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Bible Commentaries
Romanos 15

Comentario Popular de la Biblia de KretzmannComentario de Kretzmann

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Versículo 1

Nosotros, que somos fuertes, debemos soportar las debilidades de los d�biles y no agradarnos a nosotros mismos.

Versículos 1-6

Una advertencia a la paciencia y la armon�a.

Los cristianos no deben agradarse a s� mismos:

Versículo 2

Cada uno de nosotros agradar� a su pr�jimo por su bien, hasta la edificaci�n.

Versículo 3

Porque ni siquiera Cristo se agrad� a s� mismo; pero, como est� escrito: Los vituperios de los que te acusaban cayeron sobre m�.

Versículo 4

Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra ense�anza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolaci�n de las Escrituras, tengamos esperanza.

Versículo 5

Ahora que el Dios de la paciencia y la consolaci�n os conceda ser semejantes a los dem�s seg�n Cristo Jes�s,

Versículo 6

para que un�nimes y una boca glorifiques a Dios, el Padre de nuestro Se�or Jesucristo.

En la secci�n anterior, Pablo hab�a hablado de cosas indiferentes y de la consideraci�n que los fuertes en la fe deben mostrar a los d�biles a este respecto. Ahora ampl�a un poco la noci�n de fuerte y d�bil y habla del comportamiento de los cristianos en general, con referencia al ejemplo de Cristo. Pero es deber de los que somos fuertes tolerar las debilidades de los d�biles y no agradarnos a nosotros mismos.

Los fuertes, o capaces, son los cristianos que disfrutan de un cristianismo fuerte y vigoroso, sin ser, en verdad, perfectos; los d�biles, por otro lado, son los inestables, los d�biles, que son d�biles tanto en el conocimiento como en la vida cristiana. Lutero dice de este �ltimo: "�Qu� d�biles son los que a veces tropiezan en el pecado manifiesto, o los que en alem�n llamamos cabezas extra�as y gente peculiar, que vuelan ante una leve provocaci�n o tienen otras debilidades, por lo que es dif�cil! para llevarse bien con ellos, ya que esto puede suceder especialmente entre marido y mujer, entre amo y sirviente, entre gobierno y s�bditos.

"Es deber del fuerte tolerar, soportar al d�bil, sostenerlo en su debilidad, en sus prejuicios, errores y faltas, siendo el prop�sito de tal bondad ayudar a nuestro hermano cristiano a deshacerse de sus faltas, al ser curado de su debilidad.Pues el objeto y el fin de la vida y la conducta de un cristiano no es agradarse a s� mismo, vivir solo para su propio beneficio; un comportamiento que solo apunta a su propia edificaci�n es el colmo del ego�smo y hipocres�a engre�da.

Pablo ense�a que un verdadero cristiano muestra una disposici�n y una conducta completamente diferentes: cada uno de nosotros agrada a su pr�jimo para bien, para edificaci�n. En lugar de preocuparse �nicamente por su propio avance en el conocimiento espiritual, los verdaderos cristianos siempre estar�n listos, aunque no oficiosos, para esforzarse por promover la vida espiritual de sus pr�jimos en la Iglesia tambi�n, para el bien que principalmente debemos tener en mente. es la mejora religiosa de los dem�s, especialmente si no han tenido las ventajas de las que hemos disfrutado por la gracia de Dios.

Al hacerlo, somos inspirados e instados a seguir adelante con el ejemplo m�s alto posible: porque tampoco Cristo se agrad� a s� mismo, sino que actu� conforme a lo que estaba escrito de �l: Los vituperios y las injurias de los que te reprochan han ca�do sobre m�. El ap�stol cita aqu� Salmo 69:9 , de un salmo mesi�nico; porque el Salvador mismo habl� por medio del profeta inspirado y describi� algunos de los incidentes de Su sufrimiento.

Ver Juan 2:17 ; Juan 15:25 ; Juan 19:28 ; Hechos 1:20 . Incluso Jes�s, aunque exento de tales obligaciones por el hecho de ser Dios verdadero, no vivi� solo para su propio placer, no vivi� simplemente para disfrutar de la gloria que hab�a sido impartida a su naturaleza humana, sino que se preocup� sin cesar por la liberaci�n y salvaci�n de la humanidad pecadora, sin dejarse intimidar en este objeto por todos los reproches blasfemos de todos los enemigos que intentaron frustrar su obra.

