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Bible Commentaries
Job 12

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-25

XII.

M�S ALL� DE LOS HECHOS Y EL MIEDO A DIOS

Job 12:1 ; Job 13:1 ; Job 14:1

Job HABLA

ZOPHAR despierta en la mente de Job una gran irritaci�n, que no debe atribuirse por completo al hecho de que �l es el tercero en hablar. En algunos aspectos, ha hecho el mejor ataque desde la antigua posici�n, presionando m�s la conciencia de Job. Tambi�n ha utilizado un tono severo y positivo al establecer el m�todo y el principio del gobierno divino y el juicio que se ha formado del estado de su amigo. En consecuencia, Job est� m�s impaciente, si no desconcertado.

Zofar hab�a hablado de la falta de entendimiento que Job hab�a mostrado y de la penetrante sabidur�a de Dios que de un vistazo convence a los hombres de iniquidad. Su tono provoc� resentimiento. �Qui�n es este que dice haber resuelto los enigmas de la providencia, que se ha adentrado en las profundidades de la sabidur�a? �Sabe algo m�s, �l mismo, que el pollino del asno salvaje?

Y Job comienza con una iron�a estricta:

"Sin duda, pero sois el pueblo

Y la sabidur�a morir� contigo.

Los secretos del pensamiento, de la revelaci�n misma son tuyos. Sin duda el mundo esper� a que te ense�aran hasta que naciste. �No lo crees? Pero, despu�s de todo, tambi�n tengo una parte de comprensi�n, no estoy tan falto de intelecto como parece que imagina. Adem�s, �qui�n no sabe lo que habl�is? �Son nuevos? Supuse que eran lugares comunes. S�, si recuerdas lo que dije, encontrar�s que con un poco m�s de vigor que el tuyo hice las mismas declaraciones.

"Un hazmerre�r para sus vecinos soy yo,

Yo, que invoqu� a Eloah, y �l me respondi�:

El hazmerre�r, el hombre justo y perfecto ".

Job ve o cree ver que su miseria lo convierte en objeto de desprecio por los hombres que una vez le dieron el cr�dito de una sabidur�a y una bondad mucho mayores que las suyas. Est�n sacando a la luz viejas nociones, que son completamente in�tiles, para explicar los caminos de Dios; asumen el lugar de maestros; son mucho mejores, mucho m�s sabios ahora que �l. Es m�s de lo que la carne puede soportar.

Mientras mira su propio cuerpo enfermo y vuelve a sentir su debilidad, la crueldad del juicio convencional lo pica. "En el pensamiento del que est� a gusto hay desprecio por la desgracia; aguarda a los que resbalan con el pie". Quiz�s Job estaba equivocado, pero es muy frecuente que el hombre que fracasa en un sentido social es el sospechoso. Cosas malas se encuentran en �l cuando est� cubierto con el polvo de la desgracia, cosas con las que nadie hab�a so�ado antes. Los aduladores se convierten en cr�ticos y jueces. Descubren que tiene mal coraz�n o que es un tonto.

Pero si esos muy buenos y sabios amigos de Job se asombran de algo que se ha dicho anteriormente, se asombrar�n a�n m�s. Los hechos que su relato de la divina providencia evitaron con mucho cuidado como inconvenientes de Job, dejar�n escapar. Han declarado y reiterado, con la mayor complacencia, su ra�da teor�a del gobierno de Dios. Que miren ahora en el exterior del mundo y vean lo que realmente sucede, sin parpadear los hechos.

Las tiendas de los ladrones prosperan. Afuera, en el desierto, hay tropas de bandidos que nunca son alcanzados por la justicia; y los que provocan a Dios est�n seguros, los que llevan un dios en la mano, cuya espada y el atrevimiento imprudente con que la usan los hacen parecer seguros en la villan�a. Estas son las cosas que deben tenerse en cuenta; y, dando cuenta de ellos, Job lanza un argumento muy enf�tico para probar que todo lo que se hace en el mundo de manera extra�a e inexplicable es obra de Dios. En cuanto a eso, no permitir� ninguna pregunta. Sus amigos sabr�n que est� sano en esta cabeza. Y que proporcionen la defensa de la justicia divina despu�s de que �l haya hablado.

Aqu�, sin embargo, es necesario considerar de qu� manera las limitaciones del pensamiento hebreo deben haber sido sentidas por alguien que, alej�ndose del credo popular, busc� una visi�n m�s en armon�a con los hechos. Hoy en d�a, la palabra naturaleza se hace a menudo para representar una fuerza o combinaci�n de fuerzas concebidas como total o parcialmente independientes de Dios. Tennyson hace la distinci�n cuando habla del hombre:

"Quien confi� en Dios fue amor en verdad

Y ama la ley final de la creaci�n,

Aunque la naturaleza, roja de dientes y garras

Con ravin, grit� contra el credo, "

y de nuevo cuando pregunta-

"�Est�n Dios y la naturaleza en conflicto?

Que la naturaleza presta sue�os tan malvados,

Tan cuidadosa con el tipo que parece

�Tan descuidado de la vida de soltero? "

Ahora, a esta pregunta, bastante desconcertante a primera vista cuando consideramos qu� sufrimiento hay en la creaci�n, c�mo las olas de la vida parecen batirse y romperse edad tras edad en las rocas de la muerte, la respuesta en su primera etapa es que Dios y la naturaleza no pueden estar en conflicto. No est�n separados; solo hay un universo, por lo tanto, una sola Causa. Hay un Omnipotente cuya voluntad se hace, cuyo car�cter se muestra en todo lo que vemos y en todo lo que no podemos ver, los problemas de la lucha sin fin, los largos resultados de la evoluci�n perenne.

Pero luego surge la pregunta: �Cu�l es Su car�cter, de qu� esp�ritu es El que solo gobierna, quien env�a tras la calma la tormenta feroz, tras la belleza de la vida la corrupci�n de la muerte? Y se puede decir que la lucha entre la religi�n b�blica y la ciencia moderna est� en este mismo campo.

Poder fr�o y despiadado, dicen algunos; no hay Padre, sino una Voluntad impersonal para la que los hombres no son nada, la alegr�a y el amor humanos nada, para la que la bella flor no es m�s que el terr�n, y la santa oraci�n no es mejor que la vil burla. Sobre esto, la fe surge para la lucha. La fe c�lida y esperanzada toma la raz�n en consejo, escudri�a los manantiales de la existencia, avanza hacia el futuro y pronostica el fin, para afirmar y reafirmar contra toda negaci�n que reina Uno Omnipotente que es amoroso, Padre de infinita misericordia.

Aqu� est� la arena; aqu� el conflicto arrecia y durar� muchos d�as. Y a �l le pertenecer�n los laureles de la �poca que, con la Biblia en una mano y los instrumentos de la ciencia en la otra, efect�a la reconciliaci�n de la fe con los hechos. Tennyson vino con las preguntas de nuestro d�a. Pasa y no ha dado una respuesta satisfactoria. Carlyle se ha ido con el "Eterno S� y No" batiendo a trav�s de sus or�culos. Incluso Browning, un atleta posterior, no encontr� una raz�n completa para la fe.

"De Tu voluntad fluyen los mundos, la vida y la naturaleza, Tu pavoroso sabaoth".

Ahora regrese a Job. Considera la naturaleza; cree en Dios; se mantiene firme en la convicci�n de que todo es de Dios. La fe hebrea sostuvo esto, y no se limit� a sostenerlo, porque es el hecho. Pero no es de extra�ar que la providencia lo desconcierta, ya que la reconciliaci�n de la naturaleza "despiadada" y el Dios misericordioso a�n no se ha realizado. A pesar de la revelaci�n de Cristo, muchos todav�a se encuentran en tinieblas justo cuando la luz es m�s urgente.

Dispuestos a creer, todav�a se inclinan por un dualismo que hace que Dios mismo aparezca en conflicto con el esquema de las cosas, frustrado ahora y ahora arrepentido, misericordioso en su dise�o pero no siempre en efecto. Ahora bien, la limitaci�n del hebreo era esta, que para su idea el poder infinito de Dios no estaba equilibrado por la misericordia infinita, es decir, por la obra completa de Sus manos. En una carrera tormentosa tras otra, Job se ve obligado a intentar esta barrera.

En momentos se eleva m�s all� de �l y ve el gran universo lleno de cuidado Divino que equivale al poder; por el momento, sin embargo, distingue entre intenci�n misericordiosa y despiadada, y atribuye ambas a Dios.

�Que dijo? Dios est� en el enga�ado y en el enga�ador; ambos son productos de la naturaleza, es decir, criaturas de Dios. �l multiplica las naciones y las destruye. Las ciudades surgen y se vuelven populosas. La gran metr�poli est� llena de mir�adas, "entre las cuales hay sesenta mil que no pueden discernir entre su mano derecha y su izquierda". La ciudad cumplir� su ciclo y perecer�. Es dios.

Buscando la reconciliaci�n, Job mira los hechos de la existencia humana directamente a la cara, y ve una confusi�n, todo el enigma que reside en la constituci�n del mundo y del alma. Observe c�mo se mueve su pensamiento. Las bestias, las aves del aire, los peces del mar, todos los seres vivos en todas partes, no creados por ellos mismos, sin poder para moldear o resistir su destino, dan testimonio de la omnipotencia de Dios.

En Su mano est� la creaci�n inferior; en su mano tambi�n, elev�ndose m�s alto, est� el aliento de toda la humanidad. Absoluto, universal es ese poder, que dispensa la vida y la muerte a medida que crece a lo largo de las edades. Los hombres han buscado comprender los caminos del Gran Ser. El o�do prueba las palabras como la boca prueba la carne. �Hay sabidur�a con los ancianos, los que viven muchos a�os, como dice Bildad? S�, pero para Dios est�n la sabidur�a y la fuerza; no solo penetraci�n, sino poder.

�l discierne y lo hace. Derriba y no hay reconstrucci�n. El hombre est� aprisionado, encerrado por la desgracia, por la enfermedad. Es el decreto de Dios, y no hay apertura hasta que �l lo permita. A Su voluntad se secan las aguas; a su voluntad se derraman a torrentes sobre la tierra. Y as�, entre los hombres hay corrientes de bien y mal que fluyen a trav�s de las vidas, aqu� en el mentiroso y en el enga�ador, all� en la v�ctima de la picard�a; aqu� en los consejeros cuyos planes fracasan; all�, en los jueces, la sagacidad se convierte en necedad; y todas estas corrientes, y contracorrientes, que hacen de la vida un laberinto desconcertante, tienen su comienzo en la voluntad de Dios, que parece deleitarse en hacer lo extra�o y desconcertante.

Los reyes llevan cautivos a los hombres; las cadenas de los cautivos se desatan, y los reyes mismos son atados. �Qu� son los pr�ncipes y los sacerdotes, los poderosos para �l? �Qu� es el discurso de los elocuentes? �D�nde est� el entendimiento del anciano cuando esparce confusi�n? Profundo como en la mism�sima penumbra de la tumba, los ambiciosos pueden esconder sus planes; el flujo de los acontecimientos los lleva a juicio, no se puede prever c�mo.

Las naciones se levantan y se destruyen; a los jefes del pueblo se les hace temer como a ni�os. Los l�deres de confianza vagan por el desierto; andan a tientas en la oscuridad de la medianoche; se tambalean como borrachos. He aqu�, dice Job, todo esto he visto. Esto es obra de Dios. Y con este gran Dios hablar�a; �l, un hombre, querr�a arreglar las cosas con el Se�or de todo. Job 13:3

Este pasaje impetuoso, lleno de revoluci�n, desastre, vastas mutaciones, una fantasmagor�a de lucha y derrota humanas, mientras que proporciona una nota del tiempo y da una pista clara a la posici�n del escritor como israelita, es notable por la fe que sobrevive a su aparente pesimismo. Otros han sondeado el mundo y la historia del cambio, y han protestado con su �ltima voz contra la crueldad que parec�a dominar.

Como cualquier Dios, nunca podr�an confiar en alguien cuya voluntad y poder se encontraran por igual en el oficio del enga�ador y la miseria de la v�ctima, en el desconcierto del pensamiento sincero y el derrocamiento del honesto con el vil. Pero Job conf�a en �l. Debajo de cada enigma, busca la raz�n; m�s all� de todo desastre, con un fin divino. Las voces de los hombres se han interpuesto entre �l y la voz del Supremo.

Se ha interpuesto un desastre personal entre �l y su sentido de Dios. Su pensamiento no es libre. Si lo fuera, captar�a la palabra reconciliadora, su alma oir�a la m�sica de la eternidad. "Razonar�a con Dios". Se aferra a la raz�n dada por Dios como su instrumento de descubrimiento.

Muy audaz es toda esta posici�n, y muy reverente tambi�n, si se le ocurre; mucho m�s para honrar a Dios que cualquier intento de los amigos que, como dice Job, parecen tener al Todopoderoso no mejor que un jefe insignificante, tan inseguro en su posici�n que debe estar agradecido con cualquiera que justifique sus obras. "Pobre Dios, sin nadie que lo ayude". Job usa toda su iron�a para exponer la locura de tal religi�n, la impertinencia de present�rsela como una soluci�n y una ayuda.

En resumen, les dice, son charlatanes piadosos y, como �l no quiere a ninguno de ellos por su parte, piensa que Dios tampoco lo har�. El autor est� en el coraz�n mismo de la religi�n aqu�. La palabra de reprensi�n y correcci�n, la petici�n de la providencia debe ir directamente a la raz�n del hombre, o no sirve de nada. La palabra del Se�or debe ser una espada de verdad de dos filos, que traspasa hasta dividir el alma y el esp�ritu.

Es decir, en el centro de la energ�a debe ser conducida la verdad que mata el esp�ritu de rebeli�n, para que la voluntad del hombre, liberada, entre consciente y apasionadamente de acuerdo con la voluntad de Dios. Pero la reconciliaci�n es imposible a menos que cada uno trate con la mayor sinceridad la verdad, reconociendo los hechos de la existencia, la naturaleza del alma y las grandes necesidades de su disciplina.

Para ser verdaderos en teolog�a, no debemos aceptar lo que parece ser cierto, ni hablar de manera forense, sino afirmar lo que hemos probado en nuestra propia vida y reunido con el mayor esfuerzo de las Escrituras y de la naturaleza. Los hombres heredan opiniones como antes heredaban las prendas, o las inventaban, como ropas de una nueva moda, y desde dentro de los pliegues hablan, no como hombres sino como sacerdotes, qu� es lo correcto seg�n una teor�a recibida.

No servir�. Incluso en la antig�edad, un hombre como el autor de Job se apart� con desprecio de las explicaciones escolares y busc� una palabra viva. En nuestra �poca, el n�mero de aquellos cuya fiebre puede ser calmada con una teor�a funcional de la religi�n y una ordenaci�n juiciosa del universo se est� reduciendo r�pidamente. La teolog�a est� siendo impulsada a mirar los hechos de la vida de frente. Si el mundo ha aprendido algo de la ciencia moderna, es el h�bito de la investigaci�n rigurosa y la justificaci�n de la investigaci�n libre, y la lecci�n nunca se desaprender�.

Para cometer un error de teolog�a. Todos los hombres terminan igualmente bajo la ira y la maldici�n de Dios; entonces las pruebas de la maldici�n se encuentran en la angustia, el miedo y el dolor. Pero, �qu� surge de esta ense�anza? Afuera, en el mundo, con los hechos imponi�ndose a la conciencia, el esquema se encuentra vac�o. No todos est�n en problemas y dolor. Los afligidos y desilusionados suelen ser cristianos sinceros. Se hace una teor�a del juicio diferido y la felicidad para escapar; sin embargo, no permite en lo m�s m�nimo comprender c�mo, si el dolor y la angustia son las consecuencias del pecado, no deben distribuirse correctamente desde el principio.

Un orden moral universal no puede comenzar de una manera tan dudosa, tan dif�cil de leer para el caminante. Sostener que puede es convertir la religi�n en un ocultismo que en todo momento confunde a la mente simple. La teor�a tiende a mitigar el sentido del pecado en aquellos que son pr�speros y a engendrar ese confiado farise�smo que es la maldici�n de la vida de la iglesia. Por otro lado, las "clases sacrificadas", contrastando su propio car�cter moral con el de los fr�volos y carnales ricos, se ven obligadas a abandonar una teolog�a que une el pecado y el sufrimiento, y a negar a un Dios cuya equidad est� tan lejos de ser. buscar.

Y, sin embargo, nuevamente, en el retroceso de todo esto, los hombres inventan planes fant�sticos de bondadosa buena voluntad y comodidad, que simplemente no tienen nada que ver con los hechos de la vida, no tienen base en el mundo tal como lo conocemos, no tienen sentido del rigor de la Divinidad. amor. As� que Elifaz, Bildad y Zofar permanecen con nosotros y confunden la teolog�a hasta que algunos piensan que se perdi� en la sinraz�n.

"Pero vosotros sois parcheadores de mentiras,

Todos vosotros sois m�dicos de nada.

Oh, que solo guardaras silencio

Y deber�a ser tu sabidur�a ". Job 13:4

Job los establece con un proverbio corriente: "Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio". Les ruega que guarden silencio. Ahora escuchar�n su reprensi�n.

"�De parte de Dios hablar�is mal?

�Y por �l hablar�is enga�os?

�Ser�is partidarios de �l?

�O contender�is por Dios? "

Job los encuentra culpables de hablar falsamente como defensores especiales de Dios en dos aspectos. Insisten en que ha ofendido a Dios, pero no pueden se�alar un pecado que haya cometido. Por otro lado, afirman positivamente que Dios restaurar� la prosperidad si se confiesa. Pero tambi�n en esto juegan el papel de defensores sin orden judicial. Muestran una gran presunci�n al atreverse a comprometer al Todopoderoso a seguir un curso de acuerdo con su idea de justicia.

El problema podr�a ser lo que predicen; puede que no. Se aventuran en terrenos donde sus conocimientos no se extienden. Piensan que su presunci�n est� justificada porque es por el bien de la religi�n. Job administra una sana reprimenda que se extiende a nuestro propio tiempo. Los defensores especiales del derecho soberano e incondicional de Dios y de su bondad ilimitada tienen una advertencia aqu�. �Qu� justificaci�n tienen los hombres al afirmar que Dios resolver� sus problemas en detalle de acuerdo con sus puntos de vista? Nos ha dado el poder de comprender los grandes principios de su obra.

Ha revelado mucho en la naturaleza, la providencia y las Escrituras, y en Cristo; pero est� el "ocultamiento de su poder", "su camino est� en las impetuosas aguas, y sus juicios no son conocidos". Cristo ha dicho: "No os corresponde a vosotros conocer los tiempos y sazones que el Padre ha establecido dentro de Su propia autoridad". Hay certezas de nuestra conciencia, hechos del mundo y de la revelaci�n de los que podemos argumentar.

Donde estos confirmen, podemos dogmatizar, y el dogma dar� en el blanco. Pero ninguna piedad, ning�n deseo de vindicar al Todopoderoso o de convencer y convertir al pecador, puede justificar que un hombre pase m�s all� de la certeza que Dios le ha dado a lo desconocido que est� muy por encima de la comprensi�n humana.

"�l seguramente te corregir�

Si en secreto sois parciales.

�No te aterrar� su majestad,

�Y caer� sobre ti su pavor? " Job 13:10

El Libro de Job, aunque marca la falta de sinceridad y el razonamiento suelto, justifica toda investigaci�n honesta y reverente. Aqu�, como en la ense�anza de nuestro Se�or, el verdadero hereje es el que es falso a su propia raz�n y conciencia, a la verdad de las cosas como Dios le da para aprehenderla, quien, en fin, hace creer en alguna medida en el esfera de la religi�n. Y sobre este hombre caer� el terror de la majestad divina.

Vimos c�mo Bildad se estableci� en la sabidur�a de los antiguos. Al recordar esto, Job arroja desprecio por sus dichos tradicionales.

"Tus recuerdos son proverbios de ceniza,

Tus defensas, defensas de polvo ".

�Quer�an herirlo con esos proverbios como con piedras? Eran cenizas. �Se atrincheraron de los asaltos de la raz�n detr�s de viejas suposiciones? Sus murallas no eran m�s que polvo. Una vez m�s les pide que callen y que le dejen en paz para que pueda hablar todo lo que tiene en mente. Lo es, �l sabe a riesgo de su vida que sigue adelante; pero lo har�. El caso en el que se encuentra no puede tener remedio excepto por una apelaci�n a Dios, y la apelaci�n final que har�.

Ahora, el comienzo apropiado de esta apelaci�n est� en el vers�culo veintitr�s ( Job 13:23 ), con las palabras: "�Cu�ntas son mis iniquidades y mis pecados?" Pero antes de que Job lo alcance, expresa su sentido del peligro y la dificultad bajo los cuales se encuentra, entretejiendo con la declaraci�n de �stos una maravillosa confianza en el resultado de lo que est� a punto de hacer. Refiri�ndose a las declaraciones de sus amigos sobre el peligro que a�n amenaza si no confiesa el pecado, usa una expresi�n proverbial para el peligro de la vida.

"�Por qu� tomo mi carne entre mis dientes,

�Y poner mi vida en mi mano?

�Por qu� corro este peligro, dices? No importa. No es asunto tuyo. Por la mera existencia no me importa nada. Escaparme con la mera conciencia durante un tiempo no es un problema para m�, como lo soy ahora. Con mi vida en la mano, me apresuro a ir a Dios.

"�Mira! Me matar�: no me demorar� ...

Sin embargo, mantendr� mis caminos delante de �l ". Job 13:15

La versi�n antigua aqu�, "Aunque me matare, en �l confiar�", es inexacta. Sin embargo, no est� lejos de expresar el valiente prop�sito del hombre postrado ante Dios, pero resuelto a aferrarse a la justicia del caso a medida que lo aprehende, seguro de que esto no solo ser� excusado por Dios, sino que traer� su absoluci�n o salvaci�n. Arrastrarse en el polvo, confesarse miserable pecador m�s que digno de todos los sufrimientos que ha sufrido, mientras en su coraz�n tiene la conciencia de ser recto y fiel, esto no lo recomendar�a al Juez de toda la tierra.

Ser�a una burla de la verdad y la justicia, por lo tanto, de Dios mismo. Por otro lado, mantener la integridad que Dios le dio, seguir manteni�ndola a riesgo de todos, es su �nico camino, su �nica seguridad.

"Esta tambi�n ser� mi salvaci�n,

Porque un imp�o no vivir� delante de �l ".

El fino instinto moral de Job, que da valor a su teolog�a, declara que Dios exige "verdad en lo interior" y verdad en el habla; que el hombre "consiste en la verdad", que "si traiciona la verdad, se traiciona a s� mismo", que es un crimen contra su Hacedor. Ning�n hombre corre tanto peligro de separarse de Dios y perderlo todo como el que act�a o habla en contra de la convicci�n.

Job ha declarado su peligro, que yace indefenso ante el Poder Todopoderoso que en un momento puede aplastarlo. Tambi�n ha expresado su fe, que si se acerca a Dios con el coraje de la verdad, no ser� rechazado, que la sinceridad absoluta solo le dar� derecho a la verdad infinita. Ahora, volvi�ndose hacia sus amigos como en un nuevo desaf�o, dice:

"Escucha atentamente mi discurso,

Y mi explicaci�n con tus o�dos.

He aqu� ahora, he ordenado mi causa;

S� que ser� justificado.

�Qui�n es el que luchar� conmigo?

Porque entonces callar�a y expirar�a ".

Es decir, ha revisado su vida una vez m�s, ha considerado todas las posibilidades de transgresi�n y, sin embargo, su argumento permanece. Tanto se basa en su reclamo sobre Dios que, si alguien pudiera ahora condenarlo, su coraz�n fallar�a, la vida ya no valdr�a la pena vivirla; Destruido el fundamento de la esperanza, el conflicto llegar�a a su fin.

Pero con su s�plica a Dios todav�a a la vista, expresa una vez m�s su sentido de la desventaja en la que se encuentra. La presi�n de la mano divina todav�a est� sobre �l, un dolor doloroso enervante que se apodera de su alma. Si Dios le diera un respiro por un poco del dolor y el miedo, entonces estar�a listo para responder a la citaci�n del juez o para hacer su propia demanda de vindicaci�n.

Podemos suponer un intervalo de alivio del dolor o al menos una pausa de expectativa, y luego, en el vers�culo veintitr�s ( Job 13:23 ), Job comienza su clamor. El lenguaje es menos vehemente de lo que hemos escuchado. Tiene m�s del patetismo de la vida humana d�bil. �l es uno con esa raza de criaturas que piensan, sienten y sufren que son sacudidas por las olas de la existencia, impulsadas por los vientos, del cambio como hojas de oto�o. Es la s�plica de la debilidad humana y la mortalidad lo que escuchamos, y luego, cuando la "m�sica todav�a triste" toca la nota m�s baja del llanto, se mezcla con ella la tensi�n de la esperanza.

"�Cu�ntas son mis iniquidades y pecados?

Hazme conocer mi transgresi�n y mi pecado ".

No debemos entender aqu� que Job confiesa grandes transgresiones ni, por el contrario, que niega debilidad y error en s� mismo. Sin duda, fallas de su juventud que quedan en la memoria, faltas de deseo, faltas de ignorancia, faltas de conducta en las que caen los mejores. Estos no los niega. Pero la justicia y la felicidad se han representado como una cuenta de p�rdidas y ganancias y, por lo tanto, Job desea escuchar de Dios una declaraci�n en la forma exacta de todo lo que ha hecho mal o no ha hecho, para poder ver la relaci�n entre la falta. y sufrimiento, sus faltas y sus sufrimientos, si existe tal relaci�n.

Parece que Dios lo tiene por enemigo ( Job 13:24 ). Le gustar�a tener la raz�n de eso. Hasta donde se conoce a s� mismo, ha tratado de obedecer y honrar al Todopoderoso. Ciertamente, nunca ha habido en su coraz�n ning�n deseo consciente de resistir la voluntad de Eloah. Entonces, �es por las transgresiones cometidas involuntariamente por lo que ahora sufre, por pecados que no ten�a la intenci�n ni conoc�a? Dios es justo. Seguramente forma parte de Su justicia hacer que el que sufre se d� cuenta de por qu� le sobrevienen tan terribles aflicciones.

Y entonces, �vale la pena que el Todopoderoso sea tan duro con un pobre mortal d�bil?

�Asustar�s a una hoja impulsada?

�Seguir�s el rastrojo seco?

Que escribes contra m� amargos juicios,

Y me haces poseer las faltas de mi juventud,

Y pon mis pies en el cepo,

Y vigila todos mis caminos,

Y dibuja una l�nea alrededor de las plantas de mis pies.

El que consume como cosa podrida,

�Como vestido comido de polilla?

La sensaci�n de r�gida moderaci�n y lamentable decadencia quiz�s nunca se expres� con im�genes tan precisas y v�vidas. Hasta ahora es personal. Entonces comienza un lamento general sobre la triste y fugaz vida del hombre. Su propia prosperidad, que pas� como un sue�o, se ha convertido para Job en un tipo de la breve y vana existencia de la raza probada en todo momento por el inexorable juicio divino; y las palabras bajas y afligidas del jefe �rabe se han hecho eco desde entonces en el lenguaje del dolor y la p�rdida.

"Hombre que nace de mujer,

De pocos d�as es �l y est� lleno de problemas.

Como la flor, brota y se seca;

Como una sombra, huye y no se queda.

�Es sobre alguien como t� has fijado tu ojo?

�Me introduces en Tu juicio?

�Ojal� salga limpio de lo inmundo!

Pero no hay ninguno ".

La fragilidad humana es tanto del cuerpo como del alma; y es universal. La natividad de los hombres proh�be su pureza. Bien conoce Dios la debilidad de sus criaturas; y �por qu�, entonces, espera de ellos, si es que espera, una pureza que pueda resistir la prueba de Su b�squeda? Job no puede librarse de la enfermedad com�n de los mortales. Nace de mujer. Pero, �por qu� entonces es perseguido con indagaci�n, obsesionado y asustado por una justicia que no puede satisfacer? �No deber�a el Gran Dios ser tolerante con un hombre?

"Ya que sus d�as est�n determinados,

El n�mero de sus lunas contigo,

Y le pusiste l�mites para que no los traspasara.

Aparta tu mirada de �l para que descanse,

Al menos cumple como asalariado su d�a ",

La vida de los hombres es tan corta, su muerte tan segura y pronto, ya que es como un asalariado en el mundo, �no se le permitir�a descansar un poco? �No podr�a, como quien ha cumplido con su trabajo diario, dejarse llevar por un peque�o descanso antes de morir? Esa muerte segura, pesa sobre �l ahora, presionando su pensamiento.

Porque hasta un �rbol tiene esperanza;

Si se corta, brotar� de nuevo,

Sus reto�os no fallar�n.

Si en la tierra se envejece su ra�z,

O en el suelo su ganado deber�a morir

Sin embargo, al olor del agua brotar�,

Y brotan ramas como planta nueva.

Pero un hombre: muere y es cortado;

S�, cuando los hombres mueren, se van.

Quita el agua del mar,

Y la corriente se pudre y se seca:

As� que cuando los hombres se han acostado, no se levantan;

Hasta que los cielos se desvanezcan, nunca se despiertan

Tampoco se despiertan de su sue�o.

Ning�n argumento, ninguna promesa puede romper esta profunda tristeza y silencio en el que pasa la vida del hombre. Una vez Job hab�a buscado la muerte; ahora ha crecido dentro de �l un deseo, y con �l retrocede ante el Seol. Encontrarse con Dios, obtener su propia justificaci�n y la limpieza de la justicia divina, que se le explique el problema de la vida, la esperanza de esto hace que la vida sea preciosa. �Se acostar� y no se levantar� m�s mientras duren los cielos? �No hay voz que llegue a �l desde la justicia celestial en la que siempre ha confiado? El solo pensamiento es confuso. Si ahora deseara la muerte, significar�a que hab�a renunciado a toda fe, que la justicia, la verdad e incluso el nombre divino de Eloah hab�an dejado de tener valor para �l.

Debemos contemplar el surgimiento de una nueva esperanza, como una estrella en el firmamento de su pensamiento. �De d�nde brota?

La religi�n del Libro de Job, como ya se ha mostrado, es, con respecto a la forma, una religi�n natural; es decir, las ideas no se derivan de las Escrituras hebreas. El escritor no se refiere a la legislaci�n de Mois�s ni a las grandes palabras de los profetas. La expresi�n "Como Jehov� dijo a Mois�s" no aparece en este libro, ni ning�n equivalente. Es a trav�s de la naturaleza y la conciencia humana que las creencias religiosas del poema parecen haber cobrado forma. Sin embargo, hay que tener plenamente en cuenta dos hechos.

La primera es que ni siquiera una religi�n natural debe suponerse que sea una invenci�n del hombre, sin origen m�s all� de sus sue�os. No debemos declarar que todas las ideas religiosas fuera de las de Israel son meras ficciones de la fantas�a humana o felices conjeturas sobre la verdad. Es posible que la religi�n de Tem�n le deba algunos de sus grandes pensamientos a Israel. Pero, aparte de eso, siempre se coloca una base de revelaci�n divina dondequiera que los hombres piensen y vivan.

En cada pa�s, el coraz�n del hombre ha dado testimonio de Dios. El pensamiento reverente, que se concentra en la justicia, la verdad, la misericordia y todas las virtudes que se encuentran en el rango de la experiencia y la conciencia, lleg� a trav�s de ellos a la idea de Dios. Todo el que hizo una inducci�n en cuanto al Gran Ser Invisible, su mente abierta a los hechos de la naturaleza y su propia constituci�n moral, fue en cierto sentido un profeta. Hasta donde llegaron, la realidad y el valor de las ideas religiosas, as� alcanzadas, son reconocidos por los mismos escritores de la Biblia.

"Las cosas invisibles de Dios desde la creaci�n del mundo se ven claramente, se perciben a trav�s de las cosas que son hechas, su poder y divinidad eternos". Dios siempre se ha revelado a los hombres.

"Religi�n natural" decimos: y, sin embargo, como Dios siempre se revela y ha hecho a todos los hombres m�s o menos capaces de aprehender la revelaci�n, incluso lo natural es sobrenatural. Tomemos la religi�n de Egipto, de Caldea o de Persia. Puede contrastar cualquiera de estos con la religi�n de Israel; puedes llamar a uno natural, al otro revelado. Pero el persa que habla del Gran Buen Esp�ritu o el caldeo que adora a un Se�or supremo debe haber tenido alg�n tipo de revelaci�n; y su sentido de ello, no muy claro en verdad, lo suficientemente por debajo del de Mois�s o Isa�as, fue todav�a un avance hacia la misma luz que ahora brilla para nosotros.

A continuaci�n, debemos tener en cuenta que Job no aparece como un pensador que construye solo sobre s� mismo, dependiendo de su propia experiencia religiosa. Siglos y edades de pensamiento est�n detr�s de estas creencias que se le atribuyen, incluso las ideas que parecen nacer de nuevo como resultado de un descubrimiento original. Imag�nese a un hombre pensando por s� mismo en las cosas divinas en ese lejano pasado �rabe. Su mente, para empezar, no est� en blanco.

Su padre lo ha instruido. Hay una fe que ha venido de muchas generaciones. Ha encontrado palabras en uso que contienen en ellas ideas religiosas, descubrimientos, percepciones de la realidad Divina, captadas y fijadas en edades anteriores. Cuando aprendi� el lenguaje, los productos de la evoluci�n, no solo ps�quica, sino intelectual y espiritual, se convirtieron en suyos. Eloah, el excelso, la justicia de Eloah, la palabra de Eloah, Eloah como Creador, como Vigilante de los hombres, Eloah como sabio, inescrutable en sabidur�a, como fuerte, infinitamente poderoso, estas son ideas que no ha elaborado por s� mismo. , pero heredado.

Claramente, entonces, un nuevo pensamiento, que surge de estos, surge como una comunicaci�n sobrenatural y tiene detr�s edades de evoluci�n espiritual. Es nuevo, pero tiene su ra�z en lo viejo; es natural, pero se origina en la sobrenaturaleza.

Ahora bien, la religi�n primitiva de los semitas, la raza a la que pertenec�a Job, a la que tambi�n pertenec�an los hebreos, ha sido recientemente estudiada cuidadosamente; y con respecto a �l se han establecido ciertas cosas que tienen que ver con la nueva esperanza que vamos a encontrar golpeada por el Hombre de Uz.

En las primeras horas de la ma�ana del pensamiento religioso entre esos semitas, se cre�a universalmente que los miembros de una familia o tribu, unidos por parentesco consangu�neo, tambi�n estaban relacionados de la misma manera con su Dios. �l era su padre, la cabeza invisible y la fuente de su comunidad, sobre quien ten�an un derecho siempre que lo quisieran. Su inter�s en ellos fue asegurado por la comida del sacrificio que fue invitado y cre�a compartir con ellos.

Si se hab�a ofendido, la ofrenda del sacrificio era el medio para recuperar su favor; y la comuni�n con �l en esas comidas y sacrificios era la herencia de todos los que reclamaban el parentesco de ese clan o tribu. Con la aclaraci�n de la visi�n espiritual, esta creencia tom� una nueva forma en las mentes de los m�s reflexivos. La idea de la comuni�n permaneci� y su necesidad para la vida del adorador se sinti� a�n m�s fuertemente cuando el parentesco del Dios con su familia s�bdita ya no era, al menos para unos pocos, un asunto de ascendencia f�sica y parentesco de sangre.

barco, pero de origen espiritual y apego. Y cuando la fe se elev� del dios tribal a la idea del Padre Celestial, se sinti� que la comuni�n con �l �nico Creador y Rey era, en el sentido m�s elevado, una necesidad vital. Aqu� se encuentra la religi�n de Job. Un elemento principal de ella fue la comuni�n con Eloah, un parentesco �tico, con �l, no una relaci�n arbitraria o meramente f�sica sino del esp�ritu. Es decir, Job tiene en el coraz�n de su credo la verdad sobre el origen y la naturaleza de los ruanos.

El autor del libro es hebreo; su propia fe es la de las personas de quienes tenemos el libro del G�nesis; pero trata aqu� de la relaci�n del hombre con Dios desde el lado �tnico, tal como puede ser tomado ahora por el razonador que trata de la evoluci�n espiritual.

La comuni�n con Eloah hab�a sido la vida de Job y con ella se hab�a asociado sus muchos a�os de riqueza, dignidad e influencia. Para que sus hijos no cayeran y perdieran su herencia m�s preciosa, sol�a traer las ofrendas peri�dicas. Pero finalmente su propia comuni�n fue interrumpida. La sensaci�n de estar en sinton�a con Eloah, si no se perdi�, se volvi� aburrida y d�bil. Es por la restauraci�n de su propia vida, no como podr�amos pensar en los sentimientos religiosos, sino en la energ�a espiritual real; ahora est� interesado.

Es esto lo que subyace en su deseo de que Dios hable con �l, en su demanda de una oportunidad para defender su causa. Algunos podr�an esperar que les pidiera a sus amigos que ofrecieran sacrificios en su nombre, pero �l no lo pide. La crisis ha llegado en una regi�n superior al sacrificio, donde las observancias son in�tiles. S�lo el pensamiento puede alcanzarlo; s�lo el descubrimiento de la verdad reconciliadora puede satisfacer. Los sacrificios que s�lo para el mundo antiguo sosten�an la relaci�n con Dios, ya no pod�an restaurar para Job la intimidad del Se�or espiritual.

Con una pasi�n por esta confraternidad m�s viva que nunca, ya que ahora se da cuenta m�s claramente de lo que es, un miedo se mezcla en el coraz�n del hombre, la muerte estar� sobre �l pronto. Separado de Dios, caer� en la privaci�n de ese mundo donde no hay alabanza ni servicio, conocimiento ni artificio. Sin embargo, la verdad que est� en el coraz�n de su religi�n no cede. Apoy�ndose todo sobre �l, lo encuentra fuerte, el�stico. Ve al menos una posibilidad de reconciliaci�n; porque �c�mo es posible que el camino de regreso a Dios est� completamente cerrado?

Sabemos qu� dificultad hubo en su esfuerzo. Para el pensamiento com�n de la �poca en que se escribi� este libro, digamos que en Ezequ�as, el estado de los muertos no era realmente la extinci�n, sino una existencia de extrema tenuidad y debilidad. En Sheol no hab�a nada activo. El fantasma hueco del hombre no fue concebido ni esperando ni temiendo, ni originando ni recibiendo impresiones. Sin embargo, Job se atreve a anticipar que incluso en el Seol se le ordenar� un tiempo fijo de recuerdo y oir� el emocionante llamado de Dios. A medida que se acerca a este cl�max, el poema destella y brilla con fuego prof�tico.

Oh, si me escondes en el Seol,

Que me mantengas en secreto hasta que pase tu ira,

�Que me fijes un tiempo determinado y te acuerdes de m�!

Si un hombre (fuerte) muere, �vivir�?

Todos los d�as de mi tiempo designado esperar�a

Hasta que lleg� mi liberaci�n.

T� llamar�as, yo te responder�a;

Deseas la obra de Tus manos.

No es f�cil que ahora nos demos cuenta del extraordinario paso adelante que se dio en el pensamiento cuando la anticipaci�n fue expulsada de la vida espiritual que sigue m�s all� de la muerte ("esperar�a"), reteniendo la potencia intelectual en esa regi�n que de otro modo ser�a oscura y vac�a para la imaginaci�n humana (" Yo te responder�a "). Tanto desde el lado humano como desde el Divino, el poeta ha avanzado una magn�fica intuici�n, un arco saltar�n en el que no puede encajar la piedra angular: el cuerpo espiritual; porque s�lo pudo hacer esto quien mucho despu�s lleg� a ser �l mismo la Resurrecci�n y la Vida.

Pero cuando este poema de Job fue dado al mundo, se implant� un nuevo pensamiento en el alma de la raza, una nueva esperanza que deber�a luchar contra la oscuridad del Seol hasta la ma�ana en que la salida del sol cay� sobre un sepulcro vac�o, y uno de pie. a la luz preguntaron a los afligidos: �Por qu� busc�is entre los muertos al que vive?

"Te gustar�a tener el deseo de la obra de Tus manos". �Qu� filosof�a de cuidado Divino subyace en las palabras! Vienen con una fuerza que Job apenas parece darse cuenta. �Hay un Alt�simo que crea a los hombres a su propia imagen, capaces de lograr excelentes logros, y luego los desecha con descontento o repugnancia? La voz del poeta resuena en clave apasionada porque levanta t� pensamiento pr�cticamente nuevo para la mente humana.

Ha roto las barreras de la fe y la duda a la luz de su esperanza y est� temblando al borde de otro mundo. "Uno debe haber tenido una aguda percepci�n de la profunda relaci�n entre la criatura y su Hacedor en el pasado para poder dar expresi�n a una expectativa tan imaginativa con respecto al futuro".

Pero la ira de Dios todav�a parece descansar sobre la vida de Job; aun as�, parece mantener en reserva, sellado, no revelado, alg�n registro de transgresiones por las cuales ha condenado a Su siervo. Desde la cumbre de la esperanza, Job cae en un sentimiento abyecto de la decadencia y la miseria a la que el hombre es llevado por el continuo rigor del examen de Eloah. As� como con los golpes de un terremoto, las monta�as se rompen y las aguas, por el flujo constante, lavan el suelo y las plantas enraizadas en �l, as� la vida humana es desperdiciada por la severidad divina. En el mundo, los hijos a quienes un hombre ama son exaltados o humillados, pero �l no sabe nada de ellos. Su carne se corrompe en el sepulcro y su alma languidece en el Seol.

"T� destruyes la esperanza del hombre.

T� siempre prevaleces contra �l y �l pasa

T� le cambias el rostro y lo despides. "

En este punto, lo real es tan sombr�o e insistente que cierra el ideal y vuelve a confinar el pensamiento a su propio �mbito. La energ�a de la mente prof�tica se desborda, y un hecho ininteligible rodea y presiona con fuerza a la personalidad que lucha.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Job 12". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/job-12.html.
 
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