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Bible Commentaries
Job 9

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-35

EXPOSICI�N

Job 9:1

Job, en respuesta a Bildad, admite la verdad de sus argumentos, pero se niega a intentar la justificaci�n que solo puede darle derecho a aceptar el lado favorable de la alternativa de Bildad. El hombre no puede justificarse absolutamente ante Dios. Es en vano intentar hacerlo. El concurso es muy desigual. Por un lado, la sabidur�a perfecta y la fuerza absoluta (vers�culo 4); por el otro, debilidad, imperfecci�n, ignorancia. culpa (vers�culos 17-20). Y ning�n "hombre del d�a" o �rbitro, entre ellos; ning�n tercero para mantener el equilibrio, y presidir con autoridad sobre la controversia, y ver que se haga justicia (vers�culos 33-35). Si no fuera as�, Job no se alejar�a de la controversia; pero �l piensa que es malo discutir con el poder omnipotente. Lo que parece carecer es la convicci�n absoluta expresada por Abraham en las palabras enf�ticas "�No har� bien el juez de toda la tierra?" ( G�nesis 18:25).

Job 9:1, Job 9:2

Y Job respondi� y dijo: S� que es una verdad. "Admito libremente" es; "Todo lo que se ha dicho". Dios no rechazar�a a un hombre perfectamente justo ( Job 8:20); y, por supuesto, castiga a los malhechores. Pero, aplicado pr�cticamente, �cu�l es el resultado? �C�mo debe ser el hombre justo con Dios? o ante Dios? Adem�s de cualquier conocimiento de la doctrina del pecado original o heredado, cada hombre siente, en el fondo de su coraz�n, que es pecador: "un jefe de pecadores". Bradford mira al asesino mientras monta el andamio y dice: "�Pero por la gracia de Dios, ah� va John Bradford!" Job tiene una convicci�n similar, que ante los ojos de Dios, la justicia, tal como es, se reduce a la insignificancia, y es como nada, de ninguna manera se puede confiar. Tal debe ser la actitud ante Dios de cada alma humana que no est� llena de orgullo o completamente insensible y sumida en la apat�a.

Job 9:3

Si va a contender con �l; m�s bien, si �l deseara contender con �l; es decir, si, a pesar de su conocimiento de su propia debilidad y culpa, deber�a estar lo suficientemente enojado como para desear luchar con Dios, entonces encontrar� que no puede responderle una de mil. De los cargos que Dios podr�a presentar en su omnisciencia contra �l, no pudo dar una respuesta satisfactoria a uno de cada mil. No es que Job admita ninguna culpa especial en s� mismo; pero siente que es la condici�n universal de la humanidad. "Todos pecaron de diez mil maneras", y est�n destituidos de la gloria de Dios "( Romanos 3:23).

Job 9:4

Es sabio de coraz�n y poderoso en fuerza. El sentido se fortalece si omitimos "�l es", y hacemos, sabio de coraz�n y poderoso en fuerza, �qui�n se ha endurecido, etc.? La combinaci�n de la sabidur�a perfecta de Dios con la fuerza infinita hace que sea imposible para cualquier hombre luchar con �l. Quien se ha endurecido contra �l; �Y ha prosperado? Job admite plenamente la sabidur�a de todo lo que Elifaz ( Job 4:17) y Bildad ( Job 8:3) han dicho, o insinuado, con respecto a su incapacidad para justificarse por completo. Nadie ha tomado esta l�nea de autojustificaci�n absoluta y ha prosperado.

Job 9:5

Una descripci�n magn�fica del poder y la majestad de Dios, que trasciende cualquier cosa en los Salmos, y comparable a los pasajes m�s grandiosos de Isa�as (ver especialmente Isa�as 40:21; Isa�as 43:15).

Job 9:5

Que quita las monta�as, y no saben; que los derriba en su ira. Los terremotos son comunes en todos los pa�ses adyacentes a Siria y Palestina, y siempre deben haber estado entre las manifestaciones m�s llamativas del poder de Dios. Hay varias alusiones a ellos en los Salmos (Salmo 8:8, Salmo 104:32). e menci�n hist�rica de ellos en N�meros 16:32; 1 Reyes 19:1; Am�s 1:1; Zacar�as 14:4, Zacar�as 14:5; Mateo 24:7. Josefo habla de uno que devast� a Judea en el reinado de Herodes el Grande y destruy� a diez mil personas ('Ant. Jud.,' Mateo 15:5. � 2). Hubo otra en 1181, que se sinti� en todo el Hauran, e hizo un gran da�o. Una convulsi�n a�n m�s violenta ocurri� en 1837, cuando el �rea afectada se extendi� a quinientas millas de norte a sur, y de ochenta a cien millas al este y al oeste. Tiberias y Safed fueron derrocados. La tierra se abri� en varios lugares y volvi� a cerrarse. Se sintieron oscilaciones temerosas. Las aguas termales de Tiber�ades se elevaron a una temperatura que los term�metros ordinarios no pudieron marcar, y la p�rdida de vidas fue considerable. Las frases utilizadas por Job son, por supuesto, po�ticas. Los terremotos no literalmente "eliminan" monta�as, ni las "vuelcan". Producen fisuras, elevaciones, depresiones y similares; pero rara vez alteran mucho las caracter�sticas locales o la configuraci�n general de un distrito.

Job 9:6

Lo que sacude la tierra de su lugar. Esta es una forma de hablar a�n m�s sorprendente; pero comp. Salmo 46:2; Salmo 68:16; Salmo 114:4, Salmo 114:6. Y sus columnas tiemblan. La tierra se concibe, po�ticamente, como un gran edificio, apoyado en pilares (comp. Salmo 75:3), que en un terremoto se sacuden e imparten su movimiento a todo el edificio. La cita de Rosenmuller de S�neca, 'Nat. Quaest., '6: 20� "Fortasse ex aliqua parle terra veluti columnis quibusdam et pills sustinetur, quibus vitiatis et recedentibus tremit pondus impositum", es apropiado.

Job 9:7

Que manda al sol, y no sale. Una idea magn�fica del poder de Dios, y, por supuesto, bastante cierta. Todos los movimientos de la tierra y de los cuerpos celestes son movimientos que Dios causa y que en cualquier momento podr�an suspenderse. El sol solo sale sobre la tierra todos los d�as porque Dios hace que salga. Si alguna vez interfiriera su mano, todo el universo caer�a en confusi�n. Y sella las estrellas. O los cubre con una espesa oscuridad, que sus rayos no pueden penetrar, o los vuelve invisibles. La idea es que Dios, si quiere, puede quitar las estrellas de la vista del hombre, esconderlas y sellarlas.

Job 9:8

Que solo se extiende por los cielos (comp. Salmo 104:2; Isa�as 40:22). Se considera que los cielos se extienden por toda la tierra, como una cortina o un toldo sobre una tienda de campa�a, en todas partes ensombreci�ndolo y promocion�ndolo. Se considera que este "estiramiento" o "extensi�n" es una de las obras m�s poderosas y maravillosas de Creater, y se presenta constantemente en las Escrituras como una evidencia especial de su omnipotencia (ver, adem�s de los pasajes arriba citados, Isa�as 42:5; Isa�as 44:24; Isa�as 45:12; It. 13; Jeremias 10:12). Se agrega a la maravilla que Dios lo hizo todo "solo" o "solo" (comp. Isa�as 44:24). Y trata sobre las olas del mar; literalmente, las alturas del mar; es decir, las olas, que corren a gran altura. Dios planta sus pies sobre estos, para aplastarlos con su poder orgulloso (comp. Salmo 93:5).

Job 9:9

Lo que hace a Arcturus, Ori�n y Pl�yades; literalmente, lo que hace que 'Ash' Kesil 'y Kimah. La representaci�n de la LXX. (? ????? ??????? ??? ??????? ??? ?????????), respaldado, como est�, por la mayor�a de las otras versiones antiguas y por los Targums, ha hecho que el car�cter estelar de estos nombres sea generalmente reconocido; pero el significado exacto de cada t�rmino es, en cierta medida, a�n una cuesti�n de disputa. En general, parece m�s probable que 'Ash' o 'Aish ( Job 38:32) designen "el Gran Oso", llamado por los �rabes Nahsh, mientras que Kesil es el nombre de la constelaci�n de Ori�n, y Kimah de la de las Pl�yades. La palabra 'Ash' significa "una litera", y puede compararse con el griego ????? y nuestro propio "Charles's Wain", ambos nombres dados al Gran Oso, por una semejanza imaginaria de su forma con la de un veh�culo. Kesil significa "un hombre insolente y rico" (Lee); y a menudo se traduce por "tonto" en el Libro de Proverbios 14:16; Proverbios 15:20; Proverbios 19:1; Proverbios 21:20, etc. Parece haber sido un epitheton usitatum de Nimrod, quien, seg�n la tradici�n oriental, hizo la guerra a los dioses y fue atado al cielo por su impiedad, la constelaci�n de all� en adelante llamada "the Giant" (Gibbor) 'o "the insolent' (Kesil), y luego por los griegos" Orion "(comp. Am�s 5:8; e infra. Job 38:31) Kimah, sin duda, designa "las Pl�yades". Ocurre nuevamente, en relaci�n con Kesil, en Job 38:31, y en Am�s 5:8 El significado es probablemente "un mont�n", "un grupo" "(Lee); que tambi�n era la idea griega: ????????, ??? ??????? ????? ???? ???? ????????? '(Eustath;' Comentario. En Hom. II., '18.488); y que tambi�n ha sido expresado de manera inimitable por Tennyson en la l�nea "Como un enjambre de luci�rnagas deslumbrantes enredadas en una trenza plateada". Y las c�maras del sur. Los caldeos llamaron a las constelaciones zodiacales "mansiones del sol" y "de la luna", pero estas no parecen estar aqu� destinado. M�s bien Job tiene en mente esos inmensos espacios del cielo que yacen detr�s de su horizonte sur; hasta d�nde se extiende, �l no sabe. Aunque la circunnavegaci�n de �frica no se realiz� hasta aproximadamente el a�o B.C. 600, sin embargo, no es improbable que haya derivado de los viajeros o comerciantes alg�n conocimiento del hemisferio sur.

Job 9:10

Que hace grandes cosas m�s all� de descubrir; s�, y maravillas sin n�mero. Una repetici�n casi exacta de las palabras de Elifaz en Job 5:9. La repetici�n puede haber sido consciente o inconsciente. Job pudo haber querido decir: "Mi visi�n de Dios abarca todo lo que puedes decirme de �l y va m�s all�". o puede que simplemente haya usado palabras sobre la falta de b�squeda divina que eran comunes en la boca de los hombres religiosos en su tiempo (comp. Salmo 72:18; e infra, Job 11:7).

Job 9:11

He aqu�, �l pasa junto a m� y no lo veo. Tan cerca como Dios est� de nosotros, tan cerca como �l se acerca a nosotros, no podemos verlo directamente, ni sentirlo, ni percibir su presencia. Lo sabemos por fe, podemos sentirlo en nuestro esp�ritu m�s �ntimo; pero no hay manifestaci�n de ello en nuestros sentidos. Una l�nea afilada divide los mundos visibles e invisibles; y esta l�nea, si alguna vez se cruza, rara vez se cruza. Job posiblemente reflexiona sobre la pretensi�n de Elifaz de haber tenido una conciencia f�sica de la visita de un esp�ritu ( Job 4:15, Job 4:16) y afirma, con un tinte de sarcasmo, que es de otra manera con �l: el gusano espiritual lo pasa y no recibe luz, ni iluminaci�n, ni direcci�n milagrosa. �l pasa tambi�n. Elifaz usa el mismo verbo ( Job 4:15) al hablar de su visita espiritual. Pero no lo percibo. Elifaz percibi� la presencia del esp�ritu ( Job 4:15, Job 4:16) y escuch� su voz ( Job 4:16). Job parece significar que no est� tan favorecido.

Job 9:12

He aqu�, �l quita; m�s bien, se apodera de la presa (ver la versi�n revisada). La expresi�n es mucho m�s fuerte que la utilizada en Job 1:21. Job parece estar molesto por el recuerdo de todo lo que ha perdido, y toma un tono ofendido. �Qui�n puede obstaculizarlo? (comp. Isa�as 45:9; Jeremias 18:6; Romanos 19:20). �Qui�n le dir�: �Qu� haces? Tener que ver con un Ser tan irresistible, solo en su poder, ser�a terrible si, aunque absolutamente poderoso, sin control y sin control desde fuera, no fuera absolutamente bueno, y por lo tanto controlado y controlado por una ley desde adentro. Esto, sin embargo, Job, en su estado de �nimo actual, no parece claramente ver.

Job 9:13

Si Dios no retira su ira, los orgullosos ayudantes se inclinan debajo de �l. No hay "si" en el original; y el pasaje se toma mejor categ�ricamente: "Dios no retira su ira"; es decir, la ira que siente contra quienes lo resisten. "Los ayudantes de Rahab se inclinan [o 'se postran'] debajo de �l". Rahab en este pasaje, y tambi�n en Job 26:12, as� como nosotros en Isa�as 51:9, parece usarse como el nombre propio de alg�n gran poder del mal. Tal poder fue reconocido en La mitolog�a de Egipto, bajo los nombres de Set (o Typhon) y de Apophia, la gran serpiente, representada continuamente como perforada por Horus. En los mitos arios anteriores hay una personificaci�n similar del mal en Vitre, llamada Dasiya, "el destructor", y en enemistad perpetua con Indra y Agni. Los babilonios y los asirios ten�an la tradici�n de una gran "guerra en el cielo". llevado por siete esp�ritus, que finalmente fueron reducidos a sujeci�n. Todo esto parece ser una reminiscencia distorsionada de ese gran conflicto, del cual el �nico relato confiable es el que figura en el Apocalipsis de San Juan: "Hubo guerra en el cielo: Miguel y sus �ngeles lucharon contra el drag�n; y el drag�n luch� y sus �ngeles "�los" ayudantes "del presente pasaje�" y no prevalecieron; tampoco se encontr� su lugar en el cielo "( Apocalipsis 12:7, Apocalipsis 12:8). Parece que Job hab�a heredado una de esas tradiciones, una en la que el poder del mal era conocido como Rahab, "el orgulloso"; y quiere decir aqu� que Dios no solo sujeta a los hombres en sujeci�n, sino tambi�n seres mucho m�s poderosos que el hombre, como Rahab y sus ayudantes, que se hab�an rebelado e hicieron la guerra a Dios, y hab�an estado al este desde el cielo, y ahora estaban postrados bajo los pies de Dios

Job 9:14

�Cu�nto menos le responder�? Si �l es el Se�or de la tierra y el cielo, si gobierna el sol y las estrellas, si pisotea el mar, si es impalpable e irresistible, si mantiene el poder maligno y sus ayudantes bajo control, �c�mo deber�a atreverme a �Cont�stale? �C�mo deber�a hacerlo un simple hombre? �Y elegir mis palabras para razonar con �l? Job siente que estar�a demasiado abrumado para elegir sus t�rminos con cuidado, y sin embargo, una palabra descuidada podr�a ser un delito imperdonable.