Por lo tanto, si Cristo dej� a un lado toda consideraci�n de s� mismo e hizo del bienestar de los pecadores el objetivo principal de su vida, seguramente ning�n cristiano se considerar� demasiado bueno para seguir ese ejemplo y se esforzar� de todas las formas posibles para ayudar en la edificaci�n de su pr�jimo. a la vida eterna. No puede ni debe pensarse en una carga, sino solo en un privilegio.

Pablo ahora justifica su uso del pasaje del Antiguo Testamento y muestra que los hechos registrados en las Escrituras est�n dise�ados para nuestra instrucci�n y, por lo tanto, pueden aplicarse f�cilmente en su cumplimiento. Porque todas las cosas escritas de antemano, en tiempos antiguos, para nuestra instrucci�n fueron escritas, a fin de que por la paciencia y por el consuelo de las Escrituras tengamos la esperanza, v. 4. La referencia del ap�stol es a todo el Antiguo Testamento tal como estaba entonces en uso.

Los libros que fueron conocidos bajo el t�tulo colectivo "Las Escrituras" no fueron compuestos por sus autores para servir solo a sus propios contempor�neos, sino que el Esp�ritu Santo, el Editor en Jefe, el verdadero Autor de la Biblia, ten�a en mente las condiciones. de todos los tiempos hasta el fin de los tiempos. La Biblia, por lo tanto, es la maestra, la instructora de la Iglesia despu�s de Cristo, as� como antes de Cristo. Entonces, tal aplicaci�n de la Escritura, como la hizo aqu� el ap�stol, est� completamente de acuerdo con el prop�sito del Libro sagrado; deber�a servir para fortalecer a los cristianos en su fe.

El ap�stol nombra uno de los objetivos de las Escrituras, a saber, darnos instrucci�n, para que, mediante la paciencia y el consuelo que la Escritura produce y obra en nosotros, tengamos y sostengamos firmemente la esperanza de la gloria futura. Este objetivo puede alcanzarse en nosotros porque la Biblia no solo nos exhorta a resistir con paciencia y firmeza hasta el fin, sino que tambi�n nos consuela con la seguridad de la ayuda del Esp�ritu Santo, y as� obra en nosotros tanto la paciencia como el consuelo para esperar. y perseverar, ya que la realizaci�n de nuestra esperanza es cuesti�n de poco tiempo.

Si usamos las Escrituras de manera regular y adecuada, sacamos de ellas d�a a d�a m�s fuerza, consuelo, valor y confianza, y as� mantenemos siempre ante nuestros ojos el fin de nuestra fe, la salvaci�n de nuestras almas.

El ap�stol concluye ahora su amonestaci�n con el cordial deseo: Pero el Dios de la paciencia y la consolaci�n os conceda pensar lo mismo los unos con los otros seg�n Cristo Jes�s, para que vosotros, de un mismo sentir y con una sola boca, alab�is a Dios y a los dem�s. Padre de nuestro Se�or Jesucristo, vv. 5-6. As� como las Escrituras fueron llamadas simplemente la instrucci�n para nuestra paciencia y consolaci�n, los mismos t�tulos se aplican aqu� a Dios: �l es el Dios de la paciencia y la consolaci�n, que inspira firmeza y aliento en nuestros corazones mediante el uso de las Escrituras en las que �l revela. �l mismo.

Y si estos dones de Dios se encuentran en nosotros por el don de Dios, entonces nosotros y todos los cristianos tendremos una mentalidad similar entre nosotros, entonces habr� una armon�a agradable a Dios entre nosotros, entonces nos consideraremos unos a otros como hermanos y muestre un verdadero esp�ritu fraterno, libre de todo ego�smo. Tal armon�a fraterna seg�n el esp�ritu de Jesucristo es presupuesto y fundamento del apoyo mutuo, del fomento mutuo y la edificaci�n que debe encontrarse en toda congregaci�n cristiana.

Esa es la voluntad de Cristo, cuya oraci�n por este don siempre debe ser tenida en cuenta por todos los creyentes, Juan 17:11 . Y as� se seguir� que aquellos que son realmente una unidad en el Esp�ritu de Dios tambi�n, un�nimes, se unir�n en un coro de alabanza a Dios y al Padre de nuestro Se�or Jesucristo, de quien se derivan todos estos grandes dones espirituales. , cuyo amor en Cristo Jes�s los ha hecho posibles y nos los ha transmitido. Nota: Dios es el Dios y el Padre de nuestro Se�or Jesucristo; es una relaci�n sumamente singular, asumida, sin embargo, para la salvaci�n de la humanidad.

