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Bible Commentaries
Isaías 22

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-25

EXPOSICI�N

Isa�as 22:1

UNA PROFEC�A CONTRA JERUSAL�N. El profeta, presente en Jerusal�n, ya sea en realidad, o al menos en esp�ritu, ve a los habitantes amontonados en los techos de las casas, en un estado de alegr�a bulliciosa ( Isa�as 22:1, Isa�as 22:2 ) Fuera de los muros hay un ej�rcito extranjero que amenaza la ciudad ( Isa�as 22:5). Se han realizado preparativos para la resistencia, que se describen ( Isa�as 22:8); pero no se ha vuelto a Dios. Por el contrario, el peligro ha hecho que la mayor parte de la gente sea imprudente. En lugar de humillarse y ponerse cilicio, llorar y apelar a la misericordia de Dios, han decidido ahogar el cuidado en la bebida y el disfrute sensual ( Isa�as 22:12, Isa�as 22:13). Por lo tanto, se le ordena al profeta que denuncie el ay sobre ellos y amenace con que Jehov� no perdone su imprudencia hasta su muerte ( Isa�as 22:14). No hay nada que marque muy claramente la nacionalidad del ej�rcito extranjero; pero ciertamente se representa como compuesto por contingentes de muchas naciones. Delitzsch sostiene que los ej�rcitos asirios nunca estuvieron tan maquillados o, en cualquier caso, que las naciones aqu� mencionadas nunca sirvieron en sus filas; pero esto es, quiz�s, suponiendo que nuestro conocimiento sobre el tema es m�s completo y exacto de lo que realmente es el caso. Es casi imposible imaginar otro ej�rcito que el asirio asedie Jerusal�n en tiempos de Isa�as. Adem�s, los detalles sobre los preparativos hechos contra el enemigo (vers�culos 9-11) concuerdan con los mencionados en 2 Cr�nicas 32:3 y 2 Cr�nicas 32:30 tal como los hizo Ezequ�as contra Senaquerib. Y la segunda secci�n del cap�tulo ciertamente tiene referencia a este per�odo. Parece, por lo tanto, razonable considerar el asedio previsto como el realizado por Senaquerib en su cuarto a�o, del cual tenemos un breve relato en sus anales.

Isa�as 22:1

La carga del valle de la visi�n. "El valle de la visi�n" solo se menciona aqu� y en Isa�as 22:5. Debe haber sido una de las profundas depresiones cerca del troll de Jerusal�n, que tiene una buena vista de la ciudad. La LXX render, "la carga del valle de Sion". �Qu� te pasa ahora? Jerusal�n es dirigida por el profeta, quien asume el papel de espectador, sorprendido por lo que ve, y le pide una explicaci�n. Que has subido por completo a los tejados de la casa. En parte, sin duda, fueron a ver al enemigo en contra de sus movimientos, como dice Rosenm�ller; pero a�n m�s para festejar y divertirse ( Jueces 16:27; Nehem�as 8:16). Los techos planos de las casas orientales a menudo se utilizan como lugares de recreaci�n y entretenimiento, especialmente en la noche.

Isa�as 22:2

Una ciudad alegre (comp. Isa�as 22:13). Tus hombres muertos no son muertos con la espada. Es un bloqueo en lugar de un asedio. Los hombres mueren, no por heridas, sino por privaciones ( Lamentaciones 4:9). Senaquerib mismo dice: "Ezequ�as, como un p�jaro enjaulado, dentro de Jerusal�n, su ciudad real, confin�; las torres alrededor de �l levant�; y cerr� la salida de la gran puerta de su ciudad".

Isa�as 22:3

Todos tus gobernantes huyeron juntos; m�s bien, todos tus hombres principales. Debemos tener en cuenta la hip�rbole oriental. El significado es que muchos de los hombres principales, con respecto a la resistencia como vanos, hab�an intentado escapar de la ciudad condenada, pero hab�an sido capturados y atados por los arqueros enemigos. Todo lo que se encuentra en ti; m�s bien, perteneci�ndote a ti. La referencia es a aquellos que hab�an escapado y hu�an lejos. Los arqueros los agarran y los unen a todos. A menudo vemos una serie de cautivos unidos por una sola cuerda en los bajorrelieves egipcios. Que han huido de lejos; m�s bien, que volaban muy lejos.

Isa�as 22:4

Por lo tanto, dije I. El profeta pasa de la descripci�n de la escena ante �l a una cuenta de sus propios sentimientos. Mira hacia otro lado, dice; "d�jame libre de desahogar mi pena sin restricciones; no deseo ning�n consuelo, solo d�jame solo". Por el mimo. La palabra usada a veces significa "destrucci�n"; pero "estropear" es una mejor representaci�n aqu�. Senaquerib describe su "despojo" de Jerusal�n en esta ocasi�n de la siguiente manera: "Treinta talentos de oro, ochocientos talentos de plata, carbuncos preciosos, grandes ... piedras, sof�s de marfil, altos tronos de marfil, pieles de b�falos, cuernos de b�falos, armas, todo, un gran tesoro, y sus hijas, los eunucos de su palacio, m�sicos y m�sicas, a N�nive, la ciudad de mi dominio, envi� Ezequ�as despu�s de m� ". A qu� estrecho se redujo Ezequ�as para recolectar una cantidad suficiente de los metales preciosos que aprendemos de 2Re 18:15, 2 Reyes 18:16.

Isa�as 22:5

Es un d�a ... Por el Se�or; m�s bien, hay un d�a para el Se�or; o, el Se�or tiene un d�a. Dios tiene en reserva ese d�a; y seguramente llegar� a su debido tiempo. De ah� el dolor del profeta. En el valle de la visi�n. Podemos suponer que Ezequ�as, antes de hacer la presentaci�n registrada en 2 Reyes 18:14 y en el 'Cilindro de Senaquerib,' Colosenses 4:11. 28, 29, probaron las posibilidades de batalla contra los asirios en este valle, y que Isa�as tuvo una visi�n prof�tica de la lucha. Derribando las paredes; m�s bien, socavando. Las esculturas asirias muestran numerosos ejemplos de esta pr�ctica. A veces se usan espadas o lanzas para desalojar las piedras de la pared, a veces cornetas o hachas. Llorando. Algunos consideran esta palabra, y tambi�n que tradujo "los muros" en la cl�usula anterior, como nombres propios, y traducen el pasaje, "Kir socava, y Shoa est� en el monte" (Ewald, Cheyne, Luzzatto). Pero parece poco probable que "Kit" sea mencionado dos veces.

Isa�as 22:6

Elam descubri� el carcaj. Elam, el pa�s que se extiende desde el rango de Zagros hasta el Bajo Tigris, y regado por los Choaspes, Eulaeus, Pasitigris y otros r�os, fue un reino independiente desde una fecha muy temprana ( G�nesis 14:1, G�nesis 14:9), y en tiempos de Isa�as era generalmente hostil a Asiria. Sargon, sin embargo, relata que conquist� una parte del pa�s, plant� colonias en �l desde las partes m�s occidentales de su imperio y coloc� a los colonos y nativos bajo el gobernador de Babilonia. Por lo tanto, es muy posible que tanto Sarg�n como Senaquerib hayan tenido un contingente de elamitas en sus ej�rcitos. Con carros de hombres y jinetes; m�s bien, con tropas de hombres (que eran) jinetes (comp. Isa�as 21:7). Kir descubri� el escudo. "Kir" se menciona en 2 Reyes como el lugar al que Tiglat-Pileser transport� a los habitantes de Damasco ( 2 Reyes 16:9), y por Am�s ( Am�s 9:7) como el pa�s original de de los cuales se derivaron los sirios. Recientemente se ha identificado con Kirkhi, cerca de Diarbekr, o con Kirruri, en el pa�s de Urumiyah (Cheyne); pero ninguna identificaci�n es marc de lo posible. (Para descubrir los escudos como un paso previo a la batalla, ver C�sar, 'Do Bell. Gall.,' 2.21.)

Isa�as 22:7

Y suceder�, etc. Este vers�culo y el siguiente est�n estrechamente relacionados e introducen el nuevo tema de los preparativos que los jud�os hicieron para su defensa. Traduce, y sucedi�, cuando tus valles m�s selectos estaban llenos de carros (o tropas), y los jinetes se pusieron en orden hacia la puerta, y entonces �l se apart� de las juergas de Jud�, etc.

Isa�as 22:8

La cobertura de Jud� era lo que ocultaba su debilidad, ya sea de ellos mismos o del enemigo, probablemente el primero. Dios hizo esto a un lado, y de repente vieron su peligro, y comenzaron a pensar c�mo podr�an defenderse mejor. Las armas fueron lo primero que se necesit�. La armadura de la casa del bosque. "La casa del bosque" era probablemente la parte del palacio de Salom�n que �l hab�a llamado "la casa del bosque del L�bano" ( 1 Reyes 7:2). Al parecer, esto se us� como una armadura ( 1 Reyes 10:17; 1 Reyes 14:27; Isa�as 39:2).

Isa�as 22:9

Vos tambi�n hab�is visto ... son muchos; m�s bien, viste que tambi�n eran muchos. Las brechas de la ciudad de David. "La ciudad de David" puede ser aqu� un nombre para Jerusal�n en general, como "la ciudad donde vivi� David" ( Isa�as 29:1), o puede designar la colina oriental, donde David fij� su residencia ( 2 Samuel 5:7; Nehem�as 3:15, Nehem�as 3:16, Nehem�as 3:25; Nehem�as 12:37). En 2 Cr�nicas 32:5 leemos que Ezequ�as en este momento "construy� todo el muro que estaba roto, y lo elev� a las torres, y otro muro exterior, y repar� a Mille en la ciudad de David", donde Ciertamente, una parte particular de Jerusal�n parece significar. Vosotros reunisteis las aguas del estanque inferior. Los arreglos hechos por Ezequ�as con respecto al suministro de agua en el momento de la invasi�n de Senaquerib, parecen haber sido los siguientes: Se encontr� en el norte de la ciudad, donde seguramente se lanzar�a el ataque asirio, cerca de Puerta de Damasco, un estanque o dep�sito ( Isa�as 7:3), alimentado por un conducto de alguna fuente natural, que queda abierto y patente para la vista. El agua superflua se escap� de ella por un "arroyo" ( 2 Cr�nicas 32:4), que pas� por el valle de Tyropoeon, y se uni� al Kedron al sureste de Ophel. Su primer paso fue cubrir y ocultar el reservorio abierto, y tambi�n el "arroyo" que corr�a desde all�, al menos hasta la pared norte de la ciudad, para evitar su uso por los asirios. Luego hizo un conducto subterr�neo ( 2 Cr�nicas 32:30) dentro de la ciudad, a lo largo de la depresi�n de Tyropoeon, a un segundo dep�sito, o "estanque", tambi�n dentro de la ciudad, que podr�a ser utilizado libremente por los habitantes ( ver 2 Cr�nicas 32:11 y comp. Ecclesiasticus 48:17). Adem�s, es probable que haya llevado un conducto desde este segundo estanque, debajo del �rea del templo, hasta la "fuente de la Virgen" en el lado este de Ophel, y desde all� transport� el agua por un t�nel a trav�s de Ophel hasta el "estanque de Siloam ". La inscripci�n descubierta recientemente en esta c�scara es probablemente del tiempo de Ezequ�as.

Isa�as 22:10

Ustedes han contado ... se han desmoronado; m�s bien, ustedes numeraron ... se derrumbaron. La "numeraci�n" probablemente fue para ver cu�ntos podr�an ahorrarse para tirar hacia abajo. La reparaci�n de las paredes con materiales as� proporcionados fue un signo de extrema urgencia y urgencia. Parecer�a de Isa�as 22:7, Isa�as 22:8 que las reparaciones no comenzaron hasta que se invirti� la ciudad.

Isa�as 22:11

Ustedes tambi�n hicieron una zanja; m�s bien, un lago o dep�sito (vea el comentario en Isa�as 22:9). Pero no hab�is mirado al creador del mismo; es decir, no has mirado a Dios, quien en sus consejos eternos conoc�a y decretaba todos los pasos que est�s tomando para tu defensa (ver m�s abajo, Isa�as 37:26).

Isa�as 22:12

En ese dia. El d�a aludido en Isa�as 22:7, cuando los valles elegidos en el vecindario de Jerusal�n se vieron por primera vez llenos de una armada hostil, y se observ� a los jinetes asirios que se levantaban frente a las puertas. Tal vista constitu�a un sincero llamado al pueblo para el arrepentimiento inmediato. Calvicie (comp. Isa�as 15:2; Miqueas 1:16; Am�s 8:10). Se ha dicho que la "calvicie" estaba prohibida por la Ley (Cheyne); Pero esto no es as�, absolutamente. La calvicie estaba totalmente prohibida para los sacerdotes (Le Isa�as 21:5; comp. Ezequiel 44:20); y ciertas formas peculiares de afeitarse el cabello, la barba y las cejas, practicadas por naciones id�latras, estaban prohibidas a toda la gente ( Lev�tico 19:27; Deuteronomio 14:2). Pero el afeitarse la cabeza como lo practicaban Job ( Job 1:20) y otros hombres piadosos, no estaba prohibido para los laicos, como tampoco el uso de cilicio. Fue considerado como un modo natural de exhibir dolor.

Isa�as 22:13

Y contemple la alegr�a y la alegr�a (comp. Isa�as 22:2). "Comamos y bebamos, porque ma�ana moriremos", es un sentimiento com�n, si no una expresi�n com�n. Se supon�a que hab�a dado lugar a la pr�ctica egipcia de llevar el modelo de una momia a los invitados a las fiestas. Seg�n los griegos, Sardanapalus ten�a una frase muy parecida a ella grabada en su tumba. Los marineros a menudo han actuado sobre ello, cuando les result� imposible salvar su barco. Al ver su ciudad invertida, una parte de los habitantes de Jerusal�n, desesperados por la seguridad, hicieron lo que los marineros han hecho con tanta frecuencia.

Isa�as 22:14

Fue revelado en los carros m�os por el Se�or de los ej�rcitos; m�s bien, el Se�or de los ej�rcitos se revel� en mis o�dos, diciendo. Esta iniquidad no ser� purgada de ti hasta que mueras. El pecado de convertir un llamado al arrepentimiento en una excusa para disturbios y borracheras es algo que Dios no perdonar�. Implica una dureza de coraz�n que no puede dejar de emitir en la impenitencia final.

Isa�as 22:15

PROFEC�A SOBRE LA DEPOSICI�N DE SHEBNA Y LA ELEVACI�N DE ELIAKIM. En su primera y m�s simple aplicaci�n, esta secci�n predice la ca�da de un funcionario estatal y el avance de otro: asuntos, sin duda, de cierta importancia en la historia de la corte de la �poca, pero apenas (con reverencia). momento para ser digno de anuncio prof�tico o de registro divinamente inspirado. Por lo tanto, generalmente se ha sentido que debe haber una aplicaci�n secundaria del pasaje. Seg�n algunos, los dos funcionarios representan respectivamente las dos cacer�as, la antigua y la nueva; Seg�n otros, representan las dos grandes fiestas en la pizarra jud�a de la �poca: la que confiaba en Jehov� y la que se apoyaba en alianzas paganas.

Isa�as 22:15

El Se�or Dios de los ej�rcitos. Esta forma, Adonay Jehov� Tsabaoth, rara vez utilizada por Isa�as, pero que aparece arriba en los vers�culos 5, 12 y 13, parece mostrar que esta secci�n est� en su lugar correcto, y que pretende ser una continuaci�n de la descripci�n del asedio de Senaquerib. Este tesorero La palabra "esto" es despectiva. Ese "tesorero" traducido es de dudosa importancia. La clave probablemente se encuentre en el sustantivo af�n, traducido "almac�n" en 2 Cr�nicas 32:28 y "almac�n" en 1 Reyes 9:19; 2Ch 8: 4, 2 Cr�nicas 8:6; 2 Cr�nicas 16:4; 2 Cr�nicas 17:12. Traduce, este tendero. Shebna Se cree que el nombre, que no se encuentra en ninguna otra parte, es sir�aco en lugar de hebreo, y se conjetura que el propio Shebna fue un aventurero extranjero, tal vez "un refugiado de Damasco" (Cheyne). (Vea el siguiente verso.) Que est� sobre la casa. Una oficina como el praefectus palatio imperial "en Roma, o el" alcalde de palacio "franco (ver G�nesis 41:40; 1 Reyes 4:6; 1 Reyes 18:3). En este momento parece haber sido el cargo m�s alto que un sujeto podr�a tener (2Cr 26:21; 2 Reyes 18:18, etc.).

Isa�as 22:16

�Qu� tienes aqu�? es decir, �qu� negocio o qu� derecho? Parece, ciertamente, estar implicado que Shebna estaba completamente desconectada de Jerusal�n. �A qui�n tienes aqu�? es decir, �qu� relaciones? que familia Para justificarse en la excavaci�n de una gran tumba, Shebna deber�a haber tenido una familia numerosa para la que se necesitar�an tumbas. De lo contrario, su excavaci�n de un gran sepulcro fue simplemente ego�sta y ostentoso. Como el que lo ve sepulcro en lo alto. Las tumbas jud�as de cualquier pretensi�n eran generalmente excavaciones en la roca s�lida, en la ladera de una colina o monta�a, y a menudo ten�an una posici�n muy elevada. Existen tumbas en las laderas de todas las colinas alrededor de Jerusal�n, pero son m�s numerosas en el lado oriental del monte del templo, que se inclina abruptamente hasta el valle de Kedron. Una puerta con la parte superior cuadrada conduce a una c�mara, generalmente cuadrada, desde la cual los huecos, de seis o siete pies de largo, dos de ancho y tres de alto, se llevan a la roca horizontalmente, ya sea al nivel del piso o con una plataforma, o estante, a la mitad de una de las paredes. Estos recovecos se han llamado loculi. Despu�s de colocar un cuerpo en uno, com�nmente se cerraba con una piedra, que encajaba en el extremo, y as� se cerraba el cuerpo de la c�mara. Chambers ten�a a veces doce de esos loculi. Una habitaci�n (comp. Eclesiast�s 12:5). Sin embargo, no debemos suponer que los jud�os, como los egipcios y los etruscos, consideraban que el alma habitaba la tumba. El alma descendi� al sheol; la tumba era la "habitaci�n" del cuerpo solamente.

Isa�as 22:17

Que el Se�or te lleve con un poderoso cautiverio; m�s bien, el Se�or te arrojar�, oh hombre, con un lanzamiento; es decir, "te arrojar� lejos". No se dice que Shebna ser�a un cautivo. Seguramente te cubrir�; literalmente, te cubrir� con una cubierta; es decir, "te har� oscurecer" (Rosenm�ller), un castigo apropiado para alguien que ten�a como objetivo atraer la atenci�n y hacerse famoso ( Isa�as 22:16).

Isa�as 22:18

Seguramente se volver� violentamente y te arrojar�, etc .; literalmente, rodando te rodar� rodando como una pelota, etc. En un pa�s grande. Asiria, o tal vez Egipto. Si Shebna fue deshonrado por haber recomendado la alianza egipcia, es probable que no se haya refugiado improbablemente con Tirhakah. All� los carros de tu gloria ser�n la verg�enza de la casa de tu se�or; m�s bien, habr� carros de tu gloria, oh t�, verg�enza de la casa de tu se�or. Sus carros, en los que se glor�a, deben acompa�arlo, ya sea como bot�n tomado por el enemigo, o como instrumentos de su huida.

Isa�as 22:19

Te llevar� de tu puesto; m�s bien, desde tu correo u oficina. ��l te empujar� hacia abajo? Jehov� desprecia el significado de ambas cl�usulas (comp. Isa�as 34:16). El cumplimiento completo de esta profec�a no se nos declara en ninguna parte. Simplemente encontramos que, cuando lleg� el Rabsaces a Jerusal�n como enviado de Senaquerib ( Isa�as 36:2), Shebna hab�a perdido su puesto como prefecto del palacio y ocupaba el puesto inferior de escriba o secretario. Sin embargo, es posible que posteriormente se haya degradado a�n m�s, y luego pudo haber huido a Egipto, como lo hizo Jeroboam ( 1 Reyes 11:40).

Isa�as 22:20

En ese dia. En el d�a de la deposici�n de Shebna de su oficina de prefecto del palacio. Mi sirviente Eliakim. Sobre la dignidad de este t�tulo, cuando lo dio Dios mismo, vea el comentario en Isa�as 20:3.

Isa�as 22:21

Con tu t�nica ... con tu faja. Se le quitar�a el vestido de oficina que llevaba Shebna y Eliakim se lo invertir�a. La "t�nica" es la capa o t�nica de manga larga que usan com�nmente las personas de rango; la "faja" es probablemente ornamental, como las de los sacerdotes ( �xodo 28:39), que se usa sobre la t�nica interior. El ser� un padre; es decir, un protector, consejero, gu�a (comp. Job 29:16, "Fui un padre para los pobres: y la causa que no sab�a que busqu�"). Es, tal vez, implica que Shebna no se hab�a comportado como un "padre".

Isa�as 22:22

La llave de la casa de David la pondr� sobre su hombro. Una clave parece haber sido la insignia especial de la oficina del prefecto, que inclu�a el control de las tiendas ( Isa�as 22:15) y la administraci�n general del hogar. Era, tal vez, una parte de la forma de investidura, que la llave se colocara primero en el hombro del prefecto y luego se entregara en su mano. Entre los griegos, se dice que los sacerdotes de Ceres llevaban una llave en su hombro, permanentemente, como una insignia de oficio (Callimach; 'Himno. Ad Cererem', 1. 45). La referencia a este pasaje en Apocalipsis 3:7 es suficiente para mostrar que Eliakim, el "siervo de Jehov�" ( Apocalipsis 3:20), es, en cierta medida, un tipo de Cristo; quiz�s tambi�n de sus fieles ministros ( Mateo 16:19; Juan 20:23).

Isa�as 22:23

Lo sujetar� como un clavo en un lugar seguro (comp. Esdras 9:8; Zacar�as 10:4). La idea que se pretende expresar es la firmeza y la fijaci�n de la tenencia. �l ser� para un trono glorioso a la casa de su padre (comp�rese con el siguiente verso). Todas sus relaciones, incluso las m�s remotas, obtendr�n honor de �l y disfrutar�n del sol de su prosperidad. As� todos los miembros de la familia de Dios, hechos hijos de Dios por adopci�n en Cristo, participar�n en la gloria final de Cristo en su reino eterno.

Isa�as 22:24

Toda la gloria Seg�n las nociones b�blicas, la "gloria" de una familia consiste en gran medida en su tama�o ( G�nesis 15:5; Salmo 127:5, etc.). Y la gloria de Cristo en su reino final consistir� en gran medida en el n�mero de los salvos ( Apocalipsis 7:4). La descendencia y el problema; es decir, los florecientes v�stagos y las pl�ntulas despreciadas por igual. La palabra traducida "problema" es un t�rmino de desprecio (ver Ezequiel 4:15). De los vasos de tazas; m�s bien, de cuencos (comp. �xodo 24:6). A todas las embarcaciones de pabellones; m�s bien, de lanzadores. "Una conexi�n familiar numerosa y sin distinciones" parece ser la intenci�n (Delitzsch).

Isa�as 22:25

SECUELA DE LA PROFEC�A RELATIVA A ELIAKIM. Este verso ha sido realmente llamado "un enigma" (Kay). Es imposible entenderlo de Shebna. "La u�a que se abroch� en un lugar seguro" solo puede referirse a la u�a que se dice que se abroch� en Isa�as 22:23. �Debemos, entonces, entender que Eliakim tambi�n experimentar� un reverso de la fortuna? Pero entonces toda la fuerza del contraste entre �l y Shebna se habr�a ido. �No es posible que el profeta, viendo en Eliakim un tipo del Mes�as, y volvi�ndose m�s y m�s mesi�nico en sus expresiones, haya terminado olvidando el tipo por completo y absorto en el pensamiento del antitipo? �l, el clavo, tan seguramente fijado en su lugar eterno, sin embargo, ser�a "removido" por un tiempo, y luego "cort� y cay�" (comp. Isa�as 52:14; Isa�as 53:8). Al mismo tiempo, ser�a "cortar" la carga que el Mes�as llevaba ( Isa�as 53:12, "�l llev� el pecado de muchos").

Isa�as 22:25

En ese dia. No es el d�a de la ca�da de Shebna, ciertamente ( Isa�as 22:20), sino algo de �ter. No es el d�a de la misi�n terrenal de Cristo, cuando parec�a que su pueblo estaba a punto de reconocerlo, y de establecer su trono, pero de repente el Mes�as fue "cortado" ( Daniel 9:26) - abatido por la transgresi�n de su pueblo ( Isa�as 53:8)? La carga que estaba sobre �l ser� cortada. La gran carga sobre el Mes�as fue la carga del pecado humano que tuvo que soportar. "�l mismo descubri� nuestros pecados en su propio cuerpo en el �rbol" ( 1 Pedro 2:24). Por su muerte, esta carga fue "cortada" ( 1 Juan 2:2; 2 Corintios 5:19; Efesios 2:16; Colosenses 2:14). Porque el Se�or lo ha dicho. La doble certificaci�n, al principio y al final del verso, es una marca de la gran importancia del anuncio que contiene, que es, de hecho, el germen de la gran doctrina de la expiaci�n.

HOMIL�TICA

Isa�as 22:4

Isa�as llorando por la hija de su pueblo, un tipo de Cristo lamentando sobre Jerusal�n.

Isa�as fue en muchos aspectos un tipo de Cristo. Su nombre, que se relaciona con "Salvaci�n de Jehov�", es un equivalente cercano de "Jes�s", que significa "Jehov� es Salvador". La tradici�n dice que �l era de linaje real, como Jes�s. La esfera de su ense�anza estaba en la Jerusal�n principal, donde se impart�an los principales discursos de nuestro Se�or. Reprob� el pecado, pero compadeci� al pecador, como Jes�s (ver Homil�tica en Isa�as 15:5). Fue, como Jes�s, martirizado en Jerusal�n. Podemos, por lo tanto, sin impropiedad, considerar el "amargo llanto" del vers�culo 4 como, en cierto sentido, la contrapartida del lamento de nuestro Se�or el d�a de su entrada triunfal en la ciudad, cuando lo contempl� desde la frente de Olivet. Se parec�an en varios aspectos.

