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Bible Commentaries
Job 11

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-20

XI.

UN NUEVO INTENTO DE CONDENAR

Job 11:1

ZOPHAR HABLA

El tercero y presumiblemente el m�s joven de los tres amigos de Job ahora retoma el argumento con el mismo tono que los dem�s. Sin ning�n deseo de ser injustos con Zofar, estamos algo predispuestos contra �l desde el principio; y el escritor debe querer que seamos as�, ya que lo hace atacar a Job como un balbuceo vac�o: -

"�No se responder� a la multitud de palabras?

�Ser� justificado el hombre de labios?

�Tus jactancias har�n callar a la gente?

�Para que puedas burlarte de ti, sin que nadie te averg�ence? "

Es cierto que Job hab�a usado un discurso vehemente. Sin embargo, es una sugerencia sumamente insultante que se refiriera a una peque�a pero irreligiosa fanfarronada. La nota especial de Zofar se manifiesta en su reprimenda de Job por la burla, es decir, la conversaci�n esc�ptica, en la que se hab�a entregado. Las personas que simplemente ensayan opiniones suelen ser las m�s dogm�ticas y las adoptan m�s. Nadie se considera m�s capaz de detectar errores en la doctrina, nadie denuncia el racionalismo y la infidelidad con mayor confianza, que el hombre cuyo credo es formal, que nunca aplic� su mente directamente a los problemas de la fe, y tiene una moderada cantidad de mente para aplicar. .

En verdad, Zofar es un hombre de considerable inteligencia; pero se traiciona a s� mismo. Para �l, las palabras de Job han sido fatigosas. Es posible que haya intentado comprender el asunto, pero s�lo ha captado la impresi�n general de que, frente a lo que le parece la evidencia m�s clara, Job niega de alguna manera ser susceptible a la justicia. Se hab�a atrevido a decirle a Dios: "T� sabes que no soy imp�o". �Qu�? �Dios puede afligir a un hombre que sabe que es justo! Es una doctrina tan profana como novedosa.

Elifaz y Bildad supusieron que ten�an que lidiar con un hombre que no estaba dispuesto a humillarse en la forma de reconocer los pecados hasta entonces ocultos. Mediante la presi�n de un tipo u otro, esperaban que Job se diera cuenta de su transgresi�n secreta. Pero Zofar ha notado toda la tendencia de su argumento a ser her�tico. "T� dices: Mi doctrina es pura". �Y cu�l es esa doctrina? Pues que estabas limpio a los ojos de Dios, que Dios te ha herido sin causa.

�Quieres decir, oh Job? para acusar al Alt�simo de actuar de esa manera? �Oh, que Dios hablara y abriera sus labios contra ti! Has expresado el deseo de exponerle tu caso. El resultado ser�a muy diferente de lo que esperaba.

Ahora bien, debajo de cualquier punto de vista err�neo sostenido por personas sinceras, casi siempre hay una especie de fundamento de verdad; y tienen al menos tanta l�gica como se satisfacen a s� mismos. Los amigos de Job son hombres religiosos; no se basan conscientemente en mentiras. Todos y cada uno est�n convencidos de que Dios es invariable en su trato a los hombres, nunca aflige a los inocentes, siempre emite juicio en la medida precisa del pecado de un hombre.

Esa creencia es la base de su credo. No pod�an adorar a un Dios menos que absolutamente justo. Comenzando la vida religiosa con esta fe se han aferrado a ella desde el principio. Despu�s de treinta o cuarenta a�os de experiencia, todav�a conf�an en que su principio explica la prosperidad y la aflicci�n, las circunstancias de todos los seres humanos. Pero, �nunca han visto algo que no armonice con esta visi�n de la providencia? �No han visto morir a los buenos en la juventud, y a aquellos cuyo coraz�n est� seco como el polvo del verano arde hasta sus cuencas? �No han visto prosperar planes viles y los intrigantes disfrutan de su poder mal habido durante a�os? Es extra�o que la antigua fe no se haya tambaleado al menos.

�Pero no! Llegan al caso de Job tan firmemente convencidos como siempre de que el Gobernador del mundo muestra Su justicia al dispensar gozo y sufrimiento en proporci�n a las buenas y malas obras de los hombres, que siempre que caen problemas sobre alguien debe haber cometido alg�n pecado que mereciera la pena. precisamente este tipo y cantidad de sufrimiento.

Al tratar de llegar a la fuente de la creencia, debemos confesarnos parcialmente perdidos. Un escritor sugiere que puede haber existido en las primeras y m�s simples condiciones de la sociedad una correspondencia m�s estrecha entre el mal y el sufrimiento de lo que se ve hoy en d�a. Puede haber algo en esto. Pero la vida no se gobierna de manera diferente en diferentes �pocas, y la teor�a apenas se prueba con lo que sabemos del mundo antiguo.