Versículo 7

Por tanto, recib�os los unos a los otros, como tambi�n Cristo nos recibi�, para gloria de Dios.

Versículos 7-13

La armon�a fraterna hace posible la alabanza com�n de Dios:

Versículo 8

Ahora digo que Jesucristo fue ministro de la circuncisi�n por la verdad de Dios para confirmar las promesas hechas a los padres,

Versículo 9

y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como est� escrito: Por esto te confesar� entre los gentiles y cantar� a tu nombre.

Versículo 10

Y otra vez dice: Al�grense, gentiles, con su pueblo.

Versículo 11

y adem�s, alabad al Se�or, todos los gentiles; y alabadle, pueblos todos.

Versículo 12

Y adem�s, dice Isa�as: Habr� ra�z de Isa�, y el que se levantar� para reinar sobre los gentiles; en �l confiar�n los gentiles.

Versículo 13

�Ahora el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abund�is en esperanza por el poder del Esp�ritu Santo!

Por lo tanto, para que tal alabanza sea posible, y que el objeto de tal alabanza armoniosa sea alcanzado, rec�banse, rec�banse unos a otros; que ambas partes muestren el esp�ritu que est� en Cristo, seg�n la voluntad de Cristo. Y esta aceptaci�n mutua y trato bondadoso debe ser conforme a la medida de la aceptaci�n de Cristo por nosotros y debe redundar para la gloria de Dios, el fin final de toda la vida del cristiano.

Los cristianos somos llamados a la comuni�n de Su Hijo, Jesucristo, nuestro Se�or, 1 Corintios 1:9 . Por tanto, recae sobre nosotros la obligaci�n de cultivar el esp�ritu de armon�a. La vida armoniosa y la adoraci�n de los creyentes ahora se describe en detalle: Porque digo que Cristo se hizo siervo de la circuncisi�n por causa de la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, v.

8; y que los gentiles pudieran glorificar a Dios por su misericordia, verso 9 a. Cuando Cristo vino, su primer servicio directo fue en inter�s del pueblo o naci�n circuncidados, los jud�os; en su ministerio sirvi� principalmente a los jud�os, porque fue enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel, Mateo 15:24 , y de entre ellos se reuni� su peque�a congregaci�n de disc�pulos.

Y los ap�stoles reanudaron su obra donde �l hab�a cesado: predicaron primero a los jud�os y establecieron congregaciones en Judea. Cristo llev� a cabo esta obra de su oficio prof�tico de esta manera por causa de la verdad de Dios, en inter�s de la veracidad de Dios, es decir, para confirmar las promesas hechas a los padres. El Mes�as hab�a sido prometido a los patriarcas y luego a los hijos de Israel; de ellos, seg�n la carne, iba a nacer; en medio de ellos deb�a vivir y realizar su obra.

Esta promesa de Dios se cumpli�; la veracidad de Dios fue reivindicada. Y todos los verdaderos israelitas que, por fe, se han convertido en part�cipes de la salvaci�n de Cristo, ahora alaban a Dios y exaltan su gloria por cumplir sus promesas a los padres. Pero mientras los jud�os alababan a Dios por confirmar, por llevar a cabo Sus promesas, los paganos glorifican Su nombre a causa de Su misericordia, porque Dios, por gracia gratuita, les ha dado el mismo don glorioso y el mismo beneficio que los hijos de Israel, a quienes las promesas fueron encomendadas.

As� Jesucristo lleg� a ser ministro tambi�n de los gentiles, es decir, al enviar sus mensajeros a todas las naciones y reunir a su Iglesia de entre todas las personas del mundo mediante la predicaci�n del Evangelio. A la fidelidad de Dios los jud�os y a la misericordia de Dios los gentiles deben la posesi�n de la salvaci�n en Jesucristo.

Este �ltimo pensamiento es ahora corroborado por el ap�stol con una referencia a varios pasajes del Antiguo Testamento en los que se profetizaba la conversi�n de los gentiles, lo que indica que el eterno consejo de Dios se estaba ejecutando en su caso. La primera referencia es a Salmo 18:49 : Por eso te confesar�, te glorificar� en gran manera entre los gentiles y cantar� himnos a tu nombre.

El Mes�as, hablando por boca de David, alaba las maravillas que Dios ha hecho a las naciones, en medio de los gentiles, para su salvaci�n. Y el mensaje de salvaci�n provoca las alabanzas de los gentiles, como lo demuestran las siguientes citas: Al�grense, gentiles, con su pueblo, Deuteronomio 32:43 ; Gentiles todos, alabad al Se�or; y alabadle mucho, pueblos todos, Salmo 117:1 .

Se invita urgentemente a los gentiles, junto con los hijos de Israel, a cantar alabanzas a Dios por la plenitud de su misericordia, y as� mostrar su pertenencia al verdadero Israel espiritual. La cuarta cita es de Isa�as 11:10 : All� estar� la ra�z de Isa�, y el que se levantar� para gobernar a los gentiles; en �l esperar�n los gentiles.

Cristo, el descendiente de Isa�, el linaje de David seg�n la carne, extender� Su dominio de gracia entre los gentiles, a trav�s de la predicaci�n del Evangelio, y el resultado ser� que los gentiles pondr�n sus esperanzas en �l como su �nico Salvador y Redentor. As�, la Iglesia del Nuevo Testamento es una comuni�n de jud�os creyentes y gentiles regenerados, unidos en la adoraci�n del Dios verdadero y el Padre de Jesucristo, su Salvador.

Y esta armon�a encontrar� propiamente su expresi�n en toda la relaci�n de los creyentes entre s�, siendo la consideraci�n caritativa por los hermanos el motivo de todas sus acciones. Este ideal, por supuesto, no puede ser alcanzado por su propia raz�n y fuerza; necesita la asistencia continua del Esp�ritu Santo. Y, por tanto, Pablo, al cerrar esta secci�n y el cuerpo de la carta, escribe: Pero el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abund�is en esperanza en el poder del Esp�ritu Santo, v.

13. El Dios que puede conceder y da esperanza, que mantiene la mente de los creyentes dirigida hacia el gran cumplimiento de todos sus deseos, tambi�n puede llenar los corazones de sus hijos con el mayor gozo, con todo gozo posible, y con esa paz que sobrepasa todo entendimiento, ya que ambos descansan y fluyen de la fe en Jes�s el Salvador. Con esta ayuda de parte de Dios, la esperanza de los cristianos no ser� una opini�n vacilante e incierta, sino una certeza divina, haci�ndoles abundar en esperanza, d�ndoles la confianza gozosa en el cumplimiento de su salvaci�n, en la realizaci�n de la vida. gloria futura.

Este maravilloso regalo se hace posible en nosotros a trav�s del poder del Esp�ritu, que hace que el gozo y la paz se fortalezcan con la esperanza, y as� conduce nuestro coraz�n y nuestra mente hacia la bendita meta de nuestro destino.

Versículo 14

Y yo tambi�n estoy convencido de vosotros, hermanos m�os, que vosotros tambi�n est�is llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, capaces tambi�n de amonestaros unos a otros.

Versículos 14-16

El ep�logo de la carta.

Raz�n de Pablo para escribir:

Versículo 15

Sin embargo, hermanos, les he escrito de alguna manera con mayor denuedo, pensando en ustedes por causa de la gracia que me ha sido dada a m� o a Dios,

Versículo 16

para que yo sea el ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles sea aceptable, siendo santificado por el Esp�ritu Santo.

Ahora, el ap�stol, habiendo terminado tanto la instrucci�n como la amonestaci�n a los cristianos de Roma, con su habitual suavidad y modestia, agrega una explicaci�n para mostrar por qu� se hab�a dirigido a ellos de la manera en que lo hizo. D�ndoles el t�tulo �ntimo y honroso de "hermanos m�os", les dice francamente que �l, por s� mismo, est� plenamente convencido de que ellos, por su parte, est�n llenos de bondad, que poseen la justa disposici�n y excelencia cristianas. .

Tambi�n est� persuadido hasta un punto que no admite ninguna duda de que sus lectores est�n llenos de todo el conocimiento, que tienen la comprensi�n completa y correcta de la doctrina cristiana. Esta buena opini�n, naturalmente, da como resultado la confianza de que har�n lo correcto y apropiado en todas las circunstancias. Si hay alguna ense�anza o exhortaci�n en doctrina y vida necesaria, seguramente la atender�n de manera adecuada.

