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Bible Commentaries
Proverbios 11

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículo 1

Un falso equilibrio es una abominaci�n para el Se�or.

La atrocidad de la injusticia cometida bajo el pretexto de la equidad

Los proverbios de este libro son a menudo figurativos y de un significado muy fuerte y extenso. Las palabras del texto implican la odiosidad, no s�lo de las pesas o balanzas falsas, sino tambi�n de todas las cosas de naturaleza y consecuencia similares; de todas las acciones injustas e infieles; de todos los procedimientos injustos y desiguales. Hay dos tipos de injusticia; el uno abierto y descubierto, el otro secreto y disfrazado, tan h�bilmente vestido y adornado, que parece la justicia misma.

El texto manifiesta la odiosidad de este �ltimo tipo. Siempre se hace uso de un falso equilibrio bajo el pretexto plausible de hacer justicia, aunque tiene el efecto contrario. Este �ltimo tipo de injusticia es m�s abominable que el otro.

(1) En su naturaleza. Esta es una complicaci�n de delitos y travesuras, la otra es una simple injusticia. Esto siempre es vil y poco generoso.

(2) En sus consecuencias. Tenemos mucha menos seguridad contra este tipo de actores injustos, por lo que las travesuras son m�s seguras e inevitables. La fuerza puede repeler la fuerza, pero no puede repeler la traici�n. Dios reserva, en gran medida, casos de esta naturaleza para su propio tribunal peculiar en el gran y terrible d�a. Este tipo de injusticia es una �abominaci�n� para �l; la palabra implica un grado extraordinario de odio y aborrecimiento. ( Laurence Echard, AM .)

Nobleza

I. Rectitud retratada.

1. Integridad comercial ( Proverbios 11:1 ). Hay una inspecci�n diaria de pesos y medidas de la cual pocos son conscientes. ( Lev�tico 19:35 ). El Dios del cielo es un Dios de los detalles.

2. Humildad de esp�ritu (vers�culo 2). La rectitud no es arrogancia.

3. Integridad de prop�sito (vers�culo 3). "La pol�tica torcida y tortuosa de los hombres imp�os", dice Scott, "los involucra en una maldad cada vez mayor".

4. Una estimaci�n correcta de la riqueza (vers�culo 4). El hombre recto considerar� c�mo ser�n sus ganancias en el d�a del juicio.

II. La rectitud recompensada.

1. El favor del Se�or ( Proverbios 11:1 ).

2. Orientaci�n ( Proverbios 11:3 ). El que hace lo correcto ser� bien dirigido ( Juan 7:17 ; Salmo 112:4 ).

3. Liberaci�n ( Proverbios 11:4 ).

4. El respeto de los dem�s ( Proverbios 11:10 ).

5. El bien de los dem�s ( Proverbios 11:11 ). ( H. Thorne .)

El falso equilibrio

Texto tomado en sentido literal y material, como aplicable a ese gran mundo de fraude e imposici�n y desbordamiento en el que vivimos, y el tema es nuestro deber como cristianos en medio de �l.

I.La verdad manifiesta de la afirmaci�n del texto y los fundamentos en los que se basa. Dios es un Dios de justicia. La verdad, pura y sin mancha, es la esencia misma del car�cter Divino. Dondequiera que haya enga�o en el mundo, dondequiera que haya injuria, dondequiera que haya opresi�n, estar� acompa�ada de la ira y el odio de Dios. El falso equilibrio, que es una abominaci�n al Se�or, �d�nde no lo vemos a nuestro alrededor? Desde los poderosos gu�as de la opini�n p�blica, cada uno asumiendo estar escrito en inter�s de la justicia y la verdad, pero cada uno, casi sin excepci�n, deformando la justicia y la verdad mediante declaraciones falsas, inferencias falsas, conclusiones predeterminadas, hasta el peque�o fraude, en medida. y el peso, que encontrar� en cualquier tienda casual en la que entre, ciertas evitaciones o disfraces de la verdad conocidos y declarados, se practican todos los d�as y se aceptan como inevitables. El mal est� en todas las clases. Pero la travesura no es universal. Pero los hombres y mujeres cristianos pecan mediante la aquiescencia t�cita de estas cosas incorrectas.

II. �C�mo podemos descansar, separarnos del falso equilibrio y desalentarlo, y sostenernos y aferrarnos al peso justo? No debemos comenzar con meros detalles pr�cticos. El secreto de todo mal es el falso equilibrio dentro del coraz�n; ah� comienza el verdadero enga�o. �Es nuestra estimaci�n de los hombres y de las cosas que gu�an nuestra acci�n la real y verdadera, o una artificial, que es totalmente err�nea y nos conduce totalmente err�nea? Los hombres que saben lo que es correcto a veces se confunden con el sistema del fraude.

�Por qu�? Porque no permitir�n que los principios religiosos reconocidos mantengan el equilibrio ni regulen la estimaci�n formada de la importancia relativa de los hombres y las cosas. �Debo pensar�, dice un hombre as�, �como piensan los dem�s; Debo hacer lo que hacen los dem�s ". Si queremos deshacernos del falso equilibrio exterior y en nuestras calles y mercados, debemos empezar por nosotros mismos. Si los compradores fueran honestos, los vendedores, por obligaci�n, tambi�n ser�an honestos.

Aqu� comienza la falla. Sugerencias pr�cticas: regular concienzudamente el otorgamiento de empleo y mecenazgo: hay ciertos signos mediante los cuales incluso el torpe de discernimiento puede discernir las se�ales de fraude y pretensi�n. No admire el sistema de la baratura universal. ( Dean Alford .)

Enga�o en los negocios

Muchos est�n complacidos con la destreza con la que practican sus enga�os. El fraude no se descubre y, al no ser descubierto, no lo sienten aquellos a quienes se practica, y lo que nunca se sabe y nunca se siente no puede causar da�o. Eso piensan. Pero Dios lo ve, y no estima la acci�n en base a tal principio; tampoco es el principio sobre el que se calcular�a si fuera usted la parte defraudada. No tienes idea, en tu propio caso, de admitir que lo que no se pierde no se pierde; o que la astucia del fraude lo mitiga.

No se piensa lo mejor del comerciante con sus "balanzas de enga�o", que la injusticia de la balanza se oculta ingeniosamente. No considera que sea una compensaci�n por la propiedad extra�da de su casa o almac�n saqueado, que la impresi�n de sus llaves se haya obtenido h�bilmente, o el modo de entrada h�bilmente ideado y ejecutado con pericia. No aprueba las leyes de la antigua Esparta que, para fomentar la astucia y el juego de manos, recompensaba en lugar de castigar al joven ladr�n que pod�a robar sin ser detectado.

Conf�e en ello, si se enorgullece de la destreza con la que ha ideado y ejecutado un plan para engatusar a su pr�jimo, no ser� un paliativo para Dios, ni ninguna cantidad de tal destreza producir� una disminuci�n de Su sentencia de condenaci�n. Es el principio moral, o falta de principio, en el que reside el mal, y la misma medida de pensamiento y artima�a gastada con el prop�sito de asegurar el �xito en la contravenci�n de la ley de Dios, en lugar de disminuir, servir� para agravar su culpa en Su vista. La "abominaci�n" ser� s�lo la m�s repugnante. ( R. Wardlaw .)

Versículo 2

Cuando viene el orgullo, luego viene la verg�enza.

Orgullo

Primero te describir� las diversas clases de orgullo entre la humanidad y te mostrar� su insensatez y maldad; y, en segundo lugar, se�alarle la belleza y la ventaja de su virtud opuesta, la humildad.

I. El vicio del orgullo reviste una gran variedad de apariencias y se encuentra en todos los rangos y condiciones de la vida humana. El orgullo de la estaci�n reclama nuestro primer aviso. "El hombre que tiene autoridad" es demasiado apto para ser "orgulloso de coraz�n"; estar "envanecido" con esta distinci�n; considerarse a s� mismo como un ser de un orden superior al del resto de sus compa�eros pecadores; y mirar con desd�n a los que est�n por debajo de �l en la escala de la sociedad.

Pero, �qu� le dicen las Escrituras a un mortal tan vanidoso y necio como �ste? Le dicen que "el hombre no permanecer� por mucho tiempo en honra, ya que puede ser comparado con la bestia que perece". Le dicen que �los hombres de alto rango son una mentira; para ponerlos en la balanza, son en conjunto m�s ligeros que la vanidad ".

2. El orgullo del nacimiento tampoco es menos irracional que el del rango. Incluso un pagano en la antig�edad pod�a ver su absurdo y decir: "porque en cuanto a la familia y los antepasados, y lo que no hemos hecho nosotros mismos, dif�cilmente podemos llamar nuestras cosas".

3. Del mismo car�cter inicuo y necio es el orgullo de las riquezas. La raz�n nos dice que las riquezas no pueden dar dignidad de car�cter, superioridad de intelecto, vigor de cuerpo, dotes de mente, paz de conciencia, alegr�a de coraz�n o cualquiera de esas ventajas que forman las principales bendiciones de la vida; y, por lo tanto, son una base muy insuficiente para el "orgullo de coraz�n".

4. El orgullo del talento y el orgullo de aprender tambi�n se convertir�n en "hombre nacido de mujer". Una enfermedad, un accidente, "un terror repentino", puede invadir la mente y convertir toda nuestra luz en "la m�s absoluta oscuridad". Sobre el orgullo de la belleza, para mostrar su locura, basta decir, en el lenguaje de la inspiraci�n: �Ciertamente toda carne es hierba, y toda su bondad como flor del campo ; la hierba se seca y la flor se marchita ".

5. El orgullo del juicio, tambi�n, que con demasiada frecuencia es el orgullo de los j�venes e ignorantes, es de la misma descripci�n necia y es igualmente reprendido por las Sagradas Escrituras. Es una observaci�n com�n y verdadera, que aquellos que menos saben generalmente imaginan que saben m�s y saben mejor.

6. Pero, de todo tipo de orgullo, orgullo espiritual, o la presunci�n y la jactancia de ser m�s santo que los dem�s, es la peor descripci�n de esta mala pasi�n: la m�s odiosa para Dios y la m�s peligrosa para nuestras almas.

II. Sin embargo, opuesto, como el sol del mediod�a a la �oscuridad absoluta�, est� el car�cter que se da en una criptura de humildad o humildad: y la vista de las bendiciones que se prometen sobre aquellos en quienes se encuentra. "Cuando viene el orgullo, luego viene la verg�enza; pero con los humildes est� la sabidur�a". Cuando consideramos la naturaleza del hombre, ca�da y alejada de la justicia original, uno bien podr�a pensar que los hombres deber�an por s� mismos ver la propiedad, la necesidad, de la gracia de la humildad en su car�cter.

Nuestro Se�or ha atado la mansedumbre y la pobreza de esp�ritu en nuestra conciencia mediante Sus mandamientos, y ha alentado nuestra obediencia a Sus mandamientos asegur�ndonos que �los mansos y los pobres de esp�ritu heredar�n el reino de los cielos�. Nos ha declarado que los que �se humillan ser�n exaltados�; y finalmente, para dar el mayor peso y efecto posible a lo que dijo, nos dej�, en su propia pr�ctica, el ejemplo m�s perfecto de las gracias que orden� a sus seguidores: porque �se despoj� de su reputaci�n�, etc. ( R. Warner .)

El advenimiento y la maldad del orgullo

I. El advenimiento del orgullo. El orgullo es una autoestima desmesurada. Este sentimiento llega al alma; no nace en �l. La infancia y la ni�ez est�n libres de ella. Como viene

1. Al asociarse solo con inferiores.

2. Pr�cticamente ignorando los verdaderos est�ndares de car�cter. Cuando perdemos de vista la ley eterna de la rectitud y nos juzgamos a nosotros mismos solo por las normas imperfectas que nos rodean, es probable que venga el orgullo.

3. Por una pr�ctica indiferencia hacia la majestad de Dios. La presencia consciente de Dios humilla.

II. El mal del orgullo. "Entonces viene la verg�enza". El hombre que se ha formado una estimaci�n falsa y exagerada de s� mismo debe decepcionarse alg�n d�a. El hombre debe encontrar siempre su nivel; debe llegar a las realidades.

1. Verg�enza de la locura. El alma estalla con un sentido de su propia estimaci�n tonta.

2. Verg�enza de la culpa. El orgullo es un estado mental err�neo y, por tanto, lo sigue la verg�enza. ( D. Thomas, DD .)

La verg�enza del orgullo

La conducta altiva y autoritaria del cardenal Wolsey le cre� muchos enemigos secretos, y fue su ostentaci�n y su amor por el poder lo que le hizo perder el favor de su soberano. Orgulloso de sus talentos, su riqueza, su posici�n, su �nico objetivo era elevarse a�n m�s, todas sus acciones dirigidas a sus propios engrandecimientos; y este entusiasmo estaba en la ra�z de su ca�da, siendo imposible para �l complacer a Enrique en el asunto del divorcio sin perder toda esperanza en el Papa.

Sinti� severamente la verg�enza de su primera deshonra y se ofreci� a renunciar tanto al cargo como a la riqueza para evitar el disgusto del rey; pero, al poder retirarse a su arzobispado, volvi� a despertar la envidia de sus rivales pol�ticos por su orgullo y amor por el espect�culo, y, al ser arrestado por alta traici�n, el l�der del Estado muri� con el coraz�n roto en su viaje a Londres. .

Orgullo

Entre todos los vicios contra los que Salom�n nos ha advertido (y apenas ha dejado uno sin tocar), no hay ninguno sobre el que se animadvertir� con m�s severidad, o hacia el que nos llame la atenci�n con m�s frecuencia, que el vicio del orgullo; por lo que puede haber muchas razones asignadas, pero, m�s particularmente, dos parecen merecer nuestra consideraci�n.

1. El primero es la amplitud del pecado. Otros vicios tiranizan sobre edades particulares y triunfan en pa�ses particulares. La rabia es el fracaso de la juventud y la avaricia de la vejez; la venganza es la pasi�n predominante de un pa�s y la inconstancia el car�cter caracter�stico de otro; pero el orgullo es el origen de todos los pa�ses, infecta todos los climas y corrompe a todas las naciones.

2. La segunda raz�n puede derivarse de las circunstancias del predicador. El orgullo fue probablemente un crimen al que el propio Salom�n fue tentado con m�s violencia, ya que se le coloc� en todas las circunstancias que pudieran exponerlo a �l. Era un rey absoluto e independiente, y por consecuencia rodeado de aduladores dispuestos a secundar los primeros movimientos del amor propio, a cumplir con cada propuesta y halagar cada defecto. Pero Salom�n no solo ten�a que reprimir el orgullo de la realeza, sino tambi�n el orgullo de la prosperidad, el conocimiento y la riqueza.

I. La naturaleza del orgullo, con sus acompa�antes y consecuencias. El orgullo, simplemente considerado, es un grado inmoderado de autoestima, o una sobrevaloraci�n que se impone a un hombre por s� mismo y, como la mayor�a de los otros vicios, se basa originalmente en una falsedad intelectual. Pero esta definici�n pone este vicio en la luz m�s justa y lo separa de todas sus consecuencias, al considerar al hombre sin relaci�n con la sociedad e independiente de todas las circunstancias externas.

El orgullo, as� definido, es solo la semilla de ese pecado complicado contra el que se nos advierte en el texto. En la especulaci�n se puede considerar que el orgullo termina donde comenz� y no ejerce ninguna influencia m�s all� del seno en el que habita; pero en la vida real el orgullo siempre ir� acompa�ado de pasiones afines y producir� efectos igualmente da�inos para los dem�s y destructivos para s� mismo.

1. El que se sobrevalora a s� mismo subestima a los dem�s, y el que subestima a los dem�s los oprime. El orgullo ha podido endurecer el coraz�n contra la compasi�n y tapar los o�dos contra los gritos de miseria. Hace a los maestros crueles e imperiosos, y a los magistrados insolentes y parciales. Produce desprecio y agravios y disuelve el v�nculo de la sociedad. Esta especie de orgullo tampoco es m�s da�ina para el mundo que destructiva para s� mismo. El opresor une cielo y tierra contra �l.

2. El que valora demasiado sus propios m�ritos, por supuesto, los considerar� mal recompensados ??con su condici�n actual. Se esforzar� por exaltar su fortuna y su rango por encima de los dem�s, en la medida en que sus m�ritos sean superiores a los de ellos. Una vez encendido con estas nociones, intentar� aumentar su fortuna y ampliar su esfera; y cu�n pocos son los que procesan con inocencia tales intentos, una observaci�n muy transitoria nos informar� suficientemente. Al orgullo, por lo tanto, se le debe atribuir la mayor parte del fraude, la injusticia, la violencia y la extorsi�n, mediante las cuales se adquiere con frecuencia la riqueza.

3. Otro concomitante del orgullo es la envidia o el deseo de degradar a los dem�s. Un hombre orgulloso est� inquieto e insatisfecho, mientras que cualquiera de esos aplausos se otorga a otro, que �l mismo desea.

4. Otra consecuencia de la autoestima inmoderada es un deseo insaciable de propagar en los dem�s la opini�n favorable que tiene de s� mismo. Por lo tanto, tortura su invento en busca de medios para hacerse notorio y atraer los ojos del mundo hacia �l. Pero en su mayor parte est� ordenado por la Providencia que los planes de los ambiciosos sean defraudados, de modo que "a�n cuando viene el orgullo, luego viene la verg�enza, pero en los humildes est� la sabidur�a".

II. Algunos de los motivos habituales del orgullo, y lo poco que se pueden alegar como excusa. Un ser superior que debe mirar con desprecio el desorden y la corrupci�n de nuestro mundo, que debe observar la brevedad de nuestras vidas, la debilidad de nuestros cuerpos, los continuos accidentes o heridas a que estamos sujetos; la violencia de nuestras pasiones, la irregularidad de nuestra conducta y el estado transitorio de todo lo que nos rodea, dif�cilmente creer�an que pudiera haber entre nosotros un vicio como el orgullo.

Sin embargo, es as�, que por d�biles o malvados que seamos, fijamos nuestros ojos en alg�n otro que est� representado por nuestro amor propio como m�s d�bil o m�s perverso que nosotros mismos, y nos enorgullecemos de la comparaci�n. Otro motivo com�n para el orgullo es el conocimiento, un motivo igualmente d�bil, vano e in�til que el primero. En verdad, el aprendizaje, por imperfecto que sea, puede contribuir a muchos fines grandes y nobles, y puede ser llamado en ayuda de la religi�n.

Pero, �qu� poca raz�n tenemos para jactarnos de nuestro conocimiento, cuando s�lo miramos y nos maravillamos de la superficie de las cosas? �Cuando el fil�sofo m�s sabio y arrogante no sabe c�mo se genera un grano de ma�z, o por qu� cae una piedra al suelo? Pero si nuestro conocimiento fuera mucho mayor de lo que es, recordemos que la bondad, no el conocimiento, es la felicidad del hombre. Hay otra especie de orgullo m�s peligrosa, que surge de la conciencia de la virtud; Tan vigilante es el enemigo de nuestra alma, y ??tan enga�oso es nuestro propio coraz�n, que con demasiada frecuencia una victoria sobre una inclinaci�n pecaminosa nos expone a ser conquistados por otra. Este tipo de orgullo generalmente va acompa�ado de una gran falta de caridad y severas censuras de los dem�s, y puede obstruir el gran deber del arrepentimiento.

III. La amabilidad y excelencia de la humildad. Para demostrar m�s all� de toda oposici�n la excelencia de esta virtud, podemos observar que la vida de nuestro Se�or fue un ejercicio continuo de humildad. ( John Taylor, LL.D. )

Orgullo que lleva a la verg�enza

Tirmond, uno de los cirujanos m�s capaces del zar, y a quien estaba muy apegado, despu�s de su muerte, su viuda se cas� con un joven barbero de Dantzic, que era algo m�s experto en galanter�a que en cirug�a; a medida que se hizo muy rico con este matrimonio, se convirti� en una gran figura en Mosc�. Siendo un d�a llamado por el zar, fue a la corte con un vestido magn�fico y en uno de sus elegantes carruajes. Peter lo examin� y le dijo bruscamente que era un tonto, e inmediatamente se embarc� en una tropa de ayuda de c�mara y campesinos, a quienes le orden� que se afeitara instant�neamente.

El se�or barbero tuvo la necesidad de obedecer, para gran regocijo de toda la corte, y con el mismo desfile en el que hab�a llegado, se le permiti� volver. ( Christian Weekly ).

Orgulloso y humilde

El orgullo consiste en una autoestima inmoderada y coloca su felicidad en la estima y el honor de los dem�s. Ning�n pecado es m�s tonto que este, surge de la ignorancia de Dios, de nosotros mismos y de los dem�s hombres, y por los mismos medios que utiliza para la realizaci�n de sus fines, asegura la desilusi�n. Al buscar la gloria, encuentra deshonra. El orgullo convirti� a Nabucodonosor en un bruto. Destruy� a Herodes con gusanos. Convirti� a Lucifer en Belceb�.

Por otros pecados, el hombre se rebela contra Dios; con orgullo usurpa Su corona y dignidad. No es de extra�ar, entonces, que Dios mire a todos los orgullosos y los humille. Los hombres humildes piensan en s� mismos como deber�an pensar. Desean que Dios sea honrado, incluso a expensas de su propio honor. ( G. Lawson .)

Versículo 3

La integridad de la farsa recta los gu�a.

La integridad es la mejor gu�a tanto en investigaciones religiosas como en conducta moral.

La pol�tica del mundo, como el mundo mismo, es fluctuante y enga�osa. Incierto tanto en sus objetos como en sus medios, no sabe nada de esa firmeza que el principio religioso comunica tanto a la mente como a la conducta. Los giros y vueltas de quienes no se gu�an por principios m�s elevados que los del orgullo y la avaricia ser�an verdaderamente rid�culos si no estuvieran acompa�ados de graves travesuras.

La integridad, originada en los sentimientos honestos de la naturaleza, exaltada por la piedad y acariciada por serias reflexiones sobre los fines de un estado de probaci�n, es nuestra gu�a m�s pura en medio de todas las tentaciones y dificultades, a trav�s de todas las vicisitudes y perplejidades, tanto en el pensamiento como en la vida. acci�n, que ocurren continuamente en el viaje de la vida. Por integridad se entiende la firme determinaci�n de cumplir con la profesi�n de una verdad importante, por pasada de moda que sea, y de ser recto en todas las transacciones con el mundo, a cualquier costo de la facilidad y el inter�s temporales.

I. La integridad es la gu�a m�s segura para todos los prop�sitos pr�cticos de nuestras investigaciones religiosas. Desafortunadamente, estas investigaciones han quedado perplejas y desconcertadas por las pol�micas de las iglesias y las sectas. Por supuesto, es integridad, ilustrada, hasta cierto punto, por una educaci�n correcta, lo que se quiere decir. Acuda a la Biblia con el sincero deseo de adquirir el conocimiento de verdades pr�cticas y consoladoras, sin prejuicios sectarios, y es imposible que se equivoque en algo que pueda afectar su pr�ctica aqu�, o su salvaci�n en el futuro. Tu integridad te guiar� en todo lo que es esencial.

II. La integridad es nuestra mejor gu�a en nuestras transacciones mundanas, como hombres y como miembros de la sociedad. Es el gran solucionador de todas las dificultades morales. �De d�nde proceden estos? Son generados por esa interferencia de intereses complicados, que averg�enza y pervierte las mentes de aquellos que no tienen un principio establecido al que puedan referirse en medio de los siempre cambiantes planes de la sabidur�a mundana. La integridad, iluminada por las verdades y fortalecida por las promesas del evangelio, no admite vacilaci�n debido a cualquier inconveniente temporal al que una conducta honesta pueda exponernos.

