del camino, bajo la abrasadora luz del sol, los buitres mir�ndolo y listos en un momento para barrerlo con sus f�tidas alas, yac�an un perro muerto - uno de los perros odiados, despreciados y sin due�o de una ciudad del Este - un perro paria muerto, la cosa m�s in�til, se podr�a pensar, que toda la creaci�n conten�a - un espect�culo lamentable y desagradable; y alrededor de ella se reun�a una multitud de los miserables y odiosos holgazanes del lugar, toscos, despiadados, dispuestos, como todos los m�s bajos de la humanidad, a alimentar sus ojos con la miseria y la fealdad, como moscas de la carne se posan en una herida.

Y uno le dio una patada, y otro le dio la vuelta con el pie, y otro lo empuj� con su bast�n, y cada uno lanz� su burla cruel y despiadada contra el cad�ver de la criatura miserable, indefensa y muerta que Dios hab�a creado. Entonces, de repente, se hizo un silencio sobrecogedor sobre estos triviales y vac�os crueles; porque vieron acercarse a uno a quien conoc�an, y a quien, por no tener pecado, muchos de ellos odiaban cuando a�n tem�an.

Y se acerc�, y, por un momento, los tristes ojos reales se posaron en la criatura muerta bajo la abrasadora luz del sol con los buitres revoloteando sobre ella, y luego volvi� Sus ojos por un momento hacia los hombres despiadados y ociosos que estaban all� mirando. en ella, y rompiendo el silencio, dijo: "Sus dientes son blancos como perlas"; y as� sigui� Su camino. Donde ellos, en su mezquindad, pod�an regodearse de lo que era repugnante, y no ver nada m�s que su repugnancia, Su ojo sagrado, porque era el ojo de la misericordia amorosa, vio lo �nico que a�n permanec�a sin mancha por la deformidad de la muerte, y �l alab� esa �nica cosa.

Y, dej�ndolos heridos en silenciosa verg�enza ante Su amor y Su nobleza, �l una vez m�s sigui� Su camino. Vaya a los poemas griegos m�s antiguos, la "Il�ada" y la "Odisea" de Homero. En la "Il�ada" los caballos del gran h�roe Aquiles lloran l�grimas humanas por la muerte de su gran maestro. En la �Odisea� tenemos el regreso de Ulises, andrajoso, desconocido, desolado, despu�s de sus veinte a�os de andanzas.

Tiene la apariencia de un mendigo. Nadie lo reconoci� de todos los que alimentaba su generosidad, ni sus sirvientes, ni su esposa, ni su �nico hijo; pero Argus lo conoce, Argus, el perro con el que ha cazado de ni�o, Argus no puede olvidarlo como los seres humanos. Extendido, descuidado, ante la puerta del vest�bulo yace el pobre y viejo sabueso, y tan pronto como oye los pasos de su amo, a quien hab�a conocido de ni�o muchos a�os antes, levanta la vista y se esfuerza por ponerse de pie, lame su mano. y muere.

Y en el momento m�s triste de la historia ateniense, cuando la gente de Atenas volaba a Salamina desde las poderosas huestes de Jerjes, dejando sus casas desoladas para ser arruinadas y quemadas, la �nica gran naci�n que levant� un altar a la piedad tuvo tiempo para recordar y para registrar c�mo un pobre perro nad� todo el camino a trav�s del estrecho del mar salado en busca del bote que llev� a su amo a la orilla de la isla.

Y los jud�os tambi�n hab�an aprendido bien esta lecci�n de sus grandes libros. El historiador del libro de Tob�as no tiene miedo de decirnos que cuando el ni�o jud�o sali� de la casa de su padre para su largo y peligroso viaje, su perro se fue con �l; y c�mo, cuando regres� con el �ngel amistoso, el perro todav�a segu�a al �ngel y al joven. Uno de los rabinos m�s c�lebres, el escritor de los primeros.

y la parte m�s sagrada del Talmud, fue el rabino Judah el Santo. Estaba afligido por agon�as intermitentes, y el Talmud nos cuenta esta leyenda de �l: En una ocasi�n, un becerro destinado al sacrificio huy� y le arrodill� la cabeza sobre las rodillas del rabino. �Vete�, dijo el rabino, apartando al animal de �l; "Porque el sacrificio es tu destino". "�Mira!" dijeron los �ngeles de Dios, �el rabino es despiadado; que le sobrevenga el sufrimiento.

�Y estaba herido por la enfermedad. Pero en otra ocasi�n, cuando su sirviente estaba quitando el polvo de su habitaci�n, ella molest� a una cr�a de gatitos. "D�jalos", dijo el rabino, amablemente; �No los molestes, porque est� escrito: 'Las tiernas misericordias de Dios est�n sobre todas sus obras'�. �Ah�, dijeron los �ngeles, �ahora ha aprendido a compadecerse; y, por tanto, que cesen sus sufrimientos �. Toda la mejor historia cristiana est� llena de esp�ritu de misericordia; todos los santos de Dios, sin excepci�n, han sido bondadosos con los animales, como la mayor�a de los hombres malos lo han sido.

Se observ� en los primeros siglos del cristianismo que los ermita�os que viv�an en el desierto, sus vidas puras, simples y apacibles, ten�an un extra�o poder sobre las criaturas salvajes. Esos hombres tranquilos y santos los controlaban de tal manera que las criaturas cercanas a ellos perdieron su fiereza, y el cervatillo vendr�a a ellos, y el le�n no los lastim�. Algunos de los santos m�s santos de Dios en tiempos posteriores tuvieron este extra�o y dulce don de inspirar a los animales con la confianza que ten�an antes, para nuestra verg�enza, les hab�an ense�ado a desconfiar las crueldades y traiciones del hombre ca�do.

As� sucedi� con San Francisco de As�s. A todas las criaturas las llam� sus hermanos y hermanas. �Mis hermanitas�, les dijo a las golondrinas gorjeantes que lo molestaban persigui�ndose unas a otras por el cielo azul italiano, mientras predicaba al aire libre en la plaza del mercado de Vercelli, �mis hermanitas, hab�is dicho vuestra decir; ahora guarda silencio y d�jame predicar a la gente �. Se nos cuenta c�mo en una ocasi�n entreg� su propia t�nica para salvar dos corderos que estaban siendo llevados al matadero; c�mo un corderito era uno de sus compa�eros diarios, y c�mo a veces predicaba a la gente sobre su inocencia.

En Gubbio le trajeron un leveret, y cuando vio a la peque�a criatura, su coraz�n se conmovi� de inmediato. "Hermanito leveret", dijo, "�por qu� te dejas llevar?" Y cuando el peque�o temblor escap� de las manos del hermano que lo sosten�a y huy� a refugiarse entre los pliegues del manto de San Francisco, lo liber�. Un conejo salvaje que tom� y luego dej� en libertad, todav�a regres� a su pecho como si tuviera alg�n sentido de la misericordia de su coraz�n.

En otra ocasi�n volvi� a poner en el agua una gran tenca que le hab�a dado un pescador y le orden� que se alejara nadando; "Pero", dice la leyenda, "el pez permaneci� junto al barco hasta que terminaron las oraciones de San Francisco, porque el santo obtuvo un gran honor de Dios en el amor y la obediencia de sus criaturas". ( Decano Farrar .)

El justo tiene en cuenta la vida de su bestia

Se dice de Dios que se acord� de No� y de toda bestia ( G�nesis 8:1 ); s�, tal es su misericordiosa providencia, que no s�lo vela por los hombres, sino tambi�n por las bestias; y el justo mira la vida de su bestia. Es m�s, Jen�crates, un muy pagano, que no ten�a otra luz que la que ofrec�an los oscuros espect�culos de la naturaleza, es elogiado por su coraz�n compasivo, que socorri� en su seno a un pobre gorri�n que, perseguido por un halc�n, huy� hacia �l. y luego la solt�, diciendo que no hab�a traicionado a su pobre suplicante.

Y tal es la bondad de todo hombre justo, que es misericordioso con su misma bestia; ay, no puede declarar sus necesidades, ni expresar sus agravios, de otra manera que mediante el duelo en su especie; de modo que para un coraz�n honesto su mudez es un lenguaje fuerte que clama por alivio. Esto hizo que David prefiriera aventurarse sobre un le�n que perder un cordero ( 1 Samuel 17:34 ).

Jacob soportar� el calor de d�a y el fr�o de noche, en lugar de descuidar sus reba�os ( G�nesis 31:40 ). Mois�s pelear� contra las adversidades antes que el ganado perezca de sed ( �xodo 2:1 ). Solo Balaam y Bedlam-Balaamites quieren esta misericordia para con su bestia intachable; y es malo caer en sus manos a quienes las mismas bestias encuentran despiadadas. ( J. Spencer .)

Amabilidad con los animales

Dos damas muy conocidas en Nueva York estaban pasando el verano en Newport. Ten�an la costumbre de pedir un carruaje en un establo de librea y siempre los conduc�a el mismo cochero, un taxista que se llamaba Burns. Un d�a, Burns detuvo repentinamente sus caballos y gir� bruscamente hacia un lado del camino. Las damas se alarmaron y, asom�ndose, preguntaron qu� pasaba. Burns respondi� que hab�a un pajarito cojo en el camino, que casi hab�a atropellado.

Estaba a punto de bajarse de la caja para sacar a la peque�a criatura de su peligrosa posici�n, cuando una de las damas, deseando que �l se quedara a cargo de los caballos, baj� del carruaje y recogi� al p�jaro, que era joven. , descubri� que su pierna estaba rota. Su primer pensamiento fue llev�rselo a casa y guardarlo hasta que volviera a ser bastante fuerte, pero Burns le aconsej� que lo pusiera del otro lado de la cerca en el c�sped, donde la madre p�jaro podr�a encontrarlo y la naturaleza curar�a a los rotos. pierna.

Decidieron hacer esto, por lo que dejaron al p�jaro en un lugar seguro y el conductor reanud� su viaje. La historia del cochero de buen coraz�n se cont� hasta que lleg� a la se�ora John Jacob Astor, quien qued� muy conmovida, diciendo que un hombre que hiciera ese peque�o acto de misericordia seguramente ser�a amable con los caballos, y como su esposo estaba necesitado de cochero, intentar�a conseguir a Burns para el puesto. El final de la historia es que Burns fue debidamente instalado como cochero del Sr. Astor.

Consideraci�n por los animales

Estoy seguro de que si los burros o las cabras pudieran hablar dir�an: �Sean amables con nosotros. Trabajaremos para ti e iremos tan lejos y tan r�pido como podamos, si tan solo no nos empujas m�s all� de nuestras fuerzas, �y colocas esos palos crueles sobre nuestras pobres y delgadas espaldas! Entonces, no nos hagas estar de pie, quiz�s durante horas, bajo un sol ardiente sin una gota de agua, mientras juegas a las canicas con tus amigos. No podr�as correr como lo haces ahora si no desayunaras ni cenas: entonces, �c�mo puedes esperar que trabajemos duro y carguemos ni�os pesados ??uno tras otro hasta que estemos listos para caer, a menos que nos alimentes adecuadamente? ( M. Sewell. )

Crueldad hacia un animal

Siempre tiemblo cuando veo a un ni�o cruel. Estoy seguro de que, si vive, se convertir� en un hombre malvado. Un ni�o brutal vio una vez a los dos conejos de su hermana corriendo por el jard�n. Cogi� uno por las orejas y lo tir� al aire. Cay� sobre un trozo de piedra y qued� sangrando en el suelo hasta que muri�. A�os despu�s, la hermana visit� a ese hermano en prisi�n, justo antes de su ejecuci�n por asesinato. �Te acuerdas del conejo sangrante, Mary? dijo, llorando; "He sido cruel desde entonces". ( M. Sewell. )

Versículo 11

El que labra su tierra se saciar� de pan.

La ley del trabajo

No es misericordia liberarse de la ley del trabajo. Tampoco es Dios quien libera al hombre de esa ley. Entre los opulentos hay algunos que violan la ley del trabajo y algunos que la guardan. Lo mantienen trabajando en su propia provincia, en ese estado de vida al que a Dios le ha agradado llamarlos. Hay tanto trabajo mental como trabajo manual; el desgaste de las energ�as mentales tiende m�s a acortar la vida que el desgaste del cuerpo del trabajador ordinario.

Se impone a todos alg�n tipo de trabajo, por una ley del propio marco de Dios. Hay divisi�n del trabajo, pero es un trabajo de todos modos. �Ay de aquel que anhela una vida ociosa, que duerme la existencia en un ensue�o ap�tico! La verdad del texto es contundente, ya sea que se tome literalmente o se aplique espiritualmente. Se establece un contraste entre el trabajador y el holgaz�n. Salom�n usa las palabras "sabio" y "necio", y sus t�rminos afines, en un sentido espiritual profundo: moral y mental, religioso e intelectual.

El necio es el que act�a sin hacer referencia a lo Divino por encima de �l, y lo eterno ante �l. As� como no nos atrevemos a dejar que las cosas sigan su curso en nuestro negocio mundano, tampoco en nuestro espiritual. El cristianismo est� destinado a santificar la vida en todas sus fases: santificar los negocios, el trabajo y la recreaci�n. El s�bado del cristiano es un s�bado de toda la vida, un s�bado de todos los d�as. El obispo Taylor nos recuerda que �la vida de todo hombre puede estar ordenada de tal manera que pueda ser un servicio perpetuo de Dios: el mayor problema, el comercio m�s ajetreado y los grav�menes mundanos, cuando sean necesarios, caritativos o provechosos, estar haciendo la obra de Dios.

Porque Dios provee las cosas buenas del mundo para satisfacer las necesidades de la naturaleza, por el trabajo del labrador, la habilidad y los dolores del artesano, y los peligros y el tr�fico del comerciante. La pereza se llama el pecado de Sodoma y sus hijas, y de hecho es el entierro de un hombre vivo ". El texto sugiere dos im�genes. En uno tenemos al labrador perseverante, que no pierde el tiempo, que trabaja con buen coraz�n y por fin disfruta de una noble mies.

En el otro tenemos a un derrochador perezoso, que se quita el sol de la vida disfrutando de �l, dejando que la tarde se cuide sola y sin prestar atenci�n a la noche que viene. Pero es importante recordar que ninguna semilla de ma�z terrenal producir� frutos para otro mundo; por lo tanto, la semilla de ma�z debe ser suministrada desde el almac�n celestial por el labrador celestial; debe ser aut�ctona de los cielos, una ex�tica en la tierra. . Si te preocupas por Dios, �l multiplicar� tu semilla sembrada y aumentar� los frutos de tu justicia. ( Francis Jacox, BA .)

Industria varonil e indolencia parasitaria

I. Industria varonil.

1. Ha indicado la industria varonil. La agricultura es la rama m�s antigua, divina, saludable y necesaria de la industria humana.

2. Tiene la industria varonil recompensada. Rara vez se necesita una industria calificada.

II. La indolencia parasitaria.

1. Hay quienes se aferran a los dem�s por su apoyo.

2. Tales personas son tontas. Sacrifican el respeto por s� mismos. Se exponen a molestias degradantes. ( Homilista .)

Hay un gran valor moral en estar bien empleado

Las clases inactivas esperan convertirse en clases viciosas. Esto est� v�vidamente ilustrado por la conocida historia de una ni�a sin amigos que, hace unas tres generaciones, fue arrojada al mundo, desamparada. Sus hijos y los hijos de sus hijos llegaron a ser m�s de un centenar, hombres y mujeres del crimen desesperados y peligrosos. Ning�n registro de la tierra puede decir cu�ntos j�venes brillantes despedidos se han convertido en un centro de c�rculos igualmente oscuros y cada vez m�s amplios. ( Washington Gladden .)

El destino de los drones

Ser� provechoso para las personas ociosas observar el arreglo por el cual la naturaleza condena a muerte a los z�nganos en la comunidad de abejas. Tan pronto como termine el negocio del enjambre, y las abejas obreras est�n satisfechas, no faltar�n reinas f�rtiles, cuando se emita el terrible edicto para la masacre de los z�nganos. �Pobres compa�eros! Es de esperar que se consuelen con la reflexi�n de que su destino es una homil�a eterna, presentada por la naturaleza en la forma dogm�tica pero m�s eficaz, de la inutilidad de todos los que no trabajan para vivir.

Si uno debe morir por el bien de su especie, h�galo como un m�rtir. �Pobres compa�eros! �C�mo entran y salen, y suben y bajan por la colmena, con la vana esperanza de escapar! Los trabajadores son inexorables. ( Ilustraciones cient�ficas .)

Versículo 12

El imp�o desea la red de los malos, pero la ra�z del justo da fruto.

El astuto y el honesto

I. Astucia.

1. El oficio es un instinto de maldad: Ning�n verdadero cristiano es un hip�crita. Cuanto mejor es un hombre, menos tentaci�n tiene de disfrazarse. Un malvado debe ser hip�crita en proporci�n a su maldad. El pecado es siempre astuto; la sabidur�a sola es gratis.

2. La astucia no es una garant�a contra la ruina. Las mentiras son el lenguaje de la astucia. Una mentira lleva a otra, hasta que el hombre se ve envuelto en contradicciones, cae y se derrumba.

II. Honestidad.

1. La honestidad es fuerte por s� misma. Tiene ra�z. Vive por su propia fuerza y ??crecimiento naturales.

2. La honestidad se librar� de las dificultades. El justo puede meterse en problemas, pero por sus principios rectos, bajo Dios, saldr� de ellos. "La honestidad es la mejor pol�tica." ( D. Thomas, DD .)

Versículo 13

El imp�o es atrapado por la transgresi�n de sus labios.

Mentiras, la trampa en la que est�n atrapados los mentirosos

El Supremo ha tendido muchas trampas, en la constituci�n de las cosas, para la detecci�n y el castigo de los malhechores. La propia lengua del mentiroso lo traiciona. En algunos de sus movimientos, antes de que �l se d� cuenta, toca el resorte que hace descender el golpe vengador. Es instructivo leer con este punto de vista el relato detallado de un juicio penal. En la vacilaci�n y ca�da de un testigo falso, debes ver y reverenciar la justicia de Dios.

Cuando un hombre no es verdadero, el gran trabajo de su vida debe ser aparentar ser verdadero; pero si un hombre es sincero, no necesita preocuparse por las apariencias. Puede avanzar y andar con valent�a; su pie es seguro. ( RF Horton, DD .)

Versículo 14

El hombre se saciar� de bien con el fruto de su boca, y la recompensa de las manos del hombre le ser� dada.

La obediencia a la voluntad de Dios y sus frutos

Dondequiera que est� la bondad, ya sea que refrena nuestra lengua, gu�e nuestra mano o regule nuestra fantas�a, lleva consigo su satisfacci�n, su recompensa. Nuestras canciones de alabanza resuenan de nuevo sobre nosotros; las obras de nuestras manos nos siguen y nos llenan de alegr�a; y nuestros pensamientos, si el bien los levanta, son consuelos. La bondad, ya sea en pensamiento, palabra o obra, nos satisfar�, es decir, nos llenar� de alegr�a; y nada nos satisfar� sino la bondad. El argumento se mantendr� a contrario : si lo bueno nos satisface, lo malo no puede.

I. La bondad satisface.

1. No podemos dudar de esto si sabemos lo que es la bondad y consideramos su naturaleza y la fuente de donde brota. Porque fluye de Dios. Es un rayo de esa Luz Eterna, una emanaci�n de Dios mismo. Cuanto m�s se acerca la bondad a la fuente de la bondad, m�s satisfacci�n trae consigo, y m�s llena es nuestra copa. Sin Dios no podemos ser felices en el cielo mismo, es m�s, sin �l no podr�a haber cielo.

2. As� como sacamos un argumento de la piedad, podemos sacar otro del amor por ella. Como dice Agust�n: "No solo amamos el bien, sino tambi�n el amor con el que lo abrazamos y nos deleitamos en ambos". La alegr�a y la satisfacci�n son el resultado del amor. Lo que amamos es tambi�n la alegr�a de nuestro coraz�n.

3. Si las meras opiniones de piedad, en aquellos que a�n no han sido perfeccionados, satisfacen, aunque sea por un tiempo, entonces la piedad misma satisfar� mucho m�s. Si la sombra tiene esta operaci�n, �qu� tiene la sustancia, la cosa misma? Si es una forma de piedad, entonces mucha m�s piedad en todo su poder nos llenar� y satisfar�.

II. Nada m�s puede satisfacernos excepto la bondad. Es prerrogativa de la bondad y la piedad estar solo en este trabajo.

1. La satisfacci�n no es m�s que un nombre en la tierra.

2. Tal es la naturaleza y cualidad del alma, que no est� modelada ni proporcionada a las cosas de este mundo.

3. Dios ha impreso en el alma y en la naturaleza misma del hombre un �deseo infinito e insaciable�, que no puede satisfacerse con nada de lo que el mundo pueda presentar. El alma que se hace capaz de Dios, no puede satisfacerse con nada m�s que con Dios.

4. En la maldad, la impiedad, el libertinaje de la lengua y el desenfreno de las manos, no se puede encontrar satisfacci�n alguna.

5. Para mostrar cu�n insatisfactorio es el pecado, puedes verlo atormentando al malvado, y eso no solo despu�s del acto, sino tambi�n antes y en �l, primero prohibi�ndose a s� mismo, luego dej�ndolo perplejo en el acto y despu�s de roer el coraz�n.

Solicitud:

1. Si el fruto de nuestras manos y labios es el �nico que puede satisfacernos, entonces estemos en pie y trabajando, abroch�monos la armadura de la luz y apaguemos cada dardo de fuego de Satan�s.

2. Nivelemos nuestras acciones y esfuerzos en esto, y no gastemos y desperdiciemos en lo que no es pan y nunca nos llenar�.

3. Si nada nos satisface m�s que la justicia y la piedad, no necesitamos consultar qu� debemos elegir aqu�.

4. Si esta es la prerrogativa de la bondad, la piedad, estar solo en esta obra, entonces que ella tenga prerrogativa tambi�n en nuestro coraz�n, y ejerza pleno poder, autoridad y dominio sobre nuestros deseos. ( A. Farindon, BD .)

Retribuciones del labio y la vida

I. Las retribuciones del labio. El habla, para ser buena, debe ser ...

1. Sincero.

2. Veraz.

3. Benevolente. �C�mo satisfar� tal discurso a un hombre?

(1) En su acci�n sobre su propia mente.

(2) En el efecto que ve producido en otros.

(3) En la aprobaci�n consciente de Dios.

II. Las retribuciones de la vida. La mano aqu� representa toda la conducta de la vida. Significa que el hombre debe recibir la recompensa por sus obras. Y esto es inevitable

1. De la ley de causalidad.

2. De la ley de la conciencia.

3. De la ley de justicia. Hay justicia en el universo. ( Homilista .)

Lenguaje travieso

El lenguaje de la irritaci�n aguda, el reproche, la invectiva y el desprecio, a menudo inflige heridas en el coraz�n que son profundas y dif�ciles de curar, heridas "como perforaciones de una espada". Este es especialmente el caso cuando las palabras provienen de los labios de un amigo, o de alguien a quien amamos, cuando se calientan por una pasi�n repentina. Tambi�n el ingenio, cuando no es castigado y controlado por una disposici�n afable, a menudo hiere profundamente. Bromas, bromas, iron�a, burlas y sarcasmo, vuelan de un lado a otro.

No importa cu�les sean las heridas, o d�nde se inflijan, si se demuestra el ingenio. Un golpe feliz, una r�plica inteligente y mordaz, no se suprimir�n por los sentimientos, o incluso el car�cter, de un vecino o, como puede suceder, de un amigo. El hombre de ingenio debe tener su broma, costo lo que sea. El punto puede ser extremadamente punzante; pero si reluce, basta; al coraz�n se ir�. Un hombre as� es temido, odiado, evitado. ( R. Wardlaw. )

El fruto de la boca

La palabra que sale de los labios es el mayor poder en la vida humana. Las palabras cambiar�n las corrientes de la vida. Del uso de la lengua dependen los asuntos de la propia vida de un hombre. Los frutos que da la lengua de un hombre, el hombre debe comerlos. Si sus palabras han sido buenas, se saciar� de bien con el fruto de su boca. Los labios del necio siempre est�n en conflicto, y su boca siempre est� pidiendo azotes. Sus labios son la trampa de su alma. Un viejo proverbio dice: "La lengua de un necio siempre es lo suficientemente larga para cortarse la garganta".

1. La lengua es una fuente fruct�fera de ri�as y discordia. El necio no puede ocultar su aflicci�n, sino que debe soltarla de inmediato con la lengua y hacer da�o.

2. La lengua es el instrumento de la mentira. Es la lengua que tan a menudo condena al inocente con falso testimonio.

3. Muy aliado a la mentira est� la adulaci�n, que siempre es un error.

4. Otro mal uso de la lengua es el susurro y la charlataner�a. Revelar el secreto de otro es una forma segura de incurrir en reproches e infamias duraderas.

5. A veces se emplea la lengua para tramar, planear y ejecutar travesuras.

6. Los vicios m�s perdonables son la imprudencia y la falta de oportunidad al hablar. Sin embargo, estos son lo suficientemente malvados a su manera.

7. Necesitamos precauci�n contra el habla excesiva. Hay buenos y hermosos usos de la lengua. Es el instrumento de la pacificaci�n, de la sabia reprensi�n, de la instrucci�n de los inocentes y del campeonato de los afligidos. ( RF Horton, DD )

Versículo 16

La ira del necio se conoce ahora, pero el hombre prudente cubre la verg�enza.

Ira como verg�enza

El sabio aqu� usa una palabra muy observable, para expresar ira. �l lo llama verg�enza, porque es una verg�enza que un hombre sufra su raz�n, sea tiranizado por una pasi�n rebelde, que esparce la deformidad en su rostro y lo apresura a expresiones y acciones m�s parecidas a las de un confinado en el caos. que uno que se supone que tiene el uso de su raz�n. El necio se deshonra a s� mismo al ceder a las impetuosas salidas de la pasi�n.

Descubre su locura temporal por su semblante p�lido, sus labios temblorosos y sus ojos centelleantes. "Pero el hombre prudente encubre la verg�enza". Cuando encuentra que sus pasiones comienzan a fermentar, no les da pleno alcance, sino que considera si hace bien en enojarse y hasta qu� punto es l�cito y seguro para �l ceder el paso a esta pasi�n turbulenta. �l no cubre su ira, para que tenga tiempo de actuar, y ponga las facultades de la raz�n a su servicio, para que pueda estallar con m�s efecto en otra ocasi�n, sino que la cubre para que tenga tiempo de reprimir y reprimir. destr�yelo, considerando su necedad y maldad, meditando en el ejemplo y la gracia de Cristo, y con fervientes s�plicas por el apoyo y la ayuda del esp�ritu de mansedumbre. Por tales medios, el hombre prudente preserva su propio honor, y cubre la verg�enza de su pr�jimo, quien probablemente se ganar� con mansedumbre y mansedumbre. (G. Lawson .)

Versículo 18

La lengua de los sabios es salud.

Habla sana y malsana

Algunos hombres se enorgullecen de la acritud de su discurso. Se deleitan con las respuestas agudas, las r�plicas agudas, las r�plicas r�pidas y se jactan de s� mismos cuando cortan a sus oponentes en dos. Hay otros que tienen el don de expresar quejas, reproches y cr�ticas contra toda la providencia de la vida. Pueden decir cosas duras y amargas sobre Dios y el hombre, y pueden estar satisfechos por el filo de su propio epigrama, sin importar contra qui�n o contra qu� se dirija ese filo.

La lengua del sabio es m�s lenta, pero m�s sana; el sabio pesa sus palabras: est� ansioso por asociarse s�lo con juicios que puedan ser confirmados por la experiencia e ilustrados por la sabidur�a. El sabio habla sanamente, es decir, habla de la abundancia de su propia salud, y habla de una manera que duplicar� y fortalecer� la salud de los dem�s. Acercarse a �l es subir a una monta�a y respirar el aire m�s fresco del cielo, o bajar por la orilla del mar y recibir mensajes a trav�s de las grandes profundidades, llenos de vigor, verdad e influencia fortalecedora.

Los sabios mantienen la sociedad sana. De no ser por su presencia, se estancar�a y pasar�a de un grado de corrupci�n a otro hasta volverse totalmente pestilente. Hay dos oradores en el texto, hasta el final de los tiempos probablemente habr� dos oradores en el mundo: el orador cr�tico y el orador judicial; el hombre toda agudeza y el hombre todo agradecimiento. El negocio de la disciplina cristiana es domesticar la lengua, disciplinarla, ense�arle el habla de la sabidur�a e instruirla en cuanto al momento adecuado para pronunciar y el momento adecuado para el silencio. ( J. Parker, DD .)

Versículo 19

El labio de la verdad se afirmar� para siempre.

Veracidad

I. La justicia de la verdad ( Proverbios 12:17 ). El uso m�s elevado y adecuado del habla es mostrar lo correcto. Puede usarse para establecer:

1. Puntos de vista correctos de Dios ( Salmo 11:2 ; Juan 17:25 ; Romanos 3:21 ).

2. Salmo 66:16 de vista correctos de la experiencia personal ( Salmo 66:16 ).

3. Estimaciones correctas de car�cter. Los testimonios deben darse con mucha precauci�n.

4. Declaraciones correctas sobre el valor de las mercanc�as.

5. Exposiciones correctas de las Escrituras. Algunos �tuercen� las Escrituras ( 2 Pedro 3:16 ); otros los anulan por sus tradiciones ( Marco 7:13 ); otros los tratan con enga�o ( 2 Corintios 4:2 ); pero el expositor ense�ado por Dios apunta a "la manifestaci�n de la verdad".

II. La salubridad de la verdad ( Proverbios 12:18 ). El discurso necio a menudo hiere, pero en la palabra de sabidur�a cura. La doctrina sana produce una vida sana y, por tanto, se convierte en su propia defensora.

III. La estabilidad de la verdad ( Proverbios 12:19 ). "La verdad, como el corcho, estar� en primer lugar en un momento u otro, aunque se haga un esfuerzo para mantenerla bajo el agua". El tiempo est� del lado de la verdad, al igual que la eternidad. Ha habido un abundante establecimiento de ...

1. El testimonio de los profetas.

2. Palabras pronunciadas por los oponentes del error. Las mentiras suelen morir, pero tarde o temprano mueren con seguridad.

IV. La seguridad de la verdad. Puede que tengamos miedo de equivocarnos, pero nunca debemos tener miedo de tener raz�n.

V. La recompensa de la verdad ( Proverbios 12:22 .) ( H. Thorne. )

El labio de la verdad

Hab�a una vez un ni�o llamado Duncan. Los chicos sol�an llamarlo "True Duncan" porque nunca dir�a una mentira. Un d�a estaba jugando con un hacha en el patio de la escuela. El hacha se usaba para cortar le�a para el fuego del aula en invierno. Mientras Duncan cortaba un palo, el gato de la maestra, "Viejo Tabby", se acerc� y salt� sobre el tronco de madera donde Duncan estaba trabajando. Hab�a levantado el hacha para cortar la madera, pero cay� sobre el gato y la mat�.

No sab�a qu� hacer. Ella era la gata del amo y sol�a sentarse en un coj�n a su lado mientras �l escuchaba las lecciones de los ni�os. Duncan se qued� mirando al pobre Tabby. Su rostro enrojeci� y las l�grimas asomaron a sus ojos. Todos los chicos llegaron corriendo y todos ten�an algo que decir. Se escuch� a uno de ellos susurrar a los dem�s: �Ahora, muchachos, veamos si Duncan no puede inventar una mentira tan bien como el resto de nosotros.

��l no �dijo Tom Brown, que era amigo de Duncan�, no �l, lo garantizo. Duncan ser� tan verdadero como el oro ". John Jones se acerc� y dijo: �Vamos, muchachos, arrojemos al gato al camino y le diremos al Sr. Cole que el perro del carnicero la mat�. Sabes que �l la preocup� la semana pasada ". Algunos pensaron que les ir�a muy bien. Pero Duncan parec�a bastante enojado; su mejilla se hinch� y su rostro se puso m�s rojo que antes.

"No, no", dijo. ��Crees que dir�a eso? Ser�a una mentira, �una mentira! " Cada vez que usaba la palabra, su voz se hac�a m�s fuerte. Luego tom� a la pobre y la llev� a la habitaci�n del amo. Los chicos lo siguieron para ver qu� pasaba. El maestro mir� hacia arriba y dijo: ��Qu�? �Es este mi pobre Tabby asesinado? �Qui�n podr�a haberme hecho tal da�o? " Todos guardaron silencio durante un rato.

Tan pronto como Duncan pudo escuchar su voz, dijo: �Sr. Cole, lamento mucho haber matado a la pobre Tabby. De hecho, se�or, lo siento mucho, deber�a haber tenido m�s cuidado, porque la vi frotarse contra el tronco. Lo siento m�s de lo que puedo decir, se�or ". Todos esperaban ver al Sr. Cole enojarse mucho, quitarse el bast�n y darle a Duncan una fuerte paliza. Pero en lugar de eso, puso una sonrisa agradable y dijo: �Duncan, eres un chico valiente.

Vi y escuch� todo lo que pasaba en el patio desde mi ventana de arriba. Me alegra ver este ejemplo de verdad y honor en mi escuela �. Duncan sac� su pa�uelo y se sec� los ojos. Los chicos ya no pudieron guardar silencio, y cuando Tom Brown grit�: "�Tres hurras por True Duncan!" todos se unieron e hicieron sonar la escuela con un gran hurra. La maestra luego dijo: �Muchachos, me alegra que sepan lo que es correcto y que lo aprueben, aunque me temo que algunos de ustedes no podr�an haberlo hecho.

Aprenda de este tiempo que nada puede hacer necesaria una mentira. Supongamos que Duncan hubiera seguido tu malvado consejo y viniera a m� con una mentira, se habr�a detectado instant�neamente, y en lugar del honor de la verdad, solo habr�a tenido la verg�enza de la falsedad ". ( Escuela Dominical .)

Pero una lengua mentirosa es s�lo por un momento. -

La vida condenada de una mentira

Es "pero por un momento". Dean Swift se queja de que la influencia de una mentira a menudo es maliciosamente duradera; Sucede tan a menudo que si se cree una mentira, s�lo durante una hora, ha cumplido su funci�n y no hay m�s ocasi�n para ello. Pero la mortalidad inherente de todo lo que es falso se reconoce en otros proverbios distintos de los de Salom�n, por ejemplo, el proverbio ingl�s, �Una mentira no tiene piernas.

�Una mentira, en cuanto es mentira, lleva siempre dentro de s� los g�rmenes de su propia disoluci�n. Seguro que finalmente se destruir� a s� mismo ". Carlyle dice: �No hay mentira a largo plazo exitosa. Llega la hora de todas las bolsas de viento; cada bolsa de viento se rompe por fin y se derrumba ". �Las mentiras existen s�lo para extinguirse; esperan y lloran fervientemente por la extinci�n ". �La ruina es el gran mar de tinieblas donde todas las falsedades, sinuosas o directas, fluyen continuamente.

�Nada�, afirma un fil�sofo pol�tico, de una escuela anterior y muy diferente, �puede dar estabilidad y uniformidad duradera al error. La indolencia o la ignorancia pueden mantenerla flotando, por as� decirlo, en la superficie de la mente y, a veces, impedir que la verdad penetre; o la fuerza puede mantenerlo en posesi�n, mientras que la mente ya no lo consiente. Pero tales opiniones, como los cuerpos humanos, tienden a disolverse desde su nacimiento.

.. Los hombres son arrastrados hacia ellos y retenidos en ellos por cadenas de circunstancias. Rompe estas cadenas y la mente regresa con una especie de elasticidad intelectual a su objeto apropiado: la verdad ". ( Francis Jacox, BA .)

Habilidad para decir mentiras

La lengua mentirosa tiene �xito, pero su �xito es moment�neo; parpadea y expira; tiene una historia clara y directa que contar, pero los acontecimientos llegan y examinan esa historia y la sit�an en la distancia y la perspectiva adecuadas; las alianzas a las que la historia debe su consistencia se rompen y los hombres malvados comienzan a divulgar secretos entre s�; pieza a pieza la historia se desmorona, y al final se descubre que fue la fabricaci�n de un genio maligno.

Aseg�rense de ser sinceros ustedes mismos y de tener un verdadero prop�sito a la vista, y todas las discrepancias, inconsistencias y dificultades finalmente se suavizar�n, y los hombres ser�n llevados a reconocer la integridad de su coraz�n. Sea tan h�bil como quiera en la manera de decir mentiras, arregle todo con consumada astucia, contrate a todos sus aliados, soborne a sus esp�as y aclare su camino con abundancia de oro, y sin embargo, a la larga, sus aliados se volver�n contra usted y aquellos a quienes les hayas dado m�s dinero se alegrar�n de exponer tu codicia y falsedad. ( J. Parker, DD .)

Verdad m�s duradera que la falsedad

La verdad se desgasta bien. El tiempo lo pone a prueba, pero aguanta bien la prueba. Entonces, si he dicho la verdad, y por el momento tengo que sufrir por ello, debo contentarme con esperar. Si tambi�n creo en la verdad de Dios y me esfuerzo por declararla, puedo encontrar mucha oposici�n, pero no tengo por qu� temer, porque al final la verdad debe prevalecer. �Qu� pobre es el triunfo temporal de la falsedad! "�Un labio mentiroso es solo por un momento!" Es una simple calabaza que surge en una noche y muere en una noche; y cuanto mayor es su desarrollo, m�s manifiesta su decadencia.

Por otro lado, cu�n digno de un ser inmortal es el reconocimiento y la defensa de esa verdad que nunca puede cambiar; el evangelio eterno, que est� establecido en la verdad inmutable de un Dios inmutable. Un viejo proverbio dice: "El que habla verdad averg�enza al diablo". Ciertamente el que habla la verdad de Dios avergonzar� a todos los demonios en el infierno, y confundir� a toda la simiente de la serpiente que ahora silba sus falsedades.

Oh, coraz�n m�o, ten cuidado de estar del lado de la verdad en todas las cosas, tanto en las peque�as como en las grandes; pero especialmente del lado de Aquel por quien la gracia y la verdad han llegado a los hombres. ( CH Spurgeon .)

Versículo 20

El enga�o est� en el coraz�n de los que imaginan el mal.

Una denuncia de los malvados

I. Una descripci�n de sus personas.

1. Son malhechores, pero m�s especialmente, el practicante, el art�fice del mal; uno totalmente empe�ado en el pecado; el cuerpo y la mente ocupados en ejecutar y actuar deseos corruptos.

2. No todo mal, sino el mal en gran medida, es el mal contra los dem�s: el mal.

3. Este hombre es sutil en su maldad. Es un trabajador astuto, astuto, sutil y cercano que concibe y efect�a sus travesuras. Como un ingenioso artesano, es m�s silencioso cuando est� m�s concentrado en sus inventos. Es un signo de un hombre extremadamente malvado, ser un inventor del mal, un conspirador y un maquinador de travesuras. Como el cazador de conejos vive de su ingenio, as� el pecado y los pecadores de sus artima�as. �Pero de d�nde viene esto?

(1) Satan�s al principio se transform� en un �ngel de luz; entonces no es de extra�ar que sus ministros lo hagan.

(2) Parecen hombres justos, religiosos, pac�ficos y honestos, sabiendo que cuanto menos se sospecha de ellos, m�s probabilidades hay de que sus planes tengan �xito.

(3) Nunca hubo da�o m�s pernicioso que el que est� velado con buenas pretensiones de paz o religi�n.

II. La condici�n de estas personas. Su enga�o vuelve al coraz�n que lo tram� por primera vez, es decir, trae cierta aflicci�n e inevitable da�o sobre ellos mismos, hasta quebrantamiento de sus propios corazones. De ah� que tenga en cuenta que los mayores obradores del pecado y la maldad son los mayores obradores de su propia aflicci�n.

1. No hay poca tristeza e inquietud en el coraz�n mientras est� tramando y martillando el mal.

2. A quien enga�en, no pueden enga�ar a Dios, quien los convertir� en los m�s grandes enga�adores de s� mismos.

3. Cu�n justo es que el placer que conciben en inventar la travesura, lo pierda por el fruto de sus invenciones maliciosas.

4. El pecado es un pagador seguro, y su salario es la muerte.

5. El dolor de su pecado viene con muchas adiciones diarias, y traspasa el coraz�n del hombre como una espada. Cuidado con inventar travesuras contra la Iglesia de Dios, Sus siervos y la santa religi�n. Considere aqu�:

(1) El poder de Dios, que todos los malvados juntos no pueden resistir.

(2) La sabidur�a de Dios, que tiene siete ojos, y todos sobre la Iglesia para bien.

(3) La justicia de Dios, con quien es justo que los malvados, al tramar el mal, provean sus propias varas.

(4) Los hombres malvados ponen todas sus parcelas sobre un cimiento arenoso y resbaladizo, que derribar� toda la casa y enmarcar� sobre sus propias cabezas. No se inquieten los buenos hombres ante semejantes complots, que redundar�n en beneficio de sus propios enemigos. ( T. Taylor. )

Autoenga�o

La palabra traducida "enga�o" puede entenderse como que incluye el enga�o practicado en el yo de un hombre as� como en los dem�s, y aqu� puede tener el sentido de autoenga�o. Traductores eminentes han traducido la palabra, en su conexi�n actual, decepci�n; esperanza frustrada. Aquellos que �imaginan el mal� no se atreven a confesar sus designios. La disimulaci�n y la artesan�a producen una aprensi�n y una ansiedad incesantes.

Necesariamente engendran auto-insatisfacci�n y temblor, y eso desde el mismo temor a la detecci�n, la frustraci�n y el mal consecuente hacia ellos mismos, en lugar de hacia aquellos contra quienes estaban conspirando. ( R. Wardlaw. )

Versículo 21

No le suceder� ning�n mal al justo.

La seguridad de los fieles

Las cosas que m�s nos distinguen nos prueban m�s. Aquellos atributos de nuestra naturaleza que sirven para marcar su superioridad, sirven tambi�n para evidenciar su propensi�n a sufrir problemas. Las tribus animales, como no tienen capacidad para revisar el pasado, tampoco tienen poder para anticipar el futuro. Y, por tanto, no temen, en sentido estricto, los males venideros. Pero podemos mirar hacia adelante. Podemos ocuparnos en el pensamiento y la imaginaci�n con los d�as venideros.

Sin embargo, la mitad m�s pesada de las preocupaciones y ansiedades que tenemos que soportar est�n relacionadas con esta facultad. Las aflicciones que tememos a menudo nos angustian m�s que las aflicciones bajo las que yacemos. Pero Dios, quien nos dio nuestro ser, lo sabe y lo ha provisto en Su Palabra. �No se ajusta este texto a todo nuestro caso? En medio de todos los desastres, los buenos pueden estar seguros y tranquilos. �Cu�l es el significado de esta seguridad? No se puede tomar literalmente.

El mal en el sentido de calamidad terrenal, dolor y prueba es la suerte de todos. Entonces, �qu� significa el texto? Las cosas que son malas en s� mismas no caen, como tales, sobre el pueblo de Dios. Para ellos, la maldici�n se convierte en bendici�n. Un proceso divino de transmutaci�n tiene lugar en el caso de todo mal que le acontece a un hijo de Dios, y el mal se convierte en un bien. Ilustra esto:

1. De casos de aflicci�n personal de la mente, del cuerpo o de ambos.

2. Circunstancias adversas.

3. Duelos. Este tema ense�a la bondad de la providencia divina; y nos tranquiliza en las pruebas actuales. ( CM Feliz. )

No hay maldad para los justos

La palabra "justo" era un t�rmino usado antiguamente en relaci�n con la persecuci�n, y significaba la divisi�n equitativa de la presa obtenida por la caza entre los que participaron en la persecuci�n. Significa hacer lo correcto, tratar de ser inofensivo. Aunque el hombre justo a veces no da en el blanco, su disposici�n y objetivo predominantes son ser y hacer lo correcto. Es estudioso para hacer el bien. A tal hombre, se declara, no le suceder� ning�n mal. �C�mo vamos a entender esto?

1. Cualquier mal que le sobreviene a un hombre justo no puede ocurrir en el sentido de que venga por casualidad. Hay un gobierno de Dios sobre los asuntos de los hombres y, por lo tanto, nada ocurre por accidente o por casualidad. Ning�n mal puede sobrevenirle al hombre justo que no venga intencional o permisivamente, en el curso de la providencia.

2. A un hombre justo no le puede sobrevenir ning�n mal que no sea controlado y anulado por su bien. "A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien".

3. Esto es cierto en relaci�n con ayudar a los dem�s, as� como a s� mismo. Aquellos que han sufrido ellos mismos est�n mejor preparados para simpatizar y ayudar a sus semejantes que sufren.

4. Ning�n mal permanente puede sobrevenirle a un hombre justo. Luego&mdash

(1) Demos gracias a Dios por los dolores y aflicciones.

(2) Debemos entender que, si tratamos de ser justos, tendremos nuestra recompensa ahora y en el futuro. No puede haber fallas ni errores. ( HM Gallaher, DD .)

Versículo 22

Los labios mentirosos son abominaci�n al Se�or.

En mentir

El hombre supera al resto de las criaturas en el poder de comunicar pensamientos entre s�. A las criaturas se les ense�a, por naturaleza, casi de inmediato, c�mo satisfacer sus necesidades. Pero estamos deliberadamente formados para necesitar y brindar ayuda en todo, a lo largo de nuestros d�as; y, por lo tanto, alg�n m�todo r�pido y extenso de significar mutuamente todo lo que pasa dentro de nuestras mentes era especialmente necesario para nosotros.

Sin esto, ninguna persona tendr�a m�s conocimiento de nada de lo que podr�a obtener por s� mismo. El placer y los beneficios de la sociedad se reducir�an a un estrecho comp�s, y la vida colgar�a de nuestras manos triste e inc�moda. El habla articulada, nuestra propiedad m�s distintiva, es nuestro principal medio de comunicaci�n. Como cada bendici�n puede ser fatalmente mal utilizada, tampoco hay ning�n mal prop�sito al que no se pueda hacer que sirva el lenguaje. Se puede cambiar de su dise�o original de dar informaci�n correcta a aquellos con quienes conversamos al opuesto de conducirlos mal.

I. Qu� cosas deben ser reputadas mentiras y cu�les no.

1. Dado que las acciones y los gestos, as� como las palabras, pueden emplearse para expresar lo que pensamos, tambi�n pueden emplearse para expresar lo que no pensamos, que es la esencia de una mentira. Algunas de nuestras acciones son naturalmente significativas. Pero nunca hemos consentido en convertir nuestras acciones en signos generales de nuestras intenciones, como tenemos nuestras palabras. Si las personas interpretan nuestras acciones, es posible que no las enga�en.

Las acciones que no tengan un sentido determinado que se les atribuya por acuerdo, expl�cito o impl�cito, no pueden ser violaciones de la sinceridad; pero los que tienen est�n sujetos a las mismas reglas que las palabras; y podemos ser culpables de falsedades tan flagrantes en el primero como en el segundo.

2. Las palabras que han adquirido su significado por la mutua aquiescencia de la humanidad pueden cambiarlas por el mismo m�todo. Ilustre con las palabras "humilde" y "siervo". Las exageradas expresiones de cortes�a que son tan comunes, aunque inocentes ahora, proced�an originalmente de una disposici�n mezquina, aduladora y falaz en quienes las iniciaron, y tend�an a alimentar vanidad y altivez en aquellos a quienes iban dirigidas.

En cuanto a las frases, cuya costumbre ha cambiado o aniquilado el significado, aunque, una vez hecho esto, ya no son mentiras, sin embargo, fueron mentiras todo el tiempo que lo hizo; y cada nuevo paso que se d� en el mismo camino ser� una nueva mentira hasta que todos lo descubran y aprendan la interpretaci�n de moda. Por lo tanto, se debe tener mucho cuidado para evitar que nuestro "lenguaje se convierta en una mentira".

3. En cuanto a todas las figuras ret�ricas, f�bulas, alegor�as, historias fingidas y par�bolas, por ejemplo las de nuestro bendito Salvador y otras en las Escrituras, destinadas �nicamente a transmitir instrucciones de manera m�s agradable o eficaz, evidentemente no hay lugar para condenarlas. como enga�os. Pero el caso es muy diferente cuando las personas, con todas las se�ales de seriedad, afirman lo que luego despreciar�n y ridiculizar�n a los dem�s por creer. Estas son falsedades claramente dise�adas y, en mayor o menor grado, perjudiciales. Esto es "hablar tontamente y bromear no es conveniente".

4. Con respecto a las frases ambiguas, que en una aceptaci�n expresan nuestro significado verdaderamente, pero en otra no, debe observarse que cuando estamos obligados, por promesa o de otra manera, a declarar lo que sabemos o creemos en cualquier caso, estamos obligados para declararlo en los t�rminos que probablemente se entiendan bien. E incluso cuando no estemos obligados de esa manera, deber�amos hablar de las cosas, si podemos con seguridad, con claridad y sencillez.

Puede haber motivos para la reserva hacia algunas personas, incluso en las nimiedades. Cuando el silencio no oculte algo que deba ocultarse, se debe permitir hablar sobre el tema de tal manera que deje en la oscuridad esa parte que no es apta para ser revelada. Cuando nos proponemos mantener a un hombre ignorante de un hecho, es su propia culpa si tambi�n cree en una fantas�a. Pero si vamos m�s lejos y le ponemos lazos; si damos seguridades que, en su aceptaci�n obvia y universal, son falsas, pero s�lo tienen una construcci�n forzada latente, en la que, despu�s de todo, simplemente pueden ser verdaderas, esto es equ�voco y no puede ser defendido.

II. Los motivos que se instan a justificar algunos tipos de mentiras directas. Algunos dicen que el discurso se le dio a la humanidad �nicamente para su beneficio com�n; ni, por lo tanto, nunca se usa indebidamente cuando contribuye a ese fin. Intentan confirmar esta opini�n mediante varios casos de falsedades que, seg�n se dice, en las Escrituras han pronunciado a sabiendas personas buenas. Pero algunas acciones pueden ser alabadas en las Sagradas Escrituras en su conjunto sin la menor intenci�n de aprobar las circunstancias de falta de sinceridad u otras imperfecciones con las que fueron acompa�adas.

Otros dicen que debido a nuestra relaci�n mutua deber�amos consultar nuestro beneficio mutuo; y donde la adhesi�n a la verdad no promueva esto, la falsedad puede ser sustituida con justicia. Pero sentimos una renuencia natural en nuestra conciencia a mentir y enga�ar, como tales, sin esperar las consecuencias. �Cu�les son esos casos en los que, al equilibrar los dos lados de la cuenta, la violaci�n de la verdad es m�s beneficiosa que perjudicial para la humanidad? Pero, �qu� se puede decir en relaci�n con los casos de peligro para la propiedad o la vida? �Es entonces justificable la falsedad? La �nica respuesta es que los casos son raros y extremos, e incluso entonces, dudosamente sabios.

Mejor sufrir que mentir. Tomemos el caso de los enfermos. La prevaricaci�n es a veces incluso necesaria. Debe reconocerse que, en muchos de los casos antes mencionados, a veces surgen dificultades, con lo cual tenemos mucho m�s motivo para orar a Dios para que nunca seamos juzgados que estar seguros de que juzgaremos y actuaremos correctamente si lo somos. Pero los argumentos, aunque fueran tan enga�osos, a favor de la legalidad del fraude en casos aparentemente inofensivos, nunca podr�n probarlo en otros de naturaleza completamente contraria.

El peligro extremo de que los hombres procedan en falsedad a extremos muy perniciosos, si una vez que comienzan, es una objeci�n m�s incontestable contra que se permita en cualquier grado. ( Monse�or Secker .)

Mintiendo

Es posible hablar en contra de la verdad y sin embargo no mentir, siempre que hablemos de buena fe. Es hablar de mala fe, con el prop�sito consciente de enga�ar, eso es mentira. Considere el texto sobre el amplio terreno general de que mentir es abominaci�n para el Se�or. Tome la palabra en su forma franca y honesta; no nos dejemos cobijarnos bajo expresiones suaves - equ�vocos, prevaricaciones, disimulo, simulaci�n, falsedad - palabras m�s largas, con las que los hombres intentan sacar el filo de hechos desagradables - pero que al final apuntan a lo mismo, una falta de sinceridad.

Hagas lo que hagas para suavizar el ep�teto y la descripci�n, queda el texto en toda su decisi�n y audacia. El veredicto del hombre tampoco es menos decisivo. Incluso mientras lo practican, los hombres condenan la mentira. El perjurio es un crimen calificado por todos los gobiernos, tanto paganos como cristianos. Aplicamos la palabra "verdadero" a todo lo que es bueno y digno. �No es nuestro sentimiento instintivo de que la verdad es el objeto m�s digno de alcanzar? Su opuesto debe ser proporcionalmente odioso.

Considere el da�o que ocasiona la mentira a la sociedad. Es por la confianza mutua, por la fe en la honestidad y pureza de los motivos de los dem�s, que vivimos juntos. No puede haber paz donde no hay confianza. Vea algunos de los tipos de mentiras que prevalecen hoy en d�a.

1. Mentiras piadosas: mentiras pasadas por alto y decoradas por la moda; h�bitos de hablar enga�osos y frases convencionales; justificado por necesidad, conveniencia o similar.

2. Calumnia. Esto no es peculiar de nuestra �poca, atestig�e los casos de Mefiboset, Nabot, Jerem�as, el bendito Se�or mismo, todas v�ctimas de acusaciones falsas, pero no es raro en nuestra �poca.

3. Mentiras para ocultar nuestras faltas. Son m�s naturales e inteligibles. El escapar de las consecuencias de un pecado ocult�ndolo parece una ventaja tangible; �Pero es? �Ganamos enmascarando un defecto con otro? Todo hombre de mente recta sentir�a mil veces m�s piedad por alguien que reconociera su culpa y pidiera perd�n que por uno que tratara de eludir la detecci�n. Estamos disgustados con el hombre que no se respeta a s� mismo ni nos respeta, que al usar una mentira nos considera lo suficientemente simples como para ser engatusados, y considera preferible duplicar su pecado a reconocer el mal. Esto se dice de los pecados contra nuestros semejantes: cu�nto m�s en�rgicamente se aplica a los pecados contra Dios.

4. Otros dos modos de mentir se presentan con frecuencia ante el cl�rigo.

(1) Al pedir socorro hay quienes simulan y exageran su pobreza para conmover el coraz�n de los caritativos.

(2) En la publicaci�n de las prohibiciones del matrimonio, con frecuencia se dan direcciones falsas, y eso con una seguridad perfectamente sorprendente. Entonces veamos la veracidad de nuestros corazones y labios. Si somos hijos de Dios, miembros de Cristo, templos del Esp�ritu Santo, debemos ser veraces. Si se siente tentado a pronunciar palabras enga�osas, recuerde cu�n abominables son esas cosas para el Se�or y c�mo bloquean impenetrablemente las puertas del cielo, que se abren de par en par al acercarse la verdad. ( GF Prescott, MA .)

La naturaleza, la malignidad y los efectos perniciosos de la falsedad y la mentira

Nada en la naturaleza es tan universalmente denunciado y, sin embargo, tan universalmente practicado, como la falsedad. Una mentira poderosa y gobernante da la vuelta al mundo y casi ha desterrado la verdad. La mayor molestia y perturbaci�n de la humanidad ha sido por una de estas dos cosas, la fuerza o el fraude; y la fuerza a menudo se al�a con el fraude. Es la lengua que impulsa al mundo que tiene ante s�. Es dif�cil atribuir una sola cosa que no sea la mentira, a la que Dios y el hombre se unen tan un�nimemente en el odio; y es dif�cil decir si deshonra m�s a Dios o da�a al hombre.

I. La naturaleza de una mentira y la propia malignidad esencial de toda falsedad. Una mentira es un significado externo de algo contrario, o al menos al lado del sentido interno de la mente. Es un significado falso, utilizado a sabiendas y voluntariamente. Se dice que hay tres tipos diferentes de mentiras.

1. La mentira perniciosa, proferida para lastimar o perjudicar a nuestro pr�jimo.

2. La mentira oficiosa, pronunciada en beneficio propio o de nuestro pr�jimo.

3. La mentira rid�cula y jocosa, pronunciada a modo de broma, y ??s�lo por regocijo, en conversaci�n com�n. La ilegalidad de la mentira se basa en esto , que una mentira es propiamente una especie de injusticia y una violaci�n del derecho de la persona a quien se dirige el discurso falso.

II. Los efectos perniciosos de mentir.

1. Fue este el pecado introducido en el mundo; y al mentir, el pecado todav�a se propaga y promueve.

2. A ella se debe toda la miseria y calamidad que le sobreviene a la humanidad. Aquello que trajo el pecado al mundo necesariamente trae consigo dolor.

3. Mentir tiende totalmente a disolver la sociedad. La banda que teje y apoya todos los pactos es la verdad y la fidelidad. Sin confianza mutua, no solo no puede haber felicidad, sino tambi�n vida en este mundo.

4. El enga�o y la falsedad indisponen de manera muy peculiar los corazones de los hombres a las impresiones de la religi�n. La vida y el alma de toda religi�n es la sinceridad.

III. Las recompensas o castigos que seguramente acompa�ar�n, o al menos seguir�n, esta pr�ctica b�sica.

(1) Una p�rdida total de todo cr�dito y fe con personas sobrias y discretas.

(2) El odio de todos aquellos a quienes el mentiroso tiene o quiere enga�ar.

(3) Una separaci�n final de Dios, que es la verdad misma. ( R. Sur, DD .)

La Biblia advierte contra la mentira

Tres razones por las que deber�amos prestar atenci�n a esta advertencia.

I. Por lo que Dios piensa al respecto. Dif�cilmente hay alguna forma de maldad contra la cual Dios haya hablado tan a menudo y con tanta fuerza en la Biblia como lo ha hecho contra la mentira. Saber lo que Dios piensa acerca de la mentira deber�a llevarnos a recordar la advertencia en contra.

II. Por lo que piensan los hombres. Alguien le pregunt� a Arist�teles qu� ganar�a un hombre mintiendo. Su respuesta fue "que nadie le creer� cuando diga la verdad".

III. Por el castigo que debe seguir a la mentira despu�s de la muerte. Cualquiera que sea el efecto de nuestra mentira en esta vida, pronto terminar�. Las consecuencias deben seguirnos despu�s de la muerte. ( R. Newton, DD .)

Honor de colegial

No cabe duda de que los hombres y las mujeres ser�an mucho mejores de lo que son si se hubieran educado mejor. Si los hombres y las mujeres fueran mejores ellos mismos, dar�an a sus hijos una formaci�n moral superior. Me siento obligado a presentar una acusaci�n definitiva de negligencia en el deber de los padres y tutores contra los padres y maestros en general. La acusaci�n es la siguiente: los padres y los maestros con demasiada frecuencia se confabulan o alientan abiertamente lo que se llama, con iron�a inconsciente, "el honor de un colegial". �Qu� se puede decir a favor de esos sentimientos de los que brota el �honor del colegial�?

1. Hay algo inexpresablemente mezquino y mezquino en la charlataner�a; con el h�bito de correr hacia un padre o maestro con cada peque�a queja de da�o personal o da�o infligido. Es bueno que los j�venes aprendan a sobrellevar los peque�os agravios y dolores unos de otros, y que aprendan tambi�n a resolver sus propias disputas.

2. Hay algo mezquino y cobarde en informar a escondidas las ofensas cometidas por otros. Esto es malo para el informante, que se vuelve vanidoso y mojigato. El informante astuto, el susurrador, es realmente un traidor. Juega y se junta en igualdad de condiciones con el resto, que son totalmente inconscientes de que tienen un esp�a entre ellos. Cualquiera cuyo sentido del deber le lleve a �contar� debe tener la valent�a moral de advertir al infractor previamente, de hacer p�blicamente su acusaci�n y de estar dispuesto a soportar todas las consecuencias de su acto de conciencia.

3. El honor de un escolar puede representar los nobles sentimientos de hermandad y camarader�a. En las circunstancias actuales, la casta, o el sentimiento de clase, o el clan entre los muchachos, exige alg�n principio de lealtad y defensa mutuas. Los ni�os deben, dentro de ciertos l�mites, apoyarse unos a otros. Doy todos los elogios que se merece al honor de un colegial. Pero en su funcionamiento pr�ctico, y en los extremos a los que se lleva la protecci�n mutua, est� lleno de maldad, corrompe la moral y tiende a borrar el fino sentido del bien y el mal que a menudo es nativo de la mente del ni�o.

(1) Este c�digo de honor requiere o prescribe el enga�o y la falsedad. Es posible que los ni�os no se mientan unos a otros, pero es un principio reconocido que pueden mentir a sus amos.

(2) El c�digo, tal como se mantiene generalmente, no s�lo no es favorable a la moralidad, sino que la subversiva directa y falsamente. Su uso principal es albergar a culpables y malhechores, y principalmente para delitos claramente y gravemente inmorales, como la mentira y la brutalidad, y cosas a�n peores que estas. Cuando los ni�os son plenamente conscientes de un h�bito inmoral y vicioso que prevalece entre ellos, y cuando saben que no pueden reprimirlo por s� mismos, deber�a ser un verdadero punto de honor para ellos primero protestar contra �l como indigno incluso para los ni�os, y luego protestar contra �l como indigno incluso para los ni�os. amenazar con denunciar la reincidencia del delito de forma abierta y valiente a las autoridades que sepan c�mo afrontarlo. No debe haber cuentos astutos. ( C. Voysey .)

Versículo 23

El hombre prudente oculta el conocimiento.

Ocultar el conocimiento

I. Cuando sea oportuno ( Juan 16:12 ).

II. Cuando est� por encima de la capacidad de sus oyentes ( 1 Corintios 2:2 ).

III. Cuando es probable que se aplique incorrectamente ( Marco 15:5 ).

IV. Cuando est� seguro del rechazo ( Mateo 7:6 ).

V. Cuando se calcula para da�ar a los hermanos ( Lev�tico 19:16 ).

VI. Cu�ndo pronunciarlo ser�a solo para mostrarse a s� mismo ( Proverbios 27:2 ). ( RA Griffin. )

Versículo 24

La mano de los diligentes gobernar�.

La recompensa del diligente

El estado natural del hombre es el trabajo. El trabajo era el requisito del para�so. La Palabra de Dios reconoce la ley universal del trabajo. �El trabajo es oraci�n�; y el cristiano aprende del registro de la voluntad de Dios que la obra honesta, fiel, diligente, temerosa y que honra a Dios es en s� misma una adoraci�n aceptable para el gran Todo-trabajador. Dios nos manda diligencia por precepto y por ejemplo. Sobre nosotros, todas las cosas realizan su asignaci�n de trabajo, y lo hacen con prontitud y sin pensar en la demora.

Dios ense�a a los hombres por Su propia obra incesante a trav�s de diez mil fuerzas siempre ocupadas, y la revelaci�n pronuncia el mismo mandato para el trabajo incesante. Porque el trabajo es la tenencia de los dones de Dios al hombre. Por tanto, el requisito del deber cristiano es que no seamos perezosos en los negocios. Las promesas de recompensa se agrupan en torno al cumplimiento de este mandato. Las manos diligentes se convierten r�pidamente en expertas. La mano diligente ense�a y entrena el ojo cauteloso y observador.

Dios no obra milagros en nombre de los z�nganos de la sociedad. Y la mano de los diligentes gobernar�, como hall� Jos�, el esclavo fiel, y Daniel, el joven hebreo cautivo. Otra recompensa del diligente es el honor y la fama. "�l estar� delante de los reyes". Ilustre con los casos de Benjamin Franklin y William Carey. Aprenda que la pereza y la ociosidad est�n expresamente prohibidas; y tambi�n lo es el esfuerzo excesivo y excesivo que caracteriza al hombre codicioso de ganancias. Las riquezas deben valorarse como un medio, no como un fin. ( Mons. Stevens Perry .)

La mano del diligente gobernar�

Un joven de una marroquiner�a sol�a sentirse muy impaciente con su patr�n por tenerlo a�o tras a�o, durante tres a�os, manipulando pieles. Pero vio su uso en su futura carrera, cuando, en un establecimiento propio, pudo saber por el tacto la calidad exacta de los productos. Fue s�lo por las miles de repeticiones que se aprendi� la lecci�n; y lo mismo ocurre con todo aquello en lo que adquirimos destreza.

Los medio informados, medio calificados en todos los negocios superan en n�mero a los dem�s, decenas a uno. Daniel Webster una vez respondi� a un joven que le pregunt� si hab�a "alg�n lugar en la profesi�n legal", "Siempre hay lugar en la parte superior". Cuanto mejor conozca su negocio, m�s probabilidades tendr� de crecer. Puede recopilar mucha informaci�n haciendo un uso inteligente de sus ojos y o�dos, y tal vez pueda sorprender a su empleador en una emergencia al ocupar el lugar del "vecino" y cumplir con sus deberes satisfactoriamente. Entonces, conozca su negocio y encontrar� que hay "espacio en la parte superior". ( Palabras caseras .)

La diligencia y su recompensa

El Sr. Chauncey M. Depew cuenta la historia de su visita al departamento de mec�nica de la Universidad de Cornell. En su cabecera encontr� al profesor Morris, quien lo reclam� como oficial superior, dando como raz�n que era un antiguo trabajador del Ferrocarril Central de Nueva York. "�C�mo has llegado hasta aqu�?" pregunt� Depew. �Estaba fogoso en el New York Central. Me par� en el estribo como ingeniero en el Central.

Mientras era maquinista de locomotoras, decid� obtener una educaci�n. Estudi� de noche y me prepar� para el Union College, corriendo todo el tiempo con mi locomotora. Consegu� libros y asist�, en la medida de lo posible, a todas las conferencias y recitaciones. Segu� con mi clase, y el d�a de la graduaci�n dej� mi locomotora, me lav�, me puse la toga y la gorra, entregu� mi tesis y recib� mis diplomas, puse la toga y la gorra en el armario, me puse mi trabajo. camiseta, me sub� al motor e hice mi carrera habitual ese d�a ". "Entonces", dice Depew, "supe c�mo se convirti� en el profesor Morris". Ese esp�ritu har� que un hombre se eleve en cualquier lugar y en cualquier vocaci�n.

Versículo 25

La tristeza en el coraz�n del hombre lo encorva, pero la buena palabra lo alegra.

El entristecimiento y el socorro

I. El entristecimiento de la vida. Aqu� hay una tristeza que aplasta el alma.

1. Aflicci�n personal que encorva el coraz�n.

2. Aflicci�n social que encorva el coraz�n.

II. El socorro en la vida. "Una buena palabra lo alegra".

1. �Qu� son las buenas palabras?

(1) Palabras verdaderas;

(2) palabras amables;

(3) palabras adecuadas.

2. �D�nde est�n las buenas palabras? El evangelio es esa palabra. Palabras sobre la providencia, el perd�n, la resurrecci�n. Palabras para consolarnos en todas nuestras tribulaciones. ( Urijah R. Thomas .)

El pecado de cavilar

Es necesario que estemos abrumados por las m�ltiples tentaciones; pero debemos tener cuidado de que, al dejar libre espacio a los pensamientos ansiosos y melanc�licos, nuestro coraz�n se hunda en nosotros como una piedra, y nuestra alma se vuelva totalmente incapaz de disfrutar de las comodidades o realizar los servicios de la vida. La tristeza del semblante mejora el coraz�n, pero el abatimiento del coraz�n descalifica a los hombres para agradecer y alabar a Dios, para servir a su generaci�n y para escuchar las cargas de la vida.

La vida misma se vuelve una carga y, a menudo, se ve acortada por un dolor excesivo. No hay nada que reclame tanto nuestro dolor como el pecado y, sin embargo, puede haber un exceso de dolor por el pecado que expone a los hombres al diablo y los arroja a sus brazos. �Est�n afligidos en sus mentes? Recuerde que es pecaminoso y peligroso pensar constantemente en sus dolores. ( G. Lawson .)

Una palabra de �nimo

Al c�lebre Dr. RW Dale, de Birmingham, le gustaba relatar c�mo las palabras serias de una pobre mujer lo animaban una vez. Se sent�a abatido y como si todas sus fuerzas se hubieran agotado cuando, al pasar por una calle de Birmingham, se encontr� con un extra�o decentemente vestido, cargado de paquetes, que se detuvo y dijo: "�Dios lo bendiga, Dr. Dale!" Su rostro le era desconocido y respondi�: �Gracias.

�Cu�l es su nombre?" "No importa mi nombre", fue la respuesta; ��Pero si supieras c�mo me has hecho sentir cientos de veces y qu� hogar feliz me has dado! �Dios te bendiga!" Luego se perdi� entre la multitud, pero hab�a animado a un hombre cuyos libros est�n en todas las bibliotecas y cuyo nombre es querido por la Iglesia universal. ( Compa�ero dominical .)

Versículo 26

El justo es m�s excelente que su pr�jimo.

Ventajas del religioso

Los sentimientos de los hombres sobre la virtud y su propia pr�ctica particular forman un contraste muy extra�o y sorprendente. Los fil�sofos han diferido sobre el origen de las distinciones morales y han presentado varias teor�as sobre la virtud; pero la gente que juzga por sus sentimientos no tiene m�s sistema que uno. La religi�n da su poderosa sanci�n a las m�ximas de la moral. Las objeciones contra una vida santa se han basado en m�ximas directamente contrarias al texto.

Los incentivos al vicio, que han sido poderosos en todas las edades, son los mismos que el tentador present� a nuestros primeros padres: los atractivos de la ambici�n y los encantos del placer. El justo es m�s sabio que su pr�jimo. No hay parte de su naturaleza en la que el hombre se esfuerce tanto en sobresalir, y tan celoso de un defecto, como su entendimiento. Y no es de extra�ar, porque es su prerrogativa y su gloria.

Esto entra en la base del car�cter; porque sin habilidades intelectuales las cualidades morales no pueden subsistir, y un buen coraz�n se estropear� sin la gu�a de un buen entendimiento. Entonces, �d�nde se encuentra la sabidur�a? Si conf�a en los dictados de la religi�n y la raz�n, ser virtuoso es ser sabio. El testimonio de todos los que han ido antes que usted confirma la decisi�n. Sin embargo, en oposici�n a la voz de la religi�n, de la raz�n y de la humanidad, hay multitudes en todas las �pocas que se consideran m�s excelentes que sus vecinos, al transgredir las leyes que todas las �pocas han considerado sagradas, los m�s j�venes por la b�squeda de la gratificaci�n criminal, los viejos por h�bitos de enga�o y fraude.

El per�odo temprano de la vida es con frecuencia una temporada de enga�os. No hay moderaci�n ni gobierno en el vicio. Los placeres culpables se convierten en amos y tiranos de la mente; cuando estos se�ores adquieren dominio, llevan cautivos todos los pensamientos y gobiernan con dominio ilimitado y desp�tico. Cuando se ve que el justo es m�s sabio, m�s grande y m�s feliz que su pr�jimo, se eliminan las objeciones contra la religi�n, se reivindican los caminos de la Providencia y se establece la virtud sobre un fundamento eterno. ( John Logan .)

Las perspectivas de los justos

La palabra traducida como "excelente" se traduce en el margen como "abundante". Aunque es una verdad que con respecto al "car�cter", en todos sus principios y sus resultados pr�cticos, "el justo es m�s excelente que su pr�jimo", sin embargo, tal afirmaci�n es casi una perogrullada. Tomando la palabra como refiri�ndose a posesiones y perspectivas, en el sentido de que el justo supera a su pr�jimo, oa los hombres en general a su alrededor, en su suerte en cuanto a felicidad y esperanza - bendiciones en el disfrute y bendiciones en anticipaci�n - entonces se convierte en una declaraci�n. de gran importancia.

Presenta un incentivo para que los piadosos �retengan su profesi�n� y un incentivo para que otros se unan a su sociedad. Incluso el m�s pobre del pueblo de Dios tiene mucho que bien puede ser envidiado por los m�s ricos y nobles de los hijos de la tierra. ( R. Wardlaw .)

Las ventajas de la virtud para la sociedad civil

Por "justo" se entiende el hombre religioso, uno que teme a Dios y evita el mal. Por su "pr�jimo" se entiende un hombre de car�cter contrario, uno que no se preocupa por Dios, sino que persigue los intereses o placeres del mundo, sin tener en cuenta su autoridad. La �excelencia� que se le atribuye puede referirse a la felicidad personal que la acompa�a o su influencia ben�fica en la sociedad. Un hombre de religi�n y virtud es un miembro de una comunidad m�s �til y, en consecuencia, m�s valioso que su vecino malvado.

I. La necesidad de la virtud y la religi�n para los fines de la sociedad civil. En contradicci�n se ha insistido en que el vicio es algo sumamente beneficioso para la sociedad, le confiere tantas ventajas, que la felicidad p�blica ser�a imperfecta sin �l. Podemos admitir, en apoyo de esta paradoja, que si no hubiera hombres viciosos en el mundo, no deber�amos querer ser protegidos por un gobierno civil de ellos.

Tambi�n podemos admitir que algunas ventajas surgen para la sociedad de los vicios de los hombres, ya sea cuando ocasionan buenas leyes o despiertan una debida ejecuci�n de ellas, o porque el ejemplo o la naturaleza de su castigo pueden prestar al criminal alg�n servicio p�blico. . Pero estas son las consecuencias puramente accidentales del vicio. Sus efectos naturales y propios son todos los males, los mismos males que el gobierno estaba destinado a corregir.

Las ventajas que se derivan de ella se deben enteramente a la sabidur�a y virtud de los que est�n en autoridad. La experiencia de toda la historia nos afirma que la paz, la fuerza y ??la felicidad de una sociedad dependen de la justicia y la fidelidad, la templanza y la caridad de sus miembros; que estas virtudes siempre hacen floreciente y seguro a un pueblo, y que los vicios contrarios producen constantemente miseria y ruina.

Si se reconoce que estas virtudes son necesarias para la felicidad social, la religi�n tambi�n debe serlo, porque ning�n otro principio puede ofrecer un incentivo igual a la pr�ctica de ellas, o impedir igualmente a los hombres de los vicios opuestos. El miedo no puede gobernar eficazmente las acciones de los hombres, ni el principio fant�stico llamado honor. Si por honor se entiende algo distinto de la conciencia, no es m�s que una consideraci�n por la censura y la estima del mundo.

II. C�mo la virtud y la religi�n encajan y disponen a los hombres para el desempe�o m�s �til de los diversos oficios y relaciones de la vida social. El poder, sin bondad, es la idea m�s terrible que puede formarse nuestra imaginaci�n; y cuanto m�s se extiende la autoridad de cualquier posici�n en la sociedad, m�s preocupa la felicidad p�blica que se encomiende a los hombres que temen a Dios. Las partes, el conocimiento y la experiencia son, de hecho, ingredientes excelentes en un car�cter p�blico, de igual uso y ornamento que la sede del juicio y el consejo, pero sin religi�n y virtud, estas son solo habilidades para hacer da�o.

Toda esa habilidad que merece el nombre de sabidur�a, la religi�n aprueba, recomienda y ense�a. Se puede aprender m�s sabidur�a pol�tica verdadera de las Sagradas Escrituras, e incluso de este �nico libro de Proverbios, que de mil escritores como Maquiavelo. La religi�n y la virtud conducen proporcionalmente a la felicidad en cada relaci�n inferior de la vida. Disponen igualmente a los hombres para que sean buenos gobernantes y buenos s�bditos, buenos padres y buenos hijos, buenos amos y buenos servidores, buenos vecinos y buenos amigos. Dondequiera que una religi�n sea verdadera y sincera, la justicia, la mansedumbre y la fidelidad, todas las virtudes que pueden hacer que un gobierno sea seguro y un pueblo feliz, ser�n sus frutos.

III. Motivo religioso para valorar y estimar a las personas de este excelente car�cter, porque por su piedad y oraci�n se deriva la bendici�n de Dios sobre la comunidad. Los justos deben ser considerados por fortaleza y defensa de su pa�s, y los imp�os por oprobio y debilidad. Las declaraciones de Dios y las historias de su providencia muestran que la piedad de los hombres buenos prevalece m�s eficazmente para su bendici�n sobre una naci�n que los pecados de los hombres inicuos que provocan su resentimiento.

Dado que todos pretendemos preocuparnos por la prosperidad de nuestro pa�s, que nuestro celo por �l aparezca en nuestros esfuerzos por promover la virtud y la religi�n. Distingamos constantemente a los justos por el honor y el respeto que se deben a un car�cter tan excelente. Sobre todo, que nuestro cuidado comience en casa; que cada uno de nuestros puestos gobierne nuestras vidas seg�n las reglas de nuestra santa religi�n, y practiquemos nosotros mismos aquellas virtudes cuya excelencia reconocemos en los dem�s. ( J. Rogers, DD )

La excelencia de la religi�n

La virtud y la religi�n son cosas excelentes en s� mismas y mejoran, adornan y exaltan nuestra naturaleza. La �ltima oraci�n del texto sugiere esto: que aunque la justicia y la piedad y la religi�n son cosas excelentes, de modo que los hombres dif�cilmente pueden evitar ver la belleza y la hermosura de ellas, sin embargo, el enga�o del pecado ser� apto para librarlos y descubrir alguna pretensi�n o excusa para llevar a los hombres en contra de su mejor raz�n, y lo que saben que es lo m�s adecuado para hacer. La excelencia de una vida religiosa por encima de una vida de pecado y maldad se puede deducir de las siguientes consideraciones:

I. Que Dios mismo ha puesto muchas marcas de honor sobre la justicia y la bondad. Esa persona o cosa debe ser honorable que Dios se complace en honrar, y debe ser despreciable lo que �l desprecia. El que teme a Dios y cumple con su deber, es siervo de Dios y amigo de Dios. Los hombres buenos son part�cipes de una manera especial de la naturaleza divina; sus almas son honradas y bendecidas con la comuni�n de Dios, y sus cuerpos son los templos del Esp�ritu Santo.

II. Tenemos tambi�n el juicio de toda la humanidad, no solo de los buenos y virtuosos, sino de la mayor parte incluso de los malvados.

1. Casi todas las naciones, en todas las edades del mundo, por m�s que hayan diferido en cuanto a las medidas de algunas virtudes y vicios, se han puesto de acuerdo en los principales y grandes puntos del deber; que no puedo imputar a nada m�s que a la belleza natural y la excelencia de la virtud y la deformidad del vicio.

2. Cuando los hombres quieren servir alg�n inter�s o apetito, generalmente se esfuerzan por ocultarlo, no est�n dispuestos a que se sepa y piensan que es un honor disfrazar el asunto tanto como puedan. �La hipocres�a es un homenaje que el vicio rinde a la virtud�. Y el vicio, aunque disfrazado y oculto al mundo, es una cosa tan fea, que pocas personas pueden soportarlo por s� mismos, por lo que encuentran alg�n color o excusa con la que enga�arse a s� mismos.

3. Cuando los hombres malos no pueden cubrir su verg�enza ni del mundo ni de ellos mismos, se dedican a tratar de ennegrecer al resto del mundo; que es otro tipo de homenaje que los hombres rinden a la virtud.

4. Aunque los hombres complacer�n sus propios apetitos, desean que sus hijos y parientes, y aquellos a quienes aman, sean virtuosos y buenos.

III. La religi�n tiende a hacer nuestras mentes libres y tranquilas, a darnos confianza en Dios y paz en nuestros propios pechos. Libera nuestras almas de la tiran�a de las concupiscencias y pasiones da�inas, y nos llena de gozo y buena esperanza en todas las condiciones de la vida. La religi�n, completamente absorbida, tiene una tendencia natural directa a procurarnos todas estas bendiciones; mientras que el vicio y la maldad corrompen y esclavizan nuestras mentes. Cuando un hombre se aventura a quebrantar los mandamientos de Dios, generalmente se ve sumido en una gran cantidad de problemas y perplejidades.

IV. La piedad y la virtud hacen que todo lo dem�s sea bueno, y de buen uso, que un hombre tiene, o que le sucede, mientras que el pecado y la maldad tienden a corromper y estropearlo todo. No hay ninguna condici�n que no sea lo que para un buen hombre puede servir para muy buenos fines y prop�sitos, ya sea que un hombre sea alto o bajo en el mundo. Si est� afligido, entonces la paciencia, la humildad y la resignaci�n a la voluntad de Dios lo convertir�n en un gran hombre en eso. Si Dios se complace en ponerlo en una posici�n elevada, la integridad, la sobriedad y el esp�ritu p�blico se sumar�n a la grandeza de su condici�n y lo convertir�n en una bendici�n p�blica.

V. Todo pecado es injusticia, que todos consideran como algo mezquino y vil. Es una excusa com�n para otros defectos, que no hacen da�o a nadie, que son justos y honestos en sus tratos y, por lo tanto, esperan que Dios pase por alto otras cosas. Tully dice: �La piedad es justicia para con Dios� y, por lo tanto, la impiedad y la desobediencia deben ser injusticia. Es la peor y m�s vil injusticia, la ingratitud.

VI. El fin supremo que puede pretender cualquier vicio es s�lo procurarnos alg�n placer o conveniencia en nuestro paso por este mundo. Esto es algo pobre si se compara con la eternidad. Es una gran ventaja del buen hombre que tenga esperanza en su muerte. Esto bien puede apoyarlo y hacer que viva alegremente en cualquier condici�n mientras tanto. Inferencias:

1. Dado que la religi�n es en s� misma algo tan excelente, esto deber�a alentar a los hombres buenos a perseverar en el cumplimiento de su deber y no avergonzarse ni de la profesi�n ni de la pr�ctica de la religi�n.

2. A partir de estas consideraciones de la excelencia de la religi�n, todos pueden ser instados a amarla y practicarla. ( Richard Willis, DD .)

El justo y su pr�jimo

Todo justo tiene un pr�jimo a quien sobresalir. El justo y su pr�jimo est�n aqu� uno al lado del otro. El justo es m�s excelente,

I. En su nacimiento y filiaci�n.

1. Ahora �hijos de Dios� - por adopci�n, por nacimiento, por privilegio.

2. "De tu padre el diablo". Satan�s fortaleci� los principios del mal y luego los plant� en la naturaleza humana ( G�nesis 3:1 ).

II. En el car�cter visible que lleva.

1. El nombre "justo" es suficientemente indicativo.

2. "Las concupiscencias de tu padre har�s".

III. En el principio sobre el que act�a, es decir, el amor. Dos principios opuestos: amor, odio. Los principios de los justos son mejores que su car�cter exterior. Los pincipios de los imp�os son peores.

IV. En los fines que persigue.

1. La gloria de Dios: duradera, noble.

2. Los intereses del yo - transitorio, base ( 2 Timoteo 3:2 ).

V. En la influencia que ejerce. El mundo es un campo.

1. El justo siembra en �l: para el esp�ritu.

2. Los imp�os siembran en �l - a la carne.

VI. En los placeres que disfruta.

1. Divino, santo, satisfactorio.

2. Terrenal, contaminante, insatisfactorio ( Lucas 15:16 ).

VII. En el destino que le espera.

1. La madurez de la santidad - como Cristo.

2. La madurez de la impiedad, como Satan�s.

(1) Los m�ritos de la obediencia y expiaci�n de Cristo: el disfrute de Dios para siempre.

(2) Los desiertos del pecado: "indignaci�n e ira, tribulaci�n y angustia". ( Jas. Stewart .)

La infalible comparaci�n

El t�rmino �justo�, como se usa en las Escrituras, no debe limitarse al desempe�o de los deberes que el hombre le debe al hombre. Se emplea para denotar una persona justa, devota y piadosa, a diferencia de los injustos y los inicuos. Abarca todo lo que entendemos por ser piadoso, religioso y bueno. Por el t�rmino "pr�jimo", no debe entenderse el vicioso y el vil que puede vivir cerca de la morada de los justos . Comparado con el vecino normalmente digno de alabanza, el cristiano decidido, devoto y temeroso de Dios est� en ventaja.

1. Es m�s excelente en los principios por los que se rige su conducta, un hombre puede ser moral, porque valora su reputaci�n, o porque conviene a su gusto, oa su salud, o favorece su inter�s mundano, y no porque Dios lo haya hecho. le orden� obrar con justicia y amar la misericordia. El hombre no renovado persigue sus propios intereses privados; los justos lo sacrificar�n por un mayor bien p�blico. El hombre de piedad pura es m�s digno de nuestra confianza que el individuo que se rige por otros motivos que los del temor de Dios y el amor a sus hermanos.

2. M�s excelente en su ejemplo e influencia. La vida de cada hombre corresponder� al temperamento de su coraz�n y las m�ximas y motivos que lo gobiernan. Cuando se examina minuciosamente toda la conducta, cada hombre encuentra lo que parece ser. La gracia de Dios mejora todos los principios de la naturaleza moral del hombre. En toda la extensi�n de su c�rculo, su conducta tiene un efecto saludable en todos los que lo rodean.

El justo puede tener h�bitos retirados, pero se quitar� un patr�n de su vida y, como la levadura en la comida, se difundir� donde sea que se lo conozca con m�s o menos utilidad. Su pr�jimo imp�o no puede jactarse de nada m�s que de una moralidad escasa, cuyo motivo m�s elevado es el amor propio y el inter�s propio.

3. M�s relevante en sus alianzas. Existe una relaci�n cercana y entra�able entre todos los sujetos del reino de gracia. Cada uno est� unido a Dios, y a todos los seres santos, por los m�s tiernos lazos de afecto af�n. El justo tiene derecho a cualquier honor y dignidad que pueda acumularle por su uni�n con el Creador, el Redentor y el Santificador, y con cada miembro de la santa casa.

4. M�s excelente en cuanto heredero de un destino mejor. Externamente, en muchos puntos, pueden parecerse ahora. Esto puede enga�ar por un tiempo. Cuando el cristiano reciba su corona de gloria, la diferencia se ver� infinita. Sobre el justo, el Redentor sonreir� para siempre; por el otro, eternamente fruncir� el ce�o. Esta asignatura ense�a una lecci�n de humildad y gratitud.

Si tenemos alguna excelencia de car�cter, es el don de Dios. La excelencia superior de los justos sobre los malvados nos muestra las obligaciones que tienen para hacer que su alta distinci�n sea obvia a los ojos del mundo. ( DA Clark .)

La superior excelencia de los religiosos

Nunca las cualidades de un padre se derivaron m�s realmente de sus hijos que la imagen y la semejanza de las excelencias divinas impresas en las almas nacidas del cielo: algunos rayos de esa luz eterna se lanzan sobre ellas y las hacen brillar con un esplendor eminente. ; y siempre est�n aspirando a una conformidad m�s cercana con �l, a�n respirando despu�s de una nueva comunicaci�n de Su Esp�ritu Santo, y encontrando diariamente el poder del mismo para corregir las m�s rudas deformidades de su naturaleza, y superinducir las hermosas delineaciones de la imagen de Dios sobre ellos, que cualquier quien los observa puede percibir su relaci�n con Dios, por la excelencia de su comportamiento en el mundo.

I. Habiendo considerado la excelencia del justo, con respecto a su nacimiento y ascendencia, procedemos a considerar sus cualidades y dotes, y comenzaremos con los de su entendimiento, su conocimiento y su sabidur�a.

1. Su conocimiento est� familiarizado con los objetos m�s nobles; contempla ese Ser infinito cuyas perfecciones nunca pueden ser admiradas lo suficiente, pero que a�n ofrecen materia nueva para deleitarlo, para deslumbrar sus afectos, para elevar su asombro. Y, si tenemos una mente para los estudios de la naturaleza y la ciencia humana, �l est� mejor dispuesto a ello, teniendo sus facultades despejadas y su comprensi�n aumentada por las contemplaciones divinas.

Pero su conocimiento no descansa en especulaciones, sino que dirige su pr�ctica y determina su elecci�n. Y es la persona m�s prudente y conocedora. Sabe c�mo asegurar su mayor inter�s, proveer para la vida m�s larga, preferir los tesoros s�lidos a las bagatelas doradas, el alma al cuerpo, la eternidad al momento.

2. Pasamos a otra de sus dotes, la grandeza de su mente y su desprecio por el mundo. Ser absorbido por las nimiedades y preocupado por las peque�as cosas es una evidencia de una mente d�bil y traviesa. Y tambi�n lo son todas las personas malvadas e irreligiosas. Pero la persona piadosa tiene sus pensamientos muy por encima de estas vanidades pintadas; su felicidad no est� remendada de jirones tan mezquinos; es simple, y se compone de un bien principal: su alma avanza por pasiones racionales hacia el Autor de su ser, la fuente del bien y del placer: no tiene nadie en el cielo sino �l; y no hay nadie en la tierra a quien �l desee fuera de �l.

Se ha considerado que el conocimiento de la naturaleza significa ensanchar el alma y engendrar en ella un desprecio por los placeres terrenales. El que se ha acostumbrado a considerar la inmensidad del universo y la proporci�n final que el punto en el que vivimos tiene con el resto del mundo, quiz�s llegue a pensar menos en las posesiones de algunos acres, o en la fama que puede a lo sumo se extendi� por un peque�o rinc�n de esta tierra. Sea lo que sea en esto, estoy seguro de que el conocimiento de Dios y los frecuentes pensamientos del cielo deben resultar mucho m�s eficaces para elevar y engrandecer la mente.

3. Y esto, por la afinidad, nos conducir� a otra investidura, en la que se manifiesta la excelencia del justo; y es decir, esa heroica magnanimidad y coraje con que se inspira, y que le hace realizar con seguridad las acciones m�s dif�ciles, y afrontar resueltamente los sufrimientos m�s duros a los que est� llamado. Dejemos que la Roma pagana se jacte de un Regulus, un Decio, o algunos dos o tres m�s, estimulados por un deseo de gloria, y quiz�s animados por algunas esperanzas secretas de recompensa futura, que han dedicado su vida al servicio de su pa�s.

�Pero Ay! �Qu� es esto para un n�mero infinito, no solo de hombres, sino tambi�n de mujeres y ni�os, que han muerto por la profesi�n de su fe, sin buscar ni esperar ninguna alabanza de los hombres? Y dime, �qui�n entre los paganos soport� de buena gana la p�rdida de reputaci�n? No, ese era su �dolo y no pod�an separarse de �l.

4. De la valent�a y la magnanimidad, pasamos a lo que es el problema genuino y la consecuencia ordinaria de ella, la libertad y la libertad de la persona justa. La libertad es un privilegio tan valorado por todos los hombres que muchos corren los mayores peligros por su nombre, pero son pocos los que la disfrutan. No hablar� de esos grilletes de ceremonia y cadenas de estado con los que est�n atados los grandes hombres; que hacen que sus acciones sean constre�idas y su rec�proco inc�modo: esto es m�s digno de l�stima que de culpar.

Pero las personas malvadas e irreligiosas est�n sometidas a una servidumbre mucho m�s vergonzosa: son esclavos de sus propias concupiscencias y sufren la violencia y la tiran�a de sus apetitos irregulares. Pero la persona santa y religiosa rompi� estos grilletes, se deshizo del yugo del pecado y se convirti� en el libre del Se�or. Es la religi�n la que devuelve la libertad al alma, que pretend�a la filosof�a; es lo que influye y modera todas esas pasiones ciegas y afectos impetuosos que de otro modo impedir�an a un hombre la posesi�n y el disfrute de s� mismo, y lo hacen due�o de sus propios pensamientos, movimientos y deseos, para que pueda hacer con libertad lo que �l juzga m�s honesto y conveniente.

5. Otro particular en el que se manifiesta la nobleza y excelencia de la religi�n es en el car�cter caritativo y benigno. El justo es clemente y compasivo; �l muestra favor y presta; y se esfuerza por servir a la humanidad tanto como pueda. Su caridad no se expresa en un caso particular, como el de dar limosna; pero se ventila de tantas maneras como la variedad de ocasiones lo requiera, y su poder puede alcanzar. Ayuda al pobre con su dinero, al ignorante con su consejo, al afligido con su consuelo, al enfermo con lo mejor de su habilidad, todo con sus bendiciones y oraciones.

6. Mencionaremos s�lo un ejemplo m�s en el que el justo supera a su pr�jimo; y es decir, su venerable templanza y pureza. Se ha elevado por encima de la esfera vaporosa del placer sensual que oscurece y degrada la mente, que mancha su brillo y disminuye su vigor nativo; mientras que las personas profanas, revolc�ndose en ellas, las concupiscencias impuras, se hunden por debajo de la condici�n de los hombres.

II. Antes de continuar, ser� necesario eliminar algunos prejuicios y objeciones que surgen contra la nobleza y excelencia de la religi�n.

1. Y la primera es que prescribe la humildad y la humildad; que los hombres normalmente ven como una disposici�n abyecta y vil. Pero si reflexionamos sobre el asunto, encontraremos que la arrogancia y el orgullo son asuntos de mentes viles y tontas, un v�rtigo incidente para aquellos que son elevados repentinamente a una altura desacostumbrada: ni hay ning�n vicio que derrote de manera m�s palpable su propio designio, privando a una persona. hombre de ese honor y reputaci�n que le hace apuntar. Por otro lado, no encontraremos la humildad como una cualidad tonta y furtiva; pero la mayor altura y sublimidad de la mente, y el �nico camino al verdadero honor.

2. Otra objeci�n contra la excelencia del temperamento religioso es que el amor a los enemigos y el perd�n de las ofensas, que incluye, es totalmente incompatible con los principios del honor. Pero si tenemos alg�n valor para el juicio del hombre m�s sabio y de un gran rey, �l nos dir� que es el honor de un hombre cesar en la contienda; y el lento para la ira es de gran entendimiento.

De modo que lo que aqu� se presenta como una objeci�n contra la religi�n podr�a con raz�n haber sido presentado como un ejemplo de su nobleza. Habiendo as� ilustrado y confirmado lo que se afirma en el texto, que el justo es m�s excelente que su pr�jimo, mejoremos en un freno a ese esp�ritu profano y ateo de burla y burla de la religi�n que se ha extendido por el mundo.

�Pobre de m�! �Consideran los hombres qu� es lo que hacen blanco de sus burlas y reproches? �No tienen nada m�s sobre lo que ejercitar su ingenio y desahogar sus bromas que lo que es lo m�s noble y excelente del mundo? Pero que hagan lo que quieran; s�lo patean contra los aguijones. La religi�n tiene tanto brillo y belleza nativos, que, a pesar de toda la suciedad que estudian para arrojar sobre ella, de todas las formas melanc�licas y deformadas con que la visten, atraer� los ojos y la admiraci�n de todas las personas sobrias e ingeniosas; y mientras estos hombres estudian para hacerlo rid�culo, no har�n m�s que hacerlo ellos mismos.

Hay otros que a�n no han llegado a este colmo de la profanaci�n, para re�rse de toda religi�n, pero desahogan su malicia contra los que son m�s concienzudos y severos que ellos mismos, bajo la presunci�n de que son hip�critas y farsantes. Pero adem�s de que en esto pueden ser culpables de una gran falta de caridad, es de sospechar que tienen alguna aversi�n secreta a la piedad misma, y ??odian la hipocres�a m�s por su semejanza con ella que por su propia maldad; de lo contrario, �de d�nde viene? que no expresan la misma animosidad contra otros vicios? ( H. Scougal, MA .)

La diferencia entre el hombre religioso y el irreligioso

Los hombres sin religi�n a veces preguntan: ��No pecan todos los hombres, incluso los religiosos? Y, si es as�, �no es toda la diferencia entre ellos y nosotros que nuestras ofensas son algo m�s numerosas que las de ellos? " Ahora bien, esto debe admitirse sin duda alguna. Sin embargo, cualquiera que sea la semejanza en este punto, es cierto que los hombres con religi�n y sin ella difieren en muchos otros detalles importantes.

1. La primera diferencia entre los pecados del religioso y el irreligioso es que uno no se permite en sus pecados y el otro s�. El verdadero cristiano nunca dice: "S� que tal acci�n est� mal, pero sin embargo lo har�; s� que tal acci�n es correcta, pero no la har�". Pero en la otra clase de hombres a menudo nos sorprender� la l�nea de conducta contraria.

Los acusa de su descuido de Dios y de sus almas, y tal vez digan: "Confesamos que est� mal". Considere el caso entre hombre y hombre. Podemos concebir al ni�o afectuoso sorprendido en un acto de desobediencia o falta de bondad hacia el padre a quien ama; pero no podemos concebir que ese ni�o, si es verdaderamente afectuoso, se dedique deliberada y conscientemente a herir a ese padre en el punto m�s tierno.

En un caso, un acto de desobediencia descubre a un hombre en quien, aunque la carne es d�bil, el esp�ritu puede estar dispuesto, en quien una tentaci�n moment�nea ha prevalecido sobre el prop�sito establecido y el deseo de su coraz�n. En el otro, tienes a un hombre cuyo prop�sito establecido es hacer el mal. El lenguaje de un verdadero cristiano debe ser el de su Maestro: "Vengo a hacer tu voluntad, oh Dios".

2. Una segunda distinci�n entre un verdadero cristiano y uno que no es un verdadero cristiano es esta: el verdadero cristiano no busca ni encuentra su felicidad en el pecado. Un hombre que no es realmente religioso, si quiere diversi�n o indulgencia, la busca, generalmente, en la sociedad de hombres sin religi�n o en pr�cticas que la Palabra de Dios condena. Peca y no le causa dolor. Al contrario, el verdadero cristiano no encuentra felicidad en el pecado.

Su placer est� en la oraci�n, en la comuni�n con Dios. Busca su felicidad en el campo de sus deberes. ��Oh,� dice �l, ��cu�nto amo yo tu ley! Es mi meditaci�n todo el d�a." El estado y el car�cter de cualquier persona pueden juzgarse en gran medida por la naturaleza de sus placeres. �Los busca en bagatelas? es un hombre insignificante; �Los busca en actividades mundanas? es un hombre mundano; �Los busca en el vicio? es un hombre vicioso; �los busca en Dios y en Cristo? �l es cristiano.

3. En tercer lugar, los h�bitos de un verdadero cristiano son santos. Los hombres no deben ser juzgados por unas pocas acciones solitarias de sus vidas. Apenas hay vida tan oscura como para no ser iluminada por unas pocas acciones m�s brillantes, como una sola estrella puede brillar a trav�s de la atm�sfera m�s nublada; y no hay vida tan brillante como para no ser oscurecida por muchos puntos, ya que muchas nubes peque�as pueden ver incluso el cielo m�s claro.

Pero luego determinamos el estado real de los cielos no por la estrella �nica, en un caso, o por las pocas nubes en el otro. Preguntamos cu�l es el aspecto general, la apariencia predominante: �prevalece la noche o el d�a, la sombra o el sol? As� tambi�n debemos proceder a estimar el car�cter de los hombres. Es el estado de �nimo habitual - es lo que podemos llamar el car�cter de la jornada laboral - es el temperamento, conducta, conversaci�n general, habitual y predominante, en la familia o en la parroquia, en la tienda o en la granja. , que son las �nicas pruebas verdaderas de nuestra condici�n.

Pero llevemos las dos clases a este est�ndar, y encontraremos que en el verdadero cristiano los h�bitos son santos; en el cristiano insincero son imp�os; que uno es habitualmente correcto y accidentalmente incorrecto, y el otro habitualmente incorrecto y accidentalmente correcto. �sta es, entonces, otra distinci�n muy importante entre estas clases.

4. En cuarto lugar, todo acto de pecado en los verdaderos cristianos es seguido por un arrepentimiento sincero. Ning�n rasgo es m�s caracter�stico de una mente santa que el sentimiento de profunda penitencia por la transgresi�n. "Mi pecado", dijo el "hombre conforme al coraz�n de Dios", "est� siempre delante de m�".

5. Un quinto rasgo no menos importante por el que se distingue al verdadero cristiano es que busca ansiosamente el perd�n de sus pecados por medio de Jesucristo. Otros, con demasiada frecuencia, parecen imaginar que sus pecados se cancelan inmediatamente despu�s de que los reconocen de forma desnuda y fr�a. �l, por el contrario, sabe que el odio al pecado y la indignaci�n contra el pecador deben estar profundamente arraigados en una mente de pureza infinita. Y su consuelo es este: no que pueda salvarse a s� mismo, sino que "tiene un abogado para con el Padre, a Jesucristo el justo".

6. El sexto y �ltimo punto de distinci�n que tendr� tiempo de notar entre el verdadero cristiano y cualquier otro personaje es que solo �l busca diligentemente de Dios un poder para abstenerse de pecar en el futuro. Si otros incluso desean el perd�n de sus pecados pasados, no se preocupan por el avance futuro en santidad. Ellos, quiz�s, persisten en un curso de pecar y repetir, a lo largo de toda la etapa de sus vidas.

El cielo es cada d�a burlado por el lenguaje de un dolor sin sentido. No se siente ning�n odio real por el pecado. En el cristiano prevalece un sentimiento diferente. Un profundo aborrecimiento del pecado se mezcla con su arrepentimiento. Suyas son l�grimas de odio y de dolor. Hay una distinci�n sustancial entre un verdadero cristiano y cualquier otro personaje: aqu� hay algo m�s que una mera l�nea o una vaga diferencia. Si observamos cuidadosamente los diversos puntos de distinci�n que he notado, encontraremos que implican en las dos clases de caracteres, en cada caso particular, un estado diferente del coraz�n o de la mente.

Busquemos una naturaleza nueva y m�s santificada: cada vez m�s de las influencias del Esp�ritu sagrado. En la f�bula de anta�o, cuando el artista hab�a hecho la figura de un hombre, no pod�a animarlo sin robar el fuego del cielo. Ese fuego celestial se nos ofrece. Muchos ya han vivido a los que estaban muertos en delitos y pecados. ( Observador cristiano. )

El camino de los imp�os los seduce.

Sobre la seducci�n

La seducci�n de la clase baja de mujeres se debe al libertinaje de los hombres en una etapa superior de la vida. Es costumbre limitarnos a generalidades en el p�lpito. Pero el razonamiento que se aplica a todos los cr�menes act�a l�nguidamente contra cada crimen individual; no pinta la bajeza apropiada ni se hace eco de los reproches del coraz�n.

1. El car�cter del seductor es vil y deshonroso: si el enga�o se desvanece entre iguales; si la conducta de cada hombre, hacia los de su propia posici�n en la vida, estuviera marcada por la veracidad y la buena fe; �Por qu� se justifican la falacia y la falsedad, porque las ejercen los talentos contra la ignorancia, la astucia contra la sencillez, el poder contra la debilidad, la opulencia contra la pobreza? Nadie jam�s atrajo a una criatura miserable a su ruina sin una complicaci�n tal de mentiras infames que lo hubieran condenado a la infamia eterna, si hubieran sido ejercidas en perjuicio de alguien en una escena superior de la vida: y cu�l debe ser la depravaci�n de �Ese hombre que no tiene otro criterio de lo que har�, o de lo que se abstendr�, que la impunidad?

2. A la crueldad de la seducci�n se suma generalmente la bajeza de abandonar su objeto, de dejar morir en harapos y con hambre a un miserable ser sobornado con promesas y juramentos de protecci�n y respeto eternos.

3. Este crimen no puede ser defendido bajo ninguno de los ingeniosos sistemas por los cuales los hombres est�n viciando perpetuamente su entendimiento. ( Sidney Smith, M. A. )

Versículo 27

El perezoso no asa lo que tom� en la caza.

Indolencia

La mayor�a de los cazadores tienen el juego que dispararon o atraparon cocinado la misma noche o al d�a siguiente, pero no es as� con este rezago del texto. Demasiado perezoso para arrancar la piel; Demasiado perezoso para encender el fuego y poner la parrilla sobre las brasas. �Cu�les son las causas de la pereza y cu�les son sus malos resultados?

1. La indolencia a menudo surge del temperamento natural. No s�, pero hay una tendencia constitucional a este vicio en todo hombre. Algunos se ven gravemente obstaculizados por esta tendencia constitucional.

2. La indolencia es a menudo el resultado de circunstancias f�ciles. Parece necesaria una experiencia en la vida anterior para que un hombre sea activo y emprendedor.

3. Otra causa de indolencia es el des�nimo severo. Hay quienes nos rodean que comenzaron la vida con las expectativas m�s optimistas; pero alguna desgracia repentina y abrumadora les sobrevino, y de ahora en adelante han estado inactivos. Los problemas, en lugar de hacerlos m�s decididos, los han derrocado. Han perdido toda la confianza en s� mismos. �Se imaginan que todos los hombres y todos los acontecimientos est�n en su contra! No puede despertarlos a la acci�n. Cada gran p�nico financiero produce una gran cosecha de tales hombres.

4. El ensue�o es causa de indolencia. Hay multitud de hombres que esperan lograr un gran �xito en la vida, que no est�n dispuestos a realizar ning�n esfuerzo f�sico, moral o intelectual. Tienen muchas teor�as de la vida elocuentes. Pasan su vida so�ando. Que ning�n joven comience su vida con ensue�o. No se logra nada sin trabajo duro. No espere en la inactividad que algo suceda. Bajar�. La indolencia y la maldad siempre traen mala suerte.

5. Los malos h�bitos son una fuente fruct�fera de indolencia. Las indulgencias pecaminosas cierran la tienda de un hombre, embotan sus herramientas y roban sus ganancias. La falta de resoluci�n es generalmente el fin de la industria. �Cu�les son los resultados de la indolencia? Una consecuencia notable de este vicio es la enfermedad f�sica. La salubridad de todo el mundo natural depende de la actividad. Y la indolencia pone en peligro el alma. Satan�s realiza sus principales conquistas sobre los hombres que no tienen nada que hacer o, si lo tienen, se niegan a hacerlo. La ociosidad no s�lo lleva al hombre a asociaciones que da�an su moral, sino que a menudo le impone el peor tipo de escepticismo.

Los holgazanes son casi siempre infieles, o r�pidamente llegan a serlo. Nunca conoc� a un hombre entregado a la completa ociosidad que se convirtiera. D�jame decirle al holgaz�n que no hay esperanza para �l ni en este mundo ni en el venidero. ( T. De Witt Talmage .)

El trabajo como mejora del valor relativo de la posesi�n de un hombre

Esto se aplica a muchas cosas.

I. A la riqueza material.

II. A la posici�n social.

III. A la libertad civil.

IV. A los privilegios religiosos. ( Homilista .)

El castillo de la indolencia

Thomson escribi� un poema con este t�tulo. Ubica el castillo en una tierra de ensue�o, donde todos los sentidos est�n impregnados de los placeres m�s lujosos pero enervantes. El se�or del castillo era un poderoso hechicero que, con sus artes, atra�a a los viajeros irreflexivos dentro de la puerta, para destruir su fuerza y ??arruinar sus esperanzas con una incesante ronda de placeres voluptuosos.

El perezoso

1. El holgaz�n sale a cazar. Algunos est�n llenos de la actividad m�s bulliciosa. Un viejo profesor de matem�ticas sol�a definir el trabajo como "superar constantemente la resistencia que se produce a lo largo de una l�nea fija". Es evidente que una actividad cambiante e intermitente no responde a los requisitos de esta definici�n.

2. El hombre perezoso atrapa la presa cuando sale a cazar. No solo act�a, sino que hace cosas. Pero su pereza se manifiesta en esto: aunque es eficaz, no es eficaz; por&mdash

3. Es demasiado vago para cocinar lo que pesca. La excitaci�n de la persecuci�n ha terminado, �l est� cansado de llevar a casa su juego, as� que el arma se va a una esquina y el juego a otra, mientras el hombre avanza - con una celeridad que ser�a digna de elogio si se aplicara correctamente - a olv�dalo todo. Espera la pr�xima emoci�n. Su actividad no le ha reportado ning�n beneficio a �l ni a nadie m�s.

Hay muchas personas que pierden su trabajo por falta de inclinaci�n a poner el broche de oro a su trabajo. Bajo la excitaci�n, obtienen ciertos resultados que, si se reunieran y se hicieran permanentes, ser�an de inmenso valor. Pero luego se cansan, se vuelven indiferentes. Dejan que las cosas se deslicen, para usar una expresi�n de la poblaci�n. Todo lo que han hecho se deshace gradualmente. A falta de una sola piedra, la piedra angular, el arco cae.

Esta es la aplicaci�n: cuando comiences algo, no pares hasta que hayas reunido los resultados de tu trabajo en alguna forma de beneficio pr�ctico y presente para tus semejantes. ( DC Gilmore. )

Versículo 28

En el camino de la justicia est� la vida.

Vida en el camino de la justicia

Hay muchos caminos que los hombres deben seguir para alcanzar la felicidad. Se sigue el camino del placer mundano; otro est� fascinado por el esplendor, la magnificencia y el espect�culo del mundo; otro busca la felicidad en los negocios de la vida. Estos caminos son caminos falsos y caminos decepcionantes. Hay un camino que no es enga�oso ni decepcionante. Es el camino de la santidad, el camino de conformidad con la mente y la voluntad de Dios.

Los justos andan de esta manera. Pero, �qui�nes son los justos? Aquellos que est�n interesados ??por la fe en la justicia del Redentor para su justificaci�n y aceptaci�n ante Dios. Se distinguen por la integridad de sus principios y un esfuerzo concienzudo por cumplir con todos los deberes que les deben a sus semejantes. Tienen cuidado de evitar todo pecado conocido y desean vivir en la pr�ctica de todos los deberes conocidos.

No est�n satisfechos con los logros actuales en religin, sino que buscan crecer tanto en la gracia como en el conocimiento. Est�n animados por el amor constre�idor de Jes�s. Viven en el ejercicio de la comuni�n con Dios en oraci�n y alabanza. Y el texto declara que aquellos que caminan en santa obediencia a la voluntad revelada de Dios y est�n llenos de los frutos de la justicia, han recibido una nueva naturaleza y est�n animados por una nueva vida.

La existencia de la vida de la gracia en el alma se manifestar� por sus correspondientes efectos en el caminar y la conversaci�n. En el camino de la justicia est� la vida de consolaci�n y gozo. La sonrisa de Dios est� en los justos en todos sus caminos. Grandes son los privilegios de los justos, que deben sentirse, pero no pueden describirse adecuadamente. La nueva vida, encendida por el Esp�ritu de Dios, nunca se extinguir�.

Sobrevivir� a cada choque de oposici�n y prueba, y triunfar� sobre la furia combinada de la tierra y el infierno. "En su camino no hay muerte". Los justos deben morir, as� como los injustos; no hay ninguna peculiaridad de exenci�n en su caso del golpe del �ltimo enemigo. Pero para el creyente en Jes�s, la muerte es una ganancia indescriptible. Entonces, �estamos en el n�mero de los justos? ( C. Rawlings, BA .)

El camino de la religi�n recomendado como

I. Una forma sencilla, sencilla y sencilla. Los mandamientos de Dios (la regla por la que debemos caminar) son todos santos, justos y buenos. La religi�n tiene el derecho, la raz�n y la equidad de su lado.

II. Como forma segura, agradable y c�moda.

1. No solo hay vida al final, sino que hay vida en el camino; todo verdadero confort y satisfacci�n. El favor de Dios, que es mejor que la vida; el Esp�ritu, que es vida.

2. No s�lo hay vida en �l, sino que en �l �no hay muerte�, nada de ese dolor del mundo que obra la muerte, y es un alivio para nuestra alegr�a y nuestra vida presentes. No hay fin para esa vida que est� en el camino de la justicia. Aqu� hay vida, pero tambi�n muerte. En el camino de la justicia hay vida y no muerte, vida e inmortalidad. ( Matthew Henry ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 12". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-12.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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