Job 9:15

A quien, aunque era justo, no responder�a. Incluso la justicia perfecta, en la medida de lo posible en una criatura, no permitir�a a un no estar de pie en controversia con �l que "acusa a sus �ngeles de locura" ( Job 4:18); y, adem�s, a tal justicia Job no pretende (ver Job 7:20, Job 7:21). Pero har�a una s�plica a mi juez; m�s bien, a mi adversario (ver la Versi�n Revisada). La oraci�n es la �nica actitud leg�tima incluso del mejor hombre ante su Hacedor: oraci�n por misericordia, oraci�n por perd�n, oraci�n por gracia, oraci�n por avance en santidad.

Job 9:16

Si hubiera llamado y �l me hubiera respondido. "Es", es decir, "hab�a desafiado a Dios a una controversia, y �l lo hab�a concedido, y me hab�a ordenado defender mi causa en su bar, sin embargo, �no podr�a suponer que realmente me hab�a escuchado y me permitir�a? audazmente pararse ante �l y desafiar libremente sus acciones. Tal condescendencia de su parte, tal abnegaci�n de su supremac�a, es inconcebible, y! no podr�a haber actuado en consecuencia ". Sin embargo, no creo que haya escuchado mi voz; m�s bien, pero no pod�a creerlo. No era que no hubiera deseado, sino que no hubiera podido creer.

Job 9:17

Porque �l me rompe con tempestad. "Dios", es decir, "no es probable que escuche pacientemente mi justificaci�n, y que la pese con calma, cuando ya me est� abrumando con su ira, rompi�ndome y aplast�ndome (comp. G�nesis 3:15, donde se usa la misma palabra ?????) con una tormenta de calamidad ". El sentimiento apenas puede justificarse, ya que respira algo de un esp�ritu contagioso. Pero esto solo muestra que Job a�n no se "perfeccion� a trav�s de los sufrimientos" ( Hebreos 2:10). Y multiplica mis heridas sin causa. Otra afirmaci�n, no de la absoluta inocencia, sino de la inocencia comparativa, de la creencia de que no hab�a hecho nada para merecer un castigo tan terrible como el que est� sufriendo (comp. Job 6:24, Job 6:29).

Job 9:18

No me va a permitir que tome mi aliento. "No me da espacio para respirar", es decir, "no hay tiempo de relajaci�n o refrigerio. Mi existencia es una miseria continua". (comp. Job 7:3, Job 7:13). Pero me llena de amargura; literalmente, con cosas amargas 'o amargura (hebreo, ?????? ??????).

Job 9:19

Si hablo de fuerza, he aqu�, �l es fuerte. A�n as�, la idea es: "�C�mo puedo contender con Dios? Si se trata de una prueba de fuerza, es �l quien es fuerte, no yo; si se trata de una demanda o de pedir justicia, �qui�n me nombrar�? �un d�a?" Y si es de juicio, �qui�n me dar� tiempo para suplicar? (comp. a continuaci�n, Job 9:33).

Job 9:20

Si me justifico, mi propia boca me condenar�. Como no pod�a justificarse por completo. "Todos los hombres han pecado, y est�n destituidos de la gloria de Dios" ( Romanos 3:23). Job ya ha admitido la expresi�n de "palabras imprudentes" ( Job 6:3) y, al menos hipot�ticamente, que "ha pecado" ( Job 7:20) y necesita "perd�n" por su "transgresi�n" ( Job 7:1). Job, si intentaba "justificarse a s� mismo", tendr�a que reconocer tales deficiencias, imperfecciones, tales pecados, en cualquier caso, debilidad, que har�an de su intento de justificaci�n una verdadera auto condena. Si digo que soy perfecto, tambi�n me demostrar� perverso; m�s bien, incluso si fuera perfecto, (es decir, mi boca) me demostrar�a perverso; es decir, suponiendo que fuera realmente perfecto, y tratara de demostrarlo, mi discurso ser�a tan vacilante y confuso, que solo deber�a parecer perverso.

Job 9:21

Aunque era perfecto, no conocer�a mi alma: despreciar�a mi vida. El original es muy el�ptico y muy oscuro. Las palabras corren, yo perfecciono, no me conozco, aborrezco mi vida, lo que algunos explican como significado: "Si yo fuera perfecto, no lo sabr�a yo mismo; desprecio mi vida en tales condiciones" (Stanley Loathes); otros, "soy perfecto" (es decir, inocente de cualquier ofensa simple), "pero no me entiendo y no me importa lo que sea de m�" (Canon Cook); otros otra vez, "�Era perfecto, no deber�a conocerme a m� mismo y, al conocerme a m� mismo, despreciar mi propia vida?" (Profesor Lee). La Septuaginta no nos ayuda, ya que claramente sigue una lectura diferente. Probablemente nuestro texto actual sea corrupto.

Job 9:22

Esta es una cosa; m�s bien, el asunto es uno 'o es todo uno. No hay diferencia, es decir, entre el caso del justo y el imp�o; todos son igualmente pecaminosos a la vista de Dios, todos igualmente "concluidos bajo pecado" ( G�latas 3:22), y todos consecuentemente desagradables al castigo en sus manos (comp. Eclesiast�s 9:2). En cierto sentido, la afirmaci�n es verdadera y corresponde con el argumento de Romanos 1-3 .; pero aqu� no se tiene en cuenta el perd�n misericordioso de Dios por el pecado, y mucho menos el esquema general de redenci�n, o la compensaci�n por los sufrimientos terrenales en una eternidad de felicidad, sobre la cual descansa la esperanza del cristiano. Por eso lo dije; m�s bien, por lo tanto, digo, con la versi�n revisada. �l destruye a los perfectos y a los imp�os. En lo que concierne a este mundo, es indudablemente cierto que las calamidades caen sobre los justos y los injustos. La muerte es la suerte de todos; problemas, sufrimiento, pena, la suerte de todos ( Job 6:7). Ni siquiera se puede decir que los malvados en este mundo sufren m�s que los buenos. Sus sufrimientos son m�s la consecuencia natural de sus acciones, pero no parecen exceder en cantidad o severidad los sufrimientos del bien. Pero esto solo muestra que debe haber una vida futura para corregir la aparente injusticia de la actual y establecer el equilibrio correcto.

Job 9:23

Si el azote mata de repente. Tal "flagelo" como la guerra, la pestilencia o el hambre, probablemente se entiende. Si uno de estos se suelta en una tierra y mata, como siempre mata, indiferentemente lo bueno y lo malo, lo inocente y lo culpable, �cu�l es la actitud de Dios? �Se interpone para salvar a los justos? De ninguna manera. �l mira pasivamente, indiferente. Job incluso va m�s all� y dice, con una audacia que raya en la irreverencia, si ni siquiera sobrepasa la frontera, se reir� ante el juicio de los inocentes. San Jer�nimo dice: "No hay nada m�s duro en todo el libro que esto". Tal vez, puede ser excusado, en parte como ret�rico, en parte como necesario para la plena expansi�n del argumento de Job. Pero es una expresi�n temerosa. (El intento del profesor Lee de explicar todo el pasaje de manera diferente no es exitoso).

Job 9:24

La tierra es entregada en manos de los imp�os. Como una prueba m�s de la indiferencia de Dios hacia los sufrimientos de los inocentes, Job aduce el hecho de que, en los lugares m�s altos de la tierra, en su mayor�a son personas malvadas, que oprimen y persiguen a los justos. Esto probablemente ha sido cierto, en todo el Este, en todo momento. �l cubre los rostros de los jueces de los mismos. Dios cubre los ojos de aquellos que tienen que juzgar entre los opresores y los oprimidos, para que perviertan el juicio y se pongan del lado de los opresores. �l hace esto, ya que permite que se haga. Los jueces corruptos se encuentran entre las maldiciones perennes de Oriente. Si no, �d�nde y qui�n es �l? m�s bien, si no es �l, �qui�n es? (ver la versi�n revisada). Job argumenta que la condici�n establecida de las cosas en la sociedad humana debe atribuirse a Dios, ya que (al menos) �l lo permite. No hay nadie m�s a quien pueda atribuirse.

Job 9:25

Ahora mis d�as son m�s r�pidos que una publicaci�n. La vida se desvanece tan r�pido que antes de comenzar bien, termina. Job lo compara con el paso r�pido del corredor o mensajero entrenado, que llevaba despachos para reyes y otros grandes personajes en los viejos tiempos (ver 2 Cr�nicas 30:6; Ester 3:13; Ester 8:10, Ester 8:14). Her�doto dice de los corredores entrenados empleados por los persas: "Nada mortal viaja tan r�pido como estos mensajeros persas" (Herodes; 8.98). Hay abundante evidencia del empleo de tales personas en el antiguo Egipto. Huyen, no ven nada bueno. A Job le parece que su prosperidad ( Job 1:2) fue solo por un momento. Apenas pod�a mirarlo antes de que desapareciera.

Job 9:26

Se pasan como las naves veloces; literalmente, como las naves de ca�a. La alusi�n es probablemente a los fr�giles vasos de ca�a de los egipcios, de los cuales hablan muchos escritores antiguos (v�ase Theophrastus, 'Hist. Plant.', 4.9; Pithy, 'Hist. Nat.,' 6.56; 13.11; Luean, 'Pharsalis, '4.36, etc.). Eran canoas largas y ligeras, formadas generalmente por la planta de papiro, y propulsadas por una sola paleta o por un poste de perforaci�n. Eran de fondo plano y anchos, como los juegos de palabras, con un tallo y una popa que se elevaban considerablemente por encima del nivel del agua. Isa�as habla de ellos como "vasijas de juncos", en los cuales los "mensajeros r�pidos" fueron enviados por las naciones que poblaban las orillas del Nilo ( Isa�as 18:1, Isa�as 18:2). Los botes del �ufrates descritos por Her�doto (1.194) eran de una construcci�n completamente diferente, y no pueden ser dise�ados aqu�. Consist�an en un armaz�n de madera, que estaba cubierto con pieles, y luego cubierto con bet�n, y se parec�a a los "coracles" galeses. Como el �guila que se apresura a la presa; o, como el �guila que se abalanza sobre la presa (Versi�n revisada). La observaci�n de Job le presenta tres tipos de rapidez: el corredor entrenado sobre la tierra, los barcos veloces sobre las aguas y el �guila hambrienta en el aire. Le parece que su vida pasa tan r�pido como cualquiera de estos.

Job 9:27

Si digo, olvidar� mi queja (comp. Arriba, Job 7:13). Job se representa a s� mismo como a veces, por un momento, imaginando que podr�a dejar a un lado su carga de dolor al no pensar en ello. Lo intenta y se dice a s� mismo: "Lo olvidar�", etc .; pero en vano. Toda la masa de sus sufrimientos parece levantarse contra �l, e incluso hace imposible el olvido moment�neo. Dejar� mi pesadez; o mi aspecto negro. Y confortarme (comp. Job 10:20 y Salmo 39:13, donde el mismo verbo se traduce como "recuperar fuerza").

Job 9:28

Tengo miedo de todas mis penas (ver el comentario en Job 9:27). S� que no me sostendr�s inocente. La peor de todas las penas de Job es la sensaci�n de alienaci�n de Dios, que sus sufrimientos sin precedentes le han causado. Aunque inconsciente de haberlos merecido, �l todav�a, no de manera poco natural, los mira como signos del disgusto de Dios, pruebas de que Dios no lo considera inocente.

Job 9:29

Si soy malvado; m�s bien soy malvado; es decir, ya se me tiene en cuenta, ya estoy condenado. El asaltante de las aflicciones extremas que sufro indican que Dios me ha sentenciado y me ha otorgado mi castigo. �Por qu� entonces trabajo en vano? es decir, �por qu� discutir? �Por qu� tratar de justificarme, ya que no es probable que se produzca ning�n resultado? Nada de lo que pueda decir alterar� la conclusi�n inevitable de Dios.

Job 9:30

Si me lavo con agua de nieve (comp. Salmo 51:7). Si tuviera �xito en purgarme de toda culpa y establecer, en la medida en que las palabras puedan hacerlo, mi inocencia impecable, incluso entonces, �qu� ventaja deber�a obtener? El agua de nieve no limpia realmente lo que est� contaminado mejor que cualquier otra agua, pero una fantas�a viva podr�a suponer que lo haga. Job se entrega a esta fantas�a, pero luego se controla a s� mismo y agrega una alternativa prosaica. Y hacer que mis manos nunca est�n tan limpias; m�s bien, y limpiar mis manos con lej�a. La lej�a, o potasa, es el ingrediente principal y m�s esencial en el jab�n. y el detergente m�s listo y mejor. Si Job se limpia al m�ximo, "�Cortar hueso?" �l pide.

Job 9:31

Sin embargo, me hundir�s en la zanja. Sin embargo, si Dios deshac�a su trabajo con facilidad, mostrar�a que su pureza era impura, su justicia ser�a trapos sucios y, por as� decirlo, lo repondr�a en el lodo y la arcilla de la que hab�a tratado de liberarse, y lo sostendr�a un desgraciado m�s repugnante que nunca. Y mi propia ropa me aborrecer�. Ser�a tan repugnante que sus prendas, manchadas y ensuciadas por su enfermedad, se alejar�an de �l y odiar�an tocarlo.

Job 9:32

Porque �l no es un hombre, como yo, para que le responda; y debemos unirnos en juicio (comp. Job 9:2). Solo en una de las dos condiciones, piensa Job, la competencia podr�a ser incluso entre �l y Dios.

(1) Si Dios, despoj�ndose de todos sus atributos Divinos, se hizo hombre;

(2) si se puede encontrar alg�n tercero, alg�n �rbitro o �rbitro, para presidir el concurso y decidirlo.

Ninguna condici�n, sin embargo, era (pens�) posible; y, por lo tanto, no podr�a tener lugar un juicio satisfactorio. Los comentaristas recientes observan que el esquema cristiano, que Job no pod�a anticipar, proporciona un cumplimiento casi literal de ambas condiciones, ya que el Dios que nos juzgar� es "verdadero hombre" y tambi�n es un mediador o "hombre de los tercios". entre nosotros y el Padre ofendido, con autoridad para tomar la decisi�n final, 'el Padre cometi� todo juicio al Hijo "( Juan 5:22) y" le dio autoridad para ejecutar el juicio tambi�n " raz�n por la cual �l es "el Hijo del hombre" ( Juan 5:27).

Job 9:33

Tampoco hay ning�n hombre de d�a entre nosotros; literalmente, "juez" o �rbitro llamado "jornalero", ya que �l designa el d�a en que se iniciar� el arbitraje. La LXX representa por ???????, "mediador". Eso podr�a poner su mano sobre nosotros, bosh. Moderado entre nosotros, eso es; mantennos a ambos en la mejilla; afirmar una autoridad a la que ambos debemos someternos.

