Lectionary Calendar
Friday, September 27th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
For 10¢ a day you can enjoy StudyLight.org ads
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!

Bible Commentaries
Ezequiel 11

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

Buscar…
Enter query below:

Versículos 1-25

EXPOSICI�N

Ezequiel 11:1

Adem�s, el Esp�ritu me levant�, etc. Es notable que la posici�n a la que Ezequiel fue transportado en su visi�n desde su lugar en el patio interior ( Ezequiel 8:14), era id�ntica a la que acababa de visto ocupado por el carro del querub�n antes de su partida ( Ezequiel 10:19). Lo que est� a punto de ver arrojar� luz sobre el significado de su partida. La puerta es probablemente, aqu� y all�, la de la corte del templo. Cinco y veinte hombres. El n�mero al principio nos recuerda a los adoradores del sol, en Ezequiel 8:16; pero eso, como vimos, probablemente era una compa��a de sacerdotes. Por otro lado, los dos que se nombran son pr�ncipes del pueblo, lo que sugiere un estado laico en lugar de sacerdotal, y se los ve en una localidad diferente. Las conjeturas sobre la importancia del n�mero var�an.

(1) Dos de cada tribu de Israel, con el rey a la cabeza.

(2) Dos de cada una de las doce divisiones del ej�rcito, cada una con veinticuatro mil hombres ( 1 Cr�nicas 27:1).

(3) Representantes de doce regiones de la ciudad, una especie de consejo municipal, con su presidente. Posiblemente, despu�s de todo, el n�mero se us� de manera m�s o menos vaga, un n�mero "redondo", como decimos (Smend). Sin embargo, es seguro pensar que representan el elemento laico de la autoridad. Nada se sabe m�s sobre las personas nombradas. Jaazaniah se distingue por su parentesco de su hom�nimo de Ezequiel 8:11 y Jeremias 35:3. Ambos probablemente eran familiares para aquellos para quienes Ezequiel escribi�, como l�deres del partido que "siempre estaba tramando travesuras", en oposici�n, es decir; a Jerem�as y los verdaderos profetas. Posiblemente los significados de los nombres Jaazaniah (equivalente a "Dios escucha") el hijo de Azur (equivalente a "The Helper"), Pelatiah (equivalente a "Dios rescata") el hijo de Benaiah (equivalente a "Dios construye"), son elegidos como con una triste iron�a. El nombre de Azur se encuentra con nosotros en Jeremias 28:1 como el del padre del falso profeta Hanan�as. La muerte de Pelat�as fue probablemente un evento hist�rico al que el profeta se�al� como una advertencia a quienes, ya sea en Jerusal�n o entre los exiliados, hablaban mientras hablaba.

Ezequiel 11:3

No est� cerca, etc. Las palabras toman su lugar entre los dichos populares, medio proverbiales, de los cuales tenemos otros ejemplos en Ezequiel 8:12; Ezequiel 9:9; y Ezequiel 18:2. Como en la mayor�a de los proverbios de este tipo, el pensamiento est� condensado al borde de la oscuridad, y las palabras han recibido interpretaciones muy diferentes.

(1) Eso sugerido por la Versi�n Autorizada. "No est� cerca (el juicio del que hablaron los verdaderos profetas). Construyamos casas, no, como Jerem�as dice (Jeremias 39:5), en la tierra del exilio, sino aqu� en Jerusal�n, donde nosotros permanecer� a salvo. �Estamos amenazados con las im�genes de la 'olla hirviendo' (Jeremias 1:13)? Recordemos que el caldero protege la carne del fuego. Los muros de la ciudad proteger�n nosotros del ej�rcito de los caldeos ". El temperamento que se visti� en este lenguaje fue el de la seguridad jactanciosa y segura de s� misma de Jeremias 28:3; y la muerte de Hananiah, el hijo de Azur, en esa historia presenta un paralelo al de Pelatiah en esto.

(2) Gramaticalmente, sin embargo, la representaci�n de la Versi�n Revisada es preferible: el tiempo no est� cerca para construir casas; probablemente, como antes, con una referencia al consejo de Jerem�as. "Nosotros", parecen decir, "a�n no hemos llegado a esa demanda. Confiaremos, como en (1), en nuestra interpretaci�n del caldero".

(3) En general, me inclino, mientras adopto la versi�n revisada, para interpretar las palabras, como Smend las toma, como la expresi�n desafiante de la desesperaci�n: "No es momento de construir casas, aqu� o en otros lugares. Estamos condenados Estamos destinados (tomo prestado el an�logo m�s cercano del discurso proverbial moderno) "para guisar nuestro propio jugo". Bueno, ve�moslo como podamos ".

Encuentro lo que sugiere esta vista

(1) en la improbabilidad de que el pensamiento del caldero pudiera haber sido recibido como un mensaje de seguridad (comp. Ezequiel 24:3, Ezequiel 24:6); y

(2) en el tono desesperado de la mayor�a de los dichos que Ezequiel registra ( Ezequiel 18:2; Ezequiel 37:11). Probablemente hubo, como en otras crisis similares en la historia de las naciones (digamos, por ejemplo, en las de la guerra franco-alemana) r�pidas alternancias entre los dos estados de �nimo de seguridad jactanciosa y desesperaci�n desafiante: el galgenhumor, el coraje de la horca, como lo llama Smend; y las mismas palabras pueden ser pronunciadas ahora en este temperamento, y ahora en eso. En cualquier caso, exist�a el elemento ra�z de la ausencia de arrepentimiento y sumisi�n.

Ezequiel 11:4, Ezequiel 11:5

El profeta todav�a, debemos recordar, en su visi�n, se le ordena hacer su trabajo como un verdadero profeta y reprender el discurso desafiante que hab�a escuchado. Como en Ezequiel 2:2, el Esp�ritu de Jehov� viene sobre �l y lo arroja al �xtasis prof�tico. Es notable que aqu�, como en Ezequiel 2:3, su mensaje no es solo para Jud�, sino para toda la casa de Israel representada por aquellos con quienes habl�. Yo se las cosas. Esta, como siempre, fue una de las notas de un verdadero profeta, que comparti�, seg�n era necesario para su trabajo, en el conocimiento de aquel de quien no se esconden secretos ( Juan 2:24, Juan 2:25; Mateo 9:4; 1 Corintios 14:25). Los pensamientos, as� como las palabras, fueron descubiertos ante �l, como lo fueron para su Se�or ( Hebreos 4:12).

Ezequiel 11:7

Son la carne, etc. El profeta es llevado a replicar sus palabras burlonas o desafiantes. No ellos, sino los cad�veres de sus v�ctimas, eran como la "carne" en el "caldero". Para ellos, hab�a otro destino en reserva. Ni para ser protegido por el caldero ni para cumplir con su destino en �l, sino para ser sacado de �l. La muerte, por hambre, espada o pestilencia ( Ezequiel 5:12), podr�a ser la ruina de algunos, pero para otros, quiz�s especialmente para aquellos a quienes se dirige el profeta, primero habr�a cautiverio, y la muerte por el espada que tem�an, despu�s.

Ezequiel 11:9

Los extra�os son, por supuesto, los invasores caldeos, y la predicci�n se cumple en la masacre de los pr�ncipes de Jud� en Ritdah (Jeremias 52:9, Jeremias 52:10), que ocurri� en Hamath, la frontera norte de Israel ( 1 Reyes 8:65; 2 Reyes 14:25). Entonces deber�an ver que su discurso desafiante en cuanto al "caldero" y "la carne" ser�a in�til. Por lo tanto, deber�an saber que el profeta hab�a hablado en nombre de Jehov�, y que su castigo por parte de los paganos era la justa retribuci�n por haber caminado por los caminos de los paganos.

Ezequiel 11:13

Pelat�as hijo de Bena�as. Debemos recordar que esto es parte de la visi�n, pero se puede suponer, en la naturaleza del caso, que represent� lo que entonces o despu�s fue un hecho en la historia. �Pelat�as hab�a muerto repentinamente durante una reuni�n del consejo? Compare la muerte de Hananiah en Jeremias 28:17. Tal como fue, incluso en la visi�n, la muerte sorprendi� y horroriz� tanto al profeta, que estall� nuevamente en una oraci�n como la de Jeremias 9:8. �Deb�a cortarse as� el "residuo", el "remanente" de Israel, representado por uno de los principales consejeros de la ciudad?

Ezequiel 11:14

La respuesta a esa pregunta viene como una nueva inspiraci�n de la palabra del Se�or.

Ezequiel 11:15

Los hombres de tu parentela, etc. La fuerza completa de la frase dif�cilmente se puede entender sin recordar que la palabra para "parentesco" implica la funci�n y el oficio de un goel, el redentor y vengador de aquellos entre sus parientes que hab�an sufrido mal ( Lev�tico 25:25, Lev�tico 25:48; N�meros 5:8), y el punto de la revelaci�n es que Ezequiel es encontrar a aquellos que tienen este reclamo sobre �l, su verdadero "hermanos", no solo o principalmente en sus relaciones naturales en el sacerdocio, sino en los compa�eros de su exilio (la LXX; siguiendo una lectura diferente, da, "los hombres del cautiverio"), y toda la casa de Israel, quienes estaban en una posici�n similar, quienes fueron condenados por aquellos que hab�an quedado en Jerusal�n. Como en la visi�n de Jerem�as (Jeremias 24:1), eran los "buenos higos"; los de la ciudad, los viles y sin valor. Eran el remanente, el residuo, para quienes hab�a una esperanza de mejores cosas. Fueron despreciados tan lejos del Se�or. Estaban realmente m�s cerca de su presencia que los que adoraban en el templo del que Jehov� se hab�a apartado. Ewald y Smend toman las palabras como indicativas: "Est�is lejos", etc.

Ezequiel 11:16

Sin embargo, ser� para ellos como un peque�o santuario; mejor, con la versi�n revisada, un poco, como se�al de que el estado descrito era transitorio y provisional. Por un tiempo, Ezequiel y los exiliados deb�an encontrar la presencia de Jehov� manifestada como en la visi�n de Chebar ( Ezequiel 1:4), o sentida espiritualmente, y esto har�a que el lugar donde se encontraran completamente lugar sagrado como lo hab�a sido el templo. All� tambi�n tendr�an una "casa de Dios". Pero esto no iba a ser su destino permanente. Deb�a haber una restauraci�n a "la tierra de Israel" (vers�culo 17; Ezequiel 37:21), al santuario visible, a un segundo templo que ya no estaba profanado por las contaminaciones que hab�an contaminado al primero. Como con todas esas profec�as, las palabras ten�an "logros brotantes y germinantes". En Ezequiel 40-48, tenemos la visi�n ideal de Ezequiel de su cumplimiento. Un cumplimiento literal pero incompleto se forma en el trabajo de restauraci�n realizado por Zorobabel, Ezra y Nehem�as, y las esperanzas que luego abrigaban Hageo y Zacar�as. Un cumplimiento m�s completo pero menos literal aparece en la Iglesia de Cristo como el verdadero Israel de Dios ( G�latas 6:16), y en la Jerusal�n que est� arriba ( G�latas 4:26). En el hecho de que en la visi�n del vidente de esa ciudad celestial no hay templo, sino la presencia del "Se�or Dios Todopoderoso y el Cordero" Apocalipsis 21:22), encontramos el desarrollo culminante del pensamiento de Ezequiel. Se encuentran expansiones intermedias

(1) en la sustituci�n gradual de la sinagoga por el templo en la vida religiosa de Israel;

(2) en las palabras de nuestro Se�or a la mujer de Samaria ( Juan 4:21); y

(3) en su promesa de que donde dos o tres est�n reunidos en su Nombre, all� estar�a �l en medio de ellos ( Mateo 18:20). El pensamiento de que es la presencia de Jehov� lo que hace el santuario, no el santuario que asegura la presencia, Ezequiel puede haber aprendido del destino de Silo (Salmo 78:60).

Ezequiel 11:17

Te dar� la tierra de Israel. Las referencias marginales en la versi�n autorizada muestran c�mo Ezequiel segu�a completamente los pasos de su maestro Jerem�as, como lo hab�a hecho con los de Isa�as, en sus profec�as de restauraci�n. Aqu� tambi�n la ley de los "logros germinantes y saltadores" encuentra su aplicaci�n. Ezequiel (47: 13-48: 35) tiene su ideal de un nuevo Israel geogr�fico, a partir de un nuevo templo local, una tierra de la que han desaparecido santuarios id�latras y lugares altos. San Pablo (Romanos 9-11.) Se aferra al pensamiento de una restauraci�n del Israel literal, incluso mientras lo despoja de las limitaciones geogr�ficas de Ezequiel.

Ezequiel 11:19

Les dar� un coraz�n. La LXX; despu�s de una lectura diferente, da "otro coraz�n" (como en 1 Samuel 10:9); pero el hebreo, representado por las versiones autorizadas y revisadas, es, sin ninguna duda, correcto. Al igual que en la acci�n simb�lica de la uni�n de los dos palos en Ezequiel 37:15, aqu�, la esperanza del profeta, como la de Isa�as y Jerem�as (Jeremias 32:37-24), mir� hacia adelante a la unidad de las personas restauradas. Jud� ya no deber�a molestar a Efra�n, ni a Efra�n Jud� ( Isa�as 11:13). La larga l�nea de escote deber�a desaparecer. La unidad de prop�sito y de acci�n caracterizar�a al nuevo Israel de Dios. Entonces, en la oraci�n de nuestro Se�or por su Iglesia, existe la oraci�n de que "ellos pueden ser uno", hechos perfectos en uno ( Juan 17:21). Dejado a s� mismo, Israel tendi�, como han tendido todas las comunidades humanas, a un individualismo siempre subdividido, fruct�fero en sectas, partidos y cismas. Incluso la m�s alta de esas aspiraciones se ha mantenido hasta ahora sin ning�n cumplimiento adecuado. La unidad ideal de la Iglesia cristiana es tan distante como la de la Iglesia de Israel. Nos queda por dar la bienvenida a cualquier cumplimiento aproximado como promesas y ganancias de la futura unidad del verdadero Israel de Dios en la Jerusal�n celestial. En los pensamientos del profeta, esa unidad deb�a ser lograda por el don Divino de un "nuevo Esp�ritu", leal, obediente, desinteresado. Notamos cu�n claramente, ya sea consciente o inconscientemente, Ezequiel reproduce el pensamiento, casi las mismas palabras, de Jeremias 31:31-24; Jeremias 32:37-24; c�mo sus palabras se reproducen a su vez en Apocalipsis 21:3. La eterna esperanza se afirma una y otra vez a pesar de todos los fracasos y decepciones parciales. Sacar� el coraz�n de piedra de su carne. El pensamiento es, como hemos visto, id�ntico al de Jeremias 31:31-24, pero la forma en este caso es eminentemente caracter�stica de Ezequiel, y nos vuelve a encontrar en Ezequiel 36:26. El "coraz�n de piedra" es aquello que est� "endurecido" ( Ezequiel 3:7) contra todas las impresiones de arrepentimiento, a todas las aspiraciones naturales o espirituales del bien. Entonces Zacar�as 7:12 habla de aquellos que hab�an hecho sus corazones "m�s duros que una piedra inflexible". As� que podemos recordar, a modo de ilustraci�n, que Burns dice del pecado de impureza que "endurece un" dentro ", que" petrifica el sentimiento ". Ezequiel hab�a visto suficiente de esa piedra en otros, tal vez, a veces, lo hab�a sentido en s� mismo.

