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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
El Comentario Bíblico del Expositor El Comentario Bíblico del Expositor
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 1 Samuel 30". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/1-samuel-30.html.
Nicoll, William R. "Comentario sobre 1 Samuel 30". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/
Versículos 1-31
CAPITULO XXXV.
DAVID EN ZIKLAG.
1 Samuel 30:1 .
DESPU�S de que David recibi� del rey Aquis el nombramiento de capit�n de su guardaespaldas, acompa�� con sus tropas al ej�rcito filisteo, pasando por la llanura mar�tima hasta el final de su viaje, hasta el lugar seleccionado para la batalla, cerca de "el fuente que est� en Jezreel ". Parece que fue solo despu�s de que todo el ej�rcito filisteo estuvo alineado en orden de batalla que la presencia de David y sus hombres, que permanecieron en la retaguardia para proteger al rey, llam� la atenci�n de los se�ores de los filisteos, y en su protesta fueron despedidos.
Es probable que el regreso de David a Siclag, y la expedici�n en la que tuvo que emprender para recuperar a sus esposas y sus propiedades, tuvieran lugar en el mismo momento en que Sa�l hizo su viaje a Endor y cuando se llev� a cabo la batalla fatal de Gilboa. furioso. Hemos visto que aunque David nunca, como Sa�l, se despoj� de la autoridad de Dios, hab�a estado siguiendo sus propios caminos, caminos de enga�o e infidelidad.
�l tambi�n se hab�a estado exponiendo al disgusto de Dios, y sobre �l, como sobre Saulo, deb�a caer alguna retribuci�n. Pero en los dos casos vemos la diferencia entre juicio y castigo. En el caso de Sa�l, fue el juicio lo que vino; su vida y su carrera terminaron declaradamente como castigo por su delito. En el caso de David, se levant� la vara para corregir, no para destruir; para traerlo de vuelta, no para ahuyentarlo para siempre; para prepararlo para el servicio, no para cortarlo en pedazos, ni asignarle su parte con los hip�critas. Hay muchas razones para creer que el terrible desastre que le sobrevino a David a su regreso a Siclag fue el medio para restaurarlo a un marco de confianza y veracidad.
Del cap�tulo que ahora tenemos ante nosotros se desprende que, en ausencia de David y su tropa, los amalecitas hab�an tomado severas represalias por la derrota y la destrucci�n total que hab�an infligido �ltimamente a una parte de su tribu. Debemos recordar que los amalecitas eran un pueblo muy disperso, que consist�a en muchas tribus, cada una viviendo separada del resto, pero tan emparentadas que en cualquier emergencia acudir�an r�pidamente en ayuda de los dem�s.
Las noticias del exterminio de las tribus a las que David hab�a atacado, y a las que hab�a destruido por completo, por temor a que alguno de ellos informara a Aquis de su verdadero empleo, se hab�an llevado a sus vecinos; y estos vecinos decidieron vengarse de la matanza de sus parientes. La oportunidad de la ausencia de David se aprovech� para invadir Siclag, para lo cual se hab�a reunido una expedici�n numerosa y bien equipada; y como no encontraron oposici�n, llevaron todo delante de ellos.
Felizmente, sin embargo, como no encontraron enemigos, no sacaron la espada; consideraron mejor pol�tica llevarse todo lo que se pudiera transportar, para hacer uso de los bienes y vender a las mujeres y los ni�os como esclavos, y como ten�an una gran multitud de bestias de carga con ellos ( 1 Samuel 30:17 ) No podr�a haber ninguna dificultad para llevar a cabo este plan.
Parece muy extra�o que David haya dejado Siclag aparentemente sin la protecci�n de un solo soldado; pero lo que nos parece una locura tuvo al final todo el efecto de la sabidur�a consumada; las pasiones de los amalecitas no fueron excitadas por oposici�n o por derramamiento de sangre; sus propensiones destructivas quedaron satisfechas con la destrucci�n de la ciudad de Siclag, y todas las personas y cosas que pudieron ser trasladadas fueron llevadas ilesas. Pero durante los d�as siguientes, David no pudo saber que su expedici�n se hab�a llevado a cabo de esta manera inusualmente pac�fica; su imaginaci�n y sus miedos retratar�an escenas mucho m�s oscuras.