Job 9:34

Deja que me quite su vara; m�s bien, qui�n quitar�a su vara de m�. Job significa que ser�a parte del deber del "hombre del d�a" ver que la vara de Dios fue quitada de �l antes de que se le pidiera que suplicara, para que no pudiera trabajar bajo una desventaja tan erguida como sus sufrimientos lo colocar�an. debajo. Y que su miedo no me aterrorice; o, y no sufrir�a su miedo para aterrorizarme; es decir, no permitir�a que Job sea puesto en desventaja, ya sea por dolor o por miedo, ya sea por sufrimiento real o futuro.

Job 9:35

Entonces hablar�a y no le tendr�a miedo. Job ha imaginado condiciones que son imposibles; y dice que, bajo las circunstancias que ha imaginado, no temer�a justificarse ante Dios. La afirmaci�n es demasiado atrevida y, como dice Schultens, muestra que el patriarca ya no es due�o de s� mismo, sino que se deja llevar por la fuerza del sentimiento sobrecargado. Pero no es as� conmigo; es decir, "no estoy en condiciones de ingresar mi justificaci�n". Me pesan mis sufrimientos y tambi�n mis miedos. Por lo tanto, rechazo el concurso.

HOMIL�TICA

Job 9:1

Trabajo para Bildad: 1. La teolog�a de Bildad fue refutada.

I. UNA CONCESI�N IR�NICA. "S� que es una verdad". La doctrina propuesta por Bildad ( Job 8:3), que en los tratos de Dios con la humanidad, tal cosa como una perversi�n o un error judicial era imposible, Job en cierto sentido lo permite. Considerado en abstracto, el sentimiento era uno que Job admiti� alegremente. Seg�n lo expuesto por Bildad, que el gobierno divino del mundo era uno de justicia retributiva visible, expresamente impugn� su verdad. Sin embargo, para exponer su car�cter falaz y demostrar su inutilidad, est� dispuesto a proceder asumiendo su verdad.

II UNA INTERROGACI�N PERTINENTE "�C�mo debe el hombre [literalmente, 'hombre fr�gil y perecedero'] ser justo", es decir, mantener su justicia, establecer su inocencia "con Dios?" Suponiendo, en aras de la discusi�n, que tal v�ctima pose�a la convicci�n interna e inerradicable de que era inocente (es decir, libre de transgresiones notorias): �por qu� proceso podr�a reivindicar su integridad personal para arrestar la mano punitiva del Todopoderoso? Por nada que estar�a aprovechando, Job procede a mostrar. En un sentido m�s profundo que el empleado aqu�, la cuesti�n del patriarca posee un significado trascendental para el hombre. �C�mo el hombre, el fr�gil, pecador y perecedero, establecer� su justicia ante Dios? Al igual que en el caso de Job, en todos los hombres, el intento de hacerlo es una imaginaci�n descabellada, y solo puede resultar en un fracaso. Sin embargo, no debido a la imposibilidad de establecer lo que realmente existe, como lo ve Job, sino porque , la justicia, no est� all� para ser mantenida; todo el mundo est� en conciencia interna, as� como en hechos externos, culpables ante Dios.

III. Una suposici�n extraordinaria. "Si va a contender con �l"; es decir, si el individuo procesado por la divina providencia deber�a proponerse enjuiciar la equidad divina, e incluso comprometerse a demostrar su propia inocencia; o, como otros interpretan los pronombres, si Dios estuviera dispuesto a entrar en controversia con �l, es decir, el hombre d�bil e imperfecto. Seg�n la explicaci�n anterior, el lenguaje sugiere presunci�n pecaminosa; seg�n este �ltimo, de graciosa condescendencia; seg�n cualquiera de los dos, el tema de debate no es la cuesti�n de la pecaminosidad del hombre en general, sino la culpabilidad del hombre con respecto a delitos particulares.

IV. UNA CONTENCI�N SIN ESPERANZA. Por dos motivos, Job protesta porque cualquier litigio con el Todopoderoso en cuanto a la inocencia del hombre de las transgresiones individuales (mucho m�s, por lo tanto, en cuanto a la cuesti�n de la condici�n pecaminosa del hombre) ser�a in�til.

1. La ignorancia y la fragilidad del hombre lo descalificar�an de responder a las acusaciones de Dios. Infinito en sutileza e infinito en sucesi�n, las acusaciones de que tal asaltante podr�a ser presentado contra �l simplemente lo confundir�an y lo paralizar�an. Dominado por el terror ante la inefable majestad de su oponente Divino, perder�a por completo el control de sus pobres facultades, como eran, y ser�a completamente incapaz de repeler tanto como una carga en mil, incluso si todos fueran falsos (verso 3; cf. Salmo 130:3).

2. La sabidur�a y la fuerza de Dios har�an imposible que cualquiera que se involucre en tal empresa escape ileso. "Sabio de coraz�n y poderoso de fuerza, �qui�n lo desafi� y tuvo �xito?" (vers�culo 4) La sabidur�a del Todopoderoso, que le permite buscar el coraz�n ( 1 Cr�nicas 28:9; Salmo 7:9), comprender los pensamientos (Salmo 139:2), conocer los trabajos ( Job 34:25), para considerar las formas ( Job 34:21), de los hombres; y el poder del Omnisciente, que asegura que su consejo se mantendr� ( Isa�as 46:10) y su prop�sito se cumplir� ( Job 23:13, Job 23:14), presente claramente una combinaci�n ( Job 36:5; Job 37:23; Daniel 2:20), contra la cual no solo es innecesaria, sino que debe ser siempre ruinosa, para siempre esforzarse.

Aprender

1. Se convierte en buenos hombres reconocer y confiar en la justicia de Dios.

2. Mientras las ideas del hombre superior usan la santidad y la equidad de Dios, m�s bajas caen sus pensamientos sobre su propia impureza e iniquidad.

3. Como no puede haber injusticia con Dios, tampoco puede haber justicia con el hombre.

4. Aunque es in�til luchar con Dios en una discusi�n, no es as� luchar con �l en oraci�n.

5. La mejor actitud para que un hombre fr�gil y pecaminoso asuma ante Dios es la auto-humillaci�n y la penitencia.

6. La ignorancia y la debilidad del hombre no son rival para la sabidur�a y el poder de Dios.

7. La sabidur�a y el poder de Dios, para beneficio del hombre, han sido depositados en Cristo, quien es el Poder y la Sabidur�a de Dios.

Job 9:1

Un bosquejo del evangelio.

I. UNA VERDAD SUBLIMA. No hay injusticia con Dios ( Job 9:1), ya sea en:

1. Permitir el pecado. (Salmo 92:5.)

2. Hombre afligido. ( Deuteronomio 8:5.)

3. Salvar al penitente. ( Romanos 3:26; 1 Juan 1:9.)

4. Castigar a los malvados. (Rom 3: 5; 2 Tesalonicenses 1:6.)

II Un hecho melanc�lico. Es imposible para el hombre establecer su justicia ante Dios ( Job 9:2), siendo su culpabilidad:

1. Declarado por la Escritura. (Salmo 143:2; Proverbios 20:9; Eclesiast�s 7:20; Isa�as 53:6; Romanos 3:19, Romanos 3:23.)

2. Atestiguado por la conciencia. ( Romanos 2:15.)

3. Confirmado por la experiencia. (Salmo 58:3; Efesios 4:17, Efesios 4:18; Santiago 3:2.)

III. UN DESCUBRIMIENTO HUMILIZANTE. Ese hombre es totalmente incapaz de responder las acusaciones de Dios contra �l ( Job 9:3), con respecto a:

(1) sus n�meros, los pecados del hombre son tan numerosos como los cabellos de su cabeza (Salmo 40:12); o

(2) su car�cter, siendo infinitamente atroz a la vista de Dios ( Proverbios 15:9; Isa�as 43:24; Jeremias 44:4); o

(3) su prueba, la evidencia en apoyo de los cargos de Dios es clara y abrumadora ( G�nesis 18:21; Jeremias 17:10).

IV. UN EVANGEL ANIMADOR. Esa salvaci�n se puede encontrar cediendo a Dios ( Job 9:4).

1. Nada m�s que da�o puede surgir de desafiar y oponerse a Dios ( Isa�as 27:4).

2. Cierta salvaci�n surge de la humilde sumisi�n a Dios ( Job 33:27; Salmo 76:9; Isa�as 27:5).

Job 9:5

Job a Bildad: 2. La majestad de Dios representada.

I. EN FEN�MENOS TERRESTRES.

1. Volcando monta�as. "Lo que quita", es decir, desarraiga o derriba "las monta�as, y no lo saben: lo que las derriba en su ira" (vers�culo 5). Cualquiera que sea la alusi�n que se pretenda, ya sea por las convulsiones de la naturaleza que ocurrieron en el Diluvio, o por aquellas generalmente asociadas con los terremotos, el lenguaje sugiere lo absoluto del control de Dios sobre la naturaleza, y en particular:

(1) La grandeza de su poder, que, al poder desarraigar y derrocar colinas poderosas a trav�s de su fuerza resistente, debe ser competente para realizar las obras m�s estupendas; de hecho, debe ser una agencia para la que no puede haber imposibilidades. El �nico poder que se le parece en la tierra es el de la fe (Marco 9:23), a la que tambi�n se le atribuye la capacidad de eliminar monta�as (Marco 11:23).

(2) La brusquedad de su poder, las monta�as se representan como volcadas inesperadamente, en un momento, "sin su conocimiento", lo que de nuevo refleja la inmensidad de ese poder que puede efectuar una haza�a tan gigantesca sin esfuerzo y sin trabajo, por lo que f�cil y naturalmente ("Toca las colinas, y fuman Salmo 104:32) que se hace instant�neamente.

(3) La ferocidad de su poder, especialmente cuando se presenta en juicio, representando el desarraigo de las monta�as como una terrible manifestaci�n de la ira del Todopoderoso, sobre la cual las colinas volcadas parecen decir: "�Qui�n puede resistir su indignaci�n? ? y qui�n puede soportar la ferocidad de su ira? su furia se derrama como fuego, y �l arroja las rocas "( Nah�m 1:6; cf. Habacuc 3:6) .

2. Convulsionando la tierra. "Lo que sacude la tierra de su lugar, y los pilares", es decir, los cimientos internos, "tiemblan" (vers�culo 6). Nada es m�s estable que el globo s�lido (Salmo 119:90). Su establecimiento original fue un testigo sublime del poder y la sabidur�a de su Creador ( 1 Samuel 2:8; Salmo 24:1, Salmo 24:2; Salmo 136:6; Jeremias 51:15). Sin embargo, por las fuerzas misteriosas atesoradas en sus retiros oscuros, el Todopoderoso puede hacerlo temblar como si fuera a disolverse (Salmo 104:32; Salmo 114:7), como lo hizo en el Sina� ( �xodo 19:18; Salmo 68:8), y como una vez m�s lo har� al final de los tiempos ( Hebreos 1:10; 2 Pedro 3:10 ) El temblor de la tierra es un emblema de los juicios divinos ( Isa�as 13:13).

II EN LAS MARAVILLAS DEL CIELO.

1. Oscureciendo el sol. "Quien manda al sol, y se levanta [o 'no brilla']" (vers�culo 7). Aludiendo a los oscurecimientos naturales y sobrenaturales de la luz solar, de los primeros de los cuales los eclipses ordinarios pueden tomarse como ilustraciones, mientras que la oscuridad egipcia constituir� una muestra de los �ltimos.

(1) El sol es el objeto m�s resplandeciente del cielo. Aqu� el estilo Cherem, probablemente por su aspecto brillante (Delitzsch), o quiz�s por sus propiedades calor�ficas (Gesenius). Como tal, es un testigo silencioso del gran poder de Dios ( G�nesis 1:16; Salmo 74:16; Salmo 136:7, Salmo 136:8; Jeremias 31:35).

(2) El sol es siempre obediente a la voluntad de su Creador. No hay parte del universo de Dios que no est� bajo la ley. Los soles m�s grandes, as� como los �tomos m�s peque�os, reconocen continuamente su autoridad. El orbe del d�a es igualmente obediente en el levantamiento y en la configuraci�n ( Eclesiast�s 1:5). Como tal, es un maestro elocuente de obediencia al hombre (Salmo 148:8).

(3) El sol nunca se cansa de su ben�fica misi�n de brillar. Y siempre brilla, excepto cuando se le ordena no. Como tal, es un predicador de diligencia para el cristiano, a quien se le ordena dejar que brille su luz ( Mateo 5:16).

(4) Cuando el sol se oscurece o se le ordena que no brille, es en juicio sobre los pecados del hombre ( Joel 2:31; Ames 8: 9; Lucas 21:25; Hechos 2:20), como durante la oscuridad egipcia ( �xodo 10:22) y en el momento de la crucifixi�n ( Mateo 27:45). El sol oscuro es un emblema impresionante e instructivo de los juicios que Dios env�a sobre los hombres y las naciones que no valoran ni mejoran la luz de la verdad y la salvaci�n que poseen.

2. Ocultando las estrellas. "Y sella las estrellas" (vers�culo 7). Las estrellas tambi�n son criaturas de Dios ( G�nesis 1:16), y como tales son obedientes a su control. La gran cantidad, las inmensas magnitudes y las incre�bles velocidades de los cuerpos celestes, tal como se desarrollaron en la astronom�a moderna, nos imparten concepciones m�s elevadas del poder de los Creatof que las que pose�an los devotos hebreos. La sabidur�a divina tambi�n se muestra significativamente en la regularidad de sus movimientos, lo que asegura que nunca dejan de nadar en el mar azul del firmamento celestial cuando la luz del d�a se ha ido. Sin embargo, la facilidad con la que se puede extinguir el esplendor del cielo de medianoche, al verter sobre �l el brillo del d�a, o rodearlo con la espesa penumbra de las nubes, no es menos sorprendente como una muestra visible de la sabidur�a y el poder todopoderoso, y uno que debe haberle parecido a un oriental, mirando hacia un cielo sirio, infinitamente m�s solemne que a un occidental, que solo ve las estrellas brillando con un brillo m�s tenue.

3. Bajando las nubes. "Que solo esparce los cielos" (vers�culo 8). La referencia probablemente no sea a la creaci�n original del firmamento ( G�nesis 1:6), sino al descenso visible de las nubes de tormenta sobre el mar (Salmo 18:9). El poeta representa los sorprendentes fen�menos de la tierra de las nubes como otra exhibici�n de todopoderoso poder. El cient�fico moderno imagina que, cuando predijo el advenimiento y midi� la velocidad de la tempestad, elimin� efectivamente la noci�n de sobrenaturalismo del poeta hebreo en relaci�n con las maravillas del cielo. Pero las leyes por las cuales las nubes de tormenta se acumulan y defraudan, se arrastran y finalmente se dispersan, no han sido desarrolladas espont�neamente, o inherentemente pose�das, sino impuestas externamente por �l, cuya fuerza est� en las nubes (Salmo 68:34), que los emplea como su carro (Salmo 104:3), y que cuando quiere los dibuja sobre la faz del cielo (Salmo 147:8).

