Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
StudyLight.org has pledged to help build churches in Uganda. Help us with that pledge and support pastors in the heart of Africa.
Click here to join the effort!

Bible Commentaries
Apocalipsis 8

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Buscar…
Enter query below:

Versículos 1-13

CAPITULO VI.

LAS PRIMERAS SEIS TROMPETAS.

Apocalipsis 8:1 ; Apocalipsis 9:1 .

LAS dos visiones consoladoras del cap. 7 se han cerrado, y el Vidente vuelve a esa apertura de los siete Sellos que hab�a sido interrumpida para que estas dos visiones pudieran interponerse.

Six Seals se hab�a abierto en el cap. 6; sigue la apertura del s�ptimo: -

"Y cuando abri� el s�ptimo sello, sigui� un silencio en el cielo como por un espacio de media hora. Y vi a los siete �ngeles que estaban de pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. Y otro �ngel vino y se par� sobre el altar, que ten�a un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para que lo diera a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

Y el humo del incienso, con las oraciones de los santos, subi� delante de Dios de la mano del �ngel. Y el �ngel toma el incensario; y lo llen� del fuego del altar y lo arroj� sobre la tierra; y siguieron truenos, voces, rel�mpagos y un terremoto. Y los siete �ngeles que ten�an las siete trompetas se prepararon para tocar ( Apocalipsis 8:1 ) ".

Antes de mirar los detalles de este Sello, tenemos que determinar la relaci�n en que se encuentra con los Sellos del cap. 6 as� como a las visiones que le siguieron. �Es tan aislado, tan independiente, como los que le han precedido? �Y su contenido est� agotado por los primeros seis vers�culos del cap�tulo? �O ocupa una posici�n tan propia que debemos considerar las siguientes visiones desarrolladas a partir de �l? Y si este �ltimo es el caso, �hasta d�nde se extiende el desarrollo?

Al responder a estas preguntas, dif�cilmente se puede negar que si vamos a considerar el s�ptimo sello como independiente y solo, su contenido no tiene el significado que parecemos tener derecho a esperar. Es el �ltimo Sello de su propia serie; y cuando pasamos al �ltimo miembro de la serie Trompeta en Apocalipsis 11:15 , o de la serie Bowl en Apocalipsis 16:17 , los encontramos marcados, no por menos, sino por una fuerza mucho mayor de la que hab�a pertenecido en ambos casos. a los seis miembros precedentes.

La s�ptima trompeta y la s�ptima copa resumen y concentran el contenido de sus predecesores. En uno los juicios de Dios representados por las Trompetas, en el otro los representados por las Copas, culminan en su expresi�n m�s aguda y su potencia m�s tremenda. No hay nada de ese tipo en el s�ptimo sello si termina con la preparaci�n de los �ngeles de la trompeta para sonar; y la analog�a del Apocalipsis, por lo tanto, una analog�a que proporciona en un libro construido de manera tan sim�trica un argumento de mayor peso que el ordinario, est� en contra de esa suposici�n.

Una vez m�s, la mayor parte de los primeros seis vers�culos de este cap�tulo no sugiere el contenido del Sello. M�s bien, parecer�a como si estos contenidos estuvieran confinados al "silencio" del que se habla en Apocalipsis 8:1 , y como si lo que sigue de Apocalipsis 8:2 no deb�a considerarse como parte del Sello en s�, sino simplemente como una introducci�n a las visiones de Trompeta.

Todo lo dicho lleva las marcas de preparaci�n para lo que est� por venir, y no se nos permite descansar en lo que pasa como si fuera una escena final y concluyente en el gran espect�culo presentado al Vidente.

Por estas razones, el punto de vista a menudo sostenido de que las visiones a las que procedemos se desarrollan a partir del s�ptimo sello pueden considerarse correctas.

Si es as�, �hasta d�nde se extiende el desarrollo? La respuesta que se da invariablemente a esta pregunta es: Hasta el final de las Trompetas. Pero la respuesta no es satisfactoria. La simetr�a general del Apocalipsis milita en su contra. Entonces no hay correspondencia entre la �ltima Trompeta y el �ltimo Sello, nada que sugiera la idea de un desarrollo de las Copas a partir de la s�ptima Trompeta de una manera correspondiente al desarrollo de las Trompetas. del s�ptimo sello En estas circunstancias, la �nica conclusi�n probable es que tanto las copas como las trompetas se desarrollan a partir del s�ptimo sello, y que ese desarrollo no termina hasta que llegamos al final del cap. diecis�is.

Si lo que se ha dicho ahora es correcto, arrojar� una luz importante sobre la relaci�n de los Sellos con las dos series de Trompetas y Copas tomadas juntas; mientras que, al mismo tiempo, nos prestar� una valiosa ayuda en la interpretaci�n de las tres series.

Volviendo a las palabras que tenemos ante nosotros, se dice que, a la apertura del s�ptimo sello, sigui� un silencio en el cielo por espacio de media hora. Este silencio puede incluir quiz�s un cese incluso de los c�nticos que se elevan ante el trono de Dios de esa creaci�n redimida cuya voz de alabanza no descansa ni de d�a ni de noche. 1 Sin embargo, no es necesario pensarlo. M�s bien, la probabilidad es que surja de un cese s�lo de los "rel�mpagos y voces y truenos" que en Apocalipsis 4:5 proceden del trono, y que se reanudan en Apocalipsis 8:5 del presente cap�tulo, cuando el fuego de el altar es arrojado del incensario del �ngel sobre la tierra.

De este modo se indica una breve suspensi�n del juicio, una pausa durante la cual el Todopoderoso llamar�a la atenci�n sobre las manifestaciones de Su ira que estaban por seguir. La duraci�n exacta de este silencio, "alrededor de media hora", nunca ha sido explicada satisfactoriamente; y la analog�a general del lenguaje de San Juan condena la idea de una interpretaci�n literal. Quiz�s estaremos m�s de acuerdo con el esp�ritu con el que est� escrito el Apocalipsis si consideramos: (1) que en ese libro la mitad de cualquier cosa sugiere, no tanto una mitad real, como un todo roto e interrumpido, cinco un roto. diez, seis rotos doce, tres y medio rotos siete; (2) que en el Evangelio de S.

En Juan encontramos en m�s de una ocasi�n menci�n de una "hora" en la que en un momento se determinan las acciones, en otro los sufrimientos de Jes�s: "Mujer, �qu� tengo yo que ver contigo? A�n no ha llegado mi hora ; " "Padre, s�lvame de esta hora; mas para esto he venido a esta hora". 2 La "hora" de Jes�s es, pues, para San Juan el momento en que la acci�n, decidida primero por el Padre, es emprendida por el Hijo; y una "media hora" puede indicar simplemente que el curso de los acontecimientos se ha interrumpido y que se ha retrasado el momento del nuevo juicio.

Tal interpretaci�n tambi�n estar� en estrecha correspondencia con los vers�culos siguientes, as� como con lo que hemos visto que es el significado probable del "silencio" de Apocalipsis 8:1 . La preparaci�n para la acci�n, m�s que la acci�n, marca todav�a la apertura del s�ptimo Sello. (1 Apocalipsis 4:8 ; 2 Juan 1:2 : 4; Juan 12:27 )

Esa preparaci�n se describe a continuaci�n.

San Juan vio siete trompetas dadas a los siete �ngeles que est�n ante Dios . En cualquier otro aspecto, estos siete �ngeles deben distinguirse de las huestes de �ngeles que rodean el trono, la comisi�n que se da ahora muestra que son �ngeles de un orden m�s elevado y de un poder m�s irresistible. De hecho, son la expresi�n del Juez Divino de los hombres, o m�s bien del modo en que �l elige mediante el juicio expresarse.

Ni siquiera estamos obligados a pensar en ellos num�ricamente como siete, porque siete en su significado sagrado es el n�mero de unidad, aunque de unidad en la variedad as� como en la combinaci�n de sus agentes. Los "siete Esp�ritus de Dios" son Su �nico Esp�ritu; las "siete iglesias", Su �nica Iglesia; los "siete cuernos" y los "siete ojos" del Cordero, Su �nica fuerza poderosa y Su �nica mirada penetrante. De la misma manera, los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas encarnan el pensamiento de muchos juicios que en realidad son uno solo.

As� tambi�n los �ngeles aqu� son siete, no porque sea literalmente, sino porque ese n�mero resalta las formas variadas as� como la unidad esencial de la acci�n de Aquel a quien el Padre ha dado "autoridad para ejecutar juicio, porque es un Hijo". de hombre." * (* Juan 5:27 )

Hasta ahora, las siete trompetas solo se han entregado a los siete �ngeles. Tienen que pasar m�s antes de que se los lleven a los labios y suenen. Se ve a otro �ngel que vino y se par� sobre el altar, con un incensario de oro en la mano. En la apertura del quinto sello leemos de un "altar" que era imposible no identificar con el gran altar de bronce, el altar del holocausto, en el atrio exterior del santuario.

Tal identificaci�n no es tan obvia aqu�; y quiz�s la mayor�a de los comentaristas est�n de acuerdo en pensar que el altar del que ahora se habla es m�s bien el altar de oro o de incienso que ten�a su lugar dentro del Tabern�culo, inmediatamente enfrente del segundo velo. A este altar, el sacerdote en ocasiones ordinarias, y m�s particularmente el sumo sacerdote en el gran D�a de la Expiaci�n, tra�a un incensario con incienso ardiente, para que el humo del incienso, al elevarse en el aire, pudiera ser un s�mbolo para el congregaci�n de Israel que sus oraciones, ofrecidas seg�n la voluntad divina, ascend�an como un olor grato a Dios.

Es posible que este sea el significado del altar; sin embargo, las probabilidades del caso llevan m�s bien a la suposici�n de que se hace alusi�n al altar del sacrificio en el patio del Tabern�culo; porque (1) cuando el Vidente habla aqu� y otra vez en Apocalipsis 8:5 del "altar", y en Apocalipsis 8:3 del "altar de oro", parece distinguir entre los dos.

(2) Las palabras fuego del altar est�n a favor de la misma conclusi�n. Seg�n el ritual de la Ley, era del altar de bronce de donde se sacaba fuego para encender el incienso, 1 mientras que al mismo tiempo el fuego ard�a continuamente sobre ese altar, pero no sobre el altar dentro del Tabern�culo. (3) El pensamiento representado por el simbolismo parece ser que los sufrimientos de los santos dieron eficacia a sus oraciones y atrajeron la respuesta de Aquel que dice: "Inv�came en el d�a de la angustia, y te responder�, y me glorificar�s.

"2 (4) Las palabras de Apocalipsis 8:3 , las oraciones de todos los santos, y la expresi�n similar en Apocalipsis 8:4 , nos recuerdan las oraciones del quinto Sello, ahora hinchado por las oraciones de aquellos santos del Nuevo Testamento. que han sido a�adidos a "la comuni�n bendita" de los m�rtires del Antiguo Testamento.

Se recordar� que estas oraciones surgieron de debajo del altar del holocausto; y es natural pensar que se vuelve a aludir al mismo altar para hacer surgir la idea de un martirio semejante. Lo que vemos, por lo tanto, es un �ngel que toma las oraciones y les agrega mucho incienso, para que podamos contemplarlas mientras ascienden ante Dios y reciben Su respuesta. (1 Diccionario de la Biblia de Smith, INCIENSO ; 2 Salmo 50:15 )

Adem�s, debe observarse que las oraciones a las que se hace referencia son para el juicio sobre el pecado. No hay nada que justifique la suposici�n de que son en parte para el juicio y en parte para la misericordia de un mundo pecaminoso. Son simplemente otra forma del grito: "�Hasta cu�ndo, oh Maestro, el santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre sobre los que moran en la tierra?" * Son un clamor de que Dios reivindicar� la causa de la justicia. (* Apocalipsis 6:10 )

Se oye el clamor, porque el �ngel toma del fuego del altar en el que los santos hab�an sido sacrificados como ofrenda a Dios y lo arroja a la tierra para que consuma el pecado que lo encendi�. La lex talionis vuelve a empezar a verse; no meramente castigo, sino retribuci�n, la retribuci�n m�s pesada de todas, porque va acompa�ada de una conciencia condenada, retribuci�n en especie.

Todo est� ahora listo para el juicio, y los siete �ngeles que ten�an las siete trompetas se preparan para tocar: -

"Y son� la primera trompeta, y sigui� granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra; y la tercera parte de la tierra se quem�, y la tercera parte de los �rboles se quem�, y toda la hierba verde. fue quemado ( Apocalipsis 8:7 ) ".

Pensar, interpretando estas palabras, en una quema literal de una tercera parte de la "tierra", de los "�rboles" y de la "hierba verde", nos desviar�a. Comparando la primera Trompeta con las que siguen, tenemos simplemente una descripci�n general del juicio, ya que afecta la tierra en contraste con el mar, los r�os y fuentes de agua, y los cuerpos celestes por los cuales se ilumina la tierra.

El castigo es atra�do por un mundo culpable sobre s� mismo cuando se levanta en oposici�n a Aquel que al principio prepar� la tierra para la morada de los hombres, la plant� con �rboles agradables a la vista, ech� sobre ella su manto verde y la pronunci�. ser muy bueno. De todo �rbol del huerto, excepto del �rbol de la ciencia del bien y del mal, comieran nuestros primeros padres; mientras que hierba cubr�a la tierra para su ganado, y hierba para su servicio.

Toda la naturaleza deb�a atender las necesidades del hombre, y al cultivar el jard�n y el campo, �l encontrar�a trabajo ligero y feliz. Pero entr� el pecado. Espinos y cardos brotaron por todos lados. El trabajo se convirti� en una carga, y el campo f�rtil se transform� en un desierto que solo pod�a ser subyugado por un trabajo constante, paciente y a menudo decepcionante. Este es el pensamiento, un pensamiento en el que los profetas del Antiguo Testamento se detuvieron a menudo, que est� presente en la mente del Vidente.

Sin embargo, una de las plagas de Egipto tambi�n puede estar en su ojo. Cuando el Todopoderoso librar�a a su pueblo de la tierra de su cautiverio, "envi� truenos y granizo, y el fuego corri� por la tierra; y el Se�or hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Y hubo granizo y fuego mezclado con granizo, muy grave ... Y el granizo hiri� en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, as� hombres como bestias, y el granizo hiri� toda la hierba del campo, y quebr� todos los �rboles del campo.

"* Esa plaga que el Vidente tiene en su mente; pero no se contenta con usar sus rasgos solo, por terribles que sean. El pecado de un mundo culpable al negarse a escuchar a Aquel que habla desde el cielo es mayor que el pecado de los que rechazaron al que hablaba en la tierra, y su castigo debe ser proporcional a su pecado. Por eso la plaga de Egipto se magnifica. Leemos, no s�lo de granizo y fuego, sino de granizo y fuego mezclados con (o m�s bien en ) sangre, de modo que la sangre es la cubierta exterior y visible del granizo y del fuego.

Adem�s de esto, tenemos las hierbas y los �rboles del campo, no solo heridos y rotos, sino completamente consumidos por el fuego. Es dif�cil decir qu� se entiende por la "tercera parte" de la tierra y sus productos atacados. La probabilidad es que, como un todo consta de tres partes, s�lo se pretende la destrucci�n parcial, pero no la destrucci�n de una tercera parte de la tierra, dejando dos tercios intactos; pero una tercera parte de la tierra y de sus productos se consume en todas partes. (* �xodo 9:23 )

Ahora suena la segunda trompeta:

"Y el segundo �ngel toc� la trompeta, y como una gran monta�a ardiendo en fuego fue arrojada al mar; y la tercera parte del mar se convirti� en sangre; y muri� la tercera parte de las criaturas que estaban en el mar, ellos que ten�a vida, y la tercera parte de las naves fue destruida ( Apocalipsis 8:8 ) ".

Como la primera Trompeta afect� la tierra, la segunda afecta el mar ; y las observaciones ya hechas sobre una destrucci�n son en su mayor parte aplicables a la otra. La figura de sacar una monta�a de su lugar y arrojarla al mar fue utilizada por nuestro Se�or para expresar lo que m�s all� de todo lo dem�s era imposible de lograr por el mero poder humano: "De cierto os digo, si ten�is fe y dudas no, no s�lo har�is lo que se le ha hecho a la higuera, sino que incluso si le dijeras a este monte: Lev�ntate y �chate en el mar, se har�.

"l Al hablar as�, nuestro Se�or hab�a seguido el lenguaje de los profetas, que estaban acostumbrados a ilustrar con el pensamiento de la remoci�n de monta�as los mayores actos del poder divino:" �Qu� eres t�, oh gran monta�a? delante de Zorobabel te convertir�s en una llanura; "" Por tanto, no temeremos, aunque los montes sean llevados en medio de los mares "2 (1 Mateo 21:21 ; Mateo 2 Zacar�as 4:7 ; Salmo 46:2 )

Incluso la figura de un "monte quemado" no es ajena al Antiguo Testamento, pues el profeta Jerem�as denuncia as� la aflicci�n de Babilonia: "He aqu�, yo estoy contra ti, oh monte destructor, dice Jehov�, que destruyes toda la tierra; y Extender� mi mano sobre ti, te har� rodar de las rocas y te convertir� en un monte quemado ". * (* Jeremias 51:25 )

Las plagas de Egipto, tambi�n, son nuevamente aprovechadas por el Vidente, porque en la primera de estas Mois�s "alz� la vara e hiri� las aguas que estaban en el r�o; y todas las aguas que estaban en el r�o fueron y los peces que estaban en el r�o murieron, y el r�o apestaba, y los egipcios no pod�an beber del agua del r�o, y hab�a sangre en toda la tierra de Egipto.

"* Aqu�, sin embargo, la plaga se extiende, abarcando no s�lo el r�o de Egipto, sino el mar, con todos los barcos que navegan por �l, y todos sus peces. De nuevo tambi�n, como antes, la" tercera parte "no se debe pensar que est� confinado a una regi�n del oc�ano, mientras que los dos tercios restantes se dejan intactos. Se debe buscar en todas partes a lo largo de todo el abismo. (* �xodo 8:20 )

Ahora suena la tercera trompeta:

"Y el tercer �ngel toc� la trompeta, y cay� del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cay� sobre la tercera parte de los r�os y sobre las fuentes de las aguas; y el nombre de la estrella se llama Ajenjo. y la tercera parte de las aguas se convirti� en madera de gusano, y muchos hombres murieron a causa de las aguas, porque se amargaron ( Apocalipsis 8:10 ) ".

La tercera Trompeta debe entenderse seg�n los mismos principios y en el mismo sentido general que las dos Trompetas precedentes. Las figuras son de nuevo como las que encontramos en el Antiguo Testamento, aunque son utilizadas por el Vidente a su manera libre e independiente. As�, el profeta Isa�as, dirigi�ndose a Babilonia en su magn�fica descripci�n de su ca�da, exclama: "�C�mo ca�ste del cielo, oh Lucero, hijo de la ma�ana!" 1 y as� tambi�n el profeta Jerem�as denuncia el juicio sobre el Israel rebelde: "Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu�, yo los sustentar�, a este pueblo, con ajenjo, y les dar� a beber agua de hiel.

"2 Las amargas aguas de Mara tambi�n vivieron en los recuerdos de Israel como el primer, y no el menos terrible, castigo de la murmuraci�n de sus padres contra Aquel que los hab�a sacado a lo que parec�a un desierto est�ril, en lugar de dejarlos. para saciar su sed con las dulces aguas del Nilo. 3 As�, las aguas que el mundo ofrece a sus devotos se vuelven amargas, tan amargas que se convierten en ajenjo mismo, la esencia misma de la amargura.

Nuevamente se visita la "tercera parte" de ellos, pero esta vez con una caracter�stica no mencionada anteriormente: la destrucci�n de la vida humana, - muchos hombres murieron a causa de las aguas. Bajo la primera Trompeta s�lo se vio afectada la naturaleza inanimada; bajo el segundo nos elevamos a criaturas que ten�an vida; bajo el tercero nos elevamos a "muchos hombres". El cl�max debe notarse, ya que ilustra el estilo del pensamiento del Ap�stol y nos ayuda en la interpretaci�n de sus palabras.

Los agentes empleados sucesivamente bajo estas Trompetas quiz�s tambi�n pretendan un cl�max similar: granizo y fuego, una gran monta�a ardiendo y una estrella fugaz. (1 Isa�as 14:12 ; Isa�as 2 Jeremias 9:15 ; Jeremias 3 �xodo 15:23 )

La cuarta trompeta ahora se toca: -

"Y el cuarto �ngel toc� la trompeta, y la tercera parte del sol fue herida, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas; para que la tercera parte de ellos se oscureciera, y el d�a no brillara por la tercera parte y la noche de la misma manera ( Apocalipsis 8:12 ) ".

Esta Trompeta no ofrece ninguna contradicci�n con lo que se dijo anteriormente, que los primeros cuatro miembros de las tres series de Sellos, Trompetas y Copas tratan con el lado material m�s que con el lado espiritual del hombre, con el hombre como un habitante de este mundo m�s bien. que del siguiente. Los cuerpos celestes se ven aqu� �nicamente en su relaci�n con la tierra y sus habitantes. En cuanto al juicio, descansa, como los de la primera y la segunda Trompeta, sobre el pensamiento de la plaga egipcia de tinieblas: "Y el Se�or dijo a Mois�s: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra. de Egipto, oscuridad que se puede palpar.Y Mois�s extendi� su mano hacia el cielo, y hubo una densa oscuridad en toda la tierra de Egipto por tres d�as; no se vieron unos a otros, ni nadie se levant� de su lugar en tres d�as.

"* El rasgo de la plaga egipcia al que se alude en esta �ltima oraci�n no se menciona aqu�; y probablemente, por lo tanto, no tenemos derecho a decir que estaba en los pensamientos del Vidente. Sin embargo, es en un alto grado probable que lo fuera; y en todo caso, su obvia referencia a esa plaga puede ayudar a ilustrar un particular importante que debe notarse despu�s, que todos los juicios de las Trompetas caen directamente sobre el mundo, y no sobre la Iglesia.

Como en las primeras tres Trompetas, la tercera parte de la luz del sol, la luna y las estrellas solo se oscurece. (* �xodo 10:21 )

Las primeras cuatro Trompetas ya han sido tocadas y llegamos a la l�nea de demarcaci�n por la cual cada serie de juicios se divide en sus grupos de cuatro y tres. Esa l�nea est� trazada en el presente caso con peculiar solemnidad y fuerza:

"Y vi, y o� un �guila que volaba en medio del cielo, diciendo con una gran voz: �Ay, ay, ay de los que habitan en la tierra a causa de las otras voces de los tres �ngeles que a�n est�n por llegar! sonido ( Apocalipsis 8:13 ) ".

Se debe prestar atenci�n al hecho de que el grito pronunciado en medio del cielo, penetrando as� hasta los rincones m�s distantes de la tierra, procede de un �guila y no, como en la Versi�n Autorizada, de un "�ngel"; y ciertamente se hace referencia al �guila con el prop�sito de agregar nuevo terror a la escena. Si queremos entrar en la mente del Vidente, debemos pensar en ella como el s�mbolo de la rapi�a y el saqueo.

Para �l, la caracter�stica destacada de ese p�jaro no es su majestad, sino su rapidez, su fuerza y ??su apresuramiento hacia la presa. * (* Job 9:26 )

As� anunciada siniestramente, la quinta trompeta ahora suena: -

"Y el quinto �ngel toc� la trompeta, y vi una estrella del cielo que ca�a a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abri� el pozo del abismo, y subi� un humo. del pozo, como el humo de un gran horno, y el sol y el aire se oscurecieron por el humo del pozo, y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como el los escorpiones de la tierra tienen poder.

Y se les dijo que no da�aran la hierba de la tierra, ni cosa verde, ni �rbol alguno; pero s�lo aquellos que no tengan el sello de Dios en la frente. Y les fue dado que no los mataran, sino que fueran atormentados por cinco meses; y su tormento fue como el tormento de un escorpi�n cuando hiere a un hombre. Y en aquellos d�as los hombres buscar�n la muerte, y no la hallar�n; y desear�n morir, y la muerte huir� de ellos.

Y las formas de las langostas eran semejantes a caballos preparados para la guerra, y sobre sus cabezas como coronas semejantes al oro, y sus rostros como rostros de hombres. Y ten�an cabello como cabello de mujer, y sus dientes como dientes de leones. Y ten�an corazas como corazas de hierro; y el sonido de sus alas era como el sonido de carros de muchos caballos que se apresuran a la guerra. Y tienen colas semejantes a las de los escorpiones y aguijones; y en sus colas est� el poder de da�ar a los hombres durante cinco meses.

Tienen sobre ellos como rey al �ngel del abismo: su nombre en hebreo es Abaddon, y en la lengua griega tiene el nombre de Apoli�n ( Apocalipsis 9:1 ) ".

Tal es el cuadro extra�o pero terrible del juicio de la quinta Trompeta; y tenemos, como de costumbre, en primer lugar, mirar los detalles que contiene. Como en varios casos anteriores, estos se basan en las plagas de Egipto y el lenguaje de los profetas. En ambas fuentes, �qu� terrible aparece una plaga de langostas! En Egipto - "Y Jehov� dijo a Mois�s: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto por las langostas, para que suban a la tierra de Egipto y coman toda la hierba de la tierra, todo lo que haya dejado el granizo. .

Y Mois�s extendi� su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehov� trajo un viento oriental sobre la tierra todo ese d�a y toda esa noche; y cuando amaneci�, el viento solano trajo las langostas. Y subieron langostas sobre toda la tierra de Egipto, y reposaron en todos los t�rminos de Egipto; muy graves fueron; antes de ellos no hubo langostas como ellos, ni despu�s de ellos habr� tales. Porque cubrieron la faz de toda la tierra, y la tierra se oscureci�; y comieron toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los �rboles que hab�a dejado el granizo; y no qued� cosa verde en los �rboles ni en la hierba del campo en toda la tierra de Egipto.

"1 M�s oscuro a�n que �ste es el lenguaje del profeta Joel. Cuando ve langostas que barren la tierra, exclama:" La tierra era como el huerto del Ed�n delante de ellos, y detr�s de ellos un desierto desolado ". estragos irresistibles y destructivos dibuja no pocos rasgos de los terribles acontecimientos que acompa�ar�n la venida del d�a del Se�or: "Su apariencia es como la apariencia de caballos; y como jinetes, as� correr�n.

Como estruendo de carros sobre las cimas de los montes saltar�n, como estruendo de llama de fuego que devora rastrojo, como pueblo fuerte en orden de batalla. Como valientes correr�n; como hombres de guerra trepar�n el muro; y marchar�n cada uno por sus caminos, y no romper�n sus filas. Correr�n de un lado a otro en la ciudad; correr�n por el muro, subir�n por las casas; entrar�n por las ventanas como ladrones.

La tierra temblar� ante ellos; temblar�n los cielos: el sol y la luna se oscurecer�n, y las estrellas dejar�n de brillar ". 3 (1 �xodo 10:12 ; �xodo 2 Joel 2:3 ; Joel 3 Joel 2:4 )

Sin duda es cierto que en la descripci�n que tenemos ante nosotros las cualidades de sus langostas se magnifican de manera sobrenatural, pero eso es solo lo que podr�amos esperar, y est� de acuerdo con el modo en que se tratan en este libro otras figuras tomadas del Antiguo Testamento. libro. Tambi�n es probable que cada rasgo de la descripci�n tenga un significado distinto para San Juan y que represente alguna fase particular de las calamidades que pretend�a describir.

