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Bible Commentaries
Job 16

Los Comentarios del PúlpitoLos Comentarios del Púlpito

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Versículos 1-22

EXPOSICI�N

Job contesta el segundo discurso de Elifaz en un discurso que ocupa dos cap�tulos (cortos) y, por lo tanto, no es mucho m�s largo que el discurso de su antagonista. Su tono es muy desesperante. No encuentra ayuda en absoluto en los discursos de los "consoladores" (vers�culos 2-6), y se aleja de ellos para considerar una vez m�s los tratos de Dios con �l (vers�culos 7-14). Luego, describe sus propios procedimientos bajo sus aflicciones, y apela a la tierra y. cielo, y Dios en el cielo, para asumir su causa y ayudarlo (vers�culos 15-22). En Job 17:1. �l contin�a mucho en la misma tensi�n, pero con una mezcla de los temas, lo cual es algo confuso. En Job 17:1, Job 17:2 se lamenta a s� mismo; en Job 17:3 hace un llamado a Dios; en Job 17:4, Job 17:5 reflexiona sobre sus "consoladores"; en Job 17:6 vuelve a s� mismo y a sus perspectivas; mientras que en el resto del cap�tulo ( Job 17:10) alterna entre reproches dirigidos a sus amigos ( Job 17:10, Job 17:12) y lamentaciones por su propia condici�n ( Job 17:11, Job 17:13).

Job 16:1, Job 16:2

Entonces Job respondi� y dijo: He escuchado muchas cosas as�. No hab�a nada nuevo en el segundo discurso de Elifaz, si exceptuamos su creciente amargura. Job hab�a escuchado todos los lugares comunes sobre la pecaminosidad universal del hombre y la conexi�n invariable entre el pecado y el sufrimiento, mil veces antes. Era la creencia tradicional en la que �l y todos los que lo rodeaban hab�an sido educados. Pero no le trajo alivio. La reiteraci�n de esto solo le hizo sentir que no hab�a consuelo ni instrucciones de sus llamados "edredones". De ah� su arrebato. �Miserables edredones sois todos!

Job 16:3

�Tendr�n fin las palabras vanas? literalmente, como en el margen, palabras de viento; es decir, palabras que pasan por un hombre "como el viento ocioso que no considera". �Sus amigos nunca terminar�n su discurso in�til? �O qu� te envalentona que t� respondas? m�s bien, �qu� te provoca? (Versi�n revisada) Job hab�a rogado que sus amigos estuvieran en silencio ( Job 13:5, Job 13:13). Supone que habr�an cumplido su deseo si no los hubiera provocado, pero profesa su incapacidad para ver qu� provocaci�n hab�a provocado. Sin embargo, su �ltimo discurso ciertamente no hab�a sido conciliatorio (ver Job 12:1; Job 13:4, Job 13:7, etc.).

Job 16:4

Tambi�n podr�a hablar como ustedes: si tu alma estuviera en el lugar de mi alma, podr�a acumular palabras contra ti. Es demasiado f�cil acumular declaraciones ret�ricas contra una v�ctima desafortunada, cuyas agon�as f�sicas y mentales absorben casi toda su atenci�n. Si estuvieras en mi lugar y condici�n, y yo en el tuyo, podr�a moralizar tu tono y tu esp�ritu durante horas. Y sacudir mi cabeza hacia ti. Un modo hebreo de expresar la condena de la conducta de un hombre (ver Salmo 22:7; Isa�as 37:22; Jeremias 18:16; Mateo 27:39, etc. )

Job 16:5

Pero te fortalecer�a con mi boca. El significado es algo dudoso, y se han propuesto diferentes versiones. Pero la versi�n de la versi�n autorizada es bastante defendible y nuestros revisores la aceptan. Esto da la sensaci�n de que "yo, si estuviera en su lugar, no actuar�a como usted ha actuado, sino que, por el contrario, har�a todo lo posible para fortalecerlo con palabras de consuelo y aliento". El movimiento de mis labios deber�a calmar tu dolor. (Entonces, Rosenmuller y nuestros revisores.) Las palabras son un reproche encubierto de los tres "amigos" por no actuar como Job declara que habr�a actuado si las posiciones hubieran sido revertidas.

Job 16:6

Aunque hablo, mi dolor no se alivia: y aunque me abstengo, �qu� aliviado! Tal como est�n las cosas, ni el discurso ni el silencio son de ninguna utilidad. Ninguno de los dos me da ning�n alivio. Mis sufrimientos contin�an como antes, cualquiera sea el curso que tome.

Job 16:7

Pero ahora. Estas palabras marcan una transici�n. Job pasa de las quejas contra sus "consoladores" a una enumeraci�n de sus propios sufrimientos. Me ha cansado. Dios lo ha afligido con una intolerable sensaci�n de cansancio. Est� cansado de la vida; cansado de disputar con sus amigos; cansado incluso de derramar sus lamentaciones, quejas y exposiciones a Dios. Su �nico deseo es descansar. As� lo he visto en los piombi de Venecia, donde los prisioneros pol�ticos fueron torturados por el fr�o y el calor, y el hambre y la sed, durante largas semanas o meses, y desesperados, rasgu�os como los siguientes: "Luigi A. implora pace, Giuseppe B. implorar eternamente tranquilo ". Job ha suplicado repetidamente por esta bendici�n de descanso ( Job 3:13; Job 6:9; Job 7:15; Job 10:18, etc.). Hiciste desolada toda mi compa��a. La p�rdida de sus hijos ha desolado su hogar; Sus otras aflicciones han alejado a sus amigos.

Job 16:8

Y me has llenado de arrugas. Entonces San Jer�nimo, el profesor Lee, el Dr. Stanley Leathes y otros; pero la generalidad de los comentaristas modernos prefieren decir: "Me has atado r�pido", es decir, me has privado de todo poder de resistencia o movimiento (comp. Salmo 88:8, "Soy tan r�pido en la prisi�n que no puedo salir "). Lo cual es un testigo en mi contra; es decir, un testigo de tu disgusto, y as� (como suponen los hombres) de mi culpa. Y mi delgadez elev�ndose en m� es testigo de mi rostro; m�s bien, mi delgadez se alza contra m�. Esta demacraci�n se toma como otro testigo de su extrema pecaminosidad.

Job 16:9

Me desgarra en su ira, que me aborrece; literalmente, su ira se desgarra y me odia. Dios trata a Job tan severamente como si lo odiara. Que en realidad es odiado por Dios Job no cree; de lo contrario, habr�a dejado de invocarlo y derramar su coraz�n ante �l. Me golpea con los dientes (comp. Salmo 35:16; Salmo 37:12). Mi enemigo (o m�s bien, adversario) agudiza sus ojos sobre m�; es decir, me convierte en una piedra de afilar en la que agudiza sus miradas enojadas.

Job 16:10

Me han quedado boquiabiertos con la boca. El "hombre de dolores" del Antiguo Testamento es, en muchos aspectos, un tipo del "Hombre de dolores" del Nuevo; y, en los salmos mesi�nicos, David aplica constantemente a las expresiones de Cristo que Job hab�a usado en referencia a s� mismo (ver Salmo 22:13). Me han golpeado la mejilla con reproche (comp. Miqueas 5:1; Mateo 27:30; Lucas 22:64; Juan 18:22). Se han reunido contra m� (ver Salmo 35:15 y comparan, en la ilustraci�n del sentido literal e hist�rico, Job 30:1, Job 30:10).

Job 16:11

Dios me ha entregado a los imp�os. Todo lo que Job hab�a sufrido a manos de hombres malvados, las burlas de sus "consoladores", los insultos y la "burla" de los "hombres de base" ( Job 30:1, Job 30:8) , la deserci�n de muchos de los que se podr�a haber esperado que acudiera en su ayuda, siendo por el minion de Dios, es atribuida por Job al mismo Dios, quien lo ha "entregado" a estos "imp�os", y les permite aumenta e intensifica sus sufrimientos. No fue tratado tan despiadadamente como su gran antitipo; no fue atado con tangas, ni coronado de espinas, ni golpeado con una ca�a, ni azotado, ni crucificado, ni siquiera el golpe en la mejilla , mencionado en el vers�culo 10, probablemente era metaf�rico; pero sufri�, sin duda, gravemente, a trav�s del desprecio y el contigo que lo asaltaron, a trav�s de la crueldad de sus amigos y el insolente triunfo de sus enemigos y las burlas groseras de los "abyectos". '"quien le hizo su" canci�n "y su" sin�nimo "( Job 30:9). Y me entreg� en manos de los malvados. Job habla como si Dios hubiera dado por completo Me levant�, lo acerqu� a los malvados, para tratar con �l exactamente como ellos eligieron. Esto, por supuesto, no fue as�. Si la malevolencia de Satan�s estaba limitada por la voluntad Divina ( Job 1:12; Job 2:6); entonces, mucho m�s, la malevolencia del hombre ser�a limitada.

Job 16:12

Estaba a gusto (compare la imagen dibujada en Job 1:1). Job hab�a estado "a gusto", tranquilo, pr�spero, feliz. Hab�a estado casi sin cuidado, cuando de repente "llegaron problemas". Pero �l me ha roto en pedazos; m�s bien, �l me rompe en pedazos (ver la Versi�n Revisada) En medio de su tranquilidad y tranquilidad, Dios derram� repentinamente sus castigos y "desgarr� a Job", es decir, destruy� su vida, la arruin� y la rompi�. Tambi�n me tom� por el cuello y me hizo pedazos; o me hizo pedazos. Y prep�rame para su marca; es decir, como objetivo para sus flechas (comp. Deuteronomio 32:23; Job 6:4; Salmo 7:13; Salmo 38:2, etc .; Lamentaciones 3:12).

Job 16:13

Sus arqueros me rodean. Dios est� representado, no como �l mismo, el tirador de las flechas, sino como rodeando a Job con un cuerpo de arqueros, que est�n bajo su mando y llevan a cabo su voluntad. Entonces, en general, la Escritura representa los juicios de Dios llevados a cabo por agentes del interior (ver 2Sa 24:16; 1 Cr�nicas 21:15; 2 Reyes 19:35, etc.). Me separa las riendas, y no sobra. La alusi�n probablemente se deba a los sufrimientos f�sicos de Job, que incluyeron dolores severos en la regi�n lumbar. �l arroja mi hiel en el suelo. La ruptura de la ves�cula biliar hace que el contenido salte al suelo.

