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Bible Commentaries
Apocalipsis 6

Comentario de Coke sobre la Santa BibliaComentario de Coke

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Introducción

La apertura de los sellos en orden, y lo que sigui�.

Anno Domini 96.

Versículos 1-2

Y vi, etc. San Juan hab�a visto, en la primera parte de su visi�n, una representaci�n de la majestad, la gloria, el poder y la autoridad suprema de Dios; y tambi�n el libro sellado, en el cual estaban contenidas las �rdenes de la divina Providencia concernientes a la iglesia y al mundo, entregado a Cristo el Cordero de Dios, para abrirlo y revelarlo, para el �nimo de la iglesia en paciencia y fidelidad; junto con la adoraci�n de la iglesia en esta solemne ocasi�n. Ahora bien, esta revelaci�n de Cristo comienza con una representaci�n prof�tica del estado futuro de la iglesia y del mundo, en la medida en que la sabidur�a y la bondad de Dios consider� oportuno darlo a conocer para el consuelo de su pueblo fiel.

Este cap�tulo contiene el primer gran per�odo de profec�a (dividido en siete sellos o menosper�odos ) y la descripci�n del estado de la iglesia bajo la Roma pagana, desde el tiempo de la fecha de la profec�a hasta aproximadamente el a�o de Cristo 323. Ver cap. Apocalipsis 8:1 .

Cada una de las descripciones prof�ticas es en parte alguna imagen y lema figurativo o jerogl�fico, o alguna representaci�n en el estilo y expresiones figurativas de la profec�a antigua, que describe alguna dispensaci�n particular de la Providencia, propia y peculiar de los varios estados sucesivos de la iglesia y el imperio. durante el espacio o tiempo contenido en este per�odo: En el cual, por lo tanto, podemos esperar encontrar una intenci�n sabia y amable, al dar a conocer estas dispensaciones de la Providencia a la iglesia, y un significado �til y provechoso de este primer per�odo de revelaci�n prof�tica.

A medida que los sellos se abren en orden, los eventos tambi�n siguen en orden. El primer sello o per�odo es memorable para la conquista, y fue proclamado por el primero de los seres vivientes,que era como un le�n, y ten�a su posici�n en el Este. Seg�n Lowman, la persona representada, Apocalipsis 6:2 es el Se�or Jesucristo, quien hab�a recibido un reino del Padre, que deb�a gobernar a todas las naciones.

Ver cap. Apocalipsis 19:11 . Salmo 45:3 ; Salmo 45:17 . Pero, seg�n el obispo Newton, este primer per�odo comienza con Vespasiano, quien, desde el mando en Oriente, fue ascendido al imperio; y Vespasiano, por esta raz�n, era considerado, tanto por romanos como por extranjeros, como "el gran pr�ncipe que vendr�a de Oriente y dominar�a el mundo". Salieron a conquistar:porque conquistaron Judea por completo, destruyeron Jerusal�n y llevaron cautivos a los jud�os a todas las naciones.

Como estas profec�as fueron escritas unos a�os antes de la destrucci�n de Jerusal�n, apropiadamente comienzan con alguna alusi�n a ese memorable evento; y una breve alusi�n fue suficiente, ya que nuestro Salvador mismo se hab�a extendido tanto en todos los detalles. El arco, el caballo blanco y la corona son emblemas propios de la victoria, el triunfo y la realeza; y la proclamaci�n de la conquista la hace una criatura como un le�n. Este per�odo continu� durante los reinados de la familia Flavia y el breve reinado de Nerva, unos veintiocho a�os.

Versículos 3-4

Y cuando abri� el segundo sello, el segundo sello o per�odo se se�ala para la guerra y la matanza; y fue proclamado por el segundo ser viviente,que era como un buey, y ten�a su posici�n en Occidente: y en el relato del mismo, el obispo Newton, Lowman, etc. casi de acuerdo. El segundo per�odo, dice el primero, se inici� con Trajano, que ven�a de Occidente, siendo espa�ol de nacimiento, y fue el primer extranjero elevado al trono imperial.

En su reinado, y en el de su sucesor Adriano, hubo horribles guerras y matanzas, y especialmente entre los jud�os rebeldes y los romanos. Los jud�os de Cirene mataron a doscientos veinte mil hombres de romanos y griegos, en las m�s espantosas circunstancias de barbarie; en Egipto y Chipre, doscientos cuarenta mil m�s.

Pero los jud�os, a su vez, fueron sometidos por Lucio y otros generales enviados contra ellos por Trajano. Estas cosas se tramitaron durante el reinado de Trajano; y en el reinado de Adri�n fue su gran rebeli�n bajo su falso Mes�as, Barchochab, y su dispersi�n final, despu�s de que cincuenta de sus castillos m�s fuertes, y novecientos ochenta y cinco de sus mejores ciudades hab�an sido demolidos, y despu�s de quinientos ochenta mil hombres hab�an sido muertos a espada, adem�s de una inmensa multitud que hab�a perecido de hambre, enfermedades y otras bajas; con gran p�rdida y matanza tambi�n de los romanos, a tal punto que el emperador se abstuvo de los saludos habituales en sus cartas al senado.

Aqu� hubo otro triunfo ilustre de Cristo sobre sus enemigos; y los jud�os y los romanos, ambos perseguidores de cristianos, fueron notablemente convertidos en verdugos de la venganza divina unos sobre otros. La gran espada y el caballo rojo, Apocalipsis 6: 4 son emblemas expresivos de este per�odo sangriento y de matanza; y la proclamaci�n del matadero la hace oportunamente una criatura como un buey destinado al matadero. Este per�odo continu� durante los reinados de Trajano y sus sucesores, por sangre o adopci�n, alrededor de noventa y cinco a�os. Ver 2 Reyes 3: 23-24 .

Versículos 5-6

Cuando abri� el tercer sello, etc.� El tercer sello o per�odo se caracteriza por la estricta ejecuci�n de la justicia y el juicio, y por la procuraci�n de ma�z, aceite y vino; y fue proclamado por la tercera criatura viviente, que era como un hombre, y ten�a su posici�n en el Sur. La medida de ma�z mencionada, Apocalipsis 6:6 es, en el original, un choenix, que era la asignaci�n diaria de un hombre como un centavo era su salario diario; de modo que si su trabajo diario no pod�a ganar m�s que el pan de cada d�a, sin otra provisi�n para �l o su familia, el ma�z ten�a que pagar un precio muy alto.

Pero cualquiera que sea la capacidad del f�nix(lo cual es dif�cil de determinar), pero tal cuidado, y tales regulaciones, implican al menos algo de escasez; y la escasez obliga a los hombres a la exactitud en el precio y la medida de las cosas. En resumen, la intenci�n de la profec�a es que se provea ma�z al pueblo; pero debe distribuirse en medida y proporci�n exactas.

Este tercer per�odo comienza con Septimus Severus, que fue un emperador del sur,siendo un nativo de �frica. Fue un promulgador de leyes iguales y justas, y fue muy severo e implacable ante las ofensas; nunca conceder�a un perd�n ni siquiera por los hurtos menores, como tampoco lo har�a Alejandro Severo en el mismo per�odo. Estos dos emperadores tampoco fueron menos famosos por la obtenci�n de ma�z, aceite y otras provisiones, y por suministrarlos a los romanos despu�s de que hab�an experimentado una falta de ellos. De Septimus Severus se dice que para la provisi�n de ma�z, que encontr� muy peque�o, consult� hasta ahora, que a su muerte dej� una cierta cantidad o asignaci�n al pueblo romano durante siete a�os; y tambi�n de petr�leo, tanto como pudiera abastecer, no s�lo a los usos de la ciudad, sino tambi�n de toda Italia que lo quisiera, por espacio de cinco a�os.

De Alejandro Severo tambi�n se dice: que tuvo tanto cuidado en proveer para el pueblo romano, que el ma�z que Heliog�balo hab�a desperdiciado, lo reemplaz� con su propio dinero; tambi�n el aceite que Septimus Severus hab�a dado al pueblo, y que Heliog�balus hab�a disminuido, lo restaur� completamente como antes.

El color del caballo negro, Apocalipsis 6:5 , corresponde a la severidad de su naturaleza y su nombre; las balanzas son el conocido emblema de la justicia, as� como un indicio de escasez; y la proclamaci�n de justicia y juicio, y de procuraci�n de ma�z, aceite y vino, Apocalipsis 6:6 , est� bien hecha por una criatura como un hombre. Este per�odo continu� durante los reinados de la familia Septimiana, alrededor de cuarenta y dos a�os. Ver Lamentaciones 5:10 .

Versículos 7-8

Y cuando hubo abierto, etc.� El cuarto sello o per�odo se distingue por una concurrencia de males, guerra y hambre, pestilencia y bestias salvajes, y fue proclamado por el cuarto ser viviente, que era como un �guila, y ten�a su posici�n. en el norte. Estos son los mismos cuatro duros juicios con los que Ezequiel, cap. Ezequiel 14:21 amenazaba a Jerusal�n con la espada, el hambre, la bestia maligna y la pestilencia; porque, en las lenguas orientales, la pestilencia se llama enf�ticamente muerte.

Estos cuatro iban a destruir el cuartoparte de la humanidad; y la imagen es muy po�tica de la muerte montada sobre un caballo p�lido, y el infierno, o la tumba, sigui�ndolo, dispuesta a tragarse los cad�veres. Este per�odo comienza con Maximin, que era un emperador del norte, nacido de padres b�rbaros en un pueblo de Tracia. No hab�a un animal m�s cruel en la tierra.

La historia de �l y de varios reinados sucesivos est� llena de guerras y asesinatos, motines de soldados, rebeliones de s�bditos y muertes de pr�ncipes. Hubo m�s de veinte emperadores en el espacio de cincuenta a�os, todos o la mayor�a de los cuales murieron en la guerra o fueron asesinados por sus propios soldados o s�bditos. Adem�s de los emperadores leg�timos, en la �poca de Galieno hab�a treinta tiranos o usurpadores, que llegaron todos con fines violentos y miserables. Aqu� hab�a suficiente empleo para la espada; y tales guerras y devastaciones deben necesariamente producir hambrunas; y la hambrunaes otra calamidad distintiva de este per�odo.

En el reinado de Galo, los sirios hicieron tales incursiones, que ninguna naci�n sometida a los romanos qued� sin desperdiciar; y todos los pueblos sin murallas y la mayor�a de las ciudades amuralladas fueron tomadas por ellos. En el reinado de Probo tambi�n hubo una gran hambruna en todo el mundo, que fue motivo de que sus ej�rcitos se amotinaran y lo mataran. La consecuencia habitual del hambre es la pestilencia; y la pestilencia es la tercera calamidad distintiva de este per�odo. Esta peste , surgida de Etiop�a, invadi� todas las provincias romanas, y durante quince a�os juntas las agot� incre�blemente.

Se enfureci� con tanta furia que cinco mil hombres murieron en un d�a. Cuando los pa�ses yacen sin cultivar, deshabitados, poco frecuentados, las bestias salvajes se multiplican y vienen a las ciudades para devorar a los hombres, que es la cuarta calamidad distintiva de este per�odo; y leemos que quinientos lobos entraron juntos en una ciudad, que fue abandonada por sus habitantes, donde casualmente estaba el joven Maximino. El color del caballo p�lido es muy adecuado a la mortalidad de este per�odo; y la proclamaci�n de muerte y destrucci�n la hace una criatura como un �guila, que busca cad�veres. Este per�odo continu� desde Maximino hasta Dioclesiano; unos cincuenta a�os.

Versículos 9-11

Cuando abri� el quinto sello, etc.� Este y los siguientes sellos no tienen nada extr�nseco, como la proclamaci�n de los seres vivientes, para determinar de qu� parte debemos esperar que se completen; pero se distinguen suficientemente por sus marcas y caracteres internos. El quinto sello o per�odo es notable por una terrible persecuci�n de los cristianos, que est�n representados, Apocalipsis 6:9 acostados debajo del altar (porque la escena todav�a est� en el tabern�culo o templo) como sacrificios reci�n muertos y ofrecidos a Dios. La palabra de Dios y el testimonio que ten�an es una descripci�n de cristianos fieles,que persever� hasta la muerte en la fe y la adoraci�n cristianas, a pesar de todas las dificultades de la persecuci�n.

Ver cap. Apocalipsis 20:4 . Ellos lloran en voz alta Apocalipsis 6:10 para el Se�or a juzgar y vengar a su causa; es decir, las crueldades ejercidas sobre ellos fueron de una naturaleza tan b�rbara y atroz como para merecer y provocar la venganza del Se�or.

A cada uno de ellos se les da t�nicas blancas, Apocalipsis 6:11 como muestra del triunfo que hab�an obtenido sobre la muerte y todos sus terrores; y se les exhorta a descansar por un tiempo, hasta que se complete el n�mero de m�rtires, cuando recibir�n su plenorecompensa. Esta representaci�n es una prueba contundente, entre una multitud de otras, de la felicidad inmediata de los santos difuntos, y no puede consistir en la opini�n peligrosa, as� como inc�moda, del estado insensible de las almas difuntas hasta despu�s de la resurrecci�n.

Hubo otras persecuciones antes, pero esta fue, con mucho, la m�s considerable; la d�cima y �ltima persecuci�n general, que fue iniciada por Dioclesiano y continuada por otros, y dur� m�s, y se extendi� m�s lejos, y fue m�s aguda y sangrienta que todas las precedentes; y por lo tanto esto fue particularmente predicho: de modo que esto se convirti� en un aera memorable para los cristianos bajo el nombre de "El aera de Dioclesiano"; o, como se le llama de otro modo, "El aire de los m�rtires".

Debajo de tu altar, etc.� Esto lleva una alusi�n (como dijimos en la nota anterior) al servicio del templo. En el templo estaba el altar de las v�ctimas, al pie del cual se derramaba la sangre de los sacrificios, cuya sangre, al ser depositada a la vista del santuario, se supon�a que pon�a a Dios, por as� decirlo, en la mente del sacrificio ofrecido a �l. Mucho m�s las almas, es decir, los esp�ritus de los m�rtires, puestos a la vista de Cristo, promovieron el mismo gran fin; y as� como la sangre de Abel ped�a venganza, tambi�n lo hac�an los esp�ritus o las almas de los m�rtires.

Versículos 12-17

Vi cuando abri� el sexto sello, etc.� El sexto sello o per�odo produce grandes cambios y revoluciones que, seg�n el estilo prof�tico, se expresan mediante grandes conmociones en la tierra y en los cielos. Las mismas im�genes, las mismas expresiones son utilizadas por los otros profetas con respecto a las mutaciones y alteraciones de religiones y gobiernos; y por qu� no pueden, por tanto, aplicarse con igual propiedad y adecuaci�n a una de las revoluciones m�s grandes y memorables que jam�s haya existido en el mundo: la subversi�n de la religi�n pagana y el establecimiento de la cristiana, iniciada por Constantino. el Grande y completado por sus sucesores? La serie de la profec�a requiere esta aplicaci�n, y todas las frases y expresiones la admitir�n f�cilmente.Y mir� cuando abri� el sexto sello, ( Apocalipsis 6:12 .) Y he aqu�, hubo un gran terremoto, o m�s bien una gran conmoci�n cerebral, (???????); porque la palabra comprende tanto el temblor de los cielos como el de la tierra.

Se usa la misma frase, Hageo 2:6 ; Hageo 2:21 sobre la primera venida de Cristo; y esta sacudida, como dice el ap�stol, Hebreos 12:27 significa la remoci�n de las cosas que son sacudidas; y as� lo explica el profeta Hageo.

�Y d�nde hubo mayor conmoci�n o remoci�n que cuando el cristianismo ascendi� al trono del paganismo y la idolatr�a dio lugar a la verdadera religi�n? Luego siga los efectos particulares de esta conmoci�n cerebral general, Apocalipsis 6:12 . Isa�as habla mucho de la misma manera con respecto a Babilonia e Idumea, cap. Isa�as 13:10 e Isa�as 34:4 .; y Jerem�as sobre la tierra de Jud�, cap.

Jeremias 4:23 ; y Ezequiel sobre Egipto, cap. Ezequiel 32:17 .; y Joel sobre Jerusal�n, cap. Joel 2:10 ; Joel 2:31 .; y nuestro Salvador mismo tambi�n en cuanto a la destrucci�n de Jerusal�n, Mateo 24:29 .

Ahora bien, es cierto que la ca�da de cualquiera de estas ciudades o reinos no fue de mayor preocupaci�n y consecuencia para el mundo, ni m�s merecedora de ser descrita en figuras tan sublimes, que la ca�da del imperio romano pagano, cuando el gran las luces del mundo pagano, el sol, la luna y las estrellas, los poderes civil y eclesi�stico, fueron eclipsadas y oscurecidas; los emperadores y c�sares paganos fueron asesinados, los sacerdotes y augures paganos fueron extirpados, los oficiales y magistrados paganos fueron removidos y sus templos fueron demolidos.

Es costumbre entre los profetas, despu�s de haber descrito una cosa en la dicci�n m�s simb�lica y figurativa, volver a representar la misma en un lenguaje m�s sencillo; y el mismo m�todo se observa aqu�, Apocalipsis 6:15 .;y los reyes de la tierra, etc. es decir, Maximino, Galerio, Majencio, Licinio, etc. con todos sus adherentes y seguidores, fueron tan derrotados y dispersos, que se escondieron en guaridas, etc.

expresiones utilizadas, como en otros profetas, ( Isa�as 19:21 . Oseas 10:8 . Lucas 23:30.) para denotar el mayor terror y consternaci�n. Este es, por tanto, un triunfo de Cristo sobre sus enemigos paganos, y un triunfo despu�s de una severa persecuci�n; de modo que el tiempo y todas las circunstancias, as� como la serie y orden de la profec�a, concuerdan perfectamente con esta interpretaci�n.

Galerio, Maximino y Licinio, incluso hicieron una confesi�n p�blica de su culpa, recordaron sus decretos y edictos contra los cristianos y reconocieron los justos juicios de Dios en su propia destrucci�n. El lector, deseoso de profundizar en el significado de este maravilloso cap�tulo, har� bien en consultar a los historiadores contempor�neos; ya que es imposible, en el comp�s de notas como estas, se�alar todos los detalles que merecen ser observados.

Burton observa en este cap�tulo que "as� como los comentaristas se han visto afectados de manera diferente por la lectura del relato de las visiones apocal�pticas, tambi�n han tachado aplicaciones de varios eventos a ellos. Las mismas dudas de aquellos, mucho mejor calificados para juzgarlos. cosas de las que me atrevo a suponer, son suficientes para imponerme un silencio con respecto a la aplicaci�n de eventos particulares. El tiempo, el gran revelador de todos los secretos, debe desentra�ar el profundo misterio de estas maravillas. de esas importantes verdades, para guiarnos de fortaleza en fortaleza; debemos ahora, como los asombrados israelitas, detenernos y ver la salvaci�n del Se�or: mientras tanto, nos conviene buscarlo, si acaso podemos encontrarlo.

El plan general de laEvidentemente, la Revelaci�n se nos se�ala como un fundamento s�lido; y ya aparecen algunos trazos marcados, aunque a distancia de nosotros, para mostrarnos que ahora se abre a nuestra vista una superestructura hermosa y bien proporcionada, cuyo Constructor y Hacedor es Dios. En la medida en que la raz�n justifique nuestra aplicaci�n, y derivamos nuestro conocimiento de la Sagrada Escritura, esa fuente pura de todo conocimiento humano , nuestra conducta es segura y encomiable; pero tan pronto como lo perdemos de vista, nos volvemos vanos en nuestra imaginaci�n y nuestro necio coraz�n se oscurece.

Los siete sellos, en este cap�tulo, parecen tener el apocal�ptico n�mero siete.para un trabajo de base, a partir del cual calcular el surgimiento de sus varios eventos y de sus terminaciones. Pero me inclino a pensar que tanto el sexto como el s�ptimo sellos a�n no se han abierto; ya que, a partir de las descripciones apocal�pticas dadas en este cap�tulo, parecen estar reservadas para aquellos espantosos eventos que ser�n revelados en el �ltimo d�a, y que exceden nuestras experiencias pasadas tanto como la fuerza de nuestra imaginaci�n ". Concluiremos nuestras notas sobre este cap�tulo con la observaci�n del Sr. Lowman, "que esta parte de la historia es muy apropiada para el dise�o general de toda la Revelaci�n; - para apoyar la paciencia y alentar la perseverancia de la iglesia, por tal ejemplo de El poder y la fidelidad de Dios en la protecci�n de la religi�n cristiana y el castigo de sus enemigos.

Vemos en este per�odo, durante la persecuci�n de los paganos, Roma, la iglesia en un estado de prueba y sufrimiento, pero preservada y protegida, y finalmente obteniendo un estado de paz y seguridad, cuando todo el poder de sus perseguidores fue totalmente destruido por la providencia dominante de Dios. As�, esta historia verifica la verdad general de todas las profec�as, y las predicciones particulares de cada una de ellas de manera individual: ��extraordinario est�mulo a la paciencia y constancia de la verdadera iglesia!

Inferencias.� A cualquier evento al quese refieranlos sellos , es cierto que las representaciones aqu� hechas son muy espantosas y muy instructivas. Consideremos que estamos invitados a subir y ver, y observemos con atenci�n el memorable espect�culo. Que la vista del caballo blanco y su jinete, que sali� conquistando y para conquistar, nos lleve a reflexionar sobre los prop�sitos pac�ficos de la aparici�n de nuestro bendito Salvador y la rapidez de sus conquistas; e inv�tenos con frecuencia a orar por la mayor prosperidad de su reino, ese reino de justicia, amor y felicidad. Cuando pensamos en los terribles efectos de la guerra, del hambre, y de pestilencia,representados por las tres hordas siguientes, y sus jinetes aqu� mencionados, que excite nuestro agradecimiento, que ninguno de este terrible triunvirato sea ??enviado comparativamente contra nosotros en nuestra tierra, aunque nuestros cr�menes nacionales de hecho han merecido que nos invadan con unidos terrores que la paz sea quitada por completo de nuestra tierra, que nuestro pan y agua sean recibidos en peso y medida, y que los muertos queden sin enterrar en nuestras plazas, comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; ni �Puede algo m�s justamente excitar nuestra gratitud y agradecimiento, que los terrores y la culpa dela persecuci�n sanguinaria no se encuentra en medio de nosotros.

La historia de sus horrores y estragos en otras naciones y en otras �pocas, a veces puede ser un ejercicio de nuestra fe; y podemos estar listos para clamar con las almas debajo del altar: �Hasta cu�ndo, oh Se�or, santo y verdadero, no vengar�s la sangre de tus santos sobre la tierra? Pero esperemos con paciencia; no nos hagamos un juicio precipitado y desconsiderado. Los muertos, los que mueren en el Se�or y los que han sido perseguidos hasta la muerte por �l y por su causa, son incomparablemente m�s felices.que los m�s felices entre los vivos. Las t�nicas blancas y las coronas de oro con las que est�n adornadas son una abundante compensaci�n, no solo por cada sufrimiento m�s leve, sino tambi�n por el fuego lento y el potro, esos instrumentos de tortura m�s espantosos. Y aunque sus enemigos maliciosos e implacables puedan insultarlos amargamente por un tiempo, sin embargo, el triunfo de los imp�os es por un corto tiempo, sus esp�ritus culpables pronto ser�n convocados ante el gran Vengador de sangre; y llegar� el d�a en que ser�n presentados p�blicamente para sufrir las m�ximas exigencias de su justicia; incluso ese d�a, cuando todas las descripciones figurativas aqu� usadas ser�n contestadas completamente, en su significado literal; cuando el sol de verdadse convierta en tinieblas, y la luna en sangre; cuando el volumen del cielo se enrolle como un pergamino, y sus estrellas caer�n de sus orbes.

No es de extra�ar que los pecadores imp�os huyan de esta alarmante y tremenda escena con salvaje consternaci�n y confusi�n; no es de extra�ar que rasguen los mismos cielos con sus gritos, y llamen a las monta�as para que caigan sobre ellos, y a las rocas para cubrirlos: �oh! �Qu� fue el aplastamiento repentino e irresistible de una roca o una monta�a, en comparaci�n con el peso de la ira del Cordero, y con el fuego y azufre de esta segunda muerte?�Oh! que por la expectativa de este terrible d�a, hombres de todos los rangos y condiciones pueden ser influenciados para que le hagan su aplicaci�n, mientras �l todav�a aparece en las demostraciones de su gracia y misericordia; para besar al Hijo, no sea que se enoje, y se pierdan del camino, aun cuando su ira apenas comienza a encenderse. ( Salmo 2:12 .)

REFLEXIONES.� 1�, Los seis primeros sellos contienen los acontecimientos relativos a la iglesia bajo los emperadores paganos, hasta que, en el reinado de Constantino, el paganismo fue completamente subvertido, alrededor del a�o 323.

Cuando el Cordero abri� el primer sello, uno de los seres vivientes, con una voz fuerte como el trueno, llam� la atenci�n del ap�stol y le pidi� que viniera a ver la visi�n. Cuando, �he aqu�! un caballo blancoapareci�, y uno se sent� sobre �l, llevando un arco y una corona en la cabeza; y sali� conquistando y conquistando. Esto, en un sentido espiritual, representa el ministerio del evangelio, que trae alegr�a, paz y triunfo al alma, del cual el caballo blanco puede ser considerado como un emblema. El arco de Jes�s, como el de Jonat�n, no vuelve vac�o: las flechas del evangelio, por el poder del Esp�ritu, se vuelven eficaces para someter las almas de los pecadores: su corona puede denotar sus victorias y dignidad: �l debe prevalecer: y a pesar de toda oposici�n, su evangelio seguir� conquistando y conquistando; hasta que en el coraz�n de sus siervos fieles sea subyugada toda corrupci�n; hasta que por todo el mundo se difunda su verdad; y hasta las �ltimas edades continuar� sus conquistas, hasta que los reinos de la tierra se conviertan en reinos del Se�or y de su Cristo. �Apres�rate, Se�or, ese d�a feliz!

2�, Al abrirse el segundo sello, tiene una llamada repetida del segundo ser viviente, para que venga y vea. Y he aqu� otro caballo rojo; y sobre �l estaba sentado uno armado con una espada, a quien se le dio poder para quitar la paz de la tierra. Y esto parece prefigurar las sangrientas guerras que, durante los reinados de Trajano y Adriano, consumieron innumerables multitudes de jud�os y romanos, los perseguidores comunes del cristianismo. Nota; (1.) A los perseguidores del pueblo de Dios se les dar� a beber sangre. (2.) El Se�or puede hacer que sus enemigos se opongan entre s�, y hacer que a menudo una naci�n malvada sea el azote de su venganza sobre otra.

En tercer lugar, se abre el tercer sello y otra convocatoria le pide que venga y vea; cuando, he aqu�! apareci� un caballo negro, el emblema del hambre, y sobre �l se sent� uno con un par de balanzas; cuando una de las bestias grit�: Una medida de trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario; y procura no da�ar el aceite y el vino. La hambruna recaer�a principalmente sobre los pobres, quienes, por el precio de un d�a entero de trabajo, podr�an simplemente procurarse el pan para su subsistencia. Nota; Cuando un juicio no es eficaz para llevar a los pecadores al arrepentimiento, un segundo lo sigue.

En cuarto lugar, abierto el cuarto sello, el cuarto ser viviente le pide que venga y vea: cuando he aqu� un caballo p�lido; la muerte se sent� sobre �l, y la tumba lo acompa�� para devorar los cad�veres de los ca�dos; o al infierno, para recibir sus almas. Por la guerra, por el hambre, por la pestilencia y las bestias de la tierra, se les da permiso para matar incluso la cuarta parte de la tierra: y la historia nos informa de las espantosas desolaciones que asolaron el imperio romano, desde el reinado de Maximino hasta Dioclesiano, en justa venganza por sus sangrientas persecuciones de los cristianos. Nota; (1.) La muerte marcha como conquistadora por la tierra; y, cuando est� acompa�ado por el infierno a sus pies, es en verdad el rey de los terrores. (2.) El carcaj de Dios nunca se agota; y, cuando contiende, debe prevalecer.

En quinto lugar, al abrir el quinto sello se revela una nueva escena. Las almas de los m�rtires, que hab�an sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que ten�an, aparecen en el altar del incienso; y se unen en sus fervientes s�plicas, diciendo: �Hasta cu�ndo, oh Se�or, santo y verdadero, no despliegas estas perfecciones, y juzgas y vengas nuestra sangre sobre los que habitan en la tierra? En respuesta a su oraci�n, y como muestra de su aceptaci�n, a cada uno de ellos se les dio t�nicas blancas, los emblemas de la justicia y el honor ; y se les dijo que descansaran todav�a un poco de tiempo, esperando pacientemente sus triunfos finales sobre todos sus enemigos,hasta que tambi�n sus consiervos y sus hermanos, que deb�an ser muertos como ellos, se cumplieran; y luego se debe poner un per�odo a las sangrientas persecuciones de los emperadores paganos, por la accesi�n de Constantino, alrededor del a�o 323.

Nota; (1.) La sangre de los m�rtires y los sufrimientos de los perseguidos claman venganza a un Dios santo, y seguramente vendr� sobre las cabezas de sus enemigos. (2.) El tiempo para el ejercicio de la fe y la paciencia es una peque�a temporada; pero la gloria que vendr� ser� eterna.

Sexto, Al abrir el sexto sello, un terrible terremoto pareci� amenazar con la destrucci�n universal. Las luminarias del cielo se oscurecieron como cilicio; las estrellas cayeron de sus esferas, como cuando la tormenta sacude los higos intempestivos; el cielo mismo se fue como un pergamino; todas las islas y monta�as huyeron asustadas; y la consternaci�n universal se apoder� de todos los rangos y grados, desde el rey en el trono hasta el esclavo m�s humilde, que buscaba refugio en cuevas y cuevas, y en su horror deseaba ser cubierto para siempre bajo las rocas y monta�as, de su rostro.

que se sent� en el trono, y de la ira del Cordero; porque ahora, por dolorosa experiencia, sintieron su terrible venganza, de la que no pudieron escapar ni resistir.
Esta visi�n parece representar el derrocamiento total e irrecuperable del paganismo, cuando esa maravillosa revoluci�n se produjo en el imperio y, bajo Constantino, la idolatr�a fue abolida, los �dolos del paganismo destruidos y todos aquellos que antes hab�an sido los enemigos empedernidos de el nombre de pila, cubierto de confusi�n.


Y lo que se presenta aqu� en visi�n, se verificar� m�s enf�ticamente en el gran d�a de la perdici�n de los imp�os; cuando, temblando ante la ira intolerable de un Juez ofendido, en vano se invocar� a las monta�as y las rocas para que caigan sobre la cabeza culpable del pecador: desnudo e indefenso, deber� ser expuesto a todas las explosiones furiosas de la venganza, y hundirse en la eternidad quemaduras, bajo una desesperaci�n negra e insondable! Se�or, no juntes mi alma con los pecadores.

Información bibliográfica
Coke, Thomas. "Comentario sobre Revelation 6". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tcc/revelation-6.html. 1801-1803.
 
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