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Bible Commentaries
1 Corintios 2

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-16

EXPOSICI�N

1 Corintios 2:1

El propio m�todo de San Pablo.

1 Corintios 2:1

Y yo; "Yo tambi�n;" Yo de acuerdo con el m�todo de Dios. Cuando vine a ti La fecha de su primera visita fue en el a�o 52 d. C., y se hab�a quedado un a�o y medio ( Hechos 18:11). Desde entonces hab�a estado (m�s o menos) "tres a�os" (????????, Hechos 20:31) en �feso. De habla o de sabidur�a. No te habl� ni oratoria ni filos�ficamente. De ah� que el partido Apolos, aficionado a la ret�rica brillante del joven alejandrino, hablara del discurso de Pablo como "despreciable" ( 2 Corintios 10:10). El testimonio de Dios es decir, el testimonio llevado a Cristo por el Padre ( 1 Juan 5:10, 1 Juan 5:11).

1 Corintios 2:2

Yo determin� La simplicidad sin adornos de mi ense�anza era parte de un dise�o fijo. No saber nada. No, es decir, depender de ning�n conocimiento humano. Por supuesto, San Pablo no significa dejar a un lado todo el conocimiento humano ni menospreciar a otros hacedores de pies cristianos. Sus palabras no deben ser sacadas de su debido contexto y proporci�n. Jesucristo y el crucificado. Cristo, en la profundidad m�s baja de su humillaci�n y auto sacrificio. �l "no sabr�a" nada m�s; es decir, har�a de este el punto central y la esencia de todo su conocimiento, porque conoc�a la "excelencia" de este conocimiento ( Filipenses 3:8), lo sab�a como el �nico conocimiento que se elev� a la altura de sabidur�a. Cristo es el �nico fundamento ( 1 Corintios 3:11). En la persona y la obra de Cristo est� involucrado todo el evangelio.

1 Corintios 2:3

Estaba contigo; literalmente, me convert� o prob�, hacia ti, como en 1 Corintios 16:10. En debilidad San Pablo era f�sicamente d�bil y susceptible tambi�n a la debilidad nerviosa y la depresi�n ( 1 Corintios 4:7; G�latas 4:13; 2Co 10: 1, 2 Corintios 10:10; 2 Corintios 12:7, 2 Corintios 12:10). Muestra una desconfianza ocasional que surge de la conciencia de las enfermedades personales. Esto mejora nuestro sentido de su heroico coraje y resistencia. Sin duda, esta debilidad f�sica y depresi�n nerviosa estaban relacionadas con su "estaca en la carne", que parece haber sido una forma aguda y angustiosa de oftalmia, acompa�ada de una alteraci�n cerebral (ver mi 'Vida de San Pablo', 1: 215- 221). Con miedo y con mucho temblor. Probablemente las palabras son literalmente verdaderas, aunque son una frase com�n ( 2 Corintios 7:15; Filipenses 2:12, Filipenses 2:13; Efesios 6:5 ) Debe recordarse que en su primera visita a Corinto, San Pablo hab�a pasado por d�as tormentosos y problem�ticos ( Hechos 18:1).

1 Corintios 2:4

Mi discurso y mi predicaci�n; La forma y la materia de mi discurso. No intentar�a usar la espada aguda de la dial�ctica filos�fica o la elocuencia humana, sino que solo usar�a el arma de la cruz. No fue con palabras seductoras de la sabidur�a del hombre; m�s bien, con palabras persuasivas de sabidur�a (la palabra antropinas es un glosario). Esta simplicidad fue m�s notable porque las "palabras corintias" eran un proverbio para la elecci�n, frases elaboradas y brillantes (Wetstein). No es improbable que la falta casi total y profundamente desalentadora de �xito de San Pablo en la predicaci�n en Atenas lo haya impresionado fuertemente con la inutilidad de intentar luchar contra los fil�sofos griegos con sus propias armas contundentes e imperfectas. En demostraci�n del Esp�ritu y del poder. Entonces les dice a los Tesalonicenses: "Nuestro evangelio no vino a ustedes solo en palabras, sino tambi�n en poder, y en el Esp�ritu Santo, y con mucha seguridad". Los hechos simples, tan repelentes al intelecto natural, fueron llevados a casa con una fuerza incomparable por convicci�n espiritual. El �nico cr�tico pagano que ha mencionado el m�todo de San Pablo es Longinus, el autor del tratado sobre "Lo sublime y lo bello", que lo llama "un maestro del dogma no probado", lo que significa que aparentemente su fuerza reside en la declaraci�n irresistible del hechos que vino a predicar.

1 Corintios 2:5

En el poder de Dios. Entonces, en 2 Corintios 4:7 dice que el tesoro que llevaban era "en vasijas de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros".

1 Corintios 2:6

La aparente tonter�a es la �nica sabidur�a.

1 Corintios 2:6

Como sea. En este pasaje muestra que en realidad una iron�a aplastante radica en su descripci�n del evangelio como, a juicio del mundo, "d�bil" y "tonto". Era la sabidur�a m�s elevada, pero solo pod�a ser entendida por el perfecto. Su aparente locura hacia los corintios era una prueba de su ceguera e incapacidad. Entre los perfectos. La palabra significa

(1) el maduro, el adulto, en oposici�n a los beb�s en Cristo ( 1 Corintios 3:1); o

(2) los plenamente iniciados en los misterios de la piedad (??????? 2 Pedro 1:16). Una sabidur�a no de este mundo; literalmente, de esto visto. La palabra kosmos significa el mundo en su aspecto material; e�n se lee para el mundo en su aspecto moral e intelectual. "La sabidur�a de este mundo es la necedad con Dios" ( 1 Corintios 3:19). Ni de los gobernantes de este mundo. Algunos han tomado a estos "gobernantes" como los "gobernantes mundiales de esta oscuridad", es decir, los esp�ritus malignos, en Efesios 6:12 ( Juan 13:27; Lucas 22:53). Ignacio (?) Parece haberlo entendido as�; porque adopt� la extra�a noci�n de que "el pr�ncipe de este e�n" (es decir, Satan�s) hab�a sido enga�ado y frustrado por la encarnaci�n de una virgen y la muerte en la cruz (Ignat., 'Ad. Efesios,' 19). Significa m�s probablemente "sabidur�a", tal como la entienden los gobernadores romanos y los sanhedristas jud�os, quienes trataron la sabidur�a divina del evangelio con desprecio soberano ( Hechos 4:27). Que [quien] se queda en nada; literalmente, a qui�n se est� eliminando. En medio de toda la debilidad de la Iglesia infantil, San Pablo vio desaparecer imperios ante ella.

1 Corintios 2:7

En un misterio; es decir, "en verdad, una vez escondido, ahora revelado". La palabra ahora se usa para lo que es oscuro e incomprensible, pero no tiene ese significado en el Nuevo Testamento, donde significa "lo que una vez fue secreto, pero ahora se ha manifestado" ( Romanos 16:25; Efesios 3:4, Efesios 3:9; Colosenses 1:26; 1 Timoteo 3:16). Implica lo contrario de cualquier ense�anza esot�rica. Oculto. Estaba "oculto a los sabios y prudentes, pero revelado a los beb�s" ( Mateo 11:25). Ante los mundos; literalmente, antes de los siglos; antes de que comenzara el tiempo. A nuestra gloria. El autor de la Ep�stola a los Hebreos declara claramente que "la era futura" est� en los consejos de Dios sometidos, no a los �ngeles, sino al hombre. Pero "nuestra gloria" es que somos "llamados a su gloria eterna por Cristo Jes�s" ( 1 Pedro 5:10).

1 Corintios 2:8

Si lo hubieran sabido; literalmente, lo hab�an reconocido; si hubieran llegado a saberlo. Los ap�stoles a menudo se detienen en esta ignorancia como en parte una paliaci�n por el pecado de rechazar a Cristo (ver especialmente Hechos 3:17; Hechos 13:27; comp. Isa�as 2:1 ) Jud�os y romanos, emperadores, procuradores: sumos sacerdotes, fariseos, en su ignorancia, conspiraron en vano para evitar lo que Dios hab�a preordenado. El se�or de la gloria. Esto no es un mero equivalente de "el glorioso Se�or", en Salmo 24:10. Es "el Se�or de la gloria", es decir, "el Se�or de la Shejin�" (comp. Efesios 1:17, "el Padre de la gloria"). Shejin� fue el nombre que los jud�os dieron a la nube de luz que simbolizaba la presencia de Dios. Los querubines se llaman, en Hebreos 9:5, "querubines de gloria", porque la Shejin� naci� en sus alas extendidas (ver, sin embargo, Hechos 7:2; Efesios 1:17). Habr�a sido para los o�dos antiguos una sorprendente y terrible paradoja en las palabras "crucificado al Se�or de la gloria". Las palabras pusieron en yuxtaposici�n la m�s baja ignominia y la m�s espl�ndida exaltaci�n.

1 Corintios 2:9

Pero como est� escrito. Toda la oraci�n en griego no est� terminada. El pensamiento parece ser: "Pero Dios nos ha revelado cosas que el ojo no ha visto, etc., aunque los pr�ncipes de este mundo las ignoraban". Las citas b�blicas a menudo se introducen as�, aparte de la gram�tica general de la oraci�n, como en el griego de 1 Corintios 1:31. El ojo no ha visto, etc. La versi�n revisada es aqu� m�s literal y precisa. La cita tal como est� no se encuentra en el Antiguo Testamento. Se parece m�s a Isa�as 64:4, pero tambi�n se parece vagamente a Isa 53: 1-12: 15; Isa�as 65:17. Puede ser otra instancia de una reminiscencia general floja. "Non verbum e verbo expressit", dice St. Jerome, "sed ????????????? eundem sensum aliis sermonibus indicavit". San Cris�stomo considera las palabras como parte de una profec�a perdida. Or�genes, Zacar�as de Cris�polis y otros dicen que las palabras ocurrieron en un libro ap�crifo, el 'Apocalipsis de El�as', pero de ser as�, el escritor ap�crifo debe haber tenido en mente el pasaje de Isa�as. Algunos consideran las palabras como un fragmento de una antigua liturgia. Or�genes pens� que proven�an de la 'Revelaci�n de El�as'. Tambi�n se encontraban en la 'Ascensi�n de Isa�as' (Jerem�as en Isa�as 64:4). y ocurren en el Talmud. En un curioso fragmento de Hegesipo preservado en Photius, ese viejo escritor repudia indignado este pasaje, diciendo que es in�til y "completamente oculto (?????????????) las Sagradas Escrituras y el Se�or, quien dice:" Bienaventurados tus ojos que ven, y tu o�dos que oyen. "" Photius no puede entender por qu� (??? ??? ?????) Hegesippus deber�a hablar as�. Routh apenas sabe disculparlo; pero quiz�s si tuvi�ramos el contexto del fragmento, deber�amos ver que est� atacando, no las palabras en s�, sino alguna perversi�n de ellas por parte de los herejes, como los Docetae. La frase "como est� escrito" marca decisivamente una intenci�n de referirse a las Escrituras. Ninguno de los dos ha entrado en el coraz�n del hombre; literalmente, cosas que no han pisado el coraz�n. El pensamiento general es que las revelaciones de Dios (porque la referencia inmediata es a estas, y no a la dicha futura) pasan toda comprensi�n. La cita de estas palabras como referidas al cielo es una de las innumerables instancias de textos aplicados incorrectamente.

1 Corintios 2:10

Pero Dios nos los ha revelado. Ya no son secretos, pero son "misterios que ahora se nos da a conocer" ( Mateo 13:11). Por su esp�ritu. El Esp�ritu gu�a a toda la verdad ( Juan 13:16). En 1 Corintios 12:8 San Pablo atribuye cada regalo de sabidur�a directamente a �l. Searcheth. "�Cu�n inescrutables son sus juicios!" ( Romanos 11:33). S�, las cosas profundas de Dios. Esta expresi�n, "Las profundidades de Dios", pas� a la expresi�n de canto de los gn�sticos, y puede ser con referencia a su mal uso que San Juan usa la frase, "Las profundidades de Satan�s" ( Apocalipsis 2:24). "�Oh, la profundidad", etc.! ( Romanos 11:33).

1 Corintios 2:11

Las cosas de Dios nadie sabe. Algunos manuscritos no tienen la misma palabra (?????) que la que se tradujo como "sabe" en la cl�usula anterior, pero "ha aprendido" (???????); comp. Jn 21:17; 2 Corintios 5:16. Todo lo que se quiere decir es que nuestro conocimiento de Dios siempre debe ser relativo, no absoluto. No es posible medir el brazo de Dios con el dedo del hombre.

1 Corintios 2:12

El esp�ritu del mundo. El mundo pagano en su aspecto pagano se considera bajo el poder del demonio ( 2 Corintios 4:4; Efesios 6:11, Efesios 6:12). Dios nos lo dio gratuitamente. La palabra "libremente" est� aqu� involucrada en el verbo (??????????) "gentilmente otorgado". Es diferente de la frase utilizada en "Libremente que has recibido", que es gratis (??????, Mateo 10:8). Todos los regalos de Dios son "sin dinero y sin precio" ( Isa�as 55:1), y no "para comprar con dinero" ( Hechos 18:20).

1 Corintios 2:13

Comparar cosas espirituales con espirituales. El significado de esta cl�usula es muy incierto. Se ha traducido como "Mezclando cosas espirituales con espirituales" (Kling, Wordsworth), es decir, sin adulterarlas con mezclas carnales ( 2 Corintios 2:17; 1 Pedro 2:22). "Interpretando cosas espirituales a hombres espirituales". "Explicando las cosas espirituales en palabras espirituales". Esto significa que el griego no lo soportar�, pero Calvin y Beza obtienen el mismo significado al traducirlo: "Adaptar las cosas espirituales a las palabras espirituales". Es dudoso que el verbo griego (sunkrinontes) pueda traducirse como "comparativo", que proviene de la Vulgata, comparantes. Wickliffe tiene la versi�n "Hacer una probabilidad de cosas espirituales para los hombres goostli, para un hombre persuadido no a trav�s de las cosas". . "El sentido m�s com�n de la palabra en la LXX. Es" interpretar "( G�nesis 40:8, etc.), y la mejor interpretaci�n es," Explicar lo espiritual a los hombres espirituales ". Si se supone que el verbo ???????? adquiri� el sentido de "comparar" en griego helen�stico ( 2 Corintios 10:12; Sab. 7:29; 15:18), entonces la interpretaci�n de nuestra Versi�n autorizada puede mantenerse.

1 Corintios 2:14

El hombre natural. La palabra griega es ??????? (ps�quica); literalmente, an�mico, es decir, el hombre que vive la mera vida de su comprensi�n inferior, el hombre no espiritual, sensual y ego�sta. Puede ser superior al hombre carnal, sensual o carnal, que vive solo la vida del cuerpo (?????????); pero est� muy por debajo del hombre espiritual (???????????). San Pablo ( 1 Tesalonicenses 5:23) reconoce la naturaleza tripartita del hombre: cuerpo, alma, esp�ritu. No recibe; es decir, "no elige aceptar". Los juzga por las conclusiones previsibles de su propio prejuicio. Porque son juzgados espiritualmente. El �rgano para el reconocimiento de tales verdades �es decir, el esp�ritu� se ha paralizado o ca�do en atrofia, por negligencia; por lo tanto, el ego�sta y el sensualista han perdido la facultad por la cual solo la verdad espiritual es discernible. Para ellos se convierte en lo que la pintura es para los ciegos, o la m�sica para los sordos. Esta verdad elemental se insiste una y otra vez en las Escrituras, y los esc�pticos la ignoran ( Romanos 8:6, Romanos 8:7; Juan 3:3; Juan 6:44, Juan 6:45; Juan 14:17; 2 Corintios 4:3). Este vers�culo a veces se usa para despreciar el conocimiento, la raz�n y el intelecto. Sobre ese abuso del pasaje, ver Hooker, 'Eccl. Pol., '3. Eclesiast�s 8:4, un pasaje admirable, que el Obispo Wordsworth cita extensamente. Quiz�s sea suficiente decir que si Dios no necesita el conocimiento humano, a�n tiene menos necesidad de ignorancia humana.

1 Corintios 2:15

Juzga todas las cosas. Si �l puede juzgar lo m�s alto, la mentira puede, por supuesto, juzgar lo m�s bajo. Siendo espiritual, se vuelve intelectual tambi�n, as� como m�s que intelectual. Puede ver la diferencia entre el sue�o y la realidad; ya no puede tomar la sombra de la sustancia. No solo puede decidir sobre asuntos ordinarios, sino que tambi�n puede "discriminar lo trascendente", es decir, ver lo que es mejor incluso en diferentes alternativas del bien. "El secreto del Se�or est� con aquellos que le temen" (Salmo 25:14). �l mismo no es juzgado por nadie. Puede ser juzgado, condenado, despreciado, difamado todos los d�as de su vida, pero las flechas del juicio humano le faltan mucho. Estos corintios juzgaban y comparaban a Pablo y Apolos y Cefas, pero sus juicios eran falsos y sin valor, y Pablo les dijo que no era nada para �l ser juzgado por ellos o por el d�bil d�a transitorio del hombre ( 1 Corintios 4:3). "Hombres malvados ", como dijo Salom�n," no entiendas el juicio "( Proverbios 28:5).

1 Corintios 2:16

�Qui�n ha conocido la mente del Se�or? "El Se�or" es Jehov� (ver Isa�as 40:13, LXX .; Romanos 11:34). Esta es la raz�n por la cual nadie puede juzgar al hombre espiritual en su vida espiritual. Hacer eso es como juzgar a Dios. Tenemos la mente de Cristo. As� que Cristo mismo les hab�a dicho a los ap�stoles ( Juan 15:15); y San Pablo siempre afirm� haber sido ense�ado por revelaci�n directa de Cristo ( G�latas 1:11, G�latas 1:12). Ten�an el Esp�ritu de Cristo ( Romanos 8:9), y por lo tanto la mente de Cristo.

HOMIL�TICA

1 Corintios 2:1

Una imagen fiel de un verdadero predicador del evangelio.

"Y yo, hermanos, cuando vine a ustedes, no vine con excelencia en el habla", etc. Estas palabras pueden considerarse como una imagen fiel de un verdadero predicador del evangelio.

I. El gran tema de su ministerio es el CRISTO CRUCIFICADO.

1. Cristo crucificado, porque �l es la m�s alta revelaci�n del amor de Dios por el hombre.

2. Cristo crucificado, porque es la demostraci�n m�s emocionante de la maldad de la humanidad.

3. Cristo crucificado, porque es la muestra m�s grande de lealtad a la rectitud moral. Este es el tema: un "Cristo crucificado" personal; No es un credo o credos escritos en libros. El mismo; no las teor�as de los te�logos sobre �l.

II El gran tema de su ministerio es PARA EL ALMA ABSORBENTE. "Decid� no saber nada entre ustedes, salvo a Jesucristo, y a �l crucificado". El hombre que tiene un sentimiento fundamental mira el universo a trav�s de �l, ay, y valora el universo en la medida en que refleja y honra ese sentimiento. Por lo tanto, para Pablo, Cristo era "todo en todo". Todos los dem�s temas, pol�ticos y filos�ficos, disminuyeron en insignificancia en su presencia; se trag� su gran alma.

III. El gran tema de su ministerio lo hace INDIFERENTE A TODAS LAS CONSIDERACIONES RET�RICAS. "Yo ... no vine con excelencia en el habla". Para exhibir este tema a los hombres, nunca pens� en oraciones brillantes y per�odos pulidos y estudi� composici�n; no el. El tema era independiente de �l, infinitamente grande para �l. �El espl�ndido manzano en flor requiere ser decorado con cintas llamativas? Cristo crucificado es elocuencia, poderosa elocuencia. Cuente la historia de su vida en una lengua vern�cula simple, con notas de la naturaleza, por �speras que sean, y en simpat�a vital con su esp�ritu; y su discurso ser� mil veces m�s poderoso que las oraciones con las que Dem�stenes sacudi� la orgullosa democracia de Grecia.

IV. El gran tema de su ministerio SUCEDE EN �L TODO EL MISMO CONSCIENTE. "Estaba contigo en la debilidad, en el miedo y en mucho temblor". Este Paul era naturalmente un alma fuerte e intr�pida, pero en presencia de este gran tema se sent�a d�bil y tembloroso. "�Qui�n es suficiente para estas cosas?" �l exclama. La vanidad en cualquier hombre es una incongruencia vil y repugnante, pero en un predicador es mil veces peor. Un predicador vano es una anomal�a, un impostor. No se ha dado cuenta del gran tema sobre el que reza.

V. El gran tema de su ministerio lo INVIERTE CON PODER DIVINO SOBRE EL HOMBRE. "Mi predicaci�n no fue con palabras seductoras de la sabidur�a del hombre, sino en demostraci�n del Esp�ritu y del poder: que tu fe no debe estar en la sabidur�a de los hombres, sino en el remero de Dios". Hay un poder verdaderamente Divino en el ministerio de un verdadero predicador como lo hay en el levantamiento del oc�ano o el movimiento de los planetas; pero un poder superior, el poder sobre la mente, es "el poder de Dios para salvaci�n".

"�Describir�a a un predicador como Pablo", etc.

(Cowper.)

1 Corintios 2:6, 1 Corintios 2:7

El evangelio: su descripci�n, predicadores y oyentes.

"Aunque hablamos sabidur�a", etc. En estas palabras tenemos tres cosas relacionadas con el evangelio.

I. UNA DESCRIPCI�N DE SU NATURALEZA. Pablo lo llama la "sabidur�a de Dios". La sabidur�a de un sistema puede estar determinada por dos cosas.

1. Por el car�cter del fin que contempla. Un sistema que apunta a un fin insignificante o indigno dif�cilmente se considerar�a sabio. �Cu�l es el fin del evangelio? La restauraci�n en las almas humanas de suprema simpat�a con Dios. La ausencia de esta simpat�a es la causa de todos los cr�menes, males y penas que maldicen a la humanidad.

2. Por la idoneidad de los medios que emplea. Aunque un sistema contempla un gran final, si los medios que emplea no est�n adaptados, dif�cilmente podr�a llamarse sabio. �Cu�les son los medios que emplea el cristianismo para generar este amor por Dios en las almas sin amor? Pregunte qu� deben tener las almas indigentes de este amor para obtenerlo, y nuestra respuesta ser� tres cosas:

(1) una manifestaci�n personal de Dios;

(2) una manifestaci�n humana de Dios;

(3) una manifestaci�n amorosa de Dios.

Estas cosas creemos que son esenciales en la naturaleza del caso, y estas tres cosas que da el evangelio. Es, por lo tanto, enf�ticamente la "sabidur�a de Dios".

II UNA REGLA PARA SUS PREDICADORES. "Hablamos sabidur�a entre ellos que son perfectos". El ap�stol claramente quiere decir con la palabra "perfecto" aquellos en la comunidad cristiana que estaban m�s avanzados en el conocimiento de Cristo, quienes contrastaban m�s con aquellos que no son m�s que "ni�os en Cristo". Una de estas ideas puede estar vinculada al lenguaje del ap�stol. O que ten�a una doctrina exot�rica y esot�rica para los hombres, o que solo el cristiano m�s avanzado pod�a discernir la sabidur�a de su doctrina, o que adapt� su ense�anza a la capacidad de sus oyentes. La �ltima es la idea que creo que debemos aceptar como el significado. En otro lugar, les dice a los cristianos en Corinto que hasta ahora "los hab�a alimentado con leche y no con carne, porque no pod�an soportarlo". Su conducta es, supongo, una regla para toda predicaci�n verdadera.

III. UNA OBLIGACI�N SOBRE SUS ESCUCHADORES. Si los aspectos m�s elevados de la religi�n del evangelio solo pueden ser apreciados por aquellos que son "perfectos", aquellos que han alcanzado una etapa alta de conocimiento cristiano, es manifiestamente su deber avanzar m�s all� de los "primeros principios de los or�culos de Dios". Este deber de los oyentes debe

(1) a s� mismos;

(2) a su ministro;

(3) al sistema de Cristo.

1 Corintios 2:8, 1 Corintios 2:9

La ignorancia espiritual es la causa del mal inmenso y la ocasi�n del bien inmenso.

"Que ninguno de los pr�ncipes de este mundo", etc. Las palabras nos llevan a considerar la ignorancia espiritual, es decir, la ignorancia de Dios y nuestras obligaciones hacia �l, en dos aspectos muy opuestos.

I. COMO CAUSA DEL MAL INMENSO. Estos "pr�ncipes del mundo", por ignorancia, "crucificaron al Se�or de la gloria". Nunca se perpetr� un delito mayor. Involucr�:

(1) La injusticia m�s grave. El era inocente.

(2) La ingratitud m�s baja. �l hizo. bueno y bueno solo.

(3) La crueldad m�s despiadada. Lo crucificaron, la muerte m�s insoportable que la malignidad infernal podr�a desear.

(4) La impiedad m�s atrevida. �A qui�n trataron as�? "El Se�or de la gloria". C�mo esta ignorancia espiritual fue la causa del inmenso mal es evidente a partir de dos consideraciones.

1. Porque es en s� mismo un mal, y lo similar producir� lo mismo. Hay una ignorancia que es una calamidad. Cuando la mente y los medios est�n ausentes, la ignorancia es una calamidad; pero cuando est�n presentes, siempre es un crimen. Estos "pr�ncipes" ten�an ambos. Su ignorancia era un pecado, y el pecado, como la virtud, se propaga. Que esta ignorancia espiritual fue la causa del mal queda claro por el hecho de que:

2. Si no hubiera existido, tal maldad nunca podr�a haber sido perpetrada. Las palabras nos llevan a mirar la ignorancia espiritual.

II COMO LA OCASI�N DE INMENSO BUENO. Pablo nos dice que esta Crucifixi�n introdujo cosas que "el ojo nunca hab�a visto ni el o�do hab�a o�do". El perd�n divino, la pureza espiritual, las esperanzas inmortales, son todas las cosas que vienen a trav�s de la crucifixi�n. De la asignatura aprende:

1. Que el pecador siempre se dedica a lograr lo que nunca tuvo la intenci�n. Estos "pr�ncipes" hicieron dos cosas que nunca tuvieron la intenci�n.

(1) Se arruinaron a s� mismos;

(2) sirvieron a Dios.

2. Que cualquier cosa buena que un hombre pueda realizar en contra de su intenci�n, carece de toda alabanza. �Qu� oc�anos de bendiciones llegan al mundo a trav�s de la Crucifixi�n! Sin embargo, �qui�n puede alabar a los crucificadores?

3. Que ning�n hombre debe actuar sin una concepci�n inteligente de lo que est� haciendo. �Cu�ntos act�an por prejuicio e impulso ciego! �Qu� pocos buscan una concepci�n correcta de lo que est�n haciendo!

1 Corintios 2:10

La escuela del evangelio.

"Pero Dios nos los ha revelado por su Esp�ritu", etc. Debido a que el hombre anhela naturalmente el conocimiento y lo necesita profundamente, las escuelas abundan en todas partes del mundo civilizado, especialmente aqu� en Inglaterra: escuelas de ciencia, escuelas de filosof�a, escuelas de arte. , etc. Pero hay una escuela que trasciende a todos: la escuela del evangelio. Se sugieren tres hechos sobre esta escuela.

I. Que aqu� el alumno es INSTRUCTADO EN LAS REALIDADES SUBLIMES. "Cosas profundas de Dios". Cosas, no palabras, no teor�as. "Cosas profundas"; profundo porque no puede ser descubierto por la raz�n humana; profundo porque provienen del oc�ano insondable del amor divino. �Qu� son estas cosas profundas? Los elementos primarios del evangelio y la condici�n necesaria para la restauraci�n del alma. Estas "cosas profundas" que aqu� se nos dicen son:

1. Los regalos gratuitos del cielo. "Nos lo ha dado gratuitamente de Dios".

2. Libremente dado para ser comunicado. "Qu� cosas tambi�n hablamos", etc. El que mete estas cosas en su mente y coraz�n, no solo puede comunicarse, sino que est� obligado a dec�rselo a los dem�s, y eso en lenguaje natural, libre de las afectaciones de la ret�rica, el lenguaje que el "Esp�ritu Santo ense�a", lenguaje que se sugiere al "comparar las cosas espirituales con las espirituales". Los hombres piensan en palabras; los pensamientos vienen vestidos en su propio idioma; los pensamientos intelectuales tienen su propio lenguaje, y los pensamientos espirituales tienen un lenguaje propio.

II Que aqu� el alumno es ENSE�ADO POR EL MAYOR PROFESOR. �Qui�n es el profesor? El Esp�ritu Divino mismo, aqu� llamado el "Esp�ritu de Dios" y el "Esp�ritu Santo".

1. Este maestro tiene un conocimiento infinito. "El Esp�ritu busca todas las cosas". La palabra "busca" no debe tomarse, supongo, en el sentido de investigaci�n, sino m�s bien en el sentido de conocimiento completo. En la �ltima cl�usula del siguiente verso se dice: "Las cosas de Dios no conocen a Matt, sino al Esp�ritu de Dios". El conoce esas cosas de Dios; los conoce en su esencia, n�mero, problemas, audiencias, relaciones, etc.

2. Este Maestro no es otro que Dios mismo. "�Qu� hombre sabe las cosas de un hombre, salvo el esp�ritu del hombre que est� en �l? A�n as� las cosas de Dios no conocen a nadie, sino al Esp�ritu de Dios". La implicaci�n es que este Esp�ritu es tan verdaderamente Dios como la mente del hombre es hombre. Nadie sabe las cosas en la mente del hombre sino el hombre mismo; nadie conoce las "cosas profundas de Dios" sino Dios mismo. "�Qui�n ense�a como Dios?" �l conoce a fondo la naturaleza del estudiante y la mejor manera de adoctrinar esa naturaleza con sus propias "cosas profundas".

III. Que aqu� el alumno DEBE DESARROLLAR SU MAYOR NATURALEZA. "Pero el hombre natural no recibe las cosas del Esp�ritu de Dios, porque son locura para �l; tampoco las puede conocer, porque son discernidas espiritualmente". El hombre tiene una naturaleza triple, designada por San Pablo como soma, psique y pneuma: cuerpo, alma y esp�ritu. El primero es el animal, el segundo es el mental y el tercero el moral o espiritual. Esta es la conciencia, con sus intuiciones y simpat�as, y esta es la parte principal del hombre, es decir, el hombre mismo, el n�cleo de su ser, lo que Pablo llama "el hombre interior", el hombre del hombre. Ahora, esta parte del hombre solo puede recibir las "cosas del Esp�ritu de Dios". Pon estas cosas delante del "hombre natural", su mero cuerpo; no son m�s para �l que Euclides para un bruto. P�ngalos ante el simple hombre ps�quico o intelectual, �y qu� son? Rompecabezas sobre los que va a especular; m�s a�n, son "locura para �l". El mero intelecto no puede entender el amor, no puede apreciar lo correcto. Se refiere a la verdad o falsedad de las proposiciones, y las ventajas y desventajas de la conducta, nada m�s. El amor moral solo puede interpretar y sentir las cosas del amor moral, las "cosas profundas de Dios". Por lo tanto, este pneuma moral, esta naturaleza espiritual, esta conciencia debe despertarse de su latencia y convertirse en la naturaleza ascendente antes de que las "cosas del Esp�ritu" puedan ser "discernidas", y luego el hombre juzgar� todas las cosas, todas las cosas espirituales, mientras que �l mismo no ser� juzgado correctamente por ning�n "hombre natural". "Porque �qui�n ha conocido la mente del Se�or?" �Qui�n, por lo tanto, sin instrucci�n, puede "conocer la mente del Se�or"?

HOMILIAS DE C. LIPSCOMB

1 Corintios 2:1

C�mo San Pablo predic� el evangelio.

Una gran verdad es capaz de m�ltiples presentaciones. Para ser visto en su totalidad, debe ser visto en varios aspectos, cada uno de los cuales es relativo a la totalidad de la idea, al tiempo que proporciona al alumno una mayor sensibilidad a su excelencia. Sir Joshua Reynolds habla de su decepci�n cuando vio por primera vez la pintura de la Transfiguraci�n, pero creci� sobre �l y educ� a su ojo, la mente en el ojo, para apreciar su sublimidad. Hazlitt menciona una experiencia similar en su propio caso. Tales impresiones no se deben a la simple recepci�n; se despierta el intelecto activo, y el propio pensador se convierte en una parte voluntaria del objeto que lo afecta. Evidentemente, ahora, la idea de predicaci�n de San Pablo, como se da en el primer cap�tulo, volvi� sobre �l y solicit� mayor consideraci�n. En consecuencia, lo encontramos en el segundo cap�tulo que detalla su historia personal como predicador mientras estaba en Corinto, y, como es habitual en sus Ep�stolas, el elemento autobiogr�fico revela su presencia en su l�gica. Siempre que hubo un problema importante en su ministerio, vemos al hombre en la plenitud de sus proporciones y miramos su coraz�n, para que no nos perdamos de entender la raz�n de su energ�a apasionada. En este caso, declara que no vino a los corintios "con excelencia de palabra o de sabidur�a", ya que el mundo consideraba la palabra y la sabidur�a. Pero estaba con ellos "en debilidad, miedo y mucho temblor". No fue la "debilidad" de la cobard�a, ni el "miedo" lo que trae una trampa, ni el "temblor" que surge de la aprensi�n de la cr�tica y la hostilidad. La agitaci�n y la solicitud eran el producto de su fina sensibilidad, que no se elevaba desde abajo, sino que descend�a desde el reino m�s elevado de su ser, el ideal del deber y la responsabilidad tan vastos dentro de �l como para oprimir la capacidad de desempe�o. Una "debilidad" muy bendecida, la mejor garant�a posible de poder veraz, la se�al m�s confiable que nuestra naturaleza latente ofrece como promesa de �xito. El latido del motor en un enorme barco de vapor del Atl�ntico env�a su propio carcaj a cada tabl�n y cerrojo del barco. Hay un "temblor" en todos sus compartimentos, pero es el temblor del poder. San Pablo no ten�a un don m�s notable que el don de sentir al m�ximo las doctrinas del evangelio. Cristo en �l, Cristo como el yo del yo, fue el Cristo que predic�; y, por lo tanto, ning�n discurso que pronunci�, ninguna carta que escribi� alguna vez, afect� a otros tanto como a �l. Los oradores y escritores efectivos nunca est�n a la altura de sus oyentes y lectores. Ven m�s, sienten m�s que aquellos a quienes impresionan, y su personalidad no es un componente peque�o en el efecto producido. Con raz�n, San Pablo se especializa "mi discurso y mi predicaci�n". El "mi" significa un hombre "decidido a no saber nada ... salvo a Jesucristo, y a �l crucificado". Auto exaltaci�n no ten�a ninguno; porque la exaltaci�n propia es siempre una parodia de la veracidad de la naturaleza de uno, y Cristo fue tan real para San Pablo que no pod�a ser otro que real para s� mismo en su trabajo ministerial. Y, de acuerdo con este hecho, su manera de predicar el evangelio es en s� misma evidencia de la divinidad del evangelio. Fue una "demostraci�n del Esp�ritu y del poder". �De qu� sirve que los "jud�os requieran una se�al, y los griegos busquen la sabidur�a"? Dales el "signo" y la "sabidur�a": �entonces qu�? La creencia, o "fe", si as� lo llamas, es el producto del hombre, de pie en su propia fuerza, el orgullo de su propio intelecto, la alegr�a de su propia vanidad. No as� la doctrina de "Cristo crucificado". La forma en que llega al alma demuestra su verdad infinita. No se acerca a un hombre en el lado sensorial de su naturaleza, sino en el lado espiritual. A diferencia de la educaci�n y la cultura, que comienzan con el intelecto de los sentidos y se desarrollan hacia arriba, el cristianismo surge desde el instante de su contacto inicial con el alma humana a la m�s alta capacidad moral, y reconoce esta alma como est� relacionada con Dios su Padre, a Cristo su Redentor, al Esp�ritu Santo su Convencedor y Santificador. El hombre como imagen del universo natural es considerado posteriormente. Por lo tanto, el �nfasis de San Pablo en la "demostraci�n del Esp�ritu y del poder" y, por lo tanto, en la fuerza y ??la gloria de la fe, que no est� "en la sabidur�a de los hombres, sino en el poder de Dios".

1 Corintios 2:6

Contenido de la revelaci�n.

Pero el ap�stol afirma "sabidur�a" para el evangelio. La falsificaci�n ha sido expuesta y ahora se presenta la moneda genuina. �Y c�mo procede a verificar su derecho a usar un t�rmino que, en la estimaci�n de todos los pensadores, exige respeto y admiraci�n? �l honrar� la Palabra; �l restaurar� su significado y lo limpiar� de oscuridad, m�s a�n, ampliar� su significado e invertir� con un encanto que no se conoc�a antes. Salom�n hab�a usado su espl�ndido intelecto para dar a la palabra "sabidur�a" una amplia moneda entre su pueblo, y S�crates hab�a trabajado para los griegos de una manera similar, cada uno de ellos un agente de la Providencia, para ense�arle al intelecto sus usos leg�timos y rescatarlo. esclavitud a los sentidos. Y estaba ese viejo mundo en el que estos hombres, en circunstancias muy diferentes y compartiendo una iluminaci�n muy diferente, les hab�an ense�ado a sus compatriotas lo que sab�an de la sabidur�a, y este remanente de su estado anterior, la mera efigie de la grandeza anterior, se enfrent� a St. Pablo en Corinto, con sus presunciones, prejuicios y animosidades, se enfrent� sobre todo contra �l, porque resisti�, tan valientemente, sus artes y m�todos terrenales. Desde un punto de vista mucho m�s elevado de lo que los griegos y los jud�os reconocieron, una distancia infinita, de hecho, entre los disputantes de ambos lados, predic� la sabidur�a que vino de Dios, una sabidur�a largamente oculta y por lo tanto llamada "un misterio", pero ahora revelada en la plenitud. de los tiempos Sin embargo, durante las �pocas en que esta sabidur�a se hab�a ocultado, cuando el ojo y el o�do y la imaginaci�n m�s sutil no hab�an podido sondear el secreto, cuando el pensamiento humano se hab�a agotado en vanas investigaciones y finalmente se hab�a hundido en un contenido antinatural con su propia imbecilidad. A trav�s de toda esta prueba de intelecto en la escuela de los sentidos, Dios hab�a reservado "la sabidur�a oculta" para "nuestra gloria". La demostraci�n de la debilidad total del hombre ten�a que hacerse, y Judea y Grecia hab�an sido elegidos para hacerlo. . La tarea de Roma era reunir los resultados y exhibirlos en forma solidificada; ni podr�a haber habido una Roma como la de los C�sares a menos que el experimento con la "sabidur�a de este mundo" y de los "pr�ncipes de este mundo" haya resultado ser un fracaso desastroso en extremo. Ese tiempo hab�a pasado. Y ahora esta "sabidur�a oculta" se hab�a dado a conocer como una certeza espiritual, que era nada menos que una "demostraci�n del Esp�ritu y del poder". "Hay un esp�ritu en el hombre", y "conoce las cosas de un hombre". "�Qui�n puede negar su conciencia? �Qui�n puede apelar de su testimonio a algo m�s alto en s� mismo? As� tambi�n el Esp�ritu de Dios "busca todas las cosas, s�, las cosas profundas de Dios", y, adem�s, el Esp�ritu Santo es dado a nuestro esp�ritu para que "podamos conocer las cosas que Dios nos da gratuitamente". Justo antes de que San Pablo declarara que el misterio, la sabidur�a oculta, hab�a sido retenido para "nuestra gloria". �Y no es la verdad de esa declaraci�n ahora atestiguada? Comprende en qu� consiste "nuestra gloria". Es en esto: el hombre tiene un esp�ritu, y Dios le comunica su propia inteligencia secreta en forma de una "demostraci�n del Esp�ritu y del poder". No solo la sabidur�a, no solo la percepci�n y la reflexi�n, sino la realizaci�n y asimilaci�n en el forma de poder de asistencia, el acto del receptor de la gracia no es el acto funcional de una facultad, sino de toda la mente; "comparar cosas espirituales con espirituales", el esp�ritu del hombre renovado m�s plenamente consciente de s� mismo, debido a la presencia del Esp�ritu de Dios y la expansi�n de su propia conciencia. �Qu� poder de comparaci�n despierta de repente! �Qu� proceso de divulgaci�n comienza! Esta capacidad de comparar, comenzar nuestro desarrollo en la infancia y continuar hasta la vejez, es una de las actividades m�s importantes de la mente. Es susceptible de m�s cultura que cualquier propiedad mental. El genio inventivo de los poetas y artistas, la habilidad del gran novelista, el poder discriminante del sagaz estadista, dependen por igual de la energ�a diversificada de comparaci�n. La precisi�n del juicio, la profundidad de la comprensi�n, la amplitud de la simpat�a tan esencial para la amplitud de la visi�n, se deben principalmente a esta calidad. Dale un trato justo, y tres puntos y diez a�os son testigos de su hermosa eflorescencia. Pero sus usos espirituales son sus usos m�s nobles. "Comparar cosas espirituales con espirituales" es su mayor oficio. Cuando el esp�ritu humano recibe el Esp�ritu Divino, �qu� gloriosa ampliaci�n, en raz�n de la superadici�n de "las cosas de Dios", al dominio del pensamiento, la emoci�n, el impulso! Con calma la mente trabaja; sus leyes nunca se perturbaron, su fuerza se fortaleci�, su ideal de grandeza se abri� con mayor luminosidad, su alcance y br�jula se ampli� con un nuevo horizonte, un poder motriz que nunca se conoci�, y el descanso de la fuerza se profundiz� cada vez m�s en la paz de Cristo . �L.

1 Corintios 2:14

Hombre natural y hombre espiritual.

El hombre natural, que no hab�a sido olvidado por San Pablo en el primer cap�tulo, ahora est� bajo una inspecci�n m�s cercana. Podemos verlo desde el punto de vista ocupado en el segundo cap�tulo �Qu� se dice de �l? �l "no recibe las cosas del Esp�ritu de Dios: porque son locura para �l; tampoco las puede conocer, porque son discernidas espiritualmente". La naturaleza se representa aqu� como muy diferente de la gracia, y la diferencia tiene una amplitud de contraste . Las formas bajas y vulgares de la naturaleza no se enumeran, ni habr�a sido como el ap�stol seleccionar sus ilustraciones de casos excepcionales de depravaci�n humana. Corinto podr�a haber facilitado f�cilmente tales casos. Pero el hecho notable es que evita este tipo de especificaci�n, y elige sus ejemplos t�picos de "el sabio", "el escriba", "el disputador de este mundo", s�, los mismos "pr�ncipes de este mundo"; y estos son los que carecen de todo discernimiento espiritual, y en su ceguera ven el glorioso evangelio de Cristo como "necedad". Y el retrato no se termina hasta que estos "pr�ncipes de este mundo" se esbocen en el m�s oscuro de los or�genes posibles, incluso La crucifixi�n del Se�or Jes�s. No es la mafia brutal que representa en su lienzo, sino los mejores ejemplares, seg�n la opini�n actual, de la mente y la cultura de la �poca. Contra estos, los gu�as del sentimiento p�blico y los l�deres aceptados de la sociedad, hombres de car�cter y posici�n, dirige su condena. Y el dolor de su coraz�n es que estos son los mismos hombres cuyo esp�ritu maligno ha infectado a la Iglesia de Corinto, e introdujo elementos viciados abandonados hace mucho tiempo por los creyentes como totalmente inconsistentes con la moral y la religi�n. El hombre natural de ese d�a no era la criatura del d�a, no era un accidente de esos tiempos volc�nicos cuando los cimientos del orden civil temblaban, y. Incluso las majestuosas colinas de Roma fueron amenazadas con agitaci�n, vida; se hab�a permitido tiempo y oportunidades y amplios medios para el desarrollo; las porciones m�s bellas del mundo le hab�an sido entregadas para el hogar y el comercio; mil millas alrededor del Mediterr�neo produjeron todo lo que exig�a la civilizaci�n material; el arte, la filosof�a y el gobierno hab�an ofrecido lo que el intelecto de los sentidos ansiaba; y el juda�smo se hab�a difundido por todas partes, hasta que incluso el estoicismo hab�a sentido su influencia. Despu�s de todo, sin embargo, el hombre natural ha terminado la historia de la cultura antigua al crucificar al Se�or de la gloria; y ahora, con la mancha de sangre santa sobre �l, no ha aprendido nada de su propia experiencia, pero persiste en tratar el evangelio como "necedad". Tampoco puede ser de otra manera mientras el hombre permanezca bajo la esclavitud de la naturaleza. Puede parecer an�malo, pero no obstante es cierto, que la naturaleza es moralmente conocida por nosotros como lo opuesto a la espiritualidad; y, aunque un esp�ritu humano est� en el hombre, es totalmente incapaz de s� mismo para ver, sentir, querer, actuar, como un esp�ritu en todo lo que concierne a las funciones verdaderamente divinas del esp�ritu. De ah� la necesidad del Esp�ritu Santo de crear discernimiento espiritual, y por lo tanto, la distinci�n suprema del cristiano es que tiene un juicio espiritual. "Las cosas de Dios" no son descubiertas por �l, sino que son reveladas a su esp�ritu por el Esp�ritu Santo. El intelecto descubridor del hombre es una dotaci�n espl�ndida y, sin embargo, se limita por completo a los sentidos y sus conexiones, ni puede pasar bajo ninguna urgencia m�s all� de la esfera del universo visible y penetrar en los secretos del Todopoderoso. Si, de hecho, pudiera descubrirlos, no ser�a un creyente cristiano; porque los rasgos del hombre natural se adherir�an a �l y se ver�an simplemente potenciados por el poder as� ejercido, y en su alma espaciosa habr�a menos espacio para la docilidad intelectual, para la confianza infantil, para la obediencia a la abnegaci�n. Y, por lo tanto, la obra del Esp�ritu Santo consiste en ense�arnos a comprender, apreciar, asimilar las verdades divinas reveladas por �l; y, en consecuencia, lo que revela no se conforma con permanecer como ideas y dogmas, sino que busca el coraz�n m�s �ntimo, se al�a con los instintos y comunica al hombre un sentido de s� mismo y de las posibilidades de car�cter hasta ahora inimaginables. Finalmente, St. Pablo argumenta: "Tenemos la mente de Cristo" dentro de nosotros; �Y qu� mejor compendio de todos los abrazados en el discernimiento espiritual que esta expresi�n, "mente de Cristo"? Mucho m�s que las verdades que ense��, y las lecciones pr�cticas que hizo cumplir, se entiende aqu�; porque incluye todo el m�todo, el esp�ritu, el objetivo, de sus ense�anzas, como impartir su propia vida a los que creen en �l. Ning�n principio moral, ning�n hecho doctrinal, ning�n fen�meno de experiencia espiritual, ahora ocupa terreno y mantiene relaciones con el pensamiento, la volici�n y la acci�n que son independientemente suyas. Ninguno de ellos es competente para la autoexistencia. No hay, no puede haber, una sola abstracci�n en el cristianismo. "La mente de Cristo" est� en cada verdad �tica, en cada milagro, en todo lo que implica gusto, sensibilidad, raz�n, conciencia, afecto; y la vida en uno es la vida en todos. Dislocar es destruir. Y esta "mente de Cristo", insta el ap�stol, est� en nosotros, y, en virtud de su presencia permanente y su "sabidur�a" y "poder" infinitos, la amplitud del contraste entre el hombre natural y el hombre espiritual se hace plenamente patente. . Despu�s de dieciocho siglos, la distinci�n es tan luminosa como siempre. Las mismas palabras nos quedan: "sabidur�a", "poder", "necedad", y "los pr�ncipes de este mundo" atestiguan su antiguo linaje. El "hombre natural" de nuestros d�as ha crecido a grandes dimensiones. Nunca tuve el sentido del hombre, el hombre intelectual, el hombre de la civilizaci�n f�sica, tanto de qu� jactarse; porque casi ha cumplido la pretensi�n de su cetro al dominio universal. La "sabidur�a" nunca fue tan conspicua. El "poder" se ha desarrollado en mayor grado que sus usos. Y, sin embargo, en esta misma hora, cuando la fuerza destructiva es el terror diario de la humanidad, y cuando la libertad amenaza con desenfrenarse en el libertinaje, vemos exactamente lo que San Pablo vio en el viejo Corinto; y el comentario sobre la Palabra de Dios que el siglo XIX, como todos los siglos desde el advenimiento de Cristo, ha escrito para nuestros ojos, solo refuerza la verdad de que "el hombre natural" no conoce a Dios y "no recibe las cosas del Esp�ritu de Dios". "En ciencia y arte, en el gobierno, en todo tipo de soberan�a interna," el hombre natural "ha hecho un gran avance sobre s� mismo. Pero todo esto lo ha llevado a �l, a sus instituciones y a su bienestar, no m�s cerca de "la mente de Cristo".

HOMILIAS POR J.R. THOMSON

1 Corintios 2:2

Nadie excepto Cristo crucificado.

Lo que es personal est� aqu�, como en todas estas Ep�stolas a los Corintios, notablemente combinado con lo que es doctrinal. Estos son los enunciados de un hombre noble y de coraz�n tierno, que escribe a sus semejantes en los cuales toma el m�s profundo inter�s personal. Por eso escribe de s� mismo, y escribe de sus corresponsales; y en su opini�n, ambos tienen el mayor inter�s a trav�s de su relaci�n com�n con la Palabra de vida. Estas ep�stolas son una ventana al coraz�n del escritor, y son un espejo de los pensamientos y la conducta de los lectores. �Cu�n naturalmente, al pensar en los �xitos y desalientos actuales, Pablo vuelve a la memoria de su primera visita a Corinto! Tiene el consuelo de una buena conciencia al recordar el prop�sito y el m�todo de ese ministerio. La filosof�a humana y la elocuencia pueden haber sido deficientes; pero se alegra al recordar que de sus labios los corintios hab�an recibido el testimonio de Dios y la doctrina de Cristo crucificado.

I. EL GRAN TEMA DEL APOST�LICO Y DE TODO EL MINISTERIO CRISTIANO.

1. Se exhibe una persona divina. La predicaci�n cristiana establece, no el aprendizaje rab�nico, ni la sabidur�a hel�nica, ni un c�digo de moral, ni un sistema de doctrina, ni un ritual de ceremonia, sino una Persona, incluso Jesucristo.

2. Se relata un hecho hist�rico, incluso la crucifixi�n del que se proclama. Todo lo relacionado con el ministerio de Cristo era digno de recuerdo, de repetici�n, de meditaci�n; pero un aspecto de ese ministerio fue considerado, y todav�a es considerado, de inter�s supremo: la Cruz, precedida por la Encarnaci�n, y seguida por la Resurrecci�n. En su primera ep�stola, Pablo hab�a escrito: "Dios no quiera que me glor�e salvo en la cruz". en una de sus �ltimas ense�an que el Redentor encarnado se hizo obediente a "la muerte de la cruz".

3. La ense�anza religiosa del momento m�s elevado se bas� en este hecho con respecto a esta Persona. As� se conden� el pecado, se asegur� la redenci�n, se proporcion� un nuevo motivo para la santidad; porque la cruz de Cristo era el poder de Dios y la sabidur�a de Dios.

II RAZONES PARA UNA EXCLUSIVA DEVOCI�N EN EL MINISTERIO DE RELIGI�N A ESTE GRAN TEMA.

1. Una raz�n personal y experimental por parte del predicador. Pablo tuvo una experiencia personal de la excelencia y el poder de la doctrina de la cruz. El conocimiento que �l apreciaba lo comunicaba, las bendiciones que hab�a recibido y disfrutado que pod�a ofrecer a otros. As� debe ser con cada verdadero predicador.

2. Una raz�n m�s general: la adaptaci�n del evangelio a las necesidades de toda la humanidad. Porque Cristo crucificado es

(1) la m�s alta revelaci�n de los atributos Divinos de justicia y misericordia;

(2) el testimonio y la condena m�s convincentes de la pecaminosidad y culpa del mundo;

(3) la disposici�n Divina para el perd�n de los transgresores; y

(4) el motivo m�s efectivo para la obediencia y el servicio cristiano. La misma doctrina es tambi�n

(5) el poderoso v�nculo de las sociedades cristianas; y por lo tanto

(6) la �nica esperanza de la regeneraci�n de la humanidad.

SOLICITUD.

1. Aqu� hay un modelo y una inspiraci�n para aquellos que ense�an y predican a Jesucristo.

2. Aqu� hay una representaci�n de la �nica esperanza de los hombres pecadores; lo que puedan buscar en vano en otra parte, lo encontrar�n aqu� reconciliaci�n con Dios y el poder de una vida nueva e interminable.

1 Corintios 2:4

Poder espiritual.

Un lenguaje como este a veces se refiere a esos dones especiales y sobrenaturales que fueron otorgados a los miembros y oficiales de la Iglesia en los d�as apost�licos. Pero, como el ap�stol est� hablando del evangelio de la cruz de Cristo y de sus efectos morales y espirituales, parece razonable tomar las expresiones muy fuertes aqu� empleadas para referirse al vigor y la energ�a divinos que acompa�an la Palabra de salvaci�n.

I. EL CRISTIANISMO ES LA DISPENSACI�N DEL ESP�RITU DE DIOS. Los jud�os lo habr�an recibido si hubiera sido una dispensaci�n de milagro y prodigio; los griegos, si hubiera sido una dispensaci�n de ret�rica y filosof�a. Pero el Esp�ritu de Dios tiene su propio modo de operaci�n, retenido de la aprehensi�n de las naturalezas carnales. El mismo Esp�ritu que habit� sobre el Salvador en su bautismo, descans� como el Esp�ritu de verdad e iluminaci�n sobre los ap�stoles inspirados, y como el Esp�ritu de poder acompa�� su palabra a los corazones de los hombres. �l es de arriba, como el Aliento, el Viento, el Fuego, el Roc�o, la Lluvia, la Paloma de Dios.

II LAS ALMAS HUMANAS SON EL CAMPO DE LAS OPERACIONES DEL ESP�RITU DE DIOS. El cristianismo no es una religi�n mec�nica; sus extremos no deben ser asegurados por ninguna conformidad externa; no consiste en edificios, ceremonias, sacerdocios, etc. �l solo comprende la naturaleza de los prop�sitos de Cristo que pueden unirse a la consagraci�n y la confesi�n:

"Yo te entrego mi coraz�n, oh Jes�s, el m�s deseado; y coraz�n por coraz�n el regalo ser�, porque t� has disparado mi alma. Solo tus corazones se mover�an; solo los corazones aman; yo te amar�a como amas �Yo, Jes�s, el m�s deseado!

III. EL EVANGELIO ES EL IMPLEMENTO Y ARMA DEL ESP�RITU DE DIOS. El Esp�ritu de Dios se acerca al esp�ritu del hombre en cada pensamiento verdadero, puro y elevado, en cada revelaci�n de piedad, amor y sacrificio. Pero la mente de Dios se da a conocer con especial referencia a la posici�n y las necesidades del hombre en "la verdad como es en Jes�s". Es porque el Esp�ritu est� en la Palabra que la Palabra es viva y poderosa, y m�s afilada que la espada de dos filos.

IV. FE Y ARREPENTIMIENTO, OBEDIENCIA Y SANTIDAD, SON EL PODER Y LA DEMOSTRACI�N DEL ESP�RITU DE DIOS. Aqu� tenemos "el testimonio del Esp�ritu", que nos dice que la fuente de tales corrientes est� arriba. Aqu� tenemos "los frutos del Esp�ritu", dici�ndonos de d�nde es la vida que se encarna en tales resultados. Sin duda, bajo la convicci�n del Esp�ritu, se presentan manifestaciones de sentimiento, profundo y se�al. Pero las pruebas grandes y confiables de la presencia y la acci�n del Esp�ritu Divino deben buscarse en esos efectos morales que no se pueden rastrear hasta una causa inferior. Las malas hierbas se siembran; pero una cosecha abundante y preciosa es testigo de la habilidad y la energ�a del labrador.

V. LA RESPONSABILIDAD EST� INVOLUCRADA EN LA PRESENCIA DEL ESP�RITU DE DIOS.

1. Se le recuerda al predicador del evangelio que su confianza debe ser, no en sus propios dones, sino en la Palabra y el Esp�ritu de Dios.

2. La Iglesia de Cristo no es amonestada ni "apaga" ni "aflige" al Esp�ritu Santo.

3. Se advierte al oyente del evangelio que rechazar el evangelio es rechazar el Esp�ritu; y deliberadamente, persistentemente, y finalmente hacerlo es pecar contra el Esp�ritu Santo. � T.

1 Corintios 2:7

El misterio divino.

El ap�stol Pablo estaba acostumbrado a presionar en su servicio, como maestro cristiano, todas las instituciones y usos de las sociedades con las que estaba asociado de alguna manera y en cualquier momento. As�, en este pasaje, hace uso de los misterios eleusinos, con los cuales sus lectores sin duda estaban familiarizados, para exponer la profundidad de la sabidur�a divina, y la distinci�n y felicidad de aquellos que fueron iniciados en los gloriosos secretos del cristianismo. "Hablamos la sabidur�a de Dios en un misterio".

I. LA SUSTANCIA DEL MISTERIO. Hay pocas razones para creer que los antiguos misterios griegos ten�an alguna verdad sustancial y valiosa para conservar y comunicar. Observe el contraste: el Nuevo Testamento nos habla del prop�sito de Dios para salvar a la humanidad; no solo jud�os, sino tambi�n gentiles, en el ejercicio de su sabidur�a y compasi�n.

II La ocultaci�n del misterio. No nos corresponde a nosotros explicar por qu� un prop�sito tan amable deber�a haberse ocultado tanto tiempo. Y asi fue. Y durante generaciones y edades, la raza humana no conoc�a el prop�sito que el Supremo hab�a concebido en los consejos de la eternidad. Podemos ver que la Ley hab�a sido un "pedagogo" para traer a los jud�os, y la filosof�a para traer a los gentiles a Cristo. Pero la plenitud del tiempo era conocida solo por Dios.

III. LA REVELACI�N DEL MISTERIO. Esto sucedi� cuando Cristo vino y, en su ministerio y sacrificio, dio a conocer los designios de gracia del Padre, para que todos los hombres fueran atra�dos a s� mismo, y para que el mundo no fuera condenado sino salvo con una salvaci�n eterna.

IV. LA COMUNICACI�N DEL MISTERIO. Esto tuvo lugar en el evangelio. El fervor que Paul y sus compa�eros de trabajo mostraron en la predicaci�n de las buenas nuevas muestra cu�n profundamente esas noticias se hab�an hundido en su naturaleza, y cu�n preciosa fue la recepci�n de ellas en sus mentes iluminadas. Desdoblaron lo que hab�a sido envuelto; trajeron a la luz lo que hab�a sido enterrado debajo del suelo, incluso "el tesoro escondido"; sacaron del mar profundo esa "perla de gran precio" que es para el enriquecimiento de cada poseedor y para el deleite de cada espectador. � T.

1 Corintios 2:8

"El Se�or de la gloria".

Cuando los jud�os y el gobernador romano se unieron para efectuar la crucifixi�n del Se�or Jes�s, no se puede decir que ninguna de las partes en el proceso haya entendido y comprendido lo que se estaba haciendo. Los enemigos y asesinos del Profeta de Nazaret no vieron la gloria de su car�cter y persona m�s que vagamente, ni la gloria de su redenci�n en ninguna medida. Jes�s mismo hab�a declarado: "No saben lo que hacen". y Pablo aqu� dice que, si hubieran conocido los consejos de Dios, no habr�an crucificado a Cristo. Esto no justifica ni excusa su acto; porque ciertamente sab�an que estaban matando cruelmente a Uno que era inocente y justo. Cristo es el Se�or de la gloria.

I. EN DERECHO DE SU PROPIA NATURALEZA Y PERSONA. Esto mismo lo afirm�, cuando habl� de la gloria que tuvo con el Padre antes que el mundo fuera. Y tal era la ense�anza de los ap�stoles acerca de aquel que era "la Emanaci�n, la Refulgencia, de la gloria del Padre, y la Imagen misma de su sustancia".

II EN VIRTUD DEL CAR�CTER DE SU MINISTERIO Y SACRIFICIO. Es cierto que la vida de Jes�s en la tierra estuvo acompa�ada de circunstancias humildes, y no era probable que deslumbrara a los de mente carnal. En su encarnaci�n se vaci� de su gloria y tom� la forma de un esclavo. Sin embargo, aquellos que ten�an ojos para ver pod�an mirar a trav�s de la humillaci�n a la gloria detr�s y dentro. Y han dejado su testimonio en el registro: "Vimos su gloria, la gloria como del unig�nito del Padre, lleno de gracia y verdad". El discernimiento espiritual reconoci� la gloria divina incluso en medio de la ignominia de la horrible muerte del Redentor.

III. POR SU EXALTACI�N Y LOS EVENTOS QUE LO SIGUIERON. La Resurrecci�n y la Ascensi�n fueron la finalizaci�n de la obra que comenz� la Encarnaci�n y el Sacrificio. Si en el primero de estos movimientos que constitu�an la obra redentora se ocultaba la gloria, en el segundo se revelaba de manera llamativa. Jes�s se levant� "en la gloria del Padre"; �l ascendi�, "llevando cautivo al cautiverio", arroj� los dones del Esp�ritu en profusi�n real; �l ocupa su trono inmortal. Para su pueblo es el eterno "Rey de la gloria".

IV. PORQUE EL ASEGURA LA GLORIFICACI�N DE TODAS SUS PERSONAS. Cristo es descrito como "llevando muchos hijos a la gloria". El contexto se refiere especialmente a "nuestra gloria", es decir, a la felicidad celestial, la dignidad y el reinado de aquellos que participan en la redenci�n de Cristo, que comparten su conflicto aqu�, y a quienes se les garantiza que ser�n participantes de su majestad. y de su dominio de aqu� en adelante. El honor de Cristo est� ligado al de su pueblo. No se pretende que contemplen su majestad y esplendor desde lejos, como algo para admirar y adorar, pero no para compartir. Por el contrario, su gloria se reflejar� sobre ellos; como el Se�or de la gloria, �l los admitir� a participar en �l, y esta misma participaci�n ser� el medio de su mejoramiento.

1 Corintios 2:9, 1 Corintios 2:10

La revelaci�n de cosas invisibles e inauditas.

Tal vez se haya quejado, aunque de manera irrazonable, de que las composiciones de Paul carec�an de l�gica y su lenguaje de elocuencia. En la esencia de su ense�anza hab�a suficiente para compensar cualquier deficiencia de este tipo. Ning�n sabio comunic� tanta sabidur�a, ning�n poeta, maravillas como �l. Las cosas profundas, extra�das por el Esp�ritu del oc�ano de la naturaleza insondable de Dios, fueron criadas y presentadas por �l a la Iglesia de Cristo, a todos los que poseen la capacidad espiritual de reconocer su significado y apreciar su valor.

I. CONSIDERE QU� ESTAS REVELACIONES FUERON. En la profec�a original, la referencia era a liberaciones maravillosas y divinas forjadas para Israel; el ap�stol "acomoda" el lenguaje del profeta a su propio prop�sito, para expresar la exhibici�n de la sabidur�a y el poder divinos que se manifiestan en el evangelio, en el cual Cristo es hecho a su pueblo sabidur�a y justicia, santificaci�n y redenci�n. Los privilegios del llamado cristiano disfrutado en el presente es un fervor de las alegr�as superiores del futuro eterno. El evangelio manifiesta el favor y la comuni�n de Dios, asegura la filiaci�n y la herencia. Revela la verdad divina e imparte gracia divina.

II OBSERVE CU�N INACCESIBLES ESTAS BENDICIONES FUERON PARA LOS PODERES ORDINARIOS DE LOS HOMBRES. El ojo puede extenderse sobre la superficie de esta hermosa tierra, y puede explorar las glorias del majestuoso firmamento. El o�do tiene receptividad para los m�ltiples sonidos de la naturaleza y para las complejidades y los encantos de la m�sica. El coraz�n habla a menudo y profundamente: "La mente de un hombre a veces le dice a m�s de siete vigilantes que se sientan en una torre". Pero las revelaciones aqu� mencionadas no son como las caracter�sticas de la naturaleza, que son reconocibles por el sentido, o como las inspiraciones de la sagacidad pr�ctica. El ojo puede ver las obras de Dios, pero no el Art�fice; el o�do puede escuchar la voz de Dios, pero no conoce al que habla; el coraz�n puede hacer eco de las s�plicas de Dios, pero estas s�plicas deben alcanzarlo desde arriba.

III. OBSERVA QUE ESTAS REVELACIONES SON HECHAS POR EL ESP�RITU DE DIOS MISMO. Poseemos una naturaleza espiritual susceptible a la impresi�n y al atractivo divino, y con esta naturaleza, creada seg�n su propia semejanza, el Padre de los esp�ritus est� en comunicaci�n directa. No es que la verdad se transmita milagrosamente; el Esp�ritu toma los hechos revelados y los aplica a la mente, avivando e iluminando los poderes para que reciban y se regocijen en la verdad de Dios.

IV. PONDERA LA CONDICI�N DE RECIBIR ESTE CONOCIMIENTO. Las revelaciones son para los que aman a Dios. No los grandes, ni los sabios, ni los justos son los receptores de la mejor bendici�n del cielo; pero los que poseen esta calificaci�n moral y espiritual. Los que "esperan a Dios", como lo dice Isa�as; los que "aman a Dios", como lo expresa Pablo, son los iluminados y los enriquecidos. El esp�ritu que est� lleno de gratitud y amor est� preparado para comprender y apreciar los misterios de la gracia divina. El verdadero amor, que adopta la forma de obediencia, es el camino hacia la perfecci�n espiritual. El amor crece y con �l el conocimiento; y el cielo es atractivo porque es a la vez la morada del amor perfecto y la esfera del conocimiento perfecto. � T.

1 Corintios 2:16

"La mente de Cristo".

Algunos cristianos profesos tienen el nombre, y solo el nombre, de Cristo. Algunos est�n satisfechos de tener en el pan sacramental lo que representa el cuerpo de Cristo. "Nosotros", dice el ap�stol, y todos los verdaderos cristianos se unir�n en un esp�ritu humildemente agradecido en la misma profesi�n: "tenemos la mente de Cristo".

I. �QU� SIGNIFICA "LA MENTE DE CRISTO"? Su ministerio terrenal, sus consejos y promesas a sus disc�pulos, su sacrificio voluntario, revelaron esa mente; y eso tan completa y tan claramente que podemos decir con justicia, que la mente se ha convertido en y. Es la herencia y posesi�n m�s rica de la humanidad.

1. La suya fue la mente que vio la verdad. No lo razon� ni lo acept� de la autoridad; lo mir� a la cara; �l era natural y perfecto y siempre lo conoc�a.

2. La suya era la mente que amaba lo bueno. No fue a trav�s de una lucha feroz que Jes�s lleg� a admirar y apreciar la belleza moral; porque la bondad era natural para �l y perfectamente agradable y encantadora para su ser.

3. La suya fue la mente que eligi� lo correcto. La voluntad del hombre a menudo es vacilante y variable, y en algunos casos elige persistentemente el mal. Pero a lo largo del ministerio de Cristo, la justicia no fue la ley a la que se someti�, sino la vida misma que vivi�. No hay caso de que �l prefiera lo incorrecto; �l estaba sin pecado.

4. La suya era la mente que pensaba, planificaba y sufr�a por todos los hombres. No es una visi�n justa de la mente del Se�or Cristo considerarla como un car�cter personal. Porque �l era el Hijo del hombre, y tom� a toda la humanidad en el abrazo de su mente grande y comprensiva. Pens� y habl� de todos los hombres como los m�s estrechamente relacionados con �l. Conocer su mente es conocer por igual la mente del hombre y la mente de Dios.

II �C�mo podemos PARTICIPAR "LA MENTE DE CRISTO"? Cuando consideramos cu�l era esa mente, es muy posible que no tengamos ninguna posibilidad de poseerla y compartirla. Sin embargo, es su voluntad que su mente sea la nuestra, y ha previsto nuestra participaci�n en nuestra apropiaci�n de su mente.

1. Adquirimos conocimiento de esa mente a trav�s del registro del evangelio. Sus palabras, sus milagros, su conducta, sus sufrimientos, fueron toda una revelaci�n de su mente; medit�ndolos, nos acercamos al pensamiento, al coraz�n, de nuestro Salvador.

2. Recibimos con fe la redenci�n suficiente que ha efectuado. �l no es solo un Maestro, no es solo una Revelaci�n del Padre; El es el Salvador. Y es al aceptar la salvaci�n que es a trav�s de �l que somos recreados a semejanza de su mente y naturaleza santas.

3. Hacemos su voluntad y aprendemos que la obediencia es el m�todo por el cual logramos una simpat�a m�s profunda con �l. As�, una revelaci�n creciente de su parte produce una apropiaci�n creciente de la nuestra.

III. �C�MO PODEMOS PROBARNOS NOSOTROS MISMOS PARA TENER "LA MENTE DE CRISTO"?

1. Por nuestro juicio sobre las cosas espirituales; porque estos son discernidos espiritualmente por la mente disciplinada y comprensiva.

2. Por nuestra vida de servicio amoroso; porque "si un hombre no tiene el Esp�ritu de Cristo, no es de �l".

HOMILIAS DE E. HURNDALL

1 Corintios 2:1

La predicaci�n paulina.

I. LO QUE NO FUE.

1. No fue "con excelencia en el habla". Pablo no vino como ret�rico; sus palabras no fueron oraciones de elocuencia muy forjada. No busc� hacer que el evangelio fuera agradable al presentarlo con "palabras atractivas". Su actitud era simple y no se ve�a afectada; su dicci�n simple y f�cil de entender. No pretend�a llevar todo delante de �l con un torrente de palabras, ni �l, un predicador, buscaba la fama como orador. Ten�a un mensaje que entregar, y no lo oscurecer�a con muchas palabras; tem�a que algo distrajera la atenci�n de todos sus t�rminos importantes. Est� grabado de James II. que una vez se sent� para su retrato ante un gran pintor de flores, pero que el lienzo estaba tan lleno de hermosas guirnaldas de flores, que el propio rey se perdi� de vista. Muchos pintan a Cristo en sus sermones; cuando predican a Cristo, predican todo menos a Cristo.

2. No fue la impartici�n de la sabidur�a humana. Pablo no vino como fil�sofo; �l vino como un heraldo. Ten�a ciertos hechos y verdades que proclamar, y no filosofar�a sobre ellos, en todo caso, hasta que fueran aceptados, ya que, hasta que fueran aceptados, su verdadera filosof�a no podr�a ser entendida. La sabidur�a humana hab�a fallado; Pablo trajo algo que no fallar�a. Pablo no era enemigo de la sabidur�a humana; lo despreciaba solo como un medio de redenci�n humana; fue muy despreciable para �l cuando intent� trascender su esfera.

II LO QUE ERA. Era la proclamaci�n de "Cristo y �l crucificados". Esto fue preeminente, excluyendo filosof�as y subordinando todas las dem�s cosas. El ap�stol no sabr�a nada adem�s; Esto deber�a llenar su conciencia. Si los corintios no recibieran esto, no ten�a nada m�s para ellos; debe recurrir a otros m�s dispuestos. Otros fil�sofos y varios maestros les hab�an presentado muchas otras cosas; todo hab�a fallado. �l presentar�a a Cristo, y este Cristo crucificado, y pondr�a todo en juego sobre el tema. Lo que era la suma y sustancia de la predicaci�n de Pablo es, en mucha predicaci�n, como la aguja proverbial en el pajar, extremadamente dif�cil de descubrir.

1. Su tema fue:

(1) La persona de Cristo. El tema de la profec�a, de la historia, del propio conocimiento del ap�stol. Cristo el enviado de Dios. Cristo el Hijo de Dios y el Hijo del hombre.

(2) El oficio de Cristo. Cristo el salvador de los hombres. Expuesto como el Salvador especialmente en esa tragedia de la cruz, cuando "fue herido por nuestras transgresiones, y herido por nuestras iniquidades".

2. Este fue "el testimonio de Dios" (vers�culo 1). La revelaci�n de la sabidur�a divina. Dios no ten�a nada m�s grande o mejor para revelar a los hombres que esto. Bien podr�a pasar el ap�stol por la sabidur�a del hombre, ya que se le confi� la sabidur�a de Dios. El "misterio" de Dios. Pensado en �pocas eternas pasadas, mucho tiempo ocultas a los hombres, trascendiendo los pobres vuelos del intelecto humano jactancioso, pero ahora claramente declarado. Pablo no habl� sus propias palabras o pensamientos, sino los de Dios.

3. Observe una caracter�stica especial de su predicaci�n: fue "en demostraci�n del Esp�ritu y del poder". Era la expresi�n de ciertas verdades con dependencia del Esp�ritu Divino para llevarlas al coraz�n. El ap�stol, al proclamar el evangelio, mientras usaba evidencia y empleaba argumentos, confiaba en la convicci�n del Esp�ritu. Las palabras y la sabidur�a humana no pod�an afectar lo que deseaba: la convicci�n de pecado, la necesidad de un Salvador, la convicci�n de que Cristo era el Salvador, el �nico Salvador, el "Poderoso para salvar". Pablo predic� 'esperando el testimonio del Esp�ritu, y ese testimonio fue dado. A veces no se da porque no se busca. Toda predicaci�n sin ella es in�til y, sin embargo, a menudo es lo �ltimo que se piensa.

III. SUS ACOMPA�AMIENTOS EN LA OCASI�N EN PREGUNTA.

1. Debilidad. Posiblemente la "espina en la carne" era en ese momento especialmente hostigadora, o el ap�stol pudo haber estado en una debilidad corporal especial. Pero tal vez estaba profundamente consciente de la debilidad e insuficiencia cuando ve�a la magnitud e importancia de su trabajo. Corinto era una fuerte ciudadela sat�nica a la tormenta.

2. Miedo. Bajo un sentido de responsabilidad, y los temas en juego. La aprensi�n para que no se cometan errores y se haga el mal en lugar del bien. Ser�a bueno si hubiera m�s de este "miedo" en algunos predicadores modernos.

3. Mucho temblor. Hab�a mucha conmoci�n en el esp�ritu del ap�stol; estaba profundamente agitado. Sin un "coraz�n ligero", se dedic� a su trabajo. Una imagen muy pat�tica! Pero probablemente la mejor condici�n para el ap�stol dadas las circunstancias. Esta condici�n apost�lica no tiene poco que ver con el �xito apost�lico. Los confiados pueden triunfar en el mundo, pero tarde o temprano fracasar�n en la Iglesia. Un estado como el de Pablo nos hace sentir que no somos nada y que no podemos hacer nada; y entonces Dios obra. Cuando somos d�biles, entonces somos fuertes ( 2 Corintios 12:10). Los abatimientos, humillaciones, vaciamientos de los trabajadores cristianos han sido con frecuencia el preludio de marcados �xitos espirituales. A menudo somos demasiado fuertes y confiados para que Dios nos use.

IV. SU OBJETIVO.

1. El despertar de la fe. Esta predicaci�n no fue una actuaci�n para aplaudir, sino un trabajo sincero para un resultado espiritual muy importante. Nada menos que la fe salvadora personal en Cristo, ya que el tema de su predicaci�n podr�a satisfacer al ap�stol, una fe que debe unirse indisolublemente a Cristo y florecer en las excelencias y bellezas de la vida cristiana.

2. La fe bien fundada. No pararse en la sabidur�a de los hombres (vers�culo 5). No se basa en palabras hermosas o teor�as hiladas, sino que tiene la obra de Dios en el coraz�n como un fundamento seguro. El ap�stol deseaba la convicci�n y la conversi�n divinamente forjadas. Entonces, en su predicaci�n, �l trat� de hacer espacio para Dios. No deseaba ser prominente personalmente; barri� las filosof�as y las astutas artes de la ret�rica, fij� la atenci�n en el Dios que envi� al Salvador y su obra victoriosa en la cruz, y confi� en Dios para hacer que esto derribara la oposici�n del coraz�n natural y construyera en el alma un fe firme y permanente en Cristo. Una pregunta importante: �en qu� se basa nuestra fe? �Conocemos algo del "poder de Dios", la "demostraci�n del Esp�ritu"? La fe de no pocos, como es, se basa en la imaginaci�n, elocuencia, el aprendizaje o las excentricidades de sus ministros; bajo la autoridad de su Iglesia; o por sus propias fantas�as no autorizadas. � H.

1 Corintios 2:6

Verdadera sabidur�a

I. SE ENCUENTRA EN EL CRISTIANISMO. Pablo ha estado hablando levemente de "sabidur�a". Podr�a llevar a algunos a suponer que el cristianismo era imprudente o, en todo caso, un sistema unilateral; que era una religi�n solo para el coraz�n, y hostil al intelecto. El ap�stol protege contra esta suposici�n da�ina al afirmar la verdadera sabidur�a para el cristianismo. Lo que ha estado denunciando es la sabidur�a ineficaz del mundo. El cristianismo es para todo el hombre. Cuando un hombre est� en una condici�n adecuada, el cristianismo satisface tanto su cabeza como su coraz�n. El cristianismo es la filosof�a m�s sublime. Su credo contiene las verdades m�s profundas, y bajo su influencia estamos en el camino a la soluci�n de todo lo que es misterioso en el universo. Estamos en alianza con, y bajo la ense�anza de, la Mente Eterna, que finalmente nos llevar� a toda la verdad. Un intrincado mecanismo puede confundir la inteligencia de los estudiantes cuidadosos, pero aquellos en t�rminos de intimidad con el inventor pueden obtener de �l una explicaci�n l�cida y satisfactoria. Dios es el gran inventor del universo, y todos sus rompecabezas son cosas muy sencillas para �l. Es probable que aquellos que est�n en t�rminos de intimidad sagrada con �l, no aquellos que est�n separados, entren en el conocimiento superior de las cosas. El cristianismo nos coloca en esta posici�n ventajosa. Estamos en el camino del conocimiento. Alg�n d�a lo sabremos incluso como se nos conoce. Quiz�s para los perdidos los rompecabezas y misterios descorazonadores contin�en por siempre.

II SU CONTENIDO. El conocimiento de la obra redentora de Dios en su m�s amplio significado ( 1 Corintios 2:7). Mostrando c�mo el hombre es restaurado al favor divino; su relaci�n con Dios en su recuperaci�n; el plan de su nueva vida; arrojando mucha luz sobre el car�cter divino y sobre el trabajo divino en la naturaleza y en la providencia, ya que estos est�n aliados e influenciados por su trabajo en la gracia; llevando al conocimiento de muchas cosas profundas de Dios ( 1 Corintios 2:10), doctrinas profundas, etc. El hombre aprende de d�nde vino; el significado de su vida presente; a donde va; la causa de los trastornos que �l ve en el mundo y se da cuenta de s� mismo; c�mo se puede tratar esta causa en lo que respecta a �l y a otros; c�mo �l y ellos pueden escapar de su control y elevarse de �l a Dios. El cristianismo resuelve ahora los misterios vinculados a la vida moral y espiritual pr�ctica. Le muestra al hombre c�mo vivir. El Cristo del cristianismo podr�a decir: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". "En �l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" ( Juan 1:4). La sabidur�a de la vida era la sabidur�a que el mundo necesitaba; fue encontrado en el cristianismo. La sabidur�a del mundo era incapaz de responder a la gran pregunta de la vida: en esta provincia era mera locura. El cristianismo respondi� a todas las preguntas que realmente requer�an una respuesta; y, en su maravilloso plan de salvaci�n, exhibi� la sabidur�a m�s sublime, al ver que la Deidad es glorificada por el presente y se asegura el rescate del hombre del pecado, el ennoblecimiento, la purificaci�n y el bienestar presente y futuro. Cuando Pablo expuso las doctrinas del cristianismo, no estaba hablando necedad, sino exponiendo la sabidur�a m�s verdadera y m�s alta que el mundo hab�a escuchado; y aquellos que realmente abrazaron el cristianismo se volvieron "sabios", al ver que pose�an verdaderos puntos de vista de Dios y de la vida humana, y adem�s se rindieron al control de una influencia que los har�a pr�cticamente sabios en la conducta diaria. D�monos cuenta de que el cristianismo contiene la sabidur�a m�s profunda. Los hombres se r�en del cristianismo, no porque sea tonto, sino porque lo son. Evitemos que el cristianismo se r�a de nosotros; porque si lo somos, nos reiremos de la sabidur�a y nos reiremos a la locura,

III. SU ORIGEN

1. No de este mundo. La verdadera sabidur�a es nacida en el cielo, no nacida en la tierra. El mundo est� enemistado con Dios y lo omite de sus esquemas de sabidur�a; no es de extra�ar que estos se conviertan en una locura total.

2. No de los gobernantes de este mundo. Los grandes hombres del mundo no produjeron el cristianismo; no surgi� de fil�sofos, ret�ricos, pol�ticos o conquistadores. Las potencias mundiales tienden a quedar en nada y su sabidur�a con ellas ( 1 Corintios 2:6). La verdadera sabidur�a revelada en el cristianismo nunca entr� en la cabeza de los sabios del mundo ( 1 Corintios 2:9); era ajeno a sus naturalezas y nociones. Eran naturales; Fue sobrenatural.

3. Dios Es la verdadera sabidur�a porque es la sabidur�a Divina; Su origen demuestra su calidad. Brota de la Mente Suprema; transmite sus pensamientos; revela sus prop�sitos y actos. En el cristianismo, la mente finita corre sobre las l�neas del infinito. Lo humano ocupa el punto de vista de lo Divino. Vemos con los ojos de Dios.

4. Antigua. Hablamos de la sabidur�a de los antiguos: esta es la sabidur�a del Anciano de los d�as. M�s viejo que los mundos. Pensado por Dios en una eternidad pasada. Concebido entonces para nuestro bienestar. �Pensamiento maravilloso! Aqu� el amor divino toma su lugar al lado de la sabidur�a divina. Para nosotros; y lo echaremos de menos despu�s de todo? Porque los tontos lo llaman locura, �de acuerdo? Es la sabidur�a eterna, preparada para nosotros antes que el tiempo. Viene a nosotros a trav�s de las �pocas intactas, sin sacudidas, por los asaltos de los siglos.

IV. POR QUI�N ENTENDIDO. Por lo espiritual. Se habla entre "los perfectos" ( 1 Corintios 2:6), los de mentalidad espiritual, los maduros. Todo creyente tiene alguna comprensi�n de ello; pero cuanto m�s espiritual es un hombre, m�s aguda es su percepci�n de su belleza y fuerza, mayor es su deleite en ella. Los carnales no lo entienden. Una vez que fueron probados en su acercamiento cercano y sorprendente a ellos en la persona del Se�or Jes�s, pero a �l trataron de destruir ( 1 Corintios 2:8); y, de haberlo hecho, habr�an robado el mundo de la luz y dejado en una oscuridad interminable. Para el "hombre natural", la verdadera sabidur�a es una locura ( 1 Corintios 2:14); como la sabidur�a ordinaria de los hombres puede parecerles a las criaturas de menor grado. El hombre espiritual est� exaltado, y ve claramente qu� le parece borroso, desagradable, desconcertante e indeseable al hombre que est� debajo. El hombre carnal tiene una vista del valle y mira a trav�s de brumas espesas y distorsionantes; el hombre espiritual tiene una vista desde la cima de la monta�a, y cuanto m�s espiritual es, m�s clara es la atm�sfera a trav�s de la cual mira. Muchos hombres que pelean con el cristianismo deber�an pelearse consigo mismos; la culpa no est� en eso, sino en ellos. Necesitamos alteraci�n, no la revelaci�n de Dios. No debemos pensar a la ligera en el cristianismo porque muchos lo rechazan; un imb�cil tira los billetes de banco. La honestidad es buena, pero un ladr�n no tendr� nada de eso. Un ciego tiene una mala opini�n de las im�genes. Cuando la boca no est� en condiciones, las carnes m�s dulces son desagradables. Cuando Dios revel� la verdadera sabidur�a en el cristianismo, anunci� que no ser�a apreciado por muchos y explic� por qu� esto ser�a as� ( Romanos 8:7).

V. SU POSESI�N Y EJERCICIO POR EL ESPIRITUAL. 1. Posesi�n.

(1) El espiritual posee el Esp�ritu ( 1 Corintios 2:10, 1 Corintios 2:12, 1 Corintios 2:16). Esta es la causa de que sean espirituales. Por naturaleza, todos somos carnales, hijos de la oscuridad y de la ira. Nuestra carnalidad se disipa por la llegada del Esp�ritu Divino a nuestros corazones. �l es luz, nosotros somos oscuridad; la luz ahuyenta la oscuridad. El Esp�ritu Divino comienza la obra de gracia en nuestros corazones y la lleva hasta el final. �Cu�n ansiosamente debemos abrir nuestros corazones a este Invitado Divino! �Cu�n atentos deber�amos ser al comando, "No apaguen el Esp�ritu" ( 1 Tesalonicenses 5:19)! Apagar el Esp�ritu ser�a involucrarnos nuevamente en la oscuridad de la que hab�amos escapado.

(2) La f�rula revela la verdadera sabidur�a a lo espiritual. Se nos ense�a del Esp�ritu. Aqu� recorremos el camino del m�s alto y verdadero conocimiento. "�Qui�n ense�a como �l?" Aqu� est� la escuela para todos los cristianos; solo cuando aprenden aqu�, aprenden verdaderamente. Los hombres se han jactado de sus maestros. �Cu�ntos se sentaron a los pies de S�crates, Plat�n y Arist�teles! y uno muy familiar para nosotros se sent� a los pies de Gamaliel. �Pero qu� honor est� reservado para que los hijos de Dios tengan como su Maestro el Esp�ritu Santo! Un Maestro, tambi�n, siempre con nosotros, porque �l habita dentro de nosotros; y siempre listo para instruir. �Cu�n diligentes deber�amos ser al aprender la lecci�n que nos dio este Maestro!

(3) El Esp�ritu est� calificado para este cargo. �Qu� testimonio tan sorprendente de la divinidad del Esp�ritu Santo tenemos en 1 Corintios 2:11! Dios est� representado bajo la figura de un hombre; el Esp�ritu Santo bajo la figura del esp�ritu de ese hombre. �Qu� lleno el conocimiento! �Qu� �ntima es la asociaci�n! �Qu� indisoluble es la conexi�n! �Los dos son uno! Dios nos ense�a, y �qui�n puede ense�ar la sabidur�a de Dios, la verdadera sabidur�a, como Dios mismo?

2. Ejercicio. El Esp�ritu no solo revela sabidur�a a lo espiritual, sino que los hace pr�cticamente sabios. Seg�n lo dirigido por �l, todas sus acciones son sabias; sus tontos actos son el fruto de negarse a ser tan guiados.

(1) Comparan cosas espirituales con espirituales ( 1 Corintios 2:13). Esta expresi�n es oscura. Algunos han pensado que el significado es, comparando pasajes de la Escritura juntos, todos reconocidos como inspirados por el Esp�ritu, y se espera que uno arroje luz sobre el otro. Y seguramente esa "comparaci�n" es sabia. Los hombres de texto �nico tienen una profunda impresi�n de su propia sabidur�a, pero nadie m�s lo ha hecho. Se ha dicho bien que el mejor comentario sobre la Escritura es la Escritura. El Esp�ritu ciertamente nos ha hecho sabios cuando tenemos un cari�o especial por su propia ense�anza. Los hombres pueden buscar todo antes de buscar las Escrituras. Queremos m�s estudiantes de la Biblia. Muchos saben mucho acerca de la Biblia, y muy poco de la Biblia. Se ha pensado que el pasaje significa, unir verdades espirituales con palabras espirituales (no sabias del mundo), lo que hace que contin�e el pensamiento de la cl�usula anterior, sobre la cual, por cierto, los adherentes a la teor�a de la inspiraci�n verbal ponen mucho �nfasis como apoyo. sus opiniones. En cuanto a nosotros mismos, si somos sabios, ciertamente desearemos ser guiados por el Esp�ritu, no solo en el pensamiento, sino en la expresi�n. Los predicadores y los maestros deben asistir a la escuela divina de idiomas. Las palabras son un gran poder; impiden o ayudan seg�n su idoneidad. �Cu�ntos sermones de pensamiento noble y �til han sido desechados debido a una dicci�n inadecuada! �Cu�nta verdad se ha sofocado bajo masas de verborrea! �Cu�nta reprensi�n, exhortaci�n, incitaci�n ha sido in�til al expresarse en per�odos cuidadosamente redondeados! El borde ha sido quitado; La espada ha sido embotada. �Cu�n a menudo la "elocuencia" ha escondido a Cristo! Y adem�s, �con qu� frecuencia la falsa doctrina ha sido fomentada por el descuido de la expresi�n! Necesitamos una "sabidur�a de palabras"; aunque no esa falsa sabidur�a de palabras que Pablo conden� tan vigorosamente. La Iglesia moderna requiere un "don de lenguas", y debe buscarlo de donde vino el antiguo don. Los ministros de Cristo deben hablar "como el Esp�ritu les da palabras".

(2) Forman verdaderos juicios. En el grado en que poseen la verdadera sabidur�a, de acuerdo con la medida en que son ense�ados y guiados por el Esp�ritu Divino. La referencia es, sin duda, a cuestiones morales y espirituales; pero debe recordarse que todas las cosas en esta vida tienen una influencia moral o espiritual, y es a este respecto que los espirituales tienen un verdadero discernimiento. El hombre verdaderamente espiritual no puede ser juzgado por el carnal. El carnal no puede formar una verdadera estimaci�n de los asuntos espirituales, porque estos son espiritualmente discernidos ( 1 Corintios 2:14). De modo que el juicio mundial del cristiano, per se, no necesita angustiarlo; es el juicio de ignorancia (ver 1 Corintios 4:3). Esta verdadera sabidur�a, tan invaluable, est� al alcance de todos. Al creer en Cristo, podemos llegar a ser "sabios para la salvaci�n" y, seg�n las ense�anzas del Esp�ritu, sabios para siempre y para toda la eternidad.

HOMILIAS DE E. BREMNER

1 Corintios 2:1

Pablo el predicador modelo.

El ap�stol ha demostrado que Dios no salva a los hombres por la sabidur�a humana, sino por la predicaci�n de Cristo. Ahora declara que su propia pr�ctica en Corinto estaba de acuerdo con este gran principio. Su ejemplo es un patr�n para todos los predicadores del evangelio.

I. LA MATERIA. Y M�TODO DE PREDICACI�N. El negocio de Pablo era "proclamar el misterio de Dios", "incluso el misterio que se ha ocultado de todas las edades y generaciones; pero ahora se ha manifestado a sus santos" ( Colosenses 1:26) La sustancia de eso El misterio se expone en "Jesucristo, y �l crucificado. La persona y la obra de Cristo, lo que fue y lo que hizo, constituyen el gran tema del predicador. Estas dos grandes cabezas cubren todo lo que se llama claramente el evangelio. �C�mo se debe predicar esto? "No con excelencia en el habla o en la sabidur�a;" "no en palabras persuasivas de sabidur�a". No como una nueva filosof�a para suplantar a la antigua; no como un argumento bien razonado, que obliga al asentimiento de la mente ; no como una exhibici�n ret�rica, cautivando la imaginaci�n. La tentaci�n de tratar de ganar hombres de esta manera es con frecuencia grande, ya que Paul sinti� que estaba en Corinto, pero no se debe ceder. El predicador es el portador de un Mensaje divino a los hombres que no necesita ayuda adventicia (compare lo que se dijo anteriormente en 1 Corintios 1:17).

II LA FUENTE DE PODER EN LA PREDICACI�N.

1. La desconfianza en uno mismo. "Y estaba contigo en la debilidad, en el miedo y en mucho temblor". Paul magnific� su oficina y se humill�. En presencia de las fuerzas desplegadas contra �l y la gran confianza que se le hab�a confiado, sinti� su propia debilidad. Y si el gran ap�stol tembl� en vista de su obra, �se convierte en un predicador del evangelio tener confianza en s� mismo? El poder humano en su mejor momento no puede producir ning�n resultado espiritual. Los m�s dotados son impotentes para convertir a un solo pecador. Tener confianza en nuestra propia fuerza es ser d�bil; porque esta confianza impide el ejercicio del poder divino. Ser vaciado, desconfiado de uno mismo, conscientemente d�bil, es ser realmente fuerte; porque entonces Dios puede trabajar por nosotros. Mientras predicamos la Palabra, debemos permanecer inm�viles y ver la salvaci�n de Dios. Esta es una fuente negativa de poder para el predicador, un mantenimiento del campo despejado para que la fuerza divina tenga pleno juego. Aqu� tambi�n la ley sostiene: "El que se ensalza a s� mismo ser� humillado; pero el que se humilla a s� mismo ser� exaltado".

2. La presencia del Esp�ritu Santo. La predicaci�n del ap�stol fue "en demostraci�n del Esp�ritu y del poder". La verdad que pronunci� fue llevada a las mentes y corazones de los hombres por el Esp�ritu de Cristo y, en consecuencia, con un poder de convicci�n que ninguna fuerza de razonamiento podr�a producir. Aqu� yace la fuerza del predicador. El poder humano puede lograr grandes resultados en un nivel inferior: la l�gica puede convencer al intelecto, la ret�rica puede deslumbrar a la imaginaci�n, el patetismo puede tocar el coraz�n; pero solo el Esp�ritu Santo puede convertir, y nada menos que la conversi�n deber�a satisfacernos. Como el polvo a la pelota, como el brazo fuerte a la espada ( Hebreos 4:12), as� es el Esp�ritu a la Palabra. "No por fuerza, ni por poder, sino por mi Esp�ritu, dice el Se�or de los ej�rcitos" ( Zacar�as 4:6). Este era el secreto del poder del ap�stol, y todos los trabajadores de Cristo deben depender de la misma fuente de fuerza si "ser�an fuertes y realizar�n haza�as".

III. EL PRINCIPAL FIN DE LA PREDICACI�N. Pablo pretend�a producir fe en Cristo, y tuvo cuidado de que esta "fe no se apoyara en la sabidur�a de los hombres, sino en el poder de Dios". La creencia en Jesucristo puede descansar sobre la evidencia dirigida al entendimiento, o sobre la autoridad de un maestro o Iglesia; y esto es importante en su propio lugar. Pero tal creencia no implica m�s que un asentimiento mental a ciertos hechos o verdades, y no requiere para su producci�n nada m�s all� de la fuerza natural de la prueba. La fe que salva es el producto del Esp�ritu Santo trabajando eficazmente en los oyentes de la Palabra, y se basa en su "demostraci�n" de la verdad. Es, por lo tanto, una cosa estable y permanente, sostenida por el que la produjo; y es algo operativo que afecta el coraz�n y la vida del creyente. El fin de la predicaci�n del evangelio es llevar a los hombres a ejercer esta fe viva. Deje que el predicador ore y trabaje por esto; que el oyente se pregunte si lo ha obtenido.

1 Corintios 2:6

Sabidur�a espiritual

Mientras niega un evangelio basado en la sabidur�a de los hombres, Pablo tiene cuidado de mostrar que no menosprecia la verdadera sabidur�a. Los hechos del cristianismo son las encarnaciones de grandes principios; La historia de la cruz tiene detr�s de s� la filosof�a m�s sublime. Por lo tanto, el evangelio es a la vez leche para beb�s y carne para hombres ( 1 Corintios 3:2); y un maestro sabio sabe c�mo adaptar su ense�anza a las capacidades de sus alumnos. Entre los reci�n convertidos, el ap�stol se limit� a una simple presentaci�n de la verdad; pero entre los "perfectos" o m�s avanzados, exhibi� esa verdad en sus relaciones superiores. Las ep�stolas a los romanos y los efesios son ejemplos de la sabidur�a que comunic� a los adultos en las Iglesias cristianas. El ni�o y el fil�sofo encuentran un punto de inter�s com�n en Cristo crucificado.

I. LAS CARACTER�STICAS DE LA SABIDUR�A ESPIRITUAL. Estos se exponen de forma negativa y positiva.

1. "No es de este mundo". No es un producto natural que brota de la tierra. No es la invenci�n de los pr�ncipes de este mundo, los l�deres del pensamiento y los que ejercen el poder, quienes controlan los acontecimientos de la �poca. Ellos y sus obras pertenecen a un estado de cosas que est� quedando en nada. No tienen lugar como tal dentro del reino de Dios, y su sabidur�a perecer� con ellos. El cristianismo no obtuvo nada de esta fuente, y todos los intentos de mejorarlo mediante la sabidur�a humana han sido in�tiles.

2. Esta sabidur�a es de Dios. El plan de salvaci�n es un producto de la mente Divina. En cada paso en �l marcamos su impresi�n. Su concepci�n como un todo, y todos sus detalles, hablan de �l. Las caracter�sticas aqu� enumeradas est�n de acuerdo con su origen Divino.

(1) Es "un misterio". Esta es una palabra favorita con Pablo al describir el camino de la redenci�n (cf. 1 Corintios 4:1; Efesios 1:9; Efesios 6:19, etc.). Algunas religiones antiguas ten�an sus llamados misterios, en los cuales sus devotos requer�an ser iniciados; y la sabidur�a de Dios hasta ahora se parece a estas que necesita una preparaci�n Divina para entenderla. La simple raz�n natural no puede recibirla; debe ser revelado a nosotros por Dios mismo.

(2) "ha estado oculto" - "mantenido en silencio durante los tiempos eternos, pero ahora se manifiesta ( Romanos 16:25, Romanos 16:26). El prop�sito secreto de la misericordia de Dios ha sido revelado en el evangelio Dios ha roto el silencio y ha hablado.

(3) Fue "preordenado antes de los mundos [edades]". La redenci�n es una previsi�n, no una idea de �ltimo momento. Antes de que el mundo fuera, antes de que el hombre se hiciera, antes de todos los tiempos, el pensamiento de Dios estaba sobre los pecadores, y se propuso salvarlos. Sigue el ancho r�o de salvaci�n de regreso a la cruz de Cristo, de vuelta a trav�s de todas las etapas de su desarrollo, y finalmente llegar�s a la fuente del amor infinito en el coraz�n de Dios. Este gran �rbol, que a lo largo de los siglos se ha fortalecido y ha enviado muchas ramas, tiene sus ra�ces en el pasado eterno y sus frutos completamente maduros en el futuro eterno. �Qui�n lo revocar� ( Romanos 8:29, et seq.)?

(4) Fue preordenado "para nuestra gloria". Aqu� est�n los primeros y �ltimos eslabones de la cadena de oro de la redenci�n. La gloria es la finalizaci�n final de la salvaci�n, la flor de la gracia en toda regla. Dios le da a todos sus hijos una "corona de gloria", y para esto su sabidur�a y poder en Cristo est�n trabajando. El origen divino de la sabidur�a evang�lica se confirma por el trato que recibi� a manos de los hombres. Cuando el misterio oculto se revel� en Jesucristo, ellos no lo sab�an. Incluso el Se�or de la gloria no ten�a encanto en sus ojos: "no hay belleza para que lo deseen". Los gobernantes de este mundo, los representantes de su sabidur�a y poder, lo consideraban digno de una cruz. Y este ha sido el caso cada vez que el evangelio ha encontrado sabidur�a humana. Actuando seg�n sus principios, los hombres han rechazado el cristianismo y han tratado de aplastarlo por la fuerza. Todos los d�as se ve la misma ceguera en aquellos que no abrazan al Salvador, lo que lleva ahora a la indiferencia y ahora a la hostilidad activa.

II C�MO SE REVELA LA SABIDUR�A ESPIRITUAL. Para se�alar el contraste que ha estado sacando, Paul cita libremente de Isa�as 64:4, para mostrar de d�nde se deriva nuestro conocimiento de la sabidur�a celestial. "Cualquier cosa que Dios prepar� para los que lo aman" es una hermosa descripci�n de las bendiciones de la salvaci�n: perd�n, paz, renovaci�n, vida eterna. Todos estos se han preparado en la elaboraci�n del esquema de redenci�n. Durante el per�odo del Antiguo Testamento estaban en curso de preparaci�n, el gran plan se desarroll� paso a paso hasta que, en la plenitud del tiempo en que apareci� Cristo, convirti� la sombra en sustancia, la profec�a en historia. Y estas bendiciones preparadas son para los que lo aman; porque solo ellos pueden recibirlos. El amor tiene un ojo para ver, un o�do para escuchar, un coraz�n para abrazar, las cosas de salvaci�n; y al amor se les revela.

1. El conocimiento de estas cosas no se logra mediante el ejercicio de las facultades naturales.

(1) No a la vista: "Eye saw not". �Qu� riqueza de belleza ha preparado Dios para la vista! El cielo, la tierra y el mar rebosan de formas justas de la mano del Creador. Mucho conocimiento nos llega a trav�s de este m�s noble de nuestros sentidos; pero las cosas espirituales se encuentran en una regi�n donde no puede entrar. Pertenecen a lo invisible ( 2 Corintios 4:18).

(2) No por o�r: "O�do no oy�". Muchos sonidos dulces en la naturaleza tienen a Dios preparado para el o�do. Aprendemos mucho a trav�s de las palabras, habladas o escritas; pero el conocimiento espiritual no viene as�. "La fe viene por el o�r", pero escuchar solo no produce fe. Los fariseos escucharon a Jes�s, pero no creyeron en �l. Los hombres de Atenas y Corinto escucharon a Pablo, �pero qu� pocos entendieron su mensaje! Miles escuchan el evangelio una y otra vez sin entrar en su verdadero significado.

(3) No por pensamiento: "Y que no entr� en el coraz�n del hombre". Cosas maravillosas han sido concebidas por el hombre. Piense en el progreso que ha logrado al extraer de la naturaleza sus secretos (las ciencias) y en los triunfos del genio inventivo (tel�grafo, tel�fono, luz el�ctrica, espectroscopio, etc.). Piense en las especulaciones de los fil�sofos en sus esfuerzos por comprender todos los misterios, los sue�os de los poetas en la creaci�n de nuevos mundos de imaginaci�n. Pero aqu� hay algo que la ciencia no pudo descubrir, ni que el genio invent�, ni la imaginaci�n cre�.

2. Nos son revelados por el Esp�ritu de Dios. Es su oficio, como Esp�ritu de verdad, guiarnos a toda la verdad ( Juan 16:13). El esp�ritu solo puede ser tocado por el esp�ritu. Nuestro ser interior est� abierto al acceso de Dios, quien puede poner su dedo sobre sus resortes secretos y moverlo como quiera. La influencia de una mente humana sobre otra es similar a esto. El proceso por el cual las cosas de Dios se nos dan a conocer aqu� se llama revelaci�n. Se requiere una doble revelaci�n. El Esp�ritu Santo presenta la verdad a nuestros esp�ritus, nos sostiene a Jesucristo y su salvaci�n; mientras que al mismo tiempo saca el velo de la mente, toca el ojo cerrado y abre el o�do sordo. De Lidia se dice: "Cuyo coraz�n abri� Jehov�, para prestar atenci�n a las cosas que se hablaron" ( Hechos 16:14); y Pablo dice: "Fue un placer para Dios revelar a su Hijo en m�" ( G�latas 1:15, G�latas 1:16). Por esta revelaci�n espiritual, y no por sentido o raz�n natural, las cosas de Dios se convierten en realidades para nosotros. B.

1 Corintios 2:10

El Esp�ritu Santo como el Revelador.

En esta secci�n, el ap�stol desarrolla m�s plenamente el tema de la revelaci�n a trav�s del Esp�ritu de Dios. Las cosas preparadas por Dios para los que lo aman no han sido descubiertas por la sabidur�a humana, ni pueden ser aprehendidas por la raz�n natural. A medida que provienen de Dios, Dios nos los da a conocer a trav�s de la operaci�n del Esp�ritu revelador.

I. LA COMPETENCIA DEL ESP�RITU REVELADOR. "Porque el Esp�ritu busca todas las cosas", etc. �l es competente para revelarnos las cosas de Dios, porque las conoce a fondo. No hay nada en Dios que se le oculte, ni siquiera las "cosas profundas". La naturaleza, las perfecciones, los prop�sitos del Todopoderoso son patentes para su ojo. Esto se explica por una analog�a entre el esp�ritu de un hombre y el Esp�ritu de Dios. "Porque �qui�n de los hombres sabe las cosas de un hombre", etc.? Las profundidades de mi ser no est�n abiertas a los ojos de los dem�s. No pueden observar el motivo oculto, el deseo secreto y todos los movimientos que preceden a la formaci�n de un prop�sito. Solo ven lo que est� fuera, y de eso deducen lo que est� dentro. Pero para mi propio esp�ritu, se revela toda esa regi�n interior. Soy inmediatamente consciente de todo lo que est� sucediendo dentro de m�. "Aun as�, las cosas de Dios nadie sabe, salvo el Esp�ritu de Dios". Podemos ver un poco de la obra de Dios en el universo de los azulejos, y de eso podemos obtener algo de su mente; pero no podemos mediante la b�squeda encontrarlo. Solo podemos hacer suposiciones oscuras sobre algunas verdades sobre �l, mientras que los asuntos de su gracia est�n completamente ocultos para nosotros. Pero el Esp�ritu de Dios conoce las cosas de Dios, como el esp�ritu de un hombre sabe las cosas del hombre. �l no los conoce por inferencia. Como morando en Dios y en Dios mismo, los conoce de manera inmediata, infalible y perfecta. La analog�a no debe ser presionada m�s all� de este punto en particular. El ap�stol no est� hablando de la relaci�n entre el Esp�ritu y la Deidad, excepto en lo que respecta al conocimiento perfecto del Esp�ritu. De todo esto se manifiesta la aptitud del Esp�ritu para ser nuestro Instructor en las cosas de Dios. El argumento no es que �l es superior a cualquier otro maestro, sino que, en la naturaleza de las cosas, �l es el �nico maestro. �l solo lo sabe completamente; �l solo puede revelar completamente.

II EL TRABAJO DEL ESP�RITU REVELADOR. El Esp�ritu que todo lo sabe, que procede de Dios, se imparte a los creyentes. Como "el esp�ritu del mundo" obra en los hijos de desobediencia ( Efesios 2:2), el Esp�ritu de Dios habita y obra en los hijos de la fe. El trabajo de las tetas aparece de dos maneras.

1. Al ense�arnos a conocer las cosas de Dios. "Para que podamos saber", etc. ( 1 Corintios 2:12). Las cosas preparadas para los que aman a Dios son los dones gratuitos de su gracia. Se han proporcionado a un costo infinito, pero a nosotros se les da "sin dinero y sin precio". Estas cosas nos las ense�a el Esp�ritu, quien, como "la Unci�n del Santo", nos da a conocer todas las cosas ( 1 Juan 2:20). �Qu� gran privilegio tener un maestro as�! �Hasta d�nde eleva al cristiano por encima de los sabios de este mundo! �Cu�n precisos y seguros deben ser nuestros conocimientos! Y este conocimiento es m�s que la comprensi�n de ciertas doctrinas como verdaderas, o la persuasi�n de que el evangelio es el camino de salvaci�n de Dios. Conocemos sus bondadosos regalos solo en la medida en que los recibimos. La justificaci�n y la santificaci�n son verdades solo para los justificados y santificados. El camino hacia el conocimiento espiritual es a trav�s de la fe y la experiencia personal.

2. Al ense�arnos a hablar las cosas de Dios. Paul tiene en vista, en primer lugar, su propio caso. Fue su trabajo como predicador declarar las buenas nuevas a los hombres, y esto lo hizo, "no con palabras que la sabidur�a del hombre ense�a, sino que el Esp�ritu ense�a". No se le dej� su propia habilidad sin ayuda para elegir las formas bajo las cuales present� la verdad. El Esp�ritu le dio expresi�n y conocimiento, y le ense�� las palabras que deb�a emplear. Esta declaraci�n cubre tanto su ense�anza oral como escrita. Adem�s de las teor�as sobre el tema, la inspiraci�n debe extenderse al marco verbal de la ense�anza apost�lica, as� como a la ense�anza misma; sin embargo, para dar libre juego a la propia forma de pensamiento y estilo de expresi�n del escritor. �l ajust� la verdad espiritual a las palabras sugeridas por el Esp�ritu (este es un significado probable de ???????????? ?????????? ????????????, 1 Corintios 2:13), e interpret� cosas espirituales para los hombres espirituales (de acuerdo con otro significado probable). �No se aplica esto a todos los oradores para Cristo? Los ap�stoles ten�an una inspiraci�n especial para su trabajo especial, pero muchos en la Iglesia en Corinto ten�an un don de expresi�n ( 1 Corintios 1:5). �No pueden los predicadores, maestros, escritores y todos los que cuentan la historia de Cristo crucificado esperar una ayuda similar?

III. LA NECESIDAD PARA EL ESP�RITU REVELADOR. Esto aparece en el contraste dibujado entre el hombre natural y el hombre espiritual ( 1 Corintios 2:14). El hombre natural (???????) es el que est� en la condici�n ca�da a la que el pecado ha tra�do a la humanidad, y en quien la facultad de 'conocer las cosas divinas (el esp�ritu, ??????) est� latente. Tal hombre no es necesariamente sensual o brutal, pero es terrenal: todos sus movimientos se rigen por la parte inferior de su naturaleza incop�rea (????) y se dirigen a fines ego�stas. El hombre espiritual (???????????) es aquel en quien la facultad espiritual (??????), mediante la cual discernimos las cosas de Dios, ha sido despertada a la vida y actividad por el Esp�ritu de Dios. Este esp�ritu acelerado, habitado por el Esp�ritu Santo, se convierte en la parte dominante de su naturaleza, a la cual el pensamiento, el deseo, el prop�sito, la pasi�n, est�n sujetos. Por lo tanto:

1. "El hombre natural

(1) no recibe las cosas del Esp�ritu de Dios: porque son locura para �l ". �l no las comprende y, al no pensar que la culpa est� en s� mismo, las rechaza como absurdas. Cruzan sus prejuicios y vuelcan sus preciados principios. La doctrina del nuevo nacimiento le parec�a tonta a Nicodemo. Todo oyente inconverso del evangelio confirma la verdad de esta declaraci�n.

(2) Este rechazo surge de la incapacidad espiritual. "Y �l no puede conocerlos, porque son juzgados espiritualmente". El hombre natural carece de la facultad por la cual se disciernen las cosas espirituales, ya que un ciego no puede juzgar el color. Los tintes del arco iris, los hermosos tonos del atardecer, no despiertan sensaci�n en �l; y por una raz�n similar, las cosas gloriosas de la gracia de Dios no provocan una respuesta apreciativa del hombre natural. �Qu� humillante para el orgullo humano y la sabidur�a humana] �Qu� gran necesidad de iluminaci�n espiritual!

2. El hombre espiritual.

(1) "juzga todas las cosas". Esto puede tomarse en t�rminos generales como cubriendo todos los asuntos sobre los cuales el hombre espiritual est� llamado a decidir. �l solo est� en la posici�n en que todas las cosas se ven en sus relaciones apropiadas, ya que solo �l le da al elemento espiritual su lugar de suma importancia. Pero el ap�stol tiene especialmente en cuenta las cosas de salvaci�n, que son percibidas y apreciadas solo por el hombre renovado. Su ojo interno se ha abierto, y ahora vive y se mueve en la regi�n de las cosas espirituales, donde el hombre natural tropieza y cae. Muchos cristianos que no han sido instruidos por el Esp�ritu tienen una visi�n m�s clara de las formas de gracia de Dios que el hombre de simple aprendizaje. Por lo tanto, cada creyente est� llamado a ejercer su propio juicio en cuanto a la verdad Divina, y no a descansar supinamente en el juicio de otro. El ojo espiritual, como el natural, nos es dado para ser usado; y en el uso viene una mayor claridad de discernimiento y precisi�n de juicio. Pero:

(2) "�l mismo no es juzgado por nadie". Un hombre con vista puede juzgar los asuntos de un ciego, pero el ciego no puede juzgarlo. El hombre espiritual entiende el idioma en el que otros hombres hablan, pero ellos no entienden su idioma. Pablo entendi� la filosof�a griega, pero los fil�sofos no lo entendieron. "Est�s loco", dijo Festo ( Hechos 26:24); "Este charlat�n", dijeron los atenienses ( Hechos 17:15); "Tonto", dijeron los corintios. Nadie sino un poeta puede criticar a un poeta; nadie m�s que un pintor puede juzgar a un pintor; nadie m�s que un creyente puede apreciar a un creyente. El hombre espiritual tiene la mente de Cristo, de la cual el hombre natural es indigente; y que este �ltimo juzgue al primero implicar�a que es capaz de instruir al Se�or.

HOMILIAS DE J. WAITE

1 Corintios 2:7

La sabidur�a de Dios en un misterio.

La palabra "misterio" tiene un doble significado que el ap�stol. Significa lo que est� oculto a los hombres hasta que llegue el momento oportuno para su divulgaci�n; y tambi�n significa lo que en s� mismo, en raz�n de su propia grandeza inherente, supera la comprensi�n humana. Ambos significados est�n involucrados aqu�. La sabidur�a de Dios en el evangelio, aunque preordenada antes de los mundos, hab�a estado "oculta" de las edades y generaciones del pasado. Como parece ser con muchos de los secretos de la naturaleza, exist�a el momento apropiado, "designado" para que saliera a la luz. Los hombres de las �pocas m�s tempranas lo ignoraban tanto como nuestros padres, incluso en la �ltima generaci�n, de muchas de las cosas maravillosas que ahora se encuentran entre los hechos familiares de nuestra vida social, o como lo somos de los triunfos del descubrimiento cient�fico. cien a�os por lo tanto ser�. No es que el descubrimiento de esta sabidur�a divina sea como un simple paso en el desarrollo cient�fico. Es una revelaci�n sobrenatural. Y ahora que se ha revelado, sigue siendo un "misterio", demasiado profundo para que cualquier poder del hombre lo entienda. El ap�stol "lo habla", lo maneja, lo trata como un misterio, un misterio que ni �l mismo puede penetrar y resolver (ver tambi�n Romanos 16:25, Romanos 16:26; Efesios 3:5; Colosenses 1:26). Prestando especial atenci�n ahora a esta caracter�stica inherente del evangelio, note:

I. DONDE ESTE ELEMENTO DEL MISTERIO MIENTE PRINCIPALMENTE. Se encuentra en asuntos como estos.

1. La persona de Cristo ( 1 Timoteo 3:16).

2. La eficacia de su sacrificio expiatorio ( Efesios 3:9, Efesios 3:10; 1 Pedro 1:12).

3. La operaci�n de su Esp�ritu sobre las almas de los hombres ( Juan 3:8).

4. La naturaleza de la uni�n entre �l y su pueblo ( Juan 6:53-43; Efesios 5:32).

5. Los problemas finales de su redenci�n ( 1 Corintios 15:51; 1 Juan 3:2; Hechos 3:21).

II CIERTAS CONSIDERACIONES QUE LO VINDICAN Y EXPLICAN.

1. Lo que es Divino debe trascender los l�mites de la inteligencia humana.

2. Muestra que el cristianismo est� en armon�a con cualquier otra forma de revelaci�n divina.

3. Concuerda con el car�cter progresivo de nuestro estado actual de existencia.

4. Sirve para desarrollar en nosotros algunas de las cualidades morales m�s nobles.

5. Aumenta nuestra impresi�n de la simplicidad de esas verdades que son vitales para nuestra salvaci�n.

6. Estimula nuestro anhelo por un futuro mejor y m�s brillante ( 1 Corintios 13:9, 1 Corintios 13:12) .� W.

1 Corintios 2:9, 1 Corintios 2:10, 1 Corintios 2:14

La revelaci�n de las cosas de Dios.

Puede ser que tengamos aqu� una cita gratuita de Isa�as 64:4. Pero ya sea una cita o no, expresa un principio verdadero en todas las �pocas. Las grandes "cosas de Dios" han estado m�s all� del alcance de los poderes sin ayuda del hombre. �Cu�les son estas "cosas que Dios ha preparado para los que lo aman"? Aplicar esta expresi�n, como se hace a veces, simplemente a las glorias y alegr�as del cielo del futuro, es reducir su significado. Esas cosas celestiales, de hecho, son puramente asuntos de fe, por encima del sentido, por encima de la raz�n, por encima de la experiencia, por encima de los m�s elevados vuelos de imaginaci�n. Las ense�anzas m�s sugestivas de la Escritura, incluso las grandes visiones apocal�pticas, no nos permiten en la medida m�s remota concebirlas.

"En vano, nuestra fantas�a se esfuerza por pintar el momento despu�s de la muerte".

Pero las "cosas profundas de Dios" de las que aqu� se habla, "las cosas que Dios nos ha dado libremente" ( Isa�as 64:12), son asuntos de realizaci�n presente, hechos de conciencia, y no meramente anticipaciones de fe. Son esas grandes verdades morales y espirituales de las cuales el Nombre de Cristo es el s�mbolo, y esos privilegios y alegr�as que son las marcas distintivas de la vida cristiana. Considere lo que aqu� se afirma sobre ellos:

(1) Negativamente: trate el ojo y el o�do y el oyente no los ha aprehendido;

(2) positivamente, que nos son revelados por el Esp�ritu de Dios.

I. LOS PODERES NATURALES DEL HOMBRE NO PUEDEN APRENDER ESTAS COSAS. Podemos tomar el ojo, el o�do y el coraz�n como equivalentes a la suma total de nuestras facultades naturales. Son los del "hombre natural" en contraste con lo "espiritual" (Vers�culo 14). Cada facultad de nuestra naturaleza tiene su propia esfera propia, las "cosas" que le pertenecen y con las que est� familiarizada. El sentido percibe las cosas materiales y, de acuerdo con la delicadeza de su organizaci�n, aprecia la verdad de estas: la belleza de la forma y el color, la variedad y la armon�a del sonido, etc. El intelecto se mueve en una regi�n de pensamiento abstracto, entretiene ideas, juzga sus relaciones, etc. La conciencia se ocupa de cuestiones morales, determina los dictados del deber, las distinciones de lo correcto y lo incorrecto. El coraz�n es el asiento y el tribunal de los afectos, el amor y el odio, el deseo y la aversi�n, la esperanza y el miedo. Cada facultad tiene su parte particular que desempe�ar en la econom�a de nuestra vida. Pero cuando llegamos a la regi�n superior de las "cosas de Dios", encontramos lo que est� m�s all� del alcance de estos meros poderes naturales. Estos griegos de Corinto y Atenas con quienes Pablo tuvo que ver eran muchos de ellos hombres de excelente capacidad nativa y alta cultura, hombres de pensamiento sutil y delicada sensibilidad. Hab�a "pr�ncipes" entre ellos, hombres que se hab�an elevado por encima de sus compa�eros en los departamentos particulares de inter�s humano para los que la naturaleza los calificaba. El gobernante, el senador, el economista, pod�a discernir las exigencias del estado y juzgar los asuntos de derecho y pol�tica. El fil�sofo podr�a sopesar las evidencias de la ciencia y enhebrar los laberintos del pensamiento especulativo. El poeta sab�a lo que significaba el "fino frenes�" de la imaginaci�n, y pod�a retratar en un discurso brillante las fases cambiantes de la pasi�n y la vida humana. El escultor y el pintor ten�an almas vivas para la belleza de la forma y el color, y familiarizados con los c�nones del gusto est�tico. Y sin duda hab�a entre ellos hombres de sentimientos tiernos y car�cter noble, ciudadanos benevolentes; comerciantes honorables; Padres, esposos, hermanos, amigos fieles y amorosos. Y, sin embargo, cu�n completamente en la oscuridad estaban ellos en cuanto a la naturaleza y el car�cter reales de la Deidad, y la forma de acceso a �l; en cuanto a c�mo su ser podr�a ser redimido del poder del mal; �y c�mo podr�an resolver el misterio y calmar la tristeza de la muerte y de la tumba! Hab�a habido entre ellos muchos

"Un esp�ritu gris que anhela el deseo de seguir el conocimiento como una estrella que se hunde, m�s all� de los l�mites del pensamiento humano".

Pero no pudieron obtener la visi�n m�s distante de este conocimiento superior. Era como una estrella que no se hab�a levantado sobre ellos y de la belleza de cuya luz no pod�an so�ar. De hecho, la sombra de su ignorancia se hab�a establecido tan profundamente sobre ellos que hab�an perdido la esperanza de ver la luz. No pudieron reconocerlo cuando lleg�. La predicaci�n de Pablo fue "tonter�a" para ellos. No era m�s que uno de la tribu de los "charlatanes", un "defensor de dioses extra�os". Su voz era como la de "uno que llora en el desierto". En su mayor parte, no despert� ning�n eco sensible, pero desapareci� en el aire vac�o. Los poderes del hombre natural son tan ineficaces para cualquier prop�sito de salvaci�n ahora como siempre lo fueron; tan incapaces de recibir las cosas profundas de Dios como lo fueron de descubrirlas. Para estar seguros de esto, solo tenemos que recordar hasta qu� punto el intelecto de la �poca se desv�a oscura y salvajemente de Cristo; c�mo los hombres de genio cient�fico, al tratar con los fen�menos y las leyes del universo, a menudo no logran encontrar en ellos nada Divino; y cu�ntos hay cuyas virtudes muy naturales los condenan porque se niegan a ejercer el lado celestial de sus afectos de ser que dan tanto encanto a su vida terrenal m�s baja. Todo esto nos dice que los hombres deben inspirarse en un Poder superior a cualquier otro que est� latente en su propia naturaleza antes de que puedan alcanzar la aprehensi�n de las cosas Divinas y la belleza y dignidad de la vida de Dios.

II ESTAS COSAS SON REVELADAS A NOSOTROS POR EL ESP�RITU DE DIOS. Aqu� se habla claramente del Esp�ritu como un Ser personal, entrando en contacto personal y conversando con el alma humana, imparti�ndole una facultad de aprehensi�n espiritual que de otro modo no poseer�a, Nota:

1. El Esp�ritu que inspir� a los ap�stoles a entregar su mensaje del evangelio prepar� a los hombres, correctamente para recibirlo e interpretarlo. Era la misma potencia en ambos ( Juan 15:26, Juan 15:27; Juan 16:13; 1 Corintios 2:4; 1 Juan 2:20).

2. Esta facultad interpretativa es mucho menos una cuesti�n de perpetraci�n mental que de simpat�a espiritual. Esto se ve en el rito de contraste instituido entre el "esp�ritu del mundo" y el "esp�ritu que es de Dios". El esp�ritu del mundo es siempre un esp�ritu cautivo, sof�stico, desconfiado, carnal, vanidoso, voluntarioso. El esp�ritu que es de Dios es simple, humilde, amoroso, confiado, sumiso, infantil. Viniendo de Dios, est� en verdadera afinidad con la mente de Dios y con esa Palabra que es el reflejo del pensamiento y del coraz�n de Dios. Cuando, en respuesta a la pregunta de los jud�os, "�C�mo sabe las letras de este hombre", etc.? ( Juan 7:15), Jes�s respondi�: "Mi ense�anza no es m�a", etc., se coloc� en un nivel que tambi�n podr�an ocupar. Perm�tales emular su lealtad amorosa a la voluntad del Padre, y ellos tambi�n "conocer�n". Debemos tener algo del esp�ritu del Hijo amado en nosotros si de verdad entendemos "las cosas que Dios nos da gratuitamente".

1 Corintios 2:15

La facultad de juzgar.

"El que es espiritual" es aquel en quien mora el Esp�ritu de Dios, impregnando su esp�ritu con una luz y aceler�ndolo a una vida superior a la de la naturaleza. Esta vida espiritual superior tiene muchas marcas de distinci�n. Es uno de estos a los que el ap�stol aqu� da prominencia. Se afirman dos cosas del hombre espiritual:

(1) Su poder para juzgar;

(2) su libertad de ser juzgado.

I. SU PODER PARA JUZGAR. La actitud mental sugerida es una actitud inquisitiva, cr�tica y de prueba, una actitud en la que mantiene su fe en suspenso hasta que est� perfectamente convencido de que lo que afirma es divinamente verdadero, "demostrando todas las cosas" que puede "retener lo que es bueno." El hombre espiritual lleva todo as� al tribunal secreto de su propia alma.

1. Todas las formas de ense�anza e influencia humana, las diversas formas en que los hombres buscan guiar nuestras opiniones y nuestra conducta. "No creas en todos los esp�ritus, pero prueba", etc. ( 1 Juan 4:1). Podemos aplicar esto a toda la acci�n de los esp�ritus de los hombres sobre nosotros a trav�s de los medios ordinarios de influencia personal. El esp�ritu de la verdad y el esp�ritu del error, el esp�ritu del bien y del mal, nos llegan a trav�s de estos canales humanos; y nuestras condiciones mentales, nuestros h�bitos diarios de pensamiento y vida est�n determinados; a menudo mucho m�s de lo que somos conscientes, de esta manera. Los esp�ritus de los hombres est�n encarnados en sus obras y palabras, y por lo tanto no solo cuando est�n f�sicamente presentes con nosotros, sino cuando nunca los hemos visto cara a cara, cuando los oc�anos ruedan entre nosotros, cuando han fallecido a otros mundos, podemos sentir su toque vivo sobre nuestras almas: su influencia sobre nosotros es independiente de las condiciones del espacio y el tiempo. "Al estar muertos, todav�a hablan". "Nos gobiernan desde sus urnas". Sus propios nombres son instrumentos de poder espiritual persuasivo. La gran pregunta en cada caso es si este poder es, en general, favorable o de otro modo para la causa de la verdad y la justicia. Es por alg�n criterio de lo correcto y lo incorrecto en nuestras propias almas que esta pregunta debe determinarse, y �cu�l puede ser el criterio sino el "esp�ritu de poder y de amor y de una mente sana" que Dios da? Libros, sermones, peri�dicos, teor�as, sistemas de fe religiosa y pol�tica eclesi�stica, el ejemplo personal y la conversaci�n de otros, los sentimientos sociales y las costumbres que prevalecen a nuestro alrededor, en resumen, todo lo que posee una cualidad moral y ejerce una influencia moral sobre nosotros, debemos ser sometidos a esta prueba. Este es el "derecho de juicio privado" Divino, que en su aspecto m�s elevado no podemos entregar si lo quisi�ramos.

2. La revelaci�n de Dios, viniendo a nosotros como lo hace a trav�s de humanos y. canales naturales, deben estar sujetos a la misma ley. Seg�n su propia ense�anza, lo Divino en nosotros solo puede descubrir y reconocer el elemento Divino en �l. "El que es de Dios escucha las palabras de Dios" ( Juan 8:47); "Todo el que es de la verdad oye mi voz" ( Juan 18:37); "Ustedes tienen una unci�n del Santo", etc. ( 1 Juan 2:20). Los hombres argumentan con justicia que la Biblia, como cualquier otro libro, debe llevarse al tribunal de la "facultad de juzgar". Pero, �qu� es esa facultad? Si quieren decir con esto el Esp�ritu de Dios dado en su medida a cada creyente cristiano humilde, la maravillosa luz sobrenatural que brilla desde el cielo sobre cada alma que lo busca con humildad y oraci�n, este es un principio que todas las voces apost�licas llevan testigo. Pero si significan alguna facultad nativa, alguna luz de raz�n natural, alg�n poder de discernimiento espiritual inherente a la propia constituci�n de nuestro ser, est�n confiando en lo que es la fuente de toda confusi�n de pensamiento y divergencia de opini�n, un ignis faluus, que conduce a trav�s de laberintos de incertidumbre a la oscuridad de la duda y la desesperaci�n. La sensibilidad religiosa en cada hombre a la que apela la revelaci�n es una cosa; La facultad interpretativa y de verificaci�n, que es el dorado especial del Esp�ritu de Dios, que, de hecho, es el Esp�ritu de Dios en el hombre, es otra. �C�mo pasear sabemos que tenemos este poder? Desde un punto de vista, es un poder de auto-testimonio, que ninguna autoridad rival puede negar; en otro, es un poder que se demuestra por sus cualidades y resultados. Es un esp�ritu humilde, amoroso, paciente, confiado y obediente. Y su caracter�stica suprema es que testifica a Cristo como el Centro y la Circunferencia de nuestro pensamiento m�s elevado, la Fuente y el Fin de nuestra vida m�s noble. Es la "mente de Cristo", y ninguna "persuasi�n" puede estar en armon�a con ella lo que no conduce m�s o menos directamente a �l.

II SU LIBERTAD DE SER JUZGADO. "�l mismo no es juzgado por ning�n hombre" que no tenga la misma facultad espiritual. Esto sigue como una consecuencia necesaria de la superioridad de su propio don. T�melo de diferentes maneras.

1. Ning�n hombre puede entenderlo. El funcionamiento de su vida interior, sus pensamientos m�s profundos, afectos, aspiraciones, conflictos, los poderes que sostienen y los principios que rigen toda su existencia espiritual, forman un mundo en el que el hombre no espiritual no puede entrar. Todos somos misterios entre nosotros en la individualidad de nuestro ser. Cada uno vive en su propio mundo, y la dolorosa sensaci�n de soledad a menudo se apoderar� del esp�ritu reflexivo. Las simpat�as imperfectas que surgen del conocimiento mutuo imperfecto se encuentran entre las caracter�sticas m�s tristes de nuestra existencia social, y a menudo despertar�n extra�os anhelos de un estado de ser en el que "lo sabremos incluso como tambi�n se nos conoce". En ning�n caso esta separaci�n es tan completa como entre el hombre espiritual y el carnal. Aqu� yace un abismo que ning�n artificio, ninguna disposici�n de circunstancias externas, puede salvar. Cuando la suerte de un buen hombre se echa en una sociedad poco amistosa, se ve envuelto en s� mismo, en las satisfacciones silenciosas de su propia alma. Al igual que el Maestro, "tiene carne para comer que el mundo no conoce". Muchos esp�ritus tiernos se han sentido as� aislados en medio de los m�s amados. Los rodea una atm�sfera de afecto natural y todos los afectos naturales de la vida, pero en la realidad m�s profunda de su ser, viven solos.

2. No est� abierto, del lado de su pensamiento y vida religiosos, a la cr�tica hostil de ning�n hombre. �C�mo "juzgar�n" los dem�s aquello con lo que no tienen nada en com�n y el significado esencial que no pueden entender?

3. Ninguna influencia falsa del hombre puede llevarlo por el mal camino. �Qui�n perturbar� la fe o sacudir� la firmeza de alguien que est� as� ba�ado en la luz y arraigado y cimentado en la vida de Dios? �Qui�n es el que traer� de nuevo a la esclavitud a quien la "ley del Esp�ritu de vida en Cristo Jes�s" ha liberado as�? Aqu� yace la gran condici�n por igual de la seguridad mental y. fuerza moral.

HOMILIAS DE D. FRASER

1 Corintios 2:2

El gran tema.

El predicador apost�lico consider� lo que era m�s necesario y rentable para su audiencia, no lo que satisfar�a su curiosidad o agradar�a su gusto. Entonces �l, con un prop�sito deliberado, dio importancia a un tema que los griegos estaban dispuestos a despreciar, pero que ellos, en com�n con todos los pecadores, necesitaban escuchar: Cristo crucificado. Un predicador moderno que ser�a fiel debe mantener su alma preparada para la misma determinaci�n: "No nada ... salvo a Jesucristo". No el cristianismo, sino Cristo; No es un sistema, sino el Salvador en el centro. "A qui�n predicamos", etc. ( Colosenses 1:28). "Y �l crucificado". Lo que les pareci� a los hombres la indeleble desgracia de Jes�s de Nazaret ha demostrado ser su gran poder sobre la conciencia humana y su gran atracci�n por el coraz�n humano. San Pablo hab�a visto muchas pruebas de esto en su ministerio p�blico, y hab�a sentido la fuerza de esto en su propia alma. Y el tema principal del ap�stol debe seguir siendo el tema principal. Mil cosas han cambiado en el mundo, pero no la exigencia moral y espiritual del hombre. La predicaci�n de Cristo crucificado no puede volverse obsoleta. Tome lo siguiente como razones para determinar predicar a Cristo y al crucificado:

I. LA REDENCI�N ES POR CRISTO CRUCIFICADO. Ya sea que se trate de la redenci�n de "toda iniquidad", de "la maldici�n de la Ley" o de una "forma de vida vana", se atribuye claramente en la Escritura a la sangre de Cristo o a su muerte (ver Efesios 1:7; 1 Pedro 1:18; G�latas 3:13; Apocalipsis 5:9). La dignidad de su persona, la pureza de su disposici�n y la santidad de su vida dieron valor a su muerte; pero fue con su muerte que obtuvo la redenci�n eterna para nosotros.

II LA PAZ DE LA CONCIENCIA VIENE A TRAV�S DE CRISTO CRUCIFICADO. Ning�n estudio de la naturaleza, ning�n estudio de la Escritura, aparte de la cruz del Calvario, puede aliviar la angustia de una conciencia viva ante la atrocidad del pecado y la inminencia del juicio. Ni siquiera la contemplaci�n de Jesucristo en su ejemplo inmaculado puede dar alg�n alivio. �Cu�n lejos estamos de la plena conformidad con �l! Estamos cada vez m�s afectados por la conciencia hasta que lo vemos sufrir por nuestros pecados, y luego tenemos "paz por la sangre de su cruz".

III. LA MUERTE AL PECADO ES POR CRISTO CRUCIFICADO. Somos bautizados en su muerte y, al ser enterrados con �l, emergen en una nueva vida. A trav�s de la fe tenemos identificaci�n moral con nuestro Se�or y, muriendo al pecado, crucificado con �l, vivimos para la justicia, porque �l vive en nosotros.

IV. EL ARGUMENTO SUPREMO DEL AMOR EST� EN CRISTO CRUCIFICADO. En la cruz, Dios elogia su amor por nosotros, y Cristo se prueba a s� mismo como el buen Pastor al dar su vida por las ovejas. La s�plica de amor entre los cristianos es as� expresada por San Pablo: "Camina en amor, as� como Cristo tambi�n te am� y se entreg� a s� mismo", etc. ( Efesios 5:2).

V. EL EJEMPLO SUPREMO DE PACIENCIA ES CRISTO CRUCIFICADO. (Ver 1 Pedro 2:20.) Por lo tanto, muchas v�ctimas han aprendido la sumisi�n al considerar la inm�vil resistencia del Cordero de Dios, quien, bajo toda la presi�n de los �ltimos sufrimientos, no se quej� "no abri� su boca."

VI. LA ENEMIGO A SU CRUZ SE REPRESENTA COMO UN PECADO FATAL. En Hebreos 10:29 el desprecio de "la sangre del pacto" se conoce como merecedor del castigo m�s doloroso. En Filipenses 3:18, Filipenses 3:19, San Pablo escribe, no sin l�grimas, sobre la destrucci�n que espera a los que son "enemigos de la cruz de Cristo". Los hombres son tales enemigos cuando, siendo justos, no depositar�n su confianza en la salvaci�n en Cristo crucificado; o cuando, siendo obstinados y de mente terrenal, rechazan el poder santificador de la cruz y no quieren que su "viejo hombre sea crucificado con Cristo". No es un asunto ligero u ofensivo venial ignorar o despreciar el "�nico sacrificio por los pecados". Por todas estas razones, el predicador moderno deber�a resolver lo que resolvi� San Pablo, y no dejar que la moda del tiempo pase por alto su resoluci�n. Las grandes obras de Dios a nuestro alrededor tienen cierta frescura e inmortalidad. El flujo de los r�os, el oleaje del mar, el curso de las estaciones, el esplendor del sol y el orden brillante de las estrellas son las mismas que cuando el hombre las observ� por primera vez. As� tambi�n es con la gran obra de Dios en Cristo para nuestra salvaci�n, terminada en la cruz. Su sabidur�a, justicia y amor son tan dignos de adorar hoy como lo fueron en los d�as en que los ap�stoles, profetas y evangelistas iban y ven�an entre las maravillas de las ciudades del este, decididas a no saber nada entre la gente excepto a Jesucristo y a �l crucificado. .-F.

1 Corintios 2:9, 1 Corintios 2:10

La verdadera sabiduria.

A menudo, en las Ep�stolas hay una sola palabra sobre la que gira toda la discusi�n. En la carta a los romanos, es "justicia"; para los colosenses, es "plenitud"; para los hebreos, es "perfecci�n". En la carta a los corintios, es "sabidur�a". Esos griegos buscaban la sabidur�a. Para ellos no era nada que el evangelio pudiera aliviar una conciencia perturbada o reformar una vida indigna, si no correspond�a con sus ideas de filosof�a. Pero San Pablo ten�a una respuesta para darles para lo cual no estaban preparados. Afirm� con calma que eran jueces incompetentes de una sabidur�a celestial, y que en su evangelio para la gente hab�a una filosof�a m�s all� de su poder de aprehensi�n: "la sabidur�a m�ltiple de Dios". La filosof�a griega en su mejor momento busc� determinar c�mo el hombre puede, mediante el conocimiento y la b�squeda de la virtud, alcanzar el bien supremo. Pero el evangelio ense�aba que el Bien supremo hab�a descendido para habitar entre los hombres; y que, por la uni�n en la fe con ese Bien supremo, el hombre se convierte en m�s que un fil�sofo, un santo.

I. LA INAPTITUD DEL HOMBRE PARA RECIBIR LA DIVINA SABIDUR�A DEL EVANGELIO. Esto se expresa mediante una cita del Antiguo Testamento ( Isa�as 64:4): "El ojo no lo ha visto". La referencia no es, como en un poema bien conocido, a "la tierra mejor", sino a la sabidur�a de Dios. Cuando Jes�s, la Sabidur�a encarnada, estaba en la tierra, muchos ojos lo vieron que no pod�an discernir la gloria de Dios en �l. Y muchos ojos ven hoy la posici�n del cristianismo en el mundo, la amplitud de su influencia y la dignidad de sus instituciones, pero no "ven a Jes�s" y las cosas que Dios ha preparado en Jes�s para aquellos que lo aman. "El o�do no lo ha escuchado". Ese �rgano que recibe de manera tan imparcial todas las comunicaciones no puede beber la sabidur�a del evangelio. Est� cerrado por la mente terrenal, hasta que el poder del Esp�ritu de Dios lo desata, para escuchar que el alma puede vivir. "Ninguno de los dos ha entrado en el coraz�n", etc. (vers�culo 9). El coraz�n se endurece, as� como el ojo cerrado y la oreja detenida. El esp�ritu de un hombre en s� mismo solo conoce "las cosas de un hombre", concibe la sabidur�a y la bondad seg�n la manera y la medida del hombre, y por lo tanto no puede concebir los caminos y pensamientos de Dios, y las cosas que son libremente dadas por �l. Entonces el ap�stol neg� que un hombre no ense�ado por el Esp�ritu, aunque fuera griego, pudiera estimar correctamente el evangelio. Pod�a recordar a los disputadores y ret�ricos de Grecia que su filosof�a podr�a sonar como jerga para los iletrados, que no pod�an aportarle una apreciaci�n intelectual suficiente. De la misma manera, el evangelio que �l predic� podr�a parecerles una jerga o una "tonter�a", simplemente porque no ten�an simpat�a moral y no ten�an suficiente iluminaci�n espiritual para discernirlo y valorarlo. Era la misma lecci�n que nuestro Se�or le imprimi� a Nicodemo: "Excepto que un hombre nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios". Puede ver Iglesias, predicadores, formas de servicio, pero no el reino que es "justicia, paz y gozo en el Esp�ritu Santo", hasta que nazca de nuevo.

II LA REVELACI�N DE LA SABIDUR�A CELESTIAL POR EL ESP�RITU SANTO.

1. Se dio a conocer a los santos ap�stoles y profetas en el Esp�ritu. Por ellos fue comunicado a las Iglesias. Pero todos los que los escucharon requer�an la unci�n del Esp�ritu, para que pudieran recibir y conocer la verdad. Nadie puede decir que esto no es razonable. Todo tipo de conocimiento requiere para su recepci�n un estado saludable de comprensi�n humana; y, cuando se relaciona con la moral, una condici�n saludable de la imaginaci�n, la conciencia y los afectos, debido al efecto que estos tienen en la comprensi�n. De la misma manera, las cosas espirituales pueden ser interpretadas solo para hombres espirituales. El Esp�ritu de Dios que busca todo debe actuar sobre los esp�ritus de los hombres a quienes se proclama el evangelio, y as� iluminarlos y capacitarlos para recibir "las cosas profundas de Dios". Por lo tanto, la jactancia se excluye en cada punto. La jactancia de nuestra justicia est� excluida por la obra del Hijo de Dios, todo suficiente para nosotros; y jact�ndose de nuestra sabidur�a por la obra del Esp�ritu de Dios, todo lo suficiente en nosotros. Por el Esp�ritu todas las cosas son hechas nuevas. Ojo, o�do y coraz�n son nuevos. El ojo puede ver, el o�do oye, el coraz�n concibe "las cosas que Dios nos da gratuitamente". �Qu� dignidad es esta! �Que alegria! "No hemos recibido el esp�ritu del mundo, sino el Esp�ritu de Dios". Se nos ense�a de Dios, para entrar con un nuevo poder de discernimiento en el secreto de su pacto y la gloria de su evangelio. � F.

HOMILIAS POR R. TUCK

1 Corintios 2:2

El tema del ministerio paulino.

El poder de los predicadores es muy variado. Algunos dependen de la forma ret�rica en la que presentan su mensaje. Su atractivo es m�s bien el sentimiento que el intelecto, y son m�s fuertes en las facultades persuasivas que en las instructivas. Esferas muy importantes se abren a tales hombres, aunque su trabajo siempre necesita un seguimiento y un suplemento cuidadoso y sabio. Otros dependen casi por completo del valor de su tema, e incluso no logran ganar la aceptaci�n que podr�an tener como consecuencia de su total descuido de las formas ret�ricas y persuasivas de la cultura. En las personas m�s civilizadas, como las que se encontraron en Corinto, generalmente crece una gran pasi�n por lo meramente ret�rico, lo que es agradable al o�do y al sentimiento art�stico. El ap�stol Pablo, en su celo e intensidad, desprecia todas las simples artes de la ret�rica, y se basa totalmente en la grandeza de su tema y el poder espiritual con el que debe acompa�arse su anuncio. Su tema era:

I. UNA PERSONA. "Jesucristo." La primera obra de los ap�stoles fue declarar los hechos cristianos, que son la base del sistema cristiano. Esos hechos se refieren a la vida, la ense�anza, los milagros, los sufrimientos, la muerte y la resurrecci�n del Se�or Jesucristo. De todas estas cosas, los ap�stoles ten�an un conocimiento preciso y exacto, y con respecto a ellos pod�an dar testimonio personal. De todas estas cosas, se encargaron de preservar registros adecuados y satisfactorios ( 2 Pedro 1:15, 2 Pedro 1:16). Pero su inter�s no radicaba en los simples hechos, sino en aquellos hechos que arrojaban luz sobre la persona, la misi�n y el poder salvador divino del Se�or Jesucristo. La salvaci�n, declararon, viene por la confianza personal en Cristo; y para que pueda confiar en �l debe ser conocido, completamente conocido. Por lo tanto, el ap�stol fue a todas partes predicando a Cristo, exponiendo a Cristo, glorificando a Cristo, ordenando a los hombres que se inclinaran ante �l, se confesaran y recibieran el perd�n y la vida eterna de �l. Todav�a es cierto para nosotros que la predicaci�n de los hechos cristianos debe exponer ante los hombres a Cristo, la persona, y el desarrollo de las doctrinas cristianas deben glorificar al "Cristo vivo", que tiene todo el poder para salvar.

II La historia de esa persona. En vista de la tendencia a formar mitos y leyendas en esos d�as, y a explicar todo por las teor�as de mitos y leyendas en nuestros d�as, es importante que presionemos el valor hist�rico de los registros que tenemos sobre Cristo. Se puede instar efectivamente a que, aparte de la cuesti�n de los milagros, que exigen un tratamiento separado, no haya ninguna caracter�stica de la vida de nuestro Se�or que sea de alguna manera antinatural o que pueda ofender a la facultad hist�rica. Ning�n h�roe de la p�gina hist�rica puede ser recibido como real si no se da una aceptaci�n similar a la historia de Cristo; para los registros que tenemos de �l se mantendr� tan bien como cualquier otro las pruebas hist�ricas m�s severas. En nuestros d�as es necesario volver a sentar con firmeza los viejos cimientos de una vida humana real y las relaciones humanas. Debemos comenzar con el "Hombre Cristo Jes�s". Adem�s, se puede instar a que, aparte de consideraciones m�s importantes, la historia humana del Se�or Jesucristo presenta caracter�sticas de inter�s supremo y fascinante, como los registros de un ni�o, un hombre, un maestro, un m�dico y una v�ctima.

III. Toda la historia de esa persona. "Y �l crucificado". El ap�stol podr�a haber sido tentado a retener porciones de la historia de nuestro Se�or. Su intenso sentimiento jud�o en la ciudad lo har�a rebelarse por tener que predicar la salvaci�n de uno crucificado. "Apenas podemos darnos cuenta ahora del obst�culo que la predicaci�n de un Cristo crucificado debe haber sido para jud�os y griegos, la enorme tentaci�n de mantener la cruz en un segundo plano, que los primeros maestros naturalmente habr�an sentido, y la fe sublime y segura lo que debe haber nerviado a San Pablo para convertirlo en el hecho central de toda su ense�anza ". Debe haber tenido una revelaci�n de la gloria del misterio de la crucifixi�n.

Debe haber visto c�mo "le correspond�a a Cristo sufrir as�". Sab�a que esta era la finalizaci�n necesaria de su misi�n terrenal, el �ltimo paso terrenal, seguido de una pisada en los "lugares celestiales" donde deb�a recibir autoridad y poder para salvar. La "historia" estar�a incompleta sin la Crucifixi�n. La "misi�n" habr�a sido un completo fracaso sin la Crucifixi�n. La doctrina cristiana ser�a un esquema moral, y no una salvaci�n divina, sin la crucifixi�n.

IV. QUE EN CUAL LA HISTORIA DE CRISTO CULMIN�. San Pablo no pod�a quedarse y descansar en un Cristo humano, por muy atractivos que sean los registros de su vida y sus obras, o por la simpat�a humana por la historia de su muerte sufrida. �l dice: "Aunque hemos conocido a Cristo seg�n la carne, ahora en adelante ya no lo conocemos a �l". La historia de la tierra culmin� en esto, a saber. que �l es exaltado, un Pr�ncipe y un Salvador. Est� dotado de un poder de salvaci�n actual. Crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Desde la cruz fue al trono, y el mismo San Pablo lo vio a la diestra de Dios. El tema de San Pablo fue: el Cristo una vez crucificado, que ahora puede salvar hasta lo sumo.

Impresiona que los hombres encuentren verg�enza en el Crucificado hasta que puedan leer el misterio de la cruz; entonces se glor�an en la verg�enza, gloria incluso en la cruz. Siempre habr�, para los verdaderos corazones cristianos, oscuridad y tristeza colgando de la cruz, y sin embargo, la oscuridad se disipa con corrientes de luz santa y amorosa, y la tristeza de nuestra simpat�a pasa, dando lugar a canciones de triunfo gozoso.

"Cantamos alabanzas al que muri�, al que muri� en la cruz".

R.T.

1 Corintios 2:3

Debilidad personal y fortaleza espiritual.

Tanto en las preocupaciones cotidianas ordinarias como en el servicio religioso especial de la vida, un hombre puede ser solo �l mismo, confiado en sus propios poderes, egoc�ntrico, satisfecho de s� mismo, dependiente, en su propia salud corporal, vigor mental, bien entrenado h�bitos, juicio r�pido y buena sabidur�a. Tit�n, no importa cu�n sagrado y fuerte parezca, �l es realmente d�bil; y, a medida que la vida avanza y los tiempos de prueba toman formas nuevas y m�s severas, su debilidad ser� probada y su orgullo efectivamente humillado. Un hombre incluso ahora puede ser movido y pose�do por un esp�ritu maligno. A�n as�, el hecho solemne sigue siendo que el alma del hombre yace abierta a las influencias espirituales malignas, que funcionan a trav�s de las lujurias y pasiones corporales. Entonces el hombre mismo es d�bil, y la fuerza alien�gena dentro de �l muestra fuerza solo para las cosas degradantes y malvadas. Un hombre puede ser el agente de Dios, teniendo el Esp�ritu de Dios morando en �l y trabajando a trav�s de �l. Entonces, no importa cu�les sean las debilidades corporales o el entorno terrenal desfavorable, el hombre se encontrar� realmente fuerte, eficiente para todo trabajo espiritual, que el Esp�ritu que habita puede moverlo a emprender. Esta �ltima es la experiencia de San Pablo, los hombres vieron en �l una gran debilidad humana. El lazo sent�a dentro de �l un gran poder espiritual, porque era el agente del Esp�ritu Santo.

I. LA IMPRESI�N HECHA POR ST. APARIENCIA DE PABLO. No cabe duda de que era de baja estatura, de salud fr�gil, poco h�bil como ret�rico, y que probablemente padec�a alguna enfermedad o enfermedad que hac�a que su aspecto fuera incluso desagradable. De esto, sus enemigos estaban preparados para aprovechar indebidamente. Deben considerarse las diversas descripciones de la persona de San Pablo, y las diversas teor�as sobre la enfermedad especial por la que sufri�. Muchos de los siervos m�s devotos de Dios, como Richard Baxter, Robert Hall y muchos otros, tuvieron que soportar la pesada carga. de enfermedad constitucional, de intenso sufrimiento f�sico. Pero estas cosas han sido anuladas, como en el caso de San Pablo, para bien, de modo que se han convertido en las mismas fuerzas que han preparado a los hombres para la descarga m�s noble de sus grandes obras de vida.

II LA CONCIENCIA DE LA FRAILDAD CON LA QUE SE HIZO TODO SU TRABAJO. No solo estaba el hecho del sufrimiento, sino tambi�n la sensaci�n de fragilidad. Hab�a una sensaci�n de "miedo" y mucho "temblor". No domin� su problema, pero en realidad trabaj� con �l siempre presion�ndolo. "No hab�a confianza en s� mismo, nada m�s que desconfianza, ansiedad, la m�s profunda sensaci�n de indignidad". "Hab�a un gran elemento de esa desconfianza propia que una naturaleza tan noble y sensible sentir�a en el cumplimiento de una misi�n tan exaltada como la predicaci�n de la cruz". Hasta cierto punto, podemos darnos cuenta de cu�nto cuestan los ministros cristianos dominar la enfermedad corporal para hacernos servicio por el bien de Cristo; pero pocos pueden saber cu�nto m�s intensa es la lucha con el miedo interno y la vacilaci�n, y con la abrumadora sensaci�n de indignidad e incapacidad. Solo en la fuerza y ??la gracia de Dios se superan estas diferencias y temores internos.

III. LOS GLORIOSOS RESULTADOS ALCANZADOS POR ST. EL TRABAJO DE PABLO Esto est� impl�cito en su llamado a los corintios de que su trabajo hab�a sido "en demostraci�n del Esp�ritu y del poder". Esos resultados fueron de dos tipos:

(1) conversiones;

(2) edificaciones.

Los hombres recibieron a Cristo cuando San Pablo despleg� sus reclamos y su amor. La Iglesia fue construida en la fe a trav�s de las instrucciones paulinas. Los resultados subsidiarios, como el derrocamiento de la idolatr�a y el cambio de la vida moral diaria y las relaciones, pueden considerarse m�s a fondo. Los corintios estaban entre los resultados m�s interesantes de sus trabajos divinamente inspirados.

IV. EL SECRETO DE SU �XITO EN SU APERTURA AL DIVINO PLOMO. Los hombres lo habr�an encontrado en su "acento de convicci�n", su intensidad, su don natural de liderazgo, la novedad de su tema, la preparaci�n de los tiempos o la apelaci�n a los sentimientos de los hombres; pero ninguno de estos habr�a satisfecho a San Pablo. �l habr�a dicho, cuando todo hubiera pasado, "No has descubierto mi secreto". Ninguna de estas explicaciones podr�a satisfacer a ninguno de nosotros que juzgamos cuidadosamente los fen�menos. San Pablo era un hombre dotado. Estaba abierto a las direcciones divinas. Fue inspirado por el Esp�ritu Divino. Dios forj� con �l, y estas fueron las siguientes se�ales. El verdadero trabajo espiritual todav�a no tiene otra explicaci�n. Los hombres son poderosos en la medida de su apertura al liderazgo Divino. Y el mantenimiento de esta apertura es la ansiedad suprema de todos los trabajadores cristianos sinceros. Debe haber, para todos los asuntos nobles y duraderos, la "demostraci�n del Esp�ritu".

Impresiona el misterioso poder que algunos hombres tienen en la conversaci�n y en la predicaci�n; �Pero con qu� frecuencia son hombres o mujeres de cuerpos fr�giles, nervios sensibles y enfermedades cansadas! Est�n bajo todo tipo de discapacidades; pero estos parecen solo cultivar el poder espiritual superior. Ilustra, por ejemplo, McCheyne, Henry Martyn, F. Ridley Havergal, etc. Esta apertura a la agencia del Esp�ritu Santo se gana. Nuestro Se�or nos ense�� c�mo. Tal poder viene a trav�s de la oraci�n y el ayuno: oraci�n, o cercan�a e intimidad de comuni�n con Dios; ayuno o vigilancia, abnegaci�n y dominio de la pasi�n corporal. Podemos ganar la alegr�a de ser "compa�eros de trabajo junto con Dios" - R.T.

1 Corintios 2:6

�Qui�nes son los perfectos?

La palabra se usa en varios sentidos en el Nuevo Testamento. Nuestro Se�or lo aplic� a Dios, diciendo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que est� en los cielos es perfecto". Se utiliza para expresar lo que un cristiano debe ser, y se compromete a ser, y se esfuerza por ser, de la misma manera que el t�rmino "santos" se usa en el Antiguo Testamento. La perfecci�n, tal como la presentan los ap�stoles, es la idea, el objetivo, de mantenerse en el alma del cristiano, para trabajar all� como inspiraci�n perpetua para la b�squeda de la perfecci�n en la vida. San Pablo presenta la distinci�n entre hombres adultos y ni�os peque�os. Los hombres adultos son perfectos; han alcanzado la plenitud, el est�ndar de la virilidad cristiana. San Juan tiene un tipo similar de expresi�n; se dirige a varias clases: los padres, los j�venes, los ni�os peque�os; viendo esto como diferentes etapas en el camino hacia lo perfecto, ese "perfecto" siendo mantenido como el pensamiento y el objetivo en el alma de cada uno. En un pasaje leemos: "Para que se�is perfectos y completos". La idea de "perfecto" surge m�s claramente cuando se pone al lado de otra palabra. Un hombre "entero" es aquel que ha preservado o recuperado una integridad perdida, o alguien en quien no se necesita gracia que deba encontrarse en un hombre cristiano; pero un hombre realmente "perfecto" es aquel que ha alcanzado su fin moral, el est�ndar seg�n el cual fue hecho; o alguien en quien no se carece de la gracia que deber�a encontrarse en un cristiano, ninguno es imperfecto o d�bil, pero todos han alcanzado una cierta madurez y madurez. La idea de San Pablo de lo "perfecto", a quien pod�a hablar libremente la "sabidur�a", los misterios espirituales m�s elevados del evangelio, puede considerarse bajo tres figuras: son el todo, el sonido y el crecimiento total. No era probable que la joven Iglesia en Corinto pudiera dar muchas respuestas a esta descripci�n; para la mayor�a de ellos, la instrucci�n m�s simple en los lugares comunes de la verdad del evangelio todav�a era necesaria.

I. TODO; o la totalidad, la completa. Los que tienen todas las facultades y gracias cristianas, y todas ellas cultivadas armoniosamente. La figura sugiere el animal completo, con cada miembro bien formado, y cada �rgano funcionando eficientemente. Con demasiada frecuencia encontramos cristianos que est�n incompletos; algunos lados de sus naturalezas son bastante incultos, y algunos est�n demasiado cultivados; son fuertes en algunas cosas, pero d�biles en otras. Tal como vemos en los animales, hay "monstruosidades" cristianas, crecimientos unilaterales, deficiencias de algunos miembros importantes. La totalidad, la perfecci�n, requiere la debida cultura de las grandes y peque�as gracias y poderes. Y tal "plenitud", cuando se alcanza, es un testigo muy importante de la gracia de Cristo, y hace un llamamiento a los hombres para que busquen su perfecci�n a trav�s de �l.

II EL SONIDO; es decir, lo saludable. No es suficiente que las diferentes partes est�n presentes, y encajen juntas en proporciones buenas y pr�cticamente eficientes; Todas las partes deben estar libres de enfermedades y llenas de vitalidad. La perfecci�n exige salud, as� como integridad. Los cristianos a menudo no cumplen con el est�ndar debido a la enfermedad del pecado que afecta a varios �rganos de su vida espiritual, p. su oraci�n su actividad en el servicio cristiano; su vigilancia sobre los h�bitos personales, o su tendencia a la depresi�n y la duda. San Juan escribe muy tiernamente a las amadas Ganancias: "Deseo sobre todas las cosas que puedas prosperar y tener salud, as� como tu alma prospere".

III. EL CRECIMIENTO COMPLETO; o los desarrollados y maduros, que han pasado bastante de la etapa infantil o infantil. Esta es probablemente la forma precisa de la figura tal como fue presentada a la mente del ap�stol. En otra parte habla de adaptar sus ense�anzas a los no cultos y no espirituales, haci�ndolos como la leche adecuada para la alimentaci�n de los beb�s. �l quiere presionar a los corintios para que, si bien es cierto que sean beb�s, y como tales se alimenten con la simplicidad de la doctrina cristiana, no es correcto que sigan siendo beb�s; deben alcanzar la virilidad cristiana y desear la comida de verdad y misterio del hombre.

Impresione cu�n razonables son estos puntos de vista de lo "perfecto" y c�mo contrasta con las nociones vagas y sentimentales de una libertad absoluta del pecado, que los entusiastas a veces sue�an.

1 Corintios 2:8

�Qu� habr�a impedido la crucifixi�n de Cristo?

Se dirige la atenci�n a la segunda cl�usula del vers�culo: "Porque si lo hubieran sabido, no habr�an crucificado al Se�or de la gloria". Desde el punto de vista de la pol�tica simplemente mundana, la crucifixi�n de Cristo fue un profundo error. El martirio nunca afecta los objetos buscados por los perseguidores. M�s bien tiende a glorificar, en el sentimiento popular, la causa por la cual murieron los m�rtires. "Ni un solo c�lculo de los que rodearon la muerte del Salvador estaba destinado a cumplirse. Pilato no escap� del disgusto del emperador. Caif�s ( Juan 11:50) no salv� a Jerusal�n. Los escribas y fariseos no humillaron la doctrina de Jes�s ". La crucifixi�n de Cristo puede considerarse desde varios puntos de vista. A medida que comprendemos c�mo sucedi� realmente, estamos preparados para considerar lo que posiblemente podr�a haberlo evitado.

1. Ocurri� en el orden de la Divina Providencia. La vida de cada hombre es un plan de Dios. Cada evento se ajusta y su influencia se usa o se anula. La sabidur�a divina organiza la entrada y salida de la vida de un hombre. El tiempo, el lugar y el modo de la muerte de un hombre son �rdenes divinos. Esto es verdad para cada hombre; es reconocido y hecho secreto por la confianza tranquila para todo el futuro por el hombre cristiano; es de una manera sublime y gloriosa verdad del propio Hijo de Dios, en la vida en la tierra, que fue una misi�n Divina especial.

2. Ocurri� como resultado natural de causas operativas. Al considerar este punto, dejamos a un lado las reglas divinas, hacemos una estimaci�n justa de la influencia ejercida por el car�cter, el ejemplo de Cristo y la ense�anza sobre las diversas clases que constituyen las personas entre las que vivi� y trabaj�. Cuando se pesan debidamente los prejuicios nacionales, y el car�cter del sentimiento p�blico con respecto al Mes�as esperado, ya no parece extra�o que nuestro Se�or haya despertado una oposici�n que culmin� con su muerte.

3. Ocurri� como consecuencia de la propia conducta de nuestro Se�or. No evit�, de ninguna manera determinada, aquellas circunstancias y situaciones que tendieron a provocar su muerte. Es posible que, humanamente hablando, se haya quedado en Galilea, se haya escondido en Betania, o haya huido de Getseman� a medida que se acerca la fiesta de arresto. En cambio, lo encontramos d�a a d�a siguiendo la gu�a Divina; de ninguna manera forzando sus circunstancias, aunque el tema de ellas era lo suficientemente evidente para s� mismo. Su ejemplo en esto no ha sido suficientemente considerado, aunque se relaciona tan directamente con su sumisi�n caracter�stica y con la virtud de su sacrificio como un acto puramente voluntario. Los enemigos de Cristo se esfuerzan por poner esto en desventaja, pero una luz glorificante brilla sobre �l por la consideraci�n de que �l sab�a que la cruz ser�a la consumaci�n de su vida terrenal dise�ada por el Padre. Sin embargo, el ap�stol sugiere que posiblemente se podr�a haber evitado la cruz. Podemos ver tres posibles formas en que esto podr�a haber sido.

I. POR UN EJERCICIO DE LA SOBERAN�A DE DIOS. Podr�a haber agradado a Dios salvar a la humanidad de otra manera. Si bien vemos la maravilla y la gracia de la forma en que Dios eligi�, no estamos justificados para afirmar que fue la �nica forma en que la sabidur�a divina podr�a haber ideado. O, en la soberan�a de Dios, �l podr�a haber le�do la perfecta disposici�n y obediencia de Jes�s, y no le dio la verdadera verg�enza y dolor de la cruz. Si no se hizo tal ejercicio de soberan�a divina, podemos estar seguros de que la preocupaci�n por nosotros y por nuestra plena redenci�n hizo que Dios enviara a su "Cordero al matadero". Lo que era abstractamente posible era imposible para aquel que "amaba tanto al mundo" como para hacer un sacrificio tan extremo que pudiera salvarse y ganarse.

II POR LA SALUD DE CRISTO. Podr�a haber fallado en obediencia bajo esta �ltima y extrema prueba. Podr�a haber rechazado la cruz y haber apartado de �l la copa de su padre. tie era un agente libre, y tal rencor era posible. Pero las consecuencias habr�an sido tan graves como para ser m�s dolorosas de concebir para nosotros. La salvaci�n del hombre, aunque en parte lograda por las ense�anzas y la vida de nuestro Se�or, finalmente habr�a fallado por completo. Cristo no pudo haber ganado ning�n poder salvador. No habr�a sido m�s tit�n un Mois�s, un Zoroastro, un S�crates o un Buda; no pudo haber sido el �nico y suficiente portador y Salvador del pecado.

III. POR EL CONOCIMIENTO DE LAS REGLAS DE QUI�N ERA Y DE CU�L ERA SU MISI�N. Este es el punto de San Pablo aqu� en el texto. Los gobernantes solo pod�an matar a Cristo mientras se enga�aban a s� mismos o se enga�aban en cuanto a su car�cter y afirmaciones. No podr�an haber matado al Mes�as. Toda la esperanza de su raza se centr� en �l. Pero por esa misma raz�n, sus sentimientos eran m�s intensos contra un hombre de Nazaret despreciado, que afirmaba ser el Mes�as y, seg�n ellos, deshonr� la idea misma del Mes�as por su impostura. Si lo hubieran sabido, si hubieran visto su gloria, ellos tambi�n le habr�an inclinado la rodilla y coronado con las muchas coronas. Si lo hubieran sabido, no habr�an buscado testigos falsos, ni habr�an gritado cruelmente: "�Crucif�calo! �Crucif�calo!" A menudo pasamos en nuestro pensamiento lo que podr�a haber sido, y deseamos que las cosas hubieran sido distintas de lo que eran; y, sin embargo, Dios anula tanto para bien que incluso podemos alegrarnos de que ellos "crucificaron al Se�or de la gloria".

De nuestras meditaciones, dos cosas resultan impresionantes para ver.

1. La muerte de nuestro Se�or no fue una circunstancia accidental, sino una ordenaci�n divina; y esto es cierto, aunque el desarrollo de los eventos muestra lo que puede llamarse los ordenamientos habituales o comunes de la Providencia.

2. La muerte de nuestro Se�or fue completamente un acto voluntario. Su voluntad estaba puesta en llevar a cabo completamente la voluntad Divina, sea lo que sea lo que tenga que ver, hacer o sufrir que pueda tener en ella. La virtud del sacrificio radica en parte en la naturaleza sublime de la v�ctima; en parte en el car�cter representativo que hab�a tomado; pero en parte tambi�n en la huida rendici�n de su voluntad y vida a Dios, y la voluntariedad no forzada de su obediencia, como lo prueba una muerte dolorosa e ignominiosa. "Por el cual seremos santificados" - R.T.

1 Corintios 2:9

La sorprendente frescura de la nueva dispensaci�n.

Las palabras precisas, seg�n lo citado por el ap�stol, no se encuentran en el Antiguo Testamento. Probablemente sean Isa�as 64:4, dados de memoria y modificados por el pensamiento de frases encontradas en otras partes de Isa�as. Solo un sentimiento irracional sobre la inspiraci�n verbal dificultar�a la inexactitud de las citas dadas de memoria. El sentido de un pasaje puede indicarse con precisi�n cuando las palabras se establecen en un orden y forma diferentes. Este texto a menudo se ha utilizado como la base de descripciones elaboradas del cielo, pero tal tratamiento solo es posible cuando el vers�culo 9 se separa del vers�culo 10. El ap�stol est� tratando claramente con algo de gloria que se ha revelado y ahora se realiza, se concibe. Los tratos divinos con los hombres se han organizado en "edades" o "dispensaciones". As� podemos distinguir el ad�nico, patriarcal, mosaico, dav�dico, exilico y post-exilico. En el pasaje ante nosotros, San Pablo muestra, no solo que el cristiano es otra y una dispensaci�n subsiguiente, sino tambi�n que, en aspectos importantes, difiere de los dem�s y es superior a los dem�s. Las dispensaciones previas han dado solo d�biles sugerencias de la gloria inigualable de este, tal como lo hizo el magn�fico templo de Salom�n, pero insin�an la gloria suprema de ese templo posterior y espiritual, la Iglesia de Cristo. Podemos detenernos en algunos de esos puntos en los que la revelaci�n cristiana parece tan nueva, tan sorprendentemente fresca, tan completamente m�s all� de lo que la imaginaci�n humana podr�a haber concebido o sugerido por la experiencia humana.

I. LA RELIGI�N NO ES UNA CEREMONIAL, SINO UNA VIDA. Para un jud�o, esta era una concepci�n tan fresca que incluso era desconcertante. Un jud�o menos considerado estar�a en peligro de apreciar el sentimiento de que la religi�n era solo un ceremonial, una ronda de ordenanzas, festivales y sacrificios. Y esta visi�n de la religi�n se hab�a convertido en la noci�n general y prevaleciente en el tiempo de nuestro Se�or. Un jud�o m�s considerado y piadoso conectar�a la piedad personal con el ceremonial externo y se esforzar�a por cultivar una vida interior de confianza, obediencia y comuni�n con la observancia externa de los ritos y ceremonias. Pero lo nuevo revelado en el cristianismo es que la religi�n es, esencialmente y solo, la vida del alma, y ??que todo ceremonial es mera expresi�n y agencia en el trabajo de la cultura. Las relaciones est�n manifiestamente invertidas. Antes deb�a haber ceremonias, y deber�a haber vida, ahora debe haber vida, y puede haber ceremonias. Para mantener plenamente estas relaciones posteriores, la salud y el vigor del cristianismo deben depender siempre.

II SALVACI�N POR UN SALVADOR SUFRIDOR Y MORIENTE. De hecho, esto es algo nuevo y sorprendente. El triunfo es mentir en la derrota. La gloria es florecer de la verg�enza. Una misi�n sublime se lograr� por un aparente fracaso. La vida para los hombres es salir de la muerte para Cristo. Es la introducci�n de una nueva fuerza, una fuerza moral. Cristo levantado es dibujar hombres. La historia del Crucificado es derretir a los hombres en la penitencia, ganar su fe y garantizar un amor que haga posible incluso el auto sacrificio por Cristo. Los hombres sab�an antes del amor que funcionar�a para los que amaba, y el amor que luchar�a por los que amaba, y el amor que soportar�a por los que amaba; pero era nuevo que el amor deb�a morir as�, no solo por los amados, sino por los imp�os y enemigos por obras malvadas. "Mientras �ramos pecadores, Cristo muri� por nosotros".

III. SANTIFICACI�N POR EL PODER PRESENTE DE �L QUE FUE. Esto es completamente nuevo. Cristo, como el Exaltado, por su Esp�ritu, ahora est� llevando a cabo su prop�sito redentor en todos los corazones y vidas que est�n abiertos a �l por fe. No luchamos por la justicia mediante esfuerzos personales sin ayuda. Invisible, de hecho, todav�a el Cristo Viviente est� siempre con nosotros. Sin trazar, de hecho, el poderoso Esp�ritu de Cristo siempre est� trabajando dentro de nosotros, santific�ndonos por completo. Y as�, ante todas las dificultades, perplejidades, fragilidades u obst�culos para el progreso espiritual, podemos decir con calma: "Si Dios es para nosotros, �qui�n puede estar en contra de nosotros?" "Mayor es el que est� con nosotros que todos los que pueden estar en contra de nosotros".

IV. HOMBRE EL LUGAR DE DIOS QUE VIVE A TRAV�S DEL ESP�RITU. Esto tambi�n es nuevo; porque hasta ahora el sentimiento com�n hab�a sido que Dios habitaba en lugares, en la corona de la monta�a, en el altar, en brillantes nubes de columnas, en el tabern�culo o en el templo. Nuestro Se�or Jesucristo, como Dios hombre, nos muestra que Dios puede morar en el hombre y hacer del cuerpo del hombre su templo. Incluso puede morar en nosotros; y un ap�stol puede suplicar a su pueblo, diciendo: "�No sab�is que vuestro cuerpo es el templo del Esp�ritu Santo, que est� en vosotros?" Sin duda, tal honor para nosotros est� m�s all� de todo lo que "el ojo ha visto, o�do escuchado o el coraz�n concebido".

Ilustra que Sime�n amaba a Dios y sab�a algo de �l, pero nunca podr�a haber so�ado lo que Dios ten�a reservado para �l, ni siquiera para sostener al Babe Savior del mundo en sus propios brazos temblorosos. �Qu� pudo Abraham, que vio el d�a de Cristo? o Mois�s, quien habl� del gran profeta por venir; o David, que cant� acerca de su Se�or haciendo de sus enemigos el estrado de sus pies, �realmente ha conocido las glorias cristianas, los misterios espirituales de la revelaci�n en Cristo? Estas cosas espirituales se rompieron cada vez m�s claramente en las mentes de Pedro, Juan y Pablo, hasta que, en total asombro y asombro, exclamaron: "�Oh, la profundidad de las riquezas tanto de la sabidur�a como del conocimiento de Dios! �Qu� inescrutables son sus juicios! , y su manera de descubrirlo! "- R T.

1 Corintios 2:12

Habla en el poder del Esp�ritu.

Las referencias personales en las ep�stolas de San Pablo son adecuadas para el estilo epistolar de correspondencia, y necesarias como la reivindicaci�n de un hombre que fue gravemente atacado y calumniado. Generalmente sus alusiones est�n m�s o menos dirigidas a su reclamo como ap�stol. Debido a que esto no tom� exactamente los mismos motivos que las afirmaciones de los primeros ap�stoles, fue f�cil para sus enemigos cuestionar e incluso negar sus derechos. El principal argumento de San Pablo es que "las se�ales de un ap�stol fueron forjadas por �l", y aqu�, en nuestro texto, insta a que su ense�anza sea manifiestamente inspirada y sellada por el Esp�ritu Santo, y que su reclamo apost�lico fue plenamente reconocido por todos los "hombres espirituales". Wickliffe representa h�bilmente la �ltima cl�usula de 1 Corintios 2:13, "Hacer una probabilidad de cosas espirituales para goostli hombres".

I. LA DIVINA PREPARACI�N PARA LA ENSE�ANZA APOST�LICA.

1. El ap�stol debe haber recibido el Esp�ritu de Dios. La experiencia personal de regeneraci�n, y la apertura personal a lo divino entrante, son elementos esenciales para todo servicio cristiano como maestros, en los d�as m�s antiguos y ahora, tanto en las esferas menores como en las mayores. Judas no puede ense�ar a nadie; solo como "convertido" puede san Pedro "fortalecer a los hermanos" o "alimentar a los corderos".

2. Debe conocer las cosas de Dios a trav�s de la ense�anza del Esp�ritu. Aqu� se puede demostrar la idoneidad del Esp�ritu para ser el Maestro del hombre renovado.

(1) �l conoce a Dios.

(2) �l conoce al hombre.

(3) Tiene acceso a la mente y al coraz�n del hombre, y se puede asegurar una adaptaci�n a cada individuo.

Las operaciones del Esp�ritu Divino como el Maestro del hombre renovado tambi�n requieren consideraci�n. En general, se puede decir que �l desarrolla el misterio de la redenci�n en sus detalles pr�cticos y aplicaciones. La divisi�n de nuestro trabajo de Lord es que ense�a

(1) del pecado;

(2) de justicia;

(3) de juicio.

La verdadera preparaci�n para la ense�anza es una vida espiritual interior, una morada y un don divinos, y estos encuentran expresi�n a trav�s de los poderes y las relaciones naturales. Hay un sentido completo en el que el verdadero maestro cristiano todav�a tiene un discurso inspirado y santificado, y por lo tanto, toda la autoridad que el Esp�ritu Divino puede dar.

II EL MINISTERIO DE APOSTOLADO EN LENGUA HUMANA. "De qu� cosas hablamos". El discurso es casi nuestra mejor fuerza para la comunicaci�n de la verdad y para la impresi�n del deber. Funciona por persuasi�n, no por fuerza. No tiene poder f�sico, sino totalmente moral. Sin embargo, la historia declara, en repetidas ocasiones, c�mo las palabras humanas pueden influir en la emoci�n y despertar a la acci�n; p.ej. las cruzadas. Pero las palabras del hombre pueden ser meras palabras, incapaces de producir efectos m�s que limitados sobre la pasi�n, el sentimiento, etc. Pueden tener una vida Divina en ellos, y as� ser poderosos para romper corazones tercos, inclinar a los malvados a la penitencia, atraer a los hombres a Dios. , y cambiar todo el car�cter de la vida. Las palabras que el Esp�ritu Santo ense�a son poderosas para derribar fortalezas. Por la "necedad de la predicaci�n" los hombres son salvos y bendecidos. Pero la esfera del discurso apost�lico est� claramente definida. Tal maestro habla cosas espirituales; y se indica que hablar� en vano, salvo que los hombres sean receptivos, est�n espiritualmente tonificados y tengan la sensibilidad espiritual acelerada. El hombre meramente natural no puede recibir las ense�anzas inspiradas por Dios. Entonces, hay al mismo tiempo una preparaci�n del maestro, y una preparaci�n de aquellos a quienes se dirigen sus palabras. El deber pr�ctico de cultivar la vida y el sentimiento cristiano, para obtener la mejor bendici�n de nuestros pastores y maestros, puede ser objeto de una conclusi�n sincera y efectiva. � R.T.

1 Corintios 2:14, 1 Corintios 2:15

El hombre natural y espiritual.

Esta no es una divisi�n com�n de hombres, o una que pueda reconocerse desde un punto de vista mundano. El mundo conoce hombres eruditos y hombres ignorantes, hombres ricos y hombres pobres, pero no hombres naturales y hombres espirituales. Esta distinci�n se hace totalmente desde el punto de vista cristiano, pero se convierte en la m�s importante, en presencia de la cual todas las clasificaciones mundanas de los hombres se vuelven insignificantes. Las teor�as modernas de la naturaleza del hombre pueden ser revisadas. Algunos consideran al hombre como compuesto de cuerpo y alma; otros distinguen el alma racional de la naturaleza espiritual e inmortal, y. dividir en cuerpo, mente y alma. Este modo de considerar al hombre puede dar claridad a la distinci�n en nuestro texto entre el hombre natural y el espiritual; pero el ap�stol parecer�a m�s bien tener en mente los principios y el esp�ritu que gobiernan a varios hombres, y que hacen la diferencia entre ellos, y no parece probable que �l tuviera alguna teor�a particular de la naturaleza del hombre. Es suficiente que los dos tipos de hombres, el natural y el espiritual, hayan sido reconocidos en todas las �pocas cristianas, y que ahora sean claros para nosotros.

I. COMPARAR LAS ESFERAS DE LOS DOS. La mayor�a de las esferas son comunes a ambos.

(1) La esfera f�sica;

(2) la esfera relacional;

(3) la esfera social;

(4) la esfera intelectual.

Pero para el hombre natural, el intelectual es el departamento m�s alto. Puede tener genio para la literatura, poes�a, pintura, escultura; pero �l nunca puede trascender la esfera de la mente. "El hombre natural es aquel cuyas percepciones no se extienden m�s all� de la regi�n del intelecto, la parte de su ser que tiene en com�n con la creaci�n animal". "El hombre natural es aquel en quien predomina la raz�n intelectual pura y los afectos meramente naturales". Pero aunque la esfera del hombre natural es as� limitada, hay una plenitud gloriosa dentro de los l�mites; la perfecci�n del arte es a�n inalcanzable; Las posibilidades del conocimiento est�n lejos de agotarse, aunque las mentes nobles de las largas edades se han ocupado en el estudio y la investigaci�n. No necesitamos subvalorar la esfera del hombre natural, hasta donde llega. Pero el hombre espiritual entra en una regi�n completamente desconocida y irremediablemente cerrada para el hombre natural. Es la esfera de lo invisible, lo eterno, lo espiritual; en una palabra, de Dios y las cosas de Dios. La regeneraci�n en el poder del Esp�ritu Santo implica e incluye un despertar de nuevas sensibilidades a las cosas divinas y eternas. Es como si un hombre estuviera dotado de algunos sentidos nuevos, y se le revelara lo que sus semejantes podr�an no saber. En esta esfera superior y posterior, el hombre solo puede encontrar satisfacci�n por sus plenos poderes. Es una esfera circundante que santifica a todos los menores en los que comparte con sus compa�eros.

II COMPARAR LA CONDUCTA DE LOS DOS. Como regla general, la conducta del hombre natural se regir� y tonificar� por consideraciones de autocomplacencia. Esto puede verse atenuado por la bondad de la disposici�n natural, o por la cultura y el dominio propio; pero la tendencia siempre radica en la indulgencia corporal y el poder de la pasi�n sensual. El cielo sobre un hombre as� es bajo, y no logra elevar los cielos altos, vastos y puros. Otro sentimiento tonifica la conducta del hombre espiritual. Para �l la vida es de Dios, el mundo es de Dios, �l es de Dios; y no hay duda con �l sobre lo que le gustar�a; todo su deseo es saber lo que Dios desear�a. Toda su conducta debe estar en armon�a y debe tender a desarrollar los prop�sitos de Dios. Para �l no hay peligro de deterioro. Su esfera es estimulante, su pensamiento es inspirador, su progreso est� asegurado.

III. COMPARAR EL FUTURO DE LOS DOS. El hombre natural no puede tener un futuro que sea m�s que un sentimiento. Su esfera es temporal. Debe hacer lo que pueda de la vida que es ahora. Su carrera tiene sus l�mites aqu� y sus cosas buenas ahora. Para el hombre espiritual, la vida aqu� no es m�s que una etapa de la vida verdadera, un tiempo de preparaci�n para una vida m�s noble, en la que pronto entrar�. Ese futuro deja de ser extra�o para �l, ya que ahora se da cuenta plenamente de la vida en las esferas Divinas.

Impresiona las discapacidades del "hombre natural" y muestra c�mo, por la gracia de Dios, lo "natural" puede volverse "espiritual".

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre 1 Corinthians 2". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/1-corinthians-2.html. 1897.
 
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