I. AMBOS FUERON CAUSADOS POR LA VISI�N PROF�TICA DE LOS HORRORES DE UN ASEDIO. En tiempos de Isa�as el asedio hab�a comenzado. El enemigo estaba invirtiendo el lugar (vers�culo 7). Pero sus l�grimas fluyeron a causa del futuro "malcriado" de su pueblo en ese "d�a de problemas y pisadas y perplejidad"; cuando iba a haber "derrumbe de muros y llorar a las monta�as" (vers�culo 5), y Elam deb�a "soportar el carcaj" y Kir para "descubrir el escudo". Jes�s llor� porque los d�as se acercaban a Jerusal�n, cuando "sus enemigos echar�an una trinchera alrededor de ella, la rodear�an y la mantendr�an a cada lado", y finalmente "la acostaron en el suelo y sus hijos dentro ella "( Lucas 19:43, Lucas 19:44). En un caso, Roma era el enemigo, en el otro Asiria, ambos igualmente truculentos. En el primer caso, la destrucci�n final impuesta; en el otro, un castigo muy por debajo de la destrucci�n final, pero sigue siendo un castigo muy severo. En ambos casos, los pecados graves hab�an provocado la cat�strofe, pero la idea de estos no impidi� que las l�grimas se derramaran a causa de ello.

II AMBOS DERIVARON SU BITTERNIDAD DEL HECHO DE QUE EL SUFRIMIENTO FUE PAREJO DEL MOVIADOR. "Llorar�", dijo Isa�as, "por el maltrato de la hija de mi pueblo". Los problemas de otros pueblos lo conmocionaron y lo angustiaron en cierta medida ( Isa�as 15:5; Isa�as 16:9; Isa�as 21:3, Isa�as 21:4); pero no como los de su propia naci�n, sus "parientes seg�n la carne". Y as� fue con Jes�s. El patriotismo conmovi� los esp�ritus de ambos dolientes, y volvi� su dolor especialmente conmovedor.

III. AMBOS FUERON AGRAVADOS POR EL PENSAMIENTO DE QUE EL SUFRIMIENTO ES INESPERADO. Isa�as nos dice que durante el asedio de Senaquerib no se hab�an hecho preparativos para resistir al enemigo, hasta que los valles elegidos estaban llenos de tropas, y los jinetes se pusieron en fila en las puertas (vers�culos 7-10). Nuestro Se�or da como el cl�max de los horrores en el asedio de Tito, que Jerusal�n no hab�a "conocido el d�a de su visita" ( Lucas 19:44). En ese momento, Jerusal�n esperaba al Mes�as, que les permitir�a arrojar el yugo romano. Ella no sab�a que su Mes�as hab�a venido. Justo cuando estaba buscando una gloriosa liberaci�n, lleg� un desastre aplastante. Entonces Ezequ�as probablemente estaba buscando la victoria con la ayuda de Egipto, cuando tuvo que hacer la sumisi�n m�s abyecta: despojar el templo para satisfacer los antojos del conquistador por "bot�n" y ver a una gran parte de su pueblo llevado al cautiverio.

Isa�as 22:15

Shebna y Eliakim: una lecci�n moral.

Es un comentario del obispo Butler, que el gobierno moral de Dios, aunque puede llevarse a cabo de manera muy imperfecta, en cualquier caso se ha comenzado, en este mundo. Muchas virtudes tienen recompensas naturales, y muchos vicios castigos naturales, unidos a ellas. De nuevo, aunque indudablemente los justos sufren una gran parte de la aflicci�n, y los imp�os a menudo se ven con gran prosperidad, sin embargo, por otro lado, se manifiestan casos muy se�alados de vez en cuando, del castigo de los imp�os en esta vida. por una grave ca�da, y la recompensa de los justos por una exaltaci�n a la grandeza y el honor mundanos. La instancia m�s se�alada que se nos presenta en la Escritura de la doble N�mesis es la de Am�n y Mardoqueo en el Libro de Ester. En esa historia m�s impactante, toda la historia de los dos hombres se presenta ante nosotros, y el ascenso de uno y la ca�da del otro est�n interconectados de una manera que presta un inter�s peculiar a la narrativa. Aqu� tenemos simplemente un contraste moral, que conduce a un contraste de resultado.

I. UN CONTRASTE MORAL.

1. Shebna, ego�sta, aislado, vano-glorioso; destacado por su exhibici�n de carros, como Absalom ( 2 Samuel 15:1); ning�n "padre" para las personas a su cargo; ning�n buen consejero del rey su se�or; principalmente deseoso de transmitir su nombre a la posteridad junto a una magn�fica tumba; quiz�s ni siquiera un adorador de Jehov�.

2. Eliakim, el "siervo" de Dios; amable y atento con los dem�s; considerado como "un padre", no solo por el pueblo de Jerusal�n, sino por toda la "casa" o tribu de Jud�; admirado por un gran cuerpo de relaciones, de las cuales muchas eran pobres y de bajo rango, y compart�an voluntariamente su prosperidad con ellas; un consejero honesto y prudente de su rey; un fiel adorador del Dios �nico, cuya unidad proclam� su nombre. No hay dos habitantes en la misma corte, ni dos sirvientes del mismo rey, bien podr�an ser m�s diferentes en car�cter, en circunstancias, en el desierto moral.

II UN CONTRASTE DE RESULTADO.

1. Shebna, degradado de su cargo, se ve obligado por un tiempo a servir con una dignidad muy inferior. Luego se degrada m�s o est� tan insatisfecho con su posici�n que no puede soportar retenerla. Se convierte en un refugiado en una tierra lejana, un exiliado, un paria.

2. Eliakim, avanzado en el lugar de Shebna, tiene la llave de la casa de David puesta sobre su hombro, se convierte en el consejero y representante m�s confiable de su rey, es una gloria y un apoyo para la casa de su padre, y conserva su posici�n, si no hasta su muerte, por lo menos durante un largo per�odo. Al estimar la medida en que se lleva a cabo el gobierno moral de Dios en este mundo, tales casos como los de Am�n y Mardoqueo, Shebna y Eliakim, no deben omitirse de nuestro c�lculo. La historia contiene muchos casos de este tipo.

Isa�as 22:15

Shebna y Eliakim: una alegor�a.

Sebna, establecida sobre la casa del rey por el mismo rey, pero infiel en su oficio, mundana, carnal, aficionada a la grandeza y la exhibici�n, tipifica el antiguo pacto y el sacerdocio al que estaba comprometido: un sacerdocio que se parec�a m�s a el enriquecimiento de la tesorer�a que el servicio puro de Dios (Marco 7:11), y que no estaba por encima de la debilidad de levantar grandes sepulcros para sus miembros en un lugar visible (1 Mac. 13: 27- 30) Este sacerdocio, que faltaba, tuvo que ser desechado, y se instituy� un mejor sacerdocio, despu�s de un orden diferente. Eliakim tipifica este nuevo sacerdocio: un sacerdocio "hecho, no seg�n la ley de un mandamiento carnal, sino seg�n el poder de una vida sin fin" ( Hebreos 7:16). Principalmente, �l tipifica a Cristo mismo, el verdadero "Siervo del Se�or" ( Isa�as 42:1; Isa�as 43:10; Isa�as 49:3, Isa�as 49:6; Isa�as 52:13, etc.), el Sumo Sacerdote perpetuo de su Iglesia, el Poseedor eterno de "la llave de David, que abre, y nadie cierra; y cierra, y nadie abre" ( Apocalipsis 3:7), que "tiene las llaves del infierno y de la muerte" ( Apocalipsis 1:18). Eliakim fue "un padre" para Jud� y Jerusal�n; entre los nombres de Cristo est� el de "Padre eterno" ( Isa�as 9:6). Eliakim estaba "como un clavo sujeto en un lugar seguro"; Cristo ha subido donde "se sienta para siempre a la diestra de Dios" ( Hebreos 10:12). Eliakim ten�a un "trono glorioso"; El trono de Cristo es aquel "gran blanco", que se encuentra en el cielo ( Apocalipsis 20:11), del cual "salen rel�mpagos, truenos y voces" ( Apocalipsis 4:5). En Eliakim colgaba a todos los miembros de la casa de su padre; de Cristo depende, para el perd�n, para la paz, para la vida, para la gloria, todo verdadero cristiano. En segundo lugar, se puede considerar que Eliakim tipifica al ministro fiel de Cristo, a quien se le comunica el poder de las llaves en cierto sentido modificado ( Mateo 16:19), quien, atando y desatando de acuerdo con la ordenanza de Cristo, se une y pierde con eficacia, para que nadie pueda deshacer su trabajo, y, como un mayordomo fiel en la casa de Cristo, dispensa las cosas buenas que su Rey y Maestro le encomendaron. El ministro fiel no se mezclar� ante los poderes del mal, como tampoco lo hizo Eliakim ante el Rabsaces ( Isa�as 36:11, Isa�as 36:21); �l ser� "un padre" para el pueblo de Dios, es decir, un protector, un gu�a, un amigo; y con aquellos que "se aferran a �l" siempre estar� listo para compartir tanto sus bendiciones materiales como espirituales.

Isa�as 22:25

La carga del Mes�as y la muerte del Mes�as.

C�mo la muerte de Cristo exp�a el pecado no lo sabemos, y no necesitamos preguntar con demasiada curiosidad. Pero, si las palabras simples tienen un significado simple, es imposible dudar de que esta es la ense�anza de las Escrituras. "Por sus llagas fuimos curados" ( Isa�as 53:5); "�l es la propiciaci�n por nuestros pecados" ( 1 Juan 2:2); "Uno muri� por todos" ( 2 Corintios 5:14). Es muy posible que haya algo en la naturaleza de las cosas, que no podemos comprender, que hizo imposible que los pecados del hombre fueran perdonados a menos que Dios muriera por ellos. Nuestra sabidur�a es evitar especulaciones curiosas y ver el asunto en su lado pr�ctico. Visto as�, manifiestamente nos llama por tres cosas.

I. INTENSO ODIO POR EL PECADO, POR CUENTA DE HABER CAUSADO LA MUERTE DE MES�AS. Si una cosa animada, o incluso inanimada, ha causado la muerte de alguien que amamos, �cu�n amargamente lo detestamos! A menudo no podemos soportar mirarlo, ni siquiera ver algo del mismo tipo. �C�mo, entonces, deber�amos odiar el pecado: odioso en s� mismo, odioso en sus efectos, odioso en su origen, m�s odioso porque caus� la muerte del �nico Hombre que solo de todos los que han vivido no merec�a morir! Y �l, adem�s, Alguien que nos amaba mucho, que descendi� del cielo por nosotros, vivi� una vida de privaci�n y sufrimiento por nosotros, finalmente muri� por nosotros.

II AMOR INTENSO DE CRISTO, POR SU CUENTA DE HABER MUERTO POR NOSOTROS. "Nadie tiene mayor amor que este, que un hombre d� su vida por sus amigos". Pero Cristo muri� por sus enemigos. El pecado es una barrera insuperable entre Dios y el hombre, los pone en desacuerdo, los hace adversarios. Y hasta que Cristo muriera, el hombre no pod�a ser perdonado. �As� que muri� por aquellos con quienes estaba enemistado! �Y muri� por qu� muerte!

1. M�s doloroso probablemente que cualquier otro.

2. Considerado en el momento m�s vergonzoso.

3. Agravado por los insultos de los espectadores.

4. Considerado como traer a un hombre bajo una maldici�n.

III. AMOR INTENSO DE DIOS EL PADRE, POR CUENTA DE DARLE A SU HIJO PARA MORIR POR NOSOTROS. No podemos darnos cuenta del amor del Padre por el Hijo; pero no podemos dudar que trasciende cualquier amor conocido en la tierra. Sin embargo, le dio a sufrir todo lo que sufri�, �y por qu�? Para nosotros. Porque nos amaba. Como nuestro propio Se�or dice: "Dios am� tanto al mundo, que dio a su Hijo unig�nito, para que todo el que cree en �l no perezca, sino que tenga vida eterna" ( Juan 3:16). Si el conocimiento de este hecho no logra despertar el amor hacia el Padre en nuestras almas, debemos ser "sentimientos pasados" ( Efesios 4:19), completamente muertos por cualquier motivo elevado, apenas mejores que las "bestias brutas" (Jud Isa�as 1:10).

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Isa�as 22:1

Juicio sobre Jerusal�n.

I. EL PROFETA COMO ESPECTADOR. El valle de la visi�n parece significar Jerusal�n en su conjunto, alrededor del cual hay monta�as (Salmo 125:2); se habla de la ciudad, en comparaci�n con las monta�as circundantes, como el "habitante del valle", de lo contrario como la "roca de la llanura" (Jeremias 21:13; comp. Jeremias 17:3). Si Isa�as est� mirando desde su casa en la ciudad baja, la ciudad aparecer�a como en un valle en relaci�n con las monta�as dentro tanto como las de afuera (Delitzsch). �l ve a toda la poblaci�n api�ada en las casas, y el aire se llena de alboroto de alegr�a. Las casas eran lugares de recurso en el momento del festival ( Jueces 16:27; Nehem�as 8:16).

II LA MIRATA DE LA DESESPERACI�N. Fue la hambruna y la pestilencia lo que, forzando a la gente a la desesperaci�n, hab�a provocado este loco rebote de alegr�a hueca. Los muertos de la ciudad no hab�an sido asesinados en el campo; pero la aglomeraci�n de fugitivos del pa�s hab�a ocasionado la plaga. La descripci�n nos recuerda la imagen de Sofon�as de N�nive: "Esta es la ciudad alegre que moraba descuidadamente, que dijo en su coraz�n, yo soy, y no hay nadie a mi lado" ( Sofon�as 2:15). Y de nuevo pensamos en escenas relacionadas con las plagas en las ciudades italianas de la Edad Media, cuando se dice que la juerga y la narraci�n de historias ocurrieron entre los grupos que se hab�an retirado de los horrores a su alrededor. �Qu� terrible es el contraste entre el oscuro fondo de la calamidad y esta hueca y febril exhibici�n de alegr�a en primer plano! "Dije de la risa, �Qu� es?" Demos gracias a Dios por el precioso regalo del humor. Su luz, que jugaba con esmero con las escenas y las im�genes m�s severas y horribles de la mente, fue dada para aliviar la tragedia de la vida. En las mentes melanc�licas, la fuente del humor est� profundamente asentada. �Pero cu�n diferente es la alegr�a que surge de la sensaci�n de que el esquema de las cosas es s�lido y correcto, que "Dios est� en su cielo, todo est� bien con el mundo", y aquello que enfrenta un futuro sin esperanza con un desaf�o loco! Hay algo espeluznante, siniestro, en este �ltimo, lleno de presentimiento; y la escena en Jerusal�n puede ser considerada como t�pica de la alegr�a inoportuna del pecador cuando el peligro es inminente, que pronto se apagar� en silencio y en la noche. Los gobernantes huyeron de la ciudad devota; Ante el enemigo, arrojaron sus arcos y se entregaron prisioneros. Todo est� perdido.

III. El pron�stico de la fatalidad.

1. La pena del tipo profeta. En un c�lido patriotismo se identifica con su ciudad y su gente, y da paso a amargas l�grimas; un prototipo de Jes�s en los d�as posteriores, mirando a la ciudad condenada, tal vez, desde un punto de vista similar. Tambi�n recordamos a Jerem�as, cuyo coraz�n "se desmay�" bajo un sentido similar de las miserias de la gente, y que exclama: "�Oh, si mi cabeza estuviera llena de aguas y mis ojos una fuente de l�grimas, para que pudiera llorar a los asesinado de mi pueblo! " (Jeremias 4:31; Jeremias 9:1). Estos son ejemplos vivos de compasi�n y de verdadero sentimiento patri�tico, incluido un verdadero sentimiento de la Iglesia. "Somos totalmente indignos de ser contados en el n�mero de hijos de Dios, y a�adidos a la Santa Iglesia, si no nos dedicamos a nosotros y a todo lo que tenemos a la Iglesia de tal manera que no nos separemos de ella en cualquier respeto. Especialmente los ministros de la Palabra deber�an sentirse conmovidos por este sentimiento de dolor, porque, siendo designados para vigilar y mirar a lo lejos, tambi�n deber�an gemir cuando perciben las se�ales de la ruina que se acerca "(Calvin) .

2. El asedio y la captura. "Parece que vemos y escuchamos las �ltimas etapas apresuradas del asedio y la captura" (Cheyne). En uno de los valles, las huestes del enemigo se ven pisoteando y esparciendo consternaci�n y confusi�n por todas partes. A medida que la artiller�a de asedio socava los muros, los gritos de dolor golpean las colinas circundantes y vuelven a resonar. Los terribles arqueros famosos de Elam (comp. Jeremias 49:35) y la gente de Kir, formando juntos, como parece, la vanguardia de Asiria, se ven avanzar. Los valles que rodean la ciudad, repletos de asociaciones del pasado: Kedron, Gihon, Rephaim, Hinnom, est�n arados por cascos de caballos y ruedas de carros; y el enemigo se dibuja en columna, listo para entrar en la "gran puerta", tan pronto como sea derribado por los arietes.

3. El estado de los habitantes. Jehov� retira la cortina de Jud�. Esto puede significar

(1) expone su debilidad al enemigo; o

(2) quita la ceguera de la gente a su peligro.

Probablemente el primero. En cualquier caso, se reconoce la mano de una Providencia anulante. Se examina la "casa del bosque" o arsenal construido por Salom�n en Si�n ( 1 Reyes 7:2; 1 Reyes 10:17; cf. Isa�as 39:2). La "ciudad de David", es decir, la fortaleza en el Monte Si�n, es inspeccionada por los hombres principales, y se observan las numerosas brechas en las paredes. Examinan las casas y les quitan material para reparar la pared. Concentran el suministro de agua en un dep�sito: la "piscina inferior" y forman una cuenca entre las dos paredes. Estas preparaciones pueden compararse con las de Ezequ�as ( 2 Cr�nicas 32:2).

IV. OLVIDO FATAL. �Todas estas precauciones ser�an demasiado tarde! Una palabra terrible! �Y por qu�?

1. El consejo divino ha sido olvidado. "�Hace mucho que no escuchaste c�mo lo hice; y de la antig�edad, que lo he formado? Ahora lo he hecho realidad" ( Isa�as 37:26). Estos arpistas, violinistas, tabretistas y festejadores no han "considerado la obra de Jehov�, ni han considerado la operaci�n de sus manos" ( Isa�as 5:12). La autosuficiencia puede ser religiosa, o puede significar un intento de ser independiente de Dios, y as� terminar en alienaci�n de Dios. �Cu�n d�bil y tonta debe ser la pol�tica si desde el principio ignora la voluntad Divina, y al final solo llega a reconocer un destino por encima del poder humano y el c�lculo humano! La idea de todo lo que existir� existe en la mente de Dios; podemos conocer algo de su significado al consultar constantemente los "or�culos vivientes", al pensar con veracidad, al actuar con lealtad, en una palabra, por la comuni�n con el Dios viviente. �De qu� sirve la atenci�n a las murallas, zanjas y dep�sitos si los hombres no han encontrado su defensa en Dios? Si se le conf�a, �qu� hay que temer? Si se le niega, �qu� puede proteger de la calamidad? "Se dice que el destino de Jerusal�n se form� hace mucho tiempo en Dios, pero Jerusal�n podr�a haber evitado su realizaci�n, ya que no fue un decreto absoluto. Si Jerusal�n se arrepinti�, esa realizaci�n se evitar�a" (Delitzsch).

2. Las advertencias divinas han sido descuidadas. Dios hab�a llamado en ese d�a; en cada momento cr�tico Habla de muchas maneras: por los tonos vivos y apasionados del profeta y hermano, por el curso general de los acontecimientos, por el toque de la tristeza, por los indicios de la experiencia personal. Hay un tiempo para todo bajo el sol; conocer nuestra oportunidad hace la sabidur�a del mundo; saber el "tiempo de nuestra visita" es la sabidur�a del cielo. �Pero Ay! los jud�os no lo sab�an; "Corriendo a la mesa del banquete con desesperaci�n en sus corazones, y desperdiciando las provisiones que debieron haberse dejado marchar para el asedio". "D�jenos gato y bebamos; para ma�ana moriremos". El sensualismo de la desesperaci�n (Cheyne). Cuando la luz de la vida, la fe brillante y la esperanza hacia Dios, se extingue, �qu� queda sino falsificar su brillo con alguna iluminaci�n artificial, encendida por el remolino de la emoci�n f�sica? Un amor a la vida que se burla de la muerte (Delitzsch). Es peligroso burlarse; para burlarse del gran burl�n de la Muerte, �qu� es esto sino el �ltimo extremo del abandono de uno mismo? �Y la desesperaci�n no implica el �ltimo pecado que podemos cometer? �Y no es la imprudencia su evidencia? �Y sigue all� no sobre todo esto la sombra de un estado no perdonado, una mente eternamente no reconciliada? �Qui�n puede temblar mientras medita sobre estas cosas? "Probablemente, si se expresara el verdadero sentimiento de la gran masa de hombres mundanos, no podr�an expresarse mejor que en el lenguaje de Isa�as: 'Debemos morir pronto, en todo caso; no podemos evitar eso, es la fatalidad com�n de todo. Y dado que hemos sido enviados a un mundo agonizante; ya que no hemos tenido ninguna agencia para ser colocados aqu�; ya que es imposible evitar esta fatalidad, tambi�n podr�amos disfrutar la vida mientras dure, y darnos placer y placer. juerga. Mientras podamos, tomaremos nuestro consuelo y, cuando llegue la muerte, nos someteremos a ella, porque no podemos evitarla "" (Barnes). Pero tal argumentaci�n no puede realmente satisfacer la conciencia. Bendito el Verbo que siempre, en la misericordia del Eterno, llama al arrepentimiento y nos recuerda que "ahora es el tiempo aceptable, �ahora es el d�a de salvaci�n!" - J.

Isa�as 22:15

Denuncia de Shebna.

I. SHEBNA EL ADMINISTRADOR DE LA CASA. Era el administrador de la casa, un alto cargo, como podemos ver por la alusi�n en Isa�as 36:3; Isa�as 37:2. Una vez fue sostenido por el hijo de un rey (2Cr 26:21; cf. 1 Reyes 4:6; 1 Reyes 18:3). Este oficial estaba m�s cerca del rey, y ten�a los asuntos dom�sticos del palacio bajo su supervisi�n. La oficina del alcalde del palacio bajo los reyes merovingios de Francia ha sido comparada con ella. Se cree que Shebna no era un israelita nativo, ya que no se menciona el nombre de su padre. Posiblemente era un sirio de Damasco, y un l�der del partido egipcio, cuya pol�tica perversa y torcida en la recaudaci�n del subsidio para Egipto es denunciada por el profeta en Isa�as 30:12.

II SU ORGULLO Y OSTENTACI�N. Estaba ocupado sacando un sepulcro familiar en la roca. Nos damos cuenta de lo que significa cuando vemos en obras de arte las magn�ficas tumbas construidas en roca de Persia, de Lidia y Frigia y Licia, de Fenicia, y las vastas tumbas piramidales de Egipto. All� los reyes deseaban "mentir en honor, cada uno en su propia casa" ( Isa�as 14:18). As�, tambi�n, los grandes, Eshmunazar Rey de Sid�n, Jos� de Arimatea, etc., se construyeron sepulcros en su vida. En Roma contemplamos la famosa tumba de Adriano, ahora llamada Castillo de San Angelo, y la tumba de Caecilia Metella en la V�a Apia, la pir�mide de Cestio. �Qu� podemos aprender del h�bito de construir tumbas? Expresa la protesta del hombre contra el destino de la mortalidad. Se dice que en la tumba de Sardanapalus se escribi�: "Come, bebe y ama; porque el resto vale poco". y, sin embargo, la tumba misma es testigo de que se cierne ante la mente el pensamiento del futuro, en el que el hombre a�n vivir�a y a�n ser�a recordado por sus semejantes, aunque solo fuera por medio de la piedra sin vida. As� expresa los anhelos infinitos del hombre, los antojos de una naturaleza que nada m�s que la eternidad puede satisfacer. Hab�a, entonces, algo grandioso, algo incluso sublime, en este instinto de construcci�n de tumbas. "El poder de actuar para un objeto distante, de realizar el bien distante y alcanzarlo durante un per�odo intermedio de trabajo, tiene algo moral". Sin embargo, por otro lado, el motivo puede ser algo de un orden mucho m�s bajo: vanidad, autoexaltaci�n. Entonces el profeta ve la empresa de Shebna. No tiene derecho, como extranjero, a apropiarse del suelo de la ciudad sagrada, la pendiente de una de sus colinas.

III. LA DENUNCIA En la vehemencia de su indignaci�n, el profeta declara que Jehov� agarrar� al ofensor con fuerza, lo har� rodar como una pelota y lo arrojar� a una tierra ancha; �all� �l, con los carros en los que ha estado rodando por la ciudad, ir� a morir! Observe la oposici�n entre el poder de Jehov� y la debilidad del mero hombre, por exaltado que sea. �Deber� el hombre mortal intentar rivalizar con el Eterno, buscando orgullosamente perpetuar su memoria en la tierra (compare los pensamientos en Job 4:17; Job 10:5; Job 22:2)? La ense�anza hebrea principal se repite: la insignificancia del hombre ef�mero y fr�gil en presencia del Dios poderoso, justo y siempre vivo. "El renombre de ese sepulcro que Shebna hab�a construido se contrasta indirectamente con la ignominia que lo sigui� r�pidamente". "Para que la m�scara de su alto rango no lo proteja de la predicci�n, el profeta declara expresamente que el oficio que ocupa agrava su culpa y lo vuelve m�s detestable. Deje a los pr�ncipes, por lo tanto, si no desean exponerse a s� mismos y a sus casas para reprochar, aprender a actuar con juicio al nombrar hombres para ocupar cargos ... Inferir que Dios est� muy disgustado con esa ambici�n por la cual los hombres buscan obtener un renombre eterno en el mundo en lugar de estar satisfechos con esos honores que disfrutan durante la vida. Dios castiga su arrogancia y presunci�n, y hace que aquellas cosas que deseaban que fueran los registros de su gloria se conviertan en su desgracia y verg�enza "(Calvin) .� J.

Isa�as 22:20

Entrega de Eliakim.

I. UN SIERVO DE JEHOV�. Entonces se caracteriza. El t�tulo puede ser personal, espiritual, de importaci�n u oficial; o ambos pueden combinarse, como en el caso del mismo Isa�as ( Isa�as 20:3); o puede haber una separaci�n de los dos. Infeliz para una naci�n o para una Iglesia si los verdaderos servidores del Eterno, los verdaderos devotos del derecho y la verdad, est�n excluidos de los lugares de honor e influencia; o si los "ministros y mayordomos" de los misterios divinos son tan solo t�cnica y oficialmente. El verdadero servidor debe ser llamado en cualquier caso. No debe empujarse hacia adelante, sino que debe ser arrastrado por una direcci�n divina invisible. �l no "alcanza la grandeza", pero es "empujado sobre �l". "En ese d�a llamar� a mi sirviente". Las palabras nos recuerdan sugestivamente ese principio de selecci�n Divina que atraviesa el orden del mundo. En esto, en cada d�a, los "hombres correctos" son buscados para cada lugar. En este d�a, tambi�n, hay mucha emoci�n sobre la educaci�n. Lo que los hombres pueden hacer siguiendo las instrucciones del intelecto es muy limitado; En lugares tranquilos y escondidos, desconocidos para las escuelas, el Todopoderoso est� criando hombres y entrenando a hombres hasta que llegue el momento de su servicio, y se escuche su llamado.

II SU INVESTIGACI�N

1. Es la forma solemne y simb�lica de transferir una oficina. Pensamos en Elijah encontrando al hijo de Shaphat arando con doce yuntas de bueyes, y arrojando su manto sobre �l cuando pasaba ( 1 Reyes 19:19). Ese era el vestido m�s simple del profeta; Esta es la t�nica de un hombre de rango y estado. La faja era un art�culo esencial de vestimenta oriental, usado por todas las clases y por ambos sexos. La finura de su calidad denotaba el rango del usuario. Aqu� probablemente fue similar al usado por los sacerdotes ( �xodo 28:39; �xodo 39:29). Josefo lo describe como hecho de lino tan fino que parec�a el despojo de una serpiente, y estaba bordado con flores de color escarlata, azul, p�rpura ('Ant.', 3.7. 2). Este es el �nico lugar donde la palabra abneth se usa para cualquier cosa que no sea una faja sacerdotal.

2. La faja es simb�lica en otros aspectos. Jehov� "cerea a los reyes con una faja" y "los separa seg�n su placer" ( Job 12:18). Por lo tanto, estar "ce�ido con fuerza" es un s�mbolo de vigor divino ( 1 Samuel 2:4); estar "ce�ido de alegr�a", de refrigerio (Salmo 30:11). "Haz que tus lomos se ce�en con la verdad" ( Efesios 6:14); "Ci�e los lomos de tu mente, s� sobrio y espera hasta el final", son exhortaciones cristianas nobles que llevan consigo toda la fuerza de las viejas im�genes orientales. No estar ce�ido es una forma de describir la falta de nervios, la falta de fuerza y ??la virilidad; y la imagen misma del buen sirviente es de uno "cuyos lomos est�n ce�idos, cuya l�mpara est� ardiendo".

III. EL ESP�RITU Y LAS FUNCIONES DEL DIRECTOR.

1. Debe ser como un padre para la gente. Un t�rmino apropiado para el jefe de una ciudad o el primer ministro de un pa�s ( 1 Cr�nicas 2:24; 1 Cr�nicas 4:5; cf. 1 Cr�nicas 9:6; Job 29:16; Jueces 5:7). As� que los senadores romanos fueron patres. Habla de benevolencia unida a la sabidur�a y la experiencia, una regla firme y amorosa. El gran Padre en el cielo debe ser el ideal sublime ante nosotros en todas las posiciones de gobierno e influencia en la tierra.

2. �l debe llevar la llave. Esta es una antigua insignia de oficina; Callimachus representa a la sacerdotisa de Dem�ter con una llave sobre su hombro ('Himno. Ad Cererem,' 1.45), y en los 'Suministros' (291) de AEschylus, de la misma manera, Io, sacerdotisa de Hera, es "clave- titular "de la diosa. Para ilustrar, Roberts puede citar el siguiente pasaje interesante: "�Cu�nto me alegr� la primera vez que vi a la gente, especialmente a los moros, yendo por las calles, cada uno con su llave en el hombro! El mango a veces est� hecho de lat�n, aunque a veces de plata, y a menudo se trabaja muy bien en un dispositivo de filigrana. La forma en que se lleva es tener la esquina de un pa�uelo atado a un anillo; la llave se coloca en el hombro y el pa�uelo cuelga al frente En otras ocasiones, tienen un mont�n de llaves grandes, y luego tienen la mitad en un lado del hombro y la otra mitad en el otro. Para que un hombre marche con una llave larga en el hombro, muestra de inmediato que �l es una persona de consecuencia. "Roman est� en gran favor con el modehir, porque ahora lleva la llave". �De qui�n es la llave que tienes en el hombro? 'Llevar� mi llave sobre mi propio hombro.' "(Para la aplicaci�n a los ap�stoles y al Se�or mismo, vea Mateo 16:19; Apocalipsis 3:7.)

3. Su mandato. Los clavos deben ser esos ganchos o p�as que se trabajaron en el mortero de las paredes de las casas mientras a�n eran suaves, respondiendo al prop�sito de los hierros para sujetar las paredes y las clavijas para colgar cosas. Entonces, en templos, armaduras, escudos, cascos, espadas, botines de guerra, se colgaban de tales clavos. Una imagen apropiada de estabilidad, de (para usar una moneda moderna) fiabilidad. Todo puede depender de un hombre como este; todos "saben d�nde encontrarlo"; los fideicomisos sagrados y preciosos pueden depositarse en �l sin temor a la decepci�n. Entonces, en Zacar�as 10:4 la "clavija" significa un pr�ncipe.

IV. ABUSOS DE ESTACI�N Y OFICINA. Hay "otro lado" de todo lo bueno en las instituciones humanas. "Todo el honor de la casa de su padre" se encontrar� colgando de Eliakim. Todas sus humildes relaciones: la "peque�a papa", como decimos; las "vasijas peque�as", como las llama el profeta, lo admirar�n y. �l arrojar� brillo y dar� apoyo a todos. La alusi�n es a recipientes de un tipo peque�o: cuencas, botellas de cuero, jarras de barro. Debemos respetar el juicio de la mayor�a de los comentaristas, que ven un giro en la profec�a sobre Eliakim aqu�. Hay una impresi�n de nepotismo, de favoritismo; y parece que la "clavija" firme debe, despu�s de todo, ser soltada de su lugar. Y si es as�, �qu� instructivo es el pasaje! �C�mo es que el hombre, una vez alto en estima y confianza general, lleg� a ser pesado en las balanzas y se encontr� con falta? Algunas de las causas son la debilidad de la carne y la sangre, algunas inclinaciones indebidas hacia los parientes y familiares, alguna demencia de parcialidad o favoritismo. "�Su familia hace un mal uso de �l; y �l es m�s flexible de lo que deber�a ser, y hace un mal uso de su cargo para favorecerlos! Por lo tanto, se cae y derriba a todos los que colgaban de la clavija, y que lo han llevado a la ruina por la rapacidad con la que se han aferrado a la prosperidad "(Delitzsch). Cualquiera que sea el punto de vista que se tenga del pasaje, era bueno recordarnos la vieja lecci�n: "Dejad que piense que est� atento, no se caiga". Dios. se levanta y baja. Caminemos suavemente, ni nos jactemos de nosotros mismos si por un tiempo florecemos como un laurel verde. Nuestra propia debilidad puede, como un gusano, roer nuestra ra�z. La "mancha picada" en la "fruta cosechada" puede estar extendi�ndose, la "peque�a grieta" en el la�d puede estar ensanch�ndose.

"M�s la calma traidora que temo que las tempestades navegando por encima".

Contentemos con la oscuridad, con fallentis semita vitae, al ver que la estaci�n saca a la luz las debilidades de los hombres no menos que su fuerza, y cuanto m�s elevada es la altura columnar del grande, m�s abrumadora es la ca�da.

HOMILIAS DE W.M. ESTATAM

Isa�as 22:17

Cautiverio y, sin embargo, seguridad.

"He aqu�, el Se�or te llevar� con un cautiverio poderoso, y seguramente te cubrir�". Estas amenazas del Todopoderoso ten�an misericordia en el coraz�n de ellos. El cautiverio fue un remedio dr�stico, pero una y otra vez salv� la salud de Israel. Era una �poca de anhelo y enfermedad card�aca. Era una �poca en que los viejos recuerdos religiosos inundaron el coraz�n hasta que lo llenaron de un doloroso sentimiento de verg�enza por el pecado y de s�plica por la misericordia.

I. DIOS LOS LLEV� LEJOS. Los enemigos de Israel no eran sino instrumentos en manos de Jehov�. �l rein� sobre sus intereses tan verdaderamente como en su d�a m�s pr�spero. "El d�a es tuyo, la noche tambi�n es tuya". Y en el cautiverio, Dios estaba disciplinando a la gente como ninguna otra dispensaci�n podr�a hacerlo. Su aspecto elevado fue cambiado por l�grimas penitenciales, y sus orgullosos corazones fueron humillados. Dios, a su debido tiempo, "volver�a a cautivar a Israel"; y la Ley ser�a le�da nuevamente, y no solo ser�a le�da, sino que ser�a "vivida".

II La cautividad era poderosa. Se le ocurri� a una poderosa multitud; afect� a poderosos intereses; y produjo resultados poderosos. Para este pueblo, Dios se hab�a formado para s� mismo, para mostrar su alabanza. Tenemos que aprender la lecci�n tambi�n. �Cu�n tremendos son los poderes del dolor y la p�rdida, el cambio y la enfermedad, bajo los cuales Dios a menudo lleva cautivos a sus hijos ahora! Estamos "encarcelados" por el dolor y las circunstancias. En nuestras horas de soledad y dolor, Dios renueva nuestra voluntad, separa la paja del trigo en nuestro car�cter, y nos alienta para el servicio aqu� y para la herencia de los santos a la luz en el m�s all�.

III. LA CUBIERTA ESTABA SEGURA. No fueron rechazados; solo fueron derribados. Las alas todopoderosas todav�a estaban sobre ellos. En tierras extra�as, en medio de caras extra�as y escuchando voces extra�as, no pod�an cantar la canci�n del Se�or en una tierra extra�a. Pero el tiempo de alegr�a era volver. Dios todav�a estaba muy cerca de ellos, y ninguno realmente pod�a da�arlos. �Qu� cubierta! No es el simple techo de la casa; no el mero vestido exterior; pero el Se�or mismo 'estaba all�, extendiendo su escudo sobre ellos, cuando estaban lejos de las municiones de rocas y de las defensas de la querida Jerusal�n. �Seguro! Eso es lo que queremos. �l tambi�n es nuestro lugar de residencia en todas las generaciones y bajo todos los cielos. � W.M.S.

HOMILIAS DE W. CLARKSON

Isa�as 22:1

La tristeza del mundo.

Tenemos aqu� una imagen sorprendente de lo que, a diferencia de la "tristeza que es seg�n Dios", Pablo llama "la tristeza del mundo".

I. QUE DIOS ENV�A DOLOR A LAS ALMAS HUMANAS. Estas angustias nacionales deb�an ser de su env�o; iba a ser "un d�a de problemas ... por el Se�or de los ej�rcitos" ( Isa�as 22:5). La instrumentalidad humana ser�a lo suficientemente visible, y tanto los que infligieron el golpe como los que lo soportaron, sus enemigos y ellos mismos, podr�an no discernir ninguna mano divina en el trabajo; sin embargo, fue un castigo que vino del cielo, fue enviado por Dios. Y a cualquier segunda causa que podamos rastrear nuestros problemas en el d�a de nuestra "pisada y perplejidad", o en el d�a de nuestra p�rdida, sufrimiento o aflicci�n, siempre podemos ir m�s all� de la instrumentalidad para �l "de quienes somos todas las cosas ", y siento que lo que nos ha sucedido es" por el Se�or de los ej�rcitos ".

II QUE SU PROP�SITO EN EL MISMO ES NUESTRA ENMIENDA ESPIRITUAL. "En ese d�a, el Se�or Dios de los ej�rcitos llam� al llanto", etc. ( Isa�as 22:12). Entonces Dios invitar�a a una humillaci�n general: atraer�a sus mentes a una visi�n de su culpa y los llevar�a al arrepentimiento y, por lo tanto, a la restauraci�n y la vida. Este es siempre el prop�sito Divino en la adversidad. Dios busca nuestra enmienda espiritual. Si fallan otros m�todos de instrucci�n, �l pone su mano sobre nosotros para que podamos sentir su toque; nos habla en tonos que es dif�cil ignorar; y sabemos que lo que nos llama es pecado: pecado en una u otra (o en algunas) de sus muchas formas; sabemos tambi�n que lo que nos convoca es la rectitud, la rectitud de coraz�n y la vida.

III. QUE ESTE EXTREMO DIVINO A VECES ES SUFICIENTEMENTE DERROTADO. "Contempla alegr�a y alegr�a, matando bueyes y matando ovejas", etc. ( Isa�as 22:13). Tanto la historia nacional como la biograf�a de hombres individuales nos demuestran que la aflicci�n puede producir el resultado opuesto al que se env�a. Nunca la ciudad hab�a sido tan abandonada al vicio como cuando la plaga estaba furiosa y los muertos yac�an sin enterrar en las calles. Muchos hombres permiten que la adversidad lo lleve a disolver los placeres o a cr�menes ruinosos, en lugar de dejar que lo atraiga a un Divino Libertador. Los problemas que pretend�an conducir a la sabidur�a celestial y al servicio de Dios con demasiada frecuencia endurecen un coraz�n de piedra, hacen a�n m�s imp�o al hombre que ha abandonado el santuario, sujetan los grilletes de alg�n vicio de esclavitud en las extremidades de su miserable v�ctima.

IV. Esa tristeza no saneada lleva a la ciudad a la muerte espiritual. Esta iniquidad no se eliminar�a hasta que murieran ( Isa�as 22:14). Terminar�a, no solo con, sino en la muerte. La muerte es la pena del dolor no santificado: "El dolor del mundo produce muerte" ( 2 Corintios 7:10). Conduce inevitablemente a ese distanciamiento total de Dios, esa diferencia con Dios, y esa condenaci�n de Dios, en la cual la muerte espiritual se encuentra aqu�; conduce a ese destierro final de su presencia y gloria en el que se encontrar� m�s adelante. � C.

Isa�as 22:4

Patriotismo cristiano.

La profunda preocupaci�n que el profeta del Se�or muestra por "la hija de su pueblo", al mostrarnos que la recepci�n y el registro de la visi�n prof�tica no interfirieron con sus fuertes sentimientos como patriota hebreo, pueden sugerir pensamientos sobre el patriotismo cristiano. Esto debe distinguirse claramente de:

1. La autoconciencia exagerada o la vanagloria que exhiben algunos "patriotas".

2. La exclusividad del esp�ritu que otros traicionan.

3. La sensibilidad enferma que lleva a muchos a detectar el primer error internacional aparente como un casus belli v�lido. Mucho pasa corriente como patriotismo que habr�a sido permisible, si no acreditable, bajo el paganismo, pero que es simplemente falso y culpable bajo la ense�anza divina que hemos recibido que han aprendido de Cristo. Ese hombre es el verdadero amigo de su pa�s que toma ...

I. UN INTER�S PROFUNDO Y PR�CTICO EN SU BIENESTAR POL�TICO. Una parte del "deterioro" al que se refiere Isa�as se encuentra en la confiscaci�n amenazada de la independencia pol�tica de su pa�s, que se hace subcut�nea y tributaria al invasor; Esto no pod�a ser otra cosa que una calamidad de la primera consecuencia en sus ojos. El patriota cristiano, aunque debe oponerse con la mayor fuerza a todos los proyectos injustos por parte de su propio pueblo, hace bien en preocuparse sinceramente por la integridad, la independencia, la reputaci�n de su tierra natal.

II UN INTER�S PR�CTICO EN SU BIENESTAR MATERIAL. Sin duda, este "deterioro" incluy�, en el pensamiento del profeta, la destrucci�n de su propiedad y la deportaci�n de su riqueza. Considerando c�mo la prosperidad material de la tierra afecta a todos los ciudadanos, tanto a las multitudes que reciben salarios como a la minor�a m�s rica, es correcto y cristiano que hagamos de esto un esfuerzo cuidadoso y concienzudo.

III. UN INTER�S PROFUNDO EN SU CONDICI�N MORAL Y ESPIRITUAL. Era

(1) la condici�n moral de Jerusal�n, festejando y divirti�ndose el d�a de su humillaci�n (vers�culos 12, 13); y tambi�n

(2) su condici�n espiritual, olvidando su verdadero Libertador (vers�culo 11) y menospreciando su disciplina (vers�culo 12), lo que angusti� tanto al santo profeta.

Y deber�a ser la condici�n moral y espiritual de nuestro pa�s lo que deber�a crear en nosotros y provocar de nosotros nuestra m�s profunda solicitud. Y esto porque

(1) ese es el asunto de mayor importancia intr�nseca;

(2) de eso depender� el juicio y la determinaci�n Divinos; y

(3) eso ser� en �ltima instancia decisivo para los intereses pol�ticos y materiales de nuestro pa�s. Si hici�ramos todo nuestro deber en relaci�n con esto, haremos lo siguiente:

1. �nase a la oraci�n por las misericordias divinas.

2. Tenga cuidado de ejercer la influencia de un ejemplo piadoso e irreprochable.

3. Ejercer todo nuestro poder como hombres individuales y a trav�s de organizaciones �tiles para la orientaci�n y la elevaci�n de las personas. � C.

Isa�as 22:15

Reconocimiento humano e interrupci�n divina.

Tenemos una instancia, si no dos, seg�n la aplicaci�n que le damos al "clavo" del vers�culo veinticinco, de seguridad infundada. Es una lecci�n muy necesaria para ense�ar, ya que parece ser muy dif�cil de aprender.

I. RECONOCIMIENTO HUMANO. Shebna hab�a construido cuidadosa y exitosamente su posici�n en el estado, y �l se asegur� de mantenerla; no solo hab�a "emplumado su nido", sino que hab�a decidido que deb�a "morir en su nido". Hab�a arreglado de antemano el lugar de su sepulcro ( Isa�as 22:16). "El clavo se fij� en un lugar seguro" ( Isa�as 22:25). Todos sus planes fueron trazados, y anticip� con confianza que el evento los justificar�a. A este respecto, no era m�s que un tipo y un esp�cimen de la humanidad; hacemos lo mismo a nuestra vez y a nuestra manera.

1. Puede parecer extra�o que as� sea. Una visi�n modesta de nuestras propias capacidades; la instrucci�n que obtenemos al leer lo que le sucedi� a los hombres en el pasado; las lecciones que obtenemos de nuestra observaci�n de la vida humana; todos estos podr�an salvarnos del error, pero no lo hacen.

2. El hecho es que los hombres se entregan a esta ilusi�n: el ni�o cuenta con los premios que ganar� en la escuela y el joven con los honores que ganar� en la universidad; el comerciante considera las ganancias que obtendr� en los negocios, y el hombre profesional en la marca que har� en su vocaci�n; el ministro anticipa el trabajo que realizar� en su esfera, y el estadista satisface la expectativa confiada de que llevar� a cabo las medidas en las que se basa su coraz�n. Otros, sabemos, han fallado, pero creemos que debemos evitar sus errores y escapar de su desconcierto.

II INTERRUPCI�N DIVINA. Los c�lculos de Shebna deb�an ser completamente derrocados; en lugar de vivir y morir en Jerusal�n, y ser enterrado en el sepulcro que �l hab�a preparado tan elaboradamente, el fuerte brazo de Jehov� deber�a arrojarlo como una pelota a una tierra lejana, donde deber�a vivir y morir en un exilio sin gloria.

1. Puede ser que el juicio divino nos alcance, ya que evidentemente super� y super� a este prefecto del palacio. Su ostentaci�n ( Isa�as 22:16), su lujo ("los carros de tu gloria", Isa�as 22:18), su tiran�a (implicada en caracterizar al sucesor de Iris "un padre para los habitantes", en contraste con sus propias severidades), derrib� sobre �l el desagrado Divino y la denuncia prof�tica. Tarde o temprano nuestro pecado nos descubrir�. Si debemos nuestra elevaci�n a nuestra iniquidad, o si, en la cima de nuestro �xito, no tememos a Dios, ni consideramos las demandas del hombre, podemos estar seguros de que en alg�n momento y de alguna manera la derrota y el deshonor nos esperar�n.

2. O debe ser que los cambios disciplinarios nos afectar�n. Todo lo que hay en el dolor que no es juicio es disciplina. Y de esto �ltimo, todos debemos tener nuestra parte; descubriremos que los eventos no llenar�n los contornos que dibujamos, que nuestro futuro ser� muy diferente del que imaginamos ahora: la ni�ez no demostrar� ser todo lo que imagina la infancia; menos a�n ser� la masculinidad lo que supone la juventud; los amigos nos abandonar�n, los planes se frustrar�n, las esperanzas se extinguir�n, los accesorios se cortar�n en dos, las nubes subir�n y llover�n, como pensamos poco hoy. Llegar� la hora en que se quitar� el clavo que ahora parece tan r�pido, y todo lo que cuelga sobre �l se llevar� al suelo ( Isa�as 22:25). (Ver Lucas 12:16; Santiago 4:13.)

III. LO BUENO SOBRE EL QUE PODEMOS RECONOCER SIN TEMOR A LA INTERRUPCI�N.

1. Servicio sagrado, ya sea en forma de acci�n o resistencia.

2. El favor de Dios, la amistad de Jesucristo.

3. Bendici�n eterna. Entre el alma fiel y estas grandes esperanzas no puede intervenir ning�n poder. � C.

Isa�as 22:20

Autoridad e influencia.

En la deposici�n de Shebna, Eliakim fue nombrado prefecto, vestido con la t�nica e investido con las llaves del cargo; de ahora en adelante deber�a cerrar y abrir, deber�a nombrar y deponer de acuerdo a su buen gusto. Nosotros miramos a-

I. LA EXCELENCIA DE LA AUTORIDAD HUMANA.

1. Satisface un deseo que es amplio y profundo. Sin duda, su sucesi�n al alto cargo desocupado por Shebna trajo una gran satisfacci�n al coraz�n de Elialdm. Los hombres codician el cargo y la autoridad que conlleva. Muchos mansos y humildes, de hecho, hay quienes no tienen tanta sed de esp�ritu; pero, por otro lado, hay muchos que lo desean profundamente y lo disfrutan en exceso. El deseo es a la vez amplio y general; su satisfacci�n, en consecuencia, trae un deleite intenso y extendido.

2. Conduce al orden ya todas aquellas actividades y placeres cuyo orden es la primera condici�n.

3. Permite a su titular conferir beneficios

(1) en aquellos a quienes m�s desea servir: "un trono glorioso para la casa de su padre", una fuente de fortaleza y socorro para todos aquellos relacionados con �l; y tambi�n

(2) para aquellos a quienes deber�a considerar un privilegio servir: puede ser "un padre para los habitantes", etc. una fuente de bendici�n para sus compatriotas;

(3) en aquellos que son especialmente merecedores: un hombre con autoridad puede admitir en el cargo a aquellos que son capaces y honorables, mientras que puede excluir a aquellos que son incapaces e indignos ( Isa�as 22:22).

Por otro lado, hay que recordar que la autoridad

(1) a menudo lesiona a su poseedor haci�ndolo ego�sta o autosuficiente;

(2) a menudo es abusado de manera grave y lamentable;

(3) a menudo se retira repentina e inesperadamente, hundiendo al que lo tiene en humillaci�n y angustia ( Isa�as 22:25).

II LA MAYOR EXCELENCIA DE LA SANTA INFLUENCIA. Nuestro Se�or le dio a sus ap�stoles promesa de poder; pero �l les dijo claramente que tal poder radicar�a, no en el ejercicio de la autoridad, sino en el ejercicio de la influencia (Marco 10:42-41). Deb�an ser comisionados para entregar la verdad m�s vitalizante y transformadora, y vivir una vida purificada y ennoblecida por esa verdad; su expresi�n y su acci�n conjunta tendr�an una influencia decisiva en los hombres individuales y en la sociedad en general. Heredamos el privilegio que el Maestro les confiri�. La verdad que ense�aron nosotros ense�amos; la vida que vivieron nosotros la vivimos. Y esta Divina, esta redenci�n, esta sabidur�a eterna, as� revelada por Dios, y as� manifestada a trav�s de nosotros, es algo mucho m�s grande y mucho m�s poderoso que el ejercicio de cualquier autoridad humana. Porque por su actitud hacia �l, los hombres determinan su destino; por �l se paran o caen ( Mateo 21:44; Jn 3:36; 2 Corintios 2:15, 2 Corintios 2:16). "Se abre, y ning�n hombre puede cerrar; se cierra, y ning�n hombre puede abrir". No solo es m�s poderoso, sino tambi�n algo m�s bendecido. Esta santa influencia, ejercida as� por los sabios y los buenos, a trav�s del labio y la vida,

(1) excluye a los hombres de los males y el poder de los cuales nadie puede sacarlos;

(2) abre la puerta a reinos de los cuales nadie puede excluirlos: los de la sabidur�a Divina, de la santidad, de la utilidad, del gozo y la gloria celestiales;

(3) tiene un efecto saludable y elevador sobre el coraz�n del que lo maneja. Bendice al que da tanto como al que toma.

1. Solo la minor�a entre la humanidad puede ejercer autoridad; es solo una peque�a fracci�n que resultar� una bendici�n; y de todo esto pronto ser� eliminado por la inconstancia del hombre o por el lapso de tiempo.

2. Pero est� abierto a todo hijo del hombre ejercer una influencia sagrada; esto conferir� un bien verdadero, espiritual e inmortal a los dem�s, y dejar� una bendici�n interna duradera para el donante. Es lejos el mejor de los dos.

HOMILIAS POR R. TUCK

Isa�as 22:1, Isa�as 22:2

Alegr�a en el mal momento.

El "valle de la visi�n" es, sin lugar a dudas, Jerusal�n, aunque el Sr. Birks cree que Samaria puede significar. El profeta Isa�as habla as� po�ticamente de �l como el lugar donde tuvo sus visiones. Ahora ve que la gente se apresura, con gran entusiasmo, hacia los techos de la ciudad, para observar a las huestes del ej�rcito de Senaquerib. La actitud de la gente lo sorprendi�. En ese momento, cuando la peste diezm� a los habitantes, los principales ciudadanos hab�an huido para garantizar su seguridad personal, y el enemigo estaba en la puerta misma, busc� la humillaci�n ante Dios, o al menos la calma de un noble coraje; �pero Ay! incluso en esa hora era una "ciudad tumultuosa, una ciudad alegre".

I. LA ALEGR�A TIENE MAL TIEMPO CUANDO EXPRESA SEGURIDAD. Las nociones tontas de la inexpugnabilidad de su ciudad pose�an a los jud�os, a pesar del hecho de que hab�a sido tomada. La autosuficiencia los ceg� ante los elementos de debilidad en s� mismos, y ante la fuerza y ??la energ�a de sus enemigos. Hemos escuchado a muchos hombres re�rse del peligro amenazado y decir: "Estoy a salvo", y mostrar, como lo hizo Jerusal�n, la locura de la alegr�a sin una mejor base que la seguridad personal.

II LA ALEGR�A ES MAL TIEMPO CUANDO EXPRESA LA RECAUDACI�N DE LA DESESPERACI�N. Algunos piensan que era m�s bien el esp�ritu de Jerusal�n en este momento: el esp�ritu que dice: "Comamos y bebamos; porque ma�ana moriremos" (v�anse los vers�culos 12 y 13). La moderaci�n depende mucho de la esperanza. Ilustrar con la emoci�n salvaje y las cosas tontas que se hacen cuando el naufragio es inminente; o por los disturbios del hombre que sabe que est� dentro de una hora de bancarrota. "Dije de la risa, es una locura". Hay un viejo dicho que explica tal alegr�a imprudente y despiadada: "A qui�n destruir�an los dioses, primero se enloquecer�an". Toda dicha alegr�a es tonta y peligrosa, especialmente porque evita que los hombres cumplan con el deber de la hora, lo que podr�a ser el medio para liberarlos del peligro.

III. LA ALEGR�A TIENE MAL TIEMPO CUANDO NO TIENE NING�N RA�Z DE CONFIANZA EN DIOS. La alegr�a en Dios es el fundamento de toda alegr�a. Podemos regocijarnos en lo que poseemos; porque es dado por Dios. Podemos regocijarnos en lo que perdemos; porque el Se�or quita. Podemos alegrarnos en el futuro; porque "el Se�or provee". Podemos regocijarnos en la oscuridad y el peligro; porque "el que guarda a Israel no duerme ni duerme" - R.T.

Isa�as 22:2

La influencia moral de la peste.

"Tus hombres asesinados no son asesinados con la espada". "Las palabras implican algo as� como un reproche de cobard�a. Los que perecieron no murieron luchando valientemente en la batalla, sino por la pestilencia que entonces, como siempre, prevaleci� en las concurridas calles de una ciudad sitiada. La ley de la epidemia se encuentra que la enfermedad es esta: las condiciones que son particularmente favorables para el desarrollo del vicio y la inmoralidad son exactamente las condiciones m�s favorables para la enfermedad epid�mica. Se pueden hacer referencias ilustrativas al hacinamiento en las casas, y a la falta de limpieza y descuido de la adecuada precauciones sanitarias: de la imagen dada en el pasaje ahora ante nosotros, reunimos las siguientes oraciones.

I. LA PESTILENCIA CREA EL DERECHO. Y esto prepara el camino para la marcha de la peste; en parte porque aquellos en quienes est�n las semillas de la enfermedad van a otros lugares, llevando el mal consigo; y en parte porque el miedo disminuye la vitalidad y limita el poder de resistencia a las enfermedades. El miedo en tiempos de pestilencia se exhibi� dolorosamente en la reciente visita del c�lera a las ciudades del sur de Francia.

II LA PESTILENCIA DESPIERTA LA VIDA SOCIAL. Por el vuelo, desde el barrio infectado, de todos los medios que lo permitan. Por la perturbaci�n del comercio, los negocios, la educaci�n, etc. Peor que esto, el peligro de la vida alimenta el inter�s propio, de modo que los hombres est�n dispuestos a sacrificar a otros para salvarse a s� mismos. En esos momentos, lo peor de la humanidad se revela en los muchos, y lo mejor de la humanidad en los pocos.

III. LA PESTILENCIA A MENUDO CONDUCE A LA REAFACIDAD. Como se vio m�s dolorosamente en la �poca de la gran plaga de Londres, y como lo indica Isa�as en el texto. La desesperaci�n arroja las riendas sobre el cuello de la lujuria.

IV. LA PESTILENCIA HACE H�ROES. Madame de Genlis cuenta un incidente relacionado con la peste en Marsella. Se desconoc�a la verdadera naturaleza de la enfermedad, y solo se pudo descubrir mediante un examen post mortem, pero eso fue una muerte segura para el operador. Todos los doctores retrocedieron. Luego, un joven cirujano, llamado Guyon, de gran celebridad en su profesi�n, se dedic� a la seguridad de su pa�s. Hizo el examen necesario, registr� sus observaciones, hizo sus sugerencias, coloc� los papeles en un jarr�n de vinagre, se retir� al lazaretto, y en doce horas estaba muerto, un h�roe hecho por la peste.

Isa�as 22:4

Un tiempo para llorar.

"Por eso digo: aparta la vista de m�; d�jame llorar amargamente". El llanto oriental es excesivo, sin restricciones. Los westerns van al otro extremo y reprimen severamente todas las expresiones y signos de emoci�n. El dolor oriental a menudo es exagerado, y corre el peligro de ser convencional e incluso hip�crita. El llanto p�blico, al menos por parte de los profetas, se convirti� en un testimonio y una advertencia. Pertenec�a a su ense�anza por signos. El llanto de Isa�as atrajo la atenci�n del p�blico y gener� preguntas sobre el significado de tal angustia. Los siguientes puntos son lo suficientemente sugerentes como para no necesitar m�s que una breve declaraci�n.

I. PODEMOS LLORAR EN ANTICIPACI�N. Si podemos ver problemas en el futuro, y nuestra angustia puede ser el medio de despertar a otros que son descuidados, pero que deber�an estar prepar�ndose para enfrentar el problema, nuestras propias penas pueden ser una "advertencia previa".

II PODEMOS LLORAR EN TIEMPO DE PROBLEMA. Porque las l�grimas son las expresiones naturales de los sentimientos y el alivio natural de los sentimientos sobrecargados. Peligro para el cerebro y el coraz�n debido a la contenci�n indebida de las l�grimas.

III. Podemos llorar en simpat�a con los dem�s. A menudo, esa simpat�a silenciosa es m�s efectiva que cualquier palabra. Sentirse con otro para unirse en la misma expresi�n de sentimiento es muy relajante y reconfortante. La ilustraci�n sublime de esto es nuestro Redentor llorando en simpat�a humana con la gentil Mar�a en la tumba de L�zaro.

IV. NO DEBEMOS DEJAR QUE NUESTRO Lloro se convierta en una INDULGENCIA. Este es un peligro mayor para todos de lo que estamos acostumbrados a estimar. Hay un lujo de dolor; un mantenimiento por el confort y las caricias que trae; Una forma agradable de dar. Llorar est� mal, es travieso, el momento en que pasa m�s all� de los l�mites de lo que es necesario para el alivio. Tan pronto como el yo entra y vamos a ceder, nuestro llanto se convierte en pecado.

V. PODEMOS LLORAR COMO TESTIMONIO. Para esto tenemos el ejemplo de nuestro Divino Se�or y Maestro, quien "cuando vio la ciudad [de Jerusal�n, la ciudad con respecto a la cual llor� Isa�as], llor� sobre ella, diciendo: �Oh, que hubieras sabido en este d�a, las cosas que hacen tu paz! John Howe llama sugestivamente a esto "Las l�grimas del Redentor lloraron sobre las almas perdidas".

Isa�as 22:8

La confianza del hombre en sus armas.

"Ese d�a miraste la armadura de la casa del bosque". Un serm�n para los tiempos, en el que la m�s alta ciencia y habilidad inventiva se dedican al perfeccionamiento de los motores de guerra m�s mortales; y cuando los hombres se atreven a decir que "la Providencia siempre est� del lado de los batallones m�s grandes". "Algunos conf�an en los caballos y otros en los carros, pero confiaremos en el Nombre del Se�or". "Un caballo es una cosa vana por seguridad". "Dios es un refugio para nosotros."

I. HOMBRES QUE CONF�AN SOLAMENTE EN ARMAS. Por el t�rmino "armas" se entiende todo lo que pertenece a ej�rcitos, armadas, fortificaciones y las fuerzas materiales de las que dependen las naciones (ver Isa�as 22:9). Muy a menudo escuchamos que "su armada es la defensa de Inglaterra"; "Su posici�n insular es su seguridad:" Grandes armas, naves poderosas, taladro eficiente, corazones valientes, estos, dicen, protegen el honor de Albion. Pero estas son solo cosas, y tienen que cambiarse y renovarse continuamente. Nunca podemos estar seguros de estar al tanto de los motores de guerra o la fuerza de guerra de otras naciones, y confiar en simples armas implica mantener a la naci�n en una tensi�n perpetua. Una y otra vez nos alarmamos cuando alguien argumenta nuestra inseguridad debido al estado de nuestro ej�rcito y nuestra armada y estaciones de carb�n.

II HOMBRES DE CONFIANZA ES DIOS SOLO. Deben confiar en Dios primero y principalmente; pero no solo si eso significa dejar que la confianza mantenga nuestras manos ociosas y nos espere una liberaci�n milagrosa. Ha habido momentos en la historia de nuestra raza en los que se exig�a a los hombres que no hicieran nada y que simplemente confiaran. Frente al Mar Rojo, Mois�s dijo: Qu�dese quieto y vea la salvaci�n del Se�or. "Y el ej�rcito de Senaquerib fue derrocado sin el uso de las fuerzas militares del hombre. Pero estos son casos excepcionales, dise�ados para impresionar un lado de la verdad.

III. EL HOMBRE QUE HACE SU CONFIANZA EN DIOS APARECE A TRAV�S DEL USO DE SUS ARMAS. Este es, en todos los sentidos, el trabajo m�s dif�cil del hombre. Puede ser peligroso confiar en s� mismo confiar solo en las armas. Puede ser una simple apat�a confiar solo en Dios. Es la esencia de la piedad prepararnos para todo esfuerzo noble y sabio, y mantener a trav�s de todas nuestras acciones un alma llena de confianza en Dios. Esto no es m�s que una ilustraci�n en las esferas de guerra de la regla universal: "Entrena tu propia salvaci�n con temor y temblor; porque es Dios quien obra en ti, tanto para querer como para hacer, de su buena voluntad".

Isa�as 22:12

El llamado de Dios a la penitencia.

"En ese d�a, el Se�or Dios de los ej�rcitos llam� al llanto, al duelo, a la calvicie ya la ce�ida de cilicio". Estos son los signos y expresiones orientales de penitencia y humillaci�n; como puede ilustrarse en el caso de N�nive, que se arrepinti� ante la predicaci�n de Jon�s ( Jon�s 3:5). Dios llama a la gente a "lamentar sus pecados, por los cuales hab�an tra�do estos juicios sobre su tierra, y a disponerse a una reforma de las vidas de los robos por una sagrada seriedad y una ternura de coraz�n bajo la Palabra de Dios". Dios siempre ha estado, y ha estado, de diversas maneras, llamando a los hombres al arrepentimiento, porque los hombres son pecaminosos, y constantemente lo afligen y se arruinan a s� mismos por su obstinaci�n.

I. LAS LLAMADAS DE DIOS A LA PENITENCIA POR SUS PROFETAS. Desde Enoc (Jud Jon�s 1:15), y No�, hasta Isa�as, Jerem�as, Jon�s, etc. Es la carga de la profec�a. Su voz siempre grita: "Guarda el mal de tus obras".

II DIOS LLAMA A LA PENITENCIA POR LA MARCHA SILENCIOSA DE EVENTOS. Vea la s�plica de Joel sobre predicciones de invasiones ( Joel 2:12). "Los eventos venideros proyectan sus sombras antes", y esas sombras deber�an probar los llamados de Dios al pensamiento y la preparaci�n moral.

III. DIOS LLAMA A LA PENITENCIA POR LA PALABRA REVELADA. "Cuando Dios nos amenaza con sus juicios, �l espera y requiere que nos humillemos bajo su poderosa mano, que temblamos cuando el le�n ruge, y en un d�a de adversidad considere" (Matthew Henry).

IV. DIOS LLAMA A LA PENITENCIA DE JOHN BAPTIST. Una persona muy notable, como pararse en la l�nea divisoria entre las dispensaciones nuevas y viejas. �l lleva adelante la gran demanda del nuevo Dios en el viejo "Arrepi�ntete". Y muestra que la preparaci�n moral por arrepentimiento es el umbral del nuevo reino del perd�n, la aceptaci�n y la gracia.

V. LAS LLAMADAS DE DIOS A LA PENITENCIA POR EL SE�OR JES�S Y SUS AP�STOLES. Todav�a exigen arrepentimiento. Nuestro Se�or env�a a sus ap�stoles con este mensaje, y los ap�stoles en el tiempo pentecostal, y en sus cartas, suplican, diciendo: "Arrepent�os y baut�cese cada uno de ustedes".

VI. DIOS LLAMA A LA PENITENCIA EN LA PREDICACI�N MODERNA. En esto, m�s que en cualquier otro aspecto de la verdad revelada, la predicaci�n moderna falla. Los ministros de la actualidad no tienen una carga opresiva del Se�or, casi los hacen huir como Jon�s, una carga de exigir "arrepentimiento del pecado".

Isa�as 22:14

Iniquidad que no puede ser purgada en esta vida.

Dios es un Dios de infinita misericordia para perdonar el pecado y, sin embargo, "de ninguna manera limpiar� al culpable". Seguramente visitar� la iniquidad fijando sus consecuencias sobre el pecador, e incluso sobre otros que puedan estar relacionados con �l.