Puesto que Pablo conoc�a personalmente a los principales miembros de la congregaci�n de Roma, y ??tambi�n conoc�a el poder del Evangelio que se predicaba entre ellos, pod�a hacer esta afirmaci�n con toda confianza. Su manera de escribir les servir�a de incitaci�n y los estimular�a a progresar r�pidamente tanto en la comprensi�n como en la santificaci�n.

Pero a pesar de esta buena opini�n que ten�a de ellos, Pablo ten�a la obligaci�n de escribirles: Porque les he escrito con bastante valent�a en parte, como alguien que les recordaba por la gracia que me ha sido dada por Dios, v. 15. Hab�a partes de su carta en las que Pablo hab�a usado mucha valent�a, hab�a sacado a relucir sus puntos con sorprendente y contundente fuerza. Y en este m�todo fue completamente justificado; no podr�a haberlo hecho de otra manera, ya que era su deber recordarles ciertas cosas.

Lo que los cristianos han aprendido, saben y entienden una vez, deben recordarlo de nuevo, para que su conocimiento pueda ser fortalecido y confirmado. Los creyentes de todos los tiempos acudir�n una y otra vez a las instrucciones contenidas en esta ep�stola inspirada, para conocer cada vez mejor los misterios de su justificaci�n y salvaci�n, para ser cada vez m�s fervientes en la fe, la esperanza y el amor.

Pero hab�a otro deber que obligaba a Pablo a dirigir esta carta a los cristianos en Roma, a saber, la gracia que le fue dada de Dios para que fuera un siervo, un ministro, de Cristo Jes�s a los gentiles, para administrar el Evangelio de Cristo y Dios, para que la ofrenda de los gentiles sea aceptable, santificada por el Esp�ritu Santo, vs. 15 -16. Su oficio, su apostolado, era un don de la gracia de Dios, un servicio del que se sab�a indigno, Efesios 3:8 .

Pero le hab�a sido dado por un llamado especial de Dios, y por lo tanto, como verdadero sacerdote de Dios, debe administrar el Evangelio, proclamarlo entre los gentiles, a fin de que por su instrumentalidad la ofrenda de los gentiles pueda ser provocado. Los mismos paganos, persuadidos por el mensaje del Evangelio, eran un sacrificio para Dios, se ofrecieron a s� mismos como sacrificio vivo a su Se�or, Romanos 12:1 .

Entonces, debido a la influencia y obra del Evangelio, su sacrificio fue agradable y aceptable a Dios, Filipenses 2:17 ; 2 Timoteo 4:6 . Por amor a Jes�s, Dios se ha vuelto hacia los antiguos gentiles en gracia. Y, por tanto, tambi�n son santificados en el Esp�ritu Santo, porque el Esp�ritu ha santificado, consagrado, sus corazones a Dios.

En todo momento y en todo lugar, dondequiera que se predique el Evangelio, el coraz�n de los hombres se renueva, se convierte a Dios, se ofrece como propio de Dios; y el prop�sito del Evangelio es mantenerlos en el estado de santificaci�n, hasta que la esperanza y la fe sean reemplazadas por la posesi�n eterna.

Versículo 17

Por tanto, tengo de qu� gloriarme por medio de Jesucristo en las cosas que son de Dios.

Versículos 17-21

Alabanza de Pablo por su apostolado:

Versículo 18

Porque no me atrever� a hablar de ninguna de las cosas que Cristo no hizo por m� para hacer obedientes a los gentiles de palabra y obra,

Versículo 19

por poderosos signos y prodigios, por el poder del Esp�ritu de Dios, de modo que desde Jerusal�n y alrededor hasta Iliria he predicado plenamente el evangelio de Cristo.

Versículo 20

S�, as� me he esforzado por predicar el Evangelio, no donde Cristo fue nombrado, no sea que edifique sobre el fundamento de otro hombre;

Versículo 21

pero como est� escrito: A quienes no se habl�, ver�n, y los que no oyeron, entender�n.