Job 16:14

Me rompe con brecha tras brecha. Como enemigo, cuando asedia una ciudad, aplasta su resistencia mediante "brecha tras brecha". entonces Job es aplastado por un ataque tras otro. �l corre sobre m� como un gigante; es decir, con una fuerza abrumadora, una fuerza que es bastante irresistible.

Job 16:15

He cosido cilicio sobre mi piel. Otra transici�n Job recurre a la consideraci�n de c�mo ha actuado bajo sus severas aflicciones. En primer lugar, se ha puesto la tela de saco, no solo por un tiempo, como lo hacen los dolientes comunes, sino por una permanencia, para que pueda decirse que se la ha cosido a la piel. Hay, quiz�s, tambi�n una alusi�n a la adhesi�n de la prenda a sus muchas llagas. Y he contaminado mi cuerno en el polvo. "Mi cuerno" es equivalente a "mi orgullo", "mi dignidad". Job, cuando dej� su estado, se visti� de cilicio y "se sent� entre las cenizas" ( Job 2:8), se despoj� de su honor y dignidad, y como los arrastraba en el polvo

Job 16:16

Mi cara est� sucia de llanto. Ha llorado tanto que su cara est� manchada de l�grimas. Y en mis p�rpados est� la sombra de la muerte. Hay una horrible sombra en sus ojos y p�rpados, que presagia la muerte.

Job 16:17

No por ninguna injusticia en mis manos; o, no es que haya violencia en mis manos (chatarra. Isa�as 53:9, donde la expresi�n utilizada del Mes�as es casi la misma). Job repudia la acusaci�n de rapi�a y robo que Elifaz ha presentado contra �l ( Job 15:28, Job 15:34). Sus manos no han hecho violencia a nadie. Tambi�n mi oraci�n es pura. Tampoco ha sido culpable de la hipocres�a que Elifaz tambi�n le ha acusado ( Job 15:34). Sus oraciones han sido sinceras y genuinas.

Job 16:18

�Oh tierra, no cubras mi sangre! Hab�a una creencia generalizada en el mundo antiguo de que la sangre inocente, derramada en el suelo, clamaba a Dios por venganza, y segu�a siendo una mancha oscura sobre la tierra hasta que se vengara, o hasta que se cubriera. Job apostrofa la tierra y se da cuenta de que no cubrir� su sangre cuando muera, como espera hacerlo en breve. Y que mi llanto no tenga lugar; es decir, que no tenga escondite, sino que llene la tierra y el cielo. Deje que se siga escuchando hasta que se responda.

Job 16:19

Tambi�n ahora, he aqu�, mi testigo est� en el cielo; m�s bien, incluso ahora (ver la versi�n revisada). Job reclama a Dios como su Testigo, lo mira para una vindicaci�n final de su car�cter, est� seguro de que de una forma u otra dejar� en claro su justicia como el mediod�a a la vista de los hombres y los �ngeles (ver Job 19:25-18, de los cuales esto es en cierta forma una anticipaci�n). Mi historial, o el que responde por m� (versi�n revisada), est� en lo alto, una de las repeticiones pleon�sticas tan frecuentes de una misma idea.

Job 16:20

Mis amigos me desprecian; literalmente, mis burladores son mis compa�eros; es decir, tengo que vivir con aquellos que me desprecian (comp. Job 30:1). Pero mi ojo derrama l�grimas a Dios. No es a sus "amigos" o "compa�eros", o "consoladores", ni a ninguna ayuda humana, a lo que Job da vuelta en su angustia. Solo Dios es su refugio. Obligado por sus penas a pasar su tiempo llorando y llorando (ver vers�culo 16), es a Dios a quien su coraz�n se vuelve, a Dios a quien "derrama sus l�grimas". Apenas cuando piensa que Dios lo ha usado, amargamente ya que a veces se aventura a quejarse, sin embargo, la idea nunca se le cruza de buscar ayuda o simpat�a hacia cualquier otra parte, de recurrir a cualquier otro apoyo o quedarse. "Aunque �l me mata, confiar� en �l" ( Job 13:15), expresa el sentimiento m�s profundo de su coraz�n, el principio m�s importante de su naturaleza. Nada lo anula. Incluso "fuera de las profundidades" su alma clama al Se�or (ver Salmo 130:1).

Job 16:21

�Oh, si alguien suplicara por un hombre con Dios! El original aqu� es oscuro. Puede significar, �Oh, que �l (es decir, Dios mismo) suplicara por un hombre con Dios! es decir, se convertir�a en un mediador entre �l y el hombre, suplicar�a por �l, emprender�a su defensa y obtendr�a por �l una consideraci�n misericordiosa. O, casi como en la Versi�n Autorizada, �Oh, que alguien pueda suplicar por el hombre (es decir, la humanidad en general) con Dios! interesarlo en su nombre y obtener un juicio misericordioso para ellos. La representaci�n anterior es preferible. Como un hombre aboga por su pr�jimo; literalmente, como hijo del hombre (o como Hijo del hombre) aboga por su pr�jimo. Si tomamos la interpretaci�n m�s simple, "como un hijo del hombre", entonces el significado es simplemente: "�Oh, que Dios suplicara por el hombre consigo mismo, como un hombre sol�a suplicar por su pr�jimo!" Pero si preferimos la otra interpretaci�n, "como el Hijo del hombre", ser� necesaria una interpretaci�n mesi�nica. (As� que el profesor Lee y el Dr. Stanley Leathes) Pero las interpretaciones mesi�nicas de pasajes que no los requieren, y que no tienen esa interpretaci�n tradicional, requieren extrema precauci�n.

Job 16:22

Cuando lleguen algunos a�os; literalmente, varios a�os, lo que generalmente significa un n�mero peque�o. Seguir� el camino del que no regresar�. Este vers�culo comenzar�a de manera m�s adecuada en el siguiente cap�tulo, que comienza con una tensi�n similar, con una anticipaci�n del acercamiento cercano a la muerte.

HOMIL�TICA

Job 16:1

Trabajo para Elifaz: 1. Comodidad inaceptable y dolor sin alivio.

I. COMODIDAD INACEPTABLE. Job caracteriza el consuelo ofrecido de Elifaz y sus compa�eros como:

1. En su naturaleza "lugar com�n". "He escuchado muchas cosas as�". No es que Job imaginara que las m�ximas obvias y obvias no pod�an ser ciertas, o se opuso a una buena lecci�n porque era com�n, o era �l mismo "uno de esos tontos que siempre anhelan que no moje qu� novedades, y no puede soportar eso. el hombre deber�a contarles una historia dos veces "(Calvino), como los atenienses ( Hechos 17:21), y algunos cristianos de los cuales San Pablo escribe ( 2 Timoteo 4:3); pero que o deseaba reprender la suposici�n de los amigos, quienes hab�an dise�ado pretenciosamente sus t�picos rancios "los consuelos de Dios" ( Job 15:11), descubriendo que eran observaciones extremadamente trilladas, o deseaba llame la atenci�n sobre la grandeza de su miseria, que se neg� a ser consolada por medios comunes.

2. En su pertinencia impotente. "�Las palabras vanas [literalmente, 'palabras de viento'] tendr�n un final?" Si Job quiso decir, al designar la oraci�n de Elifaz "palabras de viento", pagarle el cumplido contenido en Job 15:2, sin lugar a dudas Job estaba equivocado, ya que los hombres buenos deber�an ser mansos ( G�latas 5:23; 1 Corintios 13:7; Efesios 4:2), y los hombres mansos deber�an escuchar el reproche antes que resentirse ( 1 Pedro 2:20), siendo llamados a este respecto por el precepto de Cristo ( Mateo 11:29), promesa ( Mateo 5:5) y ejemplo ( 1 Pedro 2:21); pero si Job simplemente se dise�� para dirigir la atenci�n al hecho de que una verdad podr�a ser preciosa en s� misma, adem�s de exponerse elocuentemente, y no tener relevancia para el tema en consideraci�n, silbando, de hecho, como el viento ocioso, �l pronunci� un comentario valioso. El o�do p�blico gime ante la cantidad de conversaciones ventosas, observaciones irrelevantes, argumentos impertinentes y discusiones in�tiles a las que est� obligado a escuchar. Sin embargo, es un error suponer que las buenas personas y la literatura religiosa disfrutan de un monopolio de este tipo de sabidur�a. Se puede escuchar tanta palabrer�a d�bil ("irresponsable" de Scottice) en parlamentos y congresos cient�ficos como en p�lpitos y sermones.

3. En su esp�ritu irascible. "�Qu� te envalentona [literalmente, 'te arrastra'] a lo que respondes?" Elifaz hab�a rechazado la manera algo tranquila y filos�fica que lo hab�a distinguido en su primer discurso, hab�a dado paso al temple y permiti� que el calor de su esp�ritu comunicara un grado de agudeza en su lengua. Entre los dos, la lengua y el genio, hay una conexi�n �ntima. Es dif�cil derramar inundaciones de brillante elocuencia cuando el alma es como un car�mbano; pero igualmente es una tarea para los m�s sabios, cuando todo el hombre interior est� en llamas, evitar que la conflagraci�n dispare llamas y emitan sonidos ardientes de la boca. "Es bueno ser celosamente afectado en algo bueno". pero "la discreci�n de un hombre difiere su ira", "para que no haya debates, envidias, ira, contiendas, cr�ticas, susurros, hinchazones, tumultos", y porque "la ira del hombre no obra la justicia de Dios". mientras que "un hombre enojado suscita conflictos, y un hombre furioso abunda en la transgresi�n".

4. En su enunciado f�cil. "Tambi�n podr�a hablar como t�: si tu alma estuviera en el lugar de mi alma, podr�a acumular palabras contra ti y sacudir mi cabeza hacia ti". La alusi�n parece ser a la negligencia con que Elifaz y sus compa�eros arrojaron sus m�ximas trilladas de sus lenguas; lo cual, dice Job, no es una gran cosa despu�s de todo, sino que, por el contrario, es un logro pobre, en el que yo mismo podr�a rivalizar con usted. El discurso fluido es un gran adorno, as� como una poderosa sirvienta, para la buena sabidur�a; pero, como sustituto de la sabidur�a, es totalmente despreciable. Los hablantes de lengua �gil tambi�n deben recordar que a veces aquellos que los escuchan pueden eclipsarlos en su propio comercio, pero se les impide hacerlo, si no por respeto a sus compa�eros, por respeto a s� mismos.

5. En su car�cter poco sincero. "Te fortalecer�a con mi boca, y el consuelo de mis labios te calmar�a". El mismo tipo de consuelo que le ofrecieron, �l pod�a presentarlos con perfecta facilidad: meramente ung�ento para los labios, la comodidad proced�a de los dientes hacia afuera. Pero, por supuesto, no lo har�a, ya que sab�an muy bien qui�n conoc�a su forma de vida anterior ( Job 29:11), e incluso se vio obligado desde el principio a reconocer ( Job 4:3, Job 4:4). La sinceridad, que se convierte y es vinculante para todos en cada situaci�n de la vida, se requiere especialmente de los simpatizantes. Lo que no viene del coraz�n nunca llega al coraz�n. La comodidad sin honestidad quiere el primer elemento de �xito ( 1 Corintios 13:1), y es tan odioso para Dios como desagradable para el hombre ( Proverbios 27:14).

6. En su resultado molesto. "Miserables consoladores [literalmente, 'consoladores de problemas'] sois todos ustedes". En lugar de calmar, molesta; en lugar de curar, hiri�; en lugar de ayudar, se debilit�. Y no es de extra�ar, si su car�cter era como se describe anteriormente.

II DOLOR NO ASEGURADO. Job declara que, aunque su miseria exig�a un consuelo correcto y efectivo, no pudo encontrarlo en Dios, en sus amigos o en s� mismo.

1. No hay consuelo de Dios. No porque Dios no apreci� su necesidad de consuelo ( G�nesis 21:17; �xodo 3:7; Isa�as 40:7), o porque su caso excedi� los recursos Divinos ( 2 Corintios 1:3), o que la voluntad de parte de Dios quer�a aliviar su dolor (Salmo 103:13; Isa�as 27:8; Isa�as 42:3; Isa�as 66:13; 2 Corintios 7:6); pero que Dios a veces, para prop�sitos sabios y buenos de prueba y disciplina, esconde su rostro de los santos afligidos ( Isa�as 54:7, Isa�as 54:8).

2. No hay ayuda del hombre. Elifaz, Bildad y Zofar solo hab�an demostrado ser "consoladores de problemas", juncos rotos que perforan la mano de quienes se apoyan en ellos. Job no hab�a acudido a ellos para consolarlos; fueron ellos los que le ofrecieron consuelo. Pero, en cualquier caso, el resultado hubiera sido el mismo. Los recursos del hombre en forma de simpat�a pronto se agotan.

3. No es f�cil de s� mismo. Si hablaba, su dolor no se aliviaba; si permaneci� en silencio, no experiment� alivio (vers�culo 6). Los problemas comunes generalmente se alivian con l�grimas o hablar; y grandes penas, al menos por parte de grandes almas, hombres completos, autosuficientes y autosuficientes, pueden ser reprimidos, si no disminuidos, mediante una resistencia silenciosa; pero la miseria de Job se neg� a ceder a ninguna medicina. Esto deber�a haber moderado la indignaci�n de Job contra sus amigos, ya que si �l, que mejor conoc�a su propio problema, no pod�a encontrar una migaja de consuelo en �l, era peor que una tonter�a esperar que los hombres, que de alguna manera solo hablaban aventurarse, ser�a exitoso en ministrar a una enfermedad que no entendieron.

Aprender:

1. Que las verdades que parecen originales para las mentes comunes a menudo son reconocidas por personas m�s sabias y mejor informadas como extremadamente triviales y comunes.

2. Que las personas bien intencionadas a veces intercambian palabras entre ellos y se llaman mal, como rega�os vulgares y pecadores comunes.

3. Que no es raro que los hombres con problemas, ya sean santos o pecadores, se encuentren con miserables consoladores y m�dicos sin valor.

4. Que los tres requisitos para la comodidad son la sinceridad. simpat�a y sagacidad.

5. Que Dios puede colocar a los hombres m�s capaces en posiciones que revelar�n su insuficiencia.

Job 16:7

Job a Dios: reanudaci�n de la tercera controversia: 1. Las penas de un hombre cansado.

I. DIVINAMENTE ENVIADO. Ya sea que se dirija directamente en la segunda persona (vers�culos 7, 8), o indirectamente aludido en la tercera (vers�culos 7, 9, 12, 14), siempre es Dios a quien Job rastrea sus sufrimientos. Es la funci�n de la fe, as� como el deleite de la fe, reconocer la mano de Dios en la aflicci�n como en la felicidad; pero rara vez el sentido interviene para malinterpretar el fin y el motivo de los tratos de Dios con el santo, y para considerar como indicativo de ira y enemistad lo que, correctamente visto, es m�s bien sintom�tico de afecto y cuidado (vers�culo 17; Salmo 94:12; Proverbios 3:12; Hebreos 12:6; Apocalipsis 3:19). Desde el primer momento Job hab�a conectado su adversidad con el nombramiento de Dios ( Job 1:21; Job 2:10). Durante mucho tiempo hab�a luchado valientemente, contra las representaciones elocuentes de sus amigos, para mantener su confianza en el afecto de Dios, a pesar de todas las apariencias adversas. Pero ahora, bajo extrema presi�n de la miseria, est� en v�speras de ceder, hablando abiertamente de Dios como su enemigo, cuya ira lo desgarra y le hace la guerra, y cuyos dientes se afilan contra �l (vers�culo 9). Los hechos severos que parecen callarlo a una inferencia tan reacia son tres.

1. El testimonio interno de su propia conciencia. Aunque ser�a un error decir que este testigo de un esp�ritu cargado de angustia expres� el juicio maduro y definitivamente fijo del patriarca, ser�a igualmente err�neo no reconocer que, por el momento, Job cre�a que Dios se hab�a vuelto En su contra. Una inversi�n tan completa de la conciencia de un buen hombre era excepcional; el resultado, no solo de la aflicci�n, por severa y prolongada que sea, sino de la influencia y la tentaci�n sat�nicas. Revela el extraordinario poder que el demonio tiene para trabajar sobre el esp�ritu humano. Si puede manejar as� a "un hombre perfecto y un hombre erguido", no es de extra�ar que sea capaz de llevar cautiva a su voluntad "mujeres tontas, cargadas de pecados, llevadas con deseos de buzos" ( 2 Timoteo 3:6), e incluso hombres orgullosos e imperiosos que se oponen a la verdad ( 2 Timoteo 2:26). Tambi�n revela hasta d�nde puede llegar un santo en un curso de incredulidad y retroceso sin renunciar a su integridad; y est� preparado para sugerir esperanza con respecto a muchos que se supone que han ca�do completamente de la verdad. Arroja una luz sobre la paciencia y la misericordia del Divino Padre, que puede ver a un santo interpretar mal sus providencias, calumniar su car�cter y, sin embargo, no poner su pecado a su cargo ( Job 42:7).

2. El juicio expresado de sus semejantes. Elifaz hab�a citado, como uno de los elementos en la ruina del pecador, la desolaci�n de su familia ( Job 15:34), y la alusi�n obvia a esta observaci�n en el lenguaje de Job, "Has desolado toda mi casa" (vers�culo 7), parece indicar que Job consideraba el veredicto cruel de sus amigos sobre su caso como sustancialmente correcto. Pod�a ver, al comparar su triste condici�n con los sentimientos que hab�an expresado, que ellos, al igual que �l, hab�an llegado a la conclusi�n de que Dios estaba en contra de �l.

3. El testigo palpable de su miseria. Su cuerpo demacrado, su cara cansada y pellizcada, su cuerpo d�bil y desgastado, todo cubierto de �lceras, parec�an levantarse y decirle a la cara que Dios estaba tratando con �l como con un criminal condenado. Seg�n la teolog�a de la �poca, esta era una fuerte evidencia circunstancial contra el patriarca; pero la evidencia circunstancial a menudo miente. Aqu� lo hizo notoriamente, como lo hizo despu�s en el caso de Cristo, cuyo rostro estropeado no era prueba de que estaba "afligido, enamorado de Dios y afligido" ( Isa�as 53:4). "Un rostro estropeado y magro puede dar testimonio de nuestro dolor, pero no de nuestra culpa" (Robinson).

II EXTREMADAMENTE GRAVE.

1. Su variedad. Casi todas las formas de calamidad fueron acumuladas sobre el patriarca.

(1) angustia corporal; consistente en el agotamiento completo del vigor f�sico (vers�culo 7), enunciaci�n antiest�tica del semblante (vers�culo 8), lamentable desperdicio del marco una vez fuerte y bueno (vers�culo 8).

(2) angustia mental; ocasionado por el derrocamiento de su familia (vers�culo 7), la alienaci�n de sus amigos, quienes vieron en sus miserias un testigo de su condena (vers�culo 8); la oposici�n y la insolencia de los hombres malvados, a cuya misericordia Dios aparentemente lo hab�a abandonado, que lo miraban boquiabiertos, regocij�ndose en su desgracia, lo golpearon en la mejilla con reproche, agregando insulto a la enemistad, y conspiraron contra �l, para completar su destrucci�n (vers�culo 10), una experiencia que en todas sus partes fue predicha del Mes�as y cumplida en Cristo (cf. Salmo 22:12 con Mateo 26:59, Mateo 26:67; y Salmo 2:1 con Hechos 4:25).

(3) dolor espiritual; surgiendo, como se explic� anteriormente, de una sensaci�n de abandono de Dios.

2. Su inesperado. Job hab�a estado tranquilo, pr�spero y contento, temiendo a Dios y evitando el mal, cuando de repente la desgracia se apoder� de �l y de Dios. agarr�ndolo, lo parti� en pedazos. Y esto fue un agravante de la angustia de los enfermos, que sin causa aparente, y ciertamente sin previo aviso, fue arrojado del pin�culo de la prosperidad a las profundidades m�s bajas de la adversidad; como los malvados eventualmente ser�n (Salmo 73:19), y como en cualquier momento, aunque no por la misma raz�n, los piadosos pueden serlo. Por lo tanto, que nadie se entregue a una vana confianza como David, que su monta�a se mantendr� firme para siempre (Salmo 30:6, Salmo 30:7); o como Job, que morir� en su nido ( Job 29:18); o como la hija de los caldeos, que ella ser� una dama para siempre ( Isa�as 47:7); pero siendo advertido, como no lo fue el patriarca de Uz, que tambi�n �l sea prevenido.

