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Bible Commentaries
Job 19

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-29

EXPOSICI�N

Job 19:1

Job comienza su respuesta al segundo discurso de Bildad con una exposici�n contra la crueldad de sus amigos, quienes lo rompen en pedazos y lo torturan con sus reproches (vers�culos 1-5). Luego, una vez m�s, y m�s claramente que en cualquier otra ocasi�n, relata sus problemas.

(1) Su trato severo por parte de Dios (vers�culos 6-13);

(2) su uso severo por parte de sus familiares y amigos (vers�culos 14-19): y

(3) el dolor que le caus� su enfermedad (vers�culo 20); y apela a sus amigos por estos motivos de piedad y paciencia (vers�culos 21, 22). Luego, procede a hacer su gran declaraci�n, precedi�ndola con el deseo de preservarla como un registro perpetuo (vers�culos 23, 24); la declaraci�n misma sigue (vers�culos 25-27); y el discurso termina con una advertencia a sus "consoladores", que si contin�an persigui�ndolo, un juicio caer� sobre ellos (vers�culos 28, 29).

Job 19:1, Job 19:2

Entonces Job respondi� y dijo: �Hasta cu�ndo irritar�s mi alma y me har�s pedazos con palabras? Job no es estoico. No es insensible a los ataques de sus amigos. Por el contrario, sus palabras lo pican, lo torturan, "lo rompen en pedazos", hieren su alma en su parte m�s tierna. El ataque de Bildad hab�a sido el m�s cruel de todos, y lo lleva a la exposici�n (versos 2-5) y la s�plica (versos 21, 22).

Job 19:3

Estas diez veces me hab�is reprochado. (Para el uso de la expresi�n "diez veces" por "muchas veces". "Con frecuencia", vea G�nesis 31:7, G�nesis 31:41; N�meros 14:22; Nehem�as 4:12; Daniel 1:20, etc.) No se averg�enzan de haberse hecho extra�os; m�s bien, que apenas tratas conmigo (ver la versi�n revisada). El verbo utilizado no aparece en otro lugar, pero parece tener el significado de "mal uso" o "maltrato".

Job 19:4

Y sea en verdad que me he equivocado; o bien hecho. Job en ning�n momento mantiene su impecabilidad. Pecados de debilidad con los que con frecuencia se declara culpable, y especialmente al habla intemperante (ver Job 6:26; Job 9:14, Job 9:20, etc.). El error m�o permanece conmigo mismo; es decir, "sigue siendo m�o; y yo sufro el castigo".

Job 19:5

Si de hecho os magnificareis contra m�. Si no tiene sentido de la justicia y no est� dispuesto a prestar atenci�n a mis declaraciones; si todav�a tienen la intenci�n de insistir en magnificarse contra m� y traerme mi "reproche"; entonces d�jame apelar a tu pena. Considere toda mi condici�n: c�mo estoy con Dios, quien me persigue y me "destruye" ( Job 19:10); c�mo me mantengo junto a mis parientes y otros amigos que tengo junto a ustedes, que renuncian y me abandonan ( Job 19:13); y c�mo estoy condicionado con respecto a mi cuerpo, demacrado y al borde de la muerte ( Job 19:20); y luego, si ni su amistad ni su sentido de la justicia lo inducir�n a abstenerse de perseguirme, abstenerse en cualquier caso por l�stima ( Job 19:21). Y suplica en mi contra mi reproche. El "reproche" especial de Job fue que Dios hab�a puesto su mano sobre �l. Este fue un hecho manifiesto, y no se puede negar. Sus "consoladores" concluyeron que era un monstruo de maldad.

Job 19:6

Ahora sepa que Dios me ha derrocado; o me pervirti�: "me subvirti� en mi causa" (ver Lamentaciones 3:6). Y me ha rodeado con su red. El profesor Lee piensa que la red, o m�s bien la soga, que se entiende con la palabra rara ????? es el lazo, que ciertamente se emple� en la guerra (Herodes; 7.85), y probablemente tambi�n en la caza, desde la antig�edad en el Este. Bildad hab�a insinuado que Job hab�a ca�do en su propia trampa ( Job 18:7); Job responde que la trampa en la que es tomado es de Dios.

Job 19:7

He aqu�, lloro de mal; es decir, "grito que me han hecho da�o". Me quejo de que me infligen sufrimientos que no he merecido. Esta ha sido la queja de Job desde el principio ( Job 3:26; Job 6:29; Job 9:17, Job 9:22; Job 10:3, etc.). Pero no me escuchan; es decir, "No me escuchan, mi grito no es respondido". Lloro en voz alta, pero no hay juicio; o, sin decisi�n: "sin sentencia". Todos los llamamientos de Job a Dios no han obtenido respuesta de �l. �l todav�a guarda silencio. Job parece, desde el principio, haber anticipado tal teofan�a que finalmente tiene lugar (cap. 38-41.) Y reivindica su car�cter.

Job 19:8

�l ha cercado mi camino que no puedo pasar (comp. Job 3:25; Job 13:27; Oseas 2:6), y ha establecido oscuridad en mis caminos. Job se queja de la falta de luz; en su coraz�n llora, ?? ?? ???? ??? ???????. Nada lo molesta tanto como su incapacidad para comprender por qu� est� afligido.

Job 19:9

Me ha despojado de mi gloria. La gloria que tuvo en su prosperidad; no exactamente la de un rey, sino la de un gran jeque o emir, de alguien que estaba a la par de los m�s nobles de su alrededor (ver Job 1:3). Y tom� la corona de mi cabeza. No una corona real, que los jeques no usan, sino una met�fora de la dignidad o el honor.

Job 19:10

�l me ha destruido por todos lados, y me he ido; o me desglos� Job se compara con una ciudad, cuyas paredes son atacadas por todos lados y derribadas. Su ruina est� completa: perece. Y quit� mi esperanza como un �rbol; m�s bien, desgarrado como un �rbol. La "esperanza" de Job era, sin duda, llevar una vida tranquila y piadosa, rodeado de sus parientes y amigos, a favor de Dios y el hombre, hasta que llegara la vejez, y descendi�, como una mata de ma�z madura ( Job 5:26), a la tumba. Esta esperanza hab�a sido "arrancada de ra�z" cuando sus calamidades cayeron sobre �l.

Job 19:11

Tambi�n ha encendido su ira contra m�. No es lo que le ha sucedido en el camino de la aflicci�n y la calamidad lo que oprime y aplasta tanto al patriarca, sino la causa a la que �l, no de manera no natural, atribuye sus aflicciones, compite. La ira de Dios. Al participar en el credo general de su tiempo, �l cree que sus sufrimientos provienen directamente de Dios y que son pruebas de la severa ira de Dios contra �l. Sin embargo, no est� preparado en esta cuenta para renunciar a Dios. "Aunque �l me mata, confiar� en �l" ( Job 13:15) sigue siendo su pensamiento interno y principio rector. Y �l me cuenta para �l como uno de sus enemigos. Job se sinti� tratado como un enemigo de Dios, y supuso que Dios deb�a considerarlo as�. O no vislumbr� la alegre verdad, "A quien el Se�or ama, castig�" ( Hebreos 12:6), o no pudo imaginar que tales infortunios como los suyos fueran simples castigos.

Job 19:12

Sus tropas se unen (comp. Job 16:13, "Sus arqueros me rodean"). A Job le parece que Dios trae contra �l todo un ej�rcito de asaltantes, que unen sus fuerzas y proceden al ataque. Nubes de arqueros, tropas de devastadores, se acercan a �l y caen sobre �l desde todos los lados. Y alza su camino contra m�; m�s bien, y levantar su banco contra m�. Job todav�a se considera a s� mismo como una ciudad asediada (ver vers�culo 10), y representa a sus asaltantes como levantando terraplenes para encerrarlo, o mont�culos desde donde golpear sus defensas (comp�rense las esculturas asirias, passim). Y acampar alrededor de mi tabern�culo; es decir, "mi tienda" o "mi vivienda".

Job 19:13

Ha puesto a mis hermanos lejos de m�. Job ten�a verdaderos "hermanos" ( Job 42:11), quienes lo abandonaron y "trataron enga�osamente" con �l ( Job 6:15) durante el tiempo de su adversidad, pero se alegraron de regresar a �l y "comer pan con �l" en su vida pr�spera posterior. Su alienaci�n de �l durante el per�odo de sus aflicciones que �l considera aqu� como una de las pruebas que Dios le impuso. Compare el ay similar del gran Antitipo de Job ( Juan 5:5, "Porque ninguno de sus hermanos cre�a en �l"). Y mis conocidos est�n realmente separados de m� (comp. Salmo 38:11; Salmo 69:9; Salmo 88:8, Salmo 88:18). La deserci�n de los afligidos por sus amigos de buen tiempo es un tema permanente con los poetas y moralistas de todas las edades y naciones. Job no era singular en esta aflicci�n.

Job 19:14

Mis parientes han fallado y mis amigos familiares me han olvidado (ver Salmo 41:9).

Job 19:15

Los que moran en mi casa y mis doncellas me consideran un extra�o. Incluso los reclusos de su casa, hombres y mujeres, sus sirvientes, guardias, criados, sirvientas y similares, lo miraban y lo trataban como si fueran desconocidos para ellos. Soy un extraterrestre a sus ojos. No, no solo como si fuera desconocido, sino "como un extraterrestre", es decir, un extranjero.

Job 19:16

Llam� a mi criado y �l no me respondi�. Sorprendente insolencia en un sirviente oriental o m�s bien esclavo (???), que deber�a haberse aferrado a las palabras de su amo y haberse esforzado por anticipar sus deseos. Le rogu� con la boca. Rog�ndole probablemente por alg�n servicio que fue desagradable, y que se neg� a prestar.

Job 19:17

Mi aliento es extra�o para mi esposa. El aliento de una v�ctima de elefantiasis a menudo tiene un olor f�tido que es extremadamente desagradable. Parecer�a que la esposa de Job se mantuvo al margen de �l en esta cuenta, por lo que perdi� los tiernos oficios que una esposa es la persona m�s adecuada para rendir. Aunque le rogu� por el bien de los ni�os, mi propio cuerpo. Esta traducci�n es apenas sostenible, aunque sin duda da a las palabras utilizadas un sentido m�s conmovedor y pat�tico. Traduce, y soy repugnante con los hijos de la muchacha de mi madre; es decir, a mis hermanos y hermanas (comp. Job 42:11). Parecer�a que tambi�n evitaron la presencia de Job, o en cualquier caso cualquier acercamiento cercano a �l. Dadas las circunstancias, esto quiz�s no sea sorprendente; pero Job, en su extremo aislamiento, lo sinti� profundamente.

Job 19:18

S�, los ni�os peque�os me despreciaban. (Entonces, Rosenmuller, Canon Cook y la versi�n revisada). Otros traducen "lo vil" o "lo perverso" (comp. Job 16:11). Pero la representaci�n de la versi�n autorizada recibe soporte de Job 21:11. La franqueza de los ni�os groseros y mal entrenados para participar contra los santos de Dios aparece m�s tarde en la historia de Eliseo ( 2 Reyes 2:23, 2 Reyes 2:24). Me levant� y hablaron contra m�; o, cuando me levanto, hablan en mi contra (comp�rese con la versi�n revisada).

Job 19:19

Todos mis amigos internos me aborrec�an; literalmente, todos los hombres de mi consejo; es decir, todos aquellos a los que estaba acostumbrado a consultar, y cuyo consejo estaba acostumbrado a tomar, en cualquier dificultad, al mantenerme distante, me han aborrecido. Y los que amaba se vuelven contra m� (comp. Salmo 41:9; Salmo 55:12: Jeremias 20:10). Los santos de Dios en todas las edades, y por diferentes circunstancias, son asaltados por casi las mismas pruebas y tentaciones. Ya sea Job, o David, o Jerem�as, o uno m�s grande que cualquiera de ellos, la deserci�n y la crueldad de sus seres m�s cercanos y queridos, como el m�s amargo de todos los sufrimientos, es casi seguro que se incluir� en su copa, que deben beber. a las heces, si quieren experimentar al m�ximo "los preciosos usos de la adversidad".

Job 19:20

Mi hueso se adhiere a mi piel y mi carne. Aqu� se presenta la tercera fuente de la miseria de Job: su enfermedad dolorosa e incurable. Esto lo ha llevado a un estado de emaciaci�n tal que sus huesos parecen adherirse a la piel tensa y a los m�sculos escasos y encogidos que los cubren (comp. Job 33:21 y Lamentaciones 4:8). Tal demacraci�n del marco general es bastante compatible con la hinchaz�n antiest�tica de ciertas partes del cuerpo que caracteriza a la elefantiasis. Y me escap� con la piel de mis dientes. La expresi�n es, sin duda, proverbial, y significa "apenas escap�"; pero su origen es oscuro.

Job 19:21

Ten piedad de m�, ten piedad de m�, oh amigos m�os. En la enumeraci�n de sus diversos problemas, sigue el llamado de piedad de Job. No debemos considerarlo dirigido solo a los tres llamados "amigos" ( Job 2:11) o "consoladores" ( Job 16:2), Elifaz, Bildad y Zofar. Es un llamamiento a todos los que lo rodean y lo rodean, cuyas simpat�as han sido alejadas (versos 13-19), pero cuyo respeto no se desespera por recuperar. �Acaso no percibir�n, cuando perciban la extrema y variedad de sus sufrimientos, la compasi�n de ellos y lo compadecer�n en su d�a de calamidad? Porque la mano de Dios me ha tocado. Para los "consoladores" esto no es argumento. Lo consideran indigno de piedad por el mismo motivo de que est� "enamorado de Dios y afligido" ( Isa�as 53:4); ya que sostienen que, estando tan enamorado, debe haber merecido su calamidad. Pero para las personas sin prejuicios, no casadas con una teor�a, semejante agravante de su aflicci�n parecer�a, naturalmente, convertirlo en un mayor objeto de piedad y compasi�n.

Job 19:22

�Por qu� me persigues como Dios? es decir, �por qu� eres tan duro conmigo como Dios mismo? Si lo he ofendido, �qu� he hecho para ofenderte? �Y no est�s satisfecho con mi carne? es decir, "devorar mi carne, como bestias salvajes, y sin embargo no est�n satisfechos".

Job 19:23

�Oh, si mis palabras fueron escritas! Se cuestiona qu� palabras de su trabajo est�n tan ansiosos por haberse comprometido a escribir: las que preceden a la expresi�n del deseo, o las que siguen, o ambas. Como no hay nada que sea muy notable en las palabras anteriores, mientras que estas �ltimas se encuentran entre las m�s llamativas del libro, la opini�n general ha sido que se refiere a estas �ltimas. Ahora est� universalmente permitido, incluso para aquellos cuya fecha para Job es la m�s remota, que los libros eran comunes mucho antes de su tiempo, y por lo que naturalmente podr�a haber estado familiarizado con ellos. La escritura es, por supuesto, incluso anterior a los libros, y ciertamente estaba en uso antes de b.c. 2000. La primera escritura probablemente fue en piedra o ladrillo, y fue quiz�s en todos los casos jerogl�ficos. Cuando entr� en uso el papiro, el pergamino o la corteza de los �rboles, un car�cter cursivo pronto reemplaz� al jerogl�fico, aunque este �ltimo continu� siendo empleado con fines religiosos y para inscripciones en piedra. �Oh, si estuvieran impresos en un libro! m�s bien, inscrito o grabado. Parece destacarse la impresi�n de los caracteres debajo de la superficie del material de escritura, como en las tablillas de arcilla babil�nicas y asirias.

Job 19:24

�Que fueron grabados con una pluma de hierro y plomo en la roca para siempre! Parece que aqu� se alude a un tipo peculiar de inscripci�n en roca, de la cual, hasta donde yo s�, no quedan espec�menes. Job deseaba que los personajes de su disco se cortaran profundamente en la roca con un cincel de hierro, y la incisi�n se rellenara con plomo (comp�rense los "bronces" medievales).

Job 19:25

Porque s� que mi Redentor vive. Se han hecho numerosos esfuerzos para explicar la misteriosa importancia de este verso. Primero, se observa que un goel es cualquiera que se venga o rescata a otro, y especialmente que es "la expresi�n t�cnica para el vengador de la sangre" tan frecuentemente mencionado en el Antiguo Testamento. Por lo tanto, se sugiere que el verdadero significado de Job puede ser que espera que uno de sus parientes surja despu�s de su muerte como vengador de su sangre, y que exija una retribuci�n por ello. Pero a menos que en el caso de una muerte violenta a manos de un hombre, que no era lo que Job esperaba para s� mismo, no podr�a haber un vengador de sangre. Job ya ha expresado su deseo de tener un tercero entre �l y Dios ( Job 9:32-18), el cual apenas puede ser otro que un personaje divino. En Job 16:19 be ha declarado su convicci�n de que "su Testigo est� en el cielo". En Job 16:21 del mismo cap�tulo, anhela tener un abogado que defienda su causa ante Dios. En Job 17:3 �l le pide a Dios que sea Fianza para �l. Por lo tanto, como se�ala el Dr. Stanley Leathes, "�l ya ha reconocido a Dios como su Juez, su �rbitro, su Abogado, su Testigo y su Garant�a, en algunos casos por la confesi�n formal del hecho, en otros por un anhelo sincero, y aspiraci�n de que alguien act�e en esa capacidad ". Despu�s de todo esto, no est� dando un paso muy largo por adelantado para ver y reconocer en Dios a su Goel, o "Redentor". Y que se mantendr� en el �ltimo d�a sobre la tierra; m�s bien, y que al final se parar� sobre mi polvo. ??????? no es "alguien que viene despu�s de m�"; pero, si es un sustantivo, "el �ltimo", ya que ???????? es "el primero" ( Isa�as 44:6); si se pretende adverbialmente, "al final", es decir, al final de todas las cosas. "En el �ltimo d�a" no es una traducci�n incorrecta.

Job 19:26

Y aunque despu�s de mi piel los gusanos destruyen este cuerpo. La supuesta elipsis de los "gusanos" es improbable, como tambi�n lo es la del "cuerpo". Traduce, y despu�s de que mi piel ha sido as� destruida, "as�" significa "como lo ves ante tus ojos". Sin embargo, en mi carne ver� a Dios; literalmente, de mi carne, apenas, como lo toma Renan, "sin mi carne" o "lejos de mi carne", "prive de ma chair"; sino m�s bien, "desde el punto de vista de mi carne" - "en mi cuerpo", no "fuera de mi cuerpo" - �Ver� a Dios? Esto puede tomarse simplemente como una profec�a de la teofan�a registrada en el cap. 38-42. (ver especialmente Job 42:5). Pero el nexo con el vers�culo 25, y las expresiones all� utilizadas, "al final" y "�l se levantar� sobre mi polvo", justifican plenamente la ex�gesis tradicional, que ve en el pasaje una declaraci�n de Job de su confianza en que �l ver� a Dios "de su cuerpo" en la resurrecci�n.

Job 19:27

A quien ver� por m� mismo. No por poder, es decir ' o por fe, o en una visi�n, pero realmente, en realidad, lo ver� por m� mismo. Como Schultens observa, un tono inconfundible de exultaci�n y triunfo impregna el pasaje. Y mis ojos lo ver�n, y no otro; es decir, "no los ojos de otro". Yo mismo, conservando mi identidad personal, "el mismo verdadero hombre vivo", con mis propios ojos mirar� a mi Redentor. Aunque mis riendas se consuman dentro de m�. No hay "aunque" en el original. La cl�usula es independiente e independiente, ni es muy f�cil rastrear ninguna conexi�n entre ella y el resto del verso. Schultens, sin embargo, piensa que Job quiere decir que est� internamente consumido por un ardiente deseo de ver lo que ha dicho. (As� tambi�n el Dr. Stanley Leathes).

Job 19:28

Pero deb�is decir: �Por qu� perseguirlo a �l? m�s bien, si dec�s '�C�mo lo perseguiremos? Es decir, "si, despu�s de lo que he dicho, contin�as amargado contra m�, y tomas consejos juntos sobre la mejor manera de perseguirme, entonces, al encontrar la ra�z del asunto (es decir, la esencia de la piedad) se encuentra en m� ten miedo ", etc.

Job 19:29

Tengan miedo de la espada; es decir, "la espada de la justicia de Dios, que seguramente te golpear� si persigues a un hombre inocente". Porque la ira trae los castigos de la espada; m�s bien, porque la ira est� entre las transgresiones del sward; yo e. entre las transgresiones para las cuales la espada es el castigo adecuado. Es la "ira" lo que lleva a los "consoladores" de Job a perseguirlo. Para que sep�is que hay un juicio; o, para que sepan que hay un juicio 'Cuando el golpe los golpee, reconocer�n que les ha sucedido a causa de los malos tratos a su amigo.

HOMIL�TICA

Job 19:1

Trabajo para Bildad: 1. Una respuesta, una apelaci�n, una queja.

I. LA RESPUESTA INJUSTA DE TRABAJO A SUS AMIGOS. Job acusa a sus tres amigos de:

1. Palabras irritantes. (Verso 2.) Sus solemnes discursos y descripciones elocuentes fueron una tortura exquisita, m�s dif�cil de soportar que las miserias de la elefantiasis. Las crueles insinuaciones y los desagradables reproches contenidos en sus discursos lo aplastaron m�s profundamente y lo laceraron con m�s intensidad que todos los golpes agudos de la mala fortuna que hab�a sufrido �ltimamente. Las heridas infligidas por la lengua son peor para sanar que las dadas por la mano. "Hay que habla como las perforaciones de una espada '( Proverbios 12:18); y" hablar con el dolor de aquellos a quienes Dios ha herido "(Salmo 69:26) es el m�s severo de todo tipo de persecuci�n para mantener, ya que es el m�s malvado de todo tipo de cr�menes para cometer.

2. Persistente hostilidad. (Verso 3.) No una o dos veces simplemente lo acusaron de ser un criminal notorio, sino que insistieron en esta misma cadena hasta la saciedad; hab�an llevado su comportamiento insultante a los l�mites m�s lejanos; la fuerza de su agria oposici�n no pudo continuar. Sus reproches casi hab�an roto su gran coraz�n; cf. El lenguaje de David, quien en sus sufrimientos era un tipo de Mes�as (Salmo 69:20).

3. Sorprendente insensibilidad. (Verso 3.) Job simplemente estaba asombrado de la fr�a indiferencia con la que pod�an contemplar sus sufrimientos, la facilidad insensible, si no el deleite manifiesto, con el que pod�an lanzar sus atroces destituciones contra �l, y la insensibilidad absoluta que mostraban a sus apenadas apenadas, asombrado de que alguien que afirmaba ser un amigo suyo se mostrara tan completamente

"Un adversario pedregoso, un miserable inhumano, incapaz de compadecer, vac�o y vac�o de cualquier dram�tica misericordia".

('El mercader de Venecia', Hechos 4. Sc. 1.)

4. La crueldad innecesaria. (Verso 4). No hab�a "una raz�n firme para rendir" por qu� deber�an perseguirlo sin remordimiento con su odio. No ser�an llamados a expiar ninguno de sus cr�menes impunes. Su teolog�a y sus santas virtudes se combinar�an para protegerlos de eso. Creyendo, como lo hicieron, que "el hijo no oir� la iniquidad del padre, ni el padre llevar� la iniquidad del hijo", sino que "la justicia del justo ser� sobre �l y la maldad del imp�o". estar� sobre �l "( Ezequiel 18:20), no hubo ocasi�n para temer que cualquier parte de la retribuci�n Divina debida a �l retrocediera sobre ellos. Por lo tanto, podr�an haberle ahorrado cualquier agravaci�n desenfrenada de sus problemas. El lenguaje de Job nos recuerda

(1) que los hombres pueden ser culpables de pecados de los cuales est�n inconscientes;

(2) que lo �nico en que el hombre puede reclamar una verdadera propiedad en la tierra es su pecado;

(3) que en los asuntos finales del gobierno Divino cada hombre debe llevar su propia carga; y

(4) que esta consideraci�n debe mover a un buen hombre en lugar de compadecerse en lugar de condenar a los imp�os.

5. Suposici�n arrogante. Al "suplicar contra �l su reproche", es decir, al instar a las miserias intolerables que sufri� como prueba de su culpa, se "magnificaban contra �l" (vers�culo 5), es decir, se jactaban t�citamente de su bondad superior. Y tal vez por cualquier cosa en su idioma, el alma de Job fue picada por el solemne aspecto farisaico que se sentaba sobre sus rostros de m�rmol, y la atm�sfera de horrible santidad en la que envolvieron a sus santas personas. Pero la verdadera piedad es siempre mansa y humilde, nunca se muestra voluntaria, y nunca se envalentona, ciertamente nunca se jacta de los pecados o los sufrimientos de los dem�s. Un buen hombre puede magnificar la gracia de Dios que est� en �l ( 1 Corintios 15:10), o la oficina que se le ha confiado ( Romanos 11:13), pero de s� mismo siempre piensa con humildad mental, estimando a los dem�s mejor que �l mismo ( Filipenses 2:3), a quien considera pero como "menos que el menor de todos los santos" ( Efesios 3:8), si no como " el jefe de los pecadores "( 1 Timoteo 1:15).

6. La falsedad conspicua. Bildad hab�a alegado que Job, por su maldad incorregible, hab�a sido el autor de sus propias desgracias, que hab�a sido arrojado a una red por sus propios pies ( Job 18:8), que su calamidad hab�a ca�do sobre �l como la recompensa de su propio crimen; y Job responde con una contradicci�n directa, insistiendo en que fue Dios quien arroj� su red sobre �l y que, si su teor�a de la retribuci�n era correcta, Dios hab�a arrebatado su causa y lo hab�a perjudicado al hacerlo (vers�culo 6). Que los pies de Job estaban enredados en una red, proclamaba el testimonio de los sentidos de Job. Que esta red hab�a sido puesta alrededor de �l por Dios, el ojo de su fe pod�a ver. Que Dios no pudo haberlo hecho debido a su maldad, el testigo interno del esp�ritu de Job grit� en voz alta. Por lo tanto, esta teor�a de los amigos, que a veces se extend�a sobre su alma como una pesadilla, era un error, y la acusaci�n de los amigos de que estaba siendo castigado por su iniquidad era una mentira.

II DOLEFITIVA QUEJA DEL TRABAJO CONTRA DIOS.

1. Tratarlo como un criminal Y eso con respecto a dos detalles.

(1) Asaltarlo con violencia: "He aqu�, lloro de maldad"; literalmente, "grito violencia 1" (vers�culo 7), "como un viajero sorprendido por los bandidos" (Cox). Una met�fora fuerte, que puede describir la brusquedad y severidad de la aflicci�n del santo, pero nunca puede aplicarse al motivo o prop�sito Divino en la aflicci�n, ya que Dios no aflige a los hijos de los hombres voluntariamente, sino para su beneficio ( Lamentaciones 3:33; Hebreos 12:10); nunca se precipita sobre su gente como un gigante ( Job 16:14), ni los domina como un bandolero, sino que los castiga y los corrige como padre ( Hebreos 12:7); y en todas sus infracciones nunca les hace mal ni manifiesta odio, sino que les confiere un privilegio bendito y les manifiesta el amor m�s puro ( Hebreos 12:6)

(2) Ignorando sus protestas, reteniendo su simpat�a y socorro: "He aqu�, lloro, pero no me oyen". extendi�ndole ni o�r ni reparar: "Lloro en voz alta, pero no hay juicio" (vers�culo 7). Una queja, nuevamente, que a veces puede recibir color de los propios pensamientos y sentimientos del santo, pero que nunca puede ser realmente cierto de Dios, quien nunca deja de simpatizar con su pueblo en la aflicci�n (Salmo 103:18; Isa�as 63:9; Hebreos 4:15), nunca ignora la oraci�n de los indigentes (Salmo 102:17), nunca se niega a ayudarlos en apuros ( Isa�as 41:10; Isa�as 43:2; 2 Corintios 12:9), y ciertamente nunca les niega justicia a menos que les de misericordia.

2. Castigarlo como un convicto. (Vers�culos 8-10.) Y eso por:

(1) Condenarlo a prisi�n (vers�culo 8). La imagen de una celda, o espacio estrecho, delimitado por un muro alto o una cerca, que apaga la luz del cielo y encierra al cautivo que confina (cf. Job 3:23; Job 13:27). Dos efectos frecuentes de la aflicci�n: oscurecer la mirada del alma: su mirada interna al recordar el pecado ( 1 Reyes 17:18), su mirada hacia arriba ocultando el rostro de Dios ( Job 13:24; Salmo 42:3, Salmo 42:10), su mirada hacia adelante al bloquear el camino del deber ( Isa�as 50:10); y para acortar el camino del alma, de modo que no pueda escapar de su miseria ni disfrutar de su libertad deseada en los ejercicios religiosos o en los deberes ordinarios, sino que se sienta encerrada, primero a la sumisi�n absoluta, y luego a la alegre resignaci�n.

(2) Arreglarlo con t�nicas de prisi�n (vers�culo 9). La t�nica y la corona de Job eran su justicia e integridad ( Job 29:14). De ellos hab�a sido despojado, y vestido con el atuendo feo y humillante de la aflicci�n, que era para �l, lo que un vestido de prisi�n es para un convicto, una insignia de culpa externa. Sin embargo, Job se equivoc� doblemente, primero al pensar que la aflicci�n era una prueba de condena o una se�al de degradaci�n, y en segundo lugar al suponer que realmente hab�a perdido su corona o su t�nica. Si por estos �ltimos alud�a simplemente a su antigua prosperidad, eso ciertamente se lo quit�; y as�, cualquiera que sea la naturaleza terrenal en la que el hombre pueda gloriarse (riqueza, honor, amigos), Dios puede despojarlo de �l en cualquier momento. Pero la corona de justicia que Dios pone sobre la cabeza de un santo nunca se desplaza sin motivo, y la prenda de salvaci�n que Dios envuelve alrededor de la persona de un santo nunca puede, sin su propia culpa, ser eliminada.

(3) Extinguiendo su esperanza de libertad (vers�culo 10). Como una casa en ruinas cuyas piedras yacen esparcidas por todos lados, como un gran �rbol arrancado por las ra�ces, Job no ten�a m�s expectativas de ver reconstruido el espl�ndido edificio de su prosperidad, o revivir la vida que expiraba su triste coraz�n. Como el prisionero de Chillon, no ten�a ninguna esperanza terrenal de regresar a la libertad.

"No ten�a ning�n pensamiento, ning�n sentimiento, ninguno; entre las piedras estaba una piedra, y apenas era consciente de lo que sab�a, como riscos sin arbustos dentro de la niebla", etc.

(Byron, 'Prisionero de Chillon,' 9)

Tal imagen es cierta, no del santo en la casa de correcci�n de la aflicci�n (Salmo 34:17), ni siquiera del pecador en la prisi�n de la condenaci�n, quien todav�a es un prisionero de esperanza ( Zacar�as 9:12), pero solo de los perdidos en el calabozo de la muerte eterna.

3. Contarlo por un enemigo.

(1) Con respecto a �l con ira (vers�culo 11). Contra esta conclusi�n, sin embargo, Job luch� varonilmente, especialmente cuando respond�a a los amigos, y finalmente triunf�; pero en los momentos en que volv�a a meditar sobre su miseria interior, o volv�a su cansado rostro hacia Dios, el pensamiento amenazaba con dominarlo (cf. Job 13:24; Job 16:9 ) Sin embargo, todo el tiempo Dios fue su verdadero amigo, y lo mir� con afecto tierno, lo que demuestra que los tratos de Dios con su pueblo son a menudo pieles de misterio doloroso e inexplicable (Salmo 73:16; Salmo 77:19), que "detr�s de una providencia ce�uda" Dios con frecuencia "esconde una cara sonriente" ( Apocalipsis 3:19), que el pueblo de Dios no siempre puede ver la luz brillante que est� en la nube ( Job 37:21; Juan 13:7), y que Dios solo es un Expobajo competente de sus propios actos.

(2) Asediarlo con problemas (vers�culo 12). Las magn�ficas im�genes aqu� empleadas se toman prestadas de las operaciones relacionadas con un asedio (vide Exposici�n). Los ej�rcitos de Dios fueron las calamidades que hab�an sucedido a Job. Las aflicciones y las causas que las producen, las enfermedades y los g�rmenes de los que surgen, las desgracias y los instrumentos que las provocan, est�n todos bajo el mandato de Dios ( �xodo 8:8; �xodo 9:6; �xodo 11:4; 2Ki 19: 1-37: 85; Lucas 7:7), avanzando y retir�ndose seg�n lo indique.

4. Cort�ndolo de la simpat�a humana. (Vers�culos 13-19.) Una imagen lamentable de degradaci�n abyecta, incluso peor que la que Bildad predijo para el hombre malvado que deber�a ser expulsado del mundo ( Job 18:19). Rodeado de parientes y parientes, y a�n atendido por su esposa y sirvientes, �l es para todos un objeto de supremo desprecio.

(1) Aquellos que est�n inmediatamente fuera del c�rculo de su hogar (vers�culos 13, 14), sus "hermanos" y "conocidos", es decir, probablemente sus vecinos, con sus "parientes" y "amigos familiares", que eran, a diferencia de los ex, sus parientes, lo hab�an abandonado.

(2) Aquellos dentro del c�rculo de su hogar, de quienes podr�an haberse esperado mejores cosas, hab�an seguido su ejemplo. Sus dom�sticos, sin exceptuar a las tiernas doncellas cuyo sexo podr�a haberlas "tocado" con gentileza y amor humanos, no le dieron m�s obediencia que un extra�o. Su sirviente del cuerpo, que era para �l como Eliezer para Abraham ( G�nesis 24:2), y el sirviente del centuri�n para su amo ( Lucas 7:3), ahora deben ser suplicados por lo que antes era realizado a la m�s m�nima mirada o gesto. Incluso su esposa, la madre de sus nobles hijos y bellas hijas, ahora muertas, lo hab�a abandonado, sus delicadas sensibilidades no pod�an soportar las exhalaciones ofensivas de su cuerpo. Sus propios hermanos, hijos del mismo �tero, se alejaron del hedor intolerable.

(3) En resumen, todos los que lo vieron derramaron sobre �l el desprecio supremo. Los muchachos, probablemente de familias o clanes vecinos, se rieron de sus d�biles esfuerzos para levantarse o pararse sobre su mont�n de cenizas. Sus "amigos internos", a quienes les confi� sus pensamientos y planes secretos, ahora lo aborrec�an. Sus mismos amigos, a quienes hab�a dado su amor, es decir, probablemente Elipbaz, Bildad y Zofar, se hab�an vuelto contra �l.

III. APELACI�N LLAMADA DEL TRABAJO POR S� MISMO.

1. Una representaci�n pat�tica. (Vers�culo 20.) Indicando el motivo de la apelaci�n de Job. La enfermedad corporal y la angustia mental lo hab�an reducido a un esqueleto, de modo que sus huesos aparecieron a trav�s de su piel; la segunda cl�usula, una cruz interpretum (vide Exposition), que probablemente representa una extrema emaciaci�n. Su condici�n puede recordarnos el valor de la salud f�sica, su inestabilidad y la facilidad con que puede consumirse como una polilla (Salmo 39:11).

2. Una s�plica de fusi�n. (Verso 21.) Expresivo del ferviente atractivo de Job. No ansiaba mucho, solo l�stima, y ??eso en dos s�plicas:

(1) El v�nculo de amistad que subsisti� entre ellos. Su terrible demacraci�n fue suficiente para

"Arranca la compasi�n de su estado de los senos de bronce y los �speros corazones de s�lex"

Mucho m�s, entonces, de aquellos que estaban unidos a �l por lazos de afecto (cf. Job 6:14, homil�tica).

(2) La severa aflicci�n que se le hab�a impuesto. "La mano de Dios me ha tocado". La frase que describe la fuente de la aflicci�n de Job, pero que apunta principalmente a su intensidad.

3. Una tierna exposici�n. (Verso 22.) �Fueron las miserias que estaba sufriendo a manos de Dios lo suficiente como para satisfacer sus insaciables apetitos o Dios no pudo exigir una retribuci�n por sus supuestas iniquidades, que deb�an ayudarlo a aplastar al pobre esqueleto demacrado que se hab�a convertido en su v�ctima? ? �Realmente se lleg� a esto, que eran menos misericordiosos que Dios? que la sed de venganza de Dios, si era as� que estaba siendo castigado, se apagaba m�s f�cilmente que la de ellos? Entonces, �ay! se ha encontrado que las tiernas misericordias del hombre son crueles ( 2 Samuel 24:14), y en particular que cuando los fan�ticos se convierten en perseguidores nunca lloran, "�Basta!"

Aprender:

1. Hay un l�mite m�s all� del cual ni los buenos hombres deben soportar aspersiones contra su car�cter.

2. Es una pena para los profesores de religi�n caer en sospechas o calumnias en contra de sus hermanos.

3. La mayor salvaguarda que tiene un santo sufriente, si tambi�n uno de sus dolores m�s agudos, es conectar sus aflicciones con Dios.

4. Es mejor dirigir la queja del alma a Dios que pronunciar en voz alta la queja del alma contra Dios.

5. El hombre se ha hundido, quien, adem�s de ser abandonado por Dios (o parecer serlo), tambi�n es abandonado por el hombre.

6. La mujer que abandona a su esposo en su hora de tristeza, no solo viola su voto matrimonial, sino que se muestra indigna del honor de la esposa y deshonra el nombre de la mujer.

7. Es una misericordia infinita que el coraz�n de Dios no sea tan lamentable como el hombre '

8. La carne de un hombre es todo lo que un perseguidor puede devorar.

Job 19:23-18

Job a Bildad: 2. La inscripci�n en la roca; de la fe de Job en un redentor.

I. EL PREFACIO DE LA INSCRIPCI�N; O el deseo ferviente de un hombre moribundo.

1. La cultura de los tiempos de Job. El origen de la escritura se pierde en las brumas de la antig�edad. El modo de escritura m�s antiguo conocido fue por medio de un instrumento puntiagudo: l�piz o herramienta de grabado, hecha de hierro o acero. Los primeros materiales utilizados para escribir fueron hojas de �rboles, pieles, lienzos, l�minas de metal o cera, columnas de piedra o rocas. Los trabajos de los arque�logos modernos han recuperado los rollos de papiro egipcio y las tabletas cuneiformes, que datan de per�odos anteriores a los tiempos de Abraham. Numerosos inscripciones del tipo aludido por Job han sido encontradas por viajeros orientales en Arabia. En la superficie lisa de una roca s�lida en Hish Ghorab en Hadramut, en el sur de Arabia, existe una inscripci�n de diez l�neas, que datan, seg�n algunos, de los tiempos de los Aditas, los habitantes m�s antiguos de Arabia F�lix, Ad la tribu. padre habiendo florecido de forma cotemporanea con la construcci�n de la Torre de Babel. Los acantilados del wady Mokatta, en la ruta de los israelitas, y en las cercan�as de las monta�as Sina�ticas, contienen muchas de esas inscripciones (en antiguas inscripciones de piedra, ver la Exposici�n). El conocimiento del arte de escribir en ese per�odo temprano confirma la creencia, que otros rastros del hombre primitivo tambi�n sugieren, de que la humanidad no era entonces un beb� envuelto en pa�ales, sino un adulto vigoroso e inteligente, ya muy avanzado en la civilizaci�n.

2. La certeza del conocimiento de Job. Lo que Job deseaba grabar en la roca no era una mera conjetura probable, una conjetura feliz, una especulaci�n filos�fica o incluso una aspiraci�n secreta, sino una firme y cierta convicci�n personal. Si se pregunta c�mo lleg� Job a esta persuasi�n inamovible, se le puede responder

(1) que las nobles ideas aqu� articuladas tal vez ya estaban en el aire cuando Job vivi�, en confirmaci�n de lo cual se puede citar una l�nea de la inscripci�n Adite mencionada anteriormente: "Proclamamos nuestra creencia en los milagros, en la resurrecci�n, en el volver a las fosas nasales del aliento de vida ";

(2) que la capacidad superior de Job, manifiestamente el vidente de su tiempo, de cabeza y hombros por encima de sus contempor�neos con respecto al poder intelectual y el genio po�tico, as� como la intuici�n moral y espiritual, le permiti� discernir y formular los pensamientos despu�s de los cuales las mentes comunes solo palmeaban d�bilmente;

(3) que la proximidad solemne de Job a la muerte, que le permite darse cuenta de lo que no se ve con intensidad, puede haber contribuido a su extraordinaria iluminaci�n mental en esta ocasi�n;

(4) que el enigma insoluble de la propia experiencia de Job parec�a conducirlo hacia el entretenimiento de una esperanza tan alta como se expresa aqu�;

(5) que, sobre todo, Job disfrutaba de la inspiraci�n interna del Esp�ritu Santo.

3. La importancia de las palabras de Job.

(1) El momento en que fueron pronunciados. Eran, a todos los efectos, su �ltimo testimonio moribundo.

"Oh, pero dicen, las lenguas de los hombres moribundos imponen atenci�n, como armon�a profunda, etc.

('Rey Ricardo II.,' Hechos 2. Sc. 1.)

(2) El significado de las palabras mismas. Formaron la �ltima y m�s elevada expresi�n de la conciencia religiosa de Job, luchando por encarnarse en ideas bien definidas y por expresar a otros en un lenguaje inteligible, la gran esperanza que hab�a surgido en su alma, y ??por la cual hab�a sido sostenido en secreto. a lo largo de su terrible conflicto con la aflicci�n corporal, calumniaci�n personal, aprensi�n espiritual, aparente deserci�n divina. Expusieron el terreno en el cual �l bas� su expectativa asegurada de una vindicaci�n completa contra las tergiversaciones de sus amigos, las acusaciones de su propia conciencia aterrorizada, ay, los ataques aparentemente hostiles de Dios mismo.

(3) El valor de las palabras para tiempos futuros. Job ten�a el claro presentimiento de que la verdad que estaba a punto de pronunciar demostrar�a ser valiosa para todas las edades sucesivas. Como una nueva estrella, se hab�a disparado sobre el oscuro firmamento de su alma; y deseaba que se inscribiera en la forma m�s permanente de la literatura antigua, ya sea absorto en los registros estatales o cincelado en la roca de la monta�a, y rellenado con plomo para desafiar los estragos del tiempo, para que pueda brillar para siempre, como un brillante estrella particular de esperanza, durante toda la noche del tiempo, irradiando la oscuridad de un mundo pecaminoso y animando los corazones de los hombres moribundos.

4. El cumplimiento de la oraci�n de Job. En cierto sentido, y hasta cierto punto no so�ado en ese momento, se ha concedido el deseo del patriarca. Sus palabras han sido inscritas en los registros estatales del Rey del cielo. Han sido grabados por la imprenta en una forma m�s imperecedera de lo que podr�a haberse derivado del cincel de los escultores. Ahora se han publicado en casi todos los idiomas bajo el cielo. Uno de los �ltimos en recibirlos fue el moderno et�ope o abisias, que posee una afinidad con el idioma que Job hablaba. Ahora se transmitir�n al final de los tiempos,

II EL CONTENIDO DE LA INSCRIPCI�N; O, LA FE INCRE�BLE DE UN ALMA PROF�TICA. Hasta este punto, cinco pasajes sorprendentes aparecen en el Libro de Job. En la primera ( Job 9:32-18) Job expresa su ardiente anhelo por un Daysman o un Mediador que pueda poner su mano sobre �l y Dios; en el segundo ( Job 13:15, Job 13:16), su expectativa segura de aceptaci�n con Dios, o la fuerte seguridad interna de su salvaci�n; en el tercero ( Job 14:13), su profunda esperanza de una vida de resurrecci�n m�s all� de la tumba y el mundo Hadeau; en el cuarto ( Job 16:18), su creencia en la existencia de un Testigo celestial que reconoci� su sinceridad, y su sincera oraci�n para que Dios se convierta en el Defensor del hombre contra s� mismo (Dios); el quinto, el presente pasaje, parece reunir todo lo anterior en un grito triunfante de fe en un Goel o Redentor viviente, personal y divinamente humano, que deber�a aparecer al final de los tiempos para reivindicar y salvar a Job, y a todos los que , como �l, deber�a haber muerto en la fe, por una resurrecci�n corporal de la tumba. Analizada, la inscripci�n propuesta de Job debe contener una declaraci�n de las siguientes verdades sublimes.

1. La existencia de un Redentor personal. El goel, en el c�digo mosaico, era el pariente m�s cercano, cuyo deber era redimir a un pariente cautivo o esclavizado (G�nesis 14:14-1); para volver a comprar su herencia vendida o enajenada ( Lev�tico 25:25, Lev�tico 25:26); para vengar la muerte de un pariente asesinado ( N�meros 35:12); casarse con su viuda sin hijos ( Deuteronomio 25:5). Obviamente, el oficio del goel, o vindicador, existi� en tiempos pre-mosaicos, y sin duda se deriv� de la tradici�n primitiva. Estaba de acuerdo con los instintos naturales de la humanidad, y probablemente fue sancionado por Dios, tanto en la primera como bajo las instituciones mosaicas, para fortalecer los lazos de afecto natural entre la humanidad, y tambi�n, quiz�s principalmente, para sugerir la esperanza y presagiar el advenimiento del ya prometido Kinsman Avenger ( G�nesis 3:15). Por lo tanto, Jehov�, el Libertador de Israel de la esclavitud egipcia, fue dise�ado como su Goel (Salmo 19:14; Salmo 78:35; Isa�as 41:14; Isa�as 43:14). De ah� que el Testigo celestial, a quien Job buscaba la liberaci�n de sus problemas, la vindicaci�n de su car�cter disperso, la emancipaci�n del poder de la tumba y la protecci�n contra su adversario invisible, ya sea Dios o Satan�s, fue dise�ado por �l su Goel. Y tambi�n lo es Cristo, el Goel del creyente, que lo redime de la culpa y la condena ( Romanos 3:24; G�latas 3:13; G�latas 4:5; Efesios 1:7; Tito 2:14), lo libera del miedo a la muerte ( Hebreos 2:14, Hebreos 2:15; Romanos 8:23) y escudos �l de la ira venidera ( 1 Tesalonicenses 1:10). No, de Cristo, el Redentor de Job era un tipo con respecto a ser

(1) un Redentor viviente, es decir, un Redentor que no requer�a existir, pero que incluso entonces era y continuar�a siendo, a pesar de que Job mismo deber�a desaparecer entre las sombras de la tumba;

(2) un Redentor Divino, llamado aqu� expresamente "Dios" (vers�culo 26), como asume el lenguaje de Job en todos los pasajes citados anteriormente; y

(3) un Redentor humano, ya que no solo deb�a ser un Hombre del D�a ( Job 9:33), sino que deb�a aparecer o pararse sobre la tierra (vers�culo 25), y ser visible a los ojos de la carne; todas esas caracter�sticas pertenecen por preeminencia a aquel que, mientras que el Hijo del hombre ( Juan 1:51; Hebreos 2:14), a�n era "el verdadero Dios y la Vida Eterna" ( 1 Juan 5:20), "en quien estaba la Vida" ( Juan 2:3), y que a�n afirma ser "el Primero y el �ltimo y el Viviente" que "estaba muerto", pero est� ahora "vivo de nuevo para siempre" ( Apocalipsis 1:18).

2. El advenimiento de este Redentor celestial a la tierra.

(1) El lenguaje de Job se�ala inequ�vocamente una manifestaci�n visible de este Goel Divino-humano: "�l se parar�" o "se levantar�", es decir, para reivindicar la causa de su pueblo, siendo el verbo el que generalmente se emplea para designar la posici�n de pie. de un testigo ( Deuteronomio 19:15; Salmo 27:12), o el levantamiento de un ayudante o repartidor (Salmo 12:6; Salmo 94:16 ; Isa�as 33:10).

(2) Se dice que la escena de esta interposici�n es "en la tierra"; literalmente, "sobre el polvo", que significa ya sea del suelo o de la tumba. Como no podemos pensar que Job cre�a ser el �nico individuo en cuyo nombre surgir�a el Objetivo conquistador, no se debe suponer que esperaba que la aparici�n tuviera lugar exactamente sobre su propia tumba particular. Por lo tanto, es irrelevante si suministramos "tumba" o "terreno". La frase parece apuntar a una apariencia terrestre.

(3) El tiempo de esta epifan�a se declara "en los �ltimos d�as". La palabra significa "el �ltimo"; y el sentido de la cl�usula es que "�l", el Goel, "se levantar� sobre la tierra como el �ltimo", como el gran Superviviente que se destaca cuando la familia humana ha seguido su curso, y pronuncia la palabra finalmente decisiva sobre Las controversias de todos los tiempos. O bien, la palabra puede tomarse de manera adverbial, como significar "al fin", en detalle, en una fecha futura (en cuyo sentido algunos proponen leer la cl�usula, "sobre el polvo", es decir, sobre mi polvo, cuando est� muerto) , y como insinuante la fe de Job de que en la �ltima era (cf. las frases del Nuevo Testamento, "los fines del mundo" ( 1 Corintios 10:11), "la �ltima vez" ( 1 Juan 2:18), durante todo el per�odo de la dispensaci�n del evangelio) este Goel, o Redentor del pariente, debe aparecer para la salvaci�n de su pueblo. El lenguaje de Job incluir� una referencia al primer y segundo advenimiento de Cristo, que, correctamente visto, no son eventos desconectados, sino dos actos o escenas relacionados, el primero y el �ltimo, en una gran manifestaci�n o epifan�a de lo eterno de Dios. Hijo de la redenci�n de un mundo perdido.

3. El regreso del santo a una existencia encarnada en la tierra junto a su Redentor. La frase, "en mi carne [literalmente, 'desde o fuera de mi carne'] ver� a Dios" (vers�culo 26), puede significar no m�s que eso despu�s de que la "piel" o el cuerpo de Job fue destruido, es decir, despu�s de que �l hab�a pasado al mundo hade�o, disfrutar�a de una visi�n espiritual de Dios, y se puede reconocer f�cilmente que tal interpretaci�n concuerda con el tono prevaleciente y la corriente de la teolog�a y la mente de Job, ninguno de los cuales estaba familiarizado con la idea de un vida de resurrecci�n m�s all� del mundo invisible de los esp�ritus incorp�reos. Pero Job en este momento fue elevado por encima del nivel ordinario de su conciencia espiritual. Como ya ( Job 14:13) hab�a tenido una visi�n, transitoria pero real, de tal vida, as� que aqu� vuelve sobre �l una vez m�s con la misma rapidez, pero con mayor brillo, una visi�n de la tierra feliz m�s all� la tumba, cuando, record� una existencia f�sica en la tierra, a la cual ya hab�a descendido su Meta celestial, mirando desde su carne deber�a ver a Dios; como para enfatizar lo que agrega: "A qui�n ver� por m� mismo, y mis ojos ver�n, y no otro" (vers�culo 27), palabras que en s� mismas no necesariamente implican la resurrecci�n del cuerpo, pero que, cuando se toman en relaci�n con las otras consideraciones mencionadas, no tienden a confirmar esa interpretaci�n. Lo que Job solo vio moment�neamente, y sin embargo apenas se entendi�, ahora ha sido completamente revelado y expuesto en el evangelio, a saber. La doctrina de una futura resurrecci�n.

4. La visi�n beat�fica del santo de Dios en la persona de su pariente Redentor. Job esperaba ver a Dios en el mundo andino, seg�n algunos; en la tierra, en la carne, de acuerdo con la interpretaci�n que se acaba de dar. Tal visi�n de Dios significaba para Job exactamente lo que significa para el cristiano: salvaci�n, es decir, aceptaci�n ante Dios, protecci�n por parte de Dios, semejanza con Dios, comuni�n con Dios. En la medida m�s completa, tal visi�n de Dios se disfrutar� solo en la vida de resurrecci�n ( Juan 14:3; Juan 17:24; Filipenses 3:20; Hebreos 9:28; 1 Juan 3:2). En medida y grado solo despu�s de esto, el santo ver� a Dios en el estado intermedio ( Lucas 23:43; Filipenses 1:23). Incluso ahora, en un sentido real aunque espiritual, los creyentes disfrutan de tal visi�n ( Mateo 5:8).

5. El anhelo sincero del santo por esta visi�n futura de su amigo celestial. Job describe sus riendas, es decir, su coraz�n, como anhelando o languideciendo por la llegada de este glorioso apocalipsis. Los amigos de Job le hab�an ordenado que pusiera sus esperanzas en un retorno a la prosperidad temporal: salud, riqueza, amigos; a cambio, Job les informa que su alma no deseaba nada m�s que Dios y su salvaci�n. Entonces los santos precristianos anhelaban el primer advenimiento del Salvador, p. Abraham ( Juan 8:56), Jacob ( G�nesis 49:18), David (Salmo 45:3, Salmo 45:4), Simeon ( Lucas 2:25), Anna ( Lucas 2:38). Entonces los creyentes cristianos anticipan su segunda venida ( Romanos 8:23; Apocalipsis 22:17).

III. EL AP�NDICE DE LA INSCRIPCI�N; O, EL RECONOCIMIENTO M�S ANTIGUO DE UN SANTO PERSEGUIDO. Por dos motivos, Job disuade a sus amigos de seguir intentando demostrar que es culpable.

1. La maldad de su conducta. El lenguaje de Job (vers�culo 28) se�ala el car�cter estudiado y sistem�tico de sus ataques contra su integridad. "Pero vosotros dec�s: �C�mo debemos perseguirlo, ya que la ra�z del asunto [es decir, el motivo u ocasi�n de tal persecuci�n] est� en m�?" Pensando que pod�an discernir en la amplia justificaci�n de la culpabilidad de Job por tal inventiva y condena mientras se arrojaban contra �l, ejercitaron su ingenio de manera perversa para idear medios para castigarlo, o al menos para hacer que sintiera su disgusto. Otra interpretaci�n, "�C�mo encontraremos una ronda de persecuci�n en �l?" presenta su comportamiento en una luz extremadamente odiosa, recordando la malignidad insomne ??de los acusadores de Daniel (DanielDan 6: 4, Daniel 6:5). Tomar "la ra�z del asunto" como el significado de los principios fundamentales de la piedad es hacer que su conducta sea absolutamente diab�lica, y a la par con la de los escribas y fariseos hacia el Salvador ( Mateo 12:14; Mateo 22:15; Lucas 11:54; Juan 8:6).

2. El peligro de su conducta. Inevitablemente los involucrar�a en la retribuci�n. "Temed a la espada" (vers�culo 29), la espada es un s�mbolo de tal recompensa judicial, una retribuci�n abrumadora, la ausencia del art�culo que apunta a lo que es "ilimitado, interminable, fabuloso" (Delitzsch), cierto retribuci�n, tales cr�menes que han provocado la venganza de la espada, literalmente, las expiraciones de la espada, siempre siendo, o llevando consigo, ira, es decir, el resplandor de la ira Divina, una retribuci�n prof�tica, presagiando un castigo a�n m�s horrible en el mundo futuro, "para que sep�is que hay un juicio".

Aprender:

1. El deber de agradecer a Dios por las bendiciones de la civilizaci�n, especialmente por la invenci�n de la imprenta.

2. El poder iluminador de la tristeza, especialmente para un hijo de Dios.

3. La inmortalidad que pertenece a las grandes ideas, especialmente a las que surgen de la inspiraci�n.

4. La influencia sustentadora de una buena esperanza, especialmente la esperanza de un Redentor.

5. El valor de los advenimientos de Cristo para el mundo, especialmente de su segundo advenimiento en la gloria.

6. La mayor luz que disfruta la Iglesia del evangelio, especialmente desde la resurrecci�n del Salvador.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Job 19:1

Condenas invencibles.

Job se siente amargamente herido por los discursos de Elifaz y Bildad, y suplica, frente a sus duras construcciones, por compasi�n en sus sufrimientos indecibles. Al mismo tiempo, se eleva a una confianza m�s audaz en la ayuda de Dios que nunca antes. Expresa la clara esperanza de que, si no de este lado de la tumba, sino del otro lado, le espera una justificaci�n por la apariencia personal de Dios.

I. INTRODUCCI�N: CENSURA INDIGNANTE DE SUS AMIGOS COMO SUSPECTORES MALICIOSOS DE SU INOCENCIA. (Vers�culos 1-5.) "�Hasta cu�ndo molestar�n mi alma y me aplastar�n con palabras?" "Diez veces", dice, hablando en n�meros redondos, es decir, una y otra vez, lo han calumniado con ataques contra h-es inocencia; no se averg�enzan de ensordecerlo con sus perversidades. Es verdad, �l confiesa nuevamente ( Job 6:24), ha pecado, pero su pecado permanece solo con �l; �l es responsable ante Dios solo, no ante su juicio insensible. �Es su deseo exaltarse a s� mismos, hacer el papel de grandes oradores y defensores, y traerle a casa su desgracia con ingeniosas s�plicas? La vanidad y la vanidad est�n en el fondo de mucha censura; y Job aqu� se�ala la debilidad moral de sus jueces autoconstituidos.

II LAMENTO SOBRE EL SUFRIMIENTO CAUSADO POR DIOS. (Vers�culos 6-12.) Dios lo ha perjudicado y lo rode� con sus redes, mientras un cazador toma a su presa, priv�ndola de todos los medios de escape (vers�culo 6). La v�ctima grita: "�Violencia!" pero no se da respuesta; y no hay justicia en respuesta a su grito de ayuda (vers�culo 7). Su camino est� cercado, y la oscuridad est� en sus caminos (vers�culo 8; comp. Job 3:23; Job 13:27; Lamentaciones 3:7, Lamentaciones 3:9; Oseas 2:6). Dios lo despoj� de su honor y de su justa estima a los ojos de los hombres, y le quit� la corona de la cabeza (vers�culo 9; comp. Job 29:14; Lamentaciones 5:16) . "Honor" y la "corona" son dos expresiones para la misma cosa ( Isa�as 61:10; Isa�as 62:3). Dios lo derriba por todos lados, como un edificio dedicado a la destrucci�n; erradica la esperanza de su restauraci�n, como un �rbol (vers�culo 10). Sus bandas guerreras (heridas, dolores y aflicciones de todo tipo) se acercan y se abren camino contra �l como contra una fortaleza sitiada (vers�culos 11, 12; comp. Job 16:14). Todo esto es una verdadera descripci�n de los pensamientos del coraz�n de los cuales se ha retirado la ayuda Divina. Es un conflicto doloroso, ninguno m�s grave, cuando la mente se ve impulsada por su agon�a a ve a Dios como un fin m�o, trat�ndonos sin misericordia, dispuesto a no escuchar ni ayudar. Job est� tentado a pensar que Dios es injusto; uno que promete el perd�n de los pecados, pero no elimina la pena; promete su presencia al sufrimiento, sin embargo parece no ser tocado por nuestros problemas, es m�s, incluso para deleitarse en ellos ". En tan grandes y brillantes llamas del infierno debemos mirar a Cristo solo, quien fue creado en todas las cosas como h es hermanos, y fue tentado, para que �l pueda socorrer a los que son tentados "(Brenz).

III. LAMENTO SOBRE EL SUFRIMIENTO CAUSADO POR EL HOMBRE. (Vers�culos 13-20.) En tales crisis, recurrimos a la amistad por consuelo. Pero a Job esto se le niega. En seis formas diferentes, menciona a sus familiares y amigos, solo para quejarse de su frialdad y alienaci�n (vers�culos 13, 14). Sus dom�sticos tambi�n (vers�culo 15), a quienes sin duda hab�a sido un maestro amable, se le hacen extra�os. Su siervo no responde cuando lo llama, por lo que est� obligado a cambiar partes con �l, y le pide su ayuda como un favor (vers�culo 16). Su aliento y cuerpo enfermo lo hacen ofensivo incluso para su esposa e hijos, o "hermanos". (vers�culo 17). Los descarados ni�os peque�os de la calle, como aquellos que se burlaron de Eliseo ( 2 Reyes 2:23, sqq.), se burlan de �l, cayendo en burlas sarc�sticas cuando se levanta para hablar (vers�culo 18 Sus amigos �ntimos lo aborrecen, y aquellos a quienes hab�a amado, Elifaz, Bildad y Zofar, se vuelven contra �l como oponentes violentos (vers�culo 19). Sus huesos se adhieren a su piel y carne, se pueden ver y sentir a trav�s de su carne demacrada, y solo la piel de sus dientes, la pel�cula delgada, ha escapado principalmente de los estragos de su miedo. Solo puede hablar quieto, sin que su boca est� llena de for�nculos y materia, como en la �ltima etapa de la enfermedad ( vers�culo 20) Los amigos a menudo fallan en el momento de mayor angustia; son p�jaros de verano y mueren cuando llega el clima m�s fr�o. Los hombres son mentirosos, voluble como el viento. Su alienaci�n se atribuye a Dios, porque �l ha causado la angustia; Si no hubiera causado la angustia, se habr�an quedado. Aqu�, nuevamente, se nos recuerda que el hijo de Dios puede ser llamado a ser conformado a la imagen de los sufrimientos del Salvador. Sab�a lo que era ser abandonado por todos los hombres, incluso sus m�s queridos disc�pulos y seguidores m�s cercanos. As� que debemos aprender a no confiar en el hombre, sino solo en el Dios vivo, a quien la fe puede mantener eternamente firme.

IV. LEVANTARSE A UNA BENDITA ESPERANZA EN DIOS, SU �NICO REDENTOR Y VENGADOR. (Vers�culos 21-27.) Esta secci�n es presentada por una lamentable petici�n a sus amigos de compasi�n, "porque la mano de Dios lo ha tocado", aludiendo a la enfermedad, que por su temor se consideraba un golpe de la mano de Dios; �Y no es el oficio de la amistad prestar su mano para sanar o calmar (vers�culo 21)? �Por qu�, por el contrario, lo persiguen como Dios, asumiendo una autoridad que es sobrehumana y comport�ndose de manera antinatural con �l? No est�n "satisfechos con su carne", continuamente la perforan y aran con el venenoso diente de la calumnia (vers�culo 22). La apelaci�n parece ser en vano, y �l recurre una vez m�s a Dios (vers�culo 23, sqq.). �Oh, si sus palabras fueran escritas, inscritas en un libro o rollo, para que los que vengan puedan leer las fervientes y repetidas protestas de su inocencia! �Que fueron grabados con un bol�grafo de hierro, o fundidos con plomo, para seguir siendo un registro indeleble y eterno! Y, mientras haya un Dios, este deseo de perpetuar su testimonio no puede ser en vano. Se ha cumplido. "En cien idiomas de la tierra anuncia hasta el d�a de hoy. A todos los pueblos esta verdad: el hombre bueno no est� libre de sufrimientos, pero en la conciencia de su inocencia y en la fe en Dios, la providencia y la inmortalidad, encuentra un consuelo que le hace no fallar, y su espera por un glorioso tema de las oscuras direcciones de Dios ciertamente ser� coronado "(Wohlforth). Vers�culo 25: "Y s� que mi Redentor vive". "Redentor" probablemente sea tomado, no en el sentido de vengador de sangre, sino en el de restaurador de mi honor, vengador de mi honor; pero los dos significados est�n conectados. "Y como el �ltimo se levantar� sobre el polvo". Aqu� se ve a Dios como el que sobrevivir� a todos, especialmente en contraste con Job, que ahora se hunde en la muerte. Se levantar�, defender� la defensa y liberaci�n de Job, sobre el polvo en el que pronto ser� puesto. Vers�culo 26: "Y despu�s de que mi piel haya sido as� destruida, a�n de mi carne contemplar� a Eloah". �l est� pensando en el momento en que ser� arrebatado de su miserable sufrimiento y "carne" lacerada, y ver� a Dios como un esp�ritu glorificado. Vers�culo 27, "A quien mirar� por m� mismo", es decir, en mi propia persona, "y mis ojos ver�n, y no un extra�o". "Mis riendas se consumir�n dentro de m�", anhelando despu�s de esta gloriosa vista. Es una expresi�n del deseo de la parte m�s profunda y tierna del hombre por esta alta consumaci�n. Discutir las diferentes interpretaciones teol�gicas de este pasaje no entra dentro del alcance de esta parte del Comentario. Quiz�s lo mejor es lo que se dirige entre dos extremos, y es adoptado por muchos expositores eminentes de la actualidad. Es que Job no expresa aqu� la esperanza de una resurrecci�n corporal despu�s de la muerte, sino de una contemplaci�n de Dios en el otro mundo en un estado espiritualmente glorificado. Es la esperanza de la inmortalidad, m�s que la de la resurrecci�n, a lo que se eleva, con tanta claridad y claridad, por encima de la antigua idea israel� del Sheol, que �l mismo ha admitido en discursos anteriores. Es una gloriosa confesi�n de fe, una que, en un sentido m�s completo, bien podr�a ser la de la Iglesia cat�lica. Y una vez m�s, la propiedad y el poder de la fe se exhiben en todo su brillo. Se corta a la vida en las mismas fauces de la muerte; cree en el cielo, incluso cuando el infierno bosteza a sus pies; mira a Dios como el Redentor, incluso en medio de la ira y el juicio; detecta bajo ira aparente su misericordia; ve, bajo la apariencia del condenador, el Redentor. La fe es aqu� la "sustancia de las cosas que se esperan" ( Hebreos 11:1). El mejor consuelo en el problema de la muerte es que Cristo resucit� de entre los muertos y, por lo tanto, resucitaremos ( Romanos 8:11; 1 Corintios 15:1). Dios le da m�s a su siervo, que se muestra inspirado por una confianza tan firme hacia �l, de lo que podr�a pedir o comprender.

V. SOLEMN ADVERTENCIA A SUS AMIGOS PARA DESISTIR DE SUS ATAQUES. (Vers�culos 28, 29.) "Si piensas, �c�mo vamos a perseguirlo? Y (si crees) la ra�z de la 'materia se encuentra en m�", es decir, si crees que la raz�n de mis sufrimientos es �nicamente para ser encontrado en m� mismo, en mi pecado: "temer a la espada", la espada vengativa de Dios, "la ira del pelaje cae con las ofensas de la espada", lo que puede significar que la ira es un castigo de la espada o que los castigos de la espada son con ira, la ira los alcanza. "�Para que sep�is que hay un juicio!" Ellos ya lo sab�an, y con esta expectativa sus propias advertencias hab�an sido fundadas. Pero Job les da al pensamiento una aplicaci�n para s� mismos. "Para que sepas que Gas ejerce juicio sobre todas las ofensas de la espada, que no tienes ni temes en tu caso, y que las castiga severamente". As�, Job abre esa visi�n m�s amplia del futuro, de ese d�a de discriminaci�n, cuando el primero ser� el �ltimo y el �ltimo primero �el inocente ser� justificado y el hip�crita expuesto� que corrige el estrecho dogmatismo de los amigos. Dios castiga muchos pecados en esta vida; pero muchos est�n reservados para el juicio final. El sufrimiento temporal se puede escapar, y sin embargo, el castigo seguro puede estar reservado. Por otro lado, el sufrimiento temporal puede ser soportado inocentemente, pero para el verdadero siervo de Dios habr� un reconocimiento final y un honor eterno.

HOMILIAS POR R. GREEN

Job 19:1

Un llamado a la pena.

Job es llevado cada vez m�s bajo por las palabras de aquellos de quienes podr�a haber esperado un verdadero consuelo. Finalmente declara que "molestan" su "alma" y "lo rompen" en pedazos con las palabras "Hace un llamamiento a la libertad". Se le dejar�a expiar, porque, como hab�a dicho con tristeza, "todos ustedes son consoladores miserables". La gran ense�anza subyacente es la insuficiencia de esos puntos de vista sobre el sufrimiento humano que encuentran su causa solo en el juicio sobre el mal hecho. Job, el paciente t�pico, t�pico de todos los futuros pacientes, sufre el dolor de ser asaltado por ayudantes que tienen una visi�n parcial y muy imperfecta de todas las circunstancias de su caso. Y �l les pide tranquilidad. Su grito a ellos tambi�n es un grito al Cielo por alivio.

I. Su apelaci�n por la piedad se basa en el fundamento de la injusticia de su acusaci�n. "He aqu�, lloro de mal". Sus amigos se han puesto en su contra. Se han convertido en sus jueces en lugar de sus consoladores o vindicadores. Lo "reprochan" y se hacen "extra�os" para �l; ellos "se magnifican" contra �l. Intentan alegar su reproche contra �l. Es el camino del ayudante humano imperfectamente instruido, y cada vez m�s claramente deja en claro la necesidad de que se levante una voz en nombre de la v�ctima que ser� mejor instruida.

II Pero se insta a la apelaci�n SOBRE LA BASE DE LA GRAVEDAD DE SUS SUFRIMIENTOS Job reconoce su aflicci�n por ser de Dios, y se refiere con ternura y conmovedor a las diversas caracter�sticas de su sufrimiento. �l grita de mal; No tiene una audiencia imparcial y justa. Est� rodeado por la oscuridad de la que no puede escapar; su honor es confuso; su sustancia es destruida; su esperanza ha perecido; es tratado como un enemigo; sus conocidos est�n separados; sus mejores amigos lo olvidan; es tratado con indignidad en su propio hogar; �l es ofensivo incluso para su esposa; incluso los ni�os peque�os lo desprecian y hablan en contra de �l: "los que amaba se vuelven contra m�". A trav�s de la severidad de su enfermedad, se desperdicia en un esqueleto; su "hendidura �sea" a su "piel". Seguramente esto es un llamado a la pena. Sin embargo, los amigos profesos pueden mantenerse al margen y discutir con tal v�ctima, tratando de demostrar su culpabilidad y afirmando que todo esto es el castigo justo de su pecado.

III. Hace su mayor apelaci�n a su l�stima POR EL FONDO DE LA AMISTAD. "Ten piedad de m�, ten piedad de m�, �oh amigos m�os!" Es razonable esperar que los amigos profesos al menos muestren l�stima por �l por quien han declarado su gran amistad.

IV. Su apelaci�n final para ellos est� EN EL TERRENO DE SU AFLICACI�N SER EL MOVIMIENTO DE DIOS. "La mano de Dios me ha tocado". Contra el Todopoderoso no puede esperar contender. Est� aplastado por el poder del Todopoderoso. Esta confesi�n humilde no disminuye la tranquila seguridad interior de la integridad personal. Pero la soluci�n de las misteriosas formas Divinas es querer. Se esfuerza por permanecer en la paciencia. Pero la simpat�a humana deber�a fortalecer a la v�ctima bajo la presi�n de la mano Divina, y no aumentar el peso ya excesivo de sus calamidades. "�Por qu� me persigues como Dios?"

�A qui�n debe recurrir un paciente si no a sus amigos? Qu� obvio es el oficio de la amistad en ese momento:

1. Simpatizar.

2. Buscar aliviar la carga de la v�ctima.

3. Fortalecer con amabilidad y piedad.

Job 19:23-18

El vindicador divino.

Job espera un "juicio" final, que recuerda a sus amigos (vers�culo 29). Actualmente es el acusado; y todas las apariencias van a condenarlo. Es cierto que su "r�cord est� en lo alto". �l sabe que ha mantenido firme su integridad. Pero �l espera una vindicaci�n final. Por lo tanto, tendr�a sus palabras "escritas", "impresas en un libro", "grabadas con una pluma de hierro y plomo en la torre para siempre". Este es el grito final del conscientemente erguido. Es el triunfo de la integridad sobre la falsa acusaci�n. �l puede esperar el juicio. �l ha dirigido sus ojos llorosos a Dios, quien lo entreg� por un tiempo a los imp�os, pero que aparecer� por �l a su debido tiempo. Es aqu� donde Job hace alarde de los nobles en la confianza de una justificaci�n divina. Es una de las expresiones m�s grandiosas de la fe. Se ha convertido en la consigna de esperanza para las generaciones venideras. Las interpretaciones de las palabras han sido diversas. Es posible que Job haya pronunciado palabras cuyo significado completo no percibi� del todo. En el Vindicador de su honor, puede que no haya visto al Redentor de la raza; o he adivinado que el Dios en cuya redenci�n confiaba aparecer�a en carne humana para redimir a la raza del acusador, para redimir, no solo la condena humana, sino de la Divina, justa condenaci�n. Tenemos la mayor garant�a para encontrar en "Mois�s y todos los profetas" y "en todas las Escrituras", referencias a "cosas relacionadas con" el Cristo ( Lucas 24:27). El pasaje es una ilustraci�n de este car�cter progresivo de la revelaci�n. Enterrados en las antiguas Escrituras estaban "las cosas concernientes" al Cristo; pero era necesario que fueran "expuestos". Incluso los profetas no todos sab�an "lo que significaba el Esp�ritu de Cristo que estaba en ellos". As� inconscientemente Job, con otros, ministra a la fe del mundo.

I. En el vengador, vindicador o redentor de Job, debe verse EL TIPO OCULTADO Y LA PROMESA DEL REDIMIDOR UNIVERSAL. Eso para lo que uno miraba todo puede parecer. No solo el Vindicador de los inocentes y los rectos, sino el "Justificador de los imp�os".

II En la redenci�n del honor de Job puede estar oculto EL TRABAJO DE �L QUE VOLVER� A HONRAR EL PERFECCIONAMIENTO Y LA JUSTICIA DE LOS HOMBRES. Como la Persona, as� el trabajo del Divino Redentor est� aqu� presagiado. Los familiares, a quienes "pertenece el derecho de redenci�n", restablecer�n la posesi�n enajenada. El que comparezca por Job lanzar� una lanza en nombre del mundo pecador, interceder� por los transgresores, reivindicar� con su propio sustituto ofreciendo la "justificaci�n" de "los imp�os".

III. En la visi�n de Job de la aparici�n de su vindicador en el �ltimo d�a sobre la tierra, se ve LA PROMESA OCULTADA DE LA APARIENCIA FINAL DEL REDENTOR DEL MUNDO para juicio, vindicaci�n y salvaci�n del que "aparecer� por segunda vez sin pecado a salvaci�n."

IV. En la visi�n final asegurada por Job de Dios, despu�s de la destrucci�n de su cuerpo, yace LA PROMESA CONFORT DE LA RESURRECCI�N DE LOS MUERTOS; no en un fr�gil cuerpo de carne, susceptible de ser desgarrado, consumido, destruido, sino en "un cuerpo espiritual". Entonces la Iglesia con confianza confiada canta al lado de la tumba. As� son los g�rmenes del futuro y la revelaci�n final sostenida en el anterior; as� se sientan las bases para la fe y el agradecimiento; as� es el sufrimiento aplaudido; as� la paciencia, la fe y la integridad intachable, aunque afligidas, ser�n vindicadas; y as� la fe del imp�o justificado encontrar� su vindicaci�n en el que es el Vindicador, el Salvador, el Redentor del hombre pecador y sufriente.

Job 19:29

Un juicio final.

Siempre hay un juicio en curso, que se manifestar� finalmente cuando se asignen las recompensas y castigos finales de la conducta humana. Un juicio final es:

I. UNA CREENCIA UNIVERSAL.

II TESTIFICADO POR LA CONCIENCIA.

III. NECESARIO POR CUENTA DE LA PRESENTE CONDICI�N INVOLUCRADA DE ASUNTOS HUMANOS. Las condiciones son desiguales; la maldad parece triunfar, y los malvados prosperan. Los buenos sufren. La recompensa del servicio fiel no se alcanza. Los caminos divinos no est�n justificados. La conducta humana no cumple con la retribuci�n debida.

IV. Ser temido por los infieles. V. ANTICIPADO POR LOS JUSTOS.

VI. VIDA QUE DEBER� TENER EN LA LUZ DE UN FUTURO JUICIO. � R.G.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 19:4

El alma errante y su Dios.

Job responde a las intrusivas censuras de sus amigos con la indignaci�n de la privacidad indignada. Concediendo que ha cometido un error, como suponen sus amigos, ese es su propio negocio, no el suyo, es un asunto entre �l y Dios solamente; no tienen ocasi�n de entrometerse en ello.

I. HAY UNA PRIVACIDAD EN RELIGI�N. Cada alma tiene que tratar con Dios solo. Aunque podemos ayudarnos unos a otros por simpat�a, y aunque nuestra religi�n interna debe mostrarse en una conducta externa, a�n las ra�ces y las fuentes internas de la religi�n no son para la Investigaci�n p�blica. La violaci�n de la reserva en los asuntos m�s profundos del alma es como un delito contra la decencia. El lenguaje del amor es sagrado, y est� reservado para los o�dos de uno solo. Cuando el amor ha sido herido por un error, el error sigue siendo una preocupaci�n privada, y uno con el que los extra�os no tienen derecho a interferir. Sin duda, hay formas en que nuestras experiencias m�s profundas pueden ser �tiles para los dem�s. Debemos confesar nuestra fe, por el honor de Cristo y por el aliento de los dem�s. Con demasiada frecuencia, una falsa verg�enza mantiene a los cristianos a este respecto. Tambi�n debemos confesar nuestras faltas el uno al otro. Pero estas fallas son hechos en los que nos hemos herido unos a otros. Nadie tiene derecho a exponer los pecados secretos de su hermano, ni a entrometerse en los conflictos internos de su alma. La religi�n que se vuelve del rev�s a la luz del d�a se desvanece o se endurece Las ra�ces que son arrastradas desde su morada secreta y expuestas al sol, se marchitan y perecen. La experiencia espiritual que est� dividida por la multitud pierde su car�cter m�s fino, si no su propia vida. No podemos ayudar a nuestro hermano destruyendo su delicadeza de sentimientos. Incluso si pensamos que es demasiado reservado, aunque podr�a ser bueno para �l ser m�s comunicativo, no podemos estar justificados al rasgar el velo que ha elegido usar.

II DEBE HABER LA MAYOR ABERTURA CON DIOS EN RELIGI�N. Aqu� cesa la reserva. Aqu� el alma m�s retra�da debe ser completamente franca. Dios reclama nuestra confianza. Intentar ocultarle algo a Dios es una tonter�a, porque �l conoce todos nuestros pensamientos m�s secretos. Pero tenemos que ir m�s all� y hacer nuestras confesiones de manera consciente y voluntaria. Los motivos de reserva entre los hombres no se aplican a nuestras relaciones con Dios. Como Dios lo sabe todo, as� lo entiende con raz�n. Nunca nos juzgar� mal. Adem�s, su amor asegura su perfecta simpat�a con nosotros. La curiosa curiosidad del hombre somete los nervios temblorosos de su v�ctima a un proceso de vivisecci�n; pero la mirada de amor y simpat�a de Dios sana y salva. Es necesario que recibamos esto de buena gana si queremos sacar provecho de ello. Una tonta timidez de Dios nos deja sin el aplauso de su presencia. Siempre es algo malo cuando uno tiene que decir, como un hijo exclam� de su padre fallecido recientemente a quien todos elogiaban: "Puede ser todo cierto; pero no puedo decirlo, ya que nunca lo conoc�". No es culpa de nuestro Padre si no lo conocemos. Recompensa la confianza con un intercambio de confianza. Ahora, nuestro primer y m�s necesario deber es arrojar a un lado toda reserva ante Dios, reconocer que "hemos errado y desviado de sus caminos como ovejas perdidas", confesarnos completamente indefensos y sin valor, y confiando nuestro vac�o en �l, estar listo para dar la bienvenida a la plenitud de azulejos que siempre otorga a sus hijos confiados. � WFA

Job 19:7

El grito no escuchado.

I. PUEDE SER REALMENTE NO ESCUCHADO. Es decir, si bien Dios sabe todo, puede que no responda, que no preste atenci�n. �Por qu�?

1. Porque el clamor no est� dirigido al Dios verdadero. Los sacerdotes paganos en el monte Carmelo gritaron: "�Oh Baal, esc�chanos!" desde la ma�ana hasta la tarde. "Pero no hubo voz, ni ninguna que respondiera" ( 1 Reyes 18:26). Los hombres tienen sus dioses falsos ahora, es decir, sus ideas falsas de Dios. Un dios que ignora el pecado, un dios que solo cumple amablemente, no es el Dios verdadero. Quien se dirige a un dios as� no ser� escuchado.

2. Porque el llanto no es cierto. Es una petici�n formal, no una oraci�n sincera. Las palabras pueden ser fuertes, pero el alma est� en silencio. Cristo dice: "Cuando oren, no usen repeticiones vanas, como hacen los paganos: porque piensan que ser�n escuchados por sus muchas palabras" ( Mateo 6:7).

3. Porque el grito no es confiable. Podemos clamar a Dios en desesperaci�n salvaje; la oraci�n puede ser sacada de una agon�a del alma; puede ser solo la expresi�n de un instinto natural; pero puede llevar consigo una verdadera confianza en Dios. La respuesta divina est� de acuerdo con nuestra fe.

4. B porque el llanto no va acompa�ado de penitencia. Si nos aferramos a nuestro pecado, no podemos ser salvados de nuestro problema. Mientras nos excusamos ante Dios, hacemos o�dos sordos a nuestro llamado. Nada sella tan eficazmente las puertas de la oraci�n como un coraz�n impenitente.

5. Porque la piedad buscada de Dios no se le da a un hermano hombre. La oraci�n del ego�sta no se escucha. Cada vez que repetimos la Oraci�n del Se�or, nos recordamos a nosotros mismos que nuestras ofensas son perdonadas en proporci�n al perdonar a quienes nos ofenden. Esta es la �nica cosa en la oraci�n que Cristo seleccion� para hacer un comentario enf�tico, agregando: "Si no perdonas a los hombres sus ofensas, tampoco tu Padre perdonar� tus ofensas" ( Mateo 6:15).

II PUEDE SER SOLAMENTE APARIENTEMENTE NO ESCUCHADO.

1. Porque no hay una respuesta audible. Nuestra voz sale al silencio. Nos esforzamos por escuchar una palabra de respuesta, pero ning�n sonido nos llega. Aunque extendimos nuestras manos y lloramos en voz alta, los cielos tranquilos est�n quietos y aparentemente irresponsables. Pero, entonces, somos tontos si esperamos una respuesta que sea audible para nuestros o�dos corporales, porque Dios es un Esp�ritu. Adem�s, si confiamos en �l, no deber�amos pensar que no escucha cuando no habla. El silencio no es sordera.

2. Porque no hay alivio inmediato. En la actualidad todo parece como era antes de orar. �No parece como si el grito hubiera sido desperdiciado en el aire? Tenemos que aprender paciencia. Puede ser bueno que la prueba dure un poco m�s. Al final, Dios entregar� a sus hijos sufrientes que conf�an en �l, pero puede que no les brinde un alivio repentino e inmediato.

3. Porque la respuesta no es la que esper�bamos. Dios no ser� dictado a. �l usar� su propio juicio en su respuesta a nosotros. �l puede dar lo que pedimos. Pero si eso no es apropiado, responder� de alguna otra manera. Seguramente �l responder�. Por lo tanto, debemos tener una visi�n m�s amplia de su acci�n y estar preparados para recibir la respuesta de Dios en formas nuevas e inesperadas. En lugar de eliminar el problema, puede dar fuerzas para soportarlo, en lugar de prosperidad, puede dar paz. Entonces no tenemos derecho a pensar que nuestro grito se perdi� y se descuid�. Se escucha. � W.F.A.

Job 19:8

El camino cercado.

I. DIOS TIENE DERECHO A CERCA DE NUESTRO CAMINO. La queja de Job es triste, pero aqu� no indica una injusticia. Es dif�cil ser controlado y frustrado. A�n as�, Dios es nuestro Maestro, y tiene el derecho de elegir nuestra herencia para nosotros, ubic�ndonos en un lugar grande o angosto, seg�n lo crea mejor. Cuando nos quejamos, olvidamos que nuestra voluntad no es el �rbitro supremo de nuestro destino. Si Dios detiene nuestro camino, debemos recordar que estamos en su tierra y que no tenemos derecho a cruzarla. Cuando, en su generosidad, nos deja libres para vagar por su dominio, este es un favor por el cual bien podemos dar gracias; No es un privilegio que podamos exigir. Las oportunidades de la vida, y nuestra libertad para usarlas, son dadas por Dios; y el que da, puede retener.

II DIOS PUEDE ENCONTRAR NUESTRA FORMA DE PREVENIRNOS DE ESTAR. Nos equivocamos en la oscuridad. Hay precipicios sobre los que podemos caer, selvas en las que podemos convertirnos en v�ctimas de enemigos que merodean, prados que nos llevan al castillo de la duda. Por lo tanto, Dios nos encierra. Estamos molestos por la moderaci�n, pero es para preservar nuestra alma. La libertad no siempre es buena. Dios ve cu�ndo puede ser abusado; entonces, en su gran misericordia, la retira. Por lo tanto, el hombre ambicioso no logra alcanzar la altura vertiginosa desde la que pronto ser�a arrojado a la ruina. Los negocios no traen uno a la riqueza que se esperaba, porque Dios ve que el dinero se est� convirtiendo en un �dolo. Mary deleita se apaga, y un hombre mira por encima de la cerca con gran envidia hacia ellos; pero Dios sabe que ser�an veneno y muerte para �l.

III. DIOS A VECES CERCAN NUESTRO CAMINO DE DISCIPLINA O CASTIGO. Nos sentimos controlados y obstaculizados por todos lados. Nuestra actividad ocupada se detiene. Incluso nuestros buenos dise�os est�n frustrados. Nos resulta dif�cil dar cuenta de dicho tratamiento. Posiblemente sea solo el castigo de nuestros pecados. Esto ha llegado no como un dolor y una p�rdida directa, sino como un obst�culo y un fracaso. Nos sentimos como los egipcios cuando sus ruedas de carro se atascaron en el fondo del mar. Pero puede ser que la causa no est� tanto en el pecado como en la necesidad de una disciplina sana. Quiz�s podamos servir mejor a Dios con la resistencia del paciente que con una actividad vigorosa. Entonces, lo que parece un fracaso es realmente el m�todo de �xito divinamente elegido. Valla nuestro camino para que podamos aprender a servir esperando.

IV. DIOS QUE CERCA NUESTRO CAMINO TAMBI�N LO ABRE. La cerca no es m�s que una estructura temporal, no un muro. Dios nos revisa durante una temporada para que podamos usar nuestra libertad, cuando se restaura, con la energ�a m�s entusiasta. Mientras �l est� cercando de una manera, est� abriendo una nueva forma. Nos preguntamos por qu� estamos obstaculizados, pero si levantamos nuestros ojos podr�amos ver otro camino, que nos llevar� a un servicio mucho m�s noble y parecido a Cristo que cualquier otro camino que se haya detenido. Mientras tanto, no nos quejemos de que nuestro camino est� irremediablemente cercado hasta que nos detengamos por completo. Nuestros miedos son prematuros. El fiordo noruego parece estar completamente encerrado por las monta�as, y el barco parece dirigirse directamente hacia los acantilados hasta llegar a un punto que de repente revela una nueva extensi�n de agua. Debemos proceder con el deber dentro de nuestro poder, y luego el futuro se abrir� a medida que nos acerquemos a �l.WWF.A.

Job 19:21

Tocado por la mano de Dios.

Job hizo un llamamiento a la compasi�n de sus amigos. El suyo no era un problema ordinario proveniente de circunstancias externas. La mano de Dios estaba sobre �l. Por lo tanto, su caso fue muy lamentable.

I. LA MANO DE DIOS PUEDE DOLORAR. Su mano sostiene a sus hijos incluso en las profundidades del problema (Salmo 139:10). Es una mano creativa, sostenible y bendecida. Sin embargo, tambi�n puede usarse para golpear y magullar. La venida de Dios no siempre es para la felicidad de sus hijos. Debe castigar su pecado y su locura. Entonces el problema es irresistible y abrumador. Es la contemplaci�n de la fuente Divina de sus problemas lo que hace que Job atraiga a sus amigos desde lo m�s profundo de una insondable miseria.

II GRANDES EFECTOS SON PRODUCIDOS POR EL M�S TOQUE DE LA MANO DE DIOS. Job no dice que la mano de Dios lo hab�a golpeado; solo se queja de que lo hab�a tocado. Pero eso fue suficiente para sumergirlo en una agon�a de alma. Un toque del "Viajero desconocido" puso el muslo de Jacob fuera de la articulaci�n ( G�nesis 32:25). Dios es tan fuerte y grandioso que su m�s m�nima acci�n es irresistible y est� llena de tremendas consecuencias. Pero si su toque es tan poderoso, �cu�n terrible debe ser su golpe violento! Un hombre no podr�a existir por un momento si Dios realmente se despertara enojado contra �l.

III. EL TOQUE DE LA MANO DE DIOS DEBE HABITAR NUESTRA COMPASI�N. El problema es tan grande que todos los pensamientos de culpa deben ser absorbidos en un profundo sentimiento de simpat�a. Job aqu� parece revertir su conducta anterior. Antes de esto, hab�a apelado de la injusticia del hombre a la justicia de Dios. Ahora �l apela de la mano dura de Dios a la compasi�n fraternal de una criatura compa�era. Incluso si la disputa de los tres amigos hubiera sido bien fundada, y Job hubiera sido el gran pecador que ellos supon�an que era, sus sufrimientos ahora eran tan severos que todos los dem�s pensamientos deber�an haber sido absorbidos por la pena por ellos. Es humano sentir simpat�a por el sufrimiento. La censura que se endurece contra las angustias que considera el justo castigo del pecado es dura y cruel, e indigna de cualquier disc�pulo de Jesucristo.

IV. LA MANO QUE HUELE CURA. Incluso el toque de castigo se entiende en amor, y si se recibe con el esp�ritu correcto, le seguir� otro toque. No debemos temer a la mano de Dios. Como nos ha protegido del primero, as� nos proteger� y salvar� al final. Job finalmente fue bendecido por la mano de Dios. Tenemos a Dios con nosotros en Cristo, y las manos de Cristo llevan las huellas que hablan del amor hasta la muerte. Cuando nos toca es con una mano perforada. Podemos sentir dolor, pero �l sinti� m�s por nosotros, y el registro de su sufrimiento es la promesa de la gracia salvadora que extiende a todos los que realmente lo buscan. Cuando Juan estaba consternado por su visi�n del Cristo glorificado, el Se�or puso su mano sobre �l, y ese toque amable de simpat�a disip� sus temores ( Apocalipsis 1:17). El toque sanador de Cristo est� con nosotros ahora, y realmente proviene de la misma mano que lo que duele en nuestros problemas. Dios solo duele sanar.�W.F.A.

Job 19:23

Palabras escritas.

Se supone que Job suspira por lo mismo que el poeta ha hecho por �l. Sus palabras est�n escritas y han adquirido una permanencia y una publicidad de las cuales el patriarca podr�a no haber tenido idea.

I. EL DESEO DE PALABRAS ESCRITAS. Job est� a punto de exponer una gran convicci�n. �l piensa que es tan importante que lo tenga grabado en la cr�nica del estado, incluso cincelado y emplomado frente a la roca, como una gran inscripci�n hist�rica.

1. Convicci�n de la verdad. Job no querr�a que se grabara una mentira contra �l para siempre. Es natural desear que se mantenga la verdad que tenemos.

2. Peso e importancia. Muchas palabras verdaderas son de inter�s limitado y temporal. La conversaci�n ordinaria de las relaciones sociales ciertamente no necesita ni merece un registro permanente. Es natural que desaparezca como las sucesivas olas que rompen en la playa. Pero las palabras pesadas deber�an perdurar. Hay verdades cuyo descubrimiento es una bendici�n permanente para la humanidad. Estas verdades deben ser atesoradas y transmitidas cuidadosamente.

3. Ansia de justicia. A Job le preocupa un sentimiento personal en su deseo. Si lo que dice no impresiona en su c�rculo inmediato, puede llevar la convicci�n a un �rea m�s amplia de personas con menos prejuicios, o a una edad posterior.

II EL USO DE PALABRAS ESCRITAS.

1. Distinci�n. El pensamiento de Job est� claramente ante nosotros. Las Escrituras ofrecen una revelaci�n definitiva. Con palabras escritas no nos quedamos con vagas conjeturas. No solo dependemos de los impulsos internos del Esp�ritu Divino. La luz interior puede ser muy real y preciosa. Pero estamos en peligro de malinterpretarlo si descuidamos la Palabra escrita de la Biblia.

2. Permanencia. El gran pensamiento de Job sobre la vida futura tiene permanencia al ser registrado en las Escrituras. Es aterrador pensar c�mo la verdad cristiana habr�a sido pervertida y perdida con toda probabilidad entre las corrientes cambiantes de la tradici�n si no hubiera habido un "Nuevo Testamento" para preservarla. Ahora podemos volver a la fuente misma del evangelio. Podemos dejar todos los errores de los siglos y apoyarnos en la ense�anza pura de Cristo y sus ap�stoles; o si, como es razonable, creemos que el curso del pensamiento cristiano ha contribuido al desarrollo de la comprensi�n de la verdad, todav�a podemos probar ese desarrollo y distinguirlo de la degeneraci�n que se burla, manteni�ndonos cerca del Nuevo Testamento. Mientras las palabras escritas de revelaci�n est�n en nuestras manos, existe una gran seguridad para la pureza de la doctrina.

3. Publicidad. Job deseaba que la gran y nueva verdad que estaba a punto de pronunciar fuera al extranjero. Sin duda, su primer deseo fue que pudiera conducir a la justificaci�n de su car�cter incomprendido. Pero siguen consecuencias mucho m�s grandes. Cuando la voz del profeta es silenciosa, su palabra escrita habla a las edades y se extiende por todas partes a multitudes que nunca podr�an haber sido afectadas por su presencia personal. La Biblia es un medio para dar a conocer ampliamente la verdad de Dios. Esa verdad no es para unos pocos elegidos de los iniciados, sino para la humanidad en general. Por lo tanto, es nuestro deber hacer lo que podamos para hacer circular la Palabra Divina. Al mismo tiempo, no olvidemos orar por el Esp�ritu esclarecedor para que interprete esta Palabra escrita para nosotros y para los dem�s; "por la letra mata, pero el Esp�ritu da vida" ( 2 Corintios 3:6) .� W.F.A.

Job 19:25-18

La gran esperanza

Estas palabras monumentales son lo que Job deseaba escribir, anotado en un libro, "grabado con una pluma de hierro y plomo en la roca para siempre". Ciertamente, pocas palabras son m�s dignas de publicidad permanente.

I. LA GARANT�A DE LA GRAN ESPERANZA. Job dice: "Lo s�". No siente vagamente la verdad. Lo tiene y lo sostiene firmemente. �Cu�n diferente es este gran pasaje de Job 3:1 �De qu� manera podemos explicar el nuevo tono triunfante de la v�ctima? �C�mo sabe Job que vive su Redentor, etc.?

1. Por inspiraci�n. Este pasaje lleva su propia evidencia de su origen Divino en su tono y esp�ritu y pensamiento exaltado. El patriarca se lleva a cabo de s� mismo. Es casi como San Pablo en el tercer cielo ( 2 Corintios 12:2). Sin embargo, no est� en �xtasis salvaje; Su tono es tranquilo, solemne y alegre. Las mayores verdades de la redenci�n y la resurrecci�n son de Dios.

2. A trav�s de la disciplina del sufrimiento. Job no vio todo esto al principio. Pero la tristeza le ha dado un maravilloso poder de intuici�n. Lo ha entrenado para ver la verdad m�s elevada. As�, la revelaci�n de Dios llega al alma preparada. De repente, las nubes negras se rompen en pedazos, y el hombre sufriente mira hacia el azul eterno, mientras que la misma luz de Dios ilumina y transfigura su semblante.

II LOS FUNDAMENTOS DE LA GRAN ESPERANZA. El Redentor viviente. Job tiene un Goel, un Vengador, que defender� su causa y lo librar� de sus problemas.

1. Divino Claramente est� pensando en Dios. No tiene idea de otro ser que ser� su amigo mientras Dios sigue siendo su enemigo perseguidor. Huye de Dios a Dios. �l sabe que, aunque no puede entender el trato que Dios le da a �l en el presente, finalmente ser� entregado si conf�a en Dios. Aunque no se le dio a Job para ver m�s en esta direcci�n, ahora sabemos que su gran esperanza y profec�a se cumplen en Cristo, que se ha convertido en el Goel del pecador, el gran Redentor del hombre.

2. Personal. Job dice: "mi Redentor". Cada uno debe conocer a Cristo por s� mismo. Pero todos pueden conocerlo y poseerlo. Cristo no solo redime a los inocentes vindic�ndolos, que era lo que Job esperaba. Ahora vemos que �l va m�s all� y redime a los culpables al salvarlos incluso de su pecado y condena.

3. Vivir. El Redentor vive, aunque por un tiempo no lo vemos, tenemos un Salvador vivo.

III. LA SUSTANCIA DE LA GRAN ESPERANZA.

1. Una vida futura. Aunque algunos suponen que Job solo est� pensando en la cura de su piel y carne enfermas, y en una reivindicaci�n de su salud durante su vida terrenal, es dif�cil ver c�mo sus palabras podr�an satisfacerse con este simple significado. Tom�ndolos como prof�ticos de una vida futura cuando se deja atr�s el cuerpo devorado por gusanos, tenemos una gran imagen del triunfo de la esperanza en los tiempos del Antiguo Testamento. Aqu� est� la respuesta a Job 14:14. Habr� una vida futura cuando el tabern�culo de este cuerpo sea dejado de lado.

2. Una visi�n de Dios. Job hab�a anhelado encontrarse con Dios. Su oraci�n se perdi� en silencio (vers�culo 7). La mano de Dios solo estaba sobre �l por castigo. Ahora �l prev� el gran apocalipsis.

(1) Esto es para la vindicaci�n de la justicia. Entonces Dios explicar� los misterios y pondr� fin a los males de la tierra.

(2) Esto es en s� mismo un g, come alegr�a. La visi�n beat�fica es una compensaci�n adecuada para todos los sufrimientos de la tierra.

IV. LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA GRAN ESPERANZA.

1. Aparte del cuerpo terrenal. Esto no es problema para Job. Su cuerpo se ha convertido en un obst�culo repugnante y atormentador. "La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupci�n hereda la incorrupci�n" ( 1 Corintios 15:50).

2. Con identidad personal. Job no se contentar�a con disolverse en el universo. La vida futura es de existencia personal. Debe estar vinculado por la memoria a la vida presente. Todo aquel que conoce a Cristo como su Redentor viviente en la tierra disfrutar� de la comuni�n personal de Dios en el cielo. � W.F.A.

Job 19:28

La ra�z del asunto.

Los amigos de Job piensan que la explicaci�n de la experiencia singular del patriarca reside en �l mismo. No debe explicarse por las leyes del universo, por la oposici�n de un enemigo, etc .; se explicar� por el propio car�cter y conducta de Job. La ra�z de este asunto, su aflicci�n, est� en el mismo Job. Eso, dice Job, es su idea, y que Job, por supuesto, repudia. El pr�logo muestra que Job ten�a raz�n. La ra�z del asunto no estaba en �l; fue en Satan�s. El gran acusador hab�a originado todo el problema.

I. NO PODEMOS ENTENDER UN ASUNTO HASTA DESCUBRIR SU RA�Z. Los amigos de Job estaban bastante equivocados; Todas sus conclusiones no eran v�lidas, todas sus acusaciones eran injustas, todas sus advertencias eran irrelevantes, porque confundieron la ra�z y la causa de las aflicciones de Job. Su conducta es una advertencia en contra de juzgar con conocimiento superficial. Al asegurar su infalibilidad, dedujeron la existencia de la ra�z cuando no hab�an podido verla. En todas las ramas del conocimiento necesitamos profundizar en la ra�z de nuestro tema. La mayor tarea de la ciencia es la b�squeda de causas. La mera recopilaci�n y clasificaci�n de hechos no es m�s que el primer paso. La ciencia real tiene como objetivo contabilizar sus hechos. Entonces, en religi�n no nos contentamos con recibir ciertas impresiones; queremos ir detr�s y debajo de ellos y encontrar sus ra�ces. Debemos encontrar la ra�z de la pobreza y los problemas sociales antes de que podamos entender estos males.

II ES DIF�CIL DESCUBRIR LA RA�Z DE UNA MATERIA. La ra�z es subterr�nea. Se esconde en la oscuridad. Posiblemente corre lejos para su alimentaci�n, como la de la famosa vid de Hampton Court, que se dice que llega hasta el r�o T�mesis. En los asuntos humanos es muy dif�cil encontrar las ra�ces, porque los hombres generalmente no exponen sus pensamientos m�s �ntimos. La historia busca causas, pero es una ciencia muy tentativa y precaria. Un historiador ver�, o cree que ve, la causa de un evento en algo de lo cual otro niega la existencia. Ni siquiera podemos ver las ra�ces de la conducta de nuestros conocidos diarios. En particular, esta dificultad aumenta cuando hay falta de simpat�a. Un hombre malo y ego�sta nunca puede descubrir las ra�ces de una acci�n generosa, y un hombre de mente noble es lento para sospechar las ra�ces de la conducta de una persona de car�cter inferior. Debemos tener cuidado con los intentos de filantrop�a descarada para curar males cuyas ra�ces a�n no se han descubierto. De lo contrario, podemos hacer m�s da�o que bien.

III. HAY MALOS QUE NO SON ENRAIZADOS EN EL HOMBRE QUE SUFRE DE ELLOS. Esta era la verdad que los amigos de Job, cegados por los prejuicios, no pod�an ver. Asumieron que la ra�z estaba en Job, pero su suposici�n fue un error. Ahora, la admisi�n de esta idea no solo debe verificar el juicio apresurado; Debe alentar la fe y ense�ar la paciencia. Las ra�ces son mucho m�s profundas de lo que sospechamos. No podemos entender la providencia, porque no podemos ver sus ra�ces.

IV. EL PEOR MAL ES EL QUE TIENE SU RA�Z EN EL HOMBRE QUE SUFRE DE ELLA. Si los amigos de Job hubieran tenido raz�n, su posici�n habr�a sido mucho m�s terrible de lo que era. A menudo debemos confesarnos a nosotros mismos que hemos tra�do problemas sobre nuestras propias cabezas. Nuestra locura o nuestro pecado es su causa principal. Entonces es totalmente nuestro. Es bueno buscarnos y ver si la ra�z del asunto est� en nosotros. Si es as�, no hay esperanza de salvaci�n mientras permanezca all�. Cortar el crecimiento superficial no servir� de nada. La ra�z profundamente asentada volver� a brotar. El mal debe ser erradicado del coraz�n. Queremos una cura que vaya a la ra�z del asunto.

V. LA RA�Z DE LA GRACIA DIVINA ES UNA FUENTE SEGURA DE VIDA DIVINA. Hay cosas buenas y malas que tienen sus ra�ces en un hombre. La ra�z de la vida mejor puede estar en un hombre cuando no la vemos.

1. Est� dentro del hombre individual. De lo contrario, la gracia externa no es suya.

2. Puede estar oculto.

3. El crecimiento anterior puede ser verificado.

4. A�n as�, si la ra�z de la materia est� en el alma, debe haber alg�n crecimiento visible en la vida exterior.�W.F.A.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 19". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-19.html. 1897.
 
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