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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario del Pobre Hombre de Hawker Comentario del Pobre Hombre
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con Permiso.
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Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 2 Thessalonians 2". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/2-thessalonians-2.html. 1828.
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 2 Thessalonians 2". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
CONTENIDO
El Ap�stol advierte a la Iglesia en este Cap�tulo, de un alejamiento de los Profesores. Describe muy espantosamente la venida del Anticristo, antes de la aparici�n de Cristo. Y aprovecha de ello para bendecir a Dios, pues la Iglesia ha sido escogida para la santificaci�n desde el principio.
Versículos 1-2
(1) � Ahora, hermanos, os rogamos por la venida de nuestro Se�or Jesucristo, y por nuestra reuni�n con �l, (2) Que no se�is pronto conmovidos, ni turbados, ni de esp�ritu ni de por palabra, ni por carta como de nosotros, ya que el d�a de Cristo est� cerca.
Parecer�a, desde la apertura de este Cap�tulo, que la Iglesia ten�a en este momento, fuertes aprensiones en su mente, que el d�a del Se�or estaba cerca. Y es probable, por lo que dice el Ap�stol en esos vers�culos, que la Iglesia de los Tesalonicenses se hab�a fortalecido en esta opini�n, por su interpretaci�n err�nea de la carta anterior del Ap�stol. 1 Tesalonicenses 4:15 .
Pablo, por tanto, en este Cap�tulo corrige este error; y, bajo el Esp�ritu de profec�a, se relaciona con la Iglesia, un evento espantoso, que primero debe tener lugar en la tierra, que deber�a ser el m�s angustioso en sus consecuencias, para la Iglesia del Se�or, que podr�a ser. El gran d�a de Dios, dice �l, no vendr�, a menos que primero venga una apostas�a, y que el Hombre de Pecado sea revelado, el Hijo de Perdici�n.
�Lector! det�ngase en esta cuenta antes de continuar. Un alejamiento. No por gracia. No el pueblo de Dios. Pablo le hab�a dicho antes a la Iglesia, en su anterior Ep�stola a los Tesalonicenses, que se conoc�a su elecci�n de Dios. 1 Tesalonicenses 1:4 . Y en la misma ep�stola, hab�a declarado plenamente que Dios no hab�a designado a su pueblo para la ira, sino para obtener la salvaci�n.
1 Tesalonicenses 5:9 . La apostas�a, por lo tanto, no tiene respeto alguno por la Iglesia real de Cristo; pero totalmente a los meros Profesores nominales del cristianismo, y que fueron numerosos tan pronto como el Imperio se hizo cristiano, y las naciones poseyeron la fe en Cristo, simplemente como una religi�n de pol�tica estatal, sin un solo acto de gracia en Cristo.
El alejamiento de esta profesi�n se convirti� y ha seguido siendo com�n desde entonces. Pero, �qu� tiene esto que ver con Cristo? �Los hombres no pueden apartarse de lo que nunca tuvieron! Un hombre no puede perder la gracia, que nunca tuvo gracia. S�lo hay una marca real y decisiva de la verdadera fe en Cristo; es decir, el ser regenerado y nacido de nuevo del Esp�ritu Santo. Toda la profesi�n del mundo, de creer en Cristo, no es profesi�n alguna, en cuanto a sus principios vitales, antes de que este acto se produzca en el alma.
Y, por lo tanto, los hombres que se apartan de una mera profesi�n, es todo lo que Pablo quiso decir con la expresi�n. Pero nunca hubo, ni es posible que debiera haberlo, un alejamiento, en un solo caso, de un hijo de Dios, a quien Dios el Esp�ritu ha regenerado: porque esa alma feliz se hace as� participante de la naturaleza divina, habiendo escap� de la corrupci�n que hay en el mundo por la lujuria. 2 Pedro 1:3 , El hombre de pecado y el hijo de perdici�n, son los siguientes en ser considerados. El relato que da el Ap�stol es muy alarmante.