Ezequiel 11:20

Para que puedan caminar en mis estatutos, etc. Del nuevo esp�ritu hab�a que hacer crecer la nueva vida: una vida de justicia y obediencia, como en la adoraci�n, as� tambi�n en los actos de la vida diaria del hombre y sus tratos con sus vecinos. Entonces, y no de otra manera, �podr�a la relaci�n real de Jehov� corresponder al ideal, como se hab�a declarado en la antig�edad ( �xodo 6:7; Le �xodo 26:12; 1 Samuel 12:22; 2 Samuel 7:23). Esto, para Ezequiel, fue la mayor bendici�n de todos, como lo hab�a sido la de los profetas anteriores y contempor�neos ( Oseas 2:23; Jeremias 24:7). A ese pensamiento vuelve una y otra vez, en cuanto al ancla de su esperanza ( Ezequiel 14:11; Ezequiel 27:14; Ezequiel 36:28; Ezequiel 37:23, Ezequiel 37:27).

Ezequiel 11:21

Pero en cuanto a ellos, etc. Observamos la peculiar fraseolog�a. El coraz�n de la gente camina no simplemente despu�s de sus cosas detestables, sino despu�s del coraz�n de esas cosas. Hay, por as� decirlo, una unidad central en el mal al que se unen, as� como el coraz�n del hombre se convierte en el coraz�n de Dios cuando los dos est�n en su relaci�n ideal entre s�. Para aquellos que hicieron esto, ya sea en Jerusal�n o entre los exiliados, exist�a la posibilidad de una retribuci�n justa. Las palabras cierran el mensaje que Ezequiel escuch� en los atrios del templo en sus visiones, pero que deb�a entregarles (vers�culo 25) del cautiverio.

Ezequiel 11:22, Ezequiel 11:23

Otra etapa de la partida de la gloria divina cierra la visi�n. Hab�a descansado sobre el centro de la ciudad. Ahora se detiene sobre la monta�a en el lado este de la ciudad, es decir, en el Monte de los Olivos ( 2 Samuel 15:30; Zacar�as 14:4). Currey menciona, pero sin una referencia, una tradici�n jud�a de que la Shejin�, o nube de gloria, permaneci� all� durante tres a�os, llamando al pueblo al arrepentimiento. Lo que aqu� se registra puede atesorar la idea de Zacar�as 14:4. Podemos recordar que fue desde este lugar que Cristo "vio la ciudad y llor� sobre ella" ( Lucas 19:41); que de all� �l, la verdadera Shejin�, ascendi� al cielo. Aqu�, quiz�s, el pensamiento dominante era que permaneci� durante un tiempo para dirigir el trabajo de juicio. Y as� termin� la visi�n, y el profeta fue devuelto a Chaldea, y dio a conocer a los exiliados de Tel-Abib las maravillosas y terribles mareas que hab�a parecido.

HOMIL�TICA.

Ezequiel 11:3

La falsa confianza de la incredulidad.

Jerem�as les dijo a los cautivos que se establecieran en la tierra del exilio y construyeran casas all�, porque el cautiverio durar�a por generaciones (Jeremias 29:5). Pero las personas fr�volas han rechazado ese sabio consejo, y declaran que tal disposici�n para el exilio no es necesaria. "No es hora de construir estas casas de las que habl� el profeta", dicen; "Nos quedaremos en la ciudad, como la carne en el caldero".

I. LA IMPENITENCIA CREA FALSA CONFIANZA. Esto es de esperarse, tal como vemos, por otro lado, que un profundo sentimiento de culpa trae consigo un miedo al juicio por venir. Cuando sentimos y somos due�os de nuestro pecado, debemos admitir que merecemos castigo, y debemos ver que la base de la seguridad est� cortada bajo nuestros pies. �Qu� derecho tenemos a creer que Dios nos proteger� del da�o, mientras estamos desafiando su Ley? Pero mientras un alma es impenitente, el desierto enfermo y la fatalidad amenazante no se perciben. No posee que deba ser castigado. Se defiende y se refugia detr�s de innumerables excusas. Adem�s, el sentido moral es ahora contundente y la facultad de la percepci�n espiritual ciega. El mensajero de Dios tambi�n es considerado como un enemigo y, por lo tanto, se le presta poca atenci�n a su palabra. De ah� surge una fe meramente feroz, lo contrario de la verdadera fe, la confianza de la incredulidad.

II LA FALSA CONFIANZA POSPONE Y MINIMIZA LA PERSPECTIVA DE LA CALAMIDAD.

1. Se pospone. Posiblemente el d�a malo pueda estar en el futuro. Esto se admite t�citamente, pero est� tan lejos que no necesitamos darle ninguna consideraci�n. Mientras el profeta declara que est� en la puerta, el incr�dulo temerario lo relega a una regi�n de futuro tenue m�s all� del horizonte de consideraciones pr�cticas.

2. Se minimiza. Incluso si se admite que el d�a terrible est� cerca, el mal es poco. "No hay necesidad de construir casas", exclaman estos "pecadores de Jerusal�n". La tormenta puede llegar pronto, pero pasar� r�pidamente. As�, los hombres aprovechan al m�nimo la posibilidad de un castigo futuro. La falsa confianza primero pospone su consideraci�n y luego suaviza sus terrores. Para el pecador impenitente, el infierno es primero una posibilidad lejana; entonces, aunque es un futuro m�s cercano, no se cree que sea tan insoportable como declaran los predicadores.

III. HAY GRAN PELIGRO EN FALSA CONFIANZA. Los jud�os simplemente se enga�aban a s� mismos. Su propio lenguaje deber�a haberles revelado su locura. Describieron la ciudad como un caldero en el que eran como la carne. Su �nica aplicaci�n de esta met�fora era representarse a s� mismos tambi�n dentro de la ciudad y, por lo tanto, no necesitar construir otras casas. Pero el profeta no tuvo que ir muy lejos para encontrar otra aplicaci�n muy obvia de la misma met�fora. El caldero debe prenderse fuego, y la carne solo se coloca en �l para humearlo. El caldero, por lo tanto, simboliza un destino muy terrible (vers�culo 7). El peligro no es menos porque le cerramos los ojos. Mientras tanto, una falsa confianza impide que el impenitente huya de la inminente calamidad y busque un lugar de refugio. Las visiones ligeras del pecado y el juicio que viene adormecen a los descuidados en un sue�o fatal.

Ezequiel 11:5

El conocimiento de Dios del pensamiento del hombre.

I. EL HECHO. Conocemos algunos hombres; Dios lo sabe todo. Ninguno es tan oscuro, remoto o reservado como para esconderse de �l. Conocemos la vida exterior; Dios conoce la vida interior: cada pensamiento, deseo, sue�o y fantas�a. Sabemos en parte y con muchas obscuridades, tener que juntar pistas dispersas y posiblemente caer en grandes errores en nuestra estimaci�n de nuestros vecinos. Dios sabe completamente y sin posibilidad de error, buscando en los secretos profundos del coraz�n, sin dejar nada en la malicia, pero tampoco cegado a las verdades tristes por la parcialidad de un amor imperfecto.

1. Dios conoce nuestras ideas. �l ve cuando estamos en un error, observa el curso torcido de nuestro pensamiento mal entrenado y observa la estrechez de nuestras nociones. Tambi�n conoce el verdadero pensamiento que no es entendido por nuestros semejantes.

2. �l conoce nuestros deseos. Si �l no los otorga, no es porque los ignore. Antes de que una oraci�n salga de nuestros labios, el deseo ha llegado a la mente de Dios. Cuando no podemos encontrar palabras para expresar el anhelo de nuestras almas, esos vagos y tontos deseos son exactamente medidos y completamente comprendidos por Dios. Dios conoce nuestros deseos malvados, los deseos malvados que a�n no han encontrado desahogo en los actos malvados.

3. �l conoce nuestras penas. Aunque el coraz�n solo conoce su propia amargura entre los hombres, el conocimiento comprensivo de Dios lo ha llevado al fondo. Nadie puede decir: "Mi dolor est� m�s all� de la comprensi�n". Nadie puede ser completamente incomprendido. Juzgado mal por el hombre, el m�rtir es conocido por Dios.

4. Dios conoce nuestro pecado. No hay un lugar secreto donde se pueda hacer un acto de maldad sin que el ojo de Dios lo vea. Abel es asesinado en el campo, pero a�n as� su sangre clama a Dios por venganza.

II SUS CONSECUENCIAS

1. La hipocres�a es un error. Solo oculta nuestra verg�enza a los espectadores menos importantes, mientras que el ojo que todo lo ve de Dios lo considera como una adici�n a la culpa que se esconde debajo.

2. El aplazamiento del castigo no es garant�a de escape. El criminal que no es atrapado con las manos en la masa espera que ahora eludir� la vigilancia de los ministros de justicia, y cuanto m�s tiempo permanezca sin ser detectado, m�s confianza tendr� en la seguridad de que nunca ser� atrapado, hasta largos a�os de inmunidad. Casi engendro un sentimiento de inocencia. Pero si Dios lo sabe todo, no hay escapatoria de su ira detr�s del crecimiento oscuro de los a�os.

3. El largo sufrimiento de Dios es manifiesto. Los paganos podr�an decir: "Mi Dios no me golpea, porque no ha descubierto mi ofensa". Pero cuando se admite la omnisciencia de Dios, se ve que su paciencia es una maravilla de paciencia y amor. ��l lo sabe todo y, sin embargo, todav�a est� listo para perdonar, todav�a espera ser amable, m�s a�n, incluso acumulando muchos favores para sus pecadores hijos!

4. Hay esperanza de salvaci�n. Si nuestro escape solo radica en nuestra ocultaci�n de la culpa, siempre habr� un peligro de ruina por el descubrimiento. El criminal que no tiene mejores esperanzas que esto est� parado sobre hielo delgado. Pero ahora vemos que Dios sabe lo peor de nosotros y, sin embargo, ofrece perd�n y reconciliaci�n a trav�s del regalo de su Hijo, tenemos el mayor aliento para aceptar su gracia. Adem�s, dado que conoce nuestros problemas, esperanzas, temores, aspiraciones y dificultades, puede enviar la ayuda exacta que necesitamos.

Ezequiel 11:16

El santuario del exilio.

Los jud�os de Jerusal�n se jactaban en su templo, pero con una falsa confianza, porque ese espl�ndido edificio deb�a ser arrasado. Por otro lado, los pobres exiliados de Babilonia consideraban que su estado de separaci�n de Jerusal�n implicaba la p�rdida de los privilegios del santuario. Daniel or� con su ventana abierta hacia Jerusal�n, como si Dios todav�a fuera buscado en la ciudad sagrada ( Daniel 6:10). Pero Ezequiel les da a los cautivos la seguridad de que Dios ser� su santuario durante el corto tiempo de exilio en la tierra lejana de su cautiverio.

I. DIOS ES EL MEJOR SANTUARIO. Ning�n Salom�n puede surgir a orillas del Chebar para construir un nuevo templo. El esplendor del L�bano y la habilidad de Hiram, junto con la riqueza y la devoci�n de la naci�n jud�a en el apogeo de su gloria, produjeron una maravilla del mundo, que una banda d�bil de cautivos desconsolados nunca podr�a so�ar. Sin embargo, el remanente afligido por el piadoso Israel tendr�a algo mejor que paredes doradas y pilares de cedro. Deb�an tener a Dios como su santuario.

1. Dios garantiza su presencia a su pueblo. No solo da una casa de adoraci�n; se viene el mismo.

2. La presencia de Dios santifica. Es un santuario. El lugar donde estaba Mois�s antes de la zarza ardiente era "tierra santa", porque Dios estaba all� ( �xodo 3:5). Caldea estaba lejos de la "Tierra Santa"; sin embargo, si Dios estuviera all�, har�a la luz en el centro de la oscuridad pagana. Donde quiera que Dios nos visite, �l hace un santuario. El taller es un lugar sagrado cuando Dios est� en �l.

3. La presencia de Dios salva. El templo fue considerado con una falsa confianza y una superstici�n tonta como un asilo encantado, pero el evento demostr� la ilusi�n de tal suposici�n. Cuando Dios est� con nosotros en cualquier parte, sin embargo, estamos a salvo; porque �l es "un sol y un escudo".

II ESTE SANTUARIO SE ENCUENTRA EN EL EXILIO.

1. En el exilio de la tierra natal. El colono alejado de la casa y la Iglesia de sus padres, puede encontrar a Dios en el monte o en la pradera. Aunque ning�n "lugar de culto" puede estar a su alcance, no necesita sentirse desterrado de las influencias graciosas. Si su coraz�n se vuelve hacia Dios, Dios estar� con �l como su santuario.

2. En el exilio de las viejas delicias. Cuando surgen problemas, un hombre es, por as� decirlo, expulsado de la tierra que fluye con leche y miel a un desierto aullando. Pero Uno est� con �l, y el Dios que se encontr� con el pobre fugitivo Jacob har� un Betel en el desierto de los problemas.

3. En el exilio del cielo. Buscamos otro pais. Aqu� somos peregrinos y extra�os; Nuestra ciudadan�a est� en el cielo. Sin embargo, Dios est� con nosotros aqu� y ahora para entrenarnos, protegernos y animarnos con el santuario de su presencia.

4. Por una corta temporada. Dios ser�a el Santuario en el exilio "por un corto tiempo", no porque pronto abandonar�a a los desterrados, sino porque los llevar�a a casa de nuevo. Si Dios est� con nosotros en problemas, nos sacar� de problemas. �l est� con nosotros aqu� por una temporada, para que pueda llevarnos a estar con �l en el cielo para siempre. Cristo vino al exilio del cielo para estar con nosotros aqu� en la tierra para poder traernos de regreso a Dios. "Tabern� con nosotros", fue nuestro Santuario en el exilio durante su ministerio terrenal. Ahora se ha ido a preparar un lugar para nosotros en el hogar eterno.

Ezequiel 11:17

Restauraci�n y reencuentro.

I. LA DIVINA PRESENCIA ASEGURA LA SALVACI�N FUTURA. La promesa de que Dios estar� con sus hijos en el exilio "como santuario" ( Ezequiel 11:16) es seguida inmediatamente por la seguridad de que los traer� de regreso a su tierra. No es por nada, entonces, que los pobres exiliados tienen el Santuario que es mejor que el espl�ndido templo de Salom�n: la presencia de Dios. Si Dios est� con nosotros, el futuro es nuestro. Dios no es solo una estancia y una comodidad hoy, �l tiene la llave del ma�ana. Por lo tanto, Dios solo necesita ser un santuario por "un momento". Nuestra leve aflicci�n "perdura pero por un momento". La presencia de Dios debe hacer que la dificultad del momento sea doblemente soportable, primero debido a su propia ayuda inmediata, y. En segundo lugar, debido a las perspectivas alentadoras, se abre. La luz de tal futuro deber�a devolver los rayos de confort a la experiencia m�s oscura.

II LA FUTURA SALVACI�N DEBE SER UNA GRAN RESISTENCIA DE RF. Dios traer� a los exiliados a casa nuevamente. Esto implica dos cosas.

1. Liberaci�n del mal. Los jud�os estaban dispersos entre pueblos paganos cuyo temperamento extra�o y esp�ritu dominante eran fuente de problemas; p.ej. Daniel y Sadrac, Mesac y Abednego. El pecado nos sumerge en condiciones hirientes. Para una disciplina sana, el verdadero pueblo de Dios puede ser arrojado a circunstancias de persecuci�n y peligro. Pero esto no ser� para siempre. Si el Hijo de Dios est� con los tres en el horno, los librar� de �l.

2. Restauraci�n a la antigua casa. Los exiliados deben regresar a Cana�n. Las almas exiliadas del reino de los cielos por el pecado, cuando sean perdonadas y renovadas (ver vers�culo 19), ser�n restauradas a los privilegios que fueron el derecho de nacimiento de todos, porque todos han sido hijos, y "de ellos es el reino de los cielos". Adem�s, aquellos que han sido restaurados hasta ahora pueden sentir la necesidad de una recuperaci�n m�s perfecta al hogar de Dios, ya que esta tierra no es el cielo, y aqu� el pueblo de Dios son "peregrinos y extra�os" que buscan "otro pa�s". es un celestial ". La restauraci�n perfecta de Dios incluye traer a sus hijos a casa al cielo.

III. LA GRAN RESTAURACI�N INCLUYE REUNI�N PERFECTA. La naci�n estaba dispersa; La promesa es que se reencontrar�. El pecado divide; la redenci�n une. Todo mal tiene una influencia desintegradora en la vida nacional y familiar. Su ra�z es el ego�smo, y el ego�smo implica separaci�n. Pero el amor es la fuente de una vida mejor, y el amor es el v�nculo m�s cercano de la uni�n.

1. Reuni�n nacional. As� con el jud�o. Una naci�n estar� a salvo de conflictos internos cuando se sigan los principios cristianos.

2. La reuni�n de la humanidad. La guerra es un vasto y horrible fruto de pasiones ego�stas y pecaminosas y de estrecho coraz�n duro. El cristianismo, si triunfaba, matar�a la guerra sumiendo a las naciones en hermandad, trayendo as� la "paz en la tierra".

3. La reuni�n de los individuos. En la restauraci�n a Dios, aprendemos paciencia, simpat�a y caridad con respecto a nuestros semejantes.

4. La reuni�n de familias. Esto comienza en la tierra en puro amor hogare�o. Pero se completar� en la gran restauraci�n de las familias cuando todos puedan reunirse en el hogar m�s all� de la tumba.

Ezequiel 11:19, Ezequiel 11:20

El coraz�n de la carne.

Com�nmente, los reformadores sociales bien intencionados cometen dos errores. Se deposita demasiada fe en la mejora externa y se atribuye demasiado poder al hombre. No se percibe que el mayor mal est� en el coraz�n, y que la �nica cura se puede encontrar en la ayuda de Dios. pero ambas verdades m�s profundas se reconocen en el pasaje que tenemos ante nosotros.

I. LA NATURALEZA DEL GRAN CAMBIO. Ezequiel 11:17 hab�a prometido una restauraci�n externa; ahora tenemos la seguridad de una transformaci�n interna. Es el coraz�n el que debe ser cambiado. El centro mismo del ser debe ser renovado. Por esto David or� (Salmo 51:10). La necesidad de esto fue se�alada a Nicodemo por Cristo ( Juan 3:3). Tenga en cuenta las caracter�sticas del nuevo coraz�n.

1. Unidad. "Un coraz�n." La discordia interna cesar�. Un hombre con afectos divididos es como un monstruo de dos corazones. Pero sin duda la unidad a la que nos referimos aqu� es social. El pecado ha tra�do disputas entre los hombres, el nuevo estado ser� de armon�a.

2. La vida. El viejo coraz�n era de piedra y, por lo tanto, muerto. El nuevo coraz�n es de carne y de vida. El pecado amortigua el alma. La muerte del pecado es la resurrecci�n de la mejor naturaleza.

3. Susceptibilidad. El coraz�n pedregoso no puede sentir. Este es el resultado peligroso del pecado. La conciencia est� chamuscada. La culpa del pecado y su peligro no se sienten. Las apelaciones de la gracia divina no son escuchadas. Las l�grimas se desperdician en una estatua de m�rmol. La lluvia y el sol no pueden fertilizar una roca de granito. Pero el nuevo coraz�n es tierno. Como cuando Mois�s golpea la roca, fluyen las corrientes, as� como cuando la Palabra de Dios. llega al coraz�n pedregoso con el poder de su Esp�ritu, se despierta un nuevo sentimiento.

4. Naturaleza. El nuevo coraz�n es de carne, no de alguna sustancia et�rea rara. El cristiano no debe tener el coraz�n de un �ngel, sino solo el verdadero coraz�n natural de un hombre. El cristiano es el verdadero hombre. El cristianismo est� en armon�a con la naturaleza. La inhumanidad es antinatural. La falta de afectos naturales es un signo de falta de espiritualidad. La santidad fr�a no es un efecto de la gracia de Dios, sino un producto de la perversidad del hombre. Dios pone un coraz�n de carne en la carne. Por lo tanto, hay armon�a, y todo es natural.

II LA FUENTE DEL GRAN CAMBIO. Dios promete efectuar esta maravillosa transformaci�n. Solo �l puede hacerlo. Podemos cambiar nuestra ropa, nuestra habitaci�n, nuestros modales externos, pero no nuestros corazones. La profundidad del cambio lo hace demasiado para el hombre. Lo mismo ocurre con la condici�n previa de aquellos a quienes se debe forjar. Como el coraz�n es de piedra, hace demasiado fr�o para sentir su necesidad y est� demasiado muerto para luchar despu�s de una mejor condici�n. En esta dureza e indiferencia se completa la condici�n desafortunada del pecador. Incluso el penitente no puede crear en s� mismo un coraz�n limpio. Pero dej�ndolo solo, no es probable que el hombre se vuelva penitente. Ahora, Dios promete hacer lo que el hombre nunca puede lograr por s� mismo. Quitar� el viejo mal: quitar� el coraz�n de piedra. Le dar� una nueva naturaleza: el coraz�n de la carne. Tambi�n inspirar� poder en esta nueva naturaleza al poner "un nuevo esp�ritu" en sus hijos. Esto se hace por el don de su Esp�ritu Santo.

III. LOS RESULTADOS DEL GRAN CAMBIO. Este cambio tiene lugar en el coraz�n; es interior y, por lo tanto, secreto. Pero sus consecuencias no pueden ocultarse, porque fuera del coraz�n est�n "los problemas de la vida". Nadie puede tener el coraz�n de carne y comportarse como un ser de piedra: fr�o, antip�tico, inactivo. Se notan dos consecuencias.

1. La obediencia. El coraz�n de la carne est� dado para que el pueblo de Dios pueda caminar en sus estatutos y guardar sus ordenanzas y cumplirlas. Realmente no podemos obedecer a Dios hasta que lo amemos. Cuando el coraz�n est� bien con Dios, el resultado m�s natural es que la conducta tambi�n debe estar bien. Sin embargo, se debe observar que esto no debe considerarse como un resultado meramente necesario de la acci�n de Dios dentro de nosotros, ya que Ezequiel 11:20 describe un prop�sito en lugar de un cierto resultado. Dios da un coraz�n de carne "para que" su pueblo "pueda caminar", etc. Todav�a les queda a ellos esforzarse en el camino de la obediencia.

2. Adopci�n. "Tu simiente ser� mi pueblo, y yo ser� su Dios". Dios posee a su pueblo renovado como sus hijos; lo poseen como su padre. El coraz�n correcto es uno con Dios.

Ezequiel 11:25

Predicando a los cautivos.

I. EL PREDICADOR DEBE COMENZAR DESDE UNA REVELACI�N HECHA DE S� MISMO. Los profetas eran videntes. Los ap�stoles fueron testigos oculares de la vida, muerte y resurrecci�n de Cristo. Ning�n predicador puede avanzar con la Palabra de Dios a menos que primero haya recibido esa Palabra. Porque no es asunto suyo reunir congregaciones simplemente para escuchar sus "conjeturas sobre la verdad", ni est� llamado a exponer ante los hombres sus especulaciones m�s profundas, si esas especulaciones solo se obtienen de sus propias ideas. �l es un mensajero, por lo tanto, debe llevar un mensaje; un heraldo, por lo tanto, debe tener un evangelio que proclamar. �D�nde encontrar� el predicador moderno su palabra divina? No puede pretender ser un Ezequiel en casa entre los querubines, a quienes las ruedas m�s profundas de los misterios divinos parec�an revelarse. Sin embargo, �l tiene sus revelaciones:

1. En la Biblia. De todos los hombres, el predicador est� llamado a ser un estudiante diligente de este rico dep�sito de revelaci�n. El predicador moderno no ve los querubines de Ezequiel, pero puede leer el Nuevo Testamento, del cual Ezequiel no sab�a nada; y la historia del evangelio de Jes�s de Nazaret es una revelaci�n mayor que las visiones de un profeta del Antiguo Testamento.

2. En experiencia. Cada predicador debe tener su propia visi�n de la verdad b�blica. Solo podemos hablar de lo que hemos visto y o�do. La verdad debe ser interpretada por la experiencia.

II LA REVELACI�N PRIVADA DE LA VERDAD SE DA PARA LA DECLARACI�N P�BLICA. Ezequiel podr�a haberse considerado un alma rara vez privilegiada, y haber considerado sus visiones como misterios escogidos para mantenerse en secreto y no ser arrojados a o�dos sin simpat�a, como perlas lanzadas ante los cerdos, si no hubiera entendido su deber como profeta de Israel demasiado bien para cometer tal error. Libremente hab�a recibido, libremente deb�a dar. Todos los que conocen la verdad de Dios tienen la obligaci�n sagrada de hacer lo que hay en ellos para declarar esa verdad. No es posible para todos ser un predicador de boca en boca. A�n as�, de alguna manera la empresa misionera debe seguir la recepci�n de la verdad divina. Los que tenemos el evangelio estamos obligados a darlo a aquellos para quienes es un secreto no so�ado.

1. Esta declaraci�n no se reserva. Ezequiel habl� todas las cosas. Algunos eran oscuros; algunos pueden causar ofensa; algunos podr�an ser abusados. Sin embargo, no estaba en libertad de hackear nada. El predicador no debe rehuir a "declarar todo el consejo de Dios".

2. Esta declaraci�n es para todos. Fue entregado a los vecinos de Ezequiel, los cautivos, sin distinci�n. Como no hay verdades esot�ricas en la revelaci�n de Dios, tampoco hay una aristocracia espiritual de los iniciados. El �nico l�mite es nuestra capacidad de recibir. "El que tiene o�dos para o�r, que oiga".

III. LA DECLARACI�N DE LA VERDAD DIVINA ES NECESARIA ESPECIALMENTE POR AQUELLOS QUE EST�N EN PROBLEMAS. Ezequiel "les habl� del cautiverio".

1. Es un deber peculiarmente cristiano llevar el consuelo de Dios a los atribulados. Esto es adecuado para los tristes. Pensamientos m�s ligeros pueden divertirse en horas de tranquilidad. Pero cuando la oscuridad se junta alrededor del alma, nada menos que las profundas verdades de Dios satisfar�n. Esas verdades pueden no ser siempre agradables. Mucho de lo que vio Ezequiel lo llen� de angustia. A�n as�, la verdad de Dios es sana y sana, y sus �ltimas palabras son las mejores, como los oyentes de Ezequiel deben haber encontrado cuando el profeta concluy� con la maravillosa promesa del "coraz�n de carne" (vers�culo 19).

2. El evangelio es particularmente apropiado para aquellos que est�n espiritualmente cautivos, es decir, en esclavitud para

(1) superstici�n,

(2) duda,

(3) miedo, o

(4) pecado.

Cristo vino a proclamar libertad a tales cautivos ( Lucas 4:15).

HOMILIAS POR J.R. THOMSON

Ezequiel 11:2

Consejeros malvados.

Ezequiel fue un verdadero patriota; y, por lo tanto, le caus� gran angustia que sus compatriotas fueran enga�ados por consejeros y pr�ncipes imp�os y ego�stas. "Si el �xido de oro, �qu� har� el hierro?" Si aquellos que ocupan puestos de autoridad y eminencia son infieles, �qu� se puede esperar de la multitud que va a medida que los dirige? Por el nombre que se les llame y por los dones o adquisiciones que deban influir, siempre habr�, en cada estado y en cada Iglesia, hombres que lideren, gu�en los pensamientos y controlen e inspiren las acciones de sus semejantes e inferiores. . El dolor del profeta fue ver los puestos de poder en Jerusal�n ocupados por aquellos que extraviaron a los ciudadanos y los alentaron en su rebeli�n contra Dios. Su experiencia y reflexiones nos llevan a pensar en grandes hombres que al mismo tiempo son consejeros del mal en la comunidad.

I. LOS CONSEJEROS DE UNA NACI�N DEBEN SU POSICI�N E INFLUENCIA A LOS REGALOS Y ADQUISICIONES POR LOS QUE EST�N DEUDADOS A LA DIVINA PROVIDENCIA.

II DICHA POSICI�N E INFLUENCIA SE ACOMPA�AN NECESARIAMENTE POR GRAVE RESPONSABILIDAD.

III. LOS CONSEJEROS DE UNA NACI�N. ABUSA SU CONFIANZA CUANDO BUSCAN DIRIGIR LA POL�TICA P�BLICA PARA ASEGURAR LOS EXTREMOS PERSONALES Y PRIVADOS. Que esto se hace a menudo, ning�n estudiante de filosof�a pol�tica e historia, ning�n observador de la pol�tica contempor�nea en ninguna naci�n, puede dudar. Los hombres profesan celo por el bien p�blico, y sobre tal profesi�n son exaltados, por el favor de un pr�ncipe o del p�blico, a posiciones de eminencia y poder. Tan pronto como est�n en el cargo de manera segura, hacen uso de su poder reci�n adquirido para obtener algunos fines queridos por sus propios intereses, pasiones o prejuicios. Algunos por opresi�n o peculaci�n acumulan gran riqueza; algunos encuentran medios para vengarse de sus enemigos y rivales; algunos buscan obtener en sus propias manos las riendas del poder supremo; algunos consideran la oficina como la oportunidad de hacer avanzar a su familia o amigos a puestos de consideraci�n y emolumento. En p�blico, esas personas hablan de patriotismo, de derechos populares, de devoci�n desinteresada al bien p�blico. Pero en realidad siempre est�n tramando para asegurarse alguna ventaja para ellos mismos. Tanto es el caso en ciertas comunidades que entre ellas el "pol�tico" es aborrecido y despreciado por todos los hombres de integridad y honor.

IV. LOS CONSEJEROS MALOS SON ACTUADOS POR MOTIVOS B�SICOS. Los pol�ticos a veces est�n pagados por los enemigos de su pa�s; a veces son los instrumentos de un d�spota que busca despojar a la gente de sus derechos y establecer una tiran�a; a veces son indiferentes a los sufrimientos de sus compatriotas, aunque solo ellos mismos puedan beneficiarse de la ca�da de su naci�n. El yo es su regla, su impulso, su �nica consideraci�n. Lo que hacen no lo hacen para el Se�or, sino para los hombres.

V. LOS CONSEJEROS MALOS LLEVAN A UNA COMUNIDAD AL ERROR YA LA RUINA. La multitud siempre sigue la gu�a de unos pocos. Los no instruidos y mal informados est�n a merced de sus superiores. La historia del Antiguo Testamento abunda en casos de enga�o por parte de gobernantes sin principios. Se menciona a la condena de uno y otro de los reyes que "causaron que Israel pecara". Y lo que era verdad de la "naci�n elegida" es verdad de todas las personas; En alg�n momento u otro, el orgullo, la vanidad, la ambici�n, la mezquindad o la pereza ego�sta de los que tienen autoridad ha llevado a las naciones a un curso de locura loca, y la gente ha sufrido por las ofensas de sus l�deres.

VI. LA RETRIBUCI�N SUPERAR� TOTALMENTE COMO POR EL CONSEJO MALVADO LIDERAR� AL PUEBLO. Debe llegar el momento en que los prop�sitos secretos de los gobernantes malvados saldr�n a la luz y ser�n expuestos. Algunos son arrojados por la indignaci�n de la gente desde la posici�n elevada a la que se les ha permitido subir. Algunos conservan su posici�n mientras viven, pero su memoria es maldita. Pero de todos estamos seguros de la m�xima autoridad de que ser�n juzgados, y que sus actos no quedar�n sin castigo.

Ezequiel 11:3

Juicio diferido.

Los malvados consejeros de Jerusal�n hicieron lo peor para contrarrestar el efecto del mensaje que los profetas del Se�or fueron comisionados a comunicar. As� sucedi� que los habitantes de la ciudad fueron alentados a descuidar los obvios deberes del arrepentimiento y la s�plica; y, cuando lleg� el momento del juicio, fueron encontrados sin preparaci�n. Los medios por los cuales los inventores de la travesura provocaron este resultado se describen en este pasaje. Indujeron a los ciudadanos a creer que, si alguna vez llegara el juicio amenazado, a�n no ser�a as�, probablemente no en su momento; y alent� a los ciudadanos a construir casas y vivir como si no hubiera una cat�strofe a punto de ocurrirles. Si se design� la ruina de Jerusal�n, en todo caso esa ruina "no estaba cerca".

I. EL CAMINO EN QUE LOS PECADORES TRATAN LAS AMENAZAS DE LOS MINISTROS AUTORIZADOS POR DIOS.

1. A menudo es deber de los fieles mensajeros de Dios predecir el enfoque del castigo y el juicio. Un deber doloroso que siempre es; y se debe saltar que, por esta raz�n, muchos evitan descargarlo. Incluso el tierno y amable Jes�s de vez en cuando denunciaba los pecados de los justos e hip�critas, y advert�a de tal manera que la condenaci�n los esperaba. Nadie puede desempe�ar el cargo de un ministro de justicia que no recuerda a los incr�dulos e impenitentes que "la paga del pecado es muerte".

2. Es observable que tales advertencias a menudo son tratadas con negligencia y desprecio. Ha sido as� desde la �poca de No�, cuyas advertencias fueron ignoradas y ridiculizadas por sus contempor�neos. Las advertencias del mismo Cristo en algunos casos solo amargaban la hostilidad de aquellos a quienes reprochaba. Todo siervo de Dios ha tenido ocasi�n de exclamar: "�Qui�n ha cre�do nuestro informe? �Y a qui�n se revela el brazo del Se�or?"

II EL ERROR QUE LOS PECADORES COMPROMETEN EN TRATAR EL MENSAJE DE DIOS.

1. Muchos de los que escuchan las advertencias y amenazas dirigidas a ellos no dan cr�dito a lo que escuchan, y no esperan que se cumplan las predicciones. Tienen m�s confianza en su propio juicio y en su propia buena fortuna que en la Palabra del Se�or. No desean creer, y no van a gritar.

2. Muchos de los que no creen y rechazan absolutamente el mensaje, sin embargo, se convencen de que su cumplimiento ser� diferido indefinidamente, y de hecho es totalmente incierto. Tal parece haber sido el caso con los malos consejeros, cuya gu�a fue aceptada en Jerusal�n. Su respuesta a cada predicci�n de calamidad fue esta: "�No est� cerca!" Es con la misma excusa que la Palabra de Dios se encuentra tan constantemente en nuestros d�as; y hay quienes pueden no poner esta excusa en palabras, que a�n la aprecian en sus corazones y act�an sobre ella en su conducta. "Debido a que la sentencia contra una obra malvada no se ejecuta r�pidamente, por lo tanto, los corazones de los hijos de los hombres est�n totalmente dispuestos a hacer el mal".

III. LA TOTALIDAD Y LA MALDAD DE TAL TRATAMIENTO DEL MENSAJE DE DIOS. �Qu� se dir� de la actitud de aquellos cuya respuesta es esta: "No est� cerca"?

1. Se les debe recordar que el tiempo, despu�s de todo, es de relativamente poca importancia. La pregunta principal para nosotros es esta: �Dios est� enojado con los imp�os? �Se revelar� su ira contra los imp�os? Si es as�, entonces, �c�mo podemos conceder gran importancia a la pregunta? �Se manifestar� esto este a�o o el pr�ximo; ahora o en alg�n momento futuro?

2. Se les debe recordar que el juicio anunciado puede estar m�s cerca de lo que se supone o se cree. Fue as� en el caso de Jerusal�n en la �poca de Ezequiel. A menudo ha sido as�. Los hombres han estado comiendo y bebiendo, cas�ndose y entreg�ndose en matrimonio, cuando la destrucci�n repentina les ha sobrevenido.

3. Se les debe recordar que, cerca o lejos, el juicio del Supremo Gobernante es inevitable. "�Qui�n puede soportar el d�a de su venida? �Y qui�n se parar� cuando aparezca?" - T.

Ezequiel 11:5

La omnisciencia divina.

Entre los muchos elementos de esa superioridad que es distintiva del monote�smo sobre el polite�smo debe notarse el conocimiento perfecto que el �nico Dios posee de todas las criaturas que ha creado. Los hombres que creen en los "dioses muchos" de los paganos no tienen, y no pueden tener, ese sentido constante de la omnisciencia divina que debe ejercer para se�alar una influencia para bien sobre el adorador del Supremo.

I. LA RAZONABILIDAD DE ESTA DOCTRINA. Atribuimos a la Deidad perfecci�n infinita; y esto no es consistente con la limitaci�n de su conocimiento. Es absurdo suponer que el que ha hecho la mente del hombre ha perdido el poder de reconocer los pensamientos y las intenciones del coraz�n que cre� con su poder y sabidur�a. No hay parte de su universo en el que Dios no est� presente. Mucha m�s evidencia es que el Padre de los esp�ritus de toda carne est� en posesi�n de todos los secretos de la naturaleza intelectual y espiritual del hombre.

II EL OLVIDO DE ESTA DOCTRINA. Es evidente que los habitantes de Jerusal�n, y especialmente los falsos maestros y los malos consejeros de la ciudad, perdieron de vista esta gran verdad. Dios no estaba en todos sus pensamientos. Puede que a ellos se les haya ocurrido, mientras persegu�an sus planes ego�stas y viv�an su vida irreligiosa, que cada Se�or y Juez Divino conoc�a cada prop�sito y esperanza. "Todas las cosas est�n desnudas y abiertas a los ojos de aquel con quien tenemos que ver".

III. EL TERROR QUE ESTA DOCTRINA DEBE TENER PARA LOS MALDITOS QUE EST�N RECORDADOS DE ELLO. Dios conoce las cosas malvadas que entran en la mente de los hombres y se les anima a permanecer all�: la injusticia, la codicia, la falsedad, la impureza, la crueldad, el odio, la malevolencia, que son distintivos de los que se apartan de Dios. Tales cualidades, incluso antes de que encuentren expresi�n en palabras y actos, son repugnantes a la naturaleza del Dios justo y santo. Y �l no es simplemente un observador; El es un juez. Desaprueba y condena los pensamientos, sentimientos y prop�sitos que se oponen a sus propias leyes, a su propio car�cter. Ha revelado su intenci�n de juzgar a los hombres por todas sus conductas y por cosas secretas, buenas o malas. De este ajuste de cuentas con el juez de todos no hay escapatoria. La perspectiva bien puede golpear al pecador impenitente con consternaci�n.

IV. EL PODER DISUASIVO QUE ESTA DOCTRINA DEBE EJERCITAR SOBRE LOS QUE EST�N DIVISIENDO O NO RENDIR A LA TENTACI�N. Para resistir la tentaci�n de pecar, no es suficiente proteger nuestras acciones, ordenar correctamente nuestras circunstancias y asociaciones. Es en la mente que la verdadera batalla debe ser peleada. Y en este campo de batalla, �qu� auxiliar es tan potente y efectivo como el recuerdo de la omnisciencia del Se�or? �l est� con nosotros para ayudarnos en la regulaci�n de nuestros pensamientos y deseos; porque �l conoce por igual la fuerza de la tentaci�n y la sinceridad de nuestro esfuerzo por controlarlo y superarlo.

V. LA BIENVENIDA DADA POR LA GENTE DE DIOS A ESTA DOCTRINA. La misma verdad es un gozo y consuelo para el cristiano, que el hombre imp�o encuentra una ocasi�n de angustia y temor. �Por qu� es esto? Es porque Dios en Cristo se dio a conocer en su coraz�n como su amigo y padre. As�, la apertura y la confianza y la santa intimidad prevalecen entre el cristiano y su Dios. El fiel siervo de Dios conoce sus debilidades y sus faltas, y est� agradecido de estar seguro de que las conoce su Padre celestial, quien las tratar� con indulgencia y compasi�n, y lo ayudar� a superarlas. Dios conoce las aspiraciones y los esfuerzos de sus propios hijos, est� interesado en todos los esfuerzos para lograr un conocimiento m�s completo de s� mismo y una sujeci�n m�s constante y pr�ctica a su voluntad. En Salmo 139:1, los sentimientos del hombre bueno, conscientes de la omnisciencia divina, encuentran una expresi�n plena, m�s po�tica y ferviente. No hay nada que tal hombre desear�a esconder de tal amigo. T.

Ezequiel 11:13

Manifestaci�n e intercesi�n.

Es notable que mientras Ezequiel fue comisionado para censurar y denunciar la acci�n pol�tica de los malvados consejeros de Jerusal�n, no se complaci� con la horrible expresi�n pr�ctica que el juez justo consider� apropiado dar a esta censura y denuncia. Era asunto del profeta exponer la pol�tica perversa de Pelat�as; pero la muerte de este hombre fue para Ezequiel una severa conmoci�n y tristeza, que invocaba desde su coraz�n comprensivo y patri�tico las palabras en las que despreciaba con toda reverencia y sumisi�n el desagrado del Se�or.

I. LA OCASI�N DE REMONSTRANCIA E INTERCESI�N. En este pasaje la ocasi�n fue doble.

1. La presi�n de la aflicci�n actual, en la muerte de uno de los l�deres y gobernantes de la metr�poli.

2. La aprehensi�n de futuras calamidades y desastres como la presente aflicci�n presagi�. Lo que le hab�a sucedido a uno, con toda probabilidad, le pasar�a a otros. Del mismo modo, cada persona que simpatiza con su pa�s y su Iglesia es, en tiempos de prueba, conducido al trono de la gracia para la misericordia y la interposici�n.

II LA PRESENTACI�N DE REMONSTRANCE E INTERCESI�N.

1. Hay una identificaci�n por parte del suplicante de s� mismo con su pueblo. Despu�s de todo, cualesquiera que sean los errores de cualquier clase de sus compatriotas, Ezequiel era hebreo, y no pod�a sino sufrir en los sufrimientos de su pa�s; sus desgracias no pod�an sino afligirlo; su ruina no pudo sino humillarlo y angustiarlo.

2. Hay una admisi�n impl�cita de la justicia de la acci�n Divina; El profeta no se queja de lo que hab�a sido forjado por la mano de la autoridad divina y judicial. Ninguna aflicci�n fue inmerecida.

3. Se ruega que se puedan evitar los males aparentemente inminentes. Como Abraham suplic� por Sodoma, as� Ezequiel suplic� por Jerusal�n. Solo queda un remanente: �de ese remanente se har� un final completo? Como si �l a�adiera, en el lenguaje del patriarca, "�Eso est� lejos de ti, Se�or!"

SOLICITUD. El cristiano no puede dejar de recordar, por este pasaje, el oficio intercesor de Cristo. Tenemos un Abogado con el Padre, designado y aceptado por el amor de ese Padre. Aqu� est� nuestro refugio y nuestra esperanza en tiempos de calamidad y bajo el miedo al juicio. Nuestro Sumo Sacerdote es un intercesor poderoso y exitoso. Nuestros pecados han merecido que "un fin completo" se haga de la humanidad. Pero a trav�s de Cristo se extiende la misericordia, se ejerce la clemencia y se garantiza la salvaci�n a quienes se colocan bajo el patrocinio y la protecci�n del gran Mediador y Defensor.

Ezequiel 11:16, Ezequiel 11:17

Exilio y restauraci�n.

Hay un cambio en el tono del profeta. No se har� un final completo del remanente. La metr�poli caer�, el rey ser� llevado cautivo. El enemigo prevalecer�. Pero los hijos del cautiverio no ser�n olvidados; experimentar�n la protecci�n y la comuni�n de su pacto con Dios; y ser�n llevados de regreso a la tierra de Israel, cuando se cumplan los prop�sitos Divinos, y cuando el tiempo sea maduro.

I. DIOS UN SANTUARIO PARA UNA TEMPORADA EN UNA TIERRA EXTRANJERA. Esto debe haber sido una garant�a preciosa y alentadora para los cautivos en su destierro. Amaban a Jerusal�n y amaban el templo. Lejos de la escena de sus privilegios nacionales, todav�a no fueron abandonados por el Dios de sus padres.

1. Cada lugar sagrado tiene su verdadero significado y valor de la residencia en �l del Eterno. No es el material costoso con el que se construye un santuario, la labor y el arte con el que est� decorado, los sacerdotes con t�nicas que ministran, o las lujosas ofrendas y sacrificios que se presentan; No son estas cosas las que hacen un templo. Es la presencia de Dios mismo para recibir y bendecir a los fieles, lo que hace que el edificio sea iluminado y piadoso.

2. Dios puede manifestar su presencia y favor en lugares donde no existen edificios sagrados. Entonces Jacob entendi�, cuando se despert� de su sue�o y su sue�o, y exclam�: "�Ciertamente el Se�or est� en este lugar, y yo no lo sab�a!"

"Dondequiera que te busquen, eres hallado, y cada lugar es tierra sagrada".

Aquellos en las profundidades tormentosas, aquellos en los bosques primitivos, aquellos en los desiertos sin agua, aquellos en las cavernas de la tierra, se han encontrado con Dios en los ejercicios de devoci�n. Y �l era un santuario para sus desterrados en su cautiverio en el este, tan cerca de ellos como lo estaba para aquellos a quienes todav�a se les permit�a recurrir a las cortes del templo en Jerusal�n. "El tabern�culo de Dios est� con los hombres".

3. As�, la presencia espiritual de Dios puede realizarse y disfrutarse incluso en un mundo de pecado. La tierra es, en cierto sentido, la escena del exilio y del destierro. Pero por todo eso, Dios ser� para su pueblo un santuario en el lugar y durante el per�odo de su cautiverio. Su Iglesia es su templo, y de �l nunca se aleja.

II DIOS EL RESTAURADOR DE SUS PROHIBIDOS.

1. La dispersi�n y el destierro son designados por un tiempo y para un prop�sito. Hab�a razones por las cuales los hijos de Abraham deb�an ser exiliados de la tierra prometida a su progenitor, el padre de los fieles. Era evidente para la sabidur�a de Dios que solo as� pod�an ser preservados y liberados de las tentaciones, especialmente a la idolatr�a, a la que tantas veces hab�an cedido. La disciplina fue severa, pero fue efectiva. El per�odo de exilio no se prolong� vengativamente.

2. La restauraci�n es tan providencial como el cautiverio. El lenguaje del texto es muy enf�tico en esta finta: "Incluso los reunir� de la gente", etc. Fue esta perspectiva la que sostuvo y anim� al pueblo hebreo en medio de desastres en el hogar y el exilio en el extranjero. La tierra de sus padres era su tierra; y a su debido tiempo deb�an entrar y poseerlo.

3. La restauraci�n de los israelitas prefiguraba la salvaci�n final de todo el pueblo de Dios. Su exilio no durar� para siempre. Hay un pa�s mejor, incluso celestial, una Jerusal�n arriba; all� est� la herencia prometida, y la morada eterna de los benditos reunidos de todas las tierras.

Ezequiel 11:19

Transformaci�n espiritual

Esta promesa es una de las m�s preciosas que se encuentran en la Escritura del Antiguo Testamento. En relaci�n con lo que evidentemente hace en este pasaje a la naci�n de Israel en su conjunto, los cristianos generalmente lo han considerado como aplicable a todos los que se entregan a Dios, para ser tratados por su gracia renovadora y transformadora.

I. LA NATURALEZA QUE NECESITA TRANSFORMACI�N. Esto se caracteriza por la dureza. Es "el coraz�n de piedra" que la gracia divina se compromete a ablandar y renovar. El coraz�n duro o pedregoso es aquel que es insensible a las realidades espirituales, sobre el cual ni la Ley ni el evangelio causan ninguna impresi�n, que resiste cualquier apelaci�n, ya sea de justicia o de misericordia.

II EL PODER QUE EFECTA LA TRANSFORMACI�N. La impotencia de toda agencia y esfuerzo humano es evidente. La influencia del hombre puede hacer mucho; pero aqu� est� el m�s dif�cil de todos los problemas a resolver; aqu� est� la necesidad de algo m�s que una reforma, para una renovaci�n real. De ah� que Dios, el Todopoderoso, emprenda la obra por s� mismo. �l habla aqu� con autoridad, como el Ser que no necesita consejero, ni ayuda, que tiene infinitos recursos a su disposici�n, que ejerce su propia prerrogativa. Aqu� no se establece expl�citamente cu�les son los medios que emplea; pero sabemos que son medios en armon�a con la naturaleza moral del hombre, que su atractivo para nosotros es un recurso de verdad y amor. En la dispensaci�n cristiana, el agente de transformaci�n es el Esp�ritu Santo dado en Pentecost�s, y permanentemente en la Iglesia, y el instrumento empleado es el evangelio de nuestro Salvador Jesucristo, apropiado por la fe del creyente oyente de la Palabra.

III. LOS EFECTOS Y EVIDENCIAS DE ESTA TRANSFORMACI�N.

1. La novedad del esp�ritu reemplaza la vieja disposici�n de desobedecer y rebelarse. Todo lector del Nuevo Testamento sabe qu� �nfasis se pone en el nuevo pacto, el nuevo nacimiento, la nueva vida, la novedad del esp�ritu, etc. De hecho, este vers�culo de Ezequiel est� peculiarmente en armon�a con la dispensaci�n cristiana y todo lo que pertenece. lo.

2. La unidad del coraz�n es una forma de novedad; porque se trata de reemplazar la divisi�n y la oposici�n que prevalecen donde la autoridad de Dios es rechazada y donde la Palabra de Dios es despreciada. Es la oraci�n de nuestro Se�or con respecto a los miembros de su Iglesia, que "todos sean uno", uno en �l y en el Padre, y uno con el otro.

3. La sensibilidad es lo que pretende el coraz�n de la carne. La naturaleza que Dios por su gracia renueva es una naturaleza que responde al amor de Dios por gratitud, fe y consagraci�n. Un coraz�n que se deleita en lo que agrada a Dios, temiendo lo que lo ofende; un coraz�n que ama a todos los que Dios ama e inspira una vida de escrupulosa y sincera obediencia; tal es el nuevo coraz�n, el coraz�n de la carne, que es el mejor regalo de Dios para sus hijos.

"Un coraz�n resignado, sumiso, manso,

El trono de mi querido Redentor;

Donde solo se oye hablar a Cristo,

Donde Jes�s reina solo ".

T.

Ezequiel 11:20

Posesi�n mutua

Este lenguaje es frecuente en las Escrituras y se aplica a la relaci�n entre Jehov� y su pueblo escogido y del pueblo de Israel. Es ideal, porque, de hecho, los descendientes de Abraham y de Jacob estaban constantemente en rebeli�n contra Dios, y alienados de �l por sus malas obras. Sin embargo, en realidad era cierto en una elecci�n dentro de la naci�n. Y sigue siendo aplicable para siempre, en la verdad estricta y literal, a todos aquellos que reciben la gracia divina, reconocen la autoridad divina y se regocijan en la comuni�n divina.

I. LOS OBEDIENTES SON RECLAMADOS Y PROPIETARIOS DE DIOS COMO SU GENTE. "Ser�n mi pueblo", dice el Eterno. Son suyos:

1. Para poseer. Son de su propiedad, y llevan sobre ellos su marca.

2. Para controlar. Son sus sirvientes, entreg�ndose a �l, y sus poderes como instrumentos a su servicio.

3. amar. Dios ama a su propio pueblo, como un padre ama a sus propios hijos, como un esposo ama a su propia esposa.

4. Para bendecir. El Se�or es consciente de lo suyo. No hay nada para su bien que �l les niegue.

II DIOS ES RECLAMADO Y PROPIETADO POR EL OBEDIENTE COMO SU DIOS. En esta cuenta:

1. Lo reverencian. Deje que otros ofrezcan su adoraci�n donde quieran, el Se�or, diga que ellos son nuestro Dios, y solo a �l serviremos.

2. Conf�an en �l. Sus caminos a veces pueden ser oscuros y sus consejos desconcertantes; pero �l es de ellos y, por lo tanto, no le quitar�n su confianza.

8. Lo glorifican con todos sus poderes. Para ellos no hay l�mite para los reclamos y la autoridad de su Se�or; no tiene m�s que decir: Ve, y ellos se van; Ven, y ellos vienen; Haz esto y listo.

4. Esperan en sus promesas. �l les ha dado su palabra de que ser�n llevados a la salvaci�n eterna; y la seguridad, proveniente de su propio pacto con Dios, los inspira con una esperanza brillante y consoladora. "Este Dios es nuestro Dios por los siglos de los siglos; ... nuestra Gu�a, incluso hasta la muerte".

Ezequiel 11:25

El oficio prof�tico.

En estas pocas y sencillas palabras, tenemos una declaraci�n del oficio y la funci�n del profeta inspirado, y en cierto sentido de todo maestro de religiones verdaderas a quien Dios comisiona como el veh�culo y agente consciente para comunicar su verdad, consejos, advertencias y Animo a los hombres.

I. RECEPCION. El profeta y cada maestro religioso deben entrar mediata o inmediatamente en comunicaci�n espiritual con la Mente Divina.

1. La Fuente de donde procede la comunicaci�n no es otra que Dios mismo.

2. La materia que se recibe es lo que com�nmente se llama revelaci�n; Los pensamientos, mandamientos y prop�sitos del Supremo se dan a conocer a un esp�ritu humano.

3. La visi�n, el o�do, del alma prof�tica est�n preparados por la gracia divina para apreciar la comunicaci�n.

II IMPARTACION

1. As�, el profeta, el maestro religioso, es un mediador, capaz, por un lado, de la comuni�n con Dios y, por el otro, de la correspondencia y la comuni�n con sus semejantes.

2. Existen calificaciones especiales, por lo que puede cumplir con la comisi�n recibida; Deber�a ser un hombre de inteligencia r�pida, de tierna simpat�a, de valor intr�pido, de autoridad manifiesta.

3. Sin embargo, sus credenciales principales son simples y morales: veracidad, conciencia y simplicidad de la naturaleza y el h�bito.

HOMILIAS DE J.D. DAVIES

Ezequiel 11:1

El castigo sumario de la culpa oficial.

Como regla, Dios es extremadamente paciente hacia la rebeli�n humana. �l reprende y protesta y advierte mucho antes de que aparezca el verdugo. Sin embargo, a veces se aparta de este curso, por un acto de venganza sumaria. La pena que sigue a algunos cr�menes es r�pida y repentina. Los nobles caldeos que pusieron una trampa imp�a para Daniel pronto fueron alcanzados por el juicio. Cuando Herodes acept� los halagos profanos de sus cortesanos, pronto fue consumido por una enfermedad interna. Anan�as y Safira apenas hab�an completado su falsedad cuando la espada del verdugo cay� sobre ellos. A veces, Dios comienza a salir de su lugar secreto, y de repente reivindica su indignada majestad.

I. MARQUE LA FLAGRANCIA DEL PECADO EN SACERDOTES Y PERSONAS. Con toda probabilidad, estos veinticinco hombres eran los jefes, o pr�ncipes, en los veinticuatro cursos de los sacerdotes, mientras que Jaazaniah y Pelatiah pudieron haber tenido un rango a�n m�s alto en el templo. Puede ser que Pelat�as fuera sumo sacerdote o gobernante del templo. Cierto es que eran "pr�ncipes del pueblo".

1. Su posici�n era de gran influencia. Sus opiniones ser�an aceptadas como las opiniones de la gente. Su ejemplo ser�a ampliamente imitado. En gran medida, influir�an en la vida y la conducta de la poblaci�n. Como ten�an el privilegio de acceder a Dios, y pose�an los medios para conocer su voluntad, la gente, como es natural, buscar�a su orientaci�n. La blasfemia o la infidelidad entre los principales sacerdotes infectar�an r�pidamente al reba�o hebreo. Por lo tanto, por el bien de los dem�s, les parec�a prudente, devoto y circunspecto.

2. Tu hab�an convertido la advertencia Divina en rid�culo. Esta parece ser la �nica forma satisfactoria de explicar su jactancia: "Vivimos con seguridad". "Esta ciudad es el caldero, y nosotros somos la carne". Jerem�as, que a�n viv�a en Jerusal�n, hab�a visto, en una visi�n de Dios, "una olla hirviendo, y su boca estaba hacia el norte". Los jefes de la orden sacerdotal lo hab�an parodiado, lo hab�an tratado como una imagen de seguridad, en lugar de como un presagio de peligro. Como si hubieran dicho: "�Que as� sea! �Esta ciudad, con sus bastiones y puertas, inexpugnables como el lat�n o el hierro, es un caldero, y como la carne est� a salvo en los calderos, nosotros tambi�n!" Se re�an de cada indicio de peligro. En los dientes de cien advertencias, en los dientes de una derrota y derrotas, persistieron en una convicci�n de seguridad. Como los tontos de otras naciones, "se burlaron del pecado".

3. Esta dureza sin sentido condujo al crimen agravado. Un pecado pronto engendra a otros miles. Ellos, que ten�an la administraci�n de justicia, abusaron de su cargo y gobernaron con una espada de terror. Ya sea por lenidad excesiva, en no reprimir el crimen; o bien por excesiva tiran�a, la vida humana se mantuvo a bajo precio en la ciudad. La muerte era una ocurrencia com�n, y no excitaba el horror. Los conflictos c�vicos abundaban. El n�mero de muertos aument�, y estos pr�ncipes fueron responsables de la falta. Eran las personas que "hab�an llenado las calles de los asesinados". Las manchas de sangre humana estaban sobre sus faldas.

4. La medida exacta de su pecado era conocida. Ning�n elemento en sus malas acciones era desconocido ni no registrado. Hab�an tratado de ocultar sus fechor�as, se hab�an esforzado por minimizar sus ofensas, estaban intentando persuadirse a s� mismos de que Jehov� no se preocupaba por tales asuntos. Pero imagine su sorpresa y confusi�n cuando cada pizca de ofensa, ay, y cada pensamiento secreto malvado, se expuso por completo en la factura del atacante. La cantidad y el grado de culpa de cada hombre se asignan con escrupulosa exactitud.

II OBSERVE LA COMISI�N DEL PROFETA. Ezequiel fue empleado por Dios para transmitir la �ltima protesta a estos pr�ncipes.

1. La elevaci�n de la mente es necesaria para que los hombres puedan reprobar el pecado. "El Esp�ritu me levant�". Vivimos, en su mayor parte, en un nivel tan bajo de sentimiento espiritual, que debemos ser "elevados" para ver la verdadera maldad del pecado, para poder protestar con �xito con los pecadores. Nada puede realmente "elevarnos" a una vida m�s noble que el poder del Esp�ritu Santo.

2. El conocimiento se da a los hombres para su uso. Tan pronto como se le revel� al profeta que era el l�der de los pecados de la naci�n, de inmediato el Esp�ritu le dijo: "Profetiza contra ellos, oh hijo del hombre". Aqu� hay trabajo para el hombre que los querubines no pueden hacer. Es prerrogativa del hombre que pueda acceder a la comprensi�n, el juicio, la raz�n, el sentimiento de su pr�jimo. Por lo tanto, Dios usa a los hombres para transmitir sus mensajes de gracia y amonestaci�n a los hombres culpables. Todo el conocimiento de las cosas divinas que tenemos nos es dado para la ventaja de todos. "Ning�n hombre vive para s� mismo".

3. La orden divina y la fuerza divina se dan al mismo tiempo. Cuando la voz le dijo a Ezequiel: "�Habla!" "El Esp�ritu del Se�or cay� sobre �l". Deber y habilidad

siempre van juntos Dios nunca le ha dado al hombre una orden que no pudo obedecer. Cuando Dios le dijo a Mois�s: "�Adelante!" Dios sab�a que el mar se dividir�a en el momento adecuado. Cuando Jes�s le dijo al hombre con una banda marchita: "�Est�ralo!" Sab�a que junto con el esfuerzo se impartir�a una nueva fuerza. Algunos deberes pueden parecer formidables para un hombre que olvida la cooperaci�n prometida de la gracia divina. Pero cada vez que un esp�ritu de fe posee a un hombre, �l puede decir, como Pablo, "Puedo hacer todas las cosas por medio de Cristo que me fortalece". En una oraci�n muy concisa, un antiguo Padre de la Iglesia expres� esta verdad: "Da: y luego conmutaste lo que quieras".

4. La reprensi�n m�s clara es la mayor bondad hacia los hombres. Cada acusaci�n de Dios es presentada por el profeta ante estos hombres culpables. Es una amistad falsa que oculta cualquier parte de la verdad de nuestros compa�eros, especialmente de los familiares y parientes. Las palabras suaves no siempre son la moneda del afecto. Leemos de uno "cuyas palabras fueron m�s suaves que el petr�leo, pero fueron sacadas espadas". Muy sabiamente dijo David: "Que los justos me reprendan; ser� una bondad". Se necesita una gran cantidad de sabidur�a y una fuente profunda de amor para decirle toda la verdad a un amigo que se equivoca, si lo llevamos de vuelta a los caminos de la virtud y la piedad. La fuerza centr�fuga del deber es a menudo mayor que la fuerza centr�peta de la bondad. Si Eli hubiera sido m�s firme y fiel con sus hijos, podr�a haber salvado el arca de Dios � ay, toda la naci�n � del desastre. Debemos "decir toda la verdad en el amor".

III. VEA LA ENERG�A DEL ASISTENTE DE DIOS. "Sucedi� cuando profetic� que Pelat�as muri�".

1. Qu� tonta es la seguridad carnal. Las paredes que parecen hechas de lat�n o granito son m�s d�biles que el cart�n, a menos que tengan a Dios detr�s de ellas. Los cimientos construidos por los hombres est�n construidos sobre la nada. Belsasar se concibi� seguro porque los enormes muros de Babilonia lo rodeaban; sin embargo, "en la misma noche fue asesinado Belsasar". Las armas ofensivas de Dios pueden penetrar f�cilmente todas las pobres defensas de los hombres.

2. La oportunidad del hombre es breve. Es un acto de misericordia que Dios permita cualquier oportunidad para escapar. Tal favor rara vez es mostrado por un rey terrenal. Sin embargo, el pecado ciega tanto a los hombres que imaginan que el indulto durar� para siempre.] No concuerda con los sabios y amables planes de Dios de anunciar cu�ndo se cerrar� el indulto. A menudo se cierra cuando menos se espera. El d�a de salvaci�n es el momento pasajero, el fugaz ahora.

3. La retribuci�n de Dios es a veces sumaria. Los hombres a menudo se convencen de que alg�n cambio de circunstancias, alguna enfermedad prolongada, preceder� al accidente cerebrovascular final. Se apoyan en una ca�a rota, una sombra vac�a. "Dios no ve como el hombre ve". Hab�a visto que Pelat�as hab�a alcanzado un cl�max de pecado, hab�a recibido a este mensajero especial con altivo desprecio, estaba endureciendo su coraz�n bajo esta nueva reprensi�n de Ezequiel. Por lo tanto, alargar su d�a de gracia era una p�rdida de misericordia, era alentar a otros en el pecado. Por lo tanto, era mejor que la escena del juicio se cerrara repentinamente. El Se�or le hiri� que muri�. "�l, que a menudo se lo reprocha endurece su cuello, de repente ser� destruido, y eso sin remedio".

IV. MARQUE LA SOLICITUD BENEVOLENTE DEL SIERVO DE DIOS. La repentina muerte de Pelat�as corrobor� la verdad.

que su presencia personal era su �nica seguridad, por lo que ahora asegura a los dispersos de Israel que, si desearan su presencia, �l ser�a para ellos todav�a un "Santuario". Todo lo que hab�a sido para ellos antes en Jerusal�n pod�a serlo para ellos en Babilonia. Despu�s de todo, su caso no tiene por qu� ser tan deplorable. Es mejor estar en Caldea junto con Dios que en Jerusal�n sin �l. Supusieron que Dios se hab�a identificado con ese hermoso templo en Jerusal�n, que estaba all� en un sentido en el que no pod�a estar en otra parte. Este error no debe estar disponible. Tener a Dios con nosotros, podemos tener todo bien real.

III. EL DESASTRE M�S GRAVE ES A MENUDO LA CUNA DE LA BENDICI�N. Ya comenz� a parecer que la derrota y el cautiverio de Israel eran necesarios, s�, estaban funcionando bien en los desterrados. Los exiliados ya hab�an perdido la fe en los �dolos y estaban avergonzados de su locura pasada. Ya descubrieron que si regresaban en esp�ritu y oraci�n al Dios verdadero, �l seguir�a siendo su amigo sustancial. La fe y el coraje de Daniel y otros j�venes en Babilonia indican la mejora en la vida religiosa que estaba en ciernes. La presencia de Ezequiel como maestro entre ellos fue un presagio para siempre. Hemos visto c�mo ( Ezequiel 8:1.) Los ancianos de Jud� hab�an buscado su presencia, y esto, sin duda, para que pudieran escuchar alguna palabra del Se�or. La visi�n de la idolatr�a en esa tierra id�latra probablemente hab�a enfermado sus mentes y los hab�a llenado de asco. Ahora se lamentaban por los privilegios perdidos y las oportunidades perdidas. Al lado de Chebar "colgaron sus arpas en los sauces" y lloraron. El sol de la prosperidad hab�a echado a perder su simple fe y lealtad; pero en las sombras de la adversidad comenzaron a aprender lecciones saludables. Aqu� su car�cter ser� recreado, su piedad ser� revitalizada. La desgracia terrenal es disciplina celestial.

IV. EL BIEN M�S ALTO ES INTERNO. Mucho mejor tener una fortuna dentro que una fortuna fuera de nosotros. Esta riqueza es duradera, permanente, inalienable. Ninguna cantidad de dinero puede comprar la honestidad, el coraje, la tierna sensibilidad o la pureza del coraz�n.

1. Se promete la regeneraci�n. "Pondr� un nuevo esp�ritu dentro de ti". El coraz�n de piedra ser� transformado en un coraz�n de carne. Los hombres a menudo son demasiado ciegos para apreciar las mejores posesiones; pero cuando nuestro juicio es iluminado, percibimos que esta es la bendici�n m�s rica que Dios puede dar o que el hombre reciba. Esta es una fuente interna de bendici�n: "un pozo de agua que brota en la vida eterna".

2. Sigue un esp�ritu de lealtad filial. Al poseer esta nueva naturaleza, la Ley de Dios se convertir� en una delicia. El sentimiento de David se reproduce en ellos: "�Oh, c�mo amo tu Ley!" Mejor a�n; aprenden a decir, como Jes�s, "�Me deleito en hacer tu voluntad, oh Dios!" El camino de la obediencia ahora se convierte en una fascinaci�n: un hidromiel florido o una arboleda fragante. A medida que las estrellas del cielo observan sus �rbitas apropiadas, as� el hombre reci�n nacido se ejecuta espont�neamente en los estatutos de Dios. La obediencia ya no es molesta; es tan natural como respirar, tan natural como dar frutos.

3. Relaci�n de pacto. "Ser�n mi pueblo, y yo ser� su Dios". Este pacto asegura a los elegidos el favor inalienable y la protecci�n de Dios. Dios obtiene, por tratado mutuo, una nueva propiedad en estas personas; ellos, por su parte, obtienen una propiedad de Dios. Tienen un reclamo cedido por la condescendencia divina, un reclamo sobre Dios que no pose�an antes.

4. Unidad nacional. "Les dar� un coraz�n". La divisi�n hab�a sido una fuente de debilidad en el pasado. La rivalidad c�vica hab�a sido la precursora del desastre nacional. Ahora prevalecer� un sentimiento mejor. "Jud� no irritar� a Efra�n, Efra�n no envidiar� a Jud�". La uni�n de las tribus ser� la fuerza.

5. A esto seguir� la demolici�n de la idolatr�a. "Se llevar�n todas las cosas detestables". Cuanto m�s conocemos a Dios, su paternidad, amor y misericordia, m�s vemos la locura y la vanidad de los �dolos. Las chucher�as que complacen a un ni�o son despreciadas cuando nos convertimos en hombres. Nuestro creciente amor a Dios nos har� intolerantes con todos los rivales. Como el ni�o quemado teme el fuego, los hebreos restaurados aborrec�an los �dolos. El hombre que tiene un coraz�n limpio desea tambi�n un hogar limpio. La verdadera reforma comienza dentro, en el centro, y funciona hacia afuera.

V. EL GOBIERNO DE DIOS TRATA CON EL HOMBRE INDIVIDUAL. Tal es la serie de donaciones preciosas que Dios comprometi� para otorgar a su pueblo afligido en el exilio; sin embargo, su arrepentimiento y sumisi�n fue el eje del que depend�a todo lo bueno. Si uno aqu� y all� todav�a se aferraba a la vieja idolatr�a, ese deber�a ser excluido de toda participaci�n en la regeneraci�n de la naci�n. Su pecado dar� su propio fruto. El nuevo pacto deb�a ser tanto personal como nacional; porque Dios no pasar� por alto al individuo en la multitud. "Cada uno dar� cuenta de s� mismo a Dios". Uno de los invitados despose�dos de la prenda de la boda fue en un momento visto por el Rey. Ning�n culpable solitario escapar� al escrutinio del ojo de Dios, ni a la operaci�n de la Ley de Dios. A medida que la luz del d�a penetra en cada grieta y esquina de nuestro globo, la luz de la justicia de Dios revelar� cada pecado del hombre.

HOMILIAS DE W. JONES

Ezequiel 11:1

La seguridad presuntuosa de los pecadores exhibida y condenada.

"Adem�s, el Esp�ritu me levant� y me llev� a la puerta este de la casa del Se�or", etc.

I. LA SEGURIDAD PRESUMPTUOSA Y FALSA DE LOS PECADORES EXHIBIDOS. ( Ezequiel 11:1.) Los veinte hombres vivos aqu� mencionados no son los mismos que los mencionados en Ezequiel 8:16; porque ya han sido asesinados en visi�n. En ambos lugares el n�mero es redondo. Y en este lugar est� claro que eran l�deres del pueblo; porque les dieron consejo, y dos pr�ncipes del pueblo estaban en medio de ellos. Su conducta nos muestra:

1. Los pecadores se jactan de su seguridad desafiando las declaraciones del Se�or por parte de sus profetas. Algunos de los exiliados en Babilonia esperaban un r�pido regreso a su propia tierra. Jerem�as el profeta les envi� una carta para corregir este error, diciendo: "Construid casas y habitad en ellas". y asegur�ndoles que hasta que hayan cumplido setenta a�os de exilio no se les permitir� regresar a la tierra de sus padres (Jeremias 29:1). En la misma carta, amenaz� a los que estaban en lo alto de Jerusal�n con "la espada, el hambre y la peste". Y estos veinticinco hombres, burl�ndose de las palabras del profeta, dijeron: "No est� cerca construir casas". Se animaron a s� mismos y a otros en la opini�n de que, sin embargo, podr�a ser con los cautivos en Babilonia, estaban lo suficientemente seguros en Jerusal�n y no necesitan preocuparse por construir casas. Adem�s, Jerem�as hab�a visto en visi�n una olla o caldero hirviendo, con su cara hacia el norte, que simbolizaba la llegada de los reinos del norte contra Jerusal�n y contra las ciudades de Jud�, y tomarlos (Jeremias 1:13). Y en burla de esta profec�a, estos veinticinco hombres dijeron: "Este es el caldero, y nosotros, la carne". Como la carne dentro del caldero est� a salvo del fuego circundante, se consideraban seguros dentro de los lamentos de su ciudad, cualesquiera que sean las fuerzas que se desaten fuera de ellos. Consideraron que su posici�n era segura y confiar�an en las murallas de su ciudad y en los arreglos defensivos, en lugar de prestar atenci�n a las palabras de los Profetas Jerem�as y Ezequiel. En la mayor�a de las �pocas ha habido burlas presuntuosas y profanas ante las amenazas de los juicios divinos (cf. 2 Pedro 3:3, 2 Pedro 3:4). Y en nuestra �poca hay muchos que persisten en el pecado, a pesar de las advertencias que se les dirige en las Sagradas Escrituras. Y si su propia conciencia tambi�n les protesta y les advierte, se burlan de sus advertencias. Parecen pensar que pueden pecar impunemente, que de alguna manera escapar�n de las consecuencias naturales de sus trangresiones (cf. Jeremias 5:12).

2. Pecadores en posiciones influyentes formando planes malvados y ofreciendo consejos malvados, y enga�ando as� a otros. "Estos son los hombres que hacen travesuras y dan consejos malvados en esta ciudad". Entraron en intrigas pol�ticas y formaron planes de resistencia contra el enemigo en oposici�n directa a la voluntad de Dios expresada por Jerem�as (Jeremias 21:8; Jeremias 27:8; Jeremias 38:17). Siguiendo este curso, estos veinticinco hombres hab�an tra�do calamidad y matanza a muchos a quienes hab�an enga�ado (vers�culo 6). El pecado, travieso en cualquiera, es especialmente travieso en aquellos que, por su posici�n e influencia, llevan a otros por mal camino. Cuando los l�deres de la sociedad con ejemplos malvados y peligrosos, o pol�ticos o estadistas con discursos o medidas imprudentes o injustas, o autores de libros perjudiciales, enga�an o corrompen a otros, es indescriptiblemente pernicioso. Grande es la responsabilidad asociada a la gran influencia, y grande es la culpa cuando esa influencia se ejerce para el mal.

II La presunci�n y la falsa seguridad de los pecadores condenados. (Vers�culos 4-13.) Aviso:

1. El conocimiento divino de sus designios malvados. "As� ha dicho Jehov�; as� hab�is dicho, oh casa de Israel: porque yo s� lo que te viene a la mente, cada uno de ellos". o, como Hengstenberg traduce, "Y lo que surge en tu mente lo s�". Para el Omnisciente todos sus pensamientos y prop�sitos eran completamente conocidos (cf. Deuteronomio 31:21; Salmo 139:1; Juan 2:24, Juan 2:25; Hechos 1:24; y vea una homil�a sobre este vers�culo que aparece a continuaci�n).

2. Las desastrosas consecuencias de sus malvados dise�os. "Ustedes multiplicaron sus muertos en esta ciudad, y ustedes llenaron sus calles con los muertos". En este momento, el derramamiento de sangre y el asesinato prevalec�an terriblemente en Jerusal�n, y estaban entre los principales cr�menes mencionados por Ezequiel que ped�an el juicio Divino sobre la ciudad y sus habitantes culpables (cf. Ezequiel 8:17; Ezequiel 9:9). Y adem�s, "los asesinados" incluye a los que ser�an asesinados "por los caldeos, ya asesinados desde el punto de vista del discurso de Dios". Y se dice que son asesinados por "los hombres que inventan travesuras", porque sus muertes fueron consecuencia de sus malos consejos. �Qui�n puede medir las miserias que surgen en cada �poca de los consejos malvados de los l�deres de hombres incompetentes, sin principios o malvados?

3. La cuesti�n fatal de sus malvados dise�os. (Vers�culos 8-13.) Aqu� hay varios puntos que requieren una breve notificaci�n.

(1) El fracaso total de su alarde de seguridad en la ciudad. "Te sacar� de en medio de ella, y te entregar� en manos de extra�os, y ejecutar� juicios entre ustedes".

(2) Su matanza en la ejecuci�n del justo juicio de Dios. "Han temido la espada; y traer� una espada sobre ustedes, dice el Se�or Dios ... Caer�n por la espada; los juzgar� en la frontera de Israel". Y esta profec�a se cumpli� con notable fidelidad. Despu�s de tomar Jerusal�n, el ej�rcito caldeo hizo prisioneros a muchos de los jefes; Tambi�n capturaron al rey Sedequ�as mientras intentaba escapar en fuga; y los llevaron "a Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Ribtah en la tierra de Hamat", en la frontera norte de Israel; y all� el Rey de Babilonia mat� a los pr�ncipes y nobles de Jud�, y sac� los ojos de Sedequ�as y lo at� con cadenas para llevarlo a Babilonia ( 2 Reyes 25:18-12; Jeremias 39:4; Jeremias 52:8).

(3) Su reconocimiento de Jehov� como el Dios verdadero y supremo cuando ya era demasiado tarde. "Y sabr�n que yo soy el Se�or" (hemos notado estas palabras en Ezequiel 6:7, Ezequiel 6:10). "Es lamentable", dice Hengstenberg, "si debemos obtener el conocimiento de Dios por nuestra propia destrucci�n, si �l en quien vivimos, nos movemos y somos, es reconocido por los golpes que nos rompen la cabeza. no tiene, por otra parte, ninguna importancia moral. Es un mero conocimiento pasivo, forzado a los imp�os, sin conexi�n con el arrepentimiento ".

(4) La tremenda seriedad del cumplimiento de las palabras del profeta. "Y aconteci�, cuando profetic�, que Pelat�as hijo de Bena�as muri�". En visi�n, Ezequiel contempl� la muerte de Pelat�as; y nos parece que muri�, de hecho, cuando se le dio a conocer esta profec�a. "Este incidente, cuyo horrible car�cter nos atestigua la impresi�n sobre Ezequiel, simboliza prof�ticamente la certeza en el hecho real del juicio de muerte sobre los dem�s tambi�n (cf. Jeremias 28:17)" (Schroder). Y as�, el tema de su presuntuosa seguridad y su malvado consejo fue su muerte violenta e ignominiosa. Tenemos en esto una ilustraci�n del tema de la maldad persistente. "El alma que pecare, morir�". "La paga del pecado es muerte". "El pecado, cuando est� completamente desarrollado, produce la muerte".

III. LA DOLOR DE UN HOMBRE DIOSO EN VISTA DE LOS JUICIOS DE DIOS SOBRE LOS MALVADOS, "Entonces ca� sobre mi rostro, y llor� en voz alta, y dije: �Ah, Se�or Dios! �Acabar�s con el remanente de Israel! ? " Para Ezequiel, la muerte de Pelat�as fue una terrible promesa de la muerte de todos los dem�s contra quienes hab�a profetizado; y afect� tan profundamente su esp�ritu que lo hizo gritar as� a Dios (hemos notado estas palabras en Ezequiel 9:8). "Los juicios repentinos o grandes ponen a los santos y siervos de Dios en una oraci�n humilde, sincera y argumentativa. Humilde," �Entonces cay� sobre mi rostro! " sincero ", y llor� en voz alta"; argumentativo: "�Ah, Se�or Dios! �Acabar�s con el remanente de Israel?" (Greenhill).

CONCLUSI�N. Aprender:

1. El peligro de presunci�n en cualquier curso que se oponga a la voluntad de Dios.

2. El gran valor para un pueblo de l�deres sabios y rectos. W.J.

Ezequiel 11:5

El conocimiento de Dios de nuestros pensamientos.

"S� las cosas que se te ocurren, cada una de ellas". Hengstenberg traduce: "Y lo que surge en tu mente lo s�". El hecho as� declarado es:

I. M�s razonable.

1. De la naturaleza de Dios. Concede que Dios es infinito, y la declaraci�n de nuestro texto debe ser verdadera. Nada puede ser tan grande como para superar su comprensi�n; nada tan peque�o como para escapar de su atenci�n. Nuestro Se�or declar� el inter�s divino en las cosas m�s peque�as y m�s bajas ( Mateo 6:26; Mateo 10:29, Mateo 10:30). No es filos�fico pensar que incluso la cosa m�s peque�a es desconocida para �l. Est� limitando su conocimiento.

2. De la naturaleza de la mente humana.

(1) Es la creaci�n m�s maravillosa de Dios. El hombre puede reflexionar, razonar, anticipar, imaginar. "Dios cre� al hombre a su propia imagen, a imagen de Dios lo cre� a �l". Tenemos raz�n, conciencia, cari�o, adoraci�n. La grandeza de la mente humana aparece muy claramente cuando consideramos sus logros. Mencione algunos de ellos. Su capacidad e impulso para el progreso tambi�n indican su grandeza. "Nunca descansa, nunca ha logrado, nunca es perfecto. Su ley es el progreso. Un punto que ayer era invisible es su objetivo hoy, y ser� su puesto de partida ma�ana".

(2) Es la esfera de las operaciones m�s maravillosas. Vemos mucho de Dios en sus operaciones en la materia; p.ej. poder, sabidur�a, constancia. Vemos m�s de �l en sus operaciones en mente; p.ej. poder m�s maravilloso, sabidur�a m�s profunda, bondad m�s rica. En el gobierno de la mente, la justicia, la verdad y el amor de Dios se manifiestan. Vemos a la mayor�a de Dios en sus tratos con mentes pecaminosas y desordenadas. El pecado del hombre ocasion� la exhibici�n m�s gloriosa de la mente y voluntad divinas. Vemos la sabidur�a y el amor de Dios en su m�todo de reconciliaci�n, salvaci�n, hombres perdidos como nunca antes se manifestaron. No me pregunto, entonces, que Dios sabe todo lo que surge en nuestra mente, porque nuestra mente es su creaci�n m�s maravillosa, y su creaci�n m�s maravillosa desorganizada, arruinada; y �l se dedica a salvarlo. �Cu�n profundo debe ser su inter�s en ello!

II M�s MARAVILLOSO. No por algo en Dios como dificultad u obst�culo para este vasto y minucioso conocimiento; pero:

1. Debido a la calidad intelectual de "las cosas que vienen a nuestra mente". �Qu� insignificantes, insignificantes, vanidosos, son muchos de ellos! �Qu� pocos pensamientos realmente grandes surgen en nuestra mente! Sabemos lo dif�cil que es verse obligado a escuchar las triviales conversaciones de una mente mal equipada; escuchar todos los detalles insignificantes de asuntos en los que no tenemos inter�s ni preocupaci�n. Sin embargo, Dios conoce todos nuestros pensamientos mezquinos, insignificantes y vanos. Ninguno de ellos se le escapa. �Qu� maravilloso!

2. Debido a la calidad moral de "las cosas que vienen a nuestra mente". Muchos de nuestros pensamientos no solo son insignificantes y triviales, sino que tambi�n son malos, corruptos y pecaminosos. Es doloroso familiarizarse con los pensamientos y sentimientos poco generosos o b�sicos de la mente y el coraz�n de otra persona. Nos encogemos de odio por la contemplaci�n de los dise�os maliciosos o crueles de cualquiera. En nuestro propio ser, hay muchas cosas que no quisi�ramos que alguien deber�a contemplar, o cualquier mente sabe, tan profundamente nos avergonzamos. Sin embargo, Dios conoce cada pensamiento oscuro y recuerdo culpable; No podemos ocultarle nada. Considera todos los pensamientos y sentimientos pecaminosos con odio indecible; sin embargo, los conoce a todos. Pero mientras odiamos nuestro pecado con un odio inaceptable, nos ama con un amor indescriptible. �l mira nuestros pensamientos y los pesa, porque son nuestros, y nos salvar�a de los vanos y pecadores, e inspirar�a y fortalecer�a dentro de nosotros a los sabios y buenos. Su amor por nosotros es tan grande como su conocimiento de nosotros, y lo lleva a interesarse en todo lo que nos concierne.

III. M�S ADMONITARIO.

1. Ning�n pensamiento no es importante. Como el Se�or toma conocimiento y est� tan profundamente interesado en todo lo que surge en nuestra mente, nada puede ser trivial. Piensas que tus pensamientos tontos o vanos no tienen importancia; que no son como palabras o acciones que afectan a otros: que los pensamientos no influyen en nadie mientras no se expresen. Pero sus pensamientos le dan tono y color a su mente y car�cter. En gran medida, surgen de su car�cter, y reaccionan sobre su car�cter de acuerdo con su trato hacia ellos. Si fomentas el pensamiento impuro, te har� m�s impuro; Si entretiene el pensamiento trivial, aumentar� su trivialidad. Tu mente es el templo de Dios. �No deber�as prestar atenci�n a c�mo lo tratas?

2. Todos nuestros pensamientos deben ser tal como �l los aprueba. Ellos deber�an ser:

(1) Verdadero. Nos exhorta a "comprar la verdad y no venderla"; para "probar todas las cosas; retener lo que es bueno". �l mismo es el "Dios de la verdad". Jesucristo es "la verdad". Deber�amos cultivar lo verdadero en el pensamiento en cada departamento de conocimiento y de vida. Esfu�rcese por pensar solo aquellos pensamientos que concuerden con la realidad de las cosas. Ser cierto.

(2) puro. Evita odiar el deseo impuro o el sentimiento impuro. No puede evitar la sugerencia baja o sucia; pero usted es libre de recibir dicha sugerencia o de rechazarla con repugnancia. Dale la bienvenida y te corromper�. Res�stalo y no puede contaminarlo. Si te liberas de pensamientos impuros, ganar�s tu fin m�s r�pida y seguramente cultivando pensamientos puros y hermosos. Si tus pensamientos son verdaderos y puros, Dios sonreir� aprobaci�n, etc. S� puro.

(3) serio. No permitas que tus pensamientos verdaderos y santos sean so�adores, visionarios, poco pr�cticos. Estamos en un mundo de trabajo y prueba, pecado y pena, enfermedad y muerte, un mundo que pide ayuda; y Dios exige un pensamiento serio con miras a la vida y el trabajo nobles.

CONCLUSI�N.

1. Aqu� hay advertencia para los imp�os. Dios sabe toda tu vida y pensamiento. No puede ocultarle nada (cf Job 34:21, Job 34:22; Salmo 139:1; Hebreos 4:13). Y el que nos conoce tambi�n nos juzgar�. "L�mpiame de faltas secretas". "La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado".

2. Aqu� hay aliento para el bien. Dios conoce tus pensamientos, dispositivos, prop�sitos, motivos. La mentira nunca te malinterpreta. Si, como Job, el hombre te juzga mal, puedes decir con �l: "Pero �l sabe el camino que yo tomo". Por lo tanto, an�mate. � W.J.

Ezequiel 11:14

Un pueblo sufriente despreciado por el hombre y consolado por Dios.

"Nuevamente vino a m� la palabra del Se�or, diciendo: Hijo del hombre, tus hermanos", etc.

I. UNA GENTE SUFRIDA DESIGNADA POR SUS HERMANOS QUE PENSARON SEGUROS. ( Ezequiel 11:15.) Un n�mero considerable de compatriotas de Ezequiel estaban, como �l, sufriendo las privaciones y las penas del exilio; y la gente que a�n permanec�a en Jerusal�n, en lugar de compadecer a los exiliados, los despreciaba e insultaba. Ellos hablaron de ellos:

1.-Como rechazado de Dios. "A quien los habitantes de Jerusal�n han dicho: Alejate del Se�or;" o "Estar lejos de Jehov�". Estos orgullosos habitantes de Jerusal�n pensaron que la presencia del Se�or Jehov� estaba confinada al templo en esa ciudad, que los cautivos en Babilonia fueron separados de su presencia y rechazados por �l. Juzgaron por las apariencias externas, y concluyeron que, debido a que todav�a estaban en su propia tierra y en la ciudad sagrada, mientras sus hermanos estaban en el exilio, eran el pueblo favorito de Dios, y sus hermanos fueron desechados por �l. Y llegaron a esta conclusi�n no con tristeza debido a las privaciones de sus hermanos, sino con autocomplacencia farisaica y desd�n cruel.

2. Como no tener porci�n en la tierra de Israel. Los habitantes de Jerusal�n asumieron que los que hab�an entrado en cautiverio hab�an perdido sus propiedades, y que esas propiedades deber�an convertirse en propiedad de los que permanecieron en el pa�s. Dijeron: "A nosotros se nos da esta tierra en posesi�n". Lo que injustamente negaron a sus hermanos exiliados lo reclamaron para s� mismos. Se arrogaban a s� mismos una posici�n exclusiva como pueblo cercano al Se�or, y la posesi�n exclusiva de la tierra que �l hab�a dado a todos los israelitas. Por su esp�ritu y conducta, estos habitantes de Jerusal�n nos recuerdan a algunos en nuestra �poca que "profesan y se llaman cristianos", y que afirman que solo en su comunidad se puede encontrar la salvaci�n, que solo como administrados entre ellos son v�lidos los sacramentos, y que la Iglesia de la cual son miembros es la �nica verdadera. Podr�an unirse de todo coraz�n a los justos justos de Jerusal�n diciendo: "El templo del Se�or, el templo del Se�or, el templo del Se�or, son estos". Pero no los que se creen m�s santos y m�s cercanos a Dios, o que tienen la mayor reputaci�n de religi�n entre los hombres, son muy apreciados por �l, sino m�s bien "los pobres de esp�ritu", los "humildes de coraz�n". "El alto y elevado que habita la eternidad, cuyo nombre es Santo, habita con el que tiene un esp�ritu contrito y humilde". No fue el orgulloso fariseo, sino el publicano penitente, que "baj� a su casa justificado: ... todo el que se enaltece ser� humillado; pero el que se humilla ser� enaltecido".

II Un pueblo sufriente reivindicado y consolado por el Se�or Dios. (Vers�culos 16-20.) Los cautivos despreciados son vindicados y consolados por varias garant�as graciosas y alentadoras, que notaremos brevemente.

1. Que ellos eran el verdadero pueblo de Dios. "Hijo del hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentela y toda la casa de Israel por completo". El profeta Jerem�as ya hab�a declarado que los israelitas que estaban en el exilio eran mejores a la vista de Dios que los que permanec�an en Jerusal�n (Jeremias 24:1). Y ahora se le dice a Ezequiel que sus verdaderos hermanos, hermanos en esp�ritu y seg�n la carne, se encuentran, no en Jerusal�n, sino entre los exiliados junto al r�o Quebar. Para ellos, como se�ala Hengstenberg, el futuro del reino de Dios pertenec�a, mientras que "los que permanecieron en Jerusal�n, a pesar de sus altas pretensiones, estaban condenados a la destrucci�n". "Toda la casa de Israel por completo", en contraste con "los habitantes de Jerusal�n", debe entenderse como una declaraci�n general, ya que hab�a en Jerusal�n un remanente piadoso ( Ezequiel 9:4). y entre los exiliados hubo algunos que no fueron fieles al Se�or Jehov� ( Ezequiel 14:1). Pero, en general, se deb�a buscar al verdadero Israel, no en Jerusal�n, sino entre los exiliados en Babilonia. Cu�n diferente a este respecto era la estimaci�n divina de la de los habitantes farisaicos en la ciudad sagrada. Y que no sea en nuestros d�as que aquel que "no ve como el hombre ve", no aquellos que presumen de sus privilegios y piedad, sino los despreciados y, en general, �son el verdadero Israel de Dios?

2. Que deber�an encontrar en el Se�or Dios una amplia compensaci�n por sus privilegios perdidos. "Por lo tanto, di: As� dice el Se�or Dios; aunque los he arrojado lejos entre los paganos, y aunque los he esparcido entre los pa�ses, a�n ser� para ellos como un peque�o santuario en los pa�ses donde vendr�n". Es m�s correcto traducir, "Ser� para ellos un santuario por un poco" de tiempo o temporada, refiri�ndose al per�odo relativamente corto de su cautiverio. Aunque estaban lejos de su "casa santa y hermosa", sin embargo, deber�an tener comuni�n con Dios; porque �l mismo estar�a presente con. ellos, y la realizaci�n de su presencia transforma cualquier lugar en un templo sagrado. El pueblo de Israel era demasiado propenso a considerar la presencia de Dios confinada al templo en Jerusal�n, o como mucho a Tierra Santa. Bajo esta impresi�n, el Profeta "Jon�s se levant� para huir a Tarsis de la presencia del Se�or". El Se�or Dios, al asegurarles que ser�a para ellos como un santuario durante su exilio, corrige este error y les da el germen de la preciosa verdad de que el esp�ritu devoto y humilde puede ofrecer adoraci�n aceptable y celebrar una bendita comuni�n con �l en cualquier lugar. Y con esta seguridad anticipamos la declaraci�n inspiradora de nuestro Se�or: "Llega la hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorar�n al Padre en esp�ritu y en verdad", etc. ( Juan 4:23, Juan 4:24). En presencia de Dios con ellos como Santuario, los exiliados encontrar�an una compensaci�n por su ausencia forzada de sus hogares y del templo y sus ordenanzas. Tenemos aqu� una prueba de car�cter piadoso. Cuando el coraz�n est� verdadero y completamente correcto con Dios, encuentra compensaci�n en �l por toda privaci�n y p�rdida. La seguridad de que lo tenemos para nuestra porci�n nos sostendr� y satisfar� en momentos de extrema necesidad, y nos permitir� cantar.

"Jes�s, a quien vuelo,

�Se cumplen todos mis deseos?

Lo que si bien las corrientes creadas son secas,

Todav�a tengo la fuente

Despojado de mis amigos terrenales,

Los encuentro todos en Uno;

Y paz y alegr�a que nunca termina

Y el cielo en Cristo comenz� "(C. Wesley).

3. Que sean restaurados a su pa�s y privilegios por el Se�or Dios. "Por lo tanto, di: As� dice el Se�or Dios; incluso te recoger� del pueblo, y te reunir� de los pa�ses donde te has dispersado, y te dar� la tierra de Israel". Los habitantes de Jerusal�n dijeron: "A nosotros se nos da esta tierra en posesi�n"; pero en respuesta a eso, el Se�or dice a los exiliados: "Te dar� la tierra de Israel". Y la promesa se cumpli� cuando "el Se�or despert� el esp�ritu de Ciro, rey de Persia" para proclamarles permiso para regresar a su propia tierra y reconstruir el templo del Se�or Jehov�, un permiso del cual se valieron m�s de cuarenta mil . "Es bueno para nosotros", dice Matthew Henry, "que las severas censuras de los hombres no nos puedan apartar de las bondadosas promesas de Dios. Hay muchos que encontrar�n un lugar en la tierra santa para los hombres no caritativos, por sus monopolios de ella. a s� mismos, se han apartado de ella ".

4. Que reciban del Se�or los m�s altos favores espirituales. (Vers�culos 18-20.) Aqu� les aseguramos cuatro bendiciones espirituales.

(1) Unidad de coraz�n hacia Dios. "Les dar� un coraz�n y pondr� un nuevo esp�ritu dentro de ustedes". Su coraz�n hab�a estado dividido durante mucho tiempo entre el Dios verdadero y los �dolos, pero deber�a estar fijado en �l. Por medio de la disciplina del cautiverio, sus corazones se unieron para temer su Nombre. Tal, de hecho, ha sido el caso; porque desde su regreso de Babilonia no se han doblegado ante los �dolos.

(2) Ternura de coraz�n hacia Dios. "Y sacar� el coraz�n de piedra de su carne, y les dar� un coraz�n de carne". Al resistir su voluntad y Palabra y al persistir en el pecado, hab�an endurecido sus corazones; y prometi� darles un coraz�n "suave y susceptible a las impresiones de la gracia divina. La promesa es esencialmente mesi�nica, aunque ya debe reconocerse un comienzo de su cumplimiento en el per�odo inmediatamente posterior al regreso del exilio" (Hengstenberg) . La resistencia a la influencia divina y la rebeli�n contra los comandos divinos a�n endurecen los corazones humanos. "Presten atenci�n ... para que ninguno de ustedes se endurezca por el enga�o del pecado". San Pablo habla de algunos que han endurecido tanto su coraz�n como para ser "sentimiento pasado" ( Efesios 4:18, Efesios 4:19). Solo Dios por su gracia puede cambiar la piedra a carne y hacer que el coraz�n duro se vuelva tierno en penitencia y piedad.

(3) Conformidad de conducta a la voluntad de Dios. Esto sigue como consecuencia del cambio de coraz�n. El coraz�n renovado conduce a una vida reformada. Su reforma tuvo dos aspectos principales: la renuncia a sus pecados, particularmente la separaci�n total de s� mismos de la idolatr�a (vers�culo 18), y su cumplimiento positivo de la santa voluntad de Dios. Este fue el fin destinado a poner el nuevo esp�ritu dentro de ellos: "Para que puedan caminar en mis estatutos, y guardar mis ordenanzas". La piedad del coraz�n debe y ser� vista en la pr�ctica de la vida. Si la fuente se purifica, la corriente ser� pura.

(4) Confirmaci�n en la relaci�n m�s exaltada y bendecida. "Y ellos ser�n mi pueblo, y yo ser� su Dios". Esto sigue en orden natural lo que ha sucedido antes. Por la renovaci�n de sus corazones los restaura a s� mismo como su pueblo elegido; y por la obediencia de sus vidas a �l testifican que �l es su Dios. Esta relaci�n es la m�s rica de todas las bendiciones; comprende todo bien necesario y corona todas las dem�s bendiciones. Si "el Se�or es mi pastor, no querr� nada". "Si Dios es para nosotros, �qui�n puede estar en contra de nosotros?" "�A qui�n tengo en el cielo sino a ti? Y no hay nadie en la tierra que desee junto a ti. Mi carne y mi coraz�n fallan: pero Dios es la fortaleza de mi coraz�n y mi porci�n para siempre" - W.J.

Ezequiel 11:16

Dios el santuario de su pueblo.

"Sin embargo, ser� para ellos como un peque�o santuario en los pa�ses donde vendr�n". En lugar de "como un peque�o santuario", es mejor traducir "un santuario por un tiempo". La seguridad dada en el texto parece extra�a al principio. El Se�or Jehov� ser� un santuario para su pueblo. �l es el gran objeto de adoraci�n: �c�mo, entonces, puede ser el lugar de adoraci�n? Los exiliados en Babilonia estaban muy lejos de todos los gozosos privilegios del culto p�blico; desde su templo, con todas sus asociaciones preciosas y sagradas, hab�an sido desgarrados sin piedad. Hab�an abandonado a Dios por mucho tiempo, y finalmente se convirtieron en presas de sus enemigos. Y en este pa�s id�latra, mientras los habitantes de Jerusal�n los divid�an y se jactaban de su propia seguridad, Jehov� promete a los cautivos que �l mismo ser� para ellos un santuario, y en s� mismo los compensar�a por la p�rdida de sus privilegios religiosos. Todas esas bendiciones que estaban acostumbrados a asociar con el santuario que les otorgar�a.

I. EL SANTUARIO FUE UN LUGAR DE REFUGIO Y SEGURIDAD. A lo largo de los siglos, los hombres se hab�an acostumbrado a refugiarse en los santuarios de los enemigos o perseguidores por los que los persegu�an, y all� todas las vidas se manten�an a su seguridad inviolable. El enemigo m�s implacable se vio obligado a reconocer la seguridad que brinda el lugar sagrado (cf. 1 Reyes 1:50-11). Entonces, Jehov� promete a Israel que ser� para ellos un asilo sagrado e inviolable de todos los peligros en la tierra de su cautiverio (cf. Isa�as 8:14; Isa�as 32:2; Salmo 9:9; Salmo 46:1, Salmo 46:7, Salmo 46:11). El Se�or era un santuario para su pueblo disperso: un santuario de la tormenta de persecuci�n, de las opresiones de sus conquistadores y de la ira de sus enemigos. �l todav�a mantiene esta relaci�n con su pueblo. �l sigue siendo "un refugio para nosotros". �Cu�n bendecido es que en una vida tan tormentosa como la del hombre, Dios es un santuario para �l! Vamos a escondernos en �l.

II EL SANTUARIO FUE UN LUGAR DE COMUNI�N CON DIOS. All� Dios se manifest� a su pueblo y les comunic� su voluntad (cf. �xodo 25:22; N�meros 7:89). De modo que la promesa de ser un santuario para su pueblo era una promesa de comuni�n consigo mismo; que, aunque fueron expulsados ??del templo de su patria, en su exilio Dios todav�a se comunicar�a con ellos. Esta garant�a implica m�s de lo que a veces reconocemos. Si nos comunicamos con Dios, recibiremos sus pensamientos. "�Cu�n preciosos son tus pensamientos para m�, oh Dios!" etc. La comuni�n con Dios implica la realizaci�n de su presencia amable. En la comuni�n siempre hay amistad. "De ahora en adelante no los llamar� servidores", etc. ( Juan 15:15). �Qu� inspirador y bendecido es sentir la presencia amistosa de Dios con nosotros! Siempre podemos tener este santuario de comuni�n con los Alt�simos. En todo el apuro, el rugido y la agitaci�n de una vida ocupada y problem�tica, podemos darnos cuenta de la seguridad y la comodidad del santuario de la presencia Divina. Podemos tener un Gerizim o un Sion que nadie puede contemplar excepto Dios y los �ngeles. Podemos tener un lugar sagrado en nuestros pobres corazones, que podemos llevar con nosotros a la Babilonia de los negocios y las luchas del mundo.

III. Tomemos el principio involucrado en el texto, que consideramos que LA P�RDIDA DE INCLUSO LAS POSESIONES M�S PRECIOSAS SE HACE A NOSOTROS POR DIOS FUERA DE LA FULNIDAD QUE HABLA EN �L, SI �L ES NUESTRA PORCI�N. La promesa del texto implic� tanto a los exiliados en Babilonia. Si el Se�or es nuestra porci�n, nos dar� benditas compensaciones por cualquier privaci�n que podamos ser llamados a sostener. Tomemos ilustraciones de esto. Hay momentos en que algunos del pueblo de Dios est�n sujetos a la p�rdida de propiedad; sus comodidades naturales est�n muy disminuidas; muchos de los placeres de la vida, que ellos hab�an considerado esenciales para su felicidad y casi para su vida, son quitados; y tienen dudas dolorosas sobre c�mo soportar�n estas privaciones en el futuro. Tememos encontrarnos con el impacto de la posici�n reducida y las circunstancias dif�ciles. Pero cuando llega la conmoci�n, encontramos una ca�da de compensaci�n en Dios. Su gracia nos sostiene. Su paz crece dentro de nosotros. Sus comodidades deleitan nuestra alma. La mentira es "la fortaleza de nuestro coraz�n y nuestra porci�n para siempre". Estamos capacitados para decir, con San Pablo, "he aprendido, en cualquier estado en que me encuentre, para estar contento", etc. ( Filipenses 4:11). Las naciones divinas tambi�n se dan en duelos dolorosos. En su casa hab�a una ni�a hermosa y querida; yon sostuvo a ese ni�o como el regalo m�s preciado de Dios; su propia adoraci�n a Dios se volvi� m�s apasionada y devota al pensar en esa revelaci�n viva y querida de su bondad para con usted. Tu hijo era para ti "un peque�o santuario"; a trav�s de su amada vida te acercaste a Dios. Sin embargo, Dios te quit� a tu hijo; y �oh, la angustia de tu coraz�n desolado! Tal vez estabas en peligro de pensar m�s en el ni�o que en Dios, en amar el regalo m�s que en el Dador, en apreciar el santuario m�s que en el Dios del santuario. Y entonces Dios se llev� al ni�o a quien casi idolatras. Al principio estabas muy afligido, pero Dios dijo: "Ser� para ti un santuario", y gradualmente el coraz�n perturbado se qued� quieto, y se calm� y consol�. Y ahora, por su propio amor, Dios te compensa por tu gran p�rdida. Y en los pr�ximos a�os, cuando imagina que le faltar�n los tiernos ministerios filiales que hab�a anticipado de su hijo, �l m�s que suplir� las deficiencias mediante los arreglos de su propia ternura y cuidado infinitos. Dios tambi�n compensa a su pueblo por la p�rdida de privilegios religiosos. En su providencia, a veces nos saca por enfermedad de los servicios del santuario, y tenemos una temporada de cansancio esperando su mano restauradora. Anticipamos con tristeza el d�a del Se�or, cuando su pueblo adorar� en los tribunales de su casa, y sufriremos durante las horas solitarias en casa. Pero llega el d�a, y con �l una alegre decepci�n. Dios mismo se convierte para nosotros en un santuario. �l nos compensa por la p�rdida de la salmodia inspirando m�sica de adivinaci�n en nuestro coraz�n, por la p�rdida de la "adoraci�n com�n" al darnos una comuni�n espiritual m�s profunda consigo mismo y con todas las almas santas, y por la p�rdida de ministraciones sagradas por parte de los benditos e inmediatos. ministerio de su Esp�ritu Santo a nuestro esp�ritu. Y as�, el d�a que tem�amos fue rico en bendiciones actuales y brillante con los destellos de la gloria que nos espera en el futuro. O en su providencia, Dios nos lleva a un distrito donde estamos separados de la influencia de un amigo generoso y piadoso, o del ministerio de un maestro o pastor valioso. Nuestro arrepentimiento es muy agudo, nuestras dudas sobre nuestro progreso futuro son serias y quiz�s nuestra insatisfacci�n con los arreglos providenciales corre el peligro de volverse grandiosos. Pero en esto tambi�n el Se�or se convierte para nosotros en un santuario. A nuestra creciente necesidad, da m�s de su plenitud infinita. Y descubrimos que al bendecirnos con otro maestro o pastor, o por medio del estudio devoto y sincero de su santa Palabra, o por el ministerio de buena literatura, o por la acci�n inmediata de su Esp�ritu Santo sobre nuestro esp�ritu, �l compensa nosotros por todas nuestras p�rdidas. Aqu� est� una de las grandes bendiciones de la porci�n de los piadosos. A medida que crece nuestra necesidad, Dios nos revela su propia suficiencia infinita m�s y m�s plenamente, y de esa suficiencia nos da m�s gracia. Cuanto m�s fuerte y feroz es la tormenta, m�s nos envuelve en su protecci�n inviolable. Cuanto m�s numerosos y urgentes sean nuestros requisitos, m�s abundantes y r�pidos ser�n sus suministros. Haz de �l tu porci�n, y los recursos infinitos son tuyos (cf. Salmo 84:11; Lamentaciones 3:24; Mateo 6:33; 1 Timoteo 4:8). �W. J.

Ezequiel 11:19

Un coraz�n unido, el don de Dios.

"Les dar� un coraz�n". Los exiliados en Babilonia, a quienes estaba dirigido el texto, hab�an vagado por mucho tiempo de Dios a la idolatr�a. Su coraz�n no hab�a sido arreglado ni unido. La promesa se cumpli� en su caso en este sentido: que desde su regreso del cautiverio nunca han ca�do en la idolatr�a.

I. ESTA PROMESA ES APLICABLE A LA IGLESIA CRISTIANA. La unidad de inter�s y coraz�n en el bienestar de una Iglesia por parte de sus miembros es esencial para su prosperidad.

1. La unidad del coraz�n en la unidad fraternal es necesaria. "�Mirad cu�n bueno y qu� agradable es para los hermanos vivir juntos en unidad!" etc. (Salmo 133:1.). Para asegurar esto, debemos ejercer la paciencia y la caridad mutuas, y cultivar un respeto afectuoso entre nosotros.

2. La unidad del deseo por la prosperidad de la obra de Dios es necesaria. Hay razones para temer que este deseo no sea muy profundo por parte de algunos miembros de la Iglesia, que muy a menudo se quejan de lo que otros est�n haciendo y no hacen nada por s� mismos. Si tenemos este deseo, se lo llevaremos a Dios en oraci�n. "No guardaremos silencio y no le daremos descanso", etc. ( Isa�as 62:6, Isa�as 62:7). Si tenemos este deseo, nos llevar� a esfuerzos personales para lograr su cumplimiento. Para retener esta unidad de deseo, debemos estar preparados para renunciar a las opiniones personales en cuanto a m�todos menores, manteniendo la vista fija en los grandes objetos a los que apuntamos. Las concesiones mutuas son necesarias para mantener la unidad. Al buscar la unidad en la Iglesia, confiemos en la promesa del texto y usemos los medios apropiados para asegurarlo.

II EL TEXTO ES APLICABLE A DIFERENTES CLASES DE PERSONAJES PERSONALES. Se pueden encontrar ejemplos de corazones divididos y prop�sitos sin resolver en cada provincia de la vida: en los negocios, en la cultura mental, en la religi�n. Sin embargo, en todas partes la cosa es malvada. La divisi�n es debilidad. "La piedra removida no re�ne musgo". "Un hombre de doble �nimo es inestable en todos sus sentidos". La falta de coraz�n es esencial para progresar en cualquier cosa. Los hombres que han logrado un �xito notable en cualquier b�squeda la han seguido de manera constante y persistente. La concentraci�n es poder. "La unidad es fuerza" en todas partes y en todo. Especifiquemos ciertos caracteres a los que se aplica el texto.

1. Al insincero. Hay personas que no son verdaderas, cuyos pensamientos y palabras no concuerdan, cuya apariencia y realidad no son armoniosas. Nuestro texto es una promesa para ellos si lo recibir�n. El hombre de coraz�n renovado es honesto, verdadero. La mera forma de piedad, o profesi�n de discipulado a Cristo, no nos servir� de nada. A menos que tengamos la vida y el poder de Cristo, el nombre de cristiano ser� peor que in�til para nosotros. El cristiano genuino es sincero y recto.

2. A aquellos que se esfuerzan por "servir a Dios y a Mammon". Es imposible estar a la vez dedicado a los fines mundanos y a Dios. Un esp�ritu mundano es incompatible con la religi�n real. El esp�ritu del mundo se opone al esp�ritu de Cristo. Uno u otro debe ser supremo en nosotros. No podemos rendirnos a la b�squeda de los placeres, honores o riquezas de este mundo, y al servicio del Se�or Jes�s al mismo tiempo. Es impresionante combinar las dos cosas. Dios promete darnos un coraz�n, un coraz�n indiviso y completamente fijado en s� mismo. �Estamos dispuestos a recibir la bendici�n y a recibirla ahora?

3. A aquellos que "se detienen entre dos opiniones". Muchos son vacilantes e indecisos en cuanto a la religi�n personal. No han resuelto tratar de combinar el servicio de "Dios y mam�n"; pero no han elegido a qui�n servir�n. A menudo han quedado impresionados religiosamente, pero nunca decidieron. A menudo han sentido la suprema importancia de la religi�n, pero no han cedido a sus pretensiones. Son vacilantes e indecisos. Sienten sin actuar sabiamente. Tienen emoci�n religiosa, pero no resoluci�n religiosa. Ellos postergan la gran elecci�n hasta "una temporada m�s conveniente". No dar�n el paso decisivo. No son un solo coraz�n. Ahora, pueden obtener un coraz�n unido de Dios. La vacilaci�n que es tan perjudicial y peligrosa para ellos ser�a desterrada si aceptaran la promesa de Dios en el texto y decidieran, con su ayuda, servirle. �l "les dar�a un coraz�n" y la fuerza suficiente para llevar a cabo su resoluci�n. Y luego pod�an cantar, con David: "Mi coraz�n est� arreglado, oh Dios, mi coraz�n est� arreglado: cantar� y alabar�". As�, el texto nos promete unidad y minuciosidad de coraz�n. Nuestra propia debilidad la conocemos; y cu�n propensos a la inestabilidad, el cambio y la divisi�n son nuestros corazones. Pero "Dios es m�s grande que nuestro coraz�n", y nos ofrece la unidad y la estabilidad que necesitamos. En la fuerza de su promesa, recemos: "Une mi coraz�n para temer tu nombre", y consagr�monos sin reservas a �l.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Ezekiel 11". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/ezekiel-11.html. 1897.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile