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Bible Commentaries
Romanos 7

Comentario de Coke sobre la Santa BibliaComentario de Coke

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Introducción

Ninguna ley tiene poder sobre un hombre m�s de su vida. La ley no es pecado, sino santa, justa y buena.

Anno Domini 58.

EL Ap�stol, habiendo refutado en el cap�tulo anterior el informe calumnioso mencionado cap. Romanos 3:8 que �l y sus hermanos ense�aron a sus disc�pulos a pecar, para que la gracia abunde, juzg� necesario en este cap�tulo rechazar la objeci�n que los escribas jud�os y los fil�sofos paganos instaron contra su doctrina de la justificaci�n sin obras de ley, cap. Romanos 3:31 que hizo in�til la ley. El Ap�stol examin� ahora esta objeci�n con m�s cuidado, no s�lo porque le dio la oportunidad de explicar a los jud�os la naturaleza y obligaci�n de la ley de Mois�s;sino porque previ� que, en tiempos posteriores, los infieles formular�an la misma objeci�n contra la doctrina de la justificaci�n sin obras de ley, para desacreditar el Evangelio. Su discurso comienza con la observaci�n de que la ley de Mois�s, como la ley del reino visible de Dios y la iglesia entre los jud�os, ten�a dominio sobre un hombre, es decir, era obligatoria, solo mientras viviera, Romanos 7:1 . La afirmaci�n que demostr� compar� la ley de Mois�s con la ley del matrimonio, que une a la esposa con el esposo, solo mientras el esposo vive.

Pero si �l muere, ella queda suelta y puede casarse con otro, Romanos 7:2 . Por tanto, como la muerte de cualquiera de las partes disuelve su matrimonio, los jud�os, habiendo sido condenados a muerte por la maldici�n de la ley en el persona de Cristo, ahora estaban libres de su matrimonio con Dios como su rey, y de la ley de Mois�s por la cual se gobernaba el reino de Dios entre ellos, para que pudieran casarse con Cristo entrando en la iglesia del Evangelio, y, en ese nuevo el matrimonio, da fruto para Dios, Romanos 7:4 � Es cierto, este argumento, a primera vista, tal vez parezca inepto. Pero si lo consideramos atentamente, parecer� fuerte y acertado, fundamentado en aquellos pasajes de la Escritura donde Dios representa su conexi�n con los jud�os como su rey, bajo la idea de un matrimonio.solemnizado en el Sina�, cuando les dio su ley, Ezequiel 16:8 ; Ezequiel 16:38 .

Jeremias 2:2 ; Jeremias 3:14. Porque por esa semejanza, Dios insinu� a los jud�os, que como los matrimonios se disuelven por la muerte de cualquiera de las partes, su conexi�n con su naci�n como su rey, terminar�a en el momento en que ellos, con el resto de la humanidad, deb�an terminar. ser condenado a muerte en la persona de Cristo. Por lo tanto, el Ap�stol argument� con justicia, ya que los jud�os fueron ejecutados en la persona de Cristo, que su matrimonio o conexi�n con Dios como su rey se disolvi�, y que fueron desatados de la ley de Mois�s, como la ley del reino temporal de Dios. . Adem�s, era conveniente que ese reino y su ley terminaran con la muerte de Cristo. Porque habiendo sido erigido el reino temporal entre los jud�os, con el fin de publicar, en la ley de Mois�s, la maldici�n de la ley de las obras dada originalmente al hombre en el Para�so (ver G�latas 3:10.), para que sean sensibles a la gracia del Evangelio, es evidente que, cuando Cristo quit� la maldici�n de la ley de las obras, al sufrirla por toda la humanidad, y abri� la dispensaci�n del Evangelio, el reino de Dios entre los Los jud�os y la ley de Mois�s ya no eran �tiles, sino que se dejaron de lado para que los jud�os tuvieran libertad para entrar en la iglesia del Evangelio y llevar all� fruto para Dios.

Luego, para mostrarles la verdadera naturaleza de la ley de Mois�s, y para convencerlos de que no ten�a la intenci�n de ser una regla de justificaci�n, el Ap�stol les dijo a los jud�os, que aunque, por su descendencia carnal de Abraham, fueron colocados bajo el la ley de Mois�s como la ley del reino temporal de Dios; sus pasiones pecaminosas obraron eficazmente en sus miembros, para hacerlos realizar acciones que, por la maldici�n de esa ley, los sometieron a la muerte. Porque esto, en efecto, era decirles que la ley de Mois�s era una mera ley de obras, que requer�a perfecta obediencia bajo la pena de muerte y no conced�a perd�n a ning�n pecador. En consecuencia, ni esa ley, ni ninguna otra ley de obras, podr�a ser una regla de justificaci�n para los pecadores, Romanos 7:5. � Y por lo tanto en la ca�da, aunque Cristo no hab�a muerto, sin embargo, porque iba a morir, para comprar a toda la humanidad de la maldici�n de la ley, G�latas 3:13 .

A Dios le agrad�, en la perspectiva de su muerte, soltar inmediatamente a Ad�n y su posteridad de la ley de las obras como regla de justificaci�n, y colocarlos bajo una nueva ley, en la que no la obediencia inmaculada, sino la obediencia de la fe, se requer�a para vivir. Y para mostrar esto, les dijo, que tan pronto como Cristo muri�, los jud�os no solo fueron liberados de la ley de Mois�s (que, considerada meramente como una ley, a cada transgresi�n a la que se adjuntaba la maldici�n, parece haber sido similar a la ley de las obras bajo la cual cay� Ad�n); pero como personas liberadas de la ley de las obras, al morir con Cristo en la naturaleza en la que estaban atadas a esa ley, fueron admitidas en la iglesia cristiana, para que de ah� en adelante pudieran servir a Dios de acuerdo con la nueva manera de la ley bajo que la humanidad fue puesta en la ca�da, Romanos 7:6 .

Pero no sea que, por lo que el Ap�stol les dice a los jud�os, Romanos 7:5 que sus pasiones pecaminosas bajo la ley los hab�a matado, y por su afirmaci�n, Romanos 7:6 que fueron liberados de la ley por ese motivo, pudieran sospechar que pensaba que la ley de Mois�s era una mala instituci�n, les asegur� que no ten�a ninguna opini�n. Esa ley, aunque no pod�a justificar a los jud�os, fue de excelente utilidad como regla del deber. Por sus prohibiciones, los hizo sensibles a sus pecados; y por su maldici�n les mostr� lo que merec�an sus pecados. Como ejemplo, mencion� que no pod�an saber que el fuerte deseo de las cosas prohibidas es el pecado, a menos que la ley dijera : No codiciar�s, Romanos 7:7. � Por tanto, cuando les dijo que sus pasiones pecaminosas bajo la ley hab�an obrado en sus miembros para darles muerte, quiso decir que sus pasiones pecaminosas, y no la ley, hab�an forjado en ellos fuertes deseos de cosas prohibidas, el cual, por la maldici�n de la ley, los someti� a muerte; porque sin la ley, el pecado es muerto; no tiene poder para matar al pecador, Romanos 7:8. � Adem�s, para mostrar la excelente naturaleza de la ley, ya que hace que los hombres sean sensibles tanto a sus pecados como al dem�rito de sus pecados, observ� que mientras los hombres ignoran la ley, se creen sin pecado y con derecho a vida: pero cuando, por la operaci�n de la ley sobre su conciencia, llegan al verdadero conocimiento de su propio car�cter, son sensibles que el pecado vive en ellos, y que est�n muertos por la maldici�n, Romanos 7:9 . Ha sucedido que la ley de las obras, que originalmente ten�a la intenci�n de dar vida a la humanidad, ha ocasionado su muerte, Romanos 7:10 . �Porque las pasiones pecaminosas de los injustos, que la ley no puede dominar, los enga�an en la comisi�n. de malas acciones que, seg�n el tenor de la ley de las obras, las somete a la muerte, Romanos 7:11 . � De todo lo que parece, que en lugar de ser una cosa pecaminosa, la ley de las obras, como se publica en la ley de Mois�s, es santa, aun en su maldici�n, y todos sus mandamientos son santos y justos. y bueno, Romanos 7:12 .

A esto, sin embargo, se presenta un jud�o que responde; la buena ley, que tanto alabas, a pesar de su bondad, ha sido, seg�n tu propio conocimiento, la ocasi�n de mi muerte. El Ap�stol present� esta objeci�n para tener la oportunidad de mostrar m�s plenamente la excelente naturaleza de la ley. Porque afirm� por tercera vez, que no es la ley, sino el pecado, lo que mata al pecador, mediante la maldici�n de la ley; y que conviene que el pecador sea castigado de esa manera, para mostrar a todos los s�bditos del gobierno de Dios el excesiva malignidad del pecado, al destruir la paz y el orden del mundo, Romanos 7:13 . �Adem�s, para mostrar la excelencia de la ley a�n m�s claramente, el Ap�stol observa, que por la gracia de Dios los pecadores despertados saben que la ley es espiritual osantos, y que, al compararse a s� mismos con la santa ley, los no regenerados por el Esp�ritu de Dios se vuelven conscientes de que son carnales y vendidos al pecado, Romanos 7:14 . Romanos 7:14espiritualidad o santidad de la ley, todo pecador despierto debe sabed por esto, que cuando hace las cosas que la ley proh�be, no las aprueba.

Por otro lado, la corrupci�n de su propia naturaleza y su incapacidad para hacer el bien, el penitente siente, en primer lugar, por su descuido habitual en la pr�ctica de lo que ordena la ley, aunque tiene algunas inclinaciones d�biles para cumplir con sus buenos mandamientos; y Luego, por hacer habitualmente lo que la ley proh�be, a pesar de que tiene un leve odio por estas malas acciones, Romanos 7:15 . Ahora estas d�biles voliciones y aversiones ineficaces demuestran que la raz�n y la conciencia de un pecador despierto asiente a todos los preceptos. de la ley como buena, Romanos 7:16. � Pero siendo la raz�n y la conciencia la parte superior de nuestra naturaleza, y la parte principal de nosotros mismos, las malas acciones que hacemos en oposici�n a sus dictados, no son tanto nuestro trabajo, el trabajo de nuestra parte superior, como el trabajo de las pasiones pecaminosas, que predominan en la parte animal o inferior de nuestra naturaleza, Romanos 7:17 . As�, por la ley, aplicada por el Esp�ritu de Dios, los hombres se vuelven sensibles que en su carne o parte animal no hay nada bueno mora: y que estando por naturaleza totalmente gobernado por esa parte, aunque el penitente tiene alguna inclinaci�n por lo que es bueno, le resulta sumamente dif�cil practicarlo.

Esta incapacidad, incluso en el pecador despierto, de hacer el bien al que se inclina, insisti� el Ap�stol, no para llevarlo a la desesperaci�n, sino para hacer que valore justamente el Evangelio, que, como luego observa, es �nico. capaz de librarnos de la esclavitud del pecado y elevar la parte superior de nuestra naturaleza a su debida superioridad, Romanos 7:18 . A continuaci�n, nos dice que la extrema dificultad de la cosa es la verdadera raz�n por la que el despertado pero no regenerados, no hagan el bien al que se inclinan, sino el mal al que no se inclinan, Romanos 7:19 . Y de esto infiere que el pecado no es obra de la parte superior de su naturaleza, que es en cierto sentido su yo real, pero el trabajo de su parte carnal. Esto lo hab�a dicho antes, Romanos 7:17pero lo repite aqu�, no con miras a excusar al pecador despierto, echando la culpa de sus malas acciones a la prevalencia de sus pasiones, sino para mostrar que todo el cr�dito que las acciones pecaminosas derivan, ya sea de la pr�ctica general del El mundo, o de la posici�n y habilidades de los individuos que son culpables de ellos, es completamente destruido por esta consideraci�n, que son contrarios a la raz�n y conciencia de la humanidad, y, al final, que no puede haber justificaci�n ante Dios. sino por los m�ritos �nicos de su Hijo unig�nito, y no por la santidad sino por la inspiraci�n de su Esp�ritu Santo.

A este relato del descubrimiento que hace la ley, del estado en el que los hombres son por naturaleza, el Ap�stol subjunta una descripci�n de la lucha entre la raz�n y la pasi�n, que surge en la mente del pecador cuando es despertado por el Esp�ritu divino por la operaci�n de la ley. en su conciencia. Una persona as� descubre que cuando est� m�s fuertemente inclinado por su mejor parte a hacer lo que es excelente, el mal se le presenta como un objeto deseable, y que tan constantemente y con una influencia tan seductora, que puede ser llamado una ley. , Romanos 7:21 . � De modo que, a pesar de que est� complacido con la ley de Dios en su hombre interior, o parte espiritual, Romanos 7:22 siente una ley opuesta en sus miembros,o parte carnal, guerreando fuertemente contra la ley de su mente, y llev�ndolo cautivo a la ley del pecado, que est� en sus miembros, Romanos 7:23 . Y como la mera ley no proporciona ni fuerza ni esperanza al pecador que despierta, pero, despu�s de mostrarle el pecado y la muerte en todos sus colores espantosos, lo deja bajo el poder del pecado, y bajo la condenaci�n de la maldici�n, el Ap�stol lo presenta gritando, aterrorizado de que, vencido en el conflicto, quede sujeto a la muerte eterna. , �Miserable de m�! �qui�n me librar� de este cuerpo de muerte? Romanos 7:24Luego, para mostrar de d�nde viene su liberaci�n, da gracias al pecador que ha despertado y que ahora cree, a Dios, quien en su gracia lo libera de la esclavitud del pecado y de la maldici�n de la ley, por medio de Jesucristo, cuyo Evangelio ofrece la ayuda de Dios. Esp�ritu, y promete vida eterna al alma penitente y fiel.

El efecto de esta feliz liberaci�n lo expone el Ap�stol, al hacer que el pecador liberado declare con gozo que ahora, como antes, no sirve a Dios solo con las aprobaciones y voliciones ineficaces de su mente, y, con su carne o parte animal. , la ley del pecado; pero como alguien liberado de esa ley, habitualmente sirve a Dios, tanto con su mente como con su carne, Romanos 7:25 .

Aunque el Ap�stol, en este cap�tulo, ha hablado m�s inmediatamente de los jud�os, seg�n los coloca bajo la ley de Mois�s; sin embargo, como los argumentos mediante los cuales ha demostrado que est�n libres de esa ley como regla de justificaci�n, son igualmente poderosos para probar la libertad de la humanidad de la ley de la naturaleza, como regla de justificaci�n,En esta ilustraci�n no me he apartado de la verdad al suponer que el Ap�stol dise�� este pasaje para ambos. Adem�s, los preceptos morales y la maldici�n de la ley de Mois�s son en efecto los preceptos y la maldici�n de la ley de la naturaleza; lo que el Ap�stol ha escrito para mostrar la excelente naturaleza y operaci�n de la ley de Mois�s, al hacer que los jud�os sean conscientes de sus pecados y de su incapacidad para librarse del poder o del castigo de sus pecados, y en consecuencia, para llevarlos a buscar el perd�n y la santificaci�n de la gracia de Dios publicada en el Evangelio, es igualmente aplicable a la ley de la naturaleza escrita en el coraz�n de los hombres: porque cuando es impuesta por el Esp�ritu de Dios (que debe operar en el coraz�n del pecador en ambos casos para producir cualquier efecto genuino), tiene la misma operaci�n e influencia,

Por lo tanto, podemos creer que el Ap�stol ten�a ambas leyes en sus ojos cuando escribi� este excelente pasaje. Sin embargo, su prop�sito principal era apartar a los jud�os de su extremo apego a la ley de Mois�s y hacerlos sensibles a la lo absurdo de imponer esa ley a los gentiles; porque, por excelente que pudiera ser en s� mismo, o por muy �til que fuera para ciertos prop�sitos, era, por la corrupci�n de la naturaleza humana, tan ineficaz para la santificaci�n de la humanidad, como para su justificaci�n.

Versículo 1

�No sab�is, etc.? En el cap�tulo anterior, el Ap�stol les muestra a los cristianos convertidos las obligaciones que ten�an para una vida de santidad, y las ventajas que disfrutaban para ese prop�sito, ahora que fueron llevados al reino de Dios. . De este vers�culo al cap. Romanos 8:11 se dirige sobre el mismo tema tanto a jud�os como a gentiles, pero particularmente a los jud�os. El gentilno ten�a nada que oponerse al Evangelio: un hombre que acababa de salir de la oscuridad y la impureza de un estado id�latra, no quer�a argumentos para convencerlo de la necesidad de una mayor dispensaci�n para su instrucci�n, justificaci�n y santificaci�n; y por lo que cualquiera de los fil�sofos hab�a ense�ado, encontr� todo eso, y de hecho toda verdad moral que la raz�n humana pueda descubrir, transcrita e incorporada al Evangelio, con la adici�n de un grado de luz sorprendente, completamente fuera del alcance de la raz�n humana sin ayuda.

Pero el cristiano jud�o, ya sea por sus propios prejuicios o por las sugerencias de sus compatriotas incr�dulos, podr�a desviarse del debido mejoramiento del Evangelio. Se podr�a sugerir: "No puedes poseer el Evangelio como regla de vida y santificaci�n, o ponerte bajo �l, sin renunciar a la ley; que en efecto es renunciar a tu lealtad a Dios, cuya autoridad lo ha establecido, y te obliga a . Adem�s de adherirse a ella, que no quiere que el Evangelio; la ley est� en todos los puntos santo, justo y verdadero, y reconocemos y estima como tal: ocasi�n -�Qu� tienen que�Por el Evangelio? "- Confirmar a los jud�os incr�dulos en contra de tales sugerencias, es el dise�o particular del Ap�stol en este cap�tulo. Los jud�os descansaban en su ley, como suficiente tanto para la justificaci�n como para la santificaci�n. � Eso era insuficiente para la justificaci�n, S. Pablo ya lo ha demostrado: que es insuficiente para la santificaci�n, lo prueba en este lugar; e introduce su discurso mostrando que el jud�o ahora est� liberado de sus obligaciones con la ley, como peculiar de �l, y en libertad de someterse a otro y constituci�n mucho m�s feliz, incluso la del Evangelio en Cristo Jes�s; cap, Romanos 7:1 .

En el quinto vers�culo da una descripci�n general del estado de un jud�o en la servidumbre del pecado, considerado como bajo la mera ley. En Romanos 7:6 da un resumen del estado de un cristiano o jud�o creyente, y las ventajas que disfruta bajo el Evangelio. Sobre el vers�culo 5 comenta desde Romanos 7:7 hasta el final del cap�tulo; y sobre Romanos 7:6 en el cap. Romanos 8:1 . I. Al comentar sobre Romanos 7:5 , muestra, Primero, que la ley llega a todas las ramas y principios latentes del pecado; Romanos 7:7 .-En segundo lugar, que se somete al pecador a la muerte ( Romanos 7:8 .) Sin el beneficio de pardon.- En tercer lugar, la raz�n por la Judio fue sometido a ella, Romanos 7:13 .- En cuarto lugar,prueba que la ley, considerada como regla de acci�n, aunque era espiritual, santa, justa y buena en s� misma, y ??aunque los jud�os la pose�an y aprobaban como tal, era insuficiente para la santificaci�n o para liberar a un hombre de el poder de la lujuria y el pecado; porque el predominio del apetito sensual no extingue por completo la raz�n, ni silencia la conciencia; y por lo tanto, la raz�n y la conciencia de un hombre podr�an reconocer y aprobar la ley como buena, justa y santa, y sin embargo, sus pasiones podr�an reinar dentro de �l y mantenerlo en servidumbre de ellas, mientras que la ley no le dio poder para librarlo de ellas; Romanos 7:14 .

Es solo la gracia y el favor de Dios en Cristo, lo que suministra ese poder; Romanos 7:25 . � II. Comentando sobre el sexto vers�culo del cap. 7: el Ap�stol afirma, Primero, que bajo el Evangelio, y por fe genuina en Jesucristo, el jud�o fue completamente liberado de la condenaci�n de la ley, cap. Romanos 8:1 .� En segundo lugar, que el poder del Esp�ritu de Dios para vigorizar y renovar nuestras mentes y liberarnos del dominio del pecado, asiste a la dispensaci�n del Evangelio; Cap. Romanos 8:2 . Pero, en tercer lugar,mientras que, por error, podr�a suponerse que este principio santificador, el Esp�ritu de Dios, obrar�a sin ning�n cuidado o pensamiento de su parte; o que podr�a objetarse que, a pesar de este Esp�ritu vivificante, muchos de los que profesaban el Evangelio eran hombres malvados; ya sea para prevenir este error, o para obviar esta objeci�n, el Ap�stol muestra, que ninguna constituci�n salvar�a del poder del pecado, o de la condenaci�n, a aquellos que voluntariamente elijan permanecer bajo su dominio. � Seg�n la naturaleza inmutable de las cosas, tales debe perecer, tanto bajo el Evangelio como bajo la ley misma; Cap. 8: Romanos 7:4 .

El lector debe recordar cuidadosamente, que es el estado de un jud�o en la carne ( Romanos 7:5 ) Esclavizado al pecado por la fuerza del apetito sensual, y sin embargo sensible a su condici�n infeliz, sobre la cual el Ap�stol discute, y por el cual demuestra la insuficiencia de la mera ley para la santificaci�n en el cap�tulo que tenemos ante nosotros.

La ley tiene dominio, etc.� La ley debe entenderse como el caso nominativo para vivir. La ley tiene dominio sobre el hombre mientras vive o subsiste. EntoncesAm�s 8:14 . La manera [las instituciones id�latras] de Beersheba vive. Ant�gona, en su noble discurso al rey Creonte, comparando las leyes hechas a placer por los hombres, con las obligaciones eternas de la verdad y el derecho, dice:

Ni ahora, ni ayer, pero siempre, las leyes no escritas viven, y nadie cuando se publica primero puede decirlo. SOPHOCL. ANTIG. .50: 465.
Cuando las leyes son debidamente ejecutadas, se dice que est�n vigentes, para estar en un estado floreciente saludable ; cuando no se ejecuta, dormir. ��As� Juvenal, Ubi nunc lex Julia? �Dormis. �D�nde est� ahora la ley juliana? �Duermes.

El Ap�stol, Hebreos 8:13 describe el primer pacto o constituci�n como trabajando bajo las debilidades y decadencia de la vejez, y listo para desaparecer o morir, como lo hacen los hombres; Santiago 4 .

Versículo 2

Para la mujer, etc. � San Pablo contin�a explicando su significado con un ejemplo familiar. �l elige colocar al jud�o en una luz m�s honorable mientras est� bajo la ley, que a los gentiles mientras est�n bajo su estado pagano. Los gentiles son comparados con esclavos, en un estado de la m�s baja y vil servidumbre; Cap. Romanos 6:16 , Romanos 6:16 .: - los jud�os a una esposa, en un estado de sujeci�n en verdad, pero mucho m�s honorable que el de un esclavo. Ver Doddridge.

Versículo 3

Si ... se casa con otro hombre ... Si ... se convierte en propiedad de otro; o convertirse en otro hombre. El Ap�stol habla aqu� en general, no entrando exactamente en todos los casos excepcionales que puedan imaginarse. Por lo tanto, inferir, contrariamente a la decisi�n expresa de nuestro Se�or en otra parte, que el adulterio no es una base suficiente para el divorcio, parece muy irrazonable.

Versículo 4

Por tanto, hermanos m�os� La palabra original ????, traducida por lo tanto, se usa en comparaci�n con ut, sic, �as, so. � Hab�is muerto a la ley, significa "porque la ley os ha muerto"; un hypallage, como el del date classibus austros, "da los vientos a la flota". Con esta forma de expresi�n se favorece el prejuicio del jud�o; �Qui�n podr�a haber estado disgustado, si el Ap�stol hubiera dicho, que la ley, por la cual el jud�o ten�a tanta veneraci�n, estaba muerta? y sin embargo el sentido es el mismo, porque la relaci�n se disuelve, cualquiera de las partes est� muerta; como todo es uno, ya sea que la flota se d� a los vientos, o los vientos a la flota. El Ap�stol agrega:Por el cuerpo de Cristo, que resucit� de entre los muertos. La resurrecci�n de los muertos, que es el don de Dios para la obediencia de Cristo, es una abolici�n directa y total de la ley, que condena al transgresor a muerte sin esperanza de un avivamiento; y la resurrecci�n de Cristo, como prenda de la ley general. resurrecci�n, confirm� la abolici�n de la sentencia condenatoria de la ley, tal como estaba en el antiguo pacto original con Ad�n, y en la ley de Mois�s.

San Pablo, en la �ltima cl�usula de este vers�culo, alude a que la esposa da a luz los frutos del vientre a su esposo, que es una forma de involucrar sus afectos: ver G�nesis 30:20 . La ley fue un marido impotente, el Evangelio es fecundo. San Pablo visiblemente en estas palabras se refiere al cap. Romanos 6:10 donde dice que Cristo, en el hecho de que vive, vive para Dios; y por eso menciona aqu� su resurrecci�n de entre los muertos, como una raz�n para que ellos den frutos para Dios; es decir, vivir para el servicio de Dios, obedecer su voluntad al m�ximo de su poder; que es lo mismo con lo que se dice cap. Romanos 8:11. El Sr. Locke observa que una cosa que hizo que los jud�os fueran tan tenaces de la ley fue que la consideraron como una recompensa o una bendici�n de Dios; y como deslealtad hacia �l, su rey, si no retuvieran la ley que �l les hab�a dado.

San Pablo se esfuerza por corregir este error con el ejemplo de una mujer que se casa con un segundo marido, el primero muerto. Puede ser digno de nuestra atenci�n, que San Pablo, habiendo dicho todo el tiempo, desde el principio del cap�tulo, e incluso en esta misma frase, os dijo ; aqu�, de repente, os convert�s en nosotros, que debemos dar a luz; �Probablemente para insistir m�s en el argumento, mostr�ndose que se encuentra en las mismas circunstancias y se preocupa por ellas; siendo jud�o, as� como con aquellos a quienes les habl�. Ver a Locke.

Versículo 5

Porque cuando est�bamos en la carne, etc.� El prop�sito de este cap�tulo es convencer a los jud�os de cu�n desfavorable es la ley, en su rigor, para el recobro y santificaci�n de un pecador; ya que no ofrece esperanza de perd�n ni poder para vencer el pecado. Y en este vers�culo, San Pablo da una descripci�n general del estado de un jud�o en servidumbre al pecado, mientras est� bajo la ley, estado que comenta desde Romanos 7:7 hasta el final del cap�tulo. Las palabras traducidas como movimientos de pecados, son literalmente pasiones de pecados; - ???????? ??? ????????, es decir, pasiones o deseos pecaminosos ; porque en las Escrituras Griegas, el caso genitivo del sustantivo a menudo se usa para el adjetivo.Llevar fruto para muerte se opone a dar fruto para Dios, el �nico autor de la vida, Romanos 7:4 .

Y por tanto, el fruto que produce el Evangelio es fruto vivo; pero el fruto del pecado bajo la ley es, como podemos decir, nacido muerto , es fruto para muerte. Miembros, en esta cl�usula, no significa apenas las partes carnosas del cuerpo, en un sentido restringido, sino las facultades y poderes animales; todo en nosotros que se emplea como instrumento en aquellas obras de la carne que se cuentan, G�latas 5:19 algunas de las cuales no requieren los miembros de nuestro cuerpo, tomados en un sentido estricto por las partes exteriores gruesas, sino s�lo las facultades de nuestra mente, para su desempe�o. Ver Locke, Pyle y Vigerus.

Versículo 6

Pero ahora somos liberados, etc. Pero ahora, es decir, bajo el Evangelio. Now se utiliza con frecuencia en este sentido, que conviene observar, ya que puede resultar clave para muchos textos. Sin embargo, aqu�, como el Ap�stol hab�a dado en el vers�culo anterior un relato resumido del estado del pecador bajo la ley, en este vers�culo nos da una descripci�n resumida de la naturaleza y el dise�o del Evangelio: y esto lo resume y comenta. sobre, cap. Romanos 8:1 . Los jud�os, que no ten�an una fe viva en el verdadero Mes�as, se mantuvieron en obediencia a toda la letra de la ley, sin considerar el significado espiritual que apuntaba a Cristo. A esto el Ap�stol lo llama aqu� servir en la vejez de la letra;y esto les dice que deben irse, como siendo liberados de ella por la muerte de Cristo, quien fue el fin de la ley para el logro de la justicia (cap. Romanos 10:4 ); es decir, en el sentido espiritual de la misma, que en 2 Corintios 3:6 �l llama esp�ritu. Ese cap�tulo y el vers�culo presente se aclaran el uno al otro.

Servir en la novedad de esp�ritu, opuesto como es a la vejez de la letra, debe significar, seguir la ley en la medida en que est� revisada, y como se explica en el Evangelio para la obtenci�n de la justicia evang�lica. , �hasta qu� punto se aboli� la ley y hasta d�nde no? I. La ley se deroga solo en tres aspectos. Primero, ya que era una entidad pol�tica.Dios era el rey de la naci�n jud�a, tanto como los hombres son reyes y gobernadores de otras naciones; y como rey de la naci�n jud�a, Dios les entreg� la ley. Por este medio, la religi�n se incorpor� a su gobierno civil, y su sistema de gobierno era religioso y su religi�n, pol�tica. Pero a este respecto, la ley para nosotros los cristianos est� completamente abolida; la religi�n bajo el Evangelio est� asentada sobre su base original; se mantiene completamente independiente de todo gobierno civil y est� bastante exento de la autoridad y jurisdicci�n del magistrado civil. 2o, Tambi�n se deroga la ley, por tratarse de una dispensaci�n de tipos y figuras,donde, bajo emblemas terrenales, ritos externos o ceremonias, las cosas buenas que iban a venir bajo el Evangelio estaban representadas y representadas; la sabidur�a divina juzgando esto en aquellos tiempos como un medio apropiado de instrucci�n.

Pero ahora este velo se ha quitado, y todos con el rostro descubierto, como en un espejo, contemplamos la gloria del Se�or. En tercer lugar, la ley, como ministraci�n de la muerte y sometiendo a sus transgresores a la maldici�n y condenaci�n, sin dar esperanza ni remedio, es tambi�n felizmente abolida. II. Pero, por otro lado, la ley de Mois�s no est� abolida; primero, ya que contiene la ley moral;como tal, debe estar bajo cada dispensaci�n �el Evangelio, as� como cualquier otra� en toda su fuerza y ??extensi�n; es decir, exigirnos y obligarnos, en la medida de nuestras capacidades, a la obediencia perfecta: porque Dios nunca puede exigir una obediencia imperfecta, ni permitirnos, por su santa ley, que seamos culpables de cualquier pecado, por peque�o que sea: y si la ley, como regla del deber, si se abolieran en alg�n aspecto, entonces podr�amos transgredir la ley en algunos aspectos y, sin embargo, no ser culpables de pecado. La ley moral es verdad, eterna e inmutable, y por lo tanto, como tal, nunca puede ser abrogada. Por el contrario, nuestro Se�or Jesucristo ha promulgado esta ley de nuevo bajo el Evangelio, y habiendo agregado a sus preceptos la sanci�n de su propia autoridad divina, y los motivos poderosos y atractivos de la ley de Dios, y de su propio amor a la humanidad. ,

Ver Efesios 2:15 . En segundo lugar, tampoco la ley, como es el ministerio de la muerte, est� tan abolida como para no volver a estar en vigor. De hecho, est� abolido hasta ahora, por la misericordia del Legislador, que aunque un hombre transgrede, sin embargo, en este momento no est� irrecuperablemente sujeto por sus transgresiones a la ira y condenaci�n final, aunque en este momento puede estar tan involucrado en la culpa. como estar cerca de maldecir ( Hebreos 6:8 ); pero se le permite el favor del arrepentimiento y el perd�n; y si contin�a sinceramente obediente, est� seguro de la vida eterna y nunca vendr� a la condenaci�n,o bajo el poder de la ley, por cualquiera de sus transgresiones pasadas. Esto demuestra que ning�n hombre en este mundo est� bajo la ley, el pacto de obras o la ley quebrantada de las obras, porque si ahora estuvi�ramos bajo la ley quebrantada de las obras, entonces estar�amos en un estado final y eterno. condenaci�n, sin esperanza ni remedio, porque ya no queda m�s sacrificio por los pecados, Hebreos 10:26 .

Ver 2 Corintios 6:2 . Hebreos 2:3 ; Hebreos 12:25 . 1 Corintios 16:22 .

Versículo 7

�Es la ley pecado? - � Injusticia? - como dar alguna concesi�n o contribuir en algo al pecado. Ver Romanos 7:12 . La habilidad que usa San Pablo para evitar diestramente, tanto como sea posible, ofender a los jud�os, es muy visible en la palabra I, en este vers�culo. Al comienzo del cap�tulo, donde menciona su conocimiento de la ley, dice vosotros; en el vers�culo 4, se une a ellos y dice nosotros; pero aqu�, y as� sucesivamente hasta el final del cap�tulo, donde �l representa el poder del pecado entre los jud�os y la incapacidad de su ley para someterlo, los deja fuera, por as� decirlo, y habla completamente en primera persona. ; aunque es claro, se refiere a todos los que estaban bajo la ley. As� que el cap. Romanos 3:7 usa el pronombre singular I, cuando evidentemente se refiere a todo el cuerpo de los jud�os incr�dulos.

Tambi�n podemos observar aqu� otro golpe magistral de arte honesto; es decir, su demostraci�n de la insuficiencia de la ley, con el pretexto de reivindicarla. Sab�a que el jud�o se enfadar�a ante la menor reflexi�n sobre la ley, que �l ten�a en la m�s alta veneraci�n; y por lo tanto, lo presenta muy naturalmente captando esa expresi�n, Romanos 7:5 los movimientos de los pecados, etc. "�Qu�!" dice �l: "�Vilipendias la ley acus�ndola de favorecer el pecado?" - "De ninguna manera", responde el Ap�stol. "Estoy muy lejos de acusar a la ley de favorecer el pecado; la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno"; Romanos 7:12. As� escribe en vindicaci�n de la ley y, sin embargo, al mismo tiempo expone su deficiencia. Vea la nota en el primer verso de este cap�tulo. Tenemos otro ejemplo del mismo ingenioso giro de la escritura, el cap. Romanos 13:1 . Algunos leen la segunda cl�usula del vers�culo, De ninguna manera, pero yo no habr�a conocido el pecado, si no hubiera sido por la ley, etc.

Versículo 8

Pecado, aprovechamiento de ocasi�n, etc.� Aprovechamiento. Este es el significado apropiado de la palabra griega '??????. Observe que en este y los tres vers�culos siguientes, el Ap�stol comenta, o al menos explica esas palabras, 1 Corintios 15:56 . El aguij�n de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley; y los de esta ep�stola, cap. Romanos 5:13 . El pecado no se imputa cuando no hay ley.La muerte, en una forma figurada de hablar, se representa armada con un aguij�n espantoso; ese aguij�n es pecado; pero la muerte no tendr�a poder para clavar ese aguij�n en el coraz�n del pecador, si no fuera por la ley de Dios que lo condena a muerte; porque la ley o la constituci�n del legislador, �no lo conden� a muerte? pecado, vive para siempre, porque su pecado puede ser pasado por alto de vez en cuando.

Por lo tanto, la ley es la fuerza por la cual el aguij�n terrible se hunde en las entra�as del pecador: porque sin la ley, el pecado, el aguij�n de la muerte, est� muerto en s� mismo y es incapaz de matar al pecador. Por eso es que el jud�o ( Romanos 7:9 ) vivi� sin ley una vez; ????? ?????, cuando la ley fue anulada ; es decir, antes de la promulgaci�n de la ley del monte Sina�; porque antes de la promulgaci�n de la ley, o el pacto del Sina�, estuvo por el espacio de 430 a�os bajo el pacto abrah�mico, o el pacto de gracia en s� mismo ( G�latas 3:16 .) sin tener la ley.subsistiendo al mismo tiempo: porque desde el momento en que Ad�n pec� y viol� la ley, la ley no fue promulgada nuevamente hasta que fue dada por Mois�s, como aparece en el cap. Romanos 5:13 .

El jud�o estaba vivo entonces , porque no estaba bajo la ley que lo somet�a a muerte por cada transgresi�n; pero cuando vino el mandamiento, con la pena de muerte adjunta, el pecado revivi� y el jud�o muri�. Entonces el aguij�n de la muerte cobr� vida, y el jud�o, tras la primera transgresi�n, muri� en la ley. As�, el pecado, aguij�n de la muerte, recibi� fuerza o ventaja para destruir por el mandamiento ( Romanos 7:8 ; Romanos 7:11 ); y mientras que el pecado obra la concupiscencia en todos los hombres y enga�aa todos los hombres, produjo concupiscencia en el jud�o, y lo enga�� bajo esta circunstancia singular y extraordinaria de haber recibido un poder destructivo de la ley, y as� lo convirti� en hombre muerto en la ley; lo cual no fue el caso del resto de la humanidad, quienes entonces estaban, como siempre lo hab�an estado desde el tiempo de la promesa ( G�nesis 3:15 .), bajo el pacto general de gracia, dado primero a Ad�n, y luego a No�. .

El lector observar� que el �nfasis de la afirmaci�n del Ap�stol radica en estas palabras, habiendo recibido fuerza, porque agrega, porque sin la ley el pecado est� muerto, lo que manifiestamente est� dando la raz�n de que el pecado reciba una fuerza destructiva por el mandamiento de la ley. En m�, es enf�tico: "En m� se distingue de otros hombres que no estaban sujetos a la ley". V�ase Doddridge y Dunlop's Sermons, vol. 2: p�g. 46.

Versículo 10

Ordenado a vida: destinado de por vida. La ley, que era justa, y tal como debe ser, al tener la pena de muerte anexada a cada transgresi�n de ella, ( G�latas 3:10 .) Vino a producir la muerte, al no poder eliminar la depravaci�n de los seres humanos. naturaleza, y somete los apetitos carnales, y mantiene a los hombres libres de delitos contra ella, el menor de los cuales por la ley trajo la muerte. Ver el cap. Romanos 8:3 . G�latas 3:21 .

Versículo 11

Por el pecado, aprovechando la ocasi�n: "El pecado, aprovechando la oportunidad de estar bajo la ley, me mat�". Vea la nota sobre Romanos 7:5 . En lugar de enga�arme, lee el Sr. Locke , me enga�� ; y observa que San Pablo aqu� parece aludir a lo que Eva dijo en un caso similar, G�nesis 3:13 ; y usa la palabra enga�ada, en el mismo sentido que ella lo hizo; es decir, me atrajo.

Versículo 12

Por tanto, la ley es santa. En Romanos 7:7 el Ap�stol estableci� esta posici�n, "que la ley no es pecado". En Romanos 7:8 lo prueba, mostrando que la ley era muy estricta al prohibir el pecado, hasta el punto de llegar a la mente misma y los actos internos de concupiscencia; y que fue el pecado permanecer bajo la ley (que anex� la muerte a toda transgresi�n) lo que trajo la muerte a los israelitas. Aqu� infiere que la ley no era pecaminosa, sino justa, justa y buena; tal como deber�a ser por la regla eterna del derecho.

Versículo 13

�Fue entonces lo bueno, etc.?Esta es una traducci�n exacta del texto, seg�n el orden de las palabras en griego. Se puede parafrasear as�: Jud�o. - "Y sin embargo, dices, fuimos sujetos a muerte por el mandamiento. �Podr�a lo bueno ser hecho mortal para nosotros?" Ap�stol: "No, hazme justicia: no fue el mandamiento mismo el que nos mat�, sino el pecado. Fue el pecado el que nos sujet� a la muerte, por la ley que justamente amenaza al pecado con la muerte: la ley que nos fue dada para que el pecado pudiera aparecer, podr�a ser presentado en sus colores apropiados, cuando vimos que nos someti� a la muerte por una ley perfectamente santa, justa y buena; que el pecado, por el mandamiento, o por la ley podr�a ser representado, lo que realmente es, un mal sumamente grande y mortal ". De ah� que sea manifiesto, que el Ap�stol asigna aqu� la raz�n por la cual la ley fue dada a los jud�os, no solo como regla de acci�n,

La raz�n no fue para destruir al jud�o, sino para descubrir el verdadero dem�rito del pecado, para que pudiera aparecer a la conciencia del pecador como un mal extremadamente odioso y destructivo. Y de hecho la ley debe responder el mismo fin a nosotros ahora: aunque no estamos underit, sin embargo, debe de ah� aprender la naturaleza atroz de culpabilidad, que podr�an tener temor a la maldad, y estar agradecidos a Dios por la gracia, y el beneficio del perd�n. Elsner lee el vers�culo, �fue entonces, etc.? No, de ninguna manera; pero el pecado fue; y as� el pecado me caus� la muerte con lo bueno; porque ese pecado por el mandamiento ser�a sumamente pecaminoso.

Versículo 14

Pero yo soy carnal � El Ap�stol est� aqu� demostrando la insuficiencia de la ley, en oposici�n al Evangelio; pero si por yo se refer�a a s� mismo, oa cualquier otra persona que hubiera abrazado el Evangelio, entonces su argumento probar�a la insuficiencia del Evangelio, as� como de la ley. El vers�culo puede parafrasearse as�: "Porque todos estamos de acuerdo en que la ley es espiritual, que requiere acciones puras y racionales, y completamente opuestas a las que dictan nuestros afectos carnales. Pero yo, el pecador, soy carnal, bajo el dominio de la sensualidad. el apetito y los h�bitos de pecado, y por eso condenado por la ley: la falta no est� en la ley, sino en m�, el pecador, como parece por lo tanto; lo que hago, no lo permito, etc. Vendido bajo el pecado, implica una esclavitud voluntaria, comoAcab se hab�a vendido a s� mismo para hacer el mal, 1 Reyes 21:20 y los jud�os, Isa�as 50:1 .

Os hab�is vendido a vuestras iniquidades: no quiere decir que el pecador sea forzado a pecar. Comprar y vender se usa a menudo de manera metaf�rica en las Escrituras; d�nde se dice que compramos, cuando utilizamos diligentemente los medios adecuados para adquirir conocimientos y buenos h�bitos; y vender, cuando nos descuidamos y nos abandonamos a la ignorancia y al vicio. Ver Isa�as 55:1 ; Isa�as 55:3 . Proverbios 23:23 . Mateo 13:45 . Apocalipsis 3:18 . Deuteronomio 32:30 .

Versículo 15

Lo que hago, no lo permito, etc.� Desde Romanos 7:7 hasta el presente, el Ap�stol denota al jud�o en la carne por un solo yo. Aqu� divide ese yo en dos yoes, o personas figurativas, que representan dos diferentes y principios opuestos que hab�a en �l. El primero , o principio, acepta la ley como buena, y quiere y elige lo que el otro no practica, Romanos 7:16 . Este principio, nos dice expresamente, Romanos 7:22 es el hombre interior, - la ley de la mente, Romanos 7:23 ; la mente, Romanos 7:25o facultad racional: porque no pod�a encontrar otro hombre interior, o ley de la mente, sino la facultad racional, en una persona que estaba en la carne y vendida al pecado, o en servidumbre al pecado.

El otro yo, o principio, transgrede la ley, Romanos 7:23 y hace aquellas cosas que el principio anterior no permite. Este principio nos lo dice expresamente, Romanos 7:18 es la carne, la ley en los miembros, o el apetito sensual, Romanos 7:23 ; y concluye en el �ltimo vers�culo que estos dos principios eran coherentes entre s�. Por tanto, es evidente que estos dos principios, que residen y se contrarrestan en la misma persona, son la raz�n y la lujuria o el pecado que habita en nosotros; y es f�cil de distinguir los dos meo principios en cada parte de esta elegante descripci�n de la iniquidad; o los h�bitos de la lujuria que dominan la luz en el alma que s�lo se despierta a un sentimiento de pecado. Por ejemplo, Romanos 7:17 Ahora bien, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita o reina en m�. El yo del que habla aqu� se opone a morar o gobernar el pecado, y por lo tanto denota claramente el principio de la raz�n; el hombre interior, o ley de la mente.

A estos dos principios diferentes los llama, uno la carne, el otro el esp�ritu, G�latas 5:16donde habla de su contrariedad de la misma manera que lo hace aqu�. Y podemos dar una raz�n probable por la que el Ap�stol se detiene tanto en la lucha y oposici�n entre esos dos principios; lo m�s probable es que responda a una objeci�n t�cita pero muy obvia. El jud�o alegar�a: "Pero la ley es santa y espiritual; y la acepto como buena, como una regla de acci�n justa, que debe observarse: s�, la tengo en alta estima; me glor�o y descanso en ella, convencido de su verdad y excelencia: �y no es esto suficiente para constituir la ley en un principio suficiente de santificaci�n? " El Ap�stol responde: "No; la maldad es consistente con el sentido de la verdad. Un hombre puede asentir a la mejor regla de acci�n y, sin embargo, estar bajo el dominio de la lujuria y el pecado: de los cuales nada puede librarlo efectivamente,

Mi raz�n esta, mi pasi�n que persuade; Veo lo correcto y lo apruebo tambi�n. Condeno lo incorrecto y, sin embargo, persigo lo incorrecto. HOR.

Versículo 17

El pecado que habita en m� , es decir, reina en m�. Por tanto, se dice que Dios habita entre los israelitas, como su rey y gobernador; �xodo 25:8 ; �xodo 29:45 . N�meros 35:34 .

Habitar, aqu� y Romanos 7:20 tiene el mismo sentido en el lenguaje del jud�o, como reinar o tener dominio, en el lenguaje de los gentiles; Cap. Romanos 6:12 .

Versículo 20

No quisiera ... Yo, en griego, es muy enf�tico y denota al hombre en esa parte, que se debe contar principalmente a s� mismo; y por lo tanto, con el mismo �nfasis, Romanos 7:15 se llama ????? ???, yo mismo; "Yo, el hombre, con toda mi resoluci�n mental". Las dos palabras ????? y ??? podr�an haberse salvado las dos, si no se hubiera querido decir nada m�s que el caso nominativo del verbo ???????, servir. Este vers�culo parece no ser m�s que una repetici�n de Romanos 7:17.: pero es una repetici�n elegante y expresiva, y muestra cu�n cerca estaba el asunto del coraz�n de la persona que se quejaba; y en qu� tristes y frecuentes sucesiones se renovaron las quejas. El hermoso pasaje del sexto libro de la Ciropedia de Jenofonte, donde Araspas se queja de dos almas conteniendo dentro de �l (un pasaje que es muy posible que San Pablo haya le�do) contiene una agradable ilustraci�n de esta porci�n de la Escritura. Vea a Locke, Doddridge y Wetstein.

Versículo 23

Otra ley en mis miembros: San Pablo, habiendo hablado en el vers�culo anterior de la ley de Dios, aqu� habla de la inclinaci�n natural como de una ley, como de una ley en los miembros y una ley del pecado en los miembros; para mostrar que es un principio de operaci�n en los hombres incluso bajo la ley, tan firme y constante en su direcci�n e impulso al pecado como la ley de Dios debe ser a la obediencia, y no ha fallado en prevalecer en el alma no regenerada.

El Ap�stol aqu�, como en el cap�tulo anterior, usa la palabra miembros para las facultades y afectos inferiores del hombre animal, que son, por as� decirlo, los instrumentos de acci�n. Plat�n usa la frase '? ????? ???????? para la parte racional de nuestra naturaleza. Ver Romanos 7:22 .

Versículo 24

�Qui�n me librar�? & c.� Algunos han pensado que en esta frase hay una alusi�n a una crueldad, que se dice que fue practicada por algunos tiranos, con los miserables cautivos que cayeron en sus manos; ya quienes obligaron a llevar consigo, adondequiera que fueran, un cad�ver atado a sus cuerpos.

Versículo 25

Doy gracias a Dios, etc.� El Clermont y otros manuscritos griegos. que son seguidos por la Vulgata, lea, La gracia o favor de Dios. As� est� el argumento: la ley no puede librar del cuerpo de la muerte; es decir, de esos apetitos carnales, que producen el pecado y, por tanto, traen la muerte; pero la gracia de Dios, por medio de Jesucristo, [que no s�lo da fuerza para vencer, sino] que perdona las faltas donde hay un arrepentimiento genuino y una fe, nos libera de este cuerpo, para que no nos destruya. De donde, naturalmente, resulta esta conclusi�n. Por tanto, ahora no hay condena, etc. Cap. Romanos 8:1 un cap�tulo que de ninguna manera deber�a haberse separado del presente, ya que est� en una conexi�n tan inmediata con �l. San Pablo dice:Sirvo, o me hago vasallo, ???????, "tengo la intenci�n y dedico toda mi obediencia". Los t�rminos de la vida para los que est�n bajo la gracia, nos dice en general, cap. 6: son, "llegar a ser vasallos de la justicia y de Dios"; en consonancia con lo anterior, dice aqu�: "Yo mismo, yo el hombre, siendo ahora cristiano, y por tanto ya no bajo la ley, sino bajo la gracia, hago lo que se me exige en ese estado.

Me convierto en vasallo de la ley de Dios; es decir, dedicarme al servicio de ella, en sinceros empe�os de obediencia; y as� yo, el hombre, ser� librado de la muerte; porque el que, estando bajo la gracia, se hace vasallo de Dios, con un firme prop�sito perseverante de sincera obediencia, recibir� de �l el don de la vida eterna por medio de Jes�s Cristo nuestro Se�or (ver cap. Romanos 6:18 ; Romanos 6:22 .) Y as� San Pablo, habiendo mostrado aqu� en este cap�tulo, que el estar solo bajo la gracia, sin estar bajo la ley, es necesario para los jud�os. , �Como en el cap�tulo anterior lo hab�a mostrado a los gentiles,�Confirma demostrativamente a los gentiles convertidos en su libertad de la ley, que es el alcance de la ep�stola hasta ahora. Solo agregar�a que las palabras, yo mismo sirvo a la ley de Dios, pero con la carne la ley del pecado, no deben ser entendidas por S.

Paul o cualquier otro creyente cristiano; porque ??? ??? muestra que es la gran inferencia de todo el discurso anterior, como si hubiera dicho: "La misma persona puede encontrar en s� misma dos principios opuestos; uno suscribe y aprueba la ley de Dios; y el otro, no obstante, llev�ndolo al cautiverio al pecado ". Servir a la ley de Dios no es una expresi�n m�s fuerte que odiar el pecado, Romanos 7:15 y deleitarse en la ley de Dios, Romanos 7:22 . Pero esas expresiones se aplican al jud�o en la carne, o esclavizado por el pecado; en consecuencia, tambi�n puede serlo el servicio a la ley de Dios. Pero ver con la carne la ley del pecado, no se puede aplicar a un verdadero cristiano,o uno como San Pablo, porque no anduvo seg�n la carne, sino seg�n el Esp�ritu, y fue liberado de la ley del pecado en sus miembros, y de la muerte, consecuencia del pecado: cap.

Romanos 8:1 . Vea tambi�n Romanos 7:8 de ese cap�tulo, donde se dice que los que viven en la carne no pueden agradar a Dios; y se dice de los verdaderos cristianos que no son en la carne. La verdad es que el yo, de quien aqu� dice el Ap�stol, ????? ???, el mismo yo, es manifiestamente el ???, el yo,mencionado en su argumentaci�n anterior: y aqu�, despu�s de un toque muy vivo sobre la gracia de la redenci�n, resume lo que hab�a probado, as�: "Eres liberado del dominio de las concupiscencias pecaminosas y de la maldici�n de la ley; y obtener la salvaci�n, no por ninguna fuerza o favor que la ley provea, sino por la gracia de Dios en nuestro Se�or Jesucristo, por lo cual estamos obligados a estar siempre agradecidos con �l. Para concluir: la suma de lo que he adelantado, concerniente a el poder del pecado en el hombre sensual, o incluso en el hombre meramente despierto, es este; a saber, que la misma persona, en su hombre interior, su mente y raz�n, puede asentir y aprobar la ley de Dios; y sin embargo, sin embargo, por sus apetitos carnales, puede ser sometido al pecado ". Ver en el cap. Romanos 8:1 .

Inferencias. - Hay pocos cap�tulos de la Sagrada Escritura que hayan sido m�s tergiversados ??o malinterpretados que el que tenemos ante nosotros. Nos hemos esforzado, con la ayuda de los comentaristas m�s capaces e imparciales con los que pudimos encontrarnos, de dar su verdadero y genuino significado: y observamos adem�s, en las palabras de uno de ellos, que, si nos equivocamos en el sentido de cualquier per�odo en el cap�tulo, sin embargo, seguramente el tema y la deriva del argumento del Ap�stol son evidentes m�s all� de toda duda: ciertamente hace una comparaci�n entre la ley y el Evangelio, con respecto al jud�o en la carne. Aqu� habla infaliblemente de la ley y del estado de la ley,y del estado de un pecador bajo la ley, que lo deja esclavizado al pecado sin ayuda y sujeto a la muerte sin perd�n. Luego, en el cap. 8: sin lugar a dudas, se vuelve al Evangelio y muestra qu� provisi�n se hace para la recuperaci�n de la esclavitud del pecado, la santidad y la felicidad.

En consecuencia, no se puede suponer, por el car�cter miserable que se ha dado anteriormente, que describa el estado de un cristiano, a menos que se pueda suponer que represente el Evangelio tan d�bil y defectuoso como la ley misma. Porque si, despu�s de la fe en Cristo, y de la obediencia a �l que ahora podemos realizar, el cristiano a�n permanece bajo el dominio del pecado y la condenaci�n de la ley (que es el verdadero estado descrito en el cap�tulo anterior), entonces el la gracia de Dios no nos sirve, ni estamos m�s cerca de la vida, al estar en Cristo y andar seg�n su Esp�ritu de acuerdo con nuestras capacidades actuales; pero a�n queremos una nueva redenci�n, y debemos clamar: � Oh miserable! �Qui�n me librar�? &C.

Pero aqu� se puede objetar: "�No son aun los hombres buenos y santos acompa�ados de apetitos y afectos tan sensuales; y por lo tanto, no podemos aplicarles con mucha justicia la descripci�n del Ap�stol de un jud�o en la carne?" �A esto respondemos, es indudablemente cierto, que incluso los hombres buenos y santos son atendidos por diversos apetitos y afectos, y los que ejercer�n la vigilancia, la abnegaci�n, la fe y la paciencia mientras est�n en el cuerpo. Por esta raz�n, San Pablo mantuvo su cuerpo debajo y lo someti�, al menos para que de cualquier manera, cuando hab�a predicado a otros, �l mismo fuera un desechado. Pero aun as�, esto no nos justificar� aplicar lo que el Ap�stol dice aqu� sobre el jud�o en la carne:a los cristianos verdaderos, a los hombres buenos y santos, porque aunque los tales tienen, y mientras est�n en este mundo tendr�n, carne y sangre, as� como principados y potestades y maldad espiritual en los lugares altos, con quienes luchar, sin embargo, no son tales como prevalecen, y los llevas cautivos al pecado; porque entonces perder�an su car�cter y dejar�an de ser hombres buenos y santos.

No son apetitos y afectos que los conquistan, sino a los que se oponen, conquistan y mortifican, al menos. Y, por lo tanto, es falso y perjudicial para la religi�n verdadera ponerlos al mismo nivel que el jud�o aqu� en la carne, que se supone que ha de ser conquistado y llevado cautivo a la ley del pecado y la muerte.

Pero se puede decir: "Encontramos en las Escrituras que a veces los hombres buenos han ca�do en el pecado". �Y entonces qu�? �De ah� se sigue que todos los hombres buenos est�n en la carne, carnales y vendidos al pecado, que son llevados cautivos a la ley del pecado y la muerte? �Claro que no. Los buenos hombres han ca�do en pecado; pero su ca�da no los denomina buenos hombres, sino el recobrarse de nuevo al arrepentimiento. Porque si hubieran permanecido bajo el poder del pecado , carnales y vendidos bajo �l,habr�an perdido para siempre el car�cter de hombres buenos. Todo lo que podemos aprender de las faltas de los hombres buenos en las Escrituras es que son repugnantes a la tentaci�n y pueden ser vencidos, si son negligentes y seguros; y adem�s, que por la misericordia de Dios es posible, que el que ha pecado puede ver el error de su camino, y volver a la obediencia de los justos.

Pero no podemos inferir de las faltas de los hombres buenos que no hay diferencia entre ellos y los hombres malvados, que viven habitualmente en el pecado; o que David, cuando, aborreciendo sus cr�menes, se humill� ante Dios, renunci� y los abandon�, no era ni un �pice mejor en cuanto al principio de su coraz�n, sino el mismo hombre que cuando cometi� adulterio y asesinato.

Pero el profeta dice: Enga�oso es el coraz�n m�s que todas las cosas, y perverso; quien puede saberlo Jeremias 17:9 . A lo que podemos responder, que los cristianos, descuidando tambi�n generalmente el estudio de las Escrituras, se contentan con algunos fragmentos que, aunque mal entendidos, hacen la prueba de la verdad y el fundamento de sus principios, en contradicci�n con todo el tenor. de la revelaci�n. As�, este texto de Jerem�as ha sido mal aplicado, para probar que el coraz�n de todo hombre es tan desesperadamente perverso, que nadie puede saber cu�n perverso es su coraz�n; mientras que el Esp�ritu de Dios est� mostrando el miserable error de confiar en el hombre, Romanos 7:5 ; y la bienaventuranza de la confianza en Dios, Romanos 7:7 .

Y luego, en Romanos 7:9 , adjunta una raz�n que demuestra el error de confiar en el hombre; Enga�oso es el coraz�n, etc. "No podemos mirar en el coraz�n de aquellos en quienes confiamos: bajo grandes pretensiones de bondad, pueden cubrir los dise�os m�s negros. Pero Dios, el Juez universal, sabe lo que hay en cada hombre y puede preservar a los que conf�an en �l de lo latente. los malos consejos de los imp�os y traidores ". Romanos 7:10 . Yo, el Se�or, escudri�o el coraz�n, etc. Este texto, por tanto, no se refiere a la dificultad que tiene cualquier hombre para conocer su propio coraz�n, sino el coraz�n de aquellos en quienes puede confiar.

Se puede insistir a�n m�s: "�No experimentamos que tenemos corazones corruptos y malvados? Y que la descripci�n del Ap�stol que se dio anteriormente, pero se adapta demasiado bien a lo que encontramos en nosotros mismos". Respondemos, cada hombre puede juzgar mejor lo que encuentra en �l mismo: pero si alguno encuentra realmente que su coraz�n es corrupto y perverso, es el deber de un ministro del Evangelio exhortarlo fervientemente a usar esos medios, que la gracia de Dios ha provisto, para limpiarnos de toda inmundicia de la carne y el esp�ritu, y para perfeccionar la santidad en el temor de Dios ( 2 Corintios 7:1 ).

Que una persona tan corrupta, ya que valora la salvaci�n de su alma, escuche y aprenda la verdad tal como es en Jes�s, Efesios 4:22 mediante la cual se le ense�ar� a despojarse del anciano, que es corrupto seg�n el concupiscencias enga�osas, y ser renovado en el esp�ritu de su mente.

Al o�r hablar a algunas personas, uno podr�a imaginar que pensaban que era su deber, y una se�al de sinceridad y bondad, estar siempre quej�ndose de corazones corruptos y desesperadamente malvados; y, en consecuencia, que deber�an tener, o de hecho deber�an tener siempre, tales corazones de los que quejarse. Pero nadie se enga�e a s� mismo: un coraz�n perverso es algo demasiado peligroso para jugar con �l. No se me ocurrir� aqu� que desanime los humildes sentimientos que todo hombre debe tener de s� mismo bajo nuestras debilidades actuales; pero podemos hacernos mucho da�o. por una falsa humildad; y el que cuidadosamente peruses el Nuevo Testamento se encuentra, sin embargo, que estamos obligados a arrepentirse del pecado, el esp�ritu de quej�ndose y lament�ndoseno es el esp�ritu del Evangelio; ni es una regla de la religi�n verdadera, ni una muestra de sinceridad, tener un coraz�n corrupto, o estar siempre quej�ndose de un coraz�n as�. Por el contrario, el Evangelio tiene la intenci�n de librarnos de toda iniquidad y purificarnos para convertirnos en un pueblo peculiar celoso de buenas obras, y santificarnos en cuerpo, alma y esp�ritu en todo momento, para que ahora seamos santos. ahora ten paz y gozo en el Esp�ritu Santo, y al fin ser�s presentado sin mancha ni tacha ante la presencia de Dios.

Este es el sentido invariable de la revelaci�n; sin embargo, es manifiestamente cierto que mientras estemos en el cuerpo, seremos abrumados por sus debilidades y pasiones; pero entonces esto no es nuestra corrupci�n y maldad, sino la prueba de nuestra virtud. y santidad; y es el car�cter real de todo verdadero cristiano, que crucifica la carne con los afectos y las concupiscencias, y trabaja ardientemente para perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Todo lo que hay de malo y corrupto en nosotros debemos condenarlo; no para que permanezca todav�a en nosotros y para que siempre lo estemos condenando, sino para que podamos reformarnos r�pidamente y ser efectivamente librados de �l.

Por lo tanto, para dar una respuesta directa y final a la objeci�n tomada del cap�tulo que tenemos ante nosotros, podemos deducir que somos muy aptos, en un mundo lleno de tentaciones, a ser enga�ados y arrastrados al pecado por los apetitos corporales: que una vez que estamos bajo el dominio de estos apetitos, es impracticable recuperarnos por la mera fuerza de la raz�n; en consecuencia, que tenemos necesidad de ese Esp�ritu vivificante que menciona el Ap�stol, cap. Romanos 8:2 . Que el caso de los que est�n bajo una ley que amenaza con la muerte por cada pecado, debe ser bastante deplorable, si no tienen alivio de la misericordia del Legislador: qu� triste caso los jud�os, que se adhirieron a la ley y rechazaron el Evangelio, eligieron por s� mismos.

Por supuesto, de ninguna manera podemos inferir que el Ap�stol est� describiendo su propio caso en el momento en que escribi�, o el caso de cualquier creyente cristiano genuino; aunque es cierto, que lo tuvo y que todos los cristianos rectos, mientras est�n en el cuerpo, tienen pasiones que resistir y mortificar. Pero entonces, como est�n en Cristo, es su verdadero car�cter, que resisten y mortifican, no que son vencidos y llevados al cautiverio por ellos, que es el triste caso y car�cter descrito en el cap�tulo anterior, y que car�cter, si finalmente es el nuestro, sin duda pereceremos.

Hemos sido m�s copiosos en nuestras inferencias de este pasaje de la Escritura, con el fin de liberar a los cristianos de un estado peligroso en el que, es de temer, han ca�do muchos, que por lo tanto han concluido que podr�an ser impedidos por sus concupiscencias. hacer el bien del que est�n convencidos es su deber, y por la ley en sus miembros pueden ser sometidos a la servidumbre por la ley del pecado; y, sin embargo, en cuanto a su estado espiritual, estar en tan buenas condiciones como el mismo San Pablo. Una persuasi�n que manifiestamente tiende a darnos una opini�n demasiado favorable sobre el funcionamiento de los afectos criminales, a hacernos negligentes en mortificarlos, a animarnos a aventurarnos demasiado en las indulgencias sensuales y a adormecer la conciencia cuando estamos ca�dos. bajo su dominio; o, si una mente mejor protege a un hombre de estas peores consecuencias de este error, sin embargo, mientras permanezca, debe despojarse del debido est�mulo a la piadosa laboriosidad y de un alegre progreso en el curso cristiano. Porque despu�s de todos sus esfuerzos rectos en dependencia �nica de la gracia divina, se imaginar� que hace avances muy peque�os o nulos en la vida religiosa: a�n est� donde estaba,todav�a carnal y vendido bajo el pecado; - todav�a bajo los peores h�bitos y en la condici�n m�s miserable.

Para hacer esto bueno, las enfermedades comunes se magnifican en los cr�menes m�s negros; y esos sentimientos desagradables no pueden dejar de debilitar la esperanza, el amor y el gozo. El Evangelio son buenas nuevas de gran gozo, que introducen una esperanza bienaventurada, gloriosa y viva, nos dan los sentimientos m�s agradables del amor divino, inspiran un consuelo y una paz muy superiores a todos los goces temporales, y exigen expresamente que nos regocijemos en el amor divino. Se�or, y mantener firme la confianza de la esperanza. �Pero, �qu� lugar puede haber en nuestros pechos para el gozo y la esperanza espirituales, si nos concebimos en un estado que la Escritura condena en todas partes? �Si todav�a somos carnales y estamos vendidos al pecado,�C�mo podemos levantar un rostro alegre hacia el cielo? En resumen, debemos estar desprovistos de todo consuelo que resulta de un coraz�n purificado por la fe de Jes�s, y permanecer bajo l�gubres dudas y temores, que no marcan ni evidencian la gracia y la santificaci�n. se puede disipar o eliminar.

REFLEXIONES.� 1�, El Ap�stol hab�a afirmado que no estamos bajo la ley; y en qu� sentido explica aqu�. Se dirig�a a los que conoc�an la ley, y lo admitir�a como la verdad m�s obvia, que la ley ya no puede ser vinculante de lo que la persona vive bajo ella. Como por ejemplo: La mujer que tiene marido, est� ligada por la ley a su marido mientras �l viva; pero si el marido muere, el v�nculo matrimonial se disuelve y ella se libera de la ley de su marido. Por tanto, si mientras vive su marido, ella se casa con otro hombre, ser� llamada ad�ltera; pero el caso es muy diferente si su marido est� muerto, porque entoncesella est� libre de esa ley; para que no sea ad�ltera, aunque est� casada con otro hombre.

Ahora ese era nuestro caso.
1. Nuestro primer matrimonio fue con la ley; est�bamos bajo �l como un pacto de obras, y los frutos de ese matrimonio fueron espantosos. Porque cuando nosotros, tanto jud�os como gentiles, est�bamos en la carne, en nuestro estado natural, corrupto y no regenerado, los movimientos del pecado, las pasiones y los afectos viles de nuestros corazones ca�dos, que eran considerados por la ley como un pacto de obras, que exig�an una perfecci�n inmaculada que no pod�amos pagar, y denunciaban una maldici�n que no pod�amos soportar; Nuestras corrupciones, digo, estaban m�s irritadas por el rigor de la prohibici�n y la severidad de la sanci�n, y obraron en nuestros miembros con una energ�a tan poderosa e irresistible, comopara dar fruto hasta la muerte, produciendo todas esas transgresiones reales que brotan de la ra�z original de la amargura en nuestra naturaleza; y, a menos que seamos librados de la culpa y el dominio de ellos, deberemos dar como resultado la muerte eterna; y, mientras alg�n alma est� bajo la ley como un pacto, este debe ser su caso miserable. Pero,

2. Estamos casados ??con otro, incluso con Cristo Jes�s. Muerto nuestro primer marido, la ley, donde est�bamos retenidos, somos liberados de sus obligaciones como pacto y de la maldici�n que denunciaba sobre los transgresores. En estos aspectos, no estamos m�s sujetos a ella, de lo que una esposa est� sujeta a su esposo fallecido. Estamos muertos a la ley, y la ley a nosotros, por el cuerpo de Cristo; porque ha satisfecho todas las exigencias de esa perfecta ley de inocencia: y as� quedamos libres de toda relaci�n y obligaci�n con nuestro exmarido, para que podamos casarnos con otro, incluso con el que ha resucitado de entre los muertos,el Salvador resucitado y exaltado, a quien ahora prometemos nuestra fidelidad, y por lazos de amor somos atra�dos a una sujeci�n voluntaria a su yugo agradable, para que llevemos fruto para Dios, los frutos de la gracia y la santidad producidos a trav�s de las influencias vivificadoras de su Esp�ritu, que hasta que no comience esta uni�n con Cristo, nunca podr� manifestarse, y que tiende a adelantar la gloria divina, agradable tambi�n a Dios por medio de Jesucristo; y que sirvamos con novedad de esp�ritu, y no con la vejez de la letra:aunque fue liberado de la ley como un pacto de vida, pero bajo la ley de Cristo, recibiendo de �l un coraz�n nuevo, caminando ante �l bajo la influencia de nuevos principios y capacitado para mostrar una conversaci�n muy diferente, en justicia y verdad santidad, por lo que alguna vez hicimos o pudimos practicar, cuando est�bamos bajo el poder del anciano; y considerando la ley como un pacto de vida, que s�lo provoc�, en lugar de refrenar, la corrupci�n de nuestro coraz�n.

En segundo lugar, podr�a plantearse una objeci�n a lo que hab�a dicho el Ap�stol, como si hubiera reflexionado de la manera m�s deshonrosa sobre la ley. �Qu� diremos entonces? �Es pecado la ley? Con indignaci�n, responde: Dios no lo quiera: la ley es buena, el mal est� en nosotros.

1. La ley es en s� misma sant�sima, justa y buena; contiene una transcripci�n de la pureza de Dios, inculca la obediencia m�s perfecta, no exige nada m�s que lo que esencialmente fluye de la relaci�n misma entre Creador y criatura, y en su naturaleza es, como su Autor, excelente.

2. Las ventajas de la ley son grandes, ya que convence a la conciencia y humilla el alma bajo el sentido del pecado. Yo no conoc� el pecado sino por la ley; La ley est� tan lejos de conducir al pecado o de aprobarlo, que descubre y condena las obras m�s secretas del mal. Porque no hab�a conocido la concupiscencia, la pecaminosidad de los primeros movimientos del deseo corrupto, a menos que la ley dijera: No codiciar�s; por tanto, la ley no es pecado; pero, as� como el espejo brillante descubre esa deformidad que de otro modo se habr�a pasado por alto, la ley descubre la deformidad del pecado. El mal est� todo en nosotros, donde el pecado, tomando ocasi�n por el mandamiento, se enfureci� a�n m�s violentamente debido a la prohibici�n, yprodujo en m� toda suerte de concupiscencia. Porque sin la ley, mientras estaba en mi estado farisaico no conoc�a su espiritualidad y sus extensas demandas, el pecado estaba muerto, no aterrorizaba mi conciencia, y mi aprehensi�n estaba completamente sometida; de modo que me consider� irreprensible en cuanto a la justicia que es por la ley.

Porque estuve vivo sin la ley una vez; en aquellos d�as de mi vanidad, cuando el orgullo farisaico hinch� mi seno, cont� mi t�tulo a la vida claras sobre la base de mi propia obediencia, siendo un perfecto desconocido a la naturaleza espiritual y el alcance de la ley: pero cuando vino el mandamiento, coloqu� abierta a mi conciencia por el Esp�ritu en su pureza y espiritualidad, la convicci�n brill� en mi mente; el pecado revivi� y present� innumerables acusaciones contra m�, que hab�a pasado por alto; y sent� su poder viviente en mi coraz�n, cuando pens� que hab�a sido completamente destruido y, como consecuencia de ello, mor�;Me vi a m� mismo como un criminal condenado, justamente repugnante al divino disgusto, y ante los ojos de la ley bajo la terrible sentencia de la muerte eterna. Y el mandamiento que, si se obedec�a perfectamente, era un pacto de vida para el hombre en la inocencia, lo encontr� para muerte; ya trav�s de la corrupci�n de mi naturaleza que me hac�a incapaz de guardarla, percib� que lo �nico que pod�a hacer por m� era entregarme a la ira de Dios como transgresor.

Porque el pecado, ese principio nativo de corrupci�n en mi coraz�n, aprovechando el mandamiento de rebelarme contra la ley, como si fuera irrazonablemente severo, me enga�� con esperanzas de placer e impunidad, y por �l me mat�, como un asesino que, habiendo enga�ado al viajero, hunde su daga en su coraz�n. Por tanto, todas estas terribles consecuencias deben atribuirse por completo a nuestra desesperada corrupci�n, mientras que la ley es santa, y no hay que reprocharla, y el mandamiento es santo, justo y bueno.

En tercer lugar, se inicia una nueva objeci�n a partir del t�tulo que le da a la ley como buena. �Entonces lo bueno me fue hecho muerte? podr�a uno sugerir; �Puede aquello que es tan bueno en su naturaleza ser tan mort�fero en sus efectos? �Es la ley de Dios la causa de todas las miserias humanas? Dios no lo quiera. No es la ley, sino el delito cometido contra ella, lo que provoca la muerte del malhechor. As� el pecado, la concupiscencia de mi naturaleza corrompida, para que parezca pecado, y sea descubierto a mi conciencia en su verdadera malignidad, obrando la muerte en m� por lo que es bueno, y aprovechando la ocasi�n para rebelarme de la misma pureza y perfecci�n del santa ley de Dios, trajo sobre m� la sentencia de muerte;que el pecado por el mandamiento, tan claramente prohibido, pero que se levanta en oposici�n voluntaria al mismo, pueda parecer sumamente pecaminoso; y que esta corrupci�n de mi naturaleza, la fuente de todas mis transgresiones actuales, pueda verse en los colores m�s negros que las palabras pueden expresar, o el pensamiento concibe (??? ????????? ?????????).

El Ap�stol procede adem�s a describir el estado de un pecador despierto, extra�do de su propia experiencia durante el intervalo entre su convicci�n milagrosa y su conversi�n en Damasco, o de su conocimiento general y perfecto de la experiencia de los dolientes en ese estado despierto. Porque sabemos que la ley es espiritual, llega a los pensamientos y las intenciones del coraz�n y requiere obediencia tanto interna como externa; pero soy carnal, me siento pobre criatura ca�da, vendida al pecado; por la transgresi�n del primer hombre entregado en manos del tirano y nacido esclavo de la corrupci�n, cuyos terribles efectos siento y me quejo todos los d�as. Porque lo que hago, no lo permito;cuando en pensamiento, palabra o hecho, mi miserable coraz�n cede a las artima�as del tentador, mi juicio desaprueba el mal que cometo; y, lejos de una elecci�n deliberada, mi alma se levanta contra ella, y aborrezco tanto el pecado como a m� mismo. Por lo que quisiera, y en mi mejor parte apruebo y deseo, no lo hago; Deseo siempre, con la m�s intensa aplicaci�n, que mi alma est� fija en Dios y comprometida en su bendita obra y servicio; sin embargo, �cu�n corto estoy de esa espiritualidad de temperamento y conducta que deseo ejercer! Pero lo que odio, eso lo hago; insensiblemente, por enfermedad, sorpresa o tentaci�n, traicionado en cosas que habitualmente aborrezco.

Entonces, si hago lo que no har�a, mientras siento una firme aversi�n a este odioso servicio, doy mi consentimiento a la ley (???????), le doy mi plena aprobaci�n, que es bueno, m�s excelente en s� mismo, que m�s se convierte en Dios. para ordenar, y yo para obedecer; e incluso si se me impusiera su terrible pena, debo reconocer la sentencia justa, justa y buena. Ahora bien, ya no soy yo quien lo hace; pero el pecado, mi corrupci�n nativa, que habita en m�, que me domina, y me es m�s pesado. Porque s�, por triste experiencia, que en m� ( que est� en mi carne ), en mi ser carnal, no mora el bien, sino el mal solamente:porque el querer est� presente en m�, y mi juicio aprueba las cosas que son excelentes, y mi elecci�n me determina a caminar con Dios y agradarle; pero no encuentro c�mo hacer lo bueno; las tormentas de la tentaci�n y el poder y la corriente de la corrupci�n me desv�an del rumbo que pretendo seguir; de modo que no puedo mantenerme en el camino recto de la santidad, ni proceder con esa firmeza y rapidez que deseo y prop�sito.

Porque el bien que quisiera, aunque sea hallado en la voluntad de Dios, no lo logro , no lo puedo alcanzar; pero el mal que no quisiera, sino condenar, desaprobar y desaprobar, lo hago, sinti�ndome d�bil como un ni�o e incapaz de oponer resistencia. Ahora bien, si hago eso, no lo har�a, como dije antes, ya no soy yo quien lo hace; El pecado es a mis ojos una cosa abominable, y siento aversi�n por �l, y una aprobaci�n sincera de la santa ley de Dios; pero todo el mal procede del pecado, ese principio corrupto, que habita en m� y me vence. Encuentro entonces una leymi naturaleza ca�da act�a en m� con una influencia tan poderosa, que cuando quiero hacer el bien, el mal est� presente en m�; se sugiere alg�n des�nimo para disuadirme, alguna trampa para seducirme, o alg�n deseo maligno se levanta, apaga los prop�sitos de gracia que hab�a formado y me aparta del camino de la justicia. Porque me deleito en la ley de Dios seg�n el hombre interior: mi alma m�s �ntima no solo aprueba la ley en toda su espiritualidad como buena, sino que siente el m�s ferviente deseo de obtener esa revelaci�n de Jesucristo en mi coraz�n, y ese principio de amor divino implantado en mi alma, que puede darme un dominio constante sobre el pecado.

Pero (que es la carga m�s amarga bajo la cual gimo) veo otra ley en mis miembros, guerreando contra la ley de mi mente, y llev�ndome cautivo a la ley del pecado, que est� en mis miembros; mientras estoy dominado, a rega�adientes me apartan, no un esclavo voluntario, sino un cautivo infeliz. �Miserable de m�! as� atado y atado con la cadena de mis pecados, � qui�n me librar� del cuerpo de esta muerte? de esta naturaleza ca�da, que, como un cuerpo que consta de varios miembros, trabaja tan poderosamente y debe, por cualquier cosa que pueda hacer para ayudarme a m� mismo, someterme a la sentencia de muerte eterna. Pero, aunque siento mi impotencia y me acuesto en la desesperaci�n de m� mismo , doy gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Se�or.Por su gracia soy librado de la condenaci�n; y por su Esp�ritu soy salvo del poder del mal. Entonces, la suma de toda mi argumentaci�n anterior, en el car�cter de un pecador arrepentido, es en breve esto: con la mente, en mi juicio y elecci�n establecidos, yo mismo sirvo a la ley de Dios con el pleno consentimiento de mi juicio; pero con la carne la ley del pecado, sintiendo sus obras en m�, aunque rechazada y condenada, y de mala gana sometida a su odioso poder.

Información bibliográfica
Coke, Thomas. "Comentario sobre Romans 7". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tcc/romans-7.html. 1801-1803.
 
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