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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario de Coke sobre la Santa Biblia Comentario de Coke
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
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Información bibliográfica
Coke, Thomas. "Comentario sobre 1 Samuel 24". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tcc/1-samuel-24.html. 1801-1803.
Coke, Thomas. "Comentario sobre 1 Samuel 24". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/
Introducción
David, en una cueva en En-gedi, habiendo cortado el borde del manto de Sa�l, perdona su vida: Sa�l confiesa que David es m�s justo que �l: David jura que perdonar� la posteridad de Sa�l cuando sea rey.
Antes de Cristo 1059.
Versículo 1
En el desierto de En-gedi� La palabra ??? ??? En-gedi significa en hebreo, la fuente del ni�o; de donde tom� su nombre la regi�n vecina, probablemente porque all� daban de beber a sus reba�os. Eusebio lo coloca en los confines del Mar Muerto, al oeste. Con �l, es famoso por un excelente b�lsamo, y con Salom�n, en su canci�n, por los vi�edos. Cantares de los Cantares 1:4 . Ahora se llama An-guedi: v�ase Los viajes de Thevenot, parte 1: cap. 47.
Versículo 3
Sa�l entr� para cubrirse los pies � V�ase Josu� 3:24 y Rut 3:4 . Varios comentaristas suponen que esta expresi�n importa una de las necesidades de la naturaleza; pero uno dif�cilmente puede creer que en este caso hubiera habido suficiente tiempo para la conversaci�n entre David y sus hombres, o para cortar el manto.
El Dr. Pococke nos dice que algunas de las cuevas en Palestina son excesivamente grandes; y que �l mismo visit� uno en el que David y sus hombres podr�an estar escondidos y no ser vistos por Sa�l; y por eso conjetura que �ste es uno de los puntos fuertes de En-gedi, y posiblemente el mismo que el mencionado por el escritor sagrado. V�ase su Descripci�n de Oriente, vol. 2: parte 1 y Salmo 142 .
Versículo 5
El coraz�n de David lo golpe�, porque le hab�a cortado la falda a Sa�l. Las razones que impidieron que David matara a Sa�l, eran dignas de un hombre valiente y generoso, un hombre de piedad y virtud. No se atrevi� a extender su mano contra el ungido del Se�or. Bajo este car�cter sagrado se olvid� de que Saulo era su enemigo implacable, e instant�neamente sacrific� su resentimiento a su conciencia y deber; actuando as� con bondad y grandeza de mente, lo que Sa�l pens� que ning�n hombre en el mundo podr�a haber hecho fuera de �l.
Versículo 11
No hay maldad ni transgresi�n en mi mano. En lugar de quitarle la vida a Sa�l, David solo cort� en privado la falda de su manto. Su protesta de su inocencia, y sin intenci�n de privar a Saulo de su corona y de su vida, estaba fundada en la verdad y verificada por los hechos m�s aut�nticos. El hecho de que estuviera en armas tampoco lo contradec�a; a menos que un hombre est� en armas para preservar su vida y no para oponerse a su amigo, lo alegue culpable de rebeli�n; o, a menos que cuando un tirano le dice a un hombre que tendr� su vida, esa persona est� obligada a extender su garganta al ungido del Se�or, y humildemente le pide que se la corte a su antojo. David no parec�a tener esta opini�n; y por lo tanto se mantuvo en armas y en su defensa, porque no ten�a otros medios posibles de seguridad.
Versículo 12
El Se�or juzgue, etc. - Estas palabras, dichas por David a Sa�l, cuando estuvo en su poder quitarle la vida, la mayor�a de los hombres admitir�n, no implicaban que David deseara o deseara que Dios lo vengara de Sa�l, sino fue una declaraci�n, del esp�ritu de profec�a, que DIOS lo har�a. Pero estas expresiones son tan frecuentes en las Escrituras, y con tales circunstancias y agravamientos, que muchos creen que est�n literalmente intencionadas; y aunque el Evangelio ha ordenado lo contrario, seg�n la ley, no solo era costumbre y pr�ctica de los hombres piadosos orar por la conversi�n, sino tambi�n por la confusi�n de los imp�os e impenitentes, cuya prosperidad confirmaba a los hombres en su injusticia, y fue una deshonra para Dios.
David, consciente de su inocencia, remite su causa a Dios, el juez justo; dispuesto a dejarlo enteramente a su justa recompensa, y decidido a no juzgar por s� mismo, o ejecutar su venganza sobre su enemigo, cuando ten�a a ese enemigo en su poder: y ciertamente, quienquiera que compare los vers�culos 12 y 15 juntos, ver� que el segundo es explicativo del primero. La venganza en el uno es la defensa de su causa; y libr�ndolo de la mano de Sa�l, en la otra.
Versículo 13
La maldad procede de los malvados, es decir, "La culpa es la consecuencia y el fruto de la culpa. Si hubiera sido culpable de conspirar contra ti, habr�a coronado mi culpa mat�ndote cuando estaba en mi poder".
Versículo 14
�Despu�s de un perro muerto? �Despu�s de una pulga? - Un perro era objeto del mayor desprecio. La raz�n por la que esta idea secundaria siempre estuvo asociada con el nombre de este animal en la mente de un jud�o, puede deducirse de la ley mosaica, que ten�a la intenci�n no solo de preservar la idea de la unidad de tu Deidad, sino como un invencible. barrera para mantener a los israelitas separados de otras naciones, al oponerse, as� como imitar, bajo ciertas correcciones, sus ceremonias rituales. El perrosiendo el jerogl�fico de la deidad principal entre los egipcios, tratar este s�mbolo con desprecio y propagar el t�rmino con una idea tan asociada a la posteridad m�s reciente, fue, en el curso de la naturaleza, el medio m�s eficaz para evitar que los israelitas adoptaran esa especie de idolatr�a; y cuando recordamos que la superstici�n egipcia fue especialmente afectada por los israelitas, no podemos admirar suficientemente la profundidad de las riquezas de la misericordia y la sabidur�a divinas.
El sentido de este pasaje es entonces: "�Persigues a uno de tus s�bditos m�s d�biles y mezquinos, y que no tiene m�s significado y fuerza, en comparaci�n con el rey al frente de sus tropas elegidas, que un perro muerto o un pulga soltera ? " Y esto fue dicho con justicia; porque Sa�l ten�a ahora tres mil hombres escogidos con �l, y todas las fuerzas de Israel bajo su mando; y David ten�a como m�ximo seiscientos.
REFLEXIONES.� Saulo, en el calor del d�a, probablemente fatigado por el trabajo de subir las escarpadas pendientes, se retira a la cueva para cubrirse los pies, envuelto en sus ropas, para descansar un poco. Cuando termina su siesta, sin sospechar de lo que ha pasado, se levanta y se va; David lo sigue r�pidamente, y antes de que se alejara, clama tras �l con el t�tulo m�s honorable: Mi se�or el rey; y se inclina ante �l con el m�s profundo respeto. Sin duda, muy sorprendido por la voz, se vuelve; y est� m�s sorprendido por la persona, pero m�s por el discurso que le dirigi� su piadoso hijo y fiel s�bdito.
1. Con sabidur�a y cortes�a, echa la culpa de la conducta de Sa�l a sus cortesanos en lugar de a s� mismo; y muchos como Doeg, sin duda, hubo, que envidiaron la preferencia de David. Las cortes de los pr�ncipes abundan en aduladores: les es dif�cil ver con sus propios ojos; y los mejores amigos de su pa�s, representados a trav�s de este medio, a menudo aparecen y son tratados como sus enemigos jurados.
2. �l presenta la evidencia m�s fuerte de su inocencia en lo ocurrido ese d�a: lejos de buscar la vida de Saulo, cuando se le inst� a matarlo mientras yac�a a su merced, la falda que sostuvo proclam� cu�n tierno era de su vida; lo reverenciaba como ungido de Dios, lo respetaba como su rey; y a�ade el entra�able nombre de padre, tanto como motivo para rechazar una propuesta tan perversa, como para despertar la ternura de las entra�as de un padre hacia un hijo tan obediente y un sirviente tan fiel. Nota; Ninguna provocaci�n puede justificar el regicidio.
3. Protesta solemnemente que nunca fue su intenci�n, y nunca ser� su deseo, vengarse a s� mismo: remiti� el asunto enteramente a Dios; y observa, seg�n un antiguo proverbio, La maldad procede de los imp�os; como es el coraz�n de un hombre, as� son sus acciones: si hubiera albergado alg�n mal plan, sin duda debe haber aparecido; por tanto, Sa�l pod�a estar seguro de su inocencia y lealtad. Nota; (1.) Como dice el refr�n, transmite muchas buenas amonestaciones; las palabras de los sabios merecen ser recordadas durante mucho tiempo y citadas con frecuencia. (2.) La �nica conclusi�n segura del temperamento de un hombre es ciertamente de sus acciones: un �rbol malo no da buenos frutos.
4. Le reprocha, no s�lo lo impropio que es en un buen hombre perseguir al inocente, sino lo impropio de un gran rey perseguir a uno tan inferior, a un pastor, a un desterrado, saltando como pulga de monte en monte. colina por seguridad; y tan in�til e incapaz de resistir como un perro muerto. Nota; Ceder apacigua la ira: humillarnos ante los dem�s es la mejor manera de evitar que nos pisoteen, si es que les queda algo de nobleza de esp�ritu.
Por �ltimo, deja su causa en manos del gran Juez y vengador, y conf�a en que ahora abogar� por �l y estar� a su lado, si el rey a�n se niega a ser convencido por tan innegable evidencia de su inocencia. Nota; Es el consuelo de los oprimidos tener un tribunal al que apelar, donde se les har� justicia. El �ltimo d�a al menos ser� nuestra reivindicaci�n de toda acusaci�n maligna.
Versículo 16
Sa�l alz� la voz y llor�: Sa�l mismo, con toda su malicia, no pudo resistir este ejemplo de la generosidad de David. Se derriti� y se hundi� debajo de ella; y en lugar de difamarlo, o disminuir su m�rito con un coraz�n implacable, alz� la voz y llor�, y con l�grimas reconoci� la inocencia de David y su propia culpa, e incluso rog� a Dios que lo recompensara, a quien, pero el momento antes , estaba persiguiendo a la destrucci�n.
Versículo 19
Porque si un hombre encuentra a su enemigo, porque si un hombre, encontrando a su enemigo, lo deja ir bien, el Se�or lo recompensar�; por tanto, el Se�or te recompensar� por lo que me has hecho hoy. Houb.
Versículos 20-22
S� bien que seguramente ser�s rey. �l sab�a esto, dice San Cris�stomo, por los modales de David, por sus virtudes reales, as� como por su extraordinario �xito; pero, sobre todo, conoc�a su divina designaci�n al trono. Sa�l, dice el Dr. Trapp, siendo derretido por esos carbones de bondad que David hab�a amontonado sobre su cabeza, se derrama en un torrente de pasiones y, por el momento, habla como pensaba. Pero los buenos pensamientos hacen camino s�lo a los corazones perversos: no se quedan all�, como a los que no les gusta su alojamiento; sus prop�sitos, por falta de ejecuci�n, son como nubes sin lluvia, o como garrote de H�rcules en la tragedia, de un gran a granel, pero relleno de musgo y basura. David accedi� a la petici�n de Sa�l y le jur�;porque Sa�l, previendo que su familia estar�a en el poder de David, y consciente de cu�n cruel y traicioneramente �l mismo lo hab�a tratado, exige a David un juramento de no cortar su descendencia cuando �l ascienda al trono, ni de destruir su descendencia. nombre de la casa de su padre; un juramento que David hizo con generosidad, y cumpli� honorable y religiosamente.
Sin embargo, no confiaba en Sa�l: conoc�a demasiado bien su inconstancia, perfidia y frenes�. Nunca conf�es en tu enemigo, dice el hijo de Sirac, aunque se humille; Presta mucha atenci�n y ten cuidado con �l, Sir 12:10 , etc. Dos comentarios surgen naturalmente sobre este pat�tico discurso de Sa�l y el comportamiento de David hacia �l. La primera es que su sentido de la generosidad de David debe ser muy fuerte cuando le ruega a Dios que lo recompense. De hecho, Sa�l no ten�a equivalente para darle a David por la bondad que le mostr�; y por lo tanto lo remite a DIOS para retribuci�n. Porque si, despu�s de esto, pudiera salvar la vida de David, aun as�, solo podr�a salvar la vida de su mejor benefactor; mientras que David perdon� y salv� la vida de su enemigo m�s mortal. Lala segunda es que David, al perdonar a su enemigo, se encontr� pose�do de una de las m�s altas satisfacciones del mundo; �Ver a su pr�ncipe enfurecido su peticionario! ver a su enemigo su suplicante! consciente y confesando su propia culpa y la superioridad de David! y suplicando esa misericordia para su problema que �l mismo acababa de experimentar, �y no se hab�a merecido! �Qui�n no salvar�a a un enemigo por el gozo de un triunfo tan glorioso!
Reflexiones sobre el cap�tulo anterior.
Nunca podremos prometernos de manera tan razonable una protecci�n y liberaci�n extraordinarias de cualquier calamidad o peligro que m�s nos amenace o nos presione, mediante alg�n acto maravilloso del propio poder y vigilancia inmediatos de Dios, como cuando lo hemos hecho, por mera piedad o conciencia, o por nuestra propia voluntad. de las obligaciones de la caridad y la compasi�n cristianas, renunciando a la realizaci�n de una mala acci�n que estaba en nuestro poder hacer, y la realizaci�n de la cual, de acuerdo con toda la raz�n humana, nos habr�a liberado, por el momento, de esa opresi�n que es m�s doloroso para nosotros; porque con eso declaramos que no tendremos otro refugio que el que sea agradable a Su buena voluntad y placer. Considerando que, aquellos que est�n dispuestos a apoderarse de cualquier ventaja que se ofrezca para hacer da�o a su enemigo, y, al tomarla,
Si nuestros enemigos nos han calumniado con imputaciones falsas e indignas, y llegamos a tener suficiente cr�dito como informes escandalosos para quitarles su buen nombre, y por amor a la verdad y la justicia nos abstenemos de hacerlo, podemos estar seguros de que sus lenguas, cu�n agudo y venenoso, sin embargo, no podr� hacernos da�o; pero que Dios, de una forma u otra, har� aparecer nuestra inocencia y rectitud, a trav�s de todas las nubes de prejuicios y calumnias que su malicia ha levantado sobre nosotros. Si somos perseguidos injustamente por un enemigo grande y poderoso, quien, en su rabia y furia, nos quitar�a la vida, y mientras usa toda su habilidad para atraparnos y ponernos en su poder, �l mismo cae en nuestras manos, y est� en nuestro poder vengar el mal que nos ha hecho y, al quitarle la vida, evitar cualquier acto de violencia futura sobre nosotros; y lo hacemos por piedad y deber, si es nuestro pr�ncipe, o una persona a quien debemos obediencia, o por humanidad o generosidad, si es nuestro igual, reh�sa aprovechar esa ventaja y perdona la sangre que podamos derramar, y esperar el ocio de Dios por una liberaci�n, sin ninguna culpa nuestra; podemos suponer humildemente que interpondr� su protecci�n en nuestro favor y frustrar� todos los intentos de violencia contra nosotros si, a pesar de este temperamento y obligaci�n de nuestra parte, la malicia y el rencor de nuestros enemigos contin�an.
Si un hombre encuentra a su enemigo, �lo dejar� ir bien? dice Sa�l, ( 1 Samuel 24:19 .) cuando estaba convencido de la integridad del coraz�n de David, por no haberse aprovechado de �l en la cueva donde podr�a haberlo destruido con seguridad; y cuando algunos de sus amigos lo hubieran persuadido , que Dios hab�a entregado a su enemigo en su mano, y que pod�a hacer lo que le pareciera bien. ( 1 Samuel 24:5.) Sa�l nunca estuvo tan confundido con la verg�enza de sus propios celos y malicia, como por este acto de piedad y magnanimidad en David; y aunque sab�a desde hac�a mucho que estaba ungido y designado por Dios para reinar como rey despu�s de �l, no lo crey� tan completamente hasta este gran ejemplo del temperamento de su mente y de su confianza tan completa en el prop�sito de Dios. , que �l, por un acto propio, no se esforzar�a por traer ese honor y seguridad sobre s� mismo antes de lo que Su sabidur�a se lo propuso.
Ahora bien, he aqu�, s� bien que ciertamente ser�s rey, y que el reino de Israel se establecer� en tu mano. Nunca podremos recibir una mayor sinceridad de que Dios mismo nos ayudar� maravillosamente, que cuando nos da la gracia de no ayudarnos a nosotros mismos por los malos medios que se nos ofrecen.