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Bible Commentaries
1 Corintios 1

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-31

EXPOSICI�N

La inscripci�n m�s antigua fue probablemente, "Para los corintios, la primera (???? ?????????? ?????)". Esto se encuentra en ?, A, B, C, D.

1 Corintios 1:1

El saludo. Se encuentra un saludo de apertura en todas las Ep�stolas de San Pablo, y en cada Ep�stola del Nuevo Testamento, excepto la Ep�stola a los Hebreos y la primera Ep�stola de San Juan, las cuales ten�an m�s naturaleza de tratados que de cartas.

1 Corintios 1:1

Pablo. Despu�s del comienzo del primer viaje misionero (45 d. C.), parece que finalmente abandon� su nombre hebreo de Sa�l. Llamado. La palabra "llamado" est� ausente de A, D, E y otros manuscritos, pero puede haber sido omitida como superflua. Ocurre en el saludo de Romanos 1:1, pero no en ninguna otra Ep�stola. Las palabras tambi�n podr�an traducirse como "un ap�stol llamado o elegido". Ser ap�stol Utiliza este t�tulo en todas las cartas, excepto la privada para Filem�n, la peculiarmente amigable e informal para los filipenses, y las dos para los tesalonicenses, que fueron escritas antes de que los judaizantes hubieran desafiado su reclamo de este t�tulo en su sentido m�s especial. La ep�stola a los romanos es la primera en la que se llama a s� mismo "esclavo de Jesucristo" (comp. Filipenses 1:1; Tito 1:1; Santiago 1:1; 2 Pedro 1:1; Judas 1). Era necesario para �l hacer valer su derecho al apostolado en el sentido m�s elevado de la palabra, como alguien que hab�a recibido de Cristo mismo una autoridad igual a la de los doce (ver 1 Co. 9: 1-5; 1 Corintios 15:9; 2 Corintios 11:5; 2Co 12:11, 2 Corintios 12:12; G�latas 1:1, etc.). De Jesucristo En los Evangelios, la palabra "Cristo" es casi invariablemente "el Cristo", es decir, el Ungido, el Mes�as. Es la designaci�n del oficio de Jes�s como el Libertador prometido. Trazamos en el Nuevo Testamento la transici�n gradual de la palabra de un t�tulo a un nombre propio. En los dos nombres juntos, nuestro Se�or est� representado como "el Salvador" y el Profeta, Sacerdote y Rey ungido, primero del pueblo elegido y luego de toda la humanidad. Por la voluntad de Dios. Este llamado especial al apostolado se expande enf�ticamente en G�latas 1:1. La reivindicaci�n del reclamo Divino e independiente fue esencial para la obra de San Pablo. No se debi� a ninguna consideraci�n personal, sino a la necesidad de demostrar que no se pod�a citar a ninguna autoridad humana para derrocar el evangelio que era peculiarmente "su evangelio" (ver G�latas 1:11; Efesios 3:8), de los cuales una caracter�stica principal era la libertad de los gentiles del yugo de la esclavitud judaica. Y Soathenes. La asociaci�n de uno o m�s hermanos consigo mismo en el saludo de sus cartas es peculiar de San Pablo. Silas y Timoteo est�n asociados con �l en 1 y 2 Tesalonicenses; y Timoteo, aunque mucho menor que �l, en 2 Corintios, Filipenses, Colosenses y Filem�n; indudablemente habr�a estado asociado con San Pablo en esta Ep�stola si no hubiera estado ausente ( 1 Corintios 4:17; 1 Corintios 16:10). La pr�ctica surgi� en parte de la exquisita cortes�a y consideraci�n de San Pablo hacia sus compa�eros, en parte por su disminuci�n de la mera prominencia personal. Se debe a las mismas razones por las que en las primeras Ep�stolas usa constantemente "nosotros" para "yo", y algunas veces cuando solo puede hablar de s� mismo ( 1 Tesalonicenses 2:18). Pero incluso en las Ep�stolas a los Tesalonicenses, a veces recae de "nosotros" a "yo" ( 2 Tesalonicenses 2:5). Nuestro hermano; literalmente, el hermano; es decir, uno de "los hermanos". De Sosthenes nada se sabe. Posiblemente sea el amanuense a quien San Pablo emple� para esta carta. La tradici�n posterior, que en tales asuntos no tiene ning�n valor, habl� de �l como "uno de los setenta disc�pulos y obispo de Colof�n" (Eusebio, 'Hist. Eccl.,' Eclesiast�s 1:12). Hay un Sosthenes jud�o, un gobernante de la sinagoga, en Hechos 18:17; pero es solo una vaga conjetura que puede haber sido convertido posteriormente y haberse unido a San Pablo en �feso. Es obvio que las personas nombradas en los saludos de las Ep�stolas no deb�an de ninguna manera ser responsables de su contenido, el lote San Pablo comienza con "I" en Hechos 18:4. Hermano. En este momento no hab�a un t�tulo reconocido para los cristianos. En los Hechos se les llama vagamente como "los de esta manera". Entre ellos eran conocidos como "los santos", "los fieles", "los elegidos". El nombre "cristianos" fue originalmente un apodo ideado por los antioquenos. En el Nuevo Testamento solo ocurre como una designaci�n utilizada por los enemigos ( Hechos 11:26; Hechos 26:28; 1 Pedro 4:16).

1 Corintios 1:2

A la iglesia. Esta forma de direcci�n se usa en 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Corintios y G�latas. En las �ltimas Ep�stolas de San Pablo, por alguna raz�n desconocida, prefiere la direcci�n "a los santos". Estas formas de direcci�n muestran la ausencia de un gobierno eclesi�stico fijo. En esta Ep�stola no se dirige a ning�n "obispo" o "presb�tero" a quien pueda considerar responsable de los des�rdenes crecientes que prevalecieron en Corinto, pero hace un llamamiento a toda la Iglesia. La palabra ecclesia, que significa aquellos que fueron "llamados del mundo", y que se aplicaron principalmente a "la congregaci�n de Israel", en �ltima instancia, significa "una congregaci�n". El �nico ap�stol que usa la palabra "sinagoga" del cristiano asambleas es St. James ( Santiago 2:2). De Dios. No la Iglesia de este o aquel l�der del partido. Algunos comentaristas dan a estas palabras un �nfasis e importancia que no parece pertenecerles. Que est� en Corinto. Entonces en 2 Corintios 1:2. En 1 y 2 Tesalonicenses prefiere la forma, "la Iglesia de los Tesalonicenses". "La Iglesia en Corinto" era una expresi�n que involucraba el m�s agudo de los contrastes. Puso en yuxtaposici�n el ideal m�s sagrado de la nueva fe y las degradaciones m�s viles del antiguo paganismo. Fue "una gran paradoja alegre" (Bengel). La condici�n de la sociedad en Corinto, a la vez depravada y sofisticada, arroja luz sobre muchas partes de la Ep�stola. Cicer�n describe la ciudad como "un ilustre aficionado a la desenfreno, la opulencia y el estudio de la filosof�a". Incluso a los que est�n santificados. Los ap�stoles solo pod�an escribir a las Iglesias como siendo realmente Iglesias, y a los cristianos como verdaderos cristianos. En todas las direcciones generales, solo pod�an suponer que lo real se parec�a al ideal. Nunca ocultan el inmenso abismo que separaba la condici�n real de muchos miembros de sus Iglesias de la vocaci�n que profesaban. Tambi�n sab�an que es (como dice Calvino) "una tentaci�n peligrosa de rechazar el nombre de la Iglesia a toda Iglesia en la que no haya una pureza perfecta". Idealmente, incluso los cristianos corintios fueron redimidos por la expiaci�n de Cristo, consagrados y santificados por la obra. del Esp�ritu Santo Solo pod�an abordarse de acuerdo con su posici�n aparente (ver Hooker, 'Eccl. Pol.,' Eclesiast�s 3:1; Ecc 5: 1-20: 68). Nuestro libro de oraci�n est� construido sobre el mismo principio. La cosecha sigue siendo una cosecha, aunque entre el ma�z puede haber muchas ciza�as. En Cristo Jes�s Las palabras "en Cristo" constituyen lo que felizmente se ha llamado "el monograma de San Pablo". La vida del verdadero cristiano ya no es la suya. El Cristo para �l se ha convertido en el Cristo en �l. Su vida natural se fusiona en una vida espiritual superior. Bautizado en Cristo, se ha convertido en uno con Cristo. Llamados a ser santos. (En este llamado cristiano, vea Efesios 4:1, Efesios 4:4; 2 Tesalonicenses 1:11; 2 Timoteo 1:9; Hebreos 3:1; 2 Pedro 1:10.) Est�n llamados a ser santos unidos, no partisanos cism�ticos o miembros de camarillas antag�nicas. La descripci�n de lo que eran idealmente es m�s enf�tica porque siente cu�nto se hab�an alejado. Con todo eso ... en cada lugar. Quiz�s esto puede significar lo mismo que 2 Corintios 1:1, "Con todos los santos que se encuentran en toda Acaya;" o las palabras pueden implicar que las exhortaciones de San Pablo son aplicables a todos los cristianos, dondequiera que se encuentren y (como se expresa en la siguiente cl�usula) cualesquiera que sean sus diferentes matices de opini�n individual. En cualquier caso, era bueno recordarles a los corintios que formaron una fracci�n de las comunidades cristianas. El catolicismo, no el provincialismo, hace la verdadera Iglesia de Dios. Invoca el nombre. El verbo griego est� aqu� en la voz media, no "a quienes se llama por el Nombre" (comp. Santiago 2:7; Am�s 9:12, LXX.). Significa, por lo tanto, todos los que reverencian el Nombre de Cristo, todos los que adoran a su �nico "Se�or" en la plenitud de su naturaleza (ver Joel 3:5; Hechos 2:21; Rom 10: 1-21: 24; 2 Timoteo 2:22, etc.); en otras palabras, "todos los que profesan y se llaman cristianos" (comp. Hechos 25:11 Hechos 25:11). Su Se�or y el nuestro. Conecto estas palabras, no con "lugar", como en la Vulgata, In omni loco ipsorum et nostro, que, aunque puede ser retorcido, no puede tener buen sentido, sino con "Jesucristo". "Ha sido en todas las edades una tentaci�n fatal de los cristianos del partido reclamar el monopolio de Cristo para ellos y sus propias sectas, como si solo ense�aran el evangelio, y fueran los �nicos cristianos o los �nicos" evang�licos ". "Pero Cristo no puede ser" dividido en fragmentos "(ver 2 Corintios 1:12, 2 Corintios 1:13), ni ninguna de las partes tiene derecho a jactarse exclusivamente," Yo soy de Cristo. "La adici�n", y la nuestra, "no podr�a considerarse s�per fluida al escribir a una Iglesia de la cual una secci�n quer�a hacer valer un derecho exclusivo en Cristo.

1 Corintios 1:3

Gracia para ti y paz. Este es el saludo de San Pablo en todas las Ep�stolas, excepto en las Ep�stolas pastorales, en las que agrega bellamente la palabra "misericordia". Es una mezcla notable de los saludos griegos y jud�os. Los griegos dec�an ???????, y para ellos la palabra "gracia" implicaba las nociones de alegr�a, brillo y prosperidad. El saludo m�s tranquilo y solemne de Oriente fue: "La paz sea contigo". La Iglesia une ambas formas de saludo: "gracia", el comienzo de cada bendici�n; "paz", el fin de todas las bendiciones; y en ambos infunde un significado m�s profundo, el de una "alegr�a" que desafi� todas las tribulaciones y una "paz que sobrepasa todo entendimiento". De Dios nuestro Padre y del Se�or Jesucristo. Dios es la fuente de "todo buen regalo y cada regalo perfecto". Dios es nuestro Padre como nuestro Creador, y como el Padre de nuestro Se�or Jesucristo, en quien nos convertimos, en un sentido superior, en sus hijos. Cristo, en su reino mediador, es especial e inmediatamente "nuestro Se�or", aunque esa frase, ahora tan universal, solo aparece (en su forma aislada) en Hebreos 7:14. Jesucristo. Una de las peculiaridades del estilo de San Pablo es la reiteraci�n constante de una palabra dominante. En los primeros nueve vers�culos de esta Ep�stola, el Nombre "Jesucristo" se repite no menos de nueve veces. "Observen", dice San Cris�stomo, "c�mo los clava al Nombre de Cristo, sin mencionar a ning�n hombre, ya sea ap�stol o maestro, sino continuamente mencionando a aquel por quien anhelan, como hombres que se preparan para despertar a aquellos que est�n somnolientos despu�s de un debate. Porque en ninguna otra Ep�stola se introduce continuamente el Nombre de Cristo. Por medio de �l, �l entrelaza casi todo su exordio ".

1 Corintios 1:4

La acci�n de gracias. La acci�n de gracias es una caracter�stica en casi todas las Ep�stolas de San Pablo, excepto la Ep�stola a los G�latas, en la que se sumerge inmediatamente en una severa reprobaci�n.

1 Corintios 1:4

Agradezco a mi dios. Es probable, a partir de rollos de papiro en el Museo Brit�nico, que la forma general y el esquema de las letras sea m�s o menos convencional. En San Pablo, sin embargo, esta acci�n de gracias es el desbordamiento natural de un coraz�n lleno. No era un mero cumplido o artificio ret�rico como el captatio benevolentiae, o tratar de ganar a los oyentes por adulaci�n, lo que encontramos en la mayor�a de los discursos antiguos. Dios m�o ( Romanos 1:8). Siempre; es decir, constantemente; en toda ocasi�n de oraci�n especial. Todav�a pod�a agradecer a Dios por ellos, aunque su carta fue escrita "con muchas l�grimas" ( 2 Corintios 2:4). Por la gracia de Dios. La gracia (?????) de la vida espiritual que se muestra en muchos dones espirituales especiales (?????????), como "el don de lenguas". Lo que te fue dado. Este es uno de los "aoristas bautismales" de San Pablo. Siempre considera y habla de la vida del alma como resumida potencialmente en un momento supremo y una crisis, a saber, el momento de conversi�n y bautismo. La gracia dada una vez fue dada para siempre, y fue manifestada continuamente. En Cristo Jes�s San Pablo consideraba la vida del cristiano como "escondida con Cristo en Dios", y de Cristo como la vida del cristiano (ver Rom. 6:23; 2 Corintios 4:10, 2 Corintios 4:11 ; Colosenses 3:3, Colosenses 3:4; 2 Timoteo 1:1; 1 Juan 5:11, etc.).

1 Corintios 1:5

En todo; es decir, por supuesto, cada regalo que pertenece especialmente a la vida cristiana. En todo enunciado; es decir, en toda "elocuencia" (????), o tal vez "en toda doctrina" (as� que Lutero, Calvino, Meyer, etc.). La palabra para "expresi�n" es rhema; loges significa "discurso" y "raz�n". De la palabra invitados se deriva el nombre Gn�stico, que se aplicaba a tantas formas de herej�a antigua. Hab�a un peligro para los cristianos corintios en la estimaci�n exagerada de lo que tomaban por gnosis, y muchos de ellos estaban tentados a enorgullecerse de s� mismos. logros puramente intelectuales, que no ten�an valor para la vida espiritual. San Clemente de Roma tambi�n, al escribirles ('Ep. ad Corintios 1.') habla de su "conocimiento maduro y establecido".

1 Corintios 1:6

Como llano; es decir "en la medida en que". El testimonio de Cristo. El testimonio dado a Cristo por el ap�stol. El genitivo es, por lo tanto, objetivo (sobre Cristo), no subjetivo ("el testimonio dado por Cristo"). En realidad, sin embargo, el significado 'ser�a el mismo en cualquier caso, ya que si los ap�stoles testificaron acerca de Cristo, tambi�n Cristo habl� en los ap�stoles. Fue confirmado en ti. Esto no significa simplemente "que la verdad del cristianismo se estableci� entre ellos", sino que eran confirmaciones vivas del testimonio apost�lico.

1 Corintios 1:7

Para que no te quedes atr�s en ning�n regalo. Los "dones" son aqu� los carismas, las gracias, como los poderes de curaci�n, etc., que fueron el resultado del derramamiento del Esp�ritu. La secuela muestra que eran m�s bien externos que internos; eran dones espl�ndidos en lugar de frutos espirituales. Sin embargo, incluso estos no eran totalmente deficientes, como vemos en 2 Corintios 8:7. El griego tambi�n puede significar "hacer que no seas consciente de la inferioridad". Esperando; esperando, sin temer, esta era la actitud constante de los primeros cristianos ( Romanos 8:19; Filipenses 3:20; Hebreos 9:20; 1 Tesalonicenses 1:10; Colosenses 3:4; Tito 2:13). El amor por la manifestaci�n de Cristo fue una caracter�stica cristiana ( 2 Timoteo 4:8). La revelaci�n. Se utilizan tres palabras para expresar el segundo advenimiento: apocalipsis (como aqu� y en 2 Tesalonicenses 1:7; 1 Pedro 1:7, 1 Pedro 1:13); parus�a (como en Mateo 24:3, Mateo 24:27, etc .; 1 Tesalonicenses 2:19; Santiago 5:7, Santiago 5:8, etc.); y epifania, en las ep�stolas pastorales (1 Ti 6:14; 2 Timoteo 1:10; 2 Timoteo 4:1; Tito 2:13). San Pablo, sin embargo, solo usa parousia seis veces en 1 y 2 Tesalonicenses, y una vez en 1 Corintios 15:23. Todos los cristianos por igual esperaban el regreso de Cristo muy pronto, y posiblemente en su propia vida ( 1 Tesalonicenses 1:9, 1 Tesalonicenses 1:10, etc .; 1 Corintios 15:51; Santiago 5:8, Jas 5: 9; 1 Pedro 4:7; 1 Juan 2:18; Apocalipsis 22:20, etc.). Su expectativa se bas� en el gran discurso escatol�gico de nuestro Se�or ( Mateo 24:29, Mateo 24:30, Mateo 24:34), y en su promesa expresa de que esa generaci�n deber�a No fallecer antes de que se cumplan sus predicciones. Se cumplieron en la ca�da de Jerusal�n y al final de la antigua dispensaci�n, aunque esperan un zanco de cumplimiento m�s universal.

1 Corintios 1:8

Quien; claramente Cristo, aunque su Nombre se repite nuevamente en la siguiente cl�usula. Tambi�n te confirmar�. Esta expresi�n natural de la anhelante esperanza del ap�stol por ellos no debe exagerarse en ninguna doctrina como "la indefectibilidad de la gracia". Todos los estudiantes honestos y sinceros deben resistir la tendencia a forzar el significado de los textos de las Escrituras en inferencias l�gicas interminables que nunca se pretendieron deducir de ellos. Hasta el final; es decir, hasta el final de "esta era" y hasta la venida de Cristo ( Mateo 28:20; Hebreos 3:6, Hebreos 3:13; Hebreos 6:11). Para que se�is irreprensibles; m�s bien, sin mancha (anenkletous), como en Colosenses 1:22; 1 Ti 3: 1-16: 18; Tito 1:6. No es la palabra traducida "sin culpa" (amemptos) en Philippianws Tito 2:15 o en 2 Pedro 3:14. Un cristiano solo puede ser "sin culpa", no como sin pecado, sino como siendo perdonado, renovado, santificado ( 1 Corintios 6:11; Romanos 8:30). En el d�a de nuestro Se�or Jesucristo. Esto es lo mismo que la apocalipsis o la parus�a. A veces se le llama simplemente "el d�a".

1 Corintios 1:9

Dios es fiel. No dejar� sus promesas incumplidas o su trabajo sin terminar ( 1 Corintios 10:13; 2 Tesalonicenses 3:3; Hebreos 10:23; Romanos 8:28). A trav�s de quien. Por quien, como la causa y el agente conmovedor en su salvaci�n. Ustedes fueron llamados. El llamado fue una promesa de la bendici�n final ( Romanos 8:30). En la comuni�n de su Hijo. La uni�n (koinonia, comuni�n) con Cristo es el �nico medio de la vida espiritual ( Juan 15:4; G�latas 2:20). A trav�s del Hijo tambi�n tenemos comuni�n con el Padre ( 1 Juan 1:3). La perfecta sinceridad del ap�stol es observable en esta acci�n de gracias. �l habla de la Iglesia en general en t�rminos de gratitud y esperanza, y se detiene en sus ricas dotaciones espirituales; pero no tiene una palabra de elogio por ning�n avance moral como el que tan amorosamente reconoci� en los tesalonicenses y filipenses.

1 Corintios 1:10

Esp�ritu de fiesta en Corinto. Este tema se persigue en varias formas para 1 Corintios 4:21.

1 Corintios 1:10

Ahora. La part�cula implica la transici�n de la acci�n de gracias a la reprensi�n. Hermanos de religion. Este mismo t�tulo implica un llamamiento a ellos para apuntar a la unidad entre ellos; y San Pablo, como Santiago (v. 10), lo usa para suavizar cualquier austeridad que parezca existir en su idioma ( 1 Corintios 7:29; 1Co 10: 1; 1 Corintios 14:20, etc.). A trav�s del Nombre de nuestro Se�or Jesucristo; es decir, seg�n toda la idea del ser y el cargo de Cristo, el v�nculo m�s fuerte de uni�n entre los verdaderos cristianos (ver el poderoso atractivo en Efesios 4:1). Que todos ustedes hablen lo mismo; es decir, "para que todos ustedes con una mente y una boca glorifiquen a Dios" ( Romanos 15:6). Hac�an todo lo contrario: cada uno se glorificaba a s� mismo y a su grupo (vers�culo 12). Divisiones (????????); "cismas" utilizados de cuerpos dentro de la Iglesia, no de separatistas de ella ( 1 Corintios 11:18). La palabra solo se usa en este sentido especial en esta Ep�stola. En Mateo 9:16 y Marco 2:21 schisma significa "una renta"; en John ( Juan 7:43; Juan 9:16; Juan 10:16), "una divisi�n de opini�n". Habr�a poco o ning�n da�o en los schismata en la medida en que afectaran puntos no esenciales, si no fuera su tendencia fatal a terminar en "contiendas" (erides) y "facciones" (haireseis, 1 Corintios 11:19) . Corinto era un lugar donde probablemente surgir�an tales divisiones, en parte por la disputa vivacidad y las ideas intelectuales de los habitantes, en parte por la multitud de extra�os que constantemente visitaban el puerto, en parte por las numerosas diversidades de entrenamiento previo a trav�s del cual los diversos secciones de conversos hab�an pasado. Perfeccionados juntos; literalmente, reparado, reunido. En la misma mente y en el mismo juicio; es decir, en lo que piensan y creen (????), y en lo que afirman y hacen (?????). La exhortaci�n, "s� de una sola mente", en todos los sentidos de la palabra, era tan necesaria en la Iglesia antigua como en la moderna ( Romanos 15:5; 2 Corintios 13:11; Filipenses 1:27; Filipenses 2:2; 1 Pedro 3:8).

1 Corintios 1:11

Se me ha significado. Hab�a escuchado estos rumores tristes hacia el final de su estancia en �feso. Por los que son de la casa de Chloe. El griego solo tiene "por ellos de Chloe. San Pablo menciona sabia y amablemente su autoridad para estos informes. No se sabe nada de Chloe o de su familia. Se ha conjeturado que Stephanas, Fortunatus y Achaicus, corintios que ahora estaban con St Pablo en �feso ( 1 Corintios 16:16), puede haber sido esclavos o libertos de Chloe. Contenciones. Estas son las obras de la carne ( 2 Corintios 12:20; G�latas 5:20 ; 1 Timoteo 6:4). La condici�n de la Iglesia era la misma cuando San Clemente de Roma les escribi�. Todav�a ten�a que quejarse de los "extra�os y extra�os y, para los elegidos de Dios, detestables y esp�ritu de facci�n imp�o que algunas personas imprudentes y obstinadas encendieron en tal tono de dementaci�n "('Ep. ad Corintios 1.').

1 Corintios 1:12

Ahora esto quiero decir; en otras palabras, "lo que quiero decir es esto". Sus "contiendas" se definen como equivalentes a "partidismos religiosos", adopci�n antag�nica de los nombres y puntos de vista de maestros especiales. Cada uno de ustedes dice. Ese esp�ritu de fiesta era tan alto que todos estaban listados en un lado u otro. Ninguno de ellos era lo suficientemente sabio y espiritual como para mantenerse alejado de las fiestas por completo. Se enorgullec�an de ser "intransigentes" y "fiesteros". Saith de manera autoafirmativa ( 1 Corintios 3:21). Yo soy de Paul �l muestra su indignaci�n por su partidismo reprendiendo primero a aquellos que hab�an usado su propio nombre como vigilante del partido. No le gustaba tanto el paulinismo como el petrinismo (Bengel). Todos los corintios probablemente habr�an sido en este sentido paulinistas si no hubieran sido visitados por maestros posteriores. En la actualidad, el grupo de Pablo estaba formado por aquellos que se adhirieron a sus puntos de vista sobre la libertad gentil y a quienes les gust� la simple espiritualidad de su ense�anza. San Pablo super� la tentaci�n de considerar que el esp�ritu de fiesta es excusable en nuestros propios partidarios. Reprueba la veracidad incluso en el partido de la libertad. Y yo de Apolos. Apolos personalmente fue absolutamente leal y honorable, pero su visita a Corinto hab�a hecho da�o. Su apasionada oratoria, sus refinamientos alejandrinos, su ex�gesis aleg�rica, la cultura y el esmalte de su estilo, hab�an encantado a los inconstantes corintios. Los apolonios eran la fiesta de la cultura. Ten�an, como vemos en partes posteriores de la Ep�stola, exageraron los puntos de vista de San Pablo, seg�n lo expuesto por Apolos, en extravagancia. Hinchados con la presunci�n de conocimiento, hab�an ca�do en una inconsistencia moral. El ego�smo de los rivales oratorios, el tono despectivo hacia los hermanos m�s d�biles, las condonas sofisticadas del vicio, probablemente se debieron a ellos. Apolos, como vemos por su noble rechazo a visitar Corinto en las circunstancias actuales ( 1 Corintios 16:12), estaba tan indignado como el mismo San Pablo ante la perversi�n de su nombre en un motor de guerra de partidos. (En Apolos, ver Hechos 18:24; 1 Timoteo 3:13 1 Timoteo 3:13.) No se sabe nada m�s respecto a �l, pero es el autor casi indudable de la Ep�stola a los hebreos, lo que demuestra que era de la escuela de San Pablo, mientras que al mismo tiempo mostr� una espl�ndida originalidad en su forma de llegar a la misma conclusi�n que su maestro. Yo de Cephas. El uso del nombre arameo (1 Cor 3:22; 1 Corintios 9:5; 1 Corintios 15:6; G�latas 2:9), tal vez, muestra que estos petrinistas eran judaizantes (aunque se debe agregar que San Pablo solo usa el nombre "Peter" en G�latas 2:7, G�latas 2:8). A ellos personalmente no les gustaba San Pablo, y cuestionaron su autoridad apost�lica. Quiz�s las extravagancias del "hablar en lenguas" surgieron en esta fiesta, que record� los efectos del derramamiento del Esp�ritu despu�s del gran serm�n de Pedro en el d�a de Pentecost�s. Y yo de Cristo. Trazamos el origen de esta fiesta a un hombre en particular ( 2 Corintios 2:7), quien era, o profesaba ser, un adherente de James, y por lo tanto uno de los judaizantes m�s r�gidos. �l pudo haber sido uno del c�rculo de los parientes terrenales de Cristo, uno de los Desposyni (ver 1 Corintios 9:5), y, como Santiago, pudo haber tenido puntos de vista similares a los de los esenios y ebionitas. Si es as�, probablemente fue el autor de las preguntas sobre celibato y matrimonio; y tal vez se enorgullec�a de haber visto a "Cristo en la carne". En cualquier caso, esta fiesta, como algunas sectas modernas, no se avergonz� de degradarse en una consigna del partido, incluso el nombre sagrado de Cristo, y reclamar para una camarilla miserable un inter�s exclusivo en el Se�or de toda la Iglesia. Es el privilegio de todo cristiano decir: "Christianus sum"; pero si lo dice con un esp�ritu altivo, sin amor y exclusivo, pierde su propio t�tulo. Esta fiesta exclusiva de Cristo es, quiz�s, especialmente aludida en 2 Corintios 10:7. El punto de vista de Cris�stomo, que toma estas palabras como el comentario de San Pablo: "Pero yo pertenezco a Cristo", es insostenible y ser�a culpable de la autoafirmaci�n que est� reprobando.

1 Corintios 1:13

�Est� dividido Cristo? �Se ha dividido a Cristo en fragmentos? "�Hay un Pauline, un Petrine, un Apollonian, un Cristo Cristiano?" Ya sea que se llamen a s� mismos liberales, intelectuales, cat�licos o cristianos b�blicos, su esp�ritu de fiesta es un pecado, y lo que es peor, porque se disfraza de puro celo religioso. Esto es m�s forzado que tomar la cl�usula afirmativamente: "Cristo ha sido dividido en fragmentos". En cualquier caso, vemos "el resultado tr�gico del esp�ritu de fiesta". �Fue Pablo crucificado por ti? Nuevamente reprende el partidismo que se adhiri� a su propio nombre. Esto mostr� un espl�ndido coraje y honestidad. La introducci�n de la pregunta por el negativo ?? expresa asombrada indignaci�n: "�Puedes hacer una consigna del nombre de un simple hombre, como si hubiera sido crucificado por ti?" Este estallido de sentimientos es muy importante, como prueba de la distancia inconmensurable que, en opini�n de Pablo, lo separ� de su Se�or. Tambi�n es instructivo ver c�mo San Pablo de inmediato denuncia el esp�ritu de partido sin dignarse a entrar en la pregunta de cu�l de estos "te�logos" discutidores ten�a m�s o menos raz�n. No eligi� complacer su esp�ritu sectario al decidir entre sus diversas formas de ortodoxia agresiva. En el nombre (comp. Mateo 28:19).

1 Corintios 1:14

Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de ustedes. San Pablo, en su forma caracter�stica, "se apaga con la palabra" bautizar. Agradeci� a Dios, no por menosprecio del bautismo, sino porque no hab�a dado excusas a la exaltaci�n indebida de su propio nombre. Compare la pr�ctica de nuestro propio Se�or, al dejar que sus disc�pulos bauticen ( Juan 4:2). Los ap�stoles no habr�an aprobado el sistema de bautismos al por mayor de los paganos que ha prevalecido en algunas misiones romanistas. Salva a Crispo. El gobernante de la sinagoga ( Hechos 18:8). Sin duda, hubo algunas razones especiales por las cuales, en estos casos, San Pablo se apart� de su regla general de no bautizar personalmente a sus conversos. Y Cayo. Cayo de Corinto ( Romanos 16:23). Fue uno de los nombres m�s comunes. Hab�a otro Cayo de Derbe ( Hechos 20:4), y otro conocido por San Juan ( 3 Juan 1:1).

1 Corintios 1:15

Me hab�a bautizado La mejor lectura, seguida de la versi�n revisada, es que fueron bautizados en mi nombre; ?, A, B, C.

1 Corintios 1:16

Y yo tambi�n bautic�. Esto lo recuerda por un ser de �ltimo momento, tal vez, recordado por el propio Stephanas. La casa de Stephanas. Stephanas y su casa fueron los primeros conversos en Acaya ( 1 Corintios 16:5). Cuando los conversos se hicieron m�s numerosos, San Pablo dej� de bautizarlos personalmente (comp. Hechos 10:48). Yo no s�. La inspiraci�n de los ap�stoles no implicaba nada de la infalibilidad mec�nica que les atribu�a el dogma popular. Olvid� si hab�a bautizado a alguien m�s o no, pero esto no hizo ninguna diferencia con respecto a su argumento principal.

1 Corintios 1:17

Me envi� no a bautizar, pero; es decir, seg�n el lenguaje sem�tico, "no tanto para bautizar como para" ( Mateo 28:19). La palabra "enviado" (apesteilen) implica el significado "me hizo ap�stol" (apostolos). La funci�n principal de los ap�stoles era "dar testimonio" (Marco 16:15; Hechos 1:8, etc.). Para predicar el evangelio. San Pablo nuevamente "se apaga" con esta palabra, y se detiene durante ocho vers�culos sobre el car�cter de su predicaci�n. No con sabidur�a de palabras; no, es decir, en un estilo filos�fico y oratorio. La simplicidad del estilo y la ense�anza de los ap�stoles despert� las burlas de fil�sofos como Celso y P�rfido. La cruz de cristo. La doctrina central del cristianismo, la predicaci�n de un Redentor crucificado. Debe quedar sin efecto. La representaci�n de la versi�n autorizada es demasiado fuerte; la cruz no puede "hacerse sin efecto". La palabra significa "debe vaciarse"; anulado su poder especial e independiente. Las palabras "la cruz de Cristo" forman el enf�tico final de la oraci�n en griego.

1 Corintios 1:18

La naturaleza de la verdadera predicaci�n cristiana.

1 Corintios 1:18

Por la predicaci�n de la cruz; m�s bien, la palabra de la cruz. A los que perecen; m�s bien, a los que perecen; a todos aquellos que ahora est�n caminando en los caminos que conducen a la destrucci�n ( 2 Corintios 2:15). Para ellos era una tonter�a, porque requiere discernimiento espiritual ( 1 Corintios 2:14); y, por otro lado, la sabidur�a humana es necedad con Dios ( 1 Corintios 3:19). Tonter�a. Muestra el car�cter heroico de la fe de San Pablo de que �l deliberadamente predic� la doctrina de la cruz porque sent�a que all� radicaba la conversi�n y la salvaci�n del mundo, aunque sab�a muy bien que al principio no pod�a predicar una verdad tan cierta al principio. para rebelar los corazones no regenerados de sus oyentes. Para los jud�os, "la cruz" era el �rbol de la verg�enza y el horror; y una persona crucificada fue "maldita de Dios" ( Deuteronomio 21:23; G�latas 3:13). Para los griegos, la cruz era el truco de la infamia de un esclavo y el castigo de un asesino. No hab�a una sola asociaci�n relacionada con ella, excepto las de verg�enza y agon�a. La idea de "un Mes�as crucificado" les parec�a a los jud�os una locura repugnante; la adoraci�n de un malhechor crucificado parec�a a los griegos "una superstici�n execrable" (T�cito, 'Ann.', 1 Corintios 15:44; Plinio, 'Epp.' 10:97); sin embargo, tan poco busc� San Pablo popularidad o �xito inmediato, que esta fue la doctrina que puso en primer plano, incluso en una ciudad tan refinada y tan voluptuosa como Corinto. Y el resultado demostr� su sabidur�a inspirada. Esa misma cruz se convirti� en la insignia reconocida del cristianismo, y cuando pasaron tres siglos, fue tejida en oro sobre las pancartas y puesta en joyas en las diademas del imperio romano. Porque no hab�a profetizado Cristo, y yo, si soy levantado, atraer� a todos los hombres hacia m� "? A nosotros que estamos siendo salvos; que est�n en camino de salvaci�n. El mismo participio presente se usa en Lucas 13:23; Hechos 2:47; 2 Corintios 2:15; Apocalipsis 21:24. Es el poder de Dios. Porque la cruz est� en el coraz�n de ese evangelio que es "el poder de Dios para salvaci�n a todo aquel que cree" ( Romanos 1:16; Romanos 8:3), aunque muchos se sintieron tentados a avergonzarse de ello. Nunca podr�a ser un arma carnal de guerra, y sin embargo fue poderoso para todos los prop�sitos ( 2 Corintios 10:4, 2 Corintios 10:5).

1 Corintios 1:19

Est� escrito. Esta f�rmula ( 1 Corintios 1:31; 1Co 2: 9; 1 Corintios 3:19; 1 Corintios 9:9; 1Co 10: 7; 1 Corintios 15:45; 2 Corintios 8:15) se usa principalmente en cartas a las iglesias en las que hab�a muchos jud�os. Esta es una cita gratis de la LXX. de Isa�as 29:14 (el mismo pensamiento se encuentra en Job 5:12, Job 5:13; ver tambi�n Mateo 11:25). El pasaje original se refiere a los juicios penales de los asirios, que pondr�an a prueba a los falsos profetas de Israel.

1 Corintios 1:20

�D�nde est� el sabio? etc. ( Isa�as 33:18); m�s bien, �d�nde est� un hombre sabio? es decir, un escriba, etc., que es a�n m�s incisivo. Estas preguntas son triunfantes, como "�D�nde est� el rey de Hamath y de Arpad?" La misma forma apasionada de discurso se repite en 1 Corintios 15:55 y en Romanos 3:27. Las preguntas llegar�an a los jud�os, que consideraban a sus rabinos y a los "alumnos de los sabios como seres exaltados que pod�an menospreciar a todas las personas ignorantes pobres (amharatsim o" gente de la tierra "), y a los griegos, que No consideraba a nadie m�s que a los fil�sofos como "sabios". El escriba. Con los jud�os de ese d�a "el escriba" era "el te�logo", el ideal del aprendizaje digno y la ortodoxia, aunque en su mayor parte confundi� la ignorancia elaborada con el conocimiento profundo. El disputador. La palabra se adaptar�a especialmente a los griegos en disputa, dial�cticos inteligentes. El verbo del que deriva esta palabra aparece en Marco 8:11, y el sustantivo abstracto ("una discusi�n entusiasta") en Hechos 28:29. Si San Pablo tiene Isa�as 33:18 en su mente, la palabra "disputador" corresponde a "el mostrador de las torres" (comp. Salmo 48:12). Incluso los rabinos dicen que cuando el Mes�as venga, la sabidur�a humana se volver� innecesaria. Del mundo; m�s bien, de esta �poca, o e�n. La antigua dispensaci�n, entonces r�pidamente g hasta su final, fue llamado "esta era" (olam hazzeh); la siguiente era mesi�nica se llamaba "la era venidera" (olam habba). La era mesi�nica hab�a amanecido en el nacimiento de Cristo, pero el antiguo pacto no fue finalmente anulado hasta su segunda venida en la ca�da de Jerusal�n. �Acaso Dios no hizo tonta la sabidur�a del mundo? m�s bien, �Dios (por la cruz) no aturdi� la sabidur�a, etc.? El ox�moron, o agudo contraste de t�rminos, una figura de la que San Pablo es aficionado (ver 1 Timoteo 5:6; Romanos 1:20, etc .; y mi 'Life of St. Paul, '1: 628) �aqu� est� claramente marcado en griego. El pensamiento era tan familiar para los antiguos profetas ( Isa�as 44:25) como para San Pablo ( Romanos 1:22); e incluso Horace vio que la filosof�a pagana a veces no era mejor que la insaniens sapientia (Horace, 'Od.,' 1.34, 2).

1 Corintios 1:21

En la sabidur�a de Dios; es decir, como parte de su econom�a divina. El mundo a trav�s de su sabidur�a no conoc�a a Dios. Estas palabras podr�an escribirse como un epitafio sobre la tumba de la filosof�a antigua y de la filosof�a y la ciencia modernas en la medida en que asuma una forma anticristiana ( Lucas 10:21). La sabidur�a humana, cuando se basa �nicamente en s� misma, puede "sentir despu�s de Dios", pero apenas encontrarlo ( Hechos 17:26, Hechos 17:27). A trav�s de la necedad de la predicaci�n. Esta es una mala traducci�n. Requerir�a keruxeos, no kerugmatos. Deber�a ser por la tonter�a (como los hombres lo estimaban) de la cosa predicada.

1 Corintios 1:22

Los jud�os piden se�ales; m�s bien, los jud�os exigen se�ales. Esta hab�a sido su demanda incesante durante el ministerio de nuestro Se�or; ni se contentar�an con ning�n signo que no sea un signo del cielo ( Mateo 12:38: Mateo 16:1; Juan 2:18; Juan 4:48 , etc.) Cristo les hab�a rechazado esto constantemente, y les deseaba m�s bien ver signos espirituales ( Lucas 17:20, Lucas 17:21). Los griegos buscan la sabidur�a. San Pablo en Atenas se hab�a encontrado rodeado de estoicos y epic�reos, y la misma cosa nueva que todos buscaban principalmente tom� la forma de novedades filos�ficas ( Hechos 17:21).

1 Corintios 1:23

Cristo crucificado quiz�s m�s bien, un Mes�as crucificado. Fue solo por grados lentos que el t�tulo "el Cristo", es decir, el Ungido, el Mes�as, pas� al nombre de Cristo. Un escollo. Durante siglos hab�an estado buscando un Mes�as regio y victorioso, que deber�a exaltar sus privilegios especiales. La noci�n de un Mes�as sufriente y humillado, que los redujo al nivel de todos los dem�s hijos de Dios, era para ellos "una piedra de tropiezo y una roca de ofensa" ( Romanos 9:33; comp. Isa�as 8:14). Estos dos vers�culos, traducidos al sir�aco, proporcionan un juego marcado de palabras (miscol, escollo; mashcal, locura; semilla, cruz); y algunos han visto en esto una se�al de que San Pablo pens� en sir�aco. A los griegos; m�s bien, a los gentiles; ?, A, B, C, I). A los jud�os ... a los griegos. Ambos por igual hab�an fallado. El jud�o no hab�a alcanzado la tranquilidad o la perfecci�n moral; el griego ten�a. no descifrado el secreto de la filosof�a; Sin embargo, ambos rechazaron por igual la paz y la iluminaci�n que hab�an profesado buscar. Tonter�a. El acento del profundo desprecio es perceptible en todas las alusiones tempranas de griegos y romanos al cristianismo. Los �nicos ep�tetos que pudieron encontrar para �l fueron "execrables", "mal�ficos", "depravados", "malditos" (T�cito, Suetonio, Plinio, etc.). El t�rmino m�s suave es "superstici�n excesiva". La heroica constancia de los m�rtires se le apareci� incluso al se�or Aurelio solo bajo el aspecto de una "obstinaci�n absoluta". La palabra usada para expresar el desprecio de los fil�sofos atenienses por la "extra�a doctrina" de San Pablo es uno de los m�s despreciativos (da???????), y lo llamaron "un picoteador de semillas" ( Hechos 17:18, Hechos 17:32), es decir, un simple recolector de "migajas de aprendizaje".

1 Corintios 1:24

A los que son llamados (ver Ram. 8:28); literalmente, a los llamados a s� mismos. Tanto jud�os como griegos. De ahora en adelante, la pared intermedia de partici�n entre ellos se derriba y no hay diferencia (Ram. 1 Corintios 9:24). Cristo, el poder de Dios, y la sabidur�a de Dios. Estas palabras son un resumen del evangelio. San Pablo es el mejor comentarista sobre s� mismo. �l habla en otra parte de "la grandeza suprema del poder de Dios hacia nosotros que creemos lo que hizo en Cristo" ( Efesios 1:17), y de "todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento" como "escondidos en Cristo" ( Colosenses 2:3). Y el mundo, una vez tan despreciativo, ha aprendido que Cristo es de hecho el Poder de Dios. Cuando Rudolph de Hapsburgh estaba siendo coronado, y con prisa no se pudo encontrar el cetro, agarr� un crucifijo y jur� que ese deber�a ser su �nico cetro. Cuando Santo Tom�s de Aquino le pregunt� a San Buenaventura cu�l era la fuente de su inmenso aprendizaje, se�al� en silencio su crucifijo.

1 Corintios 1:25

La necedad de Dios ... la debilidad de Dios; es decir, el m�todo por el cual Dios trabaja, y que los hombres consideran tonto y d�bil, porque con presunci�n arrogante se consideran a s� mismos como la medida de todas las cosas. Pero Dios logra los fines m�s poderosos por los medios m�s humildes, y el evangelio de Cristo se ali� desde el principio, no con la fuerza y ??el esplendor del mundo, sino con todo lo que el mundo despreciaba como malo y d�bil, con pescadores y recaudadores de impuestos, con esclavos. y mujeres y artesanos. La lecci�n fue especialmente necesaria para los corintios, a quienes Cicer�n describe ('De Leg. Age,' 2:32) como "famosos, no solo por su lujo, sino tambi�n por su riqueza y cultura filos�fica".

1 Corintios 1:26

El m�todo de Dios en la difusi�n del evangelio.

1 Corintios 1:26

Para la vista; o, considere (imperativo, como en 1 Corintios 10:15; Filipenses 3:2). Tu vocaci�n; la naturaleza y el m�todo de tu llamado celestial; el "principio que Dios ha seguido al llamarte" (Beza); ver Efesios 4:1; Hebreos 3:1. No muchos sabios seg�n la carne. Los que escuchan el llamado son solos los verdaderamente sabios; pero son netamente sabios con una sabidur�a carnal, no sabios como los hombres cuentan la sabidur�a; tienen muy poco de la sabidur�a de la serpiente y la sabidur�a de "esta era". El Sanedr�n menospreciaba a los ap�stoles como "hombres ignorantes e ignorantes" ( Hechos 4:13). "Dios", dice San Agust�n, "oradores capturados por pescadores, no pescadores por oradores". No muchos poderosos; es decir, no muchas personas de poder e influencia. Casi el primer cristiano gentil declarado del m�s alto rango fue el c�nsul Flavio Clemens, t�o del emperador Domiciano. Esto fue m�s marcado porque los jud�os ganaron muchos pros�litos ricos y nobles, como la Reina Helena y la familia real de Adiabene, Poppaea, la esposa de Ner�n, y otros. Los �nicos conversos ilustres mencionados en el Nuevo Testamento son Jos� de Arimatea, Nicodemo, Sergio Pablo y Dionisio el Are�pago. No muchos nobles. Todo esto era una burla frecuente contra los cristianos, pero lo hac�an alardear. El cristianismo vino para redimir y elevar, no a los pocos, sino a los muchos, y los muchos deben ser los d�biles y los humildes. Por lo tanto, Cristo llam� a los pescadores como sus ap�stoles, y fue conocido como "el amigo de publicanos y pecadores". Ninguno de los gobernantes cre�a en �l ( Juan 7:48). Sin embargo, debe tenerse en cuenta que estas palabras se aplican principalmente y principalmente a la primera edad del cristianismo. Era esencial que su victoria se debiera �nicamente a las armas divinas, y que sacudiera al mundo "por el poder irresistible de la debilidad". Despu�s de un tiempo, fueron llamados los m�s sabios, los m�s nobles y los m�s poderosos. Los reyes se convirtieron en los padres lactantes del evangelio y reinas en sus madres lactantes. Sin embargo, la verdad ideal permanece, y el poder humano muestra debilidad absoluta, y la sabidur�a humana es capaz de hundirse en las profundidades de la locura.

1 Corintios 1:27

Dios escogi�; no, ha elegido. Podemos se�alar, de una vez por todas, que no hab�a raz�n para que los traductores de 1611 hubieran convertido a los aoristas griegos del Nuevo Testamento en perfectos. En este y en muchos casos, el cambio de tiempo no es importante, pero a veces afecta de manera material y perjudicial el sentido. Las cosas tontas ... las cosas d�biles. As� tambi�n, el salmista, "De la boca de los beb�s y de los que maman, has ordenado la fuerza" (Salmo 8:2); y Santiago, "�No ha elegido Dios a los pobres de este mundo ricos en fe?" ( Santiago 2:5).

1 Corintios 1:28

Y las cosas b�sicas; literalmente, nacido bajo, no nacido; "los que nacieron sin nadie en particular" �nullo patre, nullis majoribus. Nada podr�a ser m�s ignorable a los ojos del mundo que una cruz de madera sostenida por manos d�biles, y sin embargo antes de que "los reyes y sus ej�rcitos huyeron y se sintieron desconcertados, y ellos de la casa dividieron el bot�n". Y las cosas que no son. El no es el griego subjetivo negativo (??); cosas que los hombres concibieron como no existentes: "nada". Es como la expresi�n de Clemente de Roma, "Las cosas contaban como nada". El cristianismo era "la peque�a piedra, cortada sin manos", que Dios llam� a la existencia. Encontramos el mismo pensamiento en el serm�n de San Juan Bautista ( Mateo 3:9).

1 Corintios 1:29

Que ninguna carne se glor�e. Los instrumentos d�biles de los triunfos de Dios son tan d�biles que les era imposible atribuirse ning�n poder o m�rito. Al contemplar la victoria de la cruz, el mundo solo pod�a exclamar: "Esto ha forjado Dios". "Es obra del Se�or, y es maravilloso a nuestros ojos".

1 Corintios 1:30

Pero de �l sois vosotros en Cristo Jes�s. No perteneces a los sabios y nobles. Tu fuerza consistir� en una debilidad reconocida; porque se deriva �nicamente de su comuni�n con Dios por su unidad con Cristo. Qui�n fue hecho para nosotros, etc. Estas palabras m�s bien significan: "Qui�n nos fue hecho sabidur�a de Dios, tanto justicia como santificaci�n y redenci�n". El texto es una declaraci�n singularmente completa del resultado total de la obra de Cristo. la fuente de "todas las bendiciones espirituales en las cosas celestiales" ( Efesios 1:3), en quienes estamos completos ( Colosenses 2:10). Justicia (ver 2 Corintios 5:21) . "Jehov�-tsidkenu: el Se�or nuestra justicia" (Jeremias 23:1. Jeremias 23:5). Este es el tema de Romanos 3:7. Santificaci�n (ver especialmente 1 Corintios 6:11 y Efesios 5:25, Efesios 5:26). Redenci�n. Una de las cuatro met�foras principales por las cuales se describe la expiaci�n es esta de rescate (?????? ???????????). El significado y la naturaleza del acto, en lo que respecta a Dios, se encuentran en regiones por encima de nuestra comprensi�n; por lo que todas las especulaciones sobre la persona a quien se le pag� el rescate, y la raz�n por la cual era indispensable, solo han llevado a siglos de teolog�a equivocada. Pero el significado y su naturaleza, en lo que respecta al hombre, es nuestra liberaci�n de la esclavitud y el pago de la deuda en la que hab�amos incurrido ( Tito 2:14; 1 Pedro 1:18; Mateo 20:28; Romanos 8:21). En todos estos casos, como bien observa Stanley, las palabras tienen un doble significado: tanto de un acto interno como de un resultado externo.

1 Corintios 1:31

Como est� escrito Una cita comprimida de la versi�n Septuaginta de Jeremias 9:23, Jer 9:24; 1 Samuel 2:10. Que se glor�e en el Se�or. La palabra traducida "gloria" es m�s literalmente, alardear. La referencia es a Jeremias 9:23, Jer 9:24; 1 Samuel 2:10 (LXX.). La prevalencia de "jactancia" entre los corintios y sus maestros llev� a san Pablo a detenerse mucho en esta palabra, de la cual se encoge tanto, en 2 Corintios 10:12. (donde la palabra aparece veinte veces) e insistir en que el �nico objeto verdadero en el que un cristiano puede gloriarse es la cruz ( G�latas 6:14), no en s� mismo, ni en el mundo ni en los hombres.

HOMIL�TICA

1 Corintios 1:1

Sentir, ser y desear.

"Pablo, llamado a ser ap�stol", etc. Este saludo de Pablo sugiere

(1) lo que deben sentir todos los ministros;

(2) lo que todos los cristianos deber�an ser; y

(3) lo que todos los hombres deber�an desear.

I. LO QUE TODOS LOS MINISTROS DEBEN SENTIR. Deber�an sentir:

1. Que tienen un llamado a su misi�n. Paul lo hizo as�. "Llamado a ser ap�stol de Jesucristo a trav�s de la voluntad de Dios". Ning�n hombre har� su trabajo de manera efectiva en ninguna esfera a menos que est� seguro en su propia mente de que est� llamado a ello. La evidencia interna de esta llamada es la simpat�a con el trabajo y la aptitud para ello.

2. Que su llamado es Divino. Pablo se sinti� llamado "por la voluntad de Dios". Una cosa es sentir que tienes un llamado a una misi�n, y otra cosa es sentir que ese llamado es Divino. El predominio de la simpat�a y la preeminencia de la aptitud dar�n esta garant�a. Ning�n hombre tiene �xito en ninguna misi�n a menos que se sienta llamado a ella.

II LO QUE TODOS LOS HOMBRES DEBEN SER. La descripci�n dada de las personas abordadas sugiere lo que todos los hombres deber�an ser. �Qu�?

1. Religiosamente social. Deben identificarse con una comunidad religiosa. "La Iglesia de Dios que est� en Corinto". Todos los hombres deben estar en comuni�n con los buenos, no aislados.

2. Consagrado a Cristo. "Santificado en Cristo Jes�s". Apartado para �l, dedicado a �l, y por lo tanto "llamado a ser santos". Llamado a vivir vidas santas. "En todo lugar invoquen el Nombre de Jesucristo nuestro Se�or". Una dependencia reverente y consciente de �l en todas partes.

3. Una participaci�n cat�lica en Cristo. "Tanto las suyas como las nuestras". Hay quienes sienten que Cristo es su propiedad especial, lo monopolizar�an. Un sentimiento no cristiano de esto. El sentimiento debe ser nuestro Cristo. "Padre nuestro que est�s en los cielos". No hay cristianismo personal que no sea cat�lico en esp�ritu.

III. LO QUE TODOS LOS HOMBRES DEBER�AN DESEAR. "Gracia a vosotros, y paz, de Dios nuestro Padre, y del Se�or Jesucristo". En esto tenemos la mayor filantrop�a, una filantrop�a que desea para el hombre:

1. El bien m�s alto. "Paz y gracia." Si los hombres tienen esto, lo tienen todo.

2. El bien m�s alto de la Fuente m�s alta. "Dios el padre." Los hombres necesitan este bien; El cielo solo puede otorgarlo.

1 Corintios 1:4

Agradecimiento ejemplar y confianza preciosa.

"Doy gracias a Dios siempre en tu nombre", etc. Aqu� tenemos dos benditos estados de �nimo:

(1) gratitud ejemplar, y

(2) preciosa confianza.

I. GRATITUD EJEMPLAR. "Doy gracias a Dios siempre en tu nombre". La gratitud aqu� fue:

1. Desinteresado. "En su nombre." Es correcto y bueno alabar a Dios por lo que ha hecho por nosotros, pero es algo m�s elevado y noble alabarlo por lo que ha hecho por los dem�s. Ning�n hombre aprecia correctamente una bendici�n que no desea que otros participen en ella. La sublimidad de un paisaje se disfruta m�s que doblemente cuando uno o m�s est�n a tu lado para compartir tu admiraci�n.

2. Por el bien espiritual. "Por la gracia de Dios".

(1) Esa gracia que "enriqueci� en todo enunciado y en todo conocimiento". Dos regalos espl�ndidos, donde est�n inspirados por la "gracia de Dios", y debidamente relacionados. "Expresi�n", aparte del "conocimiento", no tiene valor y es pernicioso. Las volubilidades y la ternura son males sociales. El "conocimiento" no tiene valor para los dem�s, a menos que tenga una "expresi�n" efectiva. El conocimiento, con una poderosa oratoria natural, mover� el mundo; ha estremecido dinast�as, convertido millones y creado iglesias.

(2) Esa gracia que confirm� en su experiencia el testimonio de Cristo. Su experiencia espiritual confirm� el testimonio. �Qu� don m�s elevado que este, una realizaci�n personal del cristianismo?

(3) Esa gracia que los inspir� con una esperanza pr�ctica de la aparici�n de Cristo. "Esperando la venida de nuestro Se�or".

3. Un estado mental habitual. "Doy gracias a Dios siempre". No era un sentimiento ocasional; fue una actitud establecida de coraz�n.

II PRECIOSA CONFIANZA. El ap�stol parece haber tenido confianza en tres cosas en relaci�n con Cristo.

1. En su car�cter perfeccionador. "�Qui�n tambi�n te confirmar� hasta el fin?" Perfeccion�ndolo de tal manera que sea "irreprensible". Todas las imperfecciones morales eliminadas.

2. En su aparici�n de nuevo. "En el d�a de nuestro Se�or Jesucristo". El d�a, cuando �l aparecer�. Este d�a es el d�a de los d�as para la humanidad.

3. En su concesi�n de compa��a. "A la comuni�n de su Hijo Jesucristo, nuestro Se�or". "Donde yo est� all� ustedes tambi�n estar�n". Confianza inquebrantable en estas cosas, �qu� preciosa!

1 Corintios 1:10

La importancia de la unidad espiritual.

"Ahora les suplico, hermanos, por el Nombre de nuestro Se�or", etc. Aqu� el ap�stol llega al gran objetivo de escribir esta carta: era poner fin al esp�ritu de partido que hab�a dividido a la Iglesia en Corinto en conflicto. divisiones Sus comentarios sobre este tema contin�an hasta 1 Corintios 4:20. Aqu� hay dos cosas que muestran la importancia trascendente que �l atribuy� a la unidad espiritual:

(1) su solemne exhortaci�n, y

(2) su sincera exposici�n.

I. SU EXHORTACI�N SOLEMNA. "Ahora les ruego, hermanos, por el Nombre de nuestro Se�or Jesucristo, que todos hablen lo mismo", etc. �Qu� uni�n busca? No uni�n eclesi�stica, conformidad con el mismo sistema de culto. No uni�n teol�gica, conformidad con el mismo esquema de doctrina. Tales uniones no pueden tocar corazones, no pueden soldar almas. Son la uni�n de las diversas partes de la m�quina, no la uni�n de las ramas de un �rbol.

1. La unidad que busca es la de la expresi�n espiritual. "Que todos ustedes hablen lo mismo". No es lo mismo en la carta, sino en la vida. Deje que los enunciados sean tan variados como todas las notas en la gama, pero deje que el amor, como la nota clave, los sintonice con la m�sica.

2. La unidad que busca es la de la unidad del alma. "Que est�n perfectamente unidos en la misma mente y en el mismo juicio". Estos incluyen la unidad de la suprema simpat�a y el objetivo. De tal unidad, solo Cristo es el Centro. Los credos se dividen; Cristo une. De acuerdo con las leyes de la mente, todos los que aman a Cristo supremamente, aunque separados en persona por distancias inconmensurables, son uno en el coraz�n, uno como los planetas son uno, girando alrededor del mismo centro. Esta es la uni�n que buscaba Pablo; Este es el socialismo divino. No es de extra�ar que fuera solemne en sus s�plicas. "En el nombre de nuestro Se�or Jesucristo", lo pregunta.

II SU EXPOSTULACI�N M�S ANTIGUA. Las divisiones o cismas eran abundantes y desenfrenados en la Iglesia en Corinto en este momento. Alguna persona con el nombre de Chloe, desconocida para nosotros, pero evidentemente conocida por Paul y sus contempor�neos de la Iglesia de Corinto, trajo estas divisiones bajo el aviso de Paul, le cont� las disputas. Supongo que debemos suponer que esta Chloe era un buen personaje, aunque, por regla general, las personas m�s inamovibles son las m�s dispuestas a mostrar las imperfecciones de los dem�s. Ahora, �cu�les fueron las divisiones contra las cuales protesta? "Ahora esto digo, que cada uno de ustedes dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo", etc. Sus divisiones consist�an en preferencias rabiosas para ciertos ministros. Una de las partes estableci� a Paul como preeminente; otra parte estableci� a Apolos como poco abordado en excelencia; otros Cephas o Peter; y otros le dieron a Cristo la preeminencia, y ten�an raz�n. Ahora, para sofocar estas divisiones, estos cismas, Pablo expone con gran vehemencia. "�Est� dividido Cristo? �Fue crucificado Pablo por ti? �O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?" El esp�ritu de fiesta ha sido la mayor maldici�n para el cristianismo; ha llenado la cristiandad con sectas en conflicto. �Pobre de m�! que cualquier ministro profeso del evangelio defienda la existencia de sectas e iglesias separadas. �Con qu� frecuencia escuch� a los predicadores en plataformas comparar las diferentes denominaciones con los regimientos del mismo ej�rcito! �Los regimientos en un ej�rcito luchan entre s� y malinterpretan el gran prop�sito de la campa�a? Sin embargo, mientras los hombres tengan intereses creados en las sectas y vivan seg�n las denominaciones, no temo que nada m�s que la ca�da de la fatalidad destruir� el sectarismo.

1 Corintios 1:17

La mayor bendici�n del mundo y su mayor maldad.

"Para que la cruz de Cristo no tenga efecto". Aqu� tenemos -

I. La mayor BENDICI�N del mundo. "La cruz de Cristo". Por "la cruz de Cristo", el ap�stol no quiso decir, por supuesto, la madera sobre la cual Cristo fue crucificado, ni ninguna imitaci�n de eso en madera, lat�n, m�rmol, oro, plata o pintura. �l usa la palabra como s�mbolo, como nosotros usamos las palabras "corona", "corte", "banco", etc. Se refer�a a los principios eternos de los cuales la cruz de Cristo fue a la vez el efecto, la evidencia y la expresi�n: �l significaba, en una palabra, todo lo que queremos decir con el evangelio. Y esto, decimos, es la mayor bendici�n en el mundo de hoy. El mundo humano vive bajo un sistema de misericordia, y la misericordia derrama en �l innumerables bendiciones cada hora. Pero ninguna bendici�n ha llegado a ella, nunca se ha encontrado en ella, o nunca llegar� a ella, igual a la cruz o al evangelio. M�ralo, por ejemplo, en solo tres de sus muchos aspectos, y te impresionar� su valor incomparable.

1. Como un revelador. El principal valor del universo material es que revela lo espiritual y lo eterno; pero el evangelio revela todo lo que el material hace de Dios y del universo con mucha mayor plenitud y efecto. Presenta la "imagen del Dios invisible". Toda verdadera doctrina teol�gica y ciencia �tica nos llega a trav�s de la cruz. Es la luz moral del mundo.

2. Como educador. Que en la vida humana, que es el m�s exitoso en acelerar, evolucionar y fortalecer todos los poderes de la mente humana es su principal bendici�n. La "cruz de Cristo" ha hecho esto mil veces m�s efectivamente que cualquier otra agencia. El arte, el gobierno, la ciencia, la poes�a, la filosof�a, le deben infinitamente m�s que a cualquier otro agente en el mundo. La cruz es para el alma humana lo que el rayo de sol vernal es para la semilla; penetra, calienta, acelera y lleva a la perfecci�n todos sus poderes latentes.

3. Como un libertador. La cruz es m�s que un revelador o un educador; Es un libertador. El alma humana est� condenada, enferma, cautivada; en todas partes gime bajo la sentencia de su propia conciencia. Languidece bajo una enfermedad moral; est� encadenado por lujurias, prejuicios, malos h�bitos e influencias sociales; su grito m�s profundo es: "Oh, hombre miserable que soy, �qui�n me librar�?" La cruz lleva un bol�grafo para cancelar la oraci�n, un b�lsamo para curar la herida, un arma para romper la cadena de grilletes. Tal, e infinitamente m�s, es la cruz. �Qu� ser�a de la vida humana sin ella? Un viaje sin br�jula, carta o estrella.

II El MAL m�s grande del mundo. �Qu� es el mal? Haciendo esta cruz de "ninguno efecto". Eso es "ning�n efecto" en lo que respecta a su gran misi�n. Alg�n efecto debe tener; profundizar� la condenaci�n donde no se guarda. "Somos para Dios un dulce sabor", etc. Ofrecemos tres comentarios acerca de este tremendo mal.

1. Se manifiesta dolorosamente. El hecho es patente para todos, que la cruz no ha producido en gran medida en la cristiandad su verdadero efecto. Aunque ha estado en el mundo durante m�s de mil ochocientos a�os, ni una d�cima parte de la poblaci�n humana sabe nada al respecto, y ni una cent�sima parte de aquellos que saben algo de �l, experimentan su verdadero efecto. Intelectualmente, socialmente, pol�ticamente, ha hecho maravillas confesivamente para la humanidad; pero moralmente, �qu� poco! �Cu�n poca santidad genuina, filantrop�a desinteresada, devoci�n sacrificada a la verdad y a Dios! �Qu� poca cristiandad de la vida! En todos los aspectos morales, Inglaterra es casi tan horrible como el paganismo.

2. Se explica f�cilmente. Como se hace El ap�stol en este vers�culo indica una forma en que podr�a hacerse, es decir, por "sabidur�a de las palabras", por lo que entendemos que significa una ret�rica magn�fica. Lo que se llama la Iglesia lo ha hecho; es decir, la asamblea de hombres que profesan ser sus disc�pulos, representantes, ministros y promotores. La Iglesia lo ha hecho:

(1) Por sus teolog�as. En su nombre, ha propuesto dogmas que han chocado con la raz�n y la conciencia indignada.

(2) Por su sistema de gobierno. Ha sancionado guerras, promovido el sacerdocio, establecido jerarqu�as, que han engordado en la ignorancia y la pobreza de la gente.

(3) Por su esp�ritu. El esp�ritu de la Iglesia, como regla, est� en antagonismo directo con el esp�ritu de la cruz. El esp�ritu de la cruz es el amor abnegado; El esp�ritu de la Iglesia convencional ha sido en gran medida el del ego�smo, la codicia, la ambici�n y la opresi�n. La mala representaci�n de Cristo por parte de la Iglesia es el instrumento que ha hecho la cruz de "ning�n efecto".

3. Es terriblemente criminal. Es maravilloso que el hombre tenga el poder para pervertir las instituciones divinas y las bendiciones; pero tiene ese poder pervertido, y lo usa todos los d�as incluso en cosas naturales. Forja metales en armas para el asesinato, convierte el pan de ma�z en l�quidos para arruinar la raz�n y condenar las almas de los hombres. Maravilloso poder esto! y terrible es el crimen de emplearlo para pervertir la cruz de Cristo. Un crimen mayor que este no puedes concebir. Si convirtieras todo el pan en veneno, hicieras que los r�os que fluyen sean pest�feros, apaguen la luz del sol, cubran las estrellas con tela de saco, no cometer�as un crimen tan enorme como el de hacer que la cruz de Cristo no tenga ning�n efecto. "

CONCLUSI�N. Dos preguntas.

1. �Cu�l es la influencia espiritual de la cruz en nosotros? �Nos ha crucificado el mundo? �Destruy� en nosotros el esp�ritu mundano, el esp�ritu del ate�smo pr�ctico, el materialismo y el ego�smo?

2. �Qu� estamos haciendo con la cruz? �Lo estamos abusando o lo estamos empleando correctamente?

1 Corintios 1:18, 1 Corintios 1:19

Dos clases de oyentes del evangelio.

"Porque la predicaci�n de la cruz es para los que perecen locura; pero para nosotros, los que somos salvos, es el poder de Dios. Porque est� escrito: destruir� la sabidur�a de los sabios y no traer� a nada el entendimiento de los prudente." En lugar de la "predicaci�n de la cruz", se lee en la Nueva Versi�n, la "palabra de la cruz", y la palabra de la cruz contrasta con la palabra de sabidur�a mundana. �Qu� grande es el contraste! Tenemos aqu� dos clases de portadores del evangelio.

I. El uno perece gradualmente, el otro se SALVA gradualmente. El perecer y el ahorro son graduales.

1. Hay una clase en cada congregaci�n, quiz�s, que perece gradualmente. Gradualmente est�n perdiendo sensibilidad moral, contrayendo nuevas culpas, etc. No se condenan de inmediato.

2. Hay una clase en cada congregaci�n, tal vez, que se salva gradualmente. La salvaci�n no es una cosa instant�nea, como algunos suponen.

II Para una clase, el evangelio es insensatez, para otra, el PODER DE DIOS.

1. Es "locura" para ellos lo que perece, porque no tiene sentido, no es realidad.

2. Es un "poder" Divino para ellos lo que se est� salvando. Iluminante, renovador, purificador, ennoblecedor. El poder de Dios contrasta con la mera filosof�a y elocuencia.

1 Corintios 1:20, 1 Corintios 1:21

La filosof�a y el evangelio.

"�D�nde est� el sabio?" etc. El "sabio" (?????) aqu� se refiere especialmente a los sabios de Grecia. Al principio fueron llamados "hombres sabios", y luego asumieron un t�tulo m�s modesto, "amantes de la sabidur�a", fil�sofos. El "escriba" se refiere a los eruditos entre los jud�os. El atractivo del texto, por lo tanto, es para la sabidur�a o la filosof�a del mundo, incluida la del griego o el jud�o. Aqu� tenemos-

I. Filosof�a DESAFIADA por el evangelio. El ap�stol aqu� desaf�a a los sabios del mundo a lograr el fin que el evangelio ten�a en mente. Ese fin fue la impartici�n a los hombres del conocimiento salvador de Dios. �D�nde, sin ayuda, hab�a tenido �xito alguna vez en lograr esto? �Qui�n de los sabios se presentar� para dar una sola instancia?

II Filosof�a confundida por el evangelio. "�Acaso Dios no hizo tonta la sabidur�a de este mundo?"

1. Al hacer lo que la filosof�a no pod�a hacer. "El mundo por sabidur�a no conoc�a a Dios". Aunque las p�ginas de la naturaleza estaban abiertas a la vista, con la firma de Dios en general, el hombre no pudo descubrirlo.

2. Al hacer por el instrumento m�s simple lo que la filosof�a no pod�a hacer. La proclamaci�n de la historia de Jes�s de Nazaret, y que por unos pocos hombres simples considerados como el desv�o de todas las cosas, hicieron el trabajo. �Acaso Dios de esta manera no hizo "necia la sabidur�a del mundo"?

III. Filosof�a SUPERSEDED por el evangelio. "Le agrad� a Dios por la necedad de la predicaci�n salvar a los que creen". La predicaci�n no es tonta en s� misma, solo en la estimaci�n de los que ser�an sabios. La gran necesidad de los hombres es la salvaci�n: la restauraci�n del alma al conocimiento, la semejanza, la comuni�n de Dios. Esta filosof�a de deseo no puede suministrar; pero el evangelio lo hace. Lo ha hecho, lo est� haciendo y continuar� haci�ndolo.

1 Corintios 1:22

El cristianismo visto en tres aspectos.

"Porque los jud�os requieren una se�al", etc. Nuestro tema es el cristianismo; y aqu� lo vemos en tres aspectos.

I. Como asociado con un GRAN HECHO. "Cristo crucificado". Este hecho puede ser considerado:

1. Hist�ricamente Como hecho hist�rico, es el m�s famoso, influyente y mejor autenticado en los anales de los tiempos.

2. Teol�gicamente. Despliega lo Divino, desgarra el velo en el gran templo de la verdad teol�gica, y expone el santuario m�s �ntimo y sagrado; Es una expresi�n poderosa de la idea, el gobierno y el coraz�n de Dios.

3. Moralmente. Est� lleno de las sugerencias m�s r�pidas, elevadoras y santificantes.

II Seg�n lo asociado con la OPINI�N POPULAR. Fue un "obst�culo" para el jud�o; fue "locura" para el griego. No ten�a suficiente del hermoso ritualismo filos�fico para el griego especulativo y pedante, ni suficiente del hermoso ritualismo religioso para el jud�o sensual e intolerante. �Qu� hay en el sentimiento popular ahora? Para los millones no es nada. No se han hecho idea de ello; ellos no piensan en eso. Para el esc�ptico es una f�bula; para el formalista es un credo que debe repetirse y una ceremonia a la que asistir en ciertas ocasiones, y nada m�s.

III. Como asociado con la CONCIENCIA CRISTIANA. "Pero para los llamados, tanto jud�os como griegos, Cristo, el poder de Dios y la sabidur�a de Dios". El cristiano ve la sabidur�a m�s elevada en un sistema que, al salvar al pecador, hace cuatro cosas.

1. Manifiesta la justicia del Soberano insultado.

2. Aumenta la influencia del gobierno moral.

3. Mantiene intactos todos los principios de la libertad moral.

4. Desarrolla, fortalece y perfecciona todos los poderes originales del alma individual.

Tambi�n ve el poder m�s elevado en las dificultades que supera, las revoluciones que produce, los actos a los que estimula, las esperanzas que inspira y las fuentes profundas de placer que abre. �l siente que es sabio y poderoso. �Qu� es el cristianismo para nosotros? De hecho, all� est� en los archivos de la humanidad, para siempre independientes de nosotros; nada lo borrar� de la p�gina de la historia. De hecho, aunque tiene siglos de antig�edad, es m�s influyente que nunca. Ser� un hecho eternamente. �Qu� es para nosotros? �Es necedad y debilidad? o es sabidur�a y poder? Esta es la pregunta.

1 Corintios 1:26

Dios destruyendo lo convencionalmente grande por lo convencionalmente despreciable.

"Porque ustedes ven su llamado, hermanos", etc. Estos vers�culos nos recuerdan dos hechos.

I. EL MAL EXISTE AQU� BAJO FORMAS CONVENCIONALMENTE RESPONSABLES, en estos vers�culos se habla del mal como el "sabio" y el "poderoso". En Corinto, los errores peligrosos llevaban el traje de la sabidur�a. El poder tambi�n estaba de su lado. Sabios, poetas, artistas, estadistas, riqueza e influencia los apoyaron, y parec�an "poderosos". Los hombres en Inglaterra, como en Corinto, han vestido maldades con trajes atractivos y los han etiquetado con nombres brillantes. A menudo, de hecho, la religi�n misma se ha utilizado como un medio para cubrir los vicios y elevar las pasiones m�s viles del coraz�n humano a las esferas de la adoraci�n. En todas partes el mal asume un atuendo respetable.

1. Infidelidad. Este gran mal escribe y habla en los majestuosos formularios de filosof�a y ciencia; toma prestada sus sanciones de astronom�a, cronolog�a, cr�tica y metaf�sica. Es una cosa "sabia" del mundo.

2. Licenciatura. Este mal, que implica el descuido total de todas las obligaciones sociales, y el desarrollo desenfrenado de la base y las lujurias viciosas del alma, pasa bajo el gran nombre de libertad. La alardeada libertad religiosa de la poblaci�n de Inglaterra significa a menudo solo poder para descuidar las ordenanzas sagradas, profanar el santo s�bado, etc.

3. La injusticia social. Este es un demonio que trabaja en todas las esferas de la vida, llevando a los astutos a aprovecharse de los ignorantes, los fuertes de los d�biles, los ricos de los pobres; y esto hace la mayor parte de su trabajo diab�lico en nombre de la ley.

4. El ego�smo. Esto se conoce con el nombre de prudencia. El hombre cuyo coraz�n no conoce el latido de la simpat�a por otro pasa por la vida con la reputaci�n de ser un hombre prudente.

5. La intolerancia. Esto, que lleva a los hombres a marcar a todos los que se diferencian de ellos como herejes y los condena a la perdici�n, lleva el nombre sagrado de la religi�n.

6. Guerra. Esto, que por consenso com�n de todos los fil�sofos cristianos es el pandemonio donde todas las pasiones malignas del coraz�n humano se amotinan en sus formas m�s diab�licas, se llama gloria. As�, aqu� y ahora, como en todas partes y siempre, el mal aparece como el "sabio" y el "poderoso". Que los errores y los males deben aparecer en formas respetables es uno de los s�ntomas m�s desfavorables en toda la historia del hombre. Si pudi�ramos quitar del pecado el manto de respetabilidad que la sociedad ha arrojado sobre �l, deber�amos hacer mucho para su aniquilaci�n.

II DIOS EST� DETERMINADO A RETIRAR EL MAL POR MEDIOS CONVENCIONALMENTE CONTEMPTIBLES. "Dios ha elegido las cosas necias del mundo para confundir a los sabios", etc. Los "sabios" y los "poderosos" no pueden proteger el mal. La agencia para barrer el mal se representa aqu� como "tonto", "d�bil", "base", "despreciado" y "cosas que no lo son". �Qu� significa este lenguaje?

1. No significa que el evangelio sea algo inferior. El evangelio no es malo. Ha demostrado ser la sabidur�a de Dios y el poder de Dios.

2. No significa que los hombres de baldosas nombrados como sus ministros sean inferiores. Hay varias cosas que demuestran que el ministerio del evangelio requiere el m�s alto orden mental.

(1) El car�cter de la obra. �Qu� es el trabajo? No la mera narraci�n de hechos o la enunciaci�n de las opiniones actuales de los hombres. No; Est� ense�ando a los hombres con toda sabidur�a. La ense�anza implica la impartici�n a los dem�s de lo que ignoran, y de tal manera que lo recomiende al sentido com�n.

(2) El car�cter del sistema. Si un hombre debe ense�ar el evangelio, primero debe aprenderlo. �Qu� sistema es aprender! Los simplones llaman simple al evangelio; pero la inteligencia lo ha encontrado de todos los temas los m�s profundos y dif�ciles. Los mejores pensadores de todas las edades han encontrado que el trabajo no es una tarea f�cil.

(3) El car�cter de la sociedad. �Qui�n ejerce la mayor influencia en la vida real de los hombres y mujeres que lo rodean? El hombre de pensamiento e inteligencia. Si el ministerio del evangelio debe influir en los hombres, debe ser empleado por hombres del m�s alto tipo de cultura y habilidad.

(4) El esp�ritu de la obra. �Cu�l es el esp�ritu moral en el cual el evangelio debe ser presentado a los hombres? Humilde, caritativo, tolerante, reverente. Tal esp�ritu proviene solo de un pensamiento profundo y un conocimiento extenso.

(5) El car�cter de los ap�stoles. �D�nde puedes encontrar una mayor fuerza de alma que la que ten�a Pablo? �M�s sagacidad de b�squeda que James? Eran hombres de talento y pensamiento. Lejos, entonces, con el pensamiento de que las palabras aqu� ofrecen un est�mulo para un ministerio ignorante o d�bil.

3. �Qu� significan entonces?

(1) Que el evangelio era convencionalmente malo. El Fundador era el Hijo de un carpintero. Fue algo "tonto" para los griegos, etc.

(2) Que los primeros ministros eran convencionalmente malos. Eran pescadores, empleados, fabricantes de carpas, etc. El sistema y sus ministros, sin embargo, son simplemente convencionalmente despreciables, nada m�s. Estas, como muchas otras cosas que el hombre errante considera insignificantes y malvadas, har�n un gran trabajo.

De este tema podemos inferir:

(1) Tratar, mientras existan males en el mundo, se esperan grandes conmociones. Dios ha elegido este sistema para "confundir y anular" las cosas que se arquean.

(2) Que la eliminaci�n del mal del mundo debe, bajo Dios, ser efectuada a trav�s del hombre como hombre. El evangelio es abrirse camino en el mundo, no por hombres investidos con dotaciones adventicias, como logros cient�ficos, etc., sino por hombres como hombres dotados de los poderes comunes de la naturaleza humana, sino estos poderes inspirados y dirigidos por los vivos. evangelio.

1 Corintios 1:30, 1 Corintios 1:31

La uni�n del disc�pulo genuino con su Maestro.

"Pero de �l sois vosotros en Cristo Jes�s, el que de Dios nos ha sido hecho sabidur�a, justicia, santificaci�n y redenci�n: para que, como est� escrito, el que se glor�a, se glor�e en el Se�or". Sobre esta uni�n

I. Es m�s vital. "En Cristo", no solo en su dispensaci�n, en su escuela, en su car�cter, sino en s� mismo, como las ramas est�n en la vid, �l es su vida,

II Est� DIVINAMENTE FORMADO. "De �l sois vosotros en Cristo". �Qui�n? De Dios. Es el Esp�ritu eterno que lleva al alma a una conexi�n vital con Cristo. "Mi padre es el esposo".

III. Es bendecidamente productivo. "Sabidur�a", "justicia", "santificaci�n" y "redenci�n" salen de esta uni�n. �Qu� bendiciones trascendentes son estas!

IV. Es excepcionalmente adorable. "El que se glor�a, que se glor�e en el Se�or". Inspira la adoraci�n m�s elevada, hace que el alma triunfe en Dios mismo.

HOMILIAS DE C. LIPSCOMB

1 Corintios 1:1

San Pablo y el apostolado.

En primer lugar, ASEGURA A LA DIVINA AUTORIDAD DE SU OFICINA, a la que fue "llamado a trav�s de la voluntad de Dios". Este sentido comprobado de la dignidad perteneciente a su vocaci�n, como enviado de Dios, fue un principio supremo de su naturaleza; no una opini�n, sino una convicci�n, y una convicci�n demasiado fuerte para ser desalojado de su asiento central en su mente por cualquier asalto a circunstancias adversas. Debe ser sometido a pruebas m�ltiples y severas, ya que solo de esta manera se puede poner a disposici�n una convicci�n para los m�s altos usos morales. Debido a su posici�n excepcional, San Pablo se someti�, a este respecto, a una serie de juicios peculiares que lo distinguen de los otros ap�stoles, de modo que, mientras compart�a con ellos el incidente de persecuci�n al apostolado en s� mismo, tuvo una experiencia de sus perplejidades y penas, personales para s� mismo, en la actitud distintiva y complementaria que se le orden� mantener. Como todos los hombres, ten�a estados de �nimo fluctuantes, el flujo y reflujo de las emociones con su influencia refleja en el intelecto y la volici�n. Su temperamento natural era extremadamente sensible, y se vio agravado por las dificultades y la enfermedad. La sangre que se calent� y los nervios que emocionaron bajo el toque de las agencias externas, ten�an su contraparte en la sensibilidad de su vida espiritual, y, en consecuencia, el cuerpo y el alma estaban en una asociaci�n singularmente estrecha en su naturaleza, y actuaron e interactuaron muy poderosamente. El uno al otro. Sin embargo, a pesar de esta responsabilidad con el estado de �nimo de las sensaciones subjetivas y las impresiones internas, la convicci�n de su llamado a ser ap�stol del Se�or Jes�s y a ejercer sus dones Divinos de una manera espec�fica, se mantuvo completamente aparte de las variaciones de lo ordinario. pensamiento y sentimiento, y mantuvo su fuerza de conciencia intacta a lo largo de su carrera. Tan fuerte y sin embargo tan bello; La humildad es el adorno de su vigor energ�tico, de modo que si bien comienza con "Pablo, llamado a ser ap�stol de Jesucristo", no pierde un momento, pero en el verso inicial de la Ep�stola presenta "Sosthenes nuestro hermano". rastro de Sosthenes aparece en la Ep�stola; la producci�n es paulina hasta la m�dula; y, sin embargo, San Pablo se asociar�a con �l "Sosthenes nuestro hermano". Si San Pablo est� a punto de reprender el orgullo intelectual y la vanidad, y condenar el malvado partidismo que surge del ego�smo y disfraza una personalidad inflada bajo la m�scara del homenaje a un Gran l�der, �qu� palabras m�s apropiadas puede pronunciar en el umbral de su carta que "Sosthenes nuestro hermano", cuyo nombre no era un grito de batalla de la facci�n? Naturalmente, este sentido de unidad en la mente de San Pablo con todos los cristianos encuentra una salida inmediata al dirigirse a "la Iglesia de Dios" en Corinto, "con todo lo que en cada lugar invoca el Nombre de Jesucristo nuestro Se�or", a�adiendo conmovedor expresividad, "tanto la suya como la nuestra". Un verdadero sentido de la virilidad siempre se conoce por su r�pida y sincera identificaci�n con la virilidad de la raza. Todo el crecimiento y la cultura avanzan desde lo individual y lo personal hacia lo universal, hasta que, por fin, el trabajo providencial de desarrollo en la tierra realizado, el estrecho horizonte que fue suficiente para la juventud y la virilidad temprana, se ampl�a al alcance del mundo. Cuando encontramos esta circunferencia, encontramos nuestro centro real. De otro modo, no puede un hombre alcanzar una individualidad genuina. Por la luz que bendice sus ojos, por el aire que alimenta sus pulmones, por la comida que alimenta la fuerza corporal, es un deudor del universo. Y el objetivo del cristianismo es llamar y perfeccionar el vigor latente de este instinto de raza, y, para su oficio divino, el sentimiento era imposible como una realidad espiritual. No es de extra�ar, entonces, que San Pablo anuncie a la poblaci�n mixta de Corinto �a los romanos, griegos, asi�ticos, en la Iglesia de Corinto� la doctrina de la gracia para todos, y enfatiza el don como "tanto suyo como nuestro". El pensamiento formativo del primer cap�tulo se insin�a as�. Para prepararse para su ampliaci�n, recuerda a los corintios que era como una Iglesia �rida en su capacidad org�nica que eran "santos"; que, como miembros del cuerpo de Cristo, hab�an sido "enriquecidos por �l en todo enunciado y en todo conocimiento"; y luego procede a demostrar que la fidelidad de Dios se comprometi� a su continuo progreso en esta misma l�nea de direcci�n, a saber. compa�erismo en Cristo Jes�s como el Hijo de Dios y Se�or de la humanidad. Aqu�, como en todas partes en St. Los escritos de Pablo, las dos ideas de lo Divino y lo humano en Cristo se asumen como la base de nuestra comuni�n en �l y con los dem�s; hermanos porque disc�pulos, uno abajo porque uno arriba, la fuerza, la pureza y la permanencia del v�nculo entre el hombre y el hombre en esta comuni�n est�n determinadas �nicamente por nuestra uni�n en �l. En ninguna otra base la palabra "compa�erismo" podr�a haber tomado su lugar especializado en el vocabulario del cristianismo. Los contenidos del t�rmino alcanzan lo que normalmente entendemos por respeto, confianza, relaciones sexuales y expresiones similares, y significan un profundo sentido de igualdad, del reconocimiento de los derechos y privilegios comunes, y de una simpat�a que tiene sus ra�ces, no en el suelo superficial de razas y su latitud y longitud como hechos geogr�ficos, pero en Uno que era el Representante de una manera peculiar y exclusiva de la raza humana. La beca es un reconocimiento de redenci�n. No es solo la uni�n, sino una unidad vital, una comuni�n del hombre con el hombre, y como hombre a trav�s de la comuni�n con Dios en Cristo, un v�nculo que existe entre esp�ritu y esp�ritu a trav�s de la gracia com�n del Esp�ritu Santo, como el Ejecutivo. del Padre y del Hijo en el coraz�n de cada creyente. �Qui�n sab�a m�s de la intensidad de la sangre de raza, de su fuerza sutil, de su actividad abierta y virulenta en todas las cuestiones pr�cticas de la �poca, de sus tradiciones perpetuadas e inflexibles, de su surgimiento fren�tico en cada ocasi�n a menos que sea reprimido por el brazo? de autoridad, �qui�n entendi� esto mejor que San Pablo, �l mismo un ejemplo notable durante a�os de su poder para cegar el sentido com�n y atontar los instintos comunes? �Y d�nde hab�a una ciudad de tan variada actividad mental y colisiones de creencias heredadas y una vida p�blica tan mal ajustada como este mismo Corinto, un enorme reservorio para todas las corrientes tributarias de la civilizaci�n que se hab�an derramado en su seno lo que hab�a sobrevivido? de la degeneraci�n en Asia Menor, en Egipto, en Italia? Sin embargo, este San Pablo es el hombre que habla de comuni�n, y este Corinto es la comunidad a la que se dirigir�a en nombre de la gracia "tanto de ellos como de los nuestros".

1 Corintios 1:10

Divisiones en la Iglesia condenadas.

La idea formativa del cap�tulo ahora se pone a la vista, a saber. "Hay disputas entre ustedes", y est� precedido por la declaraci�n de un principio, al cual San Pablo dirige seriamente la atenci�n de los corintios, a saber. "que se unan en la misma mente y en el mismo juicio", o "se perfeccionen juntos", poniendo el �nfasis, como antes, en su car�cter corporativo u org�nico como Iglesia. Estas divisiones en guerra no eran asuntos meramente o principalmente personales, sino que involucraban el coraz�n y el alma de la comunidad cristiana. Sin duda, su partidismo en el supuesto inter�s de Pablo, Apolos y Pedro, ay, de Cristo mismo, fue muy hiriente para ellos como individuos. Pero el punto que �l insta es que su partidismo era una disyunci�n de su unidad y, por lo tanto, esta unidad, que fue dise�ada para crecer hacia la perfecci�n, fue detenida por la lucha. Y justo aqu�, San Pablo resalta el gran hecho de que los hombres del mundo exterior juzgan el cristianismo mucho m�s por la Iglesia en su totalidad que por las instancias de car�cter individual en la Iglesia. La historia est� llena de ejemplos de esta verdad, desde los tiempos de Juli�n y Coleo hasta la era de Voltaire y Rousseau. Tampoco esto deber�a sorprendernos; porque evidentemente hay una filosof�a en ella, por mucho que la filosof�a sea abusada por el ingenio y los dispositivos de los hombres. Los individuos son "miembros unos de otros", miembros del cuerpo; pero el cuerpo es la Iglesia, y la vida org�nica de la Iglesia es el testimonio divino de la gloria de Cristo hecha visible a trav�s de la Iglesia al mundo. �Cu�n r�pido el ap�stol se eleva a una expresi�n ferviente, y cu�n compactas son sus palabras! "�Est� dividido Cristo? �Fue crucificado Pablo por ti? �O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?" Si sus servicios a la Iglesia de Corinto se van a pervertir de esta manera, San Pablo solo puede agradecerle a Dios que bautiz� a unos pocos. En este momento, San Pablo se apresura a afirmar su propia alta virilidad al negarse por completo a ser objeto de partidismo, y lo hace con el �nico m�todo posible para su argumento, al confesar sus obligaciones con Cristo que lo envi� " predicar el evangelio ". - L.

1 Corintios 1:18

C�mo san Pablo consideraba la predicaci�n del evangelio.

Mediante un movimiento f�cil avanza hacia el evangelio, al modo de predicarlo como esencial para su �xito divino, y as� alcanza el cl�max de su razonamiento en el primer cap�tulo. Otras funciones de su apostolado aparecer�n m�s adelante: el disciplinario resuelto, la empresa, el administrador, el ejecutivo tierno pero inflexible del Jefe de la Iglesia. En la actualidad, sin embargo, una cosa lo absorbe, a saber, la instituci�n Divina de la predicaci�n. �Cu�l es su relaci�n m�s importante con estos corintios? Es el de un predicador del evangelio de Cristo. �Y c�mo lo hab�a predicado? "No con sabidur�a de palabras", no como un pensador especulativo, ni como un ret�rico griego, ni con el esp�ritu de la elocuencia mundana, "para que la cruz de Cristo no tenga ning�n efecto". Se exponen dos cosas de manera prominente: el evangelio y su forma de presentaci�n; y Cristo est� en cada uno de ellos, y en cada uno de ellos por igual, de modo que no solo la sustancia del evangelio, sino el modo de su exhibici�n, debe ajustarse a su soberan�a como Cabeza de la Iglesia. Toda predicaci�n del evangelio no es predicaci�n del evangelio. Mirando al personaje a la luz de San Pablo, el predicador fue una creaci�n original de Cristo, una nueva fuerza ordenada y ungida de �l, y presentada por �l para la proclamaci�n del evangelio. No databa m�s all� de Pentecost�s; fue de adaptaci�n universal; era dominar todos los idiomas y hablar con los instintos m�s simples, no de los hombres, sino del hombre como hombre; y esta creaci�n original, esta nueva fuerza, deb�a continuar todo el tiempo y nunca ceder sus derechos y prerrogativas a ning�n sucesor. Y el esp�ritu y la cuesti�n de cumplir con este gran oficio eran completamente mundanos, tanto, de hecho, que golpear�a al griego como "tonter�a" y demostrar�a al jud�o "un obst�culo". Pero en contraste con el griego y su b�squeda de la sabidur�a, y con el jud�o en su amor a los signos nacionales como la raza elegida de Jehov�, Cristo fue predicado como "el poder de Dios y la sabidur�a de Dios". La palabra "poder" no se usa excepto en conexi�n con la predicaci�n de "Cristo crucificado", y su valor en el argumento est� asegurado por su especialidad de aplicaci�n. Toda la ayuda del contraste y la comparaci�n se da a esta palabra. El poder, el poder de Dios, es la designaci�n de predicar a Cristo crucificado. Frente a �l se ponen "no muchos sabios seg�n la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles", y la serie de diferencias se alarga por "cosas tontas", "cosas d�biles", "cosas b�sicas" y "cosas". despreciado ". Pero, �qu� relaci�n tiene esta energ�a condensada de una sola idea y su r�pida acumulaci�n de formas fraseol�gicas en el partidismo de estos corintios? �No se ha alejado el ap�stol de la idea principal del cap�tulo: las "contiendas entre ustedes"? No, este partidismo es exactamente lo contrario de Pablo, Pedro y Apolos al predicar el evangelio, y nunca pueden consentir este abuso de su posici�n. Adem�s, est� en absoluto antagonismo con "Cristo crucificado". No hay "poder" en �l, no hay "sabidur�a". Es la idolatr�a de los sentidos. Es el intelecto de los sentidos repitiendo la locura de griegos y jud�os en otra forma igualmente fatal. Es solo buscar encontrarse a s� mismos y su gloria en el hombre. Directamente opuesto a esto, argumenta San Pablo, predicamos "Cristo crucificado", para que "ninguna carne se glor�e en su presencia". Una gran lecci�n es la verdadera espiritualidad del cristianismo como la �nica fortaleza y salvaguardia de la Iglesia. Si Cristo es "hecho para nosotros sabidur�a, justicia, santificaci�n y redenci�n"; si Cristo se convierte en "el poder de Dios" para nuestros corazones en esta forma cu�druple de las "riquezas de la gracia"; se destruye la ra�z de toda mundanalidad, se acaba el partidismo, porque se termina la b�squeda de uno mismo y, en adelante, la Escritura tiene una importancia muy real para nosotros: "El que se glor�a, que se glor�e en el Se�or". Un hombre puede admirar a otros por su propio bien, y esta admiraci�n puede ser muy �til. Admirar a los dem�s porque nuestra imagen se proyecta sobre ellos solo puede aumentar nuestra propia debilidad. Nuestro elogio en tales casos no es m�s que el eco de nuestra auto admiraci�n, y los ecos son sonidos moribundos.

HOMILIAS POR J.R. THOMSON

1 Corintios 1:2

"Llamados a ser marineros".

El t�rmino "santo" est�, de uso com�n, limitado a ciertas clases de hombres santos. Se aplica a los evangelistas y ap�stoles inspirados; a los grandes doctores y m�rtires de la Iglesia primitiva, especialmente a los que fueron "canonizados"; y a los glorificados en el cielo. Pero el uso del Nuevo Testamento es m�s general. En los Hechos y en las Ep�stolas, los cristianos en general, tambi�n llamados "disc�pulos" y "hermanos", tambi�n se llaman "santos". En todos, excepto dos de las ep�stolas de San Pablo, los cristianos a quienes escribe se designan as� en los saludos iniciales. La denominaci�n es muy significativa y muy instructiva.

I. ESTA DESIGINACI�N RECUERDA A LOS CRISTIANOS DE LO QUE FUERON O HABR�AN SIDO POR LA GRACIA DE DIOS. Correcta y literalmente, un santo es uno separado y consagrado, santificado al ser llamado a salir de una sociedad pecaminosa y apartado y dedicado a Dios. En el caso de la mayor�a de los primeros abordados de esta manera, era literalmente el caso de que hab�an sido "extra�dos como marcas de la quema". Habitantes de una de las ciudades m�s lujosas, voluptuosas y degradadas del mundo antiguo, estos miembros de la Iglesia de Corinto hab�an sido rescatados y salvados por el evangelio de la gracia de Dios. Si el caso parece diferente con los oyentes de la verdad divina en nuestra propia tierra y en nuestros d�as, a�n debe tenerse en cuenta que solo el cristianismo ha producido un resultado tal que solo Dios nos ha hecho diferentes.

II ESTA DESIGNACI�N RECUERDA A LOS CRISTIANOS DE QU� SON.

1. Son la creaci�n, la "nueva creaci�n" del Esp�ritu Santo de Dios. Su poder de limpieza y regeneraci�n, simbolizado en las aguas purificadoras del bautismo, ha efectuado este gran cambio.

2. Por consiguiente, est�n consagrados a Dios. En el templo corintio de Afrodita, mil sacerdotisas fueron "consagradas" como prostitutas, al culto impuro de la diosa de la lujuria. En la Iglesia cristiana todos los miembros est�n dedicados al servicio sagrado de un Dios santo.

3. Est�n santificados en su car�cter. Negativamente, los cristianos est�n representados por este lenguaje como liberados de la esclavitud y el servicio del pecado. Positivamente, est�n vestidos con las vestiduras blancas de la pureza espiritual. Exteriormente, la pureza ceremonial es insuficiente; porque Cristo busca y valora la pureza del coraz�n.

4. Est�n asociados con una comuni�n sagrada. La Iglesia es un cuerpo sagrado, y un miembro imp�o no simpatizar�a con el cuerpo al que profesa pertenecer. La santidad es una "nota" de la hermandad espiritual.

III. ESTA DESIGNACI�N RECUERDA A LOS CRISTIANOS DE LO QUE SER�N. Son herederos de un reino sagrado. Esperan la ciudadan�a inmortal en esa ciudad en la que nada entra lo que contamina, donde la santidad reina perfectamente y para siempre, cuyas ocupaciones de servicio y alabanza son adecuadas para los seres santos y para un lugar sagrado. Una perspectiva como esta es inspiradora y encantadora. El futuro ejerce su influencia sobre el presente. "El que tiene esta esperanza en �l, se purifica a s� mismo, as� como Cristo es puro".

1 Corintios 1:5

Enriquecimiento en Cristo.

La visi�n de Pablo de la dignidad del llamamiento cristiano, de los privilegios y honores de la vida cristiana, fue justa e instructiva, y bien puede ayudarnos en nuestro esfuerzo por vivir lejos y por encima del est�ndar falso y mundano con el que a menudo nos encontramos . �C�mo podr�a la grandeza y la santidad de nuestra posici�n religiosa ser puesta m�s efectivamente ante nosotros que por este lenguaje inspirador dirigido por el ap�stol a los miembros de la comunidad cristiana en Corinto: "En todo lo que se enriqueci� en Cristo"?

I. UNA PARADOJA, CUANDO TENEMOS EN CUENTA A AQUELLOS QUE FUERON ABORDADOS. En la casa de un Justus, un pros�lito al juda�smo, que se hab�a convertido en cristiano, una casa cerca de la sinagoga hebrea, en la rica y comercial ciudad de Corinto, que busca placer, reuni� en un gran departamento una compa��a de disc�pulos del Nazareno. Algunos eran jud�os, otros de raza gentil. La mayor�a, aunque no todos, de la hermandad eran pobres, y pocos se enteraron o de alta posici�n. Quiz�s las familias de Crispo el presidente, del propio Justus y de Chloe de Cenchrea, fueron las personas en la asamblea de mayor consideraci�n; Aquila, Apolos y Sosthenes estaban ausentes. Algunos de los que se reunieron para escuchar la carta del ap�stol, quien fue el fundador de la Iglesia en Corinto, eran hombres de lazos, y pocos eran personas notables. Cuando Tito y Tr�fimo, portadores de la Ep�stola de Pablo, acompa�ados por los corintios (Stephanas, Fortunatus y Achaicus, que tambi�n acababan de llegar del ap�stol que trabajaban en �feso), cuando miraban alrededor de la reuni�n de cristianos corintios, es muy posible que comenz� con asombro cuando se ley� el lenguaje de la Ep�stola, que describ�a el abundante enriquecimiento de estos disc�pulos humildes, pobres e iletrados. Aqu� hab�a una compa��a, que inclu�a "no muchos sabios seg�n la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles", pero compuesta por ignorantes, d�biles, base, despreciados del mundo. Se declar� que unos pocos comerciantes jud�os, unos pocos artesanos, unos pocos esclavos, unas pocas mujeres trabajadoras y quiz�s una o dos eruditas estaban "enriquecidas en todas las cosas". Fue una paradoja; y fue una paradoja que se ha repetido una y otra vez durante los �ltimos diecinueve siglos.

II UNA POSIBILIDAD, CUANDO PENSAMOS EN QUIEN OCURRI� ESTE ENRIQUECIMIENTO. Nada m�s que la conciencia de una nueva vida que se respira en la humanidad, una nueva esperanza que se avecina en el mundo, podr�a explicar que estos corintios sean abordados por un maestro como Pablo. El lenguaje es tan amplio e incondicional, y la declaraci�n se hace con tanta confianza, que sentimos que debe haber ocurrido algo muy notable para explicar que Pablo se dirigi� a esas personas en ese idioma. La explicaci�n se encuentra aqu�: "En �l" se enriqueci�. Es en Cristo que la riqueza de Dios se pone a disposici�n de los hijos indigentes de los hombres.

1. Su naturaleza divina es un dep�sito, un tesoro de verdadera riqueza; en �l habita toda plenitud.

2. Su ministerio fue un fervor de las mayores bendiciones que deber�an seguir; porque siempre estaba dando libremente.

3. Su muerte y sacrificio fueron los medios para asegurarnos la plenitud de Dios; abri� el tesoro: "Aunque era rico, por nuestro bien se hizo pobre, para que nosotros, a trav�s de su pobreza, pudi�ramos ser ricos".

4. Su ascensi�n, lejos de empobrecer la carrera que vino a salvar, fue la ocasi�n de su enriquecimiento. "Recibi� regalos para hombres". derram� bendiciones espirituales desde lo alto.

III. UN HECHO, CUANDO CONSIDERAMOS LAS POSESIONES ESPIRITUALES REALES DISFRUTADAS POR EL HOMBRE A TRAV�S DE JESUCRISTO. A medida que el sol enriquece la tierra con fruct�fera exuberancia, como los grandes hombres enriquecen a una naci�n con sus heroicos actos y su sacrificio sagrado, as� Cristo realmente otorga incontables bendiciones a esta raza. Al referirnos a la Ep�stola, observamos que la sabidur�a y el conocimiento, la fe y la curaci�n, los milagros y las profec�as, las lenguas y la interpretaci�n, se encontraban entre los casos especiales de riqueza con los que la Iglesia primitiva fue derribada. Sin embargo, la misma Ep�stola nos asegura que el amor es un regalo m�s grande que todos estos. "Mirad que tambi�n abundan en esta gracia". Los frutos del Esp�ritu son las riquezas de la Iglesia. Las riquezas inescrutables de Cristo se transfieren a su pueblo redimido y renovado. A ellos se les dijo: "Todas las cosas son tuyas".

SOLICITUD. No hay nada en los recursos o en los prop�sitos de Dios, nada en el coraz�n de Cristo, que limite la medida en que esta riqueza espiritual puede ser difundida.

1 Corintios 1:9

"La comuni�n de su Hijo".

Los lazos sociales son inevitables para bien o para mal; algunos est�n hechos para nosotros y otros est�n hechos por nosotros. Todas las religiones han hecho uso de la tendencia social, la necesidad social, que distingue la naturaleza humana. El cristianismo se adapta a la forma m�s elevada de la tendencia. El Divino Cristo se ha hecho el Asociado, el Amigo, el Hermano de la humanidad.

I. LA COMUNIDAD DE FE EN LA REDENCI�N DE CRISTO. La obra de Cristo fue perfecta en s� misma, pero sus beneficios solo se pueden disfrutar a trav�s de la asociaci�n espiritual y la afinidad con Cristo. La uni�n de coraz�n y alma con Cristo es la condici�n de la verdadera salvaci�n. Los cristianos est�n construidos sobre Cristo como el fundamento, injertados en Cristo como en la vid, unidos a Cristo como al cuerpo, participantes de Cristo como pan espiritual, amigos de Cristo como un apego agradable.

II LA COMUNIDAD DE ESP�RITU CON EL CAR�CTER DE CRISTO. La expresi�n frecuente, "en Cristo", muestra cu�l era la opini�n del Se�or mismo y de sus ap�stoles con respecto a la identificaci�n del pueblo de Jes�s con su Se�or. Su aspiraci�n es ser como �l, tener la mente que estaba en �l. Son seguidores, disc�pulos, imitadores, representantes de aquel cuyo nombre llevan. Simpatizando con la obediencia y la sumisi�n de Cristo al Padre, se ven afectados de manera pr�ctica, poderosa y beneficiosa por esta simpat�a.

III. LA COMUNIDAD DE LA VIDA ACTIVA CON EL TRABAJO DE CRISTO. Los cristianos reconocen la devoci�n de su Maestro por los m�s altos intereses de los hombres, sus esfuerzos incansables, su sacrificio inquebrantable. En comuni�n con �l hacen de su vida una de servicio, de consagraci�n. En el motivo, la vida cristiana es servicio a Cristo; en consecuencia es servicio al hombre. �Cu�ntas vidas ha sido rescatada por la cruz del ego�smo y del pecado, y ha hecho una vida de benevolencia devota y exitosa!

IV. LA COMUNIDAD DE CORAZ�N Y DE ACCI�N CON LA GENTE DE CRISTO. La uni�n con la cabeza es la base de la comuni�n con los miembros; Sin embargo, por este �ltimo, el primero es fomentado y perfeccionado. Simpat�a y simpat�a por la disposici�n y el objetivo, culto y ordenanzas en com�n, ayuda mutua, esfuerzos conjuntos y testimonio, estos son los resultados y, al mismo tiempo, los medios de comuni�n con Cristo.

V. COMUNIDAD PROSPECTIVAMENTE EN LA HERENCIA DE CRISTO. El Se�or alguna vez alent� a sus disc�pulos, quienes compartieron su humillaci�n, con la perspectiva de que deber�an compartir su exaltaci�n. Era su promesa: "Porque yo vivo, ustedes tambi�n vivir�n"; fue su oraci�n: "Donde estoy, tambi�n puede estar mi pueblo". La comuni�n con tal Ser no puede ser por una temporada, debe ser imperecedera. Estar "siempre con el Se�or" es la brillante y alegre expectativa de todos los que honran y aman su apariencia. Esta ser� la corona de la comuni�n. Entonces, en el sentido m�s completo, sus disc�pulos y amigos ser�n verdaderamente "participantes de Cristo".

1 Corintios 1:17

La misi�n de predicar.

Ning�n hombre hizo tanto como Pablo para evitar que el cristianismo degenerara en forma. �l mismo hab�a sido molestado por la esclavitud de la antigua dispensaci�n, y �l se regocij� m�s en la libertad de la nueva. �l sostuvo el esp�ritu contra la letra, la vida contra la ceremonia. No despreciaba el bautismo, ya que no hubiera sido f�cil despreciar la ordenanza y al mismo tiempo honrar la realidad espiritual que simbolizaba. Pero otros podr�an y podr�an administrar el rito de purificaci�n; �l ten�a la libertad de dejarles esto a ellos, a fin de dedicarse m�s a su propio trabajo especial y designado, la predicaci�n del evangelio.

I. EL LENGUA EXPRESA LA CONVICCI�N DE UNA MISI�N DIVINA.

1. El cristiano, y enf�ticamente el predicador cristiano, no sigue su propio camino y hace su propio trabajo en el mundo. No pretende dirigir sus propios pasos.

2. Cristo es el remitente. A Pablo le hab�a dicho: "A quien ahora te env�o". y Paul reconoci� con respecto a su comisi�n: "No la recib� de hombres". Es una verdad alta y sagrada que somos enviados hombres. El alma que despierta a un sentido de la realidad de la vida y escucha la voz de Dios, demuestra su vitalidad al exclamar: "Aqu� estoy; env�ame". Todo cristiano es, en cierto sentido, un misionero, un ap�stol de Cristo.

II EL IDIOMA ASEGURA LA VARIEDAD IMPORTANTE DE LA PREDICACI�N. Es com�n entre los hombres del mundo infravalorar esta agencia espiritual; piensan m�s en el poder pol�tico o f�sico que en la influencia moral. �Qu� es la predicaci�n? Es el uso de medios morales hacia un fin moral. Es la presentaci�n de la verdad al entendimiento, de la autoridad a la conciencia, de la persuasi�n al coraz�n. Sobre todo, es el uso de un arma Divina, aunque con un brazo d�bil y mal adaptado para un servicio tan alto. Nuestro Se�or mismo fue un predicador, Pablo fue un predicador, y los predicadores han estado entre los mayores factores morales en la historia de todas las naciones cristianas. La predicaci�n es el veh�culo de una bendici�n Divina, el medio hacia un resultado Divino e inmortal.

III. EL IDIOMA PONE ESTR�S SOBRE LA SUSTANCIA DE LA PREDICACI�N CRISTIANA. Pablo se sinti� llamado y calificado para predicar el evangelio.

1. Esta fue una buena noticia. Se puede razonar un argumento, se puede declamar una oraci�n, se puede cantar un poema, pero lo que hay que predicar es una buena noticia.

2. Fue una buena noticia de Dios. De cualquier fuente inferior, las buenas noticias apenas podr�an haber merecido el nombre. El hombre necesitaba perd�n, el principio y el poder de una nueva vida, esperanza para el futuro; y estas fueron bendiciones que solo Dios pod�a otorgar.

3. Fueron buenas noticias acerca de Cristo. Por lo tanto, predicar a Cristo y predicar el evangelio eran una y la misma cosa. Porque Cristo era para el hombre la sabidur�a, el poder y el amor de Dios.

4. Fue una buena noticia para todos los hombres. Trajo libertad al jud�o y luz al gentil, verdad al inquisidor, consuelo al penoso, paz al penitente pecador y esperanza al oprimido y al esclavo.

SOLICITUD.

1. El predicador puede recordar su verdadera vocaci�n.

2. El oyente del evangelio puede recordar su precioso privilegio y su sagrada responsabilidad.

1 Corintios 1:18

La doctrina de la cruz.

Hay un celo sagrado de indignaci�n en el esp�ritu que anima este pasaje. Paul, el erudito rab�nico, que no se hab�a entretenido con la cultura hel�nica, debi� de sentir que la vida que hab�a adoptado voluntariamente a menudo lo desprestigiaba incluso entre sus inferiores intelectuales. Pero hab�a elegido deliberadamente y ante los ojos de Dios, y ning�n poder en la tierra pod�a hacer que se desviara de su curso. Su propia mente estaba satisfecha de que el evangelio pod�a hacer por el hombre lo que ning�n otro poder pod�a afectar, y su observaci�n diaria lo convenci� de que en este juicio ten�a raz�n. Pod�a permitirse, entonces, soportar el desprecio de los hombres, porque la doctrina que estaba promulgando estaba atestiguada como el poder de Dios.

I. LA SUSTANCIA DE LA DOCTRINA, O PALABRA, DE LA CRUZ.

1. La cruz no ten�a para Pablo un significado meramente material y supersticioso. En �pocas posteriores, los hombres escucharon gran parte de "la verdadera cruz", e incluso ahora las reliquias (supuestas) del instrumento de los sufrimientos de nuestro Salvador son atesoradas y veneradas. La cruz puede reproducirse en forma, en ornamentos, en arquitectura, en postura, y puede no haber comprensi�n espiritual de la cruz todo el tiempo.

2. Tampoco un significado meramente sentimental se adhiri� en la mente de Pablo a la cruz. El sufrimiento, y especialmente el sufrimiento de la inocencia, despierta simpat�a, y la gente habla de la cruz que llevan, sin ninguna otra comprensi�n del significado de la frase.

3. Pero fue un s�mbolo del sacrificio de Cristo. Jes�s desnud� el berro antes de partir hacia el Calvario; su sombra hab�a estado durante a�os sobre su alma. En su muerte en la cruz llev� nuestros pecados, y se asegur� de que su pueblo fuera crucificado con �l al mundo. As�, el �rbol de la muerte se convirti� en el signo de la redenci�n y la ley de la vida.

II LA OFENSA DE LA DOCTRINA, O PALABRA, DE LA CRUZ.

1. En s� mismo. La cruz estaba asociada en la mente de los hombres con la esclavitud, la culpa y el crimen, con el sufrimiento, la verg�enza, el mal y la muerte.

2. En su posici�n en el esquema cristiano. Esperar convertir el mundo predicando les parec�a a muchos la vana locura; predicando a una persona, rid�culo; predicando a una persona judicialmente ejecutada, locura; predicando a uno crucificado, una oblicuidad moral e infamia.

3. Hab�a una raz�n especial por la cual los jud�os deber�an resentir esta doctrina. Apreciaban un amor carnal de esplendor y poder de un tipo manifiesto e impresionante, y la palabra de la cruz indign� sus sentimientos. Buscaron un libertador temporal en el Mes�as, y esta expectativa se decepcion� en el evangelio del Crucificado.

4. Hab�a una raz�n especial por la cual los gentiles, especialmente los de educaci�n y gustos filos�ficos, deber�an ofenderse por la palabra de la cruz. Desde�aron al b�rbaro y despreciaron al jud�o, y consideraron la forma en que se proclam� el cristianismo. Amaban la salud, la belleza y el poder, y no simpatizaban con una religi�n que se glor�a en el Crucificado y que atra�a a los pecadores y a los miserables. Su gusto por la especulaci�n y la novedad no fue satisfecho por la doctrina cristiana, y la cruz no encajar�a en ninguno de sus esquemas del universo.

III. EL PODER DE LA DOCTRINA, O PALABRA, DE LA CRUZ.

1. La fuente de este poder. Es divino. La palabra de la cruz expresa la mente divina, muestra la estimaci�n de Dios del pecado humano, exhibe la justicia divina, revela el amor divino y hace todo esto en una plataforma humana, para que podamos apreciar el misterio de los consejos celestiales.

2. La esfera de este poder. Los incr�dulos no pueden reconocerlo; no pueden sino considerarlo como una locura, ya que est�n pereciendo en el pecado del que podr�a librarlos. Pero todos los que est�n "en curso de salvaci�n" son testigos vivos de la eficacia del evangelio. En una naturaleza moral libre, la verdad y el amor deben ser recibidos para que puedan operar.

3. Las pruebas de este poder. Comp�relo con cualquier otro poder, y su superioridad es manifiesta. �Qu� m�s puede despertar a los ego�stas, los sensuales y los obstinados a una sensaci�n de pecado? puede impulsar a los de mente baja y terrenal a la b�squeda de la santidad; puede guiar y restringir graciosamente a una vida de servicio consagrado; �Puede entrar en una sociedad corrupta como levadura y puede purificarse como sal?

1 Corintios 1:31

Gloriando en el Se�or.

La �nica condici�n de bendici�n espiritual, sobre la cual las Escrituras insisten universalmente, es la humildad. Los humildes tienen asegurada su aceptaci�n, y los orgullosos y seguros de s� mismos est�n condenados al rechazo. Los t�rminos del cristianismo corresponden con la ense�anza del Antiguo Testamento; porque es para los pobres en esp�ritu y para los mansos, para los ni�os como en car�cter y disposici�n, a quienes se les asignan las bendiciones del nuevo pacto. El mismo esp�ritu que es un medio para obtener las bendiciones del cristianismo es distintivo de aquellos que poseen estas bendiciones. Han recibido todo lo que disfrutan de la gracia gratuita de Dios, y es su deleite humillarse y exaltarlo de quien han derivado sus privilegios y perspectivas espirituales. Pueden gloriarse, pero no est� en nada que sea suyo; est� en �l de qui�n y para qui�n est�n todas las cosas.

I. LOS CRISTIANOS REPUDEN TODA GLORIA EN SI MISMO.

1. En sus propias posesiones poderes anales. Hay una tendencia natural a pensar muy bien en uno mismo, a despreciar a nuestros semejantes y sus dones, y a olvidar a nuestro Dios el Dador de todos. Pero el hecho mismo de que somos cristianos es concluyente contra la legalidad de tales h�bitos morales. Dios nos ha hecho; Cristo nos ha redimido, y no somos nuestros.

2. En los dones de la providencia de Dios. Presumir de riqueza, nacionalidad o familia es pasar por alto la gran pregunta: "�Qu� tienes que no hayas recibido?"

3. En sus privilegios. Los jud�os siempre ten�an la costumbre de hacer esto; se jactaban de que eran los hijos de Abraham y los disc�pulos de Mois�s, etc. Si el privilegio cristiano los favorec�a mucho, que el pueblo de Cristo est� vigilante para no reclamar cr�dito por lo que deben a la gracia gratuita de Dios.

4. En sus logros. Los corintios parecen haber estado en peligro especial de caer en esta trampa. El aprendizaje y la filosof�a humana posiblemente se conviertan en una ocasi�n de tropiezo y reproche.

5. En sus virtudes. Este era el esp�ritu farisaico, y deber�a comprobarse recordando que "somos sirvientes no rentables".

II LOS CRISTIANOS CULTIVAN EL HABITO DE GLORIZAR EN SU SE�OR.

1. Este es un h�bito justo y razonable. La reflexi�n asegura a todo cristiano verdadero y espiritual que est� en deuda con la misericordia de Dios en Cristo, primero por su redenci�n del pecado, y luego por cada gracia, toda ayuda, todo consejo, todo consuelo, a trav�s del cual �l es lo que es. Por lo tanto, en el Autor de salvaci�n y vida est� obligado a regocijarse.

2. Este es un h�bito rentable. Gloriarse en el Se�or es un preservativo seguro contra la ingratitud y el murmullo, y ayudar� a mantener un tono alegre y alegre y un genio mental. Es, adem�s, una preparaci�n evidente y hermosa para los empleos del cielo.

3. Este es un h�bito para el cual tenemos el ejemplo apost�lico y el precedente. Era la costumbre de la mente de Pablo glorificarse, no en el hombre, sino en Dios. Pod�a gloriarse en sus propias enfermedades; pudo gloriarse en la bendici�n que Dios otorg� a sus labores, aunque luego "se volvi� tonto al glorificarse". Pero este era el sentimiento predominante de su esp�ritu: "�Dios no quiera que yo me glor�e, salvo en la cruz de Cristo Jes�s, mi Se�or!" - T.

HOMILIAS DE E. HURNDALL

1 Corintios 1:1

Saludo cristiano.

I. LA SALUDACI�N CRISTIANA DEBE SER CORTEOSA. El cristianismo ense�a la verdadera cortes�a. Busca erradicar lo duro y lo brutal. La vida es lo suficientemente dura sin que la hagamos m�s dura; El cristianismo tiende a suavizar la robustez de la vida y a hacerla m�s amable. La cortes�a en los dem�s hacia nosotros mismos que valoramos mucho; Tenemos que ser para con los dem�s lo que quisi�ramos que fueran para con nosotros. La cortes�a de Paul es evidentemente del tipo correcto: es cortes�a de coraz�n. La cortes�a superficial tiene poco valor. Adem�s de lo cual es una mentira.

II LA SALUDACI�N CRISTIANA DEBE SER GEN�RICA. El de Pablo no est� concebido con un esp�ritu cari�oso. Hay una disposici�n para mirar el lado mejor. La Iglesia de Corinto ofreci� muchos incentivos para la severidad en un exordio. El ap�stol rechaz� la tentaci�n. Conoc�a el camino hacia el coraz�n humano, y, al reservar la reprensi�n necesaria, salud� a sus amigos (y enemigos) corintios de una manera segura de impresionarlos como caritativos y de gran coraz�n. Mientras nos adherimos estrictamente a la verdad, debemos, si ganamos hombres, manifestar un esp�ritu de generosidad. A veces tenemos tanto miedo de decir demasiado que decimos muy poco. Estamos muy ansiosos por ser justos y volvernos realmente injustos. El gran coraz�n es atractivo y gana; la taca�er�a en el sentimiento es repulsiva y pierde. La resistencia sobre el lado oscuro a menudo lo hace m�s oscuro. Los hombres necesitan est�mulo adem�s de dar conferencias, y la exhibici�n de un esp�ritu noble, comprensivo y generoso es uno de los espect�culos m�s alentadores que los hombres errantes e imperfectos pueden ver.

III. LA SALUDACI�N CRISTIANA DEBE SER ALEGRE. Muchas cargas presionaron el coraz�n del ap�stol, pero �l, sin embargo, saluda alegremente a los corintios. Comenzar con un gemido no es propicio. A veces tenemos motivo de tristeza; siempre tenemos motivo de alegr�a si estamos en Cristo. Agitar la bandera negra es dar pero poca bienvenida. Debemos regocijarnos en el Se�or siempre, y al saludar a nuestros hermanos bien podemos dejar que esta alegr�a brote. La tristeza y la tristeza no son el jefe de las gracias cristianas, aunque algunos parecen pensar que lo son. No esperamos un funeral, sino una boda: "la cena de bodas del Cordero". En las relaciones cristianas, un poco m�s de brillo y alegr�a no estar�a fuera de lugar.

IV. EL SALUDO CRISTIANO PUEDE SER EXTENSIVO. Somos una familia, y todos los miembros tienen derecho a reclamar nuestros buenos deseos. El saludo de Paul, no es demasiado selectivo; Sus simpat�as est�n con todos los que invocan el Nombre del Se�or. A algunos les gusta saludar a los ricos y no les gusta saludar a los pobres. Uno podr�a suponer que se ha cometido un grave error al no llamar a muchos sabios, poderosos y nobles, ya que algunos del pueblo de Dios parecen no preocuparse por otros. Pablo envi� un saludo igual a los creyentes corintios; su sentimiento no se vio afectado por la pobreza, la ignorancia, la debilidad o la oscuridad. Nuestro amor puede volverse agobiante. Los mejores de nosotros tendemos a amar a la encantadora cristiana, y a dar el hombro fr�o a los desagradables. Necesitamos m�s del Esp�ritu de Aquel que vino a ayudar a los pecadores y a los poco atractivos, y que "am� al mundo".

V. LA SALUDACI�N CRISTIANA NO DEBE SER VAC�A. Mucho saludo no dice nada y lo dice en serio. El saludo de Pablo es muy amplio y lleno de significado. �l desea para los corintios la gracia o el favor de Dios y de Cristo, el amor divino que se manifestar� hacia ellos. "A su favor est� la vida" (Salmo 30:5). Toda bendici�n de Dios para ser su porci�n. Y la paz como resultado de esto: la seguridad interior de la amistad de Dios, que el pecado es perdonado, que "todas las cosas son tuyas". Bajo los t�rminos del saludo apost�lico, todo lo bueno, ya sea providencial o espiritual, temporal o eterno, est� incluido.

VI. LA SALUDACI�N CRISTIANA DEBE SALVAR MUCHO DE CRISTO.

1. Aqu� Cristo es frecuentemente nombrado; pero de ninguna manera afectada o inclinada. Es una pena que cuando los hombres hablan de Cristo en una relaci�n amistosa, a menudo se vuelven intensamente antinaturales. La sagrada naturalidad de Pablo cuando habla de su Maestro es refrescante.

2. Aqu� hay mucho del esp�ritu de Cristo. El saludo respira amor, ternura, generosidad, gran coraz�n y simpat�a intensa. H.

1 Corintios 1:1

El acercamiento a la reprensi�n.

La ocasi�n de esta carta fue en gran parte provista por la necesidad de reprensi�n. La Iglesia de Corinto hab�a errado gravemente. Reprimir es con frecuencia doloroso, pero cuando se le pide no debe ser rechazado; no reprender en tales circunstancias es crueldad sin aleaci�n. Reprimir, a menudo doloroso, siempre es peligroso. Por maladroitness podemos f�cilmente conducir a los hombres desde la derecha en lugar de atraerlos hacia ella. La reprimenda imprudente se suma a los enfermos. Necesitamos prepararnos para la reprensi�n si cuando la alcanzamos no merecemos su imposici�n, tenga en cuenta el procedimiento apost�lico. Tenemos aqu� uno de los mejores ejemplos de preparaci�n de las mentes de los hombres para una censura merecida.

I. OBSERVE ALGUNAS CARACTER�STICAS GENERALES DE ESTA DIRECCI�N PREPARATORIA. Encontramos en ella:

1. Cortes�a Un saludo gracioso y gracioso. El ap�stol no se apresura a pronunciar palabras duras. No muestra ganas de condenar. La aspereza y la groser�a no agregan fuerza a la amonestaci�n.

2. Cari�o. Esto impregna cada oraci�n y culmina con la apertura del d�cimo verso, "Ahora te ruego", etc. El amor mantiene en la mejilla la autoridad apost�lica y la justa indignaci�n. No lesionaremos a los delincuentes am�ndolos mucho. Nada puede hacer que la reprensi�n sea m�s reveladora que administrar un amor no afectado antes y despu�s y con �l. Si los hombres ven que no estamos dispuestos a reprenderlos, ser� mucho m�s probable que acepten nuestra reprimenda. Disfrutar la reprensi�n es demostrar nuestra total incapacidad para ello.

3. Candor. La condena no debe ser mayorista. Algunos no pueden ver m�s que fallas en los que erran, pero el ap�stol percibe las excelencias. tie reconoce generosamente el logro espiritual y la investidura. Cegar nuestros ojos a lo bueno es dejarnos impotentes para eliminar lo malo. Muchas reprimendas han empeorado debido a la falta de honestidad estricta en el reprensor. El "amigo sincero" a menudo ha resultado muy poco espl�ndido.

4. Sabidur�a.

(1) Convierte el pensamiento de los corintios en su unidad ( 1 Corintios 1:2). Su mensaje es para ellos como un solo pueblo en Cristo: "La Iglesia ... en Corinto", no las Iglesias. La Iglesia de Dios, no de muchos l�deres. En la actualidad tendr� que censurarlos por falta de unidad.

(2) Ora para que tengan m�s "gracia". Pronto les mostrar� que lo necesitan. La Iglesia se ha jactado de su poder humano; Pablo piensa que su gran necesidad es el poder de Dios: iluminaci�n, gu�a, ayuda desde arriba.

(3) �l desea que puedan tener "paz" de Dios, no sin tener en cuenta sus divisiones y disputas. �l est� sabiamente preparando su camino.

5. Ausencia de pomposidad y de asunci�n de superioridad. No es el gran hombre hablando al infinitesimal; ni lo impecable para lo completamente depravado. Pablo se acerca lo m�s posible a los corintios. Parece recordar que su Maestro fue creado "a semejanza de los hombres" ( Filipenses 2:7). "No te acerques a m�, porque soy m�s santo que t�", es probable que haga que las personas mantengan su distancia y no tengan nada que ver con nosotros ni con nuestras palabras. No sin sabia humildad tiene "Sosthenes nuestro hermano" un lugar en el saludo.

6. Sin embargo, la autoridad apost�lica no se pierde de vista. Puede ser bueno demostrar que tenemos derecho a la reprensi�n, que no estamos asumiendo una oficina a la que no tenemos derecho. Las repreguntas deben provenir de los cuartos adecuados. Pablo fue el "ap�stol de Jesucristo por la voluntad de Dios". Estaba manifiestamente dentro de su provincia se�alar imperfecciones en la Iglesia Cristiana y reprender a los malvados.

II TENGA EN CUENTA CUANTO ANTES SE ESFORZA PARA VOLVER SUS PENSAMIENTOS A DIOS Y A CRISTO. Esta es, quiz�s, la caracter�stica m�s llamativa de estos versos introductorios. Lea el pasaje y observe la cantidad extraordinaria de veces que se hace menci�n de Dios y de Cristo. La conexi�n de esto con la reprensi�n venidera es evidente. Los corintios se han olvidado de Dios y, por lo tanto, se han extraviado. Cristo se ha vuelto cada vez menos para ellos, y por eso han pecado cada vez m�s. Nos peleamos entre nosotros muy f�cilmente cuando nos alejamos de nuestro Maestro. Crecemos carnales r�pidamente cuando Dios comienza a desmayarse de nuestros pensamientos. Con sabidur�a celestial, el ap�stol inunda las mentes de los corintios con pensamientos de Dios y de Cristo. Si pueden ser llevados a la luz de la presencia Divina, ver�n su corrupci�n y, una vez m�s ante Jehov�, estar�n preparados para recibir y no resentir una reprensi�n merecida y muy necesaria. Si pueden ser tra�dos nuevamente dentro de la influencia atractiva del maravilloso auto sacrificio y el amor de su Se�or, el yo ser� crucificado, el orgullo humillado y la vida y el servicio agradecidos obligados. Nota m�s particularmente:

1. El ap�stol rastrea su apostolado con Cristo y Dios. Se presenta ante los corintios como el representante designado de su Se�or. La posici�n que asume le fue dada por Cristo a trav�s de la voluntad de Dios. Somos lo que Cristo nos hace.

2. Son la Iglesia de Dios, santificada en Cristo Jes�s, y su unidad con todos los dem�s cristianos es a trav�s de Cristo ( 1 Corintios 1:2).

3. Todo lo que han recibido, y en lo que tanto se glor�an, ha venido de Dios y de Cristo ( 1 Corintios 1:4).

4. Su posici�n correcta es esperar la revelaci�n de Cristo ( 1 Corintios 1:7).

5. Su continuidad en la fe y su perfecci�n finalmente dependen de Cristo.

6. Al principio fueron llamados por Dios a la comuni�n de Cristo. Los recuerdos del tiempo de conversi�n son potentes. As�, Pablo se esfuerza en todos los sentidos para llevar a los corintios a su Padre y a su Se�or. La batalla de la reprensi�n cristiana se gana a medias cuando los pensamientos de gracia de Dios y Cristo son revividos. Es probable que los cristianos errantes vuelvan a sus cabales cuando son llevados a su Maestro.

III. EL AP�STOL RECUERDA A SUS LECTORES DE CIERTAS COSAS, Y DE ESTA MANERA LOS PREPARA PARA LO QUE DEBE SEGUIR.

1. Su profesi�n cristiana. Est�n santificados o se supone que est�n. Son conocidos como "santos" y, por lo tanto, deber�an vivir como tales.

2. Misericordias pasadas, privilegios, honores. ( 1 Corintios 1:4.) Estos son muchos argumentos para buscar el placer Divino y no el suyo. Y esto solo se puede hacer renunciando al mal y uni�ndose al bien. Todos los redimidos tienen la obligaci�n infinita de vivir para el Se�or.

3. La fidelidad de Dios a ellos. ( 1 Corintios 1:9.) Un gran argumento de que deber�an ser ejemplares para �l y su reino.

4. Lo que est�n esperando. ( 1 Corintios 1:7.) Pronto estar�n en la presencia visible de Cristo. No estamos lejos del juicio. Bien, podemos soportar la reprensi�n aqu�, para poder escapar de la reprensi�n all�.

1 Corintios 1:10

Divisiones en la Iglesia.

�Cu�ntos han sido desde que Pablo escribi�! �Cu�ntos de ellos surgen directamente de la debilidad humana, locura o maldad! �Cu�n ajeno al verdadero esp�ritu del cristianismo y a la oraci�n de Cristo: "Para que todos sean uno"!

I. UN GRAN MAL. Causa de:

1. Debilidad. Cooperaci�n obstaculizada. Fuerza gastada en oponerse entre s� en lugar del pecado y Satan�s. Gran oportunidad ofrecida para el ataque sat�nico. La Uni�n hace la fuerza; La divisi�n es debilidad.

2. Esc�ndalo. El desprecio del mundo no solo se experimenta, sino que se lo merece en gran medida. La Cabeza de la Iglesia es deshonrada. El renovador de la sociedad muestra su propia necesidad de renovaci�n. Satan�s ha logrado un triunfo en la misma Iglesia fundada para derrocarlo.

3. Sentimiento no cristiano. La unidad engendra m�s amor; divisi�n m�s odio. Las disputas de la iglesia a menudo han resultado ser m�s amargas. Una Iglesia unida es un Elim, una Iglesia dividida un Marah.

4. Obst�culo para los incr�dulos. Las conversiones se mantienen por divisiones de la Iglesia. Los hombres que buscan la paz dudan en lanzarse a su suerte con aquellos que vuelan en la garganta del otro. La puerta del estrecho a veces est� bastante bloqueada por disputas y peleas entre cristianos. Un Cristo crucificado invita, y una Iglesia dividida repele al pecador. Los hombres pueden encontrar mucha divisi�n, extra�amiento, odio y lucha en el mundo, sin molestarse en ingresar a la Iglesia. La divisi�n de la iglesia es un obst�culo serio para el incr�dulo, y a menudo hace que contin�e siendo incr�dulo.

II SURGEN DE VARIAS CAUSAS.

1. Con frecuencia, como entre algunos en Corinto, del favoritismo hacia los l�deres de la Iglesia. Este favoritismo puede ser:

(1) Con respecto a las cualidades personales o la posici�n. Apolos era elocuente y cautivador; Paul espiritual y simple; Cephas ten�a un encanto peculiar a trav�s de su larga asociaci�n con Cristo, y representaba el elemento jud�o en las mentes de los corintios. En lugar de disfrutar a todos los maestros en com�n, la locura sugiri� divisi�n y monopolio, y por lo tanto p�rdida total.

(2) Con respecto a las tendencias doctrinales reales o supuestas. Algunos en Corinto, enamorados de la "sabidur�a de las palabras" y las filosof�as de los hombres, con sus antiguas y s�lo medio descartadas creencias suplicando poderosamente, se inclinan hacia el brillante erudito de Alejandr�a, que parece favorecer un sistema m�s racionalista que ese. de Paul. Otros, con prejuicios jud�os a�n fuertes, podr�an refugiarse bajo el nombre de Cephas, ya que intentaron combinar el cristianismo y el juda�smo con un gran sacrificio de los primeros. Entonces, como ahora, los hombres se preguntaban qu� doctrinas les gustaban y se aferraban a ellas. En lugar de buscar "la mente del Se�or", somos muy propensos a buscar nuestras propias mentes; y entonces, �qu� maravilla si hay "divisiones entre nosotros"? Si se buscara la verdad en lugar de fabricarse, �cu�nta m�s unidad de doctrina y pr�ctica habr�a en la Iglesia de Cristo!

(3) A trav�s de la disposici�n carnal para exaltar al sirviente indebidamente, perdiendo de vista al Amo. Es m�s f�cil seguir a los hombres que seguir a Cristo. Hay una gran cantidad de paganos en nosotros: nos encanta tener un dios a quien podamos ver. Somos muy parecidos a los israelitas cuando Mois�s subi� al monte; y no es, por lo tanto, muy sorprendente si pronto descubrimos que nuestro nuevo maestro y gu�a es un becerro hermoso y resplandeciente. Solo Cristo es apto para ser supremo en nuestra vida. Directamente ponemos a los hombres en su lugar, comenzamos a seguir lo que es imperfecto, y dibujamos su imperfecci�n sobre nosotros y dentro de nosotros.

2. Algunas veces, como con una secci�n en Corinto, por repudio de todos los l�deres terrenales. "No somos de Pablo, ni de Apolos, ni de Cefas; somos de Cristo". Esta posici�n ha sido asumida en tiempos posteriores. Posee no poca plausibilidad, pero la investigaci�n revela su verdadero car�cter. Uno ha dicho bien de la secci�n de Corinto: "No fue en ning�n esp�ritu cristiano que establecieron su pretensi�n de ser de Cristo". Ese amor a Cristo es m�s que sospechoso, lo que ignora a sus siervos acreditados. No es un gran cumplido para un rey rechazar a su embajador. El ap�stol podr�a decir: "Somos embajadores de Cristo". Cristo tiene un ministerio que no debe ser ignorado. Como los siervos de Cristo nunca deben ser puestos en el lugar de Cristo, as� el lugar de los siervos de Cristo no debe quedar vac�o. No es improbable que quienes afirmaban ser "de Cristo" afirmaran ser los �nicos cristianos en Corinto. Es posible llorar, "�Se�or, Se�or!" muy fuerte, y no tener nada del Esp�ritu de Cristo. Ese hombre no pod�a saber nada verdaderamente de Cristo que no reconoci� en el Ap�stol Pablo a un verdadero servidor del gran Maestro.

III. C�MO SER TRATADO

1. En un esp�ritu de mansedumbre. "Te suplico", no "te mando". La asunci�n y la arrogancia ampl�an la brecha.

2. En el amor "Hermanos": no reproches, parias, herejes. Las palabras duras hacen corazones duros.

3. Con discreci�n. Paul muestra discreci�n al no mencionar a Cephas o Apollos despu�s de 1 Corintios 1:12. No se opone m�s a las partes bajo sus nombres que a la que est� bajo su nombre. Es muy sugerente que parezca castigar a su propio partido principalmente. Se opuso a todas las partes. Por s� mismo, solo quer�a su posici�n leg�tima. Rechazar a nuestros propios seguidores por seguirnos de manera indebida y objetiva es, de hecho, un signo de gracia en el coraz�n, y tambi�n de sabidur�a celestial.

4. Con franqueza. "La ocultaci�n y el misterio siembran la desconfianza y destruyen el amor".

5. Al dirigir los pensamientos hacia Cristo. Un Cristo escondido hace una Iglesia dividida. Si vi�ramos al Maestro m�s claramente, deber�amos ver mejor el lugar correcto de los sirvientes. Pablo suplica, no por su propio bien, sino por el de Cristo. No tem�a que esto alentar�a a los que dijeron: "Somos de Cristo". Les mostr� el verdadero Cristo. Esta fue la mejor medicina para su dolencia espiritual. Hab�an estado haciendo un Cristo para ir delante de ellos. Muchos falsos Cristos son adorados y servidos.

6. Por argumento. La razonabilidad de la unidad. Pablo insta a que Cristo no sea y no pueda ser dividido, y que si los corintios son de Cristo, tampoco deber�an ser divididos. Como solo hay una Cabeza de la Iglesia, debe haber un solo cuerpo. Por divisiones, Cristo parecer� desgarrado. Los maestros no son centros de unidad; para una unidad perfecta no puede haber sino un centro, es decir, Cristo.

7. Al tomar un curso irreprensible. Paul no har� nada para fomentar la divisi�n. En su condena, como hemos visto, sacrifica primero a su propio partido y ridiculiza la idea de la exaltaci�n indebida de s� mismo: "�Fue crucificado Pablo por ti?" Muchos tratan de sanar las divisiones de la Iglesia abatiendo a sus oponentes y exalt�ndose a s� mismos. Pablo es singularmente claro en este asunto; �l reprende duramente a aquellos que transformar�an a Pablo en Papa. Evitando todas las ocasiones de aumentar el mal, se regocija de no haber bautizado a muchos corintios, para que esto no sea llevado a un intento de adquirir preeminencia y, en consecuencia, deshonrar al Cristo preeminente. Algunas divisiones de la Iglesia pueden parecer necesarias: por ejemplo, cuando los profesores caminan desordenadamente o adoptan puntos de vista err�neos. Puede ser entonces nuestro deber separarnos; sin embargo, debemos preservar el esp�ritu de caridad y tratar de ser los m�s leales a Cristo. �Pero cu�ntas divisiones de la Iglesia son m�s o menos despu�s del tipo corintio!

1 Corintios 1:17

La predicaci�n de la cruz.

I. LA CRUZ DEBE SER PREDICADA. El evangelio no puede ser predicado a menos que lo sea la cruz. La cruz es el hecho central. El punto central de las Escrituras se encuentra en "Cristo crucificado". Sin la cruz, el cristianismo se vuelve sin sentido y sin poder. La salvaci�n y la cruz est�n indisolublemente unidas: la cruz habla del derramamiento de sangre, "y sin derramamiento de sangre no hay remisi�n" ( Hebreos 9:22).

II LA CRUZ DEBE SER PREDICADA SIMPLEMENTE. Como se llama "no muchos sabios", es razonable que la mente imprudente y simple se tenga especialmente en cuenta. La ofensa de la cruz no debe ser disminuida por la "sabidur�a de las palabras". El conocimiento del significado de la cruz es la necesidad m�s profunda del mundo; todas las cosas deber�an estar subordinadas a transmitir ese conocimiento con la mayor claridad y plenitud. Los hombres no pueden salvarse por elocuencia, filosof�a o aprendizaje; pueden por la cruz. "Los grandes predicadores han sido oradores naturales, no ret�ricos o actores". El mayor cuidado es necesario para que, por el car�cter de nuestra predicaci�n, la cruz de Cristo no tenga ning�n efecto. Algunas predicaciones parecen dise�adas para el mismo prop�sito y tienen �xito deplorablemente.

III. LA CRUZ DEBE SER PREDICADA, SIN DESTACAR SU RECEPCI�N DESFAVORABLE Algunos, de hecho, la reciben con toda alegr�a, pero nuestra obligaci�n de predicarla no depende de su recepci�n. Siempre podemos recordar que la cruz es lo que los hombres quieren, aunque puede que no sea lo que desean.

1. Para el jud�o, la cruz era una piedra de tropiezo, buscaba m�s un militar que un m�rtir Mes�as, alguien que lo hiciera sonar con trompeta y espada, no con ignominia y muerte. Si debe creer, debe tener signos del cielo ( 1 Corintios 1:22), intervenciones milagrosas y no una reiteraci�n del evento, que fue el mayor esc�ndalo en su mente, y lo que m�s conmocion� sus prejuicios y expectativas . El jud�o puso la cruz muy abajo. Podemos convertir cualquier cosa en un obst�culo si solo lo ponemos lo suficientemente bajo.

2. Para el griego, la cruz parec�a una tonter�a. Que la gran revelaci�n que �l y el mundo hab�an estado buscando durante tanto tiempo deber�a venir a trav�s de un jud�o crucificado, y estar m�s estrechamente asociado con esa crucifixi�n misma, le pareci� demasiado absurda, le habr�a dado la bienvenida a un fil�sofo con una nueva filosof�a. buscado sabidur�a, es decir, su sabidur�a. En la cruz hab�a una sabidur�a demasiado profunda para que incluso su agudo ojo pudiera discernir, y as� lo llam� locura. Pensaba que la cruz era poco profunda, porque �l tambi�n era poco profundo, aunque poco lo sospechaba. Adem�s, deseaba una demostraci�n filos�fica sobre asuntos de religi�n, y ten�a un gran horror por la "fe". Y su orgullo fue herido (y lo que hiere a nuestro orgullo es siempre una locura). Que todos deben llegar a Dios de la misma manera, haciendo una confesi�n similar de pecado e impotencia, estaba en conflicto con sus ideas m�s preciadas. El acercamiento de los b�rbaros a la cruz lo convirti� en una forma de tonter�a para los griegos. Hay muchos "griegos" ahora.

IV. LA CRUZ DEBE SER PREDICADA CON EL CONOCIMIENTO DE QUE FUNCIONA COMO UNA GRAN PRUEBA DE CONDICI�N. El car�cter de su recepci�n indica la condici�n de quienes escuchan. Para algunos es una tonter�a, pero solo para aquellos que est�n pereciendo. �Solo para ellos! Son tan ciegos que el brillo de la cruz es la oscuridad. Para otros es el poder de Dios y la sabidur�a de Dios, y ellos son los salvos. Son "jud�os y griegos" ( 1 Corintios 1:24). La nueva naturaleza ha conquistado lo viejo. Todo cambia cuando el coraz�n est�. Estos jud�os buscaban el poder; estos griegos buscaban la sabidur�a; y aqu� ambos fueron encontrados cuando jud�os y griegos respondieron al llamado Divino.

1. Bien podemos preguntarnos: �Qu� es la cruz para nosotros? La respuesta indicar� si estamos pereciendo o siendo salvos. La predicaci�n de la cruz para nosotros es una prueba personal.

2. Al predicar la cruz, debemos esforzarnos y orar para que no sea una tonter�a para nuestros oyentes, sabiendo lo que esto indicar�a.

3. Al predicar la cruz, no debemos estar demasiado desconcertados si los hombres reciben nuestro mensaje de necedad. Esto no indicar� fallas en la cruz, sino en aquellos que escuchan su historia, aunque, por supuesto, puede haber fallas en nuestro modo de contar esa historia.

V. LA CRUZ DEBE SER PREDICADA CON EL RECUERDO DEL FALLO DE LA SABIDUR�A DE LA TIERRA. Esquemas antiguos de fil�sofos que tienen alguna indicaci�n externa de sabidur�a, �qu� ha sido de ellos? "�D�nde est� el sabio?" �D�nde est�n los escribas y sus mejoras sobre la Ley Divina? Dios ha hecho en el transcurso de los siglos toda esa "sabidur�a" para convertirse en una locura, una locura reconocida. "El mundo por sabidur�a no conoc�a a Dios". La sabidur�a humana no le dio al mundo m�s piedad, sino mucho m�s orgullo. La sabidur�a humana ha fallado m�s atrozmente en toda la l�nea para redimir y regenerar a los hombres. Calvin dice sin rodeos: "Aqu� debemos notar cuidadosamente estas dos cosas: que el conocimiento de todas las ciencias es un mero humo donde la ciencia celestial est� deseando, y el hombre con toda su agudeza es tan est�pido para obtener de s� mismo el conocimiento de los misterios de Dios como un asno no est� calificado para entender las armon�as musicales ". Si la cruz falla, el fracaso es universal. H.

1 Corintios 1:26

El humilde estado de la Iglesia.

I. EL HECHO. No muchos sabios seg�n la carne, poderosos, nobles, contados entre los partidarios del cristianismo. Esto era cierto en los d�as apost�licos; es en gran parte cierto en el nuestro. El cristianismo no fue establecido por el poder mundial. El Fundador y sus disc�pulos eran pobres y de posici�n social humilde, y en las filas de los primeros cristianos eran relativamente pocos los que pose�an medios, aprendizaje o rango. El cristianismo no ha sido preservado ni promulgado por el poder mundial. Esto a veces se ha llamado en su ayuda, pero la "llamada" a menudo ha sido del hombre m�s que de Dios. La "ayuda" ha sido con frecuencia una lesi�n. El "brazo de carne" ha obstaculizado m�s que ayudado. La Iglesia no debe arrebatarle el poder mundial; Esta no es su fuerza. El aprendizaje santificado, la influencia y la posici�n son de gran servicio; pero estas cosas en s� mismas, no santificadas, mientras que para el juicio carnal que promete la mayor ventaja de se�al, a menudo operan como una maldici�n no mitigada. Podemos exigir la causa de la exclusi�n como resultado del libre albedr�o. Y podemos estar seguros de que ning�n llamado de Dios viola la responsabilidad humana.

1. El sabio seg�n la carne. Estos, como los griegos ( 1 Corintios 1:22), a menudo est�n tan llenos de sabidur�a humana como para no preocuparse por lo Divino, tan absortos al tratar de conocer las cosas terrenales como para tener poco tiempo libre para los celestiales. Se fomenta el orgullo, y el orgullo impide el camino a Cristo y a Dios. Es dif�cil para un hombre muy "sabio" convertirse en "como un ni�o peque�o" ( Lucas 18:17). "Las puertas del cielo no est�n tan arqueadas como los palacios de los pr�ncipes; los que entran all� deben arrodillarse". Los sabios despu�s de la carne son propensos a tener piernas r�gidas. Cuando buscamos la sabidur�a terrenal debemos cuidar su tendencia. El conocimiento humano es bueno, pero debe mantenerse en su lugar adecuado, y ese no es el primer lugar.

2. El poderoso. A menudo sujetos de adulaci�n; tienen tantos a sus pies que les resulta dif�cil sentarse a los pies de Jes�s. La autosuficiencia excesiva no fomenta la confianza de Cristo. Un sentido de suficiencia es muy antag�nico con "Dios, s� propicio a m�, pecador". Los poderosos no suelen ser demasiado poderosos, para que puedan prescindir de Cristo. Los poderosos conocen su poder, mientras que lo que los hombres necesitan es conocer su debilidad.

3. Los nobles. Los lugares altos son resbaladizos. El dominio de las tentaciones es genial. La riqueza, que a menudo acompa�a a la posici�n, multiplica las trampas. La estaci�n alta a menudo engendra un sentido de excelencia; pero para entrar en el reino necesitamos sentir nuestra falta de excelencia. Es f�cil ser grande entre los hombres y muy poco ante Dios. La nobleza terrenal y la celestial son dos �rdenes a menudo en sorprendente contraste. Nota: Los hombres se esfuerzan ansiosamente por ser sabios seg�n la carne, poderosos, nobles, ricos, y al mismo tiempo est�n construyendo barreras entre ellos y Dios. Cu�n bien comprometer nuestros caminos a la gu�a de la sabidur�a infalible de Dios; pedirle que "elija nuestra herencia para nosotros" (Salmo 47:4); para dar o retener como mejor lo ve!

II EL PROP�SITO. Al considerar a la Iglesia como d�bil y sin influencia, podr�amos sentir un poco de abatimiento en cuanto a su futuro. "�C�mo va el cristianismo?" Podr�a escapar de nuestros labios. Por lo tanto, los hombres a menudo est�n muy ansiosos por cuidar el cristianismo en lugar de estar muy ansiosos de que el cristianismo los cuide. En cierto sentido, la idea de defender la fe es monstruosa y absurda: no somos nosotros quienes defendemos la fe, es la fe la que nos defiende. El asunto se aclara con la revelaci�n de un prop�sito Divino. Dios dise��:

1. Para mostrar su poder. �l probar�a que las agencias d�biles en sus manos son infinitamente m�s poderosas que las m�s grandes e influyentes, no tan ubicadas. Una "ca�a magullada" en su mano es m�s que una espada en la de otro. Los hombres piensan que las "cosas vistas" son poderosas; lo que no se ve es mucho m�s. Las cosas necias confundieron a los sabios, las cosas d�biles a los poderosos, la base y las cosas despreciadas a las muy estimadas, porque Dios estaba en lo primero y no en lo segundo. �C�mo se ilustr� esto en la Iglesia primitiva! �La tonter�a de la predicaci�n rompiendo en todas partes los sistemas filos�ficos "sabios"; los d�biles disc�pulos triunfando sobre el poder mariscal de Roma; una Iglesia, que se jactaba de ser su fundador, un campesino crucificado, y que pose�a poca riqueza, influencia o aprendizaje humano, se extend�a en todas las manos y destru�a las idolatr�as venerables en los tiempos y poderosos en los adherentes. "Dios se mueve de una manera misteriosa". Es Dios movi�ndose. Una Iglesia est� hecha, no por los hombres que entran, sino por el Dios que entra. La Iglesia necesita m�s divinidad. Aqu� hay consuelo para los d�biles conscientes. Lloramos: "�Qui�n es suficiente para estas cosas?" Solo hay una respuesta: �Dios!

2. Para humillar el orgullo humano. "Que ninguna carne se glor�e en su presencia". El orgullo del hombre floreci� en la ca�da. La estratagema exitosa tom� esta forma: "Ser�is como dioses". Este orgullo ha sido la maldici�n de la existencia del hombre: lo ha separado de Dios y ha llevado a una temible multiplicaci�n de la transgresi�n. Cuando Dios obra en el hombre, un primer efecto es la humillaci�n del orgullo. El orgullo del hombre, que es totalmente del diablo, ha convencido al hombre de que �l es Dios. Dios, en la formaci�n y continuidad de su Iglesia en la tierra, dio un golpe mortal contra el orgullo humano y mostr� cu�n impotentes eran las cosas m�s poderosas del hombre cuando se enfrentaba con el poder divino que trabajaba a trav�s de los m�s d�biles. La lecci�n es que en adelante no debemos gloriarnos en los hombres, ni en nosotros mismos ni en los dem�s, sino que debemos gloriarnos en el Se�or. Cuando nos sentimos humildes a sus pies, estamos en nuestra postura correcta; cuando reconocemos que solo con �l hay poder y dominio y verdadera sabidur�a, estamos en nuestras mentes correctas.

1 Corintios 1:30

Lo que Cristo es para el creyente.

�Qu� es Cristo para nosotros? Esta es una gran pregunta muy importante. La respuesta es una respuesta a todas las preguntas vitales que respetan nuestro presente y futuro. Para Dios, Cristo es mucho; a los �ngeles, mucho; para muchos hombres, nada: una mera "ra�z de tierra seca" ( Isa�as 53:2). Que para nosotros Para el creyente, Cristo es:

I. SABIDUR�A. Este es el suministro de una gran necesidad, porque aunque en el mundo se habla mucho de sabidur�a, hay muy poca posesi�n. Todo fil�sofo ha venido con la promesa de la sabidur�a, �pero qu� pocos con el cumplimiento! Las grandes preguntas de la vida no han encontrado respuestas satisfactorias incluso en los sistemas humanos m�s profundos. Pero Cristo se hizo para nosotros la verdadera sabidur�a. De �l aprendemos qu� elegir, rechazar, perseguir, disfrutar, en la vida diaria. �l ense�a a vivir. El es el Revelador de Dios. Tenemos destellos del Ser Divino, pero no lo conocemos hasta que lo conocemos a trav�s de Cristo. "Ninguno de los dos conoce al Padre, sino al Hijo, y a quienquiera que el Hijo lo revele" ( Mateo 11:27). Nos hace sabios en un verdadero conocimiento de Dios. Por medio de �l somos hechos sabios para la salvaci�n. Nos revela el futuro, y al mismo tiempo nos instruye en la preparaci�n adecuada para ello. Cuanto m�s cerca est� nuestra uni�n con Cristo, m�s sabios seremos; cuanto m�s de Cristo tenemos, m�s sabidur�a tenemos. Cuando se complete la uni�n, lo sabremos incluso como se nos conoce. Esta es una sabidur�a que no se convertir� en nada ( 1 Corintios 2:6).

II JUSTICIA. Nuestro estado natural es pecaminoso; nuestras justicias como "trapos sucios", es decir, completa injusticia. Pero cuando recibimos a Cristo, su justicia nos es imputada; Como nuestro Representante, el segundo Ad�n, �l fue justo para nosotros en su obediencia a la Ley Divina, y satisfizo los reclamos de justicia Divina en su muerte. Entonces clamamos: "El Se�or, nuestra justicia". �l tom� nuestros pecados y nos dio su justicia. Esta justicia es

(1) perfecto,

(2) aceptado por Dios, y as�

(3) de justificar la eficacia.

III. SANTIFICACI�N. Necesitamos no solo la justicia imputada, sino la justicia realizada; no solo justificaci�n, sino purificaci�n, regeneraci�n; no solo una alteraci�n vital en nuestra relaci�n con Dios, sino una alteraci�n vital en nosotros mismos. "De cierto, de cierto te digo, que si un hombre no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios" ( Juan 3:3). A trav�s de Cristo recibimos el Esp�ritu Divino, que nos renueva y nos conforma a Cristo. �l nos transforma a la semejanza de Cristo, y cuando nuestra santificaci�n sea completa, seremos "como �l". "Si alg�n hombre est� en Cristo, �l es una nueva criatura" ( 2 Corintios 5:17).

IV. REDENCI�N. Cristo nos redime de la maldici�n del pecado, pero aqu� se hace referencia a la redenci�n final de la corrupci�n, el dolor, el peligro, el dolor, la muerte, los frutos del pecado, que al final experimentaremos si somos de Cristo. Esta redenci�n incluye la redenci�n del cuerpo. �Qu� brillante es la perspectiva del creyente! Bien puede �l "gloriarse en el Se�or". Nota:

1. Cristo es sabidur�a, justicia, santificaci�n y redenci�n, solo para aquellos que est�n en �l. Estar en Cristo es creer en �l, amarlo, servirlo, seguirlo.

2. Es a trav�s de Dios, solo de la gracia Divina, que podemos estar en Cristo: "De �l sois vosotros en Cristo Jes�s". Dios le dio a Cristo; Dios nos llama a encontrar la salvaci�n y toda bendici�n en Cristo; y la fe misma es el don de Dios ( Efesios 2:8). Como nadie viene al Padre sino por el Hijo ( Juan 14:6), as� nadie viene al Hijo sino por el Padre ( Juan 6:44). Todas las alabanzas de nuestra salvaci�n deben rendirse a Dios: "Seg�n est� escrito: El que se glor�a, glor�ese en el Se�or". - H.

HOMILIAS DE E. BREMNER

1 Corintios 1:1

El saludo.

Como es habitual en las Ep�stolas de Pablo, este prefacio contiene el nombre del escritor, las personas a las que se dirigi� y una oraci�n de bendici�n. Tenemos-

I. AUTORIDAD APOST�LICA. La autoridad de Pablo como ap�stol fue menospreciada por algunos en Corinto, quienes lo consideraban inferior a los doce. Cada una de las facciones opuestas ten�a su maestro favorito ( 1 Corintios 1:12), y el esp�ritu de partido los llev� a denunciar a todos menos a los suyos. En oposici�n a esto, el ap�stol abre su carta presentando sus credenciales. Como ap�stol, �l era:

1. Llamado No se hab�a ocupado de este cargo.

2. Llamado por Jesucristo. No hab�a sido elegido por la Iglesia, ni comisionado por ninguno de los doce, sino que hab�a sido designado y consagrado directamente por el mismo Se�or. "No de los hombres, ni a trav�s del hombre, sino a trav�s de Jesucristo y Dios el Padre" ( G�latas 1:1).

3. Llamado por la voluntad de Dios. Este es el terreno definitivo. Su apostolado se basa en la autoridad divina. Al magnificar as� su oficio ( Romanos 11:13), Pablo muestra su propia humildad. Aprender:

(1) Todo verdadero trabajador tiene un llamado a su trabajo. Esto es cierto tanto para el trabajo secular como para el espiritual. La aptitud natural, la posici�n hereditaria, las circunstancias providenciales, pueden indicar claramente a cada hombre su vocaci�n. Para el oficio espiritual debe haber un llamado espiritual: el llamado de Cristo. �Qu� travesura se hace en la Iglesia y en el mundo por los hombres que se meten en el cargo sin un llamado!

(2) La conciencia de este llamado es una fuente de fortaleza. Que un hombre tenga la seguridad de que est� haciendo el trabajo que Dios le asign�, y que nada se le presentar�; pero si duda, es d�bil. El ap�stol, el predicador, el misionero, el maestro, necesitan sobre todo tener esta seguridad.

(3) Mire bien las credenciales de todos los que profesan hablar en el Nombre de Cristo. "Probar los esp�ritus, si son de Dios" ( 1 Juan 4:1). Seguir a un falso profeta es tan peligroso como negarse a escuchar a uno verdadero.

II MARCAS DE LA IGLESIA. La descripci�n de aquellos a quienes Pablo escribe nos da algunas notas de la Iglesia de Cristo. Sus miembros son:

1. Llamado Esta designaci�n est� impl�cita en la palabra traducida "Iglesia" (????????), que es el cuerpo de los que han sido llamados del mundo. Hay un llamado externo e interno: la invitaci�n del evangelio dirigida a todos, y el llamado efectivo del Esp�ritu Santo de acuerdo con el cual el pecador surge y viene a Cristo. Esta �ltima es la llamada a la que se hace referencia aqu�. Cada creyente ha salido de su antigua posici�n en obediencia a una convocatoria Divina. La obra de gracia en el coraz�n no es una cuesti�n de restricci�n. Es un llamado dirigido a hombres con un poder tan dulce y persuasivo que no pueden sino acudir al que llama.

2. Consagrado. Esta es la ra�z del pensamiento en las palabras "santificar" y "santos". El creyente est� separado del mundo por el llamado Divino y apartado para Dios. Israel era el pueblo de Jehov�, sagrado para �l. Los animales dedicados al sacrificio nunca podr�an convertirse en un uso com�n. Aun as�, los cristianos "no son suyos" (1 Cor 5: 1-13: 19, 20), sino "sacrificios vivos" para Dios ( Romanos 12:1). Son "una raza elegida, un sacerdocio real, una naci�n santa, un pueblo para la posesi�n de Dios" ( 1 Pedro 2:9). �Qu� factor poderoso en la vida cristiana deber�a ser este pensamiento de consagraci�n! �Dedicado en Cristo Jes�s a Dios!

3. Santo Esto se deduce naturalmente de la marca anterior. La consagraci�n y la santidad son los elementos de la santificaci�n. Los creyentes est�n llamados a la santidad ( 1 Pedro 1:15). Est�n separados del mundo en pie para que puedan separarse de �l en car�cter ( 2 Corintios 6:14). La Iglesia en Corinto exist�a en medio de una comunidad que era terriblemente corrupta. �Qu� significantes para ellos estas marcas de consagraci�n y santidad! Su vida cristiana no podr�a estar a salvo si no se mantuvieran alejados del mal que los rodeaba y se consideraran santos para el Se�or. Los creyentes ahora, como entonces, deben mantenerse "intactos del mundo", por el bien de su salud espiritual y su misi�n como la "sal de la tierra".

4. Orante. Ellos "invocan el Nombre de nuestro Se�or Jesucristo". Lo adoran como Se�or. Esta es la marca distintiva de los cristianos en todas partes. "Honran al Hijo as� como honran al Padre" ( Juan 5:23). El creyente es un hombre de oraci�n. Jesucristo es para �l una presencia viva, cerca de escuchar y ayudar. Lo adora en la gloria manifestada de su persona y la perfecci�n de su trabajo. Un cristiano sin oraci�n es una contradicci�n en los t�rminos.

5. Uno en un Se�or com�n. La Iglesia Cat�lica es una en Cristo. La verdadera unidad no consiste en nada externo, como en una cabeza visible, un credo id�ntico, un gobierno uniforme; pero en uni�n espiritual con el Se�or Jesucristo. Por lo tanto, las divisiones geogr�ficas, las diferencias denominacionales, no destruyen la unidad de la Iglesia. Todos los creyentes son ramas de la misma vid ( Juan 15:5), miembros del mismo cuerpo ( 1 Corintios 12:12). Los radios divergentes del c�rculo encuentran su punto de uni�n en el centro. Una reprimenda al esp�ritu de facci�n tan fuerte en la Iglesia de Corinto. Una advertencia contra la influencia restrictiva del pa�s o secta. La Iglesia no es un mero club. La comuni�n de los santos es comuni�n "con todos los que invocan el Nombre de nuestro Se�or Jesucristo". Estas marcas sugieren:

(1) La distinci�n entre la Iglesia visible y la Iglesia invisible. La Iglesia visible consiste en todos los que profesan la religi�n de Cristo, entre los cuales puede haber muchos que no son verdaderos creyentes. La Iglesia invisible consiste en todo lo que est� en uni�n viviente con Cristo Cabeza, todos los que tienen las marcas aqu� dadas. Pablo se dirige a la comunidad cristiana real en Corinto como "la Iglesia de Dios", aunque fue desfigurada por muchas corrupciones. Un campo de trigo puede tener muchas malezas creciendo en �l, pero a�n as� lo llamas campo de trigo. El campo como es es una imagen de la Iglesia visible; quita las malas hierbas para no dejar nada m�s que el trigo puro, y tendr�s la Iglesia invisible. Nunca ha habido una Iglesia perfectamente pura en la tierra. Mientras se esfuerza por excluir de su comuni�n todo lo que es manifiestamente imp�o, la pureza absoluta nunca puede establecerse como prueba de si una Iglesia es verdadera o falsa.

(2) Una prueba de profesi�n cristiana. �Tenemos las marcas aqu� especificadas? �Nos han llamado? �Estamos consagrados? etc.

III. LA BENEDICCI�N APOST�LICA. "Gracia para ti y paz". Esta es la forma habitual de la bendici�n apost�lica ( Romanos 1:7; 2 Corintios 1:2, etc.). A veces se agrega "misericordia" ( 1 Timoteo 1:2; 2 Timoteo 1:2); y en Judas 1:2 tenemos "misericordia, paz y amor". La gracia y la paz incluyen todas las bendiciones de la salvaci�n.

1. Gracia. La gracia de Dios es una manifestaci�n de amor. Es la bondad libre de Dios hacia los culpables y los que no lo merecen. La gracia y la misericordia son hermanas gemelas enviadas por el amor para bendecir a los hombres pecadores. Vienen a nosotros de la mano, igual, pero diferente. Grace mira al culpable y habla palabras de perd�n; La misericordia mira al miserable y extiende la mano de la piedad. La idea de la gracia recorre toda la obra de redenci�n de principio a fin. En prop�sito, plan, progreso, perfecci�n, todo es gracia. La oraci�n para que la gracia sea para un cristiano significa que puede darse cuenta y hacer suya la gracia de Dios en toda la plenitud de su manifestaci�n. La gracia como principio en el coraz�n, la obra interna del Esp�ritu Santo, nos permite apropiarnos de la gracia de Dios en Cristo. El deseo apost�lico abarca toda la vida cristiana, m�s particularmente:

(1) La gracia que justifica. Somos "justificados libremente por su gracia a trav�s de la redenci�n que est� en Cristo Jes�s" ( Romanos 3:24). "Es de fe, para que sea de acuerdo con la gracia" ( Romanos 4:16). La fe nos trae perd�n inmediato y aceptaci�n con Dios por el bien de Jesucristo; Sin embargo, esto no siempre se realiza como un hecho. La conciencia y la comodidad de esto no se disfrutar�n hasta que se vea cu�n completamente es de gracia.

(2) La gracia que santifica. El pecado como poder contaminante y pervertido debe ser superado, y las caracter�sticas justas de nuestro Padre deben ser claramente reveladas. Esto tambi�n es de gracia. Cristo fue hecho para nosotros santificaci�n ( 1 Corintios 1:30), y esto se convierte en nuestro a trav�s de la operaci�n graciosa del Esp�ritu ( 2 Tesalonicenses 2:13; 1 Pedro 1:2). La gracia reina donde antes reinaba el pecado ( Romanos 5:21),

(3) La gracia que fortalece ( 2 Timoteo 2:1).

(a) En servicio ( Filipenses 4:13).

(b) En tentaci�n ( Hebreos 2:18).

(c) En problemas ( 2 Corintios 8:9).

(d) En la muerte (Salmo 23:1. Salmo 23:4; 1 Corintios 15:57).

(4) La gracia que glorifica (Salmo 84:11).

2. paz. La paz es el fruto de la gracia. Puede considerarse que cubre todas las bendiciones que otorga la gracia. Los �ngeles cantaron "Paz en la tierra" ( Lucas 2:14), como la suma de las cosas buenas que debe traer el Pr�ncipe de la Paz. Incluye:

(1) Paz con Dios. ( Romanos 5:1.) Por fe somos justificados, nuestros pecados son quitados y nosotros mismos aceptados como justos; y as� estamos "reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" ( Romanos 5:10). De ahora en adelante hay amistad entre nosotros y Dios. Nos convertimos en hijos de Dios ( Romanos 8:14), y tenemos "comuni�n con el Padre y con su Hijo Jesucristo" ( 1 Juan 1:3). Hay un amor mutuo entre Dios y nosotros, como entre padre e hijo. Esto lleva a:

(2) Paz dentro de nosotros mismos. El conocimiento de que estamos reconciliados con Dios engendra una calma interior. Estamos llenos de "paz para creer" ( Romanos 15:13). "La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jes�s" ( Filipenses 4:7). Cristo nos da su propia paz ( Juan 14:27), esa inefable unidad con el Padre en la que descansa su profunda alegr�a; y esta paz gobierna en nuestros corazones ( Colosenses 3:15). Tal paz surge solo de la reconciliaci�n con Dios. "No hay paz para los imp�os" ( Isa�as 48:22). Solo cuando los hombres descubrieron que el sol es el centro de nuestro sistema planetario, todas sus partes se movieron en armon�a; solo cuando nuestra naturaleza encuentra su centro en Cristo, est� verdaderamente en paz consigo misma. La gracia y la paz nos llegan "de Dios nuestro Padre y del Se�or Jesucristo". Los dones de la gracia nos llegan de Dios, pero solo a trav�s de Jesucristo. Los escritores inspirados nunca dudan en unir el Nombre de Cristo con el de Dios Padre. La verdadera Divinidad de nuestro Se�or se da por sentado en todas partes, en lugar de afirmarse formalmente. �Cu�n grande debe ser la gracia y la paz que nos llegan as�! �B.

1 Corintios 1:4

Acci�n de Gracias a causa de sus regalos.

Pablo, como es su costumbre, comienza felicitando a la Iglesia de Corinto por todo lo que es bueno y loable en su car�cter, y expresando una esperanza segura para el futuro. Esto es solo en s� mismo: cu�ntale a un hombre tanto sus puntos buenos como los malos; y es sabio, porque as� el bien entre ellos ser� alentado, y el mal estar� m�s dispuesto a escuchar la reprensi�n. Considerar-

I. SUS REGALOS (?????????).

1. Ten�an el don de "todo enunciado", como aparec�a en sus maestros y predicadores altamente dotados; y ten�an "todo conocimiento", es decir, una comprensi�n inteligente de la verdad. Estos dos regalos est�n estrechamente relacionados. Puede haber conocimiento sin expresi�n, en cuyo caso es de beneficio solo para el individuo; y con demasiada frecuencia se pronuncia sin conocimiento, para el da�o del hablante y el oyente. Esta �ltima es la plaga de nuestro tiempo. Quien se alimenta de palabras vac�as se vuelve delgado. �Pero qu� bendita es la uni�n del pensamiento y el habla! �Feliz la Iglesia que posee una visi�n espiritual de la mente de Dios, y el poder de comunicar esto a la edificaci�n de los dem�s!

2. El otro regalo es el de "esperar la revelaci�n de nuestro Se�or Jesucristo". La fe descansa en el primer advenimiento; la esperanza mira hacia adelante a la segunda. El tiempo de ese gran apocalipsis se ha dejado indefinido, incluso el Hijo lo ignora ( Mateo 24:36). A veces se representa como muy cercano ("a mano" Santiago 5:8; 1 Pedro 4:7); mientras se dejan caer indicios de que esta proximidad no se debe tomar de acuerdo con nuestra medici�n de tiempo ( 2 Pedro 3:8). El prop�sito de esta incertidumbre es que podamos mirar y esperar, buscar y desear fervientemente el d�a del Se�or ( 2 Pedro 3:12). Los ap�stoles mantuvieron esta actitud de expectativa y exhortaron a otros a mantenerla. Se observa aqu� como una marca de verdadera espiritualidad, y en otros lugares se les promete la corona de justicia a todos los que "aman su aparici�n" ( 2 Timoteo 4:8). Aparte de todos los puntos de disputa, la venida del Se�or por segunda vez deber�a ejercer una poderosa influencia en la vida del cristiano. �Qu� motivo para la santidad, un est�mulo para trabajar, una fuerza para soportar la aflicci�n, es el pensamiento, "El Se�or est� cerca"! "Am�n: ven, Se�or Jes�s" ( Apocalipsis 22:20). Estos regalos son:

(1) De la gracia. No son dotaciones naturales. Son dados por el libre y buen placer de Dios.

(2) Dado en Cristo Jes�s. Toda plenitud habita en �l, la plenitud de la Deidad ( Colosenses 2:9). Los dones de gracia nos llegan solo a trav�s de �l. A �l, por lo tanto, reparemos, para que podamos recibir su plenitud. En �l estamos verdaderamente enriquecidos ("hecho completo", Colosenses 2:10).

(3) Una confirmaci�n del evangelio. El evangelio es un testimonio acerca de Cristo, no un sistema de doctrinas. Esto fue especialmente cierto en la predicaci�n apost�lica: "Lo que hemos visto y o�do te declaramos a ti" ( 1 Juan 1:1); y es verdad de toda predicaci�n correcta. Hay un testimonio personal de Cristo y el poder de su evangelio para salvaci�n. Este testimonio se confirma cuando se cree y se act�a sobre �l. La fe y sus frutos son las mejores evidencias del cristianismo. "El que ha recibido su testimonio ha puesto su sello a esto, que Dios es verdadero" ( Juan 3:33).

II GARANT�A DE ESPERANZA. Estos dones de gracia son promesas de bendiciones futuras.

1. Confirmaci�n hasta el final. ( 1 Corintios 1:8.) El que comienza la buena obra en nosotros la perfeccionar� hasta el d�a de Jesucristo ( Filipenses 1:6). Dios no hace nada a medias. No solo saca al pecador del horrible hoyo y pone los pies sobre una roca, sino que tambi�n establece sus pasos (Salmo 40:2). El Esp�ritu Santo es el "fervor de nuestra herencia" ( Efesios 1:14), la primera entrega de la herencia completa ". El Dios de toda gracia, que te llam� a su gloria eterna en Cristo ... . �l mismo te perfeccionar�, establecer�, fortalecer� "( 1 Pedro 5:10). Observa los eslabones de la cadena en Romanos 8:29, 80. Durante toda la vida, hasta el fin del mundo , Dios librar� nuestros pies de la ca�da (Salmo 56:13). "El justo tambi�n se mantendr� en su camino, y el que tiene las manos limpias ser� m�s fuerte y m�s fuerte" ( Job 17:9 Esta confirmaci�n se efect�a por la continua impartici�n de su gracia al creyente.

2. El objeto a la vista: "que no se pueda probar en el d�a de nuestro Se�or Jesucristo". (Comp. Colosenses 1:22; 1 Tesalonicenses 5:23.) Dios no se detendr� en su obra de gracia hasta que se complete por completo. Mientras tanto, los creyentes son irreprochables en Cristo; no se pueden presentar cargos contra ellos que no cumple. �Qui�n acusar� la perfecci�n de su obra por nosotros? Pero no somos moralmente inocentes en nosotros mismos. La santidad personal est� lejos de ser perfecta. En el d�a de Cristo, sin embargo, esta obra ser� completa. El desaf�o, "�Qui�n acusar� a los elegidos de Dios?" ( Romanos 8:33), se aplicar� tanto al personaje como a la posici�n. El ideal de Dios se realizar� en nosotros cuando somos santos como �l es santo. �Qu� consuelo, en medio de la imperfecci�n consciente y la pecaminosidad, saber que alg�n d�a seremos "puestos ante la presencia de su gloria sin mancha en un gozo excesivo ( Judas 1:24)!

3. La seguridad para esto. "Dios es fiel." No nuestra fidelidad a �l, sino su fidelidad a nosotros, es la base de nuestra seguridad. Habi�ndonos llamado a la comuni�n de su Hijo, todo lo dem�s seguir� ( Romanos 8:30). (Ver pr�xima homil�a).

Aprenda el deber de dar gracias por la bendici�n otorgada a los dem�s. Nuestra propia alegr�a ser� as� multiplicada. B.

1 Corintios 1:9

La fidelidad de Dios.

Ser fiel es ser fiel a lo que uno ha prometido o comprometido a hacer. Dios ha entrado en relaci�n con el universo y las criaturas que ha creado. Se nos ha revelado de varias maneras, declarando su voluntad, y por lo tanto podemos hablar de su fidelidad. Como el Inmutable, siempre coherente consigo mismo, es fiel a todo lo que ha dicho. En todos los departamentos de su trabajo se puede rastrear este gran principio.

I. LA FIELIDAD DE DIOS ES EJEMPLIFICADA EN LA NATURALEZA. Lo que llamamos "las leyes de la naturaleza" no son meras fuerzas ciegas, m�s all� de las cuales no podemos ver; son simplemente los modos de trabajo del Todopoderoso, la impresi�n de su voluntad sobre la creaci�n. �En qu� descansa la fijeza de estas leyes sino solo la fidelidad de Dios? Los movimientos de los cuerpos celestes, la sucesi�n de las estaciones, la producci�n de efectos similares por causas similares, han sido uniformes desde que comenz� el curso actual de las cosas. De esta uniformidad depende toda actividad humana. El labrador siembra su semilla, confiando en las leyes del crecimiento. El marinero lanza su barco, creyendo que las aguas lo soportar�n y que la brisa llenar� sus velas. El qu�mico mezcla sus materiales, sabiendo que se combinar�n de acuerdo con las leyes de afinidad qu�mica. Para el materialista estos son hechos fundamentales, de los cuales no tiene explicaci�n que ofrecer; para el cristiano son tantas evidencias de la verdad que Dios es fiel.

II La fidelidad de Dios se ejemplifica en el gobierno moral del mundo. �Sobre qu� principios descansa ese gobierno? �Siguen vigentes las diez palabras del Sina� como el libro de estatutos del mundo? �Es ese viejo anuncio tan cierto hoy como cuando lo pronunci� el profeta ( Isa�as 3:10, Isa�as 3:11)? - "Di a los justos que les ir� bien. "�Ay del imp�o!". El bien y el mal nos parecen inextricablemente confundidos en este mundo. Los hombres malos con frecuencia obtienen lo mejor de la vida, mientras que los hombres buenos suelen ir a la pared. �Dios es fiel? En medio de todas las anomal�as aparentes, hay suficiente para demostrar que est� del lado de la justicia y que todas sus leyes est�n trabajando para ese fin. Pero no debemos olvidar que �l no promete alcanzar el equilibrio entre el bien y el mal en esta vida. Mientras tanto, las cosas est�n en proceso, y el resultado completo se puede juzgar solo a partir de ahora.

Cuando las nieblas se hayan alejado de los avances de este mundo, y todo se vea en su realidad desnuda, la fidelidad de Dios se destacar� en claro alivio.

III. La fidelidad de Dios se ejemplifica en la esfera de la raza. Aqu� brilla con brillo conspicuo. Todo alrededor del c�rculo puedes rastrearlo; pero bastar�n algunas ilustraciones. Dios es fiel:

1. En cuanto a sus promesas. Son "preciosos y muy grandes" ( 2 Pedro 1:4), porque "�l es fiel que prometi�" ( Hebreos 10:23). Ninguno de ellos dejar� de cumplirse. La gran promesa contenida en el protevangel ( G�nesis 3:15) tard� largos siglos en alcanzar su desarrollo, al fin lleg� la plenitud del tiempo y la semilla de la mujer floreci� en el Cristo. Del mismo modo, cada promesa de Dios se cumplir� en su �poca. Lo que Josu� le dijo a Israel se nos puede decir cuando hayamos entrado en la herencia prometida: "Sab�is en todo vuestro coraz�n y en todas vuestras almas, que nada ha fallado de todas las cosas buenas que el Se�or vuestro habl� acerca de usted "( Josu� 23:14).

2. Con respecto al perd�n del pecado. "Si confesamos nuestros pecados, �l es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda injusticia" ( 1 Juan 1:9). Una confesi�n franca y completa siempre traer� perd�n, porque Dios se ha comprometido a esto. �Qu� aliento para no ocultarle nada! Su fidelidad y justicia exigen el perd�n del ni�o penitente.

3. En cuanto a la tentaci�n. "Dios es fiel, no quiere que seas tentado por encima de lo que puedes", etc. No hay promesa de eximir a los creyentes de la prueba. La tentaci�n seguramente vendr� a nosotros, como vino a nuestro Salvador; y en esa hora nuestra seguridad no reside en nuestra propia vigilancia o fortaleza, sino en la fidelidad de Dios. Fiel a su palabra, fiel a la obligaci�n impl�cita en nuestro llamado efectivo, �l siempre "nos librar� del mal".

4. Con respecto a la santidad perfecta. Se introduce a este respecto aqu� (vers�culos 8, 9) y en 1Th 5:23, 1 Tesalonicenses 5:24, "Y el Dios de la paz mismo te santifica totalmente. Fiel es el que te llama, que tambi�n har� eso." Habi�ndonos llamado, completar� el trabajo as� comenzado. La fidelidad de Dios es la promesa de que por fin seremos "santos como �l es santo".

APLICAR.

1. Para los cristianos, como base de consuelo. Su fidelidad lo llevar� a trav�s de todos los valles de la sombra de la muerte, y finalmente lo llevar� a casa.

2. Para los imp�os, como motivo de advertencia. Dios es fiel a sus amenazas as� como a sus promesas. � B.

1 Corintios 1:10

Las facciones en Corinto.

La palabra traducida "divisiones" es el original de nuestra palabra "cisma", que significa "renta" como en una prenda, y luego una divisi�n en una sociedad o una separaci�n de ella. Estas divisiones internas hab�an comenzado a mostrarse en Corinto, si no en la forma de partidos regularmente definidos, al menos como fuerzas que se mov�an en esa direcci�n y que, si no se controlaban, pronto podr�an conducir a una ruptura abierta. Sobre qu� principios descansaban estas divisiones, nos queda reunir las palabras clave de cada uno.

1. La fiesta de Pablo consistir�a en su mayor parte de aquellos que fueron las primicias de los trabajos del ap�stol en Corinto, y que afirmaron su plena autoridad apost�lica. No contentos con esto, se hab�an colocado bajo su nombre en oposici�n a los dem�s. Parecen haberse jactado de su libertad con respecto a algunas cosas que ofenden a las conciencias m�s escrupulosas, como comer cosas sacrificadas a los �dolos, y haber tratado de manera poco caritativa las opiniones m�s contra�das de los cristianos jud�os.

2. La fiesta de Apolos lleva el nombre de Apolos, que lleg� a Corinto poco despu�s de la partida de Pablo. Era "un jud�o, nacido en Alejandr�a, un hombre elocuente y poderoso en las Escrituras" ( Hechos 18:24); y desde su educaci�n en su ciudad natal probablemente conoc�a bien la filosof�a y la literatura griegas. Por lo tanto, su estilo de ense�anza era m�s erudito y ret�rico que el de Pablo, y atrajo a los m�s cultos entre los corintios, que comenzaron a contrastarlo con el estilo simple y sin adornos del ap�stol. Conviniendo en doctrina y esp�ritu, los dos maestros solo difer�an en dones y en la forma de ense�ar; pero esto no impidi� que los fil�sofos y ret�ricos de Corinto usaran el elocuente nombre alejandrino como consigna del partido.

3. El partido Cephas estaba compuesto principalmente por conversos jud�os, a diferencia de los dos partidos anteriores, que estaban formados por gentiles. En �l reconocemos a los representantes de esa tendencia judaizante que Pablo ten�a tan frecuentemente para combatir. Trayendo consigo sus nociones de prerrogativa jud�a, trataron de imponer la Ley de Mois�s incluso a los conversos gentiles, y atar el cuello del cristianismo al yugo del legalismo. Era natural para esta fiesta llamarse a s� mismos como el ap�stol de la circuncisi�n y contrastar su eminencia entre los doce con la posici�n de Pablo; mientras buscaban hacer obligatoria la pr�ctica m�s estricta de su ap�stol favorito, en oposici�n a la mayor libertad permitida por el ap�stol de los gentiles.

4. El car�cter preciso de la fiesta de Cristo es m�s dif�cil de determinar. La opini�n m�s probable es que rechazaron toda autoridad humana, se negaron a reconocer a Pablo, a Apolos, a Cefas, oa cualquier otro maestro eminente, y se llamaron simplemente por el nombre de Cristo. Sin embargo, hicieron esto de tal manera que degradaron ese Nombre al shibboleth de una secta, y por lo tanto fueron tan culpables como los dem�s a quienes el ap�stol condena aqu�. Entre las fiestas de nuestros d�as, no se quieren aquellos que menosprecian un ministerio acreditado y se autodenominan simplemente "cristianos". En vista de estas facciones considere:

I. EL MAL DEL ESP�RITU DEL PARTIDO. La existencia de partidos y diferentes escuelas de pensamiento en las Iglesias apost�licas nos lleva a buscar alguna ra�z en la naturaleza humana de donde surgen, y esto lo encontramos en las limitaciones y variedades de la constituci�n mental. Ninguna mente individual puede asimilar toda la verdad Divina para mantenerla en el equilibrio adecuado. Es seguro que habr� una proyecci�n de una parte para el oscurecimiento comparativo de los dem�s, un mirar solo a un lado de la esfera mientras el otro est� fuera de la vista. Sea testigo de la variedad que se encuentra entre los ap�stoles. Si bien no hay contradicci�n en los puntos de vista de la verdad presentados en sus escritos, todos ense�ando las mismas doctrinas fundamentales, no podemos leerlos sin observar que cada uno pone �nfasis en una porci�n diferente de la verdad de los dem�s. La diferencia entre Paul y James, por ejemplo, es tan evidente que no pocos lectores superficiales los han declarado irreconciliables; mientras que una comparaci�n de ambos con John revela otras caracter�sticas igualmente peculiares. Y lo que es cierto de estos maestros inspirados es cierto de la Iglesia en todas las edades. El cristianismo no borra la individualidad. El Esp�ritu Santo trabaja en las l�neas ya establecidas en la naturaleza y, por lo tanto, el fundamento est� preparado para diversos tipos de doctrina y vida. Esta diversidad no es algo para ser deplorado, sino para regocijarse. Cu�n alto es el prop�sito para el que sirve, nuestro Se�or demostr� al seleccionar ap�stoles, cada uno de los cuales era diferente de sus compa�eros. Necesitaba mentes de diferentes tonos para transmitir los diferentes rayos de los que se compone la luz pura. Y Dios todav�a usa los muchos tipos de mente para sostener ante la Iglesia los muchos aspectos de la verdad, enriqueciendo as� el cuerpo general de Cristo y evitando que se vuelva estrecho y unilateral. Este es el uso de diferentes escuelas y fiestas en la Iglesia. Sirven para dar expresi�n a los muchos aspectos de la fe y la vida cristiana. �Pero cu�n f�cilmente esta diversidad natural y �til da lugar a divisiones hirientes en el cuerpo de Cristo! No debemos confundir el esp�ritu f�ctico que Pablo denuncia con un apego iluminado a una rama particular de la Iglesia. Podemos preferir esa rama a otras porque nos parece la m�s b�blica en doctrina, gobierno y adoraci�n, sin negar a otras ramas las marcas de una verdadera Iglesia, ni pasar por alto el papel que desempe�an como miembros de un solo cuerpo. El esp�ritu de fiesta consiste en elevar lo que es peculiar de nuestra propia secta por encima de lo que es com�n para nosotros con los dem�s y, por lo tanto, desequilibrarlos. El progreso del reino de Dios en la tierra se subordina al �xito de nuestra propia denominaci�n o facci�n. El esp�ritu que trajo tanta maldad en Corinto ha estado ocupado en la Iglesia desde entonces. Las divisiones de la cristiandad son el esc�ndalo del cristianismo. No se trata simplemente de que la Iglesia est� dividida en todas partes en secciones, sino que esto ha provocado luchas y celos en el partido. �Cu�nta amargura de sentimiento ha engendrado! �Cu�nto habla poco cristiano! Los hombres se glor�an en sus distintivos shibboleths m�s que en las grandes doctrinas de la gracia que son nuestra herencia com�n. Los ca�ones de una divisi�n del ej�rcito de Cristo se dirigen con demasiada frecuencia contra otra divisi�n, en lugar de volverse contra el enemigo.

II ARGUMENTOS CONTRA ELLA.

1. La cabeza de la iglesia es una. "�Est� dividido Cristo?" No hay cisma en Cristo Cabeza; �Por qu� deber�a haber en el cuerpo? �Por qu� romper lo que estaba destinado a ser uno? Los miembros del cuerpo humano tienen diferentes funciones para descargar, pero uno no le niega al otro su lugar en el cuerpo ( 1 Corintios 12:12, etc.). As� con los miembros de la Iglesia de Cristo; todos pertenecen al mismo cuerpo, que posee la misma Cabeza. El esp�ritu de facci�n rompe esta unidad en un monstruo de muchos cuerpos y muchas cabezas. Solo hay una Cabeza y un cuerpo: un Cristo y una Iglesia.

2. La salvaci�n no se debe a los maestros humanos. "�Fue Paul crucificado por ti?" �Le debes tu redenci�n a �l? Si no, �por qu� deber�an llamarse por su nombre? El esp�ritu de fiesta eleva el nombre de la fiesta por encima del del Se�or com�n, poniendo as� al sirviente en el lugar del Maestro. Da prominencia indebida a los hombres y pr�cticamente conduce a la idolatr�a. El que muri� por nosotros no debe tener otro a su lado, y ning�n nombre m�s que el suyo propio sobre su Iglesia elegida y rescatada.

3. El esp�ritu de fiesta se opone al verdadero significado del bautismo. "�Fuiste bautizado en el nombre de Pablo?" La f�rmula bautismal ( Mateo 28:19) implica que todos los bautizados as� deben ser considerados como devotos de aquel cuyo Nombre sagrado se pronuncia sobre ellos. Implica un voto de lealtad perpetua. El administrador de la ordenanza, aunque es un ap�stol, no tiene ninguna consecuencia en el caso. Pablo le agradece a Dios que se orden� tanto que bautizara solo a unas pocas personas en Corinto, y que, por lo tanto, no se le dio ning�n pretexto para llamarse por su nombre. Su misi�n no era bautizar, sino evangelizar. El bautismo, por lo tanto, es hostil al esp�ritu de fiesta, ya que no somos bautizados en el nombre del hombre, sino en el Nombre de los Tres. Por lo tanto, como el sacramento hermano, es un s�mbolo, una promesa y una expresi�n de la unidad de la Iglesia. Ese hermano, de quien difieres tan ampliamente, fue bautizado en el mismo Santo nombre tres veces que t�. "Un Se�or, una fe, un bautismo" ( Efesios 4:5).

III. EXHORTACI�N A LA UNIDAD. El ap�stol no se contenta con lo negativo, sino que les presenta el deber positivo de la unidad.

1. Unidad de la mente. "Para que se perfeccionen juntos en la misma mente y en el mismo juicio" (vers�culo 10). Unidad de disposici�n y unidad de vista, en oposici�n a la divisi�n que prevaleci�. Esto debe ser cultivado por todos los cristianos. Era una caracter�stica de la Iglesia primitiva: "Y la multitud de los que cre�an eran de un solo coraz�n y alma" ( Hechos 4:32). Cuando el mismo Esp�ritu mora en los corazones de los hombres, aparecer� en unidad de sentimiento, opini�n y prop�sito con respecto a la religi�n.

2. Unidad de expresi�n. "Que todos ustedes hablen lo mismo". La unidad interna debe encontrar una expresi�n externa. De ah� la utilidad de las confesiones de fe como un testimonio de la verdad en com�n, y una evidencia de unidad en la fe. Sin embargo, a falta de esto, existe una armon�a impl�cita en los enunciados de la Iglesia, en oposici�n a los gritos del partido que se escucharon en Corinto. Los hombres que son sinceros deben tener cuidado para que sus declaraciones p�blicas no transmitan una impresi�n opuesta. En cada Iglesia libre y saludable habr� m�s o menos discusi�n, en la cual se revelar� la diferencia de opini�n sobre asuntos no esenciales; pero esto debe llevarse a cabo de manera tal que "mantenga la unidad del Esp�ritu en el v�nculo de la paz" ( Efesios 4:3). Puede haber un dicho que diga lo mismo en el sentido de Pablo, mientras que no haya uniformidad mec�nica de expresi�n.

3. Un poderoso motivo para la unidad. "Te suplico por el Nombre de nuestro Se�or Jesucristo". Ese nombre es querido por todos los cristianos, independientemente de los otros t�tulos que se den, y su consideraci�n es la raz�n m�s poderosa que se puede instar a cualquier curso de conducta. Si amamos a Cristo y buscamos su gloria, dejemos de luchar y consideremos a todos los creyentes como nuestros hermanos. �Qu� coraz�n cristiano puede resistir tales ruegos?

1 Corintios 1:17

La sabidur�a del hombre y la de Dios.

La menci�n del bautismo lleva al ap�stol a hablar de su predicaci�n en Corinto. Su misi�n era "no bautizar, sino predicar el evangelio", y procede a reivindicar su descarga de esa misi�n en contra de aquellos que prefer�an la "sabidur�a de este mundo".

I. EL TEMA DE LA PREDICACI�N EVANG�LICA. �l lo llama "la palabra de la cruz"; "Cristo crucificado". Aqu� en Corinto, incluso m�s que en cualquier otro lugar, Pablo sinti� la necesidad de adherirse a la simplicidad del evangelio y negar la "sabidur�a de las palabras" sobre la cual otros enfatizaban. El punto central en su ense�anza era lo que �l se deleitaba en resumir en la expresi�n, "la cruz de Cristo". No mantuvo la Crucifixi�n fuera de la vista como algo de lo que avergonzarse, sino que se glori� en ella como el rasgo distintivo de las buenas nuevas que proclam�. La humillaci�n y la muerte del Salvador de los hombres, su "volverse obediente hasta la muerte, incluso la muerte de la cruz" ( Filipenses 2:8), es el n�cleo mismo del evangelio, la clave que abre el misterio de su trabajo. Pablo podr�a haberles hablado de una moralidad m�s pura que la que sus moralistas hab�an ense�ado, y una filosof�a m�s sublime de lo que S�crates o Plat�n hab�an imaginado; pero esto, en el mejor de los casos, habr�a despertado solo unas pocas mentes a nuevos pensamientos, y habr�a hecho que algunos corazones sinceros sintieran que la perfecci�n estaba m�s lejos que nunca. Fue de otra manera cuando pudo hablarles de la cruz de Cristo, con todo lo que implicaba; porque en esto est� la respuesta divina a la gran pregunta de la vida que los hombres se esforzaron en vano por responder: �c�mo puede el hombre ser justo con Dios? Aqu� est� el que muere por muchos, el Hijo de Dios sufriendo como un sustituto de los pecadores, y as� la salvaci�n realmente se logra. Predicar esto fue realmente traer buenas nuevas. El ejemplo del ap�stol es un patr�n para todos los predicadores. No pensemos en recomendar el cristianismo escondiendo la cruz o reduci�ndola a una forma de hablar, como si la muerte de Cristo fuera simplemente un testimonio de la sinceridad de su vida. El cristianismo sin la cruz no es un verdadero evangelio para los hombres. Puede admirar la vida impecable de Jes�s, regocijarse en su maravillosa ense�anza, bendecirlo por su filantrop�a divina y llorar por su destino inmerecido; pero esto simplemente lo har�a un S�crates mayor o un Pablo mayor. Es su muerte expiatoria sobre todo lo que lo hace m�s para nosotros que cualquiera de los ilustres maestros o m�rtires de la historia. Pero si bien esto es cierto, no debemos suponer que predicar a Cristo no significa nada m�s que un simple recital del camino de salvaci�n. Las cartas de Pablo son pr�cticamente res�menes de su ense�anza oral; y en ellos vemos c�mo el �nico tema se expande en todo el c�rculo de la verdad cristiana, c�mo aparece Cristo como Profeta, Sacerdote y Rey, y c�mo se aplica el evangelio a las pruebas y deberes de la vida real. No reduzcamos lo que Dios ha hecho tan amplio. No evitemos ni deformemos nuestra vida espiritual aliment�ndonos solo de un tipo de alimento, y rechazando la gran provisi�n que nos ha hecho. Predicaremos a Cristo correctamente solo exhibiendo la plenitud que habita en �l.

II EL M�TODO DE LA PREDICACI�N EVANG�LICA. Si bien la referencia principal en este pasaje es el tema del predicador, tambi�n hay una referencia a la manera en que se presenta ese tema. "No con sabidur�a de palabras, para que la cruz de Cristo no quede vac�a". Podemos predicar a Cristo de tal manera que neutralice el poder peculiar del evangelio.

1. Podemos hacer esto simplemente especulando sobre la muerte de Cristo. Los ensayos filos�ficos sobre la obra de Cristo y las disquisiciones sobre la doctrina cristiana tienen su lugar y valor; pero no deben usurpar el lugar de la simple predicaci�n. Apelan solo al intelecto, mientras que el serm�n tambi�n apela al coraz�n y la conciencia. Como una cuesti�n de experiencia, se encuentra que el estilo de predicaci�n condenado aqu� es productivo de poco fruto espiritual.

2. Podemos hacer esto mediante una ret�rica que oculta la cruz. El evangelio puede estar tan adornado que la atenci�n de los hombres se dirija a los adornos llamativos o al predicador mismo, en lugar de fijarse en la verdad; y en la medida en que este es el caso, su influencia se pierde. Las flores con las que adornamos la cruz a menudo la escondemos. La idea correcta de la predicaci�n se puede obtener de las dos palabras traducidas "predicar" en este pasaje. El primero significa "traer buenas nuevas": las buenas noticias de un Salvador para los pecadores (??????????????, 1 Corintios 1:17); el segundo significa "proclamar como un heraldo" los hechos de salvaci�n y las invitaciones y promesas fundadas en ellos (????????, 1 Corintios 1:23). La predicaci�n evang�lica es una publicaci�n de las buenas nuevas para los hombres, una exposici�n directa de Cristo en todos sus oficios. As� presentada, la cruz est� llena de poder para atraer a los hombres al Salvador ( Juan 12:32).

III. C�MO EL EVANGELIO LLEGA A LOS QUE LO RECHAZAN. La predicaci�n de la cruz afecta a los hombres seg�n sus preposiciones. Inclinado, la educaci�n, el entorno, determinan en gran medida su actitud hacia Cristo. El ap�stol mencion� dos clases que rechazaron el evangelio por dos razones diferentes.

1. Los jud�os. "Los jud�os piden se�ales", es decir, anhelan una exhibici�n milagrosa externa para invocar su asombro. "Maestro, ver�amos una se�al de ti" ( Mateo 12:38) fue su constante demanda de Jes�s; y, en la medida en que la demanda era leg�tima, se cumpli�. Pedro en el d�a de Pentecost�s podr�a hablar de Jes�s de Nazaret como "un hombre aprobado por Dios para ti por obras poderosas, maravillas y signos" ( Hechos 2:22). La principal se�al de todo fue la cruz; pero los jud�os no lo entendieron. Se tropezaron con �l como un "esc�ndalo", que no pudieron superar, y que les pareci� decir lo contrario de lo que Dios pretend�a. La cruz era en sus ojos la se�al de humillaci�n y verg�enza. Buscaron un Mes�as al que asistieran manifestaciones muy diferentes, y no creer�an en Aquel que hab�a sido crucificado. Todav�a hay entre nosotros quienes, como los jud�os, buscan se�ales. Anhelan lo externo, lo visible, lo sensacional, algo que deslumbre y sobresalte. El cat�lico romano recorrer� cientos de millas para visitar el lugar donde se supone que apareci� "nuestra Se�ora", mirar� con reverencia devota la sangre cuajada de Januarius que se vuelve l�quida ante sus ojos y tocar� con asombro las reliquias de alg�n santo. , creyendo que curar�n sus enfermedades. El protestante, desde�ando estas supersticiones, muestra el mismo esp�ritu de otras maneras. Puede amar lo sensual en la adoraci�n y lo sensacional en la predicaci�n. Puede perseguir al hombre que es un experto en malabarismo oratorio, que sabe el d�a y la hora en que el mundo terminar�, etc. Lo que sea novedoso, inusual, popular, seguramente encontrar� tales buscadores de signos entre sus ardientes partidarios. Para los hombres de este temperamento, la cruz de Cristo sigue siendo un "obst�culo". Porque habla de humillaci�n, de obediencia hasta la muerte, de un acto tranquilo y sin ostentaci�n de la voluntad de Dios; y esto es lo que esas personas sienten que es desagradable. Ir con Jes�s al jard�n y beber all� la copa que Dios pone en nuestros labios; soportar con �l la contradicci�n de los pecadores y exponerse a la verg�enza y el silbido; ir tras �l, neg�ndonos a nosotros mismos y llevando nuestra cruz; este es el significado de la se�al. �Es de extra�ar si los hombres tropiezan con eso?

2. Los griegos. "Los griegos buscan la sabidur�a". La idea de un Salvador crucificado era para ellos una tonter�a. Acostumbrados a las especulaciones de sus propios fil�sofos, expuestos con aprendizaje y sutileza, estos amantes de la sabidur�a aplicaron a la doctrina de la cruz una prueba puramente intelectual. Para ellos era una nueva filosof�a, y Jes�s de Nazaret deb�a ser juzgado por las mismas reglas que los fundadores de sus propias escuelas. Para estos cr�ticos griegos, Pablo no ten�a nada que ofrecer excepto la historia del crucificado (compare las palabras de nuestro Se�or con los griegos, Juan 12:23, etc.). La cruz para ellos, como para los jud�os, solo ten�a un idioma: hablaba de la infamia m�s baja; y predicar la salvaci�n mediante una cruz ser�a, en su opini�n, el m�s absoluto absurdo. Estos griegos todav�a tienen sus representantes en la vida moderna. Hay quienes glorifican el intelecto humano y se creen capaces de resolver todos los misterios. �Cu�ntos de nuestros hombres de ciencia parecen perder la cabeza cuando hablan de cristianismo! No tienen m�s que una burla por una "teolog�a de la sangre"; y su disputa con Jes�s es que, despu�s de darle al mundo tales preceptos espl�ndidos, deber�a haber imaginado que podr�a salvar a los hombres al dejar que lo crucificaran. En formas menos extremas que esta, se puede rastrear el mismo esp�ritu. Muchos oyentes de la Palabra tienen m�s en cuenta la comprensi�n mental del predicador, el final literario del discurso o la forma en que se pronuncia, que el car�cter b�blico y edificante de la verdad predicada. La simple predicaci�n de Cristo crucificado es para su pensamiento una locura comparativa. No nos dejemos llevar por este anhelo de sabidur�a. "Cuando una vez que la idolatr�a del talento entra en la Iglesia, luego se despide de la espiritualidad; cuando los hombres preguntan a sus maestros, no por lo que los har� m�s torpes y divinos, sino por la emoci�n de un banquete intelectual, luego adi�s al progreso cristiano" ( FW Robertson). Observe la declaraci�n del ap�stol con respecto a estos despreciadores de la cruz: "En la sabidur�a de Dios, el mundo por su sabidur�a no conoci� a Dios". Los hombres lo buscaron a tientas, pero no pudieron encontrarlo. Era parte del esquema Divino que la sabidur�a del mundo deber�a tener un alcance libre para trabajar; y solo cuando se hab�a agotado el mundo estaba maduro para la introducci�n del evangelio. Esto fue parte de la preparaci�n para Cristo. La sabidur�a humana sigue siendo inadecuada. No puede salvar una sola alma. Los hombres perecen mientras especulan; los hombres mueren mientras enmarcan teor�as de la vida. Desde el punto de vista de Dios, la sabidur�a del hombre es una locura; Desde el punto de vista del hombre, la sabidur�a de Dios es una locura. �Cu�l es el m�s sabio?

IV. C�MO APARECE EL EVANGELIO A LOS QUE LO RECIBEN. Se describen como "llamados" ( 1 Corintios 1:24), como "creyentes" ( 1 Corintios 1:21), como "siendo salvados" ( 1 Corintios 1:18); cada t�rmino presenta un aspecto diferente de su condici�n. Son llamados por Dios fuera del mundo a la comuni�n de Cristo; siendo llamados, creen en �l; y creyendo, est�n en el camino de la salvaci�n. No hay salvaci�n sin fe, y no hay fe sin el llamado de Dios por su Palabra y Esp�ritu. Ahora, para todos esos Cristo es "el poder de Dios y la sabidur�a de Dios". El jud�o tropez� con la cruz como una debilidad; el creyente se regocija en ello como una cosa de poder. Ha hecho por �l lo que todos los dem�s dispositivos no lograron. Lo ha convertido en una nueva criatura, sac�ndolo de la oscuridad y la muerte hacia la luz y la vida. Todo aquel que ha sido curado por un medicamento en particular es testigo de la eficacia de ese medicamento; entonces cada pecador salvado da testimonio del poder de la cruz. Y aqu� hay sabidur�a y tambi�n poder: "la sabidur�a de Dios". Cristo crucificado no es una filosof�a, sino un hecho; sin embargo, a trav�s de este hecho, brilla la m�s alta sabidur�a. Podemos entender bien c�mo la mente griega, una vez tra�da a la obediencia a la fe, se deleitar�a con esta visi�n de la cruz. Aprender�a a ver en Cristo "todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento" ( Colosenses 2:3). En �l "Dios es justo, y el justificador del que tiene fe en Jes�s" ( Romanos 3:26). En �l tenemos la m�s alta ejemplificaci�n de esa gran ley del reino: "El que se humilla ser� enaltecido" ( Mateo 23:1. Mateo 23:12). Todo lo que las antiguas filosof�as hab�an estado persiguiendo (el conocimiento de Dios, la naturaleza del hombre y el significado de la vida humana) se encuentra en Cristo y en �l crucificado. Aqu� est� el centro de todo conocimiento, alrededor del cual todo lo dem�s gira en orden y belleza. Aqu� est� el santuario donde los hombres sabios de la tierra deben caer y adorar, la piedra de toque por la cual sus especulaciones deben ser probadas. Aqu� est� "la sabidur�a de Dios", eclipsando cualquier otra manifestaci�n en la creaci�n y la providencia, esa sabidur�a por la cual nos hacemos sabios para la salvaci�n. B.

1 Corintios 1:24

Cristo el poder de Dios.

El poder de Dios se ve en la naturaleza y en la providencia, pero aqu� tenemos una nueva concepci�n de �l. Jesucristo es ese poder. En su persona, como Dios se manifiesta en carne, reside la potencia del Alt�simo; pero el ap�stol aqu� est� pensando principalmente en �l como crucificado. En esa cruz, que nos parece la culminaci�n de la debilidad, ve el mismo poder de Dios. Considerar-

I. LOS ELEMENTOS DEL PODER DIVINO QUE SE ENCONTRAR�N EN LA CRUZ DE CRISTO.

1. La muerte de Cristo manifiesta el poder del amor de Dios. Tan pronto como entendemos el significado de la cruz, no podemos evitar exclamar: "�Aqu� est� el amor!" Tampoco es el simple hecho de su amor por los hombres lo que revela, ya que esto podr�a aprenderse en otra parte; pero es la grandeza de su amor. Es la "recomendaci�n" de la misma ( Romanos 5:8), la presentaci�n de tal manera que nos impresiona poderosamente con su maravilloso car�cter. Aqu� est� el Hijo de Dios muriendo por los pecadores; y en cualquier parte de esta declaraci�n que fijemos la atenci�n, arroja luz sobre este maravilloso amor.

(1) �El Hijo de Dios! La fuerza del amor de Dios hacia nosotros puede medirse por el hecho de que �l entreg� a la muerte a su propio Hijo. "Dios am� tanto al mundo que dio a su Hijo unig�nito", etc. ( Juan 3:16); "El que no escatim� ni a su propio Hijo", etc. ( Romanos 8:32). �Qu� poder de amor hay aqu�! No es un �ngel, ni un ser �nico especialmente creado y dotado para la gran tarea, sino su �nico Hijo. El amor humano rara vez ha tocado esta marca de agua.

(2) �Para los pecadores! "Mientras �ramos pecadores, Cristo muri� por nosotros". Las medidas y analog�as humanas nos fallan aqu�. "Nadie tiene mayor amor que este, que un hombre d� su vida por sus amigos" ( Juan 15:13); Pero aqu� hay amor por los enemigos. Y el amor, no en un mero sentimiento, no en simple paciencia, sino en sacrificio propio: el amor persiste en su prop�sito de salvaci�n frente al odio y al desprecio. As�, en ambos lados, el amor de Dios se ve en el poder. �Y qu� bater�a para jugar en los corazones de los hombres!

2. La muerte de Cristo manifiesta el poder de su justicia. Ninguna lectura de la cruz que deja este elemento fuera de cuenta puede explicar el misterio. En una obra cuyo dise�o profeso es restaurar a los hombres a la justicia, seguramente no debe haber violaci�n de la justicia; Sin embargo, aqu� se pone a prueba. �Es imparcial la ley? �Castigar� el pecado donde sea que se encuentre? �Qu� pasa si el mismo Hijo de Dios se encuentra con el pecado sobre �l? �Despertar� la espada y herir� al hombre que es el Compa�ero de Dios ( Zacar�as 13:7)? Si; porque �l muere all� como uno "herido por nuestras iniquidades". Seguramente la justicia debe ser poderosa cuando pone su mano sobre tal v�ctima. Si esa descripci�n moderna de Dios como un "poder para la justicia" es aplicable en cualquier lugar, es as� aqu�; porque en ninguna parte es tan severamente justo como en la b�squeda de la salvaci�n para los hombres. Nada puede apelar m�s poderosamente a la conciencia que su tratamiento de la Garant�a del pecador; y nada puede asegurarnos m�s a fondo que el perd�n que nos llega por la cruz es justo.

II EL PODER DE DIOS EN LA CRUZ VISTO EN SUS EFECTOS PR�CTICOS. Nuestra medida m�s f�cil de cualquier fuerza en la naturaleza es el efecto que produce, y de esta manera podemos medir el poder de la cruz. T�malo:

1. Con respecto a los poderes de la oscuridad. "Para este prop�sito, se manifest� el Hijo de Dios, para que pudiera destruir las obras del diablo" ( 1 Juan 3:15; comp. Hebreos 2:14). La ejecuci�n de este prop�sito se insin�a en Colosenses 2:16, "Habi�ndose quitado los principados y los poderes, hizo una demostraci�n abierta de ellos, triunfando sobre ellos en [la cruz]". Es como si diez mil brazos diab�licos se extendieran para sacarlo de esa cruz; pero se los quita y los arroja de vuelta al abismo. Le cost� mucho ganar esa victoria, incluso "fuertes llantos y l�grimas" y una agon�a de alma m�s all� de toda experiencia humana; pero el triunfo fue completo.

2. Con respecto a la salvaci�n real de los pecadores. Para liberar a un hombre del pecado en todos los aspectos, deshacer sus efectos nefastos y prepararlo para tomar su lugar entre los hijos de Dios, �qu� poder es adecuado para esto? Tomemos la propia conversi�n de Pablo, en la cual los apologistas han estado dispuestos a apostar el car�cter sobrenatural del cristianismo. Y cada conversi�n presenta sustancialmente las mismas caracter�sticas. Es nada menos que una nueva creaci�n ( 2 Corintios 5:17): un llamado a la luz de la oscuridad, el orden del caos, la vida de la muerte; y este es un ejercicio de poder m�s maravilloso que el que dio existencia al universo. El hermoso templo de Dios en el alma tiene que ser construido, no con piedras reci�n talladas, sino con las ruinas de nuestros antiguos seres. Un pobre hombre d�bil es rescatado de la corrupci�n, defendido "contra las huestes espirituales de la maldad en los lugares celestiales" ( Efesios 6:12), y presentado al fin sin mancha ante Dios, lo que, pero el poder divino puede lograr esto ? Agregue a esto el ejercicio de este poder en innumerables casos. Desde los pasos del trono, la multitud radiante, bella con la belleza de Dios y noble con la nobleza de Cristo, y el poder de la cruz no necesitar�n otra prueba.

3. Con respecto a lo que �l le permite a su pueblo hacer y sufrir por su bien. Lleva una vida misionera activa como la de Pablo. Lea el cat�logo de aflicciones que nos da en 2 Corintios 11:23, y pregunte por qu� un hombre deber�a someterse voluntariamente a todo esto. Miles han seguido su ejemplo, encontrando trabajo, privaci�n, muerte, por el bien de su Se�or. Tampoco el poder de la cruz brilla menos en la c�mara del enfermo. �Cu�ntos cristianos inv�lidos exhiben paciencia, mansedumbre, alegr�a, que no se encuentran en ning�n otro lugar!

1 Corintios 1:26

La salvaci�n de todo Dios.

El ap�stol ha demostrado, en la secci�n anterior, pedernal la cruz de Cristo, que los hombres consideran tonto y d�bil, es realmente la sabidur�a y el poder de Dios. Como prueba de esto, ahora llama su atenci�n sobre el estatus social de los conversos en Corinto. En su mayor parte, no ten�an importancia en la estima del mundo; pero, aunque nadie seg�n la carne, fueron criados a la verdadera dignidad en Cristo.

I. EL LLAMADO CRISTIANO NO PROCEDE EN LOS PRINCIPIOS DE ESTE MUNDO. "Porque he aqu� vuestro llamamiento, hermanos", etc. La Iglesia en Corinto estaba compuesta principalmente por pobres y analfabetos. Los fil�sofos y los comerciantes ricos, los de alto rango y los que ocupaban puestos de influencia, ten�an pocos representantes entre los disc�pulos de Jes�s. Fueron extra�dos en gran parte de aquellos a quienes el mundo consideraba tontos, d�biles, bajos y sin importancia. Y el caso de Corinto no fue singular. Es caracter�stico del cristianismo comenzar bajo. El Se�or Jes�s mismo no naci� en un palacio real ni se cri� entre los se�ores de la tierra. Su lugar de nacimiento era un establo, su hogar era la simple vivienda de Jos�, su escuela de formaci�n, el taller de carpinter�a, sus disc�pulos se derivaron principalmente de las clases trabajadoras. Uno o dos de los doce pueden haber estado en circunstancias f�ciles, pero ninguno de ellos parece haber sido de alta natalidad; y fuera de este c�rculo, sus seguidores, con la excepci�n de Nicodemo y Jos� de Arimatea, eran casi en su totalidad de la misma clase. Desde el principio, por lo tanto, el evangelio encontr� aceptaci�n, no en los lugares altos de la tierra, ni entre los representantes del aprendizaje y la religi�n de la �poca, sino entre la gente sencilla, sin educaci�n y sin sofisticaci�n. "Los pobres tienen buenas noticias predicadas" ( Lucas 7:22). M�s all� de los l�mites de Palestina, era lo mismo. El orgullo de la sabidur�a y la estaci�n cerraron el o�do contra la historia de la cruz. No halag� a los sabios ni a los grandes. Hablaba a todos por igual como pecadores que necesitaban una salvaci�n com�n, y convoc� a todos al arrepentimiento y a la fe. El resultado puede ilustrarse comparando la recepci�n del evangelio en Atenas y en Corinto. En la metr�polis de la filosof�a y el arte, solo unos pocos se convirtieron ( Hechos 17:16); En la capital del comercio se form� una gran Iglesia. As� tambi�n en Roma. Los primeros y principales �xitos del evangelio se encontraban entre las clases bajas de la sociedad; y esto se inst� como una objeci�n en su contra. Celsus se burla del hecho de que "los trabajadores de la lana, zapateros, vestidores de cuero, los hombres m�s analfabetos y payasos, eran predicadores celosos del evangelio, y particularmente que se dirig�an, en primera instancia, a mujeres y ni�os". El rend romano no pod�a entender una religi�n que trataba al esclavo como un hombre, y se dirig�a a todos por igual. Pero la levadura as� puesta en la masa se extendi� no solo hacia afuera sino hacia arriba. De esclavo a amo, de plebeyo a patricio, pas� la bendita influencia, hasta que finalmente el emperador mismo se vio obligado a rendir homenaje a Jesucristo. En gran medida, el curso del evangelio sigue siendo el mismo. En nuestro propio pa�s, la profesi�n del cristianismo no se limita a ninguna clase de la sociedad; pero una piedad viva es una planta de crecimiento m�s raro. Entre nuestros hombres de ciencia, nuestros fil�sofos y poetas, y nuestra nobleza hereditaria, se encuentran cristianos eminentes, cuyas vidas demuestran el poder del evangelio sobre los mejores intelectos y la estaci�n m�s exaltada; Sin embargo, es principalmente entre los menos privilegiados que la Iglesia es m�s fuerte. El mayor n�mero de sus miembros se encuentra entre las clases m�s humildes, especialmente entre aquellos que no tienen ni riquezas ni pobreza, y que conocen el significado del trabajo honesto. Ilustra tambi�n de la historia de las misiones modernas a los paganos.

II RAZONES PARA EL M�TODO DIVINO. Cuando los hombres inauguran cualquier nuevo esquema o sistema, buscan el patrocinio de grandes nombres para recomendarlo a la gente; pero el evangelio de salvaci�n no fue proclamado al mundo bajo los auspicios de reyes y fil�sofos. Esto se refiere al prop�sito de Dios ( 1 Corintios 1:27, 1 Corintios 1:28), seg�n el cual todas las cosas proceden. M�s particularmente, el final a la vista es:

1. La humillaci�n del orgullo humano. "Que ninguna carne se glor�e ante Dios" ( 1 Corintios 1:29). La sabidur�a y el poder humanos son de poca importancia en este asunto. La salvaci�n es todo de Dios. Si hubiera elegido al sabio y al grande, el orgullo se habr�a jactado ante �l; pero al elegir al necio y al d�bil, todo terreno de gloria se elimina. Esto no implica que una clase tenga m�s valor a la vista de Dios que la otra; ni le da importancia a la ignorancia y la debilidad. Significa que el hombre sabio no ser� salvo por su sabidur�a, ni el noble por su alto nacimiento, ni el hombre rico por su riqueza. Toda la confianza en estas cosas debe avergonzarse, como se hace cuando los que carecen de ellas entran m�s f�cilmente en el reino de los cielos. A los ojos del evangelio, todos los hombres son iguales, lo que significa que algunos deben ser humillados, mientras que otros son exaltados. Siempre es la manera en que nuestro Padre "esconde estas cosas de los sabios y los entendidos, y las revela a los beb�s" ( Mateo 11:25). El orgullo es a la vez insultante para Dios e hiriente para el hombre; y es misericordioso que �l nos requiera "convertirnos en ni�os peque�os" ( Mateo 18:3). Del mismo modo, el avance del evangelio en la tierra no debe ser promovido por un brazo de carne ("no con fuerza, ni con poder", etc., Zacar�as 4:6). El trabajo cristiano no debe realizarse para el engrandecimiento de personas, partidos o sectas. La carne no debe ser elevada al deshonor de Dios.

2. El avance de la gloria divina. El orgullo humano debe ser humillado, para que el honor de la salvaci�n pueda pertenecer solo a Dios. Es prerrogativa del Todopoderoso hacer de su propia gloria el fin principal de todo lo que hace. Ning�n ser creado puede hacerlo. Para el hombre y el �ngel, la felicidad consiste en buscar la gloria de nuestro Padre en el cielo. Una vida con uno mismo como centro, uno mismo como objetivo, debe ser una vida de miseria. �No explica esto la miseria de Satan�s? "�Es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo!" Es lo contrario con el Alt�simo. Buscar su propia gloria es simplemente desear la verdad y la realidad. En la naturaleza de las cosas, toda alabanza se debe solo a �l, que es el Alfa y la Omega de la existencia. De ah� que la gloria de Dios coincida con la mayor felicidad de los hombres, tanto en materia de salvaci�n como en otras cosas. "El que se glor�a, que se glor�e en el Se�or".

III. LAS RIQUEZAS EN CRISTO. La salvaci�n se debe enteramente a Dios. Es de �l que estamos en Cristo Jes�s. La uni�n del creyente con Cristo ha sido provocada por Dios mismo, quien nos ha dado todas las cosas en su Hijo.

1. Sabidur�a "En �l est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento" ( Colosenses 2:3). Nos revela a Dios: su naturaleza y su voluntad, su prop�sito y plan de gracia. En la persona y obra de Cristo; En su encarnaci�n, vida, ense�anza, expiaci�n, la sabidur�a de Dios brilla notablemente. Y en uni�n con Cristo nos hacemos verdaderamente sabios. En �l tenemos la llave que abre todos los misterios. Aprendemos a conocer a Dios y a conocernos a nosotros mismos; y en �l se restaura la comuni�n rota entre Dios y nosotros. La b�squeda de la sabidur�a, tanto en su forma especulativa como pr�ctica, se satisface solo en �l.

2. La justicia. �l es "Jehov�, nuestra justicia" (Jeremias 23:6). Ser justo es estar en total consistencia con la mente y la Ley de Dios; y este Jes�s, como nuestro Representante, era. �l llev� la pena de nuestros pecados, y cumpli� con los requisitos positivos de la Ley; y as� forj� una justicia para nosotros ( 2 Corintios 5:12; G�latas 3:13; 1 Pedro 2:24). Cuando por fe aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, su trabajo se nos considera y somos recibidos como justos por su bien.

3. Santificaci�n. Esto incluye todo el proceso por el cual somos restaurados a la imagen de Dios. No solo se nos imputa la justicia de Cristo, el car�cter de Cristo tambi�n debe ser reproducido en nosotros; y esta es la obra del Esp�ritu Santo. Es suyo para iluminar, regenerar, purificar; y todo el hombre as� renovado es consagrado a Dios. Cada parte de la naturaleza: esp�ritu, alma, cuerpo; toda actividad de pensamiento, afecto, deseo, prop�sito; Todos se transforman y se dedican al servicio m�s noble. La justificaci�n y la santificaci�n son los dos lados de un todo, que nunca se separan.

4. Redenci�n. Esto denota la liberaci�n de todo mal, enemigo, aflicci�n, muerte. El alma y el cuerpo deben estar completamente emancipados y presentados al fin sin mancha ( Romanos 8:23; Efesios 5:26, Efesios 5:27).

LECCIONES

1. Vaciarse de uno mismo es una condici�n necesaria para que Dios trabaje en nosotros y por nosotros.

2. Dale a Dios toda la gloria de la salvaci�n.

3. Cristo es la fuente de todas las bendiciones. "En �l sois llenos" ( Colosenses 2:10). B.

HOMILIAS DE J. WAITE

1 Corintios 1:6

"El testimonio de Cristo".

Hay dos tipos de testimonio: el externo y el interno; la revelaci�n externa y la revelaci�n interna; el testimonio hist�rico escrito que Dios nos ha dado de su Hijo, y que consiste en los hechos de la conciencia cristiana, la conciencia de alguien en quien habita. Estos no deben considerarse como separados e independientes. El registro externo es vano hasta que est� grabado en el coraz�n vivo; mientras que no podr�a haber tal realizaci�n interna aparte del registro externo, con todo lo que ayuda a atestiguarlo y corroborarlo. Uno es para el otro como el r�o es para el lecho en el que fluye, como el eco de la voz que lo despierta, como la armon�a musical para el instrumento por el cual se produce. La verdad revelada se convierte en el instrumento y el canal de una vida oculta. El registro escrito se convierte en una experiencia vital. El testimonio encuentra su respuesta en el coraz�n vivo. As� fue la palabra del evangelio "confirmada" en los Corintios, como en todos los que la reciben con salvaci�n. Considerar-

(1) El testimonio;

(2) la confirmaci�n.

I. EL TESTIMONIO. Es la verdad acerca de Cristo que form� la suma y sustancia del mensaje apost�lico. La verdad "como es en Jes�s".

1. El mensaje contiene dos elementos: el hist�rico y el doctrinal. A veces se hace una separaci�n injustificada entre estos. El intento de separar el hecho hist�rico de alguna forma de ense�anza dogm�tica mediante la cual ese hecho est� vinculado con los intereses y necesidades espirituales de los hombres, como la respuesta Divina a ellos, es irracional y vano. El hecho contiene dentro de s� la doctrina. No es un incidente sin sentido. �Cu�l es la doctrina sino solo la expresi�n articulada de su significado? Tome cualquiera de los discursos apost�licos registrados: el serm�n de Pedro el d�a de Pentecost�s ( Hechos 2:1.), El serm�n de Pablo en la sinagoga de Antioqu�a ( Hechos 13:1) o su resumen de el evangelio ( 1 Corintios 15:1) - ninguna de ellas son declaraciones simples de hechos hist�ricos. Brillan con la fuerza viva de las palabras que llevan el hecho hist�rico a las conciencias y los corazones de los hombres como la condena de Dios del pecado y la promesa de perd�n y la promesa de la vida eterna.

2. La autoridad de este mensaje de hecho mezclado y doctrina reside en su divinidad. Es el testimonio de que "Dios nos ha dado de su Hijo". La raz�n por la cual los hombres ignoran las s�plicas del evangelio es porque no creen o sienten esto. Su sensibilidad divina est� tan amortiguada por otras influencias que no son la Divina, que no reconocen el acercamiento de Dios a sus almas. Si saben que Dios les est� hablando, �c�mo pueden resistir? "Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor". Recibimos f�cilmente el testimonio de los hombres. Toda nuestra existencia social procede del principio de la fe en la veracidad general de aquellos con quienes tenemos que ver. �Por qu� no podemos llevar a la regi�n superior un principio de acci�n que en la inferior sentimos que es tan saludable y necesario? La desconfianza habitual de las dem�s criaturas ser�a una deshonra para nuestra naturaleza com�n, envenenar�a las mismas fuentes de la vida humana y convertir�a algunas de nuestras alegr�as m�s puras en amargura. Y, sin embargo, los hombres aprecian en el lado celestial de ser un esp�ritu de incredulidad fr�o y repelente que le miente a un Dios de verdad infinita, justicia y amor. "El que ha recibido su testimonio ha puesto en su sello que Dios es verdadero" ( Juan 3:33); "El que no cree a Dios, lo ha hecho mentiroso", etc. ( 1 Juan 5:10).

II LA CONFIRMACI�N Para el testimonio para afirmar su autoridad de una manera que no se puede ganar es una cosa; para que sea eficaz y salvadoramente eficaz es otro. Ning�n hombre a quien el mensaje haya llegado inteligiblemente puede escapar de la responsabilidad especial bajo la cual lo coloca. Toda su posici�n como ser responsable cambia de ahora en adelante. Puede afectar el rechazo del reclamo, pero la autoridad soberana de ese reclamo a�n est� sobre �l, y debe responder por su negligencia ( Juan 12:47). El testimonio logra su fin solo cuando el Esp�ritu de Dios lo escribe en caracteres vivos en la "mesa carnosa del coraz�n". �Qu� importante es la transici�n del pensamiento para pasar de la regi�n de palabras, ideas, revelaciones externas, a la de las percepciones, afectos y energ�as de una vida personal! Considera la confirmaci�n:

1. En cuanto a su efecto en el creyente mismo. "El que cree en el Hijo de Dios tiene el testigo en s� mismo" ( 1 Juan 5:10). Se ha vuelto enf�ticamente suyo. El Cristo revelado a �l ahora est� "en �l", un poder vivificante y santificador, "la esperanza de gloria", "un pozo de agua que brota para la vida eterna". Toda vida es autoafirmativa, segura de s� misma. Se prueba y se verifica a s� mismo. No cuestionamos la realidad de nuestra vida f�sica. Sabemos que vivimos viviendo. Pensamos, sentimos, respiramos, nos movemos, actuamos, por lo tanto, vivimos. Tan espiritualmente; En las sensibilidades y energ�as que acompa�an a la fe cristiana, tenemos pruebas suficientes del poder de Cristo "para dar vida eterna a todos los que creen en �l". Y como ninguna evidencia externa puede ocupar el lugar de esto, tampoco un asalto externo a las fuerzas de la incredulidad puede tener ning�n poder real contra ella. "Sabemos que el Hijo de Dios ha venido", etc. ( 1 Juan 5:20). Esto es lo que se quiere dar firmeza a los hombres en estos d�as de pensamiento inquieto y opini�n inestable; no meras garant�as doctrinales, no rigidez teol�gica, sino la profunda conciencia interior de la vida que da el poder de Cristo.

2. En cuanto a su efecto en los dem�s. El testimonio de Cristo gana sus victorias en el mundo con la fuerza, no tanto de la prueba hist�rica o milagrosa o argumentativa, sino de lo que es y lo que puede hacer. Los frutos del car�cter y los hechos cristianos son el m�s poderoso de todos los argumentos. Vidas santas y consagradas: son estas las que dan fuerza convincente a la doctrina. "Vosotros sois nuestra ep�stola", etc. ( 2 Corintios 2:2, 2 Corintios 2:3) .� W.

1 Corintios 1:13

Divisiones

Las "disputas" en la Iglesia en Corinto, cuyo informe hab�a llegado a San Pablo, y que �l reprende aqu�, probablemente no fueron consecuencia de divisiones definidas del partido, sino diferencias individuales en cuanto a qui�n entre los grandes l�deres cristianos deber�a recibir honor superior Eran conflictos individuales, sin embargo, que podr�an convertirse en divisiones muy serias: cismas (????????) que har�an pedazos la comuni�n de la Iglesia. Debe haber sido profundamente doloroso para los ap�stoles que, por lo tanto, se los pusiera en rivalidad unos con otros, como si estuvieran buscando los fines de su propia vana ambici�n, y a�n m�s que sus nombres debieran permitirse de alguna manera para oscurecer la gloria. del Nombre de su Divino Maestro. "�Est� dividido Cristo?" La pregunta sugiere:

I. LA UNIDAD ESENCIAL DE CRISTO. Considere diferentes aspectos de esta unidad. En lo que respecta a:

1. Su propia persona. En �l vemos la fusi�n de lo Divino y lo humano en una gloriosa personalidad, el equilibrio y la armon�a de todas las formas concebibles de excelencia moral. Sin discordia en su ser, sin defectos en su car�cter, sin fallas en su vida; �l est� delante de nosotros en cada luz, en cada lado, un todo completo, sim�trico y perfecto.

2. Su prop�sito redentor y los medios por los cuales lo efect�a. �l viene a liberar a los hombres del poder del mal, a apartarlos de sus iniquidades, para restaurarlos a la comuni�n con Dios. El fin que busca es el mismo para todos. "No hay distinci�n; porque todos pecaron", etc. ( Romanos 3:22). Y como todas las distinciones humanas se pierden en la necesidad com�n de salvaci�n, as� en Cristo la misma posibilidad de bien se pone al alcance de todos: "Como por una sola transgresi�n el juicio vino a todos los hombres", etc. ( Romanos 5:18). Solo hay un mensaje del evangelio, y es "el poder de Dios para salvaci�n a todo aquel que cree".

3. La vida con la que inspira a quienes lo reciben. En quien mora, esta vida es siempre una: una en sus afectos y energ�as, en las leyes de su desarrollo, en el fruto que lleva, en los fines a los que conduce. La inspiraci�n de una vida espiritual com�n es el gran principio de uni�n en medio de infinitas diversidades individuales. "Por un Esp�ritu, todos somos bautizados en un solo cuerpo", etc. ( 1 Corintios 12:13).

4. Su autoridad como el �nico Jefe de la Iglesia. No puede haber autoridad dividida. En la naturaleza misma de las cosas, Cristo no puede ser due�o de ning�n rival. El cuerpo puede tener solo una cabeza viva, la fuente de poder de informaci�n, gu�a y control. Su propia unidad reside principalmente en el reconocimiento de esto: "Un Se�or, una fe, un bautismo", etc. ( Efesios 4:5, Efesios 4:6; 1 Corintios 8:6; 1 Corintios 12:5).

II EL MAL DE TODO LO QUE VIOLA ESTA UNIDAD. Las divisiones de la Iglesia de Corinto fueron despreciadas por el ap�stol como una ofensa contra los principios y leyes fundamentales de la comunidad cristiana. Todas esas divisiones tienen ciertas caracter�sticas marcadas del mal.

1. Exaltan lo que es subordinado y accidental a expensas de lo vital y lo supremo. La forma de la verdad se coloca sobre el esp�ritu, la doctrina sobre la vida, el instrumento sobre el poder, las apariencias sobre las realidades, la sombra sobre la sustancia: credos, sistemas, hombres, sobre Cristo ( 1 Corintios 3:4, 1 Corintios 3:5). Exam�nelos detenidamente y encontrar� que todas las "disputas" en la Iglesia significan esto.

2. Engendran animosidades mutuas que son destructivas de la comuni�n de una vida com�n. Aqu� yace el coraz�n y el n�cleo del mal. Las meras diversidades externas no son tan temibles. El cisma es una cosa del esp�ritu. No radica en las separaciones formales que la conciencia puede dictar, sino en los feroces antagonismos que pueden surgir de ellos de manera desafortunada, pero no necesariamente. El sectarismo consiste no en la afirmaci�n franca y abierta de las convicciones individuales, sino en la amargura y la falta de caridad con que una conciencia puede afirmarse contra todas las dem�s conciencias. Para que el mismo esp�ritu del cisma pueda inspirar esa pasi�n por la uniformidad que suprimir�a la libertad individual de pensamiento, discurso y acci�n. Los verdaderos cism�ticos son aquellos que por su intolerancia crean divisiones. Todo lo que tiende a controlar el flujo del compa�erismo espiritual viola la ley de Cristo. Hacemos bien en mirar contra el alejamiento del coraz�n que la diferencia de opini�n religiosa y pr�ctica eclesi�stica genera con demasiada frecuencia, "dando diligencia para mantener la unidad del Esp�ritu en el v�nculo de la paz" ( Efesios 4:3).

3. Traen deshonra p�blica sobre el Nombre de Cristo. Ese Nombre es el s�mbolo de una reconciliaci�n divina: la reconciliaci�n del hombre con el hombre, as� como del hombre con Dios. Pero en este caso se hace la causa de las separaciones. Cristo vino para unir a los hombres en una verdadera hermandad; pero as� se le hace un "divisor". "Donde hay celos y facciones hay confusi�n y todo mal trabajo" ( Santiago 3:16). Y as�, el principio y prop�sito muy esenciales de la misi�n del Salvador se falsifica y se le da ocasi�n al enemigo para blasfemar. Pocas cosas tienen un efecto m�s desastroso en desacreditar la causa cristiana que la amargura de las partes contendientes en esa Iglesia que es "el pilar y el fundamento de la verdad".

4. Derrochan y disipan energ�as que deber�an dedicarse al servicio activo en el reino del Se�or. �Piensa en el desperdicio de la fuerza espiritual que implican estas divisiones! Si la mitad del entusiasmo que el mero partidismo ha engendrado se hubiera gastado en alg�n trabajo sustancial real para el bien de la humanidad y la gloria de Dios, �cu�n bendecidos podr�an haber sido los resultados! En cierto sentido, por supuesto, todo celo por la verdad, por subordinada que sea la posici�n de la verdad particular, es para el bien de la humanidad y la gloria de Dios; pero competir por el mantenimiento de puntos de diferencia comparativamente triviales en violaci�n del esp�ritu que deber�a armonizar todas las diferencias, y de las grandes responsabilidades del llamado cristiano, es ser culpable de "diezmar la menta, el an�s y el comino , al descuido de los asuntos m�s importantes de la Ley ".

III. LA CURACI�N PARA ESTOS MALOS. Solo hay una cura: mantener a Cristo en toda la gloria de su ser y la supremac�a de sus reclamos habitualmente ante nuestras mentes, y abrir nuestros corazones libremente a la inspiraci�n de su Esp�ritu. Esto nos elevar� por encima de la peque�ez y la mezquindad de los conflictos de la fiesta. Un alto objeto de contemplaci�n y un alto prop�sito moral deben tener una influencia elevadora y ennoblecedora en todo el hombre. Someter� dentro de nosotros todos los afectos b�sicos, reprender� nuestra vanidad personal, ampliar� nuestras simpat�as, castigar� nuestros entusiastas menores. No correremos mucho peligro de ayudar con nuestra influencia a violar la unidad de la gran familia de la fe, cuando nuestras almas est�n llenas de la gloria total de la �rbita del Cristo indiviso. El Esp�ritu expansivo que da nos ense�ar� a decir: "La gracia sea con todos los que aman a nuestro Se�or Jesucristo con sinceridad".

1 Corintios 1:22

"Cristo crucificado".

Es dif�cil para nosotros darnos cuenta de la fuerza profundamente arraigada de los prejuicios que la verdad de Cristo encontr� en su primera proclamaci�n. Sin embargo, una cosa est� clara: mientras los ap�stoles acomodaron el modo de su ense�anza a esos prejuicios, nunca acomodaron la ense�anza en s�. Su doctrina era la misma para todos. Nunca pensaron en modificarlo o suavizar sus peculiaridades esenciales, para satisfacer el gusto de cualquiera. Con referencia a la forma de su ense�anza, San Pablo dice: "A los d�biles me volv� d�bil", etc. ( 1 Corintios 9:22); con referencia a la sustancia. "Aunque nosotros o un �ngel del cielo deber�amos predicar cualquier otro evangelio", etc. ( G�latas 1:8). Judios y griegos son las dos grandes clases bajo las cuales se pueden agrupar estas variedades de prejuicios; y aqu� est�n sus caracter�sticas destacadas. "Los jud�os piden se�ales". As� fue en los d�as de Cristo. "Una generaci�n malvada y ad�ltera", etc. ( Mateo 12:39); "Excepto que veas se�ales y maravillas", etc. ( Juan 4:48). Y en la era apost�lica, la raza en todas partes manifestaba la misma tendencia mental. Eran se�as buscando jud�os. Los "griegos buscan la sabidur�a", la sabidur�a que encontr� un hogar para s� misma en sus propias escuelas filos�ficas. No conoc�an a nadie m�s. As�, cada una de estas clases ilustra un aspecto particular de la vanidad de la naturaleza humana; el que ansiaba aquello que ministrar�a al orgullo del sentido, el otro al orgullo del intelecto. Para ambos, Pablo solo ten�a un mensaje: "Cristo y �l fueron crucificados". Nota-

I. EL TEMA DE LA ENSE�ANZA APOST�LICA. "Predicamos a Cristo crucificado" (ver tambi�n 1 Corintios 2:2; G�latas 3:1). Esta es la suma y sustancia de la doctrina evang�lica, la idea que ocup� el primer lugar en el pensamiento del ap�stol y proporcion� la principal inspiraci�n de su heroica vida. No poco del �nfasis recae en la palabra "crucificado". �l predic� a Cristo como el Redentor personal de los hombres, y eso no solo como el gran milagro del Profeta de Dios, el Reformador moral, el Revelador de la nueva verdad, el Legislador de un nuevo reino espiritual, el Ejemplo de una vida divinamente perfecta, sino como la v�ctima de la muerte. Fue en la muerte de Cristo que toda la fuerza y ??la virtud del testimonio apost�lico sobre �l yac�an. �Qu� significado le dio Pablo a esta muerte? La mera reiteraci�n del hecho en s� ser�a impotente, aparte de su significado doctrinal. Si lo hubiera representado simplemente como el acto de coronaci�n de una vida de devoci�n y sacrificio propio en la causa de Dios y de la humanidad, habr�a colocado el Nombre de Cristo en el nivel de muchos otros nombres, y su muerte en un nivel con la muerte de muchos otros testigos de la verdad y la justicia; en lugar de lo cual se le atribuye una virtud y una eficacia moral en todas partes, lo que no puede concebirse como perteneciente a ninguna otra muerte, y que solo explican la posici�n que ocupa en la ense�anza apost�lica (ver 1 Corintios 5:7; Efesios 1:7; Efesios 2:14, Efesios 2:16; Col 1:21; 1 Juan 1:7; 1 Juan 2:2). El perd�n de los pecados, la limpieza espiritual, la libertad moral, la justicia pr�ctica, la comuni�n con Dios, la esperanza de la gloria eterna, todos se exponen aqu� como frutos de la muerte de Cristo y nuestra fe en ella. San Pablo lo convirti� en el �nico gran tema de su ministerio, porque sab�a que satisfar�a las necesidades profundas y universales de la humanidad. Ninguna otra palabra traer�a descanso a la conciencia perturbada y satisfacci�n al coraz�n anhelante, cansado y distra�do del hombre; ninguna otra voz podr�a despertar al mundo a la novedad de la vida a partir de la terrible sombra de la desesperaci�n y la muerte en la que yac�a.

II LA RECEPCI�N CON LA QUE SE ENCONTR�, de "jud�os", "gentiles" y "los llamados".

1. "Para los jud�os es un obst�culo", un delito, algo "escandaloso". O, varios motivos especiales Cristo fue una ofensa para ellos.

(1) La humildad de su origen.

(2) El car�cter sin ostentaci�n de su vida.

(3) La falta de mundanalidad de sus objetivos y m�todos.

(4) El esp�ritu expansivo de su doctrina; su libertad de clase y exclusividad nacional.

(5) La universalidad de la gracia que ofreci�.

(6) Sobre todo, el hecho de su crucifixi�n.

�C�mo pod�an reconocer como su Mes�as Uno que hab�a muerto como el m�s vil de los malhechores? murieron por el juicio de sus gobernantes y en medio de la burla del pueblo; muerto por una muerte que sobre todos los dem�s aborrec�an? La cruz, que Pablo hizo la base de la esperanza humana y la gloria central del universo, fue para ellos "una piedra de tropiezo y una roca de ofensa".

2. "Hacia la necedad de los gentiles". El mundo gentil estaba impregnado por el sentimiento griego. "Grecia hab�a sido durante m�s de un siglo una provincia de Roma, pero la mente de Grecia hab�a dominado la de Roma". "El mundo en nombre y gobierno era romano, pero en sentimiento y civilizaci�n griega". Tal mundo despreciaba la "predicaci�n de la cruz" porque:

(1) Baj� el orgullo del intelecto humano, tanto por su simplicidad como por su profundidad, tan claro que "el hombre que caminaba como un tonto" pod�a entenderlo, demasiado profundo para que el pensamiento m�s profundo pudiera comprenderlo.

(2) Revelaba la podredumbre del coraz�n humano debajo de la vestimenta m�s bella de la civilizaci�n y la cultura. Hizo que el hombre dependiera de toda su luz sobre las revelaciones sobrenaturales, y de todas sus esperanzas de redenci�n por el impulso espont�neo de la misericordia soberana. No es de extra�ar que fuera "locura" para los orgullosos romanos y los griegos filos�ficos y pulidos. �Y no nos han rodeado ahora fases similares de aversi�n a la doctrina de "Cristo crucificado"? El esp�ritu del mundo no es el esp�ritu de la cruz. El primero es carnal, vanidoso, ego�sta, vengativo, indulgente; el otro es espiritual, humilde, benevolente, indulgente, abnegado. La cruz para cada uno de nosotros significa sumisi�n, humillaci�n, sacrificio personal, puede ser reproche y verg�enza; y estos son dif�ciles de soportar. Es dif�cil decir, con Pablo, "Dios no quiera que me glor�e", etc. La cruz puede ocupar un lugar destacado en nuestro credo, nuestra adoraci�n, nuestros sermones y canciones, puede decorar nuestras iglesias, puede ser un instrumento favorito. de adorno personal; pero tener su esp�ritu llenando nuestros corazones, moldeando y gobernando todo nuestro ser y nuestra vida, es otra cosa.

3. "A los llamados", etc. Los "llamados" son aquellos que "est�n siendo salvos" (vers�culo 18). En el caso de todos, el prop�sito divino en el evangelio es respondido. Se les llama y obedecen la llamada. La voz celestial cae sobre sus o�dos, penetra en el secreto de sus almas, y hay vida para ellos en el sonido, porque, como la voz suave y apacible que respir� al escuchar a Elijah en la boca de la cueva, "el Se�or est� en la voz ". La prueba que tienen de que el evangelio es la encarnaci�n del poder y la sabidur�a de Dios es el sello infalible del Esp�ritu, el testigo incontestable de una vida divina y celestial. �Es una "se�al" lo que pides? Cree en Cristo, y tendr�s dentro de ti la m�s poderosa de todas las maravillas, el milagro de la gracia por el cual un alma se traduce de la oscuridad a la luz, y de la muerte del pecado a la vida de santidad. �Es "sabidur�a" lo que buscas? Cree en Cristo, y �l te abrir� las riquezas inescrutables de la mente y el coraz�n de Dios.

HOMILIAS DE D. FRASER

1 Corintios 1:7

La paciencia de la esperanza.

"Esperando la revelaci�n de nuestro Se�or Jesucristo". Los dignos del Antiguo Testamento esperaban el advenimiento del Mes�as y el consuelo de Israel. Los santos del Nuevo Testamento esperan la segunda venida del Se�or, la culminaci�n de la Iglesia en santidad y su entrada en su gloria en su aparici�n. Ellos ya poseen a Cristo por fe. �l responde por ellos para su justificaci�n, y �l habita en ellos para su santificaci�n. Lo aman como su Salvador invisible, y por lo tanto anhelan verlo tal como es. Los hombres que temen el juicio esperan la absoluci�n; hombres cansados ??y desgastados con la esperanza de descansar; hombres cuyo curso terrenal ha sido decepcionante esperanza para un mundo mejor; pero ninguno de estos deseos o expectativas llega a la bendita esperanza que es distintivamente cristiana. Buscamos al Salvador. Esperamos el apocalipsis de nuestro Se�or.

I. LA BASE EN LA QUE APROVECHAMOS ESTA EXPECTATIVA. Es simplemente la palabra de promesa. En par�bolas, y tambi�n en declaraciones claras, Jesucristo asegur� a sus disc�pulos que regresar�a en una hora inesperada. En su ascensi�n, los mensajeros celestiales, "hombres vestidos de blanco", dijeron expl�citamente a los "hombres de Galilea" que "este Jes�s" regresar�a del cielo. Por consiguiente, los ap�stoles infundieron esta esperanza en la Iglesia primitiva; todas las ep�stolas se refieren a ella; y el �ltimo libro de la Biblia se cierra con una repetici�n de la promesa del Se�or: "He aqu�, vengo pronto"; y la respuesta de la Iglesia: "�Aun as�, ven, Se�or Jes�s!" No tenemos ninguna cuesti�n de probabilidad. Para los cristianos, el asunto se basa en una palabra segura de profec�a y promesa, prometiendo la verdad del Hijo de Dios. Si alguna persona es capaz de creer que el Hijo de Dios habl� al azar o encendi� sus palabras con expectativas que nunca se cumplir�n, no podemos demostrarles que Cristo vendr� nuevamente. Pero todos los que lo reverencian como Aquel en cuya boca nunca se hall� enga�o, seguramente creer�n que ser� revelado en su gloria; y todos los que lo aman buscar�n su aparici�n.

II RAZONES DE NUESTRA ESPERA AL SE�OR.

1. "A�n no vemos todas las cosas sometidas a �l", y anhelamos hacerlo. Las promesas de soberan�a universal y honor hechas a Cristo en los Salmos esperan su cumplimiento. Oraciones de muchas generaciones hechas "para �l", as� como a trav�s de �l, esperan la respuesta. Por lo tanto, la Iglesia, creyendo en las promesas y continuando las oraciones, sobre todo, am�ndolo a quien se le prometen tales cosas y se dedica el ardor de tales oraciones, no puede sino esperar al Se�or mientras los observadores nocturnos esperan la ma�ana. Desde la Ascensi�n, Cristo ... ha tenido, por nombramiento del Padre, "toda autoridad en el cielo y la tierra". La gloria en el cielo est� oculta para nosotros, pero todos pueden ver que desde el d�a de su ascensi�n, su Nombre se ha elevado continuamente por encima de todos los dem�s nombres conocidos por la humanidad, y ha extendido tanto el �rea de su fama e influencia que est� fuera de toda duda. El nombre m�s poderoso sobre la tierra. A�n as� Cristo tiene muchos enemigos. Todav�a no est�n hechos "su taburete de pie". Y muchos de los que se llaman cristianos son indiferentes a su causa, desobedientes a su Palabra, ap�ticos sobre su reino y gloria. Entonces, las tribus y las naciones de la tierra no reconocen ni sirven al Se�or Jes�s, ni siquiera en la cristiandad; y hay vastas poblaciones que apenas han escuchado su nombre. Incluso en nuestro propio pa�s, uno se sorprende al evitar cualquier menci�n expresa de aquel que es el Se�or de todos, como el Se�or sobre nosotros. En los documentos p�blicos, expresivos de la mente y la voluntad nacionales, puede haber una referencia al "Dios Todopoderoso" y a una Providencia superintendente: frases fr�as del te�smo; pero hay una renuencia aparente a nombrar al Se�or Jesucristo y a someterse a su Palabra. Esto es penoso para quienes lo aman y saben que �l es el �nico Sanador suficiente de la humanidad. Participan celosamente en todos los movimientos para controlar la injusticia, mantener las corrientes f�tidas del vicio, aliviar la miseria y difundir la virtud y la paz; pero lamentan que Cristo sea tan poco buscado y honrado en los esfuerzos de la filantrop�a, y a menudo claman a �l en su lucha: "Se�or, �cu�nto tiempo? �Cu�ndo regresar�s del pa�s lejano? �Cu�ndo tomar�s tu gran poder, y reinar?

2. Tenemos tanta correspondencia ahora con el Salvador invisible que nos hace a�orar su brillante presencia. No es justo ni razonable poner la revelaci�n de Cristo para nosotros ahora por el Esp�ritu Santo en contra de la revelaci�n personal a sus santos en su segunda venida, y preguntar cu�l de ellos es m�s deseable. Cada uno es deseable en su temporada, y el primero despierta el anhelo por el segundo. Si he tenido correspondencia agradable y provechosa durante a�os con alguien a quien no he visto, pero que conozco por su sabidur�a y amabilidad; si me ha hecho m�s bien que todos los hombres que he visto, ense�ado, ayudado y estampado en mi mente y mi coraz�n; �No anhelo verlo cara a cara y espero ansiosamente un d�a en que pueda estar m�s cerca de aquel que se ha vuelto indispensable para m�, la vida misma de mi vida? Seguramente es as� entre cristianos y Cristo. Han escuchado sus palabras, recibieron su Esp�ritu, tuvieron mucha correspondencia con �l en oraci�n y la Cena del Se�or, obtuvieron mucha ayuda de �l en momentos de necesidad. Aunque invisible, ha sido mucho m�s para ellos que todos los maestros y amigos que han visto; y por esa misma raz�n anhelan verlo. Sus corazones nunca podr�n estar completamente satisfechos hasta que vean al Se�or.

3. Estamos cansados ??de nosotros mismos y avergonzados de nuestros defectos, y por lo tanto anhelamos ser perfeccionados en su venida. Es cierto que la vida de fe tiene profundos pozos de consuelo, y los cristianos deber�an ser felices. Tambi�n es cierto que el Esp�ritu de Cristo permanente puede mantener a sus siervos del pecado y sostenerlos en un curso de santa obediencia. Pero es in�til disputar el hecho de que todos somos imperfectos en su car�cter y defectuosos en el servicio. No alcanzamos nuestros mejores objetivos, nos equivocamos en nuestro buen hacer, echamos a perder mucho bien por fallas de temperamento e incluso de manera, y somos sirvientes no rentables. Los mejores cristianos, en quienes quiz�s no vemos mancha, ven en s� mismos pecado e imperfecci�n hasta el final. Ahora, no tenemos excusa para la falta de inconsistencia. Sostenemos que los servidores honestos de Jesucristo apuntar�n diariamente y en oraci�n a la enmienda, y se esforzar�n por caminar m�s estrechamente con Dios. A�n as�, siempre habr� alg�n defecto hasta que los sirvientes vean a su Se�or. Es su venida la que dar� la se�al para el perfeccionamiento de su pueblo y su completa transformaci�n a su semejanza. Tal es la doctrina a menudo ense�ada por el ap�stol Pablo: "irreprochable en el d�a de nuestro Se�or Jesucristo" (vers�culo 8); "Impecable en santidad ante nuestro Dios y Padre en la venida de nuestro Se�or Jes�s con todos sus santos" ( 1 Tesalonicenses 3:13); "Sin culpa por la venida de nuestro Se�or Jesucristo" ( 1 Tesalonicenses 5:23). Puede agregarse aqu� la perspectiva de la amable aprobaci�n del Se�or de un servicio diligente aunque imperfecto que se le preste, por lo cual otorgar� una recompensa real. Pero no nos detenemos mucho en esto, porque la idea de obtener algo del Rey no es tan querida por aquellos que lo aman como la expectativa de ser hecho como �l, purificado como puro. Por lo tanto, el intenso anhelo de los santos por la revelaci�n de nuestro Se�or Jes�s.

(1) Mira y s� sobrio. La extravagancia de la mente, la gloria en la carne, la indulgencia del deseo desmedido, no se est�n convirtiendo en hombres que esperan al Se�or. S� moderado en todas las cosas.

(2) Mira y reza. P�dale a Dios que lo ayude con sus enfermedades y que lo libere del esp�ritu del sue�o. Tus l�mparas no se apagar�n mientras reces; porque entonces tienes un suministro continuo de petr�leo.

(3) Mira y trabaja. El Se�or sigui� la par�bola de las v�rgenes que esperaban con la de los sirvientes comerciales. Bienaventurado el siervo fiel y sabio a quien el Se�or, cuando venga, encuentre haciendo el trabajo que le fue asignado. El Maestro no nos dice "prepararse para la muerte", como muchos lo expresan, sino prepararse para rendirle cuenta de nuestro servicio a su regreso. �Ay de los siervos malvados y perezosos de ese d�a!

1 Corintios 1:9

Asociaci�n sagrada.

"Ustedes fueron llamados a la comuni�n de su Hijo Jesucristo, nuestro Se�or".

I. �QU� SIGNIFICA ESTA COMUNIDAD? Es algo m�s que discipulado o incluso amistad. Es sociedad. Es una forma de la palabra que se usa cuando los hijos de Zebedeo son descritos como "socios de Sim�n", y cuando se dice que los primeros cristianos en Jerusal�n "ten�an todas las cosas en com�n". San Pablo sosten�a que los adoradores paganos de los demonios eran part�cipes de los demonios, hicieron causa com�n con ellos; y que, por otro lado, los adoradores de Dios en Cristo compart�an con Cristo e hicieron causa com�n con �l, ten�an un inter�s com�n en el "d�a de la gracia" y estaban destinados a una herencia com�n en el d�a de gloria. �l era de ellos, y ellos eran suyos. Era una sociedad que el prop�sito de Dios hab�a contemplado desde la antig�edad, que su Esp�ritu hab�a constituido y que su fidelidad se comprometi� a mantener y defender. No observe la plenitud de la designaci�n: "su Hijo Jesucristo, nuestro Se�or". Los cristianos son hechos hijos de Dios por adopci�n, y "si son hijos, entonces herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo". Pero la herencia a�n no est�. Este es el d�a del servicio, quiz�s del sufrimiento. Por lo tanto, consideremos la comuni�n con el Padre de la cual el Hijo Jesucristo fue consciente en el tiempo de su servicio y tristeza en la tierra; porque el llamado santo est� en la comuni�n del Hijo. En el Evangelio seg�n San Juan se muestra que nuestro Salvador no solo ten�a una comuni�n ininterrumpida de coraz�n y prop�sito con el Padre en el cielo, sino tambi�n una participaci�n consciente con el Padre. Todas las cosas que tiene el Padre eran suyas. No podr�a trazarse una l�nea pr�ctica de divisi�n entre la voluntad del Padre y su voluntad, las obras del Padre y sus obras. Como en esencia eterna, tambi�n en operaci�n, �l y el Padre eran uno. El padre siempre estuvo con �l. Hablaba palabras que hab�a escuchado con su padre. Hizo obras que eran las obras del Padre, que de hecho el Padre que moraba en �l realiz�. Recibi� y mantuvo a los hombres que el Padre le hab�a dado fuera del mundo. El mismo odio que encontr� fue el odio del mundo hacia el Padre; y la gloria que buscaba era gloria con el Padre sobre el alcance del desprecio humano. Ahora, es en la participaci�n con el Hijo como as� participando con el Padre que los cristianos son admitidos por adopci�n, en la medida en que sea posible que el humano comparta con lo Divino. Hecho uno con Cristo a trav�s de la fe, tambi�n tienen comuni�n con �l en el sentido de tener una causa e inter�s com�n con �l. Su Padre es su Padre, y su Dios su Dios. El mismo Esp�ritu que descans� sobre �l se les imparte. Los mismos trabajos que �l hizo, ellos tambi�n lo hacen. Los adversarios que encuentran lo odiaban antes de odiarlos. El camino que �l pis�. es el camino para ellos tambi�n. Su causa es su preocupaci�n; y su causa es su preocupaci�n. No, el mismo amor con el que el Padre amaba al Hijo tambi�n est� en ellos; y su esperanza de gloria es la esperanza de estar con �l y. He aqu� su gloria. As�, la comuni�n significa m�s que amistad. Es participaci�n con Cristo. Sus disc�pulos est�n en su trabajo, esperando entrar en su descanso; en su batalla, buscando compartir su victoria; y, si es necesario, sufrir con �l, anhelar ser tambi�n glorificado.

II �C�MO SE CONSTITUYE ESTA COMUNIDAD? Por el gracioso llamado de Dios. El ap�stol habl� de la transferencia de los cristianos corintios de sus antiguas y pecaminosas comunidades a una nueva y sagrada, procediendo con el verdadero ideal y el llamado celestial de la Iglesia, a pesar de los defectos y faltas reales que vio y. reprobado en la comunidad cristiana particular all�, y en algunos de sus miembros individuales. La sociedad pagana era, en su opini�n, una regi�n de oscuridad; La sociedad cristiana es una regi�n de luz. El primero era un templo de �dolos; el otro un templo de Dios. El primero era la comuni�n de Belial; el otro la comuni�n de Cristo. La transici�n de uno a otro fue mediante el cumplimiento de un llamado de Dios, que era un llamado p�blico a todos los hombres en boca de los predicadores del evangelio, un llamado efectivo del Esp�ritu Santo en todos los que cre�an y obedec�an.

III. �C�MO SE MANIFIESTA LA COMUNI�N Y AS� SE ASEGURA LA LLAMADA?

1. Al romper decididamente las asociaciones malvadas. Lea en el Libro de Proverbios c�mo "los malvados se unen de la mano", y los j�venes se arruinan al unirse con los pecadores que los atraen. Lea en esta Ep�stola el refr�n hogare�o que "la mala compa��a corrompe los buenos modales". Y conf�e en que es tan necesario como siempre evitar la sociedad de los malvados y burladores. La tendencia de la �poca es eliminar claras distinciones por razones morales, sugerir compromisos agradables y deshacerse de todo lo que es dif�cil o severo en las obligaciones de la coherencia cristiana. Pero aquellos que realmente obedecen el llamado de Dios en Cristo Jes�s no tienen m�s remedio que seguir la direcci�n de su Palabra, costar lo que pueda y, por lo tanto, deben rechazar la intimidad con la luz de esa Palabra, y no deben conformarse a esto. mundo, pero transformado por la renovaci�n de sus mentes.

2. En apego a aquellos que retienen y obedecen la doctrina de una vez por todas entregada a los santos. No se requieren otras condiciones. Para limitar el compa�erismo a los de nuestro propio partido y nuestra propia forma de pensar en general indica celo sectario o autocomplacencia en lugar de amor fraternal, los corintios se dividieron en partidos y establecieron nombres rivales. En sus asambleas, e incluso en la Cena Eucar�stica, los individuos buscaban la observaci�n y luchaban por tener prioridad sobre los dem�s. Era tristemente inconsistente con el hecho de que Dios los hab�a llamado a la comuni�n de su Hijo. Es bueno ser advertido en este asunto, para tener paciencia el uno con el otro, evitar el esp�ritu de fiesta y apreciar a todos los que, teniendo la doctrina y el Esp�ritu de Jesucristo, son y. debe estar en la santa comuni�n.

3. Al exhibir la disposici�n y la mente de Cristo. Los que tienen una nueva vida en uni�n y comuni�n con Cristo deben sentir, hablar y actuar en consecuencia, apartando las malas pasiones y todo enga�o, y poniendo un coraz�n manso, compasivo y honesto. En el tercer cap�tulo de la Ep�stola a los Colosenses, San Pablo expone bellamente esta santa obligaci�n e imparte estos dos consejos pre�ados: "Que la paz de Cristo gobierne [arbitre] en sus corazones"; "Deja que la Palabra de Cristo habite en ti ricamente en toda sabidur�a". - F.

1 Corintios 1:21

Sabidur�a y necedad.

"Al ver eso en la sabidur�a", etc.

I. EL CONTRASTE EN CORINTH. Los griegos ya no pod�an jactarse de grandes soldados o estadistas, porque el poder militar y pol�tico los hab�a abandonado y centrado en florae; pero ten�an entre ellos ret�ricos y fil�sofos, y todav�a se consideraban l�deres intelectuales del mundo. En este esp�ritu se sentaron a juzgar el evangelio. En cuanto a su tratamiento de los problemas del pecado y la justicia, no estaban profundamente preocupados; pero estaban listos para pesarlo y medirlo como una nueva filosof�a, y pensaban que era deficiente en sabor intelectual y bastante inferior a las especulaciones de los maestros griegos sobre la naturaleza de Dios y del hombre, el orden del mundo, lo bello y lo bello. bueno. San Pablo conoc�a bien este sentimiento y sent�a el aguij�n de tales imputaciones, porque era un hombre educado; pero con su franqueza y virilidad habituales se enfrent� a esta acusaci�n de los s�per griegos, y con una lanza afilada pinch� la burbuja de su sabidur�a consciente. No, �l audazmente sostuvo que lo que ellos pensaban que era sabio era tonto, y que lo que pensaban que era tonto era sabio. Al mismo tiempo, era demasiado cauteloso y demasiado amable para irritar a sus lectores al se�alar la declaraci�n en Corinto, o incluso en Grecia por su nombre. �l habl� de la sabidur�a del mundo. Que toda la sabidur�a a la que el mundo entero hab�a llegado por la investigaci�n humana sobre las cosas de Dios se reuniera en un mont�n, y mostrara con toda la luz que las mejores mentes del mundo podr�an arrojar sobre �l, y �l mantendr�a que era d�bil. tenue y f�til en comparaci�n con esa sabidur�a que �l y otros predicadores de Cristo podr�an inculcar por medio del evangelio. Fue un gran reclamo; pero aquellos que conocen mejor "la sabidur�a de los antiguos", y est�n m�s familiarizados con las ideas y usos de ese viejo mundo pagano, estar�n m�s dispuestos a decir que San Pablo ten�a buenas bases para su afirmaci�n, que su afirmaci�n Era absolutamente cierto.

II EL CONTRASTE HOY Los pensamientos despectivos sobre la fe evang�lica se muestran en muchos sectores. Los hombres parecen olvidar que el avance intelectual de la sociedad moderna, de la que se jactan, y que proponen como superando el cristianismo antiguo, se debe principalmente al cristianismo; que las grandes escuelas y universidades de Europa ten�an sus ra�ces en la religi�n; y que las ideas que dan tono y amplitud a nuestra civilizaci�n, la apreciaci�n de la fuerza de la verdad y el sentido de la hermandad humana como algo muy superior al mero entusiasmo por una raza y la antipat�a hacia todas las dem�s, han sido engendradas y fomentadas por nuestra santa fe Desafortunadamente descuidando esto, los hombres se paran hoy en una eminencia que el cristianismo ha erigido, y desde all� denuncian al cristianismo. La religi�n se pronuncia d�bil y bastante imposible de probar. �No es lo suficientemente bueno para estas personas tan conocedoras y pensadores duros! Sin embargo, nada es m�s seguro que los hombres tienen una necesidad urgente de Dios, y de esas ayudas morales y consolaciones profundas que est�n vinculadas con el conocimiento de Dios y la amistad con �l. Y el coraz�n a veces tiene un grito apasionado: "�D�nde est� mi Dios?" Ponga a un lado las bolsas de dinero, los planes ingeniosos, las diversiones, los peri�dicos, los instrumentos cient�ficos y los compromisos sociales, y d�game esto, �oh sabidur�a del mundo! "�D�nde est� Dios, mi Hacedor? �No hay un Alt�simo, m�s Sabio y Mejor? �Y d�nde est� �l? '�Oh, si supiera d�nde podr�a encontrarlo! �Que pueda llegar incluso a su asiento!'" respuesta mundial? No niega la existencia divina, aunque muchas personas son fr�amente dudosas y agn�sticas sobre el tema. Pero como en el primer siglo, cualquier concepci�n efectiva de lo Divino se estaba desgastando de las mentes reflexivas, y casi no hab�a ning�n control religioso sobre el libertinaje y la rapacidad; as� que ahora hay simples frases vagas y de alto sonido sobre la corriente del Todopoderoso entre los sabios del mundo, sin tanta fe real en Dios como pueda contener un ataque de pasi�n o una l�grima amarga. Es una fuerza personal o impersonal, nadie lo sabe; donde est� sentado, por qu� operativo, c�mo dirigido, nadie puede decirlo. O, �l es un sue�o de belleza inefable y una fuente de piedad inefable; pero c�mo conciliar esto con los aspectos m�s severos de la naturaleza y la vida desconcierta toda la sabidur�a del mundo. Los sabios est�n perplejos; la multitud no sabe qu� pensar; y as� el mundo por sabidur�a no conoce a Dios. Pero hay una mejor sabidur�a, y San Pablo nos la muestra. Puede ser bueno para algunos observar las fatigas y las fatigas. lucha por la sabidur�a del mundo, y habla o escribe sobre las evidencias de la teolog�a b�blica y la fe cristiana cuando encuentran una ocasi�n adecuada. Sin embargo, aquellos a quienes el evangelio est� comprometido no deben, como regla general, apartarse de tales discusiones. Deben predicar con frecuencia y fervor, confiando en la vindicaci�n de Dios de la sabidur�a de lo que los hombres llaman necedad. "�Qu� dir� este charlat�n?" lloraron contra san Pablo en Grecia. "�Qu� dir� este hereje?" lloraron contra Wickliffe en Inglaterra y luego contra Lutero en Alemania. "�Qu� dir� este golpeador de ba�era?" lloraron contra Whitefield y Wesley, hombres que, bajo Dios, salvaron la vida moral y religiosa de Inglaterra. Pero por mucho que se burlen de los predicadores, la insensatez de la predicaci�n ha demostrado abundantemente ser sabidur�a por sus resultados. Su aparente debilidad cubre el poder real. Oh sabio charlat�n que dice: "�Cristo crucificado!" - F.

1 Corintios 1:22

La predicaci�n apost�lica

San Pablo magnific� la funci�n de la predicaci�n. Pod�a dejar el bautismo de los conversos y los detalles de los asuntos de la Iglesia a otros, pero se dedic� a la proclamaci�n y defensa de la verdad. Ning�n encuentro de resistencia o negligencia podr�a alejarlo de predicar a Cristo o avergonzarlo del evangelio. Su ocupaci�n le dio una alegr�a profunda y solemne.

I. EL TEMA DE LA PREDICACI�N. "Predicamos a Cristo crucificado". no el cristianismo, sino Cristo; Ni siquiera la crucifixi�n, sino el Cristo crucificado. Hay muchos temas sobre los que podemos hablar, muchas preguntas que podemos discutir; pero debemos predicar a Cristo. De hecho, nuestros discursos y discusiones tienen frescura espiritual y fuerza solo cuando comienzan o conducen a este objeto central y tema inagotable. Y "Cristo crucificado", no solo su vida, su car�cter y su ejemplo, sino su muerte "por nuestros pecados seg�n las Escrituras", es esto lo que trae paz a las conciencias atribuladas de los hombres, y el atractivo m�s fuerte y persuasivo para sus corazones. Poco sabe el llamado de un predicador del Nuevo Testamento, o el secreto del �xito al proclamar la Palabra de verdad, que se contenta con alusiones ocasionales y distantes al gran Sacrificio. El lugar del predicador ha terminado contra la cruz.

II El prejuicio que esta predicaci�n provoc� y encontr�. Los jud�os requer�an se�ales. Adictos ya que se jactaban mucho de las se�ales y maravillas que sus antepasados ??obraron de la mano de Mois�s y otros profetas, exigieron se�ales o prodigios para certificar el evangelio. Fue una exigencia que nuestro Se�or siempre rechaz� cuando se le inst�, y una que los ap�stoles hicieron bien en desalentar. No eran taumaturgos, sino predicadores de la justicia. Por eso los jud�os no creyeron. Para ellos, Cristo crucificado fue un obst�culo. Un hombre a quien su concilio hab�a condenado por blasfemia, y que las autoridades romanas hab�an matado, �c�mo podr�a ser un Salvador? �C�mo podr�a ser el Mes�as? �Por qu� Dios no lo salv� de una muerte miserable si se deleitaba en �l? �Por qu� �l mismo no baj� de la cruz? Entonces los jud�os tropezaron y cayeron en la incredulidad. Y hasta el d�a de hoy blasfeman al nazareno como el hombre que fue colgado de un �rbol. Un prejuicio similar se muestra entre los oyentes gentiles del evangelio tambi�n.

Los hombres que tienen poco sentido del pecado no les gusta ninguna doctrina distinta de que Cristo sufra por nuestros pecados. Y los hombres que piensan principalmente en el poder como el signo de la Deidad tropiezan ante la declaraci�n de que Aquel que muri� con clavos en las manos y los pies era el Hijo de Dios y es el Se�or de todos.

2. Los griegos buscaban la sabidur�a. Y para ellos, la predicaci�n de la cruz parec�a ser una locura. Apelaba a la conciencia del pecado, lo que no los molestaba mucho; y no dijo nada a la comprensi�n especulativa, apenas not� aquellos problemas sobre los cuales las escuelas filos�ficas de Grecia hab�an contado y disputado por generaciones. El mismo prejuicio impide que muchos hombres educados en la actualidad reciban el evangelio. �Es un pensamiento elevado? �Qu� luz puede arrojar el destino de Aquel que fue crucificado injustamente entre los jud�os hace mucho tiempo sobre los problemas intelectuales de hoy? El evangelio les parece indigno de la seria atenci�n de las personas cultas. Puede tener sus usos para la gente com�n; pero no tiene filosof�a, �y es una tonter�a! Pero bienaventurados los que no se ofenden en Jes�s. Cuando se predica el evangelio en el poder del Esp�ritu Santo, encuentra algunos corazones receptivos. Siempre hay algunos en quienes la predicaci�n no se desperdicia ni se pierde.

III. LA GANANCIA QUE ACUERDA A LOS CREYENTES. Se los describe como "los llamados", una frase que evidentemente no equivale a "invitados", ya que todos est�n invitados. Por "los que se llaman" se entiende aquellos en quienes el evangelio encuentra reverencia y fe. Estos son los llamados seg�n el prop�sito de Dios. Y mira lo que Cristo crucific� es para ellos.

1. �Son jud�os o se parecen a los jud�os en busca de signos de poder celestial? Lo! tienen en Cristo un poder mucho m�s grande que nunca en Mois�s o El�as. El es el poder de Dios; y eso no solo en la esfera externa en la que los jud�os deseaban ver signos y maravillas, sino tambi�n en la esfera interna o moral, donde se hab�a desparramado capaz de liberar a los hombres de sus pecados y despojar a los principados y poderes malvados, triunfando sobre ellos en la cruz. Solo porque "crucificado en debilidad", es poderoso para salvar. Y todos los creyentes del evangelio pueden conocer en s� mismos su pecado que vence y carga poder. No necesitan m�s se�al.

2. �Est�n dispuestos por naturaleza, educaci�n o ambos a buscar la sabidur�a como los griegos? �Tienen una mente hambrienta e inquieta? Aqu� est� la mejor disposici�n para sus necesidades, si no para su curiosidad. Cristo es la sabidur�a de Dios. Los problemas m�s elevados reciben luz de Cristo crucificado. Reconciliaci�n de los reclamos de justicia con los anhelos de misericordia; justificaci�n de los transgresores de la ley moral sin perjuicio o deshonra de la ley misma; y la introducci�n de una vida nueva y mejor a trav�s de la muerte, a medida que el trigo crece de la semilla que ha muerto en la tierra; estos no son problemas peque�os o f�ciles, y no tienen soluci�n hasta que recibamos el evangelio de Cristo crucificado. El que har�a su propio llamado seguro debe buscar la evidencia en su propia actitud de mente y coraz�n hacia Cristo crucificado. �Est� en tus ojos debilidad o poder? necedad o sabidur�a? Como Poder de Dios, �te ha sometido a s� mismo? Como la Sabidur�a de Dios, �es �l la Luz de la vida para ti, el maravilloso, el consejero?

1 Corintios 1:30, 1 Corintios 1:31

Toda suficiencia en Cristo.

"Pero de �l sois vosotros", etc. Aqu� est� la verdad central bien compactada. Y los sermones simples sobre tales textos deben ser dados con frecuencia, para alimentar a la Iglesia de Dios, que se apoya en simples frases finas, per�odos sonoros, disgustos controvertidos y exhortaciones ins�pidas.

I. EL CAMINO DE LA BENDICI�N. Se obtiene de la gracia de Dios, y por una doble acci�n de su gracia.

1. "De Dios sois vosotros en Cristo Jes�s". Esta uni�n con Cristo, injert�ndose en Cristo, encerrando en Cristo, es el secreto ra�z de toda bendici�n espiritual. Y mientras tomamos medidas para huir a Cristo, aferrarnos a �l y convertirlo en nuestro Refugio, esta acci�n de nuestra parte se debe en �ltima instancia a la atracci�n del Padre y a la operaci�n interna del Esp�ritu Santo. Por lo tanto "de Dios" estamos en Cristo Jes�s.

2. "De Dios, Cristo es hecho para ti" que crees, todo lo suficiente. De acuerdo con el buen placer de Dios, los m�ritos, riquezas y perfecciones de Cristo est�n disponibles para usted. En todo caso, es concebible que uno pueda salvarse en y a trav�s de Cristo, y sin embargo recibir solo en parte y escasamente de su plenitud. Pero tal no es la voluntad de Dios con respecto a nosotros. Es su prop�sito que seamos, no solo rescatados de la destrucci�n, sino enriquecidos con bendiciones celestiales en Cristo Jes�s.

II LA SUSTANCIA DE LA BENDICI�N. Lo que Cristo es para los suyos, que est�n en �l: Sabidur�a, porque son necios; Justicia, porque son injustos; Santificaci�n, porque son imp�os; Redenci�n, porque est�n perdidos como otros hombres.

1. Sabidur�a Los primeros cristianos se hicieron sabios, no seg�n el tipo de rabinos jud�os o sabios griegos, sino como moldeados en un molde superior: la mente de Cristo. Y as� tambi�n ahora. Hay que confesar que algunos que profesan y se llaman cristianos hablan y act�an tontamente; pero cuanto m�s cristiano se vuelve de coraz�n, m�s adquiere una sabidur�a mucho m�s all� de la penetraci�n m�s aguda de las mentes mundanas, porque hace sus estimaciones a la luz de Dios y aprende a mirar las cosas terrenales desde "lugares celestiales". " Cristo en nosotros es sabidur�a de lo alto.

2. La justicia. "No hay justos, no, ninguno". El mundo puede mostrar hombres de fuerza, habilidad, valor, astucia, elocuencia, erudici�n, empresa; pero �d�nde est� el hombre justo? �Pobre de m�! no hay uno No; pero hay uno justo. Jesucristo fue y es ese "Solo Uno". Y como la sabidur�a que se le atribuye es "la sabidur�a de Dios", tambi�n la justicia que se le atribuye es "la justicia de Dios". Este justo muri� por nosotros, el justo por los injustos. Y en su restauraci�n de los muertos y su regreso como el justo al Padre, existe la base de la aceptaci�n de todos los que son "de Dios en �l". Entonces la justicia se imputa sin obras. Cristo nos es hecho justicia.

3. Santificaci�n. La "santidad al Se�or" no se conoce, ni siquiera es posible, sin Cristo. Sin embargo, "sin santidad, nadie ver� al Se�or". Ahora, el ap�stol no dice que Cristo fue hecho para nosotros santidad; porque esto podr�a parecer favorecer una doctrina de santidad imputada, que est� llena de peligros. Pero �l est� hecho para nosotros Consagraci�n; de modo que en �l somos santos constituidos, separados del mal para los servicios del Dios santo, y de �l derivamos la gracia purificadora y sustentadora de esa novedad de vida a la que estamos llamados y comprometidos.

4. Redenci�n. No hay necesidad de decir "redenci�n completa", o "redenci�n final", como se ha acostumbrado a hacer algunos reparadores de las Escrituras, porque lo que se ve no es "la redenci�n de la posesi�n comprada" o la redenci�n del cuerpo en la resurrecci�n de los justos; pero la redenci�n que ahora se obtiene por la preciosa sangre de Cristo, porque �l se dio a s� mismo en rescate por nosotros. Por lo tanto, tenemos quittance decisivo y concluyente, tanto de culpa como de "la casa de la esclavitud". Y aqu� tambi�n Cristo es todo.

III. EL OBJETIVO Y EL PROBLEMA DE LA BENDICI�N TAN CONFERIDA. ( 1 Corintios 1:31) Para que los salvos tengan confianza en el Se�or y le atribuyan toda la alabanza y gloria de su salvaci�n. Es una buena prueba de doctrina, ya sea que refiera toda suficiencia y rinda toda alabanza a Dios en Cristo Jes�s. Es una prueba del coraz�n, si se deleita en tenerlo. No queremos decir simplemente gloria y gracias a Dios por enviar al Salvador al mundo, porque tanto es com�n a todos los tipos de doctrina cristiana; pero tambi�n gloria y alabanza a Dios por unir a los hombres con el Salvador, y as� en posesi�n personal de las bendiciones de la salvaci�n. Se considera una marca de esp�ritu de base entre los hombres que asume el cr�dito al que no tiene derecho e ignora sus obligaciones con los dem�s. Pero las mentes nobles son las primeras en decir que, por lo que sea que hayan logrado, no fueron suficientes por s� mismas, sino que contaron con la ayuda de la providencia divina, la ayuda de las circunstancias favorables y la ayuda de sus semejantes. Cuando se recibe la gracia del Cielo, �cu�n bajo e ingrato ser�a alardear como si uno no la hubiera recibido! Algunos no pueden darle gloria al Se�or, porque realmente no est�n en Cristo; y algunos porque, aunque quiz�s en �l, no conf�an en �l con fe firme. Algunos tambi�n siempre intentan salvarse. Pasan la vida en el canal del mar Rojo, temerosos de los egipcios. Nunca llegan a la orilla donde los entregados cantan al Se�or que ha triunfado gloriosamente. - F.

HOMILIAS POR R. TUCK

1 Corintios 1:1

El reclamo de Pablo al apostolado.

La apariencia personal y la disposici�n caracter�stica de Pablo, con las circunstancias particulares que llevaron a la redacci�n de esta carta, y despertaron un intenso sentimiento personal, forman una introducci�n adecuada. Paul combina a Sosthenes consigo mismo en el saludo, en parte debido a la conexi�n de este hombre con Corinto (ver Hechos 18:17), en parte como una respuesta a quienes lo acusaron de hacer demasiado de s� mismo y sus derechos apost�licos. Al asociar este nombre en la direcci�n, Pablo insin�a que no deseaba convertirse en el �nico gu�a de la Iglesia, ni se pondr�a ante Cristo en el pensamiento de la gente. La idea general del apostolado es la misi�n. Un ap�stol es enviado o comisionado. Se aplicaba a otros que no fueran los doce, o trece, generalmente llamados as�; Bernab� y Silas entran en esta clasificaci�n. Seg�n se aplica a los "doce" (ya sea como Judas o Matthias), el t�rmino implica el conocimiento personal de Cristo y la recepci�n directa de la comisi�n de �l ( Hechos 1:21, Hechos 1:22) .

I. LA BASE DE LA RECLAMACI�N DE PABLO. No pod�a descansar en el conocimiento personal del ministerio de Cristo. No tenemos buenas razones para suponer que Pablo haya visto a Cristo en la carne. Sin embargo, esa no era la m�s esencial de las dos calificaciones. Paul hab�a recibido una llamada directa a su oficina del Se�or mismo. Para los hechos hist�ricos, vea Hechos 9:1 .; Hechos 13:2. Tal llamada directa no implicaba infalibilidad; pero s� form� una base para sentir confianza personal, para hablar con audacia prof�tica y para ejercer medidas de autoridad. M�s especialmente cuando encontramos que el "llamado" fue seguido con signos de la presencia Divina y la aprobaci�n en el trabajo de los milagros. Pablo siempre hace gran parte de la franqueza de su "llamado". En este punto insiste enf�ticamente cuando escribe a los G�latas ( G�latas 1:1, G�latas 1:11, G�latas 1:12). Es caracter�stico del entrenamiento y h�bito de pensamiento de Pablo, como jud�o, que incluso este "llamado" de Cristo debe concebirse solo como una agencia que lleva a cabo la soberana y santa "voluntad y prop�sito" de Dios el Padre. Fue, a lo largo de los siglos, una caracter�stica de los jud�os piadosos que rastrearon todo hasta la suprema voluntad de Dios, y vieron que la voluntad funcionaba a trav�s de todos. Compare e ilustre por la concepci�n mahometana del Islam, o sumisi�n a la voluntad de Dios.

II LAS CARACTER�STICAS ESPECIALES DE LA COMISI�N DE PABLO. Estaba en plena armon�a, pero perfectamente distinta de la de los otros ap�stoles. Tal distinci�n puede rastrearse en su esfera. Deb�a ir a los gentiles y encontrar oportunidades de trabajo entre ellos. Fue el pionero de las misiones cristianas al mundo gentil. Pero la adaptaci�n a esta esfera y trabajo implic� una nueva distinci�n en el tema de su comisi�n. Hay una marcada individualidad en la forma en que Pablo presenta la verdad en Cristo. Debemos dar pleno reconocimiento a esa individualidad y su adaptaci�n al pensamiento y la vida de las personas entre las que trabaj� Paul; pero debemos protegernos cuidadosamente de las exageraciones que pondr�an en desacuerdo la comprensi�n de las verdades cristianas por parte de Pablo con la de los primeros ap�stoles. El tema principal de Pablo puede afirmarse as�: Cristo ha resucitado; entonces su obra de vida es aceptada por Dios; y �l est� vivo, preparado para relaciones directas de salvaci�n con todos los que lo miran con penitencia y fe. Entrar en relaciones directas, personales y vivas con Cristo es encontrar la libertad perfecta de todas las dem�s ataduras religiosas o eclesi�sticas, viejas o nuevas.

Aplique mostrando cu�l es el llamado al oficio y ministerio cristiano ahora. Hay una selecci�n de hombres por dotaci�n divina y providencia divina. Estos dos van juntos, y el reconocimiento de ellos puede ser hecho por alguien que no sea el hombre mismo. Tal "llamado" a�n implica poder de ense�anza, influencia persuasiva y autoridades corteses.

1 Corintios 1:2

Qu� es la Iglesia y qu� deber�a ser la Iglesia.

En la introducci�n se abordan las caracter�sticas de la vida cristiana en pueblos y ciudades, como se representa en Corinto, notando su relaci�n con la civilizaci�n complicada, la diversidad de sectas, las distinciones de clase, los males de la sociedad y el orgullo intelectual. De la poblaci�n de una ciudad como Corinto, Pablo reuni� lo que �l llama una Iglesia, y este cuerpo lo considera ideal y pr�cticamente. Aqu� la concepci�n completa de lo que deber�a ser es lo m�s destacado. Su consejo, dado m�s adelante, se aplica a la Iglesia como realmente era.

I. LA IGLESIA ES TODA, CON UNA ESPECIALIDAD. Un todo, porque es la Iglesia, la Iglesia de Dios, que es Uno; e incluye "todos los que invocan el nombre de nuestro Se�or Jesucristo en cada lugar". Apropiadamente la llamamos "la �nica Iglesia Cat�lica y Apost�lica". Pero tiene una especialidad caracter�stica. Se puede localizar. Puede ser la Iglesia en Corinto o en cualquier otro lugar, pero la localizaci�n no rompe la unidad. No es m�s que una condici�n de la esfera terrenal que la Iglesia necesariamente debe tener, y no necesita de ninguna manera destruir nuestro sentido de la unidad completa y la integridad de la Iglesia. La tendencia a la divisi�n sectaria puede verificarse mejor mediante presentaciones fallidas de la "totalidad" ideal e ideal de la Iglesia de Cristo. Y la misma verdad por s� sola le da un lugar eficiente a la concepci�n del gobierno viviente y universal de Cristo, con su hecho relacionado, la unidad y la hermandad de todos los creyentes.

II LA IGLESIA ES UN CUERPO REALMENTE SANTIFICADO. Los dos sentidos en los que se puede usar el t�rmino "santificado" necesitan una cuidadosa consideraci�n. Puede significar "hecho santo"; y puede significar "apartado", o "consagrado, ... dedicado a un objeto especial", y este �ltimo es el uso m�s frecuente y familiar en la Escritura, especialmente en el Antiguo Testamento, donde las ciudades, tierras, personas y las cosas fueron constantemente "santificadas" en el sentido de ser dedicadas o consagradas al servicio Divino. Manifiestamente, el significado "hecho realmente santo" no puede ser el requerido en nuestro texto, ya que esto nunca, en ninguna �poca, ha sido el hecho con respecto a la Iglesia de Cristo; y, de hecho, el Nuevo Testamento sostiene esto solo como el logro sublime del futuro. Pero es verdad de cada miembro sincero, y tambi�n de toda la Iglesia, que est�n santificados en el sentido de ser "dedicados a s� mismos", "dedicados a Dios" y, de manera ideal, un "pueblo santo". Un hombre es lo que realmente desea ser y se esfuerza por ser; �l es lo que pone ante s� mismo como su mayor logro. Proteja esta verdad contra la tergiversaci�n y el mal uso, y convi�rtalo en un incentivo para la formaci�n de grandes ambiciones y el esfuerzo paciente por su logro. Agregue que el elemento dominante, la atm�sfera y el tono de la Iglesia de Cristo es la santidad. Cristo presente trae el entorno de lo "santo", y estamos "llamados a la santidad". Entonces, idealmente, la Iglesia de Cristo est� "santificada".

III. LA IGLESIA ES UN CUERPO QUE BUSCA SER PR�CTICAMENTE LO QUE ES M�STICAMENTE. Esto abre la aplicaci�n del tema. Nuestra respuesta y aceptaci�n del llamado a la Iglesia de Cristo nos pone bajo una promesa y responsabilidad definidas y distintas. Nos comprometemos a ganar la santidad personal que coincidir� con nuestro llamado y lo seguiremos dignamente. Esto implica la debida vigilancia y dominio de uno mismo, as� como el uso adecuado de los diversos "medios de gracia" que se nos proporcionan. Lo que deber�amos ser se nos encontrar� todos los d�as esforz�ndonos por ser, si somos sinceros y sinceros.

En conclusi�n, regrese a las orientaciones pr�cticas de la unidad e integridad de la Iglesia de Cristo. Implica una fraternidad com�n tierna y �til en derechos, sentimientos y deberes. Tal hermandad se est� "convirtiendo en santos", en aquellos "llamados a ser santos".

1 Corintios 1:3

Los saludos hebraicos y cristianos.

Las formalidades de la cortes�a tienen profundos significados y guardan importantes relaciones con la vida social y moral de las ciudades y naciones. La bendici�n pagana era Salve, o "Salud para ti". El saludo moderno, "Buenos d�as" o "Buenos d�as", es una breve afirmaci�n de la fe nacional e individual en el �nico Dios; porque realmente significa "Dios te bendiga hoy", y as� es un testigo perpetuo contra la infidelidad. El saludo en el texto es una mezcla de los puntos caracter�sticos de los buenos deseos hebreos y cristianos.

I. DESDE EL PUNTO DE VISTA HEBREO, �QU� SE INVOLUCR� EN DESEAR "LA PAZ EN USTED"? "Paz" para el hebreo era la palabra que reun�a las bendiciones del cumplimiento del pacto de Jehov�. Si son fieles a los reclamos de ese pacto y al esp�ritu de ese pacto, se dar�n cuenta de la paz en el coraz�n, en el hogar y en el estado. Y para un pueblo industrial y agr�cola, la "paz" parecer�a la m�s deseable de todas las bendiciones terrenales, y la condici�n de disfrutar de todas las dem�s. Puede notarse c�mo los a�os inestables de la historia jud�a posterior intensificaron el deseo com�n y la oraci�n por la "paz". Como la prosperidad de toda la tierra estaba ligada a la fidelidad de cada miembro, era apropiado que cada uno deseara al otro esa "paz" que solo puede atender a la justicia. Entonces, la formalidad del saludo cubri� una verdadera ansiedad por la fidelidad fraternal a Jehov�.

II DESDE EL PUNTO DE VISTA CRISTIANO, �EN QU� SE INVOLUCR� DESEANDO "GRACIA Y PAZ PARA USTED"? La adici�n es m�s caracter�stica, ya que el cristianismo declara la "gracia de Dios que trae salvaci�n". El hombre descubre que el mantenimiento adecuado del pacto, y as� asegurar la "paz", no est� dentro de su propio poder. Es este descubrimiento el que lo prepara para recibir la revelaci�n de la gracia para su necesidad. Con la gracia �l puede alcanzar la justicia que asegura la paz, y as� reconoce que tanto la gracia como la paz provienen de Dios. Entonces, el deseo del primer cristiano es que se pueda hacer una manifestaci�n especial de la gracia divina al individuo. El saludo, en efecto, es el siguiente: que entres completamente en las bendiciones del evangelio, en la gracia tra�da a los hombres en Jesucristo; �y entonces puedes conocer la paz del evangelio, en la cual encontrar�s una influencia sagrada que descansa en toda tu vida! �C�mo podemos poner en el lenguaje cristiano moderno la bendici�n paulina? �Y c�mo deber�amos vigilar incluso las formalidades del discurso diario para que nuestros buenos deseos comunes se llenen de significados cristianos ricos y fervientes?

1 Corintios 1:3

El padre y el se�or.

De los Evangelios se puede exponer e ilustrar eficientemente que el nombre del Padre para Dios fue una caracter�stica muy marcada en la vida y las ense�anzas de nuestro Se�or. Raramente o alguna vez us� alg�n otro nombre; y un lector sincero no puede dejar de darse cuenta de que en este "nombre del Padre" debe estar gran parte del secreto de su misi�n. De las Ep�stolas puede mostrarse que sus disc�pulos captaron su prop�sito; y, con gran frecuencia, usan los nombres de Padre para Dios, y su correlato, Hijo, para el Se�or Jes�s. Esto aparece en el texto, pero est� relacionado con un nombre diferente para el Se�or Cristo.

PABLO PREVALECE PENSAMIENTO PARA DIOS. El padre; nuestro Padre; El Padre de la Iglesia. Para darnos cuenta de los aspectos del Ser Divino que se re�nen bajo este nombre, obtenemos ayuda al considerar las asociaciones y deberes naturales de la paternidad; la idea del patriarca tribal como se encontr� en las primeras edades; y las calificaciones prof�ticas de las concepciones m�s severas y gubernamentales de Dios que se encuentran en el sistema mosaico. Si el nombre del Padre para Dios es un elemento esencial y una base del cristianismo, seg�n lo establecido por el ap�stol Pablo, entonces debemos esperar encontrar toda la revelaci�n cristiana tonificada y condicionada por esta concepci�n primaria del Ser Divino y sus relaciones. Esto se puede resolver e ilustrar en relaci�n con cualquiera de las verdades cristianas primarias. Y puede se�alarse que el t�rmino "Padre" incluye adecuadamente todas las demandas sagradas, todas las autoridades gubernamentales, todas las relaciones reverentes; pero es nuevo e infinitamente precioso para la raza, porque trae a casa la posibilidad del amor individual y personal de Dios para cada miembro de la raza. En eso yace una gran parte del poder atractivo y persuasivo del cristianismo. � R.T.

1 Corintios 1:4

Los regalos son signos de gracia.

La introducci�n tratar� naturalmente el hecho, universalmente reconocido, de que los talentos, el genio y las dotaciones particulares provienen de Dios. Esto fue declarado temprano en la llamada de Bezaleel y Aholiab, y era una idea familiar incluso para las naciones paganas. Es uno que necesita una declaraci�n fresca y frecuente en nuestros d�as. En la Iglesia primitiva hab�a dones ordinarios y especiales, pero el origen Divino manifiesto de los m�s especiales fue dise�ado para convencer a la fuente Divina de todos los dones, grandes y peque�os.

I. LOS REGALOS ENCARGADOS ESPECIALMENTE A LA IGLESIA CORINTIANA. Inclu�an todo lo que pod�a considerarse necesario para su mantenimiento y trabajo como Iglesia. Pero aqu� solo se mencionan dos cosas:

1. Expresi�n.

2. Conocimiento.

Ambos fueron muy valorados en Corinto, la ret�rica y la sabidur�a se persiguen con entusiasmo. En consecuencia, como el deseo de encontrar esta expresi�n y esfera dentro de la comunidad cristiana, Pablo los lleva a reconocer plenamente la fuente de tales dotaciones. Y conocer la fuente es reconocer la responsabilidad de usar los dones solo en las esferas Divinas y de acuerdo con la voluntad Divina. Esto puede aplicarse a todos los dones y talentos modernos en la Iglesia de Cristo; todos son de Dios, todos son para el uso de Dios, y todos deben usarse en las condiciones de Dios.

II LA GRACIA VISTA EN EL DESTINO DE LOS REGALOS. Esto puede reconocerse en el honor de recibir tales fideicomisos, y en la adaptaci�n de los dones a las diversas necesidades de la Iglesia.

III. EL AGENTE A TRAV�S DEL QUE SE ENTREGAN LOS REGALOS. El Se�or Jesucristo vivo, "en Cristo Jes�s", concebido como presente y presidiendo la Iglesia; dispensando a cada hombre varias veces como lo desee, para la edificaci�n general.

Aplique mostrando la importancia de los obsequios en todas las �pocas, la modestia apropiada de aquellos que conf�an en los obsequios y el agradecimiento y la esperanza que debemos apreciar con respecto a aquellos entre nosotros que est�n divinamente dotados.

1 Corintios 1:7

Cristo viene, y Cristo aqu�.

La Iglesia primitiva concibi� que el Se�or Jesucristo regresar�a, en alguna manifestaci�n material, durante su edad. Pregunte hasta qu� punto esta idea descansaba en la opini�n que ten�an del Mes�as como un Libertador terrenal y un Rey Patriota. Su pregunta, despu�s de la resurrecci�n de nuestro Se�or, "�Restaurar�s en este momento nuevamente el reino a Israel?" indic� un sesgo y una preocupaci�n mental que incluso la ascensi�n de su Se�or hizo. incorrecto; y posiblemente este concepto err�neo persistente ayud� a formar la idea de la pronta segunda venida de Cristo. Se puede demostrar adem�s que las garant�as de nuestro Se�or sobre su venida de nuevo podr�an haber sido tomadas literalmente, aunque con tanto cuidado trat� de impresionar la audiencia espiritual de sus promesas y su cumplimiento, principalmente en la permanencia y la morada del Esp�ritu Santo. Con la concepci�n de esta pronta venida de Cristo en sus mentes, los ap�stoles consideran que la actitud correcta del cristiano y de la Iglesia es de "espera". Tal espera se convierte en una virtual "preparaci�n"; implica el cuidado de tener y mantener todo listo, y esta es una buena se�al del servidor fiel y diligente. "Se considera que la actitud de expectativa es la m�s alta que puede alcanzar el cristiano aqu�. Implica un esp�ritu paciente y humilde, que est� esperando, que espera con ansias, algo m�s noble y mejor". Se puede se�alar la influencia moral de una alta y noble expectativa. "Donde est� tu tesoro, all� estar� tambi�n tu coraz�n;" y es seguro que para estar en forma se moldear� su vida y conducta. En estos vers�culos encontramos un doble pensamiento asociado con la segunda venida del Se�or.

I. EL PENSAMIENTO DE PABLO DE CRISTO VENDR� A RECOMPENSAR. Como ha estado escribiendo sobre "dones" y su uso en la Iglesia, debe tener en cuenta la generosa recompensa de Cristo por sus fieles. La recompensa es propia de alguien que ocupa el puesto de Maestro. Se pueden otorgar recompensas por un trabajo que est� muy por debajo de la perfecci�n, se pueden otorgar recompensas cuando no se pueden hacer reclamos absolutos por ellos. Las recompensas divinas solo pueden ser dones de gracia. Los fines morales que se deben cumplir al otorgar recompensas son los que Dios puede buscar por tales medios. Por lo tanto, es racional y correcto que a�n deber�amos mirar, trabajar y usar nuestros dones, con la expectativa de un reconocimiento y una recompensa graciosos a su debido tiempo. Califique, sin embargo, la expectativa, mostrando que el Nuevo Testamento se esfuerza por impresionarnos de que las recompensas divinas y futuras deben ser espirituales, no materiales; debemos tener coronas, pero ellas son coronas de vida, justicia y gloria.

II EL PENSAMIENTO DE PABLO DE LA PRESENCIA DE CRISTO PARA CONFIRMAR. Demasiada atenci�n a la venida de Cristo aligerar�a la convicci�n de su presencia real, aunque espiritual, ahora con el individuo y con la Iglesia. Esa presencia que Pablo concibe como la confirmaci�n, la inspiraci�n y la seguridad de los siervos de Cristo. En �l tienen su �nica, pero suficiente, garant�a que, en medio. fragilidades, tentaciones y peligros, se mantendr�n hasta el final, alcanzando la venida del Se�or. Cualquiera de estos pensamientos de Cristo puede resultar enga�oso si est� solo. Cada temperamento y califica al otro. Ambos juntos nos mantienen sabiamente mirando hacia abajo en nuestro trabajo, a nuestro lado a nuestro ayudante, y hacia nuestra recompensa. El pensamiento de "recompensa" nos hace preguntarnos c�mo el Divino podr� testificar de nuestra "inocencia e irreprochable". Ilustrar por la apelaci�n de David a su "integridad". Podemos ser genuinos y sinceros. Se nos puede imponer un est�ndar de consistencia como miembros de la Iglesia; pero nada menos que el est�ndar de pureza absoluta debe ser presionado, sobre nosotros como una arcilla para estar en la presencia del Cristo glorificado.

1 Corintios 1:11, 1 Corintios 1:12

El esp�ritu de facci�n.

Presente mostrando los diversos elementos de los que se compuso la Iglesia en Corinto. Hay indicios de que algunos miembros luc�an ricos y sabios, muchos eran ciertamente pobres y probablemente muchos eran esclavos. Aquellos que repentinamente se vuelven ricos siempre est�n en peligro de mostrar maestr�a y reclamar autoridad indebida y. influencia. El sentimiento de fiesta era alto en Corinto, y esto, con el car�cter mixto de la poblaci�n, tend�a a dividir a la sociedad en sectas y escuelas. Esto afect� a la Iglesia, y. Pablo recibi� informes de la disposici�n de hacer fiestas dentro de �l, y as� destruir la unidad de la Iglesia en Cristo; tales informes lo angustiaron enormemente, y son en parte la ocasi�n inmediata de su escritura de esta Ep�stola. El tema de los vers�culos que tenemos ante nosotros puede considerarse la unidad de la Iglesia: c�mo se puede preservar y perder. Nuestro Se�or y sus ap�stoles manifiestan una ansiedad peculiar por la conservaci�n de la unidad de la Iglesia, y parecen considerar esa unidad como esencial para la estabilidad, el crecimiento y el testimonio de la Iglesia.

I. LA UNIDAD DE LA IGLESIA PRESERVADA HACIENDO TODO LO QUE CRISTO. �l es la �nica Cabeza viviente, el �nico Maestro y Se�or. La vida com�n de los Chinch es la vida en Cristo. La Iglesia es una vid entera, compuesta de muchas ramas, pero Cristo es la Vida unificadora y vivificadora en el

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre 1 Corinthians 1". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/1-corinthians-1.html. 1897.
 
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