Versículos 3-12
(3) ?� Nadie os enga�e de ninguna manera: porque no vendr� ese d�a, sin que primero venga la apostas�a, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdici�n; (4) el cual se opone y se ensalza a s� mismo sobre todo lo que se llama Dios o se adora; de modo que se sienta en el templo de Dios como Dios, haci�ndose pasar por Dios. (5) �No os acord�is de que, cuando a�n estaba con vosotros, os dije estas cosas? (6) Y ahora sab�is lo que le impide ser revelado en su tiempo.
(7) Porque el misterio de la iniquidad ya obra: s�lo el que ahora deja, dejar�, hasta que sea quitado del camino. (8) Y entonces se manifestar� aquel inicuo, a quien el Se�or matar� con el esp�ritu de su boca, y destruir� con el resplandor de su venida; (9) aun aquel cuya venida es por obra de Satan�s con todo poder. y se�ales y prodigios mentirosos, (10) Y con todo enga�o de iniquidad en los que perecen; porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. (11) Y por esto Dios les enviar� un gran enga�o, para que crean la mentira, (12) para que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.
Tenemos aqu� una profec�a muy espantosa, y de la manera m�s espantosa se ha cumplido, y todav�a se est� cumpliendo ahora, en la tierra. Y lo que lo hace a�n m�s terrible, si es posible, es que aunque el Ap�stol, por las expresiones hombre de pecado e hijo de perdici�n, pueda parecer a primera vista aludir a algo personal; sin embargo, no es as�. Es nacional: s�, general. Hace mucho tiempo que dijo el amado ap�stol Juan, que como el Anticristo vendr�a: as�, hab�a en sus d�as (y cu�nto aumentaron en los nuestros) muchos Anticristos.
1 Juan 2:18 . El mejor servicio que puedo prestar, bajo el Se�or, al lector de este comentario del pobre, para ayudar a la comprensi�n adecuada del tema solemne contenido en estos vers�culos, ser� reunir las diversas partes del pasaje, una por uno, y luego consid�relos, tal como aparecen ante nosotros.
Y primero. Que el lector me comente los nombres con los que el Ap�stol ha distinguido esta herej�a. Lo llama el hombre de pecado; el hijo de perdici�n: el misterio de iniquidad; el imp�o, que ser� manifestado: aquel cuya venida es seg�n la obra de Satan�s; y que viene con todo poder, y se�ales y prodigios mentirosos; y con todo enga�o de iniquidad. Estos son los nombres espantosos, por los cuales el Esp�ritu Santo ha dado a conocer a la Iglesia a trav�s de Pablo, en este pasaje de las Escrituras, la alarmante herej�a que iba a aparecer.
En segundo lugar. Los actos y hechos mediante los cuales se debe descubrir el car�cter de este enga�o. Se dice que se opone y se exalta a s� mismo, sobre todo lo que se llama Dios o se adora. Que �l, como Dios, se sienta en el templo de Dios, mostr�ndose a s� mismo que es Dios. Y es conocido por el poder que se dice que asume, y las se�ales y prodigios mentirosos con los que viene, seg�n la obra de Satan�s; y con todo enga�o de iniquidad.
En tercer lugar. Las terribles consecuencias que seguir�n, en los que perecen, que son sus seguidores. Dios les enviar� poderosos enga�os, para que crean la mentira; para que sean condenados todos los que no creen en la verdad, sino que se complacen en la injusticia.
Por cuartos. La destrucci�n segura de este imp�o mismo, a quien el Se�or matar� con el esp�ritu de su boca, y destruir� con el resplandor de su venida. Hasta aqu� la descripci�n del Ap�stol de esta terrible herej�a; lo cual, bajo el Se�or el Esp�ritu, le dijo a la Iglesia, se revelar�a en los tiempos posteriores, cuando el Se�or, quien entonces lo retuvo, eliminar�a la causa de la obstrucci�n del camino.
Ahora, bajo la ense�anza del Se�or, miremos esos personajes, uno por uno; y examinar, mediante el testimonio de las Escrituras, y los hechos que han aparecido desde entonces, a qu� �poca de la Iglesia se refieren en particular. Y, primero, respetar los nombres. El hombre de pecado y el hijo de perdici�n; el misterio de la iniquidad y los imp�os. Es evidente que todos estos se refieren a uno y al mismo. Y no simplemente a una persona; sino m�s bien el nombre de uno, y la misma herej�a.
No Satan�s, a quien enf�ticamente se le llama el Maligno; porque se dice que esta herej�a es obra de Satan�s; en consecuencia, no podr�a ser el mismo Satan�s. Ni nueva revelaci�n del traidor Judas, a quien nuestro Se�or llama hijo de perdici�n. Juan 17:12 . Porque Jes�s no lo nombr� as�, como si �l, y solo �l, fuera conocido por ese nombre.
Todos son hijos de perdici�n, que est�n perdidos. El Ap�stol tampoco quiso decir que ninguna persona individual, entre los enemigos de Cristo, se levantar� en las edades posteriores para oponerse al Evangelio de Cristo, por desesperadamente malvados y amargos que puedan ser. No es una persona, sino un cuerpo; una apostas�a de la Iglesia, una apostas�a; todav�a profesando a Cristo, pero neg�ndolo con las obras. Porque el car�cter se define con m�s detalle, de sedimentaci�n en el templo de Dios y llamarse a s� mismo dios; s�, exalt�ndose a s� mismo sobre todo lo que se llama Dios.
�Y d�nde debemos buscar el cumplimiento de esta profec�a? Si se puede encontrar una Iglesia que profese el cristianismo, a qui�n pertenecen claramente esos t�tulos; no quedar� ninguna sombra de duda, pero que este es el mismo que el Ap�stol ten�a en mente, en esta profec�a de las Escrituras. Y todos los que han escrito sobre el tema, desde el primer momento en que se comentaron las Escrituras, hasta la hora actual, han declarado de manera uniforme y con una sola voz que es la Iglesia de Roma.
La venta de indulgencias, indulgencias, subvenciones y cosas por el estilo, est�n demasiado cerca del hombre de pecado; y donde se practica, lo representa de manera demasiado llamativa, a quien Pablo describe sentado en el templo de Dios, mostr�ndose a s� mismo que �l es Dios. Y es oponerse a Cristo en todos sus oficios, como Profeta, Sacerdote y Rey de su Iglesia; al ense�ar la adoraci�n de los santos; al establecer el m�rito y unir intercesores con Cristo; y al asumir el t�tulo de supremac�a, como cabeza de la Iglesia.
Y, ciertamente, no es poco notable en la confirmaci�n, que lo que Pablo llama en este lugar, el misterio de la iniquidad, en alusi�n a la herej�a que hab�a estado describiendo; Juan, en el libro de las Revelaciones, llama Misterio, Babilonia la Grande, la Madre de las rameras y abominaciones de la tierra. Apocalipsis 17:5 .
A partir de estos, y de otros innumerables testimonios, que, de ser necesario, podr�an presentarse, no cabe la menor duda, pero que la Apostacia que el Ap�stol ten�a a la vista en esta escritura la Sede de Roma fue dise�ada desde el principio.
Pero habr�a sido una bendici�n para la verdadera Iglesia de Cristo, si la apostas�a hubiera marcado solo el car�cter de la Sede de Roma. �Pobre de m�! qu� errores han surgido, en esta nuestra propia tierra, en lo que se llama la Iglesia Reformada. Quien que lee el relato de sus d�as del amado Ap�stol, y toma el mismo espejo para mirarse los nuestros; pero debe quedar impresionado por el parecido. Hijitos (dijo �l) es la �ltima vez, y como hab�is o�do que vendr� el anticristo, aun ahora hay muchos anticristos: por lo cual sabemos que es la �ltima vez.
1 Juan 2:18 . �Que cualquier hombre lea esta bendita ep�stola de Juan y luego mire las profesiones de los hombres que lo rodean! Mire c�mo se niega la Deidad de Cristo: se cuestiona la Persona, la Deidad y el Ministerio de Dios el Esp�ritu Santo; y luego decir, �no hay muchos anticristos?
Y que mi Lector tenga paciencia conmigo, para hacer una observaci�n m�s. �Qu� quiso decir el Ap�stol, en esta escritura, con el enga�o de la injusticia? Marque la expresi�n. Con todo enga�o de iniquidad en los que perecen. �Era necesario, deber�a decirse a la Iglesia, que la injusticia terminar�a en destrucci�n? Ciertamente, este no podr�a ser el significado de Pablo. Ni en el sentido com�n y la aceptaci�n de la palabra, la injusticia nunca podr�a enga�ar a un hombre con la esperanza de ser salvo por ella.
Pero, si es un fariseo moralista, crey�ndose justo ante Dios; hace de sus propias buenas obras, oraciones, limosnas y ordenanzas, una parte de Salvador; todos los cuales son injustos ante Dios: aqu� hay una falacia en verdad, profunda y miserable. Y esto encajar� bien con el nombre de todo enga�o de injusticia. �Lector! es correcto ejercer celos sobre nuestro propio coraz�n. El d�a es espantoso. Al luchar fervientemente por la fe que una vez fue dada a los santos, no solo trabajamos para preservar la verdad de Dios, sino tambi�n nuestra propia felicidad.
Y es una verdad por la que vale la pena trabajar. Porque si la justicia viene por la ley, entonces Cristo ha muerto en vano. G�latas 2:21 .
Versículos 13-17
(13) � Pero siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados del Se�or, porque Dios los escogi� desde el principio para salvaci�n mediante la santificaci�n del Esp�ritu y la fe en la verdad. llamado por nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Se�or Jesucristo. (15) Por tanto, hermanos, estad firmes y fieles a las tradiciones que se os han ense�ado, ya sea de palabra o de nuestra ep�stola.
(16) Ahora nuestro Se�or Jesucristo mismo, y Dios, nuestro Padre, que nos am� y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por medio de la gracia, (17) Consuele sus corazones y los afirme en toda buena palabra. y trabajo.
�Qu� escritura m�s dulce hay aqu�! �Y cu�n afortunadamente entra en juego, para aliviar la mente, despu�s de mirar el triste relato de la herej�a descrita en los vers�culos anteriores? Pablo encontr� una causa constante, y tambi�n nosotros, para dar gracias a Dios siempre por la elecci�n de la Iglesia desde el principio para la salvaci�n mediante la santificaci�n del Esp�ritu y la fe en la verdad. Hay un grado de belleza poco com�n, en la fuerza de expresi�n que se utiliza, en lo que aqu� dice el Ap�stol, sobre la santificaci�n; en la causa y antig�edad de la misma. Ser�a m�s el tema de un tratado que ofrecer algunas observaciones de pasada sobre estos versos; pero pido la indulgencia del lector que lo detenga un momento o dos en el pasaje.
Santificaci�n, o santificar, tiene un significado diferente en las diferentes escrituras. Pero el sentido m�s general es, ya sea apartar, consagrar o dedicar a un servicio sagrado: o purificar, limpiar y santificar lo que antes era imp�o en nuestra naturaleza. En el primero, se dice que Cristo se santific� a s� mismo. Juan 17:19 .
En este �ltimo, se dice que la Iglesia, cuando es regenerada, es lavada, santificada, justificada, en el nombre del Se�or Jes�s y por el Esp�ritu de nuestro Dios. 1 Corintios 6:11 . Si se prestaran atenci�n a estas distinciones a trav�s de todo el Antiguo Testamento y el Nuevo, bajo Dios el Esp�ritu, abrir�an una aprehensi�n m�s clara de la que generalmente se recibe, sobre el tema de la santificaci�n.
Es una gran bendici�n observar el hermoso orden que se adopta y se lleva a cabo, a trav�s de todos los departamentos del amor divino a la Iglesia, en los diversos actos de las Personas de la Deidad. Por tanto, cada Persona gloriosa ha participado, en todos los actos de gracia, manifestados hacia cada individuo del cuerpo m�stico de Cristo. As�, en la santificaci�n, se dice que la Iglesia es santificada por Dios Padre, en su elecci�n, elecci�n, amor separador, cuando eligi� todo el cuerpo, en Cristo, antes de la fundaci�n del mundo, para ser santa y sin mancha delante de �l. enamorado.
Efesios 1:4 . Pero esta santificaci�n se atribuye expresamente al Se�or Jesucristo, ya que se dice que somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo una vez por todas. Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Hebreos 10:14 ; Hebreos 10:14 .
Pero aqu� nuevamente, estos actos personales de gracia en el Padre y en el Hijo, no reemplazan, ni hacen innecesarias, las mismas tendencias personales de amor, en el Esp�ritu Santo: porque el Se�or el Esp�ritu no solo se dice que santifica a los hermanos amados, en este vers�culo del Ap�stol; pero Pedro, al abrir su Ep�stola a la Iglesia, la dirige expresamente a los Elegidos seg�n la presciencia de Dios el Padre, mediante la santificaci�n del Esp�ritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.
1 Pedro 1:2 . �Y qu� puede probar m�s clara y decididamente la elecci�n, redenci�n y santificaci�n personal de toda la Iglesia de Dios en Jesucristo nuestro Se�or?
Pero, mientras que estas grandes, y ciertamente (como bien se las puede llamar) verdades fundamentales del Evangelio, generalmente son recibidas y admitidas en la Iglesia de los fieles, como tantas normas de decisi�n, contra las cuales no hay apelaci�n; la gloriosa doctrina de la santificaci�n no parece entenderse tan claramente como las de la elecci�n y la redenci�n. La opini�n m�s generalizada es que en la regeneraci�n somos regenerados, pero en parte; y eso tanto en cuerpo como en esp�ritu.
Hay una perfecci�n (dicen ellos) de partes del nuevo hombre, en ambos del pueblo del Se�or, pero solo en grados. Aunque haya una perfecci�n completa en Cristo, en lo que est�n interesados; sin embargo, su santificaci�n es imperfecta. Est�n en un estado progresivo de santidad y santificaci�n progresiva; pero no completo en ninguno de los dos. Esto, lo entiendo, es la opini�n general recibida.
Soy muy consciente de que toda la marea de comentaristas est� en mi contra, mientras que desear�a, con toda humildad de alma, en lugar de nadar con ellos r�o abajo, llevar mi d�bil barca al torrente de esta opini�n. Ruego, como lo he hecho antes, la indulgencia de mi Lector, que exponga las razones por las que difiero. Si me equivoco, le ruego al Se�or que me perdone y evite que su pueblo adopte mis errores.
En primer lugar. Humildemente concibo que, como todas nuestras bendiciones de la Iglesia de Dios en Cristo, resultan del amor y la gracia conjuntos de todas las Personas de la Deidad en sus caracteres de pacto; as� se han complacido en manifestar esos actos de favor de tal manera, que hacen querer a los Autores Todopoderosos de nuestras bendiciones a nuestros afectos, con igual adoraci�n, amor y alabanza, como la fuente unida en Cristo.
Fue s�lo un acto de Dios el Padre, cuando en su mente infinita, eligi� a la Iglesia en Cristo; y que, cuando se eligi�, se convirti� en un prop�sito completo, perfecto e inmutable, permaneciendo para siempre. De la misma manera, fue solo un acto en el prop�sito de Dios el Hijo, en relaci�n con todas las preocupaciones en la redenci�n, porque por la �nica ofrenda de s� mismo una vez ofrecida, hizo perfectos para siempre a los santificados.
Y el acto de regeneraci�n, o nuevo nacimiento, por Dios el Esp�ritu Santo, cuando se considera que vivifica al pecador muerto en sus delitos y pecados, podr�a ser solo un acto; por el cual, como dice el Ap�stol, habiendo nacido de nuevo, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, vive y permanece para siempre. 1 Pedro 1:23 . Visto, desde este punto de vista, hay un hermoso orden y analog�a en esos varios actos de agencia divina, que no s�lo manifiestan actos iguales de la Deidad hacia los objetos de su amor; pero tambi�n demuestran que cada acto es igualmente esencial para todos los grandes prop�sitos de su ser espiritual y su bienestar en Cristo.
Pero en la suposici�n, que este acto de Dios el Esp�ritu, en la regeneraci�n, es s�lo en parte; no s�lo se destruye este hermoso orden e igualdad en esos actos de gracia, sino que surge una serie de las m�s dolorosas consecuencias, que envuelven la mente en interminables aprensiones, concernientes a la eventual perfecci�n. �Y por qu� la obra de regeneraci�n y santificaci�n incluida en ella debe ser un acto imperfecto de Dios el Esp�ritu, m�s que el acto de elecci�n en Dios el Padre, o redenci�n por Dios el Hijo? Si se admite s�lo por un momento, que la regeneraci�n no renueva el cuerpo, ni ha tenido la intenci�n, durante el estado temporal de la Iglesia, de renovar el cuerpo; toda dificultad se desvanece.
�Y qu� puede declarar esto m�s claramente que las propias palabras de nuestro Se�or en su bendito discurso sobre la regeneraci�n? Lo que (dijo Jes�s) que es nacido de la carne, es carne; y lo que es nacido del Esp�ritu, esp�ritu es. Juan 3:6 . Si en nuestra regeneraci�n, la obra fue realizada por carne o por carne; la cosa ser�a exactamente lo contrario de lo que es.
Pero Cristo dice: lo que es nacido del Esp�ritu, esp�ritu es. Palabras, en mi opini�n tan claras como las palabras pueden expresar, que el acto bendito de la regeneraci�n es por el Esp�ritu; y que est� en el esp�ritu; y lo que es nacido del Esp�ritu, es solo esp�ritu. El Se�or traza una l�nea de distinci�n entre la carne y el esp�ritu, como para confirmar el tema. Si este es el sentido de las palabras de nuestro Se�or (y creo que ser� dif�cil probar lo contrario), se seguir� que no se produce ninguna alteraci�n en el cuerpo durante la regeneraci�n. Ninguna parte de ella est� santificada. El trabajo est� en el esp�ritu; y que totalmente regenerado, es justificado y santificado por el Esp�ritu Santo en Cristo Jes�s.
En segundo lugar. Sobre la presunci�n de correcci�n en la declaraci�n anterior, se seguir� que el hijo reci�n nacido de Dios, aunque santificado en Cristo, y para quien Cristo es hecho por Dios, tanto sabidur�a, justicia, santificaci�n y redenci�n; no tiene santidad inherente en s� mismo, porque su cuerpo es todav�a criatura del pecado; y tan lejos est� de estar en un estado progresivo de santidad, que es diariamente sujeto de pecado, y tiende a la corrupci�n.
Que los que abogan por la santificaci�n progresiva y la santidad de la criatura nos indiquen las causas, c�mo es, en el supuesto de que el cuerpo, as� como el esp�ritu de un ni�o regenerado, se perfeccione en parte; �Que tal oposici�n debe tener lugar, como ocurre continuamente, entre la carne y el esp�ritu, cuando el esp�ritu es regenerado? G�latas 5:17 .
Seg�n la declaraci�n de Pablo de s� mismo, este conflicto nunca comenz� con �l, hasta que fue regenerado. Antes de que el poder asesino de la ley llegara a su conciencia en su conversi�n, nos dice, que estaba vivo en toda la confianza en s� mismo de su propia santidad. Pero, (dice �l), cuando vino el mandamiento, el pecado revivi� y yo mor�. Romanos 7:9 .