3. Su violencia. Job se imagina la terrible hostilidad de Dios contra s� mismo por medio de tres figuras sorprendentes, en las que representa a Dios como

(1) un poderoso cazador, con alma iracunda y dientes crujientes y ojos llameantes (vers�culo 9) que persigue a una pobre criatura t�mida y fr�gil con una manada de malditos feroces y aulladores (vers�culo 10), a la que la presa cuando es atrapada es arrojada sin piedad ( vers�culo 11);

(2) un luchador gigantesco, fuerte en el tend�n y el nervio, agarrando a su antagonista por el cuello, sosteni�ndolo triunfalmente en alto en su pu�o cerrado, y luego arroj�ndolo furiosamente al suelo (vers�culo 12); y

(3) un h�bil Archer, quien, atando a su enemigo indefenso a un puesto, hace silbar sus flechas por un momento alrededor de la cabeza del miserable, para llenarlo de consternaci�n sin infligir da�o mortal, y luego, habi�ndose deportado con �l por un tiempo, como lo har�a un tigre con su presa, env�a un eje a una parte vital (en el vaciado de la ves�cula biliar, consulte la Exposici�n), para que la miserable v�ctima se retuerza en agon�a mortal.

4. Su degradaci�n. La humillaci�n abyecta a la que Job hab�a sido reducido por sus sufrimientos se expone en cuatro detalles.

(1) La costura de cilicio sobre sus lomos. Tela de saco, el s�mbolo del luto ( G�nesis 37:34; 1 Cr�nicas 21:16; Salmo 35:13; Jon�s 3:5, Jon�s 3:6), aqu� se representa como no solo puesto sobre la persona del patriarca, sino cosido sobre su piel; en parte, quiz�s, debido a la condici�n ulcerosa de su cuerpo, pero en parte tambi�n, es probable, para indicar la profundidad de la degradaci�n de Job.

(2) La contaminaci�n de su cuerno con polvo; el cuerno es el emblema de la dignidad personal y el honor social (Salmo 132:17), y el significado es que toda la gloria de Job se vio empa�ada y puesta por completo. Este es uno de los resultados expresamente dise�ados de la aflicci�n; y aquellos que contaminan sus cuernos en el polvo ante Dios cuando son alcanzados por sus castigos han dado el primer paso hacia la exaltaci�n final de sus cuernos (Salmo 89:17).

(3) El enrojecimiento de los ojos con llanto. Un gran dolor hace llorar a los hombres fuertes. Sin embargo, llorar por una causa suficiente no es poco masculino. Ejemplos: Abraham ( G�nesis 32:2), Joseph ( G�nesis 43:30), David ( 2 Samuel 18:33), Ezequ�as ( 2 Reyes 20:3), San Pablo ( Filipenses 3:13), Jes�s ( Lucas 19:41; Juan 11:35).

(4) El sombreado de los p�rpados con tristeza; Una indicaci�n de la proximidad de la muerte. La muerte hace que el p�rpado se caiga y envuelve el ojo en la oscuridad. Era un agravante de la miseria de Job que lo hab�a llevado a los confines de la tumba.

III. TOTALMENTE INESERVADO.

1. Su vida no hab�a sido malvada. No hab�a habido injusticia, maldad ni maldad de ning�n tipo en su mano, como afirmaban sus amigos. Siendo la mano el instrumento de acci�n, las manos limpias son el s�mbolo de una vida recta ( Job 17:9; Salmo 24:4). Donde las manos no est�n limpias, el coraz�n no puede ser puro.

2. Sus devociones no hab�an sido poco sinceras. A pesar de las imputaciones de sus amigos en sentido contrario ( Job 15:4), su conciencia le dijo que su oraci�n era pura. La sinceridad genuina es uno de los primeros requisitos de la devoci�n. "Cuando ores, no ser�s como son los hip�critas" ( Mateo 6:5).

Aprender:

1. Que el mismo Dios que debilita y fatiga a un santo bajo las cargas de la vida tambi�n puede impartir fuerza y ??alegr�a para soportarlos.

2. Que una de las obras m�s dif�ciles que tiene que hacer la fe es oponerse a esas representaciones del car�cter Divino y la providencia que son dadas por el sentido.

3. Que, aunque las calamidades del santo no siempre se env�an en castigo por el pecado, en su mayor�a est�n dise�adas para producir dentro del santo un esp�ritu de auto humillaci�n.

4. Que Dios nunca abandona a un santo a los imp�os, aunque a�n entregar� a los imp�os a la perdici�n.

5. Que, junto al c�modo resplandor del rostro de Dios sobre un alma humana, que Job en este momento quer�a, la mejor estrella polar, mientras lucha por un mar de problemas, es la convicci�n inagotable de la propia sinceridad, el testimonio de Una buena conciencia ante Dios.

Job 16:17

Oraci�n aceptable

I. CUANDO SE DIRIGE AL OBJETO CORRECTO. Dios (Salmo 65:2). Sin embargo, no es el Dios de nuestra imaginaci�n, o el Dios de la naturaleza simplemente; pero el Dios de la revelaci�n y el Dios de la gracia, el Dios que ha manifestado su gloria en la Persona de Jesucristo.

II CUANDO SE PRESENTA A TRAV�S DEL MEDIO CORRECTO Jesucristo, el �nico Mediador entre Dios y el hombre ( 1 Timoteo 2:5), el �nico Defensor de los hombres pecaminosos ( 1 Juan 2:1), el �nico Sumo Sacerdote sobre el casa de Dios ( Hebreos 7:25), el Hombre del D�a que Job anhelaba ( Job 9:33), el Redentor a quien esperaba ( Job 19:25).

III. CUANDO SE OFRECE EN EL ESP�RITU CORRECTO.

1. Atentamente ( Isa�as 29:13; Mateo 15:8).

2. Humildemente ( G�nesis 32:10; Isa�as 66:2; Lucas 18:13).

3. Creyendo ( Mateo 21:22; Hebreos 11:6; Santiago 1:6).

4. Holily ( 1 Timoteo 2:8); es decir, con renuncia al pecado ( Proverbios 15:8; Proverbios 21:27; Proverbios 28:9; Salmo 66:18), y con disposiciones amables y perdonadoras ( Marco 11:25).

IV. CUANDO PIDE LAS COSAS CORRECTAS. Cosas contenidas dentro de las promesas. Estos le dan a la oraci�n un alcance a la vez amplio y suficiente.

1. Amplio ya que las promesas son extremadamente grandes y preciosas en su variedad ( 2 Pedro 1:4).

2. suficiente; ya que contienen todas las cosas relacionadas con la vida y la piedad.

Job 16:18

Job a Dios: 2. Una apelaci�n a Dios contra Dios.

I. UNA INVOCACI�N SUBLIME. "�Oh tierra, no cubras mi sangre, y que mi clamor no tenga lugar!" (vers�culo 18).

1. La explicaci�n del lenguaje. La alusi�n parece ser a G�nesis 4:10, donde la sangre de Abel se representa clamando a Dios desde el suelo para vengarse de su destructor; y Job, en la elevada conciencia de su inocencia, mientras anticipa moment�neamente la muerte, hace un llamamiento a la tierra para que no beba su sangre, sino que permita que su grito "impulse su camino sin obst�culos y sin inmutarse hacia el cielo sin encontrar un lugar de descanso". Pero el alumno puede consultar la Exposici�n.

2. La importaci�n del idioma. Contiene una declaraci�n por parte de Job de que, aunque estaba a punto de perecer, era inocente; y, dado que consideraba a Dios como el Autor de todos sus sufrimientos, fue pr�cticamente una acusaci�n de Dios como el derramador de su sangre inocente. El estilo de direcci�n aqu� empleado ciertamente no es uno que un buen hombre pueda imitar con seguridad.

II UNA APELACI�N CONFIDENTE

1. �A qu� trimestre? No a sus amigos que se hab�an burlado de �l (vers�culo 20), sino a Dios mismo que lo hab�a asaltado, a quien, sin embargo, se aferr� a su querida vida, y a quien describe por una triple caracter�stica.

(1) Su nombre; Eloah, el Supremo Todopoderoso, en contraste con el hombre, con hombres fuertes y hombres d�biles por igual, que est�n en el mejor de los casos excepto polvo; el poderoso Creador de este marco universal, que da poder a los d�biles, y a los que no tienen poder aumenta la fuerza ( Isa�as 40:29), y que se ha revelado con la mayor gracia como Refugio para los oprimidos (Salmo 9:9; Deuteronomio 33:27; Jeremias 16:19).

(2) Su ocupaci�n; la de un Testigo, un Testigo ocular, cuyos ojos est�n en todo lugar, contemplando el mal y el bien ( Proverbios 15:3), como los de Cristo, el Testigo fiel, est�n en medio del oro candelabros ( Apocalipsis 2:1); y en particular, cuyos ojos corren de un lado a otro por toda la tierra, para mostrarse fuerte en nombre de aquellos cuyos corazones son perfectos hacia �l ( 2 Cr�nicas 16:9). El pensamiento de que Dios es un testigo ocular constante de todo en la tierra, y un espectador silencioso de todo lo que sucede dentro de los lugares profundos del coraz�n humano, puede llenar de alarma a los malvados, pero est� lleno de un consuelo especial para el santo.

(3) Su morada; las alturas, o el cielo. Dios tiene tres moradas: la eternidad, la Iglesia y el coraz�n del santo ( Isa�as 57:15); y nunca est� realmente ausente del tercero m�s que del segundo o del primero. Pero cuando el santo, por razones de duda, tristeza o pecado, no puede percibirlo en el segundo o el tercero, siempre puede encontrarlo en el primero, sentado en su alto y glorioso trono de gracia.

