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Bible Commentaries
Job 18

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-21

EXPOSICI�N

Job 18:1

El segundo discurso de Bildad no mejora el primero ( Job 8:1.). Evidentemente, ha estado extremadamente molesto por las palabras despectivas de Job sobre sus "consoladores" ( Job 16:2, Job 16:11; Job 17:10); y apunta a nada m�s que desahogar su ira y aterrorizar a Job con una serie de denuncias y amenazas. Job se ha convertido para �l "el hombre malvado" (vers�culos 5, 21), una encarnaci�n de todo lo que es malo, y uno "que no conoce a Dios". Ning�n castigo es demasiado severo para �l.

Job 18:1, Job 18:2

Entonces respondi� Bildad el Shuhita, y dijo: �Cu�nto tiempo tardar�n en terminar las palabras? (Entonces Rosenmuller, Gesenius, Welte, Merx, Lee y Canon Cook.) Otros dicen: "�Hasta cu�ndo tendr�is trampas para las palabras?" que es una posible traducci�n, pero no da un buen sentido. Bildad, un orador tolerablemente conciso (ver Job 8:2; Job 25:2), est� impaciente ante la extensi�n de las respuestas de Job. Ya hab�a, en su discurso anterior ( Job 8:2), reproch� a Job su prolijidad; ahora �l repite la carga. El empleo de la segunda persona del plural en este y los siguientes vers�culos no se explica f�cilmente. Bildad apenas puede culpar a su amigo Elifaz. Tal vez �l considera que Job tiene seguidores entre los espectadores, de los cuales puede haber habido varios adem�s de Elihu ( Job 32:2). Marca; m�s bien, considere; es decir, piensa un poco, en lugar de hablar. Y luego hablaremos. Luego, con calma y sin prisas, procederemos a responder a lo que ha dicho.

Job 18:3

�Por qu� nos cuentan como bestias? La alusi�n probablemente sea a Job 16:10, donde Job habl� de sus "consoladores" como "boquiabiertos con �l". Y reputado vil en tu vista! o, considerado impuro. Job hab�a hablado de sus "miserables consoladores" como "imp�os y malvados" ( Job 16:11), sin sabidur�a ( Job 17:10) y sin comprensi�n ( Job 17:4 ) Pero no hab�a dicho que fueran "inmundos". Bildad, por lo tanto, lo tergiversa.

Job 18:4

Se desgarra en su ira. El idioma hebreo, que permite transiciones r�pidas de la segunda a la tercera persona, y viceversa, no puede transferirse sin dureza a nuestro discurso moderno. Nuestros revisores han dado la verdadera fuerza del original descartando a la tercera persona y traduciendo: "T� que te ense�as en tu ira". Probablemente hay una alusi�n a Job 16:9, donde Job hab�a representado a Dios como "desgarr�ndolo en su ira". Bildad dice que no es Dios quien lo prueba, se desgarra. �Te ser� abandonada la tierra? es decir, "�Deber� modificarse el curso del mundo para satisfacer sus deseos, para adaptarse a su caso?" Job hab�a deseado todo tipo de cosas imposibles ( Job 3:3; Job 9:32-18; Job 13:21, Job 13:22; Job 16:21; Job 17:3). El reproche de Bildad no es del todo injusto. Pero no tiene en cuenta los zapatos salvajes de alguien que est� medio angustiado. �Y ser� removida la roca de su lugar? �Deber� ceder lo que es m�s s�lido y firme y alterar su naturaleza?

Job 18:5

Bildad, desde este punto, se convierte totalmente en denuncia. Encadena una larga serie de amenazas, probablemente sierras antiguas, extra�das de "la sabidur�a del Beni Kedem" ( 1 Reyes 4:30), y descriptivas del miserable destino del malvado, con quien identifica a Job .

Job 18:5

S�, la luz de los imp�os se apagar�. Todo lo que el malvado haya adquirido en cualquier momento de esplendor, gloria, honor, riqueza o prosperidad, le ser� quitado, y como se extingui�. Y la chispa de su fuego no brillar�. No quedar� ning�n rastro de su esplendor, ni una chispa, ni un destello.

Job 18:6

La luz ser� oscura en su tabern�culo. Esto no es, como afirma Rosenmuller, una mera repetici�n del pensamiento contenido en el verso anterior con un cambio de t�rminos y una variaci�n de met�fora. Es una denuncia de aflicci�n a toda la casa del hombre imp�o, no solo a s� mismo. Como dice Schultens, "Lumen ob-tenebratum en tentorio est fortuna domus extincta". Y su vela se apagar� con �l; m�s bien, como en la versi�n revisada, se apagar� su amplificador sobre �l; es decir, la l�mpara que se balancea sobre �l en su tienda de campa�a o en su c�mara se apagar�. La oscuridad caer� sobre toda la casa del imp�o.

Job 18:7

Los pasos de su fuerza se estrechar�n. En el momento de su prosperidad, el hombre malvado ten�a una amplia esfera dentro de la cual ejercer su actividad, y caminaba de un lado a otro a su gusto. Cuando el castigo recae sobre �l, sus "pasos se estrechar�n", es decir, su esfera se estrechar�, su actividad se reducir�, sus poderes "encadenados, encubiertos, confinados". Y su propio consejo lo rechazar� (ver Job 5:13; y comp. Salmo 7:14, - 16; Salmo 9:16; Salmo 10:2; Oseas 10:6).

Job 18:8

Porque �l es arrojado a una red por sus propios pies. Camina por su propia cuenta en una trampa, no necesariamente en una que �l mismo ha establecido para otros, como en Salmo 7:15; Salmo 9:15; Salmo 35:8; Salmo 57:6; y Proverbios 26:27; pero ya sea en uno de sus propios escenarios, o en uno puesto para �l por otros (ver Proverbios 26:10). Y camina sobre una trampa. Una mera repetici�n de la idea expresada en el hemistich anterior.

Job 18:9

La ginebra lo tomar� por el tal�n, y el ladr�n (m�s bien, la trampa del hombre) prevalecer� contra �l. Hace cincuenta a�os, las trampas para hombres se colocaban com�nmente en la noche en jardines y huertos en este pa�s, que ten�an ladrones intencionados hasta que el propietario vino y los llev� ante un magistrado por la ma�ana. (Sobre el empleo de tales trampas en la antig�edad, ver Herodes; 2: 121. � 2.)

Job 18:10

La trampa est� puesta para �l en el suelo, y una trampa para �l en el camino; o, la soga se esconde para �l en el suelo (ver la versi�n revisada). Se mencionan seis tipos diferentes de trampas o trampas, "el hablante re�ne cada palabra que puede encontrar descriptiva del arte de la trampa". El arte hab�a sido bien estudiado por los egipcios mucho antes de la edad de Job, y una gran variedad de artilugios para capturar bestias y p�jaros est�n representados en los primeros monumentos. Podemos concluir de este pasaje que tambi�n se hab�a llevado a una etapa avanzada de excelencia en Siria y Arabia.

Job 18:11

Los terrores lo har�n asustar por todos lados. Los temores vagos, los terrores del p�nico, que ya no son subjetivos, sino que para su objetivo cerebral desconcertado, parecer�n amenazar al hombre malvado por todos lados, y lo asustar�n continuamente. Hay una alusi�n, sin duda, a lo que Job ha dicho sobre los pensamientos sombr�os y terror�ficos que lo invaden de vez en cuando ( Job 3:25; Job 7:14; Job 9:28; Job 13:21) y ll�nalo de consternaci�n. Y lo llevar� a sus pies; m�s bien, lo perseguir� hasta sus talones (ver la Versi�n Revisada). Como una manada de sabuesos, lobos o chacales. Los chacales son comunes en Palestina y los pa�ses adyacentes. Cazan por falta, y generalmente corren por su presa; pero no ataques a los hombres, a menos que el hambre los presione con fuerza.

Job 18:12

Su fuerza ser� mordida por el hambre. (As� Dillmann, Cook, y la versi�n revisada.) A los otros sufrimientos del hombre malvado se agregar�n los dolores del hambre. Su fuerza corporal desaparecer� a medida que la miseria y la hambruna caigan sobre �l. Y la destrucci�n estar� lista a su lado. Listo para apoderarse de �l en cualquier momento. Algunos traducen, "listos para su detenci�n", es decir, listos para apoderarse de �l con facilidad de tropezar o detenerse (as� es la Versi�n Revisada).

Job 18:13

Devorar� la fuerza de su piel; literalmente, las barras de su piel, por las cuales algunos entienden "los m�sculos", algunos "los miembros" de su cuerpo. El significado general es claro, que la destrucci�n siempre estar� cerca de �l, y finalmente lo har� suyo. Incluso el primog�nito de la muerte devorar� su fuerza. Probablemente se entiende por "el primog�nito de la muerte", ya sea alguna enfermedad degenerativa en general, o tal vez la enfermedad especial que padece Job.

Job 18:14

Su confianza ser� desarraigada de su tabern�culo; m�s bien, ser� desarraigado de su tabern�culo (o tienda), que es su confianza, o en el que conf�a; es decir, ser� arrancado de la casa, donde se cre�a seguro como en una fortaleza. Y lo traer�; m�s bien, uno lo traer�, o, �l ser� llevado. Al rey de los terrores. Probablemente se pretende la muerte, en lugar de Satan�s. Ninguno de los "consoladores" de Job parece haber tenido una concepci�n de Satan�s como un ser personal, ni siquiera el propio Job. Es solo el autor. o arreglista, del libro que reconoce la personalidad y el poder del pr�ncipe de las tinieblas.

Job 18:15

Habitar� en su tabern�culo, porque no es ninguno de los suyos; o bien (es decir, terror) habitar� en su tabern�culo, que ya no es suyo; o, habitar�n en su tabern�culo que no son ninguno de los suyos; es decir, extra�os habitar�n el lugar donde habit� hasta ahora (comp�rese con la versi�n revisada). El azufre se esparcir� sobre su habitaci�n. Cuando Dios hizo llover fuego y azufre del cielo sobre las ciudades de la llanura ( G�nesis 19:24), as� el azufre se esparcir� sobre su habitaci�n para arruinarlo y destruirlo (comp. Deuteronomio 29:23 ; Salmo 11:6).

Job 18:16

Sus ra�ces se secar�n debajo. Ser� como un �rbol cuyas ra�ces no llega a la humedad y que, por lo tanto, se marchita y seca (comp. Job 14:8, Job 14:9; Job 29:19 ) Y arriba se cortar� su rama; o estar marchito (comp. Job 14:2, donde se usa el mismo verbo).

Job 18:17

Su recuerdo perecer� de la tierra (comp. Salmo 34:16; Salmo 109:13). Esto siempre se menciona en las Escrituras como una gran calamidad, una de las m�s grandes que le puede ocurrir a un hombre. Se sinti� como tal, no solo por los jud�os, sino tambi�n por el pueblo semita en general, cuyo ferviente deseo de perpetuar su memoria se muestra en los elaborados monumentos y las largas inscripciones que instalaron en tantos lugares. La poes�a �rabe, no menos que jud�a, es penetrada por la idea. Desde un punto de vista, puede parecer una ambici�n vulgar; pero, en otro, es un ansia pat�tica despu�s de esa continuidad que el esp�ritu del hombre desea naturalmente, pero de la cual, aparte de la revelaci�n, no tiene seguridad. Y no tendr� nombre en la calle; o, en el mundo sin (comp. Job 5:10).

Job 18:18

Ser� conducido de la luz a la oscuridad y expulsado del mundo (comp. Job 10:21, Job 10:22; Job 17:16). Lo que Job representa como un retiro de bienvenida, donde con gusto se retirar�a a s� mismo, Bildad lo describe como un destierro, al cual ser� conducido a causa de sus pecados.

Job 18:19

No tendr� hijo ni sobrino entre su pueblo; m�s bien, ni nieto; es decir, "su posteridad estar� limpia" (Salmo 109:14). Tampoco queda ninguno en sus viviendas; m�s bien, en los lugares donde residi� (comp�rese la Versi�n Revisada, que da "en sus estancias"). Est� impl�cito que el hombre malvado ser� un vagabundo, sin hogar, residiendo ahora aqu�, ahora all�, por un corto tiempo. Ni entre su propio pueblo, ni en estos lugares de su residencia temporal, dejar� ning�n descendiente. Bildad probablemente intenta echar un vistazo a la destrucci�n de los hijos de Job ( Job 1:19).

Job 18:20

Los que vengan despu�s de �l se asombrar�n de su d�a; es decir, "en el momento de su visita" (comp. Salmo 37:13, "El Se�or se reir� de �l, porque ve que su d�a se acerca;" y Salmo 137:7, " Recuerde a los hijos de Edom en el d�a de Jerusal�n, "es decir, el d�a de su derrocamiento". Como los que fueron antes estaban asustados. Su destino alarmar� igualmente a sus contempor�neos y sus sucesores, posiblemente a "los habitantes del oeste y los habitantes del este".

Job 18:21

Seguramente tales son las moradas de los imp�os. "Tal como lo he descrito es la condici�n general y la forma de vida del hombre que es malvado". y este es el lugar (o posici�n) del que no conoce a Dios. El n�mero singular utilizado tanto en esta cl�usula como en la anterior indica que toda la serie de denuncias ( Job 18:5) se dirige contra un individuo, a saber. Trabajo.

HOMIL�TICA

Job 18:1

Bildad a Job: el discurso de un orador �rabe.

I. La introducci�n defectuosa. Bildad pose�a al menos tres calificaciones indispensables para hablar con �xito: imaginaci�n ferviente, brillante elocuencia y vehemente pasi�n. Tambi�n se caracteriz� por tres defectos fatales: falta de calma o autocontenci�n, falta de prudencia y falta de ternura comprensiva. Desprovisto de esto, se equivoc� como un aficionado sin experiencia, comenzando su oraci�n en un hurac�n de pasi�n y mal humor, plantando dagas en el pecho que esperaba ganar por su elocuencia y perdiendo, por la gran agudeza de su invectiva, toda posibilidad de efectuar buenas impresiones por sus palabras. �l acus� a Job de:

1. Verbosidad sin sentido. De hablar con una longitud indebida; de hablar por el bien de hablar; de cazar palabras para abrumar a sus oponentes; de hablar sin consideraci�n, hablar cuando deber�a haber estado pensando, hacer que las palabras cumplan con las ideas; de hablar en lugar de escuchar a sus mejores (vers�culo 2). El primero es el error de la lengua f�cil; el segundo, de palmaditas poco profundas; el tercero, del engre�do ego�sta. Si Job pec� en cualquiera de estos aspectos, no fue indigno de reproche, mucho m�s si se equivoc� en todos. Pero Bildad, cuyo genio no era original, probablemente se sinti� movido a usar el lenguaje de la censura tanto por el deseo de imitar a Elifaz ( Job 15:2), como para replicar a Job ( Job 16:3), como por fuerte repugnancia a la ofensa del patriarca.

2. Desprecio injustificable. Job hab�a acusado a los amigos de carecer de discernimiento espiritual ( Job 7:4). Bildad interpret� la acusaci�n en el sentido de que Job los consideraba bestias brutas, carentes de sentido y raz�n (vers�culo 3). Si Job lo hac�a, era culpable de una depreciaci�n totalmente injustificada de sus compa�eros. Esa naturaleza, que Dios hizo poco menos que la Divinidad (Salmo 8:5; Hebreos 2:6), debe estar separada para siempre de un amplio abismo de la creaci�n irracional. Solo cuando los hombres extinguen voluntariamente toda susceptibilidad espiritual por la continuaci�n del pecado pueden ser leg�timamente comparados con las bestias que perecen (Salmo 49:12, Salmo 49:20). Esto no lo hab�an hecho los amigos; y es seguro que Job no los hab�a llamado bestias. Pero, siendo hombres de alto esp�ritu, se ofenden r�pidamente.

3. Furia auto devoradora. Se reproduce una vieja insinuaci�n de Elifaz ( Job 5:2), con una alusi�n espec�fica al lenguaje de Job acusando a Dios de desgarrarlo en su ira ( Job 16:9), en contraposici�n a lo que Bildad afirm� que Job se arranc�, literalmente, "su alma" en su ira (vers�culo 4), lo que significa que la miseria del patriarca fue el fruto de su propio comportamiento fren�tico y excitado, que nuevamente fue el resultado inmediato del resentimiento iracundo e iracundo de su alma contra Dios. Inflicciones providenciales. Es obvio que el comportamiento de Job bajo sus incomparables calamidades no fue perfecto; que su impaciencia era tal como para pedir la censura de los hombres, se puede dudar ( Santiago 5:11). Sin embargo, el reproche de Bildad sugiere que si bien toda "ira es una locura corta", es una locura suprema echar humo y preocuparse por las dispensaciones Divinas, y que el hombre m�s miserable de la tierra seguramente debe ser aquel cuya alma se hinche de ira contra Dios debido a su castigos paternos.

4. Presunci�n egotista. A juicio de Bildad, Job pareci� imaginar que la Ley Divina, que conectaba el sufrimiento con el pecado, deber�a en su caso ser suspendida; pero eso, Bildad le asegur� al patriarca, ser�a tan probable que ocurriera como eso, para obligarlo, la tierra que Dios hab�a designado para la habitaci�n del hombre deber�a quedar sin inquilinos, o la roca que la ordenanza celestial ha hecho fija e inamovible debe ser repentinamente transportado desde su lugar (vers�culo 4). El reinado de la ley en el universo material, y la preordenaci�n de los eventos en la historia humana, se han empleado con frecuencia exactamente como los usa Bildad, a saber. para demostrar la falta de credibilidad de los milagros, la ineficacia de la oraci�n, la imposibilidad de algo como una providencia especial y la intolerable arrogancia de un ser tan malo e insignificante como el hombre que imagina que en cualquiera de las formas implicadas en estas doctrinas Dios en su nombre, interferir�a con el orden establecido de las cosas. Pero h; sin presunci�n de creer en lo que ense�a la Escritura: la posibilidad de milagros ( Mateo 19:26), la eficacia de la oraci�n (Salmo 65:2; Mateo 7:7; Santiago 1:5), la realidad de una providencia especial (Salmo 40:17; Mateo 10:30); ya que el primero puede ser probado por un testimonio adecuado, mientras que el segundo y el tercero son apoyados y confirmados por el testigo interno de conciencia. Incluso el caso declarado por Bildad como imposible, a saber. La suspensi�n de la ley moral de la retribuci�n ha sucedido. La salvaci�n del hombre a trav�s de la cruz de Jesucristo atestigua la falacia de la asunci�n fundamental de Bildad. Y ahora Bildad, habiendo procedido hasta el momento con su oraci�n, por cualquier bien que pudiera hacerle a Job, podr�a y deber�a haber reca�do en silencio con prudencia. Sin embargo, predic� un discurso elocuente.

II El tema encantador. El tema descartado por Bildad fue la retribuci�n inevitable que tarde o temprano super� a los malvados. Expuesto bajo un emblema familiar a la poes�a oriental, a saber. La extinci�n del fuego en una vivienda, y de la l�mpara dependiendo del techo de una tienda (vers�culos 5, 6), se representaba como:

1. Retrasado. El malhechor no fue arrestado por la mano de la Providencia en el momento en que inici� su carrera, pero su impiedad le permiti� prosperar durante una temporada, acumular riquezas, adquirir poder y asegurar amigos, para convertirse en la cabeza de un familia o el jefe de un clan, y poseer una tienda de campa�a, o m�s bien un c�rculo de tiendas de campa�a, con su propio tabern�culo c�modo, bien amueblado, ricamente ornamentado y brillantemente iluminado en medio. Entonces Elifaz vio al necio echando ra�ces ( Job 5:3), y David contempl� a los malvados que se extend�an como un laurel verde (Salmo 37:35), y Asaph fue testigo de la prosperidad imp�a hasta que al fin se sintieron abrumados de repente (Salmo 73:13).

2. Cierto. Sin embargo, es decir, a pesar de todas las apariencias contrarias, la propia seguridad del pecador, su determinaci�n de resistir o evadir al N�mesis perseguidor, su resentimiento feroz cuando la mano del destructor debe aprehenderlo, "la luz del malvado debe apagarse". No es absoluta y universalmente cierto en su carrera terrestre, pero es absolutamente seguro de que la prosperidad de los imp�os disminuir�, si no en la tierra, al menos en el mundo futuro.

3. Completo. El resplandor sobre el hogar del pecador y la l�mpara de su techo deber�an extinguirse igualmente. La luz con la que se asole�, es decir, su comodidad personal y felicidad, y la luz con la que brill� a los dem�s, es decir, su grandeza y gloria, deber�an desvanecerse y volverse oscuras. A veces, tal experiencia es la suerte del pueblo de Dios, como lo atestigua el caso de Job. Felices aquellos para quienes Jehov� es una Luz eterna ( Isa�as 60:19) y quienes, cuando se sientan en la oscuridad temporal, pueden regocijarse en sus alegres rayos ( Miqueas 7:8).

III. LA ILUSTRACI�N BRILLANTE. La carrera del malvado, desde el momento de su aprehensi�n por desgracia hasta la hora de su completa destrucci�n, se represent� a continuaci�n en una serie de im�genes gr�ficas. En estos aparece como:

1. Atrapado por la calamidad. (Versos 7-10.)

(1) Inesperadamente; cuando, en el apogeo de la prosperidad, en la plenitud del orgullo y consciente de la fuerza, avanza con pasos gigantes para ejecutar los consejos malvados que ha formado ( Job 5:3; Eclesiast�s 9:12; Lucas 21:34, Lucas 21:35; 1 Tesalonicenses 5:3).

(2) voluntariamente; como si desde�ara desafiante cada intento de arrestar su carrera, marchando deliberadamente hacia los toffs, de modo que pr�cticamente "su propio abogado lo derriba" y "sus propios pies lo empujan a una red". Un melanc�lico ejemplo de esa "ambici�n de salto" "se cae y cae del otro lado"; de esa N�mesis auto vengativa que duerme en el seno de cada pecado, pero especialmente de un gran pecado; de ese terrible enamoramiento que a veces se apodera de las almas de los hombres malvados y los impulsa, con est�pida ceguera, o despreocupaci�n temeraria de las consecuencias, hacia su propia destrucci�n.

(3) Efectivamente; la ginebra lo toma por el tal�n y la soga que lo sujeta con fuerza, de modo que primero se enderezan sus orgullosos pasos y, finalmente, �l mismo es derribado.

(4) Inevitablemente; La trampa que lo arrestar� ya est� en el suelo y solo espera su llegada, lo que parece ser que en el momento en que un transgresor ingresa en su malvado camino, comienza un camino que tarde o temprano debe conducirlo a la ruina.

2. Atormentado por los terrores. (Vers�culos 11, 12.) La conciencia maligna que lleva en su seno, aunque despierta durante mucho tiempo, por fin despierta, lo inspira con temores premonitorios de desastres inminentes, la gente en toda la atm�sfera a su alrededor con apariciones fantasmales que persiguen sus pasos, convoca antes de su sobresaltada visi�n, casi cada momento de su miserable existencia, sombras espectrales de aflicciones venideras, que paralizan su fuerza y ??anulan por completo su alma malvada. (Cf. la imagen de Elifaz de una conciencia culpable ( Job 15:21), de la cual la de Bildad parece ser un eco y una imitaci�n).

3. Detenido por enfermedad. (Vers�culos 13, 14.) (Sobre la expresi�n "el primog�nito de la muerte", ver Exposici�n). La alusi�n obvia es a una enfermedad como la lepra de Job, que, cuando aprehende a un pecador,

(1) devora la fuerza (o barras) de su piel, es decir, consume los miembros del cuerpo (Delitzsch) o "los m�sculos que son para la piel lo que las barras son para una puerta, o esos pasajes y orificios, esas entradas y salidas del cuerpo, en las cuales muchas formas de enfermedad muestran primero su presencia y poder (Cox);

(2) lo expulsa de su casa, haciendo que �l, que anteriormente estaba sentado con seguridad y seguridad dentro de su tienda, se alejara, como bajo la prohibici�n del disgusto divino, de la presencia y las habitaciones de sus semejantes; y

(3) lo conduce al rey de los terrores, que la muerte debe ser para los imp�os e impenitentes, aunque para aquellos que creen en Cristo, que ha conquistado la muerte, su car�cter y aspecto cambian por completo ( 1 Corintios 15:55; Hebreos 2:14, Hebreos 2:15).