El ap�stol est� ansioso por que sus lectores comprendan exactamente lo que incluye este don de su apostolado, y por qu� le incumb�a escribir con tanta valent�a tanto en la instrucci�n como en la exhortaci�n: Me glor�o, pues, en Cristo Jes�s, es decir, en lo que pertenece a Dios. Como ap�stol de los gentiles, a quienes se ha confiado el Evangelio de Jesucristo, tiene motivos para jactarse y enorgullecerse de su obra para Dios, de la llamada que Dios le ha dado.

Al mismo tiempo, siempre est� consciente de que su jactancia es en Cristo Jes�s, se hace a causa de su gracia, y no a causa de su capacidad personal o dignidad para el oficio. De lo que est� orgulloso y de qu� manera, dice muy claramente: Porque no me atrever� a hablar nada de aquellas cosas que Cristo no efectu� a trav�s de m� para la obediencia de los gentiles por palabra y obra, en el poder de se�ales y maravillas, en el poder del Esp�ritu de Dios, de modo que yo desde Jerusal�n y alrededor hasta Il�rico he cumplido, completado y predicado plenamente el Evangelio, vs.

18-19. El prop�sito del llamado de Cristo se ha realizado; ha logrado hacer mucho por la obediencia de los gentiles, para establecer la obediencia de la fe entre los gentiles. Esto lo ha hecho con palabras y hechos, principalmente a trav�s de su predicaci�n, pero tambi�n a trav�s del ejemplo de su vida. El �xito le ha llegado a trav�s de se�ales y prodigios, milagros de diversa �ndole que realiz� y que sirvieron para fundamentar su predicaci�n.

Pero principalmente atribuye el efecto de sus labores al poder del Esp�ritu Santo, el Esp�ritu de Dios. El Esp�ritu Santo est� en la Palabra del Evangelio y obra la fe, la obediencia del Evangelio, a trav�s de esta misma Palabra. Paul ha realizado un trabajo exitoso en todos los pa�ses desde Jerusal�n hasta Illyricum. En Jerusal�n hab�a recibido el mandato de ser el mensajero de Dios a los paganos, Hechos 22:21 .

No hab�a dudado en testificar de Cristo en la misma ciudad que lo hab�a conocido como blasfemo, Hechos 9:20 y sigs. Y luego visit� todos los pa�ses que se encuentran entre Jerusal�n e Illyricum, formando una especie de semic�rculo alrededor del extremo oriental del mar Mediterr�neo. Illyricum, el pa�s al oeste de Macedonia, que Pablo hab�a visitado recientemente, en su tercer viaje misionero.

En todos estos pa�ses, Pablo ha cumplido el Evangelio de Jesucristo, lo ha completado, ha llevado a cabo su ministerio hasta el final, ha predicado el pleno consejo de Dios para la salvaci�n de los hombres, logrando un entendimiento y una aceptaci�n del Evangelio por su obra como ap�stol, Colosenses 1:25 . Ese es el negocio, el objetivo del Evangelio con respecto a todas las personas de la tierra, a saber, que sea dado a conocer y aceptado en todas partes; y esta obra del Evangelio la ha realizado Pablo.

Y sin embargo, a pesar del �xito que ha acompa�ado a sus esfuerzos, Pablo no se atrever�a a atribuirse el m�rito y a hablar de algo de manera jactanciosa a menos que Cristo lo hubiera logrado a trav�s de �l; la eficacia real y la eficiencia de la predicaci�n del Evangelio la atribuye propiamente s�lo a Cristo. Como todo predicador del Evangelio, Pablo era un �rgano, un instrumento de Cristo y de Su Esp�ritu.

En su incansable actividad en la obra misional, Pablo tiene otro factor en mente, a saber, trabajar solo donde el Evangelio a�n era desconocido, de modo que la evidencia de su apostolado sea innegable: Pero por eso lo he convertido en un punto de honor para predicar el Evangelio no donde se invoc� el nombre de Cristo, para que yo no edificara sobre el fundamento de otro hombre, v. 20. Pablo fue sensible en este punto, no en un esp�ritu de rivalidad, sino en su ambici�n de obra para el Se�or: nunca hab�a buscado predicar a Cristo donde el cristianismo ya estaba establecido, nunca hab�a interferido con la obra de otro hombre, nunca hab�a edificado sobre un fundamento que �l mismo no hab�a puesto; estaba dispuesto a asumir la culpa por cualquier error, as� como le dio todo el honor a Cristo.