En las preocupaciones p�blicas, la forma m�s segura de burlar la astucia y el artificio ser�a fijarse �nicamente en los objetos que la raz�n pueda indicar y la conciencia pueda aprobar. La verdad, en manos de la sabidur�a y el coraje, tiene un aspecto dominante, que confundir�a las sutiles artima�as y las lamentables artes de una diplomacia ego�sta y mezquina. Y en las transacciones privadas entre hombre y hombre es igualmente cierto que la integridad ilustrada, actuando con perseverancia sobre un plan establecido, finalmente obtiene el fin por medios rectos que, en el alto astuto y deshonesto, mil veces por una vez, logran el �xito. La integridad hace que un hombre sea rico en car�cter y eso le asegura la mejor oportunidad de obtener �xito y riqueza terrenales. ( Jas. Lindsay, DD .)

Sobre la integridad como gu�a de vida

Un hombre �ntegro es aquel que hace que su regla constante sea seguir el camino del deber seg�n la Palabra de Dios y la voz de su conciencia se lo se�alan. El hombre recto se gu�a por un principio mental fijo. Por eso lo encuentras siempre y en todas partes igual. �De qu� manera esa integridad sirve como gu�a de su vida? Conducirnos en los asuntos humanos con sabidur�a y decoro es a menudo una cuesti�n de no poca dificultad.

En medio de esa variedad de caracteres, de disposiciones discordantes y de intereses que interfieren, que se encuentra entre aquellos con quienes tenemos relaciones, con frecuencia nos encontramos en una posici�n en cuanto a la parte m�s prudente para nosotros elegir. En la vida p�blica y privada, la duda iniciada por el sabio se presenta con frecuencia. �Qui�n sabe lo que es bueno para el hombre en esta vida? En situaciones como estas, el principio de integridad se interpone para dar luz y direcci�n.

El hombre virtuoso tiene un or�culo, al que recurre en todos los casos dudosos. Consulta a su conciencia. El principio de integridad siempre, si lo escuchamos con imparcialidad, dar� una decisi�n clara.

1. La gu�a de la integridad es la m�s segura bajo la cual podemos estar colocados. El camino por el que nos conduce es, en general, el m�s libre de peligros. El hombre de mundo aspira a cosas m�s elevadas y a un �xito m�s r�pido que el hombre de moderaci�n y virtud. Pero, al mismo tiempo, incurre en mayores riesgos y peligros. Ning�n c�lculo de probabilidades puede garantizar la seguridad de quien act�a en forma enga�osa.

El que sigue la gu�a de la integridad, camina por el camino elevado, en el que brilla la luz del sol. El principio de integridad no excluye en modo alguno la prudencia en la conducta de la vida. No implica una simplicidad imprevista o irreflexiva.

2. El camino de la integridad es el m�s honorable. La integridad es la base de todo lo que tiene un car�cter elevado entre la humanidad. El que se basa en un principio interno de virtud y honor, actuar� con una dignidad y audacia de las que son incapaces los que se gu�an enteramente por el inter�s. Esa firmeza que inspira la conciencia de la rectitud da vigor y fuerza a sus esfuerzos en toda gran ocasi�n. Agrega el doble de peso a todas las habilidades que posee. Quienes se oponen a �l est�n obligados a honrarlo. Se conf�a en un hombre as� y se conf�a en �l, adem�s de ser estimado.

3. El plan de conducta sobre el que procede el hombre �ntegro es el m�s c�modo, atendido con la mayor satisfacci�n de su propia mente. Su referencia de todas sus acciones a la aprobaci�n divina proporciona otra fuente de satisfacci�n y paz.

4. El hombre �ntegro tiene en mente la perspectiva de recompensas inmortales. La verdadera integridad demostrar� la verdadera sabidur�a tanto para este mundo como para el pr�ximo. ( Hugh Blair, DD .)

Integridad una buena gu�a

Nehem�as era valiente y recto; y su integridad lo gui� a la honra y la fama, y ??su justicia libr� a sus amigos y su empresa del desastre ( Nehem�as 6:10 ). Am�n era perverso y perverso; sus caminos estaban torcidos; conspir� para quitarle la vida a otros; y en la horca que hab�a levantado para Mardoqueo, �l mismo fue colgado: y as� �fue preso el transgresor en su propia maldad� ( Ester 7:10 ).

Versículo 5

La justicia del perfecto enderezar� su camino.

La naturaleza divina de la justicia

No es irrazonable que este libro de Proverbios cargue con falta de espiritualidad. No es un manual de devoci�n. No es una exposici�n de los principios eternos de la verdad. Es una colecci�n de aforismos caseros aplicables a la vida pr�ctica del hombre. Pero estos proverbios se basan en principios espirituales, y se salvan de la estrechez por la forma en que se explican, amplifican y califican unos a otros. El gran principio omnipresente del libro es la justicia, su naturaleza divina y sus frutos benditos.

I. El principio fundamental de este libro y de toda ense�anza moral. "Todo lo que el hombre sembrare, eso segar�". Esto por el mundo es

1. Negado en la pr�ctica.

2. Negado en teor�a. Es falsa la teor�a de que, vive como quieras, el resultado ser� el mismo. La experiencia lo contradice. Es incompatible con el ser mismo de un Dios.

II. Declaraci�n especial de los principios.

1. "La justicia del perfecto enderezar� su camino". Tenga en cuenta las palabras principales. �Perfecto�, no impecable, pero recto. No reservar nada de Dios de forma consciente o intencionada. "Su justicia". No el suyo, sino el de Dios; sin embargo, se hizo suyo mediante la libre adopci�n de su voluntad. "Es trabajo." No es una recompensa arbitraria.

2. "El imp�o cae por su propia maldad". En t�rminos generales, el fracaso se trabaja y se obtiene como pago. Aplicar para

(1) La vida terrenal del hombre.

(2) A la vida espiritual del hombre. ( WR Clarke, MA .)

Bondad requerida por Dios

La caracter�stica principal de todas las religiones paganas es que sus dioses no exigen justicia, sino ciertas observancias externas y formales. Se les debe ofrecer sacrificios, se debe propiciar su temperamento vengativo, se debe evitar su ira; si se pagan las cuotas de los dioses, la cantidad estipulada de ma�z y vino y aceite, los diezmos, las primicias, los animales para el altar, el tributo para el templo, luego el Adorador, que as� ha cumplido con sus obligaciones, puede sentirse libre para seguir sus propios gustos e inclinaciones.

En la religi�n romana, por ejemplo, todo trato con los dioses era un contrato estrictamente legal; el general romano estuvo de acuerdo con J�piter o con Marte en que si se ganaba la batalla se deber�a construir un templo. No era necesario que la causa fuera justa o que el general fuera bueno; el sacrificio de los imp�os, aunque ofrecido con mala intenci�n, era tan v�lido como el sacrificio de los buenos.

En cualquier caso, la misma cantidad de m�rmol y piedra, de plata y oro, llegar�a al dios. En las religiones orientales no solo se disociaba la bondad y la rectitud de la idea de los dioses, sino que definitivamente se asociaba con ellos el mal de los tipos m�s groseros. Las deidades fenicias, como las de los hind�es, en realidad eran adoradas con ritos de asesinato y lujuria. Cada vicio ten�a su dios o diosa patr�n, y los sacerdotes y la gente olvidaban que la bondad pod�a ser la forma de agradar a Dios, o que el mal moral era una causa de ofensa para �l.

Incluso en Israel, donde la ense�anza de la revelaci�n era corriente en los proverbios del pueblo, la pr�ctica generalmente segu�a las concepciones paganas. Todas las protestas ardientes de los profetas inspirados no sirvieron para convencer al israelita de que lo que Dios requer�a no eran sacrificios y ofrendas, sino hacer justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con �l. Una y otra vez encontramos que los lugares altos eran frecuentados y el ritual apoyado por hombres sensuales, injustos y crueles.

Se guardaba el d�a de reposo, se observaban debidamente las fiestas, se manten�a espl�ndidamente a los sacerdotes y all�, se supon�a, cesaron los reclamos leg�timos de Jehov�. �Qu� m�s pod�a desear? Esta es sin duda la prueba m�s impresionante de que la verdad que se est� considerando est� lejos de ser obvia. Lejos de tratar la verdad como una perogrullada, nuestro Se�or, en toda Su ense�anza, se esforz� por resaltarla con mayor claridad y ponerla al frente de Su mensaje a los hombres.

Pint� con exquisita sencillez y claridad la vida correcta, la conducta que Dios requiere de nosotros, y luego compar� a todo el que practica esta vida con un hombre que construye su casa sobre una roca, y todo el que no la practica con un hombre. que construye su casa sobre la arena. Declar�, en el esp�ritu del Libro de Proverbios, que los maestros deb�an ser juzgados por sus frutos, y que Dios valorar�a nuestras vidas no por lo que profesamos hacer, sino por lo que hicimos; y adopt� el mismo lenguaje del libro al declarar que todo hombre debe ser juzgado seg�n sus obras.

En cada palabra que habl�, dej� en claro que la bondad es lo que Dios ama, y ??que la maldad es lo que juzga y destruye. De la misma manera, cada uno de los ap�stoles insiste en esta verdad con una nueva seriedad. San Juan lo reitera m�s especialmente, con palabras que suenan a�n m�s a una perogrullada que los dichos de este libro: "El que hace justicia, es justo como �l es justo"; y, "Si sab�is que �l es justo, sab�is que tambi�n todo aquel que hace justicia es engendrado por �l". ( RF Herren, DD .)

Versículo 7

La esperanza de los injustos perece.

Lo terrible de la historia de la humanidad

Hay dos eventos terribles en este texto.

I. Muerte al encuentro del malvado. "El imp�o muere".

1. La muerte no espera la reforma del car�cter.

2. Los mayores enemigos de Dios y Su universo son vencidos. Hay un poder m�s fuerte que el de los malvados.

II. Esperanza abandonando el alma humana. �Qu� es m�s querido para el alma que la esperanza? El alma vive en y por la esperanza. Shakespeare dice: "El miserable no tiene medicina, s�lo esperanza". Cuando el imp�o muere, pierde esta esperanza. Esperanza de libertad, de mejoramiento, de honor, de felicidad. Muere y no se lleva nada. ( D. Thomas, DD .)

La esperanza de los malvados

Los hombres obtienen casi toda su felicidad de la esperanza. El imp�o se r�e del justo porque vive de la esperanza; pero el malvado mismo hace lo mismo. La situaci�n actual del malvado nunca le proporciona el placer que desea y espera, pero siempre hay algo a la vista en lo que, si pudiera obtenerlo, encontrar�a descanso. Si sus esperanzas se aplazan, su coraz�n se enferma; si se cumplen, todav�a est� insatisfecho; pero se consuela con alguna otra esperanza, como un ni�o, que cree ver un arco iris en la cima de un cerro vecino y corre a agarrarlo, pero lo ve tan lejos de �l como antes. As�, la vida del malvado se gasta en vanos deseos, fatigas y esperanzas, hasta que la muerte mata a la vez su cuerpo, su esperanza y su felicidad. ( G. Lawson .)

Versículo 8

El justo se libra de la angustia, y el imp�o viene en su lugar.

Problemas en su relaci�n con los justos y los malvados

Todos los hombres tienen sus problemas. La relaci�n del bien y el lecho con los problemas es sorprendentemente diferente.

I. Los justos saldr�n de problemas. Los problemas de los justos surgen de enfermedades f�sicas, dificultades mentales, ansiedades seculares, imperfecciones morales, deshonestidades sociales, falsedades, duelos finales. Pero el hecho es que est�n saliendo de estos problemas.

1. Parcialmente, ahora est�n saliendo de problemas.

2. Por completo, se librar�n de todos los problemas al morir.

II. Los malvados se est�n metiendo en problemas. Se meten m�s en problemas con cada paso que dan. Est�n forjando rayos y amamantando tormentas. El problema en el que se est�n metiendo es absoluto. ( D. Thomas, DD .)

Justicia retributiva

As�, estas dos clases cambian de lugar en las dispensaciones de Dios. La misma Providencia a menudo marca la fidelidad divina y la justicia retributiva. Los israelitas fueron librados de la angustia del Mar Rojo; los egipcios vinieron en su lugar. Mardoqueo fue liberado de la horca; Am�n fue colgado de �l. Los nobles confesores de Babilonia se salvaron del fuego; sus verdugos fueron "asesinados" por ella.

Daniel fue preservado de los leones; sus acusadores fueron devorados por ellos. Peter fue arrebatado de la muerte; sus carceleros y perseguidores fueron condenados. As�, "preciosa a los ojos del Se�or es" la vida, no menos que "la muerte de sus santos". �A qu� fuente sino a su propio amor libre y soberano podemos rastrear esta estimaci�n especial? ( C. Puentes .)

El malvado viene en su lugar

Sadrac, Mesac y Abednego salieron ilesos del "horno de fuego ardiente"; mientras que los hombres que los arrojaron fueron muertos por el ardor del calor ( Daniel 3:22 ). Daniel fue levantado vivo e ileso del foso de los leones; mientras que los hombres que lo hab�an acusado fueron arrojados al mismo foso, y los leones, que no hab�an tocado a Daniel, "partieron todos sus huesos en pedazos" antes de llegar "al fondo del foso" ( Daniel 6:23 ) .

Versículo 9

El hip�crita con su boca destruye a su pr�jimo, pero por el conocimiento ser� librado el justo.

Hipocres�a y conocimiento

El hip�crita es aquel que finge ser lo que no es, alguien cuya vida es una mentira. Ego�sta, viste el traje de la benevolencia; falso, habla el lenguaje de la sinceridad y la verdad.

I. La hipocres�a es destructiva. El hip�crita, con su enga�o, a menudo ha destruido la reputaci�n, la paz, el fin del alma de su pr�jimo. Hipocres�a&mdash

1. Implica lo pernicioso. Una conciencia de maldad interna es la causa de toda hipocres�a.

2. Emplea a los perniciosos. Las tergiversaciones son sus instrumentos.

II. El conocimiento es reconstituyente. El conocimiento aqu� est� en ant�tesis con la hipocres�a. El conocimiento real es verdad, realidad. Dispersa las nubes de la ignorancia y el error, y eleva el alma a la luz, la libertad, la pureza y la bienaventuranza. ( D. Thomas, DD .)

El insincero

Este vers�culo puede entenderse con una referencia a todas las profesiones poco sinceras de amistad y buenas intenciones, a todas las pretensiones insinuantes y halagadoras, adoptadas con el prop�sito de afectar un fin particular. �Cu�ntos hay que, por objetos propios, enga�an a los dem�s? no importa cu�l sea el resultado para el enga�ado, siempre que el enga�ador logre su objetivo ego�sta. En religi�n, el hip�crita tiene un prop�sito.

Su religi�n no es real. Asume el manto para cubrir alg�n dise�o secreto. El verso en s� sugiere el dise�o: el socavamiento de los principios de los dem�s. Se insin�a a s� mismo en la confianza. Aumentando la confianza, gradualmente se vuelve m�s y m�s valiente, hasta que, con pasos lentos, trastorna los principios, sacude la fe, disipa la seriedad y arruina las almas de los dem�s. Los hip�critas son terribles obst�culos. ( R. Wardlaw .)

Versículo 10

Cuando le va bien a los justos, la ciudad se regocija.

La conciencia p�blica en relaci�n con el car�cter moral

En el fondo de los errores, las locuras, las vanidades de la comunidad, hay una conciencia. Esa conciencia apunta cada vez m�s a la derecha y a la justicia, como la aguja al palo.

I. La conciencia p�blica en relaci�n con los justos.

1. La conciencia p�blica se gratifica con la prosperidad de los justos.

2. La conciencia p�blica reconoce la utilidad de los justos.

II. Conciencia p�blica en relaci�n con los malvados.

1. Se regocija en su ruina.

2. Reconoce sus travesuras.

La �boca de los malvados�, canal de impurezas, falsedades, impurezas e innumerables errores perniciosos, ha provocado en todas las �pocas, y sigue provocando, el derrocamiento de los Estados. ( Homilista .)

El tributo a la justicia

Este es un tributo a la justicia que debe llegar tarde o temprano. Hay coraz�n tanto en la ciudad como en el hombre individual; una especie de personalidad c�vica as� como una individualidad estrecha. Cuando los principios de la m�s alta moralidad gobiernan la vida de la ciudad, hay regocijo en todas partes, porque donde la justicia es la bendici�n de Dios, y la bendici�n de Dios enriquece, y no se agrega dolor a esa bendici�n infinita y tierna.

De hecho, es singular que incluso los hombres malos se regocijen cuando los buenos principios son recibidos y aplicados de tal manera que reaviven la industria comercial y la confianza comercial, y crean un estado de sentimiento saludable entre naci�n y naci�n, y ciudad y ciudad. Cuando el imp�o perece, se oye un grito de alegr�a, aunque puede que durante su vida haya recibido adulaciones y cumplidos hip�critas.

El malvado nunca le hizo a nadie un bien duradero. Siempre quitaba m�s de lo que daba, y nunca pronunciaba una palabra amable excepto con un esp�ritu punzante, e incluso en sus bendiciones superficiales no hab�a nada duradero, nada s�lido y duradero en el consuelo que pretend�a otorgar. El malvado se imagina popular, pero su imaginaci�n es vana. Solo se lo utiliza, se le busca para que pueda ayudar en un momento de emergencia, o de alguna manera se degrada inconscientemente para usar todo el rango y prop�sito que no percibe.

Todos se enorgullecen de recordar la reputaci�n de un hombre justo. Es como recordar a otros jardines de belleza, huertos de deleite, paisajes ricos en todas las caracter�sticas de excelencia y atractivo; el nombre del justo es nombre de salud; se respira como con el aire fresco del cielo; los hombres se deleitan al escucharlo y encuentran su honor incluso en su repetici�n. Con la bendici�n de los rectos la ciudad es ensalzada, pero la boca de los imp�os la derriba.

Los rectos pueden ser opuestos por un tiempo, pero s�lo por un tiempo; el problema es seguro; la verdad prevalecer�, y los que se opongan a los rectos ser�n humillados, si no contritos, y sufrir�n tal sensaci�n de da�o infligidos a los inocentes que les provocar� palabras de compunci�n, peticiones y s�plicas de perd�n. ( J. Parker, DD .)

Cuando perecen los imp�os, hay gritos.

Alegr�a en el destino de los malvados

A la muerte de Enrique III de Francia, cuyo car�cter era una despreciable mezcla de debilidad, locura y vicio, los parisinos, que durante mucho tiempo hab�an tenido a su rey con desconfianza y desprecio, se entregaron a los m�s vergonzosos excesos de alegr�a, y la duquesa de Montpensier corr�a por las calles gritando: �Buenas noticias, buenas noticias! el tirano ha muerto! �Robespierre fue trasladado al lugar de ejecuci�n en medio de gritos y execraciones del populacho, que estaba fren�tico de alegr�a por la ca�da del tirano, las mujeres bailando alrededor de la procesi�n de la manera m�s loca. Irlanda se regocij� mucho cuando se supo que James Carey, el informante, hab�a sido fusilado. ( JL Nye .)

Cuando Mardoqueo triunf� sobre Am�n, �la ciudad de Susa se regocij� y se regocij� ( Ester 8:15 ). "Cuando perecen los imp�os, hay gritos". Cuando Atal�a fue asesinada, "todo el pueblo de la tierra se regocij�" ( 2 Reyes 11:20 ).

Versículo 11

Con la bendici�n de los rectos la ciudad es exaltada.

Una m�xima pol�tica

A la moral de los hombres se le imputa la prosperidad o las desgracias p�blicas. Por �rectos� se entiende hombres con habilidades suficientes para los puestos que ocupan, y con piedad y resoluci�n suficientes para desempe�ar los deberes de sus puestos.

1. Cuando los magistrados justos tienen autoridad, se promulgan buenas leyes y se administran imparcialmente; la virtud se encuentra con sus est�mulos y el vicio con sus debidas restricciones y castigos.

2. Los fieles dispensadores de la sincera Palabra de Dios deben contribuir mucho a la felicidad del lugar donde viven. Aquellos que propagan el conocimiento de Dios y animan a los hombres a glorificarlo, deben, en raz�n, ser estimados como instrumentos de la felicidad de los hombres.

3. Todo hombre �ntegro, cualquiera que sea su posici�n, es una bendici�n para el lugar donde vive, si tiene tanto esp�ritu p�blico y principio de humanidad en �l como para desear la prosperidad de su pr�jimo tanto como la suya propia; y si en todas las ocasiones razonables est� dispuesto a hacer buenos oficios a los dem�s, ese hombre es un buen miembro de cualquier comunidad civilizada.

La otra parte del texto trata de una causa y efecto contrarios.

1. En los tribunales de justicia, en juicios de bien y de mal, una sentencia injusta a menudo ha procedido de la boca de un juez parcial, un jurado corrupto o un testigo falso.

2. Al impartir la Palabra Divina y tratar los misterios y doctrinas de la religi�n, es de las m�s destructivas consecuencias para la gente, si la boca de los imp�os los maneja; porque entonces la gente estar� segura de estar dividida por esa religi�n que fue dise�ada para unirlos, y se animar� a desobedecer a Dios por la autoridad de Su propia Palabra mal interpretada. La religi�n pura es sin duda el mejor cimiento de la sociedad civil, ya que impone poderosamente los deberes de unidad, paz y amor entre los hombres: pero la religi�n corrompida en las doctrinas de la fe y la pr�ctica lleva consigo las semillas de luchas y contiendas interminables, y ministros ocasi�n de continuos debates y animosidades.

3. En los asuntos y transacciones cotidianos de la vida com�n, la boca de los malvados hace mucho por destruir el bien p�blico. Si esto est� bien demostrado, es una advertencia justa para todas las ciudades que se preocupan por su propia conservaci�n, que tengan mucho cuidado de aumentar los rectos y disminuir el n�mero de los malvados entre ellos. Esforc�monos, entonces, en todas las ocasiones justas, por la causa de la verdad, por el exterminio de todo lo que le es contrario.

As� nos daremos tanto a nosotros mismos como a aquellos a quienes reduzcamos del error a la protecci�n de la gracia de Dios en esta vida presente, y a Su salvaci�n eterna en la venidera. ( W. Reading, MA .)

Un buen hombre una bendici�n para la ciudad

Cuando Ezequ�as "hizo lo bueno, lo recto y lo verdadero delante de Dios", el Se�or salv� a Jerusal�n de la mano de todo enemigo y la hizo pr�spera ( 2 Cr�nicas 32:22 ; 2 Cr�nicas 32:30 ). Pero es derrocada por boca de los imp�os.

Los hombres de Sodoma y Gomorra estaban sucios de boca; era un sepulcro abierto; y, debido a sus pecados, Dios derroc� las dos ciudades ( G�nesis 19:25 ).

Versículos 12-13

El falto de sabidur�a desprecia a su pr�jimo.

Tipos de personajes en la vida social.

Cuatro tipos distintos de personajes.

I. El insolente. Hombres desprovistos de todo verdadero respeto por sus semejantes. Son descorteses y groseros, burlones, descarados, abusivos.

II. El respetuoso. No es precipitado en el juicio que forma de los hombres, ni apresurado en su lenguaje. Es el verdadero caballero de la sociedad: cauteloso, prudente, educado.

III. El chismoso. Chismoso es aquel que capta tus secretos y se apresura a acudir a su vecino para verterlos en sus �vidos o�dos. Tiene un o�do de brujer�a para conocer tus preocupaciones. No siempre es malicioso en esp�ritu, pero siempre es peligroso. Siempre est� defendiendo amistades, iniciando sospechas y creando animosidades.

