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Bible Commentaries
Zacarías 6

Comentario de Coke sobre la Santa BibliaComentario de Coke

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Introducción

La visi�n de los cuatro carros. Por las coronas de Josu� se muestran el templo y reino de Cristo, el Renuevo.

Antes de Cristo 519.

El prop�sito principal y el prop�sito de la octava y �ltima visi�n, contenido en la primera parte de este cap�tulo, fue confirmar a los jud�os en su fe y dependencia de Dios, mostr�ndoles que, por d�biles e indefensos que parec�an estar, hab�an nada que temer de los m�s grandes poderes terrenales, mientras permanecieron bajo la protecci�n divina; ya que todos esos poderes eran instrumentos de su providencia, y no pod�an subsistir ni actuar sino bajo su permiso. Despu�s de esto, el profeta es favorecido con otra revelaci�n sobre un reino diferente a todos los anteriores, mencionado en la primera parte del cap�tulo.

Por mandato de Dios, en presencia de testigos y como recordatorio de ellos, coloca una corona, o coronas, sobre la cabeza del sumo sacerdote Josu�, constituy�ndole as� un tipo de Cristo el Renuevo, a quien proclama como aproximadamente. para venir a edificar el templo espiritual de Jehov� y presidirlo, tanto como rey como como sacerdote, con el gran prop�sito de la paz. Se predice la llegada de extra�os para ayudar en la construcci�n del templo y se da como prueba de la misi�n divina del profeta.

Versículos 1-3

He aqu�, vinieron cuatro carros. Estos denotan los cuatro grandes imperios que sometieron las partes del mundo conocidas en ese momento. Se los representa como provenientes de entre dos monta�as, porque las monta�as son las barreras naturales que dividen los reinos; y que, aunque fuerte como el bronce, y aqu� se supone que debe ser atravesado por aquellos que invaden y conquistan a sus vecinos. Esto puede denotar expresamente el estrecho pasaje en Cilicia, a trav�s del cual los babilonios y persas, Alejandro y sus generales, pasaron a Siria, Judea y Egipto. Se dice que estos cuatro carros son conducidos por cuatro �ngeles, Zacar�as 6:5 o cuatro pr�ncipes, ejecutores de la venganza del Se�or. El color de sus caballos no est� exento de misterio: los caballos rojosdenota el imperio de los caldeos, sangriento y cruel, particularmente hacia los jud�os: el segundo carro representa la monarqu�a persa; y los caballos negros denotan el triste estado de los jud�os bajo los sucesores de Ciro en el imperio persa, cuando sus enemigos forjaron calumnias contra ellos, y de ese modo pusieron fin a la construcci�n del templo, y toda la naci�n estaba a punto de siendo destruido por el inter�s de Am�n en la corte persa.

El tercer carro, con caballos blancos, denota a Alejandro y sus victorias, quien estableci� la tercera gran monarqu�a y mostr� mucha bondad a los jud�os al confirmar su religi�n, leyes y libertades. Era habitual que los conquistadores montaran caballos blancos en los d�as del triunfo. El cuarto carro, con caballos grises y bayos, denota el imperio romano; y los diversos colores de los caballos, las diversas formas del gobierno romano. El lector observar� que el �ngel que explica la visi�n a Zacar�as, no dice nada del primer carro, porque el imperio denotado por �l ya no subsist�a. Ver Zacar�as 6:6 y Lowth y Calmet.

Versículo 8

Luego clam� sobre m�, he aqu�, luego clam� a m�, he aqu�, etc. "Los caballos negros, que denotan el imperio persa, han aplacado mi ira conquistando a los babilonios y ejecutando esa venganza sobre ellos, que merec�an por su crueldad hacia mi pueblo". La palabra ??? ruach, traducida esp�ritu, a menudo significa ira. Ver Grocio y Houbigant.

Versículo 9

Vino a m� Despu�s de la noche en que las ocho visiones anteriores fueron representadas al profeta.

Versículo 10

Toma de los cautivos, etc.� Toma un regalo de los cautivos de la familia de Heldai, es decir, de Tob�as y de Jeda�as, y ven, etc. a la casa de Jos�as, hijo de Sofon�as, que vino de Babilonia; Zacar�as 6:11 hasta toma la plata y el oro, etc. Las personas de las que se habla aqu� fueron las que trajeron el oro de Babilonia, destinado al templo. El obispo Chandler observa que el discurso del profeta est� dirigido �nicamente a Josu�; las dos coronas est�n puestas solamente en la cabeza de Josu�; s�lo a �l se le ha dicho: He aqu� el hombre cuyo nombre es el Renuevo; tanto como para decir: "He aqu� la se�al del Renuevo que le promet� a David en Salom�n, y por los profetas despu�s de David a los jud�os, por el nombre del Renuevo".Crecer� de debajo de �l, de la ra�z de David, de su tribu y de su familia; y edificar� el templo en que el Se�or se deleita, y actuar� en �l como rey y sacerdote ( Zacar�as 6:13 .) para que no haya m�s conflicto de jurisdicciones entre las dos dignidades.

