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Bible Commentaries
Romanos 10

Comentario completo de Henry sobre la BibliaCompleto de Henry

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Introducción

El ferviente deseo del ap�stol por la salvaci�n de los jud�os. (1-4) La diferencia entre la justicia de la ley y la justicia de la fe. (5-11) Los gentiles est�n al mismo nivel que los jud�os, en justificaci�n y salvaci�n. (12-17) Los jud�os podr�an saber esto de las profec�as del Antiguo Testamento. (18-21)

Versículos 1-4

1-4 Los jud�os construyeron sobre un fundamento falso, y se negaron a venir a Cristo para la salvaci�n gratuita por la fe, y muchos en cada �poca hacen lo mismo de diversas maneras. El rigor de la ley mostraba a los hombres su necesidad de salvaci�n por la gracia, mediante la fe. Y las ceremonias mostraban a Cristo como cumplidor de la justicia y portador de la maldici�n de la ley. De modo que, incluso bajo la ley, todos los que fueron justificados ante Dios, obtuvieron esa bendici�n por la fe, por la cual fueron hechos part�cipes de la justicia perfecta del Redentor prometido. La ley no es destruida, ni la intenci�n del Legislador defraudada; pero al ser satisfecha plenamente por la muerte de Cristo por nuestro incumplimiento de la ley, el fin es obtenido. Es decir, Cristo ha cumplido toda la ley, por lo que quien cree en �l es considerado justo ante Dios, tanto como si hubiera cumplido toda la ley �l mismo. Los pecadores nunca podr�an seguir en vanas fantas�as de su propia justicia, si conocieran la justicia de Dios como Gobernador, o su justicia como Salvador.

Versículos 5-11

5-11 El pecador que se condena a s� mismo no necesita perplejizarse sobre c�mo puede encontrar esta justicia. Cuando hablamos de mirar a Cristo, y recibir y alimentarse de �l, no nos referimos a Cristo en el cielo, ni a Cristo en las profundidades, sino a Cristo en la promesa, a Cristo ofrecido en la palabra. La justificaci�n por la fe en Cristo es una doctrina clara. Se presenta ante la mente y el coraz�n de cada uno, dej�ndolo as� sin excusa para la incredulidad. Si un hombre confesara la fe en Jes�s, como el Se�or y Salvador de los pecadores perdidos, y creyera realmente en su coraz�n que Dios lo ha resucitado de entre los muertos, mostrando as� que ha aceptado la expiaci�n, deber�a ser salvado por la justicia de Cristo, imputada a �l mediante la fe. Pero no hay fe justificadora que no sea poderosa para santificar el coraz�n y regular todos sus afectos por el amor de Cristo. Debemos dedicar y entregar a Dios nuestras almas y nuestros cuerpos: nuestras almas al creer con el coraz�n, y nuestros cuerpos al confesar con la boca. El creyente nunca tendr� motivos para arrepentirse de su confianza en el Se�or Jes�s. De tal fe ning�n pecador se avergonzar� ante Dios; y debe gloriarse de ella ante los hombres.

Versículos 12-17

12-17 No hay un Dios para los jud�os, m�s bondadoso, y otro para los gentiles, menos bondadoso; el Se�or es un Padre para todos los hombres. La promesa es la misma para todos los que invocan el nombre del Se�or Jes�s como Hijo de Dios, como Dios manifestado en la carne. Todos los creyentes invocan as� al Se�or Jes�s, y nadie m�s lo har� con humildad y sinceridad. Pero, �c�mo podr�a invocar al Se�or Jes�s, el divino Salvador, quien no ha o�do hablar de �l? �Y qu� es la vida de un cristiano sino una vida de oraci�n? Demuestra que sentimos nuestra dependencia de �l, y que estamos dispuestos a entregarnos a �l, y que tenemos una expectativa creyente de todo lo que nos corresponde de �l. Era necesario que el evangelio fuera predicado a los gentiles. Alguien debe mostrarles lo que han de creer. �Cu�n bienvenido debe ser el evangelio para aquellos a quienes fue predicado! El evangelio se da, no s�lo para ser conocido y cre�do, sino para ser obedecido. No es un sistema de nociones, sino una regla de pr�ctica. El comienzo, el progreso y la fuerza de la fe es por el o�r. Pero s�lo el o�r la palabra, como la palabra de Dios, fortalecer� la fe.

Versículos 18-21

18-21 �No sab�an los jud�os que los gentiles iban a ser llamados? Podr�an haberlo sabido por Mois�s e Isa�as. Isa�as habla claramente de la gracia y el favor de Dios, como si fuera antes de recibir a los gentiles. �No fue este nuestro caso? �No comenz� Dios en el amor, y se dio a conocer a nosotros cuando no preguntamos por �l? La paciencia de Dios hacia los pecadores provocadores es maravillosa. El tiempo de la paciencia de Dios se llama d�a, ligero como el d�a, y apto para el trabajo y los negocios; pero limitado como un d�a, y hay una noche al final del mismo. La paciencia de Dios empeora la desobediencia del hombre y la hace m�s pecaminosa. Podemos asombrarnos de la misericordia de Dios, de que su bondad no sea superada por la maldad del hombre; podemos asombrarnos de la maldad del hombre, de que su maldad no sea superada por la bondad de Dios. Y es motivo de alegr�a pensar que Dios ha enviado el mensaje de la gracia a tantos millones, mediante la amplia difusi�n de su Evangelio.

Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Romans 10". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/romans-10.html. 1706.
 
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