Sin duda, en la historia de los hebreos, que se encuentra detr�s de la fe atribuida a los amigos de Job, se puede rastrear una conexi�n entre sus malas acciones como naci�n y su sufrimiento como naci�n. Cuando se apartaron de la fe en Dios, su obediencia languideci�, su vigor fall�, el fin de su existencia se perdi� de vista y se convirtieron en presa de enemigos. Pero esto no se aplica a las personas.

Los buenos sufrieron junto con los descuidados y los malvados en �pocas de calamidad nacional. Y la historia del pueblo de Israel respaldar�a tal punto de vista del gobierno divino siempre que solo se tuvieran en cuenta la transgresi�n nacional y su castigo. Ahora, sin embargo, ha surgido claramente la distinci�n entre la naci�n y el individuo. El pecado de una comunidad ya no puede explicar satisfactoriamente los sufrimientos de un miembro de la comunidad, fiel entre los incr�dulos.

Pero la teor�a parece haber sido elaborada m�s bien por el siguiente curso de argumentaci�n. Siempre en la administraci�n de la ley y el ejercicio de la autoridad paterna, la transgresi�n ha sido visitada con dolor y privaci�n de privilegios. El padre cuyo hijo lo ha desobedecido inflige dolor y, si es un padre juicioso, hace que el dolor sea proporcional a la ofensa. El gobernante, a trav�s de sus jueces y oficiales, castiga la transgresi�n de acuerdo con alg�n c�digo ordenado.

Los malhechores est�n privados de libertad; son multados o azotados o, en �ltima instancia, ejecutados. Ahora bien, habiendo construido de esta manera un sistema de leyes que castiga con m�s o menos justicia en proporci�n a la ofensa imputada, los hombres dan por sentado que lo que hacen imperfectamente lo hace perfectamente Dios. Dan por sentado que las calamidades y los problemas que �l designa est�n ordenados de acuerdo con el mismo principio, con exactamente el mismo prop�sito, como la pena la inflige un padre, un jefe o un rey.

El razonamiento se contradice de muchas maneras, pero ignoran las dificultades. Si esta no es la verdad, �qu� otra explicaci�n se puede encontrar? El deseo de felicidad es intenso; el dolor parece el peor de los males: y no ven que la perseverancia puede ser el medio del bien. Sinti�ndose obligados a mantener la perfecta justicia de Dios, afirman la �nica teor�a del sufrimiento que parece estar de acuerdo con ella.

Ahora, Zofar, como los otros que est�n llenos de esta teor�a, admite que Job pudo haber fallado en ver su transgresi�n. Pero en ese caso, la v�ctima es incapaz de distinguir el bien del mal. De hecho, todo su argumento le parece a Zofar mostrar ignorancia. Si Dios hablara y revelara los secretos de Su santa sabidur�a, dos veces m�s profundos, dos veces m�s penetrantes de lo que Job supone, los pecados que ha negado le ser�an tra�dos a casa.

Sabr�a que Dios requiere menos de �l de lo que merece su iniquidad. Zofar insin�a, lo que es muy cierto, que nuestro juicio sobre nuestra propia conducta es imperfecto. �C�mo podemos rastrear la naturaleza real de nuestras acciones, o saber c�mo se ven en la sublime sabidur�a del Alt�simo? Job parece haber olvidado todo esto. �l se niega a permitir fallas en s� mismo. Pero Dios lo sabe mejor.

Aqu� hay un argumento astuto para fortalecer la posici�n general. Siempre se podr�a decir de un caso que presentaba dificultades que, si bien el que sufr�a parec�a inocente, sin embargo la sabidur�a de Dios, "doble en entendimiento" ( Job 11:6 ) en comparaci�n con la del hombre, percibi� la culpa y orden� el castigo. Pero el argumento result� demasiado, porque la propia salud y la comodidad de Zofar contradec�an su dogma.

Dio por sentado que la doble sabidur�a del Todopoderoso no encontr� nada malo en �l. Fue un olvido ingenuo. �Podr�a afirmar que su vida no tuvo fallas? Dif�cilmente. Pero entonces, �por qu� tiene honor? �C�mo hab�a podido venir montado en su camello, asistido por sus siervos, para juzgar a Job? Claramente, en un argumento como el suyo, ning�n hombre podr�a sentirse c�modo o complacido, porque la naturaleza humana siempre es defectuosa, siempre en m�s o menos pecado.

El arrepentimiento nunca se apodera del futuro. Por lo tanto, Dios, que trata con el hombre de manera amplia, nunca podr�a tratarlo sino como un pecador, para ser mantenido en el dolor y la privaci�n. Si el sufrimiento es la pena del pecado, todos deber�amos, a pesar de la expiaci�n de Cristo, estar sufriendo el dolor de la hora por el defecto de la hora, ya que "todos pecaron, y est�n destituidos de la gloria de Dios". A este ritmo, la vida del hombre, de nuevo a pesar de la expiaci�n, ser�a un juicio y una sentencia continuos. De todo lo cual es evidente que el mundo se rige por un plan diferente al que satisfizo a los amigos de Job.

Zofar se eleva a la elocuencia al declarar lo inescrutable de la sabidur�a divina.

"�Puedes encontrar las profundidades de Eloah?

�Puedes llegar al final de Shaddai?

�Alturas del cielo!

�Qu� puedes hacer t�?

�M�s profundo que el Seol!

�Qu� puedes saber?

Su medida es m�s larga que la tierra,

M�s ancho es que el mar ".

Aqu� hay buena poes�a; pero con un intento de teolog�a, el hablante se extrav�a, porque concibe a Dios haciendo lo que �l mismo desea hacer, es decir, probar que Job es un pecador. Se invoca la grandeza divina para justificar un esquema estrecho de pensamiento. Si Dios pasa, si arresta, si detiene, �qui�n puede estorbarlo? La sabidur�a suprema y el poder infinito no admiten cuestionamientos ni resistencias. Dios conoce a los hombres vanidosos o malvados de un vistazo. Una mirada y todo est� claro para �l. El hombre vac�o ser� sabio en estos asuntos "cuando el pollino de un asno salvaje nazca hombre".

Volvi�ndose de esto, como recordando que tiene que tratar a Job con amabilidad, Zofar cierra como los otros dos con una promesa. Si Job quita el pecado, su vida se restablecer� de nuevo, su miseria ser� olvidada o recordada como un torrente de primavera cuando llega el calor del verano.

Olvidar�s tu miseria;

Recu�rdalo como aguas que han pasado;

Y tu vida resplandecer� m�s que el mediod�a;

Y si cae la oscuridad, ser� como la ma�ana.

Entonces tendr�s confianza porque hay esperanza;

S�, mira a tu alrededor y descansa seguro,

Acu�state tambi�n y nadie te pelear�,

Y muchos te har�n juicio.

Pero los ojos de los imp�os desfallecen;

Para ellos no hay forma de escapar.

Y su esperanza es exhalar el esp�ritu.

La ret�rica y la l�gica se utilizan en promesas hechas libremente por todos los hablantes. Pero ninguno de ellos tiene consuelo para su amigo mientras dure la aflicci�n. El autor no permite que uno de ellos diga: Dios es tu amigo, Dios es tu porci�n ahora; �l todav�a se preocupa por ti. En algunos de los salmos se oye una nota m�s alta: �Hay muchos que dicen: �Qui�n nos mostrar� el bien? Se�or, alza sobre nosotros la luz de tu rostro.

Has puesto alegr�a en mi coraz�n, m�s que en el tiempo en que aumentaron su trigo y su vino. "Los amigos de Job est�n llenos de intenciones piadosas, sin embargo, afirman un credo muy poco espiritual, el fundamento del mismo puesto en el ma�z y el vino. La paz de conciencia y la tranquila confianza en Dios no son lo que les lleva, por eso el que sufre no encuentra apoyo en ellos ni en sus promesas, no lo ayudar�n a vivir un d�a, ni lo sostendr�n en la muerte.

Porque es la luz del rostro de Dios lo que �l desea ver. Sus argumentos s�lo se burlan y exasperan de �l; y en el curso de su propio pensamiento ansioso, la revelaci�n llega como una estrella de esperanza que se eleva en la medianoche de su alma.

Aunque Zofar falla como los otros dos, no debe llamarse un mero eco. Es incorrecto decir que, mientras Elifaz es una especie de profeta y Bildad un sabio, Zofar es un hombre com�n y sin ideas. Al contrario, es un pensador, algo as� como un fil�sofo, aunque, por supuesto, muy restringido por su estrecho credo. Es estricto, amargo en verdad. Pero tiene el m�rito de ver cierta fuerza en la contenci�n de Job que no encuentra justamente.

Es una nueva sugerencia que la respuesta debe estar en la profundidad de esa penetrante sabidur�a del Alt�simo, frente a la cual la sabidur�a del hombre es vana. Entonces, su descripci�n del regreso de la bienaventuranza y la prosperidad, cuando uno la examina, se encuentra claramente por delante de la imagen de Elifaz en cuanto al colorido moral y la gravedad del tratamiento. Adem�s, no debemos dejar de notar que Zofar habla de la omnisciencia de Dios m�s que de Su omnipotencia; y el vers�culo final describe el fin de los malvados no como resultado de un golpe sobrenatural o una calamidad repentina, sino como un proceso de decadencia natural y espiritual.

Las palabras finales del discurso de Zofar apuntan a la finalidad de la muerte y tienen el significado de que si Job muriera ahora de su enfermedad, toda la cuesti�n de su car�cter quedar�a cerrada. Es importante notar esto, porque entra en la mente de Job y afecta sus expresiones de deseo. Nunca m�s llora por la liberaci�n como antes. Si nombra la muerte es como un destino doloroso que debe enfrentar o un poder que desafiar�.

Avanza a un punto tras otro de energ�a reafirmada, a la resoluci�n de que, haga lo que haga la muerte, ya sea en el inframundo o m�s all� de �l, esperar� la reivindicaci�n o har� valer su derecho.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Job 11". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/job-11.html.
 
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