I. SANCIONES POR EL PECADO QUE SE PUEDEN RETIRAR AHORA MIENTRAS ESTAMOS EN ESTE MUNDO. Son tales como descansar en el alma. El pecado tiene un doble aspecto: es tanto un acto de transgresi�n como un esp�ritu de voluntad propia. Es el alma la que peca; La voluntad propia, como opuesta a la voluntad de Dios, es la fuente y la fuente de todo mal. Pero el alma encuentra expresi�n y acci�n a trav�s del cuerpo, y consecuentemente habr� castigos tanto espirituales como corporales que seguir�n a todo pecado. El alma se someter� a un proceso de endurecimiento: el cuerpo entrar� en discapacidades y sufrimientos. Fara�n es voluntarioso. Entonces el Se�or, en su juicio, endurecer� el coraz�n de Fara�n; golpearlo en la parte m�s tierna de su familia por la muerte de su primog�nito; y derribar el orgullo de Egipto por un derrocamiento ignominioso en el Mar Rojo. Las penalidades del alma asociadas al pecado se expresan en la oraci�n: "El alma que pecare, morir�". La muerte, la muerte espiritual, es el resultado necesario del pecado del alma. Nuestro primer padre, Adam, comenz� a morir cuando, en un esp�ritu de voluntad propia y de complacencia propia, comi� la fruta prohibida. Cada uno de nosotros, hoy en d�a, comienza a morir la "muerte eterna" cuando pecamos con nuestras almas. La esfera de la expiaci�n hecha por nuestro Se�or Jes�s, en su vida y en su cruz, es precisamente esta esfera de castigos del alma. Cristo elimina las penalidades del pecado que vienen sobre nuestras almas. Cristo renueva la vida de amor, confianza, sumisi�n y alegr�a en Dios, lo que efectivamente impide que cualquiera de los endurecimientos y degradaciones del pecado se vuelva permanente en nuestros casos.

II PENALIDADES POR EL PECADO QUE AHORA NO PUEDEN SER RETIRADAS. Las penas y las consecuencias del pecado que se producen en nuestros cuerpos, nuestras circunstancias y otras personas que est�n conectadas con nosotros. Dios ha establecido el orden en el cual la vida familiar y social debe ser organizada y conducida. Si llevamos a cabo ese orden Divino perfectamente, y obedecemos esas leyes Divinas fielmente, el cielo, con sus purezas eternas, su paz que pasa la comprensi�n y su gozo indescriptible, comenzar�a a continuaci�n. El pecado, en su aspecto externo, es la violaci�n de este orden Divino, la ruptura de esas graciosas y santas leyes. A cada infracci�n se le aplica una pena natural. Esto se expresa en una figura con las palabras familiares: "Todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�". La redenci�n provista por el Se�or Jes�s no toca inmediata y directamente estas penalidades naturales del pecado. Hay un sentido importante en el que el Dios que perdona "de ninguna manera despeja al culpable". Al hijo del borracho o del sensualista no se le quitar� el esp�ritu de bebida o de pasi�n, ni se renovar� de su deterioro f�sico, porque su padre se convierte en cristiano en sus �ltimos a�os. Las consecuencias del alcance equivocado contin�an hasta que se vuelven completamente m�s all� del alcance de la mano. Haz cualquier mal, y para el alma del mal hay perd�n y restauraci�n completa, en la Divina misericordia, a trav�s del derramamiento de sangre preciosa; pero puedes perseguir toda tu vida despu�s de las consecuencias naturales, y nunca las superar�s, nunca las dominar�s, nunca las eliminar�s. Contin�an, llevando sus cargas de dolor a la tercera y cuarta generaci�n. E Isa�as nos recuerda que hay algunos tipos especiales de iniquidad a los que la regla debe aplicarse m�s especialmente, para cuyas consecuencias no puede haber purga terrenal. Son tales como son:

1. Mantenido en un esp�ritu de obstinaci�n.

2. Como durar m�s que todas las advertencias y correcciones.

3. Los que se han convertido en una causa de reproche abierto.

4. Y como han sido los medios de arruinar a otros.

En todos estos casos, el juicio debe venir, y los semejantes del pecador deben verlo colgando sobre �l mientras viva. Si no fuera as�, las impresiones adecuadas del mal y el odio del pecado no podr�an mantenerse ante los ojos de los hombres. Aunque tambi�n deber�amos ver que estas penas por el pecado, que son tan pesadas para la raza, son parte del esquema de remedio Divino para finalmente liberar a la humanidad de su ego�smo y su pecado.

Isa�as 22:16, Isa�as 22:17

Los planes del hombre para s� mismo frustrados por el plan de Dios para �l.

El caso del Nuevo Testamento que responde a esto es el relato de nuestro Se�or del granjero pr�spero, que no ten�a espacio para otorgar sus frutos y sus bienes. Se dijo a s� mismo: "Derribar� mis graneros y construir� m�s". Pero Dios dijo: "Necio, esta noche se te pedir� tu alma". En el pasaje ante nosotros, Shebna, con la plena seguridad de que morir� en silencio y ser� enterrado honorablemente en el vecindario de Jerusal�n, propone construir una tumba o un sepulcro para s� mismo. Ser�a uno de los sepulcros excavados en la roca en las laderas de las colinas que rodean la ciudad sagrada. Las familias aristocr�ticas ten�an sus sepulcros privados, pero este Shebna era un hombre nuevo, que no pertenec�a a ninguna de las familias antiguas, por lo que tuvo que comenzar un sepulcro como parte de su ambici�n de fundar una familia. El plan de Dios para �l era muy diferente a su plan para s� mismo. Deb�a ser llevado al cautiverio, y la creaci�n justa de sus energ�as caer�a en ruinas. "El hombre propone, Dios dispone."

I. LOS HOMBRES DEBEN HACER PLANES. La Biblia nunca se opone a la previsi�n, la sabidur�a pr�ctica, las ambiciones razonables, la vida con mano dura o la sagacidad de estadista, que estima los movimientos p�blicos y se prepara para cambios inevitables, se espera que la nave del hombre de la vida se desplace de todos modos; la mano del hombre debe estar siempre al tim�n, y el hombre debe saber para qu� puerto navega.

II LOS HOMBRES A MENUDO HACEN PLANES EN UN ESP�RITU DE AUTO-CONFIANZA. Como dice el ap�stol Santiago ( Santiago 4:13), los hombres dicen: "Hoy o ma�ana iremos a esta ciudad y pasaremos un a�o all�, comerciaremos y obtendremos ganancias". El error radica en esa voluntad. "Pase lo que pase, lo har�". "Los que ser�n ricos caer�n en la tentaci�n y la trampa".

III. LOS HOMBRES DEBEN HACER PLANES EN EL ESP�RITU DE LA DEPENDENCIA DE DIOS; y con la debida referencia de cada caso a �l. Como dice James ( Santiago 4:15), "para eso deb�is decir: si el Se�or quiere, ambos viviremos y haremos esto o aquello". La voluntad del hombre a veces es fuerte, y lo lleva a trav�s de grandes dificultades; pero Dios es cada vez m�s fuerte que �l y lo agarra con restricciones efectivas.

Isa�as 22:18

Las violentas providencias de Dios.

Versi�n revisada del margen: "Seguramente te dar� vueltas y vueltas como una pelota y te lanzar�". En general, se supone que la figura es la de una pelota lanzada violentamente sobre una superficie lisa, incluso lisa, donde rebota sin nada para detener su progreso. Pero un caballero estaba en la isla de Mitilene durante una gran tormenta de viento en invierno, y observ� una planta peculiar, no muy diferente al ajenjo, que crece en forma compacta y globular, con tallos y ramas muy r�gidos. En el invierno, la planta muere hasta el suelo, y en su condici�n seca y liviana es arrancada de sus ra�ces por el viento, y establece l�mites sobre el pa�s ancho y no cerrado. �l informa haber visto cinco o seis de estas bolas corriendo a la vez. Si tales plantas se encontraran en los pa�ses familiares para el profeta, proporcionar�an un v�vido emblema del hombre que est� a merced de un poder superior, e indefenso ya sea para elegir su propio curso o para descansar. El punto que se propone para ilustrar es que debe haber una variedad de flechas en el carcaj del Se�or, y una necesidad a veces para los tratos m�s severos y exigentes. Dios a veces debe mostrar su poder soberano sobre los hombres de una manera aplastante y abrumadora, para silenciar la lengua del orgullo, para probar que el hombre nunca puede ir m�s all� del alcance de Dios, nunca levantar las torres de Babel que no puede abrumar. Las fuerzas m�s poderosas de la naturaleza son los instrumentos de Dios. Y el orgullo del hombre humillar� por completo. Compare la muerte del se�or que despreciaba la seguridad del profeta de liberaci�n inmediata ( 2 Reyes 7:19, 2 Reyes 7:20); La humillaci�n de Nabucodonosor en la hora de su jactancia ( Daniel 4:29-27); y la horrible muerte de Herodes ( Hechos 12:20), cuando permiti� que los hombres le ofrecieran los honores debidos solo a Dios. La locura del hombre al intentar el poder de Dios para herir y herir es finamente satirizada por Elifaz el temanita ( Job 15:25, Job 15:26): "Porque extiende su mano contra Dios y se fortalece a s� mismo contra el Todopoderoso. �l corre sobre �l, incluso sobre su cuello, sobre los gruesos jefes de sus escudos ". - RT

Isa�as 22:20, Isa�as 22:21

La influencia de un individuo en las pol�ticas p�blicas.

Los gobiernos siempre se dejan llevar por el control del hombre m�s en�rgico o m�s talentoso. Van por mal camino a menos que sean gobernados por alg�n esp�ritu maestro. Se dice, con tanta verdad como s�tira, que "los comit�s son siempre comit�s de uno". Son las agencias c�modas por medio de las cuales un hombre de voluntad fuerte se sale con la suya. Y se puede instar a que al menos tanto bien como el mal asistan al acuerdo. Eliakim se cri� como un esp�ritu maestro, en un momento de ansiedad nacional, y debe demostrar que es un "padre para los habitantes de Jerusal�n y para la casa de Jud�". Hay momentos recurrentes en nuestra historia nacional cuando los ministerios p�blicos sobre un tema como este pueden guiar sabiamente a la opini�n p�blica. Se sugieren temas como los siguientes.

I. EL GENIO DEL L�DER P�BLICO. Tanto una dotaci�n y confianza divina para el uso del mundo como los dones del orador, el artista o el poeta.

II LA INFLUENCIA MALVADA DEL L�DER P�BLICO SIN PRINCIPACI�N. En su permiso de cosas equivocadas. En su seguridad de las cosas correctas por m�todos incorrectos. En el ejemplo p�blico que fomenta tratos sin principios en la vida privada.

III. EL PODER DEL L�DER PRINCIPADO DIOSO. Eleva el tono de la sociedad. Evita las causas de ofensa a las naciones vecinas. Tiene como objetivo el bienestar permanente de todo el pueblo. Pone el progreso moral de la naci�n antes de su prosperidad material. Tales l�deres fueron Mois�s y David.

IV. EL DEBER DEL INDIVIDUO DOTADO DE TOMAR RESPONSABILIDAD P�BLICA. Ilustrar por Cincinnatus. Un verdadero hombre encuentra una esfera de servicio para su Dios en los asuntos comunes de la naci�n. Jos� sirvi� a Dios a trav�s de a�os de hambruna en Egipto. Daniel sirvi� a su Dios a trav�s de importantes cambios y revoluciones nacionales. La historia de cada �poca en las naciones es realmente la biograf�a del individuo l�der de la �poca. El mundo maldice o bendice la memoria de sus l�deres p�blicos. � R.T.

Isa�as 22:22

El s�mbolo de la autoridad.

La "llave en el hombro" no es una mera insignia de la oficina del administrador; Representa la autoridad delegada. Se usaron grandes cerraduras y llaves de madera en el Este, y estas llaves eran lo suficientemente pesadas como para llevarlas en el hombro. Pero la expresi�n se considera mejor como una figura ret�rica reconocida. La figura puede recibir cuatro ilustraciones.

I. LA CLAVE DE LA OFICINA DEL TRIBUNAL. Como en el caso de Eliakim.

II LA CLAVE DEL RABBIS, COMO PROFESORES. Recuerde la expresi�n, "La clave del conocimiento".

III. LA CLAVE DE CRISTO, COMO JEFE DE LA IGLESIA. ( Apocalipsis 3:7.)

IV. LAS CLAVES COMPROMETIDAS CON PETER. ( Mateo 16:19.) - R.T.

Isa�as 22:23

La u�a segura como tipo.

La idea puede ser la clavija clavada en el suelo, alrededor de la cual se sujetan las cuerdas de la tienda. Pero, m�s probablemente, la referencia es a una clavija en la pared, introducida de manera tan segura que las cosas pueden colgarse de manera segura. La palabra se usa aqu� metaf�ricamente en aplicaci�n al apoyo que Eliakim brindar�a a todas sus relaciones dependientes. Es el tipo de hombre del que otros pueden depender. Los siguientes puntos se resolver�n e ilustrar�n f�cilmente.

I. EL ORDEN DEL HOMBRE QUE PUEDE SER UN CLAVO PARA QUE OTROS DEPENDAN.

II EL TIPO REALIZADO TOTALMENTE EN EL SE�OR JESUCRISTO.

III. EL TIPO REALIZADO, EN MEDIDA, EN HOMBRES Y MUJERES COMO CRISTO. Nada mejor se puede decir de ninguno de nosotros que esto: los hombres conf�an en nosotros. �Qu� se puede decir de una mujer m�s noble que esta, "El coraz�n de su esposo conf�a en ella?" - R.T.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Isaiah 22". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/isaiah-22.html. 1897.
 
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