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Bible Commentaries
Job 23

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-17

XX.

�D�NDE EST� ELOAH?

Job 23:1 ; Job 24:1

Job HABLA

El oscuro pareado con el que comienza Job parece implicar alguna referencia a toda su condici�n de cuerpo y mente.

"�De nuevo hoy, mi lamento, mi rebeli�n!

La mano sobre m� es m�s pesada que mis gemidos ".

Debo hablar de mi problema y lo considerar�s rebeli�n. Sin embargo, si gimo y suspiro, mi dolor y mi cansancio son m�s que una excusa. La crisis de la fe est� con �l, una miseria prolongada, y la esperanza pende de un hilo. Las acusaciones falsas de Elifaz est�n en su mente; pero provocan s�lo un sentimiento de cansado descontento. Lo que dicen los hombres no le preocupa mucho. Est� preocupado por lo que Dios se niega a hacer o decir.

Muchas son, en verdad, las aflicciones de los justos. Pero cada caso como el suyo oscurece la providencia de Dios. Job no niega por completo la afirmaci�n de sus amigos de que, a menos que el sufrimiento venga como castigo del pecado, no hay raz�n para ello. Por lo tanto, aunque sostiene con firme convicci�n que los buenos son a menudo pobres y afligidos, mientras que los malos prosperan, no aclara el asunto. Debe admitir para s� mismo que est� condenado por los acontecimientos de la vida. Y contra el testimonio de las circunstancias externas, apela en la sala de audiencias del Rey.

�Se ha olvidado el Alt�simo de ser justo por alg�n tiempo? Cuando los generosos y los verdaderos se encuentran en una situaci�n dif�cil, �el gran Amigo de la verdad est� descuidando Su tarea como Gobernador del mundo? Eso ciertamente hundir�a la vida en una profunda oscuridad. Y parece ser as�. Job busca la liberaci�n de este misterio que ha surgido en su propia experiencia. Expondr�a su causa ante Aquel que es el �nico que puede explicarlo.

"Oh, si supiera d�nde podr�a encontrarlo,

�Para que yo pudiera llegar incluso a Su asiento!

Ordenar�a mi causa delante de �l,

Y llena mi boca de argumentos.

Sabr�a las palabras que me contestar�a

Y entiende lo que me dir�a ".

Aqu� est� presente en la mente de Job el pensamiento de que est� bajo condenaci�n y, junto con esto, la convicci�n de que su juicio no ha terminado. Es natural que su mente divague entre estas ideas, aferr�ndose firmemente a la esperanza de que el juicio, si ya se ha emitido, ser� revisado cuando los hechos se conozcan plenamente. Ahora bien, este curso de pensamiento est� completamente en la oscuridad. Pero, �cu�les son los principios desconocidos para Job, por ignorancia de los cuales tiene que languidecer en la duda? En parte, como vimos hace mucho tiempo, la explicaci�n radica en el uso de la prueba y la aflicci�n como medio para profundizar la vida espiritual.

Dan gravedad y con ello la posibilidad de poder a nuestra existencia. Aun as�, Job no se hab�a dado cuenta de que uno siempre mantenido en el camino de la primavera, sin ser tocado por el aire penetrante de la "desgracia", aunque ten�a, para comenzar, una disposici�n piadosa y un registro intachable, valdr�a poco: el fin para Dios o para humanidad. Y la necesidad de la disciplina de la aflicci�n y la desilusi�n, incluso cuando explica los problemas m�s peque�os, explica tambi�n los m�s grandes.

Que el mal se amontone sobre el mal, el desastre sobre el desastre, la enfermedad sobre el duelo, la miseria sobre el dolor, mientras que etapa por etapa la vida desciende a c�rculos m�s profundos de tristeza y dolor, puede adquirir, adquirir�, si la fe y la fidelidad hacia Dios permanecen. , masividad, fuerza y ??dignidad para el m�s alto servicio espiritual. Pero hay otro principio, a�n no considerado, que entra en el problema y aligera a�n m�s el valle de la experiencia que a Job le parec�a tan oscuro.

El poema toca el margen de este principio una y otra vez, pero nunca lo declara. El autor dice que los hombres nacieron para tener problemas. Hizo sufrir a Job m�s porque ten�a que mantener su integridad que si hubiera sido culpable de transgresiones al reconocer lo que podr�a haber pacificado a sus amigos: La carga recay� pesadamente sobre Job porque era un hombre concienzudo, un hombre verdadero, y no pod�a. aceptar cualquier fantas�a en la religi�n.

Pero justo donde otro paso lo hubiera llevado a la luz de la bendita aquiescencia en la voluntad de Dios, el poder fall�, no pudo avanzar. Quiz�s la autenticidad y la sencillez de su car�cter se habr�an visto da�adas si hubiera pensado en ello. y nos gusta m�s porque a �l no. Sin embargo, la verdad es que Job estaba sufriendo por otros, que fue, por la gracia de Dios, un m�rtir, y tan lejos en el esp�ritu y la posici�n de ese Siervo de Jehov� sufriente de quien leemos en las profec�as de Isa�as. .

Los justos sufridores, los m�rtires, �qu� son? Siempre a la vanguardia de la humanidad. Donde van y quedan las huellas de sus pies ensangrentados, est� el camino de la superaci�n, de la civilizaci�n, de la religi�n. Se supone popularmente que el hombre, predicador, periodista o estadista m�s exitoso est� conduciendo al mundo por el camino correcto. Donde la multitud va gritando detr�s de �l, �no es esa la forma de avanzar? No lo creo.

Busque un maestro, un periodista, un estadista que no tenga tanto �xito como podr�a serlo, porque, a toda costa, ser� sincero. El mundo cristiano a�n no conoce lo mejor en la vida, el pensamiento y la moralidad para lo mejor. El que sacrifica posici�n y estima a la justicia, el que no se inclina ante el gran �dolo al sonido de saco y salterio, observe a d�nde va ese hombre, trate de entender lo que tiene en su mente.

Aquellos que, bajo la derrota o la negligencia, permanecen firmes en la fe, tienen los secretos que necesitamos saber. Incluso en las filas de los afligidos y quebrantados, el autor de Job se volvi� en busca de un ejemplo de testimonio de las ideas elevadas y la fe en Dios que trae la salvaci�n. Pero trabaj� en la sombra, y su h�roe no es consciente de su alta vocaci�n. Si Job hubiera visto los principios de la providencia divina que lo convirtieron en un ayudante de la fe humana, no deber�amos escucharlo ahora clamar por la oportunidad de defender su causa ante Dios.

"�Contendr�a conmigo en su gran poder?

No, pero �l me har�a caso.

Entonces un hombre recto razonar�a con �l;

As� que deber�a liberarme para siempre de mi juez ".

En cierto sentido, es sorprendente escuchar esta confiada expectativa de absoluci�n ante el tribunal de Dios. La noci�n com�n es que la �nica parte posible para el hombre en su estado natural es temer el juicio venidero y temer la hora que lo llevar� al tribunal divino. Desde el punto de vista ordinario, el lenguaje de Job aqu� es peligroso, si no profano. Anhela conocer al juez; cree que podr�a exponer su caso de tal manera que el juez lo escuche y se convenza.

El Todopoderoso ya no se enfrentar�a a �l como su poderoso antagonista, sino que lo declarar�a inocente y lo pondr�a en libertad para siempre. �Puede el hombre mortal reivindicarse ante el tribunal del Alt�simo? �No son todos condenados por la ley de la naturaleza y de la conciencia, mucho m�s por Aquel que todo lo sabe? Y, sin embargo, este hombre que cree que ser� absuelto por el gran Rey ya ha sido declarado "perfecto y recto, que teme a Dios y evita el mal".

"Tomemos la declaraci�n del Todopoderoso mismo en las primeras escenas del libro, y Job se encontrar� lo que dice ser. Bajo la influencia de esa gracia divina que los sinceros y rectos pueden disfrutar, ha sido un siervo fiel y se ha ganado el aprobaci�n de su Juez. Es por la fe que �l es hecho justo. La religi�n y el amor a la ley divina han sido sus gu�as; �l los ha seguido; y lo que uno ha hecho, no pueden hacer otros? corrupci�n de la naturaleza humana, como con la reivindicaci�n de la gracia de Dios dada a la naturaleza humana.

Corrupta y vil como suele ser la humanidad, imperfecta y espiritualmente ignorante como siempre lo ha sido, el escritor de este libro no est� comprometido con ese punto de vista. Dirige la atenci�n a los elementos virtuosos y honorables y muestra la nueva creaci�n de Dios en la que puede deleitarse.

Verdaderamente encontraremos que despu�s de que el Todopoderoso ha hablado desde la tormenta, Job dice: "Repudio mis palabras y me arrepiento en polvo y ceniza". De modo que parece llegar por fin a la confesi�n que, desde un punto de vista, deber�a haber hecho al principio. Pero esas palabras de arrepentimiento no implican ning�n reconocimiento de iniquidad despu�s de todo. Son confesi�n de juicio ignorante. Job admite con pesar que se ha aventurado demasiado lejos en su intento de comprender los caminos del Todopoderoso, que ha hablado sin conocimiento de la providencia universal que en vano hab�a buscado sondear.

La intenci�n del autor es claramente justificar a Job en su deseo de tener la oportunidad de defender su causa, es decir, justificar la pretensi�n de la raz�n humana de comprender. No es una ofensa para �l que gran parte de la obra Divina sea profundamente dif�cil de interpretar. Reconoce con humildad que Dios es m�s grande que el hombre, que hay secretos con el Todopoderoso que la mente humana no puede penetrar.

Pero en la medida en que el sufrimiento y el dolor se asignan a un hombre y entran en su vida, se considera que tiene el derecho de investigar sobre ellos, un derecho inherente a Dios para explicarlos. Esto puede considerarse el error del autor que �l mismo debe confesar cuando se trata de la interlocuci�n divina. All� parece permitir que la majestad del Omnipotente acalle las cuestiones de la raz�n humana. Pero esto es realmente una confesi�n de que su propio conocimiento no es suficiente, que comparte la ignorancia de Job as� como su clamor por la luz.

El universo es m�s vasto de lo que �l o cualquiera de la era del Antiguo Testamento podr�a siquiera imaginar. Los destinos del hombre forman parte de un orden divino que se extiende a trav�s de los inconmensurables espacios y los desarrollos de las edades eternas.

Una vez m�s Job percibe o parece percibir que se le niega el acceso a la presencia del Juez. La sensaci�n de condena lo encierra como los muros de una prisi�n y no encuentra camino a la sala de audiencias. El sol brillante se mueve tranquilamente de este a oeste; las estrellas relucientes, la luna fr�a a su vez se deslizan silenciosamente sobre la b�veda del cielo. �No est� Dios en lo alto? Sin embargo, el hombre no ve ninguna forma, no oye ning�n sonido.

�H�blale t�, porque �l oye, y esp�ritu con esp�ritu se pueden encontrar;

�l est� m�s cerca que la respiraci�n, y m�s cerca que las manos y los pies ".

Pero Job no puede concebir una presencia espiritual sin forma ni voz.

"He aqu�, voy adelante, pero �l no est� all�;

Y al rev�s, pero no puedo percibirlo:

A la izquierda donde obra, pero no lo contemplo:

Se esconde a la diestra para que yo no le vea ".

Naturaleza, le has ense�ado a este hombre por tu luz y tu oscuridad, tu sol glorioso y tus tormentas, el resplandor claro despu�s de la lluvia, el ma�z que brota y los racimos de la vid, por el poder de la voluntad del hombre y el amor atrevido y la justicia de coraz�n de hombre. En todo has sido revelador. Pero t� escondes a quien revelas. Cubrir en el pensamiento la multiplicidad de tus energ�as en la tierra y el cielo y el mar, en las aves y el animal y el hombre, en la tormenta y el sol, en la raz�n, en la imaginaci�n, en la voluntad, el amor y la esperanza; -unir estos uno a uno a la idea de un Ser todopoderoso, infinito, eterno, y as� concebir a este Dios del universo- es, digamos, una tarea sobrehumana.

Job se derrumba en el esfuerzo por realizar al gran Dios. Tom� detr�s de m�, hacia el pasado. Est�n las huellas de Eloah cuando pas�. En el silencio se puede escuchar un eco de Su paso; pero Dios no est� ah�. A la derecha, m�s all� de los cerros que se cierran en el horizonte, a la izquierda donde los caminos conducen a Damasco y al norte lejano, all� no puedo ver Su forma; ni all� donde amanece en el oriente.

Y cuando viajo hacia adelante en la imaginaci�n, yo que dije que mi Redentor estar� sobre la tierra, cuando me esfuerzo por concebir Su forma, a�n, en total incapacidad humana, fallo. "En verdad, eres un Dios que se esconde".

Y, sin embargo, la convicci�n de Job de su propia rectitud, �no es el testimonio de Dios de su esp�ritu? �No puede contentarse con eso? Tener tal testimonio es tener el veredicto que �l desea. Bien, Boecio, un escritor del viejo mundo aunque perteneci� a la era cristiana, avanza m�s all� de Job, donde escribe:

"�l es siempre Todopoderoso, porque siempre quiere el bien y nunca el mal. Siempre es igualmente misericordioso. Por Su poder Divino, �l est� presente en todas partes. El Eterno y Todopoderoso siempre se sienta en el trono de Su poder. Desde all� puede ver todo, y rinde a cada uno con justicia, conforme a sus obras. Por tanto, no es en vano que tengamos esperanza en Dios, porque �l no cambia como nosotros. muy misericordioso.

Odia y huye del mal como mejor puedas. Ama las virtudes y s�guelas. Ten�is gran necesidad de hacer siempre el bien, porque siempre en la presencia del Dios Eterno y Todopoderoso hac�is todo lo que hac�is. �l lo contempla todo y lo recompensar� todo ".

Amiel, en cambio, aplicar�a de buen grado a Job una reflexi�n que se le ha ocurrido en uno de los estados de �nimo que le sobrevienen a un hombre decepcionado, impaciente por sus propias limitaciones. En su diario, con fecha del 29 de enero de 1866, escribe:

"Es nuestro secreto amor propio el que se basa en este favor de lo alto; tal puede ser nuestro deseo, pero esa no es la voluntad de Dios. Debemos ser ejercitados, humillados, probados y atormentados hasta el final. es nuestra paciencia, que es la piedra de toque de nuestra virtud. Soportar la vida incluso cuando la ilusi�n y la esperanza se han ido; aceptar esta posici�n de guerra perpetua, mientras que al mismo tiempo amar solo la paz; permanecer pacientemente en el mundo, incluso cuando nos repele como un lugar de baja compa��a y nos parece un mero escenario de malas pasiones; permanecer fiel a la propia fe sin romper con los seguidores de falsos dioses; no hacer ning�n intento de escapar del hospital humano, la longanimidad y paciente como Job en su muladar; este es el deber ".

Un mal humor impulsa a Amiel a escribir as�. Mil veces preferir�a o�rle llorar como Job sobre el gran Juez y Redentor y quejarse de que la Meta se esconde. No es por puro amor propio o autocompasi�n que Job busca la absoluci�n ante el tribunal de Dios; sino en defensa de la conciencia, tesoro espiritual de la humanidad y de nuestra propia vida. Sin duda, su propia justificaci�n personal se relaciona en gran medida con Job, porque tiene una fuerte individualidad.

No ser� dominado. Se mantiene a raya contra sus tres amigos y el adversario invisible. Pero ama la integridad, la virtud, primero; y se preocupa por s� mismo como representante de lo que el Esp�ritu de Dios da a los hombres fieles. Puede llorar, por lo tanto, puede defenderse, puede quejarse; y Dios no lo rechazar�.

"Porque �l sabe el camino que tomo;

Si me probara, saldr�a como oro.

Mi pie se ha mantenido firme en sus pasos,

He guardado su camino y no me he desviado.

No me he apartado de los mandamientos de sus labios;

He atesorado las palabras de su boca m�s que mi comida ".

Valientemente, no en un mero alarde, habla, y es bueno escucharlo todav�a capaz de hacer tal afirmaci�n. �Por qu� no nos aferramos tambi�n al manto de nuestro Divino Amigo? �Por qu� no nos damos cuenta y exhibimos la piedad resuelta que anticipa el juicio: "Si me probara, saldr�a como oro"? Los salmistas de Israel se mantuvieron as� en su fe; y no en vano, ciertamente, Cristo nos ha llamado a ser como nuestro Padre que est� en los cielos.

Pero nuevamente, de la valiente afirmaci�n, Job retrocede exhausto.

�Oh t� en el m�s all�! en cuya orilla estoy

Esperando cada momento de derrumbe para engullirme.

�Qu� soy yo? �Di, presente! �Di Pasado!

Vosotros tres sabios hijos de la eternidad

�Una vida? -�Una muerte? -�Y un inmortal? -�Todo?

�Es este el triple misterio del hombre?

�La Trinidad m�s baja y oscura de la tierra?

Es en vano preguntar.

Nada me responde, no Dios.

El aire se vuelve espeso y oscuro.

El cielo desciende.

El sol dibuja a su alrededor nubes rayadas como Dios

Recogiendo ira.

La esperanza salt� de mi coraz�n,

Como una falsa sibila, aterrorizada, desde su asiento,

Y lo volc�.

Entonces, mientras Bailey hace hablar a su Festus, podr�a Job haber hablado aqu�. Por ahora le parece que invocar a Dios es infructuoso. Eloah es de una sola mente. Su voluntad es firme, inamovible. La muerte est� en la copa y vendr� la muerte. Sobre esto Dios ha determinado. Tampoco es solo en el caso de Job el Todopoderoso lleva a cabo una condenaci�n tan dolorosa. Muchas de esas cosas est�n con �l. Las olas de problemas surgen del profundo y oscuro mar y pasan por encima de la cabeza del que sufre. Yace desmayado y desolado una vez m�s. La luz se desvanece, y con un profundo suspiro porque alguna vez volvi� a la vida, cierra los labios.

La religi�n natural siempre termina con un suspiro. El sentido de Dios que se encuentra en el orden del universo, la visi�n borrosa de Dios que viene en la conciencia, la vida moral y el deber, en el miedo, la esperanza y el amor, en el anhelo de justicia y verdad, todo esto vale mucho; pero al final nos dejan deseando algo que no pueden dar. El Dios Desconocido a quien los hombres adoraban ignorantemente ten�a que ser revelado por la vida, la verdad y el poder de Jesucristo Hombre.

No sin esta revelaci�n, que est� por encima y m�s all� de la naturaleza, nuestra b�squeda ansiosa puede terminar en un conocimiento satisfactorio. Solo en Cristo, la justicia que justifica, el amor que compadece, la sabidur�a que ilumina, se introducen en el �mbito de nuestra experiencia y se comunican a trav�s de la raz�n a la fe.

En el cap�tulo 24 hay un desarrollo del razonamiento contenido en la respuesta de Job a Zofar en el segundo coloquio, y tambi�n hay un examen m�s detenido de la naturaleza y los resultados de la maldad de lo que se ha intentado hasta ahora. En el curso de su aguda y cuidadosa discriminaci�n, Job deja algo en el lado del argumento de sus amigos, pero enfatiza a�n m�s la serie de v�vidos toques con los que se representa al pr�spero tirano.

Modifica hasta cierto punto su opini�n expresada anteriormente de que todo va bien con los malvados. Encuentra que ciertas clases de malhechores se confunden, y los separa de los dem�s, al mismo tiempo que se separa sin lugar a dudas del opresor de este lado y del asesino y ad�ltero de aqu�l. Aceptando los l�mites de la discusi�n elegidos por los amigos, agota el asunto entre �l y ellos. Por las distinciones que se hacen ahora y la elecci�n que se ofrece, Job detiene la acusaci�n personal, y no escuchamos m�s de eso.

Continuando con la idea de una asistencia divina que ha regido su pensamiento a lo largo de esta respuesta, Job pregunta por qu� no deber�a celebrarse abiertamente de vez en cuando en la historia del mundo.

"�Por qu� los tiempos no los fija el Todopoderoso?

�Y por qu� los que le conocen no ven sus d�as? "

Emerson dice que el mundo est� lleno de d�as de juicio; Job cree que no lo es, pero deber�a serlo. Pasando de su propio deseo de tener acceso al tribunal de Dios y suplicar all�, ahora piensa en un tribunal abierto, una reivindicaci�n p�blica del gobierno de Dios. La Gran Assize nunca se proclama. Pasan las edades; el Justo nunca aparece. Todas las cosas contin�an como estaban desde el principio de la creaci�n. Los hombres que luchan, pecan, sufren, dudan o niegan la existencia de un Gobernante moral.

Preguntan: �Qui�n vio a este Dios? Si existe, est� tan separado del mundo por su propia elecci�n que no hay necesidad de considerarlo. Con orgullo o con dolor, los hombres plantean la pregunta. Pero ning�n Dios significa que no hay justicia, no hay verdad, no hay penetraci�n de lo real por el ideal; y el pensamiento no puede descansar all�.

Con gran vigor y gran conocimiento del mundo, el escritor hace que Job se�ale los hechos de la violencia y el crimen humanos, de la condonaci�n y el castigo humanos. Mire a los opresores y a los que se acobardan ante ellos, los d�spotas nunca fueron llevados ante la justicia, sino que por el contrario crecieron en el poder a trav�s del miedo y la miseria de sus siervos. Ya hemos visto lo peligroso que es hablar falsamente en nombre de Dios. Ahora vemos, por otro lado, que quien habla verdaderamente de los hechos de la experiencia humana prepara el camino para un verdadero conocimiento de Dios.

Aquellos que han estado buscando en vano indicaciones de la justicia y la gracia divinas, deben aprender que no para liberarse de la pobreza y la angustia de este mundo, sino de alguna otra manera, deben realizar la redenci�n de Dios. El escritor del libro busca ese reino que no es comida ni bebida, ni larga vida y felicidad, sino justicia, paz y gozo en el Esp�ritu Santo.

Observa primero, dice Job, a los hombres viles y crueles que quitan hitos y reclaman como suya la herencia del vecino, que conducen a sus pastos reba�os que no son de ellos, que incluso se llevan el �nico asno del hu�rfano y el �nico buey a la viuda. tiene para arar sus escasos campos, quien as� con mano alta domina a todas las personas indefensas a su alcance. Zofar hab�a acusado a Job de delitos similares, y no se dio una respuesta directa a la acusaci�n.

Ahora, hablando en�rgicamente de la iniquidad de tales hechos, Job hace que sus acusadores sientan la injusticia hacia �l. Hay hombres que hacen esas cosas. Los he visto, me he maravillado de ellos, me he asombrado de que no hayan sido derribados por la mano de Dios. Mi angustia es que no puedo entender c�mo reconciliar su inmunidad al castigo con mi fe en Aquel a quien he servido y en quien conf�o como mi Amigo.

La siguiente imagen, del vers�culo quinto al octavo ( Job 24:5 ), muestra, en contraste con el orgullo y la crueldad del tirano, la suerte de quienes sufren en sus manos. Privados de su tierra y sus reba�os, pastoreando juntos en peligro com�n y miseria como asnos salvajes, tienen que buscar para su alimento ra�ces y frutos silvestres que se pueden encontrar aqu� y all� en el desierto.

Medio esclavizados ahora por el hombre que les quit� la tierra, se ven impulsados ??a la tarea de cosechar su forraje y recoger las rebuscadas de sus uvas. Desnudos yacen en el campo, acurrucados juntos para calentarse, y afuera, entre las colinas, est�n mojados con los carneros impetuosos, agach�ndose en vano bajo las repisas de la roca en busca de refugio.

Tambi�n se hacen cosas peores, hay que soportar mayores sufrimientos que estos. Hay hombres que arrancan al hu�rfano del pecho de la madre, reclamando en prenda la vida del pobrecito. Los deudores miserables, desfallecidos de hambre, tienen que cargar con las gavillas de ma�z del opresor. Tienen que moler en las prensas de aceite, y sin un racimo para saciar su sed pisar las uvas bajo el sol ardiente. Tampoco es solo en el campo donde se practican las crueldades.

Quiz�s en Egipto el escritor ha visto lo que hace describir a Job, la miseria de la vida en la ciudad. En la ciudad, los moribundos gimen sin cuidado, y el alma de los heridos clama. Universales son los escenarios de la iniquidad social. El mundo est� lleno de injusticias. Y para Job, el aguij�n de todo esto es que "Dios no hace caso del mal".

Los hombres hablan hoy en d�a como si la miseria y la angustia que prevalecen en nuestras grandes ciudades demostraran que las iglesias no son dignas de su nombre y lugar. Puede que sea as�. Si esto se puede probar, que se pruebe; y si la instituci�n llamada La Iglesia no puede justificar su existencia y su cristianismo donde deber�a hacerlo liberando a los pobres de la opresi�n y asegurando sus derechos a los d�biles, entonces d�jela ir contra la pared.

Pero aqu� est� Job llevando la acusaci�n un paso m�s all�, llev�ndola, con lo que puede parecer una audacia blasfema, al trono de Dios. No tiene ninguna iglesia a la que culpar, porque no hay iglesia. O �l mismo representa la iglesia que hay. Y como testigo de Dios, �qu� encuentra �l como su porci�n? M�ralo, donde muchos siervos de la justicia divina han estado en tiempos pasados ??y ahora, en las profundidades, son los m�s pobres de los pobres, los afligidos, los enfermos, los despreciados, los incomprendidos, los desesperados.

�Por qu� hay sufrimiento? �Por qu� hay muchos en nuestras ciudades marginados de la sociedad, como lo es la sociedad? El caso de Job es una explicaci�n parcial; y aqu� la iglesia no tiene la culpa. Parias de la sociedad, decimos. Si la sociedad se compone en gran medida de opresores que disfrutan de la riqueza ganada injustamente, uno no est� tan seguro de que haya necesidad de compadecerse de los excluidos de la sociedad. �Estoy tratando de darme cuenta de que puede estar bien que haya opresores, porque la opresi�n no es lo peor para un alma valiente? No: solo estoy usando la l�gica del Libro de Job para justificar la providencia divina.

La iglesia es criticada y por muchos en estos d�as condenada como in�til porque no est� eliminando la pobreza. Quiz�s podr�a estar m�s en el camino del deber y m�s probabilidades de tener �xito si buscara desterrar la riqueza excesiva. �Estamos en el siglo XX cristiano para quedarnos quietos ante el error de Elifaz y el resto de los amigos de Job? �Debemos imaginar que aquellos a quienes el evangelio bendice deben necesariamente enriquecer, para que a su vez sean tentados a actuar como fariseos? Estemos seguros de que Dios sabe c�mo gobernar Su mundo.

No dudemos de su justicia porque muchos son muy pobres que no han sido culpables de ning�n delito y muchos muy ricos que no se han distinguido por virtudes. Es nuestro error pensar que todo ir�a bien si no se escucharan gritos amargos en las calles de medianoche y todos estuvieran protegidos contra la miseria. Si bien la iglesia es en parte culpable del estado de cosas, la salvaci�n de la sociedad no se encontrar� en ning�n socialismo terrenal.

De ese lado hay un lodazal tan profundo como el otro del que profesa salvar. La gran justicia divina y la humanidad que el mundo necesita son las que solo Cristo ha ense�ado, Cristo para quien la propiedad era solo algo con lo que lidiar en el camino hacia el bien espiritual, la humildad, la santidad, el amor y la fe.

El enf�tico "Estos" con el que comienza Job 24:13 debe tomarse como una referencia al asesino y al ad�ltero que se describir� inmediatamente. Muy distintos de los fuertes opresores que se mantienen en una alta posici�n son estos cobardes malvados que "se rebelan contra la luz" ( Job 24:13 ), que "en las tinieblas cavan casas" y "no conocen la luz" ( Job 24:16 ), para quien "la ma�ana es como sombra de muerte", cuya "porci�n est� maldita en la tierra.

"El pasaje contiene la admisi�n de Job de que hay viles transgresores de la ley humana y divina cuya injusticia es quebrantada como un �rbol ( Job 24:20 ). Sin renunciar a su argumento principal sobre la iniquidad prepotente que prospera en el mundo, puede admitir esto No, al afirmarlo, refuerza su posici�n frente a los argumentos de sus amigos.

El asesino que asciende hacia el amanecer acecha y mata al pobre y al necesitado por sus escasas pertenencias, el ad�ltero que espera el crep�sculo disfraz�ndose el rostro, y el ladr�n que en la oscuridad cava a trav�s del muro de barro de una casa estos hacen encontrar el castigo de sus cr�menes traicioneros y repugnantes en esta vida. El cobarde que es culpable de tal pecado es aborrecido incluso por la madre que lo pari� y tiene que esconderse por caminos, familiarizado con los terrores de la sombra de la muerte, atreverse, no volverse en el camino de las vi�as para disfrutar de su fruto. . La descripci�n de estos r�probos termina con el vers�culo veintiuno, y luego hay un regreso a los "poderosos" y al apoyo divino que parecen disfrutar.

La interpretaci�n de Job 24:18 que los hace "o en realidad en parte obra de una mano popular, o en una parodia a la manera popular del mismo Job", no tiene fundamento suficiente. Afirmar que el pasaje se presenta ir�nicamente y que Job 24:22 resume la verdadera historia del asesino, el ad�ltero y el ladr�n es descuidar la distinci�n entre los "que se rebelan contra la luz" y los poderosos que viven en el ojo. de Dios.

La interpretaci�n natural es la que hace del conjunto un argumento serio contra el credo de los amigos. En su af�n por condenar a Job, no han podido distinguir entre los hombres cuyos cr�menes viles los someten a la reprobaci�n social y los orgullosos opresores que prosperan gracias a la arrogancia. Con respecto a estos, el hecho sigue siendo que aparentemente est�n bajo la protecci�n del cielo.

Sin embargo, sostiene a los valientes con su poder,

Se levantan aunque desesperaron de la vida.

�l los da para que est�n a salvo, y no son retenidos,

Y sus ojos est�n sobre sus caminos.

Se elevan alto: en un momento no lo son;

Son abatidos, como todos los dem�s reunidos.

Y cortados como las puntas del ma�z.

Si no, �qui�n me har� mentiroso?

�Y a nada traer mi discurso?

�Acaso el malvado atrevido que desaf�a el derecho est� consumido por la enfermedad, presa del terror? No tan. Cuando parece haber sido aplastado, de repente comienza de nuevo con un nuevo vigor, y cuando muere, no es prematuramente, sino en la madurez de la mayor�a de edad. Con esta reafirmaci�n del misterio de los tratos de Dios, Job desaf�a a sus amigos. Tienen su juicio final. La victoria que obtiene es la de alguien que ser� fiel a todos los peligros. Quiz�s en el trasfondo de su pensamiento est� la visi�n de una redenci�n no solo de su propia vida sino de todos aquellos quebrantados por la injusticia y crueldad de esta tierra.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Job 23". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/job-23.html.
 
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