Y por eso, en un per�odo de casi veintitr�s a�os despu�s de su conversi�n, gimi� bajo el sentido consciente de que en �l, es decir, dice �l, en mi carne no mora el bien. Romanos 7:18 . �Pueden los defensores de la santificaci�n progresiva explicar estas cosas, sobre cualquier principio, si el cuerpo fue santificado en parte? �Y al mismo tiempo, bajo la presunci�n de un cuerpo en parte santificado, mostrar�n c�mo fue que los santos hombres de la antig�edad, cuando estaban conscientes de una obra de gracia sobre sus almas, todav�a gem�an en la conciencia al mismo tiempo, de su vileza; Job 40:4 .
de tener su pecado siempre delante de ellos; Salmo 51:3 . de ser de labios inmundos: Isa�as 6:5 . y de su hermosura convertida en corrupci�n? Daniel 10:8 . Es m�s, �dir�n amablemente aquellos defensores de la santificaci�n progresiva, si mientras insisten en la santidad inherente y el hombre completo se vuelve m�s perfecto en los dem�s, realmente experimentan tales cosas en s� mismos? �Son m�s santos, m�s celestiales, m�s destetados del mundo que en tiempos pasados? Si dicen que s�, a preguntas tan profundas; s�lo dar�n un testimonio m�s fuerte de su ignorancia de la plaga de su propio coraz�n, y probar�n la afirmaci�n del Se�or, cuando dice: Enga�oso es el coraz�n m�s que todas las cosas, y desesperadamente perverso; quien puede saberloJeremias 17:9
En tercer lugar. La misma tendencia del cuerpo a la corrupci�n, y la remoci�n diaria de las clavijas de nuestro tabern�culo terrenal, proclaman en voz alta que para que pueda ser levantado un cuerpo espiritual, primero debe ser un cuerpo natural. Considerando que, si ahora fuera un cuerpo espiritual, o en parte espiritual; esa parte, ni siquiera la diezmil�sima parte, podr�a corromper. Pero es totalmente corrupci�n. Y, cuando el esp�ritu deja el cuerpo, la parte terrenal (como me dijo uno al llamarme a enterrar a los muertos) clama por su tierra original.
Y aqu� en verdad entra, para nuestro deleite y gozo, el Se�or Jes�s en el poder de su resurrecci�n, como un Esp�ritu vivificante. De nadie m�s que del Santo de Jehov�, se podr�a decir alguna vez, no estaba sujeto a corrupci�n. �Era imposible en este relato, que los dolores de la muerte pudieran detenerlo! Salmo 16:10 ; Hechos 2:24
Soy muy consciente, (como dije antes), de que la gran marea de comentaristas est� en mi contra. Y tambi�n soy muy consciente de que para los hombres que no est�n familiarizados con la plaga de su propio coraz�n, me expondr� a su disgusto por la visi�n que he dado del tema. Pero estas cosas no me conmueven. Si uno solo de los que el Se�or humill�, de aqu�, por gracia, ser� inducido a estar m�s enamorado de s� mismo y m�s enamorado de Cristo Jes�s; Encontrar� motivos para bendecir a Dios por sus ense�anzas.
Esto ser� crecer en gracia; no en santificaci�n. El crecimiento en la gracia conduce a un mayor conocimiento del Se�or, como dice el Ap�stol. 2 Pedro 3:18 . La gracia es un principio humillante. El que crece en la gracia, cada vez m�s se hunde en el polvo delante de Dios. Y, de ser cada d�a m�s humillado en s� mismo; Jes�s y su gran salvaci�n ser�n cada vez m�s preciosos. Esto es crecer en gracia; y no en santificaci�n.
Pero a�n as�, se sostendr� a�n m�s, que en la suposici�n, no se produce ning�n cambio en el cuerpo, cuando el esp�ritu es regenerado; �C�mo corresponde esto a lo que declaran las Escrituras, que nuestros cuerpos son el templo del Esp�ritu Santo, que habita en nosotros? 1 Corintios 6:19 . (Ver comentario all�).
�Se puede suponer que Dios el Esp�ritu morar� en una naturaleza no regenerada y no santificada? A lo que respondo. Cada acto de gracia, en las Personas de la Deidad, hacia nuestra naturaleza, abre continuamente temas de incesante asombro, adoraci�n y la m�s humilde postraci�n del alma y del cuerpo. Pero la morada de Dios el Esp�ritu no es m�s motivo de asombro que el hecho de que Dios el Padre haga su morada con los redimidos; Juan 14:23 .
o Dios el Hijo, con el prop�sito de redenci�n, hecho a semejanza de carne de pecado. Romanos 8:3 . Se nos ense�a a considerar todas y cada una de las tendencias del Se�or hacia su Iglesia como llenas de misterio. 1 Timoteo 3:16
Y debemos recordar continuamente que, por grande que sea nuestra maravilla, en el misterio de la piedad, no se nos pide que expliquemos las causas; pero cree solamente y bendice a Dios por los efectos. Y la misma manera en que el Ap�stol ha informado a la Iglesia de esta asombrosa condescendencia en Dios el Esp�ritu Santo, al hacer del cuerpo de su pueblo su templo, implica el sentido que �l deseaba que el pueblo tuviera de �l.
�Qu�! (dice �l), �no sab�is que vuestro cuerpo es templo del Esp�ritu Santo que est� en vosotros? Grande hubiera sido la misericordia en ambos sentidos, y en todos los sentidos, en este acto de gracia, cuando consideramos la distancia infinita entre Dios y sus criaturas; si el Se�or hubiera hecho esos cuerpos completamente santos, y luego hubiera morado en ellos. Pero es muy claro, por la manera de hablar de Pablo, que �l querr�a que la Iglesia considerara las maravillas, en el Esp�ritu Santo que mora en ellas, porque eran, en sus cuerpos no regenerados, totalmente corruptos e imp�os.
�Qu�! dice �l, �no sab�is? Como si hubiera dicho, �qu� pens�is de la gracia inigualable, que el Santo que habita la eternidad, y que es �l mismo la santidad, debe morar en s� mismo en los cuerpos de nada m�s que inmundicia y contaminaci�n? �Oh! la gracia de Dios.
No debo extenderme: aunque el tema en s� mismo da ocasi�n. Dejar� al lector a sus propias conclusiones, bajo el Se�or. Por mi parte, deseo bendecir a Dios por esos puntos de vista humillantes, la conciencia de un cuerpo virtualmente todo pecado, y apresurarse diariamente a la corrupci�n, se mantiene viva, a trav�s de la gracia en mi alma. El trabajo diario de corrupci�n en mi coraz�n (no s� lo que sienten los corazones de otros hombres) me muestra que la mente carnal todav�a es carnal.
Salmo 36:1 ; Romanos 7:14 . Siento una guerra diaria. Gimo, agobiado. No solo siento estos trabajos cuando no estoy ocupado con cosas divinas, sino a menudo en la casa de Dios. Como Pablo, s� lo que es, que cuando hago el bien, el mal est� presente en m�.
Romanos 7:21 . En el p�lpito, en la mesa del Se�or, en el propiciatorio, a menudo en un momento de dulce comuni�n con mi Dios y Salvador; un tren de pensamientos se precipita a trav�s de m� como invitados inesperados, y roba a Dios en su rostro su gloria, y mi alma por el momento, �de consuelo! �Puede un cuerpo, donde est�n tales cosas, renovarse en parte? �Estoy en un estado progresivo de santidad, en un cuerpo donde encuentro tal causa de humillaciones? y que detesto? �Dulce escritura! que lo explica todo y me lleva a Cristo para todos.
Dios os ha escogido desde el principio para salvaci�n, mediante la santificaci�n del Esp�ritu y la fe en la verdad, a la cual os ha llamado por el Evangelio; y para alcanzar la gloria de nuestro Se�or Jesucristo. Ver 1 Corintios 5:1 y 1 Corintios 6:1 Cap�tulos y Comentarios.