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Bible Commentaries
Deuteronomio 13

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-18

EXPOSICI�N

IDOLADORES Y ENTICANTES PARA IDOLATRIZAR A LA MUERTE.

Deuteronomio 13:1

El caso que se supone aqu� es el de alguien que profesa tener inteligencia sobrenatural, que deber�a, al dar una se�al o una maravilla, esforzarse por atraer a la gente hacia la idolatr�a. Tal persona deb�a ser ejecutada.

Deuteronomio 13:1

Un profeta (nabhi, ??????); alguien que habla de Dios, un int�rprete para los hombres de lo que Dios le revela o sugiere (de. por el significado de la palabra, �xodo 7:1 con �xodo 4:16; tambi�n Jeremias 15:19). So�adora de sue�os. No solo por visiones o sugerencias inmediatas, sino tambi�n por medio de sue�os, Dios se comunic� con los hombres (cf. N�meros 12:6). El caso que se supone aqu�, entonces, es el de uno que finge haber tenido revelaciones de Dios a trav�s de esos medios por los cuales Dios se complaci� en transmitir su voluntad a los hombres (cf. Hem; 'Iliad', h 62�

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Signo o una maravilla. Una se�al era un evento predicho por el profeta, y el hecho de que fuera una muestra de que algo m�s que �l anunci� suceder�a o deber�a hacerse. Una maravilla fue un milagro, cuyo desempe�o dio prueba de una comisi�n Divina (cf. Deuteronomio 4:24). Se supone que estos signos deber�an suceder; sin embargo, la gente no deb�a escuchar al hombre que los dio para perseguir a otros dioses. El simple hecho de que buscara persuadirlos para que abandonaran la adoraci�n a Jehov� fue suficiente para demostrar que era un impostor; porque �c�mo podr�a alguien que buscaba seducir al pueblo de Dios ser enviado por Dios? La se�al que se dio para autenticar tal mensaje solo pod�a ser una de esas "se�ales mentirosas y maravillas despu�s de la obra de Satan�s", mediante la cual sus emisarios intentan enga�ar y enga�ar; y Dios solo le permiti� que su fidelidad a �l pudiera ser probada y probada. Ya hab�an recibido el mensaje de Dios; ellos ten�an su palabra; y ninguna ense�anza que contraven�a que, aunque aparentemente autenticada, podr�a ser de �l, o fue aceptada por ellos (cf. Jeremias 29:8; G�latas 1:8, G�latas 1:9; 1 Juan 3:1, etc.). Pase lo que pase, deb�an caminar tras Jehov� su Dios, y guardar sus mandamientos, y obedecer su voz, y servirle; y adhi�rete a �l. El falso profeta, como enemigo p�blico y subtornero de traici�n contra el Rey de Israel, deb�a ser ejecutado; y as� el mal ser�a apartado de entre ellos.

Deuteronomio 13:6-5

Un segundo caso supuesto es el de la tentaci�n de la apostas�a proveniente de alg�n pariente cercano o amigo �ntimo. Esto no solo deb�a resistirse, sino que no se deb�a permitir que ninguna consideraci�n de afecto o doblez de amistad interfiriera con la severa sentencia que conden� a muerte al tentador; por el contrario, la persona tentada deb�a ser la primera en echarle mano al tentador y matarlo. Esto deb�a hacerse por lapidaci�n, y la persona que hab�a tratado de seducir era lanzar la primera piedra.

Deuteronomio 13:6

Tu hermano, hijo de tu madre; tu hermano completo, aliado a ti por el lazo fraternal m�s cercano. La esposa de tu seno; el objeto de tu m�s dulce afecto, a quien corresponde proteger y apreciar (cf. Deuteronomio 28:54, Deuteronomio 28:56; Miqueas 7:5). Tu amigo, que es como tu propia alma; es decir, a quien amas como a ti mismo. La palabra traducida "amigo" (????, para ??????) proviene de un verbo que significa deleitarse, y transmite principalmente la idea no solo de un compa�ero, sino de un amigo en quien uno se deleita; y la definici�n de la verdadera amistad es amar al otro como a uno mismo (Aristot; 'Eth. Nic.,' Deuteronomio 9:5). Sin embargo, como se usa com�nmente, la palabra designa a cualquier persona con la que uno tiene alg�n trato o relaci�n sexual; y as� nuestro Se�or lo explica ( Lucas 10:29, etc.). Secretamente. Si la tentaci�n era en privado, y tan conocida solo por ti mismo.

Deuteronomio 13:8

L�stima, sobra, oculta. La acumulaci�n de t�rminos sirve para hacer que el mandato sea m�s solemne e impresionante.

Deuteronomio 13:11

La pena infligida p�blicamente y, por lo tanto, generalmente conocida, tendr�a un efecto disuasorio en la comunidad, para evitar la recurrencia de tal maldad.

Deuteronomio 13:12-5

Una tercera facilidad supuesta es la de los habitantes de una ciudad siendo seducidos por hombres malvados hacia la idolatr�a. En este caso, se deb�a investigar el hecho; y si se descubriera que era as�, los habitantes de esa ciudad deb�an ser puestos a espada, toda su propiedad deb�a ser quemada, y la ciudad misma reducida a un mont�n; as� deber�a evitarse la ira del Se�or de Israel, y �l les har�a bien.

Deuteronomio 13:12

Escucha en una de tus ciudades. La frase hebrea, "escuchar en" (?????? ???). a veces tiene el significado de escuchar, como en G�nesis 27:5; 1 Samuel 17:28; Job 15:8; a veces significa simplemente escuchar, como en 2 Samuel 19:36 [35]; en Job 26:14, tiene la fuerza de escuchar o referirse, aunque algunos piensan que es cuestionable. Aparentemente, este �ltimo es el significado aqu�: si escuchas acerca de alguna de tus ciudades, etc. Baying. Esto introduce lo que se escucha.

Deuteronomio 13:13

Hombres, los hijos de Belial; los hijos de la inutilidad, personas completamente in�tiles. Beli ya?al (un compuesto de ?????, no y ???, ascender, tener valor, sacar provecho) significa principalmente lo que es bajo, de ah� la inutilidad, la maldad, la maldad. En Deuteronomio 15:9, Belial se representa en la versi�n autorizada como un adjetivo, "malvado", y tambi�n en Nehem�as 1:11. En Salmo 18:4, es interpretado por "hombres imp�os". M�s com�nmente se trata como un nombre propio. Pero en todos los lugares se puede retener el significado apropiado de la palabra. Los hebreos describieron un objeto, del cual cualquier cualidad era predominantemente caracter�stica, como el hijo de esa cualidad. Han salido de entre ustedes; han salido de en medio de ustedes, es decir, se han levantado entre ustedes. Retirar. El verbo aqu� es el mismo que el representado por "empuje" en Salmo 18:5 y Salmo 18:10. Transmite la idea de alejarse con cierto grado de fuerza, no una mera seducci�n f�cil, sino un impulso por una fuerte persuasi�n.

Deuteronomio 13:14, Deuteronomio 13:15

Despu�s de la debida investigaci�n, si se descubriera que tal cosa realmente se hab�a hecho en alguna de sus ciudades, la pena extrema deb�a ser infligida a la ciudad y a todos sus habitantes, todos deb�an ser destruidos. Hiere ... con el filo de la espada; literalmente, con la boca de la espada, como morder y devorar como una bestia voraz, una frase para la destrucci�n total.

Deuteronomio 13:16

Todo su bot�n todo zumbido, para el Se�or tu Dios; m�s bien, todo su bot�n [bot�n] como una ofrenda completa a Jehov� tu Dios; deb�a ser totalmente dedicado a Dios y, como tal, ser consumido por el fuego. "Fue una destrucci�n, y no una ofrenda propiamente dicha. Por lo tanto, el autor no selecciona ni ?????? ni ???????, sino ???????, toda, ofrenda completa ( Deuteronomio 33:10; Le Deuteronomio 6:15 [22] ), palabra que, en la ley relativa a la oferta, no es una designaci�n t�cnica de ning�n tipo particular de oferta. La representaci�n omnino es insostenible "(Knobel). La ciudad se convertir�a en una ruina, nunca se reconstruir�a; y por lo tanto deb�a ser tratado de la misma manera que una ciudad pagana e id�latra podr�a ser (cf. N�meros 21:3).

HOMIL�TICA

Deuteronomio 13:1

Las tentaciones de apartarse de Dios para resistirse a toda costa.

En el cap�tulo anterior ten�amos instrucciones con respecto a la adoraci�n del Dios verdadero. Aqu� se le dice a Israel qu� hacer en caso de que surja la tentaci�n de adorar a dioses falsos. El cap�tulo en su totalidad trata de este tema. De �l podr�amos abrir dos temas homil�ticos principales:

(1) el tratamiento del error;

(2) la prueba de la verdad.

El segundo, sin embargo, lo reservamos hasta que lleguemos a Deuteronomio 18:21. El primero, por lo tanto, solo, tratamos ahora. Al hacer esto, debemos recordar que Mois�s no solo es el exponente del deber religioso, sino tambi�n de un sistema judicial. �l no es solo el profeta, sino el legislador. La constituci�n de Israel como naci�n era la de una Iglesia-Estado Teocr�tica. Se supone, en este cap�tulo, que las tentaciones de apartarse de Dios pueden venir

(1) de un profeta profeso o hacedor de maravillas, o

(2) pueden surgir del pariente o amigo m�s cercano, o

(3) pueden provenir de un pueblo o ciudad.

En cualquier caso, la infecci�n debe "eliminarse" de inmediato. Cualquier incentivo a la idolatr�a, por lo que sea, no debe ser tolerado por un momento. El hacedor de maravillas debe ser ejecutado; el amigo debe ser asesinado; La ciudad ser� destruida. Todo esto puede parecer duro. Quiz�s no sea tan duro como parece. Puede haber ocasiones en que la severidad sea la mayor amabilidad, y cuando la tolerancia sea la mayor crueldad. En la Iglesia cristiana primitiva, la muerte repentina de Anan�as y Safira parec�a severa. Pero el corte instant�neo del cancro de hipocres�a fue, por as� decirlo, la operaci�n quir�rgica que solo salvar�a a la Iglesia. Entonces aqu�. Hay tres principios que estaban en juego en casos como los que aqu� se suponen.

1. La supremac�a de Jehov� fue la piedra angular de su constituci�n nacional. En consecuencia, el intento de alejar a Israel despu�s de otros dioses fue una traici�n al Estado, y debe tratarse en consecuencia.

2. El objetivo de Jehov� al elegir a Israel era separar a un pueblo para su Nombre. Por lo tanto, si no reprim�an por la fuerza la adoraci�n id�latra, la raz�n misma de su existencia separada como pueblo cesar�a.

3. Dado que la continuaci�n misma de Israel depend�a de la continuaci�n de su raz�n de ser, no erradicar la idolatr�a ser�a borrarse a s� mismos. Es un dicho com�n con referencia a la legislaci�n, que debe ser probado, no por la pregunta, "�Qu� es abstractamente lo mejor?" pero por otro, "�Cu�l ser� el mejor para tal y tal gente?" Ahora, mirando todas las circunstancias de Israel, ser�a muy dif�cil decir que podr�a haberse adoptado un modo mejor, o incluso cualquier otro modo de asegurar el fin deseado. Aqu�, como en toda la legislaci�n, se supone que las personas simpatizan plenamente con Jehov�, y deben cooperar para llevar a cabo su Ley (ver Homil�a en Deuteronomio 27:1). No tenemos ninguna orden de aplicar las reglas aqu� dadas en detalle, en ning�n lado, porque no tenemos en ninguna parte a ninguna persona que, en el lado terrenal de su vida, ocupe una posici�n similar a Israel. Por lo tanto, ning�n argumento para una extirpaci�n similar de la herej�a ahora puede mantenerse correctamente, porque ahora no se puede mostrar un paralelo de una naci�n con una constituci�n similar. Sin embargo, como en el cap�tulo anterior, ten�amos principios permanentes incorporados bajo reglas espec�ficas, as� es en esto.

I. TENEMOS VERDADES DEL MOMENTO SUPREMO INDICADAS AQU�, QUE PUEDEN APLICARSE AL GOBIERNO DE LA IGLESIA DE DIOS. � No es posible hacer m�s que indicar brevemente la l�nea de pensamiento que implicar�a tal aplicaci�n de los principios aqu� establecidos.

1. El lugar de Israel en el mundo ahora est� ocupado por la Iglesia de Dios, que es "la comunidad de Israel", en la que entran todos los que creen por gracia.

2. La Iglesia est� preparada para el mantenimiento y la defensa en el mundo de las grandes verdades de nuestra sant�sima fe, y est� "seriamente luchando por la fe una vez (para todos) entregada a los santos".

3. Esta Iglesia debe ser un cuerpo aut�nomo, teniendo dentro de s� todos los poderes y autoridades para la autorregulaci�n y la disciplina. Las Ep�stolas a las siete Iglesias muestran esto abundantemente.

4. La Iglesia debe estar muy celosa al guardar el glorioso evangelio del Dios bendito. En medio de todos los cambios en el sentimiento y la opini�n p�blica sobre puntos menores, ella debe retener la verdad cardinal, que ning�n avance del pensamiento p�blico puede garantizarle que entregue la �nica verdad vital de la que depende su existencia, sin la cual ella no habr�a tenido existencia. , ni pod�a mostrar ninguna raz�n por la que ella deber�a seguir existiendo.

5. Esta �nica verdad, que ella debe conservar intacta edad tras edad, es an�loga a la que Israel ten�a que guardar tan sagradamente. Israel deb�a vigilar la verdad: Jehov�, �l es el Se�or. La Iglesia ahora tiene que guardar la doctrina de que Jes�s es el Cristo, el Hijo del Dios viviente (ver 1 Juan 4:1). La Iglesia bien podr�a dejar de �l y dejar que la verdad se vaya. Es "la doctrina que est� de acuerdo con la piedad". Ella debe proteger la doctrina que tiende a la piedad, y mantener la piedad que ilustra la doctrina.

6. Ella tiene dentro de s� misma medios y poderes para la defensa de la fe, y para visitar con monici�n, censura, suspensi�n o excomuni�n, aquellos que la niegan o la deshonran ( 1 Corintios 5:1 .; Mateo 18:17; Tito 3:10, Tito 3:11, etc.).

7. Sus armas no son carnales. Ella no tiene poder para usar la espada ( Mateo 26:52; 2 Corintios 10:3).

8. La Iglesia tampoco tiene ning�n poder hacia aquellos que no est�n dentro de su palidez ( 1 Corintios 5:12, 1 Corintios 5:13), es decir, no tiene poder de juzgar. Ella tiene que ser testigo de Dios para el mundo exterior, y para que ella sea as� es para mantenerse pura.

II LOS PRINCIPIOS DEL CAP�TULO TIENEN UNA APLICACI�N CONSTANTE A LA VIDA INDIVIDUAL. "Caminar�s tras el Se�or" encarna la ense�anza neotestamentaria y la antigua. Sobre la base del cap�tulo que tenemos ante nosotros, el siguiente esquema de pensamiento bien puede completarse.

1. La lealtad absoluta a Cristo debe ser el principio rector de la vida. El Jehov� del Antiguo Testamento es el Cristo del Nuevo. �l es el mediador del nuevo pacto. Es un legislador de m�s gloria que Mois�s ( Hebreos 3:1.). Nos apela con justicia, amor, esperanza, miedo.

2. Las tentaciones de abandonar el est�ndar de Cristo pueden derramarse sobre nosotros desde diversos sectores. El cap�tulo sugiere tres.

(1) Un profeta. Puede surgir alg�n nuevo reclamante para el homenaje del hombre, o alg�n fil�sofo que piense refutar las afirmaciones de Jes�s mostrando su maravillosa estatura intelectual, etc.

(2) La familia. Las seducciones, ya sea para los falsos en la fe o para los corruptos en la pr�ctica, pueden provenir de aquellos cercanos y queridos para nosotros.

(3) La ciudad. Una corriente fuerte de sentimiento p�blico, adversa a "la verdad tal como es en Jes�s", puede establecerse y amenazar con llevarnos lejos.

3. Estas tentaciones deben ser soportadas a toda costa. Ning�n "signo", "ninguna maravilla" nunca se nos permitir� deslumbrar por un momento. Las afirmaciones de Cristo son tan convincentes para la conciencia y el coraz�n, que est�n respaldadas por pruebas tan abrumadoras, que nada en ninguna �poca puede dejarlas de lado. La soberan�a de Cristo es la ley fundamental de nuestra vida. No permitir� rival alguno. Incluso si los hombres hicieran milagros para alejarnos de Cristo; debemos seguir a Cristo y dejar que los milagros vayan por nada. Incluso bajo la Ley Mosaica, los milagros no eran una prueba suficiente de la verdad. La doctrina que pretend�an confirmar deb�a ponerse al lado de la misma, y ??si esta doctrina contraven�a el canon supremo de la vida moral, "Lealtad a Dios", deb�a dejarse de lado. Y ahora. Ninguna maravilla f�sica puede justificarnos al ignorar la ley moral suprema. El se�or�o de Jes�s es nuestra m�s alta ley moral. �l es para nosotros la encarnaci�n de la justicia, la verdad y el amor; s�, �l es nuestro Dios encarnado.

4. Aunque es posible que no visitemos a nuestros entrantes con dolores y penalidades, sin embargo, incluso ahora, las demandas y relaciones m�s sagradas de nuestra vida terrenal deben ser renunciadas si entran en colisi�n con nuestra lealtad a Jes�s (ver Lucas 14:26). A pesar de que las tentaciones deben venir de todos los sectores a la vez, nuestra lealtad a nuestro Salvador debe permanecer inm�vil. No podemos detenernos, ni vacilar, ni buscar una neutralidad fingida ( Mateo 12:30). Ser� algo mucho m�s serio para nosotros si nos dejamos seducir por la lealtad a Dios como se revela en Cristo, de lo que habr�a sido para Israel si demostraran ser inconstantes bajo la legislaci�n de Mois�s ( Hebreos 2:1; Hebreos 10:28). �Cu�n fervientemente debemos orar para que seamos fieles a nuestro querido Se�or en el cielo! Cu�n amorosamente debemos advertir a los dem�s, para que no se desv�en de su lealtad hacia �l ( 2 Pedro 3:17, 2 Pedro 3:18; Jud 2Pe 1:17 -25; Apocalipsis 2:10 , Apocalipsis 2:11; Mateo 24:11)!

HOMILIAS POR J. ORR

Deuteronomio 13:1

Falsos profetas.

Al ver las orientaciones de este pasaje sobre las credenciales de la revelaci�n, se deben observar dos puntos.

1. El caso supuesto es uno en el que el profeta contradice una revelaci�n ya recibida.

2. El profeta no discute la evidencia de esa revelaci�n anterior. Por el contrario, lo admite. Se para dentro de las l�neas. �l profesa hablar bajo su autoridad. Sin embargo, le pide a la gente que viole sus leyes fundamentales. Esto en s� mismo fue suficiente para condenarlo. Sus pretensiones son eliminadas por el simple hecho de que, profesando hablar en el Nombre de Dios, le da a la gente un mensaje contradictorio de lo que admite que Dios ha revelado previamente. Ning�n signo y asombro puede acreditar contradicciones. El profeta es inconsistente consigo mismo y no debe ser escuchado. No, su mensaje hab�a sido anticipado, y lo que �l ordena que la gente haga, est� expresamente prohibido. Aviso, entonces�

I. LOS MILAGROS EXTERNOS NO DEMOS MISMOS ACREDITAN UNA REVELACI�N COMO DE DIOS. ( Deuteronomio 13:1.) Este profeta da una se�al o asombro, presumiblemente una palabra predictiva, y en realidad se cumple. El fallo de su signo, seg�n Deuteronomio 18:21, Deuteronomio 18:22, habr�a sido una prueba de falsedad. Sin embargo, lo contrario de esto es que �l habla la palabra de Dios porque su se�al no ha fallado, no debe ser admitido de inmediato. Hay otras pruebas que se aplicar�n. En este caso, el mensaje del profeta es condenado porque contradictorio de lo que �l mismo permite haber sido una verdadera revelaci�n. Esto plantea la cuesti�n del valor de los milagros como credenciales de revelaci�n. Que tengan un valor no se discute, pero no como simples signos y maravillas. Esto se ver� mejor al contrastar la se�al o maravilla dada por este profeta con la evidencia de la revelaci�n anterior. Si tomamos en cuenta las Escrituras sobre la fundaci�n de la dispensaci�n mosaica, es imposible cuestionar la magnificencia y la conveniencia de las manifestaciones de poder divino y santidad contenidas en ellas. Al fundar sus dispensaciones (mosaico y cristiano), Dios no solo ha dado evidencia, sino una cantidad y tipo de evidencia que coloca la fuente de la revelaci�n �admitiendo que los hechos sean como se ha dicho� m�s all� de toda duda. Porque aqu�, no es solo el hecho del milagro lo que debe considerarse, sino el n�mero, naturaleza, magnitud, variedad, calidad espiritual de los eventos sobrenaturales, en relaci�n con la divinidad autoevidente de la revelaci�n misma. La dificultad en cuanto a si el milagro prueba la doctrina, o la doctrina el milagro, o en qu� proporci�n se combinan los dos factores, tiene poco lugar en las evidencias reales de la revelaci�n. Los dos no pueden separarse, ni en el pensamiento ni en los hechos. Concede la autenticidad de los milagros de los Evangelios o del Pentateuco, y no se discutir� que se originaron con Dios, no con Belceb�. Para esta gran cantidad de evidencia, abrumadora en su sublimidad y convincencia, evidencia que abarca las maravillas de Egipto, las muestras del poder, el amor y la gracia de Dios en los eventos del �xodo, los milagros del desierto, las estupendas revelaciones del Sina�, etc. � el profeta se opone a algunas se�ales extraviadas y maravillas. �Cu�les eran las personas para creer? Claramente, ninguna se�al o maravilla hubiera justificado que un israelita creyera en un profeta cuya ense�anza contradijera los primeros principios de su revelaci�n; ya que ning�n signo o maravilla nos justificar�a en creer ense�anzas contradictorias de los primeros principios nuestros.

II EL ASCENSO DE LOS PROFETAS FALSOS DEBE SER ANTICIPADO. ( Deuteronomio 18:1.) El pasaje da por sentado que surgir�n. Surgieron en los tiempos del Antiguo Testamento, y lo volver�n a hacer. Su aparici�n se predice en relaci�n con "los �ltimos d�as" ( Mateo 24:11; 1 Timoteo 4:1; 2 Pedro 2:1). No faltar�n "signos y maravillas" ( Mateo 24:24; 2 Tesalonicenses 2:9, 2 Tesalonicenses 2:10). Los falsos maestros est�n incluidos en la categor�a de falsos profetas ( Mateo 7:15; 2 Pedro 2:1). Afirman como la verdad de Dios principios y doctrinas subversivas de la revelaci�n que Dios ha dado. La disposici�n de las personas a creerlas surge de la falta de conocimiento ( Efesios 4:14); de la picaz�n por las novedades ( 2 Timoteo 4:3); de un ansia enferma por lo maravilloso: sea testigo de la credulidad mostrada en relaci�n con el espiritualismo ( 2 Tesalonicenses 2:9); sobre todo, desde la adaptaci�n de sus ense�anzas a las inclinaciones de los corazones depravados ( 2 Timoteo 3:1).

III. EL ASCENSO DE LOS FALSOS PROFETAS EST� PERMITIDO PARA EL CRIBO DE LA IGLESIA. ( Deuteronomio 18:3.) Dios tiene tanto que ver con su apariencia que lo permite como un medio de probar y tamizar a la Iglesia. El juicio es de b�squeda y real. La plausibilidad de sus errores puede ocasionar, incluso a los creyentes, muchos conflictos mentales, pero de este conflicto salen fortalecidos y purificados, con un mayor control de la verdad y una visi�n m�s clara de las Escrituras. Aquellos dispuestos a ser enga�ados son, por otro lado, guiados por el esp�ritu del enga�o. Los falsos profetas sacuden a todos menos a "los elegidos" ( Mateo 24:24). Las herej�as, cismas, controversias, etc. que han agitado a la Iglesia, con las ense�anzas de la filosof�a y la ciencia anticristianas fuera de ella, siempre han tenido este efecto de tamizar, mientras que al final han mantenido el progreso de la verdad.

IV. LA ENSE�ANZA DE LOS FALSOS PROFETAS DEBE SER RECHAZADA.

1. Su doctrina debe ser probada por su conformidad con la regla de la fe ( Isa�as 8:20). Juan nos dice "prueben los esp�ritus", dando la raz�n de que "muchos falsos profetas han salido al mundo" ( 1 Juan 4:1).

2. Su doctrina, si se encuentra contradictoria de la Escritura, debe ser rechazada sin vacilar.

3. Antiguamente, el profeta cuyas ense�anzas golpearon los fundamentos de la teocracia deb�a ser ejecutado (vers�culo 5). Esta regla ya no se aplica. Pero es el deber de la Iglesia, en el ejercicio de sus funciones judiciales, privar a tal maestra del cargo y estatus en su ministerio (ver tambi�n 2 Juan 1:10, 2 Juan 1:11. �JO

Deuteronomio 13:6-5

Dios o nuestro hermano.

Terriblemente severa es el deber aqu� impuesto a la persona tentada a la idolatr�a. La ley est� adaptada a una �poca de haza�as severas y a personas que viven bajo una severa dispensaci�n. Sin embargo, al reflexionar sobre la naturaleza del crimen, sobre la constituci�n del estado jud�o y sobre los asuntos para la humanidad que depend�an del delgado hilo de la fidelidad de esta naci�n, es dif�cil ver c�mo podr�a haber sido menos severo que est�. Su severidad fue quiz�s su misericordia. Tenga en cuenta tambi�n que el criminal solo puede ser ejecutado despu�s de un juicio pol�tico formal, un juicio justo y una culpabilidad establecida de manera concluyente (cf. Deuteronomio 13:14; Deuteronomio 17:2; Deuteronomio 19:15-5).

I. DIOS NO PERMITE NINGUNA RECLAMACI�N DE AFECTO NATURAL PARA INTERFERIR CON EL DEBER SUPERO A MISMO. Es la misma voz severa que escuchamos incluso en los Evangelios ( Mateo 8:21, Mateo 8:22; Mateo 10:37; Lucas 14:26) . Las demandas de Dios sobre la lealtad suprema e indivisa de su pueblo no son ahora menos rigurosas que antes.

II DIOS NOS HABR�A TENER EN CUENTA CON AQUELLOS QUE DELIBERADAMENTE INTENTAN SEDUCIRNOS DE �L COMO NUESTROS PEORES ENEMIGOS. Realmente lo son, lo piensen o no. Ning�n lenguaje es lo suficientemente fuerte como para pintar el crimen de tratar de seducir a un alma de su lealtad a su Dios. La culpa del hombre que se propone deliberadamente contrarrestar el afecto de un ni�o por su progenitor y producir alienaci�n de coraz�n entre ellos es trivial en comparaci�n con ella. El crimen es el del asesinato del alma. Porque en la fidelidad a Dios yace la felicidad de la vida aqu� y la salvaci�n en el mundo venidero. Por lo tanto, no debemos permitir que ning�n afecto privado nos ciegue ante la enormidad de este crimen. Los que apreciamos como los m�s queridos son los m�s culpables si se aprovechan de nuestro afecto para traicionarnos en un pecado mortal.

III. DIOS REQUIERE QUE NO DEJEMOS RECIBIR A LOS QUE SON CULPABLES DE ESTE DELITO. Ya no se nos llama, y ??podemos estar agradecidos por ello, para acusar a nuestros seductores y llevarlos a la muerte. Nuestra religi�n requiere que regresemos el bien por el mal, que oremos por los que nos hieren, que busquemos su conversi�n y salvaci�n. Pero no nos exige que no aborrecemos su conducta, y la reprochemos y denunciemos severamente. Fallamos en el deber si no se coloca en todos los intentos de seducci�n espiritual la marca inmediata de nuestra m�s fuerte condena. J.O.

Deuteronomio 13:12-5

Una ciudad bajo prohibici�n.

El caso aqu� supuesto es a�n m�s atroz que el anterior, ya que son los habitantes de toda una ciudad quienes, con todo lo que tienen, ser�n destruidos. Sin embargo, como es cierto que las personas piadosas, temiendo la ejecuci�n de esta oraci�n, abandonar�an esta ciudad tan pronto como descubrieran lo que estaba sucediendo, siendo posiblemente los portadores de las noticias para los dem�s, la maldici�n pr�cticamente solo tendr�a efecto. en aquellos que estaban en alianza con los id�latras. La investigaci�n de b�squeda preceder�a a la imposici�n de la fatalidad ( Deuteronomio 13:14).

I. LAS PERSONAS DISPONIDAS EN MAL PUEDEN HACER MUCHO DA�O. Algunos hombres, "hijos de Belial", tal vez, al principio, pero uno o dos, logran seducir y, en �ltima instancia, destruir toda una ciudad. Su influencia cancerosa r�pidamente infect� a la masa. Como un incendio en un peque�o rinc�n de un edificio, pronto involucr� todo el lugar en ruinas. "Un pecador destruye, mucho bien" ( Eclesiast�s 9:18). "Las malas comunicaciones corrompen los buenos modales ( 1 Corintios 15:33). No se debe pensar en el mal a la ligera, porque al principio se limita a unos pocos individuos y se circunscribe en su rango de operaciones. Se extender� m�s r�pido que el bien.

II LA CONDICI�N ESPIRITUAL DE CADA CIUDAD ES DE INTER�S PARA TODA LA COMUNIDAD. La enfermedad en una parte del organismo social se comunicar� r�pidamente a las otras partes.

III. LA ACCI�N INMEDIATA DEBE TOMARSE PARA REDUCIR EL MAL EN SUS ASIENTOS ELEGIDOS. Ya no, de hecho, con armas carnales. No tenemos ninguna orden de proceder con fuego y espada. Se nos abre una mejor manera de reducir el mal que mediante la matanza judicial. La maldad de una ciudad es sin duda una muestra de la ira de Dios que descansa sobre ella. Si no se arrepiente, sus juicios caer�n sobre �l con toda la antigua severidad. Pero no nos corresponde a nosotros hacer efectivos estos juicios; Dios los mantiene en su propia mano. Mientras tanto, nuestro trabajo es el m�s feliz de buscar la reducci�n del mal por medios espirituales: razonando, persuadiendo, predicando la verdad, sustituyendo las buenas influencias por las malas. Estas armas son adecuadas para el trabajo para el que se dan, y deben ser utilizadas al m�ximo. Los lugares difieren en el car�cter espiritual. Hay aquellos de los que se puede decir, como P�rgamo, "donde est� el asiento de Satan�s" ( Apocalipsis 2:13), que en ellos el mal tiene una especie de fortaleza. Contra estos, por preferencia, los ataques de los siervos de Dios deben ser dirigidos. Los ap�stoles eligieron para sus ataques los principales centros de influencia pagana. Una fortaleza ganada vale una docena de puestos avanzados, �J.O.

HOMILIAS POR R.M. EDGAR

Deuteronomio 13:1

La idolatr�a debe ser tratada como un crimen capital.

Este cap�tulo se refiere a los mismos israelitas. Como el gobierno era una teocracia, la idolatr�a en cualquier forma era una traici�n contra el Rey Divino y se castigaba con la muerte. El cap�tulo anterior (vers�culos 29-32) ofrece una advertencia oportuna contra la curiosidad pecaminosa sobre las pr�cticas paganas; y en este cap�tulo se advierte a la gente contra todos los que los tentar�an hacia la idolatr�a. Los tres casos mencionados son dignos de estudio por separado.

I. EL FALSO PROFETA, CON SUS SIGNOS Y MARAVILLAS. Mois�s admite la posibilidad de se�ales y maravillas en inter�s de la idolatr�a. Esto plantea toda la cuesti�n de los milagros. Estos pueden ser "ayudas a la fe", o pueden ser "una prueba de fe". � Evidentemente, es a la luz de estos �ltimos que deben ser considerados cuando el hacedor de maravillas desea conducirlos a la idolatr�a. El horror de la idolatr�a es realmente fortificarlos contra el milagro, para que, aunque pruebe su fe, no lo supere. Un milagro en s� mismo, en consecuencia, no es decisivo, sino que debe tomarse junto con la doctrina que propone apoyar. Dios permite que el falso profeta haga el milagro para probar a su pueblo, "para saber si aman al Se�or su Dios con todo su coraz�n y con toda su alma" ( Deuteronomio 13:3). El falso profeta debe ser tomado, como un criminal condenado por un delito capital, y ejecutado. Ha actuado como traidor entre los s�bditos de Dios, y debe sufrir la fatalidad de un traidor. Mediante este terrible juicio, Dios elimina toda tendencia a la idolatr�a.

II EL CERCANO RELATIVO COMO SEDUCTOR DE LA IDOLATR�A. El falso profeta puede fallar, y un pariente cercano tiene �xito. El milagro p�blico, con su simple ostentaci�n, podr�a ser resistido, mientras que la insinuaci�n secreta y sin ostentaci�n de un pariente cercano podr�a prevalecer. De ah� la instrucci�n en estos vers�culos, 6-11, sobre c�mo debe ser tratado el pariente amante de los �dolos. No solo se debe descartar la insinuaci�n, sino que la persona que la hace, sin importar cu�n relacionada est�, debe ser tratada como un criminal p�blico y morir. Toda la simpat�a que garantiza la relaci�n de sangre debe dejarse de lado ante este crimen de magnitud espantosa, y el pariente debe lanzar la primera piedra al ap�stata, y la ejecuci�n se completa con "la mano de todas las personas".

III. LA APOSTAS�A DE UNA CIUDAD. En este caso colectivo, despu�s de una cuidadosa investigaci�n, se llevar� a cabo la destrucci�n total de la ciudad, los habitantes id�latras ser�n ejecutados, con todo su ganado, sus propiedades quemadas con fuego, y la ciudad nunca m�s. reconstruido ( Deuteronomio 13:12-5). La idolatr�a, al propagarse a s� misma, debe erradicarse a�n m�s cuidadosamente que en los casos individuales de apostas�a ya mencionados. El pecado no debe ser tolerado en la teocracia.

IV. DEBER�AMOS APRENDER DE ESTE CUANTO HEINOUS CADA TIPO DE IDOLATR�A ES AL M�S ALTO. Podemos ser id�latras a trav�s de la codicia ( Colosenses 3:5), a trav�s de la ambici�n, a trav�s de cualquier disposici�n para buscar ayuda a las cosas o personas en lugar de a Dios. Puede ser tan necesario para nosotros ser exhortados contra este pecado, como lo fue para aquellos a quienes Juan en su Ep�stola escribi�: "Hijitos, guardaos de los �dolos" ( 1 Juan 5:21). La tentaci�n es fuerte para vivir por el sentido y la vista en lugar de por la fe. �Nos ayudar� a resistir la tentaci�n de recordar cu�n atroz es el pecado! No es menos pecado porque ahora los id�latras no son llevados a un lugar p�blico y ejecutados. Nos merecemos la ejecuci�n, aunque no la recibimos. Porque la idolatr�a es alta traici�n contra Dios. Cuando confiamos, p. en dinero o en hombres, para atribuirles los poderes que pertenecen realmente a Dios, le robamos sus derechos y se los otorgamos a otros. Si esto fue una ofensa capital en los tiempos de Mosaico, no es menos ofensivo para el Se�or ahora. �l es inmutable en sus juicios, y por eso debe considerar la iniquidad como la misma luz seria que siempre. En tales circunstancias, seguramente se convierte en nosotros.

1. Humillarnos penituamente ante Dios por nuestras idolatr�as. Hemos sido culpables de delitos mayores de lo que sospech�bamos y, en consecuencia, deber�amos entretener la penitencia m�s profunda posible.

2. Debemos abstenernos cuidadosamente de todas las tendencias hacia un esp�ritu id�latra. "Guardaos de los �dolos", dice John. Muestra cu�nto est� en nuestro propio poder. Podemos abstenernos de mucha idolatr�a, si solo estamos atentos. En lealtad a Dios, por respeto a su honor y gloria, debemos mantener una actitud humilde y confiable hacia �l, y rechazar toda tentaci�n de transferir nuestra lealtad. As� nos encontraremos avanzando de manera constante en el ejercicio de la pureza espiritual y el poder.-R.M.E.

HOMILIAS DE D. DAVIES

Deuteronomio 13:1

Los verdugos de Dios sobre los id�latras.

Ning�n respetador de personas es Dios. El pecado de todos los pecados es la idolatr�a, y tales rebeldes abiertos contra el Dios supremo ser�n castigados sumariamente, ya sean amorreos o hebreos. Como regla, la retribuci�n completa est� reservada para el estado futuro; El efecto completo de los malos caminos no se ve en esta vida. Sin embargo, hay pecados tan flagrantes, tan traviesos en su influencia actual, que Dios emplea a sus agentes, personales o impersonales, para ejecutar sus veredictos de manera pronta y manifiesta. No es que la justicia infinita no se contente con esperar; es que Dios es tan sol�cito por el bien de la raza humana, que extiende su mano para detener la peste moral. En este cap�tulo aprendemos:

I. QUE DIOS ASEGUR� A ISRAEL DE SU UNIDAD, SUPREMAC�A Y BIEN. En esa temprana edad, los hombres no hab�an ca�do en especulaciones intelectuales sobre la existencia de un Dios. La mente a�n no hab�a formulado sus pruebas ni sus refutaciones. La tendencia de los gustos e instintos depravados era pr�cticamente ignorar a una Deidad espiritual y poner una confianza precipitada en los seres inferiores o en los agentes intermedios. Las demostraciones que Dios dio de su supremac�a, a Israel en Egipto, fueron demostraciones dirigidas a su experiencia pr�ctica. Hab�an sido esclavos. Hab�an soportado durante mucho tiempo una opresi�n aplastante. Se redujeron a una condici�n de debilidad abyecta y dependiente. �Por qui�n hab�an sido rescatados del agarre gigante de Fara�n? �Por qui�n? �No por ning�n campe�n angelical, ni por ninguno de los �dolos de la tierra! �Obviamente, y sin lugar a dudas, hab�an sido recuperados a la libertad y a la vida nacional por el brazo de Jehov� y por nadie m�s! Su nueva condici�n era la prueba manifiesta de que Dios reinaba y que hab�a triunfado gloriosamente. La unidad y supremac�a del Dios verdadero se estableci� sobre una base s�lida. Esta verdad cardinal brill� sobre la naci�n con el claro resplandor del mediod�a. Si se sab�a algo, se sab�a que Jehov� era el monarca absoluto: Dios de los dioses y Se�or de los se�ores. De esta gran verdad, Israel fue testigo de todas las naciones de la tierra.

II LA FE DE ISRAEL EN DIOS FUE ALGUNA VEZ QUE SE PUSO SEVERAS PRUEBAS POR LOS PRETEXTOS DE LOS DIVINERS. El sue�o de los fan�ticos a veces se verificar�a. Las artes de los nigromantes a veces tendr�an �xito. Los motivos b�sicos de ganancia y renombre mantendr�an vivas estas actividades. Los �xitos enga�osos pueden haber sido coincidencias afortunadas. Es posible que Dios los haya permitido especialmente con fines sabios y pr�cticos. Sirvieron como prueba para la fe de Israel. La fe nunca puesta a prueba pronto perder�a su tono y fibra. Dado que la predicci�n de un adivino encontr� satisfacci�n, �era este motivo suficiente para romper su lealtad a Jehov�? �Alguna raz�n para reconocer el poder de un dios �dolo? Concediendo que se podr�a decir algo en nombre de las inteligencias intermedias, agentes y sirvientes del Alt�simo, �garantizaba esto su ofrecimiento a tales honores, que eran prerrogativa exclusiva de Jehov�? �No hab�a Jehov� solo los redimi� de la miseria egipcia y los condujo por el desierto? �Y no requer�a cada impulso de gratitud, y cada principio de raz�n, que solo Jehov� fuera adorado? Estos artificios de adivinos servir�an para poner a prueba su fe, y (si la fe era s�lida) para reforzarla y fortalecerla. Por esto, deber�an haberse regocijado enormemente, porque la "prueba de su fe, m�s preciosa que el oro, aunque fue probada por fuego, puede parecer alabanza, honor y gloria".

III. QUE DIOS HAB�A NOMBRADO A ISRAEL PARA SER SU EJECUTIVO DE TODOS LOS IDOLADORES, El �nico motivo razonable por el cual los hebreos pod�an reivindicar su posesi�n de Cana�n era que las idolatr�as de los cananeos los hab�an convertido en una plaga y una maldici�n sobre el mundo. Y si ahora los conquistadores ceden a los h�bitos y vicios de los conquistados, la raz�n y el derecho requerir�n que ellos tambi�n sean desplazados. La n�mesis del exterminio hab�a ca�do sobre los habitantes de Cana�n, no porque fueran cananeos, sino porque eran id�latras. Abraham hab�a sido llamado a salir de Charran, y recibi� la promesa de Cana�n, de que podr�a ser un testigo vivo y leal de Dios. Y la misi�n especial de la posteridad de Abraham era erradicar la idolatr�a y levantar en alto la bandera de Jehov�. Para hacer esto efectivamente, no se debe tolerar ninguna connivencia con lo maldito. Si el agente luminoso empleado para arrojar luz hace alianza con el elemento de oscuridad, su misi�n se termina: no sirve para nada. Por lo tanto, para que los hebreos puedan mantener viva la l�mpara de la verdad celestial, deben quemar aceite puro. El crecimiento maligno debe ser cortado de ra�z. La terrible enfermedad debe ser revisada en su primer s�ntoma. Si van a continuar "el anfitri�n sacramental de los elegidos de Dios", ning�n enemigo secreto debe estar oculto en el campamento. El decreto hab�a salido: "�La idolatr�a cesar�!" e Israel hab�a sido comisionado para ejecutar ese decreto.

IV. LA LEALTAD DE ISRAEL A DIOS REQUERI� LA SUBORDINACI�N DE TODAS LAS OTRAS CORRECCIONES Y RECLAMACIONES. Los ligamentos de la relaci�n sangu�nea son fuertes, queridos como la vida misma. Los lazos de amistad y de amor conyugal son tiernos y sagrados. Ning�n idioma puede exponerlos adecuadamente. Sin embargo, Dios tiene un reclamo previo. Su voluntad previene cualquier otra obligaci�n. El amor que se le debe supera todos los l�mites, absorbe cualquier otro afecto. "Con todo el coraz�n, el alma, la mente y la fuerza", ese amor hacia �l, si es adecuado, debe serlo. Y esta obligaci�n de amor superior e incomparable a veces requerir� la abnegaci�n m�s dolorosa: la amputaci�n de una mano derecha, el sacrificio del ojo derecho. La demanda hecha a los jud�os de matar a una esposa o un hijo, si era adicta a la idolatr�a, era una demanda repleta de una severidad terrible; Sin embargo, nadie puede cuestionar su justicia. Y si as� se entiende claramente la voluntad de Dios, la inclinaci�n natural debe ceder a la obediencia obediente. Dijo el Hijo inmaculado: "Siempre hago las cosas que le agradan".

V. QUE EL H�BITO DE LA IDOLATR�A DEBE SER ARROJADO, AUNQUE PUEDA REQUERIR LAS MEDIDAS M�S DR�STICAS.

1. Se requiri� investigaci�n de b�squeda (vers�culo 14). Deb�an indagar, indagar "diligentemente", buscar en el meollo del asunto. Ser�a un crimen, s�, un asesinato, si actuaran judicialmente por mero rumor o por prejuicios malvados. Los esfuerzos m�s importantes para alcanzar los hechos fueron necesarios en inter�s de la verdad y la humanidad. La certeza del hecho debe preceder a cualquier sentencia de destrucci�n.

2. Los efectos peligrosos de la influencia del mal (vers�culo 13). Ciertos hombres de Belial pueden llevar a la rebeli�n a los habitantes de toda una ciudad. Algunos hombres de fuerte voluntad anti ingenio ingenioso est�n bien adaptados para liderar a sus semejantes; y los hombres de juicio d�bil siguen f�cilmente. Ambas clases erran. Los hombres de partes superiores son altamente responsables de usar sus poderes como talentos encomendados por Dios; y aquellos que poseen menor capacidad est�n obligados a examinar por s� mismos y suspender la acci�n hasta que el juicio sea convencido.

3. Donde se demostr� claramente la idolatr�a, se impuso el castigo m�s completo. Toda la naci�n hebrea se convirti� inmediatamente en soldados, y fueron convocados para asaltar esa ciudad sinverg�enza. El cuerpo pol�tico deb�a reunir en un punto toda su fuerza justa y expulsar ese mal extra�o de en medio, deb�a mostrarse la misericordia de la vida; no se deb�a salvar la vida. Ni un cordero en el reba�o deb�a escapar; ni una onza de bot�n deb�a ser recolectado. Los ejecutores de la venganza de Dios deben estar por encima de toda sospecha de inter�s ego�sta y s�rdido. Ninguna ganancia material debe devengarse a ellos. Las ruinas carbonizadas y ennegrecidas de esa ciudad iban a ser un monumento para siempre de la severidad justa de Jehov�.

VI. QUE EL DISE�O DEL CASTIGO ES EL BIEN MORAL DE LOS SOBREVIVIENTES. (Vers�culos 5, 11, 17.) El efecto anticipado fue este: "Todo Israel oir�, y temer�, y no cometer� tal maldad". Por el lado de Dios, el resultado ser�a que �l "se volver�a y les mostrar�a misericordia, y multiplicar�a" sus n�meros. Muy claramente se anunci� que esta acci�n judicial era la acci�n de Dios, que los hebreos justos y obedientes eran los oficiales de Jehov�. En vista de los magn�ficos resultados sobre toda la naci�n, s�, sobre el mundo, este grave desastre podr�a ser soportado con paciencia. Perdonar la vida de estos rebeldes, y aun as� conservar el favor de Jehov�, era una imposibilidad absoluta. Se exigi� una elecci�n severa. El remedio fue doloroso, pero el efecto anticipado fue precioso. La sonrisa de Dios y la elevaci�n moral de la naci�n fueron los frutos pr�cticos. En estos resultados benignos, los sobrevivientes tendr�an una gran ocasi�n de alegr�a agradecida. La destrucci�n de los pecadores es una luz de faro, a la que tambi�n debemos prestar atenci�n.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Deuteronomy 13". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/deuteronomy-13.html. 1897.
 
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