4. Abrumado por la destrucci�n. (Vers�culos 15-17.) Y esto en tres detalles:

(1) la desolaci�n de su granja, que, condenada, como Jeric�, a permanecer sin ser habitada, es mantenida en adelante por "criaturas y cosas extra�as para el hombre rico fallecido, como los chacales y las ortigas" (Delitzisch), o perseguido para siempre. por terrores fantasmales (Cox), un pensamiento que Bildad copia de nuevo del discurso anterior de Elifaz.

(2) la extirpaci�n de su familia, incluso hasta su completa destrucci�n, ra�z y rama, para que ni �l, la ra�z, permanezca, ni ninguna de las ramas, su descendencia, sobreviva (versos 16, 19) - "el la calamidad m�s terrible que le puede pasar a un semita "(Wetstein, citado por Delitzsch);

(3) la extinci�n de su memoria, la completa desaparici�n de todo recuerdo de �l, para que su nombre nunca sea mencionado en la tierra o en la calle ( Proverbios 2:22; Proverbios 10:7 ; Salmo 34:16) - una condena lamentable para aquellos que no tienen esperanza de ninguna inmortalidad m�s all� del renombre p�stumo que su gran poder, fama extensa o maldad notoria pueden permitirles asegurar, aunque una comparativamente peque�a privaci�n para aquellos cuyos nombres est�n registrados en el cielo, y ser�n mantenidos en el recuerdo eterno de Dios, incluso si el hombre los olvidara.

5. Empuje hacia la oscuridad. (Vers�culo 18.) Perseguido del mundo como no apto para vivir m�s tiempo en la tierra ( Proverbios 14:32), como despu�s, aunque falsamente, Cristo ( Lucas 23:18) y San Pablo ( Hechos 22:22); alejado de la luz del d�a en la oscuridad de la muerte, de la luz de la prosperidad en la oscuridad de la desgracia, de la luz de la felicidad en la oscuridad de la miseria, una imagen terriblemente verdadera del destino de los impenitentes.

6. Cargado de infamia. (Vers�culo 20.) Transformado en un objeto de horror y asombro para

(1) la gente de todas las tierras: "los que habitan en el Este y los que viven en el Oeste" (Delitzsch); y

(2) la gente de todos los tiempos: "los que vienen despu�s", es decir, la posteridad, y "los que fueron antes", es decir, los contempor�neos del malvado. En este sentido, "el mal que hacen los hombres vive despu�s de ellos", y "los pecados de algunos hombres est�n abiertos de antemano, yendo antes al juicio, y algunos hombres a los que siguen" ( 1 Timoteo 5:24). El lenguaje de Bildad es verdadero para los sodomitas ( 2 Pedro 2:6), b�lsamo ( 2 Pedro 2:15, 2 Pedro 2:16), Judas ( Hechos 1:18), y transgresores de un orden similar.

IV. LA APLICACI�N INCORRECTA Que Job fue el tema del boceto sombr�o de Bildad se desprende del retrato del personaje de Job prefijado por el hablante a su triste arenga, la semejanza en muchos puntos de la imagen imaginaria de Bildad con la historia real del patriarca y la forma incisiva y aguda en que Se se�ala la moraleja de su cuento (vers�culo 21). Sin embargo, el predicador desvi� completamente su discurso. Por:

1. El personaje que retrat� no pertenec�a a Job. Job no era un hombre malvado, y un hombre que no conoc�a a Dios, como Bildad sab�a perfectamente; pero, como sostuvo Job, y Dios mismo lo permiti�, "un hombre perfecto y recto, que tem�a a Dios y evitaba el mal".

2. El serm�n que predic� no se aplicaba a Job. Incluso de los hombres malvados no siempre fue universalmente cierto que la retribuci�n los super� por sus fechor�as. Pero de Job era completamente incorrecto que estuviera sufriendo por sus pecados.

3. El futuro que �l predijo no fue experimentado por Job. En parte parec�a ser, pero en sus ingredientes principales no lo era. Fue expulsado de su prosperidad, pero no fue expulsado del mundo. La luz se apag� durante una temporada en su vivienda, pero luego se reaviv� con mayor brillo que antes. Su casa fue arruinada, pero no maldecida, siendo luego reconstruida y bendecida. Le quitaron su primera familia, pero le otorg� una segunda. Su nombre no fue enviado a la infamia, sino que ha sido coronado con un renombre eterno.

Aprender:

1. Que ning�n predicador debe llevar personalidades al p�lpito.

2. Que un gran texto debe, si es posible, seguido de un gran serm�n.

3. Que un orador debe estudiar para ser verdadero en lugar de brillante en sus ilustraciones.

4. Que los discursos, por lo dem�s buenos, a veces se entregan a los oyentes equivocados.

5. Que las predicciones de los profetas enojados rara vez se cumplen.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Job 18:1

Renovados reprensiones y advertencias.

Bildad responde nuevamente, mencionando que los brotes apasionados de Job son in�tiles. �l se aferra a su principio original, que, de acuerdo con la Ley de Dios, el pecador endurecido de repente encontrar� su destino. Y persiste que alg�n pecado secreto debe ser la causa del sufrimiento presente.

I. INTRODUCCI�N: DENUNCIACI�N DEL TRABAJO COMO UN ALTAVOZ TONTO Y VIOLENTO. (Vers�culos 1-4.) �l es uno que "caza despu�s de las palabras". Que sea verdaderamente sensible y racional, le ruega a este confiado predicador farisaico. "�Por qu� nos tratas como bestias est�pidas?", Indigna indignado. "Te destrozas en tu ira y piensas que eres lacerado por Dios" (comp. Job 7:16). �Exige Job la tierra? para ser despoblado y rocas para ser removidas por su bien? Bildad piensa que la reiterada afirmaci�n de Job de su inocencia apunta a la subversi�n del orden moral del mundo: el orden sagrado dado por Dios (comp. Romanos 3:5 , Romanos 3:6). Es un gran pensamiento, aunque mal aplicado por el hablante. El orden de Dios, tanto en la naturaleza como en el esp�ritu humano, es inmutable y no admite excepci�n. Pero este orden no es ser malinterpretado sacando conclusiones de la vida externa a la interna. En lo que concierne a lo superior, lo espiritual, la raz�n, la Escritura y la conciencia, en lugar de cualquier signo externo, deben decidir la verdad.

II DESCRIPCI�N DE LA MALDITA PELIGRO DEL PECADOR HARDENADO. (Vers�culos 5-21.) Muy solemne y pat�tico; Una obra maestra de representaci�n dram�tica. Una serie de figuras llamativas se hace pasar ante el ojo de la imaginaci�n.

1. La luz de los imp�os se apaga; ninguna llama salta de su fuego, ninguna l�mpara alegre cuelga del techo de su tienda. Esta es una imagen favorita ( Job 21:17; Job 29:3; Salmo 18:28; Proverbios 13:9). Los �rabes dicen: "El destino apag� mi l�mpara" (vers�culos 5 y 6).

2. Otra figura: sus pasos est�n encerrados, actuales en el Este, y su propio consejo lo derroca (vers�culo 7).

3. Una vez m�s, la figura de las redes, trampas y trampas, por la cual se encuentra con su ruina (vers�culos 8-10). Pensamientos terribles y eventos terribles lo rodean y lo persiguen, como los Erinnyes de la mitolog�a griega: mensajeros de Dios para inquietar su alma culpable (vers�culo 11).

4. Desastre y ruina se personifican en la descripci�n po�tica. El tiene un ansia ansiosa por �l; el otro est� listo, como un enemigo armado, para derribarlo (vers�culo 12).

III. La descripci�n ahora TOMA UNA DIRECCI�N M�S PERSONAL: SE�ALANDO AL ESTADO DEL TRABAJO.

1. Su enfermedad, la terrible elefantiasis, el "primog�nito de la muerte", lo devora poco a poco (vers�culo 13).

2. Expulsado de su morada segura, avanza hacia el poder del "rey de los terrores" (vers�culo 14). �l habita en la tienda de otro, mientras el azufre del cielo desola su antigua habitaci�n (comp. Job 15:34; Deuteronomio 29:22, Deuteronomio 29:23; Salmo 11:6). Esto, se dice, sigue siendo en la actualidad la imagen m�s terrible para la mente de los pueblos sem�ticos: la desolaci�n del hogar (vers�culo 15).

3. Otra figura: es como un �rbol, marchito en la ra�z y coronado arriba (vers�culo 16). Se escribi� una imprecaci�n en el sarc�fago de Eshmunazar, "No tenga ra�ces debajo ni ramas arriba]" (comp. Isa�as 5:24; Am�s 2:9).

4. Su memoria desaparece de la tierra, y su nombre ya no se conoce en la amplia estepa (vers�culo 17; comp. Job 13:12). Es expulsado de la luz de la vida y la felicidad hacia la oscuridad de la calamidad y la muerte, y es cazado desde la tierra redonda habitable (vers�culo 18). Ning�n v�stago ni brote brota de �l entre la gente; ninguno escap� de su completa ruina en sus viviendas (vers�culo 19).

5. Todos, tanto en Oriente como en Occidente, sienten una impresi�n horrible, que contemplan una fatalidad tan terrible. "As�", concluye Bildad, "se trata de las viviendas de los injustos, y el lugar de aquel que no conoci�, reconoci� y honr� a Dios" (vers�culos 20, 21).

Separar esta direcci�n de su aplicaci�n inapropiada para la v�ctima, es en s� misma una noble pieza de advertencia y exhortaci�n. Letus recoge algunas lecciones.

1. La maldici�n de los imp�os es la extinci�n de la luz de Dios, quien es la Luz y el Brillo de los justos (vers�culos 5, sqq .; Salmo 36:9, Salmo 36:10; Salmo 119:105). La luz, nuevamente, puede tomarse como una figura para el conocimiento claro del destino del hombre, una conciencia clara en toda la vida ( Mateo 6:22, Mateo 6:23). Luego, la luz en la tienda realza la figura y se�ala bellamente esta conciencia clara en las relaciones diarias de la casa.

2. (Versos 17, sqq.) La memoria que un hombre deja atr�s no es tan importante como la conciencia en la vida de ser conocido por Dios. Hay muchos verdaderos y ocultos en el mundo, cuyas obras se realizan en secreto por el amor de Dios ( Juan 3:21); y muchos imp�os, que causan tanto revuelo y ruido en el mundo que se les habla despu�s de que se van. Es una bendici�n peculiar para el hijo de Dios si se le da un ejemplo a alguien, y despu�s de su muerte, un dulce sabor asciende de su vida a la alabanza de Dios ( Proverbios 10:7).

3. Las descripciones repetidas de la perdici�n de los imp�os est�n destinadas a calmar nuestra envidia ante la vista de la prosperidad no autorizada, y dirigir nuestros pensamientos hacia la vida interior, la �nica vida real. �C�mo podemos juzgar si alguien es un verdadero temeroso de Dios? No por sus celebraciones religiosas, ni por las fortunas externas que le sobrevienen, ni por sus buenas obras individuales; pero de la fe que posee, de toda la direcci�n de su vida a lo Divino, del estado mental en el que muere (Salmo 73:17, Salmo 73:19, etc .; Wohlfarth) .� J.

HOMILIAS POR R. GREEN

Job 18:5

Los frutos de la impiedad.

Bildad vuelve a hablar. �l no es el que sufre, pero el juez. S� quien vino como consolador pronuncia palabras miserables en los o�dos del afligido. Sus palabras son verdaderas en s� mismas, pero mal aplicadas. Justamente describe los frutos de la impiedad.

I. PARA LOS IMPIOSOS LA LUZ DE LA PROSPERIDAD SE INTERCAMBIA POR LA OSCURIDAD DE LA MALFORTUNA. Su "l�mpara est� apagada". La tristeza, tarde o temprano, lo alcanza. Por un tiempo �l est� en gran prosperidad; pero su pecado lo descubre. La ganancia il�cita de la impiedad no tiene bendici�n, sino una maldici�n fulminante. Tarde o temprano, el apogeo del regocijo perverso se cambia por la oscuridad de la noche oscura. La experiencia universal lo afirma. Es un castigo justo del mal y una advertencia para los tentados; mientras amonesta a los obedientes y declara "hay un Dios que juzga en la tierra".

II EL PROP�SITO DE TODA FORMACI�N DE LA IMPIEDAD FALLA. Sus "pasos son estrechos", cu�n fuertes parezcan ser. Incluso su propio consejo ser� un obst�culo para derribar a los malvados. La esperanza apreciada sin Dios debe ser decepcionada; El dise�o ego�sta es en s� mismo una trampa para los pies de los imp�os.

III. IMPIETY ENTANGLES EN DIFICULTADES. "La trampa est� puesta para �l en el suelo". Todo el reino del derecho y la verdad est� en contra de �l. El juicio espera en sus pasos. Tarde o temprano, sus pies estar�n en "la trampa" que se pone "para �l en el camino". Su curso no es simple, directo, claro. Sus motivos son confusos. Se cubre de dificultades. Un error lo expone a otro. Por fin "la ginebra lo toma por el tal�n"

IV. LA IMPIEDAD EXCITA Miedo y temor. "Los terrores le dan miedo por todos lados". La conciencia despierta lo hace cobarde. Teme el susurro de la hoja. El juicio se pasa en las c�maras secretas de su alma. El no puede escapar.

V. LA IMPIEDAD PERDER� LA FUERZA Y BAJA LA VIDA A LA DESTRUCCI�N. El pecado es la transgresi�n de la ley. Las leyes de la vida no pueden romperse sin que falle la salud. Un esp�ritu imp�o, sin control y sin control por principios rectos, perseguir� cursos malvados y peligrosos, ceder� ante los malos h�bitos, y la fuerza de la vida ser� socavada. Entonces "el primog�nito de la muerte devorar� su fuerza". Se convierte en la presa de. destrucci�n. Es llevado "al rey de los terrores". As�, el curso de la impiedad termina en ignominia, verg�enza y destrucci�n. "Esta es la porci�n de su copa". La oscuridad, la dificultad, el miedo, el prop�sito perdido y la fuerza desperdiciada que finalmente se produce en la muerte, son los frutos inevitables de la impiedad. R.G.

Job 18:15

El hogar de los malvados inseguros.

La bendici�n del Se�or est� sobre "la habitaci�n de los justos". Esta es la recompensa de la justicia. Pero el juicio Divino contra los imp�os se muestra al permitir que su casa se vuelva desolada. Una de las promesas repetidas a menudo a Israel es la bendici�n del Se�or sobre la habitaci�n. Pero "la maldici�n del Se�or est� en la casa de los imp�os". La pr�ctica de la iniquidad tiende a la destrucci�n. No tiene ning�n elemento de estabilidad. La habitaci�n de los imp�os es insegura porque:

I. FALTA LA DEFENSA DE LOS PRINCIPIOS CORRECTOS. La justicia que exalta a una naci�n establece una casa. En la salud, las actividades, los h�bitos, el negocio, la familia, los principios correctos ejercen una influencia ben�fica. La ausencia de ellos es el precursor del mal de todo tipo. El muro est� derribado; la protecci�n es deficiente. El hogar es presa del mal.

II LE FALTA LA PROMESA DE LA DIVINA PROTECCI�N Y BENDICI�N. Es como un campo sin agua. No hay un manantial de esperanza dentro de �l. En la bendici�n del Se�or se esconde el germen secreto de toda prosperidad verdadera, y toda seguridad y permanencia. Donde esa bendici�n no es, la casa es como una planta tierna sin protecci�n debajo de unos abrasadores sumideros. No se puede esperar que la Divina Providencia trabaje para la promoci�n de fines directamente contrarios a los suyos. El mundo entero, con sus innumerables leyes y su sabia administraci�n, est� del lado de la derecha, del lado de la virtud y la bondad. La bendici�n del Se�or, que hace que el campo sea fruct�fero, hace que la morada de los justos sea una morada de seguridad, de paz y de bendici�n. El hogar de la maldad no tiene ninguna de estas cosas.

III. El hogar de los imp�os NO ALIENTA A SU PROSPERIDAD EN LA BUENA VOLUNTAD DE LOS HOMBRES ALREDEDOR. Los malvados compa�eros no son dignos de confianza. Se hacen a un lado como un arco enga�oso. Son tan propensos a regocijarse y hacer deporte de la ca�da de su compa�ero como a compadecerse de �l; mientras que los imp�os, habi�ndose separado de los justos, no pueden encontrar ning�n esp�ritu comprensivo entre ellos. Que el hogar del mal se rompa es m�s bien una causa de regocijo, porque es dejar de lado una causa del mal. Esta es la porci�n del hombre que no hace de Dios su confianza. �l lucha contra sus propios intereses. �l abandona la �nica forma verdadera y segura. Se opone a las grandes fuerzas de la justicia que prevalecen al final. Vincula sus intereses con aquello sobre lo que descansa la fulminante maldici�n de Dios, y "el azufre se esparcir� sobre su habitaci�n". "Sus ra�ces se secar�n debajo, y arriba se cortar� su rama". - R.G.

Job 18:16

La maldici�n sobre la familia de los imp�os.

La permanencia permanente de la familia fue una de las bendiciones m�s codiciadas de las naciones orientales. Muy profundamente esto estaba incrustado en las mentes de los pueblos. Fue, por lo tanto, una se�al de maldici�n de Dios cortar el recuerdo de una familia de la tierra. Con cruel error, Bildad se�ala el corte de la familia de Job, al menos, tal es la presunci�n, de lo contrario sus palabras son inapropiadas aqu�, y parece acusar a Job del pecado cuyo castigo se encontr� en la muerte de su ni�os. Que Bildad establece un verdadero principio de retribuci�n divina, todos est�n de acuerdo; su error estuvo en su aplicaci�n. La separaci�n de la familia de los imp�os es:

I. PRINCIPIO DEL DIVINO JUICIO CONTRA EL MAL HACER. Con frecuencia se anuncia en la Sagrada Escritura. Dios, el Dios celoso, visita "la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generaci�n". Es parte de su retribuci�n santa, sabia y justa. Al bendecir a los hijos de los fieles por el bien de sus padres, tambi�n visita a los ni�os las ofensas de sus padres. El malhechor se marchita como una planta sin agua. "Sus ra�ces se secar�n debajo". Por lo tanto, sus ramas no se extendieron; pero est�n "cortados". El recuerdo de �l perece de la tierra, y su nombre de la calle (vers�culo 17). Muere sin descendencia y sin recuerdo.

II Se considera que este juicio es UNA CONSECUENCIA NACIONAL DE HACER MAL. Porque el malvado es visitado de varias maneras por el enemigo vengativo que se cierne sobre toda la vida. El mal socava la salud; tiende a h�bitos y actividades que destruyen la paz y la seguridad y el progreso del hogar. Pone al hombre en conflicto con su vecino, por lo que los hombres conducen al malhechor "de la luz a la oscuridad". �l es "expulsado del mundo". Incluso si su posteridad se perpet�a, se pierde de vista. Se hunde en el mundo hasta que se pierde de vista.

III. Este juicio EST� EN CONTRASTE DIRECTO CON LA MUCHA DE LOS JUSTOS: el hombre que conoce a Dios. Sobre su casa est� la protecci�n divina. "Cuando los caminos de un hombre complacen al Se�or, �l hace que incluso sus enemigos est�n en paz con �l". La bendici�n de Dios descansa sobre el hogar y las obras de los justos. Aunque el castigo y la calamidad puedan caer sobre �l, no lo destruyen; m�s bien, �l, como un �rbol podado, crece cada vez m�s fruct�fero que la promesa de Dios es para el bien y para sus hijos despu�s de ellos. La familia del buen hombre tiene la ventaja de un ejemplo sagrado. Son seleccionados de mil peligros, mientras que innumerables bendiciones descienden sobre ellos en respuesta a la oraci�n de fe. Esto al final se demostrar� que es cierto para Job.

IV. Estos juicios son una advertencia para todos los padres. Hacen que el deber de la piedad parental sea cada vez m�s obvio. Ilustran la solemne responsabilidad de los jefes de las casas, ya que sus acciones descienden en sus efectos sobre sus hijos. Le deben a sus hijos que vivan tan justa y ben�ficamente como para afectar sus vidas. La bendici�n de Dios que descansa sobre los justos, y la maldici�n y condena de Dios sobre el mal, son advertencias para todos. Sobre ellos descansa el ojo de Dios, pero sobre ellos la maldici�n de Dios. Las moradas de la maldad, sobre las cuales no hay bendici�n desde lo alto, son moradas de muerte y destrucci�n. "Seguramente tales son las moradas de los imp�os, y este es el lugar del que no conoce a Dios" - R.G.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 18:4

La necesidad individual y el orden universal.

Bildad acusa a Job de no ser razonable al esperar que el orden universal se doblegue para satisfacer las necesidades individuales de un hombre. Sugiere una dificultad com�n con respecto a la armon�a entre lo particular y lo general en las dispensaciones de la Providencia.

I. EL HOMBRE INDIVIDUAL EST� TENTADO A PENSAR SUPREMEMENTE DE SU PROPIA NECESIDAD. Todos somos naturalmente egoc�ntricos, y los problemas magnifican nuestro sentido de personalidad y peculiaridad. Por lo tanto, se produce que cada persona se siente inclinada a sentir sus propios deseos como de suma importancia, y a esperar que todo el orden de las cosas se forme a s� mismo para cumplir con sus requisitos. Si ese no es el caso, y el mundo contin�a a lo grande, trat�ndolo como una unidad entre los millones, una gota en el oc�ano de la humanidad, se siente menospreciado y agraviado. Una visi�n m�s razonable de todo el mundo de Dios y sus intereses deber�a eliminar esta tonta noci�n; pero solo se puede conquistar cuando se ataca su car�cter moral y se hace que el ego�smo d� lugar al amor.

II DIOS GOBIERNA EL MUNDO POR EL BIEN DE TODA LA CREACI�N. No podemos juzgarlo hasta que podamos tener una visi�n amplia y justa del amplio campo. La sombra que hace que una esquina se vea sombr�a por s� misma es necesaria para completar la imagen completa. Dios no es parcial, seleccionando uno para el favor y descuidando a una multitud. No es como el aristocr�tico romano, que miraba con desprecio indiferente a las plebeyas ignorables. No hay nada tan democr�tico como la naturaleza. Aqu� todos por igual est�n exactamente bajo las mismas leyes. Mientras el gran barco se abre camino a trav�s del oc�ano, aunque los ni�os lloran y las mujeres est�n enfermas, el reloj grita su alegre palabra: "�Todo est� bien!" porque la embarcaci�n va bien a pesar de estas angustias individuales.

III. LA CONSTITUCI�N GENERAL DEL MUNDO NO PUEDE SER CONFESADA PARA ALCANZAR LAS NECESIDADES INDIVIDUALES. �Deber�a despoblarse la tierra por conveniencia de un hombre? Esa es la forma extravagante de Bildad de expresar el pensamiento; pero la extravagancia es solo una ampliaci�n de una idea que es tonta incluso dentro de las dimensiones m�s peque�as. Que un hombre espere que una roca se salga de su camino es absurdo. Como la roca masiva no se mover�, y como el viajero debe trepar sobre ella o rodearla, el curso de la naturaleza generalmente no se mover� ante la voluntad del hombre. Puede lanzarse contra �l, pero los resultados solo ser�n moretones y dolor. Como Dios ha hecho todas las cosas bien, y como las leyes de la naturaleza favorecen la vida y el bienestar, es un profundo agradecimiento que los hombres necios y ego�stas no puedan dejarlas de lado.

IV. EL HOMBRE INDIVIDUAL ES AYUDADO A TRAV�S DEL CURSO GENERAL DEL MUNDO ENTERO. Hay una providencia especial. Dios no trata con las masas, sino con los hombres. Los mismos cabellos de nuestra cabeza est�n todos contados. De acuerdo con la mente perfecta de Dios, debe gobernar el todo de tal manera que el resultado sea bueno para cada uno. Tenemos que aprender a tomar nuestros lugares en la gran familia de Dios con humildad y simpat�a por nuestros hermanos. Luego veremos que las reglas del hogar, que no se pueden dejar de lado para satisfacer nuestros caprichos y fantas�as caprichosas, son realmente buenas para nosotros. Es mejor que la roca no se deje llevar. Estamos entrenados y fortalecidos al tener que superar la dificultad. Finalmente, es de acuerdo con estos principios que, a trav�s de su expiaci�n que magnifica la Ley y la hace honorable, Cristo trae una salvaci�n para cada alma que no desorganiza el curso general del gobierno de Dios del universo.

Job 18:5, Job 18:6

La luz se apag�.

Esta es una idea favorita de Bildad, que ocurre m�s de una vez en su arenga (por ejemplo, Job 18:18). Como de costumbre, aqu� podemos seguir las im�genes de los shuhitas sin aplicarlas a Job. La maldad extingue la luz.

I. LA LUZ DEL CONOCIMIENTO. Los hombres malos pueden ser aprendidos y los hombres buenos pueden ser ignorantes con respecto al conocimiento de las escuelas y el mundo. Pero hay un conocimiento m�s profundo del que el pecado excluye, una luz a la cual la maldad simplemente ciega los ojos.

1. El conocimiento de Dios. El conocimiento espiritual depende de la simpat�a. Pero Dios es santo. Por lo tanto, el imp�o, al no simpatizar con �l, no puede entender sus pensamientos o sus caminos.

2. El conocimiento de la bondad. La vida malvada se pasa en un estado de ignorancia sobre la naturaleza misma de la vida cristiana. Nadie sabe cu�l es esa vida mejor hasta que ha tratado de vivirla.

3. El conocimiento de la verdad m�s grande. El pecado degrada y estrecha el alma. Cierra esa visi�n amplia e integral que solo es posible cuando se eliminan la pasi�n, la lujuria y todas las experiencias oscuras.

II LA LUZ DEL AMOR. Todo pecado es ego�smo. El hombre malvado degrada el nombre mismo del amor. Su verdadero significado es bastante desconocido para �l; o si cae sobre �l en sus mejores momentos, como cuando toma a su peque�o ni�o sobre sus rodillas y lo mira a los ojos inocentes, es como una luz de un mundo lejano, que solo hace que la oscuridad de las regiones sea suya. el alma habita en lo m�s visible para su aprensi�n asustada.

III. La luz de la alegr�a. Hay un placer loco en el pecado, y por un tiempo parece cumplir sus promesas enga�osas. Pero no pasa mucho tiempo antes de que su enga�o descubra su locura y descubra que su llamado placer es una burla. De verdadera alegr�a sin alear no tiene ninguno. Hay tragos amargos en el fondo de la taza de placer autocomplaciente que bebe con tanta avidez. Todo lo que le gusta es superficial, transitorio, irreal. Cuando lo ha aprovechado al m�ximo, deja el hambre m�s profunda de su alma insatisfecha.

IV. LA LUZ DE LA VIDA. La luz vitaliza; La oscuridad es similar a la muerte. El alma pecaminosa est� en el camino hacia las puertas de la oscuridad, a trav�s de las cuales el camino carga hasta la muerte terrible, que es su salario leg�timo. Ya gran parte de la luz de la vida se ha desvanecido, y las sombras tenues como de la tumba se ciernen sobre la carrera de la maldad. Quien ha elegido el pecado por su herencia ha elegido un territorio sin sol eclipsado por las alas oscuras de la muerte.

V. LA LUZ DEL FAVOR DE DIOS. Cuando Dios levanta su semblante sobre cualquiera, su luz brilla; porque Dios es Luz ( 1 Juan 1:5). Pero la maldad que ofende la Ley de Dios necesariamente elimina la luz de su favor. Puede permanecer una cierta prosperidad temporal, de modo que el necio pecador pueda considerarse un favorito de la fortuna. Pero no hay gracia de Dios en ello; e incluso en el brillo deslumbrante de su presencia inmediata, es posible ver el oropel meticuloso, que es muy diferente de la verdadera gloria de la bondad de Dios. � W.F.A.

Job 18:8

El pecador atrapado por sus propios pies.

Seg�n la representaci�n de Bildad, el hombre malvado no necesita cazador para llevarlo a la tierra. Su propio curso fatuo lo llevar� a la ruina. sus propios pies tontos caminan hacia la trampa.

I. LA LISTA LISTA "La trampa est� puesta para �l en el suelo".

1. Su autor. Est� puesto para �l. �l no hace y lo establece; �l no sabe d�nde est�. Si lo supiera, por supuesto que lo evitar�a. Ni siquiera piensa en su existencia. Si lo hiciera, estar�a en guardia. Otro ha puesto la trampa. El hombre tiene un gran enemigo, que mira para atacarlo: un ladr�n de almas, que pone trampas y ginebras para los incautos. Manteng�monos en guardia. Como el peregrino, estamos en el terreno del encantador; Esta tierra se ha convertido en el territorio de nuestro enemigo.

2. Su car�cter. Una trampa es un dispositivo oculto. La red se establece entre los arbustos, los cables est�n ocultos por la hierba. Los hombres se enga�an en la ruina. Las apariencias enga�osas los atraen a la destrucci�n.

3. Su estado. La trampa ya est� puesta. Si no estamos listos para encontrarnos con nuestro enemigo, �l est� listo para nosotros. Nadie puede acusar a Satan�s de dilataci�n. �l est� de antemano con sus planes. Estaba preparado para atrapar al primer hombre. La trampa estaba lista casi tan pronto como se plant� el Ed�n.

4. Su posici�n. "En la forma."

(1) El camino del hombre malo. Este es su lugar m�s habitual. Las trampas son m�s numerosas en el camino ancho.

(2) La forma com�n. Las trampas tambi�n se encuentran en el camino estrecho que conduce a la vida. El cristiano no est� fuera de peligro. El suelo encantado de Bunyan yac�a justo en el camino a la Ciudad Celestial. No escapamos de los peligros de la tentaci�n al convertirnos en cristianos.

II Los pies incautos. El malvado camina directamente hacia la trampa. Aqu� est� la diferencia entre este hombre y el hombre bueno. Hay trampas sobre el camino del hombre de Dios; pero una luz divina los revela, y una mano divina lo saca de su gran peligro. Es lo contrario con el hombre imp�o. Tenga en cuenta las razones por las cuales sus pies van directamente hacia la trampa.

1. Oscuridad. Su luz se apaga ( Job 18:5). Si comenz� con una linterna, la atm�sfera desagradable a trav�s de la cual ha viajado la ha extinguido. Ahora que lo necesita en lugar de peligro, no es m�s que un impedimento in�til.

2. Deserci�n de Dios. Estamos demasiado ciegos para ver todas las trampas que est�n puestas para nuestros pies, pero podemos contar con la ayuda de un Gu�a infalible. El pecador rechaza la Gu�a celestial. Con orgullosa independencia, prefiere ir solo.

3. Propensi�n a la bobina. El pecador ve una fascinaci�n en la regi�n de la trampa. Tal vez se encuentra en una cama de flores, o en un huerto de frutas. Puede ser que alg�n dell sombreado agradable lo oculte, o posiblemente est� oculto por un sof� cubierto de musgo que invita al descanso. En cualquier caso, es m�s enga�oso y poderoso donde abunda el pecado.

4. Destino. Una especie de fatalidad persigue los pasos del pecador. Comience como pueda, seguramente dirigir� sus pies al final directamente hacia la trampa. �l es como uno hipnotizado. No puede sino caminar hacia la red. La horrible explicaci�n de su fascinaci�n por la ruina es que ya no es su propio maestro. Se ha convertido en esclavo de Satan�s. Sin embargo, incluso �l puede encontrar seguridad en la poderosa liberaci�n del Cristo que vino a destruir las obras del diablo. � W.F.A.

Job 18:14

El rey de los terrores.

Los hombres consideran la muerte como el rey de los terrores. Consideremos primero los fundamentos de esta noci�n, y luego c�mo se puede disipar.

I. CONSIDEREMOS POR QU� LA MUERTE ES CONSIDERADA COMO EL REY DE LOS TERRORES. Los hombres piensan instintivamente en la muerte como "el terror espeluznante".

"Hu� y grit�:" �Muerte! "El infierno tembl� ante el horrible nombre, y suspir� de todas sus cuevas, y de nuevo reson�:" �Muerte! "

1. Se opone al amor natural de la vida. "Todo lo que un hombre ha ganado lo da por su vida". Por lo tanto, la muerte aparece como su enemigo. Toda criatura viviente lo evita. El miedo a eso hace una tragedia de la persecuci�n.

2. Es irresistible. Un verdadero monarca. Podemos mantener un estado de sitio durante un tiempo, pero sabemos que todos debemos capitular al fin. Cuando la muerte asalta la ciudadela en serio, ning�n poder puede impedirlo.

3. Su territorio es desconocido. El misterio de la muerte se suma a sus terrores. Si vi�ramos m�s, podr�amos temer menos. Lanzamos nuestra embarcaci�n en un mar oscuro, sin saber qu� oleadas golpean en la orilla m�s lejana.

4. Viene con dolor. A menudo decimos que lo peor ha pasado con la v�ctima pobre antes de que llegue el final. La amargura de la muerte ha pasado antes de que la muerte misma haya sido alcanzada. Todav�a hay sufrimiento al final de la mayor�a de las vidas, e instintivamente nos alejamos de esto. No podemos enfrentarnos al pensamiento de la lucha de la muerte.

5. Nos saca de toda la luz y la alegr�a de la tierra. El amor natural de la vida es confirmado por la experiencia. Morir es "acostarse en una obstrucci�n fr�a". Todo el sol y las flores de este bello mundo se han ido, toda la dulzura de la compa��a con los seres queridos en la tierra. El alma se separa de sus delicias terrenales.

6. Se trata de cada uno individualmente. Cada alma debe aventurarse sola en el temor desconocido.

7. Nos lleva al juicio futuro. "Despu�s de la muerte, el juicio" El pecador que no se atreve a dar cuenta de s� mismo antes de que Dios teme escuchar la llamada del mensajero de lo invisible. "El aguij�n de la muerte es el pecado".

II VAMOS A VER C�MO SE PUEDE SOLICITAR LA MUERTE DE SUS TERRORES. Cristo destrona al rey de los terrores y arrebata su reino oscuro, inund�ndolo con la luz de su gracia. El cristiano puede hacer m�s que el h�roe romano y el fil�sofo estoico que me hab�an ense�ado, la muerte "con una mente igual". �l puede decir: "Para m� ... morir es ganancia".

1. Cristo elimina las causas del miedo a la muerte. �l no calma el miedo como con un opi�ceo, lo disipa aboliendo su fuente, como se disipa una niebla malaria al drenar el pantano del que se eleva. �l va a la ra�z al conquistar el pecado, que es la causa m�s fundamental del terror de la muerte. Trayendo perd�n por el pecado pasado, disipa la alarma del juicio futuro; y trayendo la purificaci�n del alma, elimina el pecado que siempre mora de la muerte como enemigo del hombre. Entonces Cristo nos ayuda a enfrentar el dolor, la oscuridad y el misterio de la muerte, asegur�ndonos de su propia presencia de apoyo: "Soy yo; no tengas miedo".

2. Cristo arroja luz sobre la regi�n m�s all� de la muerte. No querr�a que fij�ramos nuestra atenci�n en la muerte. Eso no es m�s que una experiencia transitoria. En el peor de los casos, es una puerta oscura por la que pasar. El cristiano nunca morar� en el reino de la muerte. Para �l la muerte es

"Esa llave dorada que abre el palacio de la eternidad".

Hay un triunfo sobre la muerte para aquellos que, durmiendo en Cristo, despiertan a la vida eterna. Para ellos, el rey de los terrores ha dejado de ser. "El �ltimo enemigo que ser� destruido es la muerte" ( 1 Corintios 15:26) .� W.F.A.

Job 18:16

Ra�z y rama.

Bildad se detiene en su tema favorito de la perdici�n fulminante de los malvados. Est� completo: ra�z y rama se destruyen. Una verdad otra vez, aunque inaplicable a Job.

I. Las ra�ces se secaron. Las ra�ces representan las fuentes de vida y fortaleza. Las ra�ces nutren el �rbol y lo mantienen en su lugar. Si fallan, todo lo dem�s debe perecer.

1. Las ra�ces est�n fuera de la vista. Las cosas m�s importantes no son las m�s destacadas. Los resortes secretos del alma del dedo del pie son de vital inter�s. Todo lo que es visible para el ojo puede estar intacto; sin embargo, si las ra�ces ocultas de nuestro ser fallan, debemos deshacernos por completo.

2. Las ra�ces dependen de la alimentaci�n. Se secan por falta de humedad en el suelo. Puede que no haya defectos en las ra�ces; sin embargo, si el suelo se seca seco, no pueden realizar su funci�n natural de nutrir el alma. Todos dependemos de lo que est� fuera de nosotros, tanto en el alma como en el cuerpo. Si se retira el alimento del alma, si el agua de la vida ya no fluye cerca de las ra�ces de nuestro ser espiritual, no puede sobrevivir el vigor de la constituci�n, ni la vida personal inherente.

3. Las aguas pueden fallar. El curso del r�o puede desviarse o puede haber una temporada de sequ�a. No tenemos nada en nosotros mismos ni en la constituci�n de las cosas para garantizar la continuidad del suministro en este caso de nuestras necesidades m�s profundas. No tenemos derecho a ese suministro, no tenemos derecho a la gracia de Dios. La mano que da puede retener. Por lo tanto, nuestra prosperidad continua depende absolutamente del favor continuo de Dios. La independencia insolente y rebelde que pierde la gracia de Dios marchita las ra�ces del alma.

II LA RAMA CORTADA. La rama representa el crecimiento externo. Es visto por todos, nevado con flores y refresc�ndose con un nuevo verde en la primavera, o cargado de deliciosa fruta en el oto�o. Cuando la ra�z se seca, las hojas y la fruta se marchitan en la rama. Pero un destino m�s inoportuno puede superarlo. Se puede cortar del �rbol. Tal vez sea demasiado robusto y dif�cil de arrancar en el vendaval, pero no puede resistir el hacha del le�ador.

1. La rama est� cortada por una calamidad externa. Esto es lo que le hab�a pasado a Job. Su prosperidad fue repentinamente arrancada de �l. La familia en la que se hab�a ramificado su vida estaba enamorada; esta rama fue cortada del tallo padre. Lo que m�s amamos, nos alegramos y nos enorgullecemos puede ser eliminado por la mano de la muerte o por alguna desgracia de la vida.

2. El corte de la rama no puede ser un mal absoluto. Puede ser un proceso de poda. El �rbol puede correr hacia la madera en lugar de producir fruta. El mero crecimiento de la riqueza y la prosperidad externa puede estar reemplazando a los frutos con respecto al bien real de la vida. Entonces se debe observar que podar un �rbol no es talarlo. Aunque se corta la rama, se deja el tronco y la vida del �rbol a�n se ver� en un crecimiento nuevo y m�s saludable. No debemos desesperarnos ante un desastre externo. Si la vida de Dios est� en nosotros, sobreviviremos e incluso triunfaremos sobre ella.

3. La condici�n m�s fatal es cuando la muerte de las ra�ces va con el corte de la rama. Si los recursos internos se agotan cuando cae sobre nosotros una calamidad externa, nuestra condici�n es desesperada. Entonces no hay nada a lo que recurrir. La ruina externa solo corona y completa la descomposici�n interna.

CONCLUSI�N. El evangelio de Cristo es tan profundo y de gran alcance como el mal de in. Salva las ra�ces y las ramas, da vida al alma y tambi�n un crecimiento y prosperidad divinos. � W.F.A.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 18". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-18.html. 1897.
 
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