4. Caminando sobre las olas. "Y trata sobre las olas [literalmente, 'las alturas'] del mar" (vers�culo 8); es decir, sobre las feroces olas monta�osas. Las dos cl�usulas son descriptivas de una tormenta en el mar, en la que el mar y el cielo parecen mezclarse (Salmo 107:25, Salmo 107:26). Como el viento, tambi�n el agua; como el cielo, tambi�n el mar; como la nube, as� la ola, reconoce la autoridad de Dios. El poder Divino generalmente se exhibe como calmando las olas problem�ticas (Salmo 65:7; Salmo 89:9, Salmo 89:13). Aqu� se describe a Jehov� como una tempestad excitante, derribando sus nubes, enviando sus huracanes, elevando las aguas tranquilas en gigantescas olas, azotando el mar tranquilo en una conmoci�n salvaje y tumultuosa, y luego avanzando en una soberan�a sublime en medio del hurac�n que tiene producido, caminando con calma sobre las alturas de la cresta del oc�ano, haciendo que su voz se escuche por encima del rugido m�s fuerte de la tormenta, y al final diciendo: "�Paz, c�llate!" As� que Cristo camin� visiblemente sobre el mar de Galilea ( Mateo 14:26). Otra imagen de la soberan�a de Dios sobre la creaci�n, otra lecci�n de la capacidad de Dios para ser la confianza de aquellos que est�n lejos en el mar (Salmo 65:8).

III. EN LA CREACI�N DEL MUNDO ESTELAR.

1. Las constelaciones del hemisferio norte. "Lo que hace que Arcturus, Ori�n y las Pl�yades [literalmente, 'quien hizo']".

(1) �ceniza; identificado con la Osa Mayor, el Wain, el Oso, una constelaci�n extremadamente brillante en el cielo del norte, el t�rmino hebreo significa (seg�n algunos) "el Vigilante nocturno" debido a que nunca se establece (Schultens), o tal vez con mayor probabilidad de ser contratado de una ra�z �rabe n'ash, que significa "f�retro", las tres estrellas en la cola se denominan "Hijas del F�retro" (Gesenius); cf. Job 38:32.

(2) Chesil; literalmente, "tonto", considerado por los asirios como el famoso cazador Nimrod, dise�ado por los �rabes "el h�roe" y por los caldeos, "el gigante"; com�nmente se le permite ser la espl�ndida constelaci�n de Ori�n, que "se erige como un gran gigante en los cielos al sur de Tauro y G�minis" (Carey).

(3) Chimah; literalmente, "mont�n"; el conocido c�mulo de estrellas llamado "las Pl�yades", un grupo brillante comparado por los poetas persas con un ramo formado por joyas (Delitzsch).

2. Las constelaciones del hemisferio sur. "Y las c�maras del sur;" es decir, las regiones del cielo del sur, que est�n completamente ocultas a la vista para nosotros, y solo ocasionalmente descubiertas por los espectadores �rabes.

IV. EN EL GOBIERNO PROVIDENCIAL DEL UNIVERSO. El sentimiento de Job 38:10, que casi literalmente repite la expresi�n de Elifaz ( Job 5:10), puede verse como una descripci�n general del poderoso poder de Dios en la defensa, as� como creando, la tela estupenda que ha convocado para ser. Considerado en esta luz, describe las operaciones de la energ�a Divina como:

1. Genial �l "hace grandes cosas" ( Job 38:10). Todo lo que Dios hace (en la creaci�n y en la providencia) puede caracterizarse como grandioso (Salmo 92:5; Salmo 111:2), como la producci�n de poder infinito. La distinci�n entre grande y peque�o, cuando se aplica a los actos divinos, existe solo en la comprensi�n humana. La creaci�n de un sistema solar es tan f�cil para la omnipotencia como la construcci�n de un �tomo, y la formaci�n de este �ltimo depende tanto del poder divino como la producci�n del primero.

2. Maravilloso "Hace cosas maravillosas". La sabidur�a que se muestra en las obras Divinas es evidente para todo observador inteligente (Salmo 104:24). Las maravillas de la creaci�n est�n totalmente igualadas por las maravillas de la providencia. La formaci�n de un cristal, la estructura de una flor, la organizaci�n de un animal, son ejemplos de lo primero; el diluvio, el �xodo de Egipto, el exilio babil�nico, la encarnaci�n y la muerte de Cristo, ilustraciones de este �ltimo.

3. Insostenible. �l hace cosas "m�s all� de descubrir". Al igual que la ciencia moderna ha descubierto los secretos de la Naturaleza, hay vastos reinos que se encuentran inexplorados a su alrededor y m�s all� de ella, en algunos de los cuales es dudoso que alguna vez pueda penetrar. Sus resultados comprobados tambi�n hacen probable que haya obras de Dios en las que no pueda hundir la ca�da de su comprensi�n finita; como p. la naturaleza de la electricidad y el magnetismo, el misterio de la vida en todas sus formas y gradaciones, el modo en que la materia y la mente act�an y reaccionan entre s�.

4. Numerosos �l hace "maravillas sin n�mero". La variedad exquisita y el n�mero aparentemente ilimitado de las obras de Dios son testimonios impresionantes del poder infinito y la sabidur�a incomparable del Creador.

Aprender:

1. No hay Dios como el Dios del cristiano ( �xodo 15:11; Deuteronomio 33:26).

2. Nada puede trascender el poder de Dios ( G�nesis 18:14; Jeremias 32:17).

3. Dios es infinitamente digno de la reverencia, la confianza, el afecto y la obediencia de sus criaturas inteligentes (Salmo 89:7; Apocalipsis 4:11).

4. No puede ser peligroso resistir la voluntad de Dios ( Nah�m 1:6; Isa�as 40:24; Hebreos 12:29).

5. "Si Dios es para nosotros, �qui�n puede estar en contra de nosotros?" (Salmo 27:1; Romanos 8:31).

Job 9:11

Job a Bildad: 3. Creador y criatura en conflicto.

I. EL ASESINO DIVINO.

1. Sus movimientos misteriosos. "�Mira! �l pasa junto a m�, y yo no lo veo: �l tambi�n pasa, pero yo no lo percibo" (vers�culo 11). El lenguaje, recordando la descripci�n de Elifaz del espectro oscuro ( Job 4:15), reconoce:

(1) La personalidad de Dios. El Ser Divino no es una abstracci�n impalpable o una fuerza muerta no inteligente, sino una Inteligencia viva, pensante y consciente de s� misma. Tal Deidad es tanto una necesidad de raz�n como un postulado de revelaci�n.

(2) La actividad de Dios. Sin confundir al Creador y a la criatura como lo hace el pante�smo moderno, pero siempre manteniendo una separaci�n entre el Todopoderoso Art�fice del universo y sus obras, la teolog�a b�blica (tanto hebrea como cristiana) tambi�n tiene cuidado de evitar el error del de�smo, que, aunque cree en una Deidad, lo aleja de su creaci�n, lo separa en un aislamiento fr�o y escalofriante, en medio de los radiantes esplendores de una perfecci�n metaf�sica y, en particular, la interposici�n entre �l y el reino de esta esfera sublunar, un abismo infranqueable por cualquiera de ellos o hombre Contrariamente a esto, el te�smo de las Escrituras concibe a Dios como una Inteligencia omnipotente, omnisciente y omnipresente, que supervisa continuamente el universo que ha creado, como siempre presente y siempre activo en todas las partes y lugares de su dominio (Salmo 130: 1-10; Jeremias 23:23, Jeremias 23:24; Efesios 1:23; Juan 5:17).

(3) La cercan�a de Dios. En un sentido que es muy real, Dios nunca est� lejos de ninguno de nosotros ( Hechos 17:27). Detr�s del velo que oculta las Eternidades invisibles de la visi�n mortal, �l se sienta continuamente, contemplando todo lo que sucede en la tierra; viendo todas las cosas y todas las personas, pero siempre permaneciendo invisible. El Dios acosador del salmista hebreo (Salmo 139:5) es el Dios de todos los hombres. Si se levantara el velo, se ver�a de inmediato que Dios siempre est� cerca. A veces se levanta; como p. a Abraham ( G�nesis 15:1), a Agar ( G�nesis 16:13), a Jacob ( G�nesis 28:13). Y a veces se eleva al alma cuando permanece cerrada al ojo corporal. La cercan�a de Dios al hombre recibi� su m�s alta y verdadera expresi�n cuando la Palabra Eterna se encarn� y habit� entre nosotros.

(4) La invisibilidad de Dios. Absolutamente, es decir, en su esencia no creada, la Deidad suprema siempre debe permanecer invisible e incomprensible para el hombre ( Job 23:8; Juan 1:18; Juan 6:46; 1 Timoteo 6:16; 1 Juan 4:12), si no tambi�n por todos los seres finitos ( Job 11:7; Job 37:23; Isa�as 14:15). Relativamente, se puede decir que es visible cuando el esp�ritu puede reconocer el funcionamiento de su dedo todopoderoso, e invisible cuando ese trabajo o la raz�n de ello est� oculta. Job se queja de que, si bien puede aprehender claramente a Dios para que pase por �l en los eventos de la providencia y los fen�menos de su experiencia individual, es bastante incapaz de discernir a Dios mismo, es decir, comprender el modo o el prop�sito de sus movimientos misteriosos (cf. Job 11:7; Job 37:5, Job 37:23; Salmo 77:19; Nah�m 1:3; Mateo 11:25).

2. Su poder sin resistencia.

(1) Invencible. "He aqu�, �l se lleva [o" ataca "], �qui�n puede obstaculizarlo [o" qui�n lo repeler� "]? (vers�culo 12). Imposible que el alma humana no se sienta dominada por una sensaci�n de debilidad y absoluta indefensi�n cuando Dios, por la mano de la providencia o por el golpe interno de su Esp�ritu, colisiona con ella. Sin embargo, es una mitigaci�n para la angustia del alma, cuando es capaz de reconocer que la mano que la golpea es realmente de Dios ( 1 Samuel 3:18; Salmo 39:9).

(2) Imposible. �Qui�n le dir�: �Qu� haces? (vers�culo 12). La soberan�a de Dios en la eliminaci�n, as� como en el otorgamiento de las comodidades, tales como posesiones, ni�os, etc. est� tan claramente demostrado por la experiencia como se afirma enf�ticamente en las Escrituras; y deber�a ser tan alegremente admitido por todos como lo fue por Job ( Job 1:21; Job 2:10) y por Nabucodonosor ( Daniel 4:35) la soberan�a de Dios, sin embargo, no significa un mero comportamiento arbitrario e imperioso. Cuando Dios se retira (como tambi�n cuando da), no solo hace lo que tiene el derecho perfecto de hacer, sino que las razones presentes para hacerlo son tales que no pueden ser impugnadas. El poder de Dios siempre act�a para lo mejor, aliado con la sabidur�a infinita; solo Dios explica sus motivos a las criaturas; pero los santos siempre est�n satisfechos de que �l hace todo bien.

(3) Implacable. "Eloah no refrena su ira" (vers�culo 13); es decir, nunca lo recuerda, nunca lo retiene o lo devuelve hasta que haya cumplido su prop�sito; pero permite, como una marea alta o un hurac�n arrasador, llevar todo delante de �l, de modo que "los orgullosos ayudantes" (literalmente, "los ayudantes de Rahab", es decir, "los ayudantes del orgullo", lo que significa probablemente combinaciones de rebeldes orgullosos , como los antediluvianos, o "asociados del orgulloso", es decir, el diablo, o tal vez simplemente hombres malvados que, inspirados por el orgullo, piensan interponerse entre el Todopoderoso y los objetos de su disgusto, tales como las personas que se describen en Salmo 73:6; pero vide Exposici�n) "agacharse debajo de �l". Las combinaciones y confederaciones m�s poderosas de hombres malvados y demonios son completamente impotentes contra Dios (Salmo 2:1; Salmo 83:5, Salmo 83:8; Jud Salmo 1:6). Su fuente, orgullo (Salmo 10:2 Salmo 10:4); su prop�sito, oposici�n a Dios (Salmo 12:3, Salmo 12:4); su final, destrucci�n (Salmo 18:27; Proverbios 17:19; Isa�as 2:11; Isa�as 13:11).

3. Sus cargos incontestables.

(1) Debido a la debilidad del hombre. "�Cu�nto menos le responder� y elegir� mis palabras para razonar con �l?" (vers�culo 14). Una bendita idea de que al hombre se le permite razonar con Dios ( Isa�as 1:16; Isa�as 43:26), si no se trata de su inocencia, al menos de su perd�n y salvaci�n. Las personas que se benefician de dicho permiso deben estudiar para encontrar el lenguaje apropiado para exponer su caso. Las palabras bien elegidas, si se requieren para dirigirse al hombre ( Eclesiast�s 12:10), son mucho m�s indispensables para luchar con Dios. Sin embargo, aquellos que se ponen de pie para suplicarle a Dios deben estar profundamente impresionados con un sentido de su propia indignidad e insuficiencia ( G�nesis 32:10; Isa�as 6:5), y en consecuencia deben vestirse de humildad ( 2 Samuel 7:18).

(2) Por la grandeza de Dios. "A quien, aunque fuera justo, no responder�a, pero s� suplicar�a a mi juez" (vers�culo 15). Un vistazo a la mejor naturaleza de Job. Aunque repudia las calumnias de sus amigos, y a veces defiende su propia inocencia con un lenguaje que indica un acercamiento al menos a la presunci�n de justicia propia, aqu� parece abrumado con un sentido de la majestad divina que lo deja postrado en silencio y abatido. delante de �l Note la relaci�n solemne en la que Dios se encuentra con todos los hombres: la del juez; el car�cter que los mejores hombres tienen a su vista: injusto; la convocatoria que alg�n d�a se dirigir� a todos: para presentarse y responder por sus pecados; la actitud que todos los hombres deben tomar hacia Dios en vista de ese evento: la actitud de s�plica.

II EL QUEJANTE HUMANO

1. Desconfiar de la condescendencia divina. Poniendo el caso de que hab�a convocado a Dios ante el tribunal, y que Dios hab�a aparecido, Job parece concebir que un Ser tan infinitamente exaltado como para no escuchar la queja de un mortal fr�gil, o, si lo hizo por un momento, lo har�a. Inmediatamente se interrumpe en la impaciencia y se niega a escuchar m�s (vers�culo 16). Una tergiversaci�n total del car�cter Divino, contradicho por las descripciones de Dios de s� mismo ( Isa�as 57:15, Isa�as 57:16; Salmo 91:15), y por la experiencia de los santos de su gracia (Salmo 34:6; Salmo 40:17; Salmo 86:13).

2. Acusando a la bondad divina. Describiendo el trato que encontrar�a en las manos de Dios, Job insin�a que ser�a lo contrario; que Dios lo romper�a con una tempestad "," multiplicar�a sus heridas sin causa "," no permitir�a que respirara "," llenarlo de amargura "(vers�culos 17, 18). De hecho, las palabras presentar un relato literal de los sufrimientos de Job y el aspecto en el que comenzaban a verse a s� mismo. Consciente de que sus calamidades no ten�an causa en lo que respecta a la maldad de su parte, lo que Dios tambi�n testific� ( Job 2:3), e incapaz de discernir el prop�sito secreto por el cual estaba siendo sometido a torturas tan insoportables, solo puede recurrir a la hip�tesis de que Dios se ha convertido en su enemigo. La fe lo habr�a mantenido en lo cierto, pero la fe de Job, aunque no extinguido, en este momento sufr�a un eclipse. El sentido y la raz�n siempre malinterpretan a Dios. Dios nunca trata al santo o al pecador como Job lo describe, sin rumbo o malicioso, sino siempre con amor tierno y para los fines m�s elevados ( Hebreos 12:6, Hebreos 12:10).