2. �En qu� esp�ritu? Claramente

(1) con fe firme. "He aqu�, mi testigo est� en el cielo". El primer pronombre personal que apunta a la existencia de la fe apropiada. Entonces David dice: "El Se�or es mi pastor" (Salmo 23:1). Y

(2) con expectativa de confianza. "�Mirad!", Una nota de triunfo, como si un destello de brillante y exultante esperanza ya hubiera comenzado a hacer sol en el alma de la v�ctima.

III. Una suplici�n ferviente.

1. La seriedad de las oraciones de Job. Ellos eran:

(1) Persistente. Sus amigos se burlaron de �l, lo acusaron de impiedad, insinuaron que hab�a abandonado el h�bito de la devoci�n; pero, a pesar de la calumnia y la tergiversaci�n, continu� "instant�neamente en oraci�n". La devoci�n no intermitente e intermitente tiene �xito con Dios, sino habitual y continua. Por eso reza sin cesar. Es una gran se�al de gracia poder perseverar en el bienestar y seguir orando ante la oposici�n y el rid�culo de los amigos.

(2) Lloroso. Job no present� peticiones fr�as, formales e indiferentes al trono de la gracia, sino s�plicas c�lidas, urgentes y contundentes. Cuando el ojo llora, el coraz�n se derrite. Es la corriente del sentimiento penitencial, o la inundaci�n del deseo creyente, que, brotando de las profundidades del alma, env�a gotas l�quidas a trav�s de la puerta abierta del ojo. David llor� ante Dios con l�grimas (Salmo 42:3). El padre del ni�o lun�tico grit� con l�grimas: "Se�or, creo" (Marco 9:24).

2. La carga de las oraciones de Job.

(1) Que Dios se suplicar�a a s� mismo en nombre del hombre; es decir, que reivindicar�a a Job contra s� mismo, declar�ndolo inocente (Job), lo que Job aqu� deseaba para s� mismo ha sido hecho en un sentido m�s exaltado por todos los hombres por Cristo, quien a trav�s de su cruz ha intercedido por los transgresores. no para demostrar su impecabilidad o integridad, sino para establecer su justicia ante Dios.

(2) Que Dios suplicar�a por el hijo del hombre contra su amigo; es decir, por Job contra sus amigos, que deseaban humillarlo como hip�crita. Esto tambi�n lo har� Dios por todos, si no aqu�, en un mundo futuro. "Entonces los justos resplandecer�n como el sol en el reino de su Padre" ( Mateo 13:43).

IV. UNA RAZ�N PAT�TICA

1. La brevedad del t�rmino de la vida. "Cuando lleguen algunos a�os" (vers�culo 22). El corto per�odo de vida que a�n quedaba pronto terminar�a. El tiempo vuela con todos, pero especialmente con los moribundos.

2. La desesperanza del regreso del hombre de la tumba. "Entonces ir� por donde no regresar� (cf. Job 10:21).

Aprender:

1. Que solo el Dios de la fe es el Dios verdadero.

2. Que el Dios de la fe se encuentra en la p�gina de la revelaci�n y en Jesucristo, no en las meras concepciones de la mente humana.

3. El Dios de esa fe no es enemigo de nadie, sino el Amigo de todos.

4. Que el o�do del Dios de la fe nunca es pesado que no puede o�r, o su mano acorta que no puede salvar.

HOMILIAS DE E. JOHNSON

Job 16:1

Abatimiento profundo y esperanza irrefrenable.

En esta respuesta, Job se niega a hacer una r�plica directa al ataque contra �l; est� demasiado inclinado por su debilidad. Pero-

I. La primera parte de su discurso consiste en UN SARCASMO AMARGO AL HABLAR EN Ocioso DE SUS AMIGOS. (Vers�culos 1-5.) Sus discursos son in�tiles. Significan consolar ( Job 15:11); pero sus razonamientos producen un efecto opuesto en su mente. Deber�an cesar; debe haber algo que afecte a los que est�n as� afectados por la enfermedad de las palabras. Las palabras no sanar�n los huesos rotos ni aliviar�n el coraz�n herido. Si as� fuera, Job podr�a actuar como consolador tanto como ellos, en el caso de su aflicci�n. As�, con desprecio, repele sus in�tiles intentos de "encantar el dolor con el aire y la agon�a con las palabras", "parchar el dolor con los proverbios".

"Hermano, hombres, pueden aconsejar y dar consuelo a ese dolor que ellos mismos no sienten; pero, saboreando si, su consejo se convierte en pasi�n, que antes les dar�a medicina preceptiva para la ira, Fetter locura fuerte en un hilo de seda, Encanto encanta con aire, y agon�a con palabras; No, no; es el oficio de todos los hombres hablar de paciencia a aquellos que se retuercen bajo la carga del dolor; pero la virtud, ni la suficiencia de nadie, para ser tan moral cuando aguante, como �l mismo, por lo tanto, no me des ning�n consejo: Mis penas lloran m�s fuerte que la publicidad ".

II Luego, recae en una CONTEMPLACI�N MELOCOL�GICA DE SU EXTREMA MISER�A. (Versos 6-17.)

1. La alternativa del silencio o del habla es igualmente insoportable. (Vers�culo 6.) Un hombre sano puede dar rienda suelta a sus sentimientos al hablar; pero no hay palabras suficientes para controlar el flujo de este inmenso dolor. �Har�a bien en callar? Pero, entonces, �qu� pena se apartar�a de �l? �Ninguna! No hay viaje de ninguna manera. Habla o no, su sufrimiento sigue siendo el mismo.

2. El instinto de derramar su desgracia resulta irreprimible, y contin�a con la descripci�n de sus terribles sufrimientos. (Vers�culos 7-14.) Su fuerza est� agotada. Su casa est� desolada. Su cuerpo arrugado y demacrado es un espect�culo para conmover su propia pena. Pero a�n m�s agudos son los sufrimientos de su mente. El pensamiento de que Dios ha infligido este sufrimiento, que �l es, como �l supone, un objeto de la ira Divina, llena su mente con una tristeza intolerable. Y no solo Dios est� en contra de �l, sino que los hombres malvados parecen ser empleados como instrumentos de su ira. Ellos, envidiosos de su antigua prosperidad y de su bondad, ahora se re�nen para acumular cada insulto sobre su cabeza. Trazando nuevamente a Dios, Job lo concibe bajo la imagen de un guerrero furioso, que ha avanzado contra �l con la mayor violencia, caus� que una lluvia de flechas cayera sobre �l, lo atraves� como con una espada, lo golpe� en ruinas como un El muro fuerte es golpeado en brechas por la violencia del ariete.

3. Su condici�n actual. (Vers�culos 15-17.) Humillado bajo la vara, ha adoptado todo el lenguaje simb�lico de la penitencia y el dolor. Se ha puesto el saco; inclin� la cabeza al polvo; se entreg� al llanto hasta que sus ojos estaban pesados ??y su cara estaba roja. Y todo esto "aunque no hay mal en su mano, y su oraci�n es pura".

III. EL GRITO DE INOCENCIA QUE PERFORA EL CIELO. (Vers�culos 18-22.) Tan pronto como en el curso de estas tristes reflexiones, Job vuelve una vez m�s a la conciencia de su inocencia, un nuevo coraje nace en su coraz�n; En su propio agotamiento, �l todav�a puede llorar al Cielo con la fuerza de una confianza que a�n le dar� una respuesta de Dios. �l llama a la tierra a no esconder su sangre, y que su grito no tenga lugar de descanso. La alusi�n es a la antigua costumbre sagrada de la venganza de sangre ( G�nesis 4:10, G�nesis 4:11; comp. Isa�as 26:21; 2 Samuel 1:21 ) Pero las circunstancias bajo las cuales aparece el deseo neto de morir sin venganza aqu� son bastante inusuales. Al ser perseguido, no solo por el hombre, sino mucho m�s por Dios, cerca de la muerte, mantiene su inocencia ante el hombre y Dios. Aqu� hay una aparente contradicci�n entre los pensamientos oscuros que se acaban de expresar de Dios, y esta profunda fe en el Juez invisible y justo. El dolor est� lleno de inconsistencias y contradicciones, que surgen de la imperfecci�n de la comprensi�n. No pueden resolverse por el pensamiento, solo como aqu� por la fe. As� llegamos a otro momento de calma en medio de esta terrible tempestad de dolor, otra ruptura en el cielo en medio de estas tormentas. El cap�tulo deja el dep�sito de un noble consuelo a nuestros pies.

1. La existencia del Testigo en el cielo. Un Testigo completamente inteligente, un Testigo que siente, un Testigo que recuerda todo el sufrimiento inocente, es nuestro Padre celestial. Puede haber alguna vez un atractivo para �l por la conducta insensible y la observaci�n burlona de los hombres.

2. La certeza de una decisi�n justa al final. "Si esperamos lo que no vemos, entonces con paciencia lo esperamos". En todo el sentido del misterio de la vida y la tentaci�n de dudar de si Dios es perfectamente bueno y amable, deja que Patience, apoyada por la fe, tenga su obra perfecta. "Recordemos a Job" y "consideremos el fin del Se�or" �J.

HOMILIAS POR R. GREEN

Job 16:6

Dolor sin esperanza.

No aliviado por las palabras de sus amigos, Job se da vuelta hacia ellos y, en palabras dolorosas y apasionadas, les replica su incompetencia para consolarlo. "Miserables consoladores sois todos ustedes". Lo conducen casi a la desesperaci�n. La alternativa dolorosa del habla o el silencio est� ante �l; pero ninguno le ofrece ninguna esperanza, y se ve obligado a reflexionar sobre su condici�n de impotencia. El esta agotado. El futuro no presenta perspectivas de alivio. Tiene pena sin esperanza. Tal pena distinguida

I. POR SU EXTREMO DOLOR. Soportar el dolor del cuerpo o la mente es bastante dif�cil, y muchos sucumben a �l. Pero si hay un rayo de esperanza, el esp�ritu dolorido se aferra a �l y nace. Sin embargo, cuando no hay un rayo de brillo aparente, cuando solo est� presente la oscuridad de un dolor no disminuido, entonces el dolor de las circunstancias en las que se coloca al paciente se intensifica en gran medida. Sufrir sin esperanza de una terminaci�n es la perfecci�n misma del sufrimiento. El pobre coraz�n busca alguna v�a de escape, pero ninguna est� presente. Es arrojado una y otra vez sobre s� mismo. Esta es la pena m�s extrema. Ver solo la larga e invariable l�nea de sufrimiento que se extiende al m�ximo futuro, y que no aparece ning�n descanso, le roba al alma su �nico consuelo en una prueba extrema: la esperanza de liberaci�n. Si un l�mite se pone en pena, puede ser soportado; pero si no se puede rastrear ning�n l�mite y se corta toda probabilidad de limitaci�n, el caso es desesperado. Lo peor que se puede decir de cualquier mal es: es in�til.

II La tristeza sin esperanza es UNA EXCESIVA ESFUERZO SOBRE LA RESISTENCIA DEL SUFRIDOR. Perder la esperanza es perder el coraz�n. Los fuertes pueden soportar la pesada carga, pero los d�biles deben ceder. Es aumentar el peso de la carga por cada hora que transcurre. El tiempo, que a menudo viene para aliviar a los tristes, pero trae una carga m�s pesada. El esp�ritu agotado que lucha valientemente contra su entorno opresivo es llevado cada vez m�s a la conclusi�n de que todo esfuerzo es in�til, y la experiencia adicional de cada hora, pero confirma la seguridad de que no queda esperanza. Es la m�s severa de todas las tensiones a las que el esp�ritu puede ser sometido. Es el precursor inevitable de la desesperaci�n.

III. Tal pena alcanza un cl�max de severidad cuando, como en este caso, LA APELACI�N A DIOS, EL GRAN AYUDANTE, NO EST� DISPONIBLE. "Me ha cansado". Me ha agotado. Es cierto que una verdadera ayuda est� reservada para Job, pero �l no lo sabe. �l sufre sin esperanza. Se volvi� hacia el hombre y no encontr� alivio. Su clamor a Dios es in�til. Si �l "habla", su "dolor no se alivia". Su grito regresa sobre �l. Si �l "se abstiene", a�n as� no est� "aliviado". El mundo est� en deuda con este paciente por el doloroso experimento del cual es el sujeto. Ahora el mundo sabe que con una resistencia paciente y una fidelidad inquebrantable. est� asegurada la esperanza. La mano de ayuda puede estar oculta, pero est� ah�. Puede parecer que Dios no est� atento al grito triste, pero solo est� probando y probando a su fiel servidor, y la severidad de la prueba marca la medida de la premio final, de ah� que podamos aprender

(1) que la aparente desesperanza del dolor humano no es una representaci�n perfecta;

(2) la sabidur�a de mantener el esp�ritu de esperanza, incluso cuando parece que no tenemos �nimo para hacerlo;

(3) la certeza de un alivio final y una recompensa a los fieles.-R.G.

Job 16:11

La severidad de los juicios divinos.

El misterio de los tratos divinos se revela en este libro. Se da la vista desde un punto de vista humano. Job y sus amigos no ven el lado espiritual de toda la transacci�n. El prop�sito divino est� oculto. Job no sabe que es "Satan�s" el que ha instigado todas estas aflicciones. No sabe que Dios ha dado permiso para su juicio. Tampoco sabe las limitaciones impuestas a ese juicio, ni la cuesti�n final. La severidad de los juicios divinos (tal como est�n a juicio de Job) est� representada en lenguaje llamativo.

I. COMO ENTREGA A LOS IMPIOS. �l es arrojado a las manos del malhechor.

II Como DESTRUCCI�N DE LA PROSPERIDAD EXTERNA. "Estaba tranquilo, pero me ha roto en pedazos".

III. Como UNA INFLICACI�N DE DOLORES GRAVES. "Me parti� las riendas".

IV. Como UNA SUCESI�N DE INFLICACIONES REPETIDAS. "Me rompe con una brecha tras otra". Estos juicios evocan de Job:

1. La humillaci�n m�s humilde. Se inclina con "tela de saco" y pone su "cuerno en el polvo".

2. Derrama su alma en penitencia, y su rostro incluso est� "sucio de llanto".

3. Sobre �l pende la penumbra "la sombra" - "de la muerte".

4. En la conciencia de integridad, hace su oraci�n "pura" a Dios. El inter�s de estas pocas l�neas es muy grande en la elaboraci�n general de la trama de la historia. Feliz el que en medio de sus penas puede inclinarse ante una penitencia humilde bajo la severidad de los juicios divinos, a�n conservando la seguridad de su sinceridad y esperando la recompensa final.

Job 16:19, Job 16:20

La apelaci�n de inocencia al m�s alto tribunal.

Job ahora pasa del hombre a Dios. �l tiene la seguridad de la fe, la plena seguridad que la fe da, de que Dios recompensar� a los heridos y justificar� a los puros. El juicio del hombre es imperfecto. �l solo ve las circunstancias externas; Dios mira el coraz�n. Al que sabe todas las cosas, Job se vuelve; y para Dios su "ojo derrama l�grimas". Antes de que el hombre pueda confiar su causa a Dios con confianza, es necesario lo siguiente:

I. UNA CONVICCI�N COMPLETA DE LA INSUFICIENCIA DE JUICIOS HUMANOS. Job hab�a demostrado esto a fondo. Por sabios que fueran los dichos de sus amigos, o por sus reflexiones, Job sab�a que sus acusaciones de �l eran infundadas y que, por lo tanto, sus conclusiones eran injustas. Por lo tanto, pas� de ellos a ese "registro" de su vida que estaba "en lo alto".

II Pero esto debe ser apoyado por UNA INTEGRIDAD CONSCIENTE. Nadie puede realmente entregar su causa a Dios, quien sabe dentro de s� mismo que es culpable. En la barra final sabe con toda seguridad que su pecado lo descubrir�. Pero aquel cuyo esp�ritu le da testimonio de su rectitud, como lo hizo Job, y como lo afirmaron los juicios divinos, puede con calma entregar su camino a Dios. �l sabe que su verdadero "Testigo est� en el cielo". Dar� testimonio de la integridad, la rectitud y la pureza de Job.

III. Adem�s, se necesita UNA FE SIN TESTIGOS EN LOS TRATAMIENTOS JUSTOS DE DIOS con el fin de un compromiso tranquilo de todos a su arbitraje. Job, el "siervo" de Dios, sab�a en qui�n pod�a confiar. Tem�a a Dios. Sobre ese miedo, la fe se construye con seguridad y seguridad. Una concepci�n de Dios que es tan baja que no inspira fe debe excluir toda esperanza amorosa y �til en �l.

IV. Sobre tales bases puede descansar UNA PACIENCIA TRANQUILA PARA ESPERAR EL PREMIO DIVINO FINAL. La v�ctima recta, sincera pero incomprendida deja todo al juicio final. El "testigo" y el "registro" est�n "en lo alto". Hace un llamamiento a ese tribunal que tambi�n est� en lo alto, y con el "desprecio" de que sus "amigos" rompan su esp�ritu ya afligido, vuelve sus ojos llorosos "a Dios". La integridad segura de s� mismo siempre puede apelar a Dios, "el Juez justo" a cuyo tribunal se apela la mayor sabidur�a de la inocencia asaltada. �RG

HOMILIAS DE W.F. ADENEY

Job 16:2

Miserables edredones.

Job puede elevarse por encima de sus tontos, amigos de mente estrecha, y mirarlos con iron�a de buen humor y piedad. �Tan poco lo entienden! �Tan orgullosamente conf�an en sus palabras vac�as! Y todo es una ilusi�n. Job est� casi listo para olvidar su impertinencia cuando se dirige a la cuesti�n mucho m�s importante de los tratos de Dios con �l. Pero primero les da su verdadero car�cter. Todos son "edredones miserables".

I. LOS COMFORTERES MISERABLES FALLAN POR FALTA DE SINTOM�A. Este pensamiento se repite continuamente en el curso del di�logo dram�tico. Est� en la ra�z de toda la controversia. Toda la argumentaci�n elaborada de los tres reyes magos es mucho viento vac�o, porque carecen de la primera condici�n de consuelo. Nunca se nos puede recordar con demasiada frecuencia que la simpat�a es la primera y absoluta condici�n de toda ayuda mutua. Pero, �c�mo es que a los amigos bien intencionados les falta? Puede haber solo una respuesta. El enemigo de la simpat�a es el ego�smo. Si bien pensamos mucho en nosotros mismos, nuestras propias opiniones, posici�n, conducta, debemos fallar en la simpat�a, y nuestros intentos de ayudar a los dem�s deben llegar al terreno sin ning�n buen resultado. Al visitar a los pobres, cuidar a los enfermos, criar a los ca�dos, salvar a los perdidos, ense�ar a los ni�os, la simpat�a es el principal requisito para el �xito. Cristo es el verdadero amigo del sufrimiento, porque Cristo simpatiza profundamente con todos los sufrimientos. Cometemos un error cuando, como los edredones de Job, tratamos de consolar ofreciendo consejos. La v�ctima no quiere consejos, sino simpat�a. �Por qu� su desgracia nos da derecho a hacernos pasar por sus consejeros? Est� m�s preparado para ser nuestro maestro, porque ha estado en la mejor escuela, la escuela de la aflicci�n.

II COMODIDADES MISERABLES A�ADEN A LOS DENUNCIAS QUE VAN A INTENTAR EVITAR. As�, Rousseau escribe: "La consolaci�n ejercida indiscretamente sobre nosotros, cuando sufrimos bajo aflicci�n, solo sirve para aumentar nuestro dolor y hacer que nuestro dolor sea m�s conmovedor". Las razones para esto no son dif�ciles de descubrir.

1. Decepci�n. Esperamos algo mejor de un amigo. Deber�a darnos su simpat�a, y si no lo hace, sentimos que somos tratados con crueldad, o al menos perdemos un consuelo que est�bamos buscando.

2. Cansancio. La v�ctima quiere tranquilidad. La mirada y la l�grima de simpat�a pueden consolarlo, pero muchas palabras lo cansan. Est� demasiado lleno de pensamientos tristes como para encontrar espacio para las observaciones mal juzgadas de asesores inoportunos.

3. Injusticia. No puedes ser solo para un hombre sin simpat�a, porque no puedes entenderlo hasta que entres en sus sentimientos m�s profundos. Pero nada es m�s angustiante que un trato injusto. Gran parte del mayor problema de Job provino de esta fuente.

