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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
El Comentario Bíblico del Expositor El Comentario Bíblico del Expositor
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Job 8". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/job-8.html.
Nicoll, William R. "Comentario sobre Job 8". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-22
XIX.
TEOLOG�A AVENTUROSA
Job 8:1
BILDAD HABLA
EL primer intento de conocer a Job lo ha hecho alguien que conf�a en su propia experiencia y se complace en contar las cosas que ha visto. Bildad de Shuach, por otro lado, es un hombre que se aferra a la sabidur�a de los padres y se apoya en todo momento con sus respuestas a las preguntas de la vida. Para �l es vano el razonamiento de quien ve todo como a trav�s de un cristal coloreado, todo de este o aquel matiz, seg�n su estado o nociones por el momento.
La impresi�n personal no cuenta para Bildad. All� no encuentra autoridad. En �l tenemos al te�logo cat�lico oponi�ndose al individualismo. Desafortunadamente, falla en el poder m�s necesario: distinguir la paja del grano. De vuelta a la antig�edad, de vuelta a los padres, dicen algunos; pero, aunque profesan el excelente temperamento de la reverencia, no hay garant�a de que no elijan las locuras del pasado en lugar de su sabidur�a para admirarlas.
Todo depende del hombre, del individuo, despu�s de todo, si tiene una mente abierta, una preferencia o pasi�n por las grandes ideas. Hay quienes se remontan a los ap�stoles y s�lo encuentran el dogmatismo, en lugar de la gloriosa amplitud de la poes�a y la esperanza divinas. S�, algunos van a la Luz del Mundo y reportan como su descubrimiento alg�n esquema pragm�tico, alguna disposici�n d�bil de detalles, una esclavitud o una futilidad.
Bildad no es uno de ellos. Es inteligente y bien informado, un hombre capaz, como decimos; pero no simpatiza con las nuevas ideas que revientan los viejos odres de la tradici�n, no simpatiza con las palabras atrevidas que ponen en duda las viejas ortodoxias. Puede imaginarse su piadoso horror cuando la mano ruda de Job pareci� rasgar las sagradas vestiduras de la verdad establecida. Habr�a sido propio de �l darse la vuelta y dejar al destino y al juicio a un hombre tan aventurero.
Con el instinto del pensamiento m�s elevado y noble, completamente alejado de toda impiedad, el escritor ha mostrado su inspiraci�n al llevar a Job a un cl�max de apasionada indagaci�n como alguien que lucha en las crecidas del Jord�n con el �ngel de Jehov�. Ahora trae a Bildad hablando fr�as palabras de una mente incapaz de entender la crisis. Este es un hombre que se cre�a firmemente poseedor de autoridad y perspicacia.
Cuando Job a�ad�a s�plica a s�plica, demanda a demanda, Bildad sent�a como si sus o�dos lo estuvieran enga�ando, porque lo que escuch� parec�a ser un asalto imp�o a la justicia del Alt�simo, un intento de condenar a los Infinitamente Justos de injusticia. Arde para hablar; y apenas se ha hundido Job, exhausto, comienza:
�Hasta cu�ndo hablar�s estas cosas?
Un viento recio, en verdad, son las palabras de tu boca.
Dios: -�Pervertir� el juicio?
Dios Todopoderoso: �Pervertir� la justicia?
Si tus hijos pecaron contra �l,
Y los arroj� en manos de su rebeli�n;
Si buscas a Dios,
Y al Todopoderoso rogar�;
Si eres impecable y recto,
Seguramente ahora se despertar�a por ti
Y haz prosperar tu justa morada.
Para que tu comienzo resulte peque�o
Y tu �ltimo fin sumamente grande.
Puede verse cu�n equivocado est� Bildad en esto, que cuelga ante Job la esperanza de una mayor prosperidad mundana. Los ni�os deben haber pecado, porque han perecido. Sin embargo, posiblemente el mismo Job sea inocente. Si es as�, entonces una simple s�plica a Dios asegurar� Su renovado favor y ayuda. Se requiere que Job busque nuevamente la riqueza y la grandeza como garant�a de su propia rectitud. Pero toda la dificultad radica en el hecho de que, siendo recto, se ha sumido en la pobreza, la desolaci�n y una muerte en vida.
Quiere saber la raz�n de lo ocurrido. Aparte de la restauraci�n de su prosperidad y salud, sabr�a lo que Dios quiere decir. Bildad no ve esto en lo m�s m�nimo. �l mismo es un hombre pr�spero, devoto de la doctrina de que la opulencia es la prueba de la aceptaci�n y la seguridad religiosas, no tiene nada para Job m�s que el consejo de conseguir que Dios lo demuestre justo devolvi�ndole sus bienes.
Hay una burla en el discurso de Bildad. �l cree en privado que ha habido pecado, y que solo mediante el arrepentimiento el bien puede volver. Dado que su amigo es tan obstinado, que intente recuperar su prosperidad y fracase. Bildad es pr�diga en promesas, extravagante en verdad. Solo puede ser absuelto de un significado siniestro en su gran predicci�n si juzgamos que �l considera que Dios est� en deuda con un siervo fiel a quien, sin saberlo, mientras no estaba observando, se le permiti� ser superado por el desastre.
A continuaci�n, el orador hace alarde de su aprendizaje, la sabidur�a que hab�a reunido del pasado:
"Pregunta, te ruego, de la era pasada,
Y atender la investigaci�n de sus padres.
(Porque somos de ayer y no sabemos nada;
Una sombra en verdad son nuestros d�as sobre la tierra) -
�No te ense�ar�n y te dir�n?
�Sacar�s palabras de su coraz�n? "
El hombre de hoy no es nada, una pobre criatura. S�lo mediante la sabidur�a probada de las largas edades se puede acabar con la controversia. Dejemos que Job escuche, entonces, y conv�ncete.
Ahora bien, hay que reconocer que no hay simplemente un aire de verdad, sino la verdad misma en lo que Bildad procede a decir en el muy pintoresco pasaje que sigue. Las verdades, sin embargo, pueden tomarse de manera incorrecta para establecer conclusiones falsas; y de esta manera el interlocutor de Job se equivoca con no pocos de sus laboriosos sucesores. El junco o papiro de la ribera no puede crecer sin fango; la hierba de ca�a necesita humedad.
Si el agua falla, se secan. As� son los caminos de todos los que se olvidan de Dios. S�: si lo toma bien, �qu� puede ser m�s impresionantemente cierto? La esperanza de un imp�o perece. Su confianza est� cortada; es como si confiara en una telara�a. Incluso su casa, por muy fuerte que sea, no lo apoyar�. El hombre que ha abandonado a Dios debe llegar a esto: que toda estancia terrenal se parta en pedazos, toda expectativa se desvanezca.
No habr� nada entre �l y la desesperaci�n. Su fuerza, su sabidur�a, su herencia, sus posesiones amontonadas en abundancia, �c�mo pueden valerse cuando la demanda es impulsada por la justicia divina? �Qu� has hecho con tu vida? Esto, sin embargo, no est� en absoluto en la mente de Bildad. No est� pensando en la prosperidad del alma y el j�bilo en Dios, sino en el �xito exterior, que un hombre debe extender su existencia visible como un laurel verde.
M�s all� de esa existencia visible, no puede extender el pensamiento ni el razonamiento. Su escuela, en general, cre�a en Dios mucho a la manera de los de�stas ingleses del siglo XVIII, de pie en la tierra, contemplando la vida del hombre aqu� y exigiendo en el mundo actual la reivindicaci�n de la providencia. La posici�n es realista, el bien de la vida es �nicamente mundano. Si uno es abatido que floreci� en exuberancia y envi� sus brotes sobre el jard�n y fue enraizado cerca de la fuente, su pobreza es su destrucci�n; es destruido porque de alguna manera se ha transgredido la ley de la vida, es decir, de la prosperidad, y el Dios del �xito castiga la falta.
Se nos hace sentir que debajo de la promesa de devolver el honor y la alegr�a con la que Bildad cierra hay un si. "Dios no desechar� al hombre perfecto". �Job es perfecto? Entonces su boca se llenar� de risa, y sus enemigos se vestir�n de verg�enza. Ese tema es problem�tico. Y, sin embargo, en general, la duda se mantiene en un segundo plano, y la �ltima palabra de �nimo es tan generosa y esperanzadora como lo permiten las circunstancias. Bildad quiere dejar la impresi�n en la mente de Job de que la sabidur�a de los antiguos aplicada a su caso es reconfortante.
Pero una frase de su discurso, en la que ( Job 8:4 ) implica la creencia de que los hijos de Job hab�an pecado y hab�an sido "arrojados en manos de su rebeli�n", muestra el lado fr�o e implacable de su ortodoxia, la l�gica , no desconocido todav�a, que presiona hasta su punto sobre toda la raza humana. Bildad quiso, al parecer, quitarle a Job la carga del destino de sus hijos.
La cat�strofe que les sobrevino podr�a haber parecido una de las flechas del juicio dirigidas al padre. El mismo Job pudo haber tenido una gran perplejidad y una gran angustia cada vez que pensaba en sus hijos e hijas. Ahora Bildad echa sobre ellos la culpa que �l cree haber sido castigada tan terriblemente, hasta el extremo de la muerte irremediable. Pero no hay iluminaci�n en la sugerencia.
M�s bien se suma a las dificultades del caso. Los hijos e hijas a quienes Job amaba, a quienes ve�a con tanto cuidado religioso para que no renunciaran a Dios en sus corazones, �fueron condenados por el Alt�simo? Un hombre del viejo mundo, acostumbrado a pensar que est� en lugar de Dios para su casa, Job no puede recibir esto. Aunque alguna vez fue conmovido hasta las profundidades, ahora est� resentido contra una doctrina que quiz�s nunca antes se hab�a cuestionado.
Entonces, �no hay paternidad en el Todopoderoso, ni magnanimidad como la que el mismo Job habr�a mostrado? Si es as�, entonces el esp�ritu fallar�a ante �l y las almas que �l hizo. Isa�as 57:16 El dogm�tico con su sabidur�a de los tiempos cae en el Isa�as 57:16 uno de sus lugares comunes del pensamiento teol�gico. Es un carb�n de fuego en el coraz�n del que sufre.
Aquellos que intentan explicar los caminos de Dios para la edificaci�n y el consuelo deben ser muy simples y genuinos en sus sentimientos con los hombres, su esfuerzo en nombre de Dios. Todo el que cree y piensa tiene algo en su experiencia espiritual que vale la pena contar, y puede ayudar a un hermano afligido volviendo sobre su propia historia. Pero hacer de un credo aprendido de memoria la base del consuelo es peligroso. El aspecto que toma para los que est�n bajo prueba a menudo sorprender� al consolador con mejor significado. Un punto es enfatizado por la aguda mente del dolor y, como la nube de El�as, pronto barre todo el cielo, una tormenta de duda y consternaci�n.