3. Desafiando la equidad divina. Pr�cticamente representa a Dios como sofocando el intento de la criatura de mantener su integridad al dominarlo con la deslumbrante magnificencia de su Divinidad; corriendo como si fuera a la corte abierta de justicia y gritando al apenado desconcertado pobre, "�Es una cuesti�n de fuerza? Aqu� estoy yo. �Es una cuesti�n de derecho? �Qui�n me desafiar�?" (vers�culo 19). Pero esto, nuevamente, era una visi�n distorsionada del car�cter Divino. Dios no tiene por qu� temer ninguna investigaci�n sobre su conducta, y tan poco como aprehender que un hombre insignificante pueda curarlo, es su sabidur�a infinita o su poder todopoderoso.

4. Desesperaci�n de la aceptaci�n divina. Tan desesperado le parece a Job la competencia entre una pobre criatura que sufre como �l y un Ser de majestad infinita como Dios, que confiesa la imposibilidad terrible de poder establecer su inocencia ante el tribunal de los cielos. La gloria insufrible de Dios lo confundir�a y lo aturdir�a tanto que incluso si fuera inocente, su propia boca lo condenar�a; si �l fuera inocente, lo traicionar�a (vers�culo 20); es decir, �l, por puro terror y asombro ( 1 Pedro 3:6), tropezar�a con su propia condena y, consciente de su integridad, a�n se confesar�a culpable. Lo que Job afirma aqu� con respecto a su integridad o libertad de tal transgresi�n que Elifaz y Bildad acusaron contra �l es ciertamente correcto en el caso de todos los que se atrever�an a mantener su pureza moral ante los ojos de Dios. La clara revelaci�n de la majestad y la santidad de Dios impartida al alma despierta, cuando parece estar cara a cara con Dios, hace que sea dif�cil para el hombre defender su impecabilidad. Si lo intentara, solo se aturdir�a y se condenar�a a s� mismo. No, no debe conocer su propia alma (vers�culo 21), sino solo demostrar su ignorancia de s� mismo (cf. 1 Juan 1:8).

Aprender:

1. Es imposible entretener una concepci�n demasiado elevada del Dios grande y santo con quien tenemos que ver.

2. Es muy posible, incluso para el mejor de los hombres, malinterpretar los tratos de Dios con el alma y considerarlo como un adversario que es realmente un amigo.

3. Es bueno recordar, en cada aparici�n de conflicto entre el Creador y la criatura, que todo lo correcto est� del lado de la primera.

4. Mientras los santos m�s cercanos avanzan hacia la perfecci�n, m�s listos est�n para reconocer su imperfecci�n.

5. Un esp�ritu humilde y humillado ante Dios es bastante compatible con el mantenimiento de la falta de culpa ante los hombres.

Job 9:21-18

Job a Bildad: 4. Los gritos de un alma desesperada.

I. MANTENER SU INOCENCIA.

1. Atestiguado por su conciencia. "Aunque yo era perfecto"; o mejor, "soy inocente" (vers�culo 21). Antes de que Dios Job no pretendiera ser absolutamente inmaculado, sino simplemente estar libre de las transgresiones de la ley moral que sus amigos insinuaron, debe haberse comprometido a hacerlo desagradable a esas se�ales palpables de desagrado divino que lo hab�an alcanzado. Contra esto, sin embargo, protest� como una aspersi�n completamente infundada de su car�cter, declarando su determinaci�n de mantener su integridad ante cualquier peligro, ay, incluso si le costaba la vida. Sin embargo, no sabr�a [literalmente, 'No s�, es decir, no valoro, no me importa] mi alma. Despreciar�a [o despreciar�a] mi vida "(vers�culo 21). Una afirmaci�n vehemente como esta, por supuesto, habr�a estado fuera de lugar, y por completo injustificable, a menos que Job hubiera tenido la evidencia m�s clara e irrefutable de su propia inocencia detr�s de esto. Pero Job profes� tener en el testimonio interno de su conciencia, que lo declar� ser lo que Jehov� mismo hab�a afirmado que era: "un hombre perfecto y recto, uno que tem�a a Dios y evit� el mal" ( Job 1:8). De ninguna manera es imposible para un buen hombre tener una conciencia libre de ofensas tanto hacia Dios como hacia los hombres ( Hechos 23:1; Hechos 24:16). Las decisiones registradas ante el tribunal de conciencia siempre est�n de acuerdo con la verdad. La conciencia puede quedar estupefacta por el pecado, y se le puede impedir dar su testimonio ( Efesios 4:19). Incluso puede pervertirse y verse obligado a llamar mal bien ( Hechos 26:9). Pero cuando est� iluminado y libre, nunca deja de indicar la posici�n moral del ul. La Escritura reconoce claramente la validez del testigo interno de conciencia ( Romanos 8:16). Y no es raro que este testigo sea todo en lo que un buen hombre puede apoyarse en tiempos de adversidad (por ejemplo, Joseph, G�nesis 39:21; Daniel, Daniel 1:8; SS. Peter y John, Hechos 4:19; St. Paul, Tit 2: 1-15: 17; cf. Shakespeare, 'Henry VIII.,' Hechos 3. sc. 2). Cuando es as�, la evidencia de que las circunstancias y la apariencia est�n en su contra, tiene plena garant�a de descansar en ello. Si conf�a en �l, lo apoyar�.

2. No refutado por sus sufrimientos. El �nico terreno que pose�an Elifaz y Bildad para sus calumnias era que Job hab�a sido superado por las malas fortunas. Pero, adem�s de rechazar las acusaciones en s� mismas como contradichas por el veredicto claro de su propia conciencia, tambi�n repudia los fundamentos en los que se basaron como diametralmente opuestos a los hechos simples de la historia. Lejos de las apariencias en contra de Job, los interrog� correctamente que estaban m�s bien a su favor. Lejos de que los tratos de Dios con los hombres fueran estrictamente retributivos, para que la culpabilidad de Job pudiera inferirse de su miseria, eran lo m�s posible. Toda la experiencia mostr�:

(1) Que Dios frecuentemente confund�a a los justos y a los malvados en un derrocamiento indiscriminado. "Esto es una cosa [literalmente, 'todo es uno'], por eso dije [o 'dir�'] que destruye a los perfectos y a los malvados" (vers�culo 22). Un hecho incontrovertible, que guerras, hambrunas , pestilencias, terremotos, tempestades y otros eventos desastrosos, atestiguan lo suficiente, que observadores atentos en todas las edades han notado (Ecc 9: 1-18: 23), y que frecuentemente ha dejado perplejo lo bueno ( G�nesis 18:24 ); pero que, si bien no es una injusticia para la criatura, incluso los justos mismos que son pecaminosos, es tan poca desigualdad por parte del Creador, que, aunque no est� obligado a justificar sus caminos hacia el hombre pecador, a�n puede tener adopt� este m�todo de gobierno divino como el m�s adecuado para cumplir con la mejora moral y espiritual de la humanidad en general, para ejercer la fe y desarrollar las gracias de los justos, y para despertar dentro del alma una convicci�n de la necesidad y certeza de un estado futuro ( Malaqu�as 3:18; cf. Analog�a de Butler, ' Malaqu�as 3:1.).

(2) Que Dios era indiferente a las miserias de los justos. "Si el azote mata de repente, se reir� de la prueba de los justos" (vers�culo 23); primero en sus sufrimientos, y luego en las tentaciones internas de incredulidad y desesperaci�n que ocasionan estos sufrimientos. Esto, sin embargo, es inconcebible. Dios advierte a los hombres que no se juzguen entre s� simplemente por las apariencias. Mucho m�s es necesario evitar este error al juzgar a Dios. "Dios no aflige a los hijos de los hombres", mucho menos a sus propios hijos, "de buena gana" ( Lamentaciones 3:33).

"Detr�s de una providencia ce�uda

�l esconde una cara sonriente ".

Dios se r�e de los malvados y sus maquinaciones (Salmo 2:4); nunca ante su gente y sus penas ( �xodo 3:7; Mateo 23:37; Juan 11:35).

(3) Que Dios aparentemente extendi� el favor a los imp�os; primero, generalmente, promoviendo a los hombres malvados a posiciones de influencia y poder mundanos: "La tierra es entregada en manos de los malvados" (vers�culo 24); y segundo, particularmente, al comprometer la administraci�n de justicia a los imp�os: "�l cubre los rostros de los jueces de los mismos "(vers�culo 24); es decir, que por ignorancia y corrupci�n, al no poder discernir entre lo correcto y lo incorrecto, legalizan la opresi�n y el robo," enmarcan la travesura por una ley ". Que tales anomal�as existen es innegable (Salmo 12:8). Y Job quiere decir que responsabiliza a Dios por ellos. "Si no es �l el autor de ellos, �qui�n es?" Dios es el Gobernador moral de el universo ( �xodo 9:29; Salmo 47:2, Salmo 47:7; Salmo 83:18). La magistratura civil es una instituci�n divina ( Proverbios 8:15, Proverbios 8:16). Solo Dios tiene poder para evitar la perversi�n de su propia ordenanza (Salmo 75:7; Daniel 2:21). Dios No ignora que su pueblo est� oprimido ( Eclesiast�s 5:8). d Dios ha prometido claramente ejercer la justicia y el juicio para todos los oprimidos (Salmo 103:6). Por lo tanto, nadie tiene la culpa sino Dios, dice Job. La l�gica es buena, pero la teolog�a es mala.

II BEMOANDO SU LOTE.

1. La imposibilidad de alcanzar la felicidad.

(1) La rapidez de sus d�as lo hab�a llevado m�s all� de su capacidad. Su vida pasada se hab�a desvanecido con una velocidad incre�ble:

(a) como un mensajero de paso r�pido: "Mis d�as son [literalmente, 'fueron'] m�s r�pidos que una publicaci�n" (vers�culo 25), o un corredor estatal que lleva cartas y despachos, a veces capaz, cuando est� montado en dromedarios, para viajar ciento cincuenta millas por d�a;

(b) como un barco de vela r�pida, literalmente, "barcos de ca�a", esquifes construidos con papiros Nilotica 'y celebrados por su rapidez, "un peque�o pin�culo que puede servir para hacer deporte y pasatiempo en el agua, que gira �gilmente aqu� y all�, y se va a buen ritmo "(Calvino); y

(c) como un �guila voladora veloz: "Como el �guila que se apresura a la presa" (vers�culo 26); - tres im�genes que transmiten una imagen impresionante de la brevedad de la existencia del hombre en la tierra.

(2) La vanidad de su vida fue otra causa de fracaso para alcanzar la felicidad mundana. Sus d�as se hab�an precipitado "sin ver el bien" (vers�culo 25) o "sin haber visto el bien"; que en el caso de Job no era correcto, ya que antes de su aflicci�n hab�a alcanzado un alto grado de prosperidad tanto temporal como espiritual. Los hombres son propensos a olvidar las misericordias pasadas. "Fuera de la vista, fuera de la mente", se ejemplifica con frecuencia entre los santos. Quiz�s no existan vidas que nunca vean bien. Sin embargo, lo m�s noble del mundo de Dios no es ver, sino hacer, el bien. Una vida que hace el bien puede ser corta; nunca puede ser completamente vano.

2. La imposibilidad de superar su pena. Esto tambi�n tuvo. Una doble causa.

(1) La inmovilidad de su miseria. Sin embargo, con frecuencia podr�a resolver alegrarse, el recuerdo de sus dolores lo hizo estremecerse (vers�culo 28). Nada es m�s seguro que que la carga del dolor no se pueda eliminar con una simple resoluci�n. Ning�n hombre puede realmente alegrarse en medio de la aflicci�n a menos que arroje su carga sobre el Se�or. Pero al hacer esto con la facilidad de Job parec�a haber una barrera insuperable, a saber:

(2) La determinaci�n inmutable de Dios de considerarlo culpable. Razonando desde el punto de vista del sentido, Job consider� esto como la deducci�n natural de sus continuos sufrimientos. De ah� la desesperanza de intentar lucir brillante. Si Job hubiera adoptado la resoluci�n de David (Salmo 42:5, Salmo 42:11; Salmo 43:5), podr�a haber superado este tremendo desgarro del que era consciente. �Cu�n inmensamente m�s ventajosa es la posici�n de los cristianos que la de Job o incluso de David! No solo tienen la clara conciencia de aceptaci�n con Dios por el amor de Cristo para apoyarlos, sino que tienen las declaraciones b�blicas m�s claras de que la aflicci�n es una prueba de amor y amistad en lugar de odio y enemistad y las exhortaciones m�s sinceras para regocijarse en la tribulaci�n; s�, regocijarse en el Se�or siempre ( Filipenses 4:4; Santiago 1:2).

3. La imposibilidad de establecer su inocencia. Porque:

(1) La determinaci�n de Dios de hacerlo culpable: "Tengo que ser culpable" (vers�culo 29). El mismo pensamiento que el anterior. Es cierto que Dios est� encerrado por las necesidades de su Dios, su pureza inmaculada y su justicia incorruptible, para retener a cada hombre en la tierra, incluso al santo m�s puro y recto que vive, como culpable ( Romanos 3:19 ), pero no en el sentido aqu� previsto por Job. No es un placer para Dios encontrar a los hombres culpables. Ciertamente, �l nunca hace culpable a un hombre inocente; Sin embargo, gracias a su misericordia, a menudo trata a un hombre culpable como inocente.

(2) La incapacidad de Job para superar esta determinaci�n. Las quejas eran in�tiles: "�Por qu� trabajo en vano" (vers�culo 29), para protestar por mi inocencia o para intentar que sea buena? "Si me lavo con agua de nieve", que se supone que es m�s puro que el agua com�n ", y hago que mis manos nunca est�n tan limpias [literalmente, 'l�mpialas con lej�a o potasa'], pero me hundir�s en la zanja, y las m�as mi propia ropa deber�a aborrecerme "(vers�culos 30, 31); es decir, los mejores intentos de autojustificaci�n ser�an in�tiles.

III. GANANDO POR UN D�A.

1. La necesidad de tal jornalero. Job anhelaba un �rbitro o �rbitro entre �l y Dios, debido a los t�rminos desiguales en los que se encontraban. "�l no es un hombre, como yo lo soy, para que yo le responda, y debemos unirnos en el juicio" (vers�culo 32). Por la misma raz�n, el hombre requiere un Mediador entre �l, la criatura d�bil y pecadora, y Jehov�, el Creador infinitamente poderoso e inmaculadamente puro. Y este deseo que Job sinti� tan poderosamente ha sido provisto por Cristo, el �nico Mediador entre Dios y el hombre ( 1 Timoteo 2:5).

2. El trabajo de tal jornalero. Descrito como doble:

(1) Actuar con autoridad para ambas partes en el concurso. "No hay un jornalero", o �rbitro entre nosotros, "que pueda poner su mano sobre los dos" (vers�culo 33); es decir, eso podr�a imponer condiciones a ambos por la imposici�n de manos. Este Cristo puede hacerlo en virtud de su doble naturaleza, siendo el Compa�ero del Alt�simo y el Hijo del hombre. Representando as� a ambas partes, puede imponer sus manos sobre ambas. Puede hablar y actuar con autoridad para ambos.

(2) Eliminar los obst�culos para que el hombre converse con Dios. Estos fueron, en el caso de Job, dos: el terror de la vara de Dios y el terror de la cara de Dios: "Que me quite su vara y no me aterrorice su miedo [es decir, su terrible majestad]" (vers�culo 34) . Las mismas cosas impiden el libre acceso del hombre pecador a Dios, a saber. La vara de Dios, no sus aflicciones providenciales, sino sus condenas legales; y la majestad de Dios, o la inefable gloria de su santa divinidad. Y estos han sido removidos por Cristo; el �ltimo por gran encarnaci�n, el primero por su sacrificio.

3. El beneficio de tal jornalero.

(1) El hombre es capaz de acercarse a Dios, no tal vez como Job, con integridad consciente: "Entonces hablar�a y no le temer�a, porque as� no me paro conmigo mismo", es decir, no soy consciente de nada que me haga sentir miedo (vers�culo 35); pero ciertamente, sin alarma y con confianza esperanzada; y

(2) Dios puede entrar en un tratado con el hombre.

Aprender:

1. Existe una clara diferencia entre mantener la inocencia de uno ante los hombres y afirmar la propia justicia ante Dios.

2. El car�cter del coraz�n de Dios no siempre debe inferirse de los tratos de la mano de Dios.

3. Se permite que ocurran muchas cosas en el universo de Dios que �l no aprueba.

4. La ciencia de numerar nuestros d�as es una que todos los mortales deber�an aprender.

5. El verdadero valor de la vida no debe estimarse por su longitud.

6. El mejor consuelo en el dolor humano es el disfrute del favor divino.

7. La moral m�s fina y pura no permitir� a un hombre prescindir de un mediador.

8. Ning�n hombre puede venir a Dios excepto a trav�s de Jesucristo.

9. Pero en �l y por medio de �l tenemos acceso por un Esp�ritu al Padre.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Vers�culo 1-10: 22

Segunda respuesta de Job. El temor al poder de Dios.

Ahora, por primera vez, Job admite el gran principio por el cual Elifaz y Bildad han sostenido, pero en un sentido amargo y sarc�stico. Es cierto, dice, no le corresponde al hombre luchar contra Dios. �Pero por qu�? Porque �l es Poder absoluto, y por lo tanto no hay posibilidad de que un mortal flagelo prevalezca en su s�plica. Su poder es su lucha. Es una concepci�n oscura de Dios a la que la desesperaci�n de Job ahora lo impulsa. �l mira a Dios simplemente como Fuerza omnipotente, Voluntad arbitraria e irresistible. Tome la idea del poder y sep�rela de la justicia y la compasi�n, y tenemos la idea de un Demonio todopoderoso en lugar de un Padre bueno y amable. Sin embargo, la chispa de la verdadera fe a�n vive, como veremos, en los recovecos de su coraz�n despierto, �J.

Job 9:2

Dios lo vio como un poder absoluto y arbitrario.

I. LA AYUDA DEL HOMBRE EN PRESENCIA DE SU OMNIPOTENCIA. ( Job 9:1.) �Qu� vale de su parte contra el que tiene toda la artiller�a celestial a sus �rdenes? "Es ocioso discutir con el Maestro de treinta legiones". De mil preguntas con las cuales el Todopoderoso podr�a abrumar mi mente, no hay una que pueda responder con la posibilidad de una audiencia justa. De hecho, esto en cierto sentido es cierto, como se mostrar� en el cap�tulo 38. Es ocioso discutir con Dios sobre la constituci�n de las cosas. Pero nunca es ocioso defender la derecha. Esto, Dios, por la naturaleza misma de su Ser, por sus promesas, est� obligado a atender. Job piensa en Dios como el Todopoderoso y el Sabio (vers�culo 4), y encuentra en esta combinaci�n de atributos la �nica raz�n para la desesperaci�n. �l deja de lado su justicia; su fe en su amor se suspende por un tiempo. Por lo tanto, lo ve solo a trav�s del sue�o distorsionado del sufrimiento, y sus oscuras inferencias est�n equivocadas.

II DESCRIPCIONES DEL PODER ABSOLUTO DE DIOS.

1. En las fuerzas destructivas de la naturaleza. Aqu� �l rivalizar�a y superar�a a Elifaz en la sublimidad de sus im�genes. Los fen�menos m�s terribles de la naturaleza se producen como evidencias de un poder ciego y tir�nico: el terremoto (vers�culo 5), que se derrumba sobre las monta�as gigantes como el juguete de un ni�o y sacude los cimientos s�lidos de la tierra (vers�culo 6); El eclipse de sol y estrellas, la oscuridad universal de los cielos (vers�culo 7). Seg�n algunos fil�sofos, aqu� est� el origen de la religi�n: el terror del hombre en presencia de las vastas fuerzas destructivas de la naturaleza. Pero es el origen solo de una parte del sentimiento religioso: de asombro y reverencia. Y cuando el hombre aprende m�s de la naturaleza en su conjunto, y m�s de su propio coraz�n, se eleva a un estado de �nimo m�s elevado y m�s feliz que el del miedo servil.

2. En el esplendor de la naturaleza y el efecto general. La inmensidad de los "cielos inconmensurables" y el gran mar de nubes (vers�culo 8), las espl�ndidas constelaciones del cielo septentrional y meridional (vers�culo 9), llevan la mente maravillada, extienden la imaginaci�n al l�mite, llenan el alma con el sentido de lo indescriptible, lo innumerable, lo infinito (vers�culo 10). Este estado de �nimo es m�s feliz que el anterior. Es uno de elevaci�n, maravilla, alegr�a deleitada en la comuni�n de la mente con la Mente. Est� estampado en las l�neas brillantes del salmo diecinueve. Pero Job saca de estos espect�culos sublimes en la actualidad solo la inferencia del temor e irresistible poder de Dios.

III. SE HABLA MISMO EN RELACI�N CON ESTE PODER ABSOLUTO.

1. Es invisible y r�pido en su misi�n de terror (vers�culo 11). La muerte s�bita por un rayo, o por una enfermedad apresurada, naturalmente produce un efecto terrible. De ah� la oraci�n de la letan�a.

2. Es irresistible. (Vers�culos 12, 13.) Ninguna mano humana puede quedarse, ninguna oraci�n humana puede evitar, su inicio abrumador. Los monstruos, o titanes ("ayudantes de Rahab"), fueron vencidos, seg�n una leyenda conocida; �cu�nto menos, entonces, puedo resistir con �xito (vers�culo 14)?

3. Por lo tanto, la conciencia de inocencia no sirve de nada. La s�plica por s� sola est� en su lugar ante un Disputante que no conoce otra ley que su voluntad (vers�culo 15). No puedo creer que �l, desde su altura, preste atenci�n a mi grito (vers�culo 16). �l es la Fuerza, solo la Fuerza aplastante, guiado solo por el capricho sin causa (vers�culo 17); sofocando el grito del suplicante en su boca y llen�ndolo de amargura (vers�culo 18).

4. El dilema humano. El hombre en presencia de un Tirano absoluto siempre debe estar equivocado. Si se mantiene firme, es un tonto; Si apela a la derecha, no tiene un tribunal de apelaci�n, porque �qui�n puede desafiar al Juez del cielo y de la tierra? Lo correcto se definir� como incorrecto, la inocencia se pronunciar� culpa (vers�culos 19, 20). Vemos, a partir de esta imagen del estado mental de Job, que no hay un extremo de duda tan tenue como cuando el hombre est� tentado a no creer en el principio de justicia como la ley del universo, que no puede romperse. El pensamiento de Dios se convierte entonces en uno de horror y desesperaci�n sin l�mites. J.

Job 9:21-18

Rebeli�n de la conciencia contra esta imagen del terror.

Llega una reacci�n; porque el testimonio claro de la conciencia puede oscurecerse por un tiempo, pero no puede negarse. En esa conciencia clara, parece que Job se volver� contra la injusticia (como �l piensa) de Dios, y la denunciar� con denuedo.

I. UNA BUENA CONCIENCIA LEVANTA LA MENTE POR ENCIMA DEL TEMOR AJUSTO.

II IMPARTA EL CONTENIDO DE LA MUERTE. (Vers�culo 21.)

III. ESTIMULA LA Audacia en alentar la causa de uno. Debemos pensar en Job, de acuerdo con una concepci�n destacada del libro, como dentro de su derecho de alegar contra su (supuesto) adversario como en un tribunal. Argumenta, como muestra una vez m�s que Dios es simplemente un tirano absoluto, que los inocentes son castigados junto con los culpables (vers�culo 22). Hay dos ejemplos de esto:

1. El azote, o plaga, que r�pidamente barre poblaciones enteras, sin discriminar entre el bien y el mal, el pecador canoso y el beb� indefenso (vers�culo 23).

2. El dominio de los imp�os en el mundo. Sus caras est�n cubiertas; no distinguen entre lo correcto y lo incorrecto. �Y qui�n m�s puede ser la causa de esto sino Dios (vers�culo 24)? - J.

Job 9:25-18

Reflexiones melanc�licas.

I. AUTO-CONTEMPLACI�N EN REFERENCIA AL PASADO. Su vida se ha acelerado r�pidamente, como un mensajero, o el veloz bote del Eufrates o el Nilo, o el �guila en picada ( Job 9:25, Job 9:26), y sin aparente prosperidad. Aqu� pervierte la historia del pasado; pero la memoria est� tan carcomida como la raz�n est� envenenada.

II EN REFERENCIA AL FUTURO. ( Job 9:27, Job 9:28.) La esperanza ha roto su ala. El esfuerzo por eliminar la penumbra de su frente es in�til, a menos que pueda eliminar el peso fruncir el ce�o de su coraz�n. Eso, la sensaci�n de desaprobaci�n de Dios, viene de todos los esfuerzos, como la piedra de S�sifo.

III. LA VANIDAD DEL ENDEAVOR MORAL. ( Job 9:29-18.) Se siente bajo un decreto absoluto de culpa que ning�n poder terrenal puede eliminar. Si usa agua de nieve y lej�a, es decir, emplea todos los medios para justificarse, su juez absoluto lo sumergir�a nuevamente en un estado de contaminaci�n horrible.

IV. LA DESIGUALDAD DE LA LUCHA ENTRE EL HOMBRE Y DIOS. Si fuera entre hombre y hombre, no tiene dudas del �xito de su causa.

V. EL DESEO DE UN CONTEO DE APELACI�N. ( Job 9:32, Job 9:33.) No hay ning�n "hombre del d�a" o �rbitro que pueda imponer la autoridad sobre ambos y, al determinar la causa, traer la lucha a su fin.

VI. APELACI�N Y RESOLUCI�N APASIONADAS. La apelaci�n es por la libertad de expresi�n ( Job 9:34, Job 9:35; Job 10:1, Job 10:2). La �ltima, o una de las �ltimas, bendiciones que los hombres honorables pueden estar dispuestos a negar a los oprimidos; uno que Dios nunca negar� a sus criaturas inteligentes. Sin embargo, Job, superado por el dogmatismo de sus amigos, parece pensar que ahora se le niega. La resoluci�n es que, dado que la vida se ha convertido en un cansancio y un asco, �l dar� paso libre a las palabras, independientemente de las consecuencias. Al revisar esta queja salvaje de una inteligencia desquiciada, podemos aprender las siguientes lecciones:

1. Dios no debe ser considerado como un poder absoluto, sino m�s bien como justicia y amor absolutos. La primera es la concepci�n de un demonio, la segunda la del Padre de los esp�ritus.

2. Todos los lados y aspectos de la naturaleza deben ser vistos como igualmente revelaciones de Dios.

3. El hombre nunca es d�bil cuando est� de su lado y, aunque parece aplastado, ser� exaltado para siempre.

4. La oscuridad en la raz�n no es prueba de la retirada del favor de Dios. Nuestra sujeci�n y sufrimientos personales no afectan las realidades objetivas eternas. Las nubes pueden esconder, pero no pueden borrar, el sol.

5. Dios es misericordioso con nuestros malentendidos y detecta la chispa de la fe en el coraz�n de los enfermos que pueden ser inconscientes de ellos mismos. J.

HOMILIAS POR R. GREEN

Job 9:1

Hombre incapaz de responder a Dios.

Se reanuda el trabajo. �l sabe, tan verdaderamente como Bildad, que Dios no pervierte la justicia. Su trabajo siempre es correcto, mientras que el hombre es errante, vano y pecaminoso. �C�mo "responder�" la criatura al Creador? Si el Santo condescendiera para entrar en controversia con su fr�gil hombre criatura, el pobre pecador ser�a tonto. Fuera de la boca, incluso de los culpables, Dios extorsionar�a la confesi�n de su propia justicia, y por su gloria manifestada obligar�a al orgulloso y engre�do a reconocer su propio pecado y error. Esta confesi�n finalmente proviene de los labios de su fiel "sirviente Job". Las palabras presentes son las primeras notas de esa confesi�n triunfante final. La incapacidad del hombre para responder a Dios surge:

I. POR EL HECHO DE LA JUSTICIA ABSOLUTA DE LOS DIVINOS CAMINOS, Job reconoce esto; y esto hace que su propio sufrimiento, como siervo de Dios, sea tan inexplicable tanto para s� mismo como para sus amigos equivocados, que est�n empe�ados, a toda costa, en encontrar una respuesta. Es posible que el hombre finja una respuesta a Dios; y, con perversa audacia, entrar en contienda con �l. Pero, en presencia de la obra perfectamente sagrada del Alt�simo, finalmente debe ser silenciado.

II PERO EL HOMBRE ES IGUALMENTE NO PUEDE RESPONDER A DIOS POR LA RAZ�N DEL PECADO DE SUS HECHOS. Incluso Job, elogiado por Dios, no oculta su pecaminosidad. En el terreno m�s bajo, debe quejarse del trabajo del hombre de que es imperfecto. Sus mejores acciones, hechas con su mayor fuerza y ??con una intenci�n tan pura como puede convocar, son imperfectamente hechas. La fuerza es solo debilidad; el motivo carece de las m�s altas calidades y el rendimiento pero es irregular. La inestabilidad de la mano humana puede rastrearse a trav�s de todo.

