Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
For 10¢ a day you can enjoy StudyLight.org ads
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!
free while helping to build churches and support pastors in Uganda.
Click here to learn more!
Bible Commentaries
La Biblia Anotada de Gaebelein Anotaciones de Gaebelein
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Corinthians 11". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/gab/1-corinthians-11.html. 1913-1922.
Gaebelein, Arno Clemens. "Comentario sobre 1 Corinthians 11". "La Biblia Anotada de Gaebelein". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-34
II. LA IGLESIA, EL CUERPO DE CRISTO: Cap�tulo S 11-14
1. La jefatura y la posici�n de la mujer. Cena del Se�or.
CAP�TULO 11.
1. La jefatura de Cristo y del hombre; Posici�n de la mujer. ( 1 Corintios 11:1 .)
2. La Cena del Se�or. ( 1 Corintios 11:17 .)
El verso de apertura pertenece al cap�tulo anterior. Y ahora, despu�s de que el Ap�stol hab�a tratado la iglesia en relaci�n con el mundo en la primera parte de la ep�stola, se ocupa a continuaci�n de los asuntos de la iglesia misma. Tambi�n aqu� hubo mucho que corregir en lo que la asamblea de Corinto hab�a derivado. Despu�s de la breve y excelente palabra de alabanza con la que expres� su confianza en ellos (( 1 Corintios 11:2 ), les llama la atenci�n sobre una verdad importante, que en nuestro tiempo no solo se pasa por alto, sino que a menudo se menosprecia y se deja de lado por completo. .
Se trata de la jefatura de Cristo, del hombre y de la posici�n de la mujer. Es evidente que las mujeres corintias hab�an asumido en la iglesia una posici�n que no estaba de acuerdo con el orden de Dios en la creaci�n. A�n no lo hab�an aprendido. El orden de Dios en la creaci�n tiene que manifestarse en la iglesia. Este orden no es alterado por la redenci�n, aunque en Cristo no hay ni hombre ni mujer, sin embargo, Dios ha asignado al hombre y a la mujer sus respectivos lugares que deben ser mantenidos.
Este orden divino lo declara el Ap�stol. �Pero quiero que sepas que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios �. Estas son declaraciones valiosas y bendecidas. Cristo es el Creador, el Se�or de todo, pero tambi�n se hizo hombre y es el �Primog�nito de toda la creaci�n� ( Colosenses 1:15 ).
Por lo tanto, �l est� en posesi�n de la jefatura en la creaci�n, y la cabeza del hombre como el Hombre, ya que tambi�n es la cabeza de la Iglesia. Dios le ha dado la preeminencia en todas las cosas. Y la cabeza de la mujer es el hombre; este es el lugar que Dios le ha dado a la mujer en la tierra. En la creaci�n, la cabeza de la mujer es el hombre. Sin embargo, �qu� ser�a del hombre sin la mujer? Ella le es necesaria.
�La mujer es la gloria del hombre. Porque el hombre no es de la mujer; pero la mujer del hombre. Ni el hombre fue creado para la mujer, sino la mujer para el hombre ". A estas declaraciones sobre la jefatura de Cristo, la jefatura del hombre, siendo �l la cabeza de la mujer, el Ap�stol agrega "y la cabeza de Cristo es Dios". Cristo es el Hijo eterno de Dios, coigual en Dios en todos los sentidos. El es Dios. Pero el Unig�nito se humill� a s� mismo; Tom� la forma de la criatura y �estaba hecho de mujer.
�Y como hombre, ha tomado el lugar debajo de Dios, rindiendo perfecta obediencia en todas las cosas. En toda Su obra redentora, �l est� bajo Dios, no solo en la tierra, sino ahora en gloria, como el Hombre glorificado a la diestra de Dios, quien lo resucit� de los muertos y le dio gloria.
El prop�sito de la declaraci�n de este orden de los caminos de Dios en la creaci�n fue corregirlos en un asunto que en nuestros d�as a menudo se burla. El hombre que ora o profetiza no debe cubrirse la cabeza. La mujer que ora y profetiza debe cubrirse la cabeza. El que se cubre la cabeza con la oraci�n, deshonra su cabeza. La mujer descubierta deshonra su cabeza. Cubrirse la cabeza es el signo externo de estar en el lugar de sujeci�n.
Una cabeza descubierta significa lo contrario. El orden que Dios ha instituido en cuanto al lugar del hombre y la mujer, su pueblo est� obligado a respetarlo. Puede parecer una peque�a cosa, pero si se desobedece, como sucedi� en Corinto (donde las mujeres parec�an estar engre�das y se negaban a seguir esta orden), se convierte en un trampol�n hacia un mal m�s serio. La mujer debe testificar de su lugar de sujeci�n cubri�ndose la cabeza al orar y testificar.
El hombre igualmente comprometido no se cubre la cabeza, porque la autoridad est� conferida al hombre "porque en cuanto �l es imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del hombre". C�mo se niega todo esto y c�mo la mujer aspira a tomar el liderazgo y el gobierno en lugar del hombre, no necesitamos extendernos.
Si la mujer persiste en dejar el lugar (en sujeci�n) donde brilla su gloria, si persiste en salir al resplandor de la vida p�blica y se lanza a la lucha y la competencia que desgasta la vida de los hombres y sus instintos tiernos, no la dejes. Sorpr�ndase si pierde su gracia distintiva: el delicado brillo que no puede soportar las formas �speras e imp�as del mundo (Prof. Moorehead).
Se da otra raz�n por la cual las mujeres que oran deben mostrar exteriormente una se�al de sujeci�n: debido a los �ngeles. Los �ngeles son vigilantes y asistentes de los herederos de la salvaci�n. As� como conocen a la iglesia y por ella conocen la Efesios 3:10 sabidur�a de Dios ( Efesios 3:10 ), tambi�n son observadores del culto cristiano y del orden y comportamiento del pueblo de Dios en Su casa. Y los �ngeles mismos est�n en sujeci�n y rinden perfecta obediencia.
Entonces, la iglesia misma se pone a la vista. Lo primero no es el hecho de que los cristianos son miembros de Cristo, que constituyeron el cuerpo de Cristo, los dones del cuerpo y el ejercicio de estos dones. La cena del Se�or, ese bendito memorial de Su amor en Su muerte expiatoria, el amor que sobrepasa el conocimiento, es lo primero que se menciona. �Hagan esto en memoria de m�, fue su pedido en la noche en que fue traicionado.
Cuando vino el Esp�ritu Santo y la compa��a se reuni� en comuni�n, le�mos de inmediato sobre �el partimiento del pan� para recordarlo ( Hechos 2:46 ). Lo primero en la asamblea debe ser recordar a Cristo, Su muerte, Su presencia en gloria, Su venida de nuevo. Pero antes de que el Ap�stol les dijera lo que hab�a recibido del Se�or, tuvo que reprenderlos por su desorden y sus divisiones.
En estas sectas y partidos negaban la verdad misma de la iglesia como el cuerpo �nico, el cuerpo de Cristo. Ten�an la costumbre de comer en relaci�n con la Cena del Se�or. Y en esta comida algunos bebieron en exceso, aunque parece que esta costumbre de una comida preliminar llev� a un descuido total o una observancia indigna de la cena en s�. Luego escribe sobre lo que hab�a recibido del Se�or. �Qu� sencillo es todo! �Hagan esto, todas las veces que lo beben, en memoria de M�.
Porque siempre que com�is este pan y beb�is esta copa, mostrar�is la muerte del Se�or hasta que �l venga �. La cena del Se�or es para recordarlo, para mostrar la muerte del Se�or hasta que �l venga. Y todo lo dem�s que el hombre ha hecho de �l es pura invenci�n, si no perversa blasfemia, como la masa id�latra del romanismo. �Y cu�ntas veces se celebrar� esta fiesta que deleita su coraz�n, donde los hijos de Dios adoran y adoran? En los d�as apost�licos evidentemente se guardaba todos los d�as del Se�or ( Hechos 20:7 ).
Y todos los hijos de Dios, a quienes el Se�or ha recibido, tienen derecho a la mesa del Se�or y se re�nen as� alrededor de Su Persona bendita. Las �nicas cosas que excluyen de la mesa del Se�or son las malas doctrinas y el mal andar. Y la cena del Se�or se puede comer indignamente. El que viene a la mesa del Se�or sin juicio propio, come y bebe de ella indignamente. Comemos y bebemos indignamente cuando participamos sin discernir el cuerpo y la sangre del Se�or representados por el pan y el vino, porque entonces no mostramos a Dios la muerte de Cristo.
Que el hombre se examine (juzgue) a s� mismo antes de comer o, de lo contrario, comer� para su propio juicio. Esta es la forma en que Dios produce y mantiene la santidad en la iglesia. Y los corintios hab�an experimentado que el Se�or trat� con varios de ellos en juicio. Sobre muchos el Se�or hab�a puesto Su mano, muchos estaban d�biles y afectados por la enfermedad, mientras que otros se hab�an quedado dormidos. Fue misericordia, "pero cuando somos juzgados, somos castigados por el Se�or, para que no seamos condenados con el mundo".
�El mundo est� condenado. El pecado en el cristiano es juzgado; no escapa ni al ojo ni al juicio de Dios. Nunca lo permite; Limpia al creyente de ella al castigarlo, aunque no lo condena, porque Cristo carg� con sus pecados y se hizo pecado por �l. La muerte de Cristo forma entonces el centro de comuni�n en la asamblea, y la piedra de toque de la conciencia, y eso, con respecto a la asamblea, en la Cena del Se�or �. (Sinopsis de la Biblia).