Esta m�xima de su obra la encontr� en Isa�as 52:15 : El pueblo a quien nada fue Isa�as 52:15 de �l, ver�n, y los que nada oyeron, entender�n. El profeta hab�a dicho claramente que los reyes y las naciones de la tierra, en el momento de la venida del Mes�as, oir�an y ver�an algo que no les hab�a penetrado antes, a saber, la gloriosa noticia del Siervo de Dios.

Por lo tanto, Pablo llev� el Evangelio a lugares y pa�ses donde antes no se conoc�a, aunque este principio no le impidi� escribir y comunicarse con las congregaciones que no hab�a fundado por �l, como la de la propia Roma. Su oficio como ap�stol de los gentiles hizo esto obligatorio.

Versículo 22

Por lo cual tambi�n se me ha impedido ir a ustedes.

Versículos 22-27

Las razones que obstaculizaron la visita de Pablo a Roma:

Versículo 23

Pero ahora no teniendo m�s lugar en estas partes, y teniendo un gran deseo de venir a ustedes durante estos muchos a�os,

Versículo 24

siempre que haga mi viaje a Espa�a, ir� a verte; porque conf�o en verte en mi viaje, y en ser conducido por ti hacia all�, si primero me siento un poco lleno de tu compa��a.

Versículo 25

Pero ahora voy a Jerusal�n para ministrar a los santos.

Versículo 26

Porque a los de Macedonia y Acaya les ha gustado hacer una cierta contribuci�n por los santos pobres que est�n en Jerusal�n.

Versículo 27

Verdaderamente les ha complacido; y sus deudores son. Porque si a los gentiles se les ha hecho part�cipes de sus cosas espirituales, su deber es tambi�n ministrarles en las cosas carnales.

Por esta raz�n, debido a que Pablo hab�a deseado dar a conocer a Cristo donde no hab�a sido predicado antes, se le hab�a impedido venir a Roma. Esto hab�a sido as� en la mayor�a de los casos cuando hab�a tenido la oportunidad de hacer el viaje a Roma; su trabajo en Oriente lo hab�a mantenido demasiado ocupado; en otras ocasiones pudo haber otros factores que le impidieron venir. Pero ahora no tiene m�s espacio en esas regiones, su trabajo en Oriente ha terminado.

Todo lo que queda por hacer bien puede ser atendido por las congregaciones que se han fundado. Por lo tanto, como Pablo hab�a tenido durante muchos a�os el deseo, el m�s ferviente deseo, de venir a Roma, esperaba y ten�a la intenci�n de llevar a cabo su plan tan pronto como hiciera su viaje a Espa�a. Su intenci�n era, al venir de Oriente, de Palestina, viajar por Roma, detenerse all� un tiempo para ver a los hermanos de Roma, visitarlos, y esperaba ser conducido en su camino desde el capital a su destino por una delegaci�n de entre ellos, pero s�lo despu�s de haber disfrutado de su compa��a, hab�a tenido el placer de asociarse con ellos durante alg�n tiempo.

Este era su plan. Sin embargo, antes de que eso pudiera ser ejecutado, Paul ten�a un deber importante que cumplir. Ahora estaba a punto de hacer el viaje contemplado a Jerusal�n en cierto servicio a los santos, los miembros de la congregaci�n en esa ciudad. Porque las congregaciones de Macedonia y Acaya, especialmente las de Filipos, Tesal�nica, Berea y Corinto, hab�an decidido voluntariamente hacer una contribuci�n de alg�n tama�o para los pobres entre los miembros de Jerusal�n.

Al recibir esta colecta, los pobres de Jerusal�n participar�an de la abundancia de los hermanos de Macedonia y Acaya. Y as� fue como deber�a ser, y la decisi�n fue s�lo digna de elogio, porque los cristianos gentiles estaban realmente en deuda con los cristianos jud�os. En Jerusal�n estaba la iglesia madre de la cristiandad, y todos los dones y beneficios espirituales del cristianismo se hab�an esparcido por la tierra desde Jerusal�n.

Y, por lo tanto, era correcto y justo que los gentiles convertidos sirvieran a aquellos de cuyos dones espirituales se hab�an convertido en participantes con su abundancia de bienes terrenales. Este principio bien podr�a recordarse en nuestros d�as, cuando las personas son tan propensas a olvidar los instrumentos de la gracia de Dios para ellos, ya sean hombres individuales o comunidades enteras.