IV. El digno de confianza. La ant�tesis del chismoso. Es un amigo confiable; escuchar� tus secretos como cosas demasiado sagradas para hablar. Puedes confiarle tu vida, nunca te traicionar�. ( Homilista .)

Portadores de cuentos descargando basura

�Me lo dijeron en la m�s estricta confidencialidad, pero t� no me lo dir�s� �No�, fue la tranquila respuesta; �Prefiero no escucharlo. �Qu� derecho tienes a decir lo que pr�cticamente prometiste no comunicar? Estoy seguro de que no tengo ning�n derecho y no tengo ning�n deseo de saber lo que no me pertenece ". Hay personas que utilizan a sus amigos como vertederos y descargan sobre ellos cualquier parte de esc�ndalo que puedan encontrar, como si les estuvieran concediendo un favor.

Mientras la naturaleza humana sea lo que es, habr� mucho por hacer; pero, �qu� mente noble desea ser utilizada para usos tan innobles y haber convertido en cualquier parte de su dominio espiritual un mont�n de carro�eros? El personaje perfecto, como la casa perfectamente cuidada, no tiene rincones oscuros y polvorientos. Se mantiene dulce y puro en todas sus partes. No hay lugar donde una prenda sucia o un trapo maloliente se pueda esconder y esconder.

El fuego, el agua, la escoba y el plumero en una casa moderna mantienen todas las cosas limpias. No hay m�s raz�n por la que deber�a haber lugares donde anidar el mal en el alma que por qu� deber�a haber polvo sobre nuestros muebles. La pura luz del sol de Dios deja entrar los lugares oscuros limpia y los mantiene limpios. La persona que en confianza manchar�a a otro no es un amigo, sino un enemigo. ( Edad cristiana .)

Comerciantes de portadores de cuentos en esc�ndalo

La palabra significa "un vendedor ambulante" o "viajero-chapman"; y el chismoso es un traficante de esc�ndalos, un entrometido itinerante. A. Los paganos astutos sol�an decir: "A los portadores de cuentos se les debe colgar de la lengua y a los que escuchan cuentos de los o�dos".

Versículo 14

Donde no hay consejo, la gente cae.

El valor del consejo

Los reyes y gobernantes tienen especial necesidad de consejo. Cuando un gobernante est� rodeado de buenos consejeros, �l y su pueblo est�n a salvo. Podemos rastrear esta verdad en el ascenso y la ca�da de las naciones. El consejo de Dios es una de nuestras ayudas m�s valiosas, y el texto nos dice que no lo descuidemos. El hombre tiende a extraviarse. Su juicio a veces se enga�a; mientras que sus afectos se corrompen y su voluntad no se gobierna.

I. �Por qu� necesitamos un consejo? La primera raz�n se encuentra en la peculiar naturaleza de los males a los que estamos expuestos. El pecado tiene una influencia extra�amente enga�osa sobre aquellos a quienes tienta. Aqu� hay una gran necesidad de consejos sabios, que puedan reforzar la voz de la conciencia descuidada. El asesoramiento tambi�n es necesario como consecuencia de las circunstancias especiales en las que nos encontramos. Estamos envueltos en dificultades de las que otros deben rescatarnos. "Donde no hay consejo, la gente cae".

II. �D�nde vamos a buscar consejo? No debemos pedirlo excepto cuando realmente lo necesitemos. Estar siempre sin saber qu� hacer a menos que nos �aconsejen� es una caracter�stica de una vida que generalmente se gasta con poco prop�sito. El secreto de un recorrido �til por el mundo reside en cierta medida de autosuficiencia. En otras ocasiones, cuando se busca un consejo, hay una conclusi�n inevitable, y un hombre solo desea que se confirmen sus propios puntos de vista.

Un consejo fuera de su lugar, en lugar de ser una ayuda, es casi un obst�culo para tomar una decisi�n correcta. No es seguro acudir indiscriminadamente a todo tipo de personas con una declaraci�n de nuestras dificultades y s�plicas para que nos aconsejen para afrontarlas. Esta disposici�n es la evidencia de una mente d�bil y una voluntad indecisa. No hay seguridad real en el abogado buscado en el confesionario. La sabidur�a suprema llega a nosotros con la mayor fuerza cuando fluye a trav�s del canal de corazones estrechamente ligados al nuestro.

III. C�mo seguir un consejo. El peligro de sentir resentimiento por un consejo, cuando es desagradable, es algo con el que todos estamos m�s o menos familiarizados. Aquellos que dan consejos siempre deben ser puros en su autorizaci�n para hacerlo. Pero cuanta m�s experiencia tenga un hombre, menos dispuesto estar� a dar consejos no solicitados. Los hombres rara vez son lo suficientemente cuidadosos en su forma de dar consejos desagradables. Hay un esp�ritu y una manera en algunos consejos que no est� en la naturaleza humana soportar.

Pero debemos tener cuidado de no sentirnos disgustados con otros cuyos consejos recibimos, simplemente porque no nos gustan. No todos son buenos consejeros que tratan de liderar, y no podemos probar con demasiada atenci�n las palabras de los consejos que, por todas partes, se nos dicen. Cuando tengamos dudas sobre su valor, debemos sopesarlos en la balanza del santuario de Dios; y si no hablan conforme a su ley, es porque no hay verdad en ellos. El Gran Consejero siempre est� interesado en nosotros. La confianza en la ayuda de arriba se verifica por la experiencia de todos los hombres buenos. ( A. MacEwen, DD .)

Versículo 16

La mujer bondadosa conserva el honor.

El honor de la mujer

Aqu� los sexos se ponen en hermosa aposici�n: la mujer es amable, el hombre es fuerte. La gracia disociada de la fuerza tiene una influencia propia; la fuerza disociada de la gracia es mera fuerza, y falta en todos esos atributos que excitan y satisfacen las m�s profundas confidencias del mundo. Una mujer puede obrar milagros con su gracia. Ella sabe entrar silenciosamente a la enfermer�a.

Ella sabe entrar a la habitaci�n sin violencia, ostentaci�n o impactancia, lo que significa vanidad y ostentaci�n. La mujer puede pronunciar la palabra gentil y mirar con gracia, y usar el toque m�gico de la amistad y la confianza y, en resumen, puede seguir su propio camino sin que parezca hacerlo por la fuerza misma de la ternura, la simpat�a y la persuasi�n. �Qui�n plantear�a la tonta pregunta de si la gracia o la fuerza es el atributo m�s deseable? Cada uno es deseable a su manera; una combinaci�n que es la perfecci�n del car�cter.

Fortaleza y hermosura hay en la casa del Se�or. La gran columna luce mucho mejor por el hermoso capitel que la corona y la enriquece. Los hombres deben esforzarse por cultivar la gracia, la ternura, todo lo que es encantador en esp�ritu, disposici�n y acci�n. Esto no se puede hacer por mero mimetismo; debe hacerse viviendo continuamente con Cristo, estudiando Su esp�ritu, entrando en todos Sus prop�sitos y reproduciendo, no mec�nicamente, sino espiritualmente, tanto como sea posible de todo lo que fue distintivo de Su car�cter infinito.

La Biblia siempre ha honrado a la mujer. Es un hombre tonto e injusto que desea mantener a las mujeres en el silencio, la oscuridad y en un estado de insignificancia; y es una mujer tonta que se imagina que no puede ser amable sin ser fuerte, y que desea sacrificar su bondad por alguna reputaci�n vac�a de energ�a in�til. No es bueno que el hombre est� solo, porque no tiene gracia; no es bueno que la mujer est� sola, porque no tiene fuerzas; cuando los hombres y las mujeres se coloquen el uno con el otro en la correcta relaci�n cristiana, se completar�n el uno al otro y juntos constituir�n la idea divina de la humanidad. ( J .. Parker, DD .)

Versículo 17

El hombre misericordioso hace bien a su propia alma

El hombre misericordioso

Nuestro Dios es un Dios de misericordia.

Dado que �l mismo est� lleno de misericordia, se complace mucho cuando nos ve hacer lo mismo con nuestros semejantes. El sabio aqu� no habla de ternura hacia los dem�s. El hombre misericordioso que representa aqu� es un individuo interesado en s� mismo. �l "hace bien a su propia alma". El misericordioso es aquel que est� atento a sus intereses eternos, que busca el bien de ese tesoro que le ha sido confiado: "su propia alma". �C�mo puede promover este objeto, el m�s deseable de todos?

1. El que quiera hacer el bien a su propia alma debe evitar cuidadosamente todo tipo de pecado, ya sea de pensamiento, palabra o hecho. Hay que vigilar los pensamientos. Debemos tener cuidado con las palabras que pronunciamos, para que no hagamos de nuestra lengua instrumentos de malas palabras, mentiras y calumnias. Y cuidado tambi�n de nuestra conducta y acci�n.

2. Otra se�al del objeto que se mantiene a la vista es el estudio habitual de la Palabra de Dios. Las Escrituras testifican de Cristo y lo se�alan como el "camino, la verdad y la vida".

3. Atenci�n a los medios de gracia.

4. Se esfuerza por realizar un inter�s en los m�ritos y la expiaci�n del Se�or Jesucristo.

5. El hombre misericordioso, que hace el bien a su propia alma, s�lo lo hace poniendo toda su dependencia en el Se�or Jesucristo. ( D. Slyman, BA .)

El generoso y el poco generoso

I. Una disposici�n generosa es una bendici�n para quien la posee.

1. El hombre misericordioso hace bien a sus facultades intelectuales. Es un hecho psicol�gico que el intelecto s�lo puede ver con claridad, moverse libremente y progresar vigorosamente si est� rodeado por la atm�sfera de afecto desinteresado. El ego�smo ciega, paraliza, enerva el intelecto.

2. El hombre misericordioso hace bien a sus sentimientos morales. La conciencia aprueba solo las acciones que brotan del amor.

II. Una disposici�n poco generosa es una maldici�n para su poseedor. La falta de misericordia en la disposici�n engendra los demonios de la envidia, los celos, la malicia, el remordimiento, el miedo, la sospecha, el orgullo, que atormentan el alma. ( Homilista .)

Misericordia para los que sufren y para los ofensores

La misericordia para los que sufren es la disposici�n a aliviar; la misericordia para con los ofensores es la disposici�n a perdonar. Los dos est�n infinitamente unidos en Dios. Bajo su gobierno, todos los que sufren son delincuentes. Es s�lo como ofensores que sufren, y cuando �l perdona la ofensa, cancela la sentencia al sufrimiento. Y en todo buen hombre los dos est�n unidos. De hecho, deber�an considerarse como un principio que opera en diferentes departamentos.

El hombre misericordioso, ya sea considerado de una manera o de otra, al ejercer el perd�n o al aliviar la angustia, �hace bien a su propia alma�; efectivamente consulta sus propios intereses. En el ejercicio de los afectos generosos y bondadosos hay una alegr�a genuina y exquisita. ( R. Wardlaw .)

Versículo 18

El imp�o hace obra enga�osa.

El malvado y el justo

Aqu� hay un contraste sorprendente entre ellos, en su trabajo y en su recompensa.

I. Su trabajo.

1. Se nos presenta intencionalmente un buen esp�cimen de un hombre malo. Es un hombre que trabaja y trabaja duro a su manera. Algunos malhechores son ociosos, libertinos, sensuales, diab�licos. �stos rara vez se enga�an a s� mismos y rara vez enga�an a los dem�s. Pero aqu� se describe a un hombre que es muy probable que se enga�e a s� mismo y a los dem�s. Los hombres malvados son a menudo hombres de mundo astutos e inteligentes. Son hombres celosos y laboriosos, aunque los objetivos a los que apuntan pueden ser indignos y malos.

Su error no est� en la forma en que trabajan, sino en aquello para lo que trabajan. Si todos los cristianos estuvieran tan ansiosos en su b�squeda de la verdad y la caridad y todas las buenas obras como los hombres mundanos lo est�n en su b�squeda de riquezas y placeres, �qu� diferencia har�a! Mientras que el imp�o trabaja fervientemente por el tiempo, �intenta hacer esfuerzos similares por la eternidad? Es un error pensar que al hombre malo no le importa en absoluto la eternidad.

Multitudes intentan servir a dos amos. Un hombre que trabaja con todas sus fuerzas por el �xito en el mundo a menudo se convence a s� mismo de que tambi�n podr� trabajar por la eternidad. �Trabaja entonces por la �comida que permanece para vida eterna�? Es m�s, en este punto su sabidur�a falla, el enga�o de su trabajo comienza a aparecer. No es mejor que un impostor espiritual y un derrochador. No sabe nada de la fe que despierta los impulsos generosos y nobles de la humanidad, que toca el coraz�n y santifica la vida. �l ignora por completo la gracia vivificante y santificadora del Esp�ritu Santo.

2. No tal es la obra de los justos. �l "siembra justicia". La siembra de la semilla es el acto culminante de la preparaci�n del agricultor para la cosecha. Todo su otro trabajo no sirve para nada a menos que sea consumado por este trabajo. Se dice que el imp�o obra, pero el justo siembra justicia. El texto describe una obra de fe. El que "siembra justicia" lo hace para poder recoger en el futuro la mies.

�Cu�l es la semilla que siembra? (comp�rese con Oseas 10:12 ). "Sembrar justicia", "sembrar en justicia" y "sembrar para el Esp�ritu", todo significa lo mismo. Es vivir con rectitud, hacer acciones rectas, realizar actos de devoci�n y piedad a Dios, y hacer obras de verdad, justicia y caridad para con nuestro pr�jimo.

Es aprender a hacer la voluntad de Dios, esperando una cosecha futura, "teniendo respeto por la recompensa de la recompensa". La justicia en la Escritura es una virtud universal, que contiene en s� misma todas las dem�s virtudes. Un hombre debe recoger su semilla antes de poder sembrarla. El que va a �sembrar justicia� primero debe obtener una provisi�n del precioso fruto de la justicia. �De d�nde se puede conseguir este suministro?

II. Su recompensa.

1. Trabajar una obra enga�osa significa trabajar para enga�ar a los dem�s. No hay verdad real en un hombre malo. Seguro que enga�ar� siempre que el enga�o sirva a sus fines. Arrojar� la verdad a los vientos cada vez que la verdad le llame a sufrir, ya sea en su propia persona, en su bolsa o en la buena opini�n de los dem�s. Otra traducci�n es, "el imp�o gana salarios enga�osos". Su trabajo lo traicionar� hasta su ruina y, al final, defraudar� por completo sus propias esperanzas. Su trabajo se derrumbar� justo donde deber�a estar, y fallar� por completo cuando su necesidad sea mayor.

2. Marque bien el contraste brillante y refrescante. "Al que siembra justicia, recompensa segura ser�". La semilla que se ha sembrado con esperanza puede permanecer mucho tiempo debajo de los terrones, y puede parecer muerta y enterrada. Pero tan ciertamente como la Palabra de Dios es verdadera, brotar� y crecer�, y madurar� para una cosecha de gozo inefable. La recompensa de los justos es una recompensa de gracia y misericordia.

El que ha "sembrado justicia" en abundancia, buscar� su recompensa segura s�lo en la misericordia de Dios, a trav�s de Jesucristo. Vivimos en tiempos dif�ciles, sin duda, pero cada �poca tiene sus propias pruebas, y los hombres de todas las �pocas est�n dispuestos a creer que ninguna prueba es tan mala como la de ellos. La �nica forma segura es la misma en todas las edades. Es "sembrar justicia". ( W. Bonner Hopkins, BD .)

Al que siembra justicia, recompensa segura ser�. -

La labranza espiritual

La cr�a y la cosecha de los justos : - Este es un alegato en contra de ese principio profano de los ateos, que dicen: "Es en vano servir a Dios".

I. Qu� es sembrar justicia. Es lo mismo que "sembrar para el Esp�ritu". El curso de gracia de consagrar el yo de un hombre a Dios en la pr�ctica de la piedad. Hay semejanza entre la pr�ctica de la piedad y la siembra de semillas.

1. En algunas cosas que van antes de la siembra: la preparaci�n y el acondicionamiento del terreno, y la elecci�n de la semilla para sembrar. Asimismo, en la pr�ctica de la piedad debe existir la preparaci�n del coraz�n y la elecci�n de los detalles que pertenecen a un curso cristiano.

2. En el acto de la siembra, que puede incluir el tiempo de la siembra y la siembra en abundancia. En el negocio espiritual, el tiempo de la siembra de la justicia est� en esta vida; la oportunidad debe aprovecharse cuando se presente. Y sembrar justicia es enriquecerse en buenas obras.

3. En las cosas que siguen despu�s de la siembra. Hay que tapar los campos, cerrar el ganado, echar a los p�jaros, sacar las piedras y vigilar el campo para ver c�mo avanza. En materia espiritual, es vano haber entrado en un buen camino si no se contin�a. Las se�ales de la pr�ctica de la piedad son:

(1) El someterse al yo de un hombre para que su coraz�n sea quebrantado por el poder de la Palabra de Dios;

(2) una investigaci�n diligente sobre la mejor manera de agradar a Dios;

(3) un avance en medio de muchos obst�culos;

(4) esforzarse y preocuparse por ser fruct�feros en buenas obras;

(5) una vigilancia sobre el proceder de un hombre con una diligencia continua.

II. �Cu�l es la recompensa segura? Esto est� en la vida presente o en la venidera. Las recompensas en esta vida son tanto hacia afuera como hacia adentro: hacia afuera en la medida en que la sabidur�a de Dios lo considere apropiado. El interior es paz de conciencia, que surge de la c�moda seguridad del favor de Dios. Es un gozo trabajar incluso en las aflicciones. La recompensa en la vida venidera no se puede expresar.

La Escritura razona en cuanto a la certeza de esta recompensa con un discurso proverbial: "Todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�". Santidad en la semilla, felicidad en la cosecha. Y por la verdad de la promesa de Dios. Hay una recompensa doble: una recompensa por el favor y una recompensa por la deuda. Las doctrinas que se recopilar�n son:

1. Que la pr�ctica de la piedad es un asunto que requiere gran laboriosidad.

2. Que la recompensa completa de la religi�n no debe buscarse inmediatamente en la pr�ctica de la religi�n. La siembra y la cosecha no vienen a la vez.

3. Que el Se�or seguramente recompensar� a aquellos que trabajen fielmente en Su servicio. Aunque haya muchas tormentas despu�s de nuestra siembra, vendr� la cosecha y seremos consolados. Los agricultores pagan a sus trabajadores inmediatamente despu�s de su trabajo, antes de que el ma�z est� maduro, pero los pagos son de mucho menos valor que el ma�z. Dios concede a Su todo lo que han sembrado, y el salario exceder� con creces el trabajo. ( S. Hieron .)

Las dos b�squedas con sus respectivos fines

Las denuncias de ira contra los imp�os no son menos comunes en las Escrituras que las declaraciones de misericordia al penitente. Las promesas del amor todopoderoso se repiten a menudo; no menos frecuentes son las proclamas de la justicia todopoderosa. La condenaci�n de los impenitentes no es menos segura que las recompensas de los justos. Salom�n parece poner ante nosotros en estas palabras la vida de los justos y la vida de los imp�os en contraste con los objetivos respectivos que tienen en vista y los diferentes fines a los que conducen.

I. El imp�o realiza una obra enga�osa. El objeto que persigue parece prometerle grandes cosas, pero generalmente lo llena de decepci�n y disgusto. Los caracteres de los malvados son diversos, pero en un punto todos est�n de acuerdo: "se olvidan de Dios". Pr�cticamente lo olvidan. Se salvan la propia conciencia con pensamientos de impunidad. No aman el nombre de Dios, no tienen inclinaci�n a obedecer sus leyes; en consecuencia, carecen del v�nculo m�s fuerte del deber en el hombre, que es el amor.

La ley de Dios es aborrecible para ellos, porque restringe sus apetitos y malos designios. Y est�n sin el v�nculo del miedo. As� como los juicios de Dios est�n fuera de la vista, tambi�n est�n fuera de la mente. La b�squeda del mal no puede ministrar la felicidad ni siquiera aqu� abajo. Se acompa�a de muchos males, incluso en la tierra. El pecado, en la mayor�a de los casos, est� relacionado con el castigo. �El que persigue el mal, lo persigue hasta la muerte.

�Es la muerte de la esperanza, la paz, la reputaci�n y la buena conciencia. A menudo es la causa de una muerte temporal prematura. La b�squeda del mal es la escuela y la preparaci�n necesarias para la muerte eterna.

II. Los diferentes fines a los que conduce la vida de los justos y la vida de los imp�os. �Qu� es la justicia? Otros t�rminos son piedad, santidad, el nuevo hombre. Lo que se quiere decir no es la justicia de las formas, sino una disposici�n interior manifestada por la conducta correspondiente, el coraz�n nuevo y la vida nueva. Es la piedad que se opone al ejercicio corporal lo que poco aprovecha. Tal justicia tiende a vivir.

Tiene una tendencia natural y necesaria a promover la paz presente y la gloria eterna. En las Escrituras, las palabras vida y muerte se utilizan para la felicidad y la miseria. Los justos se est�n preparando necesariamente para la felicidad eterna, independientemente de la promesa que les asegura "la corona de gloria que no se desvanece". Debe haber una aptitud para el cielo, un car�cter adquirido en la tierra que sea adecuado para la morada de los justos.

La justicia de la que hablamos es la conformidad de coraz�n y vida con Jesucristo; es la uni�n del alma con �l, una semejanza a Su ejemplo; tiene una medida de Su santidad y perfecci�n. La justicia dispone y prepara al hombre para el disfrute de Dios, porque cultiva aquellas facultades del alma que son llamadas a ejercitarse en el cielo. La justicia se basa en el amor. La adquisici�n de esta justicia es la preparaci�n para el disfrute de Dios.

Los justos ya tienen comuni�n con el Padre de sus esp�ritus y con los "esp�ritus de los justos perfeccionados". Siendo esto as�, el pasaje para ellos es f�cil de este mundo a la eternidad. Pero la justicia tambi�n tiende a promover la felicidad presente. Los justos viven en el favor de Dios. Tienen paz de conciencia. No temen ning�n mal. Pueden mirar la muerte sin alarmarse. La justicia tiene una tendencia natural a promover nuestro bienestar conciliando el favor de los buenos y el respeto de todos. Y la recompensa depositada en el cielo es segura. En conclusi�n, dir�jase a dos clases: Aquellos que buscan la justicia, una palabra de �nimo. Aquellos que est�n �realizando una obra enga�osa� - una palabra de advertencia. ( HJ Hastings, MA .)

El enga�o del pecado

Los opuestos se ilustran entre s�. En las Sagradas Escrituras se hace un uso considerable de este principio.

I. Personajes opuestos. La idea de la justicia es la igualdad, como el equilibrio de una balanza. Aplicado a las naturalezas morales o religiosas, significa una correspondencia entre nuestras obligaciones por un lado y nuestro desempe�o por el otro. Entonces se convierte en obediencia o conformidad a la ley. El significado radical de la palabra "malvado" es desigualdad, injusticia. En un sentido moral, una falta de correspondencia entre el deber y el desempe�o, o la no conformidad con las leyes justas. La maldad es desorden, incongruencia, enga�o, un principio err�neo, que naturalmente produce una obra enga�osa.

II. Pr�cticas opuestas. La justicia rinde a todos lo que les corresponde. Cuando se complacen sentimientos err�neos, se siguen naturalmente disposiciones y pr�cticas err�neas. De ah� el resultado:

1. Traici�n hacia los amigos.

2. Fraude y falsedad en los negocios.

3. Extorsi�n y opresi�n.

4. Mala administraci�n; un tema de queja incesante.

En todos estos casos, el trabajo es un "trabajo enga�oso", enga�oso en su naturaleza, operaci�n y resultados.

III. Resultados opuestos.

1. Dios convence al pecador de su injusticia.

2. Ilumina, transforma y renueva el alma.

El renovado comienza a sembrar justicia. Para �l hay una recompensa segura. Haga una pausa y pregunte si tal cambio se ha efectuado en usted. Ore por gracia convincente y convertidora. Persevera en el mal y en la buena fama. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones .)

La recompensa de humillar la justicia

En la Biblia, una persona justa es aquella que ama y sirve a Dios, es decir, una persona que es un verdadero cristiano. Cuando las personas se convierten en verdaderos cristianos, quieren hacer todo lo posible para tratar de convertir a otras personas en cristianas. Todas las cosas buenas que esas personas hacen de esta manera, la Biblia las llama justicia. Sembrar, en el texto, significa hacer. Justicia, en el texto, significa actos bondadosos, buenas obras de cualquier tipo, que los cristianos hacen por amor a Jes�s y por el deseo de hacer que otros lo amen. Y as� descubrimos que "sembrar justicia" significa hacer el bien. La justicia es la mejor semilla del mundo para sembrar.

1. Por el tama�o del campo en el que se puede realizar esta siembra.

2. Por el n�mero y tipo de sembradores. Los agricultores son solo una clase de hombres. Todas las clases de personas pueden ser sembradores de justicia.

3. Por la certeza de la recompensa. Los agricultores esperan la cosecha, pero no pueden estar muy seguros. La recompensa de sembrar justicia se compone de placer y provecho. A veces, el beneficio se encuentra en esta vida. Pero la mejor parte de la recompensa est� en el cielo. ( R. Newton, DD .)

El mal y el bien

Los hombres se separan moralmente en dos grandes divisiones. Verlos&mdash

I. Como aparecen en el trabajo.

1. El mal obra enga�osamente. Enga�a al poseedor individual; hace que su vida sea una ficci�n. Enga�a a los dem�s. Fabrica y propaga la falsedad.

2. Las buenas obras con rectitud. Siendo justo de coraz�n, est� cargado de principios rectos, que siembra como semilla en el c�rculo social al que pertenece.

II. Como aparecen en retribuci�n. Todas las obras, tanto las malas como las buenas, aportan resultados al trabajador. Estos resultados son la retribuci�n; son el retorno de Dios por el trabajo.

1. Los justos cosechan la vida. Vida del tipo m�s elevado: espiritual. Vida del m�s alto grado: bienaventuranza inmortal.

2. Los malvados cosechan la muerte, la muerte de toda utilidad, nobleza y disfrute.

III. Como aparecen ante Dios.

1. Dios observa distinciones morales.

2. Dios se ve afectado por las distinciones morales. Lo que ve, lo siente. ( D. Thomas, DD .)

Versículo 19

Como la justicia tiende a la vida, as� el que sigue el mal, lo persigue hasta su propia muerte.

La recompensa de la justicia

La vida y la muerte son objetos de inter�s universal. La vida aqu� es vida espiritual y eterna. Se considera que la muerte implica separaci�n y exclusi�n de Dios.

I. La justicia prueba que la vida espiritual debe comenzar en nuestras almas; el mal muestra que nuestras almas todav�a est�n muertas en el pecado. Naturalmente, todos estamos muertos en pecado. Hay una vida en la que el Esp�ritu vivificante de Dios comienza en nosotros. Una de las indicaciones m�s marcadas de su existencia es la justicia que se desarrolla en todo el car�cter y la conducta.

II. La justicia est� relacionada con el alimento espiritual que mantiene la vida; mal con el descuido de tal alimento, que ocasiona la muerte. La naturaleza espiritual del hombre debe recibir sustento espiritual. El alma que es vivificada a la justicia tiene hambre y sed de justicia, y Dios le concede lo que busca para nutrirla y fortalecerla.

III. La rectitud conduce a cursos de acci�n que prolongan la vida; el mal, por su propia naturaleza, conduce a la muerte. Los caminos de Dios tienden no solo a la preservaci�n y prolongaci�n de la vida en este mundo, sino al pleno disfrute de la vida para siempre.

IV. La justicia nos asocia con aquellos que est�n vivos para Dios, ayudando as� a mantener la vida en el alma; el mal nos une a los que est�n espiritualmente muertos y nos lleva al mismo estado que ellos. Ser el que vive entre los muertos no es cosa f�cil. Si voluntariamente nos asociamos con los muertos, embriagando su esp�ritu y siguiendo sus caminos, debemos conformarnos a su semejanza.

V. La justicia asegura la protecci�n divina, para que la vida sea custodiada y defendida; el mal incurre en la ira de Dios, que es muerte. La vida es algo fr�gil. El gran Dios que lo da est� listo, sin embargo, para protegerse de todos los peligros que puedan amenazarlo. Su favor es la vida; Su ce�o fruncido es la muerte.

VI. La justicia conduce a la vida eterna en el cielo; del mal a la muerte eterna en el infierno. El mundo de la gloria estar� poblado por los justos. Los malvados y los incr�dulos habitar�n el mundo de la aflicci�n. ( Anon .)

Persiguiendo el mal

La "recompensa segura" en el vers�culo anterior es "vida" en este; y como esa recompensa es segura en un caso, el enga�o de la obra del imp�o �radica en que afecta la� muerte �como resultado en lugar de la� vida �. El que "persigue el mal" puede alcanzarlo y puede jactarse del �xito de su b�squeda. Pero el mismo mal que alcanza lo matar�. Es como si un hombre fuera a perseguir a una serpiente, cautivado por la belleza de su apariencia, en sus cambiantes y relucientes matices, pero ignorante del veneno de su aguij�n o de su colmillo, y en el acto de agarrarlo, iban a recibir la herida mortal. La muerte pisa los talones del hombre que "persigue el mal"; y cuando se apodera del mal, la muerte se apodera de �l. ( R. Wardlaw .)

La historia natural del mal

Todo pecador planea y act�a en contra de su propio inter�s personal; y aunque ama la vida, es un autodestructor. Es seducido por apariencias falsas, envuelto en sentidos y placeres sensuales, y sigue un camino que termina en destrucci�n.

I. El comienzo del mal moral en el alma humana. Nace en estado de impureza. El mal est� entretejido en la textura misma de su ser. Comenz� con la primera familia de la raza humana, y el esp�ritu maligno de iniquidad se ha transmitido de padres a hijos. Cuando un hombre no est� familiarizado con la corrupci�n de su naturaleza, confunde la falta de oportunidad de pecar con la pureza moral del coraz�n y la ausencia de tentaci�n con una mente verdaderamente virtuosa. Maldad en operaci�n real en la vida humana.

1. Brota en pensamientos.

2. Encuentra expresi�n en actos abiertos.

II. El progreso del mal moral. �El que persigue el mal� No solo est� la ra�z, sino tambi�n el �rbol y el crecimiento. Un hombre rara vez se vuelve un libertino repentino. Por una permanencia en el mal los sentimientos se vuelven menos afectados por su enormidad, la conciencia es menos tierna y escrupulosa, las bajas inclinaciones y pasiones del coraz�n cobran fuerza, y la tentaci�n encuentra un f�cil enga�o a toda propuesta imp�a. El pecado no tiene lugar de reposo. Lleva dentro de s� el poder del movimiento perpetuo. El pecado endurece el coraz�n.

III. la consumaci�n del mal moral. Tiene su tiempo de siembra, su crecimiento y su cosecha.

1. La consumaci�n del pecado es la muerte de la reputaci�n.

2. La muerte del goce.

3. La muerte del cuerpo.

4. La muerte del alma. ( Thomas Wood. )

Versículo 20

Los que son rectos en su camino son Su deleite.

Los rectos, delicia de Dios

I. �Qui�nes son los rectos? Aquellos a quienes Dios hace rectos, obra de su propio Esp�ritu, su nueva creaci�n. Esto no niega que en cierto sentido hay rectitud en el hombre natural. Mientras el hombre sea un ser responsable, debe responder ante Dios por el uso de los medios que se le han dado, y es una verdad cierta que no hay un hombre natural en el mundo que act�e de acuerdo con la luz que tiene. Un gran n�mero de personas reivindica el car�cter de ser recto y sincero.

As� que el ap�stol Pablo pens� en s� mismo cuando estaba en su estado inconverso. La sinceridad natural nunca llega a la prueba de la santa luz de Dios. Puede tratar con el hombre, pero nunca hay esa sinceridad natural que se presenta ante Dios. Porque los rectos ven al publicano golpeando su pecho; el hijo pr�digo regresa a casa; la mujer pecadora que derrama l�grimas de arrepentimiento a los pies de Jes�s; Mateo, Zaqueo, Nicodemo.

El m�s d�bil, el creyente m�s d�bil, es recto. De hecho, a menudo se piensa de otra manera. Incluso se considerar� a s� mismo como un autoenga�o. El hombre recto se lamenta por las corrupciones innatas. A veces tiene temporadas de dudas. Se le lleva a las circunstancias del juicio. En medio de todo, en la gracia del Esp�ritu Santo, mantiene firme su integridad.

II. Los rectos son el deleite de Dios. No es su camino, sino ellos mismos, que son Su deleite. Los am� antes que todos los mundos; Los am� antes de que ellos lo amaran a �l en la eternidad. Pero el car�cter de los rectos es Su deleite. Se deleita en los frutos de la mediaci�n de Su propio Hijo, en la obra de Su propio Esp�ritu y en el reflejo de Su propia imagen. Pero, sobre todo, se complace en que sean rectos.

�l mira la humillaci�n de los rectos, sus corazones rotos, sus l�grimas que caen. Tan preciosa es esta rectitud ante Dios, que parece como si �l pasara por alto todas las faltas donde est�. �Qu� palabra de aliento deber�a ser esta para aquellos que lo buscan honestamente! Si en verdad eres recto, Dios lo sabe, y "tu herencia ser� para siempre". ( J. Harrington Evans .)

Versículo 21

Aunque se junten mano a mano, los imp�os no quedar�n sin castigo.

(Tomado con Lucas 23:51 )

Las leyes de la responsabilidad en combinaciones y asociaciones

Estamos rodeados de innumerables combinaciones creadas por hombres para todo tipo de prop�sitos: religiosos, pol�ticos, judiciales, sociales, comerciales, cient�ficos, industriales, art�sticos, educativos, etc. ellos mismos con los ojos vendados en la corriente de la moda que se lleva a la multitud. Los hombres buscan recuperar su sentido de poder perdido combin�ndose con otros en la doctrina, en el capital, de hecho en todos los departamentos.

La voluntad de cada individuo se convierte, por as� decirlo, en un engranaje de un minuto en una poderosa rueda de obra de ingenier�a, que lleva todo lo que tiene por delante. Todo esto no favorece el sentido de responsabilidad por la conducta aqu� o en el futuro. Hay un enga�o especial que acompa�a a las combinaciones en las que los hombres buscan recuperar la sensaci�n de poder y unir sus fuerzas para lograr sus fines.

Este enga�o consiste en confundir la corresponsabilidad con la responsabilidad dividida. Se extiende ampliamente la persuasi�n de que la uni�n no es s�lo fuerza en la administraci�n y la empresa, sino que distribuye la carga opresiva de la responsabilidad en partes iguales o casi iguales e insignificantes entre todas las personas que se unen en cualquier empresa; de modo que, aunque el resultado pr�ctico de su acci�n unida puede ser moralmente indefendible, o incluso completamente perverso y perjudicial, ninguna persona puede ser justamente culpada o responsabilizada por toda la criminalidad del resultado, ya que la maldad ha sido efectuada por un organizaci�n o administraci�n formada por un n�mero de agentes que han ayudado o consentido en el trabajo.

Un proverbio caracter�stico nos ha llegado desde el siglo pasado a este efecto: "Un cabildo catedralicio dividir�a incluso un asesinato entre ellos", un proverbio que se�ala injustamente un tipo particular de combinaci�n cristiana para censurar, pero que incorpora dos verdades aplicables a cada asociaci�n, civil y religiosa.

1. Que incluso los hombres bien dispuestos a veces aceptar�n hacer en compa��a lo que no se atrever�an a hacer como individuos.

2. Que la responsabilidad personal de ning�n hombre ante Dios puede ser absorbida y perdida en una organizaci�n impersonal. La relaci�n del individuo con el gobierno moral de Dios es primaria, dominante e inalienable; no puede ser disminuido por la concurrencia de otros. Ante Dios, la combinaci�n de hombres en consejo y acci�n no siempre da como resultado una responsabilidad dividida, sino una responsabilidad conjunta.

Cada miembro es responsable del resultado total de lo que consiente o lleva a la pr�ctica. No puede haber responsabilidad dividida por una iniquidad conjunta. Si esto no fuera as�, solo se requerir�a que los hombres se unieran de la mano para quedar impunes. Pero, �c�mo deber�a juzgar Dios al mundo a menos que en todos esos casos la responsabilidad sea conjunta, no distributiva? Este es tambi�n el principio de la legislaci�n y la administraci�n humanas. Por tanto, no es bueno asumir, como meramente nominal, responsabilidades reales.

Esta verdad, de que un hombre es responsable de todo lo que consiente, debe ...

1. Ser proclamado en relaci�n con las organizaciones eclesi�sticas y sociedades misioneras.

2. El principio puede verse en el funcionamiento del partido pol�tico. Los hombres educados son culpables, en un pa�s libre, de todas las iniquidades nacionales contra las que no protestan con determinaci�n.

3. El principio de responsabilidad personal debe aplicarse a los asuntos comerciales y la vida civil. El Dios Todopoderoso est� detr�s de cada acreedor y cada cliente, dispuesto a hacer valer y hacer cumplir cada reclamo justo al m�ximo. El Infinito Defensor del Derecho est� detr�s de cada persona agraviada. El m�s alto tribunal de justicia es omnipresente y est� insomne. No podemos poner fin a la gran batalla entre intereses ego�stas, pero podemos hacer mucho con el esp�ritu p�blico y una legislaci�n s�lida para aliviar sus problemas.

En general, debo expresar mi convicci�n, sin embargo, de que el mundo comercial soportar� una comparaci�n honorable con el pol�tico y el eclesi�stico, cuando sea probado por este principio de la responsabilidad de cada miembro en todas las combinaciones. ( Edward White .)

Combinaci�n

Los hombres , como las ovejas, son sociables. La combinaci�n es ...

I. Natural. En el texto, se supone que los malvados est�n en peligro, y nada es m�s natural que los hombres se amontonen en peligro com�n. Tanto el miedo como el amor une a los hombres; uno conduce, el otro dibuja.

II. In�til. Ninguna combinaci�n de hombres, por grande que sea en n�mero, vasta en sabidur�a, poderosa en fuerza, rica en recursos, puede evitar que el castigo caiga sobre los malvados. Debe venir.

1. La constituci�n moral del alma.

2. La justicia del universo.

3. La omnipotencia de Dios, inutiliza todos los esfuerzos humanos para evitarla. ( Homilista .)

Oponerse a Dios in�til

La inutilidad de oponerse a Dios debe manifestarse desde todos los puntos de vista. Dios es omnisciente y conoce todas las cosas; es todopoderoso y puede hacer todas las cosas; es omnipresente y est� en todas partes: de modo que ning�n ardid, consejo o complot puede tener �xito en su contra. La imagen del texto es la de una conspiraci�n, hombres malvados combin�ndose, dici�ndose unos a otros en efecto: �Si cada uno de nosotros no puede tener �xito por separado, podemos por combinaci�n tener �xito como una unidad.

�Se preve�a la posibilidad de tal conspiraci�n, y el tema de la misma se predice en estos t�rminos sencillos. Dejemos que los hombres agreguen dinero al dinero, genio a genio, influencia a influencia, consejo a consejo, todav�a es como la suma de tantas cifras: el n�mero es muy grande pero el valor es absolutamente nada. Lo que un hombre no puede hacer en esta direcci�n, mil hombres no pueden hacerlo. Necio, entonces, es el que supone que por haber seguido a una multitud para hacer el mal, no le sobrevendr� ning�n da�o.

Cada hombre de la multitud ser� juzgado como si fuera el �nico responsable de todo el da�o. Las manos unidas por la iniquidad pueden separarse en cualquier ocasi�n y por las razones m�s endebles. Es una locura que un malvado conf�e en un hombre tan malvado como �l mismo, por el mismo hecho de que la maldad hace que la seguridad sea imposible y convierte toda forma de asociaci�n en una mera cuesti�n de conveniencia temporal, que puede ser modificada o destruida seg�n un convenio. mil contingencias.

Todas las asociaciones malvadas en los negocios est�n condenadas al fracaso. Todas las alianzas irregulares en el hogar deben resultar confusas y decepcionantes, y pueden terminar fatalmente. La misma ley es v�lida en el Estado y, de hecho, en todos los aspectos de la vida. No puede haber seguridad sino en la rectitud, en la alta sabidur�a, en el entusiasmo desinteresado; donde estos abundan, la seguridad es tan completa como le es posible al hombre.

Los hombres no pueden unirse sabia y permanentemente a menos que primero est�n unidos al Dios vivo. Los hombres s�lo pueden unirse al Dios vivo por medio del Cristo vivo; �l es la vid, los hombres son los p�mpanos y, a menos que el p�mpano permanezca en la vid, no puede dar fruto, sino que est� condenado a ser quemado. La verdadera uni�n, por lo tanto, debe ser religiosa o espiritual antes de que pueda ser humana y social. El descuido de esta gran ley ha desembocado en una inefable decepci�n y mortificaci�n por parte de estadistas, reformadores y propagandistas de todo tipo. ( J. Parker, DD .)

Pero la simiente de los justos ser� entregada. -

Las sanciones de la obediencia

El texto es una proposici�n doble: que las combinaciones contra Dios y la piedad solo incurren en fracaso y castigo; y que el triunfo de la justicia es igualmente seguro. Entre los h�bitos de los hombres hay tres clases generales de "maldad" o desobediencia a las leyes de Dios, que conllevan tres �rdenes y grados de retribuci�n o castigo: violaciones de las leyes que gobiernan al hombre espiritual o moral, el hombre animal y el hombre social.

1. Si se desobedecen las leyes de la mente, que incluyen los aspectos intelectuales y morales del hombre, es decir, si el proceso de educaci�n no es contempor�neo con el progreso de los a�os, la facultad mental languidece en el estancamiento de sus poderes no desarrollados, la el hombre mental crece y permanece como un ignorante, un pat�n estereotipado; y si los medios de la gracia son igualmente descuidados, el hombre espiritual no se eleva a la dignidad que el amor de Dios dise�� para �l.

2. Si las leyes corporales, o los principios que regulan la salud, son ignorados por h�bitos de exceso o incluso por la indulgencia ordinaria o el descuido del ejercicio, la pena es un cuerpo enfermo y una dolencia personal.

3.Si se ignoran las leyes patrimoniales, que hacen que la industria sea esencial para obtener, y la frugalidad esencial para salvar lo adquirido, y la previsi�n esencial en el camino del seguro de vida o propiedad, el castigo recae sobre el hombre en su patrimonio, en su condici�n de vida. , es decir, en la forma en que ha pecado. Cuando oramos por una mente sana e iluminada, �nos dirigimos a la Palabra "cuya entrada alumbra"? �Buscamos informar nuestras mentes, corregir nuestros juicios y enriquecer nuestros recuerdos? Cuando oramos por salud y fuerza para trabajar y disfrutar, �evitamos esas variedades, artificios y excesos en la comida y la bebida, y esos h�bitos perezosos de inactividad y pereza, que hacen que la salud sea f�sicamente imposible? Cuando oramos por la prosperidad en nuestros asuntos mundanos, �seguimos, sobre la base de principios de conciencia, "trabajamos, trabajando con nuestras manos lo que se encuentra �? �Glorificamos a Dios en nuestra atenci�n a nuestro negocio? �D�nde puede haber un motivo m�s convincente, impresionante y animador que el hecho genuino: �Vosotros no sois vuestro propio; hab�is sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestros cuerpos y esp�ritus, que son suyos �? El hombre no puede prescindir de Dios, o actuar independientemente de Dios y de sus leyes, de lo que los rayos de luz no pueden prescindir del sol.

Todos los errores del car�cter individual, todos los fallos en las teor�as educativas, todos los errores de la legislaci�n experimental, se originan en el efecto fatal fundamental del ajuste de cuentas sin Dios, dejando de lado el gran hecho elemental de que �l est� en la ra�z, el progreso y la cuesti�n de la vida. todas las cosas, y que sacarlo de nuestros c�lculos, reemplazar su constituci�n, es partir de premisas falsas, provocar y obligar a un fracaso, razonar y avanzar en un c�rculo vicioso, volviendo para siempre sobre sus pasos impracticables y no progresivos. "Los imp�os no quedar�n sin castigo". "La simiente de los justos ser� entregada". ( Joseph B. Owen, MA .)

Versículo 22

Como joya de oro en el hocico de un cerdo, as� es la bella mujer sin discreci�n.

Algo bueno en un mal lugar

Los jud�os consideraban al cerdo como un animal inmundo. Los paganos alrededor adoraban al cerdo, y luego lo com�an como un acto de adoraci�n. Los egipcios, cuando quer�an hacer un dibujo de una persona muy tonta, siempre lo representaban como un cerdo. �Qu� desagradable es la idea de colocar una joya que podr�a haber sido usada por una reina en la nariz de un cerdo! Pero hay algunas cosas que vemos todos los d�as que son igualmente malas. Por ejemplo&mdash

1. Una cara bonita y un alma muy fea. Es bueno ser bello, pero es mucho mejor ser bueno. Cuando sienta la tentaci�n de enorgullecerse porque es guapo, preg�ntese: "�Es mi alma guapa y hermosa para Dios?"

2. Buena cabeza y mal coraz�n. El rey Juan, uno de los peores reyes de Inglaterra, era un hombre muy inteligente. No basta con ser erudito o tener grandes talentos; queremos ser santos, y entonces seremos capaces de usar bien nuestras habilidades.

3. Palabras sabias y hechos necios. Se dijo de cierto rey que "nunca dijo una tonter�a y nunca hizo una sabia". Una joya tratada como se describe en este texto ser�a una joya mal aplicada. Nunca fue dise�ado para tal uso. Y Dios no ten�a la intenci�n de que perdi�ramos nuestras mentes y nuestro tiempo al servicio del pecado. Los jud�os ten�an un dicho que dec�a que la nariz de un cerdo es tierra andante. Si se colocara una joya en �l, se estropear�a. El pecado estropea un bello rostro; hasta volver� loco al hombre inteligente; nos arruinar� si no nos lo quitan. ( JJ Ellis .)

Maldad desquiciada

Una mujer justa es uno de los atractivos personales. Discreci�n significa virtud o valor moral. Una mujer de atracciones externas que carece de excelencias mentales es un objeto de lo m�s desagradable.

I. Aqu� hay una conjunci�n muy incongruente en una persona. Belleza f�sica y deformidad moral unidas. No desprecies la belleza natural, personal o art�stica.

II. Aqu� hay una conjunci�n muy repugnante en una persona. La incongruencia no siempre es repugnante, a veces es rid�cula. Pero esta incongruencia es repugnante cuando se ve correctamente con sentimientos morales saludables. No siempre vemos lo repugnante que es, porque nuestro ojo se posa en la atracci�n personal y no se asoma al coraz�n moral. Nos enamoramos m�s de la "joya" que de los "cerdos".

III. Aqu� hay una conjunci�n muy com�n en una persona.

1. La maldad es provocada por la atracci�n personal.

2. A la maldad le gustan las atracciones personales. A la vulgaridad siempre le gustan las galas, y al pecado siempre le gusta hacer una gran aparici�n. Al formar sus compa�erismos, no se deje llevar por un lado de la vida. No sigas a los cerdos por la joya. ( D. Thomas, DD .)

Versículo 24

Hay que esparce y, sin embargo, aumenta.

La tendencia de la liberalidad a la riqueza y de la codicia a la pobreza

Las palabras de este texto llevan un aire de paradojas improbables y sorprendentes para los codiciosos y mundanos, quienes naturalmente imaginan que la dispersi�n tiende a la pobreza y la retenci�n a aumentar. Pero si los tomamos como alusivos a la gesti�n de un labrador al sembrar su semilla, el sentido ser� tan f�cil como el pensamiento parecer� hermoso y justo (comparar 2 Corintios 9:6 ).

I. La descripci�n de personas de caracteres muy opuestos. �Dispersar� es la misma palabra que �dispersar� ( Salmo 112:9 ). El que esparce es el alma liberal; el hombre que, con esp�ritu libre y generoso, se esfuerza por difundir la influencia m�s �til y extensa, por todos los medios; el hombre que est� dispuesto a distribuir su sustancia temporal para promover las libertades e intereses religiosos y civiles, para hacer el bien a las almas y cuerpos de los hombres y, en particular, para aliviar a los necesitados y afligidos.

Debemos administrar nuestras distribuciones religiosas y caritativas, no con artima�as para deshacernos de nuestras obligaciones y oportunidades para ellas, sino ideando c�mo mejorarlas de la mejor manera; no a rega�adientes, sino con un coraz�n libre y alegre. Por el contrario, el que retiene, retiene o perdona, m�s de lo que conviene o es justo, es el codicioso, cuyo estrecho y ego�sta esp�ritu no le permitir� alegremente pagar sus deudas personales o p�blicas, y mucho menos practicar la beneficencia. a un costo que no pueden exigir las leyes humanas. Ning�n argumento derivado de la humanidad o del cristianismo puede hacer que su coraz�n cargue con la proporci�n que le corresponde en actos generosos y ben�ficos.

II. Lo que se afirma de estas personas respectivamente. Podr�amos considerar este aumento y deseo con respecto a nuestros mejores intereses, que se relacionan con el enriquecimiento del alma en la bondad. Distribuir ensancha el coraz�n y lo hace abierto, libre y generoso, con propensiones crecientes a toda buena obra. El hombre que retiene es un pobre de esp�ritu; tiene un alma contra�da; est� desprovisto de las amables gracias por las cuales nuestro Dios y Salvador son imitados y glorificados de manera m�s conspicua.

Tambi�n podemos considerar este aumento y deseo con respecto a nuestra sustancia mundana. Eso no se reduce sino que se mejora con las distribuciones en todas las ocasiones adecuadas. Las retenciones, m�s de las que se cumplen, tienden siempre a la pobreza y la miseria. La bendici�n de Dios sobre los generosos llega como un aumento visible de sus propiedades externas o como un aumento secreto del contentamiento interno de sus propias mentes. Aquellos que son de car�cter codicioso, no disfrutan de lo que poseen. Seg�n una justa estimaci�n de las cosas, no son m�s ricos por toda su plata y oro que si todav�a estuviera en el mineral de las minas indias.

III. Explique la verdad de ambas proposiciones. Toda disposici�n virtuosa, espiritual y santa del alma aumenta con el ejercicio frecuente y adecuado; y pierde su fuerza y ??vigor, y su aptitud para la acci�n, por desuso y negligencia. Esto es com�n a todos los principios y h�bitos de tipo moral o religioso y sobrenatural.

1. La bendici�n de Dios est� sobre los que se dispersan, y su soplo sobre los que retienen m�s de lo que conviene.

2. La amistad de los hombres es para con los que se dispersan, y su desafecto para con los que retienen m�s de lo que les conviene. ( J. Guyse, DD .)

Filantrop�a sabia

Distribuir porciones de nuestra riqueza en planes y actos de sabia filantrop�a es como arrojar al suelo como semilla una proporci�n de la cosecha del a�o pasado. Desaparece de tu vista por el momento, pero brotar� en secreto y volver� a tu propio seno, como man� del cielo. Un hombre insensato puede, de hecho, esparcir su ma�z sobre rocas est�riles o sobre arenas igualmente est�riles, y aunque siembre abundantemente, cosechar� escasamente all�.

Entonces, en la regi�n moral, el aumento no es absolutamente proporcional a la profusi�n de la dispersi�n. Cuando un hombre gasta grandes sumas en objetos indignos, para alimentar su propia vanidad o satisfacer su propio capricho, ni lo hace ni lo hace bien. El desembolso es por su propia naturaleza y necesariamente rentable. Al educar a los j�venes, al rescatar a los viciosos, al apoyar a los ancianos pobres, al sanar a los enfermos y al dar a conocer el Evangelio a todos, tenemos amplios campos para cultivar y la perspectiva de grandes beneficios para animarnos en el trabajo. ( W. Arnot, DD .)

El beneficio de la liberalidad

La Biblia nos da una visi�n clara del car�cter y la mente de Dios; y ese punto de vista lo presenta ante nosotros como un Ser interesado en promover la felicidad de Sus criaturas. Lo presenta estableciendo, por su sabio decreto, ese orden de cosas que coloca a los hombres en diferentes clases y circunstancias de la vida; nos muestra que la posici�n alta y baja, la riqueza y la pobreza, la opulencia y la dependencia, son el resultado del arreglo divino, y hasta ahora desalienta el orgullo y la envidia, y ense�a el agradecimiento, la alegr�a y la resignaci�n en las diversas condiciones de la vida humana.

Dios, en su cuidado de todas sus criaturas, ha hecho obligatorio para los ricos, mediante una promulgaci�n expresa, que deben ocuparse y satisfacer las necesidades de los pobres. No hay nada m�s frecuente, ni de lo que se habla con m�s fuerza en la Palabra de Dios, que esa ayuda, que surge del hecho de su hermandad, que el hombre debe hacer hombre. El texto nos presenta dos modos diferentes de tratar con nuestra propiedad, en referencia a nuestros semejantes.

I. El hombre liberal y lo que obtiene de su liberalidad. El hombre aqu� vive en medio de semejantes dependientes y usa su propiedad para aliviarlos. Aqu� parece estar la idea de un agricultor que arroja su semilla en todas las direcciones donde pueda ser rentable. El hombre liberal mira hacia el exterior, y donde se necesita su dinero, y donde es probable que haga el bien, lo da con la mayor alegr�a de esp�ritu.

Esto es lo que deber�a ser. No estamos obligados a ceder cuando en realidad no tenemos el poder para hacerlo; pero cuando poseemos el poder, el deber nos incumbe. Debemos �esparcirnos� para la bendici�n de otros. Prevalece la noci�n de que si damos generosamente a los dem�s, nos lastimamos a nosotros mismos. De hecho, se nos dice que �hagamos el bien, sin esperar nada m�s�, sin embargo, podemos instar como un est�mulo que, al sembrar las semillas de la bondad, seguramente cosecharemos un beneficio personal.

Los hombres que han sido m�s liberales, en general, han prosperado m�s en sus empresas mundanas; y ciertamente han sido recompensados ??con un crecimiento en gracia y una gran medida de paz, confianza y gozo en sus propias almas.

II. El hombre mezquino, y el resultado que sigue a su mezquindad. Retener no siempre est� mal. Puede ser algo correcto, un deber positivo. Pero algunos hombres son miserablemente mezquinos; no tienen una chispa de simpat�a amable o de sensibilidad generosa en sus almas. Est�n llenos de sus propias cosas. De estos habla el texto. Hay una medida en la cantidad de limosna que debe ser determinada por las circunstancias de una persona.

A quien se le da mucho, se le exigir� mucho. Si le das a Dios menos de lo que Dios requiere de ti, entonces, en lugar de una bendici�n, recaer� sobre ti una maldici�n. Dios a menudo le ha quitado al hombre las riquezas que no usar�a correctamente cuando las tuviera. La pobreza de bolsillo no es el peor tipo de pobreza. Es la pobreza del alma lo que es tan deplorable. ( William Curling, MA .)

El uso y abuso de la pobreza

Nada falta en la direcci�n correcta de la conducta humana, sino una percepci�n clara del propio inter�s del hombre y una estimaci�n correcta de la propia responsabilidad del hombre. En el texto un contraste de dos personajes y de dos consecuencias.

I. Dos personajes opuestos. Se dice que uno se "dispersa". Del hombre bienaventurado se dice: "�l dispers�, dio a los pobres" ( Salmo 112:9 ). El ap�stol dice: �El que siembra escasamente, tambi�n segar� escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente tambi�n segar�. La fidelidad implica dos cosas: primero, una clara percepci�n, una justa aprehensi�n de los fines para los que estamos confiados; y en segundo lugar, un empleo consciente de aquellos medios por los que se han de lograr los prop�sitos, de acuerdo con los dictados y direcciones del Se�or supremo de todos.

Ni la limosna indiscriminada ni los gastos imprevistos derivan en ning�n aspecto de la regla de la pr�ctica cristiana, tal como se establece de manera definitiva e inalterable en las ep�stolas a las iglesias nacientes. El hombre que "esparce" es el hombre que da, ya sea al servicio de su Dios, o al socorro de sus semejantes, por principio; el hombre cuyas obras de caridad, como se las llama (aunque el t�rmino obligaciones religiosas ser�a mucho m�s aplicable), guardan alguna proporci�n definida y asignable, no s�lo a sus gastos e indulgencias presentes, sino a la provisi�n para la familia; el hombre que dedica a los fines de la filantrop�a y la piedad una proporci�n tal de su crecimiento mundano, como su propia conciencia, iluminada y dirigida por la Palabra de Dios, da cuenta de una ofrenda que expresa su gratitud al Dador de todo don bueno y perfecto.

El car�cter contrario a esto es el que "retiene m�s de lo que es adecuado"; el que se mueve, tanto en lo que ahorra como en lo que gasta, por consideraciones puramente ego�stas; que profesa, en verdad, que acumula sobre principios, pero cuyo principio no soportar� la aplicaci�n de la norma de la Palabra de Dios, siendo su objeto fundar o engrandecer una familia, mientras que al perseguir este objeto pasa por alto o subestima la salvaci�n del alma.

Son muchos los subterfugios y evasiones mediante los cuales los hombres se esfuerzan por justificar, o al menos paliar, su propia conducta al �retener m�s de lo que es adecuado�, por ejemplo, la dificultad para detectar la impostura; perversi�n de fondos ben�volos; y la excusa de que todo lo que se gasta es un mal contingente, mientras que lo que se acumula es un bien determinado.

II. Dos consecuencias opuestas. La verdadera sabidur�a implica la consideraci�n de nuestro �ltimo fin. Si los h�bitos y acciones de la "vida que ahora es" pueden ejercer alguna influencia sobre los destinos de "lo que ha de venir", el consejo dado por nuestro Se�or ser�a el dictado de la pol�tica, as� como el mandato de la autoridad: "Camina mientras tengas la luz". Las bendiciones temporales generalmente esperan la dispensaci�n discreta y concienzuda de la generosidad de Dios.

El que esparce, aumenta hasta en los bienes de este mundo. Pero la benevolencia cristiana por amor de Cristo no debe tomarse como la totalidad del sistema de la pr�ctica cristiana, del cual s�lo constituye una parte. Hacia la pobreza del alma tiende esa pol�tica equivocada y miope, que los hombres suelen llamar prudencia y previsi�n. Pero no haber hecho uso de la propiedad de Dios para los prop�sitos de Dios ser� motivo de juicio y condenaci�n, tanto como haber abusado de ella para los nuestros. ( Thomas Dale, MA .)

C�mo ganar gastando

El texto es cierto en general, si limitamos su aplicaci�n al dinero. En un sentido moral y espiritual, el proverbio es universalmente cierto. El que da generosamente no pierde nada con sus d�divas, pero gana mucho. Lo primero que nos llama la atenci�n cuando consideramos la naturaleza de la propiedad es su car�cter exclusivo. Cada libra que consideramos nuestra, y cada chel�n que reservamos para nuestro propio uso, es mucho menos para otras personas.

La riqueza superior del intelecto no es tan exclusiva en su naturaleza. No pierdes tu don como artista si dices una clase de pintura. S�lo en un grado limitado aumentar� sus dotes mentales al impartirlas a otros. Pero en realidad aumentamos nuestras riquezas espirituales al gastarlas. Cuanto m�s pan de vida regale, m�s encontrar� en su tienda. La riqueza espiritual es como la riqueza monetaria a este respecto, que debemos invertir si queremos aumentar. Atesorar dinero nunca se suma al mont�n. Dos lecciones pr�cticas.

1. Vemos la absoluta necesidad de alguna forma de actividad espiritual para el aumento de la vida cristiana.

2. El curso de pensamiento que hemos estado siguiendo nos sugiere la naturaleza espiritual de las recompensas Divinas. Necesitamos, urgentemente, una revisi�n del vocabulario de las recompensas divinas. Con demasiada frecuencia se habla de esas recompensas en t�rminos que degradan en lugar de honrar el alto servicio de Dios. La recompensa y el servicio son uno. Las recompensas de Cristo no son menos servicio, sino m�s servicio y mayor esfuerzo. ( GS Barrett, DD .)

Liberalidad discreta

De todos los ricos que han llegado a la pobreza, nunca supe de ninguno que haya sido arruinado por una discreta liberalidad. ( G. Lawson .)

Generosidad

I. Generosidad ejemplificada.

1. En la naturaleza. Las nubes dan lluvia, el sol da luz, la tierra da frutos. "El coraz�n no recibe la sangre para almacenarla, pero mientras la bombea por una v�lvula, la env�a por otra".

2. En el ejemplo de Cristo ( G�latas 1:4 ).

3. En la Iglesia primitiva ( Hechos 2:44 ).

4. En los tiempos modernos. Peabody, Morley, etc.

II. Se ensalza la generosidad.

1. Es sin escasez ( Isa�as 32:8 ).

2. Es rentable. Alguien que ha tenido experiencia en dar sistem�ticamente, dice: "Paga como una inversi�n y es una fortuna en los negocios". El Sr. Haig Miller habla de un caballero que, al comenzar en la vida, dijo: "Decid� que por cada � 10,000 que ganara � 1,000 deber�a ser devuelto a Dios y obras de caridad, y he tenido diez veces para cumplir mi voto . " Si la ganancia temporal es el motivo que inspira el dar, el acto ser� estropeado por el motivo; pero dar por motivos correctos a menudo se honra con un regalo y una recompensa abundante. Lo contrario de esto es cierto. La retenci�n "tiende a la pobreza". Si no es pobreza de dinero, como suele ser el caso, habr� pobreza de alma.

3. Es abundante. "Dios nunca nos envi� a este mundo para hacer algo en lo que no podamos poner nuestro coraz�n".

4. Es saludable. "Si un hombre est� creciendo en riqueza, nada m�s que dar constante y generoso puede salvarlo de hacerse peque�o en el alma".

5. Es refrescante.

6. Gana el coraz�n. Edward Payson dijo, al morir, "Anhelo dar una taza llena de felicidad a cada ser humano". Las bendiciones de su pueblo fueron la parte principal de su rica recompensa (comparar con Job 29:13 ).

7. Es laborioso. El verdadero amigo de los necesitados no espera hasta que la miseria presione su reclamo en su puerta; �l va y mira primero (comp�rese con Lucas 19:10 ). ( H. Thorne )

Dispersi�n rentable

Todos los a�os, George Moore escrib�a estas palabras en su cartera. Se grabaron en su alma, y ??hasta cierto punto formaron su credo: "Lo que gast�, lo ten�a: lo que salv�, lo perd�: lo que di, lo tengo".

Actividad ben�vola

Se dir�a que esparcir cualquier cosa es desprenderse de ella sin ventaja; y que retener, retener, es sin duda salvar y retener. El texto ense�a que esto puede ser un gran error de nuestra parte. Hay esparcimiento imprudente y retenci�n sabia. El texto no debe tomarse en su literalidad; debe ser examinado en su esp�ritu. Felizmente no tenemos necesidad de ir m�s lejos en busca de una ilustraci�n de la verdad del texto; lo encontramos en cada granja, en cada negocio, en cada escuela.

El texto llama a una actividad ben�vola fundada en la fe religiosa. La doctrina ensancha y glorifica la vida al llamar a la vida elementos y consideraciones que est�n m�s all� de lo presente y lo visible. El mismo ejercicio de esparcir conlleva bendiciones, rompe el dominio del ego�smo y ampl�a el c�rculo de los intereses bondadosos. La beneficencia es su propia compensaci�n. La caridad vac�a el coraz�n de un regalo para que pueda dar lugar a otro m�s grande.

Pero si alguien piensa en darle algo a Dios con la idea de recuperarlo, ese hombre se sentir� decepcionado y humillado, y con justicia. El otro lado de este texto es tan enf�tico y tan a menudo ilustrado en la vida pr�ctica como el primero. El ego�smo es suicida; el ego�smo vive en la penumbra; el ego�smo inyecta veneno en cada corriente de la vida. El ego�smo es m�s intensamente ego�sta cuando asume el nombre de prudencia.

Cuando el ego�smo parlotea refranes, ha alcanzado la profundidad m�s all� de la cual no hay muerte. Dios puede convertir el �xito del hombre inicuo en fracaso, y por ambici�n ego�sta puede traer el escorpi�n cuyo aguij�n es la muerte. Aunque este texto se encuentra en el Antiguo Testamento, Jesucristo sostiene claramente el principio. Es un principio moral, universal e inmutable en su fuerza y ??aplicaci�n. ( J. Parker, DD .)

Liberalidad

Esta es una rama eminente del car�cter de los justos, pero debido a que hay muchas objeciones en el coraz�n del hombre contra su pr�ctica, aqu� se nos dirigen motivos urgentes. Las instrucciones entregadas en este y los cuatro vers�culos siguientes, si se creen, ser�n una respuesta suficiente a cada objeci�n. Hay quien esparce su sustancia con profusi�n y lujo. Ese hombre disminuye su sustancia hasta que se reduce a nada.

Pero el que dispersa dando a los pobres, mediante distribuciones liberales para el sustento de la comunidad en tiempos de peligro o para el servicio de la religi�n, aumentar� su riqueza. Es como el labrador, que siembra con buena voluntad y mano implacable esa preciosa semilla que ha de producir una alegre cosecha. Es Dios quien da todo lo que disfrutamos, y por Su bendici�n secreta, o por notables interposiciones de la providencia, el hombre liberal a menudo se hace abundar en riquezas y se capacita cada vez m�s abundantemente para servir a sus semejantes. Abraham se sent� a la puerta de su tienda para vigilar a los pasajeros, y inst� a los que vinieron a participar de su generosidad, con m�s seriedad que otros hombres que piden limosna. ( G. Lawson .)

Versículo 25

El alma generosa ser� engordada; y el que riega, tambi�n �l mismo ser� regado.

El bebedero regado

El principio general es que, al vivir para el bien de los dem�s, tambi�n nos beneficiaremos a nosotros mismos. Esta ense�anza se sustenta en la analog�a de la naturaleza, porque en la naturaleza hay una ley de que ninguna cosa puede ser independiente del resto de la creaci�n, pero hay una acci�n y reacci�n mutua de todos sobre todos. Dios ha constituido este universo de tal manera que el ego�smo es la mayor ofensa posible contra su ley, y vivir para otros y ministrar a otros es la m�s estricta obediencia a su voluntad.

Nuestro camino m�s seguro hacia nuestra propia felicidad es buscar el bien de nuestros semejantes. Almacenamos en el propio banco de Dios lo que gastamos generosamente en beneficio de nuestra raza. Para obtener debemos dar; para acumular debemos esparcir; Para hacernos felices, ser buenos y ser espiritualmente vigorosos, debemos hacer el bien y buscar el bien espiritual de los dem�s.

I. Aplicar este principio, en su sentido estricto, como perteneciente a nosotros personalmente. Hay algunas obras en las que no todos podemos participar. Los hombres peculiares tienen un trabajo especial; pero regar es un trabajo para personas de todos los grados y de todo tipo.

1. Todas las plantas de Dios, m�s o menos, necesitan riego.

2. El pueblo del Se�or generalmente obtiene este riego a trav�s de instrumentos. El Esp�ritu Santo nos riega por las amonestaciones de los padres, por las amables sugerencias de los amigos, por la ense�anza de sus ministros, por el ejemplo de todos sus santos.

3. Algunas plantas necesitan un riego especial y deben ser objeto de un cuidado inusual, en parte debido al temperamento o la ignorancia, y en parte debido a las circunstancias, tal vez de prueba, tal vez de que el alma se marchite.

4. Todos los creyentes tienen alg�n poder para regar a otros. Al regar as� a otros, seremos regados nosotros mismos. Este es el punto principal.

(1) Despertar�s tus propios poderes.

(2) Usted mismo obtendr� instrucci�n.

(3) Te sentir�s c�modo en tu trabajo.

(4) Regar a los dem�s te har� humilde.

(5) Ganar�s muchas oraciones.

(6) Incluso obtendr�n honor para ustedes mismos, que los estimular�n a nuevos esfuerzos.

(7) Mientras riegas a otros, estar�s manifestando y mostrando tu amor a Cristo, y eso te har� m�s como �l.

II. El principio, en un sentido m�s amplio, ya que puede referirse a nosotros como Iglesia. Nosotros, como Iglesia, hemos disfrutado de una prosperidad singular; pero nos hemos esforzado en regar a otros. Hemos emprendido muchas empresas para Cristo y esperamos emprender muchas m�s. Debemos mantener nuestro trabajo de riego.

III. El principio, en el sentido m�s amplio, ya que puede referirse a todo el Cuerpo de Cristo. Nuestras operaciones misioneras son una bendici�n infinita para las iglesias en casa. Renunciar a ellos, renunciar a ellos, retenerlos, traer�a tal maldici�n que tuvimos que arrodillarnos y orar: "Dios env�e de regreso la obra misional". ( CH Spurgeon }

La liberalidad b�blica ilustrada y reforzada

Todas las apariencias de virtud y piedad no participan de su naturaleza real. Vea el caso de los fariseos. Ninguna de nuestras buenas obras puede ser aprobada por Dios a menos que surjan de un principio correcto, est�n guiadas por una regla correcta y est�n dirigidas a un fin correcto. Dios mira el motivo en el que se originan.

I. El car�cter de la verdadera liberalidad religiosa o cristiana.

1. Su principio. El esp�ritu que hay en el hombre debe ser el asiento de esta virtud, o la mano generosa, en la medida en que respeta a Dios, no tiene valor. Hay mucha beneficencia aparte de la religi�n. Pero es el coraz�n agradecido que Dios requiere.

2. Sus objetos. Primero nuestros parientes seg�n la carne. Luego, los pobres y los afligidos de la sociedad.

3. Los modos en que debe expresarse esta liberalidad. Debe ser honesto en su administraci�n. Debe ser proporcional en grado. Debe ser cari�oso en su comunicaci�n. Deber�a ser expansivo en su abrazo. Debe ser habitual en su ejercicio.

II. La recompensa para animarnos a su ejercicio y exhibici�n.

1. En cuanto a la vida que es ahora. Placer interior, placer de contemplar el bien realizado; poderes ampliados de utilidad.

2. En lo que respecta a la vida por venir. Aplicar a los que no dan nada a la causa de los pobres. A los que dan poco. A los que tienen la costumbre de dar mucho. ( John Clayton, junio )

La bienaventuranza de la bendici�n

Debe admitirse que la tendencia natural de las cosas en este mundo ca�do actual no es de ninguna manera tal que asegure un resultado pr�spero a la rectitud de conducta y el fracaso a la de car�cter contrario. A menudo somos testigos de la inversi�n de este orden. Es necesario considerar el car�cter de la dispensaci�n bajo la cual se escribi� el libro. Los jud�os estaban ostensiblemente, as� como realmente, bajo el gobierno inmediato de Dios; un gobierno sancionado por recompensas y castigos temporales.

Esto le dio al gobierno de Dios sobre ellos lo que podemos llamar un car�cter visible. Hab�a un gobernador moral ostensible. El jud�o, aparte de toda consideraci�n de un estado futuro, ten�a derecho a buscar, incluso en esta vida, una sanci�n providencial a su conducta, cuando sus caminos eran los que agradaban al Se�or. En el trato de Dios con ese pueblo, �l proporciona un emblema, un emblema visible, de Su trato con los dem�s.

La gran distinci�n entre las dispensaciones jud�a y cristiana es que una estaba dirigida a los sentidos, la otra a la fe; uno se ocupa de las cosas visibles, el otro de lo espiritual. Es consistente con esta distinci�n, que si bien el gobierno providencial de Dios sobre su pueblo no es menos real bajo la dispensaci�n cristiana, deber�a ser menos manifiesto. Aquellas cosas que nos dejar�an perplejos si intentamos juzgar los caminos de Dios con el sentido, se vuelven reconciliables con Su car�cter y con Sus promesas cuando se las considera en el juicio de fe.

La objeci�n podr�a plantearse sobre la base de que la afirmaci�n del texto se contradice con una cuesti�n de hecho absoluta. Las palabras, traducidas de su lenguaje figurado, afirman obviamente, que el que distribuye generosamente a otros esas bondades, ya sea en gracia o en la providencia, que Dios le ha conferido, ser� �l mismo m�s abundantemente enriquecido. A los ojos de los sentidos, esta afirmaci�n est� lejos de ser verificada universalmente entre nosotros como un hecho.

Desde un punto de vista mundano, no siempre los m�s virtuosos son los m�s pr�speros, ni los m�s liberales los m�s exitosos. Pero la fe har� que cada promesa que se nos haga se cumpla en un sentido m�s elevado y mejor. La mayor ejemplificaci�n de este pasaje se encuentra en la persona de nuestro Se�or Jesucristo. Pas� su vida bendiciendo; por eso fue �l tan grandemente bendecido. La recompensa de la recompensa es un motivo sancionado por el ejemplo m�s alto, el de Cristo mismo.

Algunos piensan que tiene demasiado sabor a legalidad, ofrecer una recompensa futura como est�mulo para el empleo activo de todos nuestros talentos en el servicio de Dios. Sin embargo, seguramente esto es para confundir cosas que son perfectamente distintas en s� mismas. No es incompatible con las doctrinas de la gracia proponer un aumento proporcional del gozo futuro como motivo del sacrificio presente, y presentarlo ante los cristianos como una cuesti�n de certeza, que todo sacrificio que hagan por amor al Se�or ser� recompensado. de la mano del Se�or.

La distribuci�n generosa de nuestra sustancia mundana va acompa�ada de una bendici�n del Se�or, al menos para el hombre mismo. Pero el texto es la exposici�n de una ley establecida en el gobierno universal de la providencia de Dios. Nuestro progreso depende de nuestra disposici�n a comunicarnos de las tiendas que ya nos han sido conferidas. La regla del progreso espiritual del cristiano no es tanto en proporci�n a las adquisiciones que hace del conocimiento, como al uso que hace de �l. Mientras alimentamos a otros, Dios alimenta nuestras propias almas. Est� en la naturaleza de las cosas, o m�s bien, deber�a decir, est� en el nombramiento de Dios, que as� sea. ( W. Dodsworth, MA .)

El que riega, ser� regado

�Si damos tanto, agotaremos nuestros recursos�, es un comentario com�n. No tengas miedo de eso, amigo. Mira esa peque�a fuente all�, m�s all�, en la monta�a distante, brillando como un hilo de plata a trav�s del espeso bosquecillo, y resplandeciendo como un diamante en su saludable actividad. Se apresura con pies tintineando para llevar su tributo al r�o. Mira, pasa por un estanque estancado, y el estanque lo saluda.

"�A d�nde vas, maestro arroyo?" "Voy al r�o a traer este vaso de agua que Dios me ha dado". ��Ah! eres muy tonto por eso; lo necesitar� antes de que termine el verano. Ha sido una primavera atrasada, y tendremos un verano caluroso para pagarla; entonces te secar�s ". �Bueno�, dice el arroyo, �si voy a morir tan pronto, ser� mejor que trabaje mientras dure el d�a. Si es probable que pierda este tesoro por el calor, ser� mejor que lo haga bien mientras lo tenga.

�As� continu�, bendiciendo y regocij�ndose en su curso. El estanque sonri� complacido ante su propia previsi�n superior y utiliz� todos sus recursos, sin dejar que ni una gota se le escapara. Pronto baj� el calor del verano y cay� sobre el riachuelo. Pero los �rboles se amontonaron hasta el borde y arrojaron sus ramas protectoras sobre �l en el d�a de la adversidad, porque les tra�a refrigerio y vida; y el sol se asomaba a trav�s de las ramas y sonre�a complacido en su rostro lleno de hoyuelos, y parec�a decir: "No est� en mi coraz�n hacerte da�o"; y los p�jaros bebieron su marea plateada y cantaron sus alabanzas; las flores exhalaban su perfume sobre su seno; a las bestias del campo les encantaba holgazanear junto a sus orillas;

Dios vio que el riachuelo nunca se agotaba. Vaci� su copa llena en el r�o, y el r�o la llev� al mar, y el mar le dio la bienvenida, y el sol sonri� sobre el mar, y el mar envi� su incienso para saludar al sol, y las nubes prendieron, en sus amplios senos, el incienso del mar y los vientos, como corceles en espera, atraparon los carros de las nubes y se los llevaron, hasta la misma monta�a que dio a luz a la peque�a fuente; y all� inclinaron la copa rebosante y vertieron el bautismo agradecido.

Y Dios se asegur� de que la peque�a fuente, aunque ced�a tan plena y libremente, nunca se secara. �Y d�nde estaba la piscina prudente? �Pobre de m�! en su inactividad sin gloria se volvi� enfermizo y pestilente. Las bestias del campo le acercaron la boca, pero se apartaron sin beber. La brisa se inclin� y la bes� por error, pero atrap� la malaria en el contacto y llev� la fiebre por la regi�n. ( RF Horton .)

Gordura del alma

Si deseo florecer en el alma, no debo acumular mis provisiones, sino que debo distribuirlas a los pobres. Estar cerca y ser mezquino es el camino del mundo hacia la prosperidad, pero no el camino de Dios (ver Proverbios 11:24 ). La forma de ganar de la fe es dar. Debo intentar esto una y otra vez; y puedo esperar que reciba tanta prosperidad como sea buena para m� como una graciosa recompensa por un curso de acci�n generoso.

Por supuesto, puede que no est� seguro de hacerme rico. Estar� gordo, pero no demasiado gordo. Demasiadas riquezas podr�an volverme tan dif�cil de manejar como suelen ser las personas corpulentas, causarme la dispepsia de la mundanalidad y tal vez provocar una degeneraci�n grasa del coraz�n. No, si estoy lo suficientemente gordo como para estar sano, puede que me sienta satisfecho; y si el Se�or me concede una competencia, puedo estar completamente satisfecho. Pero hay una gordura mental y espiritual que codiciar�a mucho; y estos vienen como resultado de pensamientos generosos hacia mi Dios, Su Iglesia y mis semejantes. No me dejes escatimar, no sea que muera de hambre mi coraz�n. Perm�teme ser generoso y generoso; porque as� ser� como mi Se�or. �l se dio a s� mismo por m�: �le guardar� rencor? ( CH Spurgeon .)

La ley de recompensa de Dios

Si considero a los dem�s con cuidado, Dios me considerar� a m�; y de una forma u otra me recompensar�. D�jame considerar a los pobres, y el Se�or me considerar� a m�. D�jame cuidar de los ni�os peque�os, y el Se�or me tratar� como a su hijo. D�jame apacentar su reba�o y �l me apacentar�. D�jame regar Su jard�n, y �l har� de mi alma un jard�n de riego. Esta es la propia promesa del Se�or; sea ??m�o cumplir la condici�n, y luego esperar su cumplimiento.

Puede que me preocupe por m� mismo hasta que me vuelva morboso; Puedo vigilar mis propios sentimientos hasta que no sienta nada; y puedo lamentar mi propia debilidad hasta que me vuelva casi demasiado d�bil para lamentarme. Ser� mucho m�s provechoso para m� volverme altruista y, por amor a mi Se�or Jes�s, comenzar a cuidar las almas de quienes me rodean. Mi tanque se est� quedando muy bajo; no viene lluvia fresca para llenarlo; �Qu� debo hacer? Levantar� el tap�n y dejar� que su contenido se escurra para regar las plantas marchitas que me rodean.

�Que es lo que veo? Mi cisterna parece llenarse a medida que fluye. Un manantial secreto est� en funcionamiento. Mientras todo estaba estancado, el manantial fresco estaba sellado; pero como mi ganado fluye para regar a otros, el Se�or piensa en m�. �Aleluya! ( CH Spurgeon .)

Versículo 26

Al que retiene el trigo, el pueblo lo maldecir�.

Retenci�n de ma�z

El texto tiene que ver con propietarios de ma�z y comerciantes en �l. En la �poca de Salom�n, las hambrunas eran frecuentes y graves porque las comunicaciones comerciales entre diferentes pa�ses eran muy inciertas. Entonces las personas comprar�an todo el ma�z que pudieran, para aumentar indebidamente el precio de mercado. En relaci�n con esta codicia en el comercio, hay una maravillosa reserva de Sagrada Escritura. El se�or Arnot dice: �En esta breve m�xima no se establece una regla arbitraria para el poseedor de ma�z, que debe vender en un per�odo determinado ya un precio determinado; y sin embargo, los hambrientos no se quedan sin una ley protectora.

La protecci�n de los d�biles no se conf�a a peque�os reglamentos policiales, sino a grandes arreglos providenciales que act�an por s� mismos. El doble hecho se registra en t�rminos de peculiar distinci�n, que quien en tiempos de escasez guarda su ma�z para enriquecerse es aborrecido por el pueblo, y quien lo vende gratuitamente es amado. Esto es todo. No hay m�s legislaci�n sobre el tema �. Las leyes que interfieren entre el comprador y el vendedor, el amo y el trabajador, son errores y molestias.

El mercado funciona mejor cuando se lo deja solo, por lo que en nuestro texto no hay ninguna ley promulgada y ninguna pena amenazada, excepto la que la naturaleza de las cosas hace inevitable. Un hombre puede hacer lo que le plazca vendiendo o no, pero no puede escapar de la maldici�n del pueblo si decide encerrar su grano. Pero si trae una maldici�n sobre un hombre retener el pan que perece, �qu� peso de maldici�n caer� sobre el hombre que retenga el pan de vida eterna!

I. �C�mo se puede hacer esto?

1. Encerrando la Palabra de Dios en un idioma desconocido, o entreg�ndola y predicando en un estilo tal que la gente no la comprenda. Ilustre con la pr�ctica de la Iglesia Romana. Pero los t�rminos de la teolog�a, las frases art�sticas, las definiciones de la filosof�a, la jerga de la ciencia, son una lengua desconocida para los j�venes labradores piadosos o los comerciantes que oran. La sencillez es el estilo autorizado del verdadero ministerio del evangelio.

2. Reteniendo las verdades m�s importantes y vitales de la revelaci�n, y dando prominencia a otras cosas, que son secundarias. La moralidad no trae alimento a las almas hambrientas, aunque es suficientemente buena en su lugar. Los disuasorios del vicio no son el pan del cielo, aunque lo suficientemente bien a su manera. Necesitamos que se presenten las grandes doctrinas de la gracia, porque la Palabra de Dios es la espada del Esp�ritu, y es predicando la verdad como es en Jes�s que se ganan almas para �l.

3. Por falta de celo amoroso en nuestro trabajo. Lo que Dios bendice para la salvaci�n de los pecadores es la verdad acompa�ada de la seriedad del que habla. Piense en la predicaci�n de Baxter. Somos culpables de retener el ma�z a menos que prediquemos con un alma compasiva, amorosa, tierna, afectuosa, ferviente y ansiosa.

4. Neg�ndose a trabajar celosamente por la extensi�n del reino de Cristo y la conversi�n de los pecadores.

5. Neg�ndose a ayudar a los que trabajan para Cristo. No puedo entender c�mo un hombre puede amar a Dios cuando solo vive para acumular riquezas.

II. La bienaventuranza que poseen los que parten el pan de vida. Describirlo est� completamente fuera de mi alcance. Debes conocerlo, probarlo y sentirlo. Hay muchas bendiciones en hacer el bien a los dem�s.

1. Una conciencia tranquila.

2. Consuelo al hacer algo por Jes�s.

3. Ver los primeros brotes de convicci�n en un alma joven.

4. La alegr�a del �xito.

5. La recompensa final y graciosa.

III. Ahora tengo que abrir el granero yo mismo. Pecadores hambrientos, que desean un Salvador, �no podemos negarles el pan! Te contamos el camino de la salvaci�n.

1. Es una salvaci�n satisfactoria.

2. Es una salvaci�n suficiente.

3. Es una salvaci�n completa.

4. Es una salvaci�n presente.

5. Es una salvaci�n disponible. ( CH Spurgeon .)

El derecho a retener

Puede considerarse que el texto sugiere un pensamiento a�n m�s elevado que aquel al que se limita. Si los hombres no tienen derecho a retener el ma�z, �qu� derecho pueden tener a retener el conocimiento? Si es algo malo da�ar el cuerpo o exponerlo a un peligro, �qu� es da�ar el alma o exponerla al peligro de la p�rdida eterna? Si est� mal retener el pan del cuerpo, �qu� debe ser para retener el pan del alma? Una doctrina importante est� involucrada en todo el texto; hay algunas cosas que un hombre puede poseer, por as� decirlo, para s� mismo, y disfrutar sin compartir su deleite con los dem�s; Un hombre puede tener muchas piedras preciosas, y puede ocultarlas, y no permitir que ning�n ojo m�s que el suyo las mire, o que la mano las toque excepto las suyas: as� sea; el placer es estrecho y ego�sta, y su disfrute no tiene grandes consecuencias sociales.

Por otro lado, parecer�a como si ning�n hombre pudiera tener propiedad privada en el ma�z o en el pan, en el sentido de decirle al pueblo: �Yo lo tengo, pero ustedes no lo poseer�n; aunque ofrezcas el doble de su precio, no te permitir� quit�rmelo a menos que multipliques el precio por cinco ". Un hombre puede hablar as� de diamantes y rub�es, pero no tiene la libertad de hablar as� del pan. Un hombre puede tener una gran propiedad en los cuadros, pero es cuestionable si deber�a tener alguna propiedad en la tierra en alg�n sentido que haga que la gente dependa de su capricho en cuanto a si debe ser cultivada y destinada a los usos m�s elevados.

Parecer�a como si la luz, el aire y la tierra fueran posesiones universales y que todos los hombres fueran igualmente bienvenidos. En el caso de la tierra, puede ser necesario que exista una propiedad temporal o alguna relaci�n reglamentada con ella para evitar robos; pero con tal relaci�n regulada, la propiedad bien podr�a terminar. Todo este problema, sin embargo, solo puede realizarse como resultado de la mayor educaci�n espiritual.

Es dif�cil persuadir a un gran terrateniente de que debe renunciar a sus derechos por el bien de la rep�blica. Esto s�lo puede suceder despu�s de a�os, incluso siglos, de educaci�n del tipo m�s espiritual; o si viene antes por el arte de gobernar, tambi�n debe venir con justicia, porque incluso los buenos derechos pueden ser creados por procesos defectuosos, y por el mero lapso de tiempo pueden establecerse propiedades que no tienen fuerza original.

Nunca tendremos una comunidad fundada en la rectitud e inspirada por el esp�ritu del patriotismo hasta que seamos justos para todos los intereses que se interponen en el camino de su realizaci�n. ( J. Parker, DD .)

Versículo 28

El que conf�a en sus riquezas caer�

Confiando en las riquezas

I. Aqu� hay una tendencia com�n. Confiar en la riqueza es ...

1. Espiritualmente insatisfactorio.

2. Necesariamente evanescente.

II. He aqu� una terrible cat�strofe. "Oto�o."

1. �De d�nde? De todas sus esperanzas.

2. �Ad�nde? A la decepci�n y la desesperaci�n.

3. �Cu�ndo? Siempre que la convicci�n moral se apodere del alma, sea antes o despu�s de la muerte.

4. �Por qu�? Porque la riqueza nunca fue una base adecuada para el alma. ( Homilista .)

Pero el justo florecer� como una rama. -

El secreto de la vida espiritual

Los justos, y algunos de ellos han existido incluso en los per�odos m�s oscuros de la historia del mundo, los justos "florecen como una rama". No se apoyan en su propio tallo y no viven en su propia ra�z. Desde el principio, el mismo Jes�s a quien miramos se dio a conocer a la fe. La manera y la medida de dar a conocer la verdad al entendimiento eran en aquellos d�as muy diferentes; pero la naturaleza y la fuente de la vida espiritual eran las mismas.

Pero aunque todas las ramas reales viven, no todas florecen por igual. Todo lo que ci�e la rama con demasiada fuerza impide el flujo de savia del tallo y deja marchitar las extremidades. Muchas preocupaciones, vanidades y pasiones envuelven un alma y hacen que la vida incluso de los vivos se marchite. Cuando el mundo, en cualquiera de sus formas, se aferra a la vida, la restricci�n obstruye los canales secretos entre el disc�pulo y su Se�or, y el fruto de la injusticia cae sin madurar. Es s�lo como una rama que los cristianos pueden florecer en este desierto; no tienen una fuente independiente de vida y crecimiento. ( W. Arnot, DD .)

Versículo 29

El que turba su casa heredar� viento.

Vida familiar

I. La paz debe ser el gran objetivo de todos los miembros del c�rculo dom�stico. Molestar la casa es un mal.

II. Hay algunos miembros que rompen la paz de su c�rculo dom�stico. Son los malvados, impulsivos, falsos, ego�stas.

III. Aquellos que rompen la paz de su c�rculo dom�stico son tontos. Su insensatez se ve en esto:

1. No obtienen nada bueno con eso.

2. Se degradan por ello. ( D. Thomas, DD .)

Perturbando la propia casa

Hay muchas formas de hacerlo. Un hombre puede, por la violencia y la irritabilidad, el mal humor, la irritabilidad y el ego�smo de su temperamento; puede que lo haga por su avaricia, por un lado, o por su imprudente prodigalidad, por el otro, involucrando a su familia en el hambre y el sufrimiento por medios opuestos; puede hacerlo por la intemperancia, con todos sus horribles asistentes; puede que por la pereza, la ociosidad y la indisposici�n para trabajar, perturbe su propia casa.

"�l heredar� el viento". La expresi�n es muy fuerte. �Podr�a alguna palabra transmitir de manera m�s impresionante la idea de p�rdida, decepci�n y desamparo y mendicidad? El resultado que el hombre merece. La familia de un hombre es su primer encargo del cielo y debe ser su principal y constante solicitud. El �nico mal que hay que lamentar es que �l trae la miseria sobre ellos y sobre �l mismo. ( R. Wardlaw .)

Versículo 30

El fruto del justo es �rbol de vida.

El fruto de los justos

Con esto se entienden sus oraciones, sus caridades, su buen ejemplo, las virtudes que componen su car�cter y adornan su vida, y todos los esfuerzos e influencias con las que manifiesta su sabidur�a para ganar almas. Ganar almas en el mejor sentido es llevarlas al conocimiento salvador de Jes�s y subyugarlas a Su dominio de gracia. Un ilustre fil�sofo antiguo dijo: �No hay nada grande en la tierra excepto el hombre, y nada grande en el hombre excepto su alma.

��C�mo calcular�s el valor de un alma, o con qu� medida est�ndar su grandeza? �Lo estimar� por su naturaleza y origen, o por su poder y capacidades, o por la duraci�n de su ser, o por el costo de su redenci�n, o por la lucha por su posesi�n y control, o por comparaci�n con el espl�ndido y �precioso? Y si tal es el valor del alma que los mundos adquiridos no pudieron compensar su p�rdida, ni un universo material redimir�a su p�rdida, cu�n excelente, m�s all� de todo poder del lenguaje o del pensamiento, el trabajo de salvar la cosa invaluable de la destrucci�n y colocar �Entre las joyas de la corona del Rey de reyes! Mire el asunto desde otra perspectiva.

El alma est� ca�da, culpable, pereciendo; y quien la rescata y restaura le confiere un beneficio incalculable e inconcebible. �Qui�n limitar� el efecto de su trabajo para salvar un alma, o rastrear� la bendita influencia hasta su fin? El efecto ben�fico de la labor cristiana fiel es una corriente cada vez mayor y un crecimiento cada vez mayor. Todo el cielo se une con todo lo que es celestial en la tierra para dar testimonio del precioso fruto de la justicia y la sabidur�a trascendente de ganar almas.

Estas consideraciones apelan a tu caridad, otras apelan con igual fuerza a tu piedad, tu gratitud, tu inter�s, tu ambici�n. La Iglesia fue ordenada para la ayuda mutua y la recuperaci�n de los perdidos. Los santos viven para los dem�s, Dios los ha bendecido, para que sean bendiciones para su raza. ( J. Cross, DD, LL.D. )

El que gana almas es sabio. -

Ganar almas

I. El objeto del trabajador cristiano. En cualquier trabajo es bueno tener una percepci�n clara del objeto que se busca. Esto ordena nuestros esfuerzos y les da coherencia. Si un hombre pierde de vista un prop�sito claro, se vuelve ap�tico o, en el mejor de los casos, mec�nico. Esto es cierto sobre todo en la obra cristiana. Quienes la emprenden se proponen reunir las almas inmortales de las tinieblas a la luz maravillosa de Dios.

La nuestra es una misi�n apost�lica. Debemos atrapar hombres, almas. Su salvaci�n es el centro del objetivo, la diana que debemos acertar. Deber�amos estar agradecidos por cada muestra de �xito. Si podemos instruir la mente o almacenar la memoria con las cosas de Dios, el nuestro no es un trabajo perdido, pero no debemos contentarnos con estas cosas; pueden ser medios para el fin, no son el fin en s�. Nuestro prop�sito es llevar a los j�venes a Cristo y a Cristo a ellos. La misma magnitud del prop�sito nos animar� si lo miramos correctamente.

II. La forma en que se realizar� este trabajo. "Winneth". No se debe emplear fuerza. No podemos llevar ni siquiera a los ni�os peque�os al redil de la seguridad con zuecos y piedras. Queremos asirnos del coraz�n, ganarnos el afecto, y para ello debemos utilizar el aspecto persuasivo del evangelio. Una religi�n forzada, si puedes concebirla, no vale nada. Es una flor falsa. Los ejemplos de ganar se encuentran en la forma en que los primeros disc�pulos del Salvador, y sobre todo, el Salvador mismo, hicieron su trabajo.

Debemos vivir la verdad, dejando que toda nuestra vida diga lo que es correcto y eso m�s all� del error; y, sin embargo, sobre todo amor hay que presidir, suavizar nuestras asperezas y hacer nuestra sabidur�a pac�fica y pura. Donde hay un esp�ritu tierno y vencedor, entonces se pueden hacer claros golpes de casa que se resentir�an si se mezclaran con la ira del hombre. El poder de atracci�n reside a�n m�s en el tono evidente de nuestra ense�anza que en el tipo de lenguaje que usamos. La ra�z de la persuasi�n est� en el amor a Dios y al hombre, acariciado por la oraci�n, encendido y sostenido por el Esp�ritu Santo.

III. El car�cter requerido para esta gran obra. "Sabio." Se necesita un alto estilo de car�cter cristiano. Debemos ser buenos. El ganador exitoso de almas debe estar �l mismo ya ganado para Cristo. Nuestro trabajo est� �ntimamente ligado a nuestros personajes. En igualdad de condiciones, lo m�s probable es que lleve a otros a Cristo, quien �l mismo est� m�s cerca de Cristo. La influencia de la santidad personal se infiltra donde nada m�s puede encontrar un lugar.

Nuestro poder con el hombre ser� justo en proporci�n a nuestro poder con Dios. Todo esfuerzo devoto por alcanzar una vida m�s santa es una forma de aumentar nuestra eficiencia como ganadores de almas. Tambi�n debemos ser sabios en el conocimiento de la verdad de Dios. Un hombre puede saber lo suficiente para su propia salvaci�n y, sin embargo, no saber lo suficiente como para poder impartirlo eficazmente a los dem�s. Poderosos en las Escrituras, seremos poderosos para nuestro trabajo. Y debemos ser sabios en el conocimiento del coraz�n humano.

En su naturaleza m�s �ntima, el coraz�n de un ni�o y el de un hombre son muy parecidos. Cualquiera puede adquirir este conocimiento quien, con una naturaleza piadosa y compasiva, sale al mundo y mantiene los ojos abiertos. El maestro que conoce a sus hijos puede dar a cada uno su raci�n de carne a su debido tiempo como ning�n otro puede. Piense en los est�mulos a este trabajo. La nuestra es obra eterna, sus monumentos permanecer�n para siempre.

Trabajamos por la eternidad, puliendo piedras para el templo celestial, buscando gemas con las que adornar la corona del Salvador. Piense en el gozo del saludo celestial y la aprobaci�n del Se�or, una aprobaci�n que no se otorga seg�n el �xito, sino seg�n la fidelidad. Con ning�n prop�sito mejor puedes pasar tu vida. Trabaja por Cristo que permanecer�. ( Edward Medley, BA .)

Ganar almas

Debe ser un hombre sabio, incluso en los aspectos ordinarios, que pueda por gracia lograr una maravilla tan Divina como ganar un alma. El que gana almas suele ser un hombre que podr�a haber hecho cualquier otra cosa si Dios lo hubiera llamado a ello. El es sabio&mdash

1. Porque ha elegido un objeto sabio.

2. Porque para ganar un alma se requiere una sabidur�a infinita.

3. Demostrar� haber sido un hombre sabio en el juicio de aquellos que ven tanto el final como el principio.

I. La met�fora utilizada en el texto. Usamos la palabra "ganar" de muchas maneras, por ejemplo, juegos de azar, trucos de malabarismo, etc. Se usa en la guerra. Los guerreros ganan ciudades y provincias. La palabra se us� para significar el �xito en un combate de lucha libre. Hay formas secretas y misteriosas en las que los que aman se ganan el objeto de sus afectos. El amor es la verdadera forma de ganar almas. El hebreo es, "El que toma almas es sabio", y la palabra se refiere a pescar o cazar p�jaros. Debemos tener nuestros se�uelos para las almas adaptados para atraer, fascinar, captar.

II. Algunas de las formas en que se ganan las almas.

1. Un predicador gana m�s almas cuando cree en la realidad de su trabajo.

2. Cuando se acerca m�s a la verdad salvadora.

3. Se ganan almas llevando a otros a escuchar la Palabra.

4. Intentando hablar con extra�os despu�s del serm�n.

5. Por amistades y relaciones abotonadas.

6. Escribiendo cartas.

7. El ganador de almas debe ser un maestro en el arte de la oraci�n. ( CH Spurgeon .)

Almas ganadoras

La estimaci�n de nuestro Se�or del valor del alma era exagerada. Su mente vio su naturaleza espiritual como un objeto de valor supremo. En la medida en que seamos semejantes a Cristo, nuestros puntos de vista se corresponder�n y nuestros esfuerzos tambi�n.

I. Una gran obra contemplada. El negocio definitivo de todos los trabajadores cristianos. Genial porque ...

1. Del valor del objeto.

2. De las capacidades del alma: para el mal si no se gana, y para el bien si no se gana.

3. Porque el alma es el resorte principal de la vida y la acci�n.

II. Se sugiere un m�todo eficaz. Victorioso.

1. El trabajo cristiano es una fuerza magn�tica. El centro del magnetismo el�ctrico es la Cruz.

2. La posibilidad aqu� plasmada. Un trabajo que todos pueden emprender y realizar.

III. Un personaje aqu� definido. "Es sabio". Porque beneficia a los dem�s. Porque gana una estrella para su propia corona. Porque est� acumulando tesoros en el cielo. Porque gana la aprobaci�n de su Dios y los aplausos de los �ngeles. La forma m�s elevada de sabidur�a es dedicar la fuerza de la vida a recolectar perlas cuya salvaci�n enriquecer� con riquezas eternas. ( JF Pridgeon .)

La vida de los buenos

Nota&mdash

I. La influencia involuntaria de la vida de un buen hombre. El fruto de una vida es la expresi�n involuntaria y regular de lo que el hombre es en alma y coraz�n. No todas las acciones son fruto de la vida, por cuanto el hombre en el ejercicio de su libertad y, incluso por accidente, realiza acciones que, en lugar de expresar plenamente, tergiversan su vida. El fluir regular de la actividad general de un hombre es el fruto, y �ste, en el caso de un buen hombre, es un "�rbol de la vida". Es as� por tres razones.

1. Expresa la vida real.

2. Comunica la vida real.

3. Nutre la vida real.

II. El prop�sito m�s elevado de la vida de un buen hombre. "El que gana almas es sabio". Esto implica&mdash

1. Que las almas est�n perdidas.

2. Que las almas se salven.

3. Que las almas sean salvadas por el hombre.

4. Que el hombre que logra salvar almas es sabio.

III. La retribuci�n inevitable de la vida de un buen hombre. Se supone que la recompensa aqu� se refiere m�s al sufrimiento que experimenta como consecuencia de las imperfecciones que le quedan que a las bendiciones que disfruta como recompensa por el bien que hay en �l. Los pecados de los hombres buenos son castigados en esta tierra. El argumento aqu� es a fortiori: si Dios visita los pecados de su pueblo con castigo, mucho m�s visitar� los pecados de los inicuos. ( D. Thomas, DD .)

El ganador de almas

La mayor�a de los hombres apuntan y se esfuerzan por ganar algo a lo que atribuyen un gran valor. Puede ser riqueza secular, honor terrenal o placer sensual. Pero no puede ser sabio gastar la vida en el esfuerzo por ganar cualquiera de estas cosas. El objetivo de Pablo era ganar a Cristo, y ese tambi�n deber�a ser nuestro primer objetivo. Habiendo ganado a Cristo para nosotros, nuestro objetivo debe ser ganar almas para Cristo.

I. El que quiera ganar almas debe ser sabio. Necesita sabidur�a para tener �xito en los negocios de la vida. Se necesita una sabidur�a mucho m�s elevada y noble para ganar almas. Es una cosa sumamente dif�cil ganar a los hombres de las filas del pecado y Satan�s a las filas de Dios y Su Cristo.

1. El aspirante a ganador de almas debe ser te�ricamente sabio. Necesita estar bien informado. No puede saber demasiado y debe estar bien informado sobre algunos asuntos muy importantes, por ejemplo, las Sagradas Escrituras, la naturaleza humana, etc.

2. Necesita ser sabio en la pr�ctica, tanto en acci�n como en pensamiento. Deber�a ocuparse en gran medida de las verdades m�s atractivas y pat�ticas. Debe elegir cuidadosamente las estaciones m�s apropiadas. Debe cultivar el esp�ritu m�s amoroso y la manera m�s bondadosa. Deber�a estar mucho en comuni�n con Dios.

II. El que logra ganar almas demuestra ser sabio. Esto es cierto visto desde varios puntos de vista.

1. Piense en esta obra en relaci�n con Dios. Es cooperaci�n con Dios.

2. En su relaci�n con los ganados.

3. En su relaci�n con la sociedad.

4. En su relaci�n con quienes se dedican a ella.

En este mundo les trae honor, placer y cultura. Las bendiciones los siguen al mundo futuro. ( John Morgan .)

Ganar almas

I. �Qu� es un alma? Sabemos poco acerca de un alma fuera de la Biblia. Ense�a&mdash

1. Ese hombre es un ser compuesto.

2. Que el alma es indestructible.

3. Por ser indestructible, su valor es infinito.

II. �Qu� se entiende por ganar almas?

1. La palabra "ganar" se usa tanto en el buen como en el mal sentido. No hay trucos mezquinos para ganar almas.

2. "Ganar" es una palabra guerrera: �qu� poderes hay luchando por el alma?

3. Margen tiene, "el que toma almas", implicando el uso de varios atractivos.

III. �C�mo se pueden ganar almas? Debe haber ...

1. Adaptaci�n.

2. El ganador de almas debe tener cuidado de no ofender los prejuicios de aquellos a quienes busca ganar.

3. Debe haber un m�todo. El ganador de almas primero debe tener el amor de Cristo en su propio coraz�n. Luego debe proclamarlo con paciencia, amor, oraci�n y fervor. Esto se puede hacer de varias maneras.

IV. �En qu� sentido es sabio el hombre que gana almas?

1. En el sentido ordinario. El hombre de negocios que tiene adaptaci�n, m�todo, diligencia, etc., dice que es un hombre sabio.

2. Porque se est� preparando para el futuro.

3. Porque construye monumentos duraderos.

4. Porque agrada a Dios. ( AF Barfield .)

Un trabajo sabio

El Libro de Proverbios puede compararse con una canasta de perlas. Cada verso est� completo en s� mismo; la verdad contenida en �l tiene un valor independiente.

I. La sabidur�a se ve en el intento de ganar. El mismo esfuerzo en s� mismo es una prueba de verdadera sabidur�a.

1. La posici�n del alma lo prueba. Es uno que perece.

2. Ganar almas es un trabajo noble. Un ganador de almas no tiene por qu� envidiar a nadie. Su trabajo supera a todos en verdadera nobleza.

3. Ganar almas es un trabajo duradero y, por lo tanto, el que lo intenta es sabio.

4. Es un trabajo que enriquece el alma. El hombre que imparte una bendici�n por el mismo acto, la recibe. La manera de ser un cristiano gozoso es trabajar para ganar almas.

5. Ganar almas es un trabajo que habla de la eternidad.

6. Ganar almas es una obra que te influir� en el cielo.

II. Se requiere sabidur�a en el trabajo de ganar.

1. La naturaleza del trabajo como se sugiere en el texto lo demuestra. La palabra para "gana" tiene tres referencias. Se refiere a la captura de p�jaros, la captura de peces, la toma de una ciudad. Para el logro de cada uno de estos se requiere sabidur�a.

2. La variedad de disposici�n que se ve en las almas lo requiere.

III. Sugerencias sobre c�mo empezar a ganar almas.

1. Deben estar alarmados.

2. Deben ser seducidos.

3. Deben tomarse de la mano.

4. Quienes quieran ganar a otros deben demostrar que ellos mismos est�n ganados. ( Archibald G. Brown .)

La sabidur�a de ganar almas

Este texto puede referirse a dos cosas: la sabidur�a para ganar almas o la sabidur�a para ganar almas. El que asume, como misi�n y prop�sito de su vida, la conversi�n de sus semejantes a Cristo, ha dado la prueba m�s alta a su alcance de que �l mismo es un hombre sabio.

I. Ha seleccionado el campo natural para el �xito del esfuerzo humano. Es hora de dejar caer nuestras sospechas en referencia al trabajo honesto. La definici�n de Butler dice: "La felicidad consiste en que una facultad tenga su objeto adecuado". Es decir, que cualquiera de nuestros poderes se fije en un fin leg�timo y proceda de inmediato al vigor, y un sentimiento de verdadera alegr�a continua brotar� del mero ejercicio.

Nuestra raz�n es la m�s feliz de razonar; nuestro juicio al decidir; nuestra imaginaci�n en el dibujo po�tico de cuadros; nuestros afectos al prodigar su amor a los amigos elegidos. Solo hay que agregar el elemento del �xito. Es decir, debemos ser capaces de lograr los fines a los que aspiramos. Si nos frustramos, estamos decepcionados y descontentos. Por tanto, es importante que cada hombre comprenda sus propias adaptaciones y posibilidades, de modo que pueda buscar los fines correctos.

Ganar almas es el verdadero trabajo que deben realizar las almas humanas. Porque pone en acci�n con �xito a todo el hombre cristiano, cuerpo, mente y esp�ritu. Hay inteligencia en ello; hay fe en ello; hay esperanza en ello; hay actividad en �l; hay emoci�n y regocijo en ello. Y el �xito seguramente seguir� a la fidelidad. La vieja f�bula era que quien siempre llevaba una varita de mirto en la mano nunca se cansaba por el camino. Pero aqu� no hay f�bula. El amor de Cristo en el coraz�n y el celo de Cristo en la vida son lo que siempre satisface, ejercita y descansa el alma.

II. El fin espec�fico que se debe alcanzar para ganar almas evidencia sabidur�a en la elecci�n. Incluso un ministerio de destrucci�n tiene algo grandioso, por terrible que parezca contemplarlo, por terrible que deba ser ejercitarlo. Pero un ministerio de socorro es mejor que cualquiera de retribuci�n. Tiene toda la sublimidad del poder, y luego la gracia y la gloria adicionales de la ayuda, la belleza de ser �til.

Un ministerio de salvaci�n es simplemente trascendente. Trata de la naturaleza m�s elevada de un hombre y toca los destinos de la eternidad. En todas partes, Dios parece considerar a los seres humanos como tantas almas. Salvar a un hombre es liberar al pr�jimo del pecado y del infierno y llevarlo a la santidad y al cielo. Salvar un alma es incorporar al destino eterno de un ser sensible y razonador un nuevo manantial y fuerza de vida exultante y regocijante; para avivar todas sus susceptibilidades; renovar la voluntad en una provechosa obediencia a Dios; para desplegar todas las capacidades del intelecto y el afecto. En una palabra, salvar el alma es m�s que crear el alma.

III. La propiedad que ganamos en las almas la ganamos instrumentalmente. Amamos aquello por lo que trabajamos m�s que lo que no nos cuesta nada. El valor para ti se mide por esta suma de ti mismo que has puesto en posesi�n. Un alma que ayudamos a salvar posee un valor para nosotros diferente al de cualquier otra alma. Porque obtenemos una especie de derecho de propiedad sobre �l. Dios nos deja sentir as�.

1. Presente compa�erismo. El alma que llevamos a los gozos de esta nueva vida se convierte en nuestra ayuda y nos devuelve el beneficio. Si ponemos en una vida activa, ben�fica, �til y atractiva cualquier alma humana, �no podr�amos compartir todas las bendiciones que su dulce, gentil y cristiana carrera est� esparciendo a su alrededor?

2. Comuni�n eterna. Aquellos que est�n con nosotros aqu� ir�n con nosotros para estar en nuestra compa��a de aqu� en adelante.

IV. Los grandes premios del evangelio por este trabajo muestran la sabidur�a de ganar almas.

1. El crecimiento de las gracias personales. El que riega a otros, �l mismo se regar�. El que lleva una linterna para los hombres en tinieblas encuentra su propio camino iluminado con m�s claridad.

2. El d�a de la aprobaci�n. Toda alma que salva un alma comparte la satisfacci�n que su trabajo le da al Maestro. �Oh, el gozo exquisito de ese momento supremo cuando un obrero cristiano presenta un nuevo pr�ncipe o princesa a Cristo, el Rey de la Gloria, en medio del cielo! ( CS Robinson .)

La sabidur�a de ganar almas

La estimaci�n que los hombres forman de las cosas espirituales es muy diferente de la que ellos forman de las cosas temporales. Un individuo que es v�ctima del mal temporal excita nuestra piedad y enciende nuestra compasi�n, pero un individuo que perece en la ignorancia y muere en el pecado, no suscita compasi�n.

I. El objeto aqu� propuesto a nuestra benevolente simpat�a y consideraci�n: el alma del hombre. El alma del hombre, �qui�n de nosotros la comprende? Fije la atenci�n en la naturaleza y el marco del alma humana. En la naturaleza no es material, es espiritual e inmaterial. El cuerpo es divisible, el alma es una sustancia homog�nea, es indivisible, insoluble, inseparable. El alma no es materia. Solo conocemos dos sustancias, la materia y el esp�ritu, la carne y la mente, el cuerpo y el alma, que constituyen la totalidad de lo que sabemos que tiene alguna existencia en el universo de Dios. Los fil�sofos han especulado mucho sobre la ubicaci�n del alma en el cuerpo. Todo lo que sabemos es que, aunque el alma habita en la materia, es perfecta y completamente distinta de ella.

1. Podemos esforzarnos por formarnos una estimaci�n del alma notando a su Hacedor, su origen. Piense en ello como formado para la eternidad; como ocupando todos los atributos de Jehov� en su formaci�n; como hecho a la verdadera imagen de Dios; como sigue en rango y grado, aunque igual en bienaventuranza, a la multitud angelical. Aunque el alma no est� en la condici�n en la que estaba cuando vino de las manos de su Hacedor, todav�a hay algo en ella que nos dice algo de lo que era; hay rastros de gloria y dignidad primigenias. Tal es la facultad de la raz�n y el poder de la conciencia.

2. Forme una noci�n de las capacidades, facultades y propiedades del alma. Piense en su poder de pensamiento; del bol�grafo registrador de la memoria; de la tabla del coraz�n; de las creaciones del genio; el resplandor de la empresa; la luz de la raz�n; todo prob�ndonos que el alma del hombre es espiritual, intelectual, inmaterial, inmortal. Piense tambi�n en su poder de conocimiento. El alma del hombre vaga sin cesar, explorando objetos invisibles y distantes.

3. Piense en el poder de agradar. C�mo puede encantar por la descripci�n, deslumbrar por la comparaci�n, animar por el ingenio, convencer por el argumento, emocionar, cautivar y dejarse llevar por la elocuencia. Piense en su poder de actuar sobre la materia, en el resplandor de la pintura, en la simetr�a de la arquitectura, en la belleza de la escultura, en las encantadoras entonaciones de la voz humana.

4. El alma debe tener un valor inestimable, porque su redenci�n ha sido efectuada por Jesucristo.

5. Piense tambi�n en la interminable duraci�n de la existencia del alma. Solo se puede aplicar una palabra a la duraci�n del alma humana: la palabra Eternidad. El alma nunca muere.

II. La conducta descrita en el texto, en referencia a este objeto, y recomendada para nuestra adopci�n. Solo podemos ganar almas como instrumentos y accesorios. Cristo es el redentor del alma. El comentarista franc�s parafrasea el texto as�: �El que dulcemente atrae las almas a Dios, las conquista santamente� ( Diodoret ).

1. Debemos esforzarnos por ganar almas mediante la instrucci�n. El conocimiento se quiere, es agradable. El conocimiento debe comunicarse, ahora, de mente a mente, de uno a otro. El hombre que tiene conocimiento est� obligado a comunic�rselo al hombre que no lo tiene.

2. Debemos hacerlo por persuasi�n. Porque el alma no solo es ignorante, sino perversa. Su ignorancia exige iluminaci�n, y su perversidad y obstinaci�n exigen s�plicas y persuasi�n. La seriedad de los modales, combinada con el afecto de esp�ritu, son los encantos que debemos emplear, la artiller�a que debemos comandar. Debemos revestir nuestras palabras de sencillez, seriedad y afecto.

3. Es nuestro deber esforzarnos por ganar almas mediante la amonestaci�n. A veces es necesario reprender con toda autoridad y con toda sinceridad.

III. El elogio que pronuncia el texto sobre la conducta de los que ganan almas. El es sabio."

1. Las Escrituras dicen que es sabio el hombre que salva su propia alma.

2. El texto declara sabio al hombre que es fundamental para ganar las almas de sus semejantes. Un hombre as�, en su conducta, promueve el honor y la gloria de Dios. Tal hombre se conecta a s� mismo con la llegada del reinado mediador de nuestro Emmanuel. Un hombre as� es el mejor amigo de la raza humana y promueve de la manera m�s eficaz el bienestar de la humanidad que lo rodea. ( J. Beaumont .)

El trabajo y la responsabilidad del ministerio

El trabajo del ministerio es terrible. �Qu� diremos de la responsabilidad que le corresponde a quien, en una edad en la que no pod�a enga�arse ni ser enga�ado, elige un oficio al que profesa ser llamado divinamente, la cura de las almas?

I. El valor de las almas. La misma palabra "almas" es sorprendente. El alma es una emanaci�n directa de Dios: un soplo de Dios, una chispa, por as� llamarlo, de la Deidad. Es un alma viviente. Tiene infinitas capacidades. Vea la estimaci�n en la que Dios lo sostiene; especialmente al dar a Su Hijo para su redenci�n. No vea solamente la redenci�n original, sino tambi�n todos los actos de gracia posteriores. Entonces el m�s culpable debe ser el que desprecia su propia alma y, a pesar de todo este despliegue de misericordia, elige la muerte antes que la vida.

II. La conquista de almas.

1. La agencia que la sabidur�a Divina ha considerado conveniente emplear en este negocio.

2. Los medios que esta agencia se encarga de utilizar. Al predicar la doctrina de Cristo, estamos empu�ando un arma de poder omnipotente.

3. Mientras predicamos a Cristo con fidelidad, debemos hacerlo con la seriedad que exige su importancia y el cari�o que merece su tema.

4. Y tambi�n debemos esforzarnos al m�ximo para no ofender, para que no se culpe al ministerio. Pero esta l�nea de conducta est� estrictamente dentro del l�mite de la predicaci�n fiel de la Palabra. �Cu�les son los nobles y gloriosos resultados de un ministerio as� dirigido? Un pastor as� se salva a s� mismo y a los que escuchan. ( Joseph Haslegrave, MA .)

El trabajo misionero de ganar almas

1. Las asociaciones y empresas misioneras surgen de las visiones m�s ilustradas y comprensivas de la naturaleza humana.

2. Las Sociedades Misioneras emplean el �nico recurso que se ha conocido que act�a sobre la naturaleza humana con el poder de efectuar una transformaci�n moral.

3. Las empresas misioneras proceden de las visiones m�s ilustradas de la armon�a entre la instrumentalidad del hombre y la agencia de Dios en la obra de ganar y salvar almas.

4. La instrumentalidad empleada asegura el m�s glorioso de todos los resultados a los propios instrumentos.

5. Las operaciones misioneras conducen, en alto grado, a la prevalencia del esp�ritu de uni�n cristiana. ( HF Burder, MA .)

Ganar primero tu propia alma, luego otras almas

La caridad que gana un alma comienza en casa; y si no comienza all�, nunca comenzar�. El orden de la naturaleza en este trabajo es, "s�lvate a ti mismo y a los que te escuchan". Pero aunque esta caridad comienza en casa, no termina ah�. Desde su centro hacia afuera, y hacia adelante alrededor, como la onda en la superficie del lago, la compasi�n por los perdidos correr�, ni se detendr� hasta que toque la orilla del tiempo.

Ganar almas inmortales es un trabajo para los sabios, y carecemos de sabidur�a. Sobre este punto hay una promesa especial de Dios. Aquellos que necesitan sabidur�a y desean usarla en este trabajo, la obtendr�n con solo pedirla. La sabidur�a necesaria es diferente de la sabidur�a de los hombres. Est� muy relacionado con la sencillez de un ni�o peque�o. Gran parte de ello radica en la sencillez y la rapidez. ( W. Arnot, DD .)

Dos caminos de sabidur�a

I. En la elecci�n del objeto de seguimiento. Cuando los hombres se fijan en lo que es de valor real e incuestionable con exclusi�n de otras cosas. No puede haber duda de la preferencia debida a los intereses del alma, incluso en el bajo nivel del bien calculado. El sentido com�n debe admitir la sabidur�a demostrada al hacer del alma del hombre el objeto de la persecuci�n de los hombres. Si es cierto para la propia alma del hombre, igualmente cierto para las almas de los dem�s. Aquel que hace del alma el objeto de su b�squeda y aspira a hacer el bien a los hombres por medios espirituales, encuentra que su benevolencia se ejerce en circunstancias muy favorables.

II. Para determinar la forma en que se perseguir� ese objetivo. Al seleccionar, entre muchos planes, el que tiene m�s probabilidades de �xito. De estos planes para ganar almas, algunos son ideados por hombres y llevan las marcas de su original. Hay uno, y solo uno, de la ordenaci�n de Dios. De los planes de los hombres hay ...

1. La religi�n de la moral, que apunta a la reforma de los hombres, abordando la raz�n en forma de argumentos y convicci�n.

2. La religi�n del sentimiento, que se dirige a los sentimientos y se esfuerza por conquistar los afectos mediante exhibiciones calculadas para derretir, tocar y suavizar las sensibilidades de la naturaleza de los hombres. Y est� la religi�n Divina del Evangelio, que apunta a la conversi�n del alma por la fe. Este sistema habla al coraz�n ya la conciencia; y este es el camino de la sabidur�a para ganar almas. ( Henry Raikes, MA .)

El ganador de almas

I. �Qu� est� impl�cito aqu�?

1. Que estas almas se pierdan, de lo contrario nunca podr�an ganarse, nunca necesitar�an ser ganadas.

2. Que estas almas, aunque perdidas, no se pierden irrecuperablemente; todav�a pueden ganarse.

3. Que se emplear� la instrumentalidad humana para el logro de estos fines; la obra es del Se�or.

II. El ganador de almas tiene un doble objetivo. El objetivo inmediato es la salvaci�n de las almas; el objetivo final es la gloria de Dios.

III. La ganancia es perpetua. Estas almas, una vez ganadas, se ganan para siempre. Deje que otros hombres construyan palacios y levanten pilares conmemorativos, agreguen casa a casa y llamen a sus tierras por sus propios nombres; sea ??tuya la tarea divina de contribuir a levantar el palacio del Gran Rey, de agregar otra y otra piedra a esa hermosa estructura, de colocar pilares en el templo eterno que permanecer� cuando todos los dem�s hayan ca�do, de iluminando la diadema de Jes�s con gemas rescatadas de la ruina, con estrellas que brillar�n por los siglos de los siglos.

Sea suyo para ganar almas; porque el precio de ellos est� muy por encima de los rub�es, m�s preciosos que el oro de Ofir, para cultivar plantas que florecer�n y florecer�n por siempre en el para�so de Dios. ( Thos. Main, DD .)

Una palabra para los ganadores de almas

I. Es sabio quien gana almas, porque tiene una bendici�n en ganar.

1. La mejor manera de mantener la salud de nuestra propia alma es buscar la de los dem�s.

2. La mejor manera de beneficiar a nuestros hermanos es buscar almas.

II. Tiene una bendici�n en el ganado. Cada alma que ganamos para Cristo

1. Es una muestra de su favor. Demuestra que hemos utilizado los medios de la manera correcta.

2. Provoca, o deber�a causar, mayor vigilancia. Somos ejemplos para ellos.

3. Es un ayudante adicional para nosotros. �Qu� dulce comuni�n tenemos con nuestros padres e hijos espirituales!

III. Tiene una bendici�n guardada en el cielo.

1. Posici�n exaltada. "Brilla como estrellas".

2. Ascenso perpetuo. "Por los siglos de los siglos."

3. Deleite ilimitado. ( RA Griffin .)

La conquista de almas

Ganar almas es una prueba de sabidur�a y tambi�n un ejercicio de sabidur�a. Hay que considerar la sabidur�a de ganar almas, y tambi�n la sabidur�a de ganar almas.

I. La sabidur�a de ganar almas.

1. Las almas humanas necesitan ser ganadas. Al principio est�n en un estado perdido. Est�n perdidos por no tener conocimiento, justicia, felicidad y esperanza.

2. Pero las almas de los hombres pueden recuperarse. El m�todo de su salvaci�n est� arreglado y completado en el evangelio.

3. Vea la sabidur�a de este trabajo en su grandeza y excelencia innatas. En un naufragio o un incendio, qu� arduos esfuerzos se hacen para salvar la propiedad o para salvar la vida: cu�nto m�s para arrancar estas marcas de la quema.

4. Vea lo duradero que es este trabajo. Otras cosas, salvadas, pueden perecer de nuevo; pero el alma salva estar� segura para siempre.

5. Vea la recompensa que le brinda al propio agente feliz. Satisface su benevolencia y su piedad; le asegura afecto y amor; asegurar� un honor inmortal ( Daniel 12:3 ).

6. Es una parte esencial de nuestro deber como cristianos. Nos ha sido encomendada la tarea de ganar almas. Se nos conf�a una dispensaci�n del evangelio. Estamos obligados por las promesas de lealtad y gratitud a Cristo a dedicarnos a esta obra.

II. La sabidur�a para ganar almas.

1. Existen dificultades propias del trabajo.

(1) En la perversidad y los prejuicios de aquellos a quienes buscamos salvar.

(2) En las trampas y oposiciones del mundo, h�bilmente manejado por el gran adversario de nuestras almas.

(3) En las ignorancias, celos e inconsistencias de los propios agentes.

2. La sabidur�a requerida consta de varios componentes importantes. ( El p�lpito congregacional .)

La sabidur�a suprema

El significado literal de estas palabras es "El que captura almas es sabio". La cifra est� tomada de la forma en que el cazador captura las aves. El que se adentra en la naturaleza salvaje, donde los esp�ritus de los hombres son rudos e ind�mitos, y emplea su habilidad para atraerlos y ganarlos para el cultivo y la rectitud, es sabio. La empresa de capturar un alma para este fin est� repleta de honor y aporta tal distinci�n que el rango y el talento se enorgullecen de consagrarse a la obra.

El fin ostensible de todo gobierno ilustrado es ganar almas, y esa administraci�n es la m�s sabia cuyas medidas son adecuadas para ganar el mayor n�mero a la civilizaci�n y del vicio a la moral. La legislatura que no comprende las necesidades morales, sociales y civiles de un pueblo es b�rbara o malvada, ya que puede suceder que se base en la ignorancia o el ego�smo. Seleccionemos cualquier forma de filantrop�a; el genio de esa forma es realmente la recuperaci�n del alma.

Nunca le das limosna a un mendigo sin alguna referencia a su mente. Lo quiera o no, debe incluir el alivio de su mente cuando se sienta movido a aliviar su angustia corporal. El verdadero fil�ntropo da cabida a esta simpat�a mental. �Por qu� busca aliviar los trastornos mentales y f�sicos de sus semejantes? Porque se interponen en el camino de su naturaleza moral. No se detiene cuando ha rescatado a una familia del hambre.

"El que gana almas es sabio". Hace el mundo mejor y aumenta los recursos de la grandeza de su pa�s. Al pisar un barrio bajo del East-end de Londres, encontrar� una familia que lleva todas las marcas de extrema angustia. Entras en lo que m�s se parece a un estudio que a una habitaci�n. Pero en esa repugnante y miserable casucha habr�a mucho m�s de lo que parece. En medio de esa miseria, y en un hogar as�, habr�a escenas del mayor crimen y la ruina, y si los ni�os fueran arrojados a la sociedad ser�an como tantos lobos al acecho.

Pero suponga que usted es el instrumento para controlar esta corriente de maldad y maldad. �Qu� has hecho? Al rescatar a estas pobres criaturas de la pobreza, disipa uno de los principales incentivos para el crimen al despertar energ�as dormidas por la indigencia o la maldad. Al enviar a los ni�os a la escuela, cerr� una puerta de ignorancia y vicio y abri� otra de inteligencia y virtud. Has ganado almas para el conocimiento y la integridad.

Pero aqu� pregunto: �Hemos hecho todo cuando llegamos a este paso? �Han llegado los gobiernos al l�mite de sus posibilidades cuando han hecho a los hombres libres y pr�speros? �Ha cumplido la filantrop�a su misi�n cuando ha provisto de pan a los necesitados y reunido en torno a ellos condiciones de salud? Como si un hombre hubiera elaborado un dise�o cuidadoso para una mansi�n, hubiera puesto los cimientos, levantado los muros y luego se hubiera olvidado de cubrir el edificio, el resultado fue que cuando llegaron los vientos y la lluvia, el espl�ndido fragmento, queriendo la coherencia y soporte de un techo, se cae y se derrumba.

Una larga experiencia me ha convencido de que, a menos que la educaci�n est� cubierta y coronada con religi�n, los principios del car�cter humano, por muy sabiamente establecidos, por muy correctos que sean en s� mismos, no impedir�n que el car�cter se derrumbe. Los principios del car�cter humano se hundir�n y el alma no se gana, sino que se pierde. Las doctrinas que Cristo vino a revelar o hacer cumplir, y la gran obra expiatoria que fue el negocio de Su vida terminar, fueron ilustradas en una escala en miniatura para que pudi�ramos estar listos y ser capaces de estudiar de inmediato su operaci�n.

Las verdades que proclam� fueron para todos los tiempos y para el mundo, pero �l mismo dirigi� primero la aplicaci�n a un peque�o distrito de Palestina. Nos ense�� a ganar almas. Se dirigi� a s� mismo a todas las necesidades humanas. A diferencia de todos los dem�s benefactores que he visto o de los que he o�do hablar, �l no se entreg� a un departamento de caridad. Levant� a todo el hombre. Y la dispensaci�n de Su bondad fue tan pr�ctica como beneficiosa.

�l satisfizo a los hambrientos, pero nunca empobreci� la indolencia. �Por qu� menciono estos detalles? Para mostrar que nuestro Se�or celestial se ocup� de la vida terrenal - sus necesidades animales y sociales; y en sus ense�anzas diarias incluy� las virtudes terrenales de la verdad, la pureza, la laboriosidad, la lealtad y el amor. Pero la base de Su superestructura de filantrop�a fue la salvaci�n del alma. Debe ser el objetivo de todo poder que profesa beneficencia llevar el alma a los brazos de Dios.

El alma no s�lo le pertenece a Dios, todo le pertenece a �l; pero el alma tiene un futuro de inmortalidad, y la breve vida de unos pocos a�os aqu� debe entrenarla para la vida de las edades. Ganar un alma no es ponerla en cautiverio, es tomarla y guardarla para Dios. El Salvador siempre estaba quitando obst�culos en el camino al cielo, y el obst�culo supremo - el pecado - �l dio Su vida para quitarlo. Todas sus lecciones terrenales, todas sus par�bolas y ense�anzas, conducen al cielo como los escalones de una escalera.

Y creo que no puede comenzar este proceso ganador demasiado pronto. Las percepciones de un ni�o est�n muy por delante de su lengua, aunque eso comienza temprano. Su temperamento y voluntad son aptos eruditos antes de que su lengua pueda enmarcar una s�laba. Aprender� m�s en los primeros tres a�os de lo que puede ense�ar en los pr�ximos diez. ( EE Jenkins, MA .)

El sabio gana almas

Se supone que un hombre es sabio porque gana almas. Esa no es la ense�anza del texto. Gana almas porque es sabio. Miremos el asunto de esta manera: hay una necesidad en la sabidur�a de que gane almas. La sabidur�a siempre gana. El sabio puede que nunca le hable a un alma y, sin embargo, puede ganarla. Esta no es la imagen de un evangelista ardiente que corre de un lado a otro por la tierra en busca de la misi�n general y vaga de ganar almas.

Ese es el malentendido popular del texto. La interpretaci�n real es que si un hombre es sabio, por la misma necesidad de sabidur�a ganar� almas, las atraer� hacia �l, excitar� su atenci�n, obligar� a su confianza, restringir� su honor. Hay una conquista silenciosa; Hay una predicaci�n que nunca habla - una predicaci�n m�s elocuente que simplemente hace la ley, obedece el evangelio, ejemplifica el esp�ritu de Cristo, obra ese esp�ritu en todos los detalles de la vida, tan r�pida, paciente, comprensiva, completamente, que se ganan almas, atra�das, diciendo: �Mirad, qu� virtud es esta! �Qu� pureza, qu� caridad, qu� sencillez, qu� bondad y beneficencia reales! Esta debe ser la doctrina correcta, porque sale en la l�nea correcta. Entonces se ampl�a el alcance del texto. ( J. Parker, DD .)

Almas para ganar, no para impulsar

Este sabio no impulsa las almas, las gana. Las almas no pueden ser impulsadas. Podemos intentar conducirlos, y con ello mostrar nuestra locura, pero es parte de la naturaleza del alma que sea encantada, atra�da por la belleza angelical, por la elocuencia celestial, por la poderosa persuasi�n de la raz�n. El alma impulsada no ofrece verdadera adoraci�n; no, como acabamos de decir, el alma puede desafiar al conductor. El cuerpo puede ir a la iglesia, pero no el alma.

No se sigue porque un hombre est� sentado en la iglesia que �l mismo est� all�. Un ni�o obligado a ir a la iglesia no est� en la iglesia. La casa de Dios, por lo tanto, debe estar llena de fascinaci�n, atracci�n, encanto, para que los ni�os peque�os anhelen ir a ella, y debe ser una privaci�n no ir all�. El sabio no conducir�a a los hombres a ninguna forma de bondad, aunque est� obligado a prohibirlos bajo pena de ciertas formas de maldad social, porque esas formas involucran la salud, la prosperidad y la mejor ventaja de los dem�s. ( J. Parker, DD .)

C�mo ganar a otros para Cristo

Ganar almas es una posibilidad bendita para todos los que est�n "llenos de toda la plenitud de Dios".

1. Sea devoto. Tenga horarios regulares para la comuni�n secreta con Dios.

2. Estudie las Escrituras.

3. Sea amable. Lidere en lugar de conducir. Di la verdad con amor. Nunca discutir.

4. Sea cort�s. La prisa o la brusquedad repeler�. Una manera cort�s y afable es casi irresistible.

5. Sea valiente. Confiando en la gu�a del Esp�ritu, nunca tenga miedo de hablarle a nadie.

6. Deje el resultado en manos de Dios. No es prudente perder el tiempo en arrepentimientos. Un rechazo puede significar un alma bajo una fuerte convicci�n. Algunas semillas tardan m�s en brotar que otras. Recuerde que no est� trabajando para s� mismo, sino para Dios; que sin �l no podr�as hacer nada; ya El pertenece toda la gloria. ( GF Pentecost�s .)

C�mo ganar

En Chicago, hace unos a�os, hab�a un ni�o que fue a una de las escuelas dominicales misioneras. Su padre se mud� a otra parte de la ciudad, a unas cinco millas de distancia, y todos los domingos ese ni�o pasaba de treinta o cuarenta escuelas dominicales a la que asist�a. Un d�a, una se�ora que estaba recogiendo estudiantes para una escuela dominical lo conoci� y le pregunt� por qu� hab�a ido tan lejos, pasando por tantas escuelas. "Hay muchos otros igualmente buenos", dijo.

�Pueden ser tan buenos, pero no tan buenos para m�, dijo. "�Por qu� no?" ella pregunt�. �Porque aman a un compa�ero de all�, respondi�. �Ah! el amor lo gan�. "�Porque aman a un compa�ero de all�!" �Qu� f�cil es llegar a las personas a trav�s del amor! ( DL Moody .)

Ganar almas

Algunos predicadores piensan solo en su serm�n; otros piensan s�lo en s� mismos: el hombre que gana el alma es el hombre que la apunta. ( Dean Hook .)

�xito en ganar almas

El �xito en la ganancia de almas solo se otorga a la habilidad, la seriedad, la simpat�a y la perseverancia. Los hombres no se salvan en masa, sino mediante un estudio cuidadoso y un esfuerzo bien dirigido. Se dice que tal es el vuelo exc�ntrico de las agachadizas cuando se elevan de la tierra, que desconcierta por completo al deportista, y algunos que son grandes tiros a otras aves est�n completamente desconcertados aqu�. La excentricidad parece ser su cualidad especial, y esto solo se puede dominar con la pr�ctica incesante con el arma. Pero la excentricidad de las almas est� m�s all� de esto, y ten�a que ser un Nimrod muy espiritual, un "poderoso cazador ante el Se�or", que los capturar�a para Cristo.

La mejor noticia

Cuando Chalmers estaba en el cenit de su popularidad en Glasgow, y las multitudes se reun�an todos los s�bados alrededor de su p�lpito, una noche estaba caminando a casa con un amigo, quien le habl� de un alma que se hab�a convertido a trav�s de la instrumentalidad de un serm�n que hab�a predicado. Inmediatamente la l�grima brill� en los ojos del buen hombre, y su voz vacil� cuando dijo: �Esa es la mejor noticia que he escuchado en mucho tiempo. Estaba empezando a pensar que me hab�a equivocado en la direcci�n de la providencia al venir a tu ciudad; pero esto me mantendr� despierto ".

La alegr�a de ganar almas

El obispo Harold Browne de Winchester dijo una vez que entre todas las alegr�as que le hab�an brindado en el transcurso de una vida larga y ocupada, ninguna hab�a llegado con una emoci�n m�s profunda, o hab�a permanecido tan fresca en su coraz�n, como la alegr�a que hab�a sentido. cuando, siendo un joven coadjutor, hab�a sido por primera vez el medio, por medio de Dios, de llevar un alma a la paz y la confianza en Cristo. Este es un gozo que todos pueden tener, si piden gu�a en la obra de influir en otros para Dios. ( FE Toyne .)

El vencedor de almas es sabio

A un erudito divino se le pregunt�, en su lecho de muerte, qu� consideraba la m�s grande de todas las cosas. Su respuesta fue: �No es teolog�a, ni controversia; es salvar almas �. Doddridge escribi�: "Anhelo la conversi�n de las almas, con m�s sensatez que cualquier otra cosa". Matthew Henry dice: �Creo que es una felicidad mayor ganar un alma para Cristo que monta�as de oro y plata para m�.

Brainerd dijo: "No me importaba d�nde ni c�mo viv�a, o las dificultades por las que pasaba, para poder ganar almas para Cristo". Ward Beecher dice: "Mientras el piloto navega lejos, observando cada vela blanqueada, y flotando d�a y noche por todo el puerto, vigilante para abordar cada barco que puedan llevar a salvo a trav�s del Estrecho a todos los vagabundos del oc�ano, As� que debemos vigilar la puerta de la salvaci�n para todas las almas, sacudidas por la tempestad, que vienen del mar del pecado, y guiarlas a trav�s de los peligrosos estrechos, para que por fin, en aguas tranquilas, puedan echar el ancla de su esperanza. . " El cristiano debe hacer el bien, no por la fuerza o la dureza, sino por la persuasi�n gentil y la bondad perseverante. Ganar, como en un juego, implica habilidad para adaptar los medios al fin.

1. El que tenga �xito en ganar almas para Cristo debe ser considerado y reflexivo.

2. Otro requisito es el coraje.

3. Otro es la simpat�a tierna y no afectada. Se dice que si se golpea un piano en una habitaci�n donde hay otro sin abrir, quien coloque su o�do cerca de �l oir� una nota de respuesta en el interior, como si lo tocara la mano de un esp�ritu invisible. Tal es el poder de la simpat�a. ( John N. Norton .)

Un lema para un nuevo a�o

Nuestro primer objetivo deber�a ser ganar a Cristo. Habiendo logrado eso, no podemos adoptar un mejor lema para la vida que este: "El que gana almas es sabio".

1. Es un hombre sabio que pone esto ante �l como el objeto por el cual cinco. Ninguna b�squeda es m�s digna de nuestras energ�as. Ninguna b�squeda produce un mejor rendimiento.

2. Quien quiera tener �xito en este trabajo debe hacerlo sabiamente. �l mismo debe ser sabio para la salvaci�n. Debe tener el tacto para discernir sus oportunidades y dirigir correctamente sus llamamientos. La palabra gana (margen, "toma") es una alusi�n al oficio del cazador.

3. En esta obra se necesita una sabia adaptaci�n a las circunstancias y temperamentos de aquellos a quienes buscamos bendecir. No responder� tratar con todos por igual. Los hombres no deben ser tomados en serio y tratados con alg�n m�todo patente de mec�nica moral. Cada ser humano es un individuo, y debe ser as� considerado y trabajado. No se malgastar� ning�n trabajo o abnegaci�n en esta santa causa. ( CA Davis .)

Versículo 31

He aqu�, los justos ser�n recompensados ??en la tierra.

Juicio aqu�

Dos formas de explicar este texto.

1. De la felicidad que Dios ha designado para la bondad, le ha agradado que alguna porci�n se acumule en este mundo; y de la miseria que es la paga del pecado, una porci�n mucho m�s abundante.

2. Aun los justos ser�n recompensados ??(es decir, castigados) por sus pecados, en la tierra, mucho m�s los malvados, con un castigo m�s doloroso. El argumento es que, si los buenos y los piadosos sufren a menudo por las faltas en que caen, que los malvados esperen una exenci�n del sufrimiento es una expectativa sumamente vana y absurda. El primero es el sentido m�s natural y obvio del pasaje. Este mundo no es un lugar de retribuci�n.

Es un lugar donde los hombres pueden sufrir por sus virtudes y escapar por su maldad; y esto con tanta frecuencia como para ofrecer algo de terreno y pretexto para cuestionar qu� curso deber�a tomar un hombre si esta vida fuera su todo. Un hombre podr�a decir: "Vivamos para nosotros mismos y aprovechemos todo lo bueno que est� a nuestro alcance, sean cuales sean las consecuencias para los dem�s". Tal plan el sabio rey declar� que era tonto y miope, incluso en los principios de la prudencia mundana, y sin tener en cuenta otra vida.

Despu�s de que todos los argumentos de la virtud sufriente y la maldad exitosa hayan sido instados y admitidos, se encontrar� que el equilibrio del bien est� con el bien, y el mal desconocido para ellos, para acechar el camino y seguir los pasos de los malvados. Las palabras implican que cualquiera puede ver esto si prestar� atenci�n a lo que pasa a su alrededor. Est� en la boca de todos que "la honestidad es la mejor pol�tica". La parte recta y regular de la comunidad es demasiado sagaz y demasiado fuerte para el intrigante al fin.

Los honestos y buenos se benefician de ellos y los traspasan, incluso en la carrera del �xito mundano. Hay una recompensa en esta vida por una estricta adherencia a la templanza y todas las dem�s ramas y leyes del autogobierno. Pero esta doctrina aparentemente se opone a las ense�anzas que se encuentran en Eclesiast�s 9:11 .

Pero se puede notar que en Proverbios se trata la regla y en Eclesiast�s las excepciones a la regla. Tales excepciones siempre habr�. Parte del texto declara que el castigo del pecado en este mundo es m�s seguro que la recompensa de la virtud. Y el hecho es as�. La recompensa de los imp�os no se demora. Su curso pronto se ve interrumpido por el mal y el sufrimiento. Generalmente podemos predecir el fin de los malvados en este mundo.

El libertinaje y el libertinaje conducen a la enfermedad y la verg�enza. De deshonestidad, se puede decir, sus recursos se agotan pronto, y la abundancia que obtiene es s�lo por un momento. De las leyes de la naturaleza y los nombramientos de la Divina providencia no hay escapatoria. El verdadero fin y dise�o de todas las aflicciones divinas y todos los sufrimientos terrenales es nuestra mejora. Adapta sus m�todos a nuestras necesidades y nos designa las pruebas que podemos soportar. Pero se percibe que la promesa de recompensa en la tierra les pertenece; se cumple en ellos en muchos aspectos. ( A. Gibson, MA .)

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 11". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-11.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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