III. NECESITAMOS GRACIA DIVINA PARA AYUDARNOS A SER VERDADEROS COMFORTERS. Quiz�s nos alejemos de la tarea, viendo sus dificultades. Evitar�amos la casa del luto para que nuestros intentos de consuelo no sirvan para aumentar sus penas. Pero esto no es fraternal. El deber cristiano es "llorar con los que lloran" ( Romanos 12:15). Para ser verdaderos simpatizantes, necesitamos habernos conquistado por la gracia de Cristo. Quiz�s una de las razones por las cuales algunos de nosotros tenemos muchos problemas es que podemos ser capaces de comprender los problemas de otras personas, y as� podemos convertirnos en verdaderos consoladores. � W.F.A.

Job 16:6

Dolor incurable.

Job no sabe qu� hacer; ni el discurso ni el silencio calmar�n su dolor. Parece ser incurable.

I. GRAN DOLOR PARECE INCURABLE AL SUFRIMIENTO.

1. No se puede medir. El sentimiento destruye el sentido de la proporci�n. Todo aquel que sufre mucho tiene la tentaci�n de considerarse el m�s grande de los que sufren. Una pasi�n por la emoci�n barre todos los est�ndares de comparaci�n. El mar tormentoso parece ser insondable.

2. Excluye el pensamiento de cualquier cosa menos de s� mismo. La nube negra cierra los cielos y estrecha el horizonte. El mundo de la tristeza se reduce a la gama de la experiencia personal presente. Por lo tanto, en el dolor abrumador no hay espacio ni poder en el alma para concebir un medio de escape. El inter�s absorbente del dolor no permitir� una conciencia rival.

3. Se encuentra que es irresistible. Si un hombre pensara que podr�a vencer su dolor o escapar de �l, seguramente no se someter�a a sus tormentos a menos que fuera un fan�tico del ascetismo. Pero si el dolor no se puede dejar de lado de inmediato, es dif�cil creer que no durar� para siempre, porque la agon�a destruye el sentido del tiempo.

II GRAN DUELO PUEDE NO SER CURABLE POR EL HOMBRE. Hay enfermedades que ninguna medicina puede curar y penas que ninguna ayuda humana puede tocar. El duelo, naturalmente, tiende a perdurar por su propia creaci�n de un h�bito de duelo.

"Tristeza, como una campana pesada que cuelga, una vez que comienza a sonar, con su propio peso se va: Entonces, poca fuerza resuena en la triste triste".

(Shakespeare)

Algunas penas son evidentemente incurables por el hombre.

1. La p�rdida de aquellos muy amados. Ning�n consolador humano podr�a rescatar a los siete hijos y tres hijas de Job de entre los muertos. �Qu� palabra u obra del hombre podr�a tocar su pena de duelo total? Sabemos muy bien que nada en la tierra puede compensar nuestras mayores p�rdidas por muerte.

2. El descubrimiento de una vida desperdiciada. Cuando el anciano vuelve a s� mismo y descubre que ha estado viviendo en un enga�o, cuando ve con amargo remordimiento que ha malgastado sus a�os en locura y pecado, �qu� puede hacer el hombre para consolarlo? El pasado nunca se puede recuperar.

3. La desesperaci�n de la culpa. Si esto se calma con la adulaci�n y la falsedad, se hace una travesura fatal. Pero si la conciencia est� bastante despierta, no se puede calmar as�. Para el hombre, el pecado es incurable.

III. DUELO QUE PARECE SER INCURIBLE TODAV�A TODO PUEDE SER CURADO POR DIOS. Ning�n hijo de Dios debe desesperarse, porque el amor infinito y la energ�a todopoderosa no pueden saber de la imposibilidad. El evangelio de Cristo ofrece una cura completa.

1. Presente paz.

(1) Si el problema es del pecado, la paz est� perdonada. Todo pecado es curable por Cristo, porque "�l tambi�n puede salvarlos hasta lo sumo que vengan a Dios por �l" ( Hebreos 7:25).

(2) Si el problema es por cualquier otra causa, la paz est� en el amor de Dios. Este amor, que tambi�n trae la paz del perd�n, es en s� mismo un consuelo infinito. Es mejor ser L�zaro con Dios que inmersiones con lino p�rpura y fino.

2. Bendici�n futura. Los muertos no volver�n a nosotros. Pero iremos a ellos. Cristo promete a su pueblo un hogar en la gran casa de Dios. All� "Dios enjugar� todas las l�grimas de sus ojos" ( Apocalipsis 7:17). La vieja vida desperdiciada no se puede devolver en su inocencia impecable. Pero el alma renovada puede vivir una nueva vida en la eternidad de Dios. � W.F.A.

Job 16:12

Destrozado cuando est� a gusto.

Este fue el horrible destino de Job. Todo estaba en calma cuando cay� el rayo y lo arroj� al suelo.

I. DIOS DA TIEMPOS DE FACILIDAD. Esto debe ser reconocido incluso en las horas de sufrimiento. Tome la vida como un todo, y los intervalos de tranquilidad son con la mayor�a de las personas mucho m�s largos que los per�odos de problemas. Sin embargo, estamos tentados a descuidarlos al contar la historia de nuestra vida y, como Jacob, a describir nuestros d�as como "pocos y malvados" ( G�nesis 47:9). Los tiempos tranquilos provienen de Dios tanto como los tiempos dif�ciles. Es una visi�n injusta de la providencia suponer que nuestra tranquilidad proviene de nosotros mismos y del mundo, y solo nuestro problema de Dios.

II LOS TIEMPOS DE FACILIDAD NO DURAR�N POR SIEMPRE. Es innecesario anticipar problemas futuros. Cristo nos pide que no estemos ansiosos por la ma�ana. Pero deber�amos estar preparados para los problemas. El hombre que ha asegurado su casa contra un incendio no siempre debe estar so�ando que est� en llamas. Habiendo hecho una provisi�n adecuada, puede dejar de lado todos los pensamientos de peligro. Necesitamos tener tanta percepci�n de la incertidumbre de la vida como para llevarnos a hacer la provisi�n necesaria para un reverso de la fortuna. La tormenta puede venir. �D�nde estaremos cuando est� sobre nosotros?

III. LOS TIEMPOS DE FACILIDAD NO EST�N EN MISMOS VALORES CONTRA LOS TIEMPOS DE PROBLEMAS. Como pueden dar lugar a tiempos muy diferentes, no pueden evitar la sucesi�n inaceptable. La gran tentaci�n del hombre rico es confiar en su riqueza para lo que nunca puede comprar. Al ver que su rango es amplio, corre el peligro de perder sus l�mites. De modo que el hombre pr�spero est� tentado a confiar en su buena fortuna, como si la mera ocurrencia de lo agradable fuera una causa de lo mismo en el futuro. Pero los problemas provienen de fuera de las circunstancias de un hombre, o de su propio coraz�n, que puede estar en bancarrota mientras su estado est� perfectamente sano.

IV. LOS TIEMPOS DE FACILIDAD DEBEN AYUDARNOS A PREPARARSE PARA LOS TIEMPOS DE PROBLEMAS. Joseph instal� tiendas durante los siete a�os de abundancia en preparaci�n para los pr�ximos siete a�os de hambruna. El hombre prudente siempre intentar� pasar algo por un d�a lluvioso. La vejez debe ser prevista por la previsi�n de a�os anteriores. El ahorro es un deber que un hombre le debe a su familia a quien debe mantener, y a sus vecinos a quienes no debe convertirse en una carga. Consideraciones superiores requieren el mismo m�todo de conducta. Estos d�as de calma actuales nos brindan buenas oportunidades para la preparaci�n espiritual. De hecho, es raro que un hombre tenga poder y disposici�n para entrar en las experiencias religiosas m�s profundas en su lecho de muerte si no se ha familiarizado con ellos durante los d�as de salud y fortaleza. Entonces la muerte puede sorprendernos en cualquier momento, y la �nica seguridad es estar siempre listo. Un buen uso de la vida de verano larga, tranquila y pr�spera deber�a dejarnos preparados para enfrentar cualquier tormenta invernal que le agrade a Dios enviarnos. Si tenemos la paz de Dios en nuestros corazones, los golpes m�s devastadores no la destruir�n, y esa paz incluso en problemas ser� mucho m�s preciosa para nosotros que los tiempos de tranquilidad de los comedores de loto, con quienes fue "siempre tarde ", pero qui�n no conoc�a la bendici�n m�s profunda de la paz en el dolor". WFA

Job 16:17

(�ltima cl�usula, "Mi oraci�n es pura").

La pureza de la oraci�n.

La oraci�n impura no puede ser escuchada por Dios. Puede ser sincero, apasionado, vehemente, pero debe retroceder rechazado y confundido. Consideremos, entonces, en qu� consiste la pureza de la oraci�n.

I. REALIDAD La oraci�n que no se siente y significa en el coraz�n es una ofrenda impura de hipocres�a. Aunque se pronuncie en las frases de devoci�n, es para Dios como el aullido de los demonios blasfemos. Si no hay otro pecado en nuestra oraci�n, la falta de sinceridad es fatal. Pero no es f�cil ser siempre verdadero y real, especialmente en actos p�blicos de devoci�n, cuando se espera que una multitud de personas se unan en la misma oraci�n en el mismo momento. Sin embargo, si el coraz�n est� decidido a buscar verdaderamente a Dios, �l no considerar� el pensamiento errante de las distracciones casuales como una se�al de falta de sinceridad. El esp�ritu puede estar dispuesto mientras la carne es d�bil ( Mateo 26:41), y Dios mira al coraz�n. Lo que es esencial es un verdadero prop�sito y esfuerzo para adorar a Dios, que es un Esp�ritu, en esp�ritu e i, verdad ( Juan 4:24).

II PENITENCIA. Todos somos pecadores y, por lo tanto, solo podemos acudir a Dios como suplicantes que confiesan nuestro pecado. Cualquier otro m�todo de acercamiento es falso para nuestro car�cter y hechos. En la par�bola del publicano y el fariseo, es solo la contrici�n del publicano que se encuentra con la aprobaci�n de Dios. Si nos aferramos a nuestro pecado, no podemos ser recibidos en nuestra oraci�n. Aunque podemos olvidar lo feo, o suponer que lo hemos dejado atr�s, est� con nosotros en la misma casa de Dios; incluso se interpone entre nosotros y Dios, una barrera negra e impenetrable.

III. FE. No podemos orar puramente hasta que confiemos en Dios. La oraci�n de incredulidad es un grito salvaje en la oscuridad arrancada de un alma por su total angustia. Seguramente Dios se compadecer� de tal clamor, y en su infinita compasi�n har� lo que sea posible para salvar a su hijo ignorante. Pero la fuerza de la comuni�n con Dios que viene en la oraci�n solo es posible cuando podemos confiar en Dios como nuestro Padre y confiar completamente en �l. Es creyendo, confiando en Dios, que ganamos grandes bendiciones en la oraci�n.

IV. SUMISI�N. Si nuestra oraci�n es un mandato voluntario que reclama ciertas cosas de Dios y que debe ser justo de acuerdo con nuestra mente, la impureza la contamina. No tenemos que dictarle a Dios lo que debe hacer por nosotros. Nuestro deber es presentar nuestro caso ante Dios y luego dejarlo con �l. Debe hacer lo que mejor le parezca, no lo que le exigimos. La oraci�n pura ser� sumisa, diciendo: "No como lo har�, sino como quieras".

V. INFELICIDAD. Incluso en nuestra sumisi�n, a�n podemos ser ego�stas, ya que podemos estar convencidos de que lo mejor para nosotros es que Dios debe hacer con nosotros lo que �l piensa mejor y no pensar en otra cosa. Tales oraciones como "Bend�ceme; s�lvame; consu�lame; ll�name de cosas buenas", son estrechas, y cuando est�n solas son ego�stas. La oraci�n modelo de Cristo est� en plural, "Nuestro Padre danos", etc. Necesitamos ampliar nuestras peticiones con intercesi�n por nuestros hermanos, e incluir las necesidades del mundo en nuestras oraciones. La oraci�n m�s pura es aquella que busca principalmente la gloria de Dios: la oraci�n de Cristo: "Padre, glorifica tu nombre". W.F.A.

Job 16:19, Job 16:20

El testigo en el cielo.

Job pasa del hombre a Dios. En la tierra se le juzga mal, pero en el cielo hay Uno que lo ve todo y puede ser testigo tanto de su desgracia como de su integridad. M�s que esto; �l se aleja de Dios como la fuente de su calamidad hacia Dios como su Salvador. El Dr. S. Cox ha se�alado que Job ha hecho un gran descubrimiento aqu�. Ha encontrado un Dios superior, un Dios de amor, por encima del Dios que atormenta. O m�s bien, �l ha visto al Dios verdadero por encima de la idea falsa y convencional de Dios. A este Dios le apela como su Testigo en el cielo.

I. HAY UN TESTIGO EN EL CIELO.

1. �l est� muy por encima de nosotros. "En el cielo." Dios no debe ser confinado al estrecho rango de experiencias terrenales. Se sienta sobre el polvo y el estruendo de la batalla, sobre todas las nubes y tormentas de la tierra. Est� libre de la pasi�n, la visi�n limitada, el prejuicio personal de los actores inmediatos en la escena terrenal. Aunque est� �ntimamente asociado con todo lo que somos y hacemos, es tan bueno como para disfrutar de ese desapego mental que permite un juicio justo e imparcial. �l mira con otros ojos que los nuestros; desde su estaci�n alta ve todas las cosas en la proporci�n correcta, y observa todo el panorama de la existencia.

2. Toma nota de las cosas terrenales. Un testigo." Dios no est� interesado en la tierra, como una divinidad epic�rea. Lute lute todos los asuntos humanos, y todos est�n abiertos a �l. Cada acto humano se realiza bajo la mirada de Dios; Incluso los cr�menes m�s oscuros y secretos est�n perfectamente abiertos a su escrutinio penetrante. �l tambi�n ve las cosas verdaderamente, tal como son; y el mayor error e injusticia es bastante claro para �l. Dios nunca malinterpreta a ninguno de sus hijos.

3. Se le puede apelar. Job incluso llama a Dios "mi testigo". Siente que Dios est� de su lado y cree que puede pedirle a Dios que testifique contra el enorme mal que se le est� cometiendo. Dios no reserva su conocimiento in�tilmente, como un estudiante que siempre est� aprendiendo, pero que nunca emplea lo que adquiere. Podemos apelar a Dios para que venga y hable y act�e por nuestra liberaci�n, derram�ndole l�grimas.

II EL TESTIGO EN EL CIELO ES VERDADERO Y BUENO. Es in�til apelar a un testigo falso, o a uno que le dar� una versi�n desfavorable de lo que ve. Satan�s fue testigo de la vida de Job; pero el testimonio de Satan�s fue unilateral, sospechoso y tan da�ino como los hechos lo permitieron. Job apela sin temor al Testigo supremo, sabiendo que se puede confiar en su testimonio. La bondad y la verdad son supremas. Las experiencias terrenales m�s bajas de Dios son contradictorias y confusas. Lo que vemos en este mundo de la naturaleza y la providencia nos deja perplejos de pensamientos de aparente indiferencia, injusticia y crueldad. Algunos incluso han supuesto que el Creador de un mundo con tanto mal no podr�a ser bueno. El Caliban de Browning imagin�, en su pobre, tenue y mezquina especulaci�n, que su dios Setebos hizo del mundo "por despecho". Esta era una creencia com�n con las sectas gn�sticas. Pero Caliban, como los gn�sticos, vio que hab�a un Supremo que lo hizo con justicia. La noci�n aparece en los tiempos modernos. El Dr. Jessopp relata una conversaci�n en la que un viejo compatriota dijo que Providence siempre estuvo en contra de �l. Este a�o fue la enfermedad de la papa, y el a�o pasado se arruin� la avena. Pero mirando hacia arriba, agreg�: "Creo que hay uno arriba que lo llamar� a la cuenta". El enga�o est� en separar las dos divinidades. Tenemos que ver que el �nico Dios aparece en las escenas inferiores de oscuridad y misterio, y tambi�n en las alturas de arriba como amor perfecto. Las nubes y la oscuridad est�n alrededor de su estrado, pero su semblante es amable. � W.F.A.

Job 16:21

Suplicando a Dios.

Job a�n mantiene la mayor tensi�n de pensamiento que asumi� cuando apel� a su Testigo en el cielo. El �nico deseo de su coraz�n es estar bien con Dios, y est� convencido de que solo Dios mismo puede hacerlo.

I. NUESTRA MAYOR NECESIDAD ES SER JUSTO CON DIOS. �De qu� sirve la adulaci�n del hombre si Dios, el �nico Juez supremo con el que tenemos que hacer, nos condena? Pero, entonces, �d�nde est� la travesura de la censura del hombre cuando nuestro juez nos absuelve? Se hace demasiado de la opini�n del mundo, y muy poco del veredicto del Cielo. Necesitamos elevarnos por encima de las peque�as esperanzas y l�grimas del favor humano ante el gran pensamiento de la aprobaci�n de Dios. Cuando pensamos primero en eso, todo lo dem�s se vuelve insignificante. Las razones para hacerlo deber�an ser abrumadoras.

1. Dios lo sabe todo.

2. �l es Todopoderoso, capaz de bendecirnos o alejarnos del este.

3. El es nuestro Padre. Y es mejor que el ni�o se mantenga bien con sus padres que con todo el mundo.

II Tenemos que tener en cuenta que no somos justos con Dios.

1. Esto es evidente en la experiencia de la vida. Job sinti� que hab�a algo mal entre �l y Dios, aunque el error tonto de sus amigos hab�a confundido su mente, por lo que no pod�a ver d�nde estaba el error. Las sombras oscuras que se arrastran entre nosotros y Dios, y nos ocultan la alegr�a del cielo, se sienten en la experiencia. Ciertamente dan testimonio de alguna condici�n de error o maldad.

2. Esto tambi�n lo confirma el testimonio de conciencia. Una voz dentro interpreta la escena oscura afuera. Aprendemos de las angustias de Job que las calamidades no son necesariamente indicativas de pecado. Pero todos debemos reconocer que nada nos pone tan mal con Dios como nuestra propia mala conducta.

III. NECESITAMOS UN ABOGADO PARA PONERNOS BIEN CON DIOS. No podemos representar nuestro propio caso correctamente, porque no nos entendemos a nosotros mismos, y nuestros "corazones son enga�osos sobre todas las cosas". Ciertamente no conocemos la mente y la voluntad de Dios. �C�mo, entonces, podemos encontrar nuestro camino de regreso a �l? En medio hay un desierto sin huellas, y la noche es oscura y tormentosa. Incluso si estuvi�ramos delante de �l, no podr�amos responderle "uno de mil". Por lo tanto, existe un sentimiento general entre los hombres de que se requiere alg�n mediador, intercesor, defensor, sacerdote.

IV. DIOS EN CRISTO ES EL ABOGADO CON DIOS EL PADRE. Job no pod�a ver tan lejos como esto; pero vio la verdad esencial, es decir, que Dios debe proporcionar el camino de la reconciliaci�n. Solo Dios puede rogarle a Dios por el hombre. Por eso huimos "de Dios a Dios". Escapamos de las experiencias inferiores de lo Divino en la vida que nos parecen duras e incluso injustas, a la visi�n superior de Dios que lo revela como toda verdad y bondad. Invocamos a Dios en su amor para reconciliarnos con �l mismo. Esto, ense�a el Nuevo Testamento, lo hace en Cristo, quien es la Revelaci�n del amor de Dios. "Tenemos un Abogado con el Padre", etc. ( 1 Juan 2:1). No queremos que ning�n sacerdote humano defienda nuestra causa, porque tenemos un gran Sumo Sacerdote que "vive para interceder por nosotros". Cuando verdaderamente oramos en el Nombre de Cristo, tenemos el derecho de confiar en que �l nos suplicar�. Por todos los m�ritos de su cruz y pasi�n, su s�plica es poderosa para prevalecer por la salvaci�n del pecador. � W.F.A.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S; Spence-Jones, Henry Donald Maurice. "Comentario sobre Job 16". Los Comentarios del Púlpito. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tpc/job-16.html. 1897.
 
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