Debi� de ser un momento terrible para David, apenas menos que para Sa�l cuando vio al ej�rcito de los filisteos cerca de Jezreel, llegar a lo que recientemente hab�a sido un hogar tan pac�fico y encontrar una masa de ruinas humeantes. Si hubiera estado dispuesto a felicitarse por el �xito de la pol�tica que hab�a dictado su huida de la tierra de Jud� y su asentamiento en Siclag bajo la protecci�n del rey Aquis, �c�mo en un momento la podredumbre de todo el plan se le habr�a ocurrido? �l, �y cu�n asombrado debe haber estado ante la prueba ahora tan claramente ofrecida que todo el arreglo hab�a sido desaprobado por el Dios del cielo! En qu� agon�a de suspenso y angustia debi� de estar hasta que pudo obtener noticias m�s precisas; y qu� estallido de desesperaci�n debi� haberse escuchado en todo el campamento cuando sus seguidores se enteraron de que hab�a sucedido lo peor que pod�a concebirse: que sus casas fueron destruidas, sus propiedades confiscadas y sus esposas e hijos llevados a ser deshonrados, vendidos o masacrados, como convenga a la imaginaci�n de sus amos. Y luego, esa masacre sin remordimientos que �ltimamente hab�an infligido a los parientes de sus invasores, �qu� probable que exasperara sus pasiones contra ellos! �Qu� misericordia mostrar�an cuyos vecinos no hab�an recibido misericordia? �Qu� terrible destino estar�an experimentando ahora estas mujeres y ni�os indefensos! �como se adapte a la fantas�a de sus amos! Y luego, esa masacre sin remordimientos que �ltimamente hab�an infligido a los parientes de sus invasores, �qu� probable ser�a que exasperara sus pasiones contra ellos! �Qu� misericordia mostrar�an cuyos vecinos no hab�an recibido misericordia? �Qu� terrible destino estar�an experimentando ahora estas mujeres y ni�os indefensos! �como se adapte a la fantas�a de sus amos! Y luego, esa masacre sin remordimientos que �ltimamente hab�an infligido a los parientes de sus invasores, �qu� probable ser�a que exasperara sus pasiones contra ellos! �Qu� misericordia mostrar�an cuyos vecinos no hab�an recibido misericordia? �Qu� terrible destino estar�an experimentando ahora estas mujeres y ni�os indefensos!
Probablemente fue una de las m�s amargas de las muchas horas amargas que jam�s pas� David. Primero estaba el sentimiento natural de decepci�n, despu�s de una marcha larga y fatigosa, cuando las comodidades del hogar hab�an sido tan ansiosas por esperar, y cada hombre parec�a ya en el abrazo de su familia, para encontrar el hogar completamente borrado y su lugar. marcado por ruinas ennegrecidas. Luego estaba el dolor mucho m�s intenso en todo coraz�n afectuoso, causado por el secuestro de los miembros de sus familias; este, al parecer, era el sentimiento predominante en el campamento: "el alma del pueblo estaba afligida, cada uno por sus hijos y sus hijas.
"Y de alguna manera se culp� a David, en parte tal vez por ese sentimiento apresurado pero injusto que culpa al l�der de una expedici�n por todos los contratiempos que la acompa�an, y en parte tambi�n, puede ser, porque Siclag hab�a quedado completamente indefenso". �Si �l nos hiciera marchar a todos detr�s de estos filisteos incircuncisos, como si tuvi�ramos que hacer una causa com�n con ellos solo para hacernos marchar de regreso tal como vinimos, para no ganar nada all� y perder todo aqu�! " a�adi� un elemento m�s de emoci�n: no fueron simplemente las calamidades conocidas y vistas las que obraron en la mente de la gente; la tristeza de los horrores temidos pero inciertos ayud� a excitarlos a�n m�s.
La imaginaci�n ocupar�a r�pidamente el lugar de la evidencia al imaginar la situaci�n de sus esposas e hijos. Los sentimientos de las tropas estaban tan atemorizados contra David que hablaron de apedrearlo. Los mismos hombres que �ltimamente se hab�an acercado a �l con el hermoso saludo: "Paz, paz a ti y paz a tus ayudantes, porque tu Dios te ayuda", ahora hablaban de apedrearlo. Cu�n parecido al esp�ritu y la conducta de sus descendientes mil a�os despu�s, gritando a la vez, "Hosanna al Hijo de David", y pocos d�as despu�s, "Crucif�calo, crucif�cale".
"El estado de los sentimientos de David debe haber sido tanto m�s terrible por la conciencia inquieta que ten�a en el asunto, porque ten�a demasiados motivos para sentir que la pol�tica de disimulo que hab�a estado siguiendo hab�a causado otra masacre, m�s espantosa que la de los sacerdotes despu�s de su visita a Nob.
Es probable que en este terrible momento la mente de David fuera visitada por una bendita influencia de lo alto. El lamento de aflicci�n que se extendi� por su campamento, y las l�gubres ruinas que cubr�an el lugar de su reciente hogar, parecen haberle hablado en ese tono de reproche que las palabras del profeta transmitieron despu�s: "�T� eres el hombre!" Bajo una gran excitaci�n, la mente trabaja con gran rapidez y pasa casi con la velocidad del rayo de un estado de �nimo a otro.
Es muy posible que bajo la misma descarga el�ctrica, como podemos llamarlo, que llev� a David a un sentido de su pecado, fue guiado de regreso a su antigua confianza en la misericordia y la gracia de su pacto con Dios. En un instante, podemos creer, el miserable vac�o de todos esos dispositivos carnales en los que hab�a estado confiando destellar�a en su mente, y Dios, su propio Padre amoroso y Dios del pacto, aparecer�a esperando para ser misericordioso y anhelando su regreso. .
Y ahora el hijo pr�digo est� en los brazos de su Padre, llorando, sollozando, confesando, pero al mismo tiempo sintiendo el lujo del perd�n, regocij�ndose, confiando y deleit�ndose en Su protecci�n y bendici�n.
De hecho, se puede objetar que nos estamos basando demasiado en la mera imaginaci�n al suponer que el regreso de David a una condici�n de santa confianza en Dios se efectu� de esta manera r�pida. La vista puede estar equivocada y no insistimos en ello. Lo que encontramos es el intervalo muy corto entre su �ltimo acto de disimulo al profesar el deseo de acompa�ar a Aquis a la batalla y su restauraci�n manifiesta del esp�ritu de confianza, evidenciado en las palabras, que se le aplic� cuando la gente hablaba de apedrearlo. , "Pero David se fortaleci� en el Se�or su Dios" ( 1 Samuel 30:6 ).
Estas palabras muestran que por fin ha vuelto al verdadero camino y, a partir de ese momento, vuelve la prosperidad. Qu� bendici�n fue para �l que en esa hora de extrema necesidad pudiera sacar fuerzas del pensamiento de Dios, capaz de pensar en el Alt�simo mir�ndolo con inter�s, y todav�a listo para librarlo.
Fue un incidente algo similar, aunque no precedido por tal retroceso previo - una manifestaci�n similar del poder m�gico de la confianza - que tuvo lugar en la vida de un David m�s moderno, uno que al servir a Dios y hacer el bien al hombre ten�a que encuentro una vida de vagabundeo, privaciones y peligro rara vez superado: el misionero y explorador africano, David Livingstone. En el transcurso de su gran viaje desde St.
Paul de Loanda en la costa occidental de �frica hasta Quilimane en el este, tuvo que encontrarse con muchas tribus furiosas y codiciosas, a quienes era demasiado pobre para poder pacificar con el m�todo ordinario de los regalos valiosos. En una ocasi�n, en la bifurcaci�n de la confluencia del r�o Loangwa y el r�o Zambesi, se encontr� con una de esas tribus hostiles. Para �l era necesario tener canoas para cruzar, solo le prestar�an una.
En otros aspectos, mostraron una actitud de hostilidad, y todas las apariencias apuntaban a un ataque furioso al d�a siguiente. Livingstone estaba preocupado ante la perspectiva, no porque tuviera miedo de morir, sino porque parec�a que todos sus descubrimientos en �frica se perder�an, y sus esperanzas optimistas de plantar el comercio y el cristianismo entre sus tribus ignorantes y rebosantes golpearon en la cabeza. . Pero record� las palabras del Se�or Jesucristo: "Id, pues, por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura, y he aqu�, yo estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.
"En esta promesa descans� y estabiliz� su coraz�n palpitante." Es la palabra de un caballero ", dijo," la palabra de uno de los m�s perfectos honores. No intentar�, como pens� una vez, escapar de noche, pero esperar� hasta ma�ana y me ir� antes que todos. �Deber�a tener miedo un hombre como yo? Tomar� mis observaciones de longitud esta noche, aunque deber�a ser la �ltima. Mi mente est� ahora bastante tranquila, gracias a Dios.
Esper� como hab�a dicho, y a la ma�ana siguiente, aunque los arreglos de los nativos a�n presagiaban batalla, a �l y a sus hombres se les permiti� cruzar el r�o en destacamentos sucesivos, sin molestias, �l mismo esperando hasta el �ltimo, y ni un pelo. de sus cabezas siendo lastimadas. Fue un buen ejemplo de un cristiano creyente fortaleci�ndose en su Dios. Cuando la fe es genuina, y el h�bito de ejercitarla es activo, puede remover monta�as.
El primer resultado del restablecimiento del sentimiento de confianza en David fue que honr� la ordenanza se�alada por Dios al pedirle consejo, a trav�s del sacerdote Abiatar, sobre el camino que deb�a seguir. Es la primera vez que leemos que lo hace desde que dej� su propio pa�s. Al principio, uno se pregunta c�mo pudo haber interrumpido un medio tan precioso de determinar la voluntad de Dios y el camino del deber.
Pero la verdad es que cuando un hombre se deja a s� mismo, no le importa ning�n consejo o direcci�n que no sean sus propias inclinaciones. No desea ser guiado; solo desea ir c�modamente. La indiferencia hacia la gu�a de Dios explica gran parte del descuido de la oraci�n.
David ha presentado su solicitud y tiene una respuesta clara y decidida. Ahora puede sentir que est� pisando tierra firme. �Cu�nto m�s feliz debe haber sido que cuando conduc�a de aqu� para all�, maquinando y fingiendo, y vacilando de un dispositivo de sabidur�a carnal a otro! En cuanto a su gente, ahora puede pensar en ellos con mucha m�s tranquilidad; �No han estado todo el tiempo bajo la custodia de Dios, y no es cierto que el que guarda a Israel no se adormece ni duerme?
No necesitamos detenernos mucho en los incidentes que siguieron inmediatamente. Ning�n acontecimiento podr�a haber resultado m�s favorable. Un tercio de sus tropas estaba tan exhausto que tuvieron que dejarlos en el arroyo Besor. Con los otros cuatrocientos parti� en busca del enemigo. La providencia especial de Dios, tan clara y frecuentemente mostrada en esta ocasi�n, proporcion� una gu�a para David en la persona de un esclavo egipcio, quien, habiendo ca�do enfermo, hab�a sido abandonado por su amo, y hab�a estado tres d�as y tres noches sin comer. o beber.
Tras haber resucitado a este joven con un trato esmerado, y habi�ndole dado la solemne seguridad de que no ser�a asesinado ni devuelto a su amo (esta �ltima alternativa parece haber sido tan terrible como la otra), las conduce sin p�rdida de tiempo. al campamento de los amalecitas. El viaje de cada d�a los acercaba cada vez m�s al gran desierto donde, unos quinientos o seiscientos a�os antes, sus padres hab�an encontrado a Amalek en Refidim, y hab�an obtenido una gran victoria sobre ellos, despu�s de no pocas fluctuaciones, a trav�s de los brazos en alto de Mois�s, la se�al de confianza en la fuerza de Dios.
Por la misma buena mano con David, los amalecitas, sorprendidos en medio de un tiempo de fiesta descuidada y alborotada, fueron completamente derrotados y casi destruidos. Todos los art�culos que hab�an robado, y todas las mujeres y ni�os que se hab�an llevado, fueron recuperados ilesos. Tal liberaci�n fue m�s all� de lo esperado. Cuando el Se�or volvi� de nuevo el cautiverio de Siclag, eran como hombres que sue�an.
El feliz cambio de circunstancias fue se�alado por David con dos actos memorables, uno un acto de justicia y el otro un acto de generosidad. El acto de justicia fue su interferencia para reprimir el ego�smo de la parte de sus tropas que estaban enzarzados en la lucha con Amalek, algunos de los cuales deseaban excluir a la parte discapacitada, que deb�a permanecer en el arroyo Besor, de compartir el bot�n. Los objetores se llaman "los malvados y los hombres de Belial".
"Es una circunstancia significativa que David no hab�a sido capaz de inspirar a todos sus seguidores con su propio esp�ritu - que incluso al final de su residencia en Siclag hab�a hombres malvados y hombres de Belial entre ellos. Sin duda estos fueron los mismos hombres que hab�a sido m�s fuerte en sus quejas contra David, y hab�a hablado de apedrearlo cuando se enteraron de la calamidad de Siclag. Los hombres que se quejan son generalmente hombres ego�stas.
Se opusieron a la propuesta de David de compartir el bot�n con todo el cuerpo de sus seguidores. Su propuesta fue especialmente desagradable para David en un momento en que Dios les hab�a dado tales muestras de bondad inmerecida. Fue del mismo tipo que el acto del siervo implacable de la par�bola, quien, aunque perdonado por sus diez mil talentos, se abalanz� con una ferocidad sin paliativos sobre el consiervo que le deb�a cien denarios.
El acto de generosidad consisti� en distribuir por las ciudades vecinas el bot�n que hab�a tomado de los amalecitas. Si hubiera sido ego�sta, podr�a haberse quedado todo para �l y su gente. Pero fue "el bot�n de los enemigos del Se�or". David deseaba reconocer a Dios en relaci�n con este bot�n, tanto para mostrar que no hab�a atacado a los amalecitas con fines personales, como para reconocer, al estilo real, la bondad que Dios le hab�a mostrado.
Se puede reconocer f�cilmente que fue un acto de pol�tica y un reconocimiento de Dios. Sin duda, David deseaba ganarse la consideraci�n favorable de sus vecinos, como una ayuda para su reconocimiento cuando el trono de Israel se vaciar�a. Pero seguramente podemos admitir esto, y sin embargo reconocer en sus acciones en esta ocasi�n la generosidad as� como la piedad de su naturaleza. Fue uno de esos hombres a los que es m�s bienaventurado dar que recibir, y que nunca son tan felices ellos mismos como cuando hacen felices a los dem�s.
El Betel mencionado en 1 Samuel 30:27 como el primero entre los lugares beneficiados dif�cilmente puede ser el lugar com�nmente conocido por ese nombre, que estaba muy lejos de Siclag, sino alg�n otro Betel mucho m�s cerca de la frontera sur de la tierra. El m�s septentrional de los lugares especificados de cuya situaci�n se nos asegura fue Hebr�n, muy al sur de Jud�, y que pronto se convertir�a en la capital donde reinaba David. La gran cantidad de lugares que compartieron su generosidad fue una prueba de la liberalidad real con la que se difundi� en el exterior.
Y en esta generosidad, esta profusi�n real de dones, seguramente podemos reconocer un tipo adecuado de "el gran Hijo del gran David". Cu�n claramente parec�a desde el principio que el esp�ritu de Jesucristo ejemplificaba su propia m�xima que acabamos de citar: "Es m�s bienaventurado dar que recibir". S�lo una vez, y en su infancia, cuando los sabios puesto a sus pies su mirra, incienso y oro, leemos de algo parecido a una generosa contribuci�n de los dones de la tierra que se le han dado.
Pero s�guelo a trav�s de todo el curso de Su vida y ministerio terrenales, y vea cu�n justa era la imagen de Malaqu�as que lo compar� con el sol: "el Sol de justicia con sanidad en Sus alas". �Qu� naturaleza tan gloriosamente difusiva ten�a, arrojando obsequios de precio fabuloso en todas direcciones sin dinero y sin precio! "Jes�s anduvo por toda Galilea" (ahora era el turno del norte para disfrutar del beneficio), "ense�ando en sus sinagogas y predicando el evangelio del reino, y sanando toda clase de dolencias y toda clase de dolencias entre los pueblos. gente.
"Escuchen las palabras iniciales del Serm�n de la Monta�a; �qu� gota de miel como del panal tenemos en esas bienaventuranzas, que tan maravillosamente elogian las preciosas virtudes a las que est�n apegadas! Siga a Jes�s a trav�s de cualquier parte de su carrera terrenal. , y hallar�s el mismo esp�ritu de generosidad real. Permanece junto a �l incluso en la �ltima hora de Su vida terrenal, y cuenta Sus obras de bondad.
Vea c�mo �l sana el o�do de Malco, aunque no cur� sus propias heridas. Esc�chalo despreciando las l�grimas de las mujeres que lloran y volviendo su atenci�n a los males entre ellas que ten�an m�s necesidad de ser lloradas. Escuche los tonos tiernos de su oraci�n: "Padre, perd�nalos, porque no saben lo que hacen". Observa la mirada llena de gracia que lanza al ladr�n que est� a su lado en respuesta a su oraci�n: �De cierto te digo que hoy estar�s conmigo en el para�so.
Observa cu�n afectuosamente provee a su madre. M�ralo despu�s de su resurrecci�n, diciendo a Mar�a que llora: Mujer, �por qu� lloras? Cuenta la multitud de peces que ha tra�do a las redes de sus disc�pulos, en se�al de las riquezas espirituales. �xito con el que ser�n bendecidos. Y f�jate, en el d�a de Pentecost�s, cu�n ricamente desde Su trono en gloria derrama el Esp�ritu Santo, y anima a miles juntamente con el aliento de vida espiritual. "Has ascendido a lo alto, Has llevado cautiva la cautividad. Has recibido dones para los hombres; s�, tambi�n para los rebeldes, para que el Se�or Dios more entre ellos ".
Es algo muy bendito y saludable para todos ustedes apreciar el pensamiento de la munificencia real de Cristo. Piense en el dador m�s bondadoso y generoso que jam�s haya conocido, y piense c�mo Cristo lo supera en esta misma gracia hasta donde los cielos est�n sobre la tierra. �Qu� est�mulo te da esto para confiar en �l! �Qu� pecado te muestra cometer cuando te alejas de �l! Pero recuerde tambi�n que Jesucristo es la imagen del Dios invisible.
Recuerde que vino a revelar al Padre. Quiz�s estemos m�s dispuestos a dudar de la munificencia real del Padre que de la del Hijo. �Pero cu�n irrazonable es esto! �No era Jesucristo mismo, con toda la gloriosa plenitud contenida en �l, el don de Dios, su don inefable? Y en cada acto de generosidad realizado por Cristo, �no somos simplemente una exhibici�n del coraz�n del Padre? A veces pensamos mal en la generosidad de Dios en relaci�n con su decreto de elecci�n.
Deja eso en paz; es una de las cosas profundas de Dios; recuerde que toda alma llevada a Cristo es fruto del amor inmerecido y de la gracia infinita de Dios; y recuerde tambi�n la vasta compa��a que son los redimidos, cuando en la visi�n apocal�ptica, una parte temprana de ellos - los que salieron de "la gran tribulaci�n" - formaron una gran multitud que ning�n hombre podr�a contar. A veces pensamos que Dios no es generoso cuando quita comodidades muy preciosas, e incluso los tesoros m�s preciados de nuestro coraz�n y nuestro hogar.
Pero eso es amor disfrazado; "Lo que yo hago, t� no lo sabes ahora, pero lo sabr�s despu�s". Y a veces pensamos que no es generoso cuando tarda en contestar nuestras oraciones. Pero �l s�lo se propone animarnos a perseverar, aumentar y finalmente recompensar a�n m�s nuestra fe. S�, de verdad, sean cuales sean las anomal�as que presente la Providencia, y son muchas; Cualesquiera que sean las aparentes contradicciones que podamos encontrar con la doctrina de las abundantes riquezas de la gracia de Dios, atribuy�moslo todo a nuestra visi�n imperfecta y nuestro entendimiento imperfecto.
Corrijamos todas esas impresiones estrechas en la cruz de Cristo. Razonemos, como el Ap�stol: "El que no escatim� ni a su propio Hijo, sino que lo entreg� por todos nosotros, �c�mo no nos dar� tambi�n con �l todas las cosas?" Y estemos seguros de que cuando por fin se aclaren los caminos y el trato de Dios, incluso con este mundo descarriado, la �nica conclusi�n que llegar�n a establecer para siempre ser�: que DIOS ES AMOR.