Ni una palabra de Zorobabel en todo esto; toda la acci�n y el discurso se centran en Josu�. Zerabbabel era entonces jefe de la cautividad, y por derecho su rey; pero no disfrut� ni del nombre ni de las insignias de la majestad, ni tuvo la autoridad de los reyes de Persia, aunque sus sustitutos, para imponer la obediencia a las leyes jud�as: tal autoridad no les fue otorgada a los jud�os antes del reinado de Artajerjes Longimanus. La jurisdicci�n, entonces voluntaria, parece haber reca�do principalmente en el sumo sacerdote, como el que mejor pod�a llevarla a cabo sin sanciones civiles; y en sus ayudantes en el consejo, de los cuales Zorobabel era el principal. Al menos, no se dice nada de Zorobabel en este libro, excepto lo que es ministerial: y estando terminado el templo, probablemente se retir� su comisi�n, y se reincorpor� a Babilonia, donde, como dicen los jud�os, muri�.Rama por venir; pero especialmente, no sea que al coronar a uno de la casa de David el pueblo lo confunda con el Mes�as, y provoque celos de �l en los persas.

Para evitar estas consecuencias, puso las coronas a un sumo sacerdote de cuya tribu se sab�a que el Mes�as no descend�a. Por lo tanto, estaba seguro de que supondr�an que Josu� no era m�s que un tipo del Mes�as; y que fue coronado, no por s� mismo, sino en la figura de otro que en verdad deber�a ser rey. Deben ser conducidos a tal juicio, m�s bien del discurso del profeta a Josu� y sus asesores, cap. Zacar�as 3:8 . Josu� se distingue como una de esas personas t�picas a las que se refieren los hombres de maravilla, cuando el profeta, dirigi�ndole las palabras de Dios, que no era en ning�n sentido el Renuevo que esperaban, agrega: He aqu� mi siervo el Renuevo,era casi imposible que malinterpretaran sus palabras, o se imaginaran que Josu� estaba principalmente destinado a la profec�a. Ver Bishop Chandler's Defense, p. 200. Houbigant en el vers�culo 11, en lugar de coronas, dice corona.

Versículo 14

Y las coronas ser�n para Helem, y las coronas ser�n para la familia de Heldai, a saber, Tob�as, etc. Houbigant. Ver G�nesis 1:23 ; G�nesis 4:57 . Aunque el �ltimo vers�culo puede referirse literalmente a los jud�os y otros art�fices que fluyen de todas partes para construir el templo; sin embargo, ha tenido, y tendr�, su plenitud m�s amplia en la conversi�n del mundo a Cristo, ese verdadero templo del Dios viviente. Ver Isa�as 60:10 y Juan 2:19 .

REFLEXIONES.� 1�. La visi�n de este cap�tulo es de muy dif�cil interpretaci�n. Algunos suponen que los carros que vienen de entre las monta�as de bronce representan,

1. Los ap�stoles y ministros del Evangelio, saliendo por todos los pa�ses. Los diferentes colores de los caballos pueden denotar sus diversos mensajes de ira o misericordia; su ministerio va acompa�ado de las poderosas operaciones del Esp�ritu, en comparaci�n con el viento, que act�a invisiblemente; y son enviados por Cristo, el Se�or de toda la tierra, a las diferentes partes del mundo; y por sus labores los pecadores son devueltos al favor de Dios, y su ira se apaga, su Esp�ritu se calma hacia ellos. O,

2. Estos significan las huestes angelicales, los esp�ritus de los cielos, que vienen del monte de Dios a la tierra, como ejecutores de los mandamientos de Dios, e instrumentos de ira o misericordia, seg�n le plazca a Dios enviarlos; y cuando han ido de aqu� para all� y han cumplido su ministerio, Dios est� muy complacido y su Esp�ritu se calma y refresca. O,

3. Estas son las cuatro monarqu�as, llamadas vientos del cielo, Daniel 7:2 . El babil�nico est� representado por los caballos rojos, el persa por el negro, el griego por el blanco y el romano por los caballos grises y bayos, que caminaban de un lado a otro en la tierra, o por la tierra de Judea, y la somet�an. . Y se toma una nota peculiar de los que salieron al pa�s del norte, ellos han aquietado mi Esp�ritu, habiendo vengado de los babilonios la violencia que hab�an usado contra el cautivo Israel de Dios. O,

4. Se refieren a las dispensaciones de la Divina Providencia en general. Sus carros corren a su voluntad; carros de amor para su pueblo fiel, para quien todas las cosas ayudan a bien; carros de guerra para sus enemigos, a quienes �l pisa bajo los pies de sus caballos: de �l los ministros de la Providencia toman sus direcciones, y cada uno en su esfera cumple la obra que le ha sido encomendada, y Dios se complace en contemplar los consejos de su propia voluntad cumplida por ellos.
2�, antes, Dios ense�� a la gente por medio de visiones; aqu�, les ense�a por tipo y figura.
1. Zacar�as corona al sumo sacerdote Josu� con coronas de oro y plata, hechas con las ofrendas que trajeron Heldai, Tob�as y Jeda�as de Babilonia y en su presencia. Los que a�n no hab�an subido al templo, enviaban all� sus presentes, y con sus obsequios se esforzaban por compensar su ausencia. Las coronas de Josu� estaban dise�adas para intimar la uni�n de los oficios reales y sacerdotales en aquel a quien �l prefiguraba y cuyo nombre llevaba.


2. Se le entrega a Josu� una profec�a, basada en esta figura. As� habla el Se�or de los Ej�rcitos, diciendo: He aqu� el hombre cuyo nombre es el Renuevo, el divino Mes�as; y crecer� de su lugar, de Bel�n-Efrata, la ciudad se�alada para el lugar de su nacimiento; y edificar� el templo del Se�or, la iglesia del evangelio, de la cual �l es el gran arquitecto; y solo por su poder se levanta y se establece; �l edificar� el templo del Se�or; as� lo ha determinado Dios; y �l llevar� la gloria,a �l se le atribuir� toda la gloria; y todo miembro fiel de esa iglesia arrojar� con deleite su corona de oro a sus pies; y reconozca que �l, que es el �nico que lo ha ganado, merece llevarlo puesto para siempre; y se sentar� y gobernar� en su trono, y ser� sacerdote en su trono, habiendo sido entregado todo el poder y capaz de salvar perpetuamente a todos los que por �l vienen a Dios, en virtud de la ofrenda ofrecida una vez. como sacerdote, Dios lo exalt� hasta lo sumo; y como vive para suplicar por sus santos fieles, as�, como su glorioso rey, reina para salvarlos de toda iniquidad; y el consejo de paz estar� entre ambos; ya sea entre Jehov� y el hombre el Renuevo, o entre los oficios reales y sacerdotales de Cristo; oel consejo de paz es el Evangelio, predicado tanto a jud�os como a gentiles; y uni�ndolos en el amor.

Y las coronas ser�n para Helem, y para Tob�as, y para Jeda�as, y para Hen hijo de Sofon�as, como memoria en el templo del Se�or, o como testimonio constante de la generosa generosidad de estos buenos hombres; o para hacer pensar a la gente en el que deb�a venir, y a quien las coronas se refer�an particularmente. Y vendr�n los que est�n lejos, o los jud�os que a�n est�n en Babilonia, o los gentiles, Efesios 2:12 que ser�n llamados por gracia a la participaci�n de todos los privilegios del Evangelio, y edificar�n en el templo del Se�or, como obreros juntos ayudando a avanzar la obra de Dios; y por sus labores llevar almas a Jesucristo, como piedras vivas que se edificar�n sobre �l, el �nico gran y glorioso fundamento;y sabr�is que el Se�or de los Ej�rcitos me ha enviado a vosotros, el cumplimiento de la profec�a ser�a una prueba de su misi�n divina. Y esto suceder�, si obedec�is con diligencia a la voz del Se�or vuestro Dios: es decir, todos los que demostraran ser fieles y obedientes quedar�an convencidos de la autoridad divina del profeta; o si usaran su diligencia en la construcci�n del templo, Dios se encargar�a de que no quisieran toda la ayuda necesaria. Nota; Cuando mejoramos las gracias y los talentos que se nos han confiado, entonces Dios da m�s gracia.

Información bibliográfica
Coke, Thomas. "Comentario sobre Zechariah 6". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tcc/zechariah-6.html. 1801-1803.
 
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