III. ES IMPOSIBLE QUE EL HOMBRE MANTENGA SU PROPIA JUSTICIA ANTE DIOS. La medida de aprensi�n moral que queda incluso en los m�s defectuosos es suficiente para convencer a todos en presencia de la santidad divina, el verdadero est�ndar, de que es verdaderamente culpable. Incluso Job, cuando vio a Dios, se aborreci� a s� mismo, arrepinti�ndose "en polvo y cenizas". Con humildad confiesa: "�C�mo debe ser el hombre justo con Dios?" Si el hombre vanidoso, que a veces es tan tonto como para intentar cualquier trabajo presuntuoso, se atreve a "competir" con el Gobernante eterno, solo debe terminar en su derrota total; porque "es sabio de coraz�n y poderoso en fuerza".

IV. EL ENDURECIMIENTO DEL CORAZ�N PARA APARECER EN CONTENCI�N SOLO DEBE TERMINAR EN VERG�ENZA Y DESGRAGAR A �L. De esto toda experiencia da testimonio; porque �qui�n lo ha hecho "y ha prosperado"? El hombre es insignificante, ignorante, d�bil, vanidoso y pecaminoso. �C�mo aparecer� �l en presencia del Todopoderoso, el Todo-sabio, el Eterno? La humildad y la contrici�n describen la verdadera actitud que el hombre debe asumir ante Dios. Entonces ser� amable y levantar� al que est� inclinado. Pero "si no retira su ira, los orgullosos ayudantes se agachan debajo de �l". - R.G.

Job 9:15, Job 9:16

La verdadera actitud de los afligidos.

Job hace una reflexi�n adecuada sobre el todopoderoso de Jehov�, visto en su control sobre el mundo visible. Las monta�as elevadas y profundas, los mismos tipos de poder y estabilidad, �l "quita" sin que ellos lo sepan, y "volca en su ira". �l "sacude" toda la "tierra de su lugar", y hace temblar sus "columnas". En los cielos altos "�l manda el sol, y no sale"; y "las estrellas" �l "sella" en la oscuridad. La tierra y los cielos le obedecen; y �l "trata sobre las olas del mar". Hace cosas ocultas e innumerables, y nadie puede obstaculizarlo. Job, en vista de esto, y con un reconocimiento humilde de su propia impotencia ante el Se�or de todos, se postra en la actitud que m�s se vuelve hacia el hijo d�bil, afligido y pecaminoso del hombre. Es-

I. UNA ACTITUD DE BAJA HUMILDAD. �C�mo llegar a ser! �C�mo! Deja que la criatura se doble ante el Creador. Que lo d�bil de un d�a se humille ante el Eterno y el Todopoderoso. Que el que no tiene poder ante las monta�as y el mar, que no puede tocar las estrellas, tome su lugar en el polvo, de donde est�, en presencia de aquel que con su poder establece las monta�as r�pidamente; quien por su palabra cre� los cielos y la tierra, y defiende todo con su propia fuerza sin ayuda. La humildad ser� seguida por:

II Una actitud de desconfianza. Conoci�ndose a s� mismo como solo puede quien reflexiona sobre la grandeza del Alt�simo, el sabio y afligido no confiar� en un brazo de fuerza; pero, en la dolorosa conciencia de su propia debilidad, se comprometer� con el Se�or fuerte que est� sobre todo. Job sabe, como todos los afectados, que su sufrimiento lo mantiene como en una red, de la que no puede liberarse. El no tiene poder. Est� encadenado, retenido. Su propia carne triunfa sobre �l. Es prisionero de la enfermedad. En su impotencia, con desconfianza de s� mismo, se arroja a los brazos de Dios. No fingir�a responder, o "elegir palabras para razonar con �l". A su desconfianza le sigue:

III. PENITENCIA: la actitud de todos los que m�s se vuelven hacia el hombre. En penitencia, reconoce su injusticia. Y tan profunda es esa penitencia, que declara: "Aunque pude establecer mi justicia, no pude presumir que respondiera". La penitencia es el camino a la puerta del cielo. El que camina humildemente, camina seguro. Y Dios levanta a los que se inclinan as�. Pero �l se levanta

IV. A LA ACTITUD DE LA ORACI�N. �l levanta su voz a Dios. �l hace su "s�plica". El que es guiado a orar es llevado a los pies del que no arroja ning�n suplicante necesitado. Es su alta prerrogativa escuchar la oraci�n. Por lo tanto, toda carne, en sus necesidades, sus penas, sus pecados, o con sus canciones de alabanza, acuden a �l. La seguridad del hombre est� aqu�. El humilde, desconfiado y humilde penitente no puede alzar su voz en alto sin la amable respuesta de la Divina Misericordia que lo alcanza. Para esto los hombres son impulsados

(1) por su sentido de impotencia;

(2) por la conciencia del pecado;

(3) por la seguridad de la Divina Misericordia.

�Feliz el que as� aprende!

Job 9:33

El mediador.

El objetivo deseado por Job, y aqu� habla por todos los pecadores, es lograr la reconciliaci�n con Jehov�, contra quien �l reconoce haber pecado. Llora por un mediador, un �rbitro, un �rbitro; uno capaz de "poner su mano sobre los dos", para unirnos, mediando entre nosotros.

I. LA NECESIDAD PARA ESTE SURGE:

1. De la conciencia del pecado de Job. En su oraci�n (vers�culo 28) confiesa a Dios: "S� que no me sostendr�s inocente". "No soy inocente", es la primera confesi�n de culpa. "Si me justifico, mi propia boca me condenar�".

2. De la incapacidad de Job para "responder" a Dios. De esto ha hecho quejas y confesiones. "A quien, aunque fuera justo, no responder�a" (vers�culo 15). El miedo y la humildad se apoderan de �l. "�Cu�nto menos le responder�?" (vers�culo 14). El hombre no puede ordenar su propia causa ante el Juez eterno. "No puede responderle una de mil" (vers�culo 3).

3. De su total desigualdad. "�l no es un hombre, como yo" (vers�culo 32). Por lo tanto, no pod�an "unirse en juicio". �Qu� vanidoso del hombre pobre, ignorante, d�bil y pecaminoso suponer que puede responder a Dios, que puede "aparecer ante �l"! �Qu� vano incluso imaginarse justificado y puro ante �l! Sin embargo, muchos "aparecen ante" Dios en los pensamientos presuntuosos, justificados y justificados de sus mentes. Toda esa auto-justificaci�n condenada por las sabias palabras de Job y sus puntos de vista justos.

II El grito del trabajo es el grito inconsciente del coraz�n universal del hombre por un mediador. Visto en todos los sistemas religiosos, la fe en el sacerdote, la ignorancia consciente de las verdades espirituales ocultas. La aprehensi�n no interpretada de un mundo espiritual, un gobierno y un futuro, y, sin embargo, la incapacidad de tratar con ellos y de ponerse en una actitud correcta con respecto a ellos. Este grito se escucha en todas las tierras, idiomas y tiempos. "�Oh, si hubiera un d�a!" Este grito prepara y anticipa al verdadero Mediador.

III. LA RESPUESTA A LA NECESIDAD UNIVERSAL EN EL "UN MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES". Felizmente "�l mismo hombre". Dios "nos ha hablado en su Hijo", ya no en los profetas, sino en un Hijo, que es al mismo tiempo "la refulgencia de su gloria y la imagen misma de su sustancia"; y, sin embargo, "Hombre" - "hueso de nuestro hueso". "Dios se manifest� en la carne" y, sin embargo, "en todas las cosas" "hizo semejante a sus hermanos". Hablando con autoridad divina hacia nosotros en nuestro idioma, y ??de las cosas celestiales en nuestro nivel, y revelando dentro de la br�jula de una vida humana, y por medio de actos y sentimientos humanos, el pensamiento y el amor y la misericordiosa misericordia de Dios. Y represent�ndonos, haciendo lo que Job sent�a (y todos han sentido cuyas opiniones eran justas) que �l no pod�a hacer, "aparecer ante el rostro de Dios por nosotros". Ahora "tenemos nuestro acceso a trav�s de �l en un solo Esp�ritu al Padre". Si no podemos ordenar nuestro discurso o nuestra causa, �l puede. Si no podemos responder una de mil, �l puede. Porque �l es capaz, de hecho, de "poner su mano sobre ambos". - R.G.

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 9:2

El problema de la justificaci�n.

Es muy dudoso hasta qu� punto Job concibi� este gran problema tal como se nos ha presentado desde la �poca de San Pablo. Toda la pregunta se confundi� con su aprensi�n por la inexplicable perplejidad de su situaci�n y las insinuaciones groseramente injustas de sus amigos. Parec�a que Dios era su adversario, y parec�a in�til tratar de enderezarse con Aquel cuyo poder era mucho m�s grande que el suyo. No tenemos las dificultades particulares de Job con respecto a la Divina Providencia. Sin embargo, para nosotros el problema de la justificaci�n no es menos grave porque se nos ha hecho ver m�s de cerca las dificultades morales. Consideremos, entonces, la visi�n cristiana del problema de la justificaci�n y su soluci�n.

I. EL PROBLEMA. La pregunta que propone Job es de car�cter universal. No pregunta c�mo �l, como individuo en circunstancias especiales, puede ser justificado; pero su propio caso lo lleva a pensar en el hombre en general. Siente que su dificultad es su parte de una dificultad general de la carrera. �Que es esto?

1. Ser justo con Dios es estar bien con Dios. La expresi�n implica una cierta relaci�n. Va m�s all� de la justicia subjetiva; Es m�s que santidad interna. Es una posici�n en las relaciones correctas con Dios, en relaciones tales como admitir que nos trata como hombres justos.

2. El car�cter de las relaciones depende de la visi�n que Dios tiene de nosotros. Podemos aparecer justo a los ojos de los hombres y, sin embargo, no ser justos con Dios. �l nos conoce como somos, y no puede ser enga�ado por ninguna capa de hipocres�a. Por lo tanto, tenemos que dejar a un lado todas las verg�enzas y apariencias cuando consideramos la cuesti�n de nuestra justificaci�n ante Dios.

3. El pecado nos pone a todos en malas relaciones con Dios. Comenzamos con el hecho de que necesitamos ser justificados. La justificaci�n no puede ser una limpieza de nuestro personaje de falsas imputaciones, como lo fue en gran medida la de Job; porque muchas acusaciones son ciertas, somos culpables. De ah� la tremenda dificultad del problema.

4. Es indescriptiblemente importante que tengamos buenas relaciones con Dios. No se trata de dogm�tica abstracta, sino de experiencia personal. No solo toca nuestros sentimientos, y se preocupa por nuestra tranquilidad; Es vital para la salvaci�n de nuestra alma.

II SU SOLUCI�N Job plantea la pregunta como si no se pudiera dar una respuesta. Con �l es un caso de desesperaci�n. Pero Cristo ha tra�do una respuesta, que San Pablo ha expuesto en la Ep�stola a los romanos.

1. No podemos justificarnos con Dios. Es necesario ver esto antes que nada. Los jud�os hicieron el experimento con su Ley y fracasaron. Muchos ahora lo logran, ya sea intentando disculparse o tratando de superarse. Pero siempre fallan.

2. Dios ha hecho un m�todo de justificaci�n. Esta es la gran maravilla de la redenci�n, que nuestro Juez proporciona a nuestro Abogado; para que el que nos condene encuentre un camino por el cual podamos ser perdonados.

3. Esta justificaci�n est� en Cristo. ( Romanos 3:22.) Cristo trae el perd�n del pecado pasado y la recuperaci�n a Dios. As� nos pone en buenas relaciones con nuestro Padre.

4. Se realiza por medio de la fe. ( Romanos 3:28.) Cuando confiamos en Cristo, recibimos de �l la gracia del perd�n y la renovaci�n. La condici�n de fe es absolutamente necesaria. Debemos evitar el error de suponer que esto es fe en nuestro propio estado de justificaci�n, es decir, creernos justificados. No es eso; pero es una confianza personal y lealtad en relaci�n con Cristo mismo.

5. Esta condici�n resulta en un estado real de relaciones correctas con Dios. La justificaci�n no es un juicio legal, una mera pretensi�n, afirmando que somos lo que no somos. Eso seria una mentira. Es un hecho real; una puesta como en correctas relaciones con Dios. Por lo tanto, es la ra�z y la promesa de la justicia. � W.F.A.

Job 9:20

Autojustificaci�n

I. LA NECESIDAD DE SER JUSTIFICADO. La ardiente necesidad de justificaci�n yace en la ra�z de la terrible agon�a de Job. Sin embargo, incluso �l no lo siente en su profundo significado moral y espiritual, como lo habr�a sentido alguien que era consciente del pecado en lugar de sufrir un sufrimiento inmerecido y acusaciones injustas. No podemos soportar estar fuera de las relaciones correctas con Dios. Aunque nuestro estado perdido a�n no nos moleste, llegar� el momento en que veremos su car�cter terrible y fatal.

II ESTAMOS TENTADOS A JUSTIFICARNOS MISMOS. La misma necesidad causa la tentaci�n. Adem�s, una vanidad halagadora nos impulsa en la misma direcci�n. Es muy doloroso y humillante tener que reconocer que somos pecadores, que no merecemos nada m�s que ira y condena. Cuando nos sentimos en peligro, somos instigados de inmediato por un instinto a ponernos en una actitud de defensa propia.

III. PODEMOS ENGA�ARNOS EN UNA CREENCIA INCORRECTA DE QUE SOMOS JUSTIFICADOS. No hay delirios tan poderosos como los que nos halagan. Es muy f�cil poner las cosas en una luz favorable para nosotros mismos. Si bien somos nuestros propios jueces, cada motivo de autoestima nos insta a un juicio favorable. Luego viene el terrible error de determinar de acuerdo con nuestros sentimientos y no de acuerdo con la realidad objetiva, de modo que cuando hemos discutido o tranquilizado a nosotros mismos en una seguridad c�moda de que todo est� bien, esa misma seguridad se considera como una prueba del hecho en que se supone que debe estar conectado a tierra. Pero esto puede ser una pura alucinaci�n. Es posible estar justificado ante Dios y, sin embargo, ser atormentado con temores innecesarios de condena, y es igualmente posible estar todav�a bajo condena mientras nos imaginamos en un estado de justificaci�n.

IV. LA AUTOJUSTIFICACI�N DEBE FALLAR. No podemos salir de nosotros mismos ni trascender nuestra propia experiencia. Nunca se ha inventado una palanca por la cual un hombre pueda levantarse. Podemos hacer un espect�culo justo en la carne, pero no podemos cambiar nuestros propios corazones. Hemos pecado contra Dios; es in�til para nosotros simplemente perdonarnos a nosotros mismos; Necesitamos el perd�n de Dios. Si el pecado no fuera real, podr�amos encontrar una defensa que despejara nuestra reputaci�n. Pero es real, lo m�s terrible e incuestionablemente real. Este hecho hace que la autojustificaci�n sea imposible.

V. NUESTRA PROPIA CONDUCTA DEMUESTRA EL ENGA�O DE LA AUTOJUSTIFICACI�N, Job parece pensar que apenas es tratado con �l, y que Dios es mucho m�s grande que �l, que lo que �l diga en auto justificaci�n se volver� contra �l. Eso es un error, porque Dios es justo y misericordioso. Pero en un sentido m�s profundo, las palabras de Dios son verdaderas. Podemos decir que somos justos, pero nuestros hechos desmienten nuestras palabras. No, nuestra boca, que proclama nuestra justicia, la niega; porque nuestras palabras son a menudo pecaminosas, poco generosas cuando no son falsas.

VI. EL FRACASO DE LA AUTOJUSTIFICACI�N DEBER�A CONDUCIRNOS A LA JUSTIFICACI�N DE DIOS EN CRISTO. No necesitamos desesperarnos como Job, porque tenemos un evangelio para los injustos. Cristo ha tra�do una justificaci�n perfecta, en perd�n y renovaci�n, para todos los que poseen su pecado y conf�an en su gracia. � W.F.A.

Job 9:22

La injusticia de la igualdad.

Job se queja de que el mismo destino se aplica a los perfectos y a los imp�os; Esto parece ser injusto. Nuestras quejas modernas son sobre la injusticia de las terribles desigualdades de la vida. Pero la posici�n de Job nos sugiere que la justicia no es simple igualdad. La igualdad de trato puede ser injusta. Para ser justos con todos, no debemos tratar a todos por igual. Sin embargo, la injusticia de la igualdad es aparentemente una cosa com�n en la experiencia de la vida, e incluso en las dispensaciones de la Providencia. Por lo tanto, parece que se pierde la providencia especial, y un tratamiento amplio y rudo parece servir para la mayor variedad de personas.

I. Ser�a injusto tratar a todos por igual. Esto puede concederse si pensamos en la totalidad de la vida, no solo en la experiencia externa, ni solo en esta esfera de existencia temporal y limitada. Buscar la igualdad absoluta es ignorar variaciones de requisitos y distinciones de car�cter. Pero si esto es as�, �qu� debemos entender por el aparente desprecio de esas diferencias? El mundo est� gobernado por leyes generales. Los eventos tienen influencias generalizadas. Las calamidades vienen en una marea creciente, no en una corriente serpenteante, y cuando barren la tierra, las malas hierbas y las plantas fruct�feras sufren la misma devastaci�n.

II SIN EMBARGO, DIOS NO ES AS� INJUSTO. Job se equivoca.

1. Solo vemos el exterior de la vida. Los eventos que son comunes a todos por igual son externos. Son objetos visibles de observaci�n superficial. Pero estos eventos no constituyen la totalidad de la experiencia. El golpe que rompe la piedra solo endurece el hierro. La calamidad que es un juicio aplastante para un hombre es un t�nico curativo para otro. Cuando una inundaci�n se extiende sobre un distrito, deja efectos muy diferentes; porque aunque solo trae ruina a las casas, trae fertilidad a los campos. Entonces el problema es solo igual externamente. Si solo pudi�ramos seguirlo en la experiencia de diferentes hombres, deber�amos descubrir que la desigualdad ha cesado y que se produce un efecto diferente seg�n el car�cter y la condici�n. Si bien es una maldici�n para una vida, es una bendici�n para otra.

2. Solo vemos la experiencia actual. Ahora, y en la tierra, parece haber un trato rudo e indiscriminado de los hombres. Aqu� la injusticia de la igualdad se ve con demasiada frecuencia. Bat debemos esperar hasta el final. En el caso de Job, el final provoc� una inversi�n completa de todo el curso de los acontecimientos. Ahora Dios hace que su sol brille y que su lluvia caiga sobre buenos y malos por igual, favoreciendo por igual, ya que a veces castiga por igual. Pero esta igualdad no continuar� despu�s de la muerte. El trigo y la ciza�a crecen juntos, pero solo hasta la cosecha. Habr� una gran desigualdad en el tratamiento, cuando uno se re�ne en los graneros y el otro se quema. Seguramente los hombres deber�an aprender a soportar los problemas comunes de la vida con paciencia, si saben que m�s all� de todos ellos hay m�s que una compensaci�n: hay un aumento fruct�fero, con las m�s ricas bendiciones, para los verdaderos siervos de Dios que soportan con paciencia. � W.F.A.

Job 9:25, Job 9:26

Los d�as r�pidos.

Job compara sus d�as con lo que es m�s r�pido en la tierra, el mensajero corriendo; en el mar, el bote de ca�as; En el aire, el �guila se lanza sobre su presa. No debemos buscar una diferencia en la sugesti�n de estas varias ilustraciones. Reunidos de todas las regiones de la existencia, dan gran �nfasis al hecho significativo de la brevedad de la vida.

I. NUESTROS D�AS SON R�PIDOS EN COMPARACI�N CON LA NATURALEZA. El curso de la naturaleza avanza lentamente. La geolog�a habla de innumerables eras de la antig�edad. La evoluci�n presupone un per�odo de tiempo a�n m�s largo. Al lado de los movimientos graduales de la naturaleza, nuestros peque�os d�as son r�pidos y breves. La vida de cada hombre registra solo un momento en la gran esfera del tiempo. El viejo mundo sigue rodando, mientras que nosotros, los ni�os de un d�a, vamos y venimos en una r�pida marcha de generaciones sucesivas.

II NUESTROS D�AS SON SWIFT EN RELACI�N CON NUESTROS DESEOS. Anhelamos una larga experiencia. La extinci�n del ser es un horror para nosotros. Hay dentro de nosotros grandes instintos de inmortalidad. Por lo tanto, mientras vivimos nuestro peque�o d�a terrenal, estamos llegando a la gran eternidad de Dios. No podemos estar satisfechos con una existencia ef�mera.

III. NUESTROS D�AS SON SWIFT CON RESPECTO A NUESTROS PODERES. Nos lleva mucho tiempo entrenar esos poderes. Media vida no es suficiente para perfeccionarlos. Pero antes de que se perfeccionen, las sombras comienzan a alargarse y la melanc�lica tarde est� sobre nosotros. Seguramente, si Dios nos ha dado facultades que tardan tanto en desarrollarse y que parecen capaces de grandes logros si solo tuvieran un alcance completo, es triste que comiencen a marchitarse tan pronto como hayan alcanzado la madurez.

IV. NUESTROS D�AS SON SWIFT EN RELACI�N CON NUESTROS DEBERES. Hay tanto por hacer y tan poco tiempo para hacerlo. Nuestras tareas crecen sobre nosotros, y nuestras oportunidades son reducidas y truncadas. �No planeamos todos m�s trabajo del que podemos lograr? Por lo tanto, trabajamos con una triste conciencia de que nunca podremos superar nuestras intenciones.

V. NUESTROS D�AS SON VUELTOS AL LADO DE NUESTRAS EXPECTATIVAS. Un ni�o ve la eternidad delante de �l. En su opini�n, un a�o, un a�o entero, es una gran �poca. Incluso en la juventud posterior, el tiempo parece ser un bien abundante. Hay poca necesidad de economizarlo, porque �no tenemos suficiente y de sobra? Actualmente nos sorprende ver cu�n r�pido se nos escapan sus momentos desatendidos. Cada a�o va m�s r�pido, hasta que la corriente silenciosa se ha convertido en un torrente de cabeza y los d�as pasan volando a nuestra velocidad.

VI. NUESTROS D�AS SON SWIFT A LA LUZ DE LA ETERNIDAD. Aqu� est� la explicaci�n de todo el misterio. No somos criaturas de un d�a, aunque nuestra vida terrenal es muy corta. Dios nos ha dado una chispa de su propia inmortalidad. En vista de eso, la vida terrenal m�s grande es una sombra fugaz. Sin embargo, el amplio ocio de la eternidad no debe hacernos descuidados del trabajo del d�a, ya que este d�a nunca volver�. �Qu� valioso es el tiempo en el mundo exterior! El mensajero corre con los pasos m�s r�pidos, el peque�o bote corre por las aguas, el �guila feroz cae sobre su presa como un rayo. Aunque la eternidad es larga, apresur�monos a utilizar nuestras gloriosas perspectivas como inspiraci�n para un af�n similar de aprovechar al m�ximo nuestros breves d�as terrenales.

Job 9:30, Job 9:31

La desesperaci�n de la purificaci�n.

Job est� pose�do por un pensamiento terrible. Se imagina que Dios est� tan decidido a tenerlo como objeto de condena que nada de lo que puede hacer puede corregirlo; incluso si se vuelve tan limpio, Dios lo hundir� de nuevo en el lodo, Dios lo abrumar� de culpa. Esta es, por supuesto, una visi�n totalmente falsa de Dios, aunque no es del todo inexcusable con Job en su ignorancia y terrible angustia.

I. DIOS SOLO DESEA NUESTRA PURIFICACI�N. Puede que no tengamos la tentaci�n de caer en el error de Job, porque tenemos m�s luz y nuestras circunstancias son mucho m�s esperanzadoras que las de �l. A�n as�, es dif�cil para nosotros concebir cu�n completamente reacios a hacer lo peor de nosotros, Dios, es. No puede ignorar el pecado, porque su mirada inquisitiva siempre se lo revela, y su justo juicio siempre lo estima correctamente. �l debe traernos nuestro pecado a casa; porque esto es para nuestro propio bien, as� como tambi�n necesario con respecto a los reclamos de justos y aseados. Por lo tanto, parece estar forzando nuestra culpa. Pero al hacerlo, no nos est� hundiendo en el fango, sino que solo est� haciendo evidente el mal oculto de nuestro coraz�n. El proceso es como el de un fot�grafo que desarrolla una imagen, como el de un m�dico que lleva una enfermedad a la superficie. El resultado pone de manifiesto lo que exist�a antes, invisible pero peligrosamente poderoso.

II ES INESPERADO INTENTAR NUESTRA PROPIA PURIFICACI�N. Aqu� Job ten�a raz�n. Podemos lavarnos, pero no estaremos limpios. El pecado es m�s que una contaminaci�n; Es una mancha, un tinte, un mal arraigado. Es como la piel del et�ope y las manchas del leopardo; el pecado se ha convertido en parte de la constituci�n misma del pecador. Las l�grimas de arrepentimiento no lo eliminar�n. La sangre de las v�ctimas sacrificadas no la limpiar�. La penitencia y las buenas obras no lo eliminar�n. No podemos deshacer el pasado, no podemos eliminar el hecho de que el pecado fue cometido. Por lo tanto, no podemos eliminar la culpa de nuestro pecado ni su influencia contaminante y corruptora de nuestras conciencias.

III. DIOS PROPORCIONA LA PURIFICACI�N DEL PECADO. No necesitamos desesperarnos. Job no solo se equivoca; la verdad es todo lo contrario a lo que �l imagina que es. Dios mismo, en lugar de agravar la culpa, ha provisto el �nico medio eficaz para su eliminaci�n. Esto fue prometido en el Antiguo Testamento: "Ven ahora, y pensemos juntos, dice el Se�or", etc. ( Isa�as 1:18). Se logra en el Nuevo Testamento. Cristo ofreci� el perd�n del pecado ( Mateo 9:2). Con su muerte en la cruz nos asegur� ese perd�n. Lo que ning�n zares u obra nuestra puede hacer se ve afectado por la sangre de Cristo, que "nos limpia de todo pecado" ( 1 Juan 1:7). Es decir, la muerte de Cristo es el gran sacrificio purificador. Cuando confiamos en �l, la limpieza de la culpa que se da, a condici�n del sacrificio perfecto, es nuestra. Nuestra desesperaci�n por la purificaci�n fuera de Cristo solo debe llevarnos a Cristo para que podamos recibirla.WWF.A.

Job 9:33

El hombre del d�a.

Job consideraba injusto que su juez y su acusador fueran la misma persona, y anhelaba que se interpusiera un �rbitro. De hecho, estaba equivocado. Su acusador no era su juez. Satan�s fue su acusador, y Dios fue el gran y justo �rbitro del concurso. Aun as�, los hombres han sentido la necesidad de alguien que debe interponerse entre ellos y Dios, y ayudarlos a llegar a un entendimiento correcto con Dios. El sentimiento ha surgido en parte por un error similar al de Job, pero tambi�n en parte por un instinto espiritual. Dejando la idea err�nea de Job, �qu� podemos considerar como la verdad sobre esta idea del Daysman?

I. Estamos en disputa con Dios en nuestro pecado. Hay una antigua disputa entre la raza y su Hacedor. El pecado es m�s que enfermedad; Es rebeli�n. Es m�s que una mancha en nuestro car�cter; Es una ofensa contra Dios. Es peor que un desorden de las relaciones terrenales; Es una actitud equivocada hacia el Cielo. Estas caracter�sticas sobrenaturales del pecado le dan un horror peculiar y lo convierten en un peligro mortal. Mientras vivamos en pecado, somos enemigos de Dios.

II Es hora de que esta disputa sea llevada a su fin. Solo se ensancha mientras se deja sin marcar. Cuanto m�s pecamos, m�s profundo se vuelve nuestro antagonismo hacia Dios. As� "atesoramos la ira contra el d�a de la ira". Esto no es cuesti�n de mera impropiedad e impropiedad. Es un mal terrible que el ni�o est� luchando contra su padre. Debe traer ruina sobre el ni�o y dolor al Padre.

III. NECESITAMOS UN HOMBRE DE D�A PARA PONERNOS BIEN CON DIOS. El Daysman es nuestro mediador. Ahora, la doctrina de la mediaci�n no es tan popular como lo era antes. La gente dice: "Queremos ir directamente a Dios. �l es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos. Queremos que nadie se interponga entre nosotros. Simplemente queremos ir directamente a casa con Dios". Hay mucha verdad y rectitud de sentimiento en este deseo. Si algo se interpuso entre nosotros y Dios, para obstaculizarnos, eso ser�a un obst�culo, un �dolo, y ser�a nuestro deber eliminarlo de nuestro camino. Cualquier abuso de los sacramentos, cualquier tiran�a del sacerdocio, cualquier persona m�s exaltada, incluso un �ngel del cielo, que se interpuso para obstruir el camino hacia Dios, ser�a un mal que se lamentar�a y evitar�a. Si incluso Cristo estuviera en esta posici�n, ser�a nuestro deber abandonarlo. Si el cristianismo significara un camino m�s dif�cil y indirecto hacia Dios, ser�a correcto renunciar al cristianismo y volver a un te�smo m�s simple. Pero la pregunta es: �cu�l es el camino m�s cercano a Dios? El exilio desea ir directamente a casa. Te ofreces mostrarle en la ruta bellas monta�as, ciudades antiguas, ruinas pintorescas, la corbata no tendr� ninguna de ellas. �l solo quiere irse a casa de la manera m�s directa. �Pero Ay! �l est� lejos de casa, y entre �l y su casa est� el amplio oc�ano. �C�mo lo cruzar�? No el Mediador es para ayudarnos sobre el oc�ano que nos separa de Dios. �l est� entre nosotros y Dios, no como un muro que divide, sino como una puerta en el lamento ya existente, o como el puente que cruza un abismo, no para separar, sino para unir. Tenemos un hombre del d�a: Cristo. Nuestro camino m�s cercano a Dios, nuestro �nico camino, es a trav�s de �l ( Juan 14:6). W.F.A.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 9". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-9.html. 1897.
 
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