Versículo 28

Por tanto, cuando haya cumplido esto y les haya sellado este fruto, pasar� junto a vosotros a Espa�a.

Versículos 28-33

Una palabra para concluir:

Versículo 29

Y estoy seguro de que, cuando vaya a ustedes, vendr� con la plenitud de la bendici�n del Evangelio de Cristo.

Versículo 30

Hermanos, ahora les ruego por amor del Se�or Jesucristo y por el amor del Esp�ritu que se esfuercen conmigo en sus oraciones a Dios por m�,

Versículo 31

para que sea librado de los que no creen en Judea, y para que los santos acepten mi servicio que tengo para Jerusal�n;

Versículo 32

para que pueda venir a vosotros con gozo por la voluntad de Dios, y ser reconfortado con vosotros.

Versículo 33

�Ahora el Dios de la paz sea con todos ustedes! Am�n.

Primero hab�a que hacer el viaje a Jerusal�n, ese plan no pod�a cambiarse. Pero tan pronto como Pablo termin� este asunto y entreg�, entregado sin peligro, en manos de los miembros de la iglesia en Jerusal�n este fruto de amor, como bien podr�a llamarse la colecta, siendo el fruto de la fe que estaba activa. enamorado, luego pasar�a por Roma de camino a Espa�a. Y de una cosa estaba seguro incluso entonces, a saber, que al venir a ellos vendr�a con la plenitud de la bendici�n de Cristo y del Evangelio.

Que ser�a provisto, que llevar�a consigo en abundancia. Porque estaba convencido de que Cristo, quien a trav�s de sus labores hab�a derramado bendiciones espirituales tan abundantes sobre los creyentes gentiles, no pasar�a por alto la congregaci�n en Roma.

Pero con todas sus confiadas promesas, Pablo no puede evitar expresar una aprensi�n, un presentimiento de maldad. Hab�a sufrido tanto en la persecuci�n de parte de los jud�os que no pod�a deshacerse del todo de un presentimiento de da�o que podr�a sobrevenirle en Jerusal�n. Por tanto, ruega encarecidamente a los cristianos de Roma, por el Se�or Jesucristo y por el amor del Esp�ritu, que peleen con �l en sus oraciones a Dios por �l.

Por la obra de Jesucristo, todos los creyentes est�n unidos en la m�s �ntima comuni�n y pueden interceder unos por otros con todo fervor. Y el amor que el Esp�ritu Santo planta en los corazones de los cristianos los insta a acudir en ayuda de los dem�s en la oraci�n. Y su oraci�n es tan ferviente y urgente que participa de la naturaleza de una batalla, una lucha contra los poderes invisibles y hostiles que se esfuerzan por obstaculizar las labores del ap�stol.

Con tales oraciones para ayudarlo, puede esperar ser liberado de los desobedientes en Judea, de aquellos que se negaron a obedecer el Evangelio. Y su oraci�n de intercesi�n tambi�n puede tener tanto efecto que su servicio a Jerusal�n sea aceptable para los santos, que con gusto se beneficiar�n de la ayuda que les fue brindada por Pablo y sus compa�eros. De Hechos 21:17 y sigs.

sabemos que se escuch� la oraci�n de Pablo y de los cristianos en Roma, que fue recibido con alegr�a por los miembros de la congregaci�n de Jerusal�n. Y, aunque Pablo no vino a Roma en el camino en el que planeaba ir en ese momento, sin embargo, por la providencia de Dios, fue llevado all� a su debido tiempo, fue recibido por ellos con gran alegr�a y encontr� un refrigerio. para mayores labores apost�licas a trav�s de su relaci�n con ellos. Con la oraci�n ferviente, que equivale a una bendici�n, para que el Dios de paz, el que se reconcili� con nosotros por Cristo, nuestra Paz, est� con todos ellos, san Pablo cierra el ep�logo de su carta.

Resumen

El ap�stol exhorta a los cristianos a soportar las debilidades de los hermanos y vivir siempre, como verdadera familia de Dios, en fraternidad; les cuenta su plan de visitar Roma de camino a Espa�a y les pide que lo recuerden en sus oraciones.

Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre Romans 15". "Comentario Popular de Kretzmann". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/kpc/romans-15.html. 1921-23.
 
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