Pero ahora es casi imposible descubrir tales significados; y que el Vidente ten�a en vista el mal general tanto al menos como el mal en ciertas formas especiales, lo demuestra la artificialidad de la estructura que marca el pasaje como un todo. Para la descripci�n de las langostas se divide en tres partes, la primera general, la segunda especial, la tercera el rey langosta. Las caracter�sticas especiales de los insectos, nuevamente, son siete en n�mero: (1) sobre sus cabezas como coronas semejantes al oro; (2) y sus rostros eran como rostros de hombres; (3) y ten�an cabello como cabello de mujer; (4) y sus dientes eran como dientes de leones; (5) y ten�an corazas, como corazas de hierro; (6) y el sonido de sus alas era como el sonido de muchos carros; (7) y tienen colas semejantes a las de los escorpiones y aguijones.

Si el per�odo de cinco meses, durante el cual se dice que estas langostas cometen sus estragos, se fija porque la destrucci�n causada por el insecto natural dura ese per�odo de tiempo, o por alguna otra raz�n desconocida para nosotros, es dif�cil de determinar. . Hay una falta de prueba de que una plaga de langostas generalmente contin�a durante el n�mero de meses as� especificado, y por lo dem�s est� m�s de acuerdo con el estilo del Apocalipsis considerar ese per�odo de tiempo en particular como simplemente denotando que el juicio tiene l�mites definidos. .

Debe mencionarse un detalle adicional relacionado con la quinta trompeta. Se notar� que el pozo del abismo de donde procede la plaga est� abierto por una estrella ca�da (no "cayendo") del cielo, a la cual se le dio la llave del pozo. Tenemos aqu� uno de esos contrastes de San Juan cuya debida atenci�n es de tanta importancia para el int�rprete.

Esta "estrella ca�da" es el contraste y la contraparte de Aquel que es "la estrella resplandeciente de la ma�ana" y que "tiene las llaves de la muerte y del Hades". * (* Apocalipsis 22:16 ; Apocalipsis 1:18 )

En este punto deber�a sonar el sexto �ngel; pero ahora estamos en medio de los tres �ltimos males, y cada uno es de una importancia tan terrible que merece ser se�alado especialmente. De ah� las palabras del siguiente verso:

"El primer ay ha pasado; he aqu�, vienen todav�a dos ayes en el m�s all� ( Apocalipsis 9:12 )".

Esta advertencia dada, la sexta trompeta ahora se toca: -

Y el sexto �ngel toc� la trompeta, y o� una voz desde los cuernos del altar de oro que est� delante de Dios, que dec�a al sexto �ngel que ten�a la trompeta: Desata a los cuatro �ngeles que est�n atados junto al gran r�o �ufrates. Fueron desatados cuatro �ngeles, que hab�an sido preparados para la hora, el d�a, el mes y el a�o, para que mataran a la tercera parte de los hombres. Y el n�mero de los ej�rcitos de los jinetes fue dos veces diez mil veces diez mil; escuch� el n�mero de ellos.

Y as� vi a los caballos en la visi�n y a los que los montaban, que ten�an corazas como de fuego, de jacinto y de azufre. Por estas tres plagas muri� la tercera parte de los hombres, por el fuego, el humo y el azufre que sal�a de sus bocas. Porque el poder de los caballos est� en su boca y en sus colas; porque sus colas son semejantes a serpientes, y con ellas hacen da�o.

Y el resto de la humanidad que no muri� con estas plagas, no se arrepinti� de las obras de sus manos, para no adorar a los demonios y los �dolos de oro, plata, bronce, piedra y madera. que no puede ver, ni o�r ni andar; y no se arrepintieron de sus asesinatos, ni de sus hechicer�as, ni de su fornicaci�n, ni de sus robos. ( Apocalipsis 9:13 ) ".

Hay mucho en esta Trompeta que es notable incluso cuando nos limitamos a los detalles m�s externos que contiene. As� nos trae de vuelta al pensamiento de esas oraciones de los santos a las que todas las Trompetas son una respuesta, pero que no han sido mencionadas desde que comenz� el toque de las Trompetas. 1 Una vez m�s leemos sobre el altar de oro que estaba ante Dios y en Su presencia inmediata.

Sobre ese altar se hab�an colocado las oraciones de todos los santos, para que pudieran elevarse al cielo con la gran cantidad de incienso agregado por el �ngel, y pudieran ser contestadas en el tiempo y la manera de Dios. La voz que se escucha desde los cuatro cuernos de este altar, es decir, desde los cuatro puntos salientes en sus cuatro esquinas, que representan el altar en su mayor potencia, nos muestra lo que podr�amos haber estado en peligro de olvidar, que el juicio que tenemos ante nosotros contin�a. sea ??una respuesta del Todopoderoso a las oraciones de su pueblo.

Una vez m�s, puede notarse que en el juicio del que aqu� se habla tratamos una vez m�s de una tercera parte de la clase sobre la que recae. Nada de eso se hab�a dicho bajo la quinta Trompeta. La inferencia que debe extraerse de estos detalles es importante. Aprendemos que, por distintos que puedan parecer los sucesivos miembros de cualquiera de las tres series de Sellos, Trompetas o Copas, est�n estrechamente conectados entre s�.

Aunque son siete, hay un sentido en el que tambi�n son uno; y cualquier pensamiento caracter�stico que aparezca en un solo miembro de la serie debe llevarse a cabo a trav�s de todos sus miembros. (* Apocalipsis 9:3 )

El juicio mismo se basa, como en los otros ya considerados, sobre pensamientos e incidentes relacionados con la historia del Antiguo Testamento.

El primero de ellos es el r�o �ufrates. Ese gran r�o era el l�mite de Palestina al noreste "En el mismo d�a Jehov� hizo un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia he dado esta tierra, desde el r�o de Egipto hasta el gran r�o, el r�o �ufrates; " 1 y en los d�as de Salom�n esta parte del pacto parece haberse cumplido, porque se nos dice que "Salom�n rein� sobre todos los reinos desde el r�o" (es decir, el Eufrates) "hasta la tierra de los filisteos, y hasta la frontera de Egipto.

"2 Sin embargo, el �ufrates no era solo el l�mite entre Israel y los asirios. Tambi�n era la l�nea de defensa de Israel contra su poderoso y ambicioso vecino, que ten�a que cruzar su ancho r�o antes de que pudiera apoderarse de cualquier parte de la Tierra Prometida. Por una transici�n natural de pensamiento, el �ufrates luego se convirti� en un s�mbolo de los mismos asirios, porque sus aguas, cuando se alzaron en una inundaci�n, desbordaron el territorio de Israel y barrieron todo lo que ten�an ante ellos.

Entonces los profetas vieron en el torrente de la crecida del r�o una figura del azote de Dios sobre los que no lo reconocieron: "El Se�or me habl� tambi�n de nuevo, diciendo: Por cuanto este pueblo rechaza las aguas de Silo� que bajan suavemente, y regoc�jate en Rez�n y el hijo de Remal�as; ahora pues, he aqu�, el Se�or hace subir sobre ellos las aguas del r�o, fuertes y numerosas, el rey de Asiria, y toda su gloria; y �l subir� sobre todos sus canales, y pasar� por todas sus riberas, y pasar� por Jud�; rebosar� y pasar�, llegar� hasta el cuello; y el alargamiento de sus alas llenar� la anchura de tu tierra, oh Emmanuel.

"3 Cuando en consecuencia se habla aqu� del �ufrates, est� claro que con el r�o como tal no tenemos nada que hacer. Es simplemente un s�mbolo de juicio; y los cuatro �ngeles que hab�an sido atados a �l , pero ahora fueron desatados , son una muestra -cuando es el n�mero del mundo- de que el juicio al que se refiere, aunque s�lo afecta a una tercera parte de los hombres, llega a los hombres de toda la superficie del globo.

Cuando llegue la hora, el d�a, el mes y el a�o , es decir, cuando llegue el momento fijado en los consejos del Todopoderoso, se romper�n las cadenas con las que se ha retenido la destrucci�n, y el mundo ser� destruido. abrumado por el torrente embravecido. (1 G�nesis 15:18 ; G�nesis 2 1 Reyes 4:21 ; 1 Reyes 3 Isa�as 8:5 )

El segundo pensamiento del Antiguo Testamento que se observa en esta visi�n es el de los caballos. Para el israelita, el caballo representaba un objeto de terror m�s que de admiraci�n, y un ej�rcito de jinetes despert� en �l los m�s profundos sentimientos de alarma. As� es que el profeta Habacuc, al describir los juicios venideros de Dios, recibe el encargo de exclamar: "Mirad entre las naciones, y mirad y maravillad; porque har� en vuestros d�as una obra que no creer�is, aunque te lo diga.

Porque he aqu�, levanto a los caldeos, esa naci�n amarga y apresurada, que marchar� por la anchura de la tierra para apoderarse de las moradas que no son de ellos. Son terribles y espantosos: su juicio y su dignidad proceder�n por s� mismos. Sus caballos tambi�n son m�s ligeros que los leopardos, y m�s feroces que los lobos vespertinos; y sus jinetes se desplegar�n, y sus jinetes vendr�n de lejos; volar�n como el �guila que se apresura a comer.

Todos vendr�n en busca de violencia; sus rostros se apagar�n como el viento solano, y recoger�n el cautiverio como la arena. Y se burlar�n de los reyes, y los pr�ncipes los escarnecer�n; se burlar�n de toda fortaleza; porque amontonar�n polvo y lo tomar�n. "* Como las langostas de la visi�n anterior, los" caballos "de los que ahora se habla est�n ciertamente vestidos con atributos sobrenaturales; pero la explicaci�n es la misma. Los caballos comunes no pod�an transmitir im�genes de suficiente terror . (* Habacuc 1:5 )

Los dos �ltimos vers�culos del cap. 9, que siguen a la sexta Trompeta, merecen nuestra atenci�n particular. Describen el efecto producido sobre los hombres que no perecieron por las plagas anteriores, y ayudan a arrojar luz sobre una cuesti�n m�s �ntimamente relacionada con una interpretaci�n justa del Apocalipsis. La pregunta es: �El Vidente, en alguna de sus visiones, anticipa la conversi�n de los imp�os? �O trata, desde el principio hasta el final de sus descripciones, con la justicia y el pecado en s� mismos en lugar de con personas justas que pueden alejarse de la verdad o personas pecaminosas que pueden poseerla y darle la bienvenida? La cuesti�n nos volver� a encontrar en los siguientes cap�tulos de este libro y exigir� una discusi�n m�s completa de la que puede recibir en la actualidad.

Mientras tanto, es suficiente decir que, en los dos vers�culos que ahora estamos considerando, no se da ninguna pista en cuanto a la conversi�n de personas imp�as por las plagas de las Trompetas. Por el contrario, los "hombres", es decir, las dos terceras partes de los habitantes de la tierra o del mundo imp�o que no fueron asesinados por estas plagas, no se arrepintieron ni de sus principios irreligiosos ni de sus vidas inmorales. Continuaron como lo hab�an hecho en la groser�a de sus idolatr�as y en el libertinaje de su conducta.

El destino de los dem�s no los despert� ni los suaviz�. Hab�an elegido deliberadamente su propio curso; y, aunque sab�an que se precipitaban contra los gruesos jefes del escudo del Todopoderoso, hab�an resuelto perseverar hasta el final.

Dos breves observaciones sobre estas seis visiones de Trompeta, consideradas en su conjunto, parecen ser necesarias.

I. No se ha intentado interpretar ni los objetos individuales de las sentencias ni los instrumentos mediante los cuales se dicta la sentencia. A una clase pertenecen la "tierra", los "�rboles", la "hierba verde", el "mar", los "barcos", los "r�os y fuentes de las aguas", el "sol", la "luna, "y las" estrellas "; al otro pertenecen los detalles dados en la descripci�n primero de las "langostas" de la quinta Trompeta y luego de los "caballos" de la sexta.

Cada uno de estos detalles puede tener un significado definido, y los int�rpretes a�n pueden tener �xito en descubrirlo. El objeto que se tiene a la vista a lo largo de este comentario hace cualquier esfuerzo por determinar ese significado, cuando es dudoso que exista, comparativamente sin importancia. Nos esforzamos por captar la interpretaci�n m�s amplia y el esp�ritu del libro; y cabe preguntarse si nuestras impresiones a ese respecto se profundizar�an aunque vi�ramos; raz�n para creer que todos los objetos antes mencionados ten�an fuerza individual.

Ciertamente parece existir una l�nea de demarcaci�n, trazada por el propio Vidente, entre los primeros cuatro y los dos juicios siguientes, el primero refiri�ndose a los desastres f�sicos que fluyen del mal moral, el segundo a la intensificaci�n m�s espantosa de la oscuridad intelectual y la corrupci�n moral visitada. sobre los hombres cuando deliberadamente eligen el mal en lugar del bien. M�s all� de esto, para nuestro prop�sito actual es innecesario ir.

2. Los juicios de estas Trompetas son juicios sobre el mundo y no sobre la Iglesia. Ya se ha aprovechado la ocasi�n para observar que la estructura de esta parte del Apocalipsis lleva a la creencia de que tanto las Trompetas como las Copas se desarrollan a partir de los Sellos. Sin embargo, hay una diferencia entre los dos, y varias indicaciones en las visiones de Trompeta parecen limitarlos a juicios sobre el mundo.

Est� la forma en que se presentan, como respuesta a las oraciones de "todos los santos". 1 Es cierto, como veremos todav�a, que la Iglesia degenerada es la principal perseguidora del pueblo de Dios. Pero los santos no pueden orar contra ella. Para ellos, ella sigue siendo la Iglesia. Recuerdan el principio establecido por su Se�or cuando habl� de Su reino en la par�bola de la ciza�a: "Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega.

"2 Solo Dios puede separar lo falso de lo verdadero dentro de su palidez. Hay un sentido en el que la Iglesia nunca puede ser derrocada, y no hay menos sentido en el que el mundo ser� subyugado. S�lo para la subyugaci�n del mundo por tanto, "todos los santos" pueden orar, y las Trompetas son una respuesta a sus oraciones (1 Apocalipsis 8:3 ; Apocalipsis 2 Mateo 13:30 ).

Una vez m�s, las tres Trompetas-Ay se dirigen contra "los que habitan en la tierra". * Pero, como ya se ha dicho, es un principio de interpretaci�n aplicable a las tres series de Sellos, Trompetas y Copas, que los rasgos que llenan el cuadro en un miembro pertenecen tambi�n a los otros miembros de los grupos. y que los juicios, mientras est�n bajo un aspecto siete, est�n bajo otro.

Los tres Ay, por tanto, caen sobre el mismo campo de juicio que fue visitado por las plagas que los precedieron. En otras palabras, las seis plagas de esta serie de visiones se infligen sobre "los que habitan en la tierra"; y esa es simplemente otra forma de expresi�n para el mundo imp�o. (* Apocalipsis 8:13 )

Nuevamente, bajo la quinta Trompeta, los hijos de Dios son separados de los imp�os, para que los detalles de ese juicio no los toquen. Se instruye a las langostas que no da�en la hierba de la tierra, ni ninguna cosa verde, ni ning�n �rbol; pero s�lo aquellos que no tengan el sello de Dios en la frente. * (* Apocalipsis 9:4 )

Una vez m�s, la s�ptima Trompeta, en la que culmina la serie, y que encarna su car�cter como un todo, se encontrar� para tratar con el juicio sobre el mundo solamente: "Las naciones se despertaron a ira, y vino tu ira, y el tiempo de los muertos para ser juzgados ". y "el tiempo de destruir a los que destruyen la tierra". * (* Apocalipsis 11:18 )

Finalmente, la descripci�n que se da al final de la sexta Trompeta de aquellos que fueron endurecidos en lugar de ablandados por los juicios precedentes, lleva directamente a la misma conclusi�n: Y el resto de la humanidad que no fue asesinada por estas plagas no se arrepinti� de las obras de su manos, para que no adoren demonios e �dolos de oro, plata, bronce, piedra y madera. * (* Apocalipsis 9:20 )

Estas consideraciones no dejan ninguna duda de que los juicios de las Trompetas son juicios sobre el mundo. La Iglesia, es cierto, tambi�n puede sufrirlos, pero no en juicio. Pueden ser parte de su prueba mientras se mezcla con el mundo durante su peregrinaje terrenal. El juicio, sin embargo, no es un juicio. Para los hijos de Dios es la disciplina de la mano de un Padre. En medio de ella, la Iglesia est� a salvo y ayuda a madurarla para la plenitud de la gloria de su herencia celestial.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Revelation 8". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/revelation-8.html.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile