Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
Tired of seeing ads while studying? Now you can enjoy an "Ads Free" version of the site for as little as 10¢ a day and support a great cause!
Click here to learn more!

Bible Commentaries
Proverbios 26

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Search for…
Enter query below:

Versículos 1-8

Como la nieve en el verano y como la lluvia en la cosecha, as� el honor no es digno de un tonto.

Honor pagado a los malvados indecorosos y perniciosos

El respeto que el hombre muestra a su pr�jimo se basa a menudo en razones inmorales y absurdas.

A veces, el hombre es respetado sobre la base de su apariencia personal, a veces sobre la base de sus habilidades mentales, a veces sobre la base de sus posesiones mundanas, a veces sobre la base de su linaje y posici�n social; pero el respeto por los hombres por cualquiera de estos motivos es muy cuestionable en moralidad. La base verdadera y divinamente autorizada del respeto por el hombre es la bondad moral. El hombre que es moralmente bueno, por deficiente que sea en otras cosas, tiene un derecho divino a nuestro honor.

I. El honor que se paga a los imp�os es indecoroso. Es como "nieve en verano y lluvia en cosecha". Es fuera de temporada e incongruente. �Qu� indecorosa se ver�a la naturaleza en agosto con la nieve cubriendo nuestros campos de ma�z! Las almas est�n moralmente constituidas para reverenciar el bien; aborrecer lo moralmente malo, dondequiera que se vea, ya sea en relaci�n con posesiones se�oriales, poder real o, lo que es a�n m�s elevado, genio mental.

II. El honor que se paga a los imp�os es pernicioso. �La nieve en verano y la lluvia en la cosecha� son elementos traviesos de la naturaleza. Su tendencia es robar al agricultor las recompensas de su trabajo y provocar una hambruna en la tierra. Mucho m�s malicioso es cuando la gente de un pa�s se hunde tan moralmente como para rendir honor a los hombres desprovistos de bondad moral. La perniciosidad tambi�n se expresa en otra figura del texto: �Como el que ata una piedra en una honda, as� es el que da honra al necio.

�La palabra traducida como� honda �significa un mont�n de piedras, y la palabra� piedra �una piedra preciosa. Por lo tanto, el margen dice: "Como el que pone una piedra preciosa en un mont�n de piedras, as� es el que honra al necio". Evidentemente, la idea es que, como una piedra preciosa entre la basura, as� se honra a un necio. ( D. Thomas, DD )

Versículo 2

Como el p�jaro que deambula, como la golondrina que vuela, as� no vendr� la maldici�n sin causa.

Anatemas humanos

Otra traducci�n, y quiz�s una mejor, es esta: �Inestable como el gorri�n, como el vuelo de la golondrina, es una maldici�n sin causa; no sucede. " �Aqu� hay una dificultad�, dice Wardlaw, �para establecer el punto preciso en la comparaci�n. La interpretaci�n ordinaria lo explica con referencia a las maldiciones pronunciadas por hombres sin causa - imprecaciones, anatemas, que son inmerecidas - y se entiende que el significado es - como el p�jaro o el gorri�n, al deambular, y como la golondrina o el bosque. -La paloma, volando, no vendr� - es decir, no nos alcanzar� ni nos atacar� en el camino de la herida - as� es con la maldici�n sin causa.

"No har� m�s da�o que el p�jaro que vuela, que las maldiciones de Goliat sobre David". Y podr�a agregarse que, as� como estos p�jaros regresan a su propio lugar, a los nidos de donde vinieron, as� volver�n tales maldiciones gratuitas sobre las personas que las pronuncian.

I. Los hombres son frecuentemente v�ctimas de imprecaciones humanas. Pocos hombres pasan por el mundo sin crear enemigos, ya sea de forma intencionada o no. Los hombres expresan su odio de diversas formas.

II. Que las imprecaciones humanas a veces son inmerecidas. La maldici�n es "sin causa". A veces, las maldiciones de los hombres son merecidas. Hay dos clases de maldiciones sin causa:

1. Los que se nos lanzan porque hemos hecho lo correcto. Cuando eres maldecido por reprender el mal, por proclamar una verdad impopular o por seguir una conducta justa que choca con los prejuicios o intereses de los hombres, la maldici�n no tiene causa.

2. Los que se pronuncian sin raz�n ni sentimiento. Hay hombres que tienen tanto h�bito de usar lenguaje profano que casi fluye de sus labios sin malicia ni significado. Los hombres m�s grandes de la historia han sido maldecidos y algunos de ellos han muerto bajo una copiosa lluvia de imprecaciones humanas.

III. Las imprecaciones inmerecidas son siempre inofensivas. "La mayor maldici�n sin causa no vendr�". �Fue David peor por la maldici�n de Simei? �O Jerem�as por la maldici�n de sus perseguidores? �El que es maldecido sin causa�, dice Matthew Henry, �ya ??sea por furiosas imprecaciones o solemnes anatemas, la maldici�n no le har� m�s da�o que el gorri�n que vuela sobre su cabeza. Volar� como el gorri�n o la golondrina salvaje, que se van nadie sabe ad�nde, hasta que regresen al lugar que les corresponde, ya que la maldici�n volver� por fin a quien la pronunci�.

�� Maldecir �, dice Shakespeare,� nunca lo lastima, ni te beneficia ni un �pice. Por lo tanto, abst�nganse, den su causa al cielo ". Pero si la maldici�n no es sin causa, vendr�. La justa maldici�n de Jotam cay� sobre Abimelec y los hombres de Siquem ( Jueces 9:56 ). La maldici�n de Eliseo lleg� con temor a los j�venes burladores de Betel ( 2 Reyes 2:24 ). "La maldici�n permanece sobre Jeric� de generaci�n en generaci�n". ( Homilista. )

Versículos 3-11

Un l�tigo para el caballo, una brida para el asno y una vara para la espalda del necio.

Aspectos de un tonto

El pecado es una locura. Sacrifica lo espiritual por lo material, lo temporal por lo eterno, los gozos puros de la inmortalidad por la gratificaci�n de una hora.

I. Aparece aqu� como un sirviente. "Un l�tigo para el caballo, una brida para el asno y una vara para la espalda del necio". Este proverbio invierte nuestras ideas. Deber�amos haber dicho: "Una brida para el caballo" y "un l�tigo para el asno". Pero los asnos orientales tienen mucho del fuego de nuestros caballos de sangre, mientras que los caballos suelen ser pesados ??y aburridos. Por lo tanto, el asno necesita la brida y el caballo el l�tigo: uno para acelerar, el otro para contener y guiar la actividad.

Como el caballo y el asno, para ser usados ??como sirvientes del hombre, requieren la aplicaci�n de la fuerza, as� tambi�n el necio. "Una vara para la espalda del tonto". Si un pecador obstinado debe convertirse en sirviente de la sociedad, debe emplearse la coacci�n. Argumento, persuasi�n, ejemplo; estos aparatos morales le afectar�n poco.

II. Aparece aqu� como un polemista. �No respondas al necio seg�n su necedad, para que no seas como �l. Responde al necio seg�n su necedad, para que no sea sabio en su propia opini�n �. Aqu� hay una aparente contradicci�n, pero solo es aparente. Lo negativo significa que no debemos debatir con �l en su estilo y esp�ritu, y as� llegar a ser como �l. No debemos descender a su nivel de habla y temperamento. Lo positivo significa que debemos responderle como merece su locura. Puede ser tanto por el silencio como por el habla. El tonto habla; a menudo es un gran polemista.

III. Aparece aqu� como un mensajero. El significado de esto es: "El que conf�e en un necio con un mensaje, bien podr�a cortarse los pies, porque sufrir� aflicci�n y tal vez da�o". �Cu�n cuidadosos debemos ser al confiar negocios importantes a personas dignas de confianza! El mismo Salom�n bebi� da�o al emplear a un siervo �trabajador�, pero un necio en la maldad, que �levant� la mano contra el rey� y despoj� a su hijo de diez partes de su reino ( 1 Reyes 11:26 ).

Benhadad bebi� da�o al enviar un mensaje de manos de Hazael, quien asesin� a su amo cuando se abri� el camino para sus propios prop�sitos ego�stas ( 2 Reyes 8:8 ). Gran parte de los asuntos de la vida los llevan a cabo mensajeros o agentes. �Cu�nto sufre una empresa mercantil por representantes indebidos!

IV. Aparece aqu� como maestro. "Las piernas del cojo no son iguales, as� es una par�bola en boca de los necios". No es muy com�n encontrar tontos sosteniendo la oficina y desempe�ando las funciones de maestros. �Tienen una par�bola en la boca�. Los vers�culos sugieren dos cosas con respecto a ellos como maestros:

1. Que parecen muy rid�culos. "Las piernas del cojo no son iguales, as� es una par�bola en manos de los necios". La idea parece ser que, como el lisiado que desea parecer �gil y �gil parece rid�culo en sus d�biles esfuerzos por caminar, el tonto parece rid�culo en sus esfuerzos por ense�ar.

2. Como profesores, generalmente son muy traviesos. "Como una espina que sube a la mano del borracho, as� es la par�bola en la boca de los necios". La idea es que un necio que maneja las doctrinas de la sabidur�a es como un borracho que maneja espinas. El borracho embrutecido, sin saber de qu� se trata, se agarra la espina y perfora sus propios nervios. Los dichos sabios en boca de un est�pido son auto condenatorios.

V. Aparece aqu� como comisionado. "El gran Dios, que form� todas las cosas, recompensa al necio y a los transgresores". La palabra "Dios" no est� en el original. El margen es la traducci�n m�s fiel: �Un gran hombre lo da todo, y al necio alquila; tambi�n contrata a los transgresores �. La idea parece ser que cuando los pr�ncipes mundanos emplean a los necios para el servicio p�blico es una fuente de ansiedad y problemas para todos los buenos ciudadanos.

�La lecci�n tiene aplicaci�n desde el trono hacia abajo, a trav�s de todas las descripciones de los fideicomisos subsidiarios. Los propietarios extensivos, que emplean supervisores de sus inquilinos, o de aquellos que se dedican a sus f�bricas, minas o cualquier otra descripci�n de su propiedad, deben ocuparse del car�cter de estos supervisores. Se puede abusar de su poder y multitud de trabajadores sufren cuando el propietario, el amo, no sabe nada de lo que est� sucediendo. Pero deber�a saberlo. Muchas quejas y huelgas, bien o infundadas, tienen su origen aqu� �.

VI. Aparece aqu� como un r�probo. El emblema aqu� es repugnante, pero lo que significa lo es infinitamente m�s. Pedro cita este proverbio ( 2 Pedro 2:20 ). El malvado a menudo se enferma de su maldad y luego vuelve a ella. As�, el fara�n regres� de su convicci�n moment�nea ( �xodo 8:8 ); Acab de su pretendido arrepentimiento ( 1 Reyes 21:1 .); Herodes de su enmienda parcial ( Marco 6:20 ). ( D. Thomas, DD )

Versículos 4-5

No respondas al necio seg�n su necedad, para que no seas t� tambi�n como �l.

Respondiendo al necio seg�n su necedad

La ambig�edad en estos vers�culos radica en las palabras de conexi�n "seg�n", que se utilizan aqu� en dos sentidos diferentes.

�No respondas al necio de acuerdo con�, es decir, no de una manera que est� de acuerdo con su necedad, para que no te vuelvas tan necio y perverso como �l. �Resp�ndele seg�n�, es decir , seg�n la naturaleza y el desierto de su necedad; as� que lo mejor para enfrentarlo y refutarlo. ( E. estanque, DD )

El trato de un tonto

Hay muchos casos en los que se escucha a un necio y no se le responde en absoluto. Cuando un escarnecedor nos insulta, es innecesario reprenderlo por ello. Nuestro Se�or a menudo guardaba silencio cuando se le hac�an preguntas impertinentes. Pero el silencio no puede ser la regla en todas las situaciones. En muchos casos es correcto que las palabras de un necio sean contestadas, solo que debes tener cuidado al responder para no imitarlo. Si habla palabras irracionales, profanas, malhumoradas o apasionadas, no debes responderle con su propio estilo.

Ustedes est�n enojados con �l por su necedad y lo reprimen por la extravagancia de su comportamiento, y por lo tanto no pueden dejar de confesar que ustedes mismos son dignos de una reprimenda muy severa, si se comportan como �l en el mismo momento en que est�n testificando su disgusto. en su conducta. No conviene en los seguidores de Jes�s volver maldici�n por maldici�n, o una reflexi�n airada por otra, pero de cualquier manera que otros hablen, nuestra lengua debe estar gobernada por la ley de la mansedumbre y la caridad. ( George Lawson, DD )

El escarnecedor respondi�

Cierto predicador hab�a hecho todo lo posible para beneficiar a su audiencia; pero uno de ellos se le acerc� y le coment� con cierta rudeza: �Tu predicaci�n no me sirve de nada. No creo que tenga alma; No quiero que me hablen de un m�s all� imaginario. Morir� como un perro ". El ministro respondi� con calma: �Se�or, evidentemente he fracasado por un malentendido. Hice lo mejor que pude por el bien de todos mis oyentes; pero prepar� el entretenimiento bajo la idea de que estaba atendiendo a hombres con alma. Si hubiera sabido que hab�a criaturas presentes que no ten�an alma y que morir�an como perros, les habr�a proporcionado un buen suministro de huesos ". ( CH Spurgeon. )

Responder a los burladores

Uno de los bi�grafos de John Wesley afirma que mientras se alojaba en un hotel de Oxford durante unas horas, unos j�venes salvajes, que estaban al tanto del hecho, aprovecharon la ocasi�n para gastarle una broma. Al entrar de repente en la habitaci�n donde estaba sentado, exclamaron: "�Oh, se�or Wesley, el diablo est� muerto!" El anciano santo se levant� y colocando sus manos sobre las cabezas de dos de los j�venes, dijo, con una voz llena de piedad: "Mis pobres hijos hu�rfanos, �qu� har�is?".

Versículo 8

Como el que ata una piedra en una honda, as� es el que da gloria al necio.

Lanzar una piedra a un �dolo

Las palabras deben traducirse, como el coronel C�ndor fue el primero en se�alar: "Como el que arroja una piedra a un �dolo, as� es el que honra al necio". La comparaci�n se refiere a la costumbre universal, en la antig�edad, entre las naciones paganas de arrojar una piedra a un santuario id�latra, no en execraci�n de �l, como las piedras arrojadas hasta el d�a de hoy por los jud�os a la columna de Absal�n en Jerusal�n, sino en honor de eso.

Al pie de alg�n �rbol sagrado, o de alg�n pilar consagrado al culto id�latra, generalmente se encuentra un moj�n o mont�n de piedras; cada piedra atestigua la visita de alg�n devoto al lugar; y cuanto m�s grande es el mont�n, mayor es la veneraci�n mostrada. En Grecia, el culto a Hermes o Mercurio consist�a en arrojar una piedra a su imagen, colocada a modo de se�al al borde del camino para proteger a los viajeros en un viaje.

En Palestina, entre los primitivos habitantes cananeos que a�n sobrevivieron, la idolatr�a se practicaba ampliamente; y en los primeros tiempos era una vista com�n, en los puntos elevados entre las colinas de Judea y Galilea, encontrar un menhir o dolmen, en el que el objeto de adoraci�n era una imagen de piedra tosca, formando el n�cleo de un moj�n o mont�n de piedras que poco a poco hab�an ido creciendo a su alrededor, en recuerdo de las visitas de los fieles.

En Escocia, muchos mojones est�n hechos de piedras arrojadas a un tosco monumento de piedra, o cromlech, como un acto de adoraci�n; y, tal vez, muchos de los mont�culos de memoria levantados a los muertos pueden haberse originado en este acto de adoraci�n. El viejo dicho, "Agregar� una piedra a tu moj�n", era la expresi�n m�s alta de reverencia y consideraci�n que se pod�a ofrecer a un amigo. Con esta explicaci�n, la comparaci�n usada en el proverbio b�blico se vuelve clara y contundente.

El proverbio s�lo podr�a haber sido utilizado por un iconoclasta; y muy probablemente lleg� a existir en los d�as de Ezequ�as, despu�s de la destrucci�n total, por esta monareh piadosa y celosa, de los altares y monumentos de piedra de los id�latras cananeos que hab�an corrompido a Israel. Ezequ�as estaba empe�ado en la obra de reforma nacional, y la purificaci�n y consagraci�n del templo por un ceremonial perfecto fue acompa�ada por el derrocamiento de todos los "lugares altos" y las im�genes y ritos id�latras relacionados con ellos, como antag�nicos a la santidad de la tierra como herencia de Dios.

Y, por tanto, el proverbio del texto tendr�a una fuerza y ??un significado profundo en su �poca. Como quien continu� con la vieja pr�ctica de arrojar una piedra a un monumento id�latra, en se�al de adoraci�n, una pr�ctica ahora prohibida y que result� ser vana e in�til, as� fue el que dio honor a un necio. Un necio era tan indigno de honor como lo es un �dolo de adoraci�n. En un caso, no hay raz�n para el honor; y en el otro caso, la adoraci�n es una mera superstici�n tonta y vac�a. Un �dolo no es nada y un necio es una negaci�n. ( H. Macmillan, DD )

Versículo 11

Como un perro vuelve a su v�mito, as� el necio vuelve a su necedad.

Se reanud� el curso acostumbrado

�Has levantado alguna vez tu peque�a presa al otro lado del arroyo y piensas en secar el lecho de abajo? �Has cumplido tu obra y has estado observando un rato tu �xito? �Has visto el agua de arriba profundizarse y ensancharse, y cobrar fuerza, y por fin, impaciente por la contenci�n, atravesar tu barrera que cede y reanudar su curso acostumbrado? Pero si hubieras podido convertir el arroyo en otro canal, hubieras triunfado y el lecho anterior se hubiera dejado seco.

De modo que quiz�s hayas intentado encerrar tu voluntad pecaminosa con la barrera de las buenas resoluciones. Por un tiempo has parecido ganar tu punto, y el pecado estaba parado. �Pobre de m�! has descubierto que gan� fuerza con la moderaci�n; En poco tiempo la inclinaci�n ha estallado en todas tus resoluciones bien formadas y se ha precipitado m�s impetuosamente que nunca hacia el objeto prohibido. No; la voluntad y los afectos deben tomar otro rumbo: hacia Dios y el cielo, y las cosas espirituales; y entonces dejar�n de fluir a trav�s de las vanidades tentadoras de este mundo perverso.

�Esto digo, pues: Andad en el Esp�ritu, y no satisfacer�is los G�latas 5:16 de la carne� ( G�latas 5:16 .) ( HG Salter. )

Versículo 12

�Ves hombre sabio en su propia opini�n?

hay m�s esperanza de un tonto que de �l

La locura de la vanidad

Las Escrituras est�n llenas de denuncias contra la autosuficiencia del hombre. Los escritos de Salom�n son conspicuos por las expresiones que estigmatizan el absurdo y la culpa de un esp�ritu obstinado y autosuficiente. Aqu� dice que cuando un hombre es sabio en su propia opini�n, hay tan pocas esperanzas de su reforma que incluso un tonto ser�a un tema m�s prometedor para la disciplina moral e intelectual.

La mediocridad educativa y honesta siempre va acompa�ada de una justa esperanza de mejora. Pero esa misma cualidad que puede preservar, incluso hasta el embotamiento mismo, la posibilidad de mejora, necesariamente le falta al que es sabio en su propia opini�n, a saber, un temperamento d�cil y d�cil. Siempre que un sentimiento de autosuficiencia se apodera de una mente, incluso de una fuerza superior a la ordinaria, existe el peligro de que excluya toda perspectiva de mejora efectiva.

�Qu� esfuerzos har� el que se contente con sus adquisiciones? Para quien sabe m�s que el resto de la humanidad, la instrucci�n o el consejo deben parecerle impertinentes. Este h�bito culpable y miserable bloquea del uso de todos los que est�n bajo su dominio aquellas riquezas sin las cuales el m�s bello intelecto debe ser siempre pobre en verdad: la sabidur�a de otras �pocas y los recursos y experiencias de otras mentes.

Es lamentable reflexionar sobre la cantidad de personajes que han sido arruinados por esta infeliz ilusi�n. Una vez que esta brujer�a fatal ha suspendido en la mente todas las aspiraciones de logros superiores, a partir de ese momento el movimiento del car�cter se vuelve infaliblemente retr�grado. Por la constituci�n conocida de las cosas, es imposible que los poderes intelectuales o morales puedan estar por un momento estacionarios. Hay, en las facultades del hombre, una tendencia constante hacia la reca�da y la decadencia, que debe encontrarse con un esfuerzo perpetuo.

Es una condici�n m�s triste cuando los dos personajes del texto coinciden; cuando la imbecilidad y la soberbia van juntas; cuando el necio es sabio en su propia opini�n. El lenguaje del texto se aplica a casos de gran exceso. Pero todos los casos tienen una tendencia al exceso y la precauci�n es �til en las primeras etapas. El predominio del engreimiento es en la mayor�a de los casos el resultado de una cultura negligente o imprudente.

La voluntad propia entra en gran medida en la composici�n de todo car�cter humano. Se manifiesta con los primeros albores de las facultades. No hay ning�n impulso instintivo que impulse a un ni�o al ejercicio saludable pero doloroso de explorar su propia insuficiencia. El sentimiento de autosuficiencia se refuerza con el h�bito de compararnos con personajes bajos e imperfectos, y de situarnos en el centro de un c�rculo muy contra�do.

La mente debe elevarse mediante la contemplaci�n de las formas m�s nobles de excelencia, tanto intelectual como moral. El cristianismo est� irreconciliablemente en guerra con todos los vicios o enfermedades que pertenecen a la familia del orgullo. ( CW Le Bas, MA )

Descripci�n y peligro de la presunci�n religiosa.

Nada vuelve a un hombre tan ingobernable, en las preocupaciones comunes de la vida, como la vanidad. Pero muestre la aplicaci�n de este pasaje en un sentido espiritual.

I. Explique el enunciado del texto. En este libro, la sabidur�a es otro nombre para la religi�n. La necedad es irreligi�n. Entonces el hombre que es "sabio en su propia opini�n" es religioso en su propia opini�n. Todos los hombres est�n sujetos naturalmente al orgullo y la vanidad. Una supuesta superioridad en religi�n proporcionar� base para el ejercicio de esta disposici�n tan f�cilmente como cualquier otra distinci�n imaginada. Un hombre puede ser vanidoso con su religi�n.

Es muy posible que tales personas tengan conocimiento, sentimiento y lo que ellos llaman logros religiosos. Pero est�n desprovistos de conocimiento de s� mismos: no tienen una verdadera humillaci�n de coraz�n y est�n muy faltos de caridad en cuanto a su juicio sobre el estado religioso y el car�cter de los dem�s. No tienen la menor idea de prestarle a Dios un servicio espiritual. Hay m�s esperanza de un tonto, de un irreligioso, que de uno as�.

II. Muestre los fundamentos y razones del texto. Las personas descritas confunden totalmente la naturaleza de la religi�n verdadera. Ser religioso es tener una mentalidad espiritual. Avanzar en religi�n es crecer en gracia. Pervierten el dise�o mismo y el fin de la religi�n. Est� dise�ado para hacer a los hombres humildes; enorgullece a estas personas. Han cerrado la puerta a su propia mejora. Utilice este tema para el autoexamen. Con ella, pruebe nuestra propia religi�n y vea cu�l es nuestro propio estado espiritual. ( E. Cooper. )

Versículo 13

Dice el perezoso: Hay un le�n en el camino; un le�n est� en las calles.

Un le�n en el camino

La pereza reprobable del cobarde no aparece en lo que dice, sino en lo que deja sin decir. Quiere decir, pero se averg�enza de decir: "Porque hay un le�n en el camino, eludir� mi deber". El valiente dice: Aunque haya un le�n en el camino, lo matar�; de todos modos pelear� con �l y lo herir� ".

I. "Hay un le�n en el camino". �En qu� manera? En la forma de vida - de cada vida. La vida, si ha de ser una vida verdadera, no es una cosa f�cil. De hecho, existe una vida que no es una vida verdadera, solo una muerte en vida. Pereza, autocomplacencia, abandono de uno mismo a un pecado acosador, preocuparse por nada m�s que uno mismo, y mantenerse miserablemente vivo, vivir a gusto, vivir ego�stamente, vivir para el placer, todo esto es estar muerto mientras nosotros En Vivo.

Si vives as�, es posible que durante un tiempo vivas en casa bastante seguro, sin miedo a los �nicos leones que temes. Si, por el contrario, pretendes vivir para objetos m�s nobles que los del ego�smo descarado, t� tambi�n, como Saulo, tendr�s que luchar con las fieras en �feso o en cualquier otro lugar. Se necesitar�n el lomo ce�ido y la l�mpara encendida, el pie ligero, la espada afilada, el coraz�n valiente y el brazo fuerte; la fe y la oraci�n, la batalla y la cruz.

2. Hay muchos leones y no uno solo. El verdadero coraje no consiste en la ausencia de un sentimiento de miedo, que puede deberse solo a una apat�a bruta, sino en sentir miedo y superarlo.

I. Para el hombre verdadero y valiente, existe el le�n del mundo. Vivimos d�as de compromisos maravillosos y, para algunos hombres, agradables. La religi�n camina en pantuflas plateadas. El bien y el mal yacen juntos, uno al lado del otro, en afable neutralidad. Puede hacer su elecci�n. Si lo que est� contento es el compromiso y la convencionalidad, y el amplio camino trillado, el �xito y la popularidad, es posible que lo tenga con s�lo preguntar: es bastante f�cil ofender a nadie.

Pero si quisieras tener algo de la nobleza, de la utilidad del profeta o del reformador, reprende audazmente el vicio, denuncia una iniquidad de moda, arroja de ti una falsedad teol�gica, corre en contra de un enga�o general, trata vigorosamente con el "Le�n en el camino". El le�n del odio y la oposici�n del mundo puede evitarse. Es evitado por miles de hombres pr�speros y elegantes.

II. Pero hay otro le�n que cada hombre debe encontrar, el le�n de su propia naturaleza carnal, de sus propias pasiones f�sicas y mentales. Plat�n describe a cada hombre como compuesto, por as� decirlo, de tres seres en uno: un le�n, un monstruo de muchas cabezas y un hombre. De �stos, el hombre representa la raz�n dominante; el le�n el temperamento feroz e irascible; el monstruo de muchas cabezas, las pasiones bajas y animales.

El hombre, la raz�n, debe gobernar absolutamente; los impulsos irascibles no deben ser aplastados, de hecho, sino controlados; el monstruo de las concupiscencias carnales debe ser completamente sometido. Cada uno de nosotros debe luchar contra ese le�n, ese monstruo multitudinario y de muchas cabezas.

III. Otro le�n es el que "anda buscando a quien devorar". Cada uno de nosotros sabe por experiencia que hay algunas tendencias y tentaciones - al orgullo, a la falsedad, a los pensamientos blasfemos, al odio sin causa - que a menudo se apoderan de un hombre con ferocidad e inesperada rapidez, y no sabemos de d�nde ni de d�nde. donde la oportunidad tentadora se encuentra de repente con la disposici�n susceptible. "Resistid al diablo, y huir� de vosotros." Recuerde que se puede luchar cara a cara, pero el cristiano no tiene armadura para la espalda.

IV. Considere el deber de enfrentar a estos leones en nuestra vida exterior. En todas partes, la licencia individual invade los derechos p�blicos. El hombre perezoso (y el hombre perezoso es el ep�tome de la naci�n perezosa) es ingenioso en las excusas. Felizmente de vez en cuando, hombres buenos, valientes, sencillos, fortalecidos por Dios, inspirados por Dios, se han abierto camino a trav�s de estos espinosos setos de indolencia, codicia y oposici�n; Se han enfrentado a la fiera de la opini�n p�blica desmoralizada, a pesar de su melena erguida y su ojo llameante.

V. El perezoso suplica que muchos han sido asesinados por este "le�n en el camino". S�, es bastante cierto. Pero a ellos, como a su Se�or, por la muerte, y despu�s de la muerte, si no en la vida, les ha llegado la gloria y la victoria. Asesinado: sin embargo, no les ha ocurrido ning�n da�o. Mejor mil veces su muerte que la vida de los ego�stas y los viles. Hay una forma en la que un hombre puede morir incluso mejor que esta.

Es cuando, sin hogar, sin tierra, sin esposa, sin hijos, sin siquiera la esperanza de las cosas terrenales, se enfrenta a esas terribles dificultades, no por su propia riqueza o su propia comodidad, sino por su hermano hombre; los enfrenta por simple deber, los enfrenta por el amor com�n de la humanidad, los enfrenta porque, si Dios lo quiere, �l tambi�n est� dispuesto a morir por aquellos por quienes Cristo muri�. An�mense, entonces, todos los que son lo suficientemente valientes y nobles como para preocuparse por cualquier causa justa. ( Decano Farrar. )

El perezoso

El hombre est� hecho de contradicciones. Una fuerte propensi�n a la indolencia y un principio que impulsa a la acci�n. Hay un encanto en el ejercicio de esas facultades f�sicas e intelectuales con las que est� dotado el hombre. Con mucha indolencia difunde su influencia entumecedora a trav�s de todas sus facultades y poderes. Se convierte en una enfermedad, que se fortalece a s� misma con la continuaci�n. El h�bito es igualmente eficaz para generar y confirmar malas y buenas cualidades.

En todas las �pocas se han producido cambios extraordinarios de car�cter moral, de malo a bueno; pero no tenemos derecho a calcular sobre ellos, para volvernos indiferentes al crecimiento ordinario de la disposici�n buena o mala. La indolencia de car�cter procede de un estado t�rpido de los afectos o frialdad del coraz�n, en algunos casos parcialmente naturales, pero en la mayor�a de las personas, sin embargo, adquiridos por el h�bito. En el estado de indolencia, el adormecido hechizado se vale de todos los pretextos para seguir dormitando.

El texto da una de sus excusas fr�volas e infundadas. Considere algunos de los formidables desalientos y obst�culos del perezoso en el camino del esfuerzo, como que el trabajo de parto es doloroso; que la abnegaci�n va en contra de la naturaleza; y que no hay una perspectiva segura de �xito, y que Dios, siendo todo misericordioso, est� dispuesto a perdonar en cualquier momento. No se puede cuestionar ni disputar los males, la miseria y la ruina a la que conduce la indolencia en este mundo; o la ruina moral a la que el pecado de la tibieza, o la indiferencia a sus obligaciones religiosas, le conducir� en el mundo venidero. ( James Flint, DD )

Viendo con nuestros prejuicios

No vemos tanto con nuestros ojos como con nuestros prejuicios. "El deseo es padre del pensamiento". Algunos hombres miran la vida religiosa y no ven en ella nada m�s que lo estrecho y fan�tico, l�gubre y taciturno. No quieren ver nada m�s. Algunos que profesan ser cristianos miran las diversiones del mundo y no perciben ning�n mal en ellas. Es de temer que no tengan ning�n deseo especial de ser convencidos de ninguno.

Hay miembros de las iglesias que miran la obra cristiana en sus diversos departamentos y con sus pretensiones primordiales, pero no pueden ser llevados a descubrir sus propias calificaciones para participar en ella. La raz�n es que no tienen ning�n deseo de hacerlo. "Dice el perezoso: Hay un le�n en las calles". Y cuando se propone a ciertas personas algo en forma de servicio abnegado, este le�n adquiere dimensiones portentosas y rivaliza con el trueno con su rugido. ( J. Halsey. )

Versículos 17-22

El que pasa y se entromete en contiendas.

Ciudadanos traviesos

I. El entrometido ( Proverbios 26:17 ).

1. Su conducta definida.

2. Su travesura indicada. Se hace responsable de la ira de una de las partes contendientes, si no de ambas.

II. El mentiroso ( Proverbios 26:18 ).

1. Con sus falsas representaciones, involucra a su vecino en alguna verg�enza, contenci�n o dolor, y luego se excusa diciendo: "Es un deporte". Una mentira no es menos mentira porque se habla con el esp�ritu de la diversi�n y la broma.

2. M�s de un buf�n pr�ctico hace las travesuras del man�aco sin la excusa del man�aco.

III. Los quejumbrosos ( Proverbios 26:21 ). Es un incendiario social.

IV. El chismoso ( Proverbios 26:22 ).

1. Mantiene la contienda. Como la picadura microsc�pica de un peque�o insecto a veces envenena la sangre e influye en el cuerpo de un hombre fuerte, el mero susurro de un chismoso encender� el fuego de la discordia en toda una comunidad.

2. Infecta con veneno; sus palabras destruyen la paz mental de aquel a quien se pronuncian, la reputaci�n de aquel a quien se pronuncian y la felicidad social de ambos. ( D. Thomas, DD )

Versículo 23

Los labios ardientes y el coraz�n perverso son como un tiesto cubierto de escoria de plata.

Putrefacci�n fosforescente

El poder iluminador del f�sforo aparece debido a una reacci�n qu�mica extremadamente lenta, y se afirma que las sustancias vegetales y animales pueden volverse fosforescentes en una determinada etapa de descomposici�n, o incluso sin apariencia de putrefacci�n. Las autoridades acreditadas citan una serie de ejemplos de carnes frescas o rancias que se han visto brillar durante la noche con una claridad m�s o menos v�vida.

Los peces, y especialmente los de agua salada, cuando ya no est�n frescos, adquieren una fosforescencia que se ilumina durante el primer per�odo de putrefacci�n. Dejar durante dos o tres d�as los peces muertos de agua salada en agua de mar no luminosa; al final de ese tiempo, el agua se cubrir� con una fina pel�cula de materia grasa y pronto se volver� fosforescente. Pero no es s�lo en la naturaleza material donde encontramos brillo en combinaci�n con impureza. Se ha descubierto que el genio mismo brilla en medio de la putrefacci�n moral. ( Ilustraciones cient�ficas. )

Un coraz�n malvado que se disfraza

Esto puede significar:

1. De un coraz�n malvado manifest�ndose en labios ardientes, palabras furiosas, apasionadas, ultrajantes, ardiendo en malicia, y presentando a aquellos a quienes, o de quienes, se les habla. Las malas palabras y la mala voluntad coinciden, as� como un tiesto y la escoria de plata, que, ahora que la olla est� rota y la escoria separada de la plata, son aptas para ser arrojadas juntas al muladar.

2. O de un coraz�n malvado disfraz�ndose, con labios ardientes, ardiendo con las profesiones de amor y amistad, e incluso persiguiendo a un hombre con lisonjas; esto es como un tiesto cubierto de escoria o escoria de plata, con el que se puede imponer al d�bil, como si tuviera alg�n valor, pero el sabio pronto se da cuenta de la trampa. Este sentido concuerda con los siguientes vers�culos. ( Matthew Henry. )

Versículos 24-27

El que odia, disimula con sus labios.

Odio clandestino

I. A menudo est� muy disfrazado. �Los labios ardientes y el coraz�n perverso son como un tiesto cubierto de escoria de plata.

II. Es excesivamente corrupto. "Cuando hable con bondad, no le creas, porque hay siete abominaciones en su coraz�n". La palabra n�mero "siete", en las Escrituras, denota "plenitud" o "plenitud". La idea aqu� es que el coraz�n de un hombre as� est� lleno de abominaciones.

III. Es susceptible de exposici�n. "Cuyo odio est� cubierto con enga�o, su maldad ser� mostrada ante toda la congregaci�n". Disimular nunca responde al final. La Providencia de Dios saca a la luz los hechos oscuros. Todo pecado ser� un d�a despojado de su m�scara y descubierto en toda su putrefacci�n a los ojos abiertos del universo.

IV. Es autodestructivo. "El que cava una fosa, caer� en ella". El mal es un gran trabajador. Cava hoyos y rueda piedras. Y lo que es peor, todo su arduo trabajo es autodestructivo. En el hoyo que cavaron caer�n. Aquellos que planean travesuras para otros se sentir�n abrumados por ellos mismos. Moab, al intentar maldecir a Israel, cay� bajo la maldici�n de Dios. La horca de Am�n para Mardoqueo fue su propia �promoci�n de la verg�enza.

�Los enemigos de Daniel fueron devorados por la ruina que tramaron contra �l. As�, Dios "toma al sabio en su astucia, al imp�o en su maldad". La malicia que medita el mal es a menudo la causa de su propio derrocamiento.

V. Es socialmente pernicioso. �La lengua mentirosa aborrece a los afligidos por ella; y la boca lisonjera produce ruina �.

1. Da�a con sus calumnias. "La lengua mentirosa odia a los afligidos por ella".

2. Da�a con sus halagos. La adulaci�n es una maldici�n social. ( D. Thomas, DD )

Al da�ar a otros, a menudo somos nosotros mismos los que m�s sufrimos

El aguij�n de la avispa est� provisto de una p�a, y cuando se siente particularmente feroz y le clava el aguij�n en la carne, se incrusta tan firmemente que la �nica forma de escapar es dejar atr�s el aguij�n. Esto, sin embargo, seguramente causar� su muerte. �l mismo recibe una herida tal que no puede recuperarse. A veces olvidamos que cuando lastimamos a otros con palabras hirientes y actos traicioneros, nosotros mismos, a la larga, generalmente somos los que m�s sufrimos. ( W. Judson. )

Versículo 28

La boca lisonjera produce ruina.

�C�mo podemos curar mejor el amor de ser halagado?

I. Qu� es la adulaci�n. Salom�n lo llama "una boca que adula". Todo lo que viene del adulador es complaciente, solo falta cordialidad y sinceridad. Todo lo que aparece es "una buena apariencia", pero muy falsedad. El actor de esta tragedia nunca se olvida de s� mismo y de su propia ventaja, despoja al novicio que ha engatusado y vive de �l a quien enga��. Hay dos tipos de halagos: halagos a uno mismo y halagos de los dem�s.

En cuanto a las cualidades de la adulaci�n, puede ser infernal, vengativo, servil, cobarde, codicioso o envidioso. El amor para ser halagado es una enfermedad de la naturaleza humana. Es un deseo inmoderado de alabanza. Cuando prevalece este deseo, creemos lo que dice el adulador; poner el valor en nosotros mismos por lo que tal afirma de nosotros. Otra rama del amor que debe ser halagado es la b�squeda afectada de nosotros mismos, o el dar a otros ocasiones innecesarias de exponer el valor de nuestras personas, acciones y calificaciones, de acuerdo con la norma de los aduladores; un placer de escuchar las cosas grandes y buenas que nos atribuyen los aduladores enga�osos que nunca hicimos, o que hicimos de una manera muy por debajo de lo que ellos informan. Pero&mdash

II. El amor a la alabanza indebida es pernicioso. Destruye los principios virtuosos, las inclinaciones naturales al bien, las propiedades, la reputaci�n, la seguridad y la vida, el alma y su felicidad.

III. �Qu� puede efectuar mejor su curaci�n?

1. Piensa en la mala fama que ha tenido la adulaci�n.

2. Vea las deplorables miserias con las que ha llenado el mundo.

3. Sospeche de todos los que se acercan a usted con elogios indebidos.

4. Rechaza la amistad del hombre que convierte los elogios debidos en halagos.

5. Considere la adulaci�n y su amor por ella como algo diametralmente opuesto a Dios en la verdad de toda Su Palabra.

6. Cultive el amor generoso y puro por todo lo bueno.

7. Consiga y mantenga la humildad del coraz�n. El amor indebido a la alabanza de los hombres es un robo sacr�lego a Dios. ( Henry Hurst, MA )

El adulador

En cuanto al adulador, es el m�s peligroso de los personajes. Ataca en los puntos donde los hombres son naturalmente m�s exitosos en ser atacados; donde corren m�s peligro de que los tomen por sorpresa y le den entrada. Y cuando por sus halagos ha obtenido la maestr�a, entonces sigue la ejecuci�n del fin para el que fueron empleados: "produce ruina". La expresi�n es fuerte, pero no m�s fuerte de lo que justifica la experiencia.

Incluso arruina a los personajes m�s interesantes, personajes admirados y dignos de admiraci�n, al infundir un principio que estropea el todo, el principio de vanidad y vanidad. De este modo pierden su atracci�n m�s hermosa y cautivadora. Y cualquiera que sea el objeto ego�sta del adulador, su ego�smo obtiene su satisfacci�n por la ruina de aquel a quien sus lisonjas han enga�ado. ( R. Wardlaw, DD )

La adulaci�n produce ruina

El tallo de la hiedra est� provisto de reto�os en forma de ra�ces que insin�an sus espolones en la corteza de los �rboles o en la superficie de una pared. �Qui�n no ha visto con pesar alg�n fresno noble cubierto de hiedra, en cuyo abrazo cede r�pidamente su vida? Seguramente la ra�z est� drenando la savia del �rbol y transfiri�ndola a sus propias venas. As�, un adulador extiende gradualmente su influencia sobre un patr�n hasta que la hombr�a de ese patr�n sucumbe a su ascendencia.

El h�roe est� arruinado y el adulador florece en su lugar. �Cuidado con las aptitudes insinuantes del par�sito! D�jelo, como la hiedra en una pared, mantener su situaci�n adecuada. Protege una naturaleza noble de sus avances. ( Ilustraciones cient�ficas. )

La adulaci�n no puede compensar el da�o que produce.

Las plantas par�sitas env�an sus ra�ces a la sustancia de otra planta y obtienen su alimento de sus jugos; pero aunque, como algunos de la especie humana, viven de la generosidad de su vecino, hay que admitir que a veces recompensan a su benefactor adorn�ndolo con sus hermosas flores. La Rafflesia Arnoldi, por ejemplo, cuya flor mide un metro de ancho y cuya copa contendr� varias pintas de l�quido, crece adherida al tallo de una jara trepadora en Sumatra.

Tambi�n el mu�rdago, cuyas bayas plateadas adornan el roble. Si estas ofrendas del par�sito guardan una proporci�n razonable con la cantidad de da�o causado por �l, debe ser una cuesti�n abierta a la duda. Es cierto que las ofrendas del par�sito social a su benefactor, que consisten en sumisi�n, adulaci�n y peque�os rasgos, no son un beneficio real para nadie; mientras que, por otro lado, el da�o que el par�sito hace a la honestidad y la virilidad es m�s inconfundible.

En general, nos inclinamos a pensar que todas las producciones de par�sitos, ya sean vegetales o humanos, no son suficientes para hacernos valorar mucho a los productores. ( Ilustraciones cient�ficas ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 26". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-26.html. 1905-1909. Nueva York.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile