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Bible Commentaries
Deuteronomio 14

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-29

EXPOSICI�N

HEATHEN ADUANAS DE DOLOR PARA EVITARSE. NO HAY COSAS ABOMINABLES QUE SE DEBEN COMER. CARNES LIMPIAS Y SIN LIMPIEZA. Diezmos.

Deuteronomio 14:1

Israel, como el pueblo de Dios, elegido por �l para ser sus hijos por adopci�n, no solo debe abstenerse de la idolatr�a, sino tambi�n evitar todos los usos y pr�cticas paganos, como los relacionados con el duelo por los muertos y los relacionados con el uso. de comida.

Deuteronomio 14:1

Sois hijos de Jehov� vuestro Dios (cf. �xodo 4:22, etc.). Como sus hijos, les correspond�a evitar todo lo que fuera ofensivo para �l o indicara desconfianza en �l. No se cortar�n, etc. (cf. Lev�tico 19:28; Deuteronomio 21:5; Jeremias 16:6; Jeremias 48:36, Jeremias 48:37; Ezequiel 7:18; Ezequiel 27:31). ("Ex hac opinion sunt ilia varia et detestabilia genere lugendi, paedores, muliebres lacerationes genarum, pectoris, feminum, capitis percussiones". Cicero, 'Tusc. Quaest.,' 3.26; ver tambi�n 'De Legibus,' 2.25.)

Deuteronomio 14:2

(Cf. Deuteronomio 7:6.) La raz�n asignada aqu� es una expansi�n enf�tica de la declaraci�n en Deuteronomio 14:1.

Deuteronomio 14:3

Cualquier cosa abominable. Cualquier abominaci�n, es decir, cualquier cosa que sea una abominaci�n para el Se�or, que haya sido por �l declarada inmunda y prohibida; "Todo lo que he puesto lejos de ti (es decir, hecho para ser abominable para ti)" (Targum Jonath.). "Toda criatura de Dios es buena" y "no hay nada inmundo en s� mismo" ( 1 Timoteo 4:4; Romanos 14:14); "pero por ordenanza de Dios, ciertas criaturas, carnes y bebidas se hicieron inmundas para los jud�os ... y esto les ense�� la santidad al abstenerse de la comuni�n impura con los imp�os" (Ainsworth).

Deuteronomio 14:4

Las regulaciones aqu� relativas a los alimentos, y los animales cuyo uso est� prohibido, son sustancialmente los mismos que en Lev�tico 2:1. Sin embargo, hay algunas diferencias entre las dos cuentas que pueden notarse.

1. En Deuteronomio, los mam�feros que se pueden utilizar para la alimentaci�n se especifican de manera variada y se describen por la caracter�stica general de la clase; en Lev�tico, solo se da la �ltima descripci�n.

2. En la lista de aves que no se pueden comer, el raah (claro) se menciona en Deuteronomio, pero no en Lev�tico; y el p�jaro que en uno se llama da'ah, en el otro se llama dayyah (buitre).

3. La clase de reptiles que se describe cuidadosamente en Lev�tico se omite por completo en Deuteronomio.

4. Los insectos alados est�n prohibidos sin excepci�n en Deuteronomio; en Lev�tico, se except�an la langosta y ciertos otros insectos del mismo tipo.

5. Aparecen algunas peque�as diferencias en el orden de enumeraci�n.

Deuteronomio 14:5

El ciervo; ayyal (??????), probablemente el gamo, o ciervo en general. El corzo; tsebi (?????), la gacela (Gazella Arabica). El gamo; yachmur (???????), el corzo. La cabra salvaje; akko (??????), el �bice. El pygarg; Dishon (????????), una especie de ant�lope, probablemente la Gazella Dorcas. El buey salvaje; the'o (?????), probablemente el bubale, o vaca salvaje de los �rabes (Alcephalus bubalis), una especie de ant�lope. La gamuza; zamer (?????), probablemente la oveja salvaje (Ovis Tragelaphus.)

Deuteronomio 14:13

El glede; ra'ah (?????). Esta palabra aparece solo aqu�, y algunos suponen que, por un error del copista, sustituyendo ? por ?, ha venido en lugar de ?????, como se usa en Le Deuteronomio 11:14. Pero es m�s probable, como se sugiri� anteriormente, que la da'ah de Lev�tico est� representada por la dayyah de Deuteronomio, y que, en consecuencia, la lectura de ra'ah se vuelva a llover. Esta palabra, derivada de ?????, ver, mirar, designar�a apropiadamente a un ave de gran inter�s, una de las especies de halcones. El p�jaro previsto puede ser un buitre, de los cuales ahora hay varios tipos en Palestina.

Deuteronomio 14:21

(Cf. Le Deuteronomio 17:15; �xodo 23:19; �xodo 34:26.) El extra�o que est� en tus puertas. "El extra�o incircunciso que est� en tus ciudades '(Targum), es decir," un pagano que asume que no servir� a ning�n �dolo, con el resto de los mandamientos que se ordenaron a los hijos de No�, pero no es circuncidado ni bautizado (Maim�nides, 'Issue Biah', Deuteronomio 14:1. � 7) "(Ainsworth). Extranjero; un extranjero, uno que no reside en la tierra de Israel.

Deuteronomio 14:22-5

Se deb�a hacer un diezmo de los productos de la tierra cultivada de cada a�o; y este diezmo deb�a ser llevado al lugar que el Se�or deber�a elegir, como tambi�n la primicia de los reba�os y las manadas; y all� deb�a participar una comida de sacrificio, para que Israel aprendiera a temer a Jehov� su Dios siempre, vener�ndolo como su Gobernante y regocij�ndose en �l como el Dador de todo bien.

Deuteronomio 14:22

Tu semilla "Semilla" aqu� se refiere tanto a las plantas como a lo que se obtiene de la semilla (cf. Jeremias 2:21; Ezequiel 17:5, Ezequiel 17:6). La referencia es al segundo diezmo del festival, que era exclusivamente de verduras.

Deuteronomio 14:24

En la tierra de Cana�n, dado que la gente se dispersar�a por un amplio tramo, podr�a ocurrir que el lugar que el Se�or eligiera estuviera a una distancia tan grande de la residencia habitual de muchos que observar este mandato les resultar�a muy dif�cil. , si no imposible. Para cumplir con esto, por lo tanto, se promulg� que el diezmo podr�a ser conmutado en dinero, y con esto se podr�an comprar las cosas necesarias para las comidas de sacrificio en el santuario.

Deuteronomio 14:26

Bebida fuerte; shecar (??????). "Cualquier bebida que pueda embriagarse, ya sea que est� hecha de grano, o el jugo de manzanas, o cuando la miel se hierva en una poci�n dulce y b�rbara, o el fruto de la palma [d�tiles], se expresa en licor, y el m�s opaco el agua es coloreada por las frutas preparadas "(Jerome, 'De Vit. Cler.').

Deuteronomio 14:28, Deuteronomio 14:29

Cada tercer a�o, todo el diezmo de los productos del a�o deb�a ser apartado, no para ser llevado al santuario para ser comido ante el Se�or, sino como una porci�n en sus ciudades para el levita, el extra�o, la viuda y el hu�rfano. . El final de tres a�os; es decir, cuando el tercer a�o expir�, en consecuencia, en el �ltimo a�o del trienio ( Deuteronomio 26:12); tal como "el final de siete a�os" significa cada s�ptimo a�o ( Deuteronomio 15:1; Deuteronomio 31:10; Jeremias 34:14). Este no era un diezmo adicional, pero el primero se aplicaba de manera diferente; el diezmo del primer y segundo a�o deb�a ser comido delante del Se�or en el santuario; El diezmo del tercer a�o era para los pobres y necesitados.

HOMIL�TICA

Deuteronomio 14:1, Deuteronomio 14:2

El pueblo de Dios cuando la muerte est� en el hogar.

Si Dios eligi� a un pueblo para s� mismo, con la idea de plantar en el mundo una fe nueva y m�s noble, no es de extra�ar si har�a que la gente le agregara una vida nueva y m�s elevada. Pero para que la vida sea m�s elevada en alg�n sentido que pueda ser aceptable para Jehov�, debe ser una basada en la nueva fe y manifestarse a los dem�s en un nuevo comportamiento, es decir, debe ser una vida tanto externa como interna. Pero si las personas reci�n est�n saliendo de una condici�n semi-b�rbara, no es improbable que tengan que ser tratadas mientras tratamos con ni�os. Primero les damos reglas t�cnicas, y luego tienen que aprender las razones. Posiblemente, a medida que el ni�o crece y va m�s all� de las reglas que lo unieron una vez, puede sonre�rles o, m�s bien, a la infantilidad que los necesit� en a�os anteriores; mientras que al mismo tiempo, o en cualquier caso, deber�a sentirse agradecido con aquellos que se inclinaron para ense�arle a fin de poder comprenderlos.

En este cap�tulo, tenemos varias ilustraciones del trato de Dios con Israel. Ahora tomamos el de los dos primeros versos. Es bien sabido que las naciones paganas fueron muy violentas en sus muestras de dolor por sus muertos, desgarr�ndose el pelo, cort�ndose la cara, golpe�ndose el pecho, etc. mientras que el corte de la carne tambi�n fue sometido en honor a sus dioses (ver Exposici�n, en la loc.). Ahora, era de gran importancia darle a Israel que entendiera cu�n enteramente iban a ser del Se�or, cu�n completamente �l era de ellos, y c�mo la relaci�n mutua bendecida cambi� el aspecto mismo de esa tristeza familiar frecuente y segura: la muerte. No tenemos aqu� una apertura completa de eso, pero apenas hay lugar para dudar de que formara una parte muy importante de la ense�anza hebrea; el hecho de que todos estos ritos paganos y org�as sobre los muertos estuvieran completamente prohibidos seguramente llevar�a a muchos, especialmente a los j�venes, a preguntar por la raz�n de tal prohibici�n. Y cuando recordamos cu�n cuidadosa fue la preparaci�n para enfrentar la curiosidad de la infancia en otros asuntos, no podemos imaginar que esto fuera una excepci�n a la regla general. La prohibici�n de las viejas costumbres despejar�a el camino para ense�ar una nueva doctrina. Y, tal como se aplicaba a Israel en la antig�edad, se pueden afirmar y mantener las siguientes seis posiciones.

1. Deb�an ser un pueblo separado para el Se�or su Dios, no solo en todas las relaciones variadas de la vida, sino tambi�n en presencia de la muerte.

2. Las viejas costumbres de las naciones vecinas, a la muerte de sus amigos, deb�an ser eliminadas, como un signo del diferente significado y aspecto de la muerte, para el pueblo del Se�or.

3. Este aspecto cambiado de la muerte se debe a su bendita relaci�n con Dios y a la bendita relaci�n de Dios con ellos.

4. Esta relaci�n implic� y asegur� a Israel la vida continua de sus santos muertos en Dios. Seguramente era apenas posible para ellos pensar en Enoc, No�, Abraham, como extintos. Es cierto que la luz sobre la vida invisible en la tumba era tenue, y la penumbra de la tumba era profunda. Pero a�n as�, estaba muy lejos de tener al respecto la desesperanza que marc� el mundo pagano.

5. Porque, extendi�ndose lejos en el futuro, hab�a la esperanza de una resurrecci�n en el �ltimo d�a. Esto estuvo involucrado en las palabras de Dios a Mois�s: "Yo soy el Dios de Abraham", etc. Muchos, tal vez la masa, de la gente podr�an no ver eso. Pero nuestro Se�or nos asegura que la doctrina est� envuelta all�.

6. En consecuencia, no hab�a raz�n para justificar un lamento desafortunado y sin esperanza en presencia de la muerte. De donde nos sugiere nuestro tema de meditaci�n:

HAB�A QUE SER UNA GRAN DIFERENCIA ENTRE LAS PERSONAS DE DIOS Y OTROS EN LA PRESENCIA DE LA MUERTE. En cierto sentido, de hecho, no hay ninguno; o, al menos, ninguno que pueda discernirse. Un evento es igual para todos, incluso para los justos y los malvados, y el caballo del buen hombre puede ser oscurecido con tanta frecuencia por "la sombra de la muerte" como el de otro que no teme a Dios. Pero a�n as�, cuando llega la muerte, puede haber una gran diferencia entre los que son hijos de Dios y los que no lo son, especialmente cuando el difunto es miembro de "toda la familia en el cielo y en la tierra" ( y tales casos solo observamos en esta Homil�a). Cuando el expositor cristiano est� abriendo el principio contenido en estos vers�culos, puede hacerlo desde un punto de vista mucho m�s elevado que el que se limita a la ense�anza del Antiguo Testamento. Algunas l�neas principales de pensamiento como las siguientes ser�n el desarrollo cristiano de los principios establecidos hace tanto tiempo.

1. Existe una relaci�n bendecida entre Dios y su pueblo. Se inicia en el nuevo nacimiento por el Esp�ritu Santo. Aquellos as� nacidos de nuevo son hijos de Dios, no solo bajo un pacto nacional, como compartiendo un privilegio com�n, sino como tra�dos a un pacto personal a trav�s de la impartici�n de una nueva vida. La marca de este nuevo nacimiento es la recepci�n salvadora de Cristo por la fe, y su efecto es transferir a los hombres de la regi�n de la oscuridad a la de la luz, "del poder de Satan�s a Dios", y de ser sujetos de un reino, para ser ciudadanos en la ciudad de Dios e hijos en la familia de Dios: "conciudadanos de los santos y de la familia de Dios".

2. Esta bendita relaci�n est� sellada y asegurada por "la sangre del pacto eterno". Son redimidos con la "preciosa sangre de Cristo".

3. Es ratificado por la resurrecci�n de Jesucristo. �l es el primog�nito de entre los muertos y ha "abierto el reino de los cielos a todos los creyentes".

4. Esta relaci�n bendita contin�a sin ser molestada por el accidente de la muerte. "Cristo muri� por nosotros, que tanto si nos despertamos como si dormimos, deber�amos vivir juntos con �l". "Si vivimos o morimos, somos del Se�or". "Cristo muri�, resucit� y resucit� para ser el Se�or de los muertos y de los vivos".

5. La resurrecci�n de la propia voluntad de Cristo seguramente seguir� a la suya como la cosecha sigue a las primicias. "Ahora Cristo resucit� de los muertos y se convirti� en las primicias de los que durmieron".

6. El ap�stol Pablo nos presenta las caracter�sticas distintivas de la resurrecci�n del cuerpo en 1 Corintios 15:1. De estos hay cuatro.

(1) Que el cuerpo, como la semilla, debe ser enterrado antes de que pueda levantarse nuevamente,

(2) Que el cuerpo sembrado no es el cuerpo que ser�.

(3) Que para cada semilla hay su propio cuerpo,

(4) Que la relaci�n o conexi�n precisa entre el cuerpo que se siembra y el cuerpo que se levantar� es un secreto en la mente de Dios. "Dios le da un cuerpo como le ha agradado". Estas cosas las sabemos: no sabemos m�s. Si dejamos que nuestras afirmaciones vayan m�s all� de las declaraciones de la Escritura, nos sumergiremos en dificultades inextricables e incluso arriesgaremos el cr�dito de la Escritura, ya que muchos pensar�n que, al deshacerse de nuestras afirmaciones, destruyen la ense�anza del Libro. . Al limitarnos a los cuatro puntos nombrados por Pablo en su gran argumento, nos mantendremos firmes en un terreno que ser� firme y que nunca podr� ser invadido. Ninguna ciencia f�sica puede afirmar o negar uno u otro. Nunca vivi�, nunca vivir�, el hombre que por razones cient�ficas puede debilitar a cualquiera de ellos. Nuestra fe santa y gloriosa est� m�s all� de tal alcance.

7. Por lo tanto, la raz�n para evitar la tristeza desesperada del mundo pagano es incluso mucho m�s profunda y fuerte de lo que fue bajo Mois�s. Si Israel no se entristeciera como aquellos sin esperanza cuando ten�an la seguridad: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob", �cu�nto menos deber�amos, cuando la tierra ha visto las primicias de los grandes resurrecci�n de la muerte! �Cu�nta luz es arrojada por la gracia y el amor de Cristo a los portales de la tumba, y qu� calma sagrada e interminable puede impregnar la c�mara de la muerte si nuestro Se�or est� con nosotros all�! S�, no hay muerte real para el creyente. "Nuestro Salvador Jesucristo ha abolido la muerte". �l ha dicho: "Si un hombre guarda mis dichos, nunca saborear� la muerte". Entonces bien podemos bendecir a nuestro Dios que, en medio de las escenas cambiantes de la tierra, nos encontramos en un terreno que nunca podr� ser sacudido. Surge la luz en la oscuridad.

"Con alegr�a decimos la edad de burla,

El que estaba muerto dej� su tumba;

�l vive por encima de su ira m�xima,

Y estamos esperando hasta que �l venga ".

Deuteronomio 14:3

El pueblo de Dios en su propia mesa.

Por m�s lejos que parezca que estas regulaciones m�nimas sean al principio temas apropiados para la ense�anza homil�tica, un estudio m�s detallado de ellas puede mostrar que contienen una cantidad de instrucci�n que no podr�amos permitirnos perder. Hay dos principios, que no se mencionan con poca frecuencia, que deben aplicarse a este y otros cap�tulos que contienen regulaciones que pueden ser completamente innecesarias ahora. Una es que las asociaciones del mal pueden hacer que una costumbre perjudicial sea en s� misma inofensiva; otro, que las grandes razones subyacentes a las peque�as acciones pueden elevar la acci�n a la altura de la raz�n que la provoc�. Si, de hecho, hubiera algunas de estas instrucciones minuciosas para las cuales ahora no vemos ninguna raz�n, no ser�a un gran impuesto para la comprensi�n de uno, si se nos pidiera que le demos cr�dito a un legislador tan grande como Mois�s por haber tenido una buena raz�n para ellos, aunque puede no estar vigente en este momento. A�n as�, no estamos del todo en la oscuridad en cuanto a algunas razones que podr�an ser de gran peso para la observancia de la distinci�n entre carnes limpias e impuras. Trapp sugiere como razones:

(1) que puedan reconocer la mano de Dios en el suministro y la ley de Dios en el uso de sus carnes;

(2) que podr�a haber una distinci�n entre ellos y otros pueblos:

(3) que se les podr�a ense�ar a estudiar la pureza. El Dr. Jameson sugiere tambi�n razones sanitarias. Nos aventurar�amos a incluir estos, junto con otros, bajo siete cabezas.

1. Los israelitas eran hijos del Se�or su Dios, y esa relaci�n especial deb�a mostrarse en la regulaci�n sobria, pura y devota de las diversas costumbres en la mesa familiar.

2. Deb�a haber una separaci�n entre ellos y otras naciones; y apenas se pudo encontrar una barrera m�s efectiva para el coito que una que hiciera casi imposible la asociaci�n en la misma mesa.

3. Deb�an aprender que incluso el negocio com�n de comer deb�a regirse por leyes sagradas.

4. As�, por minuto obediencia al precepto, deb�an ser adoctrinados en los principios de santidad.

5. Su junta social deb�a ser una protesta permanente contra las costumbres id�latras; y tambi�n.

6. Una reprensi�n perpetua de la impureza y de cualquier violaci�n del derecho sanitario. Que nadie, entonces, piense en esta distinci�n entre carnes limpias e impuras como algo insignificante. Nada insignificante que ayude en la educaci�n de las almas para Dios.

7. Cuando, adem�s, miramos el d�cimo cap�tulo de los Hechos de los Ap�stoles, no podemos dejar de considerar estas regulaciones como tambi�n simb�licas. Esta distinci�n en los �rdenes inferiores de creaci�n 'entre limpio e inmundo, simbolizaba la diferencia entre Israel y las naciones de las que deb�an disociarse. La masa de la gente puede no haber comprendido esto. Poco a poco fueron conducidos a comprender la doctrina por medio de la obediencia al precepto.

Pero, se puede preguntar, "�Qu� tiene todo esto que ver con los cristianos ahora?" Respondemos: "Poco o nada, en lo que respecta a estos detalles especiales, pero mucho en todos los sentidos, en lo que respecta a los principios que subyacen a estos detalles". Que, en lo que respecta a los detalles, la Ley se elimina, se entiende. El significado simb�lico ya no est� vigente, por lo tanto, el s�mbolo ya no es necesario. Del yugo de estas formas estamos emancipados (cf. Hechos 10:1 .; 1 Corintios 10:24; Romanos 14:1 .; 1 Timoteo 4:3) . Pero a�n as�, hay una analog�a, de la cual nos har�a perder la vista, entre la posici�n de Israel entonces y el deber del Israel de Dios ahora. Supongamos ahora que nos preguntan: "�De qu� manera nos ense�a el Evangelio el deber del pueblo de Dios en su propia mesa familiar?" Podr�amos sugerir seis o siete l�neas de pensamiento consecutivas.

I. El cristiano debe ser, en esp�ritu, tan distinto del mundo como lo fue Israel de las naciones alrededor. No se pretende con esto que, en los �mbitos ordinarios de la vida, un cristiano no pueda actuar con hombres imp�os; porque en tal caso, como ense�a Pablo, debe salir del mundo para liberarse de ellos (cf. 1 Corintios 5:1). Pero en su propia asociaci�n voluntaria, no debe ser "unido en yugo desigual con los no creyentes"; el mandato del evangelio es: "Sal de entre ellos, y s� separado, y no toques lo inmundo".

II El cristiano, siendo un hombre redimido, por el hecho de que la redenci�n es reclamada solo por Cristo. "Ustedes son comprados por un precio; por lo tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su esp�ritu, que son de Dios". "Somos del Se�or". Nuestro cuerpo, alma y esp�ritu son completamente suyos. El reclamo de Jesucristo sobre nosotros es que �l gobernar� a todos nosotros, siempre y en todas partes.

III. Por lo tanto, la lealtad a Cristo, y la conservaci�n de toda nuestra vida para �l, es regular cada detalle de nuestra vida, trabajo, caminata y conversaci�n. Entonces el ap�stol se muestra en Romanos 14:1. que, p. En el peque�o asunto de "comer hierbas", el Se�or�o de Cristo ser� el regulador supremo de la convicci�n religiosa.

IV. En ninguna parte es tan escrupuloso la lealtad para ser m�s exactos que en la regulaci�n de nuestra propia tabla. Es en su propia junta que algunos se esfuerzan por hacer la mejor exhibici�n, o mimar sus cuerpos con una superabundancia de lujos. Pero tanto "el deseo de la carne" como el "orgullo de la vida" se declaran "no del Padre, sino del mundo". Por lo tanto, no pueden tener lugar en la vida hogare�a de un creyente constante.

V. Un hombre cristiano est� obligado, no solo por el bien de Cristo, sino por el bien de su familia, a cultivar solo aquellas asociaciones que ayuden a hacer o mantener la pureza, la piedad y la elevaci�n cristiana de su hogar. Si busca las asociaciones de los ricos o grandes, independientemente de sus puntos de vista o h�bitos religiosos, est� exponiendo su propia consistencia y la riqueza de sus hijos a un riesgo muy grave.

VI. Toda la preocupaci�n de comer y beber debe ser regulada por el principio cristiano. Sin duda con muchos, sin pensar en el asunto, el sentimiento de sonido y el sentido com�n evitan que se equivoquen mucho, y tal vez incluso se equivoquen en absoluto. A�n as�, la forma m�s segura de mantenerse en lo correcto en las peque�as cosas es reconocer plena y claramente el motivo verdadero y apropiado que deber�a impulsar, incluso en las trivialidades de la vida.

VII. As� tambi�n puede ser que el principio alto y santo pueda llevar a un creyente, sin establecer una l�nea dura y r�pida para todos, a practicar la abstinencia de esto o aquello, con respecto al bienestar de los dem�s, o practicar temporadas de ayuno ocasional cuando se prepara para un servicio especial (cf. Mateo 17:21; Romanos 14:21; 1 Corintios 8:13).

VIII Hay una gran regla dada por el ap�stol Pablo, que cubre todo el terreno, apropiada para todas las ocasiones ( 1 Corintios 10:31). Al referirse a ese vers�culo, se ver� que su fuerza es la siguiente: "Encontrar� muchas ocasiones en sus caminatas por la vida en las que al principio no se le manifestar� claramente qu� curso debe adoptar. No puedo establecer reglas separadas para cada caso posible. Tome esto como una regla integral y suficiente, en todo momento y en todas partes, 'Hagan lo que hagan, hagan todo para la gloria de Dios' ". Y si decidimos hacer solo lo que m�s honrar� a Dios, y buscamos la gracia de lo alto para llevar a cabo nuestra determinaci�n, no podemos equivocarnos mucho. No seremos imprudentes, sino que "probaremos cu�l es la voluntad del Se�or". Seremos "sinceros y sin ofensa hasta el d�a de Cristo", para gloria de nuestro Se�or y Salvador.

Deuteronomio 14:22-5

Un triple cord�n; o, el uso triple de la propiedad.

Estos detalles que ocurren con tanta frecuencia con respecto al uso de la propiedad, especialmente de lo que se posee o se obtiene en forma de productos, pueden parecer onerosos. Probablemente, para nosotros, lo ser�an, pero sin embargo es un tema de inter�s perpetuo para nuestros d�as, ver cu�n tierna y amorosamente el Gran Padre entren� a su pueblo, por las minuciosas regulaciones que eran necesarias para ellos, en la pr�ctica y percepci�n de los principios que ser�an en �ltima instancia la posesi�n del mundo, principios que ser�an una fuente perpetua de alegr�a santa y benevolente. Decimos, aconsejablemente, "pr�ctica y percepci�n de principios", en lugar de "percepci�n y pr�ctica". Si bien puede parecer que la percepci�n debe ser lo primero, s�, aunque de hecho es l�gicamente anterior a la pr�ctica, cuando una raza contaminada con costumbres y tendencias paganas tiene que ser sacada de ellas, el modo seguro de lograr esto es dando reglas para poner en pr�ctica, como medida para elevarlas para valorar los principios que fueron la base de esas reglas. Ahora, en el p�rrafo que tenemos ante nosotros, tenemos "un triple cord�n" del deber con respecto al uso religioso del producto del campo. La pregunta (con la que se ha ocupado la Exposici�n) si el diezmo del tercer nombre era realmente tal, o simplemente una aplicaci�n especial del segundo, no afecta el tratamiento homil�tico del p�rrafo que tenemos ante nosotros. Aqu� se nos indica un triple uso que deb�a hacerse del producto de la tierra. La promulgaci�n, sin embargo, est� tan enmarcada como para ser un llamamiento a la religi�n y la devoci�n de la gente; no es un mero estatuto civil, ordenando que, si no se hace tal dedicaci�n, debe ser recuperable bajo pena y pena. Si un hombre no cumpl�a con su deber en estos aspectos, no hab�a una aplicaci�n obligatoria de los mismos. Fue un pecado ante el Se�or.

I. LA PRIMERA APLICACI�N DEL PRODUCTO FUE PARA EL SERVICIO DE DIOS. Aqu� se da por sentado que esto se entendi� bien (cf. Lev�tico 27:30). Por lo tanto, encontramos el precepto general en Proverbios 3:1, "Honra al Se�or con tu sustancia y con las primicias de todos tus frutos". Deb�a haber un reconocimiento agradecido de Dios como el Autor de todas sus misericordias, sin cuyo cuidado y generosidad ninguna tierra producir�a su suministro; mientras que tambi�n deb�a reconocerse a s� mismos como devotos del Se�or, y eso tan completa y completamente, que el mantenimiento de su Nombre, honor, adoraci�n y ordenanzas entre ellos, ser�a su primera y principal preocupaci�n. Este doble reconocimiento fue encontrar la pr�ctica correspondiente en la ofrenda de la primera d�cima parte de su producto para Dios. Ahora no tenemos, bajo el Nuevo Testamento, preceptos tan detallados. El atractivo de los ap�stoles es m�s bien el honor, la gratitud, el amor; mientras que en su mayor parte dan por sentado que estas emociones llevar�n a un curso digno. Tomar, p. una exhortaci�n como esta, "vean que tambi�n abundan en esta gracia ... porque conocen la gracia de nuestro Se�or Jesucristo", etc. Si el amor a Cristo se mantiene con el fervor debido, provocar� la devoci�n correspondiente; y si con tal devoci�n restrictiva, las ofrendas para y para Dios est�n reguladas, no habr� necesidad, ya que nadie tiene el derecho de decirle a ning�n hombre cu�nto debe dar a Dios. Cuando un hombre lleva a cabo en todos los aspectos el precepto, "Busca primero el reino de Dios y su justicia", que ciertamente incluir� y asegurar� que honre al Se�or con su sustancia. La fe fue "una vez entregada a los santos", es decir, de una vez por todas, para que pudieran protegerla y honrarla, y tambi�n difundirla por todo el mundo, y, sin una orden judicial muy detallada, se supone que los creyentes estar�n listos para dedicarse , coraz�n y alma, a la difusi�n del honor de su Maestro.

II UNA SEGUNDA APLICACI�N RELIGIOSA DE LA MISMA FUE PARA USO FAMILIAR Y DOM�STICO. ( Proverbios 3:22-20.) Cuando Israel subiera al lugar que el Se�or su Dios eligiera, subir�a al sacrificio religioso y al servicio. Por lo tanto, todas sus comidas familiares, entonces y all�, ser�an bautizadas con el esp�ritu religioso. Tan omnipresente ser�a la presencia y la comuni�n tan segura con el Se�or su Dios, que sus fiestas familiares en tales ocasiones ser�an consideradas como "comer delante del Se�or su Dios". Y al comer as� ante el Se�or en estas ocasiones especiales, aprender�an a santificar las alegr�as del hogar en cada ocasi�n. Entonces Proverbios 3:23 insin�a: "para que aprendas a temer siempre al Se�or tu Dios". Se les permiti� una latitud considerable de acuerdo con su distancia del lugar de reuni�n, etc. primero podr�an convertir el producto en dinero, y luego el dinero en provisi�n, y as� sucesivamente. Y podr�an comprar lo que quisieran. Porque no eran esclavos, sino hombres libres. Eran las personas amadas y felices del Se�or, y como tales deb�an regocijarse ante �l en sus fiestas familiares, en sus festividades sagradas, para que de los impulsos de alegr�a y alegr�a tan santificados entonces, pudieran darse cuenta de cu�n cerca estaba Dios para ellos, y c�mo los har�a gloriar en �l como suyo durante todo el a�o. No es posible sobrevalorar el valor de esto, incluso ahora. Por un hombre verdaderamente religioso y devoto, todos los asuntos menores de la vida son llevados a la regi�n religiosa. Y no solo tiene la libertad de disfrutar sus posesiones, cuando ha santificado las primicias para Dios, sino que tambi�n debe disfrutarlas. Dios "nos ha dado todas las cosas ricamente para disfrutar". Y cuando un hombre piadoso re�ne a su familia alrededor de �l en su mesa, con la mesa abundando en abundante provisi�n, entonces puede alegremente "comer ante el Se�or su Dios", con la plena seguridad de que tal disfrute es parte de la intenci�n Divina, y que el amor y el cuidado de Dios puedan y de hecho pongan su propio sello de regocijo sagrado y sagrado sobre el uso de cosas comunes.

II UNA TERCERA APLICACI�N RELIGIOSA DE PRODUCTOS FUE PARA EL USO Y DISFRUTE DE OTROS. ( Proverbios 3:28, Proverbios 3:29.) Si este uso especial que se recomend� por cada tercer a�o implicaba la separaci�n de un tercer diezmo, o si era una aplicaci�n trienal del segundo, es un punto cuya discusi�n pertenece a otros. Pero de cualquier manera, el principio, concebimos, es el mismo, que entendemos que es esto: "Que un hombre sea un hombre en general". Dios primero, luego a casa, luego a �l vecinos. Tal ser� el orden de su acci�n. Se deb�a tener especial cuidado con el levita (quien, por cierto, se pensaba que todos los a�os) ten�a a su cargo los arreglos religiosos, pero, adem�s de estos, cu�n amplio se abre aqu� un alcance a la bondad de un hombre y generosidad! "El extra�o, el hu�rfano y la viuda ... vendr�n, comer�n y se saciar�n". �Es esta una instancia de la dureza del juda�smo? No lo entienden quienes hablan as� de ello. Su esp�ritu era la bondad misma; porque aqu� la muestra de bondad y benevolencia hacia los pobres y los necesitados forma parte de su religi�n. �Necesitamos preguntarnos si el cristianismo ha abandonado esto? Los detalles pueden cambiar; principios, nunca! El ap�stol James dice que el ritual del Nuevo Testamento es: "Visitar a los hu�rfanos y las viudas en su aflicci�n, y mantenerse intactos del mundo". Preguntemos, en conclusi�n, �qu� parte de este triple cord�n podr�a romperse sin lesiones graves? Porque vemos aqu� que el juda�smo, en esta triple direcci�n del deber, no reconoce sino las triples relaciones de la vida humana. Estamos relacionados ante todo con nuestro Dios, a quien se debe nuestra lealtad suprema. Estamos relacionados junto a nuestro hogar, con nuestras familias y hogares, cuyos intereses y felicidad es nuestro primer negocio terrenal para promover; y luego a nuestros conciudadanos, a quienes estamos obligados a hacer el bien, donde podamos y cuando podamos. Finalmente, a fin de garantizar el cumplimiento correcto de otras obligaciones, se tiene especial cuidado en guiar a Israel con respecto al uso correcto de la propiedad. Hay singular, s�, sabidur�a sobrehumana en esto. Cuando lo que un hombre recibe y da es correcto, no es probable que est� muy equivocado en nada. La sabidur�a al agregar y dar de los contenidos del bolso es una garant�a justa de sabidur�a en otras direcciones. "El amor al dinero es la ra�z de todo mal", y en la medida en que el amor al dinero tiende a deteriorar el car�cter, su uso correcto tender� a elevarlo. Y la elevaci�n del car�cter es el signo m�s seguro de la bendici�n prometida (vers�culo 29).

HOMILIAS POR J. ORR

Deuteronomio 14:1

Autoestima en el duelo.

Las costumbres de duelo tienen importancia, como testimonio de las ideas de Dios, del valor humano y de la inmortalidad, sostenidas por quienes las practican. Los aqu� prohibidos eran degradantes en su propia naturaleza, y encarnaban la falsa idea de que Dios est� complacido con las miserias autoinfligidas de sus criaturas. Est�n condenados

I. COMO DESHONRAR AL CREADOR. Dios, el Creador del cuerpo, no puede deleitarse al verlo abusado. Esta proposici�n parece evidente. La idea mencionada anteriormente y que se encuentra en la ra�z de tantas religiones falsas, a saber. que es agradable para la Deidad ver a sus criaturas torturarse y desfigurarse, es una difamaci�n sobre el car�cter Divino. El cuerpo debe ser reverenciado como una de las obras m�s nobles de Dios. Es para ser cuidadosamente preservado y cuidado. La religi�n, con raz�n, ordena: "No te hagas da�o" ( Hechos 16:28).

II COMO INCONSISTENTE CON EL RESPETO MISMO. Hay un decoro y decoro en seres que poseen raz�n. El dolor salvaje y excesivo, que indica la ausencia de poder de autocontrol, nos baja por debajo de la dignidad de las existencias racionales. El descuido de la persona y, a�n m�s, la autolesi�n desenfrenada, en pena, engendra una ausencia similar de autoestima adecuada. Lo menos importante de todo es tal conducta excusable en aquellos que reclaman la dignidad de ser hijos de Dios. Ellos, de todos los dem�s, deben dar un ejemplo de propiedad y apariencia en el comportamiento. Son "un pueblo santo", y deben estudiar para deportarse dignamente de su alto llamado. Los sacerdotes de Baal ( 1 Reyes 18:28) se comportaron como man�acos. David y Job se comportaron como hombres religiosos ( 2 Samuel 12:20; Job 1:20, Job 1:21).

III. COMO IMPLICANDO LA AUSENCIA DE CONSOLACIONES RELIGIOSAS. Los primeros jud�os no estaban sin estos ( Hebreos 11:13, Hebreos 11:14). Nosotros en la era cristiana los tenemos a�n m�s abundantemente. Por lo tanto, no debemos sentirnos "como aquellos que no tienen esperanza" ( 1 Tesalonicenses 4:13) .� J.O.

Deuteronomio 14:3

Limpio e inmundo.

La distinci�n entre limpio e inmundo parece haber descansado:

I. SOBRE MOTIVOS NATURALES. Se basa en cierta medida en preferencias y repugnancias naturales, un �ndice, a menudo, de correlaciones m�s profundas. Instintivamente reconocemos que ciertas criaturas no son aptas para la comida. La Ley de Mois�s traz� la l�nea pr�cticamente donde los instintos no guiados de los hombres siempre la han trazado. Una lecci�n de respeto por el orden natural. En la dieta, como en los asuntos superiores, hacemos bien en seguir la gu�a de la Naturaleza, evitando violaciones de sus leyes y evitando borrar sus distinciones.

II Sobre motivos ceremoniales. La prohibici�n de comer sangre tuvo consecuencias en la regi�n de la limpieza y la impureza de los alimentos. Todos los animales que comen carne y sangre, todas las bestias y aves rapaces, fueron necesariamente excluidos. Ceremonialmente impuros, no pod�an ser limpios para quienes los com�an.

III. EN TIERRAS SIMB�LICAS. Los rasgos simb�licos observables en ciertos animales pueden haber tenido que ver con su rechazo. Podemos ver la raz�n en la exclusi�n de criaturas de h�bitos crueles y rapaces, de aquellos tambi�n en cuyas disposiciones trazamos un reflejo de los vicios humanos. Puede estar empujando el principio demasiado lejos para buscar significados rec�nditos en la masticaci�n del y (meditaci�n) y la divisi�n del casco (separaci�n de la caminata), o en la posesi�n de aletas y escamas en los peces (�rganos de avance y resistencia) . Pero una Ley impregnada de simbolismo apenas podr�a considerar tan limpia una criatura sucia y repulsiva como la cerda. La serpiente maldita, el zorro traicionero, el chacal voraz, incluso si hubieran sido aptos para la alimentaci�n en otros aspectos, apenas podr�an haber sido admitidos en este principio. Las tribus de reptiles en general, y todas las tribus de alima�as, eran igualmente inmundas por una especie de marca natural. Una lecci�n de ver en lo natural un s�mbolo de lo moral. La naturaleza es un libro de lecciones simb�lico, abierto diariamente para nuestra inspecci�n.

La distinci�n una vez ordenada e investida de significado religioso, su observancia se convirti� para los jud�os en una se�al y prueba de santidad. La lecci�n general que se ense�a es la de la santificaci�n en el uso de los alimentos. La santidad, de hecho, debe ser llevada a cada esfera y acto de la vida. Sin embargo, comer es un acto que, aunque en el lado animal est� relacionado con la parte m�s grosera de nosotros, es, en el lado espiritual, de gran importancia religiosa. Es el acto por el cual suministramos petr�leo a la llama de la vida. Tiene que ver con el mantenimiento de esas funciones vitales por las cuales estamos capacitados para glorificar a Dios en el cuerpo. Por lo tanto, hay un car�cter sagrado natural en la comida, que debe recibirse y usarse de manera sagrada. Para que pueda ser "limpio" para nosotros, debe ser "santificado por la Palabra de Dios y la oraci�n," ser "recibido con acci�n de gracias de aquellos que creen y conocen la verdad" ( 1 Timoteo 4:3). Tambi�n debe recordarse que en la esfera de la vida superior, si no en la inferior, lo limpio y lo impuro son distinciones de validez permanente. Intelecto, coraz�n, esp�ritu, etc. �los libros que leemos, la compa��a que mantenemos, los principios que asimilamos�. J.O.

Deuteronomio 14:21

Hirviendo a un ni�o en la leche de su madre.

Este precepto, repetido varias veces en la Ley ( �xodo 23:16; �xodo 34:25), puede estar relacionado con supersticiones m�gicas, pero es igualmente probable que el acto haya sido condenado como un ultraje la conexi�n subsiste naturalmente entre padres e hijos. Por lo tanto, est� relacionado con los comandos que proh�ben matar a una vaca y un ternero el mismo d�a (Le Deuteronomio 22:28), o tomar un p�jaro con sus cr�as ( Deuteronomio 22:6) , y a los preceptos que exigen una consideraci�n escrupulosa por las distinciones naturales, no sembrar un campo con semillas mezcladas, etc. (Le Deuteronomio 19:19). Sugiere-

I. EL DERECHO DE APROVECHAR LOS INSTINTOS M�S FINOS DE NUESTRA NATURALEZA. El acto prohibido aqu� dif�cilmente podr�a llamarse crueldad, el ni�o estaba muerto, pero no era natural. Argument� un estado embotado de las simpat�as. Un instinto m�s fino, vivo a la ternura de la relaci�n entre padres e hijos, lo habr�a rechazado. Es hermoso ver la antigua Ley inculcando esta delicada y rara delicadeza de los sentimientos, esta consideraci�n y simpat�a incluso por los animales muertos. La lecci�n es que se debe evitar todo lo que tender� a embotar nuestra sensibilidad moral. El acto tiene su an�logo en las relaciones superiores. No es infrecuente que el ingenio de la crueldad haya utilizado el afecto de un padre para infligir torturas m�s agudas a un ni�o; o, por el contrario, un ni�o ha sido traicionado en revelaciones que luego se usaron para da�ar al padre.

II EL DERECHO DE CONSIDERACI�N AL TRATAR DE CRIATURAS IRRACIONALES.

1. Es correcto que las criaturas irracionales sean tratadas amablemente. Y si la Ley requiere que esta delicada consideraci�n se muestre hacia los animales muertos, �cu�nto m�s nos exige que los tratemos amablemente mientras vivimos!

2. Nuestro comportamiento hacia las criaturas irracionales, como se ve arriba, reacciona sobre nosotros mismos. En ciertos casos, esto se percibe f�cilmente. La mayor�a de las personas se alejar�an de la mutilaci�n desenfrenada de un animal muerto, incluso en el deporte, y admitir�an el efecto reactivo de tal acci�n para amortiguar los instintos humanos en el que lo hizo. Pero es lo mismo con toda crueldad e insensibilidad. Se considerar� que cualquier acci�n que, en las relaciones humanas, se condenar�a como no comprensiva, si se realiza a los animales, tiene un efecto contundente en la sensibilidad del agente. El perro de un hombre es m�s para �l que un bruto. El es un amigo. Podemos llevar a nuestro comportamiento hacia las criaturas irracionales muchos de los sentimientos que nos activan en nuestras relaciones personales, y cuanto m�s lo hagamos, mejor para nosotros mismos. J.O.

Deuteronomio 14:22-5

El segundo diezmo.

Adoptamos la opini�n habitual de que el legislador est� regulando aqu� la disposici�n de lo que, en tiempos posteriores, se denomin� "el segundo diezmo". La hip�tesis de que el libro fue escrito en una fecha tard�a, cuando el regalo de los diezmos a los levitas, prescrito en N�meros 18:1; hab�a ca�do en desuso, no est� respaldado por la evidencia. La disposici�n en Deuteronomio no habr�a proporcionado ning�n apoyo digno de mencionar a los enormes establecimientos lev�ticos del per�odo post-dav�dico (1 Cr�nicas 23-27 .; 2 Cr�nicas 29:1); ni estamos preparados para admitir, lo que a menudo se supone tan convenientemente, la falta de autenticidad de estas secciones del cronista. Aprendemos-

I. QUE LA PIEDAD Y LA CARIDAD SE DEBEN PROPORCIONAR LIBREMENTE EN LA APLICACI�N DE INGRESOS. Los diezmos deb�an ser separados fiel y puntualmente como un primer cargo sobre los ingresos del jud�o. El segundo diezmo vegetal fue designado para ser consumido en fiestas en el santuario, o, en el tercer a�o, en casa. Aqu� se ense�a una lecci�n sobre el deber de las donaciones liberales, sistem�ticas y de conciencia con fines religiosos y caritativos. Los cristianos, es cierto, no est�n bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pero apenas se alegar� que, por este motivo, est�n menos obligados a la liberalidad que los jud�os. El argumento es totalmente diferente: si esto se hizo bajo la Ley, �cu�nto m�s deber�a hacerse bajo el impulso del amor a Cristo! Desafortunadamente, el deber de dar de manera sistem�tica y proporcionada es poco reconocido. A muchos cristianos les har�a sonrojarse si se sentara al final del a�o, y

(1) calcule la suma de las donaciones de su a�o a Cristo, y

(2) calcule su proporci�n con respecto a lo que se ha considerado libre para gastar en sus propias comodidades y placeres. Tampoco habr� mejoras en este asunto hasta que la donaci�n de objetos religiosos y caritativos se convierta en un punto de conciencia, y hasta que una proporci�n adecuada de los ingresos se separe para este prop�sito por adelantado. Esa proporci�n se determinar� seg�n el grado en que Dios nos haya prosperado ( 1 Corintios 16:2). Las operaciones cada vez m�s amplias de la Iglesia en el homo y en el extranjero, las afirmaciones constantemente multiplicadas de una sabia filantrop�a cristiana, hacen que las donaciones liberales sean cada vez m�s necesarias.

II QUE LA OBEDIENCIA AL ESP�RITU DE UNA LEY ES DE MAYOR IMPORTANCIA QUE LA OBEDIENCIA A SU CARTA. (Vers�culos 24-26.) Dios no es un maestro duro: cosecha donde no ha sembrado y recolecta donde no ha hecho paja ( Mateo 25:4). Es tiernamente considerado con las circunstancias de su pueblo. No les pide m�s de lo que pueden rendir. Cuando las leyes no pod�an mantenerse en la carta, se introdujeron modificaciones que hicieron posible la obediencia. Esto se ve en la adaptaci�n de las leyes de sacrificio a las circunstancias de los pobres (Le Deuteronomio 5:7, etc.), en las reglas de conmutaci�n ( Lev�tico 27:1), en la relajaci�n de la ley sobre comer carne ( Deuteronomio 12:21), en esta ley de los diezmos. Brillando a trav�s de estos cambios, es f�cil detectar el principio de que la letra de una ordenanza est� subordinada en todos los casos al esp�ritu de obediencia que se manifiesta a trav�s de ella; y que, si bien se requiere la obediencia a la carta siempre que sea posible, la voluntad, en circunstancias donde no se puede observar, ser� f�cilmente aceptada por Jehov� para el hecho.

III. QUE PROPORCION� MOTIVOS RELIGIOSOS PREDOMINADOS, Y QUE NO SE DESCONOCIEN OTROS DEBERES, EL DISFRUTAR DE LO QUE TENEMOS ES AGRADABLE A DIOS. (Vers�culos 25, 26.) La verdadera religi�n no es asc�tica. No frunce el ce�o nuestra alegr�a. Regula, pero no busca desterrar, los placeres del tablero festivo y el flujo del alma conectada con �l ( Juan 2:1; 1 Corintios 10:27; 1 Timoteo 6:18). Los servicios del santuario estaban asociados con fiestas, en las cuales, por supuesto, se esperaba que predominaran los motivos religiosos. La comida era "ante el Se�or", y los invitados inclu�an invariablemente al levita, el extra�o, el hu�rfano y la viuda. Esto le dar�a un car�cter de tono alto a la fiesta, y evitar�a el desenfreno grosero. Las festividades deben llevarse a cabo de tal manera que se pueda invocar la presencia de Dios, y pedir su bendici�n sobre todo lo que se dice y se hace.

IV. QUE EL DISFRUTE DE LO QUE TENEMOS SE MEJORA AL COMPARTIRLO CON OTROS. (Verso 29.) Esta es una verdad reconocida en toda fiesta. Pero la Ley dio un giro peculiar a la verdad cuando le pidi� al jud�o que buscara a sus invitados entre las clases que m�s lo necesitaban. El Salvador quiere que recordemos nuestro banquete con el patr�n similar ( Lucas 14:12). Cada fiesta del tipo prescrito ser�a una educaci�n invaluable de las afecciones desinteresadas en su ejercicio m�s puro. Hasta qu� punto nos hemos alejado de esta idea puede verse en las cenas r�gidas, exclusivas y ceremoniales, si bien a menudo soberbias y majestuosas, en las cenas y fiestas p�blicas de la sociedad moderna. �Qu� tipo de fiesta contribuye m�s a la felicidad? �Y no es en el cumplimiento de los deberes de un amor afectuoso que tenemos m�s derecho a esperar la bendici�n de nuestro Creador (vers�culo 29)? Cuando Jes�s hizo su gran cena, actu� seg�n su propio principio e invit� a los "pobres, los mutilados, los detenidos y los ciegos" a que se sentaran en �l ( Lucas 14:21) . � JO

HOMILIAS POR R.M. EDGAR

Deuteronomio 14:1, Deuteronomio 14:2

La tristeza es estar en santa esperanza.

Despu�s de protegerlos con tanto cuidado de toda idolatr�a, Mois�s luego les ordena a los israelitas que no imiten a las naciones paganas mutilando a s� mismos o haci�ndose calvos por los muertos. La raz�n asignada es su consagraci�n al Se�or. Debe haber habido, por lo tanto, en estas pr�cticas paganas algo profano expresado. Consideremos primero qu� fue esto, y luego procedamos a las lecciones de la prohibici�n.

I. �QU� SIGNIFIC� CORTARSE Y HACER SU CALIDAD PARA LOS MUERTOS? Implicaba manifiestamente cierto m�rito y servicio post mortem. Era similar a los sacrificios que a menudo se han presentado en relaci�n con la muerte. Fue el sacrificio de algo corto de la vida, pero valioso. Era el sacrificio de la vista, si no de la belleza, en inter�s de los muertos. Implicaba que los que quedaban pod�an hacer algo por los difuntos, y que el amor abnegado emprendi� con gusto. Por lo tanto, estas pr�cticas revelaron la desesperanza de la tristeza tal como existe en el mundo pagano, y el deseo de propiciar a la Deidad ofendida por el sufrimiento y el sacrificio comprensivo.

II LA PROHIBICI�N CONVOC� A LOS JUD�OS A HOREFUL SORROW. Los muertos deb�an ser considerados como en manos de Dios, y se le deb�a confiar absolutamente en ellos. No se deb�an intentar sacrificios post mortem, pero los casos quedaron con la impl�cita confianza del Padre siempre vivo y amable. Las "oraciones por los muertos" y las "misas por los muertos" expresan la misericordia de la esperanza humana y el temor y la duda con que los muertos quedan en manos de Dios. A Israel se le prohibi� tal enfermedad.

III. HAB�AN TENIDO EN CUENTA A MISMOS COMO CONSAGRADOS AL DIOS VIVO, Y CONSECUENTEMENTE NO DEBEN SER DESECRADOS A TRAV�S DE LA MUTILACI�N PARA LOS MUERTOS. El peligro a veces es que la gente olvide su dedicaci�n a Dios en medio de la soledad de su dolor. Los muertos absorben la atenci�n. Dios ha estado quitando "�dolos", pero los �dolos se han convertido, a trav�s de la muerte, m�s y m�s para ellos. Piensan que no se puede hacer demasiado de los muertos, por lo que se dedicar�an perpetuamente a los muertos, olvidando sus relaciones con el Dios viviente de arriba. Ahora, es esta relaci�n eterna en la que Dios insiste. Sin duda, nada puede ser mejor que recordar tristemente: "T� eres un pueblo santo para el Se�or tu Dios, y el Se�or tu Dios te ha elegido para que seas un pueblo peculiar en s� mismo, sobre todas las naciones que est�n sobre el tierra." Es justo esto lo que el duelo pretende hacer enf�tico. Dios nos reclama como suyos: no dejes que los muertos hagan marcas perpetuas sobre tus personas, como si tuvieran el derecho a tu servicio de por vida. Esto es profanaci�n en lugar de consagraci�n. El apego irracional a los muertos puede ser la negaci�n de la debida consagraci�n al Dios viviente.

IV. La consagraci�n poco com�n a Dios debe ser nuestra ideal. Israel deb�a ser un pueblo peculiar para Dios "sobre todas las naciones que est�n sobre la tierra". Todas las naciones glorifican a Dios en alg�n grado, incluso a pesar de s� mismas. Pero su propio pueblo es sabio al apuntar a una consagraci�n especial. No hay nada tan importante como el ideal m�s alto posible. Dedicado a esto, logramos algo m�s elevado y noble de lo que es posible de otra manera.

"Se�or, podemos confiar en ti por nuestros muertos santos,

Ellos, debajo de la sombra de tu tumba,

Han entrado en paz; con cabeza doblada

Te damos gracias por su descanso y por nuestra penumbra aligerada ".

R.M.E.

Deuteronomio 14:3

Un pueblo santo comer� cosas santificadas.

La regulaci�n de la dieta de los hijos de Israel fue lo m�s importante en vista de que segu�an siendo un "pueblo peculiar" para Dios. De ninguna manera la mitad de efectivos podr�an, como naci�n, mantenerse separados de otras naciones, con quienes era indeseable por motivos religiosos que deb�an asociarse. Al interceptar algunos de los animales utilizados por las naciones vecinas y paganas, el Se�or, en la medida de lo posible, evit� la asociaci�n de Israel con ellos. A esto se hab�an acostumbrado en Egipto; porque algunos de los animales que ellos, como israelitas, com�an, eran considerados sagrados por los egipcios, y en ning�n caso ser�an asesinados o comidos por ellos. Por lo tanto, los esclavos nunca se hab�an mezclado con sus capataces. Los dos r�os no se unir�an. Los cananeos y fenicios, nuevamente, com�an libremente carne que los hebreos no se atrev�an a tocar; e incluso el �rabe se comer�a animales tales como el camello, la liebre y el jerbo, todos los cuales, este �ltimo traducido como "rat�n", estaban ocultos para los hijos de Israel.

I. LA REGULACI�N DE LAS CARNES ES LA FORMA M�S IMPORTANTE DE SEPARAR UNA NACI�N DE TODAS LAS OTRAS NACIONES. Porque si la asociaci�n en la mesa es imposible, toda otra asociaci�n ser� muy superficial y relativamente inofensiva. "Nada m�s efectivo", dice el Dr. Kitto, "podr�a idearse para mantener a una persona distinta de otra. Hace que la diferencia entre ellos est� siempre presente en la mente, tocando, como lo hace, tantos puntos sociales y sociales. contacto diario; y, por lo tanto, es mucho m�s eficiente en sus resultados, como regla de distinci�n, que cualquier diferencia en la doctrina, la adoraci�n o la moral que los hombres puedan entretener. Es una repulsi�n mutua que opera continuamente; y su efecto puede estimarse a partir de hecho de que ninguna naci�n en la que una distinci�n de carnes se aplicara r�gidamente como parte de un sistema religioso, ha cambiado su religi�n ". � Y seguramente se nos ense�a la sabidur�a de los expedientes para mantener la deseable separaci�n entre la Iglesia y el mundo. Si se abandonaran todas las costumbres religiosas, y la conducta de las personas religiosas se conformara en todos los detalles a la de sus vecinos mundanos, la religi�n pronto se convertir�a en un nombre, y nada m�s. "No te conformes con este mundo, sino s� transformado por la renovaci�n de tu mente" ( Romanos 12:2).

II LA DISTINCI�N ENTRE LOS ANIMALES SIMBOLIZ� LA DISTINCI�N QUE DEBE EXISTIR ENTRE LAS PERSONAS DE DIOS Y EL MUNDO. Un excelente escritor ha sugerido que en el desarrollo individual pasamos por las etapas atribuidas al mundo org�nico en su conjunto; ni�os, por ejemplo, pasando por la etapa de "loro" o "mono". � "Naturaleza animada" parece dise�ada para reflejar la naturaleza humana, "ya sea en su maldad o en sus buenas propensiones: el hombre se encuentra en la imagen de los animales inferiores, as� como, en su lado superior, en la imagen de Dios. De conformidad con este arreglo, entonces, el jud�o fue entrenado para considerar ciertos animales como limpios y comestibles, mientras que otros eran inmundos y prohibidos. Hacia la clase de la que fue sacado, de la otra fue repelido. Ahora, en los animales limpios se puede descubrir ciertas buenas cualidades, que los hacen encajar en las ilustraciones de la moralidad que se espera de un israelita. Por ejemplo, la caracter�stica de la rumia, que pertenec�a a los animales limpios, era un tipo adecuado de esa consideraci�n y meditaci�n tranquila que deber�a caracterizar al pueblo de Dios. Una vez m�s, la firmeza caracteriza a los animales con la pezu�a hendida, que simboliza la firmeza del car�cter religioso. La velocidad y la limpieza tambi�n caracterizan a los peces que se consideraron limpios.

Por otro lado, las bestias inmundas, los p�jaros y los peces ilustran con gran fuerza el esp�ritu lujurioso, ego�sta e impuro que caracteriza al hombre no regenerado. Por lo tanto, no solo la distinci�n entre los animales asegur� la separaci�n nacional deseada, sino tambi�n esa perspectiva po�tica sobre la naturaleza que descubre en ella una gran par�bola para el alma. � Por lo tanto, Emerson dice: "Toda criatura racional tiene toda la naturaleza para su dote y propiedad. Es suya, si lo desea, puede deshacerse de ella; puede arrastrarse a un rinc�n y abdicar de su reino, como la mayor�a de los hombres, pero �l tiene derecho al mundo por su constituci�n. En proporci�n a la energ�a de su pensamiento y voluntad, �l toma el mundo para s� mismo ". �Qu� riqueza de pensamiento se le otorga al alma pensativa!

III. Aquello que muri� de s� mismo tambi�n fue excluido de la dieta de Israel. En tal caso, no hab�a garant�a de que la sangre hubiera sido drenada adecuadamente del cad�ver, y que el elemento expiatorio hubiera sido eliminado solemnemente. De hecho, en tales casos no existe el sacrificio de la vida que hemos visto obtener en el sustento normal del mundo. En consecuencia, el pueblo de Dios debe evitar todo contacto con la muerte y mantenerse puro con �l. Y este acuerdo seguramente simboliza esa vigilancia sobre nuestro contacto con el mundo, que deber�a caracterizar a todos los profesores de religi�n. Debemos "mantener nuestras prendas intactas del mundo", debemos incluso en ciertos momentos cr�ticos "dejar que los muertos entierren a sus muertos" y negarnos a nosotros mismos esa relaci�n con los muertos espiritualmente que de otra manera podr�an ser m�s apropiados.

IV. Un ni�o no deb�a ser visto en la leche de su madre. Una cita de un viejo escritor mejorar� mejor este mandamiento. "Este no es el significado de la orden, cont�ntate a ti mismo para comer al ni�o, pero ten cuidado de que no comas tambi�n la presa; tampoco es este el significado de la misma, no vas a atrapar carne con leche, como lo parafrasea el califa paral�tico. ; tampoco es este el significado de esto, ten cuidado de que no veas al ni�o en la leche materna, como lo exponen los jud�os supersticiosos en este d�a; no ver�n la carne y la leche en una olla, ni cortar�n la carne ni la carne. queso con un cuchillo; y entre los preceptos que han escrito sobre las cosas que se pueden comer legalmente, proh�ben comer carne y leche juntas; pero el significado del lugar parece ser esto, no comer�s de un ni�o a partir de un cordero (porque as� lo traduce la LXX.) siempre y cuando succione la presa, durante todo este tiempo es como si fuera solo leche; podr�an sacrificarlo cuando ten�a solo ocho d�as, pero no comerlo as� mientras estaba chupando ( 1 Samuel 7:9). 'Samuel tom� un cordero y chup� y ofreci�' ". formar un ap�ndice ceremonial del sexto mandamiento, y ense�ar�a esa abstinencia de la apariencia de crueldad que deber�a caracterizar al pueblo del Se�or. Al aceptar la generosidad de Dios en materia de carne, se debe tener cuidado de que no se practique o aliente la crueldad antinatural.

As�, a los santificados se les ense�a a mantenerse separados del mundo, a considerar la naturaleza como una gran par�bola para el alma, y ??a comportarse con ese esp�ritu considerado que debe caracterizar a los disc�pulos de Jes�s. � R.M.E.

Deuteronomio 14:22-5

Provisi�n sistem�tica para la comuni�n con Dios.

De los arreglos sobre la dieta ordinaria, pasamos ahora a las instrucciones minuciosas sobre "comer ante Dios". Un diezmo del ma�z, el vino y el aceite, junto con las primicias de sus reba�os y manadas, deben dedicarse a los prop�sitos de la comuni�n. Es claro a partir de esto, entonces, que Dios dise�� un almacenamiento sistem�tico de la d�cima parte del ingreso jud�o con fines religiosos. Si el jud�o resid�a lejos del tabern�culo, entonces deb�a vender el diezmo y convertirlo en dinero, deb�a subir con esto al altar central, e invertir all� en lo que su alma deseara, y participar de todo antes. Dios. En esto, el levita deb�a tener su parte. M�s all� de todo esto, cada tercer a�o deb�a haber un segundo diezmo dedicado a la deleite de los pobres. Ahora, aprendemos de estos arreglos:

I. QUE LA COMUNIDAD CON DIOS ES LA CORONA DE LA VERDADERA RELIGI�N. Una fiesta con Dios, �l tomaba las mejores porciones, sus sacerdotes la siguiente mejor y el concursante alegre por el resto del sacrificio, constitu�a la gloria del ritual jud�o. Todas las ofrendas por el pecado, las ofrendas quemadas y las ofrendas de carne no ten�an valor si no estaban coronadas por la ofrenda de paz y su fiesta de comuni�n. No es de extra�ar que nuestro Se�or haga que la comuni�n sea la sustancia de la vida eterna, cuando en su oraci�n dice: "Y esta es la vida eterna, para conocerte, el �nico Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" ( Juan 17:3). Si no somos conducidos a esta relaci�n, nuestra religi�n es un nombre y no una realidad.

II LA COMUNIDAD EST� BIEN VALE CUALQUIER GASTO QUE PUEDA INVOLUCRAR. Si bien, por supuesto, es cierto que las bendiciones de Dios son gratuitas, "sin dinero y sin precio", tambi�n es cierto que un alma desali�ada caer� de la comuni�n. De hecho, la comuni�n con Dios parecer� tan valiosa que valdr� infinitamente m�s que todas nuestras posesiones, y cualquier proporci�n de estas requerida por Dios para el mantenimiento de la comuni�n parecer� un peque�o precio. Nuestra convicci�n ser� la del salmista: "La ley de tu boca es mejor para m� que miles de oro y plata".

Ahora, mientras el favor de Dios se da libremente, evidentemente debe haber algo sobre lo que �l y nosotros podamos tener comuni�n. En otras palabras, la comuni�n requiere un medio. La comuni�n significa tener algo en com�n. Cuando analizamos todo lo que tenemos, encontramos que todo es "el don de Dios". Jes�s es su regalo; El Esp�ritu Santo es su don. el dinero es su regalo; todo lo bueno es su regalo ( Santiago 1:17). Seguramente tiene todo el derecho, entonces, de decirle a su pueblo: "Debes dedicarte una parte de mis dones a los fines de la comuni�n; tengamos un diezmo en com�n; regocij�monos mutuamente como nuestros". Este fue el principio que subyace al diezmo jud�o: es el principio que subyace a toda beneficencia genuina. Solo estamos regresando a Dios con una proporci�n de lo que �l da como medio de comuni�n.

Una ofrenda de paz en el tabern�culo era un bien muy preciado. Era un animal con respecto al cual el adorador y Dios acordaron decir: "Es nuestro", y cada uno se deleitar� con �l. Era el �rgano y los medios de comuni�n. Fue un deleite para Dios y para el hombre. �Qui�n no pagar�a nada requerido por tal privilegio? El hombre es muy honrado al permitirse tal asociaci�n con Dios.

III. El sentido de comuni�n con Dios en la fiesta es la verdadera preservaci�n del hombre de la indulgencia indebida. Es notable que "vino" y "bebida fuerte" (De) podr�an incluirse en la fiesta delante de Dios. La seguridad del participante radica en el sentido de compa�erismo y su consecuente consagraci�n. As� como Pablo sostuvo despu�s que "toda criatura de Dios es buena, y no se puede rechazar nada, si se recibe con acci�n de gracias; porque es santificada por la Palabra de Dios y la oraci�n" ( 1 Timoteo 4:4, 1 Timoteo 4:5). El uso no permitido de los dones de Dios es el peligro. La reforma de la templanza har� bien en tener en cuenta este lado Divino de la cuesti�n, donde, en �ltima instancia, debe ponerse el estr�s.

IV. LA COMUNIDAD CON DIOS IMPLICA LA INVITACI�N DE OTROS A COMPARTIR LA BENDICI�N CON NOSOTROS. Nuestros hogares y los levitas ser�n part�cipes con nosotros de nuestras fiestas sagradas. Porque Dios no fomenta las satisfacciones solitarias; pero cuando nos llama a su comunidad, es en el entendimiento de que invitaremos a otros y haremos de la comunidad algo familiar. Ahora, el apoyo de los levitas deb�a ser una cuesti�n de alegr�a y privilegio religioso. Era una alegr�a abrazada en lugar de una simple deuda descargada de mal humor. Seguramente aqu� es donde se debe defender y promover el "apoyo ministerial". No es ser algo repartido, sino una fiesta de comuni�n, el llamado del ministro de Dios a compartir nuestra buena fortuna y �xito.

V. EL CUIDADO DE LOS POBRES DEBE TAMBI�N PONERSE SOBRE LA BASE DE LA COMUNIDAD. Se ha hecho una cuesti�n de derecho. Y sin duda hay un elemento noble en el hecho de que una naci�n, m�s all� de lo que los viejos moralistas llamaron deberes de la deuda, ha asumido deberes de m�rito. A�n as�, la obligaci�n nacional incorporada en las "bajas tasas" es capaz de minar una cierta cantidad de simpat�a individual. El cuidado de los pobres no es la fiesta de la alegr�a y el compa�erismo. Dios quiso que fuera. El sistema de tres a�os presentado bajo nuestro aviso en este pasaje fue un esfuerzo, aparentemente, para llevar a las clases solitarias y necesitadas al nivel del compa�erismo. y de alegr�a que el jud�o religioso mismo hab�a alcanzado. Fue el esfuerzo sistem�tico de alegrar a los necesitados ante Dios. Y es aqu� donde encontramos el objetivo de nuestros esfuerzos, ya sea para apoyar a un ministro, para consolar a un extra�o, o un hijo sin padre, o una viuda. Que todos sean invitados de nuestro amor, y elevados, si es posible, a nuestra luz y comuni�n con Dios. Para esto debemos luchar por siempre.

VI. AQUELLOS QUE HONRARON A DIOS SER�N BENDECIDOS Y HONRADOS POR �L. No, por supuesto, esa beneficencia sistem�tica deber�a ser en ning�n sentido una especulaci�n. No es beneficencia si es una inversi�n ego�sta. Pero al mismo tiempo, Dios bendice el sistema que reconoce la obligaci�n hacia �l y trata de cumplirlo. La encuesta precisa de las circunstancias que implica la donaci�n sistem�tica tiende al �xito financiero. No hay ninguna raz�n por la cual los hombres religiosos no deber�an ser "comerciantes exitosos". Si la beneficencia sistem�tica fuera m�s general, habr�a menos fracaso y angustia en los negocios. R.M.E.

HOMILIAS DE D. DAVIES

Deuteronomio 14:1, Deuteronomio 14:2

Contra la conformidad con las costumbres paganas.

Israel hab�a sido llamado a privilegios honorables; por lo tanto, era apropiado que pareciera haber conducta. Los ni�os reales deben ser reales en todos sus actos.

I. PRIVILEGIO ESPECIAL DE ISRAEL. Disfrutaron de una posici�n superior a todas las naciones de la tierra.

1. Eran los objetos de la elecci�n de Dios. De todos los pueblos y tribus que habitaban en este globo redondo, Israel hab�a sido seleccionado con un noble prop�sito. Es posible que no podamos adivinar la raz�n, ya que nuestro conocimiento es extremadamente peque�o. Sin embargo, Dios, que no hace nada imprudentemente, hizo en este asunto lo m�s sabio.

2. Hab�an sido elegidos para filiaci�n. Dios se hab�a revelado a estos hebreos en un car�cter especial y entra�able. Si no les hubiera informado de sus disposiciones hacia ellos y de su amoroso inter�s en ellos, no se habr�an atrevido a llamarlo Padre. En especial condescendencia, les inform� que los tratar�a, en todos los aspectos sustanciales, como un padre para sus hijos.

3. Hab�an sido elegidos para el car�cter justo. En virtud de esta elecci�n, estaban en el camino a la perfecci�n. Su destino no estaba asegurado independientemente de su propia voluntad y elecci�n. Ahora estaban consagrados al servicio Divino de Jehov�, y deben realizar acciones santas, fomentar h�bitos sagrados, para adquirir un car�cter sagrado. Esta es la recompensa m�s alta del hombre: un cielo interior.

II UNA PROHIBICI�N ESPEC�FICA. Una prohibici�n contra la mutilaci�n de los siervos. Hab�a salidas naturales para el dolor abundante: l�grimas, suspiros y gemidos; Estas automutilaciones eran antinaturales e irracionales.

1. Porque el dolor excesivo por la muerte de amigos es pecaminoso. El dolor moderado es permisible: es el concomitante necesario de un fuerte afecto. Pero como deber�amos disfrutar a cada amigo como un regalo de Dios, nuestra pena por la separaci�n deber�a ir acompa�ada de una sumisi�n filial.

2. Porque tales s�mbolos de duelo a menudo eran fingidos. Con frecuencia, si no habitualmente, se asumi� este dolor manifiesto. Fue un simple truco y falsedad. Tales acciones perjudicaron y deterioraron el car�cter.

3. Porque incluso el cuerpo es propiedad de Dios. No hay parte de su naturaleza que el verdadero israelita no reconozca como perteneciente a Dios. En todo momento, �l es el templo de Jehov�. Cada facultad del cuerpo, cada �rgano y miembro, debe ser utilizada para Dios, debe preservarse en salud y vigor para dar cr�dito a Jehov�. "Su nombre debe estar en nuestras frentes".

4. Porque esta agitaci�n-mutilaci�n ser�a conformidad con las costumbres paganas. Las pr�cticas relacionadas con la adoraci�n de �dolos fueron dictadas por un esp�ritu de crueldad, por el genio de Satan�s. Lejos como el este del oeste, o el polo norte del sur, los seguidores de Dios se retiraban de las pr�cticas paganas. Como los hombres cuerdos huyen de la peste, los hombres piadosos deben evitar el vecindario del pecado.

Deuteronomio 14:3

Discriminaci�n en carnes.

La prohibici�n de algunos tipos de alimentos se basa en el principio de que no es prudente satisfacer cada apetito. Debe haber negaci�n en alguna parte. Si se satisfacen todos los deseos y deseos del cuerpo, se producir�n da�os a las capacidades m�s nobles del alma. La poda de los crecimientos salvajes del deseo carnal es esencial para la verdadera fecundidad. Las restricciones divinas son actos de bondad genuina. La discriminaci�n en la alimentaci�n animal se bas� en la verdadera sabidur�a.

I. PORQUE ERA UN BENEFICIO SANITARIO. En esa temprana edad, las ciencias de la fisiolog�a y la salud eran desconocidas, e incluso ahora est�n en su primera infancia. Sin embargo, ahora somos conscientes del hecho de que parte (al menos) de la carne prohibida a los hebreos es m�s o menos perjudicial. Tampoco es improbable que en ese clima oriental alguna carne sea m�s insalubre para la alimentaci�n que en nuestra propia tierra. Como un padre se preocupa por la salud de su hijo, Dios se preocupa por cada parte del bienestar de Israel. Nada escapa a la atenci�n de Dios. "El Se�or es para el cuerpo". Con infinita ternura, Dios legisl� para las comidas de los hebreos, y les dio la ventaja de su juicio infalible.

II PORQUE LA ABSTINENCIA PARCIAL FUE SALUDARIA PARA EL ALMA.

1. Les ense�� que el apetito carnal no deb�a satisfacerse por s� mismo, no por mero placer. Fortalecer y ampliar los deseos de la mente es una ventaja en s� misma; pero, la fuerza excesiva del apetito corporal es un mal, una lesi�n para el hombre real. La lecci�n requiere que se aprenda temprano, que nuestra naturaleza requiere gobierno, que nuestro mayor bien solo se puede alcanzar mediante la moderaci�n y la auto mortificaci�n. Los deseos e inclinaciones corporales est�n dise�ados para ser sirvientes, no amos.

2. Los ejerci� en la pr�ctica abnegaci�n. Las cualidades m�s nobles del car�cter humano son adquiridas solo por la disciplina personal. Algunas partes de nuestra naturaleza tienen que ser reprimidas; algunos tienen que ser estimulados. Las propensiones carnales siempre han sido hostiles a la vida del esp�ritu. Es una lecci�n dif�cil de aprender, renunciar a los placeres menores por las ventajas remotas. El favor y la sociedad de Dios recompensan ampliamente todos los dolores menores.

3. La regla general de acci�n era t�pica de las verdades superiores. Todos estos animales podr�an comerse como "separaron el casco y masticaron el bizcocho". Hab�a, sin duda, una raz�n para este permiso que surg�a de la naturaleza constitutiva de la carne. Pero tambi�n se sugirieron lecciones espirituales, a saber. que para ser aceptable para el servicio de Dios debe haber con nosotros una digesti�n mental de su verdad, y tambi�n debe haber una circunspecci�n pr�ctica: en nuestra caminata diaria, una separaci�n de la contaminaci�n mundana.

III. PORQUE ESTA DISCRIMINACI�N EN CARNES CONSTITUIR�A UNA PARTICI�N VISIBLE DESDE LA SALUD. Para llevar a un tema exitoso los prop�sitos Divinos en la raza hebrea, era importante mantener amplias distinciones entre ellos y los paganos que los rodeaban. Vivieron una vida m�s gruesa y m�s animal. Las pasiones animales fueron fomentadas por el exceso de apetito. Algunos de los animales negados como alimento para los jud�os fueron utilizados por los paganos para la adivinaci�n; por lo tanto, era m�s seguro etiquetar tales animales y p�jaros como una abominaci�n. Un capit�n sabio le dar� a un arrecife hundido una litera amplia. Adem�s, estas diferencias en las costumbres sociales y los h�bitos dom�sticos servir�an como barreras perpetuas contra los matrimonios mixtos con las tribus vecinas. Esto puede parecer poco social y exclusivo. Pero menos bien tiene que ser sacrificado por una bendici�n m�s elevada y eterna. A cada objeci�n de la raz�n humana seguramente es suficiente para responder: "Dios sabe mejor". Esta proscripci�n de algunos tipos de alimentos se aplica solo a los jud�os. Podr�an suministrar a extra�os entre ellos comida que ten�an prohibido comer ellos mismos. As�, se les ense�� una lecci�n pr�ctica de que deb�an ser preeminentemente santos. Los logros morales de los dem�s no deb�an ser los est�ndares por los cuales deb�an medir la conducta. M�s claramente que el discurso, tal prohibici�n dec�a: "No te conformes con el mundo". Lo que est� permitido que otros hagan, puede ser pecado para m� practicar.

IV. PORQUE ESTE ARREGLO SERVIDO PARA LA DICTAMENTE DISCIPLINA DE LA FE. De la primera importancia era que la fe de los hebreos deb�a mantenerse, y que su fe deber�a mostrarse pr�cticamente. Muy claramente Dios les hab�a asegurado que esta era su voluntad con respecto a ellos; y, si aparec�a alguna raz�n para la demanda o no, como sus criados reconocidos estaban obligados a obedecer. Tal requisito ten�a cierta correspondencia con la prueba impuesta a nuestros primeros padres. El acto prohibido puede ser en s� mismo indiferente, no tener car�cter moral. Aparte del comando, podr�an haber comido o abstenerse de comer, sin ninguna violaci�n de conciencia. Esto har�a que el asunto fuera una mejor prueba de obediencia. Al abstenerse de tal y tal carne, no hicieron mal a nadie; no violaron ninguna ley de la naturaleza, ninguna ley de Dios: no se hicieron da�o a s� mismos. Todav�a ten�an suficiente para satisfacer todas las necesidades del hambre. Aqu�, entonces, hab�a [una verdadera prueba de si los hombres simplemente obedecer�an la palabra de Dios, aunque la obediencia deber�a significar privaci�n. Esta fue la disciplina de la fe. D.

Deuteronomio 14:22-5

El reclamo de Dios sobre nuestras ganancias de dinero.

En cada provincia de la vida humana, Dios requiere que se reconozca su propiedad. La s�ptima parte de nuestro tiempo est� santificada por su servicio. Las primicias del ma�z deb�an dedicarse a usos religiosos. El primog�nito en la casa pertenec�a a Dios y deb�a ser redimido por sustituci�n. Y ahora, de todas sus ganancias anuales, una d�cima parte fue reclamada por Dios.

I. LA BASE DE LA RECLAMACI�N DE DIOS. Su reclamo procede de su propiedad. Hacia los hebreos era obvio y directamente propietario. Los hab�a puesto en posesi�n de sus propiedades, y leg�timamente pod�a exigirles un alquiler. Y con respecto a toda sustancia nacional, Dios es el propietario absoluto. Tiene un derecho original e inviable como Creador; y es su poder supremo el que mantiene en existencia los tesoros de la tierra. Incluso el poder que tenemos para acumular riqueza se deriva de la misma Fuente ben�fica. Es su regalo, no es que nos haya transmitido el derecho irresponsable, sino simplemente en el sentido de que no ten�amos nada para comprarlo. "La tierra es del Se�or, y su plenitud".

II UNA PROPORCION DEFINITIVA DEMANDADA. Era competente que Dios estableciera los t�rminos que quisiera con los hombres. Podr�a haber permitido justamente para nuestro uso una existencia desnuda, y exigirnos que le dediquemos el resto de nuestras ganancias. O bien podr�a haber exigido como tributo la mitad. Cualquiera que haya sido su voluntad en el asunto, nos conviene d�cilmente consentirlo. �l dio a conocer su voluntad muy claramente a los jud�os, y sus t�rminos fueron muy generosos. Una porci�n tan peque�a como una d�cima parte condescendi� a tomar, e incluso esto se gast� en ventaja para la naci�n. Muchos indicios importantes nos dicen que, en forma no escrita, esta parte de su testamento se dio a conocer a las naciones del �ter. Entre las tribus paganas encontramos que prevalece la costumbre de consagrar una d�cima parte de sus cosechas a los dioses �dolos; y cuando Abraham regres� de la conquista de los invasores, le dio a Melquisedec el diezmo de todos sus botines. Por lo tanto, podemos considerar la ley, no como exclusivamente jud�a, sino como destinada a todos los pueblos.

III. EL M�TODO DE EVALUACI�N. No se design� un asesor oficial. El costo de la recolecci�n fue nulo. Cada hombre deb�a actuar como su propio asesor y separar, en el momento de la cosecha, la porci�n de Dios de ma�z, vino y aceite. Fue una transacci�n entre cada hombre y su Dios. Era el privilegio de Israel vivir bajo el escudo del brazo de Jehov� y, por lo tanto, "siempre en el ojo de su Gran Maestro de Tarea". La pena por deshonestidad no fue inmediata ni visible. Cada plan fue dise�ado para adaptarse a la conveniencia del deudor. Puede traer su diezmo al templo, ya sea en especie o en moneda. Jehov� no era un capataz duro, sino un rey considerado y generoso. Darle era solo otra forma de recibir. La ausencia de oficiales intermediarios era una ventaja espiritual. Puso a cada hombre en contacto directo con Dios y le ense�� a actuar con integridad hacia el "Buscador de corazones".

IV. EL EMPLEO DEL DIEZMO DE DIOS. El diezmo aqu� mencionado no es el diezmo de todas las ganancias, debido al levita, sino un segundo diezmo. El primer diezmo fue considerado como un equivalente a la tribu de Lev�, por la participaci�n de Lev� en las posesiones asignadas. Cada hombre en las doce tribus recibi�, en la distribuci�n original de la tierra, una doceava parte m�s de lo debido, por el hecho de que Levi no particip�. A cambio de este incremento de propiedad, cada propietario pagaba a la tribu de Levi anualmente una d�cima parte del producto de la alabanza. Esto se debi� como un derecho legal, y como un equivalente justo para la no participaci�n en el territorio. Pero este segundo diezmo era peculiarmente del Se�or. Sin embargo, fue devuelto, con una bendici�n adicional, a sus propios senos. Su primer uso fue permitirse un banquete para los propios concursantes. El templo iba a ser el escenario de una fiesta sagrada. Los invitados pueden seleccionar tales viandas seg�n sus gustos. La presencia ensombrecedora de Jehov� servir�a como un control suficiente contra el exceso. A este banquete, en el que compart�a toda la familia, deb�an invitar al levita, al extra�o, a la viuda y al hu�rfano. La idea esencial as� encarnada era la filantrop�a. La instituci�n ten�a la intenci�n de fomentar un esp�ritu de benevolencia y caridad. La presencia de los pobres en medio de ellos deb�a considerarse un beneficio. Ofrec�a margen para el ejercicio de las disposiciones m�s nobles. No deb�a haber una temporada insignificante en esta disposici�n, porque era a costa de Jehov�, y la ocasi�n se caracterizar�a por un gozo sin l�mites.

V. LAS VENTAJAS MORALES QUE EMITIRON.

1. Sirvi� como un recordatorio pr�ctico de la propiedad de Dios en ellos y en sus posesiones. Nada es m�s f�cil que olvidar nuestras obligaciones; y tal olvido es una p�rdida inconmensurable. No hab�a ning�n elemento en sus personas, propiedades o disfrute, sino que ven�a de la mano de un Dios generoso.

2. Fue un control potente sobre su mentalidad mundana. La propensi�n a la avaricia ego�sta es ind�gena en la naturaleza humana. Todo hombre sabio dar� la bienvenida a cualquier rompeolas que resista esta marea traviesa de la codicia. As�, Dios, con una previsi�n maravillosa, proporcion� una protecci�n contra el abuso de la prosperidad. Dise�a para hacer que incluso las ganancias mundanas sirvan como un trampol�n hacia la piedad. El dinero no es m�s que un medio para un fin. La reconciliaci�n con Dios y la santidad personal son los objetivos de la vida humana.

3. Foment� disposiciones amables entre todas las clases de personas. Aunque, como hijos de Abraham, disfrutaban de grandes privilegios externos, no deb�an despreciar al extra�o. S�, �l tambi�n podr�a ser admitido para compartir sus bendiciones. El amor fraternal es una bendici�n rec�proca: ambas partes son bendecidas. La fuente del amor se repone en el acto mismo de dar. El ayudado hoy puede convertirse en el ayudante ma�ana. Solo somos mayordomos de las posesiones de Dios. � D.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Deuteronomy 14". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/deuteronomy-14.html. 1897.
 
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