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Bible Commentaries
1 Corintios 16

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

El Ap�stol cierra su Ep�stola con este Cap�tulo. Se dan varias amonestaciones muy serias, seguidas de saludos a la Iglesia.

Versículos 1-4

(1) En cuanto a la colecta para los santos, como he ordenado a las iglesias de Galacia, as� haced vosotros. (2) El primer d�a de la semana, que cada uno de ustedes haga un dep�sito junto a �l, como Dios le ha prosperado, para que no haya reuniones cuando yo venga. (3) Y cuando yo venga, a todos los que aprob�is por medio de vuestras cartas, les enviar� para que traigan vuestra generosidad a Jerusal�n. (4) Y si conviene que yo tambi�n vaya, ellos ir�n conmigo.

No ser� necesario ofrecer mucha observaci�n sobre lo que recomienda el Ap�stol en la colecta para los pobres. Cada Iglesia, como Corinto, tiene pobres entre ellos, porque el Se�or ha dicho que nunca cesar�n de salir de la tierra. Y el Se�or manda que la mano se abra de par en par a sus pobres. Y cuando el Se�or da una mano ancha y un coraz�n ancho juntos, no se necesitar� nada m�s para hacer cumplir las colecciones.

Deuteronomio 15:11 ; Sofon�as 3:12 . Hay algo muy dulce y oportuno en el ejercicio de la ternura y la compasi�n hacia los pobres del Se�or, como los pobres del Se�or todos los d�as, pero eminentemente m�s en el d�a del Se�or.

Ese d�a damos una tregua a todas las preocupaciones mundanas y estamos preocupados, o se supone que debemos estar preocupados solo por la �nica cosa necesaria. �D�a dulce! que conmemora todo en uno, el descanso del Se�or de las obras de la creaci�n, la resurrecci�n de Jes�s y el primer descenso del Esp�ritu Santo, en la exhibici�n abierta de su Persona en la fiesta de Pentecost�s. Qu� d�a tan apropiado para que el coraz�n fluya con amor hacia nuestros hermanos m�s pobres, como cuando celebramos el amor de Jehov� por nosotros, en su car�cter triple de Persona, Padre, Hijo y Esp�ritu Santo, manifestado en la creaci�n, la redenci�n, la gracia, y gloria?

Versículos 5-12

(5) Ahora vendr� a vosotros cuando pase por Macedonia, porque paso por Macedonia. (6) Y puede suceder que yo quede, s�, e invernar� con ustedes, para que me lleven en mi viaje adondequiera que vaya. (7) Porque no te ver� ahora por el camino; pero conf�o en quedarme un rato con ustedes, si el Se�or lo permite. (8) Pero me quedar� en �feso hasta Pentecost�s. (9) Porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, y hay muchos adversarios.

(10) Ahora bien, si viene Timoteo, mirad que est� con vosotros sin temor, porque �l hace la obra del Se�or, como yo tambi�n. (11) Por tanto, nadie lo desprecie, sino cond�zcalo en paz, para que venga a m�, porque lo espero con los hermanos. (12) En cuanto a nuestro hermano Apolos, le deseaba mucho que viniera a ustedes con los hermanos; pero su voluntad no estaba por venir en este tiempo; pero vendr� cuando tenga tiempo conveniente.

Cuando leemos este relato del Ap�stol, con respecto a su ministerio en �feso, y que est� registrado ( Hechos 19:1 ), deber�a parecer que Pablo ten�a una fuerte visi�n de que el Se�or bendijo su ministerio all�. En verdad, era una puerta grande y eficaz, la que le fue abierta; y, como hab�a previsto, encontr� muchos adversarios.

Demetrio y los artesanos se le opusieron mucho. Quiz�s Pablo aludi� a esas transacciones, cuando compar� sus conflictos con los de pelear con las bestias en �feso, 1 Corintios 15:32 . Ver Hechos 19:20 . �Lector! T� y yo, s�, la Iglesia de Dios en todas las edades, tenemos motivos para bendecir al Se�or por el conocimiento de Pablo con los Efesios. Esa bendita ep�stola, que, bajo la inspiraci�n del Esp�ritu Santo, envi� a la Iglesia en �feso, y que nos ha sido transmitida, surgi� del ministerio de Pablo all�.

De Timoteo y Apolos, no necesitamos extendernos en observaciones acerca de ellos. Las ep�stolas de Pablo a los primeros captar�n nuestra atenci�n cuando lleguemos a nuestro Comentario del hombre pobre sobre esas Escrituras. Y este �ltimo ya ha sido presentado ante nosotros, en todo lo que se dice de �l, Hechos 18:1 y 1 Corintios 1:12 , y 1 Corintios 3:4 .

Versículos 13-18

(13) Velad, estad firmes en la fe, dejad como hombres, sed fuertes. (14) Que todas tus cosas se hagan con caridad. (15) Os ruego, hermanos, vosotros (conoc�is la casa de Est�fanas, que son las primicias de Acaya, y que se han enviciado al ministerio de los santos), (16) que os somet�is a tales, y a todo el que nos ayuda y trabaja. (17) Me alegro de la venida de Est�fanas, Fortunato y Acaico: porque han provisto lo que faltaba de tu parte. (18) Porque han refrescado mi esp�ritu y el vuestro; reconoce, pues, a los tales.

Hay algo realmente interesante en esta breve pero sorprendente exhortaci�n del Ap�stol. Velad, estad firmes en la fe, dejad como hombres, sed fuertes. Pablo no simplemente los mira, o les ense�a a mirar en s� mismos; como si una o la totalidad de estas gracias cristianas fueran obtenidas por ellos mismos, o dependieran de su propia fuerza para hacerlas efectivas. La exhortaci�n es m�s como el Profeta en la torre de vigilancia, dirigi�ndolos a estar atentos a las manifestaciones diarias, cada hora y minuciosamente de la gracia del Se�or, para perfeccionarse en la debilidad humana; para que, conscientes de su nulidad, pudieran ser fortalecidos en el Se�or y en el poder de su fuerza, Efesios 6:10

Nunca podr� decir lo suficiente a m� mismo, ni al lector de esta humilde obra, sobre el tema de esta vigilancia y la firmeza en la fe, y cosas por el estilo. La constancia en la fe no se comprende tan bien como exige su importancia. La buscamos eternamente en nosotros mismos y en nuestros propios logros; mientras que las Escrituras nos ense�an uniformemente que solo se puede encontrar en el Se�or.

Ese precioso hijo de Dios, sea quien sea, s�lo puede decirse que es firme en la fe, cuando cuenta el estado de gracia en el que se encuentra, saca sus conclusiones, no de lo que siente en s� mismo, sino de lo que Cristo es. . No por lo que pas� en �l, sino por lo que pas� por �l, en el concilio de paz ante todos los mundos, y por los compromisos y cumplimientos de garant�a de Cristo para su Iglesia y su pueblo en el tiempo.

Un hijo de Dios a veces puede agrandarse y a veces estrechar, a veces en el monte y a veces en el valle. Pero ninguno de estos estados se convierte en el est�ndar para juzgar por su inter�s en Cristo. Ser� libre de confesar que es c�modo, como es nuestro privilegio, estar siempre regocij�ndose en la esperanza de la gloria de Dios, sin embargo, la esperanza y la gloria de Dios no dependen de nuestro sentido de regocijo de ellas.

Pablo quiso decir algo m�s que la mera acomodaci�n del cuerpo, cuando dijo, s� c�mo ser humillado y s� abundar, Filipenses 4:12 . Es una bendici�n ser fuertes y firmes en la fe, cuando las cosas son oscuras y desalentadoras, y confiar en Cristo y sus promesas, cuando no podemos ver a trav�s del camino hacia el cumplimiento de esas promesas.

Versículos 19-24

(19) Las iglesias de Asia te saludan. Aquila y Priscila os saludan mucho en el Se�or, con la iglesia que est� en su casa. (20) Todos los hermanos os saludan. Saludaos los unos a los otros con beso santo. (21) El saludo de m�, Paul, de mi propia mano. (22) Si alguno no ama al Se�or Jesucristo, sea Anathema Maranatha. (23) La gracia de nuestro Se�or Jesucristo sea con ustedes. (24) Mi amor sea con todos vosotros en Cristo Jes�s. Am�n.

Habr�a sido innecesario detenerse en los saludos con los que el Ap�stol cierra su Ep�stola; todo el mundo sabe cu�n decidida es la parte que forman en la comuni�n y el compa�erismo cristiano. Pero tenemos en este p�rrafo, con el que el Ap�stol se despide de la Iglesia en esta primera Ep�stola, expresi�n que no encontramos en ninguna otra parte de la palabra de Dios, pero que Pablo entrega en una especie de denuncia que exige nuestra atenci�n. .

Si alguno no ama al Se�or Jesucristo, sea anatema maranatha. Para una correcta comprensi�n de las palabras, se debe considerar qu� significan y a qui�n se aplican.

En cuanto a su significado, deber�a parecer que fue una forma utilizada por los jud�os, cuando pretend�an expresar algo m�s de lo ordinariamente severo, para decir, sea anatema maranatha, es decir, que el Se�or determine su castigo, porque no podemos, su crimen es tan grande y grave. Los jud�os ten�an una palabra para excomuni�n, a saber, Cherem, que implicaba una separaci�n total para siempre de todas las esperanzas de recuperaci�n, y lo que nunca se us�, pero para implicar el estar dedicado a la ira eterna.

Esta palabra correspond�a a la expresi�n usada aqu� por Pablo de anatematizar. Y en aplicaci�n a las personas que el Ap�stol ten�a en mente, el sentido es que, si alguno vivi� y muri� sin ser regenerado y, en consecuencia, sin amar a Cristo, porque un estado de naturaleza en la mente carnal es enemistad contra Dios, �l estaba por necesidad en este estado y, como tal, est� justamente expuesto a la ira eterna.

Y, si Pablo us� la expresi�n como la usaron los jud�os, entonces se seguir�a que por ella, el Ap�stol dej� la naturaleza y el grado del castigo al Se�or. Si alguno no ama al Se�or Jesucristo, sea anatema maranatha.

Pero, en referencia a los tiempos modernos, puede que no est� mal preguntar �a qui�n se aplican las palabras? Puede que haya, de hecho debe haber, multitudes entre los profanos y no despiertos, de quienes se puede decir verdaderamente que no aman en la actualidad al Se�or Jesucristo y, sin embargo, tal sentencia no se les puede imponer. �Cu�ntos miembros del pueblo del Se�or hay ahora en las tinieblas de la naturaleza y que, por lo tanto, no aman al Se�or? pero, sin embargo, de pertenecer al Se�or, cuando llegue el cumplimiento del tiempo y Dios env�e el Esp�ritu de su Hijo a su coraz�n, clamar�n �Abba! �Padre!

Ahora, el anatema, maranatha nunca les puede pertenecer. Tampoco, si durante el tiempo de su no regeneraci�n, afligieran gravemente y persiguieran a la Iglesia de Dios, como lo hizo el mismo Pablo, mientras estaban en un estado de inconversi�n; sin embargo, como en estos casos, el Se�or est� mostrando toda paciencia, y mientras tanto, aunque persiguen a Cristo en sus miembros, ellos mismos son los miembros inconscientes tambi�n del cuerpo de Cristo; �Aqu� no se puede pronunciar un anatema contra ellos!

�Lector! Sin embargo, hay un caso de gran claridad, en el que los fieles no pueden equivocarse, y usted y yo podemos, (y de hecho deber�amos), probar nuestra fe y amor al Se�or Jes�s por la norma. Supongamos que vemos y conocemos a una persona o personas que viven y mueren en un odio a Cristo, y supongamos que esta persona nos es cercana y querida por los lazos de la naturaleza, aunque llena de malignidad, con respecto a las doctrinas de la gracia; �Podemos unirnos al Ap�stol? �Podemos decir lo que hizo Pablo: Si alguno no ama al Se�or Jesucristo, sea un anatema maranatha, aqu� est� la prueba de la fe y el amor!

Dulcemente el Ap�stol concluye su Ep�stola, como tenemos motivos para concluir cada d�a y cada noche, cada acto y oraci�n, ordenanza y servicio; la gracia de nuestro Se�or Jesucristo, y nuestro Se�or Jesucristo sea con todo su pueblo. Am�n.

Versículo 24

REFLEXIONES

�LECTOR! No nos despidamos de esta hermosa y bendita Ep�stola del Ap�stol, sin antes alabar al Se�or el Esp�ritu Santo por una porci�n tan preciosa de verdades inspiradas, y sin agradecerle por los servicios y el ministerio que le brind� un siervo tan fiel.

Y, mientras ambos miramos al Gran Autor de su Santa Palabra, para que sus ense�anzas divinas acompa�en nuestra lectura de todo el contenido de la misma, tan a menudo como seamos favorecidos con la oportunidad, perm�tanos, al pasar del cap�tulo al cap�tulo, estad eternamente al acecho de Aquel a quien Pablo predic�, y a quien Pablo determin� no saber nada m�s; incluso Jesucristo, y �l crucificado; Jesucristo, y �l glorificado; el enviado de Dios, el Cordero de Dios, la palabra de Dios, el poder de Dios y la sabidur�a de Dios, para salvaci�n a todo aquel que cree; s�, el �nico y �nico plan de misericordia de Jehov�, en el amor conjunto de los Santos Tres en Uno; Padre, Hijo y Esp�ritu Santo, por toda la eternidad.

�Adi�s Paul! �para el presente! Bendecimos a tu Se�or y al Se�or nuestro por haberte tenido por fiel, poni�ndote en el ministerio. Que el Se�or rinda tus servicios todav�a bendecidos, como el Se�or lo hizo en las edades pasadas, y en la hora presente, as� sucesivamente a miles que a�n no han nacido. �Oh! que el Se�or comisione esas dulces y sagradas Ep�stolas para la edificaci�n y el establecimiento de la Iglesia en la tierra, mientras quede el tiempo, hasta que todos los redimidos de los Lon sean tra�dos a casa para unirse a la Iglesia en el cielo.

Am�n.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 